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7 ideas para un compromiso por la educación. 4.Comprehensividad excepcionable

Por: Mariano Fernández Enguita
La comprehensividad de la enseñanza es la extensión del tronco común hasta el culminar la secundaria básica, etapa que típicamente coincide con el final de la escolaridad obligatoria, que suele estar en los 16 años –en la España actual, la ESO. Es el modelo predominante hoy en los países avanzados, desde hace mucho tiempo en Escandinavia, los Estados Unidos o la antigua URSS, no tanto en el sur de Europa, y minoritario en Alemania y su zona de influencia. Sin contar con los que podríamos llamar argumentos igualitarios perezosos (todo para todos), se han dado muchos motivos para las reformas comprehensivas, pero solo destacaré tres: primero, que, en conjunto, producen resultados académicos y competenciales mejores y más equitativos, como han mostrado reiteradamente los análisis de la OCDE sobre pruebas PISA y otros (una muestra); segundo, que un adolescente de menos de dieciséis años difícilmente puede estar en condiciones de elegir; tercero, que la economía del conocimiento y la sociedad del aprendizaje requieren una formación de base cada vez más sólida. Hay que añadir que, en su origen y, de manera reiterada, al inicio de cada reforma comprehensiva, al objetivo de reunir a los estudiantes en un tronco relativamente común ha ido unido siempre el de diversificar el contenido y las formas de aprendizaje, en particular  limitando el predominio de los contenidos puramente académicos y los métodos tradicionalmente escolares.
En España, estas reformas están lejos de ser una historia de éxito. Aunque suele identificarse la reforma comprehensiva con la LOGSE de 1990 (sobre todo para criticar a la izquierda), lo cierto es que comenzó con la LGE de 1970 (quizá la única ley progresiva de la dictadura), que amplió el tronco común de cuatro a ocho años. Ya entonces, no obstante, comenzó el problema del llamado fracaso escolar es decir, de la no graduación masiva al cabo de la enseñanza común. En el curso 1974-75, primero con datos netos de resultados bajo la LGE, solo graduó el 68.0% del alumnado. Este porcentaje cayó casi regularmente  hasta un mínimo del 62.4% en 1979-80, para luego ascender, también de manera casi regular, hasta el 82.5% en 1987-88 (volvería a caer hasta el 76.0 en 1989-90). El desempeño bajo la LOGSE no ha sido peor, sino algo mejor. En lo que va de siglo, el curso 1999-00 arrojó una tasa bruta de graduación del 73.4%, que fue descendiendo paulatinamente hasta el 69.0 en 2006-07 y luego se ha venido recuperando hasta el 76.8% en 2013-14, último dato publicado por las estadísticas del MECD.
Se puede discutir hasta el infinito y vale la pena estudiar más a fondo el papel de las políticas educativas, la innovación docente, el mercado de trabajo juvenil, etc., pero ni estos árboles ni otros deben ocultar aspectos evidentes del bosque: para empezar, que el porcentaje de fracaso es muy elevado, muy difícil de encontrar en nuestro entorno internacional homologable; además, que ni la extensión del tronco común de ocho a diez años, o de la edad obligatoria de los catorce a los dieciséis, ni un notable aumento de los recursos, ni una reforma tras otra han cambiado el orden de magnitud del problema, siempre entre dos y cuatro alumnos perdidos de cada diez; en fin, que bajo una ordenación u otra hemos conocido el mismo ciclo de aumento paulatino (del fracaso), punto de inflexión y descenso paulatino.
El espíritu de las políticas sí cambió, y mucho. La LGE daba por sentado que unos podían seguir estudios académicos y otros no, por lo que debían ser derivados a la formación profesional básica, entonces FP-I, como ahora vuelve a proponer la LOMCE (tras el intento frustrado de la LOCE). La LOGSE, por el contrario (así como después la LOE), dio más bien por sentado que todos podrían terminar con éxito el tronco común (la ESO) pero, paradójicamente, dejó en la cuneta a la misma proporción del alumnado, privándole además de una vía normal de continuidad y fomentando así el mal llamado abandono educativo temprano (que no es abandono, sino sobre todo expulsión; no es educativo, sino escolar; y no es temprano, sino prematuro). Desde la LGE, y más aún desde la LOGSE, vivimos un interminable debate sobre hasta dónde debe llegar el tronco común, o dónde debe dar comienzo la diferenciación. La comprehensividad tiende a ser más apoyada por la izquierda, los maestros y los pedagogos, mientras que la diferenciación suele serlo por la derecha, los profesores de secundaria y las disciplinas clásicas, si bien nada de esto es inevitable.
Lo que no parece haber cambiado antes, entre ni después de las mencionadas leyes es la cultura de la profesión, pues, al fin y al cabo, son los profesores, y solo ellos, quienes evalúan, califican y deciden el futuro escolar y académico de los alumnos. Tal producción masiva de fracasoescolar –que tan bien responde a lo que en Francia llaman la constante macabra– demanda por sí misma un contraste, una intervención externa en la evaluación, pero la recuperación de las antiguasreválidas puede desembocar en una piedra más en el camino del alumno. A la altura de la enseñanza obligatoria, la responsabilidad de la institución no es reforzar la selección (en sí de criterios más que discutibles), sino adoptar las medidas que haga falta para que el grueso del alumnado –es decir, la inmensa mayoría, digamos todos menos algún porcentaje de un solo dígito– la supere con éxito; en particular la flexibilidad suficiente en el tiempo, los recursos y las formas de enseñanza y aprendizaje y fijar unos criterios de evaluación más adecuados y homogéneos.
Siempre habrá, no obstante, alumnos que, por un motivo u otro, no vayan a alcanzar esos resultados o no puedan permanecer en las mismas condiciones de escolarización hasta hacerlo. Cualquier profesor podría invocar una lista casos que, aunque pudiera estar inflada, contendría siempre una buena dosis de realidad. Quizá donde mejor puede verse el papel contraproducente, en el extremo, de una política insensible a toda evidencia de fracaso (fracaso del alumno, si se quiere, por cómo se le empuja a vivirlo, pero sobre todo de una retórica ideológica, una política educativa y una cultura profesional) es en el caso del alumnado gitano. Desde el razonable cierre de las escuelas-puente no ha habido para este alumnado otra política que la del café para todos. Puede ser que eso mantenga impolutas la legitimidad de la institución y la conciencia de la profesión, pero el resultado, según la Fundación Secretariado Gitano, es que solo el 25% del grupo se gradúa en la ESO, algo más de la mitad abandona antes de los 16 años y, de los que lo hacen, seis de cada diez se van entre 6º curso de Primaria y 2º de Secundaria. Cuánto mejor sería que, en vez de escapar de las aulas sin nada de valor, pudieran orientarse antes hacia una preparación profesional seguramente más atractiva para ellos y sin duda más útil para su actividad laboral y su inserción social.
La comprehensividad es y debe seguir siendo el objetivo, pero convertirla en una norma absoluta, ciega a cualesquiera circunstancias y alternativas, es una forma segura de multiplicar las víctimas de una gran ficción. Por eso creo que debe considerarse excepcionable, en el sentido que se da al adjetivo en derecho: algo que, siendo en principio la norma, está abierto a objeción, sujeto a excepciones, es excusable en circunstancias especiales. No se trata de una disyuntiva entre dos opciones, como seguir hoy estudios académicos o profesionales al cabo de la ESO, sino de una norma, la comprehensividad, a la que pueden hacerse excepciones. Estas excepciones podrían consistir, básicamente, en proyectos educativos especiales, formación profesional básica y formación en alternancia.
Si se acepta esto, las preguntas son dos: en qué circunstancias y valoradas por quién. La respuesta a la primera sería: en aquellas circunstancias en las que se prevé, razonablemente, que el resultado de atenerse a la norma (comprehensividad) será peor para el alumno que ser exceptuado de ella (poder acudir, en el periodo obligatorio, a una formación más especializada). La respuesta a la segunda, más importante, es que estas circunstancias deben ser apreciadas por el alumno o por su familia (no entro a discutir a qué edades uno u otra), en ningún caso por profesores, orientadores ni otros educadores (que, incluso como asesores, deberían tener una intervención limitada, o al menos diversificada más allá del aula e incluso del centro). ¿Por qué el alumno, o su familia, y no el profesional? En negativo podríamos decir que ya hemos conocido el efecto de la segunda opción, con su tendencia recurrente a excluir a tres o cuatro de cada diez alumnos. En positivo hay que señalar que el alumno y su familia probablemente sean mejores jueces del alcance de su desajuste con el patrón común, aun cuando no siempre sepan diagnosticar la causa, y que, no se olvide, son los titulares del derecho a la educación, no simples reos de la escolarización obligatoria.

A centros y educadores les tocaría otro papel, bien distinto de limitarse a señalar quién puede seguir estudiando o no, o quién puede estudiar qué. En primer lugar, trabajar por el éxito de todos no solo en general sino, en particular, atendiendo a los alumnos con dificultades o con necesidades especiales con actividades de refuerzo y apoyo encaminadas a mantenerlos en el modelo comprehensivo. En segundo lugar, desarrollar, junto a las opciones normalizadas como la formación profesional básica, en alternancia o en combinación con el trabajo real, iniciativas y proyectos especializados, pero a la vez de valor propedéutico, que no solo podrían tener una orientación profesionalizante sino también artística, deportiva, comunitaria o incluso de ampliación y profundización académica. No me refiero a pequeñas iniciativas que recarguen a los profesores en cada centro, sino a proyectos en centros específicos que puedan interesar y captar a alumnos de zonas más amplias (como las escuelas-imán, o magnet schools, por ejemplo).

Publicado en El Diario de la Educación
Fuente: http://blog.enguita.info/2016/09/7-ideas-para-un-compromiso-por-la.html
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Del movimiento estudiantil a la educación autónoma

Por Raúl Zibechi

El amplio movimiento estudiantil que en 2006 ganó las grandes alamedas con manifestaciones de cientos de miles de jóvenes y con la ocupación de decenas de colegios secundarios, demandando cambios en el sistema educativo, se ha ido sedimentando en parte en la creación de unas 30 iniciativas de educación autogestionada en territorios populares. Otra de sus vertientes se ha institucionalizado.

Desde sus primeros pasos el movimiento enarboló la demanda “educación gratuita, pública y de calidad”, entendiendo que el Estado debía hacerse cargo de hacerla realidad. La mayoría continúa en las calles con las mismas demandas y peticiones. Pero otro sector de quienes se movilizaron desde 2011 optó por las instituciones, donde se incrustaron con la propuesta de realizar una reforma educativa para modificar el sistema heredado de la dictadura de Augusto Pinochet.

Ahora se constata que la reforma es tan limitada que no conforma a la mayoría del estudiantado y a gran parte del cuerpo docente. En las últimas movilizaciones fue visible un fuerte debilitamiento del movimiento. El domingo 4 una convocatoria en favor de los “endeudados por estudiar” convocó a apenas 3 mil personas, cuando meses atrás las marchas eran masivas.

El movimiento por la educación se ramificó en tres vertientes. Los que apostaron por ser gobierno –con el Partido Comunista y la diputada Camila Vallejo a la cabeza– sufren un fuerte desgaste. Los grupos “radicales” ganaron los principales centros universitarios, como la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech ) y la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces), y todo lo apuestan a la lucha en la calle para arrancarle promesas al gobierno. Quizás el desgaste que sufren ambos sectores esté indicando que la dinámica estatista es un callejón sin salida. Despunta sin embargo un nuevo actor, que comenzó su andadura también en 2011, cuando estalló el movimiento con cientos de miles en las calles. Son los que apuestan por construir por fuera de las instituciones, pero también huyendo de la dinámica de la petición al Estado. Construir autonomía educativa implica dejar la vida en el intento, dicen, y han puesto en pie experiencias muy diversas, con contradicciones nada sencillas de resolver.

ESCUELA PÚBLICA COMUNITARIA. En una casona del barrio Franklin, en la zona central de Santiago, funciona desde hace tres años la Escuela Pública Comunitaria (Epc), una de las iniciativas más potentes del movimiento por la educación. La cocina, amplia como las campesinas, parece la oficina principal donde se debaten y toman las decisiones. La mitad de la veintena de docentes son mujeres entre los 25 y los 40 años, y resumen las potencialidades y contradicciones de quienes quieren hacer algo por fuera de las instituciones.

La iniciativa parte de un grupo de docentes disconformes con su trabajo y de estudiantes de pedagogía que participaron en el movimiento desde 2011. Crearon el Colectivo Diatriba, que publica una revista del mismo nombre y pregona “una pedagogía militante”. La participación en los liceos autogestionados durante varios meses, por la alianza entre profesores y estudiantes, jugó un papel cohesionador del colectivo.

Se propusieron dos objetivos centrales: “que las comunidades educativas se reapropien de los espacios educativos” y “la formación de sujetos críticos, conscientes y comprometidos” para motorizar los cambios sociales. Aseguran insertarse en una tradición que remite a las escuelas racionalistas de la Federación Obrera Chilena en las primeras décadas del siglo XX, a las experiencias educativas en las tomas de terrenos urbanos en los años sesenta y setenta, y a la “autoeducación” que protagonizaron sectores populares en la historia reciente.

Parir este tipo de educación implica la territorialización del espacio escolar por parte de la comunidad educativa. La referencia ineludible es el brasileño Paulo Freire, así como otros autores de la llamada “pedagogía crítica”, pero también experiencias educativas de movimientos como los sin tierra de Brasil, los zapatistas o los bachilleratos populares de Argentina.

La pregunta del millón es cómo se financia una escuela autogestionada por docentes, estudiantes y vecinos a través de asambleas comunitarias, que elaboran una propuesta propia o “currículo territorializado emergente”. La respuesta que dieron es que debe hacerlo el Estado a través del traspaso directo de recursos que serán administrados por la escuela. Además proponen la creación de unidades cooperativas capaces de generar ingresos en el territorio para sustentar la escuela.

En estos tres años la escuela formó a dos camadas de jóvenes y adultos que completaron sus estudios y rindieron pruebas para obtener sus certificados a partir de los contenidos que el Estado decide. Es el segundo problema, ya que los escasos fondos que reciben provienen de la aprobación de exámenes por los alumnos. Esto los ha llevado a preguntarse si son realmente una escuela autónoma o simples“colaboradores alternativos del Estado”, con una práctica que “está peligrosamente cerca del asistencialismo”, como señala la socióloga Marcela Fernández.

La financiación de la escuela la han completado con actividades como bingos, comidas, bailes y toques en el barrio, organizados entre docentes, estudiantes y vecinos. Han generado recursos pero a costa de un gran desgaste personal, ya que los docentes no reciben salario y deben, además, procurar su subsistencia en otras escuelas, mientras el apoyo del barrio se reduce al compromiso de unas pocas personas. Cada vez tienen más dificultades para realizar actividades de recaudación de fondos, mientras el Estado sigue aportando recursos regularmente.

Las preguntas que recorren las asambleas son tan realistas como despiadadas: “¿Somos simples colaboradores del Estado? ¿Estamos realmente prefigurando en nuestra escuela la sociedad que queremos construir?”. Es evidente que no tienen respuestas, quizá porque, como dicen en un texto interno, la autogestión no puede ser un medio para obtener recursos, sino “una forma de vida”. Saben que estas contradicciones pueden fracturar al equipo docente pero, por ahora, siguen caminando.

EL HIP HOP COMO EDUCACIÓN. San Bernardo es la última comuna santiagueña hacia el sur, allí donde la ciudad empieza a confundirse con el campo. Llegamos hasta una población que llaman Los Areneros, aunque no parece haber acuerdo sobre el nombre ya que algunos la denominan Los del Fondo y otros Los del Campamento. Lo cierto es que la “pobla” comenzó en 1986, luego de la creciente del río Maipo, cuando el municipio decidió trasladar a los afectados hasta este lugar donde se extraía arena del río.

El barrio nació como un asentamiento irregular e informal. Tres décadas después de aquellas inundaciones, predominan las casitas de una planta, construidas por las familias, muchas de madera con un piso superior para albergar a los hijos. Aunque los vecinos remplazaron las viviendas de cartón y chapas por materiales más sólidos y duraderos, la población no esconde su pobreza ni la marginación social y espacial que sufre, a quilómetros del centro de Santiago.

Una casa amplia con frente de madera luce un gran cartel: “Nuestras comunidades asumen el control popular de la educación en sus territorios”. Se trata de una casona tomada por el colectivo Centro de Operaciones Poblacionales Los Areneros (Copla), un grupo de jóvenes que gestiona un jardín para preescolares, una radio comunitaria, un taller gráfico, una biblioteca, una huerta y salones para actividades abiertas al barrio.

El origen del colectivo es bien distinto al de otras agrupaciones del movimiento social. Se organizaron en torno a la música rap y la cultura hip hop. Hacia 2009 colocaban parlantes en la calle para bailar break dance, generando vínculos y participación de los vecinos. Con los años comenzaron a recuperar espacios para la vida comunitaria, canchas, plazas, sedes sociales. En 2012 seguían rapeando en la calle, pero decidieron empezar con talleres educativos al aire libre.

Uno de los raperos cuenta su experiencia en el primer boletín del Copla. Realizó un taller de break dance con 30 alumnos de 2 a 18 años. “Esto permitió sacarlos un poco del ambiente que los rodeaba, mostrando una cultura distinta que se relaciona con la disciplina, el baile, la humildad y un poco de conciencia social trasmitida en las clases.”

Mientras ensayaban bailes, aparecieron valores como el trabajo en equipo y la necesidad de organizarse. La cultura hip hop, dicen, es un modo de educación y, sobre todo, de autoeducación colectiva en las condiciones de un barrio pobre y marginalizado, donde los chicos sufren hacinamiento, violencia y conviven con el tráfico de drogas.

El salto mayor se produjo en 2014, cuando comenzaron talleres de educación popular que fueron derivando en la autoeducación y sumaron un taller de teatro orientado al público infantil. Durante la obra, los niños deciden cómo quieren que siga, lo que se convierte en un proceso pedagógico que busca “resolver situaciones de la manera más participativa posible y no autoritaria, mediante asambleas y votaciones”.

“Semillero” es como nombran al jardín comunitario, donde aprenden en torno a una huerta en los fondos de la casona, entre juegos de madera que construyeron, y donde festejan los cumpleaños del barrio. Los padres no pagan por llevar a sus hijos al “semillero”, pero se comprometen en trabajos de apoyo o en buscar donaciones para sostener el comedor y materiales para el jardín. Han creado una red de comerciantes y vecinos que aportan alimentos; otros muestran su apoyo dedicando horas de trabajo al espacio comunitario.

Todo lo que recaudan para sostener el “semillero” y la casa cultural proviene de ventas de alimentos en la calle, de fiestas y bailes. Los fines de semana proyectan cine al aire libre en la “placita de la autogestión”, uno de los escasos espacios comunes de la población, recuperado por los vecinos y rodeado de coloridos murales que pintan escenas cotidianas en el barrio: policías persiguiendo adolescentes.

CUESTIÓN DE CULTURA POLÍTICA. “Ya el gobierno no nos manda”, dice una voz que sale de la cocina. Una mujer mayor y menuda, “tía” Emilia, se dirige a la ronda explicando que el grupo que trabaja en la casa toma todas las decisiones, apoyado por los vecinos del barrio sin depender del Estado y que “a eso se le llama autonomía”. Si la escuela pública depende del apoyo institucional, aquí no les llega un solo peso, pero la precariedad no desaparece, ya que funcionan en una casa tomada y están colgados de los servicios.

El empeño de estos jóvenes en la autoeducación recuerda aquel aserto de un asombrado Cornelius Castoriadis, cuando recordaba que en el siglo XIX “la clase obrera se autoconstituye, se alfabetiza y se forma por sí misma, hace surgir un tipo de individuo que confía en sus fuerzas, piensa por sí mismo y no abandona nunca la reflexión crítica”.

Aquel domingo de fines de agosto en el local de Copla se reunieron decenas de personas de varios colectivos educativos de Santiago y Valparaíso. Los anfitriones armaron grupos que debatieron sobre los problemas que enfrenta una educación autónoma y afincada en territorios de pobreza.

Los miembros del colectivo La Maleza, un grupo de liceales recién graduados de la comuna Maipú, activados en 2011, decidieron salirse del preuniversitario para montar una escuela como la que sueñan, con un proyecto educativo propio anclado en la comunidad barrial. Alguien relata que el mismo año nació la Escuela Artística Comunitaria que cuenta con una comparsa, organiza el Carnaval Víctor Jara y decenas de talleres de formación.

Los chicos de La Maleza se dedican a tejer relaciones entre los diversos colectivos que emprendieron el camino de una educación autogestionada. Aseguran que son una treintena de grupos, entre Santiago y Valparaíso, que trabajan para que “la organización de la educación la asuma la comunidad”. En los últimos diez años, desde la “revolución pingüina” de 2006, “hemos aprendido que no podemos quedarnos solamente en las peticiones y demandas”, afirman.

Los cambios de verdad, dicen, vendrán de esa “otra educación” a la que califican como emancipadora, libre, comunitaria o libertaria, según los gustos y tendencias, y que rehúye el control del Estado y del mercado. Viven en un equilibrio muy inestable. Para ser verdaderamente autónomos necesitarían el milagro de “generar alternativas de vida en el territorio”, en barrios donde los vecinos apenas consiguen sobrevivir.

Cuando se levanta la mirada y se observa el movimiento en su conjunto, las cosas cambian. El historiador Gabriel Salazar, uno de los más destacados intelectuales chilenos, hace una lectura demoledora del camino que ha tomado la mayor parte del movimiento estudiantil.“Partió muy bien”, dice, “pero ahora presenta una falla fundamental: no se está planteando como un movimiento social de nuevo tipo, sino como un movimiento de masas de viejo tipo” (Eldinamo.cl, 13-IX-16).

Salazar apela a una organización de base que no se limite “a pedir, a levantar las banderas de partidos, los retratos de los líderes”. La federación de estudiantes, por ejemplo, tiene un presidente que se elige cada año, “es un mandamás y todos los periodistas lo entrevistan, y sigue después el camino de la clase política y se convierte en diputadito”.

Esta cultura política está muerta en Chile, sostiene el historiador. “Todas las encuestas señalan que el 98 por ciento de la población no cree en los políticos, no confía en ellos ni en el sistema”, apunta. Quizá este sea el principal combustible de quienes hacen educación autónoma: es casi imposible, pero afuera hay un desierto.

Fuente: http://brecha.com.uy/del-movimiento-estudiantil-la-educacion-autonoma/

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¿Qué es la alfabetización?

Por: UNESCO

Alfabetizar es más que enseñar a leer y escribir. Desde hace 50 años, cuando se instauró el Día Internacional de la Alfabetización, que se conmemora hoy 8 de septiembre, los términos alfabetizar y analfabeta han pasado a abarcar otro tipo de capacidades y habilidades que son necesarias para participar en una sociedad democrática y del conocimiento.

Para comprender la alfabetización “es fundamental reconocer que el analfabetismo está asociado a las condiciones estructurales de la sociedad: su reproducción está vinculada a las condiciones de pobreza y a la negación de acceso a la educación de calidad para toda la población”, indica el documento Alfabetización y Educación. Lecciones desde la práctica innovadora en América Latina y el Caribe de la UNESCO.

“La definición del término mismo de alfabetización ha sido un campo de batalla en la historia de la investigación y de la práctica educativa”, explica Gregorio Hernández Zamora del Centro para las Américas de la Universidad de Vandervilt, en el artículo “Alfabetización: teoría y práctica”. Desde que comenzó a celebrarse el Día Internacional de la Alfabetización, las investigaciones tanto de instituciones educativas como de centros de estudio han introducido distintas aproximaciones al término alfabetización, entre las que se encuentran:

¿Qué es la alfabetización lectoescritora y funcional?

La alfabetización lecto-escritora y funcional es la capacidad para utilizar las herramientas necesarias para el aprendizaje, como la escritura, la lectura, la expresión oral, el cálculo y la resolución de problemas; el contenido mismo del aprendizaje, como los conocimientos teóricos y prácticos, valores y actitudes, necesarios para que los seres humanos “puedan sobrevivir, desarrollar plenamente sus capacidades, vivir y trabajar con dignidad, participar plenamente en el desarrollo, mejorar la calidad de su vida, tomar decisiones fundamentadas y continuar aprendiendo”, indica el documento de la UNESCO “Aprovechar el poder y el potencial del aprendizaje y la educación de adultos para un futuro viable”.

¿Qué es la alfabetización cultural?

La posesión de conocimiento relevante para convertirse en un miembro competente del grupo cultural al que uno pertenece es lo que define a la alfabetización cultural. Este tipo de alfabetización introduce aspectos como el conocimiento de la variante dialectal de la lengua que uno habla y del contexto que lo circunda. Un ejemplo de este tipo de alfabetización sería el conocimiento en la Ciudad de México del español chilango, sus particularidades, expresiones y cada uno de los contextos en los que éste puede ser utilizado.

¿Qué es la alfabetización crítica?

Adquirir la capacidad de elaborar un análisis del discurso sobre cualquier tipo de expresión, sea oral o escrita, es la herramienta que define a la alfabetización crítica. Introducido en la segunda mitad del siglo XX por el educador brasileño Paulo Freire, el concepto de alfabetización crítica implica que “la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra”, como explica el propio Freire en su famoso libro La educación como práctica de la libertad, es decir que, de acuerdo con esta aproximación, ser alguien alfabetizado críticamente es contar con “la posibilidad, la capacidad y la voluntad de usar lo que se lee en los textos para interpretar su propia vida y el mundo en el que vive”, explica Hernández Zamora en el documento.

¿Qué es la alfabetización mediática e informacional?

La tecnología ha conducido la alfabetización comprenda formas de comunicación mucho más complejas que la oral y escrita. Según la UNESCO, en su página de Internet, “la alfabetización mediática e informacional reconoce el papel fundamental de la información y los medios de comunicación en nuestra vida diaria, (…); faculta a los ciudadanos a comprender las funciones de los medios de comunicación y de información, a evaluar críticamente los contenidos y a tomar decisiones fundadas como usuarios y productores de información y contenido mediático”.

Fuente: http://eleconomista.com.mx/internacional/2016/09/08/que-alfabetizacion

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Lucha sin fromacion y sin acción disruptiva, es derrota anticipada

Por: Oswualdo Antonio González.

Para Noemí y Herman Van de Velde

¿Dónde están los miles de maestros que en el 2013 luchaban contra la Reforma educativa? ¿Por qué Callejas no ha terminado de caer? ¿Por qué vuelven a firmar minutas si ya saben que el gobierno no las va a cumplir? ¿Por qué los maestros solo luchan por sus causas pero no se unen a otras luchas sociales? y la lista de reclamos hacia el magisterio movilizado crece y cada cuestionamiento tiene detrás una cadena de hechos que lo vuelve irrefutable.

Fines viejos y discursos revolucionarios

La autoevaluación es una práctica que apenas empieza a asomarse en la lucha magisterial. Su ausencia ha provocado que la lucha se centre en alcanzar el poder sindical que ahora tienen ciertos actores como los Callejas, pero sin reconocer que su encumbramiento se sostiene por una red de intereses regionales, que no son solo económicos. Pareciera que si Callejas cae, mucho de los males de la educación en Veracruz se acabarán, pero eso es falso, como ya lo demostró la caída de Elba Esther Gordillo. La premisa gubernamental que todo cambie para que las cosas sigan igual es vigente.

Urge acompañar el discurso magisterial incendiario, revolucionario, con una discusión pública de los fines de la lucha. Es triste ver como se critica a los movimientos por al pago de adeudos, diciendo de forma soberbia, nosotros no luchamos por dinero o salario, luchamos por abrogar la Reforma educativa, sin darse cuenta que tanto una como otra son luchas coyunturales necesarias, pero no suficientes y únicas, si a lo que se aspira es cambiar el actual estado de cosas, los fines deben ser otros.

Buscar cambiar el sistema pero no las prácticas

Luchar pensando que el problema social o educativo radica solo en las actuales autoridades educativas, es un error estratégico. Es urgente caracterizar que prácticas cotidianas sostienen el actual de estado de cosas e iniciar una lucha frontal para erosionarlas y en su lugar construir nuevas dinámicas, ya que los vacíos que no son llenados por nosotros, otros intereses los ocupan.

En nuestro caso desde el 2013 nos percatamos que un problema era la información que consumíamos y con las cuales estábamos tomando decisiones insurgentes y entonces decidimos erosionar ese estado de cosas creando un espacio alterno, que es este Portal (antes fue un Suplemento impreso) y el cual como gota de agua todos los días, sin descanso difunde notas y reflexiones que desde nuestra perspectiva pueden ayudar a formar ciudadanía. ¿Ha sido fácil? No. Muchos compañeros invierten todos los días recursos económicos, tiempo y conocimientos para mantener este espacio, que es nuestro, nadie nos lo ha regalado, es resultado de la lucha magisterial. Estos esfuerzos silenciosos tienen nombre: Noemí, Juan, Víctor, Paty, Gilberto, Ethel, Kennya, Héctor, Adolfo, Margarita, Janett, Laura, Fidel, Lucio, Rosa Elena, Jesús Víctor, Jorge, Marco Aurelio, Manuel, Hilario, Tomás, Herman, Carla, Luis, Ventura, Luis Armando, Caridad, Raúl, Solange, José Esteban, entre otros que prefieren el anónimato.

Desaprender y férrea disciplina

Una de las formas de vivir el ser revolucionario es irle ganado terreno en nosotros, en nuestras prácticas a eso que nuestra cultura nos mostró como lo que es. Es hacer el ideal que pedimos para la sociedad, algo tangible en nosotros. Es pues el desaprender una lucha que empieza en lo interno y son las nuevas prácticas que de ella emergen lo que da contenido y fuerza a la lucha social. Son esas las convicciones que vuelven a nuestras luchas invencibles, no porque no puedan ser derrotadas, sino porque su finalidad es clara y no negociable.

Disciplina, constancia y congruencia son pues pilares de la lucha.

Un revolucionario que no tiene actitud de aprendizaje permanente, corre el riesgo de solo reproducir, de no leer las realidades interconectadas históricamente, de confundir consecuencias con causas.

Cooperar para vivir hoy la utopía

Herman, colega de ABACOenRed ha sido fundamental en la construcción de esta mirada. Herman habla, sabe y teoriza sobre cooperación, pero también actúa de forma cooperativa. Para Herman y nosotros aprendiendo de él, la cooperación es un inédito-viable. No solo decimos que la cooperación es mejor que la competencia, sino hacemos de la cooperación una forma de vida ya. No es algo que se pida que los demás realicen o que los gobiernos implementen, es una práctica internacional que le arrebata día a día terreno a otras formas de interacción que tienen en el sometimiento del otro, su principal fortaleza.

Las utopías tienen que construirse pero tienen que vivirse ya, no se necesita permiso para pensar y actuar de manera divergente o disruptiva. Ojalá repensáramos a Eduardo Galeano y en lugar de ver a la utopía como horizonte, lo viéramos como motores, como prácticas mortalmente contagiosas.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/lucha-sin-formacion-y-sin-accion-disruptiva-es-derrota-anticipada/

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El discurso del “trabajo sexual” es el triunfo del patriarcado más neoliberal

Por: Raquel Rosario Sánchez

Las niñas invulnerables del “trabajo sexual”

Imaginemos una niña. Puede tener 8 años como puede tener 17. La niña vive en pobreza extrema. Es probable que su padre y su madre hayan fallecido en medio de un conflicto de guerra. Por lo tanto, la niña tiene que valerse por sí misma para encontrar el pan de cada día. Muchos días solo puede cenar y dice que el hambre le da dolor de cabeza, lo que le dificulta concentrarse en la escuela. La niña no está sola; hay muchas más como ella. Aparte de las adversidades descritas anteriormente las niñas comparten algo más… Primero, un ferviente deseo de ir a la escuela y superarse a través de su educación. Segundo, que diariamente los hombres (quizás uno 1, quizás 4) en su pueblo le pagan menos de un dólar para que se acuesten con ellos.

¡Ah! …y tercero: que según Al Jazeera English esto no es ni explotación sexual comercial de menores, ni prostitución “forzada” ni su genérico “prostitución” sin más ni más. No, según Al Jazeera English estas niñas son trabajadoras sexuales. Trabajadoras sexuales en quienes recae el famoso “poder de agencia”, de decidir sus opresiones. ¿Vomitaron ya o necesitan más contexto?

El día 28 de septiembre, Al Jazeera English público un fotoreportaje titulado “Educando a las niñas de Sudán del Sur”, escrito por la documentalista y fotógrafa Sara Hylton. El proyecto fotográfico fue elaborado en colaboración con la Fundación Internacional de Mujeres en los Medios. Es una serie de fotografías que reflejan las vidas de las niñas y adolescentes del estado de Unidad en Sudán del Sur. Conflictos sectarios dentro de su pueblo, caminar horas para poder ir y venir de la escuela más cercana, matrimonios forzados… y pobreza; la pobreza extrema implacable son alguno de los desafíos con los que viven las niñas.

“Las niñas de Sudan del Sur son doblemente vulnerables, muchas son obligadas a contraer matrimonios forzados, sufren abusos sexuales y explotación. Es tres veces más probable que una niña adolescente del Sur de Sudán muera dando a luz, a que complete su educación primaria,” escribe Hylton. Pero a pesar de todo, son niñas fuertes con sueños y deseos inquebrantables de superación “que pelean por sus futuros en uno de los países más volátiles del mundo.”

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Es una historia inspiradora y llena de esperanza. Una de las niñas comenta que en su casa nadie la puede ayudar con su tarea porque nadie en su familia ha ido a la escuela pero que, aún así, ella sueña con convertirse en Ministra de Educación en su país. La valentía y determinación de las niñas y adolescentes me hicieron llorar… Por lo que me quedé helada cuando leí la siguiente descripción en una de las fotografías. “Jessica, de 14 años tiene desorden de personalidad múltiple. Vive en una casa de acogida junto con otras 50 niñas vulnerables donde recibe cuidados y educación… Según la fundadora de la casa de acogida, el trabajo sexual está normalizado entre las niñas, que ganan menos de un dólar por “cliente”. La meta de la fundadora es enseñarles a las niñas que “su cuerpo es lo que se queda” y enseñarle maneras alternativas de generar dinero.”

¿Qué? ¿Cómo saltamos de la pobreza extrema y el deseo de las niñas a empoderarse a través de la educación a que las niñas son trabajadoras sexuales con “clientes”? Me llevó un segundo entender el salto gigantesco que expresaban estas palabras en el contexto del artículo. Cuando pude analizarlo me di cuenta de que lo que tenía ante mí era una prueba de cómo la retórica del trabajo sexual es incompatible con las realidades materiales que expresan las niñas. El discurso del “trabajo sexual” no admite ni víctimas ni vulnerabilidades ni opresiones estructurales. Toda mujer y niña se convierte en un ser que encuentra poder “para decidir” acceder, curiosamente, a todo lo que el patriarcado de por sí quiere. No hay situación lo suficientemente precaria, no hay niña lo suficientemente vulnerable para ser interpretada como una “trabajadora sexual”.

No son argumentos aislados. Consciente o inconscientemente, Hylton se unía a una línea de pensamiento que insidiosamente se ha adentrado en el feminismo y el lenguaje coloquial. Mucha gente, tanto conservadora como progresista, piensan que utilizar el término “trabajo sexual” le pone un poco de dignidad y respeto al asunto. Funciona como un manto para higienizar la industria y así no tener que pensar en las realidades materiales de que hombres adultos (que curiosamente son los grandes ausentes del fotorreportaje de Al Jazeera) le están pagando menos de un dólar a niñas pobres (¿50 centavos, 75 centavos? ¿menos aún?), muchas huérfanas, para penetrarlas.

La universalización del discurso del “trabajo sexual” para hablar de prostitución es el triunfo del patriarcado más neoliberal

La universalización del discurso del “trabajo sexual” para hablar de prostitución es el triunfo del patriarcado más neoliberal. A los conservadores no les digo mucho porque nunca se han preocupado demasiado por los derechos de mujeres y niñas, pero sí quisiera recordarles a los y las progresistas que en la concepción (capitalista) del trabajo hay derechos laborales, pero también deberes. Si las niñas y adolescentes son trabajadoras sexuales, ¿puede uno de esos hombres reclamar que no le hicieron la felación como ellos querían o que no se sienten conforme con cualquier otro de los actos sexuales por los que pagaron? ¿Y pueden entonces demandar o que le devuelvan su dinero o que lo hagan otra vez? Preguntas que demuestran la trampa absurda en la que caen todos quienes asumen el discurso sin pensarlo bien.

¿Por qué tanta insistencia en que lo cubramos todo bajo el manto del “trabajo sexual”? ¿Por qué tanta insistencia en llamar “trabajadoras sexuales” a niñas que viven en la mayor de las precariedades? ¿Por qué negarnos a decir las palabras duras: explotación sexual, víctimas, sobrevivientes, violación?

Como nos explica Kajsa Ekis Ekman en su trabajo referencial ‘Being and Being Bought’ (Ser y Ser Comprada), el discurso del trabajo sexual se construye como una antítesis de la opresión de las mujeres bajo un sistema patriarcal. La trabajadora sexual es una mujer activa que encuentra empoderamiento personal dentro de un sistema opresor, dice el discurso. La trabajadora sexual comprende que nada puede cambiar el comportamiento de los hombres ni la sociedad que cosifica la sexualidad de la mujer, entonces, en vez de resistir o protestarlo, la trabajadora sexual es presentada como una sabia emprendedora que utiliza “su poder sobre los hombres” para aventajarlos en su propio juego. Bajo esta concepción, “la trabajadora sexual es interpretada como la mejor feminista”, explica Ekis Ekman. Es por eso que cuando alguien intenta hablar de los daños que causa la prostitución, la respuesta siempre es “las trabajadoras sexuales son fuertes y sujetos activos” a quienes el lenguaje de opresión y agravios minimiza. Entonces en el discurso del trabajo sexual no hay espacios para ningún tipo de víctima ni victimización.

Desmoronemos el argumento:

1.La literatura feminista que critica la prostitución como sistema opresor casi nunca habla de víctimas. Cuando me encuentro con la palabra “víctimas” en mis investigaciones sobre el tema, siempre es en el contexto de académicas en favor de prostitución que acusan a quienes están en contra de estigmatizar como “víctimas” a las mujeres en la prostitución. Estas acusaciones de las académicas que defienden el derecho de los hombres a acceso sexual e ilimitadamente al cuerpo de mujeres y niñas, nunca cita textualmente ningún ejemplo del crimen retórico que cometen quienes no apoyan la prostitución, pero siempre viene acompañado de acusaciones e improperios contra “las feministas moralistas que odian la libertad, son reprimidas, retrogradas y anti-sexo.” Poniendo de lado las connotaciones sexistas que tienen cada una de esas acusaciones, yo hago otra pregunta ¿y qué si el feminismo decidiera hablar de víctimas?

La palabra “víctima” no es una característica personal, en una descripción de una relación de poder. Si hay víctimas, se infiere que hay perpetradores. Si bajo está concepción de las relaciones de poder no podemos hablar de víctimas, entonces ¿dónde quedan los perpetradores? Si nos enfocamos sólo en resaltar lo fuertes y empoderadas que somos todas las mujeres todo el tiempo y no hablamos de las opresiones de las que somos víctimas bajo el patriarcado, entonces ¿en qué contexto hablaremos del daño que nos causa?

Ser víctima de una opresión habla mal del opresor. La víctima de x opresión puede ser una joven estudiosa, una tía cariñosa, una cocinera mediocre, una trabajadora medio vaga, una amiga ambivalente, entre otras cosas. ¿Por qué asumimos que ser víctimas de un sistema al que le encanta victimizarnos, cancela todas nuestras otras identidades? En vez de negar que el daño que nos causa el patriarcado es real y que el patriarcado es el genocidio más largo de la historia, tratando de esconder sus opresiones bajo lenguaje (y solo lenguaje) empoderador, deberíamos utilizar esa energía para decirle a los perpetradores “No, no. La víctima pude haber sido yo, ¡pero el abusador eres tú!”

2. Esa idea de que “el trabajo sexual” no es ninguna opresión contra las mujeres y niñas, sino El Gran Empoderador porque nos permite ejercer “nuestro poder” sobre los hombres, es en el fondo enteramente misógino. Una vez una amiga que baila en la barra para pagar su tratamiento de cáncer me racionalizó que el verdadero poder lo tenía ella porque a los hombres se les salía la baba cuando la veían bailar y por tanto ella tenía total control de ellos durante el tiempo que ella tenía su atención y excitación sexual.

Sí, ¿pero, cuando se les baja la erección? Cuando se les pasa, son los hombres quienes siguen teniendo el poder político, económico, cultural y estructural de toda nuestra sociedad. El dinero que nos pagan por bailarles viene de un sistema financiero que ellos controlan. Las políticas que controlan nuestro cuerpo (desde nuestros derechos reproductivos hasta el impuesto que pagarán los tampones que nos ponemos) son dominadas por hombres. Y tristemente, son los hombres quienes tienen el poder histórico de decidir que esta noche sea la pelirroja ucraniana no la morena salvadoreña quien le “trabaje” sexualmente.

Las políticas que controlan nuestro cuerpo (desde nuestros derechos reproductivos hasta el impuesto que pagarán los tampones que nos ponemos) son dominadas por hombres.

Argumentar que encontremos “poder” dentro de nuestro rol subordinado es la manera más sutil del patriarcado (como buen abusador al fin) de decirnos “Ay, ya no te quejes tanto. ¡Alégrate de que siquiera te presto atencion!”

“¿Por qué tanto miedo de llamar a alguien víctima?” pregunta Ekis Ekman. “¿Por qué es tan importante decir que gente prostituida no puede nunca, bajo ninguna circunstancia, ser víctima?”, porque, según explica, “convertir la palabra víctima en un tabú es un paso para legitimar divisiones de clase y las desigualdades de género”. Solo tras abolir el concepto de víctima, podemos crear a la persona invulnerable.

Solo tras abolir el concepto de víctima, podemos crear a la persona invulnerable.

Para llegar ahí necesitamos 2 pasos:

1. Nos creemos el cuento de que la palabra víctima no es una relación de poder sino una característica o identidad personal. Entonces nos creemos el cuento de que “víctima” significa pasividad, debilidad y apatía. Hacemos de la palabra víctima (y de cualquier persona a quien se le asocie) una caricatura patética. Nadie entonces querrá que se le llame víctima ni tildar ninguna otra opresión como victimizante. La caricatura que hemos construido es tan patéticamente inactiva que cualquier cosa, desde mirar al otro lado mientras te viola un prostituidor hasta fumarnos un cigarrillo después de un acoso, representa un acto de resistencia. Esto sabemos que son estrategias de supervivencia y que no cancelan ni las opresiones anteriores ni el daño que conllevan. Pero como ya hemos determinado que víctima=pasividad absoluta y sujeto activo=literalmente cualquier actividad, entonces asumimos que en realidad las víctimas no existen.

2. Como lógicamente nadie (excepto quizás las personas que se encuentran en un coma) es “tan pasivo” como la caricatura que hemos inventado de la víctima, decidimos que el concepto de víctima deber ser remplazado porque es una falacia. “¿Cómo puede ninguna de esas niñas ser víctimas de nada si ellas aceptan el dinero que les pagan los hombres? ¿Aceptar dinero es un acto que te convierte en sujeto activo, verdad?” Esos análisis me recuerdan mucho a los argumentos que hace la gente que no entiende ni un ápice de cómo funciona la violencia. El argumento va en la misma línea de aquel otro que asume que a menos que te estén poniendo una pistola en la nuca y te estén amenazando con tirar del gatillo EN ESE PRECISO MOMENTO, entonces nada es obligado y todo tu lo haces por voluntad. Una línea que ignora completamente que el abuso y la opresión es muchísimo más multifacética y más insidiosa que eso. Una línea de pensamiento que nunca se ha enterado que la violencia psicológica es invisible, la manipulación emocional también y que la pobreza es tanto material como estructural y conlleva un poder de coerción latente.

Como no hay víctimas que satisfagan la nueva caricatura de pasividad en que hemos convertido la palabra, no hay perpetradores. Y como la víctima es “revelada” como un sujeto activo que toma las riendas de su vida, no hay entonces porque estar hablando de opresiones ni de abusos ni hacer análisis sistemáticos de la violencia. Son unas piruetas retoricas e ideológicas complicadas pero que sirven finalmente para revelar a la persona invulnerable.

“La persona invulnerable es la versión neoliberal del mito antiguo del esclavo fuerte, la mujer pobre extremadamente trabajadora, la “supermujer” negra, la mujer colonizada que no siente los latigazos ni los golpes. La historia está llena de ejemplos de cómo las condiciones de vida son reinterpretadas como características personales.” Durante la esclavitud colonial en los Estados Unidos era común que se exaltara las cualidades “sobrehumanas” de las esclavas y los esclavos.

La supuesta fuerza y las cualidades supra humanas que se le asignan a la persona invulnerable son en el fondo una excusa para no tener que analizar las condiciones que la hacen necesitar dicha fuerza o aguantar tantas miserias. Es una táctica deshumanizadora.

La escritora Michele Wallace describe en su libro ‘Black Macho and the Myth of the Superwoman’ (El Macho Negro y el Mito de la Supermujer) cómo la mujer negra que tenía que sobrevivir dentro de varios sistemas opresores, fue convertida en una caricatura que la exaltaba, pero solo con el fin de negar las opresiones en sí. La mujer negra del imaginario “es una mujer de fuerza extraordinaria, con una habilidad inusual para tolerar el trabajo pesado y la miseria. Esta mujer no tiene los mismos miedos e inseguridades que tienen las otras mujeres, pero ella misma cree que es incluso más fuerte emocionalmente que la mayoría de los hombres.”

La supuesta fuerza y las cualidades supra humanas que se le asignan a la persona invulnerable son en el fondo una excusa para no tener que analizar las condiciones que la hacen necesitar dicha fuerza o aguantar tantas miserias. Es una táctica deshumanizadora.

Asignar a las adolescentes y niñas de Sudan del Sur la denominación de “trabajadoras sexuales” sonara muy bonito los círculos feministas más neoliberales, pero la realidad es que nos blinda de tener que hacer muchas preguntas. Preguntas verdaderamente incómodas: ¿Qué repercusiones físicas, emocionales y psicológicas desarrollarán las niñas y adolescentes al saber que los hombres de su comunidad ven sus cuerpos como objetos por los que pueden pagar menos de un dólar? ¿Por qué los hombres están explotando sexualmente de niñas que viven en tanta precariedad? ¿Habrá un contexto social que se lo permite? ¿Qué contexto geopolítico estará causando tantos conflictos internos en Sudán del Sur? ¿Tendrán algo que ver los intereses occidentales en este conflicto y será posible que de manera directa o indirecta estarán nuestros países exacerbando las condiciones que subyugan las niñas y adolescentes de este fotorreportaje?

¿Cómo hemos podido las feministas permitir que nuestro movimiento, un movimiento que centra la lucha de las niñas y mujeres, sea secuestrado por estas ideas que priorizan los intereses tanto del mercado como del mismo patriarcado?

¿Cuánto daño causará a largo plazo que esa rama del feminismo occidental tan nociva que insiste en hacer piruetas con el lenguaje y las teorías sin alterar las realidades materiales sea exportada y extrapolada a la máxima potencia en todas las esquinas y rincones de opresión imaginables? ¿en qué momento vemos niñas hablar del dolor de cabeza que les produce el hambre cuando lo que quieren es estudiar, y en vez de sentir empatía por su lucha, justificamos el sistema opresor que las considera “trabajadoras” serviles del patriarcado?

El feminismo es un movimiento que busca acabar con la violencia contra las niñas y mujeres y desmantelar el patriarcado. ¿Cómo hemos podido las feministas permitir que nuestro movimiento, un movimiento que centra la lucha de las niñas y mujeres, sea secuestrado por estas ideas que priorizan los intereses tanto del mercado como del mismo patriarcado?

Dice una de las adolescentes “Lo que encuentro más horrible es escuchar cómo todas las niñas han sido violadas. No hay nada difícil que una niña no pueda hacer… Sé que, si yo me levanto, todas las niñas también se podrán levantar…. (pero) las niñas son las que han sufrido más.”

Me parece que esta adolescente tiene muy claro su análisis feminista al priorizar en su recuento la importancia de nombrar la violencia por su nombre. ¿Le permitiremos que nos enseñe?

Fuente: http://tribunafeminista.org/2016/10/el-discurso-del-trabajo-sexual-es-el-triunfo-del-patriarcado-mas-neoliberal/

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Los NNATs y el trabajo digno en Paraguay

Por: Vanessa Pérez y Raúl García

En Paraguay, donde en 2012 se dio el penúltimo Golpe de Estado de América Latina mediante el sistema de “golpe blando” inaugurado tres años antes en Honduras y reinstalado hoy en Brasil, viven casi siete millones de personas. El gobierno de Horacio Cartes, electo por el miedo, la cooptación y la ignorancia, ha profundizado la pobreza y la migración campo-ciudad mediante sus políticas aliadas con empresas transnacionales que se enriquecen a costa de la usura y el agrotóxico. img_3474Son muchas las voces que están en lucha por la dignidad en este lugar del mundo, a pesar de que son identificadas, perseguidas, encarceladas y, cientos de veces, muertas. En un país donde los cinturones de pobreza, el hacinamiento en las cárceles, la vigilancia y la injusticia en los tribunales crece cada día más, encontramos centenares de niños, niñas y adolescentes trabajando. Y no es por gusto, sino por necesidad. De la recaudación de estas manos infantiles depende, en la mayoría de los casos, el sustento familiar. Por estas latitudes, al igual que por muchas otras en el planeta, la infancia no es solo juego, sino un compendio, en el mejor de los casos, de supervivencia, trabajo, educación y entretenimiento.

Existen organizaciones que dan protección, formación y un espacio de encuentro e intercambio a los Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores (NNATs). En el Paraguay encontramos a la CONNATs, Coordinación Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores. Hablamos con algunas de las voces colaboradoras: Fran, Sergio, Gladys, Eli. “Como Coordinación Nacional de grupos de NNATs organizados, asumimos a través de acciones concretas nuestro rol para exigir el cumplimiento real de los derechos de los niños y niñas, denunciamos las violaciones de los derechos humanos e incidimos en la instalación de políticas sociales que apunten a un cambio social”, afirman. Pudimos ver cómo ayudan a desarrollar las capacidades personales, grupales, laborales y culturales de los NNATs sorteando los obstáculos del día a día, y dotándolos a estos de un protagonismo que pocas veces se da en la infancia.

En la terminal de autobuses de Asunción se puede encontrar a los_mg_3387niños lustrabotas. Un grupo de niños y adolescentes de entre 11 y 17 años que trabajan en turnos de mañana o tarde durante 6 horas, descansando un día completo a la semana. Todos ellos cuentan con el consentimiento familiar y están escolarizados. Diariamente se dirigen a su lugar de trabajo con una sonrisa dispuestos a compartir con sus compañeros y educadores, quienes les ayudan con las tareas escolares, les orientan y les ofrecen formación. Hablan como adultos detrás de su joven apariencia: “nosotros estamos así por el sistema capitalista, que es un modelo que se basa en la desigualdad y la explotación del hombre por el hombre”, nos cuenta Walter Bogado, delegado Nacional de los NNAts.

img_3900En el mercado de Abasto están los vendedores de fruta y verduras. Ellas y ellos se ubican en la orilla de la carretera esperando un ómnibus donde subirse a vender. Otros ayudan a sus padres en los puestos o salen a los alrededores a ofrecer sus productos. Sin apenas tiempo libre, el mercado se vuelve la única escuela de muchos de estos rostros. El carácter perecedero de los alimentos determina un objetivo: vender todo en el día. Cuando eso se consigue, la jornada se da por finalizada. A veces pueden pasar muchas horas hasta conseguirlo. Sin embargo, la ayuda de estos niños y niñas es inestimable para sus familias, “sin él tendría que trabajar mucho más, no podría salir adelante”, declara una de las madres.

_mg_3883Tanto en la terminal como en el mercado están acompañados por  colaboradores que en algún momento también fueron NNATs. Además, tienen apoyo escolar, alimentación y momentos de ocio y formación, aunque ciertamente, debido al espacio físico donde trabajan, hay importantes diferencias. La amplitud del mercado complica la tarea de protección, por eso es esencial la cooperación de las familias. En la terminal el espacio es limitado y los guardias ayudan también a que los niños no sean acosados, algo que sucede más de lo deseado, de ahí la ausencia de integrantes mujeres en el grupo, aunque no se descarta su inclusión.

Los NNATs de la terminal se reúnen los sábados e intercambian ideas, curiosidades, plantean preguntas y reciben una formación inestimable. En el mercado tienen una radio donde durante dos días a la semana realizan un programa que se escucha en todo el recinto, informando acerca de los derechos que tienen los NNATs. De esta manera se teje toda una red de concientización que genera las bases para la construcción de otra sociedad. En la mano de las nuevas generaciones está la comprensión de una realidad que en la actualidad aparece manipulada por los medios de comunicación. En un planeta donde se privatiza el derecho al techo y al agua no puede calar el sueño americano de si tengo suerte y trabajo mañana seré rico. Miles de jóvenes licenciados que no encuentran empleo en lo que estudiaron demuestran que no es cierto, que este sistema impone el individualismo y la competencia como forma descarnada para salir adelante. Es así como se sigue viviendo, apartando la mirada de las casas de madera contrachapada que invaden el centro a la salida del parlamento y la universidad, desbordada y a veces inundada la periferia, conocida por ello como “los bañados”. Algunos estudiantes asuncenos no ven esas cosas, “las tienen delante y no las ven”, declara Jorge Lara, profesor de la universidad.

_mg_3918Nos cuentan los chicos de la terminal que algunas personas les miran mal, y cuando les ven acercarse se apartan o se molestan pues creen que van a robarles. ¿Os imagináis a esas mismas personas huyendo del vendedor de helados, de la vendedora de palomitas, del lustrabotas adulto ubicado en la plaza? ¿Cuál es la causa que genera desconfiar de un NNATs? Quizás la ausencia de análisis y reflexión del hecho en cuestión. Ese modo de actuar, extendido entre las clases medias y acomodadas que acostumbran a un tipo de consumo, habla de un tipo de sociedad. Una sociedad generadora de realidades no asumibles. Nadie quiere ver a un niño vender su fuerza de trabajo, sin embargo es una realidad, pero en lugar de abrir un espacio discursivo que busque el origen de ese hecho y lo trate sin desmerecerlo, se opta por desconfiar y huir. Es como si el cerebro chequease el instante inmediato en el que se acerca Mateo y, sin atender a su caja de lustrar, enviara la señal de ¡cuidado!, momento en el cual la señora de los zapatos negros llenos de polvo aprieta el brazo para agarrar su bolso con más fuerza. ¡Lástima! Por 3000 pesos paraguayos podría haber lucido impecables zapatos. Y es que, presos del sistema imperante, surge de todas partes la necesidad de protegerse de los desórdenes que ponen en peligro esa lujosa y cada vez más cara tranquilidad. De esta suerte el capitalismo instala el más grotesco de los mecanismos: la desarticulación del ser humano de su circunstancia. Dicha desarticulación lleva directamente a la insensibilización con cualquier tipo de injusticia y desigualdad. Anestesiado y esterilizado el nuevo sujeto postmoderno y global está preparado para afrontar la decadencia que genera el mismo sistema al haber sacrificado más del 71% de la población mundial en pos de un 21% que sirve de base para mantener ese 8%[i] de descarnados multimillonarios que tiran los dados para decidir cuál será el país con el que jugarán a la guerra más tarde. Por suerte los_mg_1692mecanismos no son perfectos y no todos son sujetos postmodernos y globalizados insensibilizados con las injusticias y las desigualdades. En el Paraguay hay los que luchan desde abajo y desde la izquierda, los que desde la prisión siguen pensando alternativas, los que siguen ocupando tierras a pesar de las muertes y encarcelamientos de dirigentes, las que se preguntan qué comemos y exigen un etiquetado que identifique los alimentos cultivados con agrotóxicos,  quienes desde su trabajo como educadoras y educadores populares quieren cambiar los barrios más desfavorecidos generados por el sistema; están los que se preguntan por qué, los que buscan respuestas y no quieren una torta como premio y pago de su voto. En el Paraguay hay muchas voces en lucha, en lucha contra la opresión y la discriminación. Y el más fiel reflejo de ello se puede encontrar en esos niños, niñas y adolescentes que dignifican el trabajo portando ese otro mecanismo de articulación entre quiénes son, qué pueden y qué deben hacer.

Notas: The Wealth Report 2015, Pirámide de la Riqueza

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217590&titular=los-ni%F1os-ni%F1as-y-adolescentes-trabajadores-y-el-trabajo-digno-en-paraguay-

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“Debemos despertar en los estudiantes el deseo de seguir aprendiendo”

Por: Salvador Rodríguez Ojaos

“Nuestra obligación como educadores es preparar a los niños para que estén siempre dispuestos a esperar lo ines­perado. En este contexto, educar es guiar, retar, desafiar y provocar; mientras que aprender es conocer, comprender, aplicar y crear”, afirma Salvador Rodríguez Ojaos en la Tribuna que escribió para el nº 23 de la revista Educación 3.0 y que ahora reproducimos.

Muchas generaciones de es­tudiantes han asistido a la escuela con la certeza de que lo que aprendieran en ella les serviría para siempre, les resolvería el futuro o, al menos, les posibilitaría conseguir un buen empleo con el que ganarse bien la vida. Pero nuestro mundo ha cambiado radicalmen­te y, en la actualidad, la escuela no puede seguir ofreciendo esa seguridad.

En cambio, la escuela sí que puede compro­meterse a dotar al alumnado de las herramien­tas más eficaces para ayudarle a afrontar un fu­turo incierto. En otras palabras, en el mundo de incertidumbre en el que vivimos, el verdadero objetivo de la educación escolar no es que los alumnos aprendan algo en concreto en un mo­mento determinado sino despertar en ellos el deseo permanente de aprender.

Despertar el deseo de aprender está muy rela­cionado con el placer de enseñar. Para enseñar hace falta vocación, pero también formación pedagógica y un alto dominio de los conteni­dos propios de las materias. Nuestra obligación como educadores es preparar a los niños para que estén siempre dispuestos a esperar lo ines­perado. En este contexto, educar es guiar, retar, desafiar y provocar; mientras que aprender es conocer, comprender, aplicar y crear.

Otras habilidades

la ca­pacidad de adaptación a nuevas situaciones, la habilidad de desaprender o desechar los cono­cimientos que quedan obsoletos, la tolerancia a la frustración, el espíritu crítico, la creatividad a la hora de mirar el mundo, la competencia para trabajar en colaboración con otros…

La escuela ya no es sólo un lugar donde ad­quirir conocimientos, es también un espacio de preparación para la vida donde las emo­ciones y los valores deben tener cabida. Si li­mitamos la escuela a la mera transmisión de conocimiento, estamos condenándola a su desaparición, ya que esa labor puede hacerse a través de otros medios, como Internet, de modo más motivante para los alumnos. Se trata de enseñarles a pensar, de mostrarles que además de solucionar problemas, deben aprender a plantearlos; de que entiendan que lo que están aprendiendo tiene un sentido.

Enseñar es importante, pero aprender aún lo es más. Si no hay aprendizaje, la enseñanza no tiene sentido

Durante demasiado tiempo, la escuela ha estado limitada por la cultura del suspenso.Enseñar es importante, pero aprender aún lo es más. Si no hay aprendizaje, la enseñanza no tiene sentido. Si conseguimos que aprender y aprobar sean lo mismo, estaremos haciendo de la escuela un lugar privilegiado para preparar a las personas a tener una vida plena. Para con­seguirlo, debemos huir de la estandarización de la enseñanza para personalizarla y conse­guir que cada uno de los alumnos desarrolle al máximo sus talentos.

Si la curiosidad fuera el motor del aprendi­zaje en las escuelas, los alumnos serían capa­ces de adaptarse a las exigencias de un mundo cambiante. Un adulto que conserva la capaci­dad de hacerse preguntas para entender cómo funciona el mundo, que mantiene el deseo de seguir aprendiendo siempre, es un adulto creativo, crítico e innovador.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/despertar-el-deseo-de-seguir-aprendiendo-por-salvaroj/39628.html

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