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El derecho de las personas con discapacidad a ser consultadas

Sabina Itzel Hermida Carri

Participación en la mesa de diálogo “Alcances y limitaciones sobre la creación de disposiciones legislativas en materia de salud mental.” / Comisión Nacional de Derechos Humanos CNDH

 

“Nada sobre nosotros sin nosotros” es un lema potente reducido a palabras vacías y buenas intenciones.

Soy una persona con trastornos mentales, que no busca maquillar su condición detrás del discurso políticamente correcto; soy usuaria de la psiquiatría y agradezco parte de mi bienestar a los fármacos que tomo desde hace años, acompañados de otros tratamientos.

Me manifiesto abiertamente en contra de las narrativas y discursos que romantizan los trastornos mentales, niegan las diferencias y buscan imponer la idea de que absolutamente todos podemos ser “funcionales”.

Considero un grave error la satanización del enfoque médico para la atención de las personas con discapacidad y minimizar el impacto de los trastornos mentales en nuestra vida, la de nuestras familias y la de la comunidad.

En México, hablar de derechos humanos, inclusión y consulta a las personas con discapacidad es un discurso de moda y una herramienta para la imposición y la violación de esos derechos humanos fundamentales que se pregona defender.

¿Recuerdan alguna ley, disposición, tratado, normativa o reglamento qué haya sido consultado de manera amplia, transparente, nacional y accesible con todos y todas las personas con discapacidad en nuestro país?

NO EXISTE.

La propia Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad fue impuesta sin tomar en cuenta la opinión de todas y todos, se trata de un tratado internacional vinculante, realizado y pensado para personas funcionales; es decir: inclusión que excluye, que impone y que se asume como verdad absoluta. No está clara cuál fue la participación de todo el colectivo en el planteamiento de dicho tratado, mucho menos si se trata de indígenas con discapacidad quienes históricamente han sido minimizados en sus opiniones.

Considero que la principal limitación para la creación de disposiciones legislativas en materia de salud mental (y en cualquier otra materia), son los espacios de decisión coptados, las consultas “a modo”, la manipulación del enfoque de derechos humanos y el desconocimiento y descalificación de las opiniones, sentires y realidades disidentes que vivimos, enfrentamos y construimos muchos y muchas personas con discapacidad.

Aunque el Artículo 4, Numeral 3 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y la Observación General N° 7 del Comité de Discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas, establecen el derecho a la consulta y pretenden aclarar todo lo relativo a nuestra participación en la toma de decisiones; se nos sigue sometiendo al criterio y voluntad de unas cuantas organizaciones poderosas que se asumen y son asumidas como representantes de todos; es decir: interdicción legitimada por quienes deberían velar por el ejercicio de nuestros derechos.

Esto quiere decir que toda la legislación que nos afecta directa e indirectamente tendría que ser derogada o invalidada; ejemplo claro de lo arriba mencionado es la Reforma Educativa 2019 y sus Leyes Secundarias, las cuales fueron legisladas, aprobadas e implementadas sin consultarnos.

 

Es interesante analizar por qué la reciente iniciativa de Ley General de Salud Mental causó tanta inconformidad mientras se dejó pasar muchas reformas y leyes igualmente violatorias de nuestros derechos; de igual manera es digno de analizar las acciones de muchos colectivos defensores de derechos humanos que han apoyado legislaciones que les benefician, aunque no hayan sido consultadas.

Legislar para unos cuantos, sus intereses, sus ideologías, sus negocios y sus agendas particulares es una práctica profundamente arraigada; la ley es violada sistemáticamente con la complicidad de instituciones como la CNDH, CONADIS, CONAPRED, COPRED y otras que trabajan, actúan y recomiendan “a modo”, ignorando y omitiendo violaciones de derechos cuando “la presión social no es suficiente” y cuando “no conviene a los intereses de los poderosos”; incluso los espacios de expresión como este, se realizan únicamente si hay suficiente raiting.

Es decir: si el agravio a tus derechos no causa ruido mediático, tu queja se perderá en los archivos institucionales y morirás esperando apoyo o respuesta alguna.

La realización de consultas amplias, transparentes, nacionales y accesibles está lejos de ser una realidad; si no somos representados por alguna organización de la élite de la discapacidad, nuestra opinión no vale; si la opinión se contrapone con el discurso oficial o el discurso de alguno de esos grupos, tampoco vale.

Necesario aclarar que todos y todas las personas con discapacidad tenemos derechos a opinar y a participar activamente en los procesos de toma de decisiones y en la construcción de legislaciones que beneficien a todas y todos; no reproducir los discursos oficiales y románticos, no es pretexto para no tomarnos en cuenta; la ley es para todos ¿Acaso queremos otra Reforma Educativa? 

“Ninguna política nacional o internacional está por encima del derecho a la dignidad humana”.

 Colectivo Educación Especial Hoy

https://www.facebook.com/EducacionEspecialHoy

educacion.especial.hoy@gmail.com

Fuente:  https://www.educacionfutura.org/el-derecho-de-las-personas-con-discapacidad-a-ser-consultadas/

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Infodemia: exceso de publicaciones de investigación supone un riesgo para la credibilidad científica

Por: Paola Villafuerte

La pandemia está generando cambios significativos en los procesos de publicación científica y exacerbando aún más la brecha de género.

Es innegable el papel que la investigación científica ha ejercido en la toma de decisiones políticas durante esta pandemia. Gracias al trabajo colaborativo que las y los profesionales de la salud han estado llevando a cabo, hemos dado pasos agigantados hacia el entendimiento del nuevo patógeno en cuestión de meses. Ahora más que nunca, las expectativas del público general se han dirigido a la ciencia con ojos críticos en espera de respuestas.

Esta misma necesidad, ha generado un aumento récord en el volumen de investigaciones realizadas durante esta pandemia. La diseminación de información es un factor crucial en periodos de crisis públicas, y la comunidad científica ha respondido con reformas inéditas en sus procesos de publicación. Estudios afirman que el tiempo entre la presentación y la publicación de un manuscrito ha reducido de manera significativa. El proceso que un artículo de revista científica tenía que completar –desde la aceptación hasta la publicación– ha ido de un promedio de 100 días a sólo 6 si está relacionado con el coronavirus. Un artículo publicado en Nature explica además que, en comparación con la crisis del Ébola, se publicaron por semana cuatro artículos, mientras esta cifra es de 367 para aquellos concernientes al COVID-19.

Una producción de artículos científicos de esta dimensión no habría sido posible sin recursos que financiaran este proceso extraordinario. En un análisis para el Times Higher Education, Jack Grove estima que la comunidad global ha recaudado, hasta ahora, cerca de 8 billones de dólares en investigación de vacunas, tratamiento y diagnósticos. No sólo la pandemia ha sido un propulsor en materia de producción, sino también de accesibilidad científica. Numerosas revistas académicas y repositorios como Springer Nature, New England Journal of Medicine y la Academy of Medical Sciences, se han comprometido a hacer de las investigaciones sobre el coronavirus gratuitas y de acceso abierto. También hacen un llamado para la participación global de todas aquellas instituciones que estén recabando información relevante para trabajar en conjunto en la efectividad de la ‘Declaración sobre el intercambio de datos en emergencias de salud pública’, hecha en el 2016.

Esta propuesta al open resource de la ciencia va desde luego de la mano con el disparo que los sitios de preprint han tenido durante este periodo. Recordemos que los preprints son versiones de manuscritos previas a la revisión por pares y a su publicación en una revista científica. Suelen ser compartidas en sitios web, como medRxiv o bioRxiv, que comúnmente acompañan el artículo con una sección abierta al público para comentarios. Pretenden ser una vía asequible para aquellos investigadores que buscan divulgar con mayor facilidad sus resultados y tener una retroalimentación pronta para poder, posteriormente, adherirse al proceso de publicación formal.

“Sería una oportunidad perdida si los científicos no tuvieran conocimiento inmediato del trabajo de los demás y no pudieran mejorar, validar y aprender más rápidamente”.

Ciertamente este modelo no es nuevo, durante los últimos cinco años el número de servidores que divulgan estos artículos había estado en aumento, aunque en un ritmo pausado. Pero en un contexto como el de ahora, donde la rapidez y el acceso gratuito a recursos de información es trascendental, el proceso de publicación científica formal no era la opción más eficiente. Entre una diversidad de fuentes estrecha, tiempos de revisión que superarían los periodos más críticos de la pandemia y un acceso limitado, se ha resaltado cómo la ciencia convencional ha batallado para mantenerse a pie con la necesidad de entender este virus.

Ahora, investigadores en el área de medicina han estado compartiendo resultados en sitios de preprint a un ritmo sin precedentes. Se cree que esto podría ser un factor útil a la hora de evitar duplicaciones y podría brindar nuevas oportunidades en la investigación. Un estudio reporta que, de la cantidad total de artículos relacionados al COVID-19, cerca del 40 % ha sido publicada en estos servidores.

El sitio mencionado anteriormente, medRxiv, fundado por investigadores de Yale, debe prácticamente su crecimiento exponencial a los más de 3,700 manuscritos sobre COVID-19 que se encuentran en su página. Expertos esperan que este se vuelva también líder en otras áreas médicas una vez termine la pandemia.

“Miles de científicos están trabajando en el mismo problema al mismo tiempo. Sería una oportunidad perdida si los científicos no tuvieran conocimiento inmediato del trabajo de los demás y no pudieran mejorar, validar y aprender más rápidamente”, menciona el Dr. Joseph Ross, profesor y cofundador del sitio. Sin embargo, esta avalancha de información también podría traer consigo serias consecuencias. Los preprints tiene ventajas sobre los procesos de publicación tradicionales, pero también son “abiertos, rápidos y gratuitos, lo que crea un conjunto diferente de problemas”, explica un artículo publicado en Science Direct.

Mientras que el trabajo que han hecho las y los científicos para llevar a cabo tal número de manuscritos en tan corto tiempo es admirable, también se debe hablar de los riesgos que implicaría si estas investigaciones no se estuvieran llevando a cabo bajo el más alto rigor de calidad. “El primer problema inmediato al que ha debido enfrentarse el universo de la publicación es la avalancha de artículos y la necesidad de que estos sean accesibles”, comenta el investigador Torres-Salinas.

El artículo Proliferation of Papers and Preprints During the Coronavirus Disease 2019 Pandemic: Progress or Problems With Peer Review? explica que, previo a la pandemia por el coronavirus, la comunidad de preprints se encontraba en un ascenso lento, con pocas agrupaciones científicas que habían adaptado esta alternativa. Por lo tanto, las preocupaciones dirigidas a la calidad de información o ritmo de divulgación no eran un tema sobre la mesa. Sin embargo, “dada la avalancha de datos, el interés en las preocupaciones de COVID-19 sobre la desinformación médica es válido y crítico. Esto debe ser abordado por la comunidad científica en general”. 

El problema con los preprints

Esta alternativa ha sido funcional durante este periodo a causa del estado de emergencia en el que nos encontramos, sin embargo, expertos se preguntan si la financiación de estos proyectos, como se ha llevado a cabo hasta ahora, realmente es sostenible. Muy probablemente, la cantidad de recursos invertidos hasta ahora tendrán su consecuencia en el recorte de presupuesto para la investigación en universidades posterior a la pandemia.

Además, las diferencias en los estándares editoriales para los sitios de preimpresión son llamativos. Aquí, las investigaciones son publicadas sin un filtro previo, y aunque la retroalimentación de otros profesionales resulta eficiente, el que estos textos estén disponibles para el público abierto representa un riesgo potencial. No todos estos cuentan con hallazgos fundamentados y el exceso de publicaciones hace más difícil navegar entre información relevante.

“No solo luchamos contra una epidemia; estamos luchando contra una infodemia”.

Muchos de los trabajos son informes preliminares que no han tenido las revisiones habituales. La escasa validez externa, el factor carente de una revisión por pares apropiada y fuentes inciertas, añaden desventajas a esta creciente comunidad médica. Nature menciona como ejemplo una revisión de calidad reciente llevada a cabo en 51 manuscritos, la mayoría siendo preprints sin revisar, que encontró que “los modelos identificados estaban mal informados y todos tenían un alto riesgo de sesgo, con un rendimiento probablemente demasiado optimista”.

Sin las medidas de una revisión por pares formal, la responsabilidad de divulgar información pertinente recae sobre las y los investigadores. Además, se cree que la previa publicación de artículos en estos sitios podría generar una contabilización doble en posteriores manuscritos cuantitativos.

La inconsistencia en distintos preprints ha llegado hasta las retracciones formales de sitios de investigación de alto perfil. Estas retracciones son originadas por el uso de bibliografía no fidedigna. El escenario de una práctica inapropiada en la investigación ha llegado hasta extremos como el de los paper mills (fábricas de manuscritos) en China. Estos involucran casos de plagio, datos y revisiones por pares falsificados. Un organismo de este tipo se encarga de producir artículos científicos y preprints bajo demanda, para después venderlos a científicos que, por ejemplo, tienen como requerimiento para su titulación un manuscrito publicado y no tienen tiempo para llevar a cabo una investigación formal. Nature afirma que, en febrero de este año, “se dieron a conocer más de 450 artículos con imágenes problemáticas de autores afiliados a hospitales chinos, que según los investigadores probablemente provenían de una fábrica de manuscritos”.

Se teme que la publicación de manuscritos a esta escala termine por comprometer los rigores habituales que las evidencias científicas suelen tener y potencialice las olas de desinformación. “No solo luchamos contra una epidemia; estamos luchando contra una infodemia”, afirma el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

“Además de las implicaciones de la desinformación, la credibilidad de la academia científica podría también terminar con secuelas”.

“Sabemos que todo brote irá acompañado de una especie de tsunami de información, pero además dentro de esta información siempre hay desinformación, rumores, etc. Sabemos que incluso en la Edad Media existía este fenómeno. Pero la diferencia ahora con las redes sociales es que este fenómeno se amplifica, va más rápido y más lejos, como los virus que viajan con las personas y van más rápido y más lejos”, comenta Sylvie Brand.

El problema reside en que estos recursos, al estar completamente abiertos al público general, pueden llegar a considerarse como evidencias científicas cuando aún no han sido aprobados. Si la comunidad global llegara a considerar concluyentes hallazgos que carecen de soporte, podría generar graves consecuencias. Sobre todo, en aquellas investigaciones que contribuyen a la desinformación con respecto a tratamientos e índices de mortalidad del virus.

Jeffrey Lazarus, profesor de investigación asociado del Instituto de Salud Global de Barcelona, explicó para el Times Higher Education: “Puede ser increíblemente peligroso si un artículo no revisado sobre, digamos, un posible tratamiento de COVID-19 aparece en una preimpresión y es recogido por alguien sin que los hallazgos sean debidamente revisado”, dice Lazarus. “Hemos visto a personas acaparar medicamentos contra la malaria porque podrían tener algunos beneficios [en el tratamiento de COVID-19] sin darse cuenta del riesgo de tomar estos medicamentos”.

A consecuencia de la atención pública que se le está brindando a hallazgos aún no concluyentes, sitios como bioRxiv, en un intento por detener los peligros de la automedicación, ya han decidido no publicar más estudios computacionales sobre potenciales tratamientos para el coronavirus.

Además de las implicaciones de la desinformación ya mencionadas, la credibilidad de la academia científica podría también terminar con secuelas. “Los revisores y editores requieren vigilancia para evitar que dichos manuscritos se conviertan en evidencia publicada defectuosa, lo que tiene el potencial de influir desfavorablemente en el discurso científico y público, lo que resulta en confusión, malas decisiones políticas y desconfianza del público en la ciencia”, afirma el artículo de Nature.

El impacto de los preprints a largo plazo

Por otro lado, los preprints podrían generar cambios permanentes en la cultura de la publicación académico-científica. El acceso abierto ha estrechado la relación entre usuarios comunes y la investigación. Las transformaciones significativas en el consumo de la literatura especializada, definitivamente abrirá una puerta para la discusión general de la ciencia.

Estas reformas se replican en los procesos burocráticos que anteriormente inundaban la difusión académica. En vista del factor faltante de la revisión por pares en los servidores de preprints, surgen sitios como Rapid Reviews: COVID-19, fundado apenas este año por MIT press y la Universidad de California, Berkeley. Este utiliza la inteligencia artificial para democratizar el sistema de revisión y fortalecer la calidad científica aún en las versiones preliminares.

“La pandemia ha exacerbado aún más la brecha de género ya existente en el área de investigación”.

Las ‘revisiones rápidas’ se proponen como ventajosas ante las sistemáticas, cuyo método requiere de mayores recursos y rango de tiempo. Además, en este último, los procesos de corrección y comunicación entre colegas es mucho más complejo. Recursos como los que ofrece RR:C19, permanecerán en la comunidad científica como una opción mucho más asequible para aquellos autores en necesidad de revisiones más transparentes.

Esta popularización de recursos abiertos y sitios de preprint, también representan una gran oportunidad para comunidades académicas muchas veces relegada. La mediatización de información global está comenzando a reducir barreras entre científicos que pertenecen a universidades no occidentales.

La brecha de género en la investigación científica

Sin embargo, este escenario no se replica para las mujeres en la ciencia. Ciertamente, la pandemia ha exacerbado aún más la brecha de género ya existente en el área de investigación. Diversos análisis sugieren que las mujeres están publicando menos manuscritos e iniciando menos proyectos de investigación que sus colegas hombres durante la pandemia.

Encima de las implicaciones que el coronavirus tuvo sobre proyectos ya avanzados, la productividad en las mujeres enfrenta otros retos. La división en las responsabilidades del hogar y el cuidado de los hijos es constantemente dispar, y esto ha tenido su efecto en la representación femenina dentro de la ciencia.

La disparidad de género quizá generaría también serios problemas con relación a la investigación objetiva: en una escasez de investigaciones producidas por mujeres, muchos hallazgos fundamentales en términos de diversidad quedarían relegados, y los sesgos en la academia podrían agudizarse.

Aquellos que no están sufriendo con esta carga extra, están apoderándose de las ventajas que el confinamiento ofrece sólo a unos pocos privilegiados. Olga Shurchkov, economista de Wellesley College en Massachusetts, menciona para Nature que, “desafortunadamente, estos hallazgos no son sorprendentes”, y si esta problemática se ignorara, “potencialmente puede tener graves consecuencias para la diversidad en el mundo académico».

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/

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¿Conservadurismo versus liberalismo?

Por: Elisabeth De Puig 

Encumbradas personalidades que aparentemente defienden los derechos humanos, cuando se toca el tema de la homosexualidad en círculos privados demuestran tener fuertes prejuicios.

Conservadurismo versus liberalismo fue el título de un artículo publicado recientemente en un diario de circulación nacional. Partiendo de la colocación de la bandera de la inclusión en el despacho de una vice ministra, en el texto se contraponían la fe religiosa de la cúpula gubernamental y el “liberalismo” de otro sector del mismo gobierno.

En otro artículo, publicado en Acento se hacía la pregunta de qué se excluye a la comunidad LGTBI en República Dominicana, enumerando a seguidas todos los parámetros legales que favorecen la inclusión de esta comunidad.

Como bien lo explica su autor, la ciudadanía cuenta con derechos legales explícitos. Sin embargo, en nuestro país no existe una ley que prohíba los delitos de odio de los cuales son a menudo víctimas miembros de la comunidad LGBTI.

Los delitos de odio son actos delictivos motivados por la intolerancia; es decir, por prejuicios o animadversión hacia personas y colectivos que se estima diferentes. Son delitos tan antiguos como la humanidad; sin embargo, su reconocimiento jurídico inició hace pocas décadas con el avance de los derechos humanos en el ordenamiento jurídico internacional.

No obstante, está claro que aún con un arsenal de leyes, la cotidianidad se maneja por medio de reglas implícitas. Estas normativas sociales contemplan los límites que debe respetar una persona en el seno de la sociedad según el nivel socio cultural de sus miembros.

Es posible que se diga que aquí no se discrimina legalmente a los homosexuales, pero la realidad práctica demuestra que sí, y que la discriminación tiene sustento ideológico, político, religioso y familiar.

Quisiera poner algunos ejemplos sobre el tapete:

Osniel: 9 años, parece un niño tranquilo, quizás lo hubiera sido si hubiera nacido en otro contexto. Fue expulsado de la escuela pública por su comportamiento. Como dijo claramente la psicóloga del plantel escolar,“no quiero bregar con mariconcitos”.

Pedro: 43 años, frente a su hijo con condiciones para ser un excelente bailarín: “Esas son vainas de la madre. Ella quiere que sea un mariconazo. El niño no va a seguir.”

Gabriel: 11 años, obeso y dulce, expresa su malestar con su cuerpo. Vive  con un padrastro que abusó de él y de su hermano mayor, y con una madre que solo le ha brindado golpes. Por su obesidad y sus modales ha sido sometido a un bullying intenso en la calle y en la escuela. A veces se pone violento. Cuando lo sacan de la escuela por violencia, su familia lo acaba a golpes. Ha entrado en un ciclo depresivo.

Carlos: Su padre no soportaba tener un hijo afeminado. Después de varias palizas, para “reenderezar el muchacho”, trató de asesinarlo dejándolo con sus 13 años traumatizado, mal herido y en el hospital. Lo internaron en un hogar gestionado por una orden pentecostal. No recibió ningún apoyo emocional. No lo ayudaron a estudiar ni a adquirir algún tipo de habilidad social. El único reto institucional fue tratar de extirpar la peligrosa enfermedad que llevaba dentro, curarlo de la homosexualidad. 

A los 18 años el joven salió de esta jaula. Está en prisión preventiva en la cárcel de la Victoria por un delito del que no hay pruebas suficientes.

La realidad esque hasta en el seno de la familia se manifiesta discriminación contra los homosexuales. Desdela primera infancia se lanza contra ellos epítetos hirientes. Muchas familiasven como una afrenta social que uno de sus integrantes sea gay o lesbiana. Muchos niños son golpeados, abandonados a su suerte cuando no encajan en la visión tradicional de hombría característica de una sociedad particularmente machista.

En las escuelas el bullying lleva a agresiones físicas y verbales que los niños y niñas no entienden. El acoso o rechazo proveniente de sus compañeros/as y/o de sus familias fomenta una baja auto estima. Estas situaciones se ven reforzadas por las actuaciones de un personal que no esta preparado para lidiar con este tipo de situaciones y que deja transparecer sus propios prejuicios.

Una gran parte de la sociedad no es consciente del sufrimiento personal que supone para niños, niñas y adolescentes afrontar dichas situaciones y no dispone de información sobre las graves consecuencias que se pueden derivar de las mismas.

Ya hace casi 100 años Sigmund Freud, en una carta a una madre que se encontraba angustiada por la homosexualidad de su hijo, le decía: “La homosexualidad no es un vicio, no es una degradación, y no es una enfermedad… es una variación de la función sexual”.

A pesar de que la mayoría de los profesionales médicos y especialistas en salud mental consideran que tanto la heterosexualidad como la homosexualidad son expresiones normales de la sexualidad humana, algunas organizaciones políticas y religiosas promuevenla idea que se puede cambiar la orientación sexual mediante terapia.

Cuando en 2015, Profamilia presentó el manual de educación sexual Hablemoseste hecho provocó que dirigentes religiosos y políticos llegaran a acusar esta institucion de querer incitar a los jóvenes a desarrollar conductas homosexuales, por el hecho de señalarse en el texto que la homosexualidad es una de las formas en las que las personas pueden expresar su orientación sexual.

Encumbradas personalidades que aparentemente defienden los derechos humanos, cuando se toca el tema de la homosexualidad en círculos privados demuestran tener fuertes prejuicios.

El respeto por las diferencias es un factor esencial para la prevención de la violencia y un derecho humano que niños, niñas, adolescentes y adultos deben ejercer a plenitud.

Es hora de fomentar a nivel nacional una cultura de paz y educación en derechos para que los niños, niñas y adolescentes, que serán los adultos de mañana, tengan una visión distinta a la que prima todavía en muchos conservadores y liberales de hoy. Como sociedad debemos acercarnos a la visión del papa Francisco, quien acaba de reafirmar su posición precisando que “la humanidad es más importante que las diferencias en la orientación sexual”.

Fuente e imagen: https://acento.com.do/editorial/conservadurismo-versus-liberalismo-8871113.html

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Combatir la desinformación desde la educación

Por: Pablo Gutiérrez del Álamo

  • Desde hace años, la desinformación y las fake news se han convertido en un problema importante para las democracias en el mundo. Varias iniciativas intentan impactar en la población más joven para que sepan identificarlas y tener una mirada crítica hacia todo aquello que ve y lee a lo largo del día.

La situación de pandemia por Covid-19 se ha convertido en el caldo de cultivo más reciente para la explosión de las noticias falsas (fake news) y la desinformación a nivel global. En los últimos meses casi cualquier pesona ha podido ver en las redes sociales, desde Facebook a Instagram, pasando por WhatsApp noticias falsas de diversa índole. Desde remedios alternativos para protegerse del contagio a bulos relacionados con la creación de la Covid en algún laboratorio.

Pero, aunque ahora mismo nos encontramos inmersas e inmersos en esta situación, la desinformación lleva siendo un problema para el mundo desde hace ya muchos años. Desde los primeros 2000 principalmente, gracias al auge de internet y particularmente, de la creación y extensión de las redes sociales.

Recientemente, Marc Amorós, periodista y experto en el fenómeno de las fake news ha publicado ¿Por qué las fake news nos joden la vida?, un volumen en el que repasa algunos de los hitos relacionados con este tipo de falsas informaciones en los últimos años. Un libro con el que coger la medida al fenómeno, en el que abruman las cifras de consumo mediático de la población a través de las redes sociales.

Para él, la educación es uno de los pilares importantes en los que sostener la fomación mediática de la infancia y la adolescencia para el desarrollo de un pensamiento crítico y la detección de las informaciones falsas. Informaciones que no son neutras, siempre tienen detrás importantes intereses económicos o políticos y que, por increíbles que sean, tienen un impacto en la vida de las personas (muchas personas han muerto en los últimos meses por hacer caso de remedios inventados contra el virus, por ejemplo).

«La última gran esperanza blanca ante este fenómeno tiene que pasar por la educación», bromea durante la conversación por videollamada. Para él, el sistema educativo ha de comprender que tiene entre manos a unas nuevas generaciones que están en un entorno de consumo de la información que les empuja «a pensar rápido, por tanto, la racionalidad, la paciencia, la capacidad de ver diferentes puntos de vista desaparece». Al mismo tiempo, asegura, «nos definimos ante los demás en función de lo que compartimos y difundimos en redes sociales».

Para este periodista «la educación puede contribuir a recuperar una cierta pausa para intentar informarse mejor» en un minuto, recoge en su libro, en el que dedicamos entre ocho y 10 segundos a decidir si una información es falsa o no, si la leemos o no.

Amorós señala, además de lo anterior, cómo el consumo de información y gracias a las redes sociales, ha dejado de ser activo para ser pasivo. Te asalta en tus redes sociales, en el muro de Facebook, el el time line de Twitter. A esto se suma, asegura, que hay estudios que afirman que «las nuevas generaciones premian las informaciones que se plantean de forma polarizadora, divisiva, que generan confrontación». La importancia de esto reside en que, si no se hace nada, «estaremos educando y formando a generaciones que en lugar de confrontar ideas confrontarán posturas».

¿Qué podemos hacer?

Jacqueline Sánchez y Enrique A. Martínez, han editado sendos manuales con los que acercan a menores y docentes el concepto de las fake news, cómo identificarlas y defenderse de ellas. Ambos llevan años trabajando en alfabetización mediática desde el Taller Telekids.

El primero de los libros, Educar en el aula sobre fake news, está pensado para el profesorado. En él se facilita información básica sobre este fenómeno, así como una serie de ejemplos para entender mejor la cuestión. Incluye un cuaderno de trabajo para utilizar con el alumnado y con propuestas en función de diferentes edades de chicas y chicos. E incluye una serie de verificadores para que sean usados para encontrar noticias falsas.

El otro, Con las fake news no se juega, se dirige al alumnado del primer curso de primaria y de secundaria obligatoria; «es cuando empiezan a conocer el mundo de la información y de los medios con un poco de énfasis», asegura Sánchez. El libro se estructura en cuatro partes: conceptos básicos sobre las noticias falsas; tipos básicos de contenidos falsos; cómo descubrir estas fake news y, la última, dedicado a conceptos más complejos como el funcionamiento de internet a la hora de conocer nuestros datos, intereses y preferencias.

Explica que en las formaciones que llevan tiempo dando a profesorado sobre alfabetización mediática ha ido surgiendo el interés sobre el fenómenos de las noticias falsas. «Algunos de los docentes querían saber más sobre la desinformación y otros aprender a reconocerlas, sobre todo, para compartir este conocimiento con su alumnado», comenta Sánchez vía correo electrónico. También asegura que «el profesorado tiene claro que es un tema importante en nuestros días».

Según la periodista, en los últimos años han constatado las dificultades de chicas y chicos para diferenciar fake news de informaciones veraces, «incluso para la realización de sus deberes», dice. Una situación, continúa, que «se agravó desde la pandemia cuando una gran cantidad de información falsa relacionada con la COVID-19 empezó a publicarse para todo tipo de público. Vimos que era conveniente aportar algo».

Destapar las fake news desde el juego

Desde hace ya un curso lectivo, la FAD, en colaboración con Google, han puesto en marcha un proyecto, (In)fórmate con el que quieren realizar un esfuerzo en alfabetización mediática, informacional, según palabras de Miguel Ángel Rodríguez, responsable del programa.

Lo hacen centrándose en el alumnado de 3º y 4º de ESO («aunque los hay mayores y menores») para «dotarles de las capacidades para manejar información» a través del pensamiento crítico, saber si una información es veraz o no y si es útil.

La parte central del programa es una formación gamificada de módulos a la que han llamado Eraser. El objetivo último es que el alumnado sea capaz de detectar las informaciones, chequearla para ver si es correcta o no, buscar su posicionamiento frente a ellas y, por último, buscar la acción por su parte.

Este trabajo se realiza con ejemplos reales de fake news que han aparecido en las redes sociales, tuits, campañas, vídeos… En ellos se tratan temas como la tolerancia y el racismo, la igualdad de género o la ideología, explica Rodríguez. La dinámica establecida es que el alumnado vaya respondiendo a cuestiones para identificar dónde hay desinformación, al mismo tiempo que se realiza un trabajo relacionado con los valores: «Igualdad, respeto a la diversidad, a lo diferente».

Como material complementario, utilizan vídeos cortos de entre 5 y 7 minutos de duración en los que se enseña a chicas y chicos el trabajo de los periodistas en situaciones de conflicto, cómo realizan su labor en la redacción de algún medio, de una agencia de noticias o cómo hace los vídeos un youtuber. Entre los temas que se trabajan está el de la diferenciación entre lo que es opinión y lo que es información.

Quienes utilizan el proyecto de Eraser pueden participar en la fase de producir su propia información como parte de un concurso al que se pueden presentar. El concurso trata de que el alumnado genere una noticia, bien en formato audiovisual, escrito o en un podcast y durante el proceso son acompañados por un periodista especialista en alguno de estos tres soportes.

«La clave es el pensamiento crítico», asegura Rodríguez. En realidad, aclara, es el leit motiv que mantiene la FAD en todas sus iniciativas, sean esta o las campañas sobre consumo de sustancias.

El pensamiento crítico, la capacidad de análisis y de criba de la información a la que todos los días estamos expuestas y expuestos es la clave principal para poder luchar contra una situación, la de la desinformación, que está poniendo en jaque a buena parte del planeta. Que individuos como Trump (uno de los mayores creadores de fake news) o Bolsonaro estén donde están tiene relación con este caldo de cultivo generado por las redes sociales y quienes las utilizan para transmitir sus mensajes falsos.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/10/15/combatir-la-desinformacion-desde-la-educacion/

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Doscientas quince mil y contando…

Por: Carolina Vásquez Araya

La maternidad forzada es una carga injusta. Contra las niñas es un crimen imperdonable.

Las cifras de niñas y adolescentes madres en la región centroamericana –más de 215.000 solo en 2019, de acuerdo con instituciones oficiales y organismos internacionales- es uno de esos indicadores, como el de la pobreza extrema, excluidos de las políticas públicas prioritarias de los gobiernos. Quienes poseen las llaves del poder desde sectores privilegiados consideran estas patologías sociales como un fenómeno natural, inevitable, cuya responsabilidad recae en quienes las sufren y jamás entre quienes las provocan.

Principal causa de muerte entre niñas y adolescentes, la maternidad forzada –hay que recordar que el sexo con menores de 18 años está tipificado como violación- constituye una condena real e inevitable a una vida de privaciones y miseria. La abrumadora mayoría de los gobiernos de la región y del continente desarrollan sus políticas bajo un sistema de administración estatal influenciada por los sectores económico y religioso de corte patriarcal los cuales, en perfecta sintonía, han permanecido inalterables desde tiempos de la Conquista incidiendo con todo su poder en la política y en la administración de justicia.

El patriarcado no es una fantasía feminista. El patriarcado existe y está instalado desde las épocas más remotas, restando oportunidades y derechos a las mujeres –por ley, por tradición, por simple proceso de adjudicar la autoridad a una mitad de la población y prohibírsela a la otra- con el resultado de sociedades enfermas, violentas, racistas, discriminatorias e incapaces de funcionar como un todo, con iguales metas y objetivos. Resulta penoso comprobar que en pleno siglo de la tecnología y los viajes interplanetarios existan limitaciones al desarrollo de las niñas, adolescentes y mujeres por un sistema de limitaciones por cuestiones de género que pervive desde la prehistoria.

En aquellas naciones –como las centroamericanas- en donde se tolera el abuso sexual contra niñas y adolescentes con el resultado de embarazos forzados y maternidades que jamás debieron suceder, el desarrollo social es un objetivo perdido. Los impedimentos institucionales para la integración de este importante sector de la juventud al goce de los derechos fundamentales, como una educación de calidad, un desarrollo físico y psicológico adecuados, un acceso libre a todas las oportunidades de vida de las que goza la otra mitad de la sociedad, son sociopatías inaceptables cuyo alcance pone en peligro de muerte a seres tan valiosos como inocentes.

Ser mujer –y peor aún, ser niña- constituye un riesgo vital. Acechadas en las calles, en el hogar, en la escuela y en el lugar de trabajo, deben vivir a la defensiva y soportar toda clase de agresiones por el solo hecho de ser mujeres. Quienes supuestamente deben ser sus pares son, en realidad, sus superiores jerárquicos en este sistema perverso de privilegios por género. La negación de esta cadena interminable de abuso no es más que una perpetuación del sistema por medio de un acondicionamiento psicológico capaz de transformar a las víctimas en sus propios victimarios, al convencerlas de la supuesta pertinencia del marco de valores que las somete.

Quizá por eso la sociedad no responde a la urgencia de proteger a las niñas y adolescentes de las agresiones sexuales y, en lugar de ello, las culpa por su desgracia. Numerosos son los casos de incesto y violaciones cometidas en el entorno íntimo, bajo la mirada cómplice de familiares y vecinos quienes, con esa actitud, confirman de manera rotunda su desprecio por las víctimas. Esto debe terminar.

Acechadas en todos los espacios, las niñas deben luchar por sobrevivir.

Fuente: https://rebelion.org/doscientas-quince-mil-y-contando/

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Diagnósticos, políticas y recursos educativos para el bienestar socioemocional

Por: Pluma Invitada

A través de distintos sondeos, encuestas y reuniones con maestros y maestras, nos fue quedando claro, en cuanto comenzó la pandemia, que la comunidad educativa en general tenía una gran necesidad de hablar sobre sus estados emocionales, de procesar su experiencia subjetiva y encontrar mecanismos para responder de forma resiliente al desafío.

A las y los docentes, en buena medida, los dominó la incertidumbre y, con frecuencia, también el enojo. Los jóvenes, sobre toda las jóvenes, enfrentaron emociones negativas y sentimientos de soledad. Las niñas y los niños, aunque contentos por estar cuidados por su familia, estuvieron sometidos también a situaciones de estrés.

Por todo ello, en el sitio web Morral, Pedagogía del retorno, creado por MUxED en alianza con otras organizaciones, decidimos incluir tres iniciativas como apoyo al regreso a clases respecto al factor socioemocional: a) un amplio repertorio de recursos cuidadosamente seleccionados para que docentes y familias puedan trabajar las emociones desde una perspectiva educativa; b) un conjunto de encuestas diseñadas ex profeso que diagnostican el bienestar subjetivo de los actores educativos, cuyos reportes se pueden leer en el Morral; y c) el documento de políticas (Policy brief), intitulado Regresar a clases sin dejar a nadie atrás, incluye un apartado que a nuestro juicio expresa los elementos que consideramos indispensables en la reapertura de las escuelas.

A continuación, describimos lo que se puede encontrar en cada una de estas iniciativas:

La sección Socioemocional del Morral está organizada por nivel educativo para mayor comodidad de las y los docentes, aunque muchos de los recursos se comparten entre niveles. Además, incluimos una sección para las familias.

Para la docencia, organizamos los recursos en tres categorías:

Formación y estrategias. En esta sección, se puede encontrar documentos conceptuales que ayudarán a las maestras y los maestros a comprender mejor el carácter de la educación socioemocional, explorar distintos enfoques y acceder a un sinnúmero de estrategias y orientaciones educativas para trabajar en aula, incluyendo dinámicas específicas para cada nivel educativo. Por ejemplo, se puede consultar el Programa aulas felices, manual con 321 actividades para estudiantes de 3 a 18 años, que además incluye la fundamentación teórica de la propuesta. Así como el documento de UNICEF Un retorno a la alegría, guía teórica y metodológica de acompañamiento psicosocial a niños, niñas y adolescentes que han enfrentado un desastre, entre otros recursos.

Material didáctico. Aquí se encuentran videos, cuentos, narraciones y recursos diversos que se pueden utilizar tanto en el aula como en la casa. Algunos de los recursos que se encuentran aquí son, por ejemplo, Los días en que todo se detuvo, un libro bellamente ilustrado para niños, para ser leído junto con sus padres; también están disponibles 33 cortometrajes para educar las emociones; y un Libro de ejercicios para la ansiedad por coronavirus, dirigido a las y los adolescentes.

Autocuidado. Esta sección tiene como propósito ofrecer recursos a los maestros, aunque puede ser aprovechada por cualquier persona, para cuidar sus propias emociones y proteger su propio bienestar. Aquí se encuentran videos para practicar la atención plena y el manejo del estrés, así como un valioso documento denominado ABCD salud mental para tiempos difíciles, guía práctica que presenta diferentes herramientas para enfrentar con mayor calma, empatía y claridad la nueva normalidad, producida por la asociación AtentaMente.

En cuanto a las encuestas, publicamos un primer sondeo que realizamos en el mes de julio en el que participaron casi mil niños, niñas y adolescentes de primaria y secundaria, sobre cómo perciben ciertos aspectos de su cotidianeidad relacionados con el bienestar subjetivo. Próximamente publicaremos los resultados de un segundo sondeo sobre el bienestar de niños y niñas de 0 a 6 años.

Finalmente, en el Policy brief se incluyó un apartado sobre Soporte socioemocional, en el que se deja claro que la educación en este campo no puede ser vista como un alivio temporal a una crisis. Por el contrario, se trata de un espacio curricular que debe ser reforzado por todas las vías: recursos, formación docente, material didáctico y recursos para las familias, etc. Además, desde luego, es válida y necesaria la atención y prevención psicosocial y emocional diferenciados para personas que por alguna circunstancia requieren atención individual y especializada.

 

Desde aquí, invitamos a nuestros lectores a explorar la sección “Socioemocional” del Morral, y compartir aquello que identifiquen valioso con docentes y familias. Estamos seguras de que encontrarán material útil e interesante para contribuir a generar bienestar en todos y todas quienes conforman la comunidad educativa.

Si quieren hacer comentarios o tienen preguntas pueden contactarnos a través de: contacto@morralmuxed.mx

Redes sociales:

*Las autoras son integrantes de MUxED. Maricarmen es pedagoga especialista en primera infancia y cuenta con una maestría en Mindfulness; trabajó más de 20 años en la Secretaría de Educación Pública, donde recientemente coordinó el diseño del programa de estudio de Educación Socioemocional y el Programa de Educación Inicial: Un buen comienzo. Leslie es doctora en Educación Social. Ha colaborado en diversas iniciativas relacionadas con la formación de maestros y la elaboración de contenidos educativos sobre adolescencia y juventud, formación cívica y ética, y educación socioemocional. Ambas colaboran en Valora Consultoría

Fuente: http://www.educacionfutura.org/diagnosticos-politicas-y-recursos-educativos-para-el-bienestar-socioemocional/

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Ratios, semipresencialidad y derecho a la educación

Por: Guadalupe Jover 

Además de espacios de custodia y de espacios seguros, las escuelas deben ser espacios educativos. La enseñanza semipresencial mutila este derecho

Ni siquiera una pandemia ha podido garantizar una bajada de ratios. Esperábamos que la emergencia sanitaria impusiera, siquiera por criterios de salud, la disminución del número de estudiantes por aula. Mas ni por esas. En lugar de reducir las ratios y aumentar las plantillas, en lugar de limitar el número de estudiantes por grupo y dignificar los espacios, se ha optado por cercenar el derecho a la educación de los adolescentes.

La semipresencialidad impuesta al alumnado de 3º y 4º de Secundaria y de bachillerato no es (solo) consecuencia de una pandemia. Es consecuencia de años y años de ratios inasumibles, masificación consentida, espacios saturados, recortes de plantillas.

Niñas y niños de 14 y 15 años asisten ahora a la escuela la mitad de los días, la mitad de su horario, con la pretensión de que asuman a solas la responsabilidad que a la escuela corresponde. Y ello, además, sin tocar una línea en los currículos. ¿No era esto también algo urgente?

¿Qué chicas, qué chicos podrán hacerse cargo de todos aquellos aprendizajes que antes se propiciaban en clase? ¿Quiénes cuentan con las condiciones necesarias para hacerlo? ¿Con qué dispositivos, además, si los 500.000 que hacen falta no llegarán hasta navidades? El entorno socioeconómico duplicará un peso ya insoportable en el mal llamado éxito o fracaso escolar. También en el acceso a la Universidad.

Con pandemia o sin pandemia necesitábamos una bajada de ratios. No hay manera de atender de manera personalizada a 30 estudiantes por clase. No hay manera de hacerlo a razón de 200 o 300 por docente. Pero pretenderlo a distancia es sencillamente imposible. Ahora, los profesores tenemos las mismas horas de clase de siempre, pero entrevemos a nuestros estudiantes la mitad de su jornada escolar. A otros ni eso. Mantener los grupos burbuja en espacios sobresaturados confina al alumnado de las optativas a clases online aunque no estemos formalmente confinados.

Da igual que no contemos con una buena red wifi en los centros, plataformas seguras para las videoconferencias o dispositivos móviles en muchos hogares. Por esta y por otras muchas razones el streaming no es la solución. ¿A qué tipo de clases, además, nos aboca? La semipresencialidad ―cualquiera que sea la fórmula explorada― está marcando a fuego la desigualdad entre los más afortunados y los más vulnerables.

Si a todo ello sumamos los muchos docentes que faltan ―hasta ocho en mi centro de los prometidos por Ayuso y Ossorio, además de las bajas covid que quedan también sin cubrir―, la sensación de abandono es sangrante. Pero las escuelas están formalmente abiertas y eso es al parecer lo único que importa.

El mensaje de los responsables políticos sigue siendo el de normalidad absoluta: las escuelas son espacios seguros, afirman, y el derecho a la educación está plenamente garantizado. Cuando las familias constatan que esto no es así, lo atribuyen a alguna disfunción específica del centro en que tienen escolarizados a sus hijos o hijas. ¿Cómo explicarles que la responsabilidad no es nuestra, como no es responsabilidad del personal sanitario la saturación de los Centros de Salud?

Quienes estamos a pie de aula ya estamos viendo cómo el barco hace aguas. Y quienes están en el puente de mando algo han debido también de vislumbrar, puesto que han decretado flexibilización de criterios en junio de cara a la evaluación, promoción y titulación del alumnado. Medidas necesarias sin duda, pero que en nada inciden en la mejora de las condiciones de educación de niñas y niños ni en sus procesos de aprendizaje, y más bien se nos antojan un lavado de conciencia anticipado. Porque es cierto que España tiene unas tasas de repetición inasumibles, pero su reducción exige ir a la raíz de los problemas: ratios, currículos, formación docente e inversión. Lo demás son juegos malabares.

Y todavía hay quien sostiene que la mejora educativa tiene poco que ver con una mayor inversión. Siempre podrán aducir como ejemplo la Comunidad de Madrid: docentes y familias nos preguntamos en qué diablos se están gastando los fondos covid.

Fuente e imagen: https://elpais.com/educacion/2020-10-14/ratios-semipresencialidad-y-derecho-a-la-educacion.html

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