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5 ideas sobre proyectos de programación para… Lengua y Literatura (IV)

Por. Pablo Espeso

Desde hace un tiempo venimos dando ideas sobre proyectos de programación referentes a múltiples materias. Porque la programación puede salir del rango de la informática para acercarse a otras asignaturas, como las matemáticas, la física, o incluso la educación física.

La programación es algo que podemos convertir en transversal, sólo necesitamos ideas. Hoy volvemos a la carga proponiendo 5 ideas sobre proyectos de programación para Lengua y Literatura, donde los refranes, las fábulas o la acentuación serán parte importante. Programaremos, pero también aprenderemos mucho más.

Completa la frase con estas palabras

Bosque @ PixabayCuando redactamos un texto muchas veces dudamos en ciertas palabras. ¿Por qué no plantear un juego que, dada una frase y varias opciones de palabras con las que continuar, nos permita elegir entre una de ellas? Cada una de las opciones proporcionará una puntuación, y el objetivo es lógicamente conseguir cuantos más puntos… mejor. Este juego puede equilibrarse para cualquier edad e incluso podemos coger frases de libr

El refranero más popular

Esta propuesta es muy sencilla de implementar, ya que se basa en imágenes e ilustraciones… pero lógicamente con una relación en cuanto a lengua y literatura. El refranero popular español es muy amplio (hay sitios que recopilan miles de ellos) y por qué no hacer una selección y determinar una imagen que lo represente. Una vez las tengamos, podemos hacer un proyecto que muestra la imagen y ofrezca opciones de refranes; tendremos que elegir la correcta.

Dragón chino @ Pixabay

Las fábulas

Igual que ocurre con los refranes, las fábulas son composiciones que buscan enseñar algo de una forma muy didáctica y sencilla. Elige una fábula y crea una historia con ella a través de la programación. Puedes incluso ir un paso más allá y, basándote en alguna fábula, reinventarla en forma de un videojuego pero que, eso sí, tenga el mismo objetivo y las mismas conclusiones.

Antónimos y sinónimos

Ajedrez PixabayYa habíamos hablado por aquí de lo sencillo que sería crear un juego para buscar sinónimos de una determinada palabra, y aquí te proponemos dar una nueva vuelta de tuerca sobre ese planteamiento. Buscar sinónimos y también antónimos. A veces serán sólo sinónimos; otras veces sólo antónimos, o ambas cosas a la vez. Si la respuesta es múltiple puedes complicar las cosas. Equilibrar este proyecto no será sencillo, pero una vez que lo consigas habrás aprendido mucho sobre estos términos.

Las tildes

Porque acento y tilde no es lo mismo, y lo segundo muchas veces cuesta demasiado comprender. Creemos un proyecto a través de la programación que nos permita aprender cuándo se acentúan determinadas palabras, y cuándo no. Puede ser con frases completas que deberás acentuar, o con palabras sueltas. Como quieras, hay mil posibilidades; si quieres, también puedes basarte en ejercicios que ya existan para crear los tuyos propios.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/programacion/5-ideas-proyectos-programacion-lengua-literatura/35919.html

 Imagen: http://p.se-todo.com/pars_docs/refs/17/16137/16137_html_2a66c09c.jpg

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Nabila, una mujer como tu

CAROLINA VÁSQUEZ ARAYA

EL QUINTO PATIO
En América Latina, los casos de feminicidio ocurren con saña renovada…

Coyhaique es una comunidad relativamente pequeña -50 mil habitantes aproximadamente- situada en la maravillosa Patagonia chilena. La ciudad fue fundada recién en 1929 y su acceso terrestre debió esperar hasta los años 80, debido a que a los gobiernos de Chile no les interesaba gran cosa desarrollar esas regiones remotas del extremo sur. Sin embargo, la belleza de sus paisajes la han ido sumando a la agenda turística, convirtiéndola en uno de los puntos más atractivos de la región de Aysén.

En ese escenario bucólico de aires puros y cielos resplandecientes fue en donde Nabila sufrió el ataque que la dejó ciega y en coma profundo. Su pareja y padre de 2 de sus hijos la golpeó salvajemente y, no contento con ello, la arrastró a la calle y con la activa complicidad de un amigo le arrancó los ojos con una llave de automóvil, le fracturó el cráneo y le destrozó los dientes. Horas después, un adolescente que caminaba por el lugar dio la voz de alarma y fue rescatada aún con vida.

Desde enero hasta la fecha, en Chile se han reportado 16 feminicidios en los cuales mujeres han muerto a manos de sus parejas o ex parejas, además de muchos otros ataques en los cuales estas agresiones no causaron la muerte de las víctimas. Como un detalle escalofriante, arrancarles los ojos parece ser una nueva forma de castigo contra las mujeres por parte de sus agresores.

El caso de Nabila despertó una ola de indignación en todo Chile y fueron muchas las organizaciones que le manifestaron su solidaridad. Pero así como sucede en todo el resto del continente, las muestras de apoyo no bastan para detener la creciente ola de violencia feminicida. Para combatir esta patología, cuyo origen se asienta sólido en sociedades patriarcales en donde el machismo continúa siendo un arma de destrucción a nivel doméstico y comunitario, la respuesta de la justicia debe ser rotunda y ejemplificadora.

Nabila, como Cristina, Candelaria, Reyna, Gregoria, Olga y otras cientos y miles de víctimas de violencia machista contabilizadas por los medios, arrojadas sobre las losas de las morgues después de ser mutiladas con saña indescriptible, van acumulándose como la mayor evidencia posible de desprecio por el género femenino. Un gesto colectivo –porque el volumen de casos así lo demuestra- cuyo origen reside en la institucionalización de la discriminación sexista en todos los escenarios de la vida.

Así como los índices se elevan, también los obstáculos para obtener justicia, ya sea por deficiencias o desconfianza en el sistema, por temor a las represalias o porque los hechores calcularon bien sus posibilidades de salir indemnes manipulando a jueces y fiscales. Existe, además, un paredón infranqueable de prejuicios orientados a culpar a las víctimas por su propia destrucción y justificar a los agresores a partir de supuestos “estados mentales” como origen de sus arrebatos de ira homicida.

Nabila es solo otra mujer para las estadísticas. Y lo seguirá siendo mientras no se eleven las alarmas ante una de las manifestaciones más extendidas del odio machista: el feminicidio en todas sus formas. Mujeres como Nabila Rifo en Aysén o Cristina Siekavizza en Guatemala seguirán sumándose a esta lista de las muertes tan injustas como innecesarias, amparadas por una cultura que las expone, sin mayores excusas, al exterminio en manos de su pareja.

El feminicidio no es un crimen común, es un crimen de odio contra mujeres por el solo hecho de ser mujeres. Porque se las carga históricamente con el lastre de una sumisión inducida por la sociedad y sus múltiples doctrinas religiosas.

Blog de la autora: https://carolinavasquezaraya.com/2016/05/23/nabila-una-mujer-como-tu/

elquintopatio@gmail.com @carvasar

Fuente de la imagen: http://www.vocesfeministas.com/images/NABILA.jpg

Publicado en OVE: 23 Mayo 2016
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Education of children in crises cannot wait

La educación de los niños en situaciones de crisis no puede esperar

23 mayo 2016/ Autor: Gordon Brown, Special to Gulf News/ Fuente: http://education.einnews.com/

When disaster strikes, what can only be described as a begging bowl is handed around the world’s donor community — but a humanitarian fund for education in emergencies is about to be established

“Recall the face of the poorest and weakest man you have seen, and ask yourself if this step you contemplate is going to be any use to him.” These words, spoken by Mahatma Gandhi in 1948, should be taken as a test of our sincerity, and as a challenge to our complacency, when considering the fate of the 30 million children displaced from their homes by civil wars and natural disasters.

More boys and girls have been uprooted by crisis than at any time since 1945. They are likely to spend their school-age years without entering a classroom, their talents undeveloped and their potential unlocked. There are now 75 million young people whose education has been interrupted by conflict and crisis. Yet urgency — and international law, which mandates the education of all displaced children — fails to inspire action.

Displaced children are more likely to become the youngest labourers in the factory, the youngest brides at the altar, and the youngest soldiers in the trench. Without opportunity, children are vulnerable to extremists and radicalisation. Every year, close to a half a million girls are trafficked and vanish.

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“Recordemos la cara del hombre más pobre y débil que ha visto, y se pregunta si este paso contemplas va a ser ninguna utilidad para él. » Estas palabras, pronunciadas por Mahatma Gandhi en 1948, deben ser tomado como una prueba de nuestra sinceridad, y como un desafío a nuestra complacencia, al considerar el destino de los 30 millones de niños desplazados de sus hogares por guerras civiles y desastres naturales.

 Más niños y niñas han sido desplazados por la crisis que en cualquier momento desde 1945. Es probable que pasar sus últimos años en edad escolar, sin entrar en una sala de clase, su talento y su potencial no pueda ser desarrollado. En la actualidad hay 75 millones de jóvenes cuya educación ha sido interrumpida por el conflicto y crisis. Sin embargo, la urgencia – y el derecho internacional, que obliga a la educación de todos los niños desplazados – dejan de inspirar la acción.

 Los niños desplazados son más propensos a convertirse en los trabajadores más jóvenes de la fábrica, las novias más jóvenes en el altar, y los soldados más jóvenes de la zanja. Sin oportunidad, los niños son vulnerables a los extremistas y la radicalización. Cada año, cerca de medio millón de niñas son objeto de trata y se desvanecen.

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The fate of these dispossessed is tethered to the thinnest of lifelines. When disaster strikes, what can only be described as a begging bowl is handed around the world’s donor community. Voluntary contributions are then administered by refugee agencies, charities, and NGOs, which heroically help refugees scrape by with the bare essentials — food, water, shelter, and protection.

In such circumstances, the right to education becomes an unaffordable “luxury”. While UN Peacekeepers are funded by assessed contributions levied on member countries, the millions of children displaced by crises have no guarantee that anyone will fund their schooling. Indeed, less than 2 per cent of humanitarian aid reaches education. Syria’s civil war, now entering its sixth year, and the first anniversary of Nepal’s devastating earthquake — two disasters that have forced millions more children into the streets — serve as painful reminders that we lack the means to return children to the classroom in the wake of such tragedies. A permanent fund securing education for children in emergency situations is long overdue. Instead of wasting months begging for aid, such a reserve fund would be capable of delivering it immediately. At the onset of an emergency, the fund would swiftly assess where dispossessed children are, develop a strategy, and put in place a plan to provide education for them.

Now, for the first time, we are in a position to deliver on this promise. Under the leadership of Unicef Executive Director Anthony Lake, Unesco director-general Irina Bokova, UN High Commissioner for Refugees Filippo Grandi, Chair of the Global Partnership for Education Julia Gillard, and World Bank President, Jim Yong-kim — and with the support of the UN Secretary-General, Ban Ki-moon — an unprecedented humanitarian fund for education in emergencies is about to be established.

The new “Education Cannot Wait” fund will respond to new realities and requirements. Most child refugees are likely to spend more than a decade out of their own countries, so their plight cannot be considered temporary. The breakthrough fund will support the education of refugees for up to five years, instead of the mere months of patchwork provisions that are presently on offer.

No longer will humanitarian, security and development needs be split into silos with their own addresses and agendas. A single fund will now meet these needs at once. After all, when refugee children find a place in school, they are more secure, their parents are more hopeful, and their states are more stable. The fund will not be bound by old World Bank rules that, until recently, excluded the education of refugee children in middle-income countries from concessional loans.

The initiative will be the first official humanitarian fund for education. And a parallel UN-led fund will have distinct windows through which businesses, foundations and individuals can contribute. To be sure, delivering an education to displaced children demands a departure from pure voluntarism: a shift toward assessed contributions collected by levies from wealthy countries. But, until this shift occurs, we will ask individual philanthropists, corporations and charities — as well as new and old aid donors — to come together to catalyse the venture. Our sense of urgency, coupled with the requisite funds, promises to have a significant impact. When it comes to securing schooling, no price tag is too steep.

The fund will harness today’s passions and key innovations. We want technology firms to play a central role in providing new ideas and disruptive thinking. We want firms that already offer refugees an online education, internet access and IT hardware to drive the provision of education to displaced and isolated girls and boys. In establishing this fund, we are ending the era of the formulaic crisis response.

It was Gandhi’s belief that reflection could motivate action by recalibrating our moral compass. What makes this fund unique is not the series of new benchmarks it sets. Rather, it signals a change in how we meet the challenges of an emergency. Going beyond present demands, the fund is based on the needs of the future.

In providing resources to deliver education, the fund is a bold affirmation of a better tomorrow — an unwavering promise to unlock talent, develop potential, and secure futures for all children, wherever they are. By establishing “Education Cannot Wait”, we are sending a message to the downcast and dispossessed everywhere. Education, at its best, offers something that food, shelter and healthcare can never themselves provide: hope, the chance to plan, and to prepare for the future.

— Project Syndicate

Datos Autor: Gordon Brown, former Prime Minister and Chancellor of the Exchequer of the United Kingdom, is United Nations Special Envoy for Global Education and Chair of the International Commission on Financing Global Education Opportunity.

Fuente del Artículo:

http://education.einnews.com/article/327357384/ppnmMGKLRBZ_aTuH

Image Credit: Niño Jose Heredia/Gulf News
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Higher education and the autonomy of universities

La educación superior y la autonomía de las universidades

Pakistán/23 mayo 2016/Autor:  /Fuente: http://education.einnews.com/

An unfinished agenda for our parliament.

When it comes to higher education, the situation is most alarming because of procedural and functional delays in devolution of the HEC

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Un tema pendiente para nuestro parlamento.  

Cuando se trata de la educación superior, la situación es más alarmante debido a los retrasos de procedimiento y funcionales en la devolución de la HEC La educación superior y la autonomía de las universidades son áreas de la historia constitucional de nuestra gran nación altamente descuidadas.

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Higher education and the autonomy of universities are highly neglected areas of our great nation’s constitutional history. In 2010, Parliament unanimously approved the 18th Constitutional Amendment, which introduced changes to 36 percent of the 1973 Constitution of Pakistan. Of the 280 Articles contained within, 102 were amended, inserted, added, substituted or deleted. The Amendment redefined the structural contours of the state through a paradigm shift from a heavily centralised to a predominantly decentralised federation.

Literature suggests that federalism originally was devised — and continues to be viewed — as an institutional mechanism for dividing power and sovereignty between national and regional levels of governments so as to reduce the likelihood of an authoritarian or overly Centralised government. Upon its passage, the process of the redistribution of subjects, functions and ministerial restructuring at the federal level was steered by a time-bound IC constituted by the federal government.

The commission took more than a year to complete the designated task, but still within a deadline that was set forth. In 68 meetings and several inter-governmental consultations that spanned more than 13 months, the IC examined the financial, administrative, legal and international aspects of devolution and made some far-reaching decisions which introduced a new framework of inter-governmental relations.

The commission ensured that any legislation, activity or function to be retained in the federal government was supported by a corresponding entry in the Federal Legislative List or an article of the constitution and would not encroach upon subjects that were purely provincial in terms of the constitutional provisions. Included was the abolition of 17 federal ministries/divisions. But some key issues still await policy decisions, including:

  • Operations related to the joint ownership of oil and natural gas.
  • Devolution of Higher Education Commission (HEC).
  • Provincial authority to borrow from international donors.
  • Federal employees’ resettlement.
  • Devolution of Evacuee Trust Property Board (ETPB).
  • Devolution of Employment Old-Age Benefit Institution (EOBI).
  • Devolution of Workers Welfare Fund (WWF).
  • Allocation of hunting areas to foreign ministry.
  • Representation of provinces in Pakistan Sports Board.
  • Transfer of Aiwan-i-Iqbal to Punjab.
  • Devolution of Pakistan Baitul Mal.
  • Transfer of National College of Arts to Punjab.
  • Devolution of PTDC motels and hotels to KPK.
  • 50 percent representation of respective provinces in Gawadar and Karachi Port Authorities.

When it comes to higher education, the situation is most alarming because of procedural and functional delays in devolution of the HEC. The promise to grant autonomy to universities and academic freedom on campuses is not being respected by the federal/ provincial HECs, as was the true intention of the 18th Amendment. Provinces that were unprepared at the time of 18th Amendment’s passage are still failing to build their capacity to accept devolution in the spirit of the Amendment.

Ironically the federal HEC still is working as a body to rate the standard of education in public and private universities, which ideally should be done by an independent rating agency. Many universities have skewed the ranking process in their favour by using these marks as a marketing tool to attract more students.

We must begin to grasp that only autonomous universities can guarantee true merit based upon their admissions and appointments

But, these facilities and the educational and research standards of these universities do not match the rating they supposedly have “earned” from the HEC. And this shell game greatly reduces the already marginalised trust that the international community has when it comes to our own educational standards. The 18th Amendment added ‘standards in institutions for higher education and research, scientific and technical institutions’ to the Federal Legislative List II. But it did not touch two important items on Federal Legislative List Part I.

  • Federal agencies and institutes created for the purpose of doing research, for professional or technical training, or for the promotion of special studies,’
  • And, ‘education with respect to Pakistani students in foreign countries and foreign students in Pakistan.’

HEC functions were not actually devolved to the provinces since some were handed over to five separate federal-level ministries. Only a few subjects were left to be handled by HEC. The federal government placed the HEC under the ministry of professional and technical training. Prior to the 18 Amendment, HEC worked directly under the prime minister, and the HEC chairman was equivalent to a federal minister in status. While a thorough analysis of the implementation status of 18th Amendment would require much more time and space than we have here, the twin matters — devolution of the HEC and providing autonomy to the universities and educational institutions — certainly require urgent attention and action.

Muhammad Murtaza Noor, an expert in the HEC reforms and devolution, has suggested that a commission on Higher Education Standards be formed by the federal government as per the mandate of the constitution of Islamic Republic of Pakistan, which should repeal the existing one. The next NFC Award must be finalised and announced immediately so that every province has adequate resources for education and health. And the ban on student union must be lifted immediately. And it is high time that provinces fully embrace their responsibilities.

Provincial governments should undertake concrete steps to strengthen provincial higher education set ups with adequate financial resources so the growing needs of Pakistani universities can be met more effectively. As per UNESCO standards, 25 percent of the total education budget should be allocated toward higher education in 2016-17 and proper utilisation should be ensured. Provincial governments must strengthen their higher education set ups by providing adequate financial resources so that the growing needs of Pakistani universities may be met.

Similarly, the immediate resolution of the HEC-COMSATS dual-degree issue is needed by recognising the degrees of approximately 2,700 affected students.

Professor Dr Abdul Hameed, an expert in university administration, believes the Council of Common Interests should be activated to resolve outstanding issues. He has suggested a vice chancellors forum to chalk out a joint strategy for protecting the autonomy of universities.

He has lamented the practice of professors who rush in for political interviews and to grab the seats of vice chancellors, hence compromising the autonomy of their universities. Given at dearth of quality political leadership, it is a constitutional need to lift a ban on students unions that have remained a nursery for leadership.

We must begin to grasp that only autonomous universities can guarantee true merit based upon their admissions and appointments. The main reason for the politicisation of universities has been the inclusion of so many politicians in university syndicates; yes, one again affecting autonomy.

A true multi-party implementation commission must be formed with a mission to address these issues that have been blatantly hijacked in the name of fame and greed. It must advance ideas in the name of what is right for Pakistan and its citizens, and how we will be perceived across the world.

Fuente del Artículo:

http://education.einnews.com/article/327345017/FCWy3XCAs60ymRLE

Fuente de la Foto:

http://theconversation.com/

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El fantasma de la ingeniería climática recorre la COP21

DANIEL TANURO

Aunque la Cumbre del Clima de París fue descrita por los negociadores y los medios de comunicación como un acuerdo ambicioso e histórico, la realidad es que el documento a que dio resultado no es más que una declaración de intenciones que confirma el objetivo ya establecido en la cumbre de Copenhague en 2009: mantener la subida de temperatura este siglo a no más de dos grados por encima de la temperatura alcanzada en la época preindustrial. Con la presión de los países más amenazados, el acuerdo de París añade una esperanza para mantener la subida por debajo de 1,5º C, un objetivo que ya se planteó en la Cumbre de Cancún en 2010.

Es sin duda importante lograr unanimidad en estos objetivos: confirma que está perdiendo fuerza la influencia de quienes niegan el cambio climático, y que el impacto del movimiento por el clima está creciendo. Pero el acuerdo no establece el compromiso de una fecha determinada para reducir las emisiones globales, ni una tasa de declive anual, ni una fecha en la que la humanidad dejará de emplear las reservas de petróleo. En estos puntos clave nos tenemos que contentar con una afirmación extremadamente vaga: “las Partes tienen como objetivo llegar a un acuerdo definitivo sobre las emisiones de gas invernadero tan pronto como sea posible, reconociendo que este acuerdo tardará más tiempo para los países en vías de desarrollo, y llevar a cabo rápidas reducciones a partir de entonces de acuerdo con los mejores avances científicos disponibles, para lograr un balance entre conservar y aumentar, según corresponda, los sumideros y las reservas de gases de efecto invernadero en la segunda mitad de este siglo «(Artículo 4)/1.

El acuerdo no dice cómo debería distribuirse el esfuerzo entre distintos países con responsabilidades históricas y capacidades diferentes, tal y como requiere La Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, adoptada en 1992/2. Recordemos que la Cumbre de Copenhague fracasó precisamente en este punto, y se cerró con la visión de los países del sur de que los países de norte no estaban cumpliendo con sus obligaciones. En París, el problema fue eludido con sutil elegancia, reafirmando simplemente los principios generales de la Convención Marco de Naciones Unidas, sin explicitar si los programas actuales de cada país para la estabilización del clima son consistentes con esos principios.

El vaso está un 80 % vacío

En la jerga del COP21, dichos planes se conocen por el acrónimo INDCs (Contribuciones Previstas y Determinadas a nivel Nacional)/3. Pese a que algunas voces destacan el Acuerdo como histórico y ambicioso, en realidad estas “contribuciones previstas” no lo son en absoluto. Incluso si llegaran a implementarse en su totalidad, su efecto acumulado será entre 2,7 y 3,7° C de calentamiento al final del siglo/4. Esto sería unos 4 o 6 ºC menos que el aumento proyectado si las emisiones continúan en los niveles actuales, pero seguiría siendo aproximadamente el doble del objetivo marcado en el Acuerdo.

¿Significa esto que el vaso de París está medio lleno? No. El análisis realizado en Durban con el objetivo de ampliar horizontes en la lucha contra el calentamiento, ha comparado el impacto en el clima de las Contribuciones Previstas a Nivel Nacional con otros escenarios posibles que permitirían mantener el aumento por debajo de 2º C. El informe ejecutivo, remitido al Secretariado de la Convención Marco de Naciones Unidas con anterioridad a la COP21 es particularmente claro: los planes estatales representan sólo una quinta parte del esfuerzo necesario para producir un 66 % de probabilidades de mantener el aumento de temperatura por debajo de los 2º C. El vaso está un 80 % vacío.

El preámbulo al Acuerdo de París destaca “con seria preocupación la necesidad urgente de afrontar esta distancia significativa” entre los objetivos y lo hasta ahora logrado. Con ese fin, el acuerdo será revisado cada cinco años, pero no hay certidumbre, puesto que el resultado depende de la buena voluntad de cada país. Algunos expertos en materia jurídica creen que el texto es vinculante y que las partes están obligadas a actuar “de buena fe”/6, pero es difícil forzar la buena fe cuando no se prescriben sanciones y cuando no se define con claridad lo que podría constituir una vulneración, en un Acuerdo que, por otra parte, no especifica en ningún momento lo que cada país tiene obligación de hacer para alcanzar el objetivo de los 1,5º C-2º C.

La primera revisión del acuerdo se preparará en 2017 y se pondrá en marcha en 2023, tres años después de su implementación. Pero no hay fechas límite, especialmente no se especifica cuál será el año en que como máximo las emisiones globales deberían comenzar a disminuir si se quiere mantener el calentamiento por debajo de 2º C. Y esto es un asunto crucial. Profundizar da lugar a sospechas: bien el objetivo de mantener el calentamiento en un límite de 1,5º C-2º C es pura retórica, o bien hay un acuerdo entre bastidores sobre el despliegue masivo de técnicas de ingeniería climática no sujetas a debate público. Quien escribe estas líneas se inclina por la segunda opción.

Después de todo, ¿un asunto sin importancia?

El Cuarto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático decía que las emisiones globales tenían que empezar a descender en 2015 como muy tarde si se quiere tener al menos un 50 % de probabilidades de mantener la concentración atmosférica de gases invernadero entre 445 Y 490 partes por millón en volumen (ppmv) de dióxido de carbono equivalente (CO2e), lo que significaría un calentamiento medio de entre 2 y 2,4º C/7.

El Quinto informe dio unas proyecciones ligeramente diferentes, calculadas por región: para un 66 % de probabilidad de permanecer entre 430 y 482 partes por millón de dióxido de carbón equivalente, las emisiones debían llegar a su punto máximo en 2010 en los países de la OCDE, en 2014 en los países del antiguo Bloque Soviético, en 2015 en Latinoamérica, y en 2020 en África, Asia y Oriente Medio/8.

Sin embargo, el informe resumen del grupo ad hoc de Durban sobre las Contribuciones Previstas a Nivel Nacional dice que es posible permanecer por debajo de los 2º C incluso si las emisiones globales no llegan a su punto máximo hasta 2020, 2025 o incluso 2030.

Estas borrosas fechas límite dan la impresión de que la amenaza del calentamiento global no es tan seria después de todo, que las soluciones que podrían prevenir un desastre seguirán disponibles durante muchos años. ¿Es cierto esto? Y si no es así, ¿qué es lo que ha metido una idea tan peligrosa en sus cabezas?

Esta pregunta puede responderse fácilmente con el concepto “presupuesto de carbón por Xº C”. Es decir, la cantidad de gases invernadero, expresada en dióxido de carbono equivalente, que puede aún emitirse con una probabilidad Y de que la atmósfera no se calentará más de Xº C al final del siglo. Para un 66 % de probabilidad de que el calentamiento sea de 2º C o menor, el Quinto informe del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático dice que el presupuesto de emisiones entre 2011 y 2020 debe ser de 1000 gigatoneladas o menos/9. Al ritmo actual, ese presupuesto se agotará en unos quince años. Es por lo tanto más urgente que nunca reconocer que afrontamos una amenaza extremadamente seria.

Un reto enorme

El carbón, el petróleo y el gas natural, las fuentes principales de emisión de gases invernadero suman un 80 % de la oferta de energía. Además, la agroindustria y la silvicultura capitalista, que emplean ambas combustibles fósiles y emiten dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, reducen de manera significativa la capacidad del suelo de absorber el carbono. Así que es crucial desarrollar un plan comprehensivo que reduzca el consumo de energía, remplace los combustibles fósiles con otros renovables, y reestablezca una agricultura ecológica en el marco de un uso racional de la tierra. Después de llegar al punto máximo, la curva de las emisiones caerá hacia cero, incrementando la absorción de carbón por ecosistemas agrícolas y forestales.

¿Es esto aún posible? ¿Es posible respetar las 1000 gigatoneladas de presupuesto de carbono, cuando las acciones que eran necesarias se han retrasado 25 años al tiempo que las emisiones anuales han aumentado? En teoría, sí: si la reducción rápida de emisiones y una mejor absorción comienzan de manera inmediata. En primer lugar, de acuerdo con Kevin Anderson, director del prestigioso Centro de Investigación Tyndall sobre el Cambio Climático, las emisiones globales por sector deben reducirse al menos un 10 % anual, comenzando ahora/10.

El reto es inmenso. Considerando la cantidad de capital invertido en las reservas de combustible fósil, en los servicios de conversión, refinerías y distribución, así como en el sistema agro-forestal capitalista, es imposible lograr los objetivos señalados, respetando al mismo tiempo la permanente necesidad de beneficio, crecimiento, competición y propiedad privada que conlleva el capitalismo/11. Por el contrario, se necesitarán medidas radicalmente anti-capitalistas: poner fin a una producción derrochadora y dañina y a la obsolescencia planificada, hacer del reciclaje una obligación independientemente de su coste, poner fin al consumo ostentoso de los ricos, compartir recursos, expropiar a las grandes corporaciones financieras y energéticas, planificar para un modelo de desarrollo que reemplace la industria agrícola basada en el beneficio por la agricultura campesina, y más medidas de este tipo.

El sesgo ideológico de la investigación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.

Pese a las miles de páginas publicadas en formato de informe, el IPCC no afronta una cuestión fundamental: ni siquiera los economistas que desarrollan diversos escenarios climáticos piensan fuera de las leyes del mercado. La industria armamentística es un ejemplo muy concreto, pero llamativo: El Ministerio de Defensa norteamericano emite anualmente tanto dióxido de carbono como 160 millones de nigerianos, y su guerra contra Irak generó más más emisiones de CO2 entre 2003 y 2008 que cualquier otro país en una lista de 139/12. Pero en ningún escenario se considera la posibilidad de reducir la producción de armas o cualquier otra serie de bienes innecesarios y dañinos. El alcance de las soluciones posibles es limitado precisamente porque los investigadores ignoran tales opciones.

El Grupo de Trabajo III revela de manera explícita esta auto-censura ideológica en la sección quinta del informe del IPCC: “los modelos emplean la economía como base para la toma de decisiones… En este sentido, los escenarios tienen una descripción normativa de futuro, definida en ese marco de la economía. Los modelos presentados asumen así un funcionamiento estándar de los mercados y un comportamiento competitivo de mercado/13.

En este marco neoliberal, en el que “la economía” es vista como una ley natural, no sorprende que los científicos puedan dedicarse sólo a observar con impotencia mientras las proyecciones del aumento límite de temperatura en torno a 2º C se desvanecen. Tanto da que el IPCC publique veinte informes más sobre el cambio climático porque el marco neoliberal no deja espacio para una salida. Así que, en lugar de gritar “¡Fuera combustibles fósiles!, dejadlos en la tierra”, los científicos encargados de proyectar futuros escenarios, se doblegan ante los dictados del capital, buscando la manera de reducir las emisiones, mientras que el capital continua arrojándolas incesantemente.

Emisiones negativas, una solución improbable.

En estos momentos está emergiendo un nuevo campo de investigación: las Tecnologías de Emisiones Negativas, o TEN. Podemos mencionar aquí brevemente algunas de éstas. Las hay que tienen como objetivo desarrollar árboles artificiales que capturen CO2 del aire en resinas especiales, de las que puede separarse y almacenarse en las profundidades de la tierra. Otras proponen verter cal en los océanos: el CO2 reaccionaría a la cal formando carbonato cálcico (el principal componente de la piedra caliza), que caería en el océano, permitiendo al agua absorber una mayor cantidad de CO2 del aire. Otras proponen incluso quemar grandes cantidades de biomasa en atmósferas bajas en oxígeno (pirólisis) para producir carbón vegetal (llamado biochar en este contexto), que es rico en carbono y puede ser enterrado bajo tierra. Y aún otras sugieren la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECSS), que consiste en quemar biomasa en lugar de, o en combinación con, los combustibles fósiles, capturando el CO2 producido por la combustión y almacenándolo en formaciones geológicas profundas/14.

El Grupo III de Trabajo del IPCC informa de que estas tecnologías de emisiones negativas (también llamadas “Tecnologías de Eliminación del Dióxido de Carbono”) podrían favorecer una eliminación de 10Gt al año de la atmósfera en para el 2050, y quizás 40Gt al año hacia el final del siglo. Las empresas energéticas transnacionales están muy interesadas, y financian investigación en este campo por una buena razón: las “emisiones negativas” sirven de excusa como supuesta compensación a la falta de compromiso con el presupuesto de carbono para seguir quemando combustibles fósiles durante varias décadas/15.

No cabe duda de que estas son, en el mejor de los casos, pseudo-soluciones. Dos ejemplos ilustran hasta qué punto son un disparate:

 Transportar cal como para convertir una cantidad suficiente de CO2 oceánico en carbonato cálcico requeriría construir tantos barcos nuevos como hay en la flota mundial actual/16.

 Convertir el CO2 de la atmósfera en carbonato cálcico, empleando hidróxido de sodio en las depuradoras, supondría un gasto de inmensas cantidades de energía: eliminar el CO2 para almacenarlo requiere temperaturas de 900° C. El coste sería intolerable: 1300 torres depuradoras, cada una de 110 metros de diámetro y 120 metros de altura, apenas lograrían eliminar 0,36 gigatoneladas al año, es decir, menos de un uno por ciento de las emisiones globales/15.

Podrían describirse problemas similares que tienen las otras propuestas. ¡Y todo esto sólo por evitar prohibir a los lobbies petroleros de que sigan explotando las reservas! Es obvio el sinsentido de todo este montaje.

Por el camino equivocado

Exceder el presupuesto de carbono obviamente forma parte de los intereses del complejo financiero-energético en el corazón del capitalismo mundial, pero a la larga será mayor el coste para la humanidad en su conjunto, haciendo más difícil, si no imposible, estabilizar el clima mundial.

Es un escándalo que quienes están trazando proyecciones futuras hayan abandonado el antiguo supuesto de que la transición de modelo energético debe tener lugar, cuando en realidad sería la opción más económica. En cambio, la mayor parte de las proyecciones asumen que las emisiones excederán el presupuesto de carbono, y esto se compensará más adelante a través de las Tecnologías de Emisiones Negativas/17.

Es fácil criticar al IPCC, pero sólo está siguiendo su mandato, que consiste en producir informes que resuman la investigación científica publicada. La mayor parte de ésta se apoya en proyecciones basadas en Tecnologías de Emisiones Negativas, por las que las propuestas de “mitigar” el cambio climático se ven profundamente afectadas (o más bien, contaminadas). Lo peor de todo es la creencia de que puede retrasarse el año en que las emisiones deberían llegar a su límite máximo mientras exista (¡sobre el papel!) la hipotética posibilidad de que ese límite traspasado, al seguir extrayendo combustibles durante 20 o 30 años, podrá reponerse en la segunda mitad de siglo.

Acumular activos de combustibles fósiles

Aquí nos encontramos hoy en día. Kevin Anderson señala que la base de datos del Quinto Informe del IPCC contiene unos 113 hipotéticos escenarios de mitigación del cambio climático en los que hay un 66 % de probabilidad de mantenerse por debajo de los 2º C. Pero de estos, 107 (el 95 %) asumen un desarrollo masivo de Tecnologías de Emisiones Negativas. Según los 6 restantes, la fecha límite para las emisiones debería ser no más tarde de… ¡2010! Así pues las afirmaciones de la Cumbre de París ocultan esta preocupante realidad: no estamos en el buen camino para mantener el calentamiento por debajo del 1,5º C.

Estamos muy alejados del camino por ahora, y podría ser que nos alejáramos aún más en el futuro. De la misma manera que el gusto por la comida crea apetito de más, el uso (y abuso) de la fantasía de las Tecnologías de Emisiones Negativas para ocultar un pequeño desfase en el presupuesto de carbono podría acabar facilitando que los desfases respecto a los límites marcados sean cada vez mayores. Un estudio de principios de 2015 señalaba que sería técnicamente posible eliminar entre 700 y 1350 gigatoneladas de CO2 de la atmósfera en torno al 2100 a través del empleo masivo de Tecnologías de Emisiones Negativas. Pero en ese cálculo se ampliaría el presupuesto de carbono entre un 70 y un 140 % o más/18. Los autores del estudio concluían afirmando que “el empleo de Tecnologías de Emisiones Negativas a gran escala, incluso si fuera posible, no es en absoluto preferible a una descarbonización a tiempo de los sistemas de agricultura y energía”. Ya solo el coste del empleo de las TEN sería prohibitivo. Pero nada de esto hará parar a los directivos del capital petrolífero de ver estos cálculos como una forma de mantener la burbuja de carbono y acumular así activos de los combustibles fósiles. Sólo necesitan tener secuestrado el planeta, forzar a la sociedad a pagar el enorme coste de las tecnologías de ingeniería climática, las cuales serán la única vía para evitar un desastre aún mayor si no se lleva a cabo ninguna medida urgente. De esta manera, ellos pueden continuar explotando las reservas de combustible, al menos por un tiempo/19.

Esto es pura especulación, por ahora. Pero llama la atención que cuando se trata de la deuda pública y se nos dice que sólo puede pagarse a los acreedores mediante medidas de extrema austeridad, la pseudo ciencia económica insiste en que el balance de presupuestos es esencial; sin embargo, cuando esos mismos acreedores pueden beneficiarse del déficit del presupuesto de carbono, entonces, curiosamente no hay la más mínima sugerencia sobre la necesidad de mantener el balance. Todo lo contrario: cualquier medio disponible para aumentar el déficit es adecuado, de manera que la sociedad, las futuras generaciones y los sistemas ecológicos pagarán la deuda.

Retrasar las evaluaciones.

Este análisis clarifica el contenido de la Cumbre de París. Puede que a los participantes del acuerdo les dé igual si se puede reducir en su totalidad o en parte la disparidad entre las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional y lo estimado para mantener el objetivo de 1,5 y 2º C. Pero lo más probable es que sí les importe (a los más inteligentes sin duda alguna les preocupa), porque un calentamiento excesivo podría hacer incontrolable todo su sistema/20. Sin embargo, en el marco capitalista las Tecnologías de Emisiones Negativas parecen ofrecer la única salida posible.

La ingeniería climática es el fantasma que recorre el texto aprobado en París y que le da sentido/21.Si no, ¿para qué mencionar los límites máximos de emisiones, los índices de reducción, la posibilidad de descarbonización? A partir de ahora, todos estos conceptos dependen del potencial de las TEN, las cuales los encaminarán en alguna fecha futura. El hecho de que el Acuerdo no mencione un modelo de transición energética no es un lamentable lapsus en lo que constituye un texto relativamente bueno, sino una prueba por omisión de que las partes del acuerdo han elegido apostar por la ingeniería climática en lugar de hacer frente al capital de los combustibles fósiles.

Bioenergía con Captura y Almacenamiento de Carbono, una alternativa infernal.

Entre las Tecnologías de Emisiones Negativas hay una particularmente destacada: la BECCS, el uso masivo de biomasa como fuente de energía. Es el sector energético menos costoso, porque no requiere grandes cambios sistémicos y es adecuado para la producción de energía eléctrica, biogás y petróleo. A diferencia de los árboles sintéticos, la BECCS no sólo elimina CO2 del aire, sino que además da algo que las energéticas pueden vender. El IPCC cita estudios que sugieren 3 gigatoneladas al año como una cantidad “realista” de carbono que la BECCS podría eliminar de la atmósfera en 2050, a un precio aceptable, y que, por lo tanto, es una tecnología potencialmente económica. El grupo de Trabajo III dedica también docenas de páginas a las incertidumbres y riesgos de las técnicas de captura geológica en general, y del BECCS en particular/22. Sin embargo, cuando las decisiones ya se han tomado, sólo se necesita “que los mercados funcionen a pleno rendimiento” y un “comportamiento competitivo de mercado”. Así que el resumen ejecutivo del informe del Grupo de Expertos de Durban sobre las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional ni siquiera se toma la molestia de mencionar los riesgos que describe el IPCC en relación al uso de estas tecnologías.

Y, sin embargo, los riesgos son considerables. Riesgos para la biodiversidad, que se pone en peligro por estos proyectos de bioenergía. Riesgos para comunidades rurales y pueblos indígenas, que afrontan nuevas presiones para apropiarse de sus tierras. Riesgos para los asalariados y los pobres, porque la competición entre los cultivos energéticos y los cultivos de alimento harán subir los precios de estos últimos. Riesgos para los asalariados de sectores que emitan gases de efecto invernadero, porque se verá afectada la rentabilidad de esas industrias. Riesgos para las mujeres, situadas en los frentes de batalla de tantos conflictos socio-ecológicos, las cuales producen cerca del 80% de la producción mundial de alimentos.

Un artículo reciente señala algunas de las consecuencias de la competición entre los cultivos energéticos y los de alimento/23. Los autores señalan que emplear BECSS para eliminar 3 gigatonenadas de carbono al año de la atmósfera requeriría establecer plantaciones industriales que cubrieran entre un 7 y un 25 % de la tierra de uso agrícola (entre un 25 y un 46 % de la tierra arable y cultivable). El agua es otra de las preocupaciones: el proyecto aumentaría el uso humano de agua potable en torno a un 3 %. Si las plantaciones se establecieran en tierra de secano, el objetivo de las 3 gigatoneladas podría lograrse solo aumentando un 40 % del consumo de agua en esa área.

¿Comer o salvar el clima?

No hace falta que repita lo que la mayor parte de quienes leen estas líneas ya conocen en relación a los riesgos de la energía nuclear. Y sabemos de los riesgos y las incertidumbres que la captura y almacenaje de CO2 suponen en general: la imposibilidad de garantizar almacenaje a largo plazo, y el riesgo significativo de terremotos causados por el almacenaje bajo tierra/24.

Por si estas amenazas no fueran suficientes, los aprendices de brujo del crecimiento capitalista añaden otra: la competición entre las necesidades alimenticias de la población mundial, y el deseo de proteger los beneficios de la industria eliminando una pequeña parte del CO2 del aire. Todo ello con la excusa de que no hay otra forma de salvar el clima.

La “burbuja de carbono” es tan grande que necesitan movilizarse todos los ecosistemas para desinflarla. Ello significa que toda la tierra (de uso agrícola o no), los bosques y el agua del planeta tienen que subordinarse a ese objetivo, a través de un sistema de pago por los “servicios medioambientales”, tal como REDD+, un plan ya en marcha para los bosques. La subordinación de los ecosistemas a los objetivos de beneficio del uso de combustibles fósiles necesita también la subordinación de los seres humanos que viven en esos espacios.

Que una alternativa tan perversa se envuelva bajo el manto de “ciencia” dice mucho de la profundidad de las “aguas heladas del cálculo egoísta” (Marx) en las que nos ha sumergido la sociedad de mercado, y de la decadencia de la investigación científica, cada vez más fragmentada en hiperespecializaciones que sirven a los intereses cortoplacistas del capital.

No hay tiempo que perder

Hay otra vía, un camino basado en la visión de un sistema energético en su conjunto, incluyendo no sólo la producción de calor, luz y movimiento a través de la tecnología, sino también la conversión de la energía lumínica en energía química a través de las plantas (de la agricultura en un sentido amplio) y del consumo humano de esa energía.

Si no queremos resignarnos a soluciones salvajes, el sistema del que dependen nueve millones de seres humanos puede lograr un equilibrio a través de un cambio fundamental en el modo de producción, consumo y transporte. Un cambio comprehensivo que involucre todas las áreas de la actividad humana. Un cambio en el que la agricultura biológica y una silvicultura verdaderamente sostenible jueguen un papel estratégico, porque son los únicos proyectos aceptables de ingeniería climática: naturales, libres de riesgos y democráticamente controlados. Un cambio social en el que la cosmogonía de los pueblos indígenas es una preciosa arma frente a la ideología productivista. Un cambio revolucionario en el que la clase obrera, pese a todas las dificultades, tiene que jugar un papel fundamental por su lugar en la economía.

Los movimientos sociales tienen que sacar las conclusiones necesarias. Un camino socialmente justo para salvar el clima necesita la convergencia de las luchas de todos los pueblos oprimidos y explotados. Debemos declarar un estado de emergencia (¡radicalmente diferente del que usó el gobierno francés para encerrarnos en los acuerdos sobre el clima!) para planificar una acción colectiva que cambie el equilibrio de poder. Aún es posible escapar de la trampa, evitar ese momento terrorífico en que la humanidad no tenga otra alternativa que poner el termostato climático en manos de las multinacionales que controlan las Tecnologías de Emisiones Negativas. Pero no hay tiempo que perder.

25/01/2016

http://climateandcapitalism.com/201…

Daniel Tanuro autor de El imposible capitalismo verde (Libros VIENTO SUR-La Oveja Rojas, 2011).

Traducción: VIENTO SUR

Notas:

(Los links largos han sido abreviados)

1/ http://unfccc.int/resource/docs/201…

2/ http://unfccc.int/resource/docs/con…

3/ Las INDCs están publicadas en la página de UNFCCC. http://goo.gl/eB8O4i

4/ Las previsiones varían porque no todas las INDCs están calculadas sobre el mismo tipo de datos, y porque las acciones que puedan llevar a cabo algunos países del Sur frente al cambio climático y sus efectos dependen de la ayuda que les proporcionen los países desarrollados. El World Resources Institute ha analizado las diferencias. http://goo.gl/3kaA7E

5/ UNFCCC Durban Platform for Enhanced Action, “Synthesis report on the aggregate effect of the Intended Nationally Determined contributions” http://unfccc.int/resource/docs/201…

6/ “L’accord obtenu à la COP21 est-il vraiment juridiquement contraignant?” Le Monde, December 14, 2015.http://goo.gl/GUcVQm

7/ IPCC AR4, 2007. Contribution of Working Group III to the 2007 Report, Technical Summary, Stabilization scenarios, Table TS.2. https://goo.gl/67HK75 En el Quinto Informe, el IPCC decidió que era más adecuado proyectar temperaturas para el final de siglo, en lugar del punto de quilibrio en mil años.

8/ IPCC AR5, WGIII, Chapter 6, Table 6.4. https://www.ipcc.ch/report/ar5/wg3/

9/ IPCC AR5, WGI, section 12.5.4.2. https://www.ipcc.ch/report/ar5/wg1/ El término “presupuesto de carbono” indica en sí mismo la contaminación neoliberal del debate sobre el clima, especialmente al desdibujar la diferencia fundamental entre las leyes físicas del sistema climático y las “leyes” sociales del sistema capitalista.

10/ Kevin Anderson, “Duality in Climate Science,” Nature Geoscience, October 2015. http://goo.gl/0sSb2j

11/ Para salvar el clima, 1) las compañías petrolíferas, de gas y de carbón deberían abandonar cuatro quintos de sus reservas de combustible fósil, que son parte de sus activos y determinan el valor de sus acciones; y, 2) la mayor parte del sistema energético mundial (cerca de un quinto del PIB mundial) tiene que abandonarse antes de ser amortizado. “Carbon Bubble,” http://goo.gl/1gbHoR; World Economic and Social Survey, 2011. 53. http://goo.gl/KfGbDP

12/ Sohbet Karbuz, “How Much Energy Does The U.S. Military Consume?”http://www.dailyenergyreport.com/ho…. A Climate of War. The War in Iraq and Global Warming, Nikki Reisch and Steve Kretzmann, 2008. http://goo.gl/L9JA0d

13/ IPCC AR5, WGIII, Chapter 6, 6.2.1.

14/ Para una visión parcial de las TEN, see Niall R McGlashan et al., Negative Emissions Technologies, Grantham Institute for Climate Change Briefing paper No. 8: October 2012,https://goo.gl/GIDXJr. Para una evaluación de las mismas, Daniel Tanuro, “Les ‘tecnologies à émissions négatives’: noveau mirage, nouvelle menaces”. Contretemps, January 11, 2016.http://goo.gl/LJck0D

15/ Un ejemplo entre otros: El Proyecto Global Climate and Energy de la Universidad de Stanford, financiado por DuPont, ExxonMobil, General Electric, Schlumberger, Toyota y el Bank of America organizaron un seminario internacional sobre BECCS en 2012. https://goo.gl/m3frpF

16/ Paul Fennel, “Modelling and Potential of Negative Emissions Technologies, including Biomass-Enhanced CCS (BECCS).” Ponencia del seminario GCEP, junio 2012. https://goo.gl/Ezc39P.

17/ IPCC AR5, WGIII, Chap. 6 6.1.2.1. En la mayor parte de los escenarios, la energía nuclear, la captura y almacenaje, y las renovables forman la solución de “combinación energética”. Las emisiones de hidrocarburos se reducen, pero no se reemplazan en su totalidad: incluso continúan aumentando en algunos sectores, como el transporte.

18/ Ben Caldecott et al., Stranded Assets and Negative Carbon Emissions Technologies, University of Oxford Stranded Assets Program Working Paper, February 2015. http://goo.gl/CVCl7z

19/ El hecho de que las multinacionales energéticas estén esperando que los gobiernos inviertan en proyectos piloto de captura y almacenaje de carbono parece confirmar que esta estrategia con la que nos tienen secuestrados está ya en marcha. El Global CCS Institute (un lobby formado por las compañías petrolíferas, instituciones públicas y centros de investigación) se queja amargamente de que la crisis del 2008 haya traído un parón en este tipo de inversiones. Closing the Gap on Climate. Why CCS is a vital portion of the solution, December 2015. http://goo.gl/UJ3dnz

20/ En 2012 el Banco Mundial declaró que “tenemos que evitar un calentamiento mundial de 4 grados.” Para algunos líderes capitalistas parece que un aumento de la temperatura de 2-3ºC es “manejable”, pero un aumento de 3-4ºC no. Para ellos, el reto no es salvar el clima, sino salvar el capitalismo.http://goo.gl/rEoD3X

21/ La Royal Society define la ingeniería climática como: “la intervención deliberada a gran escala en el sistema climático de la tierra con el fin de moderar el cambio climático.” Citado por Claire Gough y Paul Upham en “Biomass energy with carbon capture and storage (BECCS): a review”, Tyndall Centre for Climate Change Research, Working Paper 147, December 2010, 6. http://goo.gl/g5tTzv

22/ IPCC AR5, WGIII, Chapter 11, 11.13.

23/ Pete Smith et al., “Biophysical and Economic Limits to Negative CO2 emissions,” Nature Climate Change, December 7, 2015. http://goo.gl/NDpbV5

24/ Parece cierto que un terremoto de magnitud 4,4 en la escala de Richter en British Columbia fue causado por la práctica de fracturación hidráulica, o fracking, de gas pizarra. http://goo.gl/qyKzWB. Sobre el riesgo de accidentes sísmicos inducidos por CCS y las resultantes fugas de CO2, ver http://goo.gl/JZwUFl

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Un plus para el liceo (II)

Aurora Lacueva

Toda política que proteja a la familia en áreas como empleo, vivienda, alimentación y salud contribuye a mantener a las y los adolescentes en las aulas. Pero también el liceo o la escuela técnica necesitan cambiar. Centrándonos hoy en el liceo, podemos darnos cuenta de que una institución monótona, desvinculada de los grandes temas vitales y, por el contrario, atrapada en un acartonado academicismo y una disciplina autoritaria o de indiferente “dejar-hacer” no ayuda a retener a sus estudiantes. Y no ofrece la educación estimulante y profunda que ellas y ellos requieren.

En ese sentido, resulta valioso el enfoque del cambio curricular oficial para el nivel, actualmente en ensayo en cerca de setenta planteles. La idea es alejarse de la simple transmisión de contenidos disciplinarios aislados y, por el contrario, alentar la conexión de las diferentes disciplinas entre sí y con la palpitante vida fuera de las aulas, moviéndose desde lo planetario hasta lo local y lo personal. Además, se plantea ofrecer a las y los jóvenes otras actividades más allá de sus clases, creando un liceo donde se puedan (¡y se quieran!) pasar muchas horas: en clases dinámicas, de investigación y producción, pero también haciendo deporte, integrando un grupo ecologistao formando parte de un taller de teatro, etcétera.

Esta propuesta afronta dos grandes obstáculos. Uno es económico: un liceo con más horas de actividades, que además sean diversificadas, es más costoso. En lo inmediato, seguramente deberá empezarse con opciones más restringidas y menor carga horaria total, apuntando a alcanzar lo deseado conforme la economía mejore. Otro obstáculo es pedagógico: no es sencillo pasar de la enseñanza tradicional a la que se plantea, ni aún para quienes tienen que hacer los planes de estudios. Tales planes han de elaborarse sin prisas y con mucha dedicación. Y tanto profesores como estudiantes necesitan más materiales de apoyo. Así, se impone la progresividad. Por cierto, entre las posibilidades “más allá del salón de clase” puede interesar a muchos jóvenes de Cuarto y Quinto Año la oportunidad de capacitarse para el trabajo: acuerdos con el INCES podrían abrir esta opción, tocando campos de interés según la localidad. (lacuevat@hotmail.com).

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Monopolio o competencia capitalistas: ¿qué es peor?

Por Michael Roberts

En un artículo reciente, Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial, ganador del premio Nobel de Economía y ahora asesor del Partido Laborista británico, considera que estamos en una nueva era de monopolio y que esta es una de la principales causas de la desigualdad extrema del ingreso y la riqueza, la ineficiencia y […]

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En un artículo reciente, Joseph Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial, ganador del premio Nobel de Economía y ahora asesor del Partido Laborista británico, considera que estamos en una nueva era de monopolio y que esta es una de la principales causas de la desigualdad extrema del ingreso y la riqueza, la ineficiencia y el bajo crecimiento de la productividad y el estancamiento general de las principales economías.

Stiglitz sostiene que las escuelas clásica y neoclásica de economía asumen que  en los ”mercados competitivos” todas las empresas están al mismo nivel a la hora de competir. Esto significa que los propietarios del capital ganan beneficios según  su contribución al aumento de la producción, su “producto marginal”.

Esta visión optimista es descartada por Stiglitz. En realidad, lo que determina quién recibe qué en la sociedad depende del “poder”. Las grandes empresas pueden imponer los precios en los mercados a las empresas pequeñas y pueden dictar los salarios de la mano de obra cuando esta no tiene poder de negociación colectiva (los sindicatos). Este “monopolio” (sobre los mercados de las materias primas y la mano de obra) es lo que está arruinando el capitalismo, sostiene Stiglitz.

Evidentemente, hay más de un elemento de verdad en esta perspectiva del capitalismo. La correlación de fuerzas en la lucha entre el capital y el trabajo determina la proporción del ingreso que recibe el trabajo entre beneficios y salarios. Y también es cierto que las grandes empresas a menudo pueden fijar los precios y el acceso al mercado para ganar la parte del león de las ventas y los beneficios.

De hecho, Marx predijo hace más de 160 años que la lucha competitiva por los beneficios entre los capitales y las crisis recurrentes en la producción conducirían a una mayor concentración del capital en manos de unos pocos y a la centralización del capital en los sectores financieros, íntimamente conectados con el estado.

Stiglitz cita un informe muy reciente de la concentración del mercado en los EE.UU. realizado por el gobierno de Estados Unidos. El informe encontró que en la mayoría de las industrias, de acuerdo con la CEA, los datos muestran grandes – y en algunos casos, dramáticos – aumentos en la concentración del mercado. La cuota de mercado de los depósitos de los 10 grandes bancos, por ejemplo, aumentó del 20% al 50% en tan sólo 30 años, de 1980 y 2010.

Stiglitz concluye que “los mercados actuales se caracterizan por la persistencia de elevadas ganancias monopolistas“. En consecuencia, Stiglitz hace un llamamiento a la “intervención del gobierno” para reducir el poder de los monopolios y, presumiblemente, crear un entorno de mayor competencia para que haya “más eficiencia y prosperidad compartida”. Pero esto plantea la pregunta: ¿es el “capitalismo competitivo” más propensos a ofrecer un mejor crecimiento económico, una mayor productividad de la fuerza de trabajo (eficiencia) y una menor desigualdad que el “capitalismo monopolista”?

La respuesta a la pregunta está parcialmente resuelta señalando el espejismo de que alguna hubiera un gran ‘capitalismo competitivo” que creciese rápidamente y sin crisis y  distribuyese los ingresos y la riqueza de una “manera más justa”. El capitalismo se convirtió en el modo de producción dominante a nivel mundial llevando consigo las “imperfecciones” de los monopolios, el apoyo del Estado y la represión de la fuerza de los trabajadores. Nunca hubo una igualdad de condiciones y, a nivel mundial, a pesar de la lucha competitiva por los mercados, continua habiendo diferentes niveles de monopolio o poder imperialista.

Pero el otro lado contradictorio de la respuesta a la pregunta es que la competencia no ha desaparecido. Stiglitz rechaza la opinión de Joseph Schumpeter de que los monopolios son finalmente socavados por nuevos competidores con nuevas tecnologías o nuevos productos y mercados. Sin embargo, como demostró Marx, el desarrollo de las plusvalías “monopolistas” son un incentivo para atraer la inversión de nuevos capitales (si se puede superar las tarifas, la escala y otras barreras del monopolista). Y esto sucede todo el tiempo: desde los editores hasta Amazon; desde  la industria británica en el siglo XIX hasta la industria alemana y estadounidense en el XX; pasando por la fabricación industrial en China en el siglo XXI.

Después de todo, el poder monopolista es en realidad oligopólico (unas pocas grandes empresas) y los oligopolios pueden desarrollar una fuerte competencia entre si, nacional e internacionalmente. La verdadera causa de la desigualdad no es monopolio, sino el aumento de la explotación del trabajo por el gran capital desde los años 1980 para intentar revertir la caída y baja rentabilidad experimentada en la década de 1970. Y la causa real del ‘estancamiento’ y el bajo crecimiento de la productividad no son los monopolios, sino la falta de inversión, no sólo por los “grandes monopolios”,  sino también por las capitales más pequeños que sufren la baja rentabilidad y acumulan grandes deudas. En otras palabras, los monopolios no son un problema en sí, sino la debilidad del modo de producción capitalista, en la que la inversión y la creación de empleo tienen lugar únicamente con fines de lucro.

Stiglitz ignora este hecho. Como resultado, su solución es la intervención del gobierno para reducir la desigualdad y crear una situación de “igualdad de oportunidades” que favorezca la “competencia” entre las empresas capitalistas. Pero es utópica (no se puede dar marcha atrás en la historia del capitalismo) e inviable (No lograría una mayor igualdad ni mejor crecimiento).

Irónicamente, hay otro estudio que Stiglitz no recoge que demuestra que el aumento de la desigualdad en Estados Unidos coincide con el declive de las grandes empresas que solían emplear a cientos de miles o incluso millones de trabajadores y su sustitución por empresas mucho más pequeñas. La parte de los grandes empleadores en el empleo total se ha reducido de forma inversa al aumento de la desigualdad en el ingreso en Estados Unidos. Este estudio demuestra que ha sido la disminución del poder de la mano de obra a través de la subcontratación y la globalización la que ha hecho crecer la desigualdad en los ingresos.

La división “interna” del empleo de la gran empresa (fordista) en pequeños contratistas es la característica clave del mundo “monopolista” de Stiglitz. En otras palabras, lo que los trabajadores necesitan en América no es la ruptura de los monopolios para crear pequeñas empresas que compitan entre si, sino sindicatos. El poder de monopolio que de verdad importa es el del capital sobre el trabajo.

Un nuevo informe esta semana del Centro de Estudios Laborales de la Universidad de California en Berkeley, señala que un tercio de los trabajadores de producción –  los que trabajan en las cadenas de producción y en ocupaciones afines – ganan tan poco que sus familias reciben algún tipo de asistencia pública, como cupones de alimentos o subvenciones de inserción social. Muchos de esos trabajadoresson temporales, y representan una parte creciente del empleo en las fábricas. El salario medio de un trabajador industrial, de acuerdo con datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, era 16.14 dólares a la hora en 2015, por debajo de los 17.40 a la hora promedio de todos los trabajadores

El trabajador promedio de la producción manufacturera en Michigan gana 20.80 dólares la hora, frente a los 18,86 en Carolina del Sur, de acuerdo con datos de la Oficina de Estadísticas Laborales. ¿Por qué los trabajadores de las fábricas de Michigan ganan más? En una palabra: sindicatos. El medio oeste era, al menos hasta hace poco, un bastión de los sindicatos. Los estados del sur, por el contrario, no reconocen en su mayoría la obligatoriedad de la “negociación colectiva”, y los sindicatos nunca han desarrollado una base de apoyo fuerte. Los sindicatos del sector privado han perdido fuerza en general, pero siguen siendo más fuertes en la región central que en la mayoría de las otras partes de EE UU. En Michigan, el 23 por ciento de los trabajadores industriales de producción eran miembros de sindicatos en 2015; en Carolina del Sur, menos del 2 por ciento.

Los sindicatos también ayudan a explicar por qué la clase media goza de mejor salud en el medio oeste que en el sureste, donde los trabajos industriales han crecido rápidamente en las últimas décadas. Un nuevo análisis del Centro de Investigación Pew esta semana exploró el estado de la clase media en diferentes partes del país, examinado la proporción de hogares que ganan entre dos tercios y el doble de la renta media nacional, después de igualar el coste de vida local . En muchas ciudades del medio oeste, el 60 por ciento o más de los hogares son considerados de ” ingresos medios” según esta definición; en algunas ciudades del sur, incluso las que tienen grandes industrias, los hogares de ingresos medios son una minoría.

El poder del capital sobre el trabajo ha hecho que tras la Gran Recesión millones de hogares en EE UU estén en peligro de caer en la pobreza absoluta. Una encuesta de la Reserva Federal señala que el 47% de los estadounidenses no sería capaz de hacer frente a gastos inesperados de más de 400 dólares sin pedir prestado o vender algo. El índice del Empleo Decente de Gallup mide el porcentaje de la población adulta que trabaja 30 horas a la semana por un sueldo fijo. Se situó en el 45,1%. En los EE.UU., el 62,8% de la población civil fuera del sector público participa en la fuerza de trabajo, y el 5% está en paro, mientras que Gallup nos dice que solamente el 45,1% tiene lo que se considera un “buen trabajo”. No se trata de bases de datos directamente comparables, sino de una estimación aproximada que sugiere que tal vez una quinta parte de la población activa está desempleada o tienen empleos menos-que-buenos.

Las personas que pierden sus puestos de trabajo en una recesión experimentan una variedad de efectos a largo plazo. Sus nuevos puestos de trabajo a menudo a menudo suponen sueldos más bajos y tardan años hasta que recuperan el nivel de los salarios más altos anteriores. Estas personas tienen menos probabilidades de poseer una casa; experimentan más problemas psicológicos; y sus hijos tienen peores resultados en la escuela. Es lo que se llama las ‘cicatrices salariales’.

Cerca de 40 millones de estadounidenses perdieron sus empleos en la recesión de 2007-2009. Sólo uno de cada cuatro trabajadores despedidos consiguen volver a los niveles previos de sueldo anteriores después de cinco años, según  el economista Till von Wachter, de la Universidad de California en Los Ángeles. La brecha salarial persiste, incluso décadas más tarde, entre los trabajadores que experimentaron un período de desempleo y trabajadores similares que no fueron despedidos. Las personas que han perdido un empleo durante las recesiones ganan un 15-20% menos que sus pares no despedidos después de 10 o 20 años. Y esas personas llegan a la edad de jubilación con pocos o ningún ahorro. Tienen que seguir trabajando o se ven obligados a vivir frugalmente.

El informe de empleo de abril mostró una tasa de desempleo del 16% entre los adolescentes de 16-19 años de edad. Esta muestra incluye sólo a aquellos que estaban buscando activamente empleo, que no son estudiantes a tiempo completo. Han abandonado la enseñanza, o quieren trabajar mientras estudian. Y está la tasa de mortalidad sorprendentemente mayor entre los blancos de mediana edad en EE UU. Esa tasa es el resultado directo del aumento de los suicidios y el abuso de drogas y alcohol – todo ello parte del proceso de depresión psicológica. Durante la última década, los hispanos mueren a un ritmo más lento. Las personas negras, también; incluso los blancos en otros países.

(Cuadro Las tasas de mortalidad, 45-54 años)

Sí, el poder de los monopolios (con más precisión, de los oligopolios) se ha incrementado en los últimos 150 años desde que Marx pronosticara que el modo de producción capitalista conduciría a un aumento de la concentración y centralización del capital. Y eso demuestra que el capitalismo se encuentra en su última etapa de desarrollo y que, por lo tanto, debe ser sustituido por un “monopolio social”. Pero eso también significa que la vuelta atrás a una competencia regulada por el gobierno, como sugiere Stiglitz, no funcionaría; tanto para relanzar la capacidad de crecimiento capitalista como para reducir la desigualdad.

Este daño permanente a la vida de millones de personas en Estados Unidos, una de las economías capitalistas más ricas del mundo y la “tierra de la libertad” no es consecuencia de los monopolios, sino del fracaso del capitalismo para producir suficientes productos y servicios que la gente necesitan , de forma asequible. Sí, una élite de ricachones preside sus enormes empresas y bancos y ‘ganan’ enormes salarios y primas y los gestores de los fondos buitres y los banqueros cosechan grandes ganancias de capital. Pero la gran mayoría de los estadounidenses no llega a fin de mes, a causa del “capitalismo competitivo” y su fracaso.

Fuente: https://thenextrecession.wordpress.com/2016/05/17/monopoly-or-competition-which-is-worse/

Traducción: G. Buster

Fuente de la imagen: http://www.periodicodelbiencomun.com/wp-content/uploads/2015/10/capitalismo-y-patentes.jpg

Fecha de Publicación  en OVE: 23 Mayo 2016

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