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La internacionalización de la educación superior: visiones retrospectivas y prospectivas

El análisis y estudio sistemático de la educación superior y su constitución como disciplina autónoma apenas tienen cuatro décadas. Este interés por las políticas de educación superior, asociado a la emergencia de ésta como disciplina, da origen a un campo de estudios que surge junto con la desaparición de la clásica “universidad de élites” al masificarse la educación superior a principios de los 60. El área dedicada a las políticas públicas en educación superior abarca hoy días temas instalados de indagación (expansión, diversificación, evaluación y financiamiento de los sistemas de educación superior) y otros en vías de consolidación (internacionalización, interculturalidad, atención a la diversidad ) o de reciente reaparición (equidad). En la perspectiva de ampliar y reforzar la agenda de investigación latinoamericana sobre una educación superior, es relevante anunciar la publicación por la editorial Planeta y la Universidad Católica de Colombia (Bogotá, 2012)., del libro “La internacionalización de la educación superior a nivel mundial y regional: principales tendencias y desafíos” coordinado por Francisco López Segrera.

Esa obra reúne doce trabajos que nos proponen un estado del arte actualizado de la internacionalización de la educación superior a nivel mundial y regional. Incluye estudios globales (Altbach y Knight, Brock, Brunner), regionales (Didou, Férnandez Lamarra, Gacel Ávila), subregionales (Azevedo), de país (Zarur) y de caso (Douglas, Cortadellas, Hernández) por conocedores del tema1 .

Los autores nos alertan acerca de los peligros y promesas de los procesos de internacionalización de la educación superior, señalados en el Comunicado Final de la CMES de UNESCO (Paris, 2009).2 Ese documento dejó bien claro que si bien la ES para su desarrollo debía buscar también fondos en todos sus beneficiarios, incluido el sector privado, los Estados y gobiernos debían preservar plenamente su compromiso y responsabilidad con relación a la ES y no abandonarla al único arbitrio de las leyes del mercado.

Lo que observamos, sin embargo, es que mientras en Europa, América Latina y África, prevalece el modelo de universidad pública, numerosos tipos de “nuevos proveedores” han aparecido a nivel mundial, e incluso en las mencionadas regiones “que ofrecen educación superior privada con fines comerciales”.

En ese marco general de situación, varios de los autores involucrados en la producción de ese libro advierten que, si bien las actividades internacionales de las universidades se han ampliado dramáticamente en volumen, alcance y complejidad durante las dos décadas pasadas, América Latina confronta obstáculos para lograr una integración competitiva en la economía global en la medida en que aumenta la complejidad de las tareas de conocimiento que los países deben abordar.

Subrayan en consecuencia la necesidad de examinar crítica- y comparativamente cómo han sido diseñados y aplicados, en nuestra región y en otras, las políticas y los programas de internacionalización y cómo han abonado a dinámicas cruciales para mejorar el posicionamiento de las sociedades latino-americanas en un mundo globalizado, como lo son las de aseguramiento de calidad y de impulso al bienestar social y económico.

Asimismo, mencionan la urgencia de integrar diagnósticos de situación que sirvan para contrastar las problemáticas detectadas en sociedades y grupos de países tan distintos como lo son los de América del Norte, Latina y de Europa y mutualizar una transferencia racional de experiencias. Finalmente, hacen énfasis en que es preciso establecer distinciones entre conceptos tan distintos como los de internacionalización, transnacionalización y mercantilización de la educación superior en América Latina3 y trabajar sistemáticamente los indicadores disponibles para monitorear logros y disfuncionamientos y detectar prácticas ejemplares con el propósito de alcanzar resultados más significativamente socialmenteLas universidades en sus orígenes se caracterizaban por el internacionalismo y no por la internacionalización.

Planteamos entonces que la internacionalización de la educación superior es el proceso de integrar una dimensión internacional, intercultural y global en la docencia, la investigación y el servicio y/o extensión de la educación superior; aspira a la integración de profesores, estudiantes y planes y programas de estudio con el objetivo de mejorar su calidad y elevar el nivel académico de los programas de educación superior para beneficio de los profesores y estudiantes que participan en ellos.

Muchas interrogantes se abren ante nosotros ante los derroteros de la internacionalización de la educación superior y las reflexiones vertidas en ese libro por los autores de los capítulos. ¿Es justo que la ES se comercialice como una mercancía y pierda su carácter de bien público, de derecho ciudadano? ¿Quién controla la entrada de estos “nuevos proveedores” – la calidad y “valores” de lo que ofrecen – en los sistemas nacionales de ES? ¿Cómo proteger los SES de las naciones sin impedir el “libre flujo” de conocimientos e informaciones? ¿Prevalecerá el criterio de la OMC de considerar la educación superior como un servicio comercial regulado por ella?

En conclusión, pese al desarrollo de la cooperación internacional y al consenso que existe a nivel mundial acerca de la importancia de la ES, las desigualdades se agudizan. Aumenta el “éxodo de competencias” de muchos de los mejores talentos formados en la universidad pública, del espacio público hacia el privado. Por otra parte, se incrementa cada vez más el “éxodo de competencias” – también denominado “fuga de cerebros”-de los países en vías de desarrollo hacia los países desarrollados. Si la universidad latinoamericana no se implica en su entorno, y si en cambio prioriza temas de investigación irrelevantes para la sociedad donde radica, tenderá a convertirse en una suministradora de elites que, una vez formadas, emigrarán hacia los países desarrollados. Para sus países de origen, esta es la peor descapitalización posible.

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Enmendando rumbos los actores del desarrollo ante el poder

América del Sur/Perú/Octubre 2016/Eduardo Toche/http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/

Decía Chantal Mouffe que cuando la política democrática ya no puede ordenar la discusión sobre cómo deberíamos organizar nuestra vida común, cuando evidencia sus límites para asegurar las condiciones necesarias para el funcionamiento del mercado, es cuando las condiciones están dadas para que entren a tallar los demagogos que aspiran articular la frustración popular.

Así, deberíamos tomar nota de que el éxito de los populistas de derecha se debe al hecho de que proveen alguna forma de esperanza a la población, haciendo creer que las cosas pueden ser diferentes. Desde luego, es una esperanza ilusoria, fundada en falacias y mecanismos inaceptables de exclusión, en los que la xenofobia, por lo general, juega un papel central. Pero cuando estos personajes son los únicos que ofrecen una salida, sus argumentos pueden ser seductores .

En esa línea, una de las mayores paradojas actuales reside, de un lado, en que las expectativas democráticas casi no tienen competencia en el mundo pero, de otro lado, los regímenes que las reivindican provocan fuertes cuestionamientos .

son los casos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) , el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) , y otros, así como las encuestas anuales de Latinobarómetro , alertan sobre el desafecto a la democracia existente en algunos países —como Perú—, lo que de manera no tan indirecta, también refiere a la creciente diferenciación política, social y económica entre los países que conforman la región.

Los problemas identificados son, todos ellos, varios y complejos. Por ejemplo, se señala la predominancia de partidos políticos débiles, sistemas judiciales con baja confianza, pobres niveles de interés político por parte de la ciudadanía, permanentes bloqueos entre los poderes Legislativo y Ejecutivo, altos niveles de corrupción, entre otros. Como podrá notarse, lo que se tiene es un listado de cuellos de botella que invita a pensar que el problema no se localiza en el plano estructural, sino en la performance de los agentes y las disfunciones que deberían atacarse para lograr mejores rendimientos.

Lo mismo sería, dicho en otras palabras, que la democracia exige tener claro lo que implica extensamente la categoría de «ciudadanía», para derivar de ello prácticas concretas, con objetivos definidos en términos de adquisición de poder. Es decir, el reconocimiento de derechos no implica el ejercicio de los mismos, y para plasmar esto último debe tenerse en cuenta el entrecruzamiento y la colisión de intereses que se forman dentro de la sociedad, así como entre esta, el Estado y el poder económico. En efecto, ante la desconfianza frente al sistema democrático, debido a la precariedad de sus procedimientos de legitimidad, y la creciente sospecha de un aprovechamiento privado de los recursos públicos, la ciudadanía debe dejar de ser recurso retórico y pasar a ser un factor esencialmente político.

Como señala Rosanvallon , hay dos dimensiones que deben tenerse en cuenta para comprender correctamente el movimiento de las diversas experiencias democráticas: el funcionamiento y los problemas de las instituciones electorales-representativas, por un lado, y la constitución de un universo de la desconfianza, del otro.

En fin, todos estos cambios enfatizaron la necesidad de que activistas, investigadores, diseñadores de políticas, así como las agencias de cooperación para el desarrollo, prestaran atención a los procesos en marcha, para analizar y entender las transformaciones que estaban experimentando las relaciones de poder. La necesidad de un enfoque nuevo se debió, en gran medida, al uso cada vez mayor de categorías, conceptos e instrumentos, para generar capacidades en los actores del desarrollo, que a su vez, empezaron a revelar carencias clamorosas, pues —centradas en los aspectos «técnicos»— no prestaron la atención suficiente a las relaciones dentro y en torno al poder.

Bajo estas consideraciones, entonces, ¿cómo podía formularse la acción, o mejor dicho, qué tipo de investigación podía levantarse, dirigida hacia qué tipo de acción? Como premisa, tenemos que el foco debe localizarse en las intersecciones existentes entre el ejercicio del poder y los procesos ciudadanos que generan gobernanza en los niveles locales, nacionales y globales. En ese sentido, una de las claves radica en cómo se fomenta la voz ciudadana, de manera tal que sea efectivamente influyente. Así, el objetivo no es solamente plantear —«decir»— una posición, sino otorgarle probabilidades hegemónicas, en otras palabras, disputarle la dirección moral, intelectual y política, a los detentadores cuasi-monopólicos del poder.

De esta forma, Gaventa intentará poner en relación dinámica la distribución de poder (espacios), la dimensión del ámbito en que juegan los actores (lugares) y el tipo de poder que ejercen.

Una manera de describir los componentes incorporados sería concibiendo «los espacios» como oportunidades, momentos y canales donde los ciudadanos pueden actuar para potencialmente afectar la política, discursos, decisiones y relaciones que afectansus vidas e intereses.

Como afirma Andrea Cornwall14, los espacios para la participación no son neutrales, sino que están configurados por relaciones de poder, que los rodean y penetran. Para el efecto, Cornwall se apoya en los argumentos de Lefebvre, Foucault y Bourdieu, entre otros, quienes comparten la idea de que el poder y el espacio están profundamente ligados.

Entonces, a modo de conclusión, puede afirmarse que las múltiples formas de poder plantean serios desafíos para los actores de la sociedad civil, que tratan de cambiar las relaciones que entablan habitualmente. Algunos grupos pueden desafiar las formas visibles de poder en arenas públicas, en la investigación y trabajando para incidir e influir en los agentes estatales y públicos. Otros pueden enfocarse en la movilización y estrategias de acción colectivas, desafiando las barreras que previenen el ingreso de ciertos actores en los ámbitos públicos.

Otros pueden enfocarse más en el cambio de las formas invisibles, interiorizadas de poder, generando conciencia crítica y campañas que construyen conocimiento alternativo. Sin embargo, a menudo estas son diferentes estrategias que implican organizaciones e intervenciones diferentes, para cambiar los sentidos del poder. La transformación tiene mejores probabilidades cuando los movimientos, o actores sociales, son capaces de trabajar simultáneamente las dimensiones mencionadas.

Sin embargo, no encontramos una acción más integral. El asunto no es generar solamente conciencia crítica, conocimiento alternativo, cambiar normas o controlar autoridades. Es todo eso, en simultáneo y coordinado. Esto último es seguramente el meollo de la propuesta de Gaventa y su cubo. Vistas de esa manera las cosas, el cubo del poder no es una fórmula sino un instrumento, como el mismo Gaventa advierte, para poder actuar políticamente.

En esa fórmula de Butler está contenida la elaboración política de la categoría de no-ciudadano, una manera de calificar a los sin-Estado, a los privados de las garantías para el ejercicio de sus derechos. Ahora bien, se pregunta Butler, ¿puede hablar un sujeto de estas características? El habla —la voz— instituye nuevas posibilidades para la vida social y política, y, como podría deducirse de evidencias tan obvias como las encuestas referidas al inicio del presente artículo, los Estados nacionales no pueden reclamar legitimidad si expulsan —excluyen— importantes contingentes de personas fuera de sus límites. Sin embargo, la paradoja democrática reside precisamente en que sin esta operación perdería sus fundamentos17.

Fuente:http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Peru/desco/20100313082146/01_Toche.pdf

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Viajes al silencio : exploraciones discurso al barroco

América del Sur/Uruguay/Octubre 2016/Mabel Moraaña/http://www.cervantesvirtual.com/

Los ensayos que componen este volumen no constituyen una indagación puramente hermenéutica ni meramente historiográfica en los intrincados discursos que integran el corpus más o menos definido de la literatura barroca hispanoamericana. En ambas direcciones la crítica ha avanzado considerablemente en las últimas décadas, en las que se ha asistido a una recuperación notoria de la cultura virreinal en su totalidad, y en particular de los textos que exponen con mayor evidencia la presencia de paradigmas y modelos metropolitanos en las formaciones sociales de ultramar.

La investigación ha sido especialmente fructífera en la recuperación de textos, autores y formas discursivas que no integraban hasta ahora el repertorio monumentalizado de las letras coloniales, particularmente en el siglo XVII, marcado por la consolidación institucional del Imperio en América y por la diseminación del aparato estéticoideológico de la Contrarreforma en las colonias españolas.

La exploración de archivos ha entregado un inmenso conjunto de manifestaciones culturales y prácticas escriturarias a la consideración académica, y ha dado a conocer una enorme cantidad de aspectos hasta ahora ocultos y hasta insospechados de la dinámica cultural de ese periodo crucial de la historia americana. Por otro lado, la relectura de textos a partir de teorías postestructuralistas ha echado nueva luz sobre autores y obras que se proyectan ahora, con un nuevo impulso, sobre la problemática latinoamericana en su totalidad y, particularmente, sobre muchos debates y replanteos de especial relevancia en nuestro fin de siglo.

Pero quizá el logro más notorio en los estudios coloniales ha sido el cambio de perspectiva crítico-ideológica a partir del cual se ha venido  —12→   enfocando el análisis de los textos y la cultura americana en el periodo colonial. Las manifestaciones culturales de la Colonia han logrado vencer la visión eurocéntrica que se concentró durante tanto tiempo en la verificación de los mecanismos transculturadores que señalaban los grados y niveles de reproducción de discursos hegemónicos en América.

En muchos casos tales análisis coincidían en la valoración explícita o implícita de la cultura colonial como versión degradada de los paradigmas del dominador, a los que el dominado sólo podía acceder a partir de un proceso de asimilación o mimesis, condicionado fuertemente por sus desventajosas condiciones de producción cultural. Al mundo colonial se concedía, desde esta perspectiva, apenas el dudoso privilegio de haber constituido un espacio supuestamente virginal, en el que los poderes europeos habrían logrado inscribir, en un largo y violento proceso de aculturación y conquista intelectual, la verdad revelada, la lengua imperial y los principios epistemológicos prestigiados por la tradición occidental, reproducidos en las colonias gracias a la superioridad militar y económica de los centros europeos.

En La ciudad letrada, que tanto ha contribuido a potenciar la comprensión de las condiciones de producción cultural en América desde la Colonia a nuestros días, Ángel Rama retoma cautamente aquellos postulados al proponer que el mundo colonial fue el vasto espacio de experimentación y aplicación sistemática del «saber barroco», donde los rígidos principios racionalizadores e interpretativos del Imperio se oponen a la imaginación y al particularismo del Nuevo Mundo.

De la dialéctica que se plantea entre ambas concepciones del mundo surgirán en América praxis diferenciadas de interpretación y representación cultural, elaboradas a partir de una subjetividad colectiva que va definiendo sobre la marcha nuevas agendas, a veces mimetizadas, a veces antagónicas, con respecto al Poder. Serán justamente la imaginación y el particularismo americanos los factores que constituirán, por su misma especificidad, el desafío más importante a los modelos europeos, ya que a partir de aquéllos se realiza la impugnación sistemática de los universales en que se apoya la conquista   —13→   espiritual del Nuevo Mundo y su colonización ideológica, proponiendo en su lugar un saber «otro», subalterno pero cargado de un valor crecientemente alternativo y fundacional.

La violencia del signo sobre la empírea, de la letra sobre la oralidad, del centralismo logocéntrico institucionalizado y autolegitimado sobre la profusión cultural multiétnica y multicultural del mundo sometido por la Conquista no se inaugura, sin embargo, con la constitución de la ciudad letrada como espacio simbólico de aplicación y reproducción de paradigmas metropolitanos. Pero sí se consolida y monumentaliza desde la base urbana, diseminando las claves y mensajes del Poder dominante en todos los estratos de la sociedad colonial.

Sin embargo, no debe dejarse de lado que la ciudad articula y centraliza una totalidad mayor que se extiende más allá de las murallas que delimitan hacia afuera un territorio que se mantiene irreductible a la homogeneización -periferia del margen, si se quiere, o centro de su propio sistema- el cual sostiene como principios de supervivencia la resistencia y la «otredad» productiva.

A su vez, hacia adentro del perímetro amurallado, la ciudad es también heterogénea y conflictiva, aunque en ella los principios de orden pudieran aplicarse con mayor eficacia y rigurosidad que en las extensiones insumisas que la rodeaban. Espacio atrincherado, defendido hacia afuera y hacia adentro, el centro urbanizado es entonces el espacio en el que se dirime la ilusión de un universalismo utópico puesto constantemente a prueba por la materialidad irreducta de un mundo «otro» que pugna por definir su propio imaginario.

En efecto, si la ciudad virreinal opera como enclave y frontera, definiendo material y simbólicamente los parámetros desde los que se gestionaría la entrada de América en la modernidad eurocentrista, en su interior se dirimen también no sólo luchas por el poder político y cultural sino también por el predominio interpretativo y representacional. Las batallas discursivas, el entrelazamiento de visiones y versiones que registran la actuación y proyectos de diversos sectores de la sociedad de la época, así como las estrategias a través de las cuales los actores del periodo colonial definen e implementan sus agendas en el contexto de la dominación imperial,   —14→   revelan tanto la fuerza del aparato hegemónico sobre las formaciones sociales americanas como la tremenda dinámica que éstas despliegan para consolidar su identidad e ir definiendo un sujeto social multifacético y progresivamente diferenciado de los modelos metropolitanos.

Los estudios de las regulaciones que regían la vida monacal, los análisis de la discursividad forense y las prácticas inquisitoriales, la revaloración de las formas y grados de supervivencia de culturas prehispánicas en el seno de la dominación imperial, la valoración del alcance y función de la oralidad y de las modalidades que asume la cultura popular en el periodo colonial, así como la reconstrucción de tantos otros aspectos vinculados a la cotidianidad americana, principalmente en los grandes conglomerados urbanos que componían la sociedad criolla, permiten hoy una visión mucho más completa de las etapas prenacionales, pero asimismo una mayor conciencia de la conflictividad en que se debatieron los actores sociales y los productores culturales en el escenario de la ciudad barroca.

La cultura barroca es entonces, en ese sentido, mucho más que el modelo que reproduce en ultramar, en versiones subalternas, los principios de orden y los mecanismos de celebración del Estado imperial. Debe ser vista, a mi entender, como un paradigma dinámico y mutante, permeable no sólo a los influjos que incorpora la materialidad americana sino vulnerable también a los efectos de las prácticas de apropiación y producción cultural del letrado criollo, que redefine el alcance y funcionalidad de los modelos recibidos de acuerdo con sus propias urgencias y conflictos.

Lo que en otra parte he llamado «la cuestión del Barroco» presenta así problemas específicos para la interpretación de dicho periodo. Tanto en su formulación colonial como en las apropiaciones posteriores de la estética barroca aflora principalmente el problema de su funcionalidad ideológica, fundamentalmente en lo que tiene que ver con la consolidación y ascenso de la sociedad criolla y con la consecuente formulación de una discursividad que legitimara la hegemonía de ese nuevo sector en el proceso que se abre a la modernidad.

En esta dirección, el papel del letrado es crucial para la comprensión no sólo del protagonismo que asume el productor cultural en   —15→   el periodo de estabilización virreinal, sino de los discursos y estrategias que éste va elaborando en el proceso de registrar, interpretar y representar simbólicamente la materialidad de la Colonia. Sus discursos emergen como negociación ideológica entre las tradiciones recibidas -tanto la dominante como las sometidas por la conquista- y las pulsiones que irán modificándola. Su acción cultural es, principalmente, una praxis de gestión en la que se define como agente transculturador para quien la identidad se descubre y elabora desde la alteridad en un juego de espejos con frecuencia deformantes, de mímica, celebraciones y rechazos, festividad y tragedia, que transforma los actores sociales en sujetos, las prácticas letradas en praxis culturales cuya teleología va explicitándose paulatinamente.

La inserción del letrado en la dinámica político-social de la Colonia está marcada por una dualidad irreductible. Es el brazo ideológico del Poder y al mismo tiempo su combatiente más tenaz y beligerante. Apoyado en la legitimidad que le confiere la metrópolis ocupa, sin embargo, la periferia asediada del sujeto colonial, ejerciendo su marginalidad a veces como una condena inevitable a la subalternidad y el retardo cultural con respecto a los centros europeos, a veces como un privilegio epistemológico fundado justamente en la excentricidad y el particularismo que corresponde a su condición de sujeto emergente, que va descubriendo progresivamente su papel en la historia.

La práctica letrada no se libera nunca de los beneficios ni los requerimientos de esa posicionalidad bifronte, contradictoria y productiva. Habitar ese espacio intermedio entre hegemonía y subalternidad implica justamente poner a prueba el límite de manera constante, ocupar la frontera y hacer de ella, progresivamente, un centro «otro», construir una territorialidad y una subjetividad inéditas, un espacio de deseo, un «lugar del saber» capaz de ir imponiendo sus propias condiciones para el diálogo, desde los resquicios de la ortodoxia y las fisuras delestablishment.

Los estudios que componen este libro intentan penetrar esa etapa crucial del desarrollo cultural de Hispanoamérica en el momento en que comienza a consolidarse en el sector criollo y, principalmente, en el grupo letrado, una conciencia de la diferencia y del papel histórico   —16→   que toca al productor cultural hispanoamericano en la definición de proyectos propios, que aunque enraízan en la matriz europea y en las fuentes prehispánicas de múltiples maneras, comenzarán a definirse con un perfil distinto, inédito en el mundo occidental.

El asedio a los textos y problemáticas de este momento fundamental del desarrollo hispanoamericano no puede realizarse, sin embargo, sólo como un relevamiento directo de las fuentes primarias, ofreciendo al estudioso de hoy una lectura posible y verosímil de los discursos y prácticas culturales del periodo. La penetración discursiva debe ejecutarse más bien, en muchos casos, como la exploración oblicua de un imaginario cifrado, en el que la palabra es a la vez encubrimiento y revelación, búsqueda y hallazgo, símbolo y signo de proyectos que van saliendo a luz para deslumbrar en primer lugar a aquellos que van entresacándolos de la red de propuestas e imposiciones que les llegan a través del aparato represivo y seductor del dominador.

Como Deleuze descubriera en su interpretación del principio barroco, éste no se desarrolla como línea o plano sino como doblez o pliegue que en un mismo movimiento expone y encubre, permanece y se transforma de manera incesante. La palabra barroca se despliega y repliega en mensaje y silencio, celebración e impugnación, identidad y alteridad. Es esta doble faz la que posibilita justamente la duración, la fuerza y energía productiva del principio barroco, y su consecuente proyección a lo largo de todo el desarrollo histórico de la cultura americana.

De acuerdo a estos principios, Viaje al silencio se propone como una exploración de relatos que adquieren significación como parte de un discurso mayor que los engloba y los potencia en su particularidad. De acuerdo a este propósito el volumen incluye, junto al análisis de textos o problemáticas puntuales, estudios teórico-historiográficos que intentan sentar ciertas bases para la interpretación más general del Barroco hispanoamericano y de la función específica que cumple el letrado en la producción cultural del periodo.

El primer apartado del libro, «Hacia una caracterización del Barroco de Indias» se concentra en la articulación entre Barroco y conciencia criolla, intentando introducir a través de la misma el tema de la diferencia americana tal como ésta fue percibida y elaborada   —17→   en el siglo XVII, cuando se consolida en América la implantación del modelo estético-ideológico de la Contrarreforma. El primer estudio se concentra justamente en el proceso de adopción/adaptación de paradigmas metropolitanos y en las estrategias que se elaboran para canalizar, a través de las pautas recibidas, un mensaje específicamente americano, que presentara la conflictividad colonial a partir de una retórica legitimada por el poder imperial. El ensayo plantea el problema fundamental de la (auto)representación del subalterno en contextos coloniales y las ambivalentes relaciones que éste establece con los principios de autoridad política y discursiva que regulan su producción. El segundo trabajo, por su parte, concentrado más en aspectos historiográficos, propone ciertas bases para una revisión de «la cuestión del Barroco» desde una perspectiva americanista, con énfasis en aspectos ideológicos.

«Estrategias discursivas y emergencia de la identidad criolla» enfoca básicamente la figura central de sor Juana Inés de la Cruz, cuya amplísima obra continúa seduciendo a la crítica y al público en general por los múltiples niveles de lectura y las innumerables derivaciones que tuvo el pensamiento de la monja tanto en el momento en que le tocó vivir como en etapas posteriores del desarrollo cultural hispanoamericano.

El principal objetivo de los estudios dedicados a la Décima Musa es el de iluminar aspectos poco trabajados de su obra: las tácticas oblicuas de formulación discursiva utilizadas en sus cartas, la relación entre espacio privado y espacio público, la relación con su confesor, la apelación y representación del otro, y sus posiciones frente a América en tanto territorio sometido a un poder al que ella misma impugna y representa, en un movimiento dual que es propio de la posicionalidad letrada en el periodo.

Tanto en estos estudios como en el dedicado al tema del silencio, importa sobre todo relevar la existencia del texto como encubrimiento y representación, es decir la calidad (auto)censurada de un discurso colonial elaborado como exploración de una identidad en proceso, que apela a los recursos de la erudición, la ironía, la reticencia y la formulación simbólica para poder penetrar en la panóptica sociedad virreinal.

  —18→  

Es central, para una interpretación de la obra de sor Juana el entrecruzamiento de cuestiones culturales, ideológicas y genéricas. Toda la apropiación del bagaje de erudición profana y religiosa está en la monja vinculada a su condición de mujer, que define el lugar desde el que se percibe la sociedad de la época y desde el que se produce un discurso de impugnación a diversos aspectos del mundo novohispano y de búsqueda de una definición identitaria, tanto individual como colectiva, dentro de la compleja red de castas, razas, lenguas, que componen su universo social.

En efecto, a la subalternidad institucional que le corresponde dentro de la estratificación eclesiástica se agregan la marginalidad que se le asigna como mujer y como intelectual interesada en una universalidad cultural que sobrepasa los límites de la escolástica y la hermenéutica religiosa. Desde todos estos ángulos la monja produce un discurso cautivo, encerrado dentro de los límites materiales del espacio conventural, y de parámetros textuales e ideológicos demarcados por la regulación política y doctrinaria de la España imperial. Entre Estado e Iglesia, su praxis cultural es un constante desafío de esas fronteras y una pugna por abrir el espacio simbólico para que éste pueda llegar a abarcar los reclamos de la emergente subjetividad criolla, que pugna por consolidar las bases para su hegemonía americana.

De ahí que el discurso sorjuaniano sea esencialmente interpelativo, tanto en su inserción en la «alta cultura», a través del diálogo que establece con el canon profano y religioso, como en sus aportes a géneros «menores», circunstanciales o «efímeros» tales como el villancico, la poesía cortesana, el género epistolar o las composiciones celebratorias para arcos y otras ocasiones festivas.

De un modo u otro, en todos estos niveles de escritura se filtra la dimensión autobiográfica donde sor Juana construye el yo como una estrategia multifacética que configura al otro -el receptor, el subalterno colonial perteneciente a razas oprimidas, el peninsular- en el cruce de los principios de autoridad, autoría y autorización discursiva.

Junto a los textos dedicados a la obra de la monja mexicana, el que se centra en Infortunios de Alonso Ramírez abunda a su vez en ese mismo proyecto de proponerla dimensión biográfica como versión   —19→   de una historia posible, individual y colectiva, que permite iluminar la periferia colonial como espacio insumiso e irreducto frente a la autoridad que emana de los centros de poder. Como en sor Juana, en Carlos de Sigüenza y Góngora asoma la emergente conciencia criolla como espacio estructurante, productor y proyector de significados.

El texto menos conocido de Mogrovejo de la Cerda complementa, en el Perú virreinal, el tema de una América entrevista como espacio simbólico que desafía la racionalidad eurocéntrica con recursos que subvierten el proyecto unificador y homogeneizante de la metrópolis. Al igual que en el relato de Sigüenza y Góngora, La endiablada presenta aspectos de la sociedad colonial que no se someten a la lógica civilizadora ni a los modelos de orden social en los que se basa la utopía americana. El diálogo entre los diablos, sobre el que se articula la narración de Mogrovejo de la Cerda, introduce satíricamente la materialidad de la Colonia apuntando a la configuración de un sujeto social marcado por la alteridad, que se aparta de cánones y regulaciones por los múltiples caminos de una cotidianidad incontrolable.

El discurso barroco se multiplica, entonces, en América, en infinitas fórmulas y recursos que violentan el canon sin apartarse definitivamente de él. En pliegues y repliegues, los discursos mayores son sometidos a las pruebas de fuego de una realidad imaginativa y particularista, que basa su identidad en la diferencia, su hegemonía en una subalternidad que va siendo asumida como marca social y cultural que se proyecta hacia un espacio histórico distinto al vislumbrado desde la posición del dominador.

El último apartado del volumen, «Retórica, pensamiento crítico e institucionalización cultural» se abre a aspectos crítico-teóricos más englobantes, aunque afincados aún en textos específicos. El estudio del género apologético señala los modelos a partir de los cuales el Barroco americano filtra mensajes específicos a la posicionalidad colonial echando mano a recursos retóricos ya formalizados, los cuales son redimensionados de acuerdo a la naturaleza y a las necesidades expresivas del emisor criollo. Sor Juana, Espinosa Medrano, Bernardo de Balbuena, son sólo algunos de los ejemplos en los que se combina el discurso de la defensa con el del panegírico, en la proposición   —20→   del sujeto colonial como interlocutor e interpelador de la metrópolis.

En el análisis de la formación del pensamiento crítico-literario en la Colonia se enfoca el surgimiento de la reflexión criolla acerca de la producción americana, abriendo la problemática historiográfica en tanto formalización de una genealogía diferenciada de los procesos culturales europeos. La pregunta acerca de los supuestos epistemológicos que rigen la reflexión que el sujeto americano realiza acerca de su propia praxis cultural implica una interrogación acerca de la noción misma de historia y de cultura que el letrado criollo comienza a manejar para ordenar su trayectoria y evaluar los productos de su trabajo intelectual. Los valores estéticos que guían el gusto del sector letrado tienen una articulación estrecha con el tema de la conciencia y la identidad colonial. Sus estrategias interpretativas, sus métodos ordenadores, sus objetivos de institucionalización cultural, son parte de un proyecto mayor que se va delineando y concretando progresivamente en las etapas protonacionales. Enmarcado en el contexto cultural e ideológico del Barroco, tal proyecto supera los límites históricos de la llamada etapa de estabilización virreinal y se extiende hacia los albores de la emancipación, integrando el pensamiento ilustrado que introduce los principios de la modernidad en la matriz híbrida de la sociedad criolla.

El Discurso en loor de la poesía, el Triunfo Parthénico, el Apologético en favor de don Luis de Góngora, las Memorias histórico-filosóficas, de Llano Zapata; la Bibliotheca Mexicana, de Eguiara y Eguren; la Bibliotheca hispano-americana septentrional, de Beristáin de Souza; elNuevo Luciano, de Santa Cruz y Espejo son más que proyectos de relevamiento y catalogación, verdaderas construcciones histórico-literarias que se interrogan sobre el lugar de América, su articulación a la tradición occidental y sus aportes específicos al pensamiento universal. Pero sobre todo son testimonios claros de una indagación identitaria que el letrado criollo, al concebirse como sujeto de su propia historia, emprende como forma de redefinir el origen y el futuro de las sociedades americanas.

Finalmente, «Fundación del canon: hacia una poética de la historia en la Hispanoamérica colonial» explora la apropiación creativa   —21→  que realiza el letrado americano de las poéticas europeas en el proceso de formalización de un orden simbólico propio y diferenciado. Se estudia aquí la práctica letrada como derivación del paradigma eclesiástico. El letrado, en efecto, emprende su conquista del imaginario americano partiendo de los gestos conversores y mesiánicos que caracterizaran al misionero en tierra de indios. Las prácticas escriturarias de los historiógrafos de la Colonia no solamente tienen un indudable valor fundacional en tanto producción cultural americana, sino también redefinen, en su propio desenvolvimiento, la función del letrado. A través de su obra, la empiria escrituraria se transforma en corpus y canon. La historiografía es pedagogía, prédica, sermón, antes de ser historia, porque comienza por reivindicar la memoria cultural y afirmar la legitimidad de la inscripción de América dentro de la temporalidad occidental.

El proyecto historiográfico se define así como un contradiscurso que desmantela los principios del dogma redefiniendo los conceptos de jerarquía y autoridad cultural. La sociedad criolla se abre así, progresivamente, a culturas no hispánicas, a contenidos antes condenados como paganos y plebeyos, a productores culturales de distinto género, raza y lengua.

De esta manera, Viaje al silencio intenta entregar una visión al mismo tiempo puntual y englobante del discurso barroco sin detenerse necesariamente en los límites temporales que puedan arbitrariamente asignarse al estudio de temas y problemas que surgiendo de aquella matriz cultural se desarrollan históricamente en etapas posteriores de la historia americana.

El objetivo común de estos ensayos es explorar las estrategias de apropiación y producción discursiva, y el papel del productor cultural en la Colonia, fundamentalmente en el siglo XVII, con la esperanza de que a partir de este «origen» pueda llegar a potenciarse, a nueva luz, la lectura de los relatos a partir de los cuales se constituye el sujeto social hispanoamericano.

No sólo se define, en el proceso de esta constitución, aquel que tiene el privilegio de la voz y la letra, sino también, principalmente, aquel que calla, por no caber en las voces, como sor Juana señala, lo mucho que hay que decir. Pero tal vez la función de la crítica no sea   —22→   otra, según indica Macherey, que la de crear métodos para medir silencios, tratando de emprender con el lector un viaje por los pliegues del texto y de la historia para buscar en ellos lo que el silencio calla. Si este libro sirviera para iluminar, aún en mínima parte, los pliegues y repliegues de la mentalidad y la praxis colonialista, las perversiones, virtudes y paradojas de la letra, la épica de la resistencia cultural americana y los relatos que se esconden en las entrelíneas de las voces más audibles, los estudios que lo componen habrían cumplido su objetivo.

Deseo agradecer especialmente a quienes impulsaron mi trabajo, no sólo con enseñanzas fundamentales sino con su porfiada fe, su amistad y el ejemplo de su propia labor. Principalmente, entonces, todo mi reconocimiento para Antonio Cornejo Polar, Nelson Osorio, Georgina Sabat-Rivers, Raquel Chang-Rodríguez, Márie-Cécile Benassy-Berling, que junto a tantos otros ayudaron a moldear mi trabajo.

En México debo, además, especial gratitud a la erudición y calidez de Elías Trabulse, Margo Glantz, José Pascual Buxó y María Dolores Bravo, quienes me invitaron en tantas ocasiones a compartir con ellos el entusiasmo por un campo de investigación que ellos han prestigiado, a lo largo de los años, con sus fundamentales aportes.

En la Universidad de Pittsburgh debo agradecer fundamentalmente a los colegas y estudiantes que apoyaron y apoyan mi trabajo, y particularmente a quienes colaboraron en la preparación de este manuscrito.

Asimismo, destaco que la publicación de este libro ha sido posible gracias a las contribuciones de la Coordinación General de Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y el «Richard D. and Mary Jane Edwards Endowed Publication Fund» de la Universidad de Pittsburgh, a quienes agradezco el apoyo prestado.

Fuente:

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor-din/viaje-al-silencio-exploraciones-del-discurso-barroco–0/html/e5b96feb-bf21-4bd2-be1c-9389af0cb0ba_52.html#I_0_

Fuente Imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/rM8ezK4pz3Cid_QzELyO1dYw-9_f0zad-6N8zhLlQwZEQwAVVcuTCanXodN-i1HExhgP=s85

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10 hechos sobre la educación en África antes de la llegada de los europeos

Por: Antonio Fernández

El conocimiento en África no sólo se transmitió oralmente.

La creencia de que la educación en la antigua África era oral y no escrita es más que un mito. En su libro,  “Reversing Sail: A History of the African Diaspora», el Dr. Michael Gómez, autor y profesor de historia y de Oriente Medio y estudios islámicos en la Universidad de Nueva York, dice que, desde el año 300 aC al 350 dC, la civilización Meroe desarrolló un sistema de escritura propio.

Los africanos estaban alfabetizados antes que los europeos.

Gómez afirma que si bien la perspectiva occidental data el intelecto y la educación en la época de Sócrates y Platón, los individuos de Egipto y Nubia desarrollaron «alfabetización, núcleos urbanos y unas civilizaciones tecnológicamente avanzadas» siglos antes de que existiera Roma y Atenas. De hecho, en su libro » Ecos de Valores africanos antiguos «, el Dr. Joseph Bailey, un cirujano ortopédico retirado que se ha convertido en un experto en temas de historia de la África antigua afroamericana, afirma que » las modificaciones de la escritura egipcia sirvieron como base para el desarrollo de las «nuevas» escrituras de muchos idiomas semíticos occidentales – fenicio, hebreo, arameo, etc.”.

África fue el hogar de una de las universidades más antiguas del mundo.

Fundada en el año 989 por el juez principal erudito de Tombuctú, Al-Qadi Aqib Ibn Mahmud Ibn Umar, la Mezquita Sankore o Universidad de Sankore, es una de las más antiguas escuelas de educación superior en el mundo. Una mujer rica, Mandika financió Sankore, por lo que es un centro de referencia de la educación, de acuerdo con Muslimheritage.com.  KC MacDonald, profesor de Arqueología de África en el Instituto de Arqueología de la Escuela Universitaria de Londres, escribe que la escuela «no tenía una administración central, ni registros de estudiantes, o cursos de estudio prescritos; más bien, se compone de varias escuelas o colegios totalmente independientes, cada uno dirigido por un solo maestro o imam». Esta universidad, según informes, ha producido más de 700.000 manuscritos.

Personas de todas partes viajaron para ser enseñados por los africanos.

Según Gómez, en la década de 1100, los africanos de al-Andalus, un estado musulmán medieval, contribuyó significativamente a la «intenso período de producción intelectual y cultural» que duró 800 años. El intelecto Africano de Iberia sirvió de base para el Renacimiento europeo, que comenzó en el año 1500 y se prolongó hasta la década de 1800. Además, las personas viajaron de todas partes del mundo para estudiar en las universidades de Tombuctú, tanto en los imperios de Malí y Songhai. De hecho, los eruditos europeos venerados, como Herodoto, viajaron a África para aprender y obtener información.

Tradicionalmente, todo el mundo estaba involucrado en el proceso educativo.

Se necesita un pueblo para criar a un niño. En lo que respecta a la educación de África antes de la llegada de los europeos, cada generación estaba involucrada. En su libro, «Historia y Desarrollo de la Educación en Tanzania», el profesor Filemón AK Mushi, la primera y principal fundación del Colegio Universitario de Educación de Mkwawa, confirma que la educación indígena en África se caracterizó por el «proceso de transmitir entre los miembros de la tribu y de una generación a otra el conocimiento heredado, habilidades, tradiciones culturales, normas y valores de la tribu”.

La educación en África no terminaba nunca.

La educación africana indígena fue un proceso que duraba toda la vida. En su artículo, «Historia de la Educación en África oriental», Sam Witerson, un profesor de Dar es Salaam, Tanzania, expresa que «la educación indígena de África era un permanente proceso de aprendizaje mediante el cual una persona avanzabagraduándose a través de etapas predeterminadas en la vida desde la cuna hasta la tumba». La educación es un viaje, en lugar de un trampolín inspirado hacia el éxito monetario.

Antigua Kemet desarrolló un sistema muy complejo e impresionante de la escolarización.

El difunto George Granville Monah James fue un escritor e historiador de América del Sur. En su libro, » Stolen Legacy», expuso el sistema educativo del Misterio Egipcio del Antiguo Egipto. En las universidades de Egipto, la gramática, la retórica y la lógica eliminó la irracionalidad. La geometría y aritmética albergaban las teorías y técnicas en las que los individuos solucionaban los problemas, tanto a nivel interno como físicamente. Y, la astronomía dio a las personas la posibilidad de obtener el conocimiento y examinar el destino. Por último, la música sirvió como la «práctica viva de la filosofía».

Las Escuelas de Misterios de Egipto inspiró la filosofía griega.

En » El Legado Perdido «, James descubre los cinco elementos principales que enlazan la filosofía griega a los aspectos de las Escuelas de Misterios de Egipto. En primer lugar, muchos filósofos griegos encontraron el estudio de las ciencias como fundamental; esta acción fue un requisito para ser miembro en el Sistema del Misterio egipcio. En segundo lugar, las cuatro virtudes cardinales de Platón en gran medida se asemejan a las 10 virtudes del Sistema del Misterio egipcio. En tercer lugar, las instituciones religiosas de Grecia tienen un parecido sorprendente con los templos de Egipto; al igual que los palacios religiosos y templos de Egipto, las instituciones religiosas de Occidente a menudo son construidas de piedra y se caracterizan por tener estatuas en fila en las entradas, y grandes techos que inspiran el cielo con pinturas de nubes o estrellas. En cuarto lugar, el templo de Delfos, que se menciona a menudo a través de las leyendas de la mitología griega, era el único de Egipto. Y, en quinto lugar, mientras que los gobernantes posteriores de Grecia se opusieron a las influencias egipcias, muchos filósofos de la antigua Grecia imitaron el culto egipcio.

En el antiguo Egipto, el escriba era la personificación de la inteligencia.

En el antiguo Egipto, la educación estaba reservada para los miembros de la realeza, los ricos y los «guardianes» de la sociedad; los escribas eran los porteros. En su libro, «La elocuencia de los escribas: una Memoria sobre las Fuentes y recursos de la literatura africana», Ayi Kwei Armah, un erudito de Ghana, autor y traductor, explica que estos individuos tenían un «sello inconfundible de genio», así como «altas habilidades en la organización que su civilización duró miles de años, más tiempo que cualquier otra». Si bien la mayoría de los escribas eran de la clase de la elite, los escribas podían ser un miembro de cualquier clase social y, aunque la mayoría de los escribas eran hombres, la evidencia ha demostrado que existían escribas femeninas. Los escribas eran los responsables de múltiples tareas, que incluían la preservación de la historia, la recaudación de impuestos y componer recuerdos escritos de la vida cotidiana en Egipto. Antes de convertirse en un escriba, uno tenía que someterse a un entrenamiento intenso caracterizado por el aprendizaje.

La educación africana tenía sus raíces en el colectivismo, en oposición al individualismo.

«(E)ducation or (e)ducation in Traditional African Societies? A Philosophical Insight «, un documento escrito por Philip Amasa Ndofirepi y Elizabeth Spiwe Ndofirepi, expresa que, en lo que respecta a la educación, el comunalismo es «la responsabilidad de la comunidad para velar por que los niños sean criados de manera adecuada y, a medida que llegaban a la edad adulta eran preparados para cuidar a los miembros mayores de la comunidad». El principal objetivo de la educación tradicional en África era producir un individuo completo; uno que es culto, respetuoso, integrado, sensible y receptivo a las necesidades de la familia y los vecinos.

Fuentes:

History and Development of Education in Tanzania by Prof. Philemon A.K. Mushi

Stolen Legacy by George Granville Monah James

Reversing Sail: A History of the African Diaspora by Dr. Michael Gomez

http://blog.centerformaat.com/2010/11/developmental-powers-of-traditional.html

https://sitwe.wordpress.com/2011/10/30/indigenous-african-education/

https://darisoanj.wordpress.com/2012/02/08/what-is-african-indigenous-education-philosophical-bases-of-african-indigenous-education-strengths-and-limitations-of-this-education-and-relevant-is-it-to-the-modern-education-today/

http://samwiterson.blogspot.com/2011/07/history-of-education-in-east-africa.html

http://www.understandingslavery.com/index.php?option=com_content&view=article&id=306:africa-before-transatlantic-enslavement&Itemid=151

Fuente: http://es.paperblog.com/10-hechos-sobre-la-educacion-en-africa-antes-de-la-llegada-de-los-europeos-3296268/

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TTIP, CETA, TISA y educación: un territorio para el saqueo

Por: Agustín Moreno

Hace tiempo que el neoliberalismo ha puesto los servicios públicos en el punto de mira de sus objetivos estratégicos. Cada vez que las instituciones internacionales encargadas de impulsar el capitalismo global han abordado un nuevo marco de acuerdo de liberalización, intentan convertir la educación, la sanidad y otros servicios públicos fundamentales en simples servicios susceptibles de ser privatizados. Es la vía para aplicar lo que David Harvey llama “la acumulación por desposesión” y que no es otra cosa que privatizar lo público para mayor gloria de los beneficios empresariales. Al considerar los servicios esenciales para la comunidad una mercancía, se convierten en un puro negocio. Pero hay algo más grave aún, como bien dice Adoración Guamán, se produce un asalto de las multinacionales a la democracia.

Sucesivas oleadas liberalizadoras del comercio y las inversiones han sido detenidas por la resistencia de los pueblos y los movimientos sociales o bien han fracasado por la contradicción de intereses entre los diferentes países. Así pasó con diferentes iniciativas de la OMC como el Acuerdo Marco de Inversiones (AMI) a nivel mundial o con la Directiva Bolkenstein en la Unión Europea (UE). Pero cuando se han impuesto estos tratados de “libre comercio” sus demoledores efectos no han tardado en dejarse sentir. El capitalismo persigue el máximo beneficio, ese es su objetivo fundamental. Llevado al paroxismo, el sistema hace que la riqueza se concentre en el 1% y haya un empobrecimiento generalizado en sectores del resto de la población.

Desde 2013 se viene negociado el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) entre la UE y Estados Unidos, así como el CETA, entre la UE y Canadá y el TISA, centrado en los servicios. Es una negociación rodeada de secretismo y total opacidad para hurtar a la ciudadanía lo que está en juego. Sus objetivos declarados son maximizar los intercambios comerciales entre los bloques económicos y potenciar la presencia de inversiones extranjeras. Para ello se pretende abordar las reglas de acceso al mercado, suprimiendo aranceles y liberalizando servicios; establecer las normas de cooperación reguladora y fijar mecanismos comunes de solución de las diferencias entre los Estados y los inversores. Esto último impediría la reversibilidad las privatizaciones realizadas por un gobierno que quisiera ejercer su soberanía y cumplir su programa electoral. Los negociadores norteamericanos exigen una mayor liberalización de los servicios y la disminución de las normas europeas y de los Estados miembros para que sus empresas multinacionales puedan entrar a hachazos en el mercado europeo.

Los conceptuados como “servicios” suponen dos tercios del PIB mundial. Desde el punto de vista de la educación, lo que más puede afectarle son los mecanismos para la desregulación de servicios del TTIP y CETA. Según la UNESCO, la educación es un tesoro fabuloso que se cifra en 2 billones de dólares al año. De ahí el interés económico para el capitalismo y sus empresas que no están dispuestas a renunciar a un suculento pastel.

Esta política de privatización de lo público para convertirlo en un nicho de negocio del capital financiero es una irresponsabilidad desde el punto de vista social y del interés general de los pueblos. La educación es un servicio fundamental, un derecho constitucional y un bien público. Pocas inversiones son más rentables social y económicamente. Además, todo lo que se invierte en educación-prevención se ahorra en reinserción o intervención en daños. En España estamos sufriendo una privatización de la educación que hace que seamos el tercer país de Europa (tras Bélgica y Malta) en presencia de enseñanza privada y concertada. Ello hace que cada vez se cuestione más si tiene sentido ahora la escuela concertada. Precisamente estos tratados de liberalización de los servicios servirían como excusa para intensificar el proceso privatizador. La derecha los aprovecharía para ir más lejos evitando el coste político. Quizá por ello, y a diferencia de otros gobiernos europeos como Francia, el de Rajoy no ha intentado condicionar dichos acuerdos: una de las pocas condiciones que ha puesto es que se asegure la solvencia financiera de las universidades y empresas que vengan a instalarse en España.

En Europa se están movilizando contra los tratados. Destacan las grandes manifestaciones de Alemania del 17 de septiembre, con cientos de miles de personas. Esta semana se desarrolla una movilización contra estos tratados en España convocada por organizaciones de la sociedad civil, ecologistas, ONG de desarrollo, campesinas, políticas y sindicales. El próximo 15 de Octubre se han convocado manifestaciones en dos decenas de ciudades españolas coincidiendo con el Día Internacional contra la Pobreza; también hay convocatorias en otras ciudades francesas. Los motivos están claros: “No a la pobreza, no a la desigualdad, soluciones con derechos: No a los tratados CETA, TTIP y TISA”. Lo que está en juego y las razones de la movilización se resumen muy bien por diferentes activistas en un magnífico vídeo (ver abajo) elaborado para la ocasión. Si no queremos que las personas, el medioambiente, la democracia y la soberanía de los pueblos sean relegadas a los intereses económicos de las grandes corporaciones, hay que salir a la calle para frenar esta agresión que, de aprobarse, solo traerá más pobreza, más desigualdad y más autoritarismo.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=217884

Fuente de la Imagen: http://tonyfdez.blogspot.com/2016/07/10-hechos-sobre-la-educacion-en-africa-antes-europeos.html

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Neuroeducación y la enseñanza primaria

Por: Carlisle González Tapia

La Neuroeducación como nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje atraviesa todos los niveles de la educación. Su rendimiento académico es incuestionable porque su base científica ha sido establecida sobre el cerebro, órgano natural del aprendizaje, en cuyo estudio se ha desplegado todo el poder de descubrimiento y análisis de todas las Neurociencias. Es decir, aquí no puede haber improvisación por cuanto los datos que proceden de descubrimientos experimentados están ahí y los datos son tozudos.

La alfabetización y la enseñanza primaria constituyen la base de toda la educación académica que se recibirá a lo largo de la vida del ser humano. Y en esta etapa, la del aprendizaje infantil, es donde la exigencia del conocimiento de qué es, cómo funciona y cómo aprende el cerebro, se hace mayormente crítica. Es donde se demanda de maestras y maestros, mayor comprensión de la conducta que dimana de estos cerebros conjugados con el medio o ambiente en que se están desarrollando y están adquiriendo conocimientos. La niñez es el período de la formación biointelectual en el cual se están formando y están fijando patrones de conducta, muchos de los cuales se extenderán por toda la vida. De ahí la importancia de proporcionarle las informaciones más precisas para su nivel de desarrollo y los criterios más definidos para consolidar la evolución de su desarrollo emocional, lúdico y cultural.

La crisis mundial de la educación no es un problema simple, por contra, sabemos que es un problema sumamente complejo. Y uno de sus componentes esenciales ha sido el descuido enfermizo, sistemático, tradicional y generalizado de la educación primaria.

Los gobiernos de todas partes, históricamente, han descuidado la educación primaria, no tanto en su cantidad o cobertura como en su calidad. Sabemos que por lo menos en Latinoamérica los profesores que cubren la educación primaria son los que tienen formación académica y cultural más baja y deficiente y constituye, todavía hoy, una vergüenza ser maestra o maestro de primaria. Tanto es así que la maestra de primaria siempre ha querido “ascender” a maestra de secundaria y la de secundaria desea fervientemente “ascender” a la terciaria o universitaria, porque implica devengar un sueldo más elevado y, además, se tiene la idea de que también eleva su “categoría” socio-educativa.

Sin embargo, para garantizar el desarrollo sólido e integral de la persona, de la niña y del niño, la educación primaria es el fundamento, es la base (y de ahí se deriva <educación básica>), de los demás estadios educativos.

La conocida Declaración de Albacete (2007) con relación a la atención educativa de la niñez, refuerza lo dicho:

“La clave de la transformación integral de un país está no tanto en los posgrados universitarios (muy necesarios, por cierto), como en la educación temprana, en el grado de capacitación de sus maestros, en la importancia que un país le dé a la escuela inicial. Se dice acertadamente que si se quiere saber cómo será un país en el futuro, basta con ver cómo son hoy sus escuelas infantiles y, convencidos de ello, ya en algunos de los países del llamado Primer Mundo, los gobiernos invierten porcentualmente más recursos para la educación infantil que para el resto de tramos del sistema educativo”.

Si se quiere que los adultos de las próximas generaciones tengan buena ortografía, riqueza en las expresiones, juicio crítico, un nivel cultural acorde con las exigencias de hoy, todo eso debe enseñarse y enseñarse bien, por docentes bien preparados en estos órdenes, de modo que se aproveche el potencial de asimilación y de variación conductual que todavía en la niñez se conserva. Pero en todo esto, el problema mayor lo constituyen los maestros y las maestras, porque sucede que para enseñar en primaria, la mejor época para el aprendizaje escolar, los sistemas educativos tradicionales no requieren mayores aptitudes que saber “leer” y “escribir”. Hasta que se rompa ese círculo vicioso, no habrá mejoría en la calidad de la educación.

Los modelos educativos de Finlandia, Singapur, Shanghai, Corea, donde se ha aplicado el Programa PISA y han ocupado los primeros puestos, también ocurre que han colocado sus mejores maestros en la educación primaria. Mutatis mutandi estos modelos deben ser observados.

Fuente: http://hoy.com.do/neuroeducacion-y-la-ensenanza-primaria/autor/hoy/

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La nueva educación según Sugata Mitra

Por: Pablo García de Vicuña

Orientarse adecuadamente en el complejo mundo actual requiere más de compañeros/as de viaje que de omnipotentes guías. La pasada semana hemos conocido las ideas del ingeniero y profesor de la Universidad de Newcastle, Sugata Mitra [1] sobre la necesidad de prescindir de los exámenes como sistema evaluador del alumnado. Su “revolucionario” método –se nos informa- es seguido en 50 países y fue en 2013 merecedor del prestigioso TED Prize. Ha pasado por España para explicar su programa SOLE (siglas en inglés de aprendizaje colaborativo) en tres centros madrileños.

En opinión de Mitra “la época de las trincheras ha terminado y los estudiantes  ya no necesitan aprender con la amenaza y el miedo como una constante”. En su charla, ‘Construyendo una escuela en la nube’, señala la importancia de  situar Internet en el centro de aprendizaje y de sustituir definitivamente unos programas académicos que responden a la época de las naciones-imperio por otros en los que el alumnado sea capaz de responder mediante la búsqueda internauta a las preguntas inteligentes que proponga el profesorado. Una metodología anticuada que se base únicamente en el aprendizaje memorístico de los interminables programas escolares, convenientemente examinados por el profesorado, estará condenada al fracaso, según este profesor hindú. Es necesario, por tanto, recuperar el interés del alumnado, eliminar su miedo y sustituirlo por su afán de conocer.

Sin  sumergirnos demasiado en teorías pedagógicas, recordamos algunas que buscan un fin tan noble como la expuesta. El método Montesori, por ejemplo, fue una propuesta entre fines del XIX y comienzos del XX de la propia María Montesori que buscaba unos objetivos loables: liberar el potencial de cada niño/a para que se desarrolle en un ambiente adecuado (integral, con sus máximas capacidades intelectuales, físicas y espirituales) coincidente con el propio desarrollo físico y psíquico del educando. Para conseguirlo, en opinión de la educadora, era necesaria una escuela transformada, distinta al lugar de transmisión de conocimientos específicos del profesorado y que se abriese al trabajo libre con material especializado.

Más recientemente, a partir de los años 80 del siglo pasado (en nuestro país, los 90, apoyada en los cambios que propuso la LOGSE), se desarrolla otra metodología que busca un revolcón educativo: la de las comunidades de aprendizaje, proyecto basado en la transformación social y educativa de un colectivo, gracias a actuaciones educativas de éxito. Para conseguirlo, las interacciones y  la participación de la sociedad serán claves. De ahí que sea común en los centros educativos que se decantan por esta metodología colaborativa la presencia constante de familiares, amigos/as, vecinas/os del barrio, voluntarias/os, asociaciones junto a profesorado y alumnado. El bilbaino, Ramón Flecha, catedrático de Sociología por la Universidad de Barcelona, ha sido uno de los principales impulsores de esta metodología que continúa creciendo anualmente en los centros vascos.

Es justo reclamar para las y los docentes un reconocimiento explícito de su profesión

¿Dónde está, por tanto, la novedad en la propuesta del hindú  Sugata Mitra? En mi opinión, en dos cuestiones: en la importancia que concede a Internet y las redes sociales en su proyecto de aprendizaje y en el papel secundario que otorga en todo el proceso al profesorado.

Sobre la primera cuestión, el profesor Mitra es un convencido propagandista más de las ventajas educativas de Internet (instantaneidad de la información, comodidad en el acceso, autoaprendizaje,…), que no cuestiona ninguna de las críticas que desde la educación se hacen (segregadora, elitista, escasez de filtros de accesibilidad, “aisladora social”, …). Se plantea este profesor un aprendizaje del conocimiento a través de una herramienta menos extendida de lo que las grandes multinacionales nos quieren hacer creer y con evidentes tintes de fomentar la brecha digital entre sus propios usuarios/as. Un aprendizaje que tiene por valor máximo el ser autodirigido, pero que olvida la importancia de la procedencia familiar, social y económica del entorno vecinal del educando en la configuración de las propias preguntas que dirigirán su aprendizaje y condicionarán su conocimiento.

Probablemente sin más relación que la que mi cerebro produce, he recordado un artículo leído sobre  las fantasías políticas de una educación urgente, consecuencia de la aplicación a ésta de las características de la “Política urgente”[2], ahora en boga: contratos externos que recaban la recogida y el análisis de datos realizados desde una educación internacional basada en el negocio (la editorial Pearson, por ejemplo) y cómo se traducen así preocupaciones más localizadas (las de los propios centros educativos, se entiende) con la mejora del rendimiento escolar a nivel estatal-internacional.  ¿Debemos entender como casual que parte de los datos que la OCDE recoge de su prueba PISA sean traducidos al banco de datos de Pearson Learning Curve para, desde allí, ofrecerse específicamente como solución a los problemas educativos locales? Difícil de creer tal casualidad. Más aún cuando la relación Pearson-OCDE está llevando a buscar técnicas de estudio que a través de análisis informáticos de recogidas de datos conducirán a una personalización y optimización del aprendizaje.

Estas nuevas técnicas, en opinión de la analista estadounidense Heather Roberts-Mahoney, supondrán la transformación del profesorado en “recolector de datos”, dado que  “ ya no se deben tomar decisiones pedagógicas, sino más bien gestionar la tecnología que será la que las tomará por él, dado que las decisiones de los planes de estudio, así como las prácticas de enseñanza, se reducirán a algoritmos determinados por sistemas basados en análisis informáticos de adaptación que creen un aprendizaje personalizado, permitiendo con ello que la toma de decisiones se realice de modo externo al aula.”

Lo que nos devuelve al razonamiento de Sugata Mitra sobre el papel del profesorado en el aprendizaje. Si no le interpreto mal, al colectivo docente le cuestiona la capacidad de enseñar y le adjudica tan solo la de acompañamiento en el aprendizaje.

En su opinión, el alumnado tan solo necesita al profesorado para que le ayude a abrir su mente; el resto, dependerá únicamente del proceso colaborativo que este alumnado realice entre sí, de cómo se organice y de las ganas de investigar que tenga.

Compartiendo que orientarse adecuadamente en el complejo mundo actual requiere más de compañeros/as de viaje que de omnipotentes guías, es justo reclamar para las y los docentes un reconocimiento explícito de su profesión, más allá de los estrechos límites que le confiere Sugata Mitra. Ese acompañamiento en el aprendizaje siempre deberá  ser entendido en el sentido más amplio del concepto acompañar: asistirle en ese proceso, agregar su conocimiento y experiencia, participar de sus sentimientos, coincidir con sus objetivos.

Referencias:

[1] http://economia.elpais.com/economia/2016/09/18/actualidad/1474226496_636542.html [2] Jamie Peck y Nick Theodore “Fast Policy”: decisiones políticas hechas en una jurisdicción influenciada por el eco de otros lugares y “modelos” globales de política, ejercen a menudo un poder normativo a pesar de provenir de lugares a una distancia considerable.

Consulta la nota en: El Diario España

Fuente: http://redesib.formacionib.org/blog/la-nueva-educacion-segun-sugata-mitra?xg_source=msg_mes_network

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