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Análisis Crítico sobre la Creatividad y la Economía Política

América del Sur/Venezuela/29 de Julio de 2016/Autor: Gerson Gómez

En este artículo que realice para apoyar a una amiga de la Universidad de Carabobo, cuyo tema llama mucho la atención, la conjugación de economía y creatividad,  suena sumamente interesante; en torno a la creatividad, el hombre desde la antigüedad ha usado su ingenio para adecuar su entorno, a las necesidades desde las formas más primitivas,  pasando por cada uno de los periodos de la historia, hasta llegar al mundo contemporáneo, con una ciencia  y un nivel cultural, producto de La Acumulación Dialéctica de Saberes (LADS) entre lo Individual  y lo  Colectivo, tanto en la Economía como en la Política, han surgido un sin número de teorías y tendencias, donde tanto  el ingenio como la creatividad, han jugado un papel determinante. En tal sentido, el presente artículo busca resaltar el abordaje transformador de la Economía  Política, viendo al Hombre como un actor consciente de su aprendizaje, y La participación en Políticas Económicas, en pro de la creación de un mejor sistema de vida.

Aportar ideas sobre el tema, puede ser algo complejo, la diversidad de elementos que convergen, se fusionan ente si,  para tratar de dar coherencia a un tema, sumamente abstracto que debiera estar enmarcado desde la perspectiva meta cognitiva, la creatividad pudiera estar supeditada a múltiples factores conceptuales, genéticos o individuales, y contextuales que pudieran influenciar en materia de conocimiento humano o por lo menos darle su rango cultural.En lo que se refiere al tema político, esto pudiera asociarse; al rango Artístico que se le ha dado El Ser Creativo en la Historia, durante La Inquisición, por ejemplo. Hubo fuertes enfrentamientos entre la Burguesía Científica naciente, versus La Monarquía Absoluta y El Clero (Dogmatismo versus  Ciencia); cuyo reacomodo y resurgimiento de la Republica a partir de la Revolución Francesa y  de La Razón Kantiana. Surge en la ilustración Adams Smith, y el Liberalismo Económico, cuya economía política revive hoy con las más variadas tendencias del mundo  contemporáneo. Y décadas posteriores Carlos Marx y el Socialismo científico que reconvirtieran en las dos teorías un Ordenamiento Geopolítico del Mundo Actual (OGMA).

Si partimos de la meta cognición como premisa como lo más ilustrativo y didáctico sería  fundamental el tema desde la ejemplificación, aunque en el contexto de la creatividad, que indudablemente tiene que ver con capacidades y desarrollo actividad cerebral y la adaptación consciente, con perspectiva de transformación de cada individuo, sin dejar a un lado, el desarrollo biopsicosocial, que da pie, a determinar rasgos de inteligencia superior y  diversidad en cuento al desarrollo de la inteligencias múltiples que Mirian Héller trata en su libro El Arte  de Enseñar con todo el Cerebro, donde trata de ilustrar una diversidad de situaciones de aprendizaje, donde quien aprende pudiera estar en la capacidad de identificarse, con lo que aprende y aprovechar actitudes y aptitudes de acuerdo con los tipos de inteligencia que de una u otra manera desarrolla  con más facilidad y el docente crear situaciones de acuerdo a habilidades y destrezas del aprendiz.

Dado el hecho de que la toma de decisiones, en cuanto a las políticas económicas las norma el Derecho Internacional, tal vez solo pudiéramos tomar la libertad de realizar de manera Heterodoxa, visibilizando la oportunidad que en Economía Política, Se nos brinda a los Venezolanos conLa Ley del Plan Patria y sus 5 Objetivos Estratégicos. Que en esencia rescata el proyecto Bolivariano y Mirandiono  , con una percepción de un Socialismo  del Siglo XXI, y la integración  Latinoamericana, como Estrategia de Desarrollo Única, con el Sistema Cambiario, que reorientara el sistema financiero por lo menos en El ALBA y cuyo nombre es El Sucre. Es de hacer notar, que la esencia del proyecto tubo estratégicamente la visión, del rescate PDVSA de las Garras de la privatización, y La lucha por defender los intereses de los países productores, como lo plantea Juan Pablo Pérez Alfonzo, en su tesis de Economía Política. No dudo de la Capacidad Creadora Hugo Chaves Frías al plantearse “Desde La Agenda Alternativa Bolivariana hasta  La ley del  Plan Patria, como legado para Venezuela y el mundo.

De esta  manera, un Político  con formación  al igual que el músico, con cualidades innatas, valga la comparación  puede ser autodidacta y actor consiente de su propio aprendizaje y  crear, melodías, letras, arreglos de armonía, y lenguaje musical, aprovechando las experiencias previas, para perfeccionar los productos futuros.  El profesor creativo, pudiera, de los intereses e inquietudes de sus discípulos o alumnos, para desarrollar  una clase más dinámica, que le permita compenetrarse con intereses actividades y actitudes, para sacar provecho, de procesos de aprendizaje. De acuerdo con lo antes expuesto, pudiera señalar que la creatividad está relacionada con la capacidad extraordinaria de adaptarse y convertir su entorno, en algo de provecho y de propio objeto de acción para perfeccionar los eventos, de la vida cotidiana.

De acuerdo con lo antes expuesto, se hace necesario, tocar los aspectos de la meta cognición, como los señalan Carlos Gibaba y Ysabel López (2012) en su blog “Flores  Raíces del Talento Humano” ….. Meta cognición y creatividad…. “Se refiere al conocimiento y al control de la cognición. Versa sobre el conocimiento de los procesos creativos en general y en particular en el conocimiento que el sujeto tiene de su propio sistema mental capacidades y limitaciones y por otra parte implica los efectos reguladores de estos conocimientos, pueden ejercer en su actividad” Por ejemplo desde el punto de vista comercial un buen negociante o comerciante, pudiera hacer una evaluación de costos y de acuerdo con lo más rentable bajo experiencias previas, que posee en su memoria mejorar las ventas en su negocio , eso implica un reacomodo de los procesos mentales para darle provecho en lo cotidiano.

De la misma manera,….”Distingamos en la Meta cognición a una dimensión del conocimiento y otra de control”…. Señala con una visión didáctica que “La caracterizamos como planificación, supervisión y evaluación. La capacidad para reflexionar sobre sus propios procesos mentales tiene importantes implicaciones educativas”.

En este sentido, se hace necesario resaltar lo que estos autores señalan más adelante,…»La dimensión de control la caracterizamos como: planificación, supervisión y evaluación. La capacidad de reflexionar sobre sus propios procesos mentales tienen importantes implicaciones educativas en este sentido se hace necesario resaltar, si una persona conoce sus capacidades y lo que se necesita para una ejecución, eficiente en determinada  situación, entonces suele dar pasos para, satisfacer de modo adecuado esas exigencias. Sin embargo, si no es consciente de sus propias limitaciones, o de la complejidad de la tarea, o de las características o exigencias, del contexto en particular, difícilmente podemos esperar que se adopten acciones a fin de anticipar en problemas y resolverlos adecuadamente»

En otras palabras  establecer líneas de acción de  acuerdo al conocimiento pleno de privilegios y limitantes permite abordar los problemas con más eficiencia y si tenemos conciencia de ello es más fácil resolverlos. Por otro lado, la Meta Cognición entendida como control,» se refiere a los procesos de autorregulación utilizados por una persona en  una situación de aprendizaje”. Por último la evaluación, se determina por la medición de los procesos y el producto final, que permite determinar los resultados concretos del proceso en general. En cuanto a la creatividad, es un fenómeno más complejo, que pudiera salirse de los estándares establecidos por lar reglas científicas de la Psicología Educativa y Evolutiva respectivamente, pero tener conciencia de este atributo especial, es clave para sácarle provecho al máximo.

                                                                          Referencias.

Gibaja C. y Lopez Ysabel (2012)Raices y Flores del Talento Humano Blogs pot/2012/Meta cognición-y-creatividad htlm

Hellen Mirian( 1994) EL Arte de Enseñar con todo El Cerebro.

Correo :gersonjosegomezescobar@gmail.com

SACVEN12926

Fuente de la imagen: http://psicologia.laguia2000.com/la-personalidad/caracteristicas-de-las-personas-creativas

 

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Mujerismo y feminismo

Europa/España/29 de Julio de 2016/Autora: Lidia Falcón/Fuente: Mujeres en Red

El feminismo no es algo biológico, sino una ideología transformadora abierta a cualquier ser humano

Una de las consecuencias de las últimas elecciones ha sido que el número de mujeres elegidas en las listas del PP en las comunidades autónomas y en los ayuntamientos supera al de las del PSOE. Este fenómeno, que apenas ha sido comentado, se explica con orgullo por el partido conservador por su actuación de promoción de las mujeres más dotadas sin tener que recurrir a la artificiosidad de las cuotas. Es sabido que los partidos de derechas pueden situar algunas mujeres en las cúpulas de su dirección, así como llevarlas hasta la presidencia de un Gobierno, como fue el caso de Margaret Thatcher, siempre que sean absolutamente fieles a los planteamientos del partido. Lo que no pueden explicar desde las filas de las mujeres socialistas es cómo después de años de implantación de cuotas femeninas en el partido, de haber hecho de sus señas de identidad la aprobación de las leyes de igualdad y de paridad, de la creación durante un tiempo de un Ministerio de Igualdad y el mantenimiento ahora de una Secretaría de Igualdad -aparte de la campaña continua de sus afiliadas presumiendo de la promoción de mujeres en puestos de dirección política-, en la actualidad la proporción femenina de presidentas de comunidad, de diputadas y de concejalas sea inferior a la de un partido de derechas.

La explicación se encuentra en la forma en que pretendiendo la igualdad se ha rehuido el feminismo. La estrategia socialista, desde hace más de una década, se ha centrado en llevar más mujeres a la política independientemente de su adscripción ideológica, considerando que con aumentar el número estaba resuelta la evidente diferencia de participación femenina en todos los estratos de la política. Mientras, los partidos feministas planteábamos que es imprescindible exigir a quienes nos representen en las instituciones la conciencia de lucha y el compromiso con las reivindicaciones fundamentales del feminismo, ya que de lo contrario lo único que se consigue es duplicar el voto de derechas. Al negarse que la ideología es el eje de toda actividad política y social, se despolitizó la lucha por el aumento de representación femenina en todos los estamentos sociales, que se convirtió, en consecuencia, en un argumento para que también las conservadoras lo hicieran suyo.

Recuerdo que en 1999, cuando una coalición feminista formada por el Partido Feminista de España, el de Catalunya y el de Euskadi nos presentamos al Parlamento Europeo y participamos en un acto electoral en Barcelona, las socialistas y las populares hicieron un frente único femenino que se centraba casi únicamente en exigir a los hombres la corresponsabilidad en el trabajo doméstico. Y siendo este un problema que pesa sobre las mujeres desde tiempos inmemoriales, no es posible reducir el feminismo a la limpieza y el cuidado de niños. El feminismo no es una cuestión biológica, no se es feminista por el azar de haber nacido con ovarios y matriz. Esta condición anatómica será en todo caso el argumento de la sociedad patriarcal para destinar las mujeres solo a la reproducción, pero el pensamiento y la acción para cambiar tal reparto sexual del trabajo y de la sociedad es producto de una reflexión profunda, de una teoría que se ha elaborado en el curso de más de 200 años, de un compromiso sincero y valiente con las luchas transformadoras, que comporta múltiples peligros y marginaciones. Compromiso que, como sabemos, pocas mujeres, y hombres, contraen, mientras una mayoría sigue las normas establecidas, se somete a su papel secundario e incluso lo defiende.

El feminismo es una ideología transformadora de la sociedad para acabar con todas las injusticias -las de clase, las de sexo, las de raza- y a la que, por supuesto, pueden adscribirse todos los seres humanos y sin la que resulta inocuo, cuando no perjudicial, plantear únicamente el frente hombre o mujer.

Recuerdo el rechazo de Dolors Renau y de Anna Balletbó, con otras de sus compañeras, cuando dije que prefiero un hombre socialista a una mujer del Opus, precisamente cuando en la mesa, y después en Bruselas, se sentaba una dirigente de Unió de pública adscripción a la Obra a la que, al parecer, deseaban sumar a su estrategia, a la que me referí como mujerismo en contraposición al feminismo. Plantearse que solo por el hecho de ser mujer se poseen y defienden los valores feministas no solo es equivocado, sino, lo que es peor, enemigo del feminismo, ya que las mujeres que se han colocado en las instancias públicas por las formaciones de derechas están defendiendo la involución en todos los derechos que habíamos logrado implantar, con tanto esfuerzo, desde el movimiento.

La defensa del mujerismo ha servido para que en los parlamentos autonómicos y los ayuntamientos aumente el número de derechistas y opusdeístas que se oponen a la ley de aborto, a la del matrimonio homosexual -ambas recurridas por el PP en el Tribunal Constitucional- y a la inversión económica en los servicios sociales que son fundamentales para que las mujeres puedan entrar en el mercado de trabajo, solución bastante más eficaz y socialista que el reparto privado de las tareas domésticas.

Fuente: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article2006

Fuente de la imagen: http://www.animalpolitico.com/click-necesario/encuesta-que-opinas-sobre-el-feminismo/

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El David de la ciencia ecologista frente al Goliat transgénico

Por: Marga Mediavilla

El debate sobre los transgénicos se ha querido vestir como una lucha entre ecologistas “sentimentales” y “anticientíficos” contra la Ciencia con mayúsculas, pero la realidad es muy diferente.

Si la agricultura ecológica está consiguiendo resultados tan interesantes con tan pocos medios ¿qué hacen los brillantes premios Nobel, tan preocupados como dicen estar por la alimentación mundial, que no dejan sus transgénicos y se ponen a investigar en ella?

Hace unos días, 109 premios nobel firmaron una carta en la cual acusaban a la organización ecologista Greenpeace de “crímenes contra la humanidad” por oponerse a los transgénicos y ser, supuestamente, responsable de que el arroz dorado rico en vitamina A no pueda salvar a millones de niños de África y Asia de las enfermedades derivadas de su carencia.

Esta carta ha sido contestada por Greenpeace en una extensa nota que contrasta con la escueta declaración de los premios Nobel. Así como los científicos básicamente usan el argumento –simplista- del arroz dorado y la necesidad de producir más alimentos, Greenpeace hace un repaso a todos los aspectos del problema: argumenta que el arroz dorado no es más que un prototipo; que el problema del hambre es de origen socioeconómico y está muy lejos de solucionarse con tecnología; que los transgénicos no han conseguido en veinte años aumentar sus rendimiento, lo que hace difícil que sean útiles para luchar contra la desnutrición; que los mismos resultados o mejores se obtienen con técnicas convencionales de mejora y variedades tradicionales; que no se sabe si son o no peligrosos porque no existen estudios independientes pero, en el caso que lo fueran, su control sería imposible porque el polen viaja cientos de kilómetros; que su principal ventaja es la facilidad que dan a las compañías para patentar las semillas; que sus logros en reducción del uso de herbicidas son ridículos comparadas con los de las técnicas ecológicas que lo reducen a cero y consiguen productividades similares; que los transgénicos son la punta de lanza de un modelo agrícola que es acusado por numerosas ONG, sindicatos agrarios y organizaciones internacionales como la propia causa de la desnutrición, etc.

El debate sobre los transgénicos se ha querido vestir como una lucha entre ecologistas “sentimentales” y “anticientíficos” contra la Ciencia con mayúsculas, pero la realidad es muy diferente. Muchos científicos nos oponemos a los cultivos transgénicos y denunciamos que la supuesta preocupación de sus defensores por la alimentación mundial tiene mucho de hipocresía e intento de salvar su negocio. Porque el problema principal de los transgénicos no es que sean peligrosos, su principal problema es que son inútiles. Sirven a las compañías que los desarrollan (ya que permiten patentar los genes y monopolizar los mercados) pero son inútiles para todo el resto de la humanidad.

La aureola de alta tecnología que rodea a estos cultivos y los millones de dólares invertidos en ella contrasta fuertemente con los pobres resultados conseguidos: sólo se ha aplicado a gran escala al maíz y la soja, no ha conseguido mejorar los rendimientos, tienen un largo historial de experimentos fallidos, etc. Mientras tanto, en esos veinte años, la modesta investigación en agricultura ecológica, que apenas recibe fondos de investigación, está consiguiendo resultados mucho mejores y, sobre todo, está desarrollando una agricultura sostenible, algo que en estos momentos es vital.

La introducción de agroquímicos consiguió doblar los rendimientos de la agricultura tradicional, pero el precio que hemos pagado por ello ha sido muy alto: contaminación de ríos y acuíferos, pérdida alarmante de biodiversidad, pérdida de minerales y vitaminas de los alimentos, problemas de erosión en más de la mitad de los suelos del planeta, grandes consumos energéticos, etc. Frente a todas estas nefastas consecuencias, la agricultura ecológica propone alternativas que atajan todos esos problemas y, además, está consiguiendo rendimientos que se pueden equiparar a los de la agricultura química (y en algunos casos los superan).

Los últimos informes de las Naciones Unidas son tajantes a la hora de afirmar que debemos alejarnos urgentemente de la agricultura química. El relator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación Olivier De Schutter lo decía hace unos años: “Un viraje urgente hacia la “ecoagricultura” es la única manera de poner fin al hambre y de enfrentar los desafíos del cambio climático y la pobreza rural. […] Los rendimientos aumentaron un 214 por ciento en 44 proyectos en 20 países de África subsahariana usando técnicas de agricultura ecológica durante un periodo de tres a diez años, mucho más que lo que jamás logró ningún cultivo genéticamente modificado”.

Si la agricultura ecológica está consiguiendo resultados tan interesantes con tan pocos medios ¿qué hacen los brillantes premios Nobel, tan preocupados como dicen estar por la alimentación mundial, que no dejan sus transgénicos y se ponen a investigar en ella? ¿No será que esta agricultura ecológica no produce dividendos ni tampoco permite conceder becas de investigación? ¿No será que exige que estos investigadores cambien su mentalidad reduccionista, centrada en el gen, para estudiar también organismos, ecosistemas, suelos y sociedades humanas?

La investigación en transgénicos es como un poderoso Goliat que mueve miles de millones dólares, pero no olvidemos que en la historia bíblica es David el que gana y el Goliat transgénico tiene un enorme talón de Aquiles que lo está haciendo caer. Y es que tanto los transgénicos como toda la agricultura química requieren ingentes cantidades de petróleo para la elaboración de abonos químicos y plaguicidas. Sin la energía del petróleo toda la agricultura química se viene abajo; y ya llevamos diez años viviendo un preocupante estancamiento en la producción mundial de petróleo. Esto lo están notando los agricultores, que ven cómo el precio de los insumos se lleva sus beneficios y, por ello, se interesan cada vez más por la agricultura ecológica.

A medida que el declive del petróleo se haga más evidente va a ser más importante desarrollar una agricultura sin insumos químicos de síntesis, y serán los marginales científicos ecológicos los únicos capaces de evitar que la alimentación mundial colapse. Probablemente el siglo XXII recuerde mucho más a Restrepo, Holmgren, Fukuoka o Voisin que a todos los premios Nobel que han firmado la carta a favor de los transgénicos. Al fin y al cabo, la historia de la ciencia siempre ha estado más ligada a los científicos condenados a la hoguera que a los que recibían los premios de la Academia.

Tomado de: http://www.eldiario.es/ultima-llamada/Greenpeace-transgenicos_6_534456550.html

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Los enemigos de la innovación

Por: Nuño Dominguez

En los últimos 600 años las sociedades humanas se han opuesto a la llegada del café, la imprenta, la agricultura mecanizada, los frigoríficos, la música grabada o los transgénicos con tácticas muy parecidas

“No hay ninguna idea inteligente que pueda ganar aceptación general sin mezclarla antes con un poco de estupidez”. La frase es de Fernando Pessoa y toca un problema que las sociedades humanas afrontan desde que comenzaron a existir: la oposición a nuevas tecnologías que pueden cambiar el mundo.

Desde el café a la agricultura mecanizada, pasando por la electricidad, los refrigeradores o la música grabada, la historia está llena de ejemplos de cómo las sociedades humanas se han resistido a adoptar innovaciones sin las que hoy no podríamos entender el mundo.

Los transgénicos son comida Frankenstein como el teléfono fue invento del demonio

“Es una reacción que está en nuestro ADN, en la forma en la que está organizada nuestra mente”, explica a Materia Calestous Juma, experto en innovación y cooperación internacional de la Universidad de Harvard (EE UU). Juma fue jefe de la Convención de Diversidad Biológica de Naciones Unidas y como tal vivió de primera mano debates internacionales sobre nuevas tecnologías como los transgénicos. Ahora ha reunido su trabajo de investigación de años en el libro Innovación y sus enemigos (Innovation and its Enemies, Oxford University Press), un recorrido por casi 600 años de historia analizando algunos de los casos de oposición a nuevas ideas y tecnologías que tenían el potencial de transformar el mundo.

En 1866, durante la Exposición Universal de París, Luis Napoleón III lanzó un reto a los científicos: encontrar una fuente de proteínas alternativa a la mantequilla que fuera más barata. En su cabeza estaba la necesidad de alimentar a una población cada vez más empobrecida y a un ejército famélico y amenazado por la voluntad expansionista de otras potencias europeas. El premio lo ganó Hippolyte Mège-Mouriés, inventor de la margarina.

Mientras Europa adoptó el nuevo producto, en EE UU provocó el nacimiento del lobby de la industria láctea, que emprendió una guerra abierta contra el alimento. Los productores lograron que el lácteo se prohibiera en varios estados y esas leyes fueron sostenidas hasta por el Tribunal Supremo. Para conseguir frenar el consumo del nuevo producto, mucho más asequible que la mantequilla, la industria se sirvió de estudios científicos inventados y campañas de odio diciendo que la margarina era “antiamericana” porque contenía un producto importado, el aceite de coco. La industria estigmatizó a los hogares que la consumían porque estaban usando un producto barato, lo que cuestionaba la capacidad del padre de familia de proveer para los suyos.

El café, los tractores, los refrigeradores o la imprenta también fueron objeto de campañas de desprestigio

Los productores de margarina reaccionaron sustituyendo el aceite de coco por el derivado de plantas más “americanas” como el algodón y la soja y establecieron alianzas con los productores nacionales de estas cosechas. La demanda de margarina creció hasta que su consumo rebasó a la mantequilla en los años 50 del siglo XX, después de que se derogaran las leyes aprobadas contra ella a mediados del siglo anterior.

Este “es uno de los mejores ejemplos de cómo la industria afectada, usando instrumentos legales, puede dañar o eliminar nuevas tecnologías”, escribe Juma.

El café, los tractores en la agricultura, los refrigeradores o la imprenta en el mundo musulmán también fueron objeto de campañas de desprestigio. El primero sufrió durante siglos la prohibición impuesta por autoridades religiosas musulmanas, que cerraron por ley las cafeterías. Lo hicieron no tanto por la infusión en sí como porque se consumía en lugares de esparcimiento donde se hablaba y compartían ideas, el sitio perfecto para que surgiesen voces disidentes con el poder establecido. Las cafeterías se prohibieron en la Meca, Isfahán, Cairo y Constantinopla durante 200 años.

«Dependemos de las nuevas tecnologías ante los desafíos globales», dice Juma

Cuando el café saltó del Imperio Otomano a Europa, el efecto fue el mismo y los reyes de algunos países decretaron el cierre de cafeterías y «clubes del café» que comenzaban a aparecer en las universidades. Antes de que Italia fuese la patria del expreso, el país se resistió al nuevo producto por miedo a que dañase al sector del vino. Pero el papa Clemente VIII hizo una inteligente defensa de la infusión en 1600: “Esta bebida de Satán es tan deliciosa… que sería una pena que sólo los infieles puedan usarla. Engañaremos a Satán bautizándola y haciéndola una bebida genuinamente cristiana”, escribió.

Juma traza paralelismos entre las tácticas y argumentos usados en el pasado y los que dominan polémicas actuales como la de los transgénicos, el rechazo a las vacunas o la inteligencia artificial. A los transgénicos se les llama “Comidas Frankenstein”. Al café se le tildó de “alcohol juvenil” en India, y en Inglaterra, Francia y Alemania alertaban de que producía esterilidad. Las comidas refrigeradas eran “alimentos embalsamados”, el teléfono, “instrumento del demonio” y la margarina “mantequilla de toro”.

La supuesta novedad disruptiva de algunos productos es muchas veces la causa para su rechazo. En el caso de los organismos modificados genéticamente, se trata de variantes vegetales que han sido modificadas genéticamente para producir toxinas Bt, que eliminan a las plagas más habituales del maíz y otros vegetales. A pesar de que el medio de usar el Bt de esta forma es nuevo, el concepto en sí es muy antiguo, tan tradicional casi como la agricultura, pues ya en el antiguo Egipto se usaban toxinas Bt para evitar las plagas en la agricultura, escribe Juma.

La huelga contra los vinilos

En 1942, el sindicato de músicos más importante de EE UU prohibió a sus miembros hacer discos y llamó a todos sus miembros a una huelga contra la industria discográfica. Pensaban que la grabación de canciones acabaría con la música en directo. Los responsables del sindicato llegaron a exigir como compensación que las radios contratasen a músicos y que solo estos estuvieran capacitados para darle la vuelta a los vinilos. En parte tenían razón al predecir la pérdida de muchos empleos, escribe Juma, pero la llegada de los discos transformó la industria hasta convertirla en un sistema donde los artistas pueden alcanzar un poder y riqueza impensables.

Juma resalta que nuestras sociedades no han mejorado mucho desde hace seis siglos a la hora de gestionar la llegada de tecnologías transformadoras y esto supone un riesgo, pues cada vez más dependemos de ellas para afrontar problemas globales como la escasez de alimentos y la pobreza en un planeta superpoblado, el desarrollo de energía limpia e inagotable, o la búsqueda de nuevos remedios contra las enfermedades de la vejez .

La conclusión del autor es que “las sociedades no se oponen a las ideas porque sean nuevas, sino porque perciben pérdida”, ya sea de trabajos, ingresos o el desmantelamiento de un modo de vida concreto. Los mismos dilemas que ocasionó el café hace siglos están hoy presentes con la agricultura transgénica y, en un futuro, lo estarán en otros campos. Los más acuciantes, dice Juma, son la inteligencia artificial, la edición genómica y la impresión en 3D.

Tomado de: http://elpais.com/elpais/2016/07/22/ciencia/1469179145_789347.html

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¿Habrá al fin un compromiso por la educación?

Por: Mariano Fernández Enguita

Me refiero a lo que todos llaman pacto, aunque yo prefiero llamarlo compromiso, ya diré por qué. El penúltimo intento fue el de Gabilondo, frustrado por la negativa de un PP que sabía que iba a ganar las elecciones; el último es el que promueve J.A. Marina, rechazado con cajas destempladas por cierta izquierda que creía otro tanto. Pero el PP está ya lejos de la mayoría absoluta y el sorpasso no ha llegado, de manera que quizá podamos todos recapacitar, empezando por entender que vivimos en democracia, un régimen que une al gobierno de la mayoría el respeto a las minorías, pero superando la aritmética elemental en estos conceptos. No nos llevarán muy lejos visiones como la cantinela de Rajoy sobre que gobierne «el partido más votado» (aunque sea también el más rechazado), el desparpajo del secesionismo que con la mitad más uno de escaños (ni siquiera votos) se cree legitimado para todo, o la disposición que algunos muestran a dar la vuelta a la tortilla con apenas más escaños o más votos positivos que negativos en el hemiciclo. Es de desear que el actual bloqueo político, que ya se antoja grotesco, ayude a comprender lo absurdo que resulta pretender blindar o subvertir una política institucional y a largo plazo, sea la que sea, con una mayoría, simple o absoluta, cogida con alfileres, es decir, con unos pocos sufragios, escaños o apenas votos en el hemiciclo. No necesitamos ni el maximin de la minoría más votada ni el minimax de la coalición menos rechazada, sino el maximax del acuerdo más generoso, el de una mayoría más amplia posible. En sentido contrario, el respeto a la minoría parlamentaria, electoral o política no se limita a no exterminarla, ni prohibirla (lo que se da por supuesto), ni hostigarla (lo que a veces se olvida), sino que pasa por tratar de gobernar para todos (es decir, con todos, además de sobre todos).
Por supuesto, esto no siempre es viable, ni siquiera necesario, por lo que muchas decisiones parlamentarias y gobiernos habrán de basarse en mayorías exiguas aunque suficientes, pero cuando llegamos a la educación hay que tener en cuenta, más allá de la deseabilidad general de acuerdos amplios en democracia, que hablamos del futuro y de la parte más vulnerable de la sociedad. De un futuro, en este caso, expresamente considerado, dado que unas generaciones, los políticos y en general los adultos de hoy, deciden por los alumnos presentes y por venir, que vivirán los efectos mañana (al ritmo actual, ya es difícil terminar la educación obligatoria sin vivir un par de reformas). Y de los más vulnerables, esto es, de quienes todos afirman que querrían resguardar de las pugnas políticas pero a quienes se expone demasiado a menudo a la incertidumbre o al torbellino. No se trata de poner la educación fuera del alcance de la política, pues eso sería privarla del amparo y del impulso de la democracia, pero sí de ampliar al máximo acuerdos que puedan perdurar más allá de los cambios de gobierno y los vuelcos electorales, por lo demás previsibles y saludables.
Pero el pacto o compromiso es difícil por varios motivos, entre los cuales destacaré cuatro. El primero y más aparente es la tremenda ideologización del debate, con discursos a veces guerracivilistas en los que unos parecen creerse en lucha contra el Santo Oficio y otros contra el demonio bolchevique, como han hecho recientemente PP e IU, en los dos extremos del arco parlamentario, desenterrando la guerra escolar. El segundo, en parte consecuencia del primero, es el vaciamiento del lenguaje, que permite blandir a la vez las exigencias más sectarias y la pretensión de que quien hace imposible un acuerdo es siempre el otro; un vaciamiento que alcanza más o menos a lo principal del vocabulario de la política educativa: libertad, equidad, calidad, inclusión, participación… y, por descontado, pacto, como cuando Rajoy, después de dos legislaturas del PP solo contra la LOE y otras dos igual de solo con la LOMCE cree hacer haber hecho algo grande con apenas algún gesto vacío y retórico sobre el pacto educativo dirigido a Ciudadanos, o cuando Garzón se descuelga en periodo electoral con la surrealista y oximorónica propuesta de un pacto por una educación republicana. Un tercer motivo, menos obvio pero más poderoso, es el papel de la escuela en las estrategias sociales de las familias, muy visible en la búsqueda de la mejor educación para los hijos, tanto da que se concrete en la mejor escuela o en el mejor desempeño individual en ella, y que tiene su contraparte en la pretensión no menos estratégica, aunque defensiva, de suprimir todo elemento de diferenciación, sea la elección de centro, el (muy discutible) modelo bilingüe, el uso de recursos digitales, los deberes para casa o cualquier otro. Cuarto, y no menos importante, el infundado paternalismo de la profesión docente, siempre tan inclinada a pensar que sabe mejor que su público lo que le conviene; esto es, a desoír a la sociedad, o a oír solo lo que quiere oír, como cuando funcionarios incondicionales de su fuente de empleo, la enseñanza pública, no quieren ver que un tercio del alumnado lleva medio siglo eligiendo la privada y otro sexto, hasta la mitad, lo haría si pudiera, o cuando los sicofantes de la inmersión lingüística ignoran que más de la mitad de la población con hijos en edad escolar ni la quiere ahí ni la practica en otros ámbitos libres de coerción y de presión; o cuando todos coinciden en que lo primero y principal que necesita la educación es, cómo no… más educadores.
Pero hay otro obstáculo formidable para un pacto: su trivialización. Asoma cuando se formula como el objetivo de ponernos de acuerdo en lo que nos une (ya se sabe: acabar con el abandono, conjugar equidad y calidad, reconocer y dignificar al profesorado, mejorar los resultados, aumentar los recursos…), o evitar lo que nos separa (los cleavages o fracturas como la religión, la financiación de la escuela privada, las lenguas propias, la evaluación del profesorado, etc.). El problema es que tales acuerdos de mínimos no sirven de mucho, o no sirven de nada. De hecho presentan el riesgo añadido de precipitar, hipostasiar, politizar o adjudicar opciones y políticas que no están adscritas necesariamente a un lado ni a otro de las fracturas habituales, desde el momento mismo en que las colocan en el centro de una negociación entre partidos y grupos de intereses; en todo caso, al dejar fuera lo que realmente ha venido dividiendo a la sociedad, simplemente posponen los problemas por muy poco tiempo, si es que no los enquistan y los agravan. Por eso no me gusta la palabra pacto, que alude por igual a la formalización de un acuerdo preexistente, entre quienes ya coinciden en algo o en todo, y a la confluencia desde el desacuerdo o el conflicto previo de intereses y valores. Es lo segundo lo que la educación española necesita: un acuerdo que cree un escenario comúnmente aceptado desde ambos lados de las viejas fracturas, en el que todos estén razonablemente a gusto aunque ninguno esté enteramente a su gusto, y que traiga consigo una suspensión duradera, que ya sabemos no será definitiva, de las hostilidades. Por eso prefiero hablar de un compromiso: compromiso entre los actores, entre los intereses en conflicto y los valores en disputa, así como entre lo deseado por cada uno y lo aceptable para los demás, lo que implica ceder y conceder.

Un compromiso por la educación debería abordar, precisamente, lo que hasta hoy ha venido arrojando a la escuela al ojo del huracán: la titularidad de los centros, el lugar de lo laico y lo religioso, la coexistencia de las lenguas propias y la lengua común, el alcance y límites de la comprehensividad, las bases económicas de una expansión sostenible, la autonomía y transparencia de los centros y la reestructuración de la profesión docente. Formular los términos es ya otra historia, tema para otro día.

Tomado de: http://blog.enguita.info/2016/07/habra-al-fin-un-compromiso-por-la.html
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La educación como barrera social o como instrumento de igualdad

Por: Alejandro Tiana Ferrer

Los últimos datos publicados por el proyecto PISA, correspondientes al año 2012, nos dejaron una mala noticia: los indicadores de equidad, de los que España podía legítimamente enorgullecerse, habían empeorado. La situación no era preocupante, pero sí la tendencia que se apuntaba.

Por ese motivo, y a la espera de que se publiquen a finales de 2016 los datos correspondientes al año 2015, estamos en un momento oportuno para reflexionar acerca del papel que desempeña el sistema educativo con vistas a promover la igualdad en la educación.

Desde este punto de vista hay tres cuestiones que merece la pena analizar con cierto detenimiento. En primer lugar, conviene pensar acerca de qué implica hacer efectivo el principio del derecho a la educación. En segundo lugar, hay que reflexionar acerca del modo en que mejor se asegura la igualdad en el acceso de los estudiantes a los distintos tipos de centro. Y en tercer lugar, debemos estudiar cómo se organiza el sistema educativo para impedir la aparición de barreras sociales y para fomentar la equidad en la educación.

Un equilibrio difícil pero necesario: libertad de enseñanza y derecho a la educación

Los dos grandes principios que rigen en la actualidad la política de la educación son los de libertad de enseñanza y derecho a la educación. Ambos cuentan con una larga historia, paralela al proceso de reconocimiento de los derechos individuales y sociales que ha tenido lugar en la época contemporánea.

El principio de libertad de enseñanza (o libertades de enseñanza, en plural, como dice acertadamente Manuel de Puelles que deberíamos denominarlo) se inserta en el reconocimiento de los derechos de libertad o libertades civiles que se produce ya desde la Revolución Francesa. Encuentran estos derechos su justificación en la necesidad de que el Estado respete la esfera privada del individuo, lo que implica reconocer la libertad de expresión, de culto, de conciencia o de prensa. La aplicación de este principio general al ámbito de la educación se realiza en una triple dirección: libertad de creación de centros, libertad de cátedra y libertad de elección de centro. Mientras que la primera acepción se consolidó en el Estado liberal, durante el siglo XIX, el reconocimiento de la segunda solo se conseguiría avanzado ese siglo, después de muchos conflictos. La tercera acepción centra buena parte de los debates políticos actuales en torno a la educación.

Por su parte, el derecho a la educación va asociado al reconocimiento de los derechos prestacionales o sociales, que comenzaron a incluirse de manera generalizada en las constituciones nacionales después de la segunda guerra mundial. Este tipo de derechos, que abarca ámbitos como las relaciones laborales, la salud, la seguridad social o la educación, encuentra su fundamento en la necesidad de asegurar a todos los ciudadanos un mínimo de igualdad, sin el cual el ejercicio de las libertades cívicas y políticas reconocidas no sería efectivo. Los componentes fundamentales del derecho a la educación son tres: obligatoriedad (ya que la educación es un derecho fundamental, del que no se debe privar a nadie), gratuidad (al menos en los niveles básicos, como medio de asegurar su efectividad) e igualdad de oportunidades (para progresar en el sistema educativo en función del mérito y no de los recursos disponibles). Los tres componentes han quedado recogidos en documentos tan relevantes como la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, la Declaración de los Derechos del Niño de 1959 y la Convención de los Derechos del Niño de 1989.

Se trata de dos principios procedentes de tendencias ideológicas diferentes. El primero encuentra su origen en el liberalismo y el conservadurismo, en sus distintas concepciones, mientras que el segundo lo tiene en el igualitarismo y la democracia social. Por ese motivo ha existido y existe entre ambos una tensión que no resulta siempre sencilla de resolver.

En el caso de España, esa tensión fue evidente durante los siglos XIX y XX, generando incluso algunos conflictos de cierta envergadura. La Constitución de 1978 intentó buscar un equilibrio entre ambos, aunque la tarea no resultó sencilla, dada la profunda divergencia ideológica existente. Hay que reconocer que no fue fácil encontrar un acuerdo entre las posiciones defendidas respectivamente por los herederos de la escuela nacionalcatólica franquista y los de la escuela pública unificada republicana. El antagonismo estaba muy arraigado y los enfrentamientos habían estado a la orden del día.

Es bien sabido que el artículo 27, que trata de la educación, fue uno de los que puso en riesgo el consenso constitucional. El debate fue intenso, si bien se alcanzó finalmente un acuerdo, consistente en la yuxtaposición de los dos principios mencionados, la libertad de enseñanza y el derecho a la educación. Todas las partes negociadoras realizaron cesiones relevantes, que no dejaron de recibir algunas críticas de sus afines. Pero lo importante es que se alcanzó un consenso, de los que Giovanni Sartori denomina básicos, sobre el que basar la posterior regulación de nuestro sistema educativo.

Con más o menos dificultades y con ocasionales recursos al Tribunal Constitucional, el sistema ha venido funcionando razonablemente durante los últimos treinta y cinco años. Pero en estos últimos tiempos estamos asistiendo a un intento más o menos abierto de cambiar ese consenso básico. En nombre del principio de libertad de enseñanza, y centrándose sobre todo en la libertad de elección de centro, hay sectores ideológicos que propugnan cambios normativos profundos. La inclusión que hace la LOMCE de “la libertad de enseñanza y de creación de centro docente, de acuerdo con el ordenamiento jurídico” entre los principios inspiradores del sistema educativo, sin hacer mención paralela al derecho a la educación, me parece una demostración patente de ese intento. En mi opinión, corremos el riesgo de romper un consenso básico que costó mucho alcanzar. Y ese es un problema importante que no nos podemos permitir que se reavive en las circunstancias actuales.

Un mito engañoso: la libertad de elección

En relación con lo anterior, vale la pena destacar que la libertad de elección se ha convertido desde hace años en una de las banderas educativas favoritas de los grupos conservadores y liberales. Se trataría en última instancia de asegurar que las familias pueden elegir el tipo de educación que desean para sus hijos, por medio de la libre elección de centro. La defensa de ese principio se sustenta en algunas ideas que merece la pena analizar.

Un supuesto muy extendido entre los defensores de dicha opción es que en España existe una escasa libertad de elección. El motivo sería la existencia de una supuesta zonificación rígida, que asignaría forzosamente a los alumnos al centro más cercano a su domicilio y les impediría elegir.

Pues bien, hay que subrayar que esa idea es falsa. Es cierto que contamos con zonas escolares, cada una de las cuales agrupa generalmente varios centros. O sea, aplicamos criterios de asignación de alumnos similares a los existentes en países como Inglaterra o Estados Unidos, que no pueden considerarse enemigos de la libertad individual. Pero a diferencia de lo que allí sucede, las familias no están obligadas a llevar a sus hijos al centro que les corresponde, sino que pueden realmente elegir cualquier centro que deseen, esté o no dentro de la zona en que se ubica su domicilio. E incluso admitimos la posibilidad de tomar en consideración el lugar de trabajo de los padres en vez del domicilio a efectos de admisión en un centro determinado, ampliando así la libertad real de elección.

En consecuencia, nuestras zonas escolares no tienen carácter exclusivo, siendo su única función la de primar la cercanía (entre otros factores) cuando hay más demanda que plazas disponibles en un centro. Porque es realmente ahí donde se sitúa el problema de la elección y donde vale la pena centrar el análisis.

En efecto, cuando hay más solicitudes que plazas en un centro puede optarse por diversos sistemas para asignarlas. Una primera opción consiste en dejar que sea el centro quien elige libremente a sus alumnos. Es lo que algunos defienden abiertamente, planteando una contradicción insalvable, puesto que no serían las familias quienes elegirían, sino los centros quienes podrían elegir a su propio alumnado. Al margen de la discrecionalidad y la injusticia que ese sistema introduce, hay que hacer notar que la supuesta defensa de un principio llevaría precisamente a su negación: frente a la libertad de elección (de las familias), primaría la arbitrariedad de la elección (por los centros).

Una segunda opción consiste en adoptar algunos criterios objetivos para resolver los desajustes entre las plazas disponibles y las preferencias expresadas por las familias. En principio, se trata de una solución más justa y que concede mayor seguridad. Es el modelo actualmente aplicado en nuestro sistema educativo, al igual que en otros muchos. Ahora bien, el dilema se plantea cuando se trata de establecer dichos criterios. Los más habituales son la distancia del domicilio al centro, el nivel de renta y el tamaño de la familia. El primero se basa en la conveniencia de que los niños y jóvenes asistan a centros cercanos a su domicilio, dadas las múltiples ventajas que ello implica. El segundo y tercero tienden a favorecer a las familias con mayores necesidades, a las que los poderes públicos deben proteger especialmente. Si bien dichos criterios pueden pervertirse y no están exentos de fraudes, resultan sin duda razonables. Se trata de un sistema que asegura el equilibrio de la libertad de enseñanza y el derecho a la educación.

Existen también opciones intermedias, como la de combinar algunos de los criterios mencionados con otros más flexibles o dar la posibilidad a los centros de asignar libremente una determinada puntuación, adicional a las anteriores, para cubrir sus plazas. En este caso, la justicia de la solución adoptada depende de varios factores. Por una parte, si la puntuación así asignada es demasiado alta, estaríamos de hecho en el primer caso analizado más arriba. Por otra parte, si esa puntuación no presta una atención especial a las familias más desprotegidas o con mayores necesidades, estaríamos ante una situación que primaría a quienes tienen mayor poder o capacidad de influencia. En ambos casos habría personas o grupos que saldrían perdiendo con la aplicación de este sistema.

Y es que no basta con preguntarse qué grado de libertad de elección existe en un sistema educativo. En 1996 Bruce Fuller y Richard F. Elmore coordinaron un libro con el sugerente título Who chooses? Who loses? (Teachers College Press, New York). Debo reconocer que me impactó su análisis acerca de los efectos desiguales de la elección de centro. Desde entonces, cuando se habla de libertad de elección no me resisto a plantear la pregunta de quién sale perdiendo. Pienso que vale la pena formularla, pues no todos los sistemas son neutrales.

Un instrumento para la igualdad: trayectorias escolares abiertas y fluidas

Asegurar la equidad en la educación y evitar la creación de barreras escolares y sociales no implica solamente defender el derecho a la educación y llevarlo a la práctica en lo que se refiere a la igualdad de condiciones en el proceso de escolarización. También implica establecer una estructura y una ordenación educativas que aseguren la igualdad.

Como es bien sabido, los sistemas educativos actuales distan de ser idénticos, si bien presentan algunos rasgos similares. Por una parte, todos ellos definen una etapa de escolarización obligatoria, precedida y seguida por otras que no lo son y que a su vez difieren en los momentos de inicio y final, así como en su configuración. Por otra parte, todos cuentan con un tronco común de duración variable y unas ramificaciones que varían en número y extensión. El modo en que se imbrican la obligatoriedad y la formación común, cuya duración puede o no coincidir, difiere asimismo de unos sistemas a otros. Haciendo un símil viario, podría decirse que esta configuración dibuja un entramado de caminos, más o menos complejo y con un número variable de vías internas de conexión, por donde transcurren las trayectorias escolares que los estudiantes recorren durante su etapa formativa.

En consecuencia, puede decirse que los dos elementos fundamentales que determinan dicha configuración son la estructura del sistema y la ordenación educativa. La combinación de ambas hace posibles unas trayectorias e impide otras, abriendo o cerrando caminos a los estudiantes que las transitan. Y el análisis de tales trayectorias es muy interesante para valorar qué oportunidades de educación y formación ofrecen realmente los sistemas educativos al alumnado.

Los modelos subyacentes a la Ley Orgánica de Educación (LOE) y a la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) son muy diferentes. Mientras que el primero es un modelo de tronco único prolongado, seguido por una ramificación corta pero intensa, el segundo es un modelo en abanico, donde el tronco se va escindiendo progresivamente en vías divergentes con escasa intercomunicación entre sí. Se trata de dos opciones claramente diferentes, que vale la pena analizar.

Desde una perspectiva general, puede apreciarse que la estructura del sistema educativo adoptada por la LOE y la LOMCE es idéntica, ya que tienen las mismas etapas y con igual duración. Podría, por lo tanto, considerarse que son modelos equivalentes. Sin embargo, las medidas de ordenación que las acompañan son tan distintas que determinan trayectorias escolares muy diferentes.

La LOE enfatiza el carácter común de la educación básica, entre los 6 y los 16 años de edad, esto es en las etapas de Educación Primaria y Educación Secundaria Obligatoria (ESO), planteando la atención a la diversidad como un mecanismo que permite huir de la uniformidad y dar a cada estudiante lo que necesita para su pleno desarrollo, siguiendo trayectorias diferenciadas pero equivalentes y conducentes a una misma titulación. Por su parte, la LOMCE, bajo el rótulo de la flexibilización, propone desarrollar programas que permitan a cada estudiante “desarrollar todo su potencial”. El problema que subyace detrás de una declaración tan genérica estriba en que dichos programas van conduciendo a trayectorias divergentes, con difícil retorno o cambio de rumbo. Por una parte, sustituye los programas de diversificación curricular por los de mejora del aprendizaje y el rendimiento en el primer ciclo de la ESO (cursos 1º a 3º), que dejan un interrogante abierto acerca de qué sucede con quienes no los superen. Por otra parte, establece dos opciones en 4º de ESO, que ya se prefiguran en 3º: las enseñanzas académicas (conducentes al bachillerato) y las aplicadas (conducentes a la formación profesional). Por último, todo ello se culmina con un triple título final de ESO: un certificado de los estudios cursados para quienes no lleguen a superar ninguna de las dos reválidas planteadas y dos títulos diferentes de Graduado en ESO, en función del tipo de reválida aprobado. Todo ello abre la vía a tres trayectorias distintas: la nueva Formación Profesional Básica, la Formación Profesional de Grado Medio o el Bachillerato. En suma, los caminos que pueden seguir los estudiantes se abren en abanico. Y el problema aumenta, si se tiene en cuenta que las pasarelas de unas vías a otras son muy limitadas.

Este modelo de la LOMCE, aun manteniendo la misma estructura del sistema educativo de la LOE, reduce muy sustancialmente su grado de comprensividad. Los estudiantes comienzan a ser separados bastante antes de finalizar la etapa obligatoria, con notables dificultades para revertir decisiones tempranas que pudieran resultar desacertadas. Además, esa rigidez tendrá impacto en el aprendizaje que debe realizarse a lo largo de la vida. La pregunta de qué sucederá si un joven desea retomar su formación a partir de un mal comienzo académico resulta inevitable. Y hay que decir que la respuesta es muy decepcionante.

La posibilidad de plantear trayectorias abiertas y reversibles no se basa solamente en razones técnicas, sino también de equidad y justicia social. Nuestras sociedades necesitan desarrollar el talento de todos los ciudadanos, independientemente de las decisiones incorrectas tomadas en algún momento del tiempo. Sin eso, no tendremos un sistema justo ni eficaz. Y no parece que ese sea el modelo hacia el que tendemos. Y eso actúa más como barrera social que como instrumento al servicio de la igualdad en materia de educación. Quizás los próximos datos de PISA no reflejen todavía la magnitud del cambio que se está produciendo, pero antes o después lo dejarán notar, si no hacemos nada para revertir la tendencia.

Tomado de: http://www.te-feccoo.es/2016/07/20/la-educacion-como-barrera-social-o-como-instrumento-de-igualdad/

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Repensar la inteligencia para una revolución educativa que utilice todos los talentos (1)

Por: Edmundo Vera Manzo

Existe la necesidad urgente de revisar los principios cognitivos (principalmente la inteligencia), que fundamentan los procesos de admisión, prácticas educativas, procesos de enseñanza, aprendizaje y la orientación integral de los estudiantes, que conduzcan a la utilización de las potencialidades, inteligencias y talentos, en cada uno de los niveles del sistema educativo y en la vida. Se requiere superar las visiones y prácticas sobre la inteligencia y sus repercusiones educativas arbitrarias, unilaterales, absolutistas, mecanicistas, fabriles y excluyentes que conducen al desperdicio de talentos y vidas humanas y, por lo tanto, no permiten aprovechar el perfil de cualidades únicas que tiene todo ser humano. Es un irrespeto que los seres humanos en los sistemas educativos y de capacitación sean excluidos y como objetos con desperfectos de fábrica, sean botados a la calle, la delincuencia, la desocupación, la prostitución y la drogadicción. Se debe superar la educación fabril que excluye a los ‘diferentes’, despreciando sus individualidades y cualidades. Lamentablemente, de acuerdo con Philip Wexler: “Me gustaría poder decir que esta larga noche de pensamiento y práctica fabriles alienadoras en la educación ha acabado por fin.

Pero el aparato educativo todavía avanza al ritmo que marca su estandarte, sin conocimiento o vergüenza alguna del pequeño lugar que corresponde a este discurso particular en el drama histórico humano. El honesto uso militar temprano de este conocimiento se olvidó por la pretenciosa presentación de las técnicas de clasificación de destrezas utilizadas para organizar poblaciones reclutadas como sustituto de un conocimiento superior, cambiando el gran don del entendimiento humano que los dioses nos otorgan por este sucedáneo limitado que se vendió a los consumidores educativos como ‘inteligencia’”.

Cuando se dice que alguien es inteligente, ¿a qué nos referimos? La inteligencia se encuentra asociada a la capacidad para resolver problemas. Sin embargo, es un error creer que exista una persona capaz de resolver problemas en múltiples o todos los campos. Antiguamente se juzgaba la inteligencia por la experiencia. El empirismo considera que lo importante del conocimiento viene dado por la experiencia. El primero que planteó el tema en forma diferente fue Alfred Binet (Francia) con la publicación de L’ année psychologique con la escala métrica de la inteligencia con reactivos (tests), dedicada a detectar la edad mental de los escolares. La idea fue acogida por el Gobierno francés. Luego se usó para escoger oficiales en la Primera Guerra Mundial, continuó el sector empresarial y después se extendió en todo el sistema educativo. Jean Piaget (Suiza) aportó su concepción psicogenética de las operaciones intelectuales. Henry Wallon (Francia), relacionó la inteligencia (y prefirió usar al pensamiento) ligado a lo emocional y al desarrollo del carácter.

Lev Vigotsky (URSS) aporta la importancia del estímulo adecuado al desarrollo del pensamiento para una adecuada educación (el principio del aprendizaje próximo). En el último cuarto de siglo tres investigadores norteamericanos aportan al tema. Howard Gardner, con la teoría de las inteligencias múltiples; Daniel Goleman y la inteligencia emocional; y Joe L. Kincheloe y Shirley R. Steinberg proponen construir una teoría cognitiva sociopolítica “que tenga en cuenta el modo en que el mundo que nos rodea forma nuestra conciencia y subjetividad, condicionando acciones y compromisos. Se insta al profesorado, estudiantes y especialistas en educación, comprometidos con la mejora de las instituciones escolares y con la justicia social, a involucrarse en proyectos (…) para avanzar en la comprensión de los procesos cognitivos y para construir teorías y prácticas que hagan posible forjar aulas, colegios, universidades y una sociedad verdaderamente democráticos”. (O)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/repensar-la-inteligencia-para-una-revolucion-educativa-que-utilice-todos-los-talentos-1
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Tomado de: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/repensar-la-inteligencia-para-una-revolucion-educativa-que-utilice-todos-los-talentos-1
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