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Nuevas marginalidades

El conflicto: razón de lo humano

Las relaciones entre los seres humanos no siempre son precisamente armónicas; la concordia y la solidaridad son una posibilidad, tanto como la lucha, el conflicto, la competencia. La dieciochesca pretensión iluminista de igualdad y fraternidad no es sino eso: aspiración. La realidad humana está marcada, ante todo, por el conflicto. Nos amamos y somos solidarios… a veces; pero también nos odiamos y chocamos. ¿Por qué la guerra, si no fuera así? ¿Por qué cada dos minutos muere en el mundo una persona por un disparo de arma de fuego? Poner el amor como insignia máxima de las relaciones humanas no deja de tener algo de quimérico (¿inocente quizá?): ¿acaso estamos obligados, o más aún, acaso es posible amarnos todos por igual, poner la otra mejilla luego de abofeteada la primera? Nadie está «obligado» a amar al prójimo; pero sí, en todo caso -eso es la obra civilizatoria- a respetarlo.

Diversos autores, en diferentes momentos históricos y con distintos contextos, han expresado esta verdad. «El individuo sólo puede convertirse en lo que es a través de otro individuo; su misma existencia consiste en su «ser-para-otro». No obstante, esta relación no es en absoluto una relación armónica de cooperación entre individuos igualmente libres que promueven el interés común en persecución de la propia conveniencia. Es más bien una «lucha a vida o muerte» entre individuos esencialmente desiguales, en la que uno es el «amo» y el otro es el «esclavo». El dar esta batalla es la única manera como el ser humano puede acceder a la autoconciencia, es decir, el conocimiento de sus potencialidades y a la libertad de su realización», dirá Herbert Marcuse («Razón y Revolución») sintetizando la dialéctica del amo y del esclavo (capítulo IV) de la «Fenomenología del Espíritu» de Hegel, que permitió a Marx entender el sentido de la historia humana y a Lacan su llamado de «retorno a Freud».

Analizando las sociedades dirá Freud en «El malestar en la cultura»: [es imposible] «excluir la lucha y la competencia de las actividades humanas. Estos factores seguramente son imprescindibles«. [Una situación libre de conflictos] «sólo es concebible teóricamente, pues la realidad es complicada por el hecho de que desde un principio la comunidad está formada por elementos de poderío dispar, por hombres y mujeres, hijos y padres (…), por vencedores y vencidos que se convierten en amos y esclavos«agregará en «El por qué de la guerra». Respondía así a una pregunta de Albert Einstein, tan genial como Freud, ambos igualmente de origen judío, quien se acongojaba por la persecución antisemita promovida por los nazis en la Alemania de pre-guerra, preguntando al fundador del psicoanálisis el porqué de ese odio visceral contra alguien. No olvidar, al respecto, que el Vaticano -centro de la Iglesia católica que preconiza el amor entre toda la humanidad- apoyó la atrocidad antijudía. Quedarse con la idea de «amor al prójimo», además de primaria, precaria o inocente, puede llegar a ser peligrosa: en nombre del amor se pueden cometer las peores barbaridades.

La realidad nos enseña, a sangre y fuego, que a veces, solo a veces, hay paz, o eso que llamamos «paz», y que la tensión está siempre presente. El paraíso bucólico de que nos hablan los pacifismos no hace parte de nuestro mundo. El conflicto, entendido al modo hegeliano recién citado, o como lo entiende el psicoanálisis en otra dimensión de análisis, es el motor de las relaciones humanas, por tanto, de la historia. «La violencia es la partera de la historia«, pudo decir Marx en esa línea. De ahí que la pomposa declaración del «fin de la historia» (Francis Fukuyama), algún tiempo atrás en boga cuando recién caía el Muro de Berlín, resulte arrogantemente osada, y por supuesto condenada a sucumbir como una moda más, como de hecho ya sucedió (el mismo Fukuyama se retractó luego).

Aunque injusta y condenable (¿modificable?) la estructura del mundo es ésta: «elementos de poderío dispar» en «lucha a muerte». Esa es la estructura, el fondo, el escenario sobre el que se teje la historia. Toda la cultura nos da cuenta de este fenómeno. En algún lugar de ese movimiento estamos ubicados, como amos o como esclavos (explotadores o explotados, varones o mujeres, discriminadores o discriminados, adultos o jóvenes, «desarrollados» o «subdesarrollados»). Pero puede suceder que alguien quede por fuera del mismo (del movimiento, ¡no del conflicto!). Ese quedar fuera es la marginalidad.

La experiencia humana se construye sobre esa conflictividad; los elementos enfrentados están integrados en una dialéctica única: son tan imprescindibles el amo cuanto el esclavo. Esa totalidad es la forma en que se despliega la vida, la de todos y cada uno; es, por tanto, la normalidad, el término medio estatuido y aceptado. Una comunidad, cualquiera que sea (una pequeña tribu de cazadores y recolectores que no llegó a la agricultura o la más compleja sociedad tecnotrónica, mal llamada «post industrial»), en todo tiempo y lugar, para ser tal necesita una organización que le permita existir y perpetuarse. Todos sus miembros participan de esa normatividad; si alguien queda por fuera es un desintegrado, un marginal. El conflicto, en cualquiera de sus manifestaciones, no es externo a la constitución humana sino, por el contrario, estructural. Si algún humano no tomara parte en él no participaría del todo social.

La marginalidad

Las sociedades se protegen a sí mismas; la cultura reproduce semejantes. Por tanto lo extraño, lo extemporáneo tiende a ser neutralizado. El mecanismo ad hoc es la segregación, la exclusión. Minuciosamente nos enseña Foucault («Historia de la locura en la época clásica») que en la modernidad occidental (capitalismo industrial) se perfeccionó el espacio de marginación de la «irracionalidad» desarrollándose para ello los dispositivos «científicos» pertinentes: el asilo y el médico alienista. La locura no es sólo la enfermedad mental; es todo aquello que «sobra» en la lógica dominante. Así, describiendo a la Salpêtrière -el mayor asilo de Europa en el siglo XVIII-, Thénon dice: «acoge a mujeres y muchachas embarazadas, amas de leche con sus niños; niños varones desde la edad de 7 u 8 meses hasta 4 o 5 años; niñas de todas las edades; ancianos y ancianas, locos furiosos, imbéciles, epilépticos, paralíticos, ciegos, lisiados, tiñosos, incurables de toda clase, etcétera.«.

Queda claro que «marginal» pueden ser innumerables cosas. Así, por ejemplo, Marx hablaba en 1852, en su obra «El 18 de brumario de Luis Napoleón Bonaparte», de un subproletariado, que él llamó Lumpenproletariät (en alemán: Lumpen significa «trapo», «andrajo»), o sea «marginales» que no constituían precisamente la flor y nata de la lucha revolucionaria, el germen de la transformación social en ciernes, el proletariado esclarecido que el decimonónico pensador fundador del socialismo científico veía como la fuerza que transformaría la sociedad. Para describir ese grupo marginal, fue categórico: «Bajo el pretexto de crear una sociedad de beneficencia, se organizó al lumpemproletariado de París en secciones secretas, cada una de ellas dirigida por agentes bonapartistas y un general bonapartista a la cabeza de todas. Junto a roués [disolutos, depravadosarruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos, en una palabra, toda esa masa informe, difusa y errante que los franceses llaman la bohème: con estos elementos, tan afines a él, formó Bonaparte la solera de la Sociedad del 10 de diciembre, “Sociedad de beneficencia” en cuanto que todos sus componentes sentían, al igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación trabajadora.

Ahora bien: ¿quién sobra? ¿Quién, cómo y en virtud de qué decide que alguien sobre? O, por último: ¿puede «sobrar» un ser humano? ¿Qué significa eso?

La sociedad «produce» sus marginales. En nuestra cosmovisión occidental de raigambre eurocéntrica (hoy día ya global, impuesta sobre todas las otras culturas aún existentes en el planeta) la razón es la pauta que guía la marginación; las divergencias respecto a ella son sancionadas como insensatas, inservibles. La consigna es: «el sueño de la razón produce monstruos«, evocando aquella célebre pintura de Francisco Goya y Lucientes. Por cierto, puede entrar en esa divergencia todo lo que se desee (el «etcétera» de la enumeración de Thénon o, a decir de Marx, «toda esa masa informe, difusa y errante«).

Toda sociedad mantiene un cúmulo de pautas y valores que constituye su normalidad; la sociedad industrial, más que ninguna otra (seguramente debido a lo intrincado de su funcionamiento) preserva su normalidad apartando severamente los «cuerpos extraños». En sociedades menos complejas es menor el espacio para la marginalidad; en un mundo super especializado, con una marcada división del trabajo (quedó radicalmente atrás la sociedad de cazadores y recolectores; hoy día es ya casi una exigencia tener postgrados universitarios para ciertos puestos), mundo hondamente competitivo, es más posible que alguien quede en el camino de la integración. En un mundo tan polifacético y complejo, con megaciudades de 20 o 30 millones de habitantes, hay más campo para los sub-mundos; así es que encontramos sub-mundos del hampa, de la mendicidad, de las drogas, de la vida en las calles, toda la cultura underground (¿habrá que agregar de los «incurables de toda clase»?)

¿Quién constituye hoy ese lumpenproletariado? ¿Quién es hoy día el marginal? Reflexionando sobre esto, Fidel Castro se preguntaba: «¿Puede sostenerse, hoy por hoy, la existencia de una clase obrera en ascenso, sobre la que caería la hermosa tarea de hacer parir una nueva sociedad? ¿No alcanzan los datos económicos para comprender que esta clase obrera -en el sentido marxista del término- tiende a desaparecer, para ceder su sitio a otro sector social? ¿No será ese innumerable conjunto de marginados y desempleados cada vez más lejos del circuito económico, hundiéndose cada día más en la miseria, el llamado a convertirse en la nueva clase revolucionaria?«. Es imperioso responderse estas preguntas.

La solidaridad, la tolerancia, el altruismo en su sentido más amplio, si bien se dan a veces, no son, precisamente, lo que más abunda en la experiencia humana. La tendencia a segregar nos sale con demasiada facilidad. «La comunidad humana se mantiene unida merced a dos factores: el imperio de la violencia y los lazos afectivos» dice Freud en una sopesada reflexión de su madurez («El por qué de la guerra», 1932). Amor y odio van de la mano, indisolublemente. Lo extraño, ante todo, produce rechazo. De ahí a su estigmatización sólo hay un paso. Hoy día no se queman en la hoguera del Santo Oficio de la Inquisición a los poseídos («incurables de toda clase» y «etcéteras») sino que se los margina con mayor refinamiento: se los confina (asilos de toda laya: manicomios, cárceles, reformatorios, geriátricos, casas de caridad). Sin ironía: eso es un mejoramiento en la condición humana (encerrado con un chaleco de fuerza ¿es mejor que quemado en la pira?). Pero el discordante sigue siendo el leproso de antaño: encapuchado y con campana para anunciar su paso. Son numerosos los países cuyas constituciones aseguran la no discriminación de las minorías en desventaja. Pero aunque eso esté escrito, la experiencia cotidiana muestra que la exclusión, la marginación, el aislamiento social siguen presentes (piénsese en el racismo del capitalismo de los países llamados centrales, por ejemplo: Estados Unidos y Europa Occidental) La beneficencia, por cierto, es una forma más de segregación.

Podríamos concluir que la marginación es un proceso «natural» de la sociedad complejizada que apoya en características propias de lo humano. Asusta, y por tanto se margina, tanto un vagabundo como un delirante o un débil mental, un homosexual cuanto un seropositivo, una prostituta o un delincuente.

Hacia una nueva marginalidad

No son marginales un soldado que regresa de la guerra o un desocupado; ellos tienen la posibilidad de volver a integrarse al tejido social del que, por razones diversas, se han distanciado. Y en sentido estricto tampoco lo es el anacoreta que eligió la vida solitaria y alejada. La marginalidad conlleva la marca de lo reprochable moralmente, de lo anatematizado, lo que «no debe hacerse», lo «molesto» para la sociedad «sana y ordenada». De ahí que se la aísle, incluso físicamente, confinándola en lugares específicos. El aislamiento en cualquiera de los dispositivos que la sociedad moderna ha ido creando para toda esa masa marginal -cárcel, manicomio, reformatorio, geriátrico, hogar de huérfanos- es sabido que no está concebido para rehabilitar; de hecho, aunque eso ocasionalmente pueda suceder, no es el cometido final de todos los mecanismos de segregación. Su único objetivo es «sacar de en medio», poner al margen, quitar esa «cosa» molesta, fea, desagradable, inmanejable en la cotidianeidad adaptada y bien portada.

Por tanto, marginales son los que circunstancialmente asustan (delincuentes, drogadictos, pandilleros) o, compasivamente vistos, mueven a la ternura (el mendigo desarrapado, el niño de la calle, el «loquito» que anda hablando solo). Pero desde hace algunos años el mundo va tomando tales características que hacen que el fenómeno de la marginalidad deje de ser algo circunstancial para devenir ya estructural. Hoy día asistimos a la marginación ya no sólo del harapiento o del mendigo en la puerta de la iglesia, del «borrachito» perdido que pide limosna para su traguito del día, sino de poblaciones completas. Se habla de áreas marginales, barrios completos, con miles y miles de personas que pasan toda su vida en esa condición de «marginalidad». Si bien nadie lo dice en voz alta, la lógica que cimenta esta nueva exclusión parte del supuesto de «gente que sobra». El temor malthusiano del siglo XIX parece tomar cuerpo en políticas concretas que prescriben no más gente en el planeta (y si se puede menos, mejor). La tendencia en marcha pareciera ser un mundo dual: uno oficial, el integrado, y otro que sobra.

El proceso por el que se llega a esta situación seguramente está ligado al especial desarrollo de la actual productividad: una técnica deslumbrante que termina prescindiendo del sujeto que la concibe. El ser humano comienza a sobrar. Existe un sexo cibernético en el que el otro de carne y hueso no es necesario; la imagen virtual reemplazó a la pareja. ¿La robótica y la hiper automatización prescindirán de la gente? Queda más que claro que lo anunciado por Marx hace un siglo y medio es irrebatible: el desarrollo del sistema capitalista no ofrece salida a la humanidad, por cuanto se produce cada vez más y las condiciones materiales de vida están en condiciones de ser suplidas para la totalidad de la población mundial, pero el modo de producción necesita destruir riqueza para mantener las ganancias (y llegan las guerras) haciendo «sobrar» a la gente antes que repartiendo equitativamente el producto del trabajo social. Visto en términos éticos puede resultar disparatado, pero esa es la cruda realidad: ¡hay poblaciones marginales! ¿Marginales a qué? A un sistema que no puede integrarlas.

En toda sociedad medianamente desarrollada que ya superó su estadio primigenio de cazadores y recolectores, es decir: grupos humanos sedentarios que producen más de lo estrictamente necesario para la sobrevivencia diaria, encontramos formas cada vez más complejas de organización. Integrarse a esas formas dominantes es lo normal y esperable; la inmensa mayoría lo hace (quedando un resto que, o se integra deficientemente, o no se integra nunca -los locos, los raros, los delincuentes-). En otras palabras: siempre hay un espacio, pequeño por cierto, para la no-integración. Freud decía que la neurosis (nuestro modo «normal» de ser), es decir: la entrada en la cultura, en el orden de la Ley, es el costo de la civilización. Podría agregarse que también la psicosis (la locura) y la trasgresión (todas las formas de actos delictivos). Pero aquí se habla de «marginales» en términos individuales; lo patético es que ahora nos enfrentamos a una marginalidad global. ¿Puede haber acaso poblaciones «marginales», «sobrantes»? ¿Acaso países marginales?

El peso relativo de los países pobres (el Sur) es cada vez menor en el concierto internacional. Las materias primas pierden valor aceleradamente ante los productos con alta tecnología incorporada que elaboran los del Norte -obligando a consumir a los del Sur-. Los pobres son cada vez más pobres; y cada vez quedan más confinados a las áreas marginales. ¿Sobran? La pobreza va quedando más delimitada y ubicada en ghettos (quizá nueva forma de asilo). Pero trágicamente esos bolsones no son minorías discordantes, sino que van pasando a ser lo dominante. En las grandes urbes del Tercer Mundo (y también, aunque en menor medida, en el Norte) las zonas marginales crecen imparablemente. En algunos casos albergan ya importantes cantidades de la población de algunas ciudades (una cuarta parte en muchas ciudades latinoamericanas). Evidentemente el fenómeno no es marginal. Valga el dato: 1 de cada 2 nacimientos en el mundo tiene lugar en los llamados asentamientos urbano-marginales; y hay 3 nacimientos por segundo.

El Banco Mundial definió la pobreza como «la inhabilidad para obtener un nivel mínimo de vida«. Probablemente pueda ser inhábil (o menos hábil) una persona especial (un ciego, alguien que perdió un miembro, alguien con Síndrome de Down). Pero no lo son poblaciones completas. La imposibilidad de conseguir un nivel mínimo de subsistencia radica, en todo caso, en condiciones que trascienden lo personal. La pobreza creciente que agobia a sectores cada vez mayores en el mundo no es sólo falta de habilidad para procurarse el sustento; habla, más bien, de un nuevo estilo de marginalidad.

La forma que ha ido tomando el desarrollo del mundo en la actual era post industrial de capitalismo neoliberal (que la actual pandemia de coronavirus no habrá de cambiar) es curiosa, y al mismo tiempo alarmante. Asistimos a una revolución científico-técnica monumental, que se despliega a una velocidad vertiginosa, pero donde lo que debería ser el centro de todo: el ser humano concreto de carne y hueso, queda de lado. Era de las telecomunicaciones, del mundo digital, de la ingeniería genética que en cualquier momento podrá generar vida artificialmente, pero problemas milenarios de la humanidad no se pueden resolver con el capitalismo. Se gastan fortunas inimaginables en armamentos (que algunas empresas reciben como lucrativos beneficios) mientras muchos no alcanzan la dieta mínima para sobrevivir. Se busca agua en el planeta Marte mientras en la Tierra mueren 11,000 personas diarias de diarrea por falta del vital líquido. Algo falla en la idea de progreso. Algo anda mal si se puede llegar a aceptar naturalmente la existencia de áreas marginales (barrios, poblaciones, quizá países, ¿continentes?)

Para la geopolítica de las potencias capitalistas (Estados Unidos, Europa Occidental), lo que años atrás era un simple dato sociodemográfico -o, visto de otro modo: un elemento que contribuía a su acumulación de capital-, es decir: personas migrantes desde la pobreza del Sur (Latinoamérica, África, Medio Oriente) que llegaban a trabajar en condiciones de absoluta precariedad con sueldos miserables, hoy día es una preocupación política geoestratégica: las migraciones irregulares masivas son un distorsionador de la gobernabilidad capitalista. Por tanto: ¿sobra esa gente? ¿Sobran los países desde donde provienen? Nadie lo dirá abiertamente, por supuesto -no es «políticamente correcto»-, pero eso es lo que mueve muchas acciones de impacto global. Se dijo, por ejemplo -aunque sea pura especulación conspiracionista- que el VIH-SIDA fue un arma bacteriológica diseñada para exterminar poblaciones en el África. Aunque eso pueda ser totalmente descabellado, el solo hecho que alguien pueda pensarlo muestra que esas ideas tienen sustratos, fundamentos. Lo dicho por Thomas Malthus hace dos siglos sigue presente en la ideología de muchos detentadores de poder, en tomadores de decisiones; en otros términos: «hay demasiada gente en el mundo y la comida no va a alcanzar para todos, por tanto…. ¿eliminar a los sobrantes?».

Cada vez más población queda marginada de la riqueza que la humanidad genera. La marginación del nuevo estilo produce islas de esplendor resguardadas celosamente de mayorías «excedentes». Y mientras cada vez más gente quede al margen del festín, más serán las posibilidades de inestabilidad y eventuales estallidos. No es la intención del presente texto presentar las soluciones a tan difícil problema, pero sí aportar algo en el debate al respecto. A modo de conclusión -e invitando a continuar el análisis- digamos que, aunque la felicidad y la concordia humanas son más un mito que una experiencia concreta, serán de todos modos absolutamente inalcanzables mientras haya alguien que piense -o actúe considerando- que sobra gente en el mundo. Recordemos las estrofas de la Marcha Internacional Comunista: la Tierra debe ser «patria de la humanidad».

Fuente: https://rebelion.org/nuevas-marginalidades/
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La educación nos hace mejores

Uno para todos es una película necesaria porque plantea que hay que repensar cómo educamos y la importancia de centrarnos en lo esencial»

«La película nos recuerda algo mucho más importante: no hay educación sin afecto. Del profesor hacia su alumnado, del alumnado entre sí»

«Un profesor puede cambiarte la vida y un alumno también. La escuela puede ser el lugar donde nacen los sueños, donde se aprende a convivir y donde se desarrollan valores humanos».

Acabo de ver Uno para todos, una película de David Ilundain -director de Bárcenas– protagonizada por David Verdaguer. Se basa en una historia real: un maestro interino es destinado a la escuela pública de un pueblo que no conoce, donde será tutor de una clase de sexto de primaria y tendrá que gestionar la reincorporación al aula de un alumno enfermo de leucemia y las relaciones dentro del grupo. De aquella experiencia nació el “Proyecto Guillén”, que buscaba mantener el contacto emocional entre un alumno ausente y sus compañeros a través de un blog con los contenidos que se impartían en clase y que se grababan en vídeo. Esta situación puede parecer un caso singular, pero no lo es ya que en España, por ejemplo, se diagnostican 1.400 cánceres infantiles al año. Quizá por reflejar un hecho real y por el buen trabajo del director y los actores, la película es verosímil y logra conmover al espectador sin tirar de recursos fáciles.

Aunque la historia principal se produce en torno a Carlos, el niño enfermo, la película es, al tiempo, un homenaje al profesorado interino. A esos profesionales marcados por la inseguridad, por la angustia de tener que aprobar las oposiciones, por la incertidumbre de ser llamados o no para poder trabajar, por el temor de la vuelta del profesor titular. Ese profesorado empieza cada curso en un centro o localidad diferente a la que se llega con una maleta cargada de libros y, a veces, de tabaco para soportar la soledad. Son personas que se mueven en ese difícil equilibrio entre el intento de no comprometerse afectivamente con algo que es efímero y los enamoramientos y amores imposibles. Pero combinan una fértil mezcla de entusiasmo, capacidad de adaptación y supervivencia, empatía y amor a la escuela.

Aleix es muy creíble porque no es el profe superguay, sino un profesor normal, que tiene recursos como aprenderse el nombre de sus alumnos desde el minuto uno y controlar bien la clase. Que les ayuda a pensar, les hace trabajar en equipo y va mejorando el espacio físico del aula. Pero es también una persona con sus problemas familiares, con un pasado laboral de precariedad, sus miedos a no saber gestionar el conflicto y su necesidad de encontrar afecto.

El buen cine educativo no abunda en España. Es aquel que plantea la aventura de educar a partir de una situación escolar concreta y que desarrolla el juego de relaciones y emociones entre un grupo de alumnos muy diversos en un contexto determinado. Ilundain huye de ese tipo de cine que convierte a los profesores (generalmente hombres, aunque sea una profesión muy feminizada) en superhéroes que con una guitarra o siendo más macarras que los alumnos malotes se hacen con la clase. Se inserta más en la excelente tradición francesa de cine sobre educación que nos ha dejado joyas como Hoy empieza todo, Ser y tener, La clase o Los chicos del coro.

Es una película necesaria porque plantea que hay que repensar cómo educamos y la importancia de centrarnos en lo esencial (en este caso, en un conflicto que bloquea la clase). Y es más necesaria aún en estos raros tiempos de pandemia. Tiempos en los que no se garantiza la seguridad ni la presencialidad; en los que las familias se ven obligadas a elegir entre educación y seguridad, ante la caótica organización de vuelta a la escuela. Los poderes públicos tienen la obligación de intentar conseguir la máxima seguridad posible. Para ello hay que invertir lo que sea preciso. Y aunque el Gobierno central ha puesto 2.000 millones de euros a disposición de las comunidades autónomas, no es una cifra suficiente y hay que recordar que todavía se deben 9.000 millones a la educación por los recortes de la etapa Rajoy. También le ha faltado valentía del Gobierno central para fijar una ratio máxima que obligase a organizar espacios, desdoblar grupos y contratar a profesorado interino –como Aleix-, algo que han hecho masivamente países como Italia.

La película habla del uso de la tecnología (vídeojuegos) para trabajar en común, crear cohesión e integrar al alumno que no puede asistir a clase por estar hospitalizado. Pero la película nos recuerda algo mucho más importante: no hay educación sin afecto. Del profesor hacia su alumnado, del alumnado entre sí, superando los graves problemas de convivencia existentes que vuelven aflorar como todo lo que no se trata y cura. Es irrenunciable la presencialidad, porque sin afecto el proceso de educación-aprendizaje no funciona de forma óptima y porque con la educación online un tercio del alumnado se descuelga y aumentan las desigualdades educativas y sociales.

Como decía Dantón, la educación siempre debe ser lo primero. Porque se educa fundamentalmente para ser personas. Porque su finalidad es esa: acompañar a los niños y niñas y a la juventud en su proceso de convertirse en individuos formados, informados y comprometidos con la mejora de su sociedad. Porque les ayuda a crecer, a superar etapas en su desarrollo emocional y moral. Y, efectivamente, un profesor puede cambiarte la vida y un alumno también. Porque la escuela puede ser el lugar donde nacen los sueños, donde se aprende a convivir y donde se desarrollan los valores humanos.

Fuente: https://www.cuartopoder.es/ideas/2020/09/23/la-educacion-nos-hace-mejores-agustin-moreno/

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Qué es la Medicina Traslacional y por qué es clave para innovar en salud

Al escuchar la palabra “traslación”, todos pensamos inmediatamente en el movimiento de la Tierra alrededor del Sol que estudiábamos en los libros de texto escolares. Si consultamos el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la define como la “acción y efecto de trasladar de lugar a alguien o algo”. Pero cuando se utiliza aplicada a la Medicina, ¿qué significa exactamente?

La Medicina Traslacional nace para resolver los problemas que surgen en la clínica para el diagnóstico, pronóstico, tratamiento y prevención de enfermedades humanas. La investigación básica biomédica realizada en centros de investigación, genera conocimiento dirigido al desarrollo de nuevas herramientas farmacológicas, biológicas, quirúrgicas o de otros tipos. Busca nuevas respuestas a nuevos (o viejos) problemas para “trasladarlas” a la práctica clínica.

La unión hace la fuerza

La necesidad de aunar esfuerzos en la lucha contra las enfermedades es un hecho indiscutible. Un ejemplo claro es la actual pandemia. Frente a este y otros problemas de salud, resulta clave que la investigación básica aporte conocimientos que respondan a las necesidades de la práctica clínica.

La Medicina Traslacional tiene como objetivo potenciar la interacción entre disciplinas. Áreas como bioestadística, bioética, bioinformática, biología celular y molecular, epidemiología, farmacología, genómica, proteómica o nanotecnología entre otros, se unen a la clínica en un entramado con un objetivo común: compartir necesidades y soluciones para avanzar en salud.

Todo comienza cuando en un paciente se presenta un problema clínico no resuelto: síntomas sin explicación, malformaciones de origen desconocido, carencia de tratamientos, reacciones adversas… En estos casos, investigar en el laboratorio con células, tejidos, modelos animales, técnicas moleculares o de imagen ayuda a dilucidar lo que está ocurriendo y qué causa la enfermedad. Ese conocimiento permite identificar los mecanismos responsables de una patología y descubrir “dianas” sobre las que intervenir. En base a ello, se diseñan nuevos fármacos y se aplican nuevas técnicas para tratar, prevenir y curar enfermedades.

Los descubrimientos e inventos obtenidos en el laboratorio deben ser validados para ser utilizados en la población. Y en ello participa la industria, tercera “pata” junto a la ciencia básica biomédica y la clínica. Al final, todo debe acabar traduciéndose en una solución práctica al problema. Es el caso de los ensayos clínicos, por ejemplo.

El intercambio no acaba ahí. La clínica debe devolver información a la investigación básica acerca de la eficacia de los nuevos tratamientos. Y plantearle a su vez nuevas preguntas, que supondrán nuevos retos a resolver en los centros de investigación con una mirada creativa e innovadora. Esta interacción bidireccional es, sin duda, la base de los avances biomédicos.

Para llevar a cabo su cometido, la Medicina Traslacional apuesta por agrupar equipos de investigación y equipos clínicos, aunando trabajo y recursos. Con este objetivo, en España se crearon estructuras vinculadas a grandes hospitales y universidades, que reciben financiación estatal. Es esencial la formación de profesionales con esta visión multidisciplinar, principalmente a través de los Títulos de Máster y Programas de Doctorado de las Universidades.

Qué tenemos gracias a la Medicina Traslacional y qué esperamos tener

Aunque todos los campos de la salud pueden avanzar gracias a la Medicina Traslacional, uno de los grandes hitos ha sido sin duda el Proyecto Genoma Humano. Entre otras cosas, porque ha transformado la manera en que abordamos la salud (y su ausencia). Conociéndolo hemos avanzado en el diagnóstico de enfermedades genéticas, pero no solo eso. Cada vez sabemos más sobre cómo se asocian ciertos perfiles genéticos al riesgo de padecer enfermedades como la diabetes o la obesidad.

La aplicación de ese conocimiento llega también a otros campos como la farmacogenética, cuya finalidad es predecir la eficacia o los posibles daños derivados de determinados tratamientos según las características genéticas de cada individuo. No hubiera sido posible este avance sin la invención de una técnica creativa, la PCR, cuyo valor fue reconocido a su creador Kary Mullis con el premio Nobel de Química en 1993. El potencial de la técnica ha sobrepasado el genoma humano, y actualmente las PCR son una herramienta de indudable valor en el diagnóstico de la COVID-19.

Otro ejemplo claro de conocimiento trasladado de los laboratorios a la clínica son las pruebas diagnósticas con anticuerpos. Su valor es indudable, y se debe a su selectividad en el reconocimiento de moléculas. Son la base, por ejemplo, de los test de embarazo embarazo (detecta la hormona hCG), de los test de consumo de drogas de abuso o de los muy actuales test rápidos de antígeno, que detectan proteínas virales del SARS-Cov-2. Por su parte, los propios test serológicos que detectan anticuerpos en individuos que han estado en contacto con el virus, se han diseñado con igual propósito diagnóstico.

Recientemente, los anticuerpos se han incorporado como fármacos de enorme valor. Un ejemplo claro es su utilización en cáncer de mama. Como resultado de la investigación básica, se identificó la sobreexpresión de la proteína HER-2 en algunas células tumorales. Eso permitió que pacientes con cáncer de mama positivo para HER-2 pudieran ser considerados candidatos al tratamiento con anticuerpos que actúan sobre esta proteína, disminuyendo el crecimiento de los tumores. Este avance ha supuesto un cambio radical en el pronóstico, curación y supervivencia de las pacientes y la base de nuevas terapias.

No acaban aquí los ejemplos. La inmunoterapia ha mejorado la vida de algunos pacientes con artritis reumatoide o enfermedades dermatológicas que no respondían a otros tratamientos. Hace unos días, un grupo de investigadores anunciaban, fruto de su trabajo básico, la identificación de una parte pequeña (pero muy específica) de anticuerpos frente a una proteína del virus SARS-Cov-2 que lo neutralizan impidiendo su entrada en las células. Podríamos estar ante una prometedora estrategia para la generación de un fármaco de aplicación clínica.

La investigación básica ha sido también fundamental en el desarrollo de tratamientos que disminuyen el colesterol-LDL plasmático y la mortalidad asociada a éste. A lo que se suma que los conocimientos adquiridos en biología neuronal hacen prever que, en unos años, podrían diseñarse nuevos tratamientos para enfermedades psiquiátricas y neurodegenerativas.

Son muchos los progresos de la Medicina Traslacional que aún quedan por nombrar. Sin ir más lejos, las técnicas de imagen biomédica que permiten un diagnóstico poco invasivo para el paciente, y cuya aplicación en quirófano ha supuesto un avance en cirugía, siendo aún un área en activo desarrollo. Cabe destacar también la nanomedicina, cuyo potencial en la administración dirigida de fármacos de una forma más segura y eficaz es enorme; la medicina regenerativa; o las técnicas de terapia génica y celular para curar, en un futuro, algunas leucemias o enfermedades como la fibrosis quística.

No podemos olvidar el impacto de la medicina traslacional sobre las enfermedades infecciosas. La búsqueda de nuevos antibióticos es un reto mundial en el estudio y desarrollo de nuevos fármacos que actúen en estas situaciones. Y de vacunas, destacando en el momento actual aquellas dirigidas a prevenir la COVID-19 en las que la investigación básica está realizando un intenso esfuerzo utilizando diferentes aproximaciones.

Parece indiscutible que las palabras Medicina Traslacional representan una vocación de progreso en la salud de enorme envergadura que ya está dando resultados. Los descubrimientos biomédicos serán el motor de su avance a nivel global.

María Dolores Gutierrez López. Profesora del Departamento de Farmacología y Toxicología y Coordinadora del Máster en Investigación en Medicina Traslacional, Universidad Complutense de Madrid

Fuente: https://theconversation.com/que-es-la-medicina-traslacional-y-por-que-es-clave-para-innovar-en-salud-145739

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Algunas sequías terrestres comienzan en alta mar

Los océanos padecen sequías por falta de lluvia que luego emigran hacia tierra, donde provocan efectos más devastadores que las sequías terrestres. Un fenómeno global que afecta a todos los continentes.

Científicos de la Universidad de Stanford han identificado un nuevo tipo de «sequía que toca tierra»: se origina sobre el océano antes de viajar a la tierra y puede causar condiciones más grandes y secas que las sequías que ocurren únicamente sobre la tierra.

El nuevo tipo de «sequía marina» se puede predecir antes de que afecte a las personas y los ecosistemas terrestres, según los investigadores.

Descubrieron que estas sequías, que se forman sobre el océano y luego migran hacia la tierra, pueden causar condiciones peores que las sequías que ocurren únicamente en la tierra.

De todas las sequías que afectaron áreas terrestres en todo el mundo, desde 1981 hasta 2018, aproximadamente una de cada seis fueron sequías que tocaron tierra procedentes del mar, según esta investigación, cuyos resultados se publican la revista en Water Resources Research.

“Normalmente no pensamos en las sequías en el océano, incluso puede parecer contradictorio. Pero, al igual que en tierra, puede haber momentos en los que grandes regiones del océano experimentan menos lluvia de lo normal”, explica el autor principal, Julio Herrera-Estrada, en un comunicado.

«Descubrir que algunas sequías comienzan en alta mar, con suerte, motivará conversaciones sobre los beneficios de monitorear y pronosticar sequías más allá de los continentes», añade.

Difíciles de predecir

Para identificar las sequías a gran escala que se originaron en el océano, los investigadores utilizaron un algoritmo de seguimiento de objetos para identificar y seguir grupos de déficits de humedad en todo el mundo, que se remontan a décadas en el tiempo.

Descubrieron que las sequías originadas en el mar que luego tocaban tierra, crecían aproximadamente tres veces más rápido que las sequías solo terrestres y, por lo general, tardaban varios meses en llegar a un continente.

“No todas las sequías que causan daños a los seres humanos y los ecosistemas van a ser estas sequías que llegan a tierra”, señala el segundo autor del estudio Noah Diffenbaugh.

Y añade: “hay algo en las sequías que comienzan sobre el océano que las hace más propensas a convertirse en eventos grandes e intensos».

Patrones atmosféricos

Los investigadores analizaron los procesos físicos de las sequías que llegan a tierra en el oeste de América del Norte, donde ocurren con una alta frecuencia.

Descubrieron que las sequías que tocan tierra en la región se han asociado con ciertos patrones de presión atmosférica que reducen la humedad en el mar, similar al patrón de “Cresta ridículamente resistente”, en anticiclón persistente que fue una de las principales causas de la sequía de California de 2012-2017, que acabó con la vida de más de 100 millones de árboles.

Los autores afirman que análisis similares pueden confirmar explicaciones similares para las sequías que llegaron a tierra en otras áreas del mundo, incluidos Chile, Argentina, Nueva Zelanda y el este de Australia.

“Nuestro documento muestra que las sequías que llegan a tierra son un fenómeno global que afecta a todos los continentes”, dijo Herrera-Estrada.

Investigar más

Debido a los grandes impactos humanitarios y económicos de las sequías severas, el potencial para pronosticar sequías que toquen tierra puede justificar una mayor investigación, según los investigadores.

“Este es un hallazgo importante porque es probable que estas sequías que toquen tierra sean estadísticamente más grandes y más severas en relación con las sequías que no tocan tierra”, dijo Diffenbaugh.

«Debido a que por lo general tardan varios meses en migrar a la tierra, existe la posibilidad de que el seguimiento de los déficits de humedad sobre el océano pueda proporcionar una advertencia anticipada para ayudar a proteger contra al menos algunas de las sequías más severas».

Referencia

Landfalling Droughts: Global Tracking of Moisture Deficits From the Oceans Onto Land. Julio E. Herrera‐Estrada,  Noah S. Diffenbaugh. Water Resources Research, Volume 56, Issue 9. DOI:https://doi.org/10.1029/2019WR026877

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/algunas-sequias-terrestres-comienzan-en-alta-mar.html

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Venezuela: La mala educación de la UCAB

La mala educación de la UCAB

Carlos Ruperto Fermín

En el presente año 2020, se cumplen 5 años de un trágico hecho universitario venezolano, que fue censurado y olvidado por el Ministerio del Poder Popular para la Educación en Venezuela, y que fue transformado en un tópico tendencia en las populares redes sociales, llenas de amarillismo, de sensacionalismo y de sexualismo.

Yo creo que todos los venezolanos debemos reflexionar, sobre la mediocridad de la educación universitaria venezolana, en aras de sembrar un mejor futuro académico para los jóvenes bolivarianos y revolucionarios del siglo XXI.

Todos recordamos la famosa y memorable «Cervezada», realizada por estudiantes de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en el año 2015.

El alcohol hizo que la tradicional fiesta cervecera se transformara en promiscuidad, y hasta una estudiante universitaria llegó a ser filmada en medio del acto sexual, que fue realizado dentro de un salón de clases de la prestigiosa UCAB, y cuyo video explícito fue compartido en las populares redes sociales, para avivar el morbo de los internautas.

Es muy triste que una casa de estudio venezolana, como la Universidad Católica Andrés Bello, que supuestamente inculca valores católicos al estudiantado, permitió realizar una diabólica y tradicional Cervezada llena de violencia, embarazo precoz, SIDA y muerte.

Pero tras conocer el caso de prostitución universitaria dentro de las aulas de clases:

¿Acaso las autoridades rectorales de la UCAB eliminaron las promiscuas Cervezadas?

No mis hermanos, la UCAB no eliminó la tradicional Cervezada.

La aceptación de la promiscuidad estudiantil universitaria por parte de la UCAB, nos demuestra que el alcohol del Mundo es más importante que la Palabra de Dios, porque aunque eliminar la Cervezada hubiera sido una gran expresión de decencia cristiana y de seriedad académica, pues todos sabemos que la educación es un gran negocio en Venezuela, y la famosa UCAB recibe muchísimo dinero por parte de las adineradas familias venezolanas, que malgastan millones de bolívares para que las Cervezadas sigan realizándose de generación en generación, y sigan matriculando la carga de prostitución.

Por desgracia, las borracheras universitarias organizadas y financiadas por la UCAB, han sido copiadas y emuladas por otras universidades venezolanas tanto privadas como públicas, que realizan sus propias Cervezadas para imitar el entretenimiento caraqueño en el interior del país, por lo que la Universidad Católica Andrés Bello, ha contribuido al crecimiento del alcoholismo en la población estudiantil universitaria de Venezuela.

En el medio cibernético oficial de la UCAB https://www.ucab.edu.ve/ podemos leer su honorable reseña histórica, que textualmente afirma lo siguiente:

«La universidad se dirigía particularmente a consolidar, de modo eficaz, la educación moral y espiritual de nuestra juventud, destacando para ello el valor y la dignidad de la persona humana, ennoblecido aún más por su condición cristiana».

¿Acaso una Cervezada ayuda a consolidar de modo eficaz, la educación moral y espiritual de la juventud venezolana?

¿Acaso una Cervezada ayuda a destacar el valor y la dignidad de la persona humana?

¿Acaso una Cervezada ennoblece la condición cristiana de la UCAB?

No hay duda que la UCAB del siglo XXI, se olvidó de los códigos éticos y de los preceptos morales, que debería atesorar una digna universidad venezolana, siendo su propia reseña histórica la que nos demuestra, la gran contradicción que existe entre las mentiras dichas por la UCAB con palabras, y las verdades hechas por la UCAB con sus Cervezadas, por lo que hoy invitamos a las autoridades rectorales, a los profesores venezolanos y a los estudiantes ucabistas, para que lean con atención la mencionada reseña histórica de la UCAB, y saquen sus propias conclusiones sobre la doble moral universitaria.

¿Acaso Jesucristo se emborrachó bebiendo el alcohol de las cervezas, después de recibir el revolucionario bautismo en las aguas del río Jordán?

¿Acaso Andrés Bello se emborrachó bebiendo el alcohol de las cervezas, después de escribir su revolucionaria obra Los sonetos a la victoria de Bailén?

Aunque los ucabistas no saben dónde está ubicado el río Jordán, aunque los ucabistas no saben qué es Bailén, y aunque los ucabistas no saben qué es el humanismo, pues los ucabistas siempre saben beber, bailar y disfrutar el alcohol de una espumosa Cervezada.

Vimos que la Universidad Católica Andrés Bello, no refleja la sobriedad de Jesucristo y no refleja la sobriedad de Andrés Bello, pero aunque realmente la UCAB es otra mundana universidad venezolana sin nombre y sin apellido, pues miles de adinerados jóvenes venezolanos, aspiran que sus padres les compren las entradas para ingresar a la famosa UCAB, y aspiran que sus madres les compren las birras y los birretes, para transformarse en famosos ucabistas por amor a la mediocridad de una bella cerveza.

¿Acaso los estudiantes de la UCAB realmente sienten la compañía de Jesús dentro de sus corazones universitarios?

Un estudiante venezolano que pasa cinco años de su vida educándose dentro de los salones de clases, y antes de su graduación decide tener relaciones sexuales dentro de los mismos salones de clases, donde recibió educación durante cinco años de su vida, es un clarísimo reflejo de la falta de respeto y de la falta de valores cristianos de los universitarios de Venezuela, siendo el alcohol la gran sustancia psicoactiva que nos demuestra: la miseria espiritual y la degradación moral de la juventud venezolana.

¿Acaso la UCAB realmente sabe quién es Jesucristo?

Por culpa del alcohol que destruye hasta la educación en Venezuela, la UCAB es parte de la repulsiva videoteca pornográfica en la Web, ya que UCAB ahora es una erótica etiqueta que todavía genera tráfico por las visitas y por los resultados, que arrojan las búsquedas de contenidos en los sitios pornográficos de la red telemática Internet, que no se cansa de reproducir públicamente el video porno de dicha universidad católica de Venezuela.

Generalmente, un joven venezolano ingresa a una universidad para acercarse al conocimiento que devendrá en sabiduría para enfrentar los desafíos de la vida, y a la vez, para también alejarse de las cosas malas que se cotejan en la vida, como las drogas, la delincuencia, la pornografía, la promiscuidad y la vagancia.

Es incomprensible que una universidad venezolana, premie a sus próximos graduandos con el terrible vicio del alcohol, porque si al final de sus carreras universitarias, los estudiantes son premiados con una Cervezada para que festejen con alegría sus próximos títulos de grados, entonces debemos reconocer que las universidades venezolanas, están deformando el preciado valor de la educación superior, y no solo se estimula a que los jóvenes se conviertan en profesionales adictos a las borracheras y a los vicios mundanos, sino que también se están enfermando los corazones y se están enfermando los hígados de miles de muchachos venezolanos, quienes terminan pensando que el alcohol es bueno para la salud, porque la universidad premia sus esfuerzos académicos con una buena dosis de alcohol.

En pleno siglo XXI, estamos demostrando que la UCAB, en vez de evolucionar como una universidad cristiana venezolana, simplemente ha caído presa de los vicios mundanos como el alcoholismo, alejándose de su condición cristiana, y conllevando un fuerte proceso de involución, que viene perjudicando a miles de jóvenes venezolanos, quienes son incapaces de aplicar el discernimiento en sus vidas, para reconocer que el cristianismo y el alcoholismo son incompatibles.

Es importante saber que en Venezuela, más del 80% de los cristianos venezolanos que sufren la enfermedad llamada alcoholismo, son cristianos venezolanos que por bautismo pertenecen a la Iglesia Católica, lo cual demuestra que hay un fuerte nexo entre el catolicismo y el alcoholismo.

Las familias cristianas católicas venezolanas, aceptan el veneno del alcohol como parte de la idiosincrasia venezolana, siendo el motivo por el cual la Cervezada sigue siendo aceptada y financiada por las universidades públicas y privadas de Venezuela, lo cual también nos demuestra que los vicios mundanos de la sociedad moderna, terminan siendo enfermizas tradiciones culturales que corrompen el benigno sacrificio de Jesús, quien con su preciosísima sangre derramada en la injusta cruz del Calvario, expió los pecados de la Humanidad, para no tener que seguir violentando nuestros cuerpos con el alcohol.

Y es que el alcoholismo en Venezuela siempre ha estado fuertemente emparentado, con la exposición de perversos contenidos audiovisuales por parte de los medios de comunicación privados, que invierten grandes sumas de dinero para envenenar la razón y para manipular la mente de los compatriotas venezolanos, quienes terminan sintiendo la compulsiva necesidad de comprar cervezas y de beber alcohol, porque fueron altamente sugestionados sensorialmente, para que malgastaran el dinero comprando más vicios.

La juventud venezolana siempre ha sido la población más vulnerable y más perjudicada, por el constante bombardeo publicitario de las empresas cerveceras en el país, porque las cervecerías saben que si generan la adicción al alcohol desde la pubertad, pues ganarán mucho más dinero esclavizando a una rebelde juventud venezolana, que a medida que vaya creciendo en la vida, pues gastará más dinero para pagar el precio del alcoholismo.

Si la juventud venezolana sigue amando a la Cervezada y sigue odiando a Jesucristo, es porque las universidades capitalistas de Venezuela, los medios de comunicación social privados, y las empresas cerveceras que fabrican los licores consumidos en nuestro país, siempre trabajan en mancomunidad para joder y para echar a perder la vida del estudiantado venezolano, y si celebramos la Cervezada con la buenísima música rock de caramelos de cianuro, y si celebramos la Cervezada con las sensualísimas fotografías de la gran Chica Polar, pues seguro que la erecta Cervezada será una inflada pantaleta tan orgásmica como delictiva.

Celebrar una Cervezada para festejar la conquista de un título universitario, demuestra el estrepitoso fracaso intelectual del sistema educativo venezolano, porque sabemos que para todos los estudiantes venezolanos, Homero Simpson es más sabiondo y más famoso que Jesucristo, porque sabemos que para todos los profesores venezolanos, Peter Griffin es más sabiondo y más divertido que Andrés Bello, y porque sabemos que para todos los rectores venezolanos, Pedro Picapiedra es más sabiondo y más altruista que Teresa de Calcuta.

¿Universidad Católica Andrés Bello?

No mis hermanos, Universidad Satánica Homero Simpson.

El verdadero nombre de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), debería ser la Universidad Satánica Homero Simpson (USHS), porque envenenar a los jóvenes venezolanos con el alcohol de las Cervezadas, son diabólicas artimañas de Satanás para destruir la salud mental de los estudiantes, y cuando esos estudiantes terminen cambiando los pupitres de la universidad por las sillas de Alcohólicos Anónimos, entonces ya será muy tarde para recuperar el control remoto de la vida, y será muy tarde para cambiar el canal de la toxicidad.

La UCAB, el Sambil, Globovisión, La Mega, Farmatodo, La Patilla, Polar Ice, iPhone, CNN, Santa Claus, Primero Justicia, Nutella, Dólar Today, PlayBoy, el Real Madrid, la MLB y el Barcelona.

¿Por qué será que la mísera transculturación de la educación privada venezolana, siempre causa el deseo de vomitar toda la privatizada basura consumida?

Quiero compartir con los estudiantes ucabistas y con la sociedad cristiana católica venezolana, algunas citas bíblicas que serán de gran usufructo para todos los hermanos y las hermanas, que endiosan el alcohol de una Cervezada.

Juan 6:35

«Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed».

Jeremías 31:25

«Yo he de satisfacer al alma cansada, y he de saciar a toda alma atribulada».

Juan 7:37

«Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba».

Entonces mis hermanos cristianos católicos venezolanos, ¿Qué se supone que debemos hacer con la Cervezada de la UCAB?

¿Será que toleramos la Cervezada, aunque después no toleraremos la cirrosis hepática del enfermo ex ucabista?

¿Será que le metemos plomo y terrorismo a la maldita Cervezada, para que los ucabistas aprendan a respetar toda la sangre derramada por Jesús en el Gólgota?

¿Será que olvidamos la Cervezada, aunque después no olvidaremos el coma etílico del enfermo ex ucabista?

Como dije al principio del artículo, en el año 2020 se cumplen 5 años del ultraje sexual cometido dentro de los salones de clases de la UCAB, y si recordamos que las clases fueron suspendidas en las universidades venezolanas debido al pandémico Covid-19, pues yo creo que es la propicia oportunidad de oro para reflexionar, sobre cuál queremos que sea el futuro intelectual del estudiantado venezolano, y sobre qué tan cristiana es la población estudiantil venezolana.

Por rebeldía, por orgullo y por frustración, miles de venezolanos caen en la trampa del alcohol, porque la rebeldía, el orgullo y la frustración, son grandes virtudes de Satanás.

Los invito a leer mis artículos titulados «Sin una gota de alcohol, Venezuela vive mejor» y «Las carreras universitarias no son carreras de caballos», los cuales fueron textos publicados recientemente en medios cibernéticos de nuestro país, y que de hecho, me sirvieron como base conceptual para extender mis palabras, sobre el problema de las Cervezadas en las universidades venezolanas.

A continuación comparto los hipervínculos de los mencionados artículos:

https://www.aporrea.org/educacion/a295029.html

https://www.aporrea.org/actualidad/a294413.html

Muchas gracias por su tiempo.

Autor: Carlos Ruperto Fermín

Fuente de la Información: https://www.aporrea.org/educacion/a295668.html

 

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Los costos educativos del modelo de educación a distancia

Por: Fidel Ibarra López


Como es de dominio público, las autoridades educativas en México hicieron del conocimiento de la ciudadanía que para el inicio del ciclo escolar 2020-2021 se iba a implementar un modelo educativo de educación a distancia a través de la televisión. El tema ha despertado un debate importante en diversos sitios. Debate al cual pretendemos sumarnos con el presente artículo en aras de generar algunas ideas que permitan contribuir a la comprensión del fenómeno y, sobre todo, de las implicaciones que tal medida genera en términos de aprendizajes.

Para tal efecto, partimos de lo siguiente: El inicio de las clases se definió para el pasado 24 de agosto. Y desde esa fecha en adelante se fijaron 3 semanas para “repasar” los contenidos del ciclo anterior. Eso significa que, a partir de esta semana, se estará iniciando formalmente con los contenidos del actual ciclo escolar. No obstante, en las primeras semanas quedaron en evidencia las contradicciones internas del modelo. Cito dos ejemplos para fundamentar lo anterior:

En primer lugar, las autoridades educativas no explicaron cómo iba a funcionar en el modelo de educación a distancia, la triada telemaestro-docente y alumnos. Pero lo que no explicó en los medios, lo terminó dejando en claro el funcionamiento del modelo en la realidad. ¿En qué sentido? La triada funcionó de manera desvinculada: “el telemaestro expone el contenido, el alumno observa y el maestro formula algunas interrogantes sobre el contenido expuesto en televisión, mismas que son enviadas al padre de familia a través de WhatsApp. Estas interrogantes son resueltas por el alumno en su cuaderno y le son reenviadas al docente por la misma vía. En ese proceso, el docente no tiene contacto con el niño, sino con el padre de familia, y el niño contesta lo que se le solicita, pero no tiene retroalimentación sobre lo que hizo. Esto para la educación preescolar y primaria. Y para los niños que no cuentan con una computadora con acceso a internet” (Educación Futura, 4 de septiembre del 2020).

En segundo lugar, con este modelo de educación a distancia -y aquí radica la segunda contradicción- se le está dejando un rol tangencial al docente en el proceso de enseñanza-aprendizaje, luego de que no hay espacio para el proceso de “consolidación” de los contenidos que se están impartiendo a los alumnos. Estas dos contradicciones internas en el modelo complejizan el tema de los aprendizajes en los alumnos, porque los dejan en un lugar de franca vulnerabilidad.

Sin embargo, aquí no termina el problema: en el ciclo escolar que está transcurriendo en México, se están desarrollando dos modelos educativos que transitan por caminos diferenciados: uno es el modelo de la escuela pública con el modelo de educación a distancia (a través de la televisión); y otro, el de la escuela privada con el modelo de educación a la distancia a través de las tecnologías. En este segundo modelo, los alumnos están desarrollando el proceso de enseñanza-aprendizaje a través de las herramientas que contiene Google for education (Classroom, Meet y Google Drive).

Esta condición está generando un proceso de alfabetización digital entre docentes y alumnos. Un proceso que hemos postergado en nuestro país por más de dos décadas, pero que ahora por el escenario del cierre de escuelas que ha generado la pandemia del Covid-19, se ha tenido la necesidad de recurrir a la educación en línea para proseguir el proceso de enseñanza-aprendizaje.

En ese sentido, este proceso de alfabetización digital no está teniendo lugar en todos los alumnos. Lo cual significa que en el ciclo escolar que está en curso no solamente se va a presentar un rezago educativo en términos de aprendizaje, sino también en lo referente a la alfabetización digital.

Cuando las autoridades educativas se refieren al actual ciclo escolar, hacen alusión al “gran esfuerzo institucional” que está desarrollando el gobierno federal con la creación de contenidos para transmitirlos en televisión todos los días. Y se recurre a los números para sustentar el esfuerzo (número de programas y de horas de televisión; así como el número de alumnos que están siendo atendidos en el actual ciclo escolar); sin embargo, en el mensaje institucional no se repara en los costos educativos que está generando el modelo.

Si lo planteamos en términos prospectivos, a quien más le conviene el retorno a la clase presencial, es a la escuela pública, porque no se cuenta con los elementos para hacerle frente a un modelo de educación a distancia. Los alumnos que estudian en una escuela privada bien pueden continuar, concluir e iniciar el próximo ciclo escolar -si la pandemia no amaina en el país- bajo el modelo de educación en línea; pero los alumnos de la escuela pública no. En estos últimos se instala como urgencia el retorno a la clase presencial. No hay otra forma de recuperar lo que se perderá en términos de aprendizajes. Dicho en otras palabras: la pandemia ha agudizado el rezago educativo de la escuela pública. Y esa es una responsabilidad del Estado en su conjunto.

¿Por qué lo afirmo en estos términos? Porque es responsabilidad del Estado que la educación que reciba un niño que estudia en una escuela pública no esté por debajo de la educación privada. En eso se materializa la consabida expresión de que “la escuela pública es una prioridad para el Estado”. Esa expresión suena bien para el discurso público; pero la prioridad se debe demostrar en los hechos. Y, en los hechos, lo que se tiene es a dos modelos educativos que transitan por vías separadas y que están generando resultados diferenciados, en términos de aprendizaje, en los alumnos.

En otros países -como el caso de Argentina-, se está conminando a que las autoridades educativas tomen acciones porque el golpe puede llegar a constituirse en una catástrofe generacional (LaPoliticaOnline, 8 de septiembre del 2020). Aquí la demanda se puede reproducir en el mismo sentido. Empero, la única vía de “ajuste” que observo es el retorno a la clase presencial. Y mientras eso no suceda, los alumnos seguirán tomando clases a través de la teleclase. Con eso, como lo he venido afirmando en este espacio, se mantiene en pie el ciclo escolar; pero no los aprendizajes.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/

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¡Bienvenida la generación de la resiliencia!

Por: Pluma Invitada

El pasado lunes 21 de septiembre regresaron a clases la mayor parte de los más de 5 millones de estudiantes de nivel medio superior de nuestro país. Para ellos, el inicio de cada curso escolar representa una oportunidad de escribir en una página en blanco una nueva historia de vida. ¿Quién no recuerda cómo el primer día de clases es también un día pletórico de temores y esperanzas?

La emoción por conocer a sus nuevos compañeros, el grupo en el que les tocó, sus nuevos maestros, las instalaciones de su plantel. ¡Cuánta gente por conocer! Para muchos de ellos los compañeros que conocerán en preparatoria se volverán sus mejores amigos o incluso, algunos conocerán en esta etapa al amor de su vida. ¿Cómo serán sus nuevos maestros? ¿Estrictos? ¿Amables? ¿Exigentes? ¿Empáticos?

Pero este día será diferente a otros inicios de clase. Es un inicio en condiciones que no imaginábamos y no queríamos, pero que son necesarias para cuidar del don más preciado que tenemos: la vida. Este inicio se realizará a distancia y en muchos casos, con el uso de tecnologías que otrora sólo utilizaban para el ocio y entretenimiento.

Estos jóvenes forman parte de la generación de la resiliencia. La generación que aprendió que se puede ir a clase sin salir de casa, que supo adaptar sus dispositivos para acceder a la puerta universal del estudio y que supo ser tolerante al intensivo proceso de adaptación al que nos vimos obligados los maestros y del que ellos formaron parte, pagando a veces los platos rotos.

Cuando todo esto termine, los diversos subsistemas los volverán a convocar de manera presencial a las actividades deportivas, artísticas y culturales en las que forjarán su carácter y aprenderá a colaborar y competir con honor. Pronto conocerán las aulas, laboratorios y talleres que hoy sólo han podido imaginar o ver a través de fotografías o videos. Y lo más esperado, entonces podrán convivir con sus compañeros en las áreas de descanso, jardines o pasillos.

El conocimiento y el aprendizaje no pueden detenerse. Los maestros en todos los subsistemas nos hemos preparado para trabajar en estas condiciones. Hemos dedicado muchas horas a capacitarnos, a conocer nuevas metodologías y herramientas para entablar una relación humana utilizando tecnología. Los maestros somos capaces de superar la distancia para conectar con nuestros alumnos y hacer nuestro trabajo con placer, creatividad y alegría.

No debemos olvidar que, a pesar del confinamiento, el bachillerato será para la mayoría de ellos la mejor etapa de su vida, por lo que deberemos reconocer su esfuerzo y desarrollar su resiliencia, esa capacidad de superar las situaciones adversas, adaptarse y superar de manera positiva un contexto amenazante. Esta cualidad no es ni fija ni innata. Puede trabajarse, moldearse y cultivarse en nuestros alumnos, o lo contrario, puede inhibirse por la influencia del entorno, de nuestro autoconcepto y de las personas con las que convivimos.

Es una generación que está expuesta a riesgos mayores que las que los precedieron. No sabemos aún el impacto que esta larga pandemia pueda tener en su salud emocional. La adolescencia y juventud es por naturaleza la etapa de la vida del despertar social. Están predestinados neuronalmente para ello. Requieren actividad física y convivencia social para la construcción de relaciones sanas y desarrollo personal. Además, es el grupo etario con mayor percepción de pérdida, porque son los que menos riesgos tienen si se contagian de COVID-19.

La primera lección ya nos la dieron. Contra todo pronóstico, los resultados de los exámenes de admisión a educación media superior realizados por el CENEVAL, al menos en el caso de COBACH SLP, demostraron que sus resultados académicos no sólo no fueron afectados negativamente por la pandemia, sino que superaron a la generación anterior. Ya habrá tiempo para realizar investigación educativa y comprobar hipótesis, por lo pronto los datos nos invitan a no etiquetarlos de manera negativa. Está demostrado cómo influyen en ellos las expectativas de los profesores sobre sus logros y aprendizaje.

¡Bienvenida pues la generación de la resiliencia al curso escolar 2020-2021!

Fuente: http://www.educacionfutura.org/bienvenida-la-generacion-de-la-resiliencia/

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