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Pie con Bola: Meditaciones desde un partido de fútbol

Por Fernando Buen Abad

El mundo y las patadas. Hay mucho dinero en juego. Esa fascinación estrambótica que ejerce el fútbol sobre las sociedades contemporáneas rebasa voluntariosamente todas las intentonas que creímos suficientes para explicarnos los cómo, los por qué y los cuándo de ciertos magnetismos cancheros.

Sociólogos, antropólogos o politólogos (entre otros muchos interesados) se devanan los sesos pretendiendo establecer límites, categorías, definiciones y estadísticas, capaces de poner en claro el conjunto de factores combinatorios que dan por resultado uno de los fenómenos colectivos más inextricables. Los monopolios mass media se relamen los bigotes. Nadie da pie con bola.

Deporte, espectáculo y arte preñados con performance popular, rito de congregación masiva, manipulación de masas… todo junto amontonado y revuelto. Catarsis de presiones históricas y parafernalia de fe, dogmatismo o fanatismo, que alcanzan extremos entre lo erótico y lo tanático. No hay psicoanálisis de las sociedades modernas, incluso con sus reduccionismos racionalistas, que sea capaz de valorar y redimensionar, en su conjunto, el papel del fútbol en el espíritu de la humanidad contemporánea. Con sus bondades y necedades. ¿Será que es tan complejo?

Cuando una trama de movimientos, estrategias, accidentes o absurdos desencadena en el espectador ese chicotazo emocional que lo castiga o gratifica, por él, para él, y hasta él, se confirman potencias, esperanzas, alegrías, desencantos o ritos profundísimos que habitan ya en el ser de las culturas como condición delirante para muchas de sus expresiones. Alienación al canto. Hay quienes lo ven sólo como negocio.

El fútbol es, también, una coreografía lúdica que se funda en el agón, el azar, el vértigo y la mimesis. Los jugadores danzan un rito del estallido y de la expansión que tiene como pretexto el control del cuerpo humano, del cuerpo esférico y del cuerpo colectivo, asociados para que toda su energía pase por una puerta arquetípica que casi siempre significa renovación donde se reinicia el ciclo. Quien inventó el fútbol, (persona, sociedad o secta) consciente o inconscientemente, puso sobre la rectangularidad del terreno un conjunto de piezas estremecedoramente parecidas a las que contiene la existencia toda. Eso seduce a los pueblos desde siempre. El fútbol pone en juego inteligencias geométricas, que sintetizan fuerza, aceleración, masa, probabilidades y curvas en un ejercicio estético cuyo arte, ritmo, armonía, y composición, manejan repertorios de imágenes abstractas, fijas en la mente del público y el jugador. Potencias resucitadas cíclicamente en la fantasía y maravilla del gol. Y a cobrar se ha dicho.

Por más que la palabra “gol” signifique meta, el fin último del fútbol no es el “gol”. Como en todo fenómeno lúdico siempre es más importante el proceso que el producto, aunque el producto sirva, o no, para cobrar sueldos, entradas, regalías y prestigios de comentaristas, cronistas, futbolistas, sucedáneos y conexos. Quien disfruta el «balón pie» afina su percepción sobre movimientos, acomodos, condición física, logísticas y destrezas de cada jugador y del conjunto. Pero, además, disfruta carismas, desafíos, heroicidades, suerte y destino individual o grupal, divisa-religión que magnetiza a sociedades enteras. Magia inefable que oculta sus secretos en las gavetas culturales más íntimas de los pueblos. Sirve para ocultar muchas cosas.

Los estadios exaltan con su circularidad y concentricidad tradiciones sagradas ancestrales del espacio y el tiempo. El público sobreexcita las redes emocionales de todo su ser, particular o colectivo, y se entrega a una contemplación, no pasiva, (contra lo que afirman algunos) que apetece desatar su lirismo sobre épicas renovadas en dramas conmocionantes. Desde la tragedia griega hasta el campeonato mundial del fútbol. Poco favor hacen, con su mediocridad, las crónicas masmedieras en transmisiones televisivo-radiales o impresas, que preñan con su ideología mercantil y su pobreza estética, el disfrute de aficionados y jugadores que, de cuerpo presente, siguen las acciones futboleras.

Es imposible explicar de dónde surgió esa estética grotesca del alarido artificial y de las voces ampulosas de locutor, narradores o cronistas que pretenden dar cuenta sobre los hechos en la cancha. La sobresaturación prefabricada con que se ponderan o critican los movimientos, el grito frecuentemente falso que canta goles, (grito medido para que alcance hasta la repetición de la jugada) y la moda del “tono solemne” con que se habla de la estupidez más intrascendente para analizar un partido, vuelve fastidiosa hasta el hartazgo la envoltura que manosea lo que a nivel del césped tiene otro sabor. Nadie puede objetar o prohibir las acometidas pasionales, lo reprochable es que mientan con el pretexto de que «así debe ser para que al público le guste». ¿Quién inventaría esos clichés? Y ocurre igual por todas partes.

Incluso esa moda de la exaltación sobreexcitada hace pirámides humanas, rasga vestiduras, produce carreras apocalípticas ante las tribunas y catarsis escénicas desmedidas, teatralizan o farandulizan algo que naturalmente no necesita performances vodevilescos. Payasada histérica. Es verdad que los rituales colectivos no necesitan recetarios ni reglamentos de nadie. Lo ofensivo es que se les tergiverse para que aparezcan como show de vanidades mediocres. El grotesco en pleno.

Ganar o perder son accidentes de una expectativa que siempre tiene imponderables. El fútbol posee variables muy amplias, como juego o como “arte”. Hay designios donde el azar impone sus caprichos. Especulen lo que especulen empresarios, anunciantes, funcionarios y apostadores. ¿Quién es el dueño del fútbol? ¿Quién es el dueño de los goles? Mafias a diestra y siniestra. Nunca la historia de la cultura imaginó que fuese posible concentrar el interés de tantos millones de almas en torno a un juego de pelota. En vivo o a distancia.

¿Avanzamos? ¿Retrocedimos? ¿Las dos cosas? Nunca se reunió bajo el pretexto de un espectáculo deportivo inversiones financieras, tecnológicas, políticas e ideológicas tan descomunales como las que hemos conocido en tiempos recientes. Jamás un acontecimiento cultural derivado del juego entre equipos futboleros ocupó tan desmedidamente espacios en televisión, radio o prensa, todos los días de todas las semanas en todos los meses. No parece haber límite. ¿Cuánto nos cuesta? ¿No hay otra cosa mejor en qué invertir?

El “Poder” del fútbol, de su ser industrial farandulero, que también es extra-futbolístico, ha llegado a conmover la “seguridad nacional”, ha logrado esconder la represión y el asesinato en varios países. Por las afluencias y por las violencias. Poder farandulero de clase que expresa también la degradación de su propia definición y que seduce desde la cancha a la mercadotecnia, de las porterías a las ideologías, de las tribunas a las urnas. Cuentan con un “público” mayoritariamente ignorante, indefenso, acrílico, fanatizado y secuestrado. Poder enamorado en las concentraciones humanas sólo si pagan boletos y transmisores, siempre amenazantes o promisorias, (según la etapa. Los móviles… el programa) concentraciones para dispersar la conciencia, canalizar la violencia… muchos piensa que pueden conquistar al mundo sólo porque juntan a muchas personas. Poder real que vive lujosamente[3] gracias a esa pasión futbolera descomunal e inmarcesible, violenta, salvaje y tragicómica ante la cual, virtualmente ninguna explicación da pie con bola. Porque no es fácil.

Vuelan a Diestra y siniestra los gargajos, los salivazos y los mocos. 90 minutos, más lo que agregue el árbitro. Un “espectáculo” que presenta como “glamour deportivo” la estética de la asquerosidad. Y nadie se lo traga.

No hay cifras exactas, no hay cálculos precisos pero en términos de litros por partido deben ser muchos los que se expiden multiplicado por 22 jugadores, tres árbitros y todo lo que alcance a sumar el público más próximo a las acciones futboleras. No se omitan los periodistas, locutores y camarógrafos que también, de tanto en tanto, avientan su óvolo de gargajos, infecciosos o no, al sacrosanto terreno de las patadas mercantilizadas.

El escupitajo futbolero es, para algunos, una especie de placer de “machos”. Especie de rúbrica babosa para cerrar jugadas intensas. No se ve en otros deportes. Una carrerita tras un balón comprometido, una barrida furibunda para dejar sentir la presencia, un choque de hombros a la altura de las circunstancias y un inefable gargajo. Unas veces acompañado de una peinadita de una miradita de reojo por si las cámaras para confirmar que las cámaras estén atentas. Un gargajo más… en público, en vivo y en directo, con transmisión internacional.

Sobre las camisetas que portan los colores de las identidades más fanatizadas suelen terminar estampados los gargajos de los contrincantes. No sólo porque muchos futbolistas gustan de convertir en gargajo lo que no pueden o quieren decir con palabras, sino porque al pasar muchos minutos tirándose al césped, revolcándose en él, levantan los escupitajos que generosamente lanzan propios y extraños. Es un mar de mocos ensalivados donde se humedece el glamour de las “estrellas” financiadas por monopolios y marcas multimillonarias. Y se les ve tan felices de revolcarse en esa porquería. Se parece tanto al capitalismo…

Parecería que todo el espectáculo de las patadas está pensado para diversión exclusiva de los árbitros. Ellos deciden todo, nos guste o no. El juego depende, no poco, de ellos. La historia del fútbol está inundada con lágrimas de jugadores que arrodillados o enfurecidos, reclaman al árbitro por una jugada mal apreciada o mal sancionada. También hay sonrisas de otros beneficiaros de las pifias arbitrales. Tiros directos e indirectos, saques de banda… y desde luego “penaltis” que jamás existieron o que jamás se marcaron… no hay poder humano que cambie lo que el árbitro pita. Con razón o sin ella.

El personaje del árbitro, algunos de ellos trabajadores honestos, comporta una contradicción añeja que se agrava con el tiempo. Son ejecutores de un esquema autoritario e intransigente. Todo el fútbol se ha modernizado, las técnicas atléticas de los jugadores, las tácticas de ataque y defensa, los sistemas de transmisión radio-televisiva, los uniformes, los estadios… pero los árbitros siguen siendo es institución añeja, autoritaria y desvencijada que deja en la responsabilidad de un criterio único el esfuerzo de un conjunto, la lucha de muchos colgada del hilo frágil de una apreciación particular. Y muchos árbitros corren peligros muy serios por aplicar leyes que ellos (y casi nadie) no pueden modificar bajo las condiciones actuales. Como el capitalismo. Y no hay discusión que valga.

En otros deportes la tarea de juzgar acciones o supervisar reglamentos, ha derivado en cuerpos de evaluación y sanción, que suelen o pueden consensuar decisiones para evitar que sus dudas, o sus certezas, pasen por encima de las de millones de personas. El árbitro del fútbol, joven o no tanto, cumple órdenes de corte fascista puestas ahí para representar, incluso aunque no les guste, uno de los perfiles ideológicos más intolerantes de toda la industria futbolera, al lado de la publicística, claro. Muchos son sospechosos.

Si el fútbol, como tantas cosas, impone leyes, vigilancia y castigos, bien pudieran idear un sistema democrático para que los aficionados, que sostienen con su dinero la industria de las patadas, pudieran elegir a los árbitros, las leyes que supervisan y las sanciones que aplican. Bien pudiera abrirse un espacio al pensamiento y participación para los millones de personas que siguen el fútbol y donde sus criterios tuviesen un lugar consensuado a la hora del partido. Intervención democrática que rompiera el cerco privilegiado de un sector envejecido y autoritario que puede torcer los resultados de cada encuentro al antojo de sus errores, (humanos y todo) o de sus intereses políticos y/o económicos, de equipos, de marcas o de de clase. Ya se ha visto muchas veces. ¿O el público sólo importa a la hora en que paga sus boletos?

Gritan unos y gritan otros, para bien o para mal, en contra o a favor. Alienados. La cosa es gritar hasta ensordecerse, la cosa es gritar hasta enmudecerse. Gritan los aficionados y las aficionadas, gritan los árbitros, los ayudantes, los entrenadores… gritan las luces, los flashes y las imágenes, grita la historia, grita el tiempo, gritan en Wall Street, grita el horror. ¿Quién escucha? La muchedumbre sale sedada, grito hipnótico.

La cantidad de los gritos no implica la calidad del griterío. ¿Da lo mismo? Veamos: un locutor grita a sueldo emociones programadas para la t.v. o la radio. ¿Hay en su grito alguna noción, así sea lejana, de dignidad histórica referida a los pueblos que financian la podofilia? ¿Hay en su grito algún remanente de la lucha de clases o sólo se trata de “adornar” con alaridos la ya sobre-saturada estética de la estridencia mercantil, a fuerza de “pasiones” ocasionales que lo mismo se exaltan con un equipo que con otro, es decir, por una marca que por otra…? ¿no será que a fuerza de gritos entramos al reino de los himnos mercenarios donde da lo mismo cualquier cosa, mientras se pague bien, mientras se venda todo? ¿No será que a fuerza de gritos nos embrutecemos, esmeriladamente, para la pachanga degenerada del capitalismo que acumula riquezas y acumula zombis rentables? ¿Quién escucha el grito de los torturados, de los muertos en las guerras comerciales, de los desaparecidos, de los perseguidos políticos de los encarcelados por pensar libremente?

Griterío sospechoso para que acaso no se escuchen los gritos de rebeldía, los gritos organizados para cambiar al mundo, los gritos del hartazgo, los gritos de la alegría revolucionaria. Que no se escuchen los gritos campesinos y obreros, los gritos de las masas que gritan su futuro con alma de rebeldes hastiados de la esclavitud y de la alienación. Eso no se escucha tan fácilmente. No hagamos simplismos. Eso gusta y gusta por algo, eso no lo hace intocable.

¿Para qué gritar tanto si la gracia es no escuchar? ¿Quién aprecia el griterío de las tribunas, quién dijo que eso es entusiasmo, quién amaestró a las “masas” para hacer la “ola”, para la alharaca circense, para el estruendo vocinglero? El show bussines llena sus pantallas y sus micrófonos con las escenografías acústicas de los aficionados. El show degenerado, que levanta dinero a mansalva, necesita el ruido de las tribunas para que no se escuchen las paladas de dólares y euros depositadas en los bancos suizos. Grita la muchedumbre, grita su alienación, grita y se desgañita para celebrar el triunfo de las marcas cerveceras, deportivas, mass mediáticas… grita el vulgo, grita la oligarquía parecen felices ambos, reconciliados en el fútbol, sólo si deja ganancias para los dueños. Y los pueblos ni se enteran ¿O sí? La miseria y la barbarie… a grito pelado.

Dicen que el campeonato mundial de fútbol es una “fiesta”. Dicen algunos que los aficionados tienen derecho a una “distracción” a un “entretenimiento”… que a nadie se hace daño cuando se mira un partido… que es un “desahogo”… una “fuga”. Ojalá haya partidos magníficos, ojalá que, al menos una, vez se juegue con inspiración y entrega, que participen las mejores habilidades y que luzca lo mejor de un juego colectivo que logra tener destellos maravillosos y registros estéticos extraordinarios. Que se juegue sin especulación mercantil, sin manoseo mafioso, sin lógica de mercado. Que se logre, al menos, un enfrentamiento intenso y creativo. Ojalá que se logre ver la mejor parte del fútbol, porque lo peor está a la vista… y nos cuesta muy caro. ¿Y si gritáramos los goles y eso no impidiera que nos organizáramos para acabar, de una vez por todas, con el capitalismo?

Fuente: http://www.portalalba.org/index.php?option=com_content&view=article&id=9345:pie-con-bola-meditaciones-desde-un-partido-de-futbol&catid=151&Itemid=195

Imagen tomada de: http://www.reasonwhy.es/sites/default/files/styles/noticia_principal/public/futbol-dinero-industria-negocio-ReasonWhy.es_.jpg?itok=pNybFJoI

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¿La reforma educativa es el proceso de reforma?

Por Darío Balvidares

Las políticas educativas continúan debatiéndose en circuitos privados, que además, funcionan como convocantes a la hora de sostener la reforma.

Como ejemplo podemos ver que en los próximos días se realizará un pre-foro sobre “Liderazgo educativo para el aprendizaje de calidad”, se llevará a cabo en la sede de la Universidad Católica de Córdoba y estará organizado por la Asociación Proyecto Educar 2050 y por la Fundación Córdoba Mejora. Por supuesto que ambas organizaciones están sostenidas por grandes empresas y responden, como no puede ser de otra manera, a la lógica reformista mundial que deposita en los sistemas públicos de educación la responsabilidad por los resultados.

Ya sabemos que la universalidad del discurso de la reforma no admite voces disidentes que desenmascaren sus objetivos y cada vez más, de la mano de los funcionarios que no solo legitiman,  sino que son parte de estas fundaciones y  también de empresas que hacen negocio con el Estado, la reforma se acentúa sobre el imaginario de la burguesía.

Primero fue la transferencia de matrícula de escuelas públicas a la educación privada, conjuntamente con la trasferencia de recursos vía subsidios. Desde los medios las llamadas voces autorizadas y periodistas con poca o ninguna preparación en la materia, armaron con los datos registrados y aportados por las pruebas pisa, el universo de la “desolación” de la educación pública a la que hay que reformar para que sea de calidad.

La idea es la misma  de los ´90, de los comienzos de la llamada reforma, poner a los sistemas educativos dentro del mercado, o mejor, transformar en mercado los sistemas públicos de educación.

Podemos pensar en varias perspectivas de la reforma macroeducativa, todas ellas con un claro objetivo de máxima, el control privado de la educación, desde la generación de políticas hasta el diseño de las prácticas pedagógicas.

La macropolítica de educación (con matriz neoliberal)  decretó la obsolescencia educativa y la correspondiente crisis, la que se debe afrontar con los “esfuerzos” y “recomendaciones” de los organismos internacionales que encontraron la otra veta de dominación a través de los créditos para la reforma y de sus satélites territoriales: las organizaciones de la sociedad civil con intervención directa.

Tal vez podamos arriesgar como hipótesis que el verdadero negocio es el proceso de reforma, un proceso que nunca se acaba, casi kafkiano; en realidad el proceso de reforma es la reforma. Después de los objetivos del Milenio, aparecieron los Objetivos 2015, ahora la Agenda Post 2015, las Metas 2021; el Banco Mundial con su propia Estrategia 2020 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030

Durante el proceso, que lleva 26 años si tomamos la Cumbre de Jomtien, Tailandia, en 1990 como marca de inicio de Educación para Todos y de acuerdo con los propios reformistas la educación continúa en crisis, y el avance de la tecnología y la entelequia llamada Sociedad del Conocimiento, más las recomendaciones de inclusión no han podido contribuir al mejoramiento, entonces o la reforma va de fracaso en fracaso o es condición necesaria del discurso reformista perpetuar la crisis educativa para avanzar más sobre el control y al mismo tiempo hacer más negocios periféricos y virales con el sistema. Esa es una posibilidad, la reforma como proceso de aglutinación de poder.

Veamos, dentro de estas perspectivas, la reforma es un proceso en el que abrevan las corporaciones privadas que incluso aparecen como pilares del proceso en cuanto a que funcionan como usinas de pensamiento y “reclutamiento” a la hora de hacerse cargo de la “capacitación” de directivos y docentes bajo el lema de “formación de líderes”. Me arriesgaría a decir “formateo” de líderes para que abonen al proyecto de reforma. Y también, aportan sus cuadros docentes para la intervención en las aulas, como el caso de la ONG Enseña por Argentina.

En una perspectiva más pedagógica la “innovación” reformista pasaría por el apotegma de “aprender a aprender” que aparece en el relato de los reformadores como una verdad revelada para instalar la educación por competencias. Lo que se materializa en el vaciamiento de contenidos de los diseños curriculares para transformarlos y reducirlos a una enumeración de habilidades que los estudiantes deben adquirir.

No es más que la expresión de la pedagogía instrumental, flexible, a la que habría que oponerle: “aprender algo” es preferible, en lugar de “nada”.

De acuerdo con ese enfoque instrumental, todo conocimiento escolar también ha devenido obsoleto, por lo tanto en la lógica reformista si el conocimiento impartido en la escuela es obsoleto; entonces la escuela es obsoleta. ¡Celebración reformista!

En consecuencia la buena adquisición de “habilidades” llevaría a la “calidad” de los “resultados” y por supuesto, a la “eficacia” educativa formando personas integralmente “eficientes” para el ejercicio de la ciudadanía y el mundo del trabajo y, por supuesto, obtener mejores puntajes en las pruebas estandarizadas.

Es casi una burla a los sentidos pensar que sobre un  andamiaje de cuatro o cinco conceptos del mercadeo se haya puesto en crisis la educación pública a nivel global  para ser reemplazada por una reforma sistémica, que todo el aparato de dominación económica global haya logrado con esos mismos conceptos apoderarse de las políticas y el control de la educación. Es patético que decenas de técnicos, teóricos y pedagogos trabajen para la gran estafa del siglo XXI.

Cuando deberíamos estar pensando en una transformación educativa de carácter emancipatorio y liberador que nos permita salir de la lógica de producción de valor capitalista  hacia sociedades más igualitarias.

Cuando deberíamos pensar la educación en procesos de mayor socialización frente a la crisis del individualismo capitalista, es el capitalismo el que dice “la educación está en crisis” y la crisis de la escuela nos lleva a crisis sociales, económicas, políticas… y entonces se transfiere la responsabilidad  a la escuela y a los docentes “como figura central del sistema”… y así continúan su relato para la intervención.

Es  patético como el propio capitalismo encontró en los sistemas educativos la causa de la crisis, para justificar su asalto a los sistemas públicos.

No hay sofisma que supere tamaña falacia.

Artículo enviado por su autor a la redacción de OVE

Imagen tomada de: http://www.gaceta.udg.mx/fotos/740/740028.jpg

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Enfoques cooperativos; Hoy: ¿Es política de los Estados la desocupación?

Por José Yorg, el cooperario.

“La economía moderna es dirigida. O la dirige el Estado o la dirigen los poderes económicos. Estamos en un mundo económicamente organizado por medidas políticas, y el que no organiza su economía políticamente es una víctima. El cuento de la división internacional del trabajo, con el de la libertad de comercio, que es su ejecución, es pues una de las tantas formulaciones doctrinarias, destinadas a impedir que organicemos sobre los hechos nuestra propia doctrina económica”. Arturo Jauretche.

El interrogante del título del presente artículo surgió a partir de poner atención en la trascendencia que la variable “desocupación” alcanzó en todo el mundo. Dondequiera que se pose el análisis sobre la cuestión social surge este espinoso tema.

En razón de que no somos economistas, sin embargo, tal como aludimos más arriba, el tema es actual y trascendente y no es para menos en razón a su devastadora acción en las personas de carne y huesos que la sufren y los conduce a una condición infrahumana, nos aprestamos a dar nuestra voz de protesta.

Pensamos abiertamente, con base incontrastable, que los gobiernos han claudicado de buscar el bien común y se abocan a otra cosa, como por ejemplo, a incrementar las tasas de ganancias de los que más tienen en desmedro de los que menos tienen.

Suponer que siguen un plan en el sentido señalado, no es desacertado, creemos, en consecuencia que consentir que la economía la manejen  los economistas matematizados, de los números, está demostrado que es, cuanto menos, un crimen político.

Anteponemos sin más el pensamiento económico cooperativo, un pensamiento y acción que pone al hombre sobre el capital. La lógica cooperativa es compatible con la idea de que las cosas están para hacer la vida más digna, más humana y no para convertirlas en mercancías, a propósito de esto último, en verdad, si los mercaderes aún no comercializan el aire es simplemente porque están impedidos.

Tenemos ante nuestros propios ojos la más innegable evidencia de que las leyes económicas del capitalismo responden al mecanismo de un modelo socio-económico agotado, incapaz ya de resolver la desocupación, es más, requiere de ella, pues le es funcional para la baja de salarios.

El conjunto de teorías que sistematizara Adam Smith (1723-1790) en su obra denominada “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones” cuya esencia es el bienestar social que se logra a través del crecimiento económico que está enancado a la división del trabajo y la libre competencia. Leer esto parece un cuento de hadas. Los mercados no son libres, ni libres son las naciones.

De tal modo, una mirada global a la situación de la desocupación y a la transacciones financieras especulativas que van y vienen como gaviotas sobre el mar es, por tanto, una materia que no precisa de sapiencias técnicas, sólo debemos despabilarnos de tanta falacias de los mercaderes de la oferta y demanda que nos saturan día con día.

La cooperación como filosofía económica propone una distinta forma de organización social para salir de este entrevero de mentiras sacralizadas de teorías económicas.  Proclamamos con José Martí que “Es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos”.

Nos negamos a enmarañarnos en lenguajes económicos como tasas, inflación, capital, interés, gastos,costo-beneficio, inversión, etc., que ellos mismos imponen y que confluyen en la imposición de baja de salarios a partir de elevados índices de desocupación para incrementar ganancias. Son teorías que sólo ellos comprenden.

Tenemos la firme convicción de que la cesantía es un problema político y moral que interpela a los gobiernos a que respondan si tales medidas económicas que imponen y provocan desocupación que es en definitiva una política de sus Estados.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

Artículo enviado por su autor a la redacción de OVE

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Artículo de Opinión: Educación para formar mejores seres humanos

Artículo de Opinión: Educación para formar mejores seres humanos

Por Ángel Pérez Martínez

La escuela y los docentes no pueden estar pasivos frente a la homofobia, la barbarie, la violencia y otras acciones que atentan contra la dignidad humana, la libertad, la igualdad o dañan la vida de la tierra.
Así como no es posible que todos los males de la sociedad y de los seres humanos los resuelva o los resistan los sistemas educativos, tampoco descarto el inmenso poder que tiene un buen sistema educativo con metas claras y de buena calidad. Educación capaz de incidir de manera estructural en la formación de seres humanos para la vida, el bienestar social y el cuidado de la tierra.
A pesar de los innegables avances de la humanidad por alcanzar el pleno respeto por los derechos humanos fundamentales, la dignidad humana, la libertad individual y la igualdad, aún subsisten en el imaginario individual o colectivo creencias o valores que permiten y hasta justifican acciones que hacen daño o afectan la vida de personas por su color de piel, raza, identidad sexual y de género, su religión o clase social, entre otras.
La afirmación anterior se prueba mediante los recientes hechos que se conocieron a raíz de la intervención de la policía en el Bronx en el centro de Bogotá, en donde ocurrían abusos insospechados a seres humanos mediante el uso de las drogas, prostitución infantil y desapariciones. También, lo peor de la condición humana se expresó en la masacre que costó la vida a 50 personas en el bar gay Pulse en Orlando, Florida; así como en el acto de discriminación racial del bar Cachao, ubicado en la Zona T de Bogotá, donde no le permitieron, por su color de piel, el ingreso a Danit Torres Fuentes, mujer de piel negra, quien es experta en temas educativos y ha dedicado su vida a buscar una Colombia más igual, sin discriminación.
La barbarie, la violencia, la homofobia, la militancia religiosa extrema y la discriminación racial son situaciones creadas por seres humanos influenciados por una cultura en la que los imaginarios familiares o sociales heredados o creados por el voz a voz, o más grave, por medios de comunicación masivos o redes sociales, inciden más en la formación de valores en las personas que los sistemas educativos o la escuela.
Con seguridad, miles de profesores y académicos, así como instituciones escolares y educativas se preguntan a diario ¿cómo formar mejores seres humanos? ¿Cómo luchar contra la familia y el entorno social cuando estos inciden de manera negativa en la visón de la vida de los muchachos y en sus valores? Para responder a lo anterior, la escuela se tiene que preguntar: ¿cómo determinan las prácticas, los discursos, los ejemplos y los medios masivos de comunicación la forma de pensar y de actuar de los estudiantes? En términos de Cornelius Castoriadis: ¿cómo se produce el imaginario o los procesos de creación por medio de los cuales los sujetos se inventan sus propios mundos, donde las valoraciones de lo bueno y lo malo adquiere un valor simbólico o real?
Humberto Eco, en un artículo publicado por el Diario la Nación de Argentina, se pregunta ¿De qué sirve el Profesor en el mundo de la Internet y de los medios masivos de comunicación? Eco sostiene que el Internet le dice casi todo al estudiante, “salvo cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda esa información”, y lo más importante, un buen profesor puede enseñar a comparar, a verificar y a relacionar sistemáticamente nociones, conceptos, valores y a tener un sentido crítico basado en el conocimiento. Sobre los medios de difusión masivos, Eco dice que “informan sobre muchas cosas y también transmiten valores, pero la escuela debe saber discutir la manera en la que los transmiten, y evaluar el tono y la fuerza de argumentación de lo que aparecen en diarios, revistas y televisión”
También, según nuestra Constitución Política la escuela tiene el deber de formar seres humanos para la vida en sociedad, el respeto a los derechos humanos y la paz. “En todas las instituciones de educación será obligatorio y el estudio de la Instrucción Cívica y el fomento de prácticas democráticas para el aprendizaje de los principios y valores de la participación ciudadana” (artículos 41 y 67).
Sin embargo, una escuela y sus maestros con escaso apoyo de padres de familia, de la sociedad y del Estado estará cada vez más en desventaja en la formación de valores de los estudiantes con relación al efecto que hoy tienen la familia, el entorno social, el Internet y los medios masivos. De la escuela y de los planes de estudio desaparecieron el estudio de la religión (ojo, no la enseñanza de una creencia religiosa) y ahora la ética. Interesa más el bilingüismo, las matemáticas, la lectura y la ciudadanía ligada a derechos o prácticas democráticas, pero no formar buenos seres humanos.
Insisto, como lo desarrollé en anteriores artículos, en algunos lugares de Colombia donde en la familia o el entorno social del estudiante priman imaginarios que justifican el machismo, el autoritarismo y la violencia, la escuela no puede esperar ayuda positiva de los padres o de los responsables de los estudiantes en su formación. Es por ello que este país requiere una mejor educación oficial, para que sea capaz de sobreponerse a dichos efectos negativos de la familia y del entorno. De manera estructural, una educación de calidad, con apoyo social, es la única capaz de cambiar estos imaginarios, algunos de ellos antihumanos, en el mediano plazo.
Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/educacion-para-formar-mejores-seres-humanos-angel-perez-martinez/224700

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Neurociudad: La Percepción

Neurociudad: La Percepción

Por: Oscar Fernández

osfernandezve@hotmail.com

“creamos al mundo que nos crea
en la eterna espiral que llamamos vida”

Al hablar de la percepción instantáneamente nos adentramos en el universo de los sentidos, e incluso de los extrasentidos. La interpretación derivada a través de estos variará dependiendo de quien observa y en especial de la experiencia que dicho(a) observador(a) posea frente al fenómeno observado. Dicha observación (al hablar de observación nos referimos a la percepción generada a través de los 5 sentidos e incluso a través de los sentidos internos tales como la intuición y la anticipación) irá desde aquella persona que no percibe nada, hasta aquella que puede identificar detalles que el común de los observadores no pueden reconocer o que descubren con mucha dificultad. ¿A qué se debe tal diversidad perceptiva ante un mismo fenómeno?, a todo esto lo llamamos en sentido genérico experiencia. Pero ¿es como dice un refrán común que cada cabeza es un mundo?, la respuesta es sí y no a la vez. Pero antes de intentar responder nos adentraremos en algunos detalles particulares que nos permitirán comprender un poco más la dinámica de la percepción. Partiremos de algunas premisas:
a) La experiencia es lo que captamos a través de los sentidos, más lo que ya traemos como hechos vividos (esto último incluye la herencia cultural grabada en nuestro pool genético a través de la historia)
b) La percepción por su parte dependerá de la agudeza que tengamos de nuestros sentidos más la capacidad interpretativa que hayamos desarrollado.
c) Interacción experiencia/percepción Al juntar experiencia, percepción e interpretación, tenemos todo un universo de relaciones a nuestro alrededor. Sin embargo todo esto no hace que nuestras lecturas del mundo sean infinitas y mucho menos complementarias. Entonces ¿por qué si esto es así, no somos todos descubridores y cocreadores a la vez?
La respuesta a la pregunta de arriba la hallamos entre otros espacios, en el sistema educativo. Nuestro sistema educativo no ha sido diseñado para reconocer y potenciar la capacidad descubridora y creadora del ser humano. Por el contrario se ha empeñado en tratarnos a todos como seres iguales y ha establecido una percepción artificial estandarizada. Aquellas personas que se percatan de dicho engaño y se salen son colocadas por debajo o por encima de dicho estándar, lo que contribuye en la construcción de todo un aparato de exclusión y alienación al que llamamos sociedad.
¿Qué es entonces un sociópata, sino el resultado de este sistema educativo que no reconoce las diferencias? Sólo la empatía define dicha diferencia. En la medida en que cada vez nos importe menos lo que le ocurre al/la otro(a) seremos cada vez más sociópatas y menos que buscan el equilibrio a través de la convivencia y la complementariedad de los saberes.
Percepción y experiencia definen lo que somos, pero el cómo se tejen estas dimensiones son aún el gran misterio de la vida. ¿Por qué un mismo fenómeno puede impactar a unos si y a otros no? Esta pregunta constituye el núcleo investigativo de la neurofenomenología.
Neurociudad perceptiva
Si bien es cierto que la alienación a través de los medios de consumo de masas nos ha vuelto casi autómatas negando la posibilidad de dicha diversidad en nuestras cabezas mundanas, por otro lado siempre hay excepciones que permiten ir más allá y pensar que la diversidad existe aunque sea en pequeña escala. ¿Entonces, hay o no desde la perspectiva de la percepción una o varias ciudades? ¿Es la misma ciudad para un músico, un poeta o un artista plástico que se inspira en la ciudad, que para un político, un ecologista o un matemático? Por tan sólo citar a unos cuantos. O por el contrario ¿es la ciudad una ilusión y nuestros sentidos cual matrix nunca nos dirán cual es la realidad real y por consecuencia todo lo que hagamos y/o pensemos en torno a la ciudad, será un ejercicio intelectivo intrascendente? Y ¿Cómo percibes tú a la ciudad?: bulliciosa, alegre, dinámica, caótica, colorida, contaminada, mágica, peligrosa, o… debería preguntarte ¿Cómo te sientes en tu ciudad?
¿Tu ciudad te asusta, ¿temes vivir en dicha ciudad o por el contrario celebras la magia de ser citadino? Estas preguntas aparentemente simples, son el punto de partida para encaminar tu vida, ya que tal y como percibas la ciudad así será y más importante aún así serás tú. Entonces, ¿Cómo quieres sentirte o como quieres que sea tu ciudad? No se trata de fantasear, se trata de mirar la ciudad no de afuera hacia adentro, sino por el contrario mirarla de adentro hacia afuera. No se trata de ver lo que no hay, se trata de ver lo que hay y preguntarnos ¿Cómo me siento con eso y/o ante eso que percibo? Y entonces accionar. Si me siento mal, bien o indiferente, ¿qué debo hacer para que esa emoción se mantenga o desaparezca? ¿Debo mudarme de la ciudad, debo formar parte de algún colectivo o debo seguir haciendo lo que hago pues me siento bien así? Recuerda que tu neurociudad habita dentro y fuera de ti y es el equilibrio entre ambas el que determinará a qué tipo de neurociudad perteneces. La intuición será siempre la guía en esta interminable búsqueda que en definitiva es y será la búsqueda de nosotros mismos.
FERNÁNDEZ, Oscar. (2012) Espiralario. Editorial el perro y la rana. Caracas Venezuela.

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Artículo de Opinión: Latinos son los más afectados por préstamos estudiantiles

Artículo de Opinión: Latinos son los más afectados por préstamos estudiantiles

Por: Isaias Alvarado

Junio 2016

En el condado de Los Ángeles, la mayor tasa de morosidad estudiantil se registra en las ciudades del sureste, como Huntington Park, Bell Gardens, Cudahy, Bell, Maywood y South Gate, donde viven miles de hispanos

Se estima que los universitarios graduados esta primavera deben un promedio de $37,000 dólares. /GETTY IMAGES
El sueño de Carlos Vásquez era estudiar contabilidad en la Universidad de Chicago, pero abruptamente despertó de éste por una deuda de $20,000 dólares que acumuló sólo en su primer año en el instituto.
“Iba a terminar debiendo $40,000 dólares en préstamos estudiantiles y decidí salirme”, contó Vásquez, quien en marzo de 2012 buscó otra opción académica en su natal Los Ángeles.
Su mejor alternativa fue el Colegio de Santa Mónica, donde comenzó tomando clases de negocios, pero más tarde se interesó por la química.
“Me enfoqué más en estudiar. Para mí fue un alivio no pagar tanto dinero”, continúa el hijo de un inmigrante mexicano y una salvadoreña.

Carlos Vásquez ahora es estudiante de la Universidad de California en Irvine (UCI)
El caso de Vásquez refleja cómo los latinos, al igual que los afroamericanos, han sido afectados de manera desproporcional por la crisis de deudas estudiantiles, que este año ascendía a $1,300 millones de dólares, concluye un estudio del Centro Washington para el Crecimiento Equitativo.
http://mappingstudentdebt.org/#/map-2-race
Este reporte se basa en un mapa interactivo que expone que la región del condado de Los Ángeles con la mayor tasa de morosidad estudiantil abarca las ciudades del sureste, como Huntington Park, Bell Gardens, Cudahy, Bell, Maywood y South Gate. En éstas vive la mayor cantidad de hispanos del país.
Lo que este gráfico muestra es que los vecindarios de color son más propensos a tener familias que luchan para pagar los adeudos comprometidos para su formación profesional.
“Estas deudas son un lastre para nuestra economía en general”, expresó Maggie Thompson, directora ejecutiva de Generation Progress, indicando que esta situación aumenta la disparidad económica.
¿Es rentable la universidad?
Se estima que los universitarios graduados esta primavera deben un promedio de $37,000 dólares, una cifra que para algunos plantea esta pregunta: ¿es rentable la educación superior?
“Es muy difícil para los jóvenes empezar sus vidas personales y profesionales cuando tienen tantas deudas por su educación. Es un problema nacional”, comentó Stephanie Campbell, directora ejecutiva del programa de preparación universitaria Bright Prospect, con sede en Pomona.
Cuatro años después de su salida de la Universidad de Chicago, los padres de Vásquez aún no han pagado 5,000 dólares del préstamo inicial. Gracias a su excelente desempeño académico, este joven consiguió ayuda financiera y ahora busca un título de Químico en la Universidad de California en Irvine (UCI). Con becas pagará la mayor parte de una colegiatura total de $33,000 dólares.
“No es justo que tengas que deber al graduarte, es algo que te desalienta”, dice Vásquez, residente del Sur-Centro de Los Ángeles, otro sector impactado por los préstamos escolares.

Carlos Vásquez ahora es estudiante de la Universidad de California en Irvine (UCI)
“Los latinos somos pocos en las universidades por esa razón, no es porque seamos menos inteligentes, sino porque no podemos pagar la colegiatura”, mencionó quien sueña con obtener un doctorado en química para dedicarse a la investigación y la docencia.
Para muchos hispanos, los colegios comunitarios son un camino más largo, pero menos oneroso para culminar una carrera, sabedores de que así devengarán mejores sueldos.
Hace unas semanas, el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, prometió pagar un año de colegiatura en dichos institutos a los alumnos destacados del Distrito Escolar de esta ciudad (LAUSD), desempolvando una iniciativa federal que sigue en el tintero y propone cubrir hasta dos años de estudio en éstos.
Aunque la matrícula de los 22 colegios comunitarios en California es la más baja del país, sus estudiantes se enfrentan a diversos obstáculos financieros, como el pago de vivienda, transporte y libros de texto, según el Instituto para el Acceso y el Éxito Universitario (TICAS), que encuestó a 12,000 alumnos.
Cuando éstos trabajan más horas para cubrir sus necesidades, se reducen sus clases en el instituto.
“La investigación confirma que el tener que poner en primer lugar el trabajo hace mucho menos probable que alcancen sus metas universitarias”, expone Debbie Cochrane, autora del reporte.
@Alvaradoisa
isaias.alvarado@laopinion.com

El estudio se puede leer en este portal: http://ticas.org/sites/default/files/pub_files/on_the_verge.pdf
Fuente: http://www.laopinion.com/2016/06/16/latinos-son-los-mas-afectados-por-prestamos-estudiantiles/

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El Examen de Admisión a la Universidad en China

 

El Examen de Admisión a la Universidad en China: Cómo funciona y por qué es tan importante en el marco de su proyecto de desarrollo nacional

Por Emilia Székely

El 16 de febrero de este año, tuve el gusto de presentar una ponencia sobre el examen de admisión a la universidad en China (coloquialmente conocido allá como gaokao), en el marco del Diplomado en Estudios sobre Asia organizado por el Seminario Universitario de Estudios Asiáticos de la UNAM.

Quiero recoger aquí algunas de sus ideas principales, pues siendo China un actor tan importante tanto en la región como en el mundo, considero relevante contribuir al conocimiento de uno de los mecanismos organizativos que define el perfil de su población (¡una quinta parte de la humanidad!), y por tanto el de sus instituciones, sus decisiones políticas, sus relaciones internacionales, y en fin, el de todo aquello en lo que la educación tiene alcance. Esto incluye por supuesto a su participación en el mundo de los negocios, especialmente porque China transita actualmente de una economía basada en mano de obra barata a una de mano de obra calificada. El caso del gaokao, trae además elementos para la reflexión sobre el rol y los retos de la educación en general y, consecuentemente, sobre el proyecto educativo en México.

Decía entonces, que mientras que en otros países cada universidad elige los criterios para seleccionar a sus aspirantes, y que generalmente éstos son diversos (currículos, entrevistas, calificaciones, experiencias deportivas, etc.), en China todo se decide con la suerte que tengan los estudiantes el día del gaokao — un examen que funge como pre-requisito único de acceso a casi todas sus universidades.

La intención de éste, desde la perspectiva de las autoridades educativas chinas, es garantizar condiciones de igualdad en el acceso a la educación superior a una población para cuya mayoría ésta representa una oportunidad casi única para su escalada social. Esto es, para romper con el complejo ciclo de la pobreza. A pesar de las crecientes dificultades que encuentran los egresados de la universidad para encontrar trabajo, en la mayoría de los casos contar con estudios universitarios es una de las pocas alternativas a las que puede aspirar un ciudadano chino para mejorar su capacidad adquisitiva, enriquecer su preparación profesional, y, más importante aún, conseguir un permiso de residencia (conocido como hukou) en la ciudad, el cual es per se un pase para una mejor calidad de vida. Aquí cabe señalar que en la mayoría de las familias de este país los hijos, una vez adultos, toman la responsabilidad de procurar económicamente a sus padres, abuelos e hijos. Por ello, su acceso a estudios superiores, determinado en gran medida por su éxito en el gaokao, es de suma importancia para el futuro de todos ellos.

Es de imaginarse la presión que por tanto genera este evento del examen. Más aún si se toma en cuenta que desde la instauración de la política de hijo único en 1978 la mayoría de los jóvenes chinos cargan con esta responsabilidad casi exclusivamente en sus espaldas, es decir, sin el apoyo de hermanos o hermanas. Y esta presión se ve. Se ve en las incontables horas extra (a las de la escuela) que dedican a sus estudios en preparación para el gaokao, lo cual inicia desde su infancia pero se acentúa particularmente durante el último año de la preparatoria. Se ve en las dimensiones de los operativos de seguridad y logística que se efectúan durante el evento. Se ve y se respira, sobre todo, en el enorme porcentaje de notas periodísticas dedicadas al tema en las semanas circundantes al examen, cada año y en todo el país. En los múltiples reportajes sobre las triquiñuelas de todo tipo a las que acuden estudiantes, sus familias y hasta las autoridades de las diferentes instituciones educativas, unos para garantizar su éxito en la prueba y otros para hacerse de los mejores estudiantes, pues de ello depende su fama y presupuesto.

Pensemos en el impacto que el que pareciera ser un simple y llano examen, tiene en el perfil del sistema educativo chino en general. Un sistema cuyos agentes, recursos y dinámicas se dirigen en buena medida a preparar a los estudiantes más que para las múltiples necesidades de sus comunidades, de la vida, para este examen.

¿Y cómo funciona? Salvo pocas excepciones, el gaokao se efectúa una vez al año de forma simultánea en todo el país. Suele durar 3 días (9 horas en total) y aunque se permite a las provincias y municipalidades cierto grado de adaptación, por lo general se compone de reactivos que evalúan conocimientos en lengua, matemáticas y lengua extranjera — casi siempre inglés. A esto se le adhieren algunos sobre temas optativos, los cuales varían de localidad en localidad. Las notas de todas estas materias se suman y el umbral mínimo para el acceso es determinado según los criterios de cada institución educativa, quien invita a los estudiantes de su preferencia.

Como mencionado arriba, el principal objetivo que argumentan quienes promueven el gaokao es forjar un sistema meritocrático, que garantice que todos los jóvenes chinos gocen de la misma oportunidad para acceder a la educación superior, sin importar su contexto político, religioso, económico, etc. Este objetivo es significativo en un país con reconocidos índices de desigualdad como lo es China[1]. Sin duda, definir medidas apropiadas para seleccionar quienes, de entre tantos aspirantes, deben y pueden acceder a los estudios universitarios, es una tarea titánica y compleja — tan sólo el año pasado tomaron el examen alrededor de nueve millones de jóvenes!. En este sentido, los logros obtenidos en los últimos años respecto a la extensión del acceso a la educación superior son notorios y sin duda “aplaudibles”, pues éste ha aumentado de 9.85% en 1998 a 34.5% en 2014, gracias a una agresiva política estatal que ha multiplicado el número de universidades y dotado a varias de ellas de un creciente presupuesto.

Sin embargo, dos cuestiones preocupan a quienes estudian este mecanismo: la desigualdad que caracteriza a su diseño, y aquella que éste acentúa entre los distintos sectores de la población. Esto es, numerosas investigaciones demuestran que a pesar de sus intenciones, el sistema no es realmente meritocrático y que, por el contrario, reproduce (y para ciertos grupos acentúa) la problemática de desigualdad que existe en el país. Una lectura de dichos documentos sugiere que esto atribuyen, principalmente, al hecho de que el gaokao sea una prueba estandarizada.

En primer lugar, hay quienes sugieren que la meritocracia no es “apolítica”: los criterios con que se mide responden a intereses y criterios tanto políticos como económicos (como todo sistema de evaluación). En China, especialmente desde la reforma de 1978, el gaokao ha servido como medio para legitimar un status quo que enfatiza la estratificación social y un discurso particular respecto al desarrollo, por los contenidos que evalúa.

Además, argumentan otros, el gaokao contiene en sí un sesgo tanto cultural como de clase. En este sentido, a lo largo de los años se han implementado distintas medidas de discriminación positiva, tales como la asignación de puntos extra para deportistas y minorías étnicas. Sin embargo, estas medidas se encuentran hoy en arduo debate, no sólo por la serie de abusos que se han llevado a cabo en su nombre, sino por el hecho de que han mostrado ser insuficientes para resolver la desigualdad que existe entre el medio rural y el urbano, y entre los distintos grupos étnicos.

En la investigación emanada del campo de la educación para el desarrollo, sobra evidencia de que el acceso equitativo a una educación de calidad requiere de lo que yo llamo “relevancia (pertinencia) plural”. Esto es, de que la educación y sus mecanismos de evaluación sean relevantes no sólo a unos sino a los distintos intereses y necesidades de los estudiantes, los cuales devienen de las diferentes dimensiones en las que se regula su vida. Algunas de estas dimensiones son organizacionales y tienen distintos grados de autonomía.

Es decir, los intereses y necesidades de un niño se regulan de forma simultánea a varios niveles de organización educativa (la casa, la escuela, el ministerio de educación, las pruebas PISA, UNESCO), los cuales permanente negocian sus objetivos y dinámicas a según los motivos que les constituyen. Así, garantizar que los niños tengan acceso a educación de calidad depende tanto de las leyes que promulguen las autoridades de un Estado, como de las decisiones que tomen los maestros en una escuela, así como de la forma y éxito con que ambos negocien.

De la misma manera, los intereses y necesidades de los niños provienen de otras de las dimensiones que rigen su vida: las condiciones nutricionales, la capacidad de los padres para apoyar con las tareas, las condiciones de inseguridad política, las necesidades económicas de la familia, etc. No cabe duda de que el gaokao per se arroja información relevante para el proceso de selección de los estudiantes. Se ha demostrado que la capacidad de lectura y el razonamiento matemático son cruciales para el acceso y comprensión de cualquier área del conocimiento. A nivel de educación superior, la lengua extranjera es, además, una herramienta claramente importantísima para acercarse a las investigaciones de frontera y comunicarse con el resto de la comunidad académica internacional — especialmente para los chinos, por aquello del idioma. Es por ello que este tipo de habilidades y conocimientos forman el esqueleto de casi todas las pruebas estandarizadas en el mundo.

El problema, más que en su uso, radica en su abuso — el hecho de que el gaokao sea el único criterio para la selección de los estudiantes provoca un sistema alineado que supedita unas dimensiones a otras y promueve más la memorización que las habilidades críticas para la vida dentro y fuera de la comunidad, pues la evaluación de los maestros, escuelas y estudiantes, currícula, etc., todos se estructuran a partir de éste.

A esto se suma que no todos los estudiantes tienen la misma capacidad económica para enfrentar en condiciones de igualdad esta prueba estandarizada. En China, después de los 9 años de escolaridad la educación ya no es obligatoria, y por ende la preparatoria no forzosamente es gratuita. Las cuotas de este nivel de estudios no todos las pueden pagar. Además de estos filtros, también está el que sólo unos cuantos tienen la alternativa de eludir este examen y migrar al extranjero para cursar la universidad, donde por cierto se incentiva de forma creciente la incorporación de estudiantes chinos. Las notoriamente caras universidades principalmente de Hong Kong y de “Occidente”, han visto en éstos una medio para paliar las dificultades financieras que les ha traído la crisis económica. Hoy en día en Estados Unidos, por ejemplo, alrededor del 31% de la matrícula de estudiantes extranjeros registrados en instituciones de educación superior son chinos.

Otro elemento de central importancia para el argumento de que el gaokao, por ser prueba estandarizada, está promoviendo la desigualdad, es el tema ya mencionado del hukou pues, con contadas excepciones, este se transfiere de forma trans-generacional. Esto es, el hukou de los padres determina en primera instancia el de los hijos y son pocas las oportunidades para cambiar un hukou rural a uno urbano. Estas están principalmente relacionadas con la obtención de un empleo formal en la ciudad o con la aceptación en una institución de educación superior, también en una ciudad. El problema aquí es que la mayoría de las universidades (y las más reconocidas) se concentran en las zonas urbanas, lo que se traduce en un significativamente menor número de lugares para estudiantes de hukou rural, pues éstas, al igual que las rurales, tienen mayores cuotas de admisión para estudiantes locales.

Por otro lado, han habido varios reportes de que varios jóvenes que han crecido y estudiado en las ciudades, se han regresado a los lugares de origen de sus familias para estudiar ahí la preparatoria y ganarse el derecho de presentar ahí el examen, pues circula la percepción de que la versión del gaokao de las áreas rurales es más fácil que la de las urbanas. Se ha visto que esto comúnmente genera dos tipos de escenario: la desadaptación de estos estudiantes o una condición ventajosa con respecto a los locales, que no han tenido las bondades de la calidad educativa de las zonas urbanas. Algo similar ha sucedido con estudiantes que habiendo crecido en zonas urbanas, gozan de un hukou de áreas territoriales consideradas de minorías étnicas. Estos regresan a dichas regiones para estudiar los últimos años del bachillerato y así recuperar el derecho a gozar de los puntos extra que les confieren las políticas de discriminación positiva en el gaokao.

Esto trae a la luz un último factor de primordial peso a la hora de presentar en “igualdad de condiciones” el gaokao: el absolutamente inequitativo contexto socio-económico y educativo del que provienen los distintos aspirantes. Existe una estrecha correlación entre los recursos de apoyo de que gozan los estudiantes para su formación (nivel educativo de los padres, condiciones infraestructurales de las escuelas, calidad de la educación, insumos nutricionales, etc) y su desempeño educativo. En China hay un desfase en el contexto de desarrollo que divide, como arriba mencionado, a los niños de la ciudad y los del campo, los de orígenes étnicos Han y los de la mayoría de las demás etnias, a los de género masculino y los de género femenino, casi siempre en detrimento de los segundos, respectivamente. Esto es, la desigualdad viene desde abajo, y más que resolverse, se recrudece con el gaokao.

Todos estos argumentos han sido sopesados por las autoridades educativas chinas, quienes siguen buscando medios para balancear las ideas de mérito y de equidad de oportunidades. Consecuencia de ello han sido las permanentes reformas al examen a lo largo de la historia, sobre todo durante los últimos años. Las promulgadas por el Consejo de Estado en 2014 son prometedoras, pues reconocen la necesidad de atender las problemáticas arriba expuestas. Éstas exigen que las escuelas aumenten la cuota de acceso a poblaciones no locales y evalúan posibilidades para ampliar el número y tipo de criterios para la admisión a la universidad, además de los resultados del gaokao — e.g. notas de otros exámenes serán tomadas en consideración, mayor número de oportunidades para la presentación de pruebas de idiomas extranjeros, reconocimiento de actividades extra-curriculares y voluntariados, etc. También se ha pensado en implementar el gaokao en varias sesiones. Más aún, las reformas reconocen la necesidad de mejorar la calidad de la educación básica para los niños migrantes. Sin embargo, se teme que las medidas de implementación de todas estas novedades son poco claras y en ocasiones, insuficientes. Ejemplo de ello es que si bien se motiva a las universidades a ampliar la cuota de admisión para estudiantes no locales, dicha medida no corresponde con un ajuste en el presupuesto a éstas destinado, que actualmente se determina en función del número de estudiantes locales registrados. Es entendible entonces que las escuelas se resistan a absorber la responsabilidad económica que tal modificación en sus criterios de admisión conlleva. Además, las reformas del 2014 al gaokao no han correspondido con cambios en el sistema de hukou.

Lo esperanzador es que las autoridades desarrollan actualmente varios estudios piloto en diferentes localidades del país para evaluar los mejores medios para traducir las intenciones de las reformas en realidades que reviertan la preocupante tendencia hacia una mayor desigualdad en este país de más de 1500 millones de habitantes (incluyendo a los no registrados).

Concluyo subrayando que hay que entender al gaokao como un mecanismo de auto-organización en China. Uno que impacta y es impactado de manera substantiva por su proyecto de desarrollo y sus relaciones con el exterior. Que constituye un factor de crucial peso en su condición de inmensa desigualdad. Que refleja las aspiraciones que tiene para el perfil de su población, tan relevante en un mundo en donde su presencia es cada vez más notoria. El caso del gaokao habla, además, sobre los criterios y retos para medir la calidad de la educación, para premiar el mérito, para ofrecer igualdad de oportunidades. Todos ellos temas centrales de la agenda educativa tanto en México como en el resto del mundo, y por ende claves para nuestra preocupación global subyacente de desarrollo sustentable.

 

[1] Aunque insuficiente para describir las complejas condiciones de desigualdad de este país, es significativo que su coeficiente Gini para el ingreso haya sido de 0.491 en 2012, cuando más de 0.40 es considerado un nivel preocupante.

 

Investigadora del Centro de Ciencias de la Complejidad, UNAM
Correo electrónico: emiliaszekely@gmail.com
CDMX, Abr 2016

Tomado de: http://www.educacionfutura.org/el-examen-de-admision-a-la-universidad-en-china/

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