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Perú: Mujeres trans y su lucha por acceder a espacios educativos: “Estos espacios también son de nosotras”

Mujeres trans y su lucha por acceder a espacios educativos: “Estos espacios también son de nosotras”

Mujeres trans y su lucha por acceder a espacios educativos: “Estos espacios también son de nosotras”

Cansadas de ser marginadas y discriminadas debido a los prejuicios por sus identidades y expresiones de género, las mujeres trans en el Perú se abren camino en espacios académicos con el objetivo de incursionar en distintas profesiones.

Alejandra Fang tiene 28 años, es directora de la Casa Trans Zuleymi y desde hace algunos años comenzó su carrera universitaria. El camino no ha sido fácil. Sus padres la botaron de casa cuando inició su transición a los 15 años. Sin un hogar ni dinero, tuvo que ingeniárselas para sobrevivir en una Lima sumamente discriminatoria y violenta.

“Cuando transicioné y me botaron de casa, mi primer pensamiento no fue: ‘Oye, voy a ser trabajadora sexual, quiero ser una trabajadora sexual como profesión’. Eso nunca pasó por mi cabeza”, cuenta Fang, haciendo alusión a la realidad que enfrentan muchas personas trans en situación de trabajo sexual como opción de supervivencia económica, y ante el rechazo que sufren en el ámbito laboral, familiar, y educacional.

La realidad de una sociedad excluyente y discriminatoria contra las personas trans la llevó a dejar de lado sus sueños de incursionar en otras profesiones, pues los veía inalcanzables. Ahora, su situación ha cambiado.

“Cuando estaba en el colegio, mi pensamiento era, ‘Yo quiero aspirar a ser de repente abogada o quiero ser de repente una contadora o ser administradora o lo que fuese’. Siempre mi aspiración ha sido a eso. Pero ahora, por ejemplo, ya con mis 28 años, he trabajado de trabajadora sexual y estoy pudiendo estudiar una carrera que a mí me gusta”, manifiesta la defensora de derechos humanos.

Ingresar a un espacio universitario ha sido todo un reto para Alejandra, que como cientos de personas trans se tienen que enfrentar trabas en el sistema educativo, como el persistente uso de su nombre legal en documentos de la institución, el correo electrónico y por parte de profesores, que no reconocen como válido su nombre social.

“Yo siempre he impulsado a que se reconociera al menos los nombres sociales en los correos electrónicos; sin embargo, la universidad dice que no es posible ello y se escuda en que es un tema administrativo y que la SUNEDU exige, de cierta manera, que estén los nombres legales como tal”, explica.

Pero no es solo el sistema que las discrimina, sino también profesores y compañeros, sobre todo varones, que tienen actitudes transfóbicas hacia ella y otras tres compañeras en la misma situación. En ese contexto, la tolerancia, aceptación y sobre todo reconocimiento de profesoras surgen como un soporte que las impulsa a seguir.

“Había una profesora, que en plena aula, decía: ‘Ay, Alejandra, cómo estás’. A pesar de que mi nombre legal no es de esa forma, ella reconocía mi nombre social como tal y lo reivindicaba delante de todos los compañeros. Eso es totalmente positivo porque refuerza tu autoestima, ya que hay alguien que sí te está te está identificando como tal”, apunta Fang.

El rechazo de una sociedad conservadora y sus barreras les dificulta acceder a una educación formal, lo que produce que muchas personas trans se encuentren en situaciones vulnerables de riesgo económico, físico y emocional al exponerse a mafias de proxenetas.

Según un informe del 2022 de la Defensoría del Pueblo, solo el 5,1% de las mujeres trans ha terminado estudios secundarios. El 62,2% se dedica al trabajo sexual debido a la falta de oportunidades de empleo y el 95,8% ha sido víctima de violencia al menos una vez en su vida por su identidad o expresión de género.

“Yo creo que si acá en el Perú nos darían las oportunidades de estudiar en la universidad, de un trabajo, no habría mucha vulnerabilidad hacia nosotras, que ahora nos arriesgamos a trabajar en la calle. De mi parte, a mí me encantaría trabajar donde sea, en cualquier cosa donde tenga un trabajo seguro”, señala Vanessa, una mujer trans en situación de trabajo sexual que migró de Pucallpa tras ser rechazada por su familia.

Compañeras como Vanessa, expresan abiertamente su disposición para estudiar, pero sus recursos económicos no les permite costear estudios superiores.

Las realidades son distintas incluso entre mujeres trans, como apunta Alejandra Fang, quien lidera la Casa Trans Zuleymi. Resalta que aspectos económicos, como la capacidad adquisitiva, la clase social y el racismo imperante en la sociedad peruana ejercen aún más opresión entre ellas.

Alejandra, por ejemplo, tiene una piel clara y cispassing (su aspecto físico la hace ver como lo que la sociedad considera ‘femenino’). “En cambio, una mujer trans que se ve como una mujer trans no tiene la misma cantidad de ingresos que de repente pueda tener yo. Ahí ya existe un privilegio”, señala.

Asimismo, sus compañeras trans universitarias provienen de otros estratos económicos, lo que les permite enfocarse únicamente en los estudios y no pensar en cómo distribuirán el dinero entre el pago de la universidad, alquiler de casa y subsistencia económica.

“No voy a poder comparar su realidad con la mía, que soy una mujer trans en situación de trabajo sexual. Entonces, en ese sentido, ahí tiene que ver mucho el tema de la clase”, resalta Alejandra.

Ley de identidad de género sería un paso importante
Ante esta problemática, Alejandra Fang no está sola al pedir que se apruebe una ley de identidad de género. Este proyecto fue presentado en diciembre de 2016 y desde entonces está estancado en el Congreso por influencia de grupos conservadores antiderechos que se muestran en contra.

“La ley de identidad de género no solamente se basa en el cambio de nombre en el DNI, sino que es una ley mucho más integral que te da acceso a vivienda, a educación, a salud, que es lo principal. El proyecto de ley enfoca que cuando se realiza el proceso del cambio de nombre y sexo en el DNI, la vida de las personas trans cambia significativamente y yo lo creo totalmente”, destaca Fang.

La activista apunta que esto también permitiría que las mujeres trans con menos recursos puedan postular a las becas que ofrece el Estado peruano como Beca 18 o Beca Permanencia. Actualmente, no lo hacen debido al miedo de ser rechazadas o discriminadas por el nombre que aparece en su DNI y por la escasa capacitación del personal educativo que desconoce cómo recibirlas.

“Yo, por ejemplo, cuando postulé para la beca de la propia universidad, fue un proceso difícil. La persona que me entrevistaba no sabía si yo era yo. Ahí te das cuenta qué tan atrasados estamos, porque inclusive me preguntó hasta mi fecha de nacimiento para saber si era yo”, explica Alejandra.

Con más espacios educativos inclusivos, en los que las personas trans puedan utilizar su nombre social, las cosas empezarían a cambiar para ellas. “Sería la revolución total porque habría muchas más mujeres trans disputando esos espacios que usualmente han sido negados”, señala.

En Casa Trans Zuleymi se imparten talleres de empleabilidad laboral, pero también se pone énfasis en la formación de habilidades blandas que permitan a mujeres trans fortalecer su autoestima y lidiar con una sociedad ultraconservadora y violenta. Como directora de uno de estos espacios, Alejandra Fang, asegura que cada vez ve a más jóvenes trans ven la opción de entrar a la universidad.

“Es un avance de las nuevas generaciones que se están atreviendo a estar en esos espacios y disputarlos, porque esos espacios también nos corresponden a nosotras, por más de que la sociedad pretenda relegarnos o segmentarnos en ciertos trabajos. Yo creo que ese es el mayor mensaje: que las compañeras que vienen detrás de mí se atrevan a ser disruptivas, que ocupen esos espacios de poder, porque esos espacios también son de nosotras”, sentencia Fang.

WAYKA

Fuente de la Información: https://www.nodal.am/2025/02/peru-mujeres-trans- y-su-lucha-por-acceder-a-espacios-educativos-estos-espacios-tambien-son-de-nosotras/

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República Dominicana: Economía verde, reordenamiento fiscal y reformas ayudarán a América Latina y el Caribe

Economía verde, reordenamiento fiscal y reformas ayudarán a América Latina y el Caribe

Los países de América Latina y el Caribe recaudan solo el 2 % de los ingresos tributarios provenientes de los impuestos a la propiedad —un porcentaje inferior al promedio mundial—, pese a que el 80 % de su riqueza se mantiene en el sector inmobiliario

La región de América Latina y el Caribe enfrenta mucha incertidumbre en el 2025, por los numerosos cambios políticos en el mundo, el impacto de las guerras en curso, la creciente ola de crimen y violencia en sus países y las cada vez mayores dificultades fiscales y de gestión de la deuda.

Pero centrarse en lo negativo puede hacer que uno se pierda lo positivo. Este nuevo año ofrece grandes oportunidades que pueden ayudar a los países a prosperar en estos tiempos de incertidumbre. Estas posibilidades se encuentran en la economía verde, lo digital, el reordenamiento fiscal y las reformas, de acuerdo con el Banco Mundial.

En primer lugar, el BM reconoce los retos que puede plantear un panorama político cambiante en términos de políticas comerciales y migratorias. Al mismo tiempo, las tensiones geopolíticas y los realineamientos prometen seguir cambiando las alianzas y las cadenas de valor, y los países buscan socios comerciales confiables.

El 2024 será recordado por las impactantes imágenes de una espiral de violencia. Las bandas criminales la están propagando en países donde antes no era un problema importante.

Además de reducir la calidad de vida cotidiana, la violencia también tiene un alto costo económico: puede costar hasta el 8 % del producto interno bruto. Los países quieren gastar más en seguridad para hacer frente a este creciente desafío, pero se ven limitados por grandes deudas de la época de la pandemia y sus economías no crecen lo suficientemente rápido como para aliviar esta carga.

Pero no todo tiene que ser pesimismo. En medio de la oscuridad, hay oportunidades. Para beneficiarse de ellas.

Aprovechar las oportunidades verdes para atraer más inversiones. América Latina y el Caribe ya es líder en energía verde con una de las redes eléctricas más limpias y las economías con menor intensidad de carbono del mundo. «Hay un enorme potencial para la energía solar, eólica y geotérmica. Esto le da a la región una ventaja como lugar para la venta de productos libres de emisiones de combustibles fósiles», destaca el Banco Mundial. 

La región cuenta con importantes reservas de litio y cobre para vehículos eléctricos y otras tecnologías con bajas emisiones de carbono. El hidrógeno verde tiene un gran potencial para lograr que industrias difíciles de electrificar, como la de fertilizantes y acero, queden libres de emisiones de combustibles fósiles.

Para capitalizar estas oportunidades se necesitará una combinación de incentivos, instituciones, coordinación e inversiones públicas clave.

Ampliar las oportunidades digitales para que más personas puedan disfrutar de una vida más próspera. La región ya ha logrado grandes avances en el comercio y el empleo digital, y las nuevas empresas tecnológicas con altas valoraciones de mercado, conocidas como unicornios.

Países como Argentina, Colombia y México están invirtiendo en capacitación tecnológica para los jóvenes. Esto está ampliando las oportunidades de empleo digital y difundiendo la adopción de la inteligencia artificial. Hay un boom en el número de unicornios. La cifra se cuadruplicó entre 2018 y 2021, y aumentó aún más a partir de entonces.

El desafío que enfrenta ahora la región es lograr el acceso y el uso universal de la banda ancha. Esto requerirá una gran inversión en infraestructura y habilidades digitales, en lugar de una acción incremental. 

Avanzar en el tema fiscal. Esto podría hacer que las sociedades sean más justas, promover el crecimiento y crear más espacio en los presupuestos públicos para invertir en el futuro.

Hay un gran enfoque en los impuestos sobre la riqueza. Gravar los activos financieros puede ser difícil debido a lo complicado que puede ser la tributación de los bienes muebles, como las acciones y los bonos. Una opción más efectiva es gravar la propiedad, ya que esta no se puede trasladar y representa una proporción mucho mayor de la riqueza de la región.

Por lo general, los países de América Latina y el Caribe recaudan solo el 2 % de los ingresos tributarios provenientes de los impuestos a la propiedad —un porcentaje inferior al promedio mundial—, pese a que el 80 % de su riqueza se mantiene en el sector inmobiliario. En relación con la oportunidad digital mencionada anteriormente, los Gobiernos pueden utilizar nuevas plataformas digitales para evaluar el impuesto a la propiedad y mejorar la cartografía, la recopilación de datos y el intercambio de datos.

Aprobar e implementar reformas que promuevan  el crecimiento con inclusión.

Una reforma importante debe ser la introducción de más competencia. La gente paga precios demasiado altos por bienes y servicios de menor calidad. Esto reduce el bienestar general y contribuye a aumentar la desigualdad. Una mayor competencia puede dificultar las cosas para las empresas poco competitivas y sus trabajadores.

Por ello, las políticas de competencia justa y que fomenten la competencia deben combinarse con políticas de innovación y sistemas nacionales de innovación que funcionen, incluidos mejores sistemas educativos y de formación de habilidades.

El aumento de la productividad a nivel empresarial puede ayudar a que un mayor número de empresas compita a nivel internacional.

América Latina y el Caribe enfrentará enormes desafíos en 2025. Los titulares de las noticias a veces podrán ser inquietantes. Pero la región puede buscar oportunidades en la economía verde, lo digital, el reordenamiento fiscal y las reformas, que pueden ayudarla a prosperar en la economía mundial de hoy.

Es el momento de aprovechar al máximo estas oportunidades y ofrecer a los habitantes de la región el mejor futuro que se merecen.

Fuente de la Información: https://acento.com.do/economia/economia-verde-reordenamiento-fiscal-y-las-reformas-pueden-ayudar-a-america-latina-y-el-caribe-9454070.html

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CII-OVE: Materiales Educativos sobre el Método de Friedrich Fröbel (1782-1852)

Realizado por: Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación (CII-OVE)

Biografía Crítica de Friedrich Fröbel (1782-1852)

1782–1792 (Infancia)

El contexto histórico-político de ese momento encontraba a Europa bajo monarquías absolutas. La Revolución Francesa (1789) inicia transformaciones políticas importantes, mientras Alemania está fragmentada en principados, entre ellos Turingia, donde nace Fröbel, la mayoría de ellos bajo influencia protestante.

Fue el momento de los primeros avances de la Revolución Industrial en Inglaterra, con la máquina de vapor.

En Europa los debates pedagógicos giraban alrededor de las propuestas de Rousseau, quien proponía educación natural en Emilio (1762) y, de Pestalozzi quien desarrolla métodos centrados en la infancia.

Nace en una familia luterana, con un padre pastor. La muerte de su madre a los 9 meses marca su visión de la educación maternal.

1792–1802 (Adolescencia)

En este momento el contexto era determinado por las Guerras napoleónicas (1792–1815), con una expansión francesa que altera Europa. Alemania vive el surgimiento del nacionalismo alemán contra Napoleón.

En materia de Cultura y Ciencia, el romanticismo alemán de la época exalta naturaleza y subjetividad (Goethe, Schiller).

Los debates pedagógicos giraban en torno a críticas al autoritarismo escolar y el impulso a métodos intuitivos como el de Pestalozzi.

Fröbel fue autodidacta en matemáticas y botánica, aunque su educación fue influenciada por la ética protestante.

En ese periodo, el contacto con un tío afectuoso contrasta con rigidez paterna.

1802–1812:  Formación universitaria y primeros trabajos

Napoleón es coronado emperador (1804), como parte de la dominación francesa en Europa.

En materia de Ciencia y Tecnología destaca el hecho que Dalton publica su teoría atómica (1808), se dan avances en cartografía y agrimensura.

Los debates pedagógicos del momento eran marcados por las ideas de Pestalozzi quien funda escuelas en Suiza, enfatizando en el aprendizaje activo.

En 1805, Fröbel inicia como maestro en Frankfurt bajo influencia pestalozziana.

Fröbel Critica el sistema educativo tradicional, alineándose con las ideas liberales antinapoleónicas.

1812–1822: Guerras y fundación de instituciones

En este periodo ocurre la derrota de Napoleón (1815) y el Congreso de Viena restaura monarquías

El Romanticismo de moda enfatiza en la espiritualidad y la unidad cósmica, lo cual influenciaría la pedagogía de Fröbel.

Alemania y Europa vivían las tensiones entre educación religiosa vs. Secular, en cuyo debate Fröbel aboga por autonomía infantil.

En 1816 funda el Instituto General Alemán de Educación en Keilhau, en 1821 publica sus fundamentos, fin y vida interna del Instituto universal alemán de la educación en Keilhau.

1822–1832: Consolidación teórica

Se vive un periodo de represión liberal en Europa, con edictos como el Decretos de Carlsbad,

En materia de Ciencia, Faraday descubre el electromagnetismo (1831) y se vive un renovado auge de las ciencias naturales.

Los debates pedagógicos se focalizaban en las críticas al paidocentrismo. En esos debates, Fröebel defiende el juego como herramienta educativa.

En 1826 publica “La educación del hombre”, obra fundacional donde sistematiza su visión holística de la pedagogía.

Entre 1828–1829 realiza los planes para un Instituto de Educación Popular en Helba, proyecto que no cristaliza.

Fröbel es acusado de panteísmo por vincular naturaleza y divinidad, lo cual le genera tensiones con la autoridades luteranas.

1832–1842: la Creación del Kindergarten

Europa vive las revoluciones liberales (1830) y un auge del socialismo utópico (Fourier, Owen).

Se da una notable expansión ferroviaria en Europa, producto de la industrialización creciente, que altera las estructuras familiares. Es el periodo de desarrollo de la familia bajo la premisa burguesa.

Fröbel participa en discusiones sobre educación preescolar, lo que le permite innovar con su propuesta del jardín de infancia.

En 1837 funda el primer Kindergarten en Bad Blankenburg.

Colabora con mujeres pedagogas, como Bertha von Marenholtz.

1842–1852: Legado y persecución

Se produce las revoluciones de 1848, que generan represión en Prusia, donde se prohíben los Kindergarten (1851).

Se da un nuevo aire al realismo literario, pero Fröebel enfatiza la creatividad humana frente a la industrialización.

Los conservadores critican su modelo pedagógico, como «subversivo», mientras que sus defensores lo vinculan a innovación educativa.

En 1843 publica “Canciones y conversaciones maternas”, un manual lúdico para madres que sería una de las obras de referencia de su propuesta.

En 1840 había acuñado el término Kindergarten y diseñado los dones (materiales educativos) de su propuesta pedagógica.

Sus trabajos e ideas, prohibidas en Prusia por «socialista y ateo», lo llevan a refugiarse en Marienthal (Sajonia) bajo protección ducal.

Fröbel vivió en una Europa convulsa, donde su pedagogía revolucionaria —centrada en autonomía, juego y naturaleza— chocó con estructuras autoritarias. Su legado, aunque perseguido, sentó las bases de la educación preescolar moderna, influyendo en Montessori y Dewey. Su enfoque, sin embargo, reflejó tensiones entre romanticismo científico y control estatal, evidenciando cómo la educación nunca es ajena al poder.

Principales debates pedagógicos en Latinoamérica y el Caribe durante el periodo que vivió de Friedrich Fröbel (1782–1852)

El siglo XIX, fue marcado por procesos independentistas, la formación de Estados-nación y las tensiones entre tradición colonial y modernidad.

La educación era valorada como una herramienta de construcción nacional. En consecuencia, el rol de la educación aparecía vinculado a la formación de ciudadanos para los nuevos Estados independientes.

Se buscaba consolidar identidades nacionales mediante la alfabetización y la difusión de valores patrióticos.

A pesar de ello, persistían las tensiones entre modelos educativos centralizados, inspirados en la Europa conservadora, y prácticas locales ligadas a culturas indígenas, afrodescendientes y de los pardos criollos.

Crecía en toda la región la Influencia de modelos pedagógicos europeos, que llevan a una progresiva adopción de métodos como los de Pestalozzi y Fröbel:

La pedagogía froebeliana, centrada en el juego y el desarrollo integral del niño, comenzó a difundirse en círculos intelectuales de la región, aunque su aplicación masiva en Latinoamérica se haría muchas décadas después.

Los debates y discusiones giraban alrededor de la pertinencia de trasplantar modelos europeos a contextos con realidades sociales y económicas distintas, como la ruralidad y la desigualdad, como fue el caso de Simón Rodríguez.

Otro debate central fue el de Educación religiosa vs. educación laica, que expresaba un conflicto abierto entre Iglesia y Estado.

La Iglesia Católica mantenía control sobre la educación, pero los gobiernos posindependentistas promovían una educación secular para reducir su influencia.

La alfabetización y el acceso a la educación seguían marcados por la exclusión de los grupos marginalizados o subalternos.

La educación formal era privilegio de las élites criollas, mientras que indígenas, afrodescendientes y mujeres tenían acceso limitado a ella.

Iniciativas incipientes, como las escuelas para adultos o proyectos de alfabetización rural, se generaban, aunque no eran el producto de políticas estatales consistentes.

Otro debate en educación, era el referido al género y los oles tradicionales vs. incipientes demandas de equidad: Las mujeres eran educadas principalmente en labores domésticas y religiosas. En ese contexto, surgieron voces críticas, como las de Juana Manso en Argentina, que cuestionaban la exclusión femenina de la educación formal, prefigurando debates del siglo XX.

Otro debate era sobre pedagogía y resistencia cultural, que expresaba las tensiones entre homogenización y diversidad, ya que los sistemas educativos buscaban uniformizar la cultura, marginando lenguas indígenas y conocimientos ancestrales.

Esto generó resistencias, mediante prácticas educativas informales en comunidades, aunque sin reconocimiento institucional.

Aunque Fröbel no tuvo influencia directa en Latinoamérica durante su vida, sus ideas —junto a las de Pestalozzi— sentaron bases para reformas posteriores, como los Kindergártenes y la educación preescolar para todos.

Los debates del siglo XIX reflejaron tensiones entre colonialidad y modernidad, que seguirían vigentes en textos y conferencias de autores de las pedagogías críticas como Paulo Freire, Prieto Figueroa y otros.

Descarga aquí la presentación en Power Point que realizamos sobre esta propuesta pedagógica:

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También pueden descargar las infografías que hicimos sobre este método pedagógico 

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Por ultimo les compartimos dos mapas mentales que pueden descargar en los siguientes link:

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Educación en el mundo: La transformación ineludible de las universidades ante la expansión de la educación a distancia

La transformación ineludible de las universidades ante la expansión de la educación a distancia

Las universidades enfrentan un escenario disruptivo en el que la educación a distancia no solo se ha consolidado como una alternativa viable, sino también como una competencia formidable para los modelos educativos tradicionales. Impulsada por avances tecnológicos y un acceso creciente a la conectividad, esta expansión global obliga a las instituciones universitarias, a la política educativa y a la sociedad en general a replantear sus estrategias académicas y organizacionales. El objetivo es claro: mantener su relevancia y legitimidad en un mundo donde la educación ya no está limitada por fronteras geográficas ni estructuras rígidas.

Desde la Open University de 1970 a hoy, la oferta de programas en línea ha alcanzado niveles de calidad y prestigio que rivalizan directamente con las propuestas de las universidades tradicionales. Instituciones de renombre como Harvard, MIT y Stanford han adoptado plataformas virtuales para ofrecer cursos masivos abiertos (MOOCs) y programas de grado completos, eliminando barreras geográficas y económicas. Este fenómeno no solo democratiza el acceso al conocimiento, sino que también redefine el concepto de exclusividad territorial, desafiando el monopolio que las universidades han mantenido históricamente sobre la formación superior en sus regiones.

Además, la competencia transnacional se ha intensificado. Universidades extranjeras, ya sea de manera directa o a través de alianzas estratégicas, campus virtuales y programas híbridos, están captando estudiantes de todo el mundo. Esto representa una amenaza para las instituciones que dependen de la matrícula local, especialmente en países con mercados educativos saturados o en declive demográfico. Paralelamente, entidades no educativas, como Google, IBM y Microsoft, están acreditando saberes y habilidades con certificaciones que gozan de una credibilidad equiparable a la de las universidades tradicionales en ciertos campos. Este fenómeno no solo amplía las opciones de formación, sino que también cuestiona el rol exclusivo de las universidades como únicas proveedoras de conocimiento válido.

Frente a este panorama, las universidades con trayectoria histórica y prestigio consolidado tienen una ventaja competitiva única: su tradición de excelencia académica, redes de egresados y reconocimiento global. Sin embargo, esta ventaja puede diluirse si no adoptan cambios estratégicos inmediatos. La clave está en combinar su reputación con la innovación, ofreciendo programas híbridos y virtuales que mantengan la calidad histórica mientras incorporan la flexibilidad y ubicuidad que requieren los estudiantes de hoy. Entre estos cambios, es fundamental cuestionar la extensión innecesaria de muchas carreras, cuyas estructuras y duraciones no se corresponden con las demandas del mercado laboral especializado. Si no reducen sus rigideces curriculares, las universidades corren el riesgo de quedarse atrás en un contexto donde el tiempo se percibe como un recurso cada vez más valioso.

No se puede ignorar que la educación no formal a distancia ofrece una alternativa dinámica, accesible y de calidad en constante crecimiento. Esta modalidad permite desarrollar habilidades y competencias de manera eficiente, adaptándose con rapidez a las demandas cambiantes de los distintos sectores. Hay plataformas que están revolucionando el aprendizaje de idiomas, y en muchos otros campos surgen oportunidades comparables que compiten directamente con las universidades y con la educación formal. Cada vez más estudiantes prefieren estas opciones, que no solo se adaptan mejor a sus tiempos y necesidades, sino que también les permiten acceder al mercado laboral de manera más temprana y efectiva.

El desafío que enfrentan las universidades no es meramente tecnológico, sino estratégico y cultural. No se trata solo de adoptar herramientas digitales para complementar las propuestas actuales, sino de rediseñar currículos, flexibilizar trayectorias académicas y priorizar la formación en competencias globales y adaptables. En este nuevo paradigma, los estudiantes, como usuarios de servicios educativos, valoran cada vez más la flexibilidad, la accesibilidad, la especificidad de lo estudiado y su relevancia en el mercado laboral. La inacción no es una opción; la rápida transformación es la única vía hacia la supervivencia y la trascendencia.

Por supuesto, es obvio que la función de las universidades no se limita a la formación profesional. Su tarea esencial sigue siendo analizar e incrementar el conocimiento -hacer ciencia-, una actividad por la que históricamente se las reconoce como merecedoras de prestigio.

Fuente: Alberto Taquini / infobae.com

Fuente de la Información: https://www.redem.org/la-transformacion-ineludible-de-las-universidades-ante-la-expansion-de-la-educacion-a-distancia/

 

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Inteligencia Artificial y Educación: ¿Herramienta de Emancipación o Nueva Forma de Alienación?

Inteligencia Artificial y Educación: ¿Herramienta de Emancipación o Nueva Forma de Alienación?

Luis Bonilla-Molina

  1. Introducción

Vivimos en una era donde la inteligencia artificial (IA) basada en redes neuronales se integra cada vez más en la educación. Desde plataformas de aprendizaje automático hasta sistemas de tutoría automatizados, la promesa de personalización y eficiencia seduce a gobiernos y corporaciones. Pero, como educadores críticos, debemos preguntarnos: ¿la IA está ampliando el pensamiento crítico de nuestros estudiantes o simplemente reforzando estructuras de control y estandarización del conocimiento?

En este artículo intentaremos invitar a la reflexión colectiva respecto a las luces y sombras del uso de la IA generativa en los procesos de enseñanza y la forma como aprendemos. Evidentemente, el uso de la IA con fines educativos implica un quiebre sin precedentes con las rutinas y el performance pedagógico de los últimos 300 años. Hemos asumido como incuestionables los modelos de sistemas escolares, estructuras educativas y modelaje de las propuestas pedagógicas (didáctica, evaluativa, curricular, planificación y gestión del aula), a tal punto que nos da “escalofrío” pensar en otra forma de organizar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Mi consejo es calmarnos y asumir que estamos en un momento de la historia donde todo esta cambiando como presagio de una transformación mucho más radical en educación.

El gran problema transicional a resolver, para quienes estamos en el campo de la pedagogía crítica es como este cambio opera en sociedades y sistemas escolares impactados por las diferencias de origen social de clase. Muchos gobiernos hablan de incorporar la innovación de la IA en instituciones sin electricidad ni agua, en escuelas rancho, cuyos estudiantes apenas si logran una comida al día. La IA no puede ser un espejismo para ocultar o desentenderse de la lucha por la justicia social y la democratización de la riqueza, por el contrario, ahora es más necesario. Todo ello tampoco puede ser un pretexto para darle la espalda a lo nuevo. La innovación tiene que llegar a todos en condiciones de igualdad.

El capitalismo y sus apologetas ya lo resolvieron diciendo que, si las dos primeras revoluciones industriales dejaron atrás a 1.200 millones de personas sin acceso al agua o la electricidad, la cuarta revolución industrial en su despegue dejará atrás a la mitad del planeta (Schwab, 2016). O sea, unos 4.000 millones de vidas. A la desvergüenza capitalista tenemos que responderle con la ética de la inclusión y la justicia social.

 

Presentación en power point del artículo

Inteligencia-Artificial-y-Educacion-Herramienta-de-Emancipacion-o-Alienacion

 

  1. Lo que no debería estar en debate

Este “escalofrío pedagógico” que recorre a los sistemas escolares ha generado que gobiernos conservadores y progresistas, de derecha, centro u izquierda, al unísono comiencen a prohibir el uso de celulares, cuando solo en el 2020 clamaban por su uso en medio de la cuarentena por la pandemia. La tecnología comienza a ser vista como enemiga de lo educativo, cuando en realidad afecta es la permanencia de las rutinas escolares conocidas durante los últimos 300 años.

Muchas universidades se atrincheran en una especie de romanticismo de seguir “perforando la roca con el cincel” antes que usar la IA en las aulas, porque le asusta que muchas rutinas puedan ser sustituidas por la IA. Le temen a que la reproducción mecánica desaparezca y se abra la posibilidad de liberar el pensamiento humano y la creatividad como centro de la producción académica. Claro es más fácil alimentar la cultura evaluativa y la bibliometría que asumir que el pensar sin repeticiones innecesarias y crear para enseñar cada día, que es la esencia del mundo universitario y no el Sísifo de la publicación de artículos que repiten paradigmas de manera incesante. La IA usada adecuadamente se puede encargar de rutinas repetitivas, mientras los docentes y estudiantes nos dedicamos a la creación, elevando el potencial transformador.

Pero nada es tan fácil. Las corporaciones tecnológicas sueñan con erradicar la presencialidad y conducir el presupuesto educativo a sus arcas, olvidando que hemos aprendido que el aprendizaje es un acto humano compartido, propio del encuentro y la reflexión. Para eso quieren usar la IA, debemos estar prevenidos, pero no por ello cerrarnos a explorar otras formas de uso.

No es lo mismo usar la IA en soledad que hacerlo juntos, no solo para aprender de los otros lo que no vemos cada uno, sino para construir un sentido colectivo de su uso.  La tecnología digital tiene que ser parte de la educación presencial, no su sustituto, para ello tenemos que construir un equilibrio entre tradición e innovación.

Lo que no podemos discutir a estas alturas es si la IA generativa debe o no ser parte de la educación en la tercera década del siglo XXI. Pero hay demasiada publicidad, pues aún la IA está en un estado embrionario de acuerdo a su potencialidad, por lo cuál debemos tener cuidado en dejar demasiados procesos pedagógicos  en sus manos en la actualidad. Veamos los límites actuales de la IA generativa

 

 

  1. Límites de la IA generativa basada en redes neuronales

En este artículo exploraremos cinco principios fundamentales de la IA, desde una perspectiva pedagógica crítica, analizando su impacto en las formas de aprender en la educación primaria y universitaria. Veamos cada uno de ellos.

  • Procesamiento Paralelo y Distribuido: ¿Plasticidad o Reduccionismo?

Las redes neuronales artificiales (RNA) imitan el funcionamiento del cerebro humano: consistente en múltiples nodos que procesan información en paralelo, generando patrones emergentes. Para Benítez, Cencerrado Barraqué y Escudero (2020), este principio cuestiona la visión reduccionista de la inteligencia como mera acumulación de datos.

Sin embargo, en la práctica educativa, la IA suele utilizarse para evaluar a los estudiantes con modelos predefinidos, ignorando la diversidad de procesos cognitivos. Un niño o adulto, quien resuelve un problema matemático de manera creativa puede ser penalizado por un algoritmo diseñado para reconocer solo respuestas estándar y cuyos patrones emergentes no hayan alcanzado la creatividad humana.

  • Aprendizaje Automático: ¿Innovación o Reproducción de Sesgos?

Se postula que el aprendizaje automático permite que las RNA mejoren con la experiencia, similar a cómo los seres humanos aprendemos a través de la práctica. Russell y Norvig (1995/2023) explican que estos sistemas reconocen patrones, establecen asociaciones y generan respuestas basadas en grandes volúmenes de datos.

El problema es que esos datos se agrupan con paradigmas de aceptación de desigualdades existentes. Si un sistema de IA es entrenado con información sesgada—como la predominancia de autores varones en ciertos campos académicos—terminará reforzando esas desigualdades. En educación, esto se traduce en plataformas de aprendizaje que privilegian contenidos hegemónicos y excluyen conocimientos locales, indígenas o comunitarios, mucho más la teoría crítica anticapitalista.

Por ejemplo, un sistema de IA entrenado para seleccionar estudiantes en una universidad podría, sin intención aparente, favorecer perfiles de sectores privilegiados si los datos históricos indican que estos tienen mejor desempeño en pruebas estandarizadas. Así, la IA reproduce una estructura de exclusión social. El problema es que instancias como el IESALC UNESCO, difunden iniciativas de este tenor como si fueran en la orientación correcta.

  • Adaptabilidad y Autoorganización: ¿Autonomía o Control Algorítmico?

Las RNA ajustan sus parámetros con retropropagación, lo que recuerda a la plasticidad sináptica del cerebro humano. La retropropagación es una forma de afrontar el error calculado en IA, usando la llamada cadena de cálculo diferencial, y se fundamenta en el “Forward Pass” (error entre lo esperado y lo obtenido, “Backward Pass” (error calculado se propaga hacia atrás en la red) y el “ajuste de pesos” (otorgar importancia en dirección opuesta al determinante del error).

Pero como advierte Jones (2018), esta adaptación carece de conciencia crítica. En el aula, esta automatización se traduce en sistemas de evaluación y asistencia que “se ajustan” al estudiante, pero sin considerar su subjetividad. Un algoritmo puede detectar que un estudiante tiene dificultades con la lectura, pero no comprenderá que esto se debe a problemas emocionales, fatiga o falta de acceso a libros en casa. Mucho menos es capaz de entender aún, los distintos tonos del capital cultural de cada estudiante.

La enseñanza, en cambio, requiere una comprensión dialéctica del aprendizaje. Los errores no solo indican deficiencias, sino también procesos de transformación. Un maestro crítico no se limita a corregir, sino que problematiza junto con sus estudiantes a partir de los errores o las omisiones, algo que una IA, con su lógica determinista, está limita de hacerlo en grupos grandes (al menos todavía).

 

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  • Simulación de Funciones Cognitivas: ¿Inteligencia sin Conciencia?

Susan Schneider (2023) señala que, aunque las RNA pueden imitar la toma de decisiones humanas, carecen de subjetividad y conciencia. En educación, esto es crucial. Los asistentes virtuales pueden corregir textos, pero no captar la ironía, la creatividad o el contexto político de un ensayo. Un programa de IA puede generar una respuesta correcta, pero no tendrá la capacidad de cuestionar la premisa de la pregunta. ¿Queremos que nuestros estudiantes sean autómatas eficientes o pensadores críticos?

Un estudiante puede pedirle a una IA que escriba una reseña de 1984 de Orwell. La IA producirá un texto bien estructurado, pero sin la capacidad de hacer una crítica realmente situada y comprometida sobre el control tecnológico en la actualidad. Puede aproximarse a algunas críticas, pero no logra captar el sentido crítico anti sistema, porque eso sería un “error de salida”. Depende del docente guiar la discusión para evitar la reproducción mecánica del conocimiento.

  • Integración en Sistemas Socioeducativos: ¿Personalización o Estandarización?

Arroyo Sagasta et al. (2025) sostienen que la IA en educación promete personalización del aprendizaje, pero su implementación real tiende a estandarizar. Las plataformas educativas adaptativas ajustan contenidos según respuestas previas, pero dentro de un marco algorítmico rígido. El rendimiento individual desdibuja la construcción compartida de conocimiento.

Un caso evidente es el uso de plataformas como Khan Academy, que adaptan ejercicios según el rendimiento del estudiante. Pero estas herramientas no fomentan la construcción colectiva del conocimiento ni la reflexión crítica. La IA prioriza eficiencia, mientras que la pedagogía crítica prioriza la problematización y el debate.

  1. Acoplamiento Crítico entre IA y Mente Humana: Desafíos

Para evitar que la IA se convierta en un instrumento de alienación, debemos enfrentar de manera urgente, por lo menos nueve desafíos claves:

  • Epistemológico: La IA opera con lógicas deterministas, mientras que el pensamiento humano integra incertidumbre, ética y creatividad. La educación no puede reducirse a respuestas correctas o incorrectas.
  • Ético: La IA reproduce sesgos estructurales (género, raza, clase), lo que exige marcos regulatorios críticos. Si un algoritmo decide qué libros deben leer nuestros estudiantes, ¿quién programó ese algoritmo y con qué intereses?
  • Pedagógico: La “descajanegrización” (Artopoulos y Lliteras, 2024) demanda transparencia en los algoritmos para evitar la alienación tecnológica en las aulas. Si no comprendemos cómo decide un algoritmo, estamos delegando nuestra autonomía como educadores.
  • Operacional: resistir a la lógica del operario ilustrado que aprende a usar la IA pero desconoce como crearla. En educación se tiene que avanzar hacia la creación disruptiva de la IA.
  • Social: el acceso a la IA será desigual en la medida que se sostengan las actuales diferencias por origen social, en los procesos educativos. Luchar por políticas compensatorias desde la equidad, es decir que promuevan mayor apoyo a quienes menos poseen para reconstruir condiciones de igualdad de aprendizaje en las escuelas y universidades.
  • Humano: la IA no sustituye la presencialidad, sino que su uso ayuda a mejorar los tiempos de ejecución de labores en el aula que ocurrían de manera lenta en la era analógica. Esto puede hacer más eficiente en términos de transformación social el aprendizaje.
  • Creativo: la belleza de la creación artística está en el toque intersubjetivo entre creadores y resto de la sociedad, promoviendo sinergias donde todos seamos parte del arte de inventar. Esta perspectiva de artesano colectivo es una forma de posicionarse ante la creatividad instrumental de la IA.
  • Ecología: cada vez que usemos la IA debemos preguntarnos cuál es el impacto de ello en la sostenibilidad planetaria, colocando como prioritario el equilibrio ambiental.
  • Inclusión: la IA es una construcción humana, por lo tanto, no está exenta de estereotipos de raza, género, o clase. Siempre debemos estar vigilantes en ello.

 

 

Conclusión: IA, Educación y Emancipación

La IA basada en redes neuronales es una herramienta poderosa, pero no un sustituto de la educación crítica. Como advierten Schneider y Russell, no debemos subordinar la agencia humana a la eficiencia técnica.

En lugar de aceptar pasivamente la IA en nuestras aulas, o rechazarla a priori, debemos preguntarnos: ¿cómo podemos usarla para fortalecer el pensamiento crítico y no para imponer una pedagogía tecnocrática? Esto implica exigir transparencia en los algoritmos, desafiar los sesgos inherentes a los datos y, sobre todo, reafirmar la educación como un proceso colectivo de emancipación, no de domesticación.

La IA no debe reemplazar la labor docente ni la interacción humana en el aula. Nuestra tarea no es preparar estudiantes para adaptarse a la IA, sino formar ciudadanos capaces de cuestionar su impacto en la sociedad.

Pero la educación tiene que estar en capacidad de contribuir a que sus estudiantes y docentes tomen el control de esta innovación y la usen para mejorar el aprendizaje crítico, conscientes de sus límites y momentos en los cuales es necesario pulsar el off de las IA, para encender todo el potencial creativo en las aulas. Lo que no podemos permitir es que las IA nos apaguen por la inercia de su uso o la poca capacidad de situarnos críticamente ante ella.

Referencias

Artopulos & Literas (2024). Alfabetización crítica en IA: recursos educativos para una pedagogía de la descajanegrización”. Revista trayectorias universitarias, volumen 10, número 19. Universidad de La Plata. Argentina

Benitez, R y otros (2020) Inteligencia Artificial avanzada. Papel de trabajo. España

Jones, H (2018) Aprendizaje profundo. Alienta Editorial. España.

Russel, S y Norving, P. (2023). Inteligencia Artificial: un enfoque moderno. Pearson Educación. México.

Sagasta, A. (2025) Inteligencia Artificial y educación: construyendo puentes. Grao. España

Schneider, S (2023). Inteligencia Artificial: una exploración filosófica sobre el futuro de la mente y la conciencia. KOASN. España.

Schwab, K (2016) Cuarta Revolución Industrial. Ediciones debate. México.

 

 

 

 

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Represión trumpista de la educación

Por: Héctor Meléndez

No es racista meramente Trump, sino el Estado y la sociedad estadounidenses.

La orden ejecutiva de Donald Trump para cancelar fondos del gobierno federal a instituciones en que se enseñe la ‘Teoría crítica de la raza’ (Critical Race Theory) promete numerosos desafíos en los tribunales. Como otras órdenes que emitió, luce que se empantanará en objeciones legales y confrontará problemas prácticos para aplicarse, entre otras cosas por lo inexacta y confusa que es, como si hubiese sido formulada a la ligera.
La fiereza de la nueva administración en sus primeros días sugiere una angustiosa resistencia del Estado norteamericano a aceptar su disminución en el mundo. Trump abandona el interés usual en el consenso en las relaciones políticas y genera relaciones de antagonismo comercial y diplomático con otros países. Concentra esfuerzos en Latinoamérica y el Caribe, históricamente la zona más oprimida y controlada por Estados Unidos. En política interior intenta desmantelar a toda velocidad el sistema que empezó FD Roosevelt, que en el último medio siglo se hizo predominante, de incluir los afroamericanos y pobres en un clientelismo social de abundantes subsidios y amplia burocracia federal, en un ‘estado benefactor’ agrandado.
Varios autores acuñaron en los años 70 y 80 el nombre ‘teoría crítica racial’, si bien continuaban antiguas y amplias discusiones sobre la cuestión afroamericana y la sociedad estadounidense. Argumentan que el racismo no es simplemente un ‘prejuicio’ personal, sino que está en la formación misma de instituciones principales de Estados Unidos. En Estados Unidos esta idea es escandalosa, pero para muchos alrededor del mundo es evidente.
Desde hace largas décadas las discusiones sobre sociedad e historia admiten que la opresión racial es parte de la cultura de la nación norteamericana, la cual instaló un ‘colonialismo interno’, ya que sus plantaciones de esclavos no estaban fuera del país (como en los casos de Gran Bretaña, Francia, etc.), sino dentro.
Textos como The Black Jacobins (1938), de CLR James, Capitalism and Slavery (1944) de Eric Williams, y How Europe Underdeveloped Africa (1973), de Walter Rodney, aumentaron la conciencia de que la opresión de los negros ha sido inseparable de la historia moderna y de Occidente. Después siguió un torrente de investigaciones, publicaciones y cursos académicos en Norte y Latinoamérica, el Caribe, África y Europa.
Asimismo, el conocimiento científico, e incluso la cultura general, ya admiten que desde hace milenios la división social del trabajo y el desarrollo tecnológico producen un excedente cada vez mayor que hace posible el progreso histórico, y las clases dominantes suelen apropiarse. El capitalismo occidental es un perfeccionamiento de este mecanismo, especialmente por expandir la actividad financiera como nunca antes.
La teoría que ve el progreso –el conocido– inseparable de la explotación del trabajo, inicialmente elaborada por Karl Marx, ya no es tabú y ha enriquecido las ciencias sociales e incluso las naturales. Ha incidido en los temas del colonialismo, la formación del sistema global, y la extraordinaria experiencia del trasiego y trabajo de africanos esclavizados, entre los siglos XV y XIX, en un vasto mercado que incluyó África, las Américas y Europa occidental y en que participó gran cantidad de gobiernos, bancos, empresas, y las iglesias católica y protestante. Estuvo en la base de la era moderna.
El presente, pues, encierra un complejo ‘pasado’ lleno de contradicciones. Por ejemplo, las naciones americanas actuales no existirían sin el sometimiento y el genocidio de las sociedades indígenas, desde el tiempo de Cristóbal Colón, en el Caribe, Centroamérica, México, los países andinos suramericanos y el resto del hemisferio. En Estados Unidos, el crecimiento industrial, financiero y militar del norte no hubiese sido posible sin las plantaciones esclavistas del sur –el algodón iba a la industria de ropa en Inglaterra– que producían riqueza que se convertía en dinero y en actividad bancaria que financió la expansión del norte.
Parece que muchos votantes de Trump, a los cuales éste quiere cumplir lo prometido, se sienten ofendidos al escuchar estas duras realidades, que resultan claras una vez se les estudia y desmontan la historia tradicional oficial idealista y ‘blanca’. Creen que comprender la historia de manera crítica es un ‘racismo contra los blancos’.
No debe subestimarse que Trump reproduzca esta actitud infantil atacando la libertad de expresión y de cátedra y la discusión sobre la sociedad y la historia, en una suerte de regreso a la represión medieval del conocimiento y del debate de ideas libre e informado. El temor a la discusión delata la crisis de Estados Unidos, cuyo actual declive –junto al de Occidente– en el mercado mundial hace aflorar muchas inseguridades.
La orden de suprimir la ‘teoría crítica’ confirma la sensación de que Trump expone el racismo más crudamente que otros presidentes y políticos de Washington, al menos desde que en los 70 se hizo políticamente incorrecto ser racista, y alimenta la ignorancia e impulsividad de grupos supremacistas blancos.
Si Trump persigue liberar las contribuciones intelectuales y los debates sociales del paternalismo y los subsidios del gobierno, su forma de hacerlo es bastante torpe.
Pero, de nuevo, la orden encontrará obstáculos para aplicarse en la práctica, cuando menos referentes al derecho a la libre expresión. Es confuso además si persigue suprimir las específicas lecturas que en los 70 y 80 se llamaron Critical Race Theory, o más ampliamente la enseñanza de la historia y del carácter contradictorio y complejo del proceso social, que durante siglos ha incluido opresión de pueblos y explotación del trabajo y de la mujer. En cualquier caso sería una involución reaccionaria.
No es racista meramente Trump, sino el Estado y la sociedad estadounidenses. Trump lo expone crudamente también con la deportación de miles de inmigrantes latinoamericanos en pocos días, de forma destemplada y carente de consideraciones legales y humanitarias en muchos casos. Ha sido como el traslado de ganado, en vez de seres humanos.
Las ordenanzas de Trump, y la forma en que se anuncian y ejecutan, han agudizado la tensión nerviosa y moral de la sociedad. Puede preverse que restarán aún más solvencia a Estados Unidos.

Fuentes: Rebelión – Imagen: Manifestantes afrodescendientes de EE.UU. Crédito: Bettmann / Ernest C. Withers. 1968

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Inteligencia artificial: ¿Motor de progreso o herramienta de colonización?

La inteligencia artificial (IA) es un concepto que ha evolucionado considerablemente desde su origen en 1956, cuando John McCarthy acuñó el término durante la Conferencia de Dartmouth. Su propuesta inicial era simular la inteligencia humana en máquinas, pero con el paso del tiempo la IA se ha convertido en algo mucho más amplio y transformador. Hoy en día la IA no solo sugiere canciones o productos, sino que se ha infiltrado en áreas clave de nuestras vidas, como la medicina, el transporte, la educación y la publicidad, jugando un papel crucial en la toma de decisiones personales, empresariales y gubernamentales con capacidad de modelar nuestro entorno e influir en nuestra toma de decisiones.

En este contexto, Latinoamérica se encuentra en una encrucijada: participar activamente en la construcción de su futuro digital o convertirse en un simple receptor de tecnologías desarrolladas en el extranjero. Este es un dilema histórico, en el que el control de la tecnología será crucial para determinar el equilibrio de poder global. La creciente centralización del poder tecnológico plantea una nueva forma de colonización: lo que algunos analistas, como el filósofo Miguel Benasayag, denominan colonización algorítmica. Esta colonización no es física, como las anteriores, pero sí tiene el potencial de subyugar a los pueblos a través de la manipulación de datos, algoritmos y plataformas tecnológicas que configuran sus economías, sus políticas e incluso su identidad cultural. En términos ideológicos, el economista Claudio Scaletta denomina la etapa actual del capitalismo como imperialismo tecnológico.

La IA no es una competencia entre tecnologías, sino la lucha por el control de los datos, los algoritmos y la infraestructura que sustentan las grandes plataformas tecnológicas. Estados Unidos y China libran una encarnizada batalla por la supremacía en este campo. Esta guerra tecnológica es una extensión de la competencia geopolítica, en la que los avances en IA se ven como una forma de garantizar la hegemonía global. El impacto de esta lucha es colosal, tanto para las economías nacionales como para los sistemas políticos globales. Con inversiones millonarias, ambos países se enfrentan en una guerra fría tecnológica que afecta áreas como la infraestructura 5G (en la disputa Google-Huawei) o la industria de los vehículos eléctricos (el reciente impuesto del 100 por ciento sobre los autos eléctricos de China para beneficiar a Tesla). Empresas tecnológicas como Google, Amazon y Microsoft invierten sumas que superan el PBI de muchos países y sin duda lideran la carrera.

Latinoamérica, con limitadas inversiones en investigación y desarrollo (I+D) y una infraestructura tecnológica desigual, está en clara desventaja frente a estas potencias. Esta dependencia de tecnologías extranjeras no solo amenaza la competitividad económica de la región, sino que también pone en riesgo la privacidad de las personas y la preservación de nuestra identidad cultural. Al depender de plataformas de IA, motores de búsqueda y redes sociales controladas por actores externos, nos convertimos en consumidores pasivos de información y poco a poco perdemos el control sobre nuestras decisiones. Los procesos electorales a nivel global ya se ven influidos por los sesgos de estas plataformas, como se evidenció en la participación de Elon Musk con X (ex-Twitter) en apoyo a Donald Trump.

En el caso de Estados Unidos, las grandes corporaciones como Amazon, Google, Microsoft y Tesla han destinado miles de millones de dólares a la investigación y desarrollo de la IA. Por ejemplo, Microsoft invirtió 24.500 millones de dólares en I+D en 2022, según publicó la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) en 2024. Además, Microsoft ha invertido 10.000 millones de dólares en 2023 en la empresa OpenAI, desarrolladora de ChatGPT. Esto le asegura el uso de GPT-3 y posteriores en todos sus sistemas, como Copilot u Office. Sumas exorbitantes e inalcanzables para empresas que deseen competir en este mercado. Sin embargo, algunas lo intentan. Tal es el caso de la start-up alemana Aleph Alpha, que ha logrado recaudar apenas 500 millones de euros en financiación. Pese a la enorme disparidad en inversión, son varios los que ven a Aleph Alpha como la única empresa europea con capacidades para competir con los gigantes de Estados Unidos y de China.

China, por su parte, ha adoptado también una estrategia agresiva en su desarrollo de IA. Empresas como Baidu, Alibaba y Tencent están a la vanguardia de esta carrera tecnológica y China se ha establecido un objetivo ambicioso: convertirse en el líder mundial en IA para 2030. Sin embargo, de forma paradójica, mientras Estados Unidos intenta limitar el acceso de China a ciertas tecnologías, empresas como Microsoft han contribuido activamente al desarrollo de la industria tecnológica china, como lo demuestra el papel fundamental de Microsoft Research Asia en la incubación de la moderna industria de IA en China. Esto evidencia que, a pesar de la rivalidad de las potencias hegemónicas, las interacciones económicas entre ellas son mucho más complejas y por momentos las corporaciones se posicionan como los reales dueños de la pelota a nivel global.

Europa intenta no quedar atrás, consciente de que posiblemente ya no podrá ponerse a la par de Estados Unidos y de China en desarrollo tecnológico. Quizá por ello es que la estrategia de la Unión Europea se ha centrado fuertemente en la legislación y también en el apoyo a proyectos de pequeñas empresas que puedan crear IA con sesgo europeo, como el caso de Aleph Alpha. La start-up alemana dice tener desarrollos sofisticados, del nivel de OpenAI, pero no centra su desarrollo en el usuario final, sino en gobiernos y grandes corporaciones. Uno de sus últimos movimientos ha sido una alianza estratégica con la estadounidense Hewlett Packard Enterprise. Es que para toda empresa que quiera jugar en las grandes ligas es vital asegurar el acceso a hardware de alta calidad para su centro de datos; aspecto crucial para tener suficiente potencia de la GPU (chips de procesamiento gráfico en placas de video), el bien más preciado para el futuro de la IA generativa. Los analistas Patel y Nishball hablan de «pobres en GPU» o «ricos en GPU» en relación con el acceso o no a la capacidad de procesamiento. Esta capacidad es limitada, por cierto, y tiene en la estadounidense Nvidia casi que el único jugador. Este, a su vez, articula gran parte de su producción con el gigante TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company). También la generación de energía es determinante en tanto los centros de datos son inmensos consumidores de electricidad.

La amenaza de la colonización algorítmica

El concepto de colonización
algorítmica
no es meramente una metáfora, sino una realidad con implicaciones profundas.
Los algoritmos que rigen nuestras plataformas digitales no son neutrales. Al contrario, están diseñados y entrenados según valores, intereses y sesgos específicos de sus creadores. Estos valores son, en su mayoría, de origen angloamericano y reflejan una visión del mundo que no necesariamente es representativa de la diversidad cultural, étnica y social de los países del Sur global. Miguel Benasayag, al hablar de este tipo de colonización, argumenta que los algoritmos no solo son herramientas, son fuerzas activas que modelan el mundo y uniformizan las realidades culturales, sociales y políticas, sin tener en cuenta la complejidad local.

Este fenómeno tiene implicancias directas sobre la autodeterminación de los países. La creciente dependencia de tecnologías extranjeras plantea preguntas sobre cómo se pueden preservar las identidades locales y cómo se puede garantizar que las decisiones tomadas por algoritmos reflejen una pluralidad de perspectivas. Un ejemplo claro de esto son los sesgos que existen en los sistemas de IA utilizados en los procesos electorales. Los algoritmos empleados por plataformas como Facebook, Google y X pueden influir en la opinión pública, exacerbando desigualdades existentes, como las de género, raza o clase. Además, los datos personales que se recogen y procesan sin el consentimiento adecuado pueden ser utilizados para manipular decisiones y comportamientos, agravando la opresión de los pueblos.

También es preocupación de analistas y de gobernantes el potencial uso indebido de la IA. Los riesgos surgen de la posibilidad de que agentes malintencionados utilicen sistemas avanzados de IA para fines dañinos o que incluso los propios sistemas de IA, al actuar de manera autónoma, persigan objetivos contrarios a los intereses humanos. Esto podría manifestarse en forma de ciberataques, desarrollo de tecnologías estratégicas para obtener ventajas competitivas en el ámbito militar o civil, o la manipulación de usuarios a través de técnicas de persuasión o desinformación. La pérdida de empleos por automatización, especialmente en tareas de baja cualificación, la concentración de poder económico en grandes corporaciones de IA, la perpetuación de sesgos en algoritmos y la dificultad para distinguir información verdadera de falsa son algunas de las problemáticas identificadas. Un informe de Goldman Sachs, de 2023, señaló que la IA podría reemplazar el equivalente a 300 millones de empleos de tiempo completo y podría aumentar el valor anual total de los bienes y servicios producidos a nivel mundial en un 7 por ciento.

Regulación de la IA: primeros pasos y desafíos para Latinoamérica

En el ámbito global la regulación de la IA también avanza de forma desigual. En la Unión Europea se ha propuesto la Ley de Inteligencia Artificial, que establece normas claras sobre cómo debe desarrollarse y utilizarse esta tecnología. Esta legislación prohíbe aplicaciones de IA que presenten riesgos inaceptables y exige transparencia y responsabilidad por parte de los proveedores. Europa está tratando de equilibrar el poder de las grandes corporaciones tecnológicas con la protección de los derechos de los ciudadanos y la autonomía política de los Estados miembros. La creación de marcos regulatorios como estos es crucial no solo para proteger a los ciudadanos, sino también para garantizar que la tecnología sea usada de forma ética y responsable.

Sin embargo, en Latinoamérica, el ritmo de la regulación es más lento. Aunque algunos países han comenzado a explorar la regulación de la IA, la región sigue siendo muy dependiente de las tecnologías extranjeras, lo que dificulta la implementación de políticas nacionales autónomas. En Brasil, el Plan de Inteligencia Artificial 2024-2028 establece principios éticos, medidas de capacitación laboral y estrategias para proteger los derechos humanos. Argentina, por su parte, ha iniciado el desarrollo de una ley sobre IA, siguiendo el modelo europeo, mientras que otros países, como Chile y México, también están avanzando en la creación de marcos legales para regular la IA.

Sin embargo, el desafío no es solo técnico o legislativo, sino también económico. La región carece de la infraestructura necesaria para desarrollar IA de manera autónoma. Las brechas en inversión y en capacidades de investigación y desarrollo limitan la posibilidad de que Latinoamérica se convierta en un jugador importante en el campo de la IA. En este sentido, países como Brasil están tratando de seguir el ejemplo de Europa, pero necesitan mucho más apoyo en términos de recursos financieros y humanos.

La brecha de inversión en tecnología: desafío para el Sur global

Uno de los principales desafíos que enfrenta el Sur global en la carrera por la IA es la disparidad en la inversión. Los gigantes tecnológicos de Estados Unidos y China invierten miles de millones de dólares en I+D, superando incluso el PBI total de varios países latinoamericanos. Por ejemplo, la española Statista toma datos de Nasdaq e informa que en 2020 Alphabet (Google) destinó 27.600 millones de dólares a I+D. En el informe de OMPI de 2024 se da cuenta de que la cifra aumentó en 2022 a 39.500 millones de dólares. Según las mismas fuentes, Amazon invirtió 43.000 millones de dólares en I+D en 2020 y esta cifra aumentó a 73.200 millones de dólares en 2022. Huawei, en China, invierte de forma sostenida cerca de 23.000 millones de dólares en iguales períodos.

Esta brecha en la inversión es un reflejo de la desigualdad global en el acceso a recursos tecnológicos. Las grandes potencias tienen el capital necesario para desarrollar tecnologías de punta, mientras que los países del Sur global deben depender de alianzas y colaboraciones con estos actores para acceder a las herramientas y a las plataformas más avanzadas. Además, la falta de infraestructura propia de computación de alto rendimiento y de acceso a componentes clave como las GPU coloca a la región en una posición de enorme desventaja.

En este contexto, iniciativas como la creación de centros de datos regionales, propuesta por el grupo de ciberseguridad del Mercosur del año 2014, o el desarrollo de infraestructura local de telecomunicaciones, como el proyecto Anillo de Fibra Óptica del Sur firmado en marzo de 2012 por los ministros de comunicaciones de los países miembros de Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) y en el que participó el Banco Interamericano de Desarrollo con propuestas de financiamiento, adquieren una nueva relevancia. Estas iniciativas no solo tienen un valor estratégico en términos de soberanía tecnológica, sino que también se presentan como una forma de reducir la dependencia de actores externos y fomentar el desarrollo de capacidades locales.

¿Un futuro de progreso o de desigualdad?

La IA tiene el potencial de transformar nuestras sociedades; nadie lo duda. La forma en que se implemente y regule va a determinar si este proceso beneficiará a toda la humanidad o si, por el contrario, exacerbará las desigualdades globales. La clave para asegurar un futuro de progreso radica en la capacidad de los países del Sur global para tomar decisiones soberanas en el ámbito digital. Esto implica desarrollar políticas propias de IA, invertir en infraestructura y fomentar la investigación científica local.

Si Latinoamérica se embarca en la elaboración de políticas propias de IA, no solo protegería su identidad cultural, sino que también tendría la posibilidad de diseñar modelos de desarrollo económico basados en sus necesidades y prioridades locales. Esto podría abrir nuevas oportunidades en áreas como la educación digital, la medicina personalizada y el desarrollo de energías renovables, sectores que podrían ser impulsados por soluciones tecnológicas creadas y controladas de manera independiente.

Tal vez una importante pregunta sea: ¿queremos un futuro en el que la IA sirva como motor de progreso humano o uno en el que las grandes potencias utilicen esta tecnología para consolidar su dominio? Es probable que aún estemos a tiempo de responderla y de actuar en consecuencia.

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