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Reflexión: El cuidado como centro de la vida

Por: Luz Palomino/CII-OVE

En un mundo que avanza a ritmo vertiginoso, hablar de cuidados parece, para algunos, un tema menor. Pero detrás de cada cuerpo alimentado, cada niñ@ que aprende, cada enferm@ que sana o cada persona mayor que envejece con dignidad, hay un entramado invisible de tareas, afectos y presencias que hacen posible la vida. Hoy, en el Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo, la invitación es a mirar hacia ese universo que sostiene todo lo que somos, pero que rara vez ocupa los titulares.

“Cuidar es mantener, continuar y reparar nuestro mundo para que podamos vivir en él lo mejor posible”, escribió la filósofa Joan Tronto, una de las teóricas más influyentes del pensamiento ético del cuidado.

Una economía sostenida por manos invisibles

Durante décadas, el trabajo de cuidados ha sido la base silenciosa del sistema económico y social, pero sin reconocimiento ni remuneración justa. Según datos de la ONU, las mujeres realizan más del 75 % del trabajo de cuidado no remunerado en el mundo, lo que equivale a miles de millones de horas diarias de trabajo gratuito.

La socióloga y activista Silvia Federici ha denunciado que “el capitalismo se construyó sobre la expropiación del trabajo reproductivo de las mujeres”. En otras palabras, la economía formal solo existe porque alguien —en su mayoría mujeres— sostiene la vida desde lo doméstico y lo afectivo.

Sin embargo, en la actualidad emergen nuevos debates sobre la “democratización del cuidado”, entendida como una responsabilidad compartida entre el Estado, la comunidad, el sector privado y las familias. “Cuidar no puede seguir siendo una tarea femenina, ni una cuestión privada. Es una responsabilidad social y política”, subraya Marcela Lagarde, antropóloga mexicana y referente del feminismo latinoamericano.

Educar para cuidar: una urgencia ética

El ámbito educativo no puede permanecer ajeno a esta reflexión. Las escuelas, universidades y espacios formativos son, en sí mismos, lugares de cuidado: de las infancias, de los saberes, de los vínculos. Sin embargo, la pedagogía dominante ha privilegiado históricamente la razón y la competencia sobre la empatía y la cooperación.

Educar en y para el cuidado supone redefinir la idea de éxito y conocimiento, incorporando valores como la escucha, la interdependencia y la reciprocidad. Implica también repensar el rol docente: cuidar no solo como acompañar el aprendizaje, sino como construir condiciones de bienestar y dignidad dentro y fuera del aula.

En muchos países de América Latina, movimientos pedagógicos feministas y comunitarios vienen impulsando una educación que coloque la vida en el centro, reconociendo que enseñar también es un acto de cuidado y resistencia frente a las lógicas del mercado y la indiferencia social.

Hacia una cultura del cuidado

En tiempos de crisis ambiental, guerras y desigualdades crecientes, el cuidado se convierte en un horizonte político y ético indispensable. No se trata solo de cuidar a las personas, sino también a los territorios, los ecosistemas y las memorias colectivas.

“Sin una cultura del cuidado, no habrá futuro para nadie”, advirtió la filósofa española Victoria Camps, recordando que cuidar es un deber moral, pero también una forma de justicia intergeneracional.

Este 29 de octubre no se conmemora únicamente un día; se reivindica una mirada del mundo que nos invita a reaprender la ternura como fuerza transformadora. Como dice Lagarde, “cuidar es un acto de amor, pero también de poder: el poder de sostener la vida frente a la violencia y el abandono”.

El reto para nuestras sociedades —y en particular, para los sistemas educativos— es construir una pedagogía del cuidado, donde cada gesto de acompañamiento y cada vínculo humano sean entendidos como parte de una gran red que sostiene la vida.

Porque, en definitiva, cuidar y dejarnos cuidar es la primera lección de humanidad que tod@s deberíamos aprender.

Fuentes:

Naciones Unidas, ONU Mujeres, Tronto (1993), Lagarde (2001), Federici (2012), Camps (2020).

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800 millones de pobres, la principal deuda social planetaria

Por: Sergio Ferrari

30 años después, la segunda Cumbre para el Desarrollo Social

En menos de dos semanas arranca en Doha, Catar, la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social. Convocatoria marcada por la crisis del multilateralismo, así como por una fatiga inevitable tras tantos eventos de las Naciones Unidas con relativamente pocos resultados. A pesar de algunos avances sociales, los esfuerzos de dicha organización lucen frágiles debido a los estragos causados por la persistente pobreza mundial.

Esta será la segunda cumbre, a treinta años de la de 1995 en Copenhague, y entre el 4 y el 6 de noviembre reunirá a miles de representantes de gobiernos e instituciones internacionales y de la sociedad civil. El programa incluye una sesión oficial y una paralela. Esta última, con un día para el Foro de la sociedad civil y otro para el Foro del sector privado (https://social.desa.un.org/es/world-summit-2025/programme).Hasta la tercera semana de octubre, los medios de información poco se interesaron en la dinámica preparatoria de la Cumbre de Catar, desde ya eclipsada por una coyuntura mundial donde los conflictos en Palestina y Ucrania, así como la imposición unilateral de aranceles por Washington, parecen definir otras prioridades.

Desde Latinoamérica, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que tres décadas después de Copenhague esta nueva convocatoria busca evaluar el progreso alcanzado y definir nuevas estrategias para los desafíos actuales. Según la CEPAL, “persisten problemas como la pobreza, la desigualdad y la exclusión social en un contexto de crisis globales y cambios acelerados”, de allí la esperanza de que esta cumbre ofrezca una oportunidad clave para fortalecer compromisos y promover políticas que garanticen mayor cohesión social y movilidad económica. “América Latina y el Caribe, con una larga trayectoria en el debate sobre desarrollo social”, anticipa la CEPAL, “presentará propuestas para reducir la desigualdad y mejorar la inclusión social”. Como expresión de deseos esta organización latinoamericana espera que la cumbre sirva como plataforma para consolidar una perspectiva común que refuerce la gobernanza, la cooperación internacional y el papel de la sociedad civil en la implementación de políticas efectivas para el desarrollo sostenible (https://www.cepal.org/es/segunda-cumbre-mundial-desarrollo-social).

Tibios progresos, enormes deudas civilizatorias Con la mirada puesta en Catar, la segunda quincena de octubre la Organización Internacional del Trabajo (OIT) lanzó la campaña “Esto es justicia social” mediante una serie de videos con historias humanas que muestran el impacto de la justicia social en la vida de trabajadores, empleadores y comunidades (https://www.ilo.org/es/temas-y-sectores/justicia-social).

Algunas semanas antes, a fines de septiembre, en su Informe sobre el Estado de la Justicia Social en 2025 la OIT reconoció varios logros desde Copenhague 1995 hasta el presente. Por ejemplo, la disminución del trabajo infantil del 20,6% en 1995 al 7,8% en 2024 y el aumento del índice de finalización de la escuela secundaria en 22 puntos porcentuales desde 2000 hasta la fecha. Además, el hecho de que la pobreza extrema pasara de 4 de cada 10 personas en 1995 a 1 de cada 10 en 2023 y que la proporción de trabajadores pobres se redujera del 27,9 % en 2000 al 6,9 % en 2024. Sin embargo, la propia OIT reconoce enormes tareas pendientes y deudas sociales no resueltas. Fundamentalmente, que no se haya logrado erradicar la pobreza, como lo evidencian estos datos tan preocupantes: 800 millones de personas aún viven con menos de 3 dólares al día y una de cada cuatro carece de acceso al agua potable. El desequilibrio resultante sigue siendo una constante planetaria: el 1% más rico de la población mundial posee el 20 % de los ingresos y el 38% de la riqueza. En paralelo, la brecha entre la fuerza de trabajo masculina y la femenina mejoró muy poco desde 1995 y el índice de informalidad laboral se redujo apenas dos puntos porcentuales desde 2005, con un 58% de los trabajadores aún en empleo informal. Si de derechos humanos fundamentales se trata, la OIT constata un deterioro del derecho de asociación y de negociación colectiva, para mencionar tan solo dos.

Fatiga de Cumbres

A fines de mayo pasado, la agencia informativa IPS publicó un comentario analítico titulado “La Cumbre Social Mundial de 2025 no debe ser una oportunidad perdida”. Escrito a seis manos por Isabel Ortiz, Odile Frank and Gabriele Koehler, tres dirigentes femeninas de prestigio en instituciones internacionales miembros de la organización Justicia Social Global, el análisis señala que “En la sede de la ONU circulan rumores de que hay poca ambición en la Segunda Cumbre Mundial para el Desarrollo Social… (y que) diplomáticos y expertos hablan de una ‘fatiga de cumbres’ tras un calendario repleto de reuniones globales: la Cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2023, la Cumbre del Futuro de 2024 y la Cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo de 2025” (https://www.un.org/pga/wp-content/uploads/sites/109/2025/04/Zero-Draft-clean-as-of-24-April-2025-12pm.pdf)

Además, deslizan que el Borrador de la Declaración Política de la Cumbre Social “carece de la ambición necesaria para enfrentar las múltiples crisis sociales que atraviesa nuestro mundo” (https://ipsnoticias.net/2025/05/la-cumbre-social-mundial-de-2025-no-debe-ser-una-oportunidad-perdida/).

Para estas tres coautoras, la realidad es contundente: “Hay demasiado en juego. El mundo ha cambiado dramáticamente desde la histórica primera Cumbre Social de 1995 en Copenhague. En aquel entonces, los líderes mundiales reconocieron la necesidad de un desarrollo centrado en el ser humano. Hoy, la urgencia ha crecido exponencialmente en un mundo fracturado y volátil”.

El punto clave del comentario es el análisis de la actual situación mundial, con una población que debe enfrentar múltiples crisis superpuestas: una policrisis pospandémica, una crisis del costo de vida que ha empujado a millones a la pobreza, la priorización del bienestar corporativo sobre el de las personas, un rápido deterioro democrático que agrava las desigualdades, una creciente emergencia climática y una prolongada crisis de empleo que, con toda probabilidad, se deteriorará drásticamente debido al uso de la inteligencia artificial (IA). Por otra parte, la confianza en los gobiernos y en las instituciones multilaterales se está erosionando, el descontento social y las protestas se multiplican y las desigualdades, tanto internas como internacionales, han alcanzado niveles grotescos. Por todo ello, coinciden, “Una declaración tímida [en la Cumbre de Catar de noviembre]… sería una traición a quienes siguen viendo en las Naciones Unidas un modelo de justicia y dignidad humana”.

¿Cómo evitarlo, se interrogan? Según ellas, la Declaración debe definir acciones vinculantes y compromisos explícitos para construir sociedades que funcionen y generen prosperidad para todos. Esto implica, entre otras iniciativas, “reducir las desigualdades de ingresos y riqueza que socavan profundamente la cohesión social, la gobernanza democrática y el desarrollo sostenible”. Además, reconocer la justicia de género como un pilar fundamental, sin la cual se estaría traicionando a la mitad de la humanidad y fracasando en su misión de promover los derechos humanos, la dignidad y el desarrollo sostenible.

Por otra parte, insisten Ortiz, Frank y Koehler, se debe garantizar servicios públicos universales y de calidad a través de sistemas financiados y gestionados con fondos públicos para proteger a los trabajadores, eliminar barreras a los servicios de calidad mediante una sólida inversión pública basada en una financiación más justa y proteger el desarrollo social de los recortes presupuestarios y la privatización.

Con respecto a la creciente precariedad de ingresos, proponen abordarla mediante la inversión en trabajo decente con derechos/estándares laborales y la extensión de sistemas y niveles de protección social universales. Y promover una economía del cuidado que apoye a la mujer y priorice el bienestar sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Conceptualmente, sostienen, se debe reconocer las limitaciones de los paradigmas centrados en el crecimiento y en cambio adoptar políticas orientadas a la sostenibilidad ecológica y el desarrollo equitativo. No menos esencial en este panorama reivindicatorio es el combate contra los movimientos anti-derechos y anti-género y la reafirmación de los compromisos globales con los derechos humanos y la democracia.

El avance hacia la justicia social mundial confronta al planeta a sus propias contradicciones sistémicas, entre un ideal de mayor redistribución –con Estados sociales más fuertes – y un sistema hegemónico centralizador en lo económico y excluyente y discriminatorio en lo social.

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Del discurso al crimen: cómo el “antifeminismo” crece en América Latina y el Caribe

Por: Alejandra Rizzo

En los últimos meses, América Latina volvió a estremecerse frente a una ola de femicidios que expone la persistencia y la profundidad de la violencia machista en la región. Argentina, Uruguay y El Salvador registraron cifras alarmantes, pero más allá de los números, emerge un dato inquietante: los discursos antifeministas dejaron de ser marginales para transformarse en parte del poder político y mediático. Lo que antes se enunciaba en los márgenes digitales hoy circula desde los ministerios, los juzgados y los medios de comunicación, hasta las calles de América Latina y el Caribe.

Solo en 2024, al menos 4.854 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 17 países de América Latina y el Caribe. Es decir, 13 mujeres asesinadas por día. En Argentina, desde enero hasta septiembre de 2025, se registraron 178 femicidios, 1 cada 36 horas, según el Observatorio Ahora que sí nos ven. En Ecuador, la fundación ALDEA contabilizó 82 femicidios en apenas dos meses y medio. Detrás de cada cifra hay una historia de desprotección, impunidad y desidia estatal que habilitan tal violencia, y una estructura fascista que construye un sentido común contra la lucha feminista.

El fascismo como hilo conductor de la violencia patriarcal

El doble femicidio de Luna Giardina y Mariel Zamudio en Córdoba, Argentina, es otro ejemplo fiel del resultado de las prácticas que habilitan la violencia. El asesino de Luna y Mariel, Pablo Laurta, no es un desconocido: es el fundador de Varones Unidos, una organización nacida en Uruguay en 2015 que se presenta como ‘’defensora de los derechos humanos de los hombres’’, pero que en realidad funciona como un espacio de articulación del antifeminismo regional. Laurta no sólo impulsaba teorías conspirativas sobre la ‘’ideología de género’’, sino que además mantenía vínculos con figuras ultraderechistas como Agustín Laje y Nicolás Márquez, dos de los principales voceros ideólogos del pensamiento neofascista liberal en Latinoamérica, cercanos al presidente argentino Javier Milei.

La relación entre estos actores no es casual. Desde la Fundación Faro —el think tank encargado de librar la “batalla cultural” contra el feminismo, la educación sexual integral y el derecho al aborto presidido por Laje y creado por Milei— hasta los espacios religiosos y mediáticos que promueven el negacionismo de la violencia de género, existe un entramado político y económico que sostiene esta ofensiva. En Uruguay, los grupos vinculados a Laurta presionaron para modificar la Ley 19.580 de Violencia Basada en Género, y en Argentina el gobierno impulsa un nuevo Código Penal que tipifica las “falsas denuncias” por violencia, en línea con las demandas de organizaciones antifeministas. La senadora argentina, Carolina Losada, presentó incluso un proyecto para agravar las penas en esos casos, legitimando un relato sin evidencia: que las mujeres denuncian falsamente.

En México existen convocatorias “antifeministas” como las que circularon el 8 de marzo por grupos de varones conocidos como “Espartanos Unidos” y “Macho Alfa Stars” con el objetivo de contramarchar, provocar y frenar las actividades del movimiento feminista en torno al Dia Internacional de la Mujer.

Estos hechos no son aislados. Son parte de una estrategia regional, que se expande preocupantemente y combina desinformación, victimización masculina y una retórica que busca reinstalar la duda sobre quienes denuncian y sobre la razón de lucha de los movimientos feministas. Estos ‘’movimientos de varones” se organizan en redes sociales y espacios legislativos para disputar sentido, atacar la educación sexual integral, el derecho al aborto y las políticas de género para la igualdad. Su narrativa se nutre de los mismos recursos que los neo-fascismos de Europa y Estados Unidos: simplificación del conflicto, apelación a la emoción y demonización del adversario.

El problema no es solo el discurso, sino su institucionalización y legitimidad. Cuando una ministra de Seguridad, como Patricia Bullrich en Argentina, afirma públicamente que “el feminismo pisoteó a los hombres y eso generó que la violencia les vuelva en contra a las mujeres”, el Estado deja de ser garante de derechos y se convierte en reproductor del odio. Estas declaraciones legitiman la violencia, habilitan la crueldad y legalizan el desmantelamiento de las instancias de prevención y acompañamiento de mujeres y disidencias víctimas. En ese contexto, cada ataque deja de ser un hecho individual para volverse síntoma del sistema capitalista y patriarcal vigente.

La urgencia del feminismo popular y revolucionario

Es menester comprender que la lucha del feminismo revolucionario y popular de la región es sostenido por los pueblos, quienes vivimos en carne propia hace siglos la opresión del sistema patriarcal. Hoy los feminismos continuamos alzando la voz por las que no están, con el objetivo de poder construir un mundo sin opresores ni oprimidos. Pasando por el ‘’Ni Una Menos’’, el Aborto Legal, y el #YoTeCreoHermana, recordando las luchas por el voto femenino y el divorcio, seguimos exigiendo vidas más dignas.

El movimiento feminista a través de la historia ha puesto en cuestión las estructuras de poder y ha logrado avances concretos en materia de derechos. Esto amenaza la continuidad de sectores conservadores neo-fascistas que buscan restaurar viejas prácticas para poder disciplinarnos, y así seguir acumulando riquezas. Hoy, esos sectores se reorganizan con nuevas banderas, nuevos lenguajes y nuevas plataformas, pero con la misma raíz patriarcal capitalista.

El caso Laurta, como muchos, condensa ese giro: un militante antifeminista convertido en femicida, que encontró en el clima actual una legitimación social y política para su odio. No fue “un loco suelto”. Fue un actor dentro de un sistema que fabrica sentido, financia campañas de desinformación y capitaliza el malestar social para imponer miedo y disciplinamiento. Hoy más que nunca los feminismos populares y revolucionarios de la región debemos generar acciones directas, imponer así nuestras consignas y tomar las calles. Decimos que es urgente, no como una vana consigna, sino porque perdemos vidas en el camino. Reconocerlo no es solo una tarea del feminismo: es una urgencia popular. #QueArda.

Del discurso al crimen: cómo el “antifeminismo” crece en América Latina y el Caribe – Por Alejandra Rizzo

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Conocimiento Libre – Redes sociales: ¡peligrosísimas!

Redes sociales: ¡peligrosísimas!

Marcelo Colussi

Las armas más importantes [son las redes sociales]. La compra más importante que se está haciendo ahora es TikTok… Espero que se apruebe porque puede ser trascendental.”

Benjamín Netanyahu

A lo largo de la historia vemos continuamente cómo las clases dominantes mantienen sojuzgadas a las subordinadas. Dos son las herramientas para lograrlo: 1) la represión abierta (eso es el Estado y todos sus órganos de intimidación y defensa, armas en mano), y 2) la manipulación ideológico-cultural, que bien podría llamarse “represión encubierta”.

Represión encubierta”: ¿por qué llamarla así? Porque lo que busca es mantener estable el estado de cosas, conservar la situación, impedir a toda costa que algo pueda cambiar en la repartición de los papeles sociales, en la apropiación de la riqueza producida por el colectivo, en la distribución de los poderes, pero sin apelar a la fuerza bruta. Es otro tipo de fuerza el que ahí está en juego.

En el ámbito de la represión abierta, la situación está clara: cuando la “plebe” protesta, o cuando se alza, las fuerzas que controlan la “normalidad” social, actúan. Y no con caricias, precisamente. Desde hachas y espadas a las más variadas y letales armas actuales contra motines, desde escuderos del rey o del faraón, guardaespaldas, policías, gendarmes, grupos parapoliciales o neuroarmas a drones hiper modernos y satélites geoestacionarios que nos controlan, el arsenal con el que la clase dominante se defiende y buscar perpetuar su poderío es interminable. De hecho, cada día aparece un nuevo instrumento de control, más letal y efectivo que el anterior. Y así como interminable, también es feroz, despiadado, atrozmente cruel. Pueden entrar allí las técnicas represivas más amplias e inhumanas, donde no faltan la tortura, la desaparición forzada de personas, las cárceles clandestinas, los castigos ejemplares y las hogueras inquisitoriales (o sus sucedáneos).

Ahora bien: sin necesidad de derramamiento de sangre, también los poderes hegemónicos han sabido siempre dominar a las grandes masas a través de la persuasión, el mensaje cultural, la manipulación masiva. El “pan y circo” de los romanos, que vemos presente en todas las formaciones culturales a lo largo y ancho del planeta en todo momento histórico con sociedades estratificadas en clases sociales -claro que con características propias en cada caso- es universal. En otros términos: ¿cómo engañar a las masas sin que se den cuenta que están siendo engañadas? ¿Cómo mantenerlas tranquilas para que sigan alimentando los privilegios de una élite? Para eso, entre otras cosas, están las religiones: “Las religiones no son más que un conjunto de supersticiones útiles para mantener bajo control a los pueblos ignorantes”, como dijera Giordano Bruno (lo que le valió la pira).

Ya entrado el siglo XX, con sociedades absolutamente masificadas y donde las conductas sociales cada vez están más maquinal (y eficientemente) digitadas, el pionero de la psicología de masas, el sobrino de Freud, Edward Bernays, pudo titular sin tapujo uno de sus libros: “Propaganda. Cómo manipular la opinión pública en democracia”, donde sin ningún rodeo planteó que: “El estudio sistemático de la psicología de masas reveló a sus estudiosos las posibilidades de un gobierno invisible de la sociedad mediante la manipulación de los motivos que impulsan las acciones del ser humano en el seno de un grupo”.

Los poderes actuales, munidos de las tecnologías más modernas, no tienen ningún reparo en actuar con la más absoluta sangre fría para manipular, mentir, engañar, tergiversar las cosas, sin necesidad de espadas ni armas de fuego, buscando mantener siempre el statu quo. En definitiva eso, y no otra cosa, es el aparato ideológico-cultural. “La ideología dominante es siempre la ideología de la clase dominante”, dijo un pensador decimonónico pretendidamente superado.

Los medios masivos de comunicación de las sociedades actuales han llevado ese control y manipulación a niveles estratosféricos. “El poder de la prensa es primordial. Establece la agenda de discusión pública. Es un avasallador poder político que no puede ser controlado por ninguna ley. Determina lo que la gente habla y piensa con una autoridad reservada en algunas partes del mundo solo a los tiranos, sumos sacerdotes y mandarines”, decía Theodore White en los 60 del siglo pasado. Si eso era así medio siglo atrás, las tecnologías comunicacionales han llevado ese poder a un nivel infinitamente superior. En ese marco se inscriben las actuales redes sociales.

En forma creciente, juventud y niñez de todo el mundo, incluidas las de los países con menos recursos -hasta en los rincones más recónditos se repite el fenómeno, con menor intensidad quizá, pero con la misma perspectiva- , hacen parte de lo que se conoce como “generación alfa” o, también: “nativos digitales”. Es decir, seres humanos nacidos a principios de este siglo (la generación más numerosa de la historia), criados cada vez más en entornos digitales, donde pasaron a ser parte fundamental de su día a día la conexión obligada con internet, el uso masivo de dispositivos móviles y la gran familiaridad con el ámbito informático. En esos recónditos lugares sorprende ver que no se invierte en mejor dieta alimentaria, pero sí, por ejemplo, en un teléfono móvil inteligente. Todo ello influye en forma determinante en su manera de aprender, socializar, consumir, ver y relacionarse con el mundo y con otros congéneres, acostumbrados, y naturalizando, el consumismo imparable de las modas, habituados como algo natural a la super velocidad y la multitarea, empapados de contenido rápido, fugaz, fundamentalmente audiovisual, donde la lectura crítico-conceptual prácticamente va desapareciendo.

En consonancia con lo anterior, vale conocer una conclusión de la Advertising Research Foundation de Estados Unidos, fundación dedicada al estudio del marketing: “Los resultados indican que la hipnosis contribuye a proporcionar honestas razones para la preferencia de marcas de fábrica”. ¿Hipnosis? Pero ¿cómo?… ¿Nos tienen hipnotizados?

Esta generación será la que dirigirá el mundo en unas pocas décadas. Entonces ¿vamos hacia un mundo de velocidad fulminante, donde todo son memes y mensajes hiper sintéticos, sin profundización crítica? ¿Viva la hipnosis colectiva? Pareciera que sí. Pero… ¿alguien se beneficia de todo esto? ¿Alguien decide que así sean las cosas? La gran masa, inmensa, monumental masa de usuarios, parece que no. ¿Quién entonces? Vale citar al respecto lo dicho por uno de los ideólogos de esos poderes, de quienes sí deciden y se benefician, el austro-germano Günther Anders: “Para sofocar cualquier revuelta por adelantado (…) métodos arcaicos como los de Hitler son anticuados. Basta con crear un condicionamiento colectivo reduciendo drásticamente el nivel y la calidad de la educación. (…) Que la información destinada al público en general sea anestesiada de cualquier contenido subversivo. Transmitiremos masivamente, vía televisión [hoy día deberían agregarse las inefables redes sociales y aplicaciones de internet], estúpidos entretenimientos, siempre halagando el instinto emocional”. Más claro: imposible.

Estúpidos entretenimientos. ¿Así nos tratan? “Cabeza de meme”, se ha dicho por ahí. Muy elocuente, sin dudas. Es decir: una visión super simplificada del mundo, de las cosas, donde todo se reduce a pequeñas fórmulas, donde no hay espacio para la reflexión, donde lo más importante están dejando de ser “educadores” para darle paso a “influencers”, ¿siempre halagando el instinto emocional? Mejor: no pensar entonces. Las redes sociales, que cada vez se hacen más y más populares inundando todo los aspectos sociales, ideológicos y culturales, no son un simple pasatiempo: ¡son el cimiento básico donde se está construyendo el edificio social! Según estudios consistentes, en la prácticamente totalidad de países del planeta, el 90% de personas entre 14 y 26 años utiliza alguna red social a diario, teniendo un tiempo de conexión de entre 3 y 6 horas al día (promedio: cuatro horas y media). De modo concluyente, sin la más mínima duda al respecto, se prefiere un tik tok banal a la lectura de algo mínimo, de tres páginas digamos. Un texto como el presente, además de aborrecible por su mala calidad, es desde antes de iniciar su lectura ya anatematizado…. ¡porque es muy largo!

Definitivamente estas redes construyen identidades, siendo un factor determinante para la socialización, la obtención de noticias, la diversión, el contacto con el otro, para lograr moldear de puntos de vista, perspectivas y valores que vertebran la interrelación social de quienes las utilizan. Es decir: nos moldean la cabeza.

Hablamos de hipnosis, pero la hipnosis es peligrosa, porque mantiene a la persona hipnotizada en una sensación de fantasía, de irrealidad, dándose una mucha mayor receptividad a sugerencias, visto que no hay defensas racionales en ese estado de trance; en otros términos: se está más a disposición pasiva de manipulaciones, a caer bajo los efectos de la sugestión por parte del otro. Si eso busca la publicidad, si lograr mantener a la gente “hipnotizada” para así vender con facilidad se puede considerar un logro, estamos ante un gravísimo problema.

Las redes sociales tienen esa capacidad de hipnotizar. Es evidente que lo logran, con mensajes muy cortos y concretos, básicamente con pequeños videos y fotos a granel, promocionando el egocentrismo. Cuantos más “me gusta” (likes) se obtienen, más se acrecienta mi amor propio (se me infla el ego, me quieren mucho, soy muy respetable, le gano a todos). De ahí que ya se ha hecho moneda corriente tomarse una selfie para colocar en las redes, lo que nos levanta más aún el ego, aunque eso nos pueda traer severas complicaciones, incluso la muerte.

Argumentos racionales algo complejos, que excedan los pocos segundos que proponen los mensajes de las redes, esa velocidad supersónica a la que obligan, no alcanzan para transmitir conceptos más elaborados. Estamos, por tanto, en el reino de lo afectivo, de lo puramente pasional (instinto emocional halagado, nos dicen); más aún: de lo puramente visceral, obviamente el pensamiento. El auge imparable y el marketing de la inteligencia artificial va en ese sentido: el chatbot piense todo, usted no necesita hacerlo. ¿Eso es lo que nos conviene como humanidad? Lo que prima son contenidos hipnotizadores, sin dudas bien confeccionados, pero que alejan de todo tipo de criterio problematizador. Justamente, por ser de absorción tan sencillos, rápidamente se tornan virales. El efecto de arrastre que tenemos (sufrimos) los humanos, al hacernos sentir así parte de un colectivo que nos incluye, nos da identidad y eleva nuestra auto estimación cuando viralizamos, hace que esa creación sencilla -por no decir banal (¿estúpidos entretenimientos?)- se difunda muy ampliamente, y siempre encuentre respuestas. Si no se responde al estímulo, pareciera que se queda “fuera”. De ahí la ansiedad con que se esperan los likes.

En otros términos: esa cultura de las redes sociales puede ser altamente funcional para la transmisión de medias verdaderas, o absolutas falsedades que, repetidas en forma incansable como pedía Goebbels, terminan transformándose en verdades indubitables. De ahí que las llamadas “fake news” se propaguen en las redes seis veces más rápido que las noticias verdaderas. En general, nadie las cuestiona, se las acepta pasivamente. Por todo ello podemos decir que esta modalidad comunicativa es muy peligrosa. Si las pide a los gritos un genocida ¡y mentiroso! como Netanyahu -citado en el epígrafe- eso es suficiente para ver el peligro en juego.

Si desde el campo popular con criterio de análisis crítico -y, por supuesto, voluntad de transformación político-social- queremos enfrentarnos a esa parafernalia, la batalla es tremendamente desigual. Tengamos en cuenta, al respecto, el video con el que abrimos el texto: está claro que los poderes dominantes, que son quienes fijan la ideología dominante y se benefician de ello, en este momento le han sacado una enorme delantera a las fuerzas que buscamos un cambio. No está terminada la historia, pero está claro que, contra las redes sociales, es muy difícil combatir. En ese ámbito, el poder que tiene la mentira organizada que allí se juega, es enorme, descomunal. La desinformación sistemáticamente presentada, la hipnosis y la simplificación maniquea de las cosas van ganando este round de la pelea. Pero sigamos pensando que la realidad es algo más que la realidad virtual. Es allí donde debemos seguir poniendo el acento.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/redes-sociales-peligrosisimas/

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México – Repetir grado en secundaria: el preocupante fenómeno que va en aumento y perpetúa la desigualdad educativa

Repetir grado en secundaria: el preocupante fenómeno que va en aumento y perpetúa la desigualdad educativa

Erick Juárez Pineda

Introducción

El presente ensayo hace un acercamiento básico a los datos sobre repetición escolar en secundaria de escuelas públicas y privadas en México, su evolución a lo largo de los últimos nueve ciclos escolares, tendencias, número de alumnos y, finalmente, una pequeña revisión de literatura sobre causas y consecuencias de este fenómeno.

El texto comienza con un panorama basado en los datos publicados por la Dirección General de Planeación, Programación y Estadística Educativa de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el que se presentan los números totales y por grado de alumnas y alumnos que repitieron un ciclo escolar, en contraste con cada ciclo escolar —de 2016 a 2025— y en comparación con la matrícula total de cada nivel.

También se hace una revisión sobre los Acuerdos publicados en el Diario Oficial de la Federación que establecen los criterios de evaluación, acreditación, promoción, regularización y certificación en la educación básica, así como los posibles efectos que tuvieron en el número de alumnos repetidores.

Adicionalmente se recopilan hallazgos de una breve revisión de literatura, para dar cuenta sobre las causas, efectos y consecuencias de la repetición escolar en las y los adolescentes.

Finalmente, se plantea una reflexión que invita a continuar las investigaciones sobre los resultados obtenidos y a fortalecer la vinculación entre la investigación educativa y la toma de decisiones en política.

Repetición en secundaria: quiénes y cuántos son

Repetir un grado en educación básica suele ser muy preocupante para las familias y la sociedad, ya puede tener consecuencias en las trayectorias de niños y jóvenes que podrían resultar irreversibles.

En México, la acreditación de las y los alumnos de educación básica está regulada por lo que marca el Acuerdo 10/09/23 (DOF, 2023), el cual establece los criterios de evaluación, acreditación, promoción, regularización y certificación en la educación básica.

Dicho documento explica que para educación primaria en los grados de segundo a sexto, la acreditación depende de obtener al menos un promedio de 6.0 en los cuatro campos formativos evaluados: lenguaje, pensamiento matemático, conocimiento del medio y desarrollo personal y social.

Por el contrario, en primer grado de primaria y en preescolar no existe la posibilidad de reprobar, ya que en esos niveles la evaluación se centra en la asistencia y en el seguimiento del proceso de desarrollo de cada estudiante, más que en asignar una calificación numérica.

En cambio, para secundaria, la acreditación requiere obtener un promedio mínimo de 6.0 en cada asignatura; y, de no alcanzarlo, el estudiante deberá repetir el ciclo escolar completo en el siguiente periodo, especialmente si acumula cinco o más materias reprobadas. Cuando la situación es de hasta cuatro asignaturas no acreditadas, el alumno tiene la posibilidad de regularizarse conforme a las Normas de Control Escolar mediante exámenes extraordinarios, proyectos u otros mecanismos. Además, se contempla la promoción condicionada, que permite inscribirse al grado inmediato superior siempre que, tras uno o dos periodos de regularización, se mantenga un mínimo de seis asignaturas aprobadas. Finalmente, existe la opción de acreditar un grado a través de una evaluación general de conocimientos, también bajo lo que estipulen dichas normas.

Sin embargo, reprobar y repetir un ciclo escolar va más allá de no obtener una buena nota o bajo aprovechamiento escolar; es también un signo claro de desigualdades en el aprendizaje (Barajas & Olvera, 2018). Y en secundaria, donde las y los alumnos se encuentran en el periodo de adolescencia (entre 12 y 15 años), esto representa un impacto significativo en su desarrollo, pues es en esta edad donde existen momentos de cambios y crisis que “promueven la consolidación de una identidad y comprende elementos de carácter psicológico multidimensional que se desarrollan de manera específica en cada individuo” (Barajas & Olvera, 2018b)

En México, la repetición en este nivel ha tenido un repunte los últimos cinco años. Según datos de la Dirección General de Planeación, Programación y Estadística Educativa de la Secretaría de Educación Pública (2025), el número total de alumnos de escuelas públicas y privadas que son repetidores, pasó de 34,076 en el ciclo escolar 2021-2021 a 44,052 en el ciclo 2024-2025, de un total de 6,394,720 y 6,293,530 estudiantes inscritos respectivamente (Ver Gráfico 1).  Es decir, durante este periodo se observó que, aunque hay menos estudiantes en total, la cantidad de repetidores ha crecido.

Si bien, esto representa bajas tasas porcentuales que van del 0.53 a 0.7 por ciento de la población total de este nivel, no es algo que se debe minimizar.

Durante la pandemia, hubo cambios importantes, pues dadas las condiciones extraordinarias de confinamiento y emergencia sanitaria, la SEP mandató en el Acuerdo 16/06/21 (DOF, 2021) que en ningún caso se retendría a los educandos en el grado escolar en el que estaban inscritos, ya que todos los alumnos fueron sujetos a un proceso de valoración extraordinaria, priorizándose así su tránsito al siguiente nivel educativo sin importar el nivel de participación que hubieran tenido durante el periodo a distancia.En situaciones donde no se contaba con información suficiente para evaluar al estudiante, se registraron las leyendas “Información insuficiente” o “Sin información”, en lugar de una calificación numérica. En estos casos, se activó un periodo extraordinario de recuperación al inicio del ciclo escolar siguiente.

Esta medida tuvo como objetivo garantizar el derecho a la educación, impedir que el alumnado fuera penalizado por las condiciones adversas provocadas por la pandemia y asegurar su permanencia en el sistema.

Durante este periodo de emergencia sanitaria, y antes de la publicación del Acuerdo 16/06/21 sobre la no reprobación, el número de alumnos que repitió el ciclo escolar aumentó considerablemente. En el ciclo escolar 2019-2020, se registraron 64,231 repetidores; sin embargo, para el siguiente ciclo escolar, ya con las medidas previamente expuestas para atender los retos surgidos por la pandemia, disminuyó a 34,076 (Ver Gráfico 2)

Sin embargo, los datos demuestran que antes de la pandemia las tasas de repetición aumentaban de forma sostenida y alcanzaron su punto más alto en el ciclo escolar 2019-2020. Posteriormente, tras la crisis sanitaria, los números de repetición escolar empezaron a incrementarse nuevamente, lo que podría indicar un retorno gradual a las condiciones educativas previas a la emergencia sanitaria.

De estos datos, también llama la atención que 2º grado de secundaria es consistentemente el que presenta más casos de repetición, seguido de 1º y 3º, lo que sugiere que podría tratarse del tramo educativo más desafiante para el alumnado y donde pueden intervenir muchos factores y elementos. Esta peculiaridad puede dar pie a una investigación más profunda (Ver Tabla 1).

Más allá de los datos, los factores asociados al fenómeno de la repetición y sus consecuencias requieren un análisis más profundo incluso con lo que ya se ha investigado.

La complejidad de esta problemática radica en que se trata de fenómenos psicosociales multifactoriales, donde confluyen elementos estructurales, sociales, familiares e individuales (Corzo y Reyes, 2017 en Barajas & Olvera, 2018). Sus efectos también se manifiestan en distintos niveles: desde el funcionamiento del sistema educativo hasta el bienestar emocional de cada estudiante. Por esta razón, resulta equivocado reducir sus causas a cuestiones personales como la falta de esfuerzo o atención, o señalar únicamente la responsabilidad de la escuela o del alumnado. Abordarlo desde una sola dimensión, especialmente la individual, limita cualquier posibilidad de solución efectiva (Corzo y Reyes, 2017 en Barajas & Olvera, 2018b).

Al respecto, Torres y Acevedo (2015) señalan que las causas son muchas y variadas: dificultades de aprendizaje, el contexto socioeconómico familiar desfavorable, el escaso acompañamiento en el hogar, el desinterés estudiantil y los problemas de conducta. Asimismo, se señala la influencia de variables institucionales como la poca atención al ausentismo, la falta de apoyo pedagógico y las prácticas escolares poco inclusivas.

Al mismo tiempo, autores como Rodríguez y Batista (2022) explican que entre los factores personales que contribuyen a la repetición de curso, destaca principalmente un bajo autoconcepto académico, es decir, la percepción negativa que el propio estudiante tiene sobre sus capacidades para aprender y rendir en el ámbito escolar. Este factor, observan, se ve reforzado por experiencias previas de fracaso, que afectan su confianza y disminuyen su implicación con el aprendizaje. Asimismo,concluyen que las bajas orientaciones a metas, especialmente en cuanto a la motivación por aprender o superar retos académicos, limitan el esfuerzo y la persistencia necesarios para progresar.

Repetir año: lejos de ayudar, perjudica en lo académico y lo personal

A pesar de que el acto de repetir un ciclo escolar sigue siendo una práctica recurrente en nuestro sistema educativo, las investigaciones advierten que esto no mejora el rendimiento académico ni la motivación, sino todo lo contrario (Rodríguez Rodríguez y Batista Espinosa, 2022b). El estudio de Rodríguez y Batista (2022) señala que los estudiantes repetidores obtienen calificaciones notablemente inferiores a las de sus compañeros que no repiten, lo que sugiere que repetir no contribuye a recuperar los aprendizajes perdidos. Además, explica que esta medida perjudica el autoconcepto académico del alumnado, refuerza sentimientos de incapacidad, fracaso y desconexión con el entorno escolar y puede dificultar aún más su progreso educativo.

En el plano motivacional, los autores puntualizan que los estudiantes que repiten curso presentan menores niveles de motivación hacia el aprendizaje y el rendimiento, aspectos clave para sostener el esfuerzo y la persistencia académica, lo que prolonga su impacto durante años.

El alumnado repetidor de educación secundaria tiene un autoconcepto académico significativamente inferior al del alumnado no repetidor, viéndose incluso que a más cantidad de cursos repetidos, mayor era dicha disminución. Se comprobó que la aproximación al aprendizaje y al rendimiento de los estudiantes repetidores eran significativamente inferiores. (Rodríguez Rodríguez y Batista Espinosa, 2022, p. 77-81)

Al mismo tiempo, González y Correa (2015) señalan que la repitencia escolar no solo tiene un impacto académico limitado, sino que afecta directamente la autoestima, la integración social y la permanencia escolar del estudiante. Lejos de representar una solución efectiva, repetir un curso suele reforzar la exclusión y aumentar el riesgo de abandono, especialmente cuando no se acompaña de medidas de apoyo individualizado.

Además, investigaciones como las de Blanco-Varela & Amoedo (2025), puntualizan que los alumnos de contextos socioeconómicos y culturales desfavorecidos enfrentan mayores dificultades académicas debido a la carencia de recursos materiales y a un entorno poco propicio para el aprendizaje. Conviven con niveles educativos familiares bajos, acceso limitado a libros, tecnología o apoyo escolar, y suelen asistir a centros educativos con infraestructuras y apoyos limitados. En este contexto, repetir curso deja de ser una oportunidad de mejora académica y se convierte en una carga adicional que incrementa la desmotivación, refuerza el estigma social y amplía la desigualdad, lo que genera un efecto acumulativo que puede derivar en el abandono escolar.

Reflexiones finales

A pesar de que se tiene el conocimiento sobre las causas y consecuencias de la repetición escolar, los datos indican que esta va en aumento en nivel secundaria y aun persiste como una práctica habitual en el sistema educativo. Esta continuidad refleja una resistencia al cambio y una tendencia a mantener medidas tradicionales que, lejos de resolver los problemas de aprendizaje, tienden a profundizarlos. La repetición de curso, señalan las investigaciones, más que una solución, se convierte en un factor que incrementa la desigualdad educativa, especialmente entre los estudiantes más vulnerables.

Además, aún es evidente la poca vinculación entre la investigación científica y la toma de decisiones políticas. Las investigaciones nacionales e internacionales han documentado con claridad los efectos negativos, tanto académicos como emocionales; sin embargo, estas evidencias rara vez se traducen en políticas públicas concretas o en cambios estructurales dentro de las escuelas. Se requiere con urgencia una mayor articulación entre la producción de conocimiento y el diseño de estrategias educativas, de modo que las decisiones se basen en datos sólidos y respondan a las necesidades reales del alumnado. Incluso, resulta necesaria una mayor profundización en el fenómeno; por ejemplo, comprender las causas que explican por qué el segundo grado de secundaria concentra el mayor número de repeticiones.

Cerrar esta brecha entre la evidencia y la acción implica repensar el enfoque punitivo de la evaluación y avanzar hacia una cultura educativa centrada en la prevención, el acompañamiento personalizado y la equidad. Solo así será posible garantizar que todos los estudiantes, sin importar su origen o contexto, tengan oportunidades reales de aprender, progresar y permanecer en el sistema educativo.

Bibliografía

ACUERDO 10/09/23 por el que se establecen las normas generales para la evaluación del aprendizaje, acreditación, promoción, regularización y certificación de las alumnas y los alumnos de educación preescolar, primaria y secundaria. (2023, septiembre 27). https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5703099&fecha=27/09/2023#gsc.tab=0

ACUERDO 16/06/21 por el que se regulan las acciones específicas y extraordinarias relativas a la conclusión del ciclo escolar 2020-2021, en beneficio de los educandos de preescolar, primaria y secundaria ante el periodo de contingencia sanitaria generada por el virus SARS-CoV2 (COVID-19). (2021, junio 22). https://www.dof.gob.mx/nota_detalle_popup.php?codigo=5621985

Barajas, D. D., & Olvera, A. R. (2018). Reprobación escolar en el nivel medio superior y su relación con el autoconcepto en la adolescencia. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos (México)XLVIII(2), 125-142.

Blanco-Varela, B., & Amoedo, J. M. (2025). Efectos de la repetición escolar según el perfil socioeconómico del estudiante. Revista de Educación1(407). https://doi.org/10.4438/1988-592X-RE-2025-407-658

Rodríguez Rodríguez, D., & Batista Espinosa, F. J. (2022). La repetición de curso en educación secundaria y su relación con variables motivacionales. Bordón: Revista de pedagogía74(2), 77-91.

Secretaría de Educación Pública. (s. f.). Principales Cifras [Sistema Interactivo de Consulta]. SEP, principales cifras. Recuperado 28 de abril de 2025, de https://www.planeacion.sep.gob.mx/principalescifras/

Torres González, J. A., Acevedo Correa, D., & Gallo García, L. A. (2015). Causas y consecuencias de la deserción y repitencia escolar: Una visión general en el contexto latinoamericano. Cultura, Educación y Sociedad6(2), 175-205.

Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/repetir-grado-secundaria-desigualdad/

 

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UNICEF: Al menos 1,6 millones de niños en riesgo mientras el huracán Melissa avanza por el Caribe

Al menos 1,6 millones de niños en riesgo mientras el huracán Melissa avanza por el Caribe

UNICEF y sus socios han posicionado previamente suministros vitales y están listos para brindar apoyo a las familias en las áreas afectadas de toda la región.

América Latina y el Caribe es la segunda región más propensa a desastres del mundo, y los niños se encuentran entre los más vulnerables afectados por huracanes. UNICEF, en coordinación con las autoridades nacionales y sus socios en cada país, apoya las iniciativas de preparación para emergencias en toda la región, ya que se espera que el huracán Melissa toque tierra en las próximas 48 horas.

CIUDAD DE PANAMÁ, 26 de octubre de 2025 –  A medida que el huracán Melissa avanza lentamente por el Mar Caribe  los vientos, las lluvias torrenciales y las inundaciones repentinas han puesto en riesgo al menos a 1,6 millones de niños ,  según estimaciones de UNICEF.

Se espera que los países del Caribe, incluidos Jamaica, Haití, Cuba y República Dominicana, soporten varios días de clima intenso que podría interrumpir los servicios básicos, especialmente en las zonas costeras vulnerables.

“Todos los esfuerzos de preparación para la llegada de un huracán son vitales para mitigar los daños y la pérdida de vidas en las comunidades más vulnerables, especialmente en regiones como el Caribe. Las islas pequeñas siempre enfrentan una mayor vulnerabilidad a los fenómenos climáticos extremos”, declaró Roberto Benes, Director Regional para América Latina y el Caribe. “UNICEF ayuda a fortalecer las capacidades nacionales para anticipar y responder a las emergencias climáticas, y a brindar servicios esenciales a la infancia. Esto es fundamental para proteger a quienes más lo necesitan”.

Durante la última década, aproximadamente 11 millones de personas, incluidos casi 4 millones de niños, se vieron directamente afectadas cada año por peligros naturales y provocados por el hombre en América Latina y el Caribe.

Mientras los fenómenos meteorológicos extremos ponen en riesgo la vida de los niños y las familias en toda la región, UNICEF, en coordinación con las autoridades nacionales y los socios en cada país, está apoyando los esfuerzos de preparación para emergencias, incluido el posicionamiento anticipado de suministros esenciales como materiales de higiene, purificadores de agua y contenedores de suministros médicos, compartiendo mensajes de alerta temprana con las comunidades y proporcionando dinero en efectivo a los hogares en riesgo en el sur de Haití para mitigar el impacto del huracán.

En 2025, UNICEF solicitó 19 millones de dólares para prepararse para emergencias en América Latina y el Caribe y fortalecer la preparación para desastres en los programas de respuesta a emergencias en toda la región.

Fuente de la Información: https://www.unicef.org/press-releases/least-16-million-children-risk-hurricane-melissa-moves-through-caribbean

 

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España – Aprender, pero no solo: los padres buscan que el colegio de sus hijos tenga una educación emocional y más conectada con la realidad

Aprender, pero no solo: los padres buscan que el colegio de sus hijos tenga una educación emocional y más conectada con la realidad

La elección del colegio se ha convertido en una de las decisiones más trascendentes para las familias españolas. Ya no se trata únicamente de escoger el centro más cercano o asequible, sino de encontrar un lugar donde los hijos crezcan como personas, aprendan de forma consciente y se preparen para un mundo globalizado, tecnológico y en constante cambio.

Así lo confirma el informe Análisis de los factores que influyen en la elección escolar y la participación familiar en la educación de la nueva generación de padres y madres, elaborado por ESIC University, la Universidad de Villanueva y Escuelas Católicas, tras recoger datos de más de 4.000 familias de 34 colegios concertados en toda España.

“Las familias buscan centros con identidad pedagógica sólida, gestión ética, innovación tecnológica y un enfoque humano que promueva tanto el desarrollo académico como personal del alumnado”, resume el estudio.

Una educación distinta a la recibida

El 74% de los padres desea que sus hijos reciban una educación diferente a la que ellos tuvieron: más personalizada, práctica y conectada con la realidad, tanto social como laboral. Es decir, la educación pasa a ser una estrategia de inversión más que un gasto.

Durante el curso pasado, las familias españolas destinaron una medida de 2.588 euros por hijo, cifra que asciende a 3.396 euros en colegios concertados y hasta 7.691 euros en los privados, destaca el informe.

“Uno de los hallazgos más relevantes es la reafirmación del valor que las familias otorgan a la educación como bien esencial”, señala el documento, lo que “contrasta con la concepción tradicional de la educación como mera responsabilidad, subrayando su inversión estratégica en el desarrollo integral de los hijos”.

Público, concertado o privado: tres modelos, tres realidades

El sistema educativo español está compuesto por tres tipos de colegios: públicos, concertados y privados, que responden a perfiles familiares distintos y ofrecen experiencias educativas diferentes.

Los colegios públicos son conocidos por su gratuidad. Son universales e inclusivos, y acogen a la mayor diversidad social y cultural. El gasto medio anual por alumno ronda los 1.200 euros, centrados en comedor y actividades extraescolares. El 57% de las familias los elige por su proximidad a la vivienda y comodidad para la conciliación familiar.

Los colegios concertados representan una opción intermedia entre los públicos y los privados, combinando una parte de la financiación por parte del Estado y cuotas a los familiares. El gasto medio anual es de 3.396 euros. Suelen ser escogidos por los padres, priorizan la reputación y la coherencia pedagógica. El 85% compara varios centros antes de decidir.

Los colegios privados atraen a las familias de mayor nivel socioeconómico y ofrecen una educación diferenciada: excelencia académica, atención personalizada, bilingüismo e innovación. No obstante, el gasto asciende a los 7.961 euros por alumno al año, un 135 más que el curso 2024-2025.

Informadas, exigentes y con propósito: el nuevo perfil de las familias

Por su parte, el informe dibuja un perfil distinto con respecto a los padres, que ahora están más informados, son más críticos y están más implicados en la educación de sus hijos. La mayoría tiene entre 35 y 50 años, formación universitaria y una visión estratégica de la educación.

El 81% consulta información en internet antes de elegir el mejor centro, el 78% se guía por las opiniones de otras familias y el 85% revisa los resultados académicos y la reputación online del centro. “La confianza es el elemento más valorado y asociado a la imagen del colegio. No solo influye en la elección, sino también en la fidelización de las familias”, destaca el informe.

Por ejemplo, una tendencia creciente es que muchos padres eligen su vivienda en función del colegio deseado, especialmente en las grandes ciudades. “Cada vez más padres eligen su vivienda en función del colegio al que quieren llevar a sus hijos. Se elige con propósito”, subraya Begoña Ladrón de Guevara, presidenta de COFAPA en el XXXIII Encuentro de Centros de Enseñanza.

Qué buscan los padres en los colegios de sus hijos

El modelo educativo y la calidad son los factores más determinantes. “Los padres encuestados muestran especial interés en que el centro proporcione una educación de alta calidad con personal altamente cualificado, otorgándoles un valor medio de 4,5 y 4,4 puntos, respectivamente (sobre 5)”, precisa el estudio.

Además, los padres valoran la coherencia institucional y piden que los colegios no cambien de rumbo según las modas: “las familias son muy exigentes. Nos piden que mantengamos coherencia, incluso frente a tendencias contradictorias, como el rechazo a la tecnología mientras la ley exige competencias digitales”, advierte Pilar Moreno, directora de Brains International School Conde Orgaz, en el mismo acto.

Pero la historia y la reputación también influyen. El 85% de los padres considera clave que el colegio tenga resultados reconocidos, buena gestión y comunicación fluida. La imagen institucional y el branding educativo son decisivos en la confianza de las familias.

El 94% de las familias valora positivamente las metodologías activas, como el aprendizaje basado en proyectos, el trabajo colaborativo, la gamificación y el pensamiento crítico. Además, el 83 % quiere que sus hijos desarrollen valores y competencias socioemocionales, y el 91% considera la educación en valores y el respeto a la diversidad como fundamentales.

El entorno físico también influye en la elección. El 84% de los padres valora aulas amplias, luminosas y con zonas verdes, así como laboratorios, bibliotecas y aulas maker. Por otro lado, la seguridad y el bienestar emocional son prioritarios para el 97%, y el 88,6% busca comedor saludable y actividades extraescolares de calidad.

Qué pesa más según el tipo de centro: el colegio ideal

En los colegios públicos, la exposición a la inteligencia artificial es escasa, la participación familiar es moderada y la atención a la dimensión emocional y en valores se considera alta, enfocándose en una educación integral.

En los colegios concertados, la mayoría de los padres pertenece a la clase media profesional. La percepción sobre la inteligencia artificial es cautelosa, con una valoración media de 2,3 sobre 5, mientras que la participación familiar es alta, con un 75,3% de familias manteniendo comunicación fluida con los docentes. La prioridad en valores y educación emocional es muy alta, con un 91% de familias destacando su relevancia.

En los colegios privados, la aceptación de la inteligencia artificial es gradual, mientras que la participación familiar es alta pero orientada a resultados. La prioridad en valores y bienestar emocional sigue siendo importante, aunque se combina con una orientación a la competitividad académica.

El informe perfila el colegio ideal como un espacio que integra innovación con humanismo. “El colegio ideal es aquel que combina una identidad pedagógica definida, una gestión ética y sostenible y una fuerte implicación de las familias en el proceso educativo”, concluye el informe.

Fuente: Marcos Montalbán / infobae.com

Fuente de la Información: https://www.redem.org/aprender-pero-no-solo-los-padres-buscan-que-el-colegio-de-sus-hijos-tenga-una-educacion-emocional-y-mas-conectada-con-la-realidad/

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