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Sin educación ni salud, ¿qué recogemos?

Europa/13 de Junio de 2016/El País

Por: Alberto Virella Gomes

Atender los sistemas educativos y de salud, evitar la malnutrición y el hambre, garantizar el acceso al agua potable son objetivos vinculados a las necesidades más básicas, a derechos humanos elementales y, a pesar de ello, parece redundante, por no decir inútil, insistir en que no se hace lo suficiente al respecto.

Por doquier en Europa, éstas no son las prioridades que se exponen públicamente cuando los focos se dirigen a los países más pobres y desafortunados. Ahora se dice, ya sin pudor alguno, que somos los europeos quienes nos encontramos amenazados por ellos, pues debemos enfrentarnos a oleadas migratorias, al fanatismo, al terrorismo yihadista, a la barbarie más virulenta e irracional. Como si todo ello no lo padecieran los pueblos más indefensos en mayor medida.

Gobiernos y centros de reflexión se concentran en esas amenazas y se articulan mecanismos para contrarrestarlas. Pero, ¿habrá alguna contención duradera si no se aumenta la inversión en educación, salud y, en fin, en justicia social en dichos países?. Cuando los sistemas públicos abandonan estos sectores las consecuencias son mucho más amplias que las consideradas habitualmente.

Por un lado, otros actores ocupan el vacío dejado por los Estados y la cooperación occidental. En África del norte, en la franja saheliana y cada vez más hacia el sur y al este del continente, la financiación procedente de países del Golfo Pérsico, iniciada en los años ochenta, atiende, a través de ONG, de entidades religiosas o de fondos institucionales, parte de la demanda de la población. A cambio, se transmiten valores y arraigan prácticas en muchos casos ajenas, hasta entonces, a las culturas y tradiciones religiosas locales. Esas nuevas ideas contrastan asimismo con principios heredados de las metrópolis colonizadoras o defendidos por ellas en las últimas décadas, en relación con lo que debería ser una democracia o respecto a ciertos derechos fundamentales y a la igualdad de género. Sin olvidar que la limitada efectividad real de esos principios y derechos ha contribuido a que las poblaciones no se hayan apropiado de ellos, no los hayan defendido y lleguen a considerarlos instrumentos de dominación por parte de otros.

Cuando los Estados prestaban mayor atención a estas necesidades existía una red de solidaridad vertical o jerárquica

Cuando los Estados, aún en su modestia, prestaban mayor atención a estas necesidades existía una red de solidaridad vertical o jerárquica. Los Gobiernos financiaban y mantenían sencillas escuelas y básicos puestos de salud para una población relativamente poco numerosa. Al desaparecer estas redes, tomaron su lugar redes horizontales, para hacer frente a estas necesidades. Las actuales redes horizontales recuerdan mucho a las tradicionales de base cultural y comunitaria. Requieren un concepto muy extenso de familia pues cuantos más lazos se establezcan mayor es la posibilidad de que sumando esfuerzos y fracciones menores se puedan atender las principales carencias de sus miembros. Los efectos de esta solidaridad son positivos pero también se producen consecuencias que lo son menos.

Ese requisito de contar con una amplia red de individuos es un factor que incentiva la natalidad, para alcanzar un número elevado de hijos. Por otro lado, las redes horizontales exigen mucha inversión económica en ritos que confirman y consolidan los vínculos que las conforman: bautizos, iniciaciones, bodas, funerales, conmemoraciones de eventos relacionados con los orígenes de esa familia, etc. Cualquiera de sus miembros debe hacer lo posible por sufragarlos y quien pueda hacerlo en mayor medida dirigirá a este fin sus recursos económicos. Lo hará incluso cuando deba endeudarse para ello, si está en condiciones que lo permitan; o en detrimento de sus ahorros personales, previstos para una futura inversión de la que podría beneficiarse el ámbito familiar nuclear. Mediante estos y otros modos, las redes horizontales contribuyen al igualitarismo, al reparto de los recursos pero también impiden la acumulación de capital para que, individualmente, se supere ese estado de pobreza relativa. Dicho de otro modo, en estos estadios de desarrollo económico, cuando el estado garantiza ciertos servicios, libera a los individuos de cargas familiares e incentiva la iniciativa personal o, si se quiere, privada.

Muchas comunidades viven gracias al dinero que envían sus emigrantes.

Otro fenómeno que ilustra esto mismo es el destino de las remesas de los emigrantes. Un estudio del Banco Central de África Occidental publicado en 2015 sobre las remesas en los países francófonos de la subregión indica en qué las utilizan las familias. El 54,6% de lo que reciben se destina al consumo en el hogar familiar, 6,4% a gastos en educación y 3,4% a gastos sanitarios; a las ceremonias religiosas y celebraciones familiares, el 8,7%; el 15,8% se destina a inversión inmobiliaria y 5,5% a otras inversiones. Respecto a los gastos que hacen las familias, las remesas suponen el 40,4% del total de su consumo corriente, el 22,3% del total de sus gastos en educación y el 16,5% de sus gastos de inversión.

Estos porcentajes nos señalan que el consumo es el destino principal de las remesas. Muchas comunidades viven gracias al dinero que envían sus emigrantes. Viven, pero poco queda disponible para inversiones productivas, lo cual relativiza el potencial del concepto de «codesarrollo», mediante el cual los agentes de la cooperación internacional apoyan y complementan la contribución de los migrantes al desarrollo en origen. En consecuencia, mientras en estos países, en esas comunidades, no mejoren las condiciones de vida, las oportunidades de empleo y los servicios sociales públicos, la migración será una constante. Y se incrementará con el crecimiento demográfico.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/06/10/planeta_futuro/1465572751_539396.html

 

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Jari Lavonen: “En Finlandia, los docentes son los pilares del país”

Finlandia/19 de Junio de 2016/Educación 3.0

Entrevista a Jari Lavonen

Por: Ana Ayala

Para el decano de la Facultad de Educación en la Universidad de Helsinki (Finlandia) la educación académica de los profesores, su formación continuada y el fomento de su independencia de la autoridad central son claves en el sistema educativo finlandés. La participación activa de los padres y una metodología versátil hacen el resto.

En este país, los niños empiezan la escuela sobre los siete años, tienen menos horas de clase curricular comparado con otras naciones y no suelen hacer deberes en casa. Y es que según Jari Lavonen, “los niños de cuatro años lo que necesitan es jugar, no ir a la escuela”. La carrera de Magisterio en este país es una de las más exigentes: cada año se presentan 3.000 aspirantes, que quedan reducidos a unos 300 tras un par de evaluaciones. Después de las entrevistas, el número de estudiantes se queda en 120. Los futuros profesores, y también los que están en ejercicio, están constantemente formándose y cuentan con el reconocimiento de la sociedad, ya que son considerados pilares del país.

¿Cuáles son los principales pilares de la Educación en Finlandia?

Docentes preparados y un contexto educativo que les apoya en sus actividades diarias. Todos los maestros finlandeses tienen masters y están considerados como expertos académicos. Una importante característica del sistema educativo finlandés es su fuerte descentralización y la cultura de confianza, lo que significa que las autoridades educativas y los encargados de regular la educación a nivel nacional confían plenamente en los docentes. Ellos, junto con los directores, responsables y padres, saben cómo ofrecer la mejor educación a los niños y jóvenes en un determinado distrito. Las escuelas y los profesores han sido los responsables de preparar el currículo local, y elegir los materiales educativos y métodos de enseñanza desde principios de los 90, cuando terminó la inspección nacional de los materiales de aprendizaje.

Otra de las cuestiones es la igualdad de la educación finlandesa: todos los estudiantes tienen las mismas oportunidades de aprender. Por tanto, la educación es gratuita en todos los niveles, incluyendo los estudios universitarios. Y en el caso de Primaria, los libros, la comida y el cuidado de la salud son gratuitos para todos los estudiantes. El objetivo es integrar todo tipo de alumnos en la misma clase y prevenir el abandono escolar.

¿Sería factible que su sistema educativo se trasladase a otros países sin considerar sus contextos políticos, socioeconómicos y culturales?

Por supuesto que no. Las leyes y prácticas son contextuales. Docentes, estudiantes y padres viven dentro del contexto educativo finlandés. Si alguien extrapolara las políticas finlandesas y sus prácticas también tendría que llevarse a sus estudiantes, profesores y familias.

Todos hemos oído hablar de las ‘bondades’ del sistema educativo finlandés, pero ¿a qué situaciones adversas deben enfrentarse los maestros?

Pueden englobarse en cuatro ámbitos: formación de los propios docentes, nacional, municipal, y de la propia escuela y cada clase. En el primer caso, la evaluación TALIS ha puesto de manifiesto debilidades y es necesario implementar nuevas ideas, a la vez que se requiere preparar un plan de desarrollo personal para directores y maestros, introducir tutorías o establecer un desarrollo profesional permanente.

A nivel nacional, la estrategia está funcionando bien; hemos hecho un nuevo currículo y los centros se están preparando; los docentes tienen trabajo por delante durante los próximos meses. Pero en el ámbito municipal y del centro, por otro lado, se ha detectado que hay una estrategia basada en la red de la escuela. Será un reto para los profesores buscar una mejor red y escuelas cercanas de alta calidad. También será necesario tener en cuenta un enfoque más multicultural.

¿Cómo mejoraría el sistema educativo de otros países? ¿Qué medidas considera imprescindibles?

Uno de los aspectos fundamentales es la educación de los profesores. Es importante reclutar a los mejores estudiantes, a los más brillantes, y formarlos durante cinco años a través del programa universitario. Una vez pasado este plazo, se habrán convertido en profesionales académicos capaces de afrontar la planificación, la pedagogía versátil o la implementación de la educación y la evaluación. El gobierno debe darles la independencia de la autoridad central, y tiempo para preparar las clases, educar y mejorar continuamente la educación y la escuela.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/jari-lavonen-finlandia-los-docentes-los-pilares-del-pais/36983.html

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Educación superior pública

Chile/ 19 de Junio de 2016/Entorno Inteligente

Por: Jorge Tabilo Álvarez

Señor director:

Resulta difícil estar de acuerdo con el actual sistema de Educación Superior (ES), que muestra ciertos logros pero no ha resuelto un tema central: lograr un nivel superior de calidad que se distribuya de manera equitativa en el territorio.

Si bien ha establecido un sistema de provisión mixta de amplia cobertura, a la vez ha tenido un tremendo costo financiero para las familias, en muchos casos con estándares de calidad mediocres. Ante este escenario la reforma es buena y necesaria; sin embargo, es preciso que su formulación recoja el desarrollo actual del sistema, refuerce el nivel alcanzado e instaure mecanismos de regulación que permitan un ordenamiento que se adapte al entorno, y apoye el desarrollo del país.

El sistema nacional de ES lo deben integrar instituciones públicas, estatales y no estatales reconocidas por ley, y privadas de acuerdo a normas claras de funcionamiento. No obstante, lo público debe primar. Lo estatal y lo no estatal deben estar supeditados a lo público.

El financiamiento a los planteles que integren la red pública no debe discriminar entre ellos. Además, debe considerar las particularidades territoriales y su implicación en los diferentes costos de operación, e incentivar la colaboración interinstitucional para resolver problemáticas regionales y nacionales.

Lo público se manifiesta en la misión, compromiso con el territorio -con focalización territorial y no con sentido expansionista-, y aporte en investigación, inclusión y movilidad social, propiciando una sociedad más justa, educada y solidaria. Todo ello son componentes clave que las universidades públicas deben contemplar.

Las políticas de Estado en ES que trascenderán al gobierno de turno serán las que tengan lo público en su centro y contribuyan.

Fuente: http://www.entornointeligente.com/articulo/8584084/Educacion-%20superior-publica

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Vida después de un centro de reforma de menores

España/19 de Junio de 2016/Diagonal

Por: Estrella Martínez

Ale fue corriendo a saludar a Puri. Llevaban años sin verse. Alegría. Con idas y venidas, entre salidas y entradas, Puri había trabajado con él alrededor de tres años. Momento casual y rápido en plena calle para ponerse al día mientras echan la vista atrás al pasado que les unió. Puri tiene nuevo trabajo. Ale, nueva vida. Ale tiene 23 años y es de Estepona. Tiene un fuerte acento malagueño marcado por eses y jotas aspiradas. Ha estado dos veces internado en centros de reforma de menores y una en prisión.

No suele hablarse mucho de los menores que están en centros. Normalmente se habla de ellos cuando los casos son muy graves, para pedir el endurecimiento de la Ley del Menor. Alejandro Cáceres cuenta su historia, no como ejemplo de nada, sino porque “siempre me he visto perdido y ahora que he avanzado un montón, me viene bien en verdad contarlo para mí mismo”.

“Siempre me ha costado estudiar. Con 12 o 13 años ya iba yo para arriba muy malamente. Fue una mezcla de cosas, no me gustaba el colegio, no le echaba las suficientes ganas, la formaba. Se separaron mis padres y llegó un momento en que ya nadie podía conmigo… y la mala vida. No había nadie en quien yo pudiera fijarme y no tenía ningún objetivo”. Entonces acaba llegando “el día a día de la calle, fumando porros y buscando dónde pegar el palo. Luego te acostumbras a coger palillos buenos de 2.000 euros y cada vez vas a querer más”. Con el tiempo Ale añadió a los porros el consumo de Tranki­mazin. “Las Trankis… eso ya tu cuerpo va andando y tu mente en otro mundo, y es que te da igual todo”.

Ale se sumergió pronto en la rutina de los juicios. Al terminar uno de ellos, le preguntó a la abogada qué había pasado. Ella le respondió que qué iba a pasar, que tenía que irse. Y así fue como se enteró de que se iba a Almería, al centro Tierras de Oria. Lo mandaron para el calabozo y pensó: “¡Esto va en serio!”.

El centro de reforma

“La primera vez, no veas, ¡si yo en verdad me creía que era bueno! ¡Qué hago yo aquí!”. Ale no recuerda si esa primera vez fue para un año o nueve meses. Lo que tiene claro es que “a mí se me hizo grande. Te ‘jartas’ de llorar… te ves tan lejos”. Según su experiencia, “no te adaptas, pero lo intentas”.

En su internamiento contó con el apoyo de su madre: «Siempre ha estado conmigo a fondo», dice Ale

En el centro tuvo compañeros de todo tipo, “diferentes causas y diferentes ámbitos familiares. Lo mismo te puede entrar un pijito que se haya escapado de su casa, que un chaval que su madre está vendiendo droga y el padre es un ‘chalao’ que está consumiendo”. Ale afirma que ha visto muchas cosas en el centro, “un chaval violador, eso no veas… Intentos de asesinato, malos tratos a los padres, pero, sobre todo, robo, mucho robo”.

En su internamiento contó con el apoyo de su madre, “siempre ha estado conmigo a fondo. De Almería a Estepona no sé cuántos kilómetros habrá, pero venía todos los fines de semana, todos. Le dejaban dinero para poder ir a verme, se pegaba unas palizas… Venía con mi abuela”. Ahora Ale es consciente de todo lo que le hizo pasar y recuerda que su madre tiene plastificadas y guardadas algunas de las cartas que él le envió mientras estuvo en el centro.

Reconoce que es muy típico que los niños internados digan “que os vayáis a tomar por culo, no quiero ver a nadie”. Cree que eso “es la picardía del rebelde de chico, que la sacas igual como después te ‘jartas’ de llorar”.

Ahora, con 23 años, “me puedo acordar muchas veces de las visitas que he tenido de menor”, pero la que no olvida es la única que tuvo en la cárcel. “Ingresé en prisión poco tiempo, menos mal, porque era una causa que en verdad era una condena larga. No estuve ni un mes –en preventiva, todavía tiene la causa pendiente–. Y la única visita que yo tuve allí fue la que a mí se me quedó como ninguna otra porque estaban los cristales” que separan al interno de su visitante. “Eso de los cristales… es un mundo”.

Régimen abierto

Cuando salió por primera vez del centro de menores conoció a Puri Fuentes, su técnico de seguimiento en medida judicial en régimen abierto, es decir, cuando Ale estaba en libertad vigilada.

Puri entendía su trabajo “como un espacio de escucha a los niños”. Lo normal es “etiquetarlos de manera siempre negativa y se trata de rascar un poco e ir más allá, trabajar en la raíz del problema, no quedarte en la apariencia y ver su situación familiar, con qué apoyos cuenta”. Se trata de “trabajar con la realidad y no con imaginación y expectativas”.

A pesar de ser situaciones difíciles, en los seis años que ha trabajado como técnico ha visto de todo, niños que han salido adelante y niños que no. “Mi trabajo ha sido acompañarlos y luego que ellos elijan”, es importante que “el menor se dé cuenta de que ya no quiere estar en eso”. Tiene que existir, por tanto, una implicación por parte de estos técnicos, que tienen que trabajar de manera individualizada.

De ahí la importancia de la escucha, a pesar de que a esas edades “suelen demandar poco”, pero, insiste esta técnico, “hay que conseguir su implicación y trabajar en esa línea, porque no tiene sentido que un menor te diga ‘Puri, yo quiero ser fontanero’ y tú le sueltes que no, que va a hacer un curso de electricidad porque es lo que hay. Así que en la medida de lo posible hay que intentar encauzarlo dentro de sus demandas porque así el trabajo es mucho más fluido y repercute más”.

4.663 es el número de internamientos de personas entre 14 y 21 años ejecutados en 2014. La mayoría (2.787) están internados en régimen semiabierto

Ale reivindica también el trabajo individualizado dentro del centro. Durante su internamiento, “me metieron en drogodependencia y allí escuchando las drogas, venga drogas, venga síntomas, venga síndrome de abstinencia, venga no sé qué”. Ale dice que cogería el dinero que da el Gobierno a los centros y pondría “más equipo técnico para escuchar a los chavales uno por uno”. Porque “tú no veas la que tenías que liar para que vinieran a hablarte, cuando estabas rallado y necesitabas desahogarte, hablar”.

Las herramientas necesarias

Evidentemente para que todo esto funcione el niño necesita tener herramientas. En este punto la educación juega un papel fundamental. Ale entiende que “no debe ser muy fácil ponerte delante de un chaval así. Te viene a ti un maestro y tú no vas a hacerle caso”. Aún así, “yo me saqué mi graduado en el centro de menores”.

El problema es que el nivel educativo en los centros “es muy bajo”, explica Puri. “Como si te lo regalaran”, dice Ale. Para él “es como si lo importante fuera que a la hora de salir tú tengas los papeles que demuestran que has estudiado, pero no que realmente te hayas formado”.

Estando ya fuera buscó con Puri un curso de FP de electricista en Manilva y “¡la lié! Bueno, en verdad no la lié, sino que, con el graduado que yo me saqué, no estaba preparado y en el curso aquello eran nada más que fórmulas y cosas raras… y yo allí me volví loco. Encima en aquella época yo seguía fumando porros, comiendo pastillas y haciendo el ‘chalao’. ¿Cómo te vas a concentrar en el estudio? Y lo dejé”.

El nivel del centro “no es el de un instituto y cuando salen y se apuntan a un módulo es cuando ven las limitaciones que tienen. Lo que yo creo que pasa es que se frustran”, añade Puri. Por otro lado, cuando salen del centro a los menores se les da una ayuda económica, una iniciativa que no comparte Puri. “Tú imagínate un niño de 14 o 15 años con 400 euros todos los meses, a lo que le digas te dice que tururú. Para mí lo ideal sería que desde los centros hubiese una coordinación con cursos formativos, con prácticas remuneradas en empresas, lo que les ayudaría a crear hábitos, a tener una responsabilidad, a sentirse útiles y a no caer en el asistencialismo”.

Una nueva vida

En contra de lo que pueda parecer, normalmente estos niños tienen la autoestima baja, lo que no favorece su salida del entorno que conocen. “Uno se ve con tanta ruina encima y tantas cosas. Tienes en mente lo que manda la vida, el trabajar, el saber hacer las cosas, levantarse… Pero ¿’pa’ qué vas a estudiar si no vas a conseguir ‘ná’? Si está aquí la gente ‘prepará’ y ¿tú te vas a poner a estudiar? Si tú eres un ‘reventao’ en la calle”, comenta Ale.

Por si fuera poco, “vuelves al ámbito de los amigos, te metes en el círculo y yo ya empecé más a lo grande”. Como consecuencia, “incumplí la medida con Puri de libertad vigilada por buscarme causas” y volvió a ingresar en el centro. Es verdad que “cuando empecé la medida con Puri intentaba esforzarme por levantarme, llegar a la hora, porque Puri era muy buena y me hablaba muy bien, pero llegaba tarde, me regañaba, me daba caña”. Volvió al estado de darle igual todo. “Si te metes en la calle, te cuesta salir en verdad”.

Con el paso de los años y para salir de su rutina habitual, Ale se mudó a Málaga. “Aquí estoy magnífico, trabajar en Estepona olvídate… y tienes que ser muy fuerte para estar allí mentalmente con el día a día. Yo puedo volver allí, pero quién dice que un día me sienta malamente y no me busque problemas. Con tus amigos, porque son tus amigos, pero ya te sientes malamente”. En Estepona además le señalan por la calle. “Es normal porque yo tampoco he sido ningún santo, así que a veces me he sentido que es mejor ni salir a la calle, cómodo no te sientes”.

En noviembre Ale vivía de ocupa en una casa. “Estaba pasando una mala racha, menos mal que aún quería sacar fuerzas y no me dejaba perder del todo”. Decidió ir al cumpleaños de su sobrina y allí coincidió “con mis abuelos del campo. Estuvimos hablando y al día siguiente me entró así la ‘chalaura’ en la cabeza y los llamé para decirles si podía irme con ellos. En el campo me quité de fumar porros –había dejado de consumir pastillas dos años antes–. Ayudaba a mi abuelo y me metí en el gimnasio, que era donde yo en verdad me desahogaba, me quitaba yo todas las paranoias”.

Ale empezó a moverse, a buscar cosas para hacer. Una de las cosas que encontró por internet fue una oferta para aprender alemán y trabajar en Alemania. Y para su sorpresa se la dieron, no se lo podía creer cuando lo llamaron para la entrevista. “¿Tú te imaginas yo en una entrevista?”, comenta todavía alucinado. Ale la pasó y ahora estudia alemán en Málaga con el curso que ha conseguido y que en verano le llevará a Alemania, donde lo formarán para ser albañil. Está entusiasmado con el alemán, habla con alemanes para “ir haciéndome el oído” a través de Periscope, se pasa el día con la libreta apuntando todo, en clase “me pongo al lado de la profesora y le pregunto todas las dudas. Ya ves, yo, que ni sabía lo que era un verbo o un sustantivo. Ahora cojo la goma de borrar y qué sensación más extraña… yo nunca había tenido el hábito de estudiar”.

El día que conocí a Ale su hermana le iba a dejar por primera vez a su sobrina en casa para que durmiera allí. Estaba contento. Le gusta su presente, pero al despedirnos volvió de nuevo al pasado y me soltó: “Si lo pienso, ¡cómo iba a estar yo aquí diciendo todo lo que estoy diciendo…, En la vida! Si yo siempre decía que no podía conseguir nada”.

Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/saberes/30620-vida-despues-centro-reforma-menores.html

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Refugiados y la prueba de la educación

España/19 de Junio de 2016/El Mundo

Por: Ismael Sáez Vaquero

La celebración este año del Día Internacional del Refugiado viene acompañada de movilizaciones a lo largo de todo el Estado español y más allá de nuestras fronteras, que pretenden despertar nuestras conciencias para reclamar a los líderes europeos que se tome de una vez cartas en asunto de manera rápida y humana. Además, urgentemente.

Miles de seres humanos huyen de la guerra en Siria, las víctimas del fanatismo islamista que una torpe política internacional ha fomentado, y se suman al drama de otros miles más que irrumpen a las puertas de Europa acosados por otros tantos conflictos o simplemente por el hambre. Acuden a nuestras fronteras porque esperan participar de las oportunidades que una sociedad opulenta les puede ofrecer, sin que el duro calvario que les espera y conocen les paralice. El paro, la desigualdad, la injusticia que millones de ciudadanos, hombres y mujeres europeos, padecen se convierte en esperanza para quienes vienen perseguidos por el hambre, la enfermedad, la guerra o la muerte.

El espectáculo de los líderes europeos esquivando el bulto, unos más que otros, intentando que la cuota de acogidos sea la menor posible, pone en evidencia que gran parte de la política que motiva a nuestros dirigentes se basa en el cálculo. Creen que los refugiados pueden generar conflictos en sus sociedades y pretenden posicionarse entre sus socios del modo más ventajoso. Opinan que poner en riesgo el bienestar de sus ciudadanos puede dar al traste con sus expectativas de voto y renuncian, si es que los tienen, a los principios más elementales del derecho humanitario. Europa es la cuna de la Ilustración, del imperio de la razón, de la justicia social y del derecho inspirado en tales valores. Los europeos hemos sido capaces de superar atavismos que, bajo la superstición, el fanatismo religioso o la ignorancia, permitían el abuso, la injusticia y la tiranía como sistema social de «convivencia».

En ese trayecto han sucumbido o se han realizado miles de heroísmos, pero el verdadero motor del cambio, la palanca de la acción ha sido la construcción ideológica de un sistema de valores que sitúa la igualdad entre todos los seres humanos en el frontispicio de tal construcción. Esta sido la razón fundamental que nos ha permitido pensar por nosotros mismos liberándonos de dogmatismos y la educación la que ha afianzado en nuestras mentes lo que siempre ha estado en nuestros corazones.

Una sociedad que pone como principal objetivo la generación de riqueza y supedita al mismo, por incómodos, valores esenciales del humanismo, será fuente mundial de tensiones y conflictos cada vez mayores, pues sitúa como regla de juego la ley del más fuerte y traslada el mensaje nítido de que, no ya la justicia, sino el derecho mismo a la vida, debe conquistarse. Cuando no cabe apelar al derecho ni a la razón; cuando los Derechos del Hombre y del Ciudadano son mera literatura, cuando la desesperación nos acorrala y nadie ofrece una salida, cualquier reproche a la deshumanización de los hombres es pura hipocresía.

Cómodamente instalados en nuestros hogares todos nosotros observamos el drama de millones de seres humanos y pasamos sin solución de continuidad a los anuncios publicitarios o a los programas de entretenimiento sin que en se remueva en nuestras conciencias algo más que un leve disgusto.

A veces ese drama se individualiza, como sucedió en la figura de un niño muerto varado en la arena, y somos capaces de entender la inocencia, la alegría, la esperanza y el futuro de una vida humana, tal cual como la nuestra, que han sido abatidas por nuestra culpa y ante nuestros ojos en los medios de comunicación.

No necesitamos políticos gestores, necesitamos líderes que estén dispuestos a enfrentarse contra sus sociedades si hace falta, exigiendo de Europa la solidaridad, la justicia y la igualdad que han definido su buena educación. Necesitamos a quienes creen que el mundo no solo debe, sino que puede ser mejor; en eso confiamos. No para hacer locuras en busca de una Arcadia feliz, sino para hacer cumplir la exigencia ética de una Europa que quiere volver a sentir aprecio por sí misma.

Nuestra sociedad ha pasado durante sus años de historia por episodios similares, no tan lejanos, a los que hoy padece el pueblo sirio; pero no es la memoria de la víctima lo que nos debe mover, sino el honor del que se quiere reconocer a sí mismo en la coherencia entre sus acciones y su educación.

Fuente: http://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2016/06/19/57665fe1ca4741d9578b45cd.html

Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=Refugiados+y+la+prueba+de+la+educaci%C3%B3n&biw=1024&bih=489&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwjg46_Uo7TNAhUEcT4KHaqNBxEQ_AUIBigB&dpr=1#imgrc=OqlTVXeqjM2TmM%3A

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Política, los partidos y la crisis de representación

Panamá/19 de Junio de 2016/La Estrella de Panamá

Por: FLACSO

Este espectro ideológico político, se configuró desde el conservadurismo al nacionalismo, ambos de naturaleza populista

Como resultado del descrédito que tienen, tanto partidos políticos, como los políticos—y pese a lo que muestran en las últimas décadas las votaciones nacionales a Presidente (cercanas al 75%) —, los actores políticos padecen de una profunda crisis de representación. Este descrédito alcanza a la Asamblea Nacional, y al sistema político del cual forman parte. En esta crisis de representación política, lo que está en la base, aparte de la desconfianza que la ciudadanía tiene por estos ‘operadores’ políticos; es también, la extrema organicidad que estos actores tienen con los grandes intereses corporativos y económicos del país.

MISIÓN Y VISIÓN DE FLACSO
  • La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) es un organismo regional, instituido por la UNESCO para impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de las Ciencias Sociales.
  • El Programa FLACSO-Panamá busca dotar a la población de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.

Una concepción voluntarista en la explicación de este estado de situación haría responsable a los políticos por su incultura y su proclividad a la chabacanería. Sin embargo, para la teoría política las cuestiones de cultura política se articulan a eso que se denomina sistema político, cuyo componente principal es el régimen político presidencialista panameño. La decadencia del sistema político no solo es ‘cosa’ de individuos es también ‘cosa’ de la arquitectura institucional, que es el lugar donde operan partidos y políticos.

El agotamiento de este encuadre político es una mezcla o contra punto, entre la crisis de legitimidad de los partidos políticos, consecuencia de la falta identidad programática e ideológica; y la de un régimen presidencialista que descansa en instituciones desacreditadas. La consecuencia más grave es quizás, la ausencia de consciencia de esta situación.

DE LAS GRANDES A LAS PEQUEÑAS IDENTIDADES

Las grandes identidades políticas de hoy, en descomposición, se construyeron a fines de siglo en torno a los liderazgos carismáticos fundantes de Arnulfo Arias y Omar Torrijos.

Este espectro ideológico político, se configuró desde el conservadurismo al nacionalismo, ambos de naturaleza populista.

El primero expresó los intereses pre-capitalistas de la pequeña burguesía urbana y rural, en alianza con sectores profesionales de raigambre conservadora.

La segunda, afirmó a la clase media profesional e intelectual progresista, en alianza con sectores obreros y empresariales modernizantes, configurando el primer bloque pluriclasista moderno de la sociedad panameña. Moderno tanto por sus tareas como por su composición.

Desde el siglo pasado nos llegan como ecos, plataformas ideológicas programáticas menores que se insertaron también como referentes: el Partido del Pueblo orientado al mundo del trabajo, y la Democracia Cristiana (hoy Partido Popular) hacia una fracción de los sectores medios profesionales.

Lo crucial de este proceso es la disolución de las viejas e históricas identidades y la emergencia de nuevas, forjadas alrededor de personalidades.

Lo relativamente nuevo es el surgimiento de estas pequeñas identidades que representan a reducidas élites sociopolíticas, carentes de fortaleza programática y de soporte cultural: Varelismo, Mireyismo, Torismo, Torrijismo, Navarrismo, etc. Y de manera reciente, la irrupción de una iniciativa corporativa hecha aparato (Martinellismo) creada con el propósito de forjar un nuevo modelo de dominación política, orientado en la represión, corrupción y mercantilización del espacio público.

Siendo todas ellas expresiones de tiempos políticos distintos, están marcadas por la fragmentación y por una orientación política basada en el poder a toda costa.

Este modelo de hacer política descansa en un soporte cultural de naturaleza egocéntrica que privilegia el protagonismo de un actor cualquiera, cuya orientación o interacción fundamental es con el poder. Es lo que Ángel Flisfisch (politólogo chileno) llamó: ‘paradigma del príncipe’.

En el ámbito de la sociedad civil y del mundo del trabajo la diferenciación socioeconómica, la complejidad étnico-cultural y la propia movilización popular han permitido la emergencia de nuevos actores en la esfera pública.

Estos han construido con mucha dificultad, una agenda política nacional progresista que no pasa por el concepto de partido político de pequeñas y fragmentadas identidades: es el caso del FAD y de la candidatura independiente de Juan Jované.

LA POLÍTICA EROSIONADA

La desconfianza como una manifestación del malestar hacia la política panameña expresa el debilitamiento de los vínculos de identificación que parcialmente gozaron entre los ciudadanos, partidos, políticos e instituciones.

En la base explicativa de este proceso están los deficitarios procesos de socialización que acompañan a la disminuida institución familiar, el contexto de urbanización desordenada propio de una transición hacia una modernidad inconclusa que no termina por realizarse; y esa gran herida abierta con la invasión de 1989, que tensa las aspiraciones democráticas de libertad, participación, inclusión y calidad de vida, con unas políticas neoliberales que además de exaltar el individualismo, se apoyan en una institucionalidad organizada en el clientelismo y en una deficiente acción profesional institucional.

La nueva política —fundamentada en la buena vida y asentada en la responsabilidad individual y colectiva—, requiere de nuevos liderazgos. Liderazgos que se doten de un discurso nuevo, que abandone las tradicionales apelaciones al gobierno y a una política pública basada en acciones individuales.

Se requiere de una política que tenga como referencia al Estado nacional, a la separación de poderes y a sus instituciones, como el espacio de solución de los grandes problemas de la agenda nacional, en articulación con las tareas del desarrollo.

Sostenibilidad y continuidad son conceptos claves en la política pública y en la democracia. Las exclusiones sociales y la desigualdad se erigen en obstáculos para la participación ciudadana. Perpetúan la degradación social y moral, a la par que estimulan la evasión y el clientelismo en la política.

Se instala el principio de Sísifo, donde se retorna siempre al mismo punto; también donde todo esfuerzo de superación individual se ve truncado por severas falencias culturales y educativas. Es el escenario donde prima la impotencia y la percepción de inutilidad de participar con las reglas de la transparencia y del juego limpio, haciendo de bisagra a los grandes intereses económicos.

HIPÓTESIS PARA TRABAJAR

Las acciones políticas no pueden ser analizadas ni valoradas al margen de la cultura política del país, especialmente si están orientadas con prescindencia de ideologías y principios programáticos.

En los sistemas con estructuras partidarias débiles y cuyos énfasis políticos descansan en las figuras o candidaturas individuales, la acción política será proclive a enfatizar los intereses privados, a glorificar personalidades y al financiamiento público más donaciones privadas no reguladas. A diferencia de aquellos sistemas de partidos constituidos por organizaciones partidarias firmes y consolidadas en las experiencias de una cultura política democrática, orientadas a la formación de un ciudadano con capacidad deliberativa, probablemente ejercerán el monopolio de la participación y representación política, y optarán por un financiamiento exclusivamente público y rigurosamente regulado.

‘La desconfianza como manifestación del malestar hacia la política expresa el debilitamiento’,

Fuente: http://laestrella.com.pa/panama/politica/politica-partidos-crisis-representacion/23946450

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La Educación y el Conocimiento: ¿un bien común? (Parte I).

Por Marianicer Figueroa Agreda

El aire, la biodiversidad, el genoma, el lenguaje, las calles, Internet…
Los comunes no nos rodean: nos atraviesan y constituyen, nos hacen y deshacen.
De todos y de nadie, sostienen el mundo, son el mundo.
En el cuidado y enriquecimiento de los comunes nos jugamos la vida misma.
Es un asunto demasiado importante como para dejarlo en manos del Estado o del mercado. Nuestro desafío es hacernos cargo en común de un mundo común. David Bollier

Respondiendo al llamado que nos hiciera la Red Global Glocal por la Educación para analizar el texto publicado por la UNESCO denominado Replantear la educación: ¿Hacia un bien común mundial?, comparto a continuación algunas consideraciones sobre el texto en aras de aportar al debate mundial que sobre el mismo se está desarrollando, y en específico sobre el apartado en el que se insta a asumir a la Educación como Bien Común Mundial.

De antemano, debo identificar que lo que leerán aquí son palabras y reflexiones encarnadas que les comparto como activista por la Difusión Libre y el Acceso Abierto del Conocimiento, de allí que el hecho que la UNESCO esté llamando a que se reconozca al Conocimiento y a la Educación como un Bien Común Mundial, me interpela causando de antemano satisfacción y complacencia en tanto que los posiciona como un patrimonio colectivo al que todos y todas en el mundo tenemos el derecho de acceder sin restricciones.

Esta invitación al debate que nos hace UNESCO, tiene grandes consideraciones políticas, ideológicas y económicas que son necesarias revisar y adaptar al ámbito propio de la educación, sin embargo de manera inmediata podemos decir que implica atribuirle tanto al conocimiento como a la educación tres características claves para determinarlos como un bien común:

  • Son de uso colectivo y por ende pueden ser utilizados por todos y todas.
  • Son transgeneracionales1 lo que implica que no pueden ser gestionados en términos de racionalidad individual ni tener como objetivos las “ganancias”.
  • No pueden ser ni propiedad privada ni pública, lo que conlleva a que debe buscarse una forma de “propiedad comunitaria”, decisión también colectiva y mundial cuya administración se realiza de manera conjunta, desde una perspectiva de responsabilidad colectiva

Con el reconocimiento de estas tres características como atributos del conocimiento y de los procesos para su creación, gestión y apropiación, se hace esperanzador el horizonte para quienes defendemos a la Educación como Derecho Humano al comprender que la condición como bien común implica un freno de la tendencia a la privatización de los bienes públicos asociados a la educación, así como también un freno a la exclusión de las y los ciudadanos en la toma de decisiones sobre el destino y uso de los mismos. De igual manera posibilita la renovación y recuperación de una lógica solidaria para desarrollar nuevas formas de colaboración, gobierno y acción colectiva que en palabras de David Bollier (2008) trae consigo otro paradigma para la acción política con el cual puede proporcionarse un modelo alternativo con el cual propiciar un mayor equilibrio entre preocupaciones económicas, sociales y éticas, modelo que en el marco de las realidades actuales que nos cercan, no puede más que entusiasmar.

Conviviendo con este entusiasmo, aparecen de manera inevitable preguntas más que respuestas, así como preocupaciones ante la complejidad que trae consigo tratar de hacer nacer un nuevo modelo de gestión de la educación, en un contexto en donde el mercado avanza cada día más como instancia que decide y rige los destinos de todos los derechos humanos que tenemos. Para aliviar la tensión que ello causa, a continuación la mirada inicial, siempre precaria, que al respecto he logrado construir a pesar de mi formación humanística y la poca experticia en el ámbito económico desde donde se analiza los bienes comunes.

El concepto de «bienes comunes» viene posicionándose como tema de investigación desde que en el 2009 fue objeto de reconocimiento por parte de la comunidad científica internacional a través de la concesión del Premio Nobel de Economía a la politóloga norteamericana Elinor Ostrom (1933-2012) por su trabajo sobre el El Gobierno de los Bienes Comunes cuya tesis fundamental se sintetiza en la idea que no existe nadie mejor para gestionar sosteniblemente un «recurso de uso común» que los propios implicados (1995: 40). La labor investigativa de la profesora de la Universidad de Indiana recoge múltiples experiencias, muchas de ellas registradas de experiencias en iberoamericana, que demostraban que la existencia de espacios y bienes comunales, sin atribución de propiedad específica a un(os) usuario(s), no conllevaba inevitablemente la sobreexplotación de los recursos y la pérdida y erosión de ese patrimonio, debido a que los individuos que acceden a un bien colectivo (motivados por su propio interés) contribuyen y se comprometen con su mantenimiento y desarrollo. Con su planteamiento Ostorm daba respuesta con su planteamiento a la influyente obra de Garrett Hardin (1968) quien situó a la gestión de los bienes comunes como un proceso asociado a un sobreconsumo incontrolable que inevitablemente termina acabando en tragedia.2

El término “bienes comunes” del inglés commons, en la cultura anglosajona se trata de una categoría histórica que para muchos autores no tiene equivalente estricto en el idioma español. Por su parte Ariel Vercelli señala que históricamente, lo “común” ha estado referido a aquello que surge de la comunidad y, por tanto, estos bienes pertenecen y responden al interés de todos y cada uno de sus miembros, comuneros o ciudadanos (Rubinstein, 2005). Como tales, redundan en beneficio o perjuicio colectivo y se encuentran en permanente tensión frente a las posibles apropiaciones o cercamientos que puedan tener por otros individuos, corporaciones comerciales o Estados (Hardin, 1968; Ostrom, 2005, Boyle,2008).

A fines de este texto, utilizaremos la definición de la Asociación Internacional para el Estudio de los Bienes Comunes (IASC por sus siglas en inglés), que concibe provisionalmente a los commons como aquellos bienes compartidos cuya uso sostenido y gobernanza (palabra con la cual no me siento muy cómoda), requieren acción colectiva. Estamos refiriéndonos a bienes, recursos, que más allá de la propiedad o de la pertenencia, asumen, por su propia vocación natural y económica, funciones de interés social, sirviendo directamente los intereses, no de las administraciones públicas, sino de colectividades y de las personas que la componen.

Si bien el análisis de Hardin, identificando “commons” con “tragedia” ha tenido efectos persistentes, en el sentido de considerar como utópico, irrealizable y poco eficiente cualquier alternativa que busque una forma de organización social distinta al binomio mercado-estado, el modelo de bienes comunes ya funciona en diferentes ámbitos. En el caso de los educativos buenas e inspiradoras noticias de su buen funcionamiento la vemos en los sistemas sociales de comunicación académica, en los repositorios de programas realizados con software libre, en el trabajo de las bibliotecas de investigación de acceso abierto, y en el modo en que las comunidades científicas producen y difunden sus investigaciones sin restricciones, bajo modelos de investigación abierta.

Los bienes comunes de la ciencia y las comunicaciones académicas antes mencionados, suelen consistir en bienes no rivales (a nadie se le puede privar de él) y no excluibles (no hace falta entrar en competencia con los demás para tener acceso a él) que pueden ser utilizados y compartidos por mucha gente sin agotar el recurso, característica que algunos comentaristas han denominado como la cornucopia de los bienes comunes, según la cual a las mismas tienen más valor en la medida que mucha más gente utilice el recurso y se una a una comunidad social. “El principio operativo es «cuantos más, mejor». En realidad, el valor de una red telefónica, de una bibliografía científica, de un programa de software de código abierto aumenta cuanta más gente participe en la empresa, un fenómeno que los economistas denominan «efectos de red”. (Hess y Ostrom, 2016, p. 59)

Desde esta perspectiva atribuirle como acuerdo global mundial la noción de bien común al conocimiento, implicaría enfrentar las lógicas desarrolladas por el “Capitalismo Cognitivo”3, desde donde se le ha otorgado al conocimiento cultural, humanístico, artístico, científico y tecnológico trato como mercancía, fortaleciendo y potencializando para ello marcos regulatorios sobre la propiedad intelectual e industrial, en conjunción con una “demanda” de conocimiento formulada desde los grandes centros de poder que procuran modos de privatizarlo en función de los beneficios que su escasez trae consigo. Las consecuencias de este secuestro han sido nefastas para el desarrollo de los pueblos, más aún cuando los ámbitos en los que aparece con mayor fuerza, como la salud, la alimentación y la educación, son de interés prioritario para superar la condición vulnerable de la humanidad.

Ante esta realidad, se asoma como un muy buen síntoma para el mundo que la UNESCO se sume y ponga en la palestra mundial la denuncia de la tendencia actual a la privatización de la producción, reproducción y difusión del conocimiento, cuando señala que: (la cita textual larga interlineado sencillo a continuación)

“El conocimiento está siendo gradualmente privatizado por ley, y más concretamente por el régimen de Derechos de la Propiedad Intelectual, que domina la producción del conocimiento. La privatización progresiva de la producción y reproducción del conocimiento es evidente en la labor de las universidades, centros de investigación, empresas consultoras y editoriales. Debido a ello, se está privatizando en la actualidad buena parte del conocimiento que consideramos un bien público, y que nosotros estimamos que forma parte de los bienes comunes” (UNESCO, 2015, p.84)

Mejor síntoma aún es que proponga como línea estratégica para garantizar el derecho a educarse, que se devuelva a la humanidad lo que le corresponde, de manera que se le garantice el acceso universal y equitativo para todos y todas a una información puntual, correcta y acreditada, incluyendo muy especialmente en ese todos al Sur global.

Al respecto es muy importante resaltar que lo que puede parecer teoría e inclusive utópico, ya es acción concreta y vida en centenares de instituciones académicas y científicas a nivel mundial, e inclusive países, que de forma explícita han generado mandatos y políticas4 que obligan a que toda la creación intelectual financiada por fondos públicos sea de difusión libre y por ende publicada en repositorios digitales, para que sea de consulta y uso de todas y todos.

Ahora bien, al igual que el conocimiento la invitación de la UNESCO es también sumar como bien común la gestión de los procesos y las instituciones que aseguran la creación, acceso y apropiación del conocimiento, proceso que implica una gran complejidad en tanto que al incluir en la gobernanza de la educación recursos tangibles cuya utilización por unas personas puede limitar su uso por parte de otras, requiere de claras reglas y del compromiso de todas y todos los involucrados.

La característica de este tipo de bien común, denominado también “Recursos de uso común” es que pueden ser agotables, rivales y escaseables5, así como también pueden llevar consigo altos costos de exclusión, si estos no están sujetos a reglas que contienen un manejo responsable de ellos para evitar su agotamiento y/o depredación, y de reglas justas para su acceso. Al respecto señala Ostrom:

“Los recursos comunes pueden ser considerado como cualquier tipo de recurso (natural o de otro tipo) sujeto a formas de uso colectivo, para el que la relación entre el recurso y las instituciones humanas que media la apropiación son un componente esencial del régimen de manejo” (2005, p.132)

Desde esta perspectiva pensar en la educación como bien común amerita de un modo otro de los procesos de definición, gestión y evaluación de las políticas y el desarrollo del proceso educativo, incluyendo aquellas referidas a su financiamiento, en donde todas las partes involucradas, requieren articularse en una empresa social colectiva, como lo propone la UNESCO, para poder garantizar por una parte el derecho a la educación de todas y todos y por otra el alcance de las metas que a ésta le han atribuido en los marcos jurídicos de cada país.

Ante este planteamiento, la primera pregunta que surge es ¿Quiénes conformarían esa empresa social colectiva?, ¿Qué rol tendría en ella el estado, las y los educadores, padres, madres, los organismos internacionales, la empresa privada, el mercado y las comunidades en las que se ubican estas instituciones educativas? ¿Si la gestión de la Educación será desde una empresa social común, a quién le corresponderá financiar la educación en un escenario en donde la responsabilidad primera de los estados en la administración de la educación pública tropieza con una oposición cada vez mayor, con demandas de reducción del gasto público y una mayor participación de agentes no estatales ? ¿Que la educación deje de ser un bien público para pasar a ser un bien común debilitaría el rol del estado como garante de la educación? ¿Podría considerarse esto como una forma de privatización?

Lamentablemente para las posibles expectativas de quienes leen estas líneas, éstas y muchas otras preguntas que al respecto surgen, no tienen aquí ni en el documento de la UNESCO respuestas precisas y detalladas, sin embargo alrededor de las mismas comparto comentarios-preocupaciones al respecto.

Pensar en la gestión de la Educación como recurso de uso común, trae al tapete diversas alertas. Algunas son propias del ámbito de los bienes comunes, alertas que ya han sido estudiados y advertidos por diversos autores, al hacer referencia a los dilemas6 propios del uso sostenido de un recurso cuya apropiación colectiva podría afectar las capacidades productivas de los sistemas, si se imponen la competición por el uso, el aprovechamiento abusivo de aquellos que utilizan el bien común sin contribuir a su mantenimiento y/o la sobreexplotación excesiva del mismo.

Para evitar que ello suceda Mario Fagiolo (2012)7, citando los aportes de autores como Ostrom y Hess, sostiene que bajo las condiciones adecuadas8, los “bienes comunes” pueden ser “bienes sostenibles”, siempre y cuando los actores, impulsados por el espíritu de cooperación, cambien voluntariamente el enfoque del juego: de “suma cero” a “suma positiva” (ganar – ganar) de manera que en lugar de actuar con base en la búsqueda del máximo beneficio, elijan conseguir el beneficio óptimo, donde no hay perdedores y todos pueden salir beneficiados.

Esto se canaliza y cristaliza con la definición colectiva y consensuada de normas apropiadas de funcionamiento y monitoreo, de mecanismos eficientes y eficaces para la resolución de conflictos lo que en otras palabras implica la construcción de instituciones humanas, informales o formales, que garanticen su reproducción natural o social de los recursos comunes, con un modelo de gestión congruente con las características propias del bien del que se trata: si el bien es común también la planificación y la gestión deben serlo.

Sumado a esas preocupaciones propias de la gestión de los bienes comunes, aparecen también interrogantes y preocupaciones propias de la educación en cinco grandes temas a saber: su financiamiento, la definición de su fin y forma de gestión, su evaluación, la formación de la ciudadanía para asumir acciones de co-gestión y la participación que el estado, el mercado y los organismos internacionales tendrán en el desarrollo de las macropoliticas para el bien común en tiempos en donde cada día son más las presiones que existen para dejar en manos de los privados, la educación pública, ya sea por la vía de la privatización explicita o por la vía de la “privatización por defecto”9?

Al respecto, para muchos es conocida la explícita y poderosa influencia que hoy día tienen influyentes “edu-empresas” y “edu-emprendedores” en todo el mundo, que disponen de un enorme poder y recursos dedicados a socavar y eludir fondos del sector público. Las empresas y fundaciones privadas promueven y “venden” a los gobiernos cada vez más ideas en materia de políticas, tales como la elección de la escuela, la competencia, la rendición de cuentas, la estandarización de pruebas y planes de estudios, la evaluación de la pedagogía y de los docentes, tal como está reseñado en diversos artículos, entrevistas y textos diversos publicados en OVE, del que resaltamos el excelente artículo de Carol Anne denominado “Vender el derecho a la Educación Pública de calidad para todos

De igual manera son diversos los autores y movimientos sociales que denuncian que las instituciones diseñadas en 1945 en torno a las Naciones Unidas, también han mostrado sus límites, principalmente porque giran alrededor del estado y más concretamente de unos pocos estados que controlan el sistema entero. “Hoy a pesar de algunos logros la ONU sufre de una escandalosa carencia de fondos y está bajo presión, no tiene ningún medio de aplicación de sus resoluciones y en definitiva depende de la buena voluntad de los cinco miembros del Consejo de Seguridad que no tienen intención alguna de renunciar a su poder”10 (Blin, A y Blin G Marin, Abril 2012, p 19) Esta realidad también fue evidenciada en la denuncia realizada por mas de un centenar de académicos y pedagogos del mundo, por el giro economicista que en el 2015 tuvo el Foro mundial de Educación realizado por la UNESCO en Incheon, Korea; motivo por el cual emprendieron una campaña contra el Apagón Pedagógico Global, campaña reseñada en OVE.

En este contexto cada día más naturalizado e instituido, ¿Como dar el salto para la acción colectiva real en la asunción de la gestión de la Educación como Recurso de uso común a sabiendas que los políticos y expertos no pueden diseñar o construir comunes desde arriba en formas de procomún fabricado? ¿Quiénes están formando ciudadanía para ello, en un mundo en el que claramente prevalece el individualismo, la competencia y la meritocracia? ¿Puede instituirse la educación como bien común, cuando esta debe surgir de la convicción y el compromiso de los actores de una comunidad? ¿Quién está en este momento sembrando ciudadanía dispuesta a asumir la gestión de los bienes comunes?

Al respecto copio la reflexión de Boiler (2016) regalada en una entrevista, también reseñada en OVE:

“Cuando los comunes están patrocinados por las instituciones, no pueden disfrutar de ese mismo espíritu de dedicación, propiedad y creación mutua que surge desde abajo. En tal sentido, siempre serán objetos dentro de una obra ajena con directores externos, en vez de ser la expresión de un brote creativo surgido de las propias personas para satisfacer sus intereses, necesidades y vida interior” (s/p)

En ese sentido, tomar en cuenta que la acción colectiva no es una constante dada por principio en las interacciones sociales, implica necesariamente crear, más bien retomar, una cultura para la gestión exitosa de los bienes comunes, lo que conlleva invertir tiempo para el desarrollo a escala global y en todos los niveles, de las habilidades necesarias que nos permitan participar en empresas sociales colectivas. Construir visiones comunes sobre los bienes recursos colectivos, lograr acuerdos sobre reglas claves de cooperación, confiar en el compromiso y la voluntad de los otros, tener certeza de que todas y todos los involucrados asumirán las restricciones y los esfuerzos que implica el cumplimiento y el monitoreo de los acuerdos, y constatar que los bienes comunes y su “productividad” se mantienen, son habilidades primordiales para este gran paso, habilidades que por cierto no forman parte de aquellas cuya medición en pruebas estandarizadas califican si un sistema educativo es de buena calidad o no.

Saltar a la gestión de la educación como bien común, sin prepararnos y tener conciencia crítica para ello, es ir desnudos a un dialogo con instancias que seguirán apostando al fracaso de la educación pública y sin duda al fracaso de la educación como bien común. En ello el lugar del Estado, inevitablemente no puede ni debe verse disminuido. Sobre esa premisa la apuesta a la asunción de la cultura del bien común en el ámbito educativo, es necesario posicionarla como una apuesta a considerar a la Educación como un bien común de interés público del estado, lo que implica que por su naturaleza es res communis ómnium, y res extra comercium, una cosa o bien común de todos y todas no susceptible de apropiación individual, reconocimientos que contaría con el interés deliberado y público del Estado y su compromiso, como instancia prioritaria, para garantizar los compromisos que requieren la asunción de la Educación como bien común, su acceso y la creación y cumplimiento consensuado de su regulación.

Desde algunos caminos transitados 11 para ello, y asumiendo también como mías las palabras de Silke Helfrich y Jörg Haas referidas a que la capacidad de desarrollo de la sociedad, depende de manera decisiva de su aptitud para resolver el desafío de hacer justicia respecto a los criterios de equidad de acceso y uso de nuestra herencia común. Por ello, pensar en la educación como bien común es pensar en la capacidad de nuestras sociedades a escala global para el dialogo concertado y la aceptación y validez de la paridad de voces de maestros y padres con los creadores de las políticas educativas a la hora de asumir posicionamiento ante la ola privatizadora de la educación pública nivel mundial y de incidir para decidir de qué se quiere hablar al referirnos a la calidad educativa.

También es pensar en cómo otorgar la cualidad de bien común a la Educación, ayuda a enfrentar lo que Otras Voces en Educación ha reseñando en múltiples noticias y artículos pubicados en apenas cuatro meses de trabajo, sobre las resistencias de educadores del mundo ante el apagón pedagógico global y la instrumentalización del conocimiento a favor del mercado12, los posicionamientos críticos de Maestros ante el modelo de evaluación de desempeño docentes instituido en México13, la negativa de miles de padres en España, Reino Unido y en EEUU a la aplicación de pruebas estandarizadas a sus hijos y el trato meritocrático y discriminizador de sus escuelas14, en el movimiento ciudadano en torno al avance de la privatización de la educación pública en África a través de las escuelas Bridges, o en Perú e India ante la escalada de las escuelas de bajo costo que cada día son más en esos países15.

Para ello, sumo a mi convicción las palabras de Helfrich y Haas (2009):

“Partimos del supuesto de que la capacidad de desarrollo de la sociedad, de toda sociedad, depende de manera decisiva de su capacidad de resolver el desafío de hacer justicia a los criterios de equidad de acceso, participación activa en los commons y sustentabilidad ecológica y social. El debate en torno a la responsabilidad por nuestros recursos colectivos, por lo tanto, es también un debate sobre cómo está constituida nuestra sociedad” (p.143)

…A lo que yo le añadiría que también es un debate sobre el estado de salud de la misma, hoy día y en las mañanas por venir.

Bibliografía:

Ariel Hernán Vercelli (2009). ‘Repensando los bienes intelectuales comunes: análisis socio técnico sobre el proceso de co-construcción entre las regulaciones de derecho de autor y derecho de copia y las tecnologías digitales para su gestión’.

Bollier, David et al. 2009. “The Future of the Commons.” [Notes from a retreat at Crottorf Castle near Cologne, Germany, on June 25-27, 2009].

Blin, A. y Marin, G. (2012). Los comunes y la gobernanza Mundial. Hacia un contrato social mundial, consultable en [www.gober nanza-mundial.org].

Bollier, David. (2008) “The Commons as a New Sector of Value Creation.” Kosmos Journal Fall/Winter 2008, Vol. VIII, No. 1.

Boyle, J. (2008).The Public Domain: Enclosing the Commons of the Mind. Estados Unidos de Norteamérica: Caraban Books.

Fagiolo, Mario (2012) “El conocimiento como bien común” Revista Venezolana de Economía Social Año 12, Nº 23, Enero-Junio 2012. ISSN 1317-5734.ISSN Elect. 2244-8446Universidad de los Andes (ULA) NURR – Trujillo. CIRIEC – Venezuela

Hardin, G. (1968). The Tragedy of the Commons. Disponible en http://www.sciencemag.org/cgi/ content/full/162/3859/1243. Publicado originariamente enScience 13 December 1968:Vol. 162. no. 3859, pp. 1243 – 1248 DOI: 10.1126/science.162.3859.1243.

Hess, Charlotte. (2008). “Mapping the New Commons.” 12th Biennial Conference of the International Association for the Study of the Commons

Helfrich, Silke and Haas, Jörg. (2009). “The Commons: A New Narrative for Our Times.” Heinrich Boell Foundation.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Unesco (2015). Replantear la educación: ¿Hacia un bien común mundial?París (Francia): Unesco. ISBN 978-92-3-300018-6

Ostrom, Elinor (2005). Understanding Institutional Diversity. Princeton University Press.

Rubinstein, J., C. (2005).¡Viva el Común! La construcción de la protosociedad civil y la estructura política castellana en el bajo medioevo. Buenos Aires: Prometeo Libros.

S.A (2008). Genes, bytes y emisiones: bienes comunes y ciudadanía. Compiladora Solke Helfrich. Ediciones Böll, México. Disponible en: http://www.boell-latinoamerica.org/downloads/Bienes_Comunes_total_EdiBoell.pdf [Consulta: 2013, Abril 18]

Vercelli, Ariel (2009) Repensando los bienes intelectuales comunes –análisis socio-técnico sobre el proceso de co-construcción entre las regulaciones de derecho de autor y derecho de copia y las tecnologías digitales para su gestión. Tesis de Doctorado con mención en Ciencias Sociales y Humanas. Universidad Nacional de Quilmes. ISBN: 978-987-05-6304-4. Descargada del sitio: www.arielvercelli.org/rlbic.pdf

Notas para entreleer

1 La visión transgeneracional implica que se debe tener a) la responsabilidad de aprovechar los recursos y el ambiente si que se afecten las capacidades y posibilidades de uso por parte de las generaciones futuras, b) el compromiso de no generar impactos que constituyan pasivos transgeneracionales y afecten la capacidad productiva y de sobrevivencia de las generaciones futuras, c) la responsabilidad de capacitar, sensibilizar y empoderar a las generaciones más próximas (los hijos básicamente) respecto a las responsabilidades que les tocara asumir consigo mismos y con las generaciones posteriores a ellos
2 La versión de Hardin sobre los commons ingleses aborda la destrucción de los bienes, pasando por alto la tragedia de las comunidades. Hardin sostiene su propuesta utilizando la metáfora de un hipotético pasto utilizado colectivamente por varios pastores y, por ello, deteriorado, suponiendo que el interés particular de todos ellos no es otro que el de incrementar de manera constante el número de ovejas que cada uno lleva al prado, para maximizar así las ganancias que el uso del recurso común genera a cada uno de ellos. Sin embargo, este comportamiento y las ganancias obtenidas se enfrentan con límites ineludibles, ya que el aumento del uso y de la presión sobre el recurso conduce inevitablemente a su destrucción. refutar la parábola de Garrett Hardin sobre la «tragedia de los comunes». Para combatir la gestión pública de los recursos públicos, los conservadores, partidarios del mantenimiento de los derechos de propiedad, han esgrimido el análisis y la poderosa metáfora de Hardin, según la cual es probable que los bienes comunes que no se rigen por derechos de propiedad individuales acaben en la sobreexplotación y ruina del recurso.
3 Para conocer sobre este tema recomendamos la lectura de dos textos reseñados en Otras Voces en Educación (OVE): El conocimiento: dimensión estratégica para el capitalismo cognitivo de Marx Gómez y Capitalismo Cognitivo, otro argumento para reinventarse o morir de Laura Rosillo Cascante
4 La estadística que sustenta esta afirmación es tomada de los datos publicados al respecto por ROARMAP que es el directorio internacional sobre políticas institucionales de Acceso Abierto (AA) que son adoptadas por las universidades, instituciones de investigación y financiación, e inclusive países. En la actualidad este observatorio creado en el 2003 por la Universidad de Southampton alberga para el segundo trimestre del 2014, quinientos tres mandatos a nivel mundial, a diferencia del 2013 en el que reportó doscientos (200) mandatos menos. Estos datos pueden verse en http://roarmap.eprints.org/
5 En el lenguaje de Ostrom: «recursos de uso comun» (RUC) son «un sistema de recursos naturales o hechos por el hombre, que es bastante grande como para hacer costoso (pero no imposible) excluir a potenciales usuarios de su uso», Ostrom, op. cit., p. 66. Sus atributos definitorios son la substracción o rivalidad y la no exclusividad o exclusión costosa. Entre ellos estudió las pesquerías, pastizales, sistemas de irrigación, bosques comunales, lagos y cuencas subterráneas a nivel local, véase Ostrom, The Logic…, cit., p. 58.
6 Para conocer sobre los dilemas estudiados alrededor de la gestión de los Bienes Comunes, recomiendo leer el texto «Dilemas de lo colectivo Instituciones, pobreza y cooperación en el manejo local de los recursos de uso común»  de Juan Camilo Cárdenas, quien no solo los explica sino que los  ejemplifica los mismos con experiencias reales sobre gestión de recursos naturales.
7 Mario FAGIOLO (2012) “El conocimiento como bien común” Revista Venezolana de Economía Social Año 12, Nº 23, Enero-Junio 2012. ISSN 1317-5734.ISSN Elect. 2244-8446Universidad de los Andes (ULA) NURR – Trujillo. CIRIEC – Venezuela
8 Elinor Ostrom y Charlotte Hess (2009) nos proporcionan un listado de condiciones adecuadas o principios constitutivos de las “instituciones de bienes comunes”que – en el curso de los numerosos estudios empíricos que se realizaron – resultaron ser: sólidas y sostenibles, veamos. • Una clara definición de las posibilidades y de los límites. • Las normas utilizadas deben ser adecuadas a las exigencias y a las condiciones locales.• Todas las personas, que deben respetar esas normas, pueden participar en la definición y redefinición de las mismas.• El derecho de la comunidad, para establecer sus propias reglas, es respetado por las autoridades externas: principio de autonomía.• La existencia de sistemas de autocontrol de la organización para monitorear el comportamiento de los integrantes.• Los sistemas de sanciones, están diseñados para su aplicación progresiva.• Los miembros de la comunidad cuentan con el apoyo de mecanismos, para solucionar conflictos, a bajo costo.• La estructura de las organizaciones co-evoluciona desde los modelos mecánicos de ayer hacia los modelos orgánicos de hoy; promoviendo arquitecturas anidadas
9 La privatización por defecto no es otra cosa que una forma de privatización que no es producida directamente por políticas explícitas de privatización, sino que es una privatización que surge por demanda y por un proceso más de abajo hacia arriba, impulsado por una percepción negativa muy extendida respecto a la calidad de la educación pública. Ver un caso de privatización por defecto en: http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/87147
10 Los Comunes y la Gobernanza Mundial . Hacia un contrato social Mundial. Arnaud Blin Gustavo Marin Abril 2012.
11 El planteamiento del conocimiento como bien común de interés público lo  propusimos en Venezuela en el proyecto de Ley de difusión libre y acceso abierto al conocimiento elaborado por activistas entre el 2014 y 2015, como instrumento legal en el que se reconociera en el conocimiento la cualidad de res extra comercium, lo que lo hace susceptible de tener protagonismo en el mundo de los negocios y/o del comercio, y la de res communis ómnium, que le atribuye connotaciones de propiedad común. Si bien, no alcanzamos a la promulgación del proyecto de ley antes mencionado, la idea de los bienes comunes de interés público logramos posicionarla en la Ley de Semillas aprobada en Diciembre de 2016, en la cual se distingue a la semilla como bien común de interés público cultural y natural, material e inmaterial de los pueblos.
12 Ver artículos sobre el tema : http://otrasvoceseneducacion.org/?s=apag%C3%B3n+pedagogico+global&submit=Buscar
13 Ver artículos y noticias sobre el tema en: http://otrasvoceseneducacion.org/?s=resistencia+magisterial&submit=Buscar
15 Ver textos sobre el tema en: http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/87147, http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/2178 , http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/94912
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