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El premio Nobel de la Paz 2025: Más allá del desconcierto

Por: Luis Bonilla-Molina

El otorgamiento del premio Nóbel de la Paz a María Corina Machado (MCM) ha desatado un inusitado debate en las redes sociales. Sin embargo, los argumentos en favor y contra están más cargados de emocionalidad que de reflexión profunda. ¿Será que solo es posible acercarse a la realidad venezolana desde el maniqueísmo de la polarización?

Evidentemente, la comprensión de las implicaciones del otorgamiento de este premio, demandan una lectura estructural, para comprender los alcances de la operación política detrás del mismo. Solo así se pueden fundamentar los posibles cursos de acción y de convergencia con la ofensiva militar, mediática y de captación masiva de datos que está ocurriendo en el caribe durante los últimos meses. Nuestro llamado es a superar el simplismo interpretativo -propio de la propaganda política polarizada- así como las lecturas geopolíticas que resultan funcionales a la propia lógica de poder que llevó al otorgamiento del premio Nóbel de la paz 2025.

Por supuesto, nuestra posición rechaza cualquier pretensión de Estados Unidos de intervenir militarmente y con labores de inteligencia (CIA) en Venezuela, en eso no puede haber duda alguna. Lo que queremos subrayar en este artículo, es la necesidad de construir un antiimperialismo desde la clase trabajadora, que supere engañosos discursos de izquierda que se ocultan detrás de una visión geopolítica que minimiza las condiciones materiales de vida de la clase trabajadora, y las limitaciones del actual régimen de libertades políticasexistentes en el país.

El premio Nóbel de la Paz: ¿eterna estrategia del soft power capitalista?

En términos históricos, Estados Unidos a la par que desarrolla su estrategia económica y militar de dominación, pone en marcha dispositivos de control y hegemonía de orden cultural. El soft power (Joseph Nye,1990) consiste en la capacidad norteamericana para influir en las correlaciones de fuerza geopolítica y las conductas sociales, mediante la atracción ideológica disimulada hacia un discurso o enfoque, privilegiando la persuasión en vez de la fuerza y la coerción directa; es decir, que el dominado asuma como propia una postura.

En ese sentido, históricamente el premio Nóbel ha cumplido varios roles; primero, cooptar liderazgos y alinearlos con las operaciones de consenso -liberal, neoliberal o iliberal- desplazando los discursos y acciones lo más lejos posible de aquellos posicionamientos que se asocian a la lucha de clases. La retórica de la reconciliación nacional suele ocupar un papel central en esta orientación. Segundo, neutralizar proyectos antiimperialistas, haciéndolos ver como opciones radicales, no civilizadas ni adecuadas al presente, hasta llegar a homologar soberanía y libertad con peligro inusitado para la seguridad nacional de los EEUU. La intención, aislar socialmente a los movimientos que cuestionan la propiedad privada y el poder del capital. Tercero, reforzar la hegemonía cultural occidental propia de las naciones del norte poderoso. Cuarto, usar la moral humanitaria como arma ideológica -desde la perspectiva Gramsciana- para justificar acciones que impliquen uso desproporcionado de la fuerza. Quinto, naturalizar la dominación del capital financiero global, mostrando la estabilización de los mercados como signo distintivo de paz duradera. Eso es fácilmente comprobable al revisar la mayoría de las circunstancias y resultados del otorgamiento del galardón noruego. Veamos.

En 1983 (Lech Walesa) y 1989 (Mijail Gorbachov) el premio Nóbel operó como un dispositivo para acelerar y legitimar la transición del bloque soviético al capitalismo, protegiendo al liderazgo que lo garantizaba. Después del desmantelamiento de la URSS, Polonia sería integrada a la OTAN, consolidando la frontera oriental del bloque atlántico. El discurso de Gorbachov sobre apertura y transparencia sirvieron de marco para la transición al capitalismo en los países soviéticos. Estos discursos, legitimados por el premio Nóbel, facilitaron imponer la paz del mercado, garantizandola entrada de Rusia a los procesos de reproducción del capital mundial, a tal punto que hoy, se ha convertido en un factor dinamizador de la potencial creación del Grupo de los Tres (G3), en el marco de la reconfiguración que está ocurriendo de las relaciones de poder internacional emanadas del fin de las guerras mundiales. La guerra de Ucrania y las provocaciones con drones a las otrorainviolables naciones europeas, forma parte de ese nuevo orden mundial que puja por emerger y consolidarse. Los premios Nóbel a Walesa y Gorbachov fueron parte de la construcción de hegemonía capitalista global y deconsolidación del poder imperial norteamericano, mediante dinámicas de rostro suave. Una vez que avanzaron en sus propósitos los galardonados pasaron a ser figuras menores.

En 1991 el premio Nóbel le fue asignado a Aung San SuuKyi -Myanmar- en el marco de la publicitada transición democrática que ocurría en Birmania, promovida por Occidente como ejemplo de resistencia pacífica, es decir, evitando perder el control del capital ante una revuelta popular. El ascenso al poder de Myanmar significó el triunfo del neoliberalismo político y económico, sobre los modelos nacional progresistas asiáticos. De hecho, al llegar al poder, se alineó con el capital occidental, liberalizando sectores estratégicos, a la par que reprimía a las minorías étnicas como los rohinyás. En consecuencia, el premio fue un mecanismo para consolidar el bloque burgués interno que posibilitara la apertura del país a las corporaciones internacionales energéticas y occidentales, luego de décadas de “aislamiento” de los circuitos globales del mercado y el capital trasnacional.

Años después, luego de iniciado el evidente proceso de desmantelamiento de la OLP, se produjeron los acuerdos de Oslo, entre Israel y Palestina, cuya legitimidad fue laureada con el premio Nobel 1994, compartido entre Shimon Pérez, Yitzhak Rabin y Yasser Arafat. Los acuerdos, que crearon una “autoridad Palestina” desdibujaron el carácter antiimperialista de la causa palestina, subordinando la lucha nacional a una administración dependiente de la ayuda internacional. El surgimiento de Hamas, contra esa lógica, era un efecto previsible, que impulsaba el plan estratégico israelí de aplastar posteriormente al pueblo palestino, barrer a los territorios ocupados y llegar al actual genocidio en Gaza. El camino al genocidio de Gaza se construyó a partir de la legitimación de los acuerdos de Oslo, con el premio Nóbel. El premio Nóbel 1994 marcó la escenificación del consenso neoliberal post guerra fría en Palestina.

Barack Obama, recibió en 2009 el premio Nóbel de la Paz, solo meses después de asumir la presidencia de los Estados Unidos, como expresión de los esfuerzos para relegitimar el liderazgo del país del norte, luego de los desastres causados en Irak y las evidencias de torturas en Guantánamo. La administración Obama consolidó el modelo de guerra híbrida de nuevo tipo con el uso de drones con fines militares (Somalia, Yemen, Pakistán), la invasión y destrucción de Libia (2011), bombardeos en Siria e Irak con el pretexto de atacar a ISIS, el impulso de golpes blandos como el de Honduras en 2009 (Zelaya), la expansión de bases militares en África (AFRICOM) y Oriente Medio, golpe de Estado en Egipto (a Mohamed Morsi), golpe de Estado en Ucrania (Euromaidán, 2014), así como los intentos de reordenar el sistema imperial después de la crisis financiera de 2008. El premio Nóbel otorgado a Obama, se convirtió en una operación simbólica de hegemonía, intentando presentar el liderazgo neocolonial norteamericano como ético, y no como coerción imperial. Algo que intento hacer en 2025, sin lograrlo, la administración Trump, porque era mucho más útil el manejo geopolítico en torno a Venezuela. El dictamen del jurado noruego no se dio por diferencias de Europa con la administración Trump, como se ha pretendido hacer ver, porque Europa está ya lo suficientemente arrodillada para tener un gesto de rebeldía de este tipo, sino porque Venezuela es prioridad en la coyuntura de reordenamiento imperialista.

En 2016 el premio Nóbel le fue otorgado a Juan Manuel Santos, ex ministro de Defensa de Álvaro Uribe Vélez, quien había sido responsable de la política de “seguridad democrática” y de la ampliación de las bases militares norteamericanas en suelo colombiano. Como responsable de la cartera de defensa dirigió la operación de rescate a Ingrid Betancourt y 15 personas más, la masacre en Ecuador de combatientes de las FARC -17 guerrilleros- en la que murió Raúl Reyes (Operación Fénix, 2008). Como presidente (2010-2018) realizó la operación Sodoma (2010) que abatió al comandante Jojoy (Víctor Julio Suárez), la operación Odiseo (2011) en la cual murió Alfonso Cano máximo líder de las FARC en ese momento. Sus acciones militares de exterminio abrieron paso, por la vía militar, a la posibilidad de la negociación política. En consecuencia, el propósito del premio Nóbel 2016 fue dotar de un manto internacional de legitimidad al acuerdo de paz con las FARC-EP, que como señalamos había sido precedido de operaciones armadas de asesinato a líderes de esa agrupación. Estados Unidos garantizaba con ello, la puesta en marcha de una narrativa de paz que disimulaba las cláusulas de un acuerdo que alejaba las posibilidades de un cambio radical, especialmente respecto al dominio de la burguesía colombiana y sus relaciones coloniales con los norteamericanos. El proceso de paz, si bien disminuyó formalmente las expresiones de laguerra interna, no modificó la estructura económica de acumulación de riqueza por un pequeño sector, ni rompió con el control oligárquico de la tierra, que había motivado el levantamiento armado décadas atrás. La “paz”, legitimada con el premio Nóbel, fue la condición necesaria para atraer inversión extranjera directa, especialmente en minería, hidrocarburos y agronegocios, afianzando el modelo neoliberal en ese país.

    Esta ruta “geopolítica” se confirmaría en 2019, cuando se le otorgó el premio a Abiy Ahmed de Etiopía, por el acuerdo de paz con Eritrea y la apertura democrática que encabezaba. Esto cerraba el ciclo de intervenciones norteamericanas que llevaron a la superación del régimen izquierdista del DERG (gobierno militar provisional de Etiopía, 1974-1991) y el periodo de inestabilidad generado desde la ofensiva militar del llamado Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etiope que derribó a Mengistu Haile Mariam. En realidad, el galardón servía para relegitimar al gobierno de ese país que se alineaba con la estrategia gringa y del FMI para el cuerno de África. La administración Abiy (2018 –    ) lo que ha hecho es promover la privatización de empresas públicas(telecomunicaciones, aerolíneas, energía, transporte, logística y puertos), impulsando reformas promercado que insertaran a Etiopía en la lógica del capital financiero global(mega proyectos como la represa Grand EthiopianRenaissance Dam), a la par que mediaba para conjurar el riesgo de cualquier cambio radical. El gobierno de Abiy se ha reorientado hacia la neoliberalización (operación de bancos extranjeros, creación del mercado de valores)), el impulso de reformas macro económicas con préstamos internacionales (FMI y otros), apertura del tipo de cambio y flexibilización de la economía, el despojo de lo comunal mediante la acumulación por desplazamiento de la población urbana pobre como resultado del cambio de usos del suelo. Después de otorgársele el premio Nóbel, la guerra de Tigray(2020) puso en evidencia que la paz alcanzada, en realidad era un dispositivo de recomposición del poder estatal que favoreció a las élites asociadas al capital trasnacional y los intereses de Washington. El control del mar rojo (puertos de Yibuti y Eritrea) y la contención de la expansión comercial China, son parte del análisis entre líneas de las razones reales de otorgamiento de este premio.

El año 2025 se le otorga a María Corina Machado, por lo cuál no debería ser una sorpresa respecto al propósito que ello persigue. Para explicar quién es la ganadora de este galardón, haré una síntesis del articulo que en 2024 escribiera junto a Leonardo Bracamonte titulado “Venezuela: ¿Quién es María Corina Machado?”.

María Corina Machado: más allá del iliberalismo

María Corina Machado es una militante del iliberalismopolítico, la ultraderecha y el odio fascistoide a todo lo que se aproxime a la izquierda política. Evidentemente es la encarnación criolla del surgimiento mundial de la ultraderecha. Ello no niega ni pretende ocultar los alcances de su liderazgo, construido al calor de la asimilación al estatus quo de un importante sector de la derecha venezolana, los catastróficos errores del Madurismo y su habilidad para asumir las tres grandes aspiraciones populares del presente: dignificación salarial -salario mínimo mensual actual es inferior a un dólar- conforme a la media regional, retorno de los migrantes para la reunificación de las familias, así como libertad de opinión y organización para las inmensas mayorías que viven del trabajo. Sin embargo, cuando revisamos su programa de gobierno 2023 encontramos que estas banderas cuando tocan a los intereses del capital se diluyen o están ausentes en su contenido, por lo que su liderazgo está construido sobre una base ideológica nítida. Es un liderazgo real, negarlo no contribuye al análisis político ni a la construcción de alternativas, aunque como dice Fernando Mires “MCM era líder de un movimiento nacional pluri social y pluri – ideológico, que hoy ha sido convertido en un movimiento pro – Trump … que en vez de sumar fuerzas, han restado” (red X, 13/10/2025).

En los últimos dos años Machado ha emergido como líder indiscutible de una parte importante de la oposición venezolana. En las primarias de la oposición para las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, obtuvo un apoyo abrumador (93%) de los electores que acudieron a esta escogencia, hecho que ocurrió antes de ser inhabilitada por la administración de Maduro, lo que le impidió postularse como candidata presidencial, actuando en consecuencia como jefa de campaña de Edmundo González Urrutia, la llamada “candidatura tapa” de la oposición para las elecciones del 28J-2024.

Por primera vez en 25 años una candidatura de la derecha logró una importante adhesión, no sólo en los sectores tradicionales opositores, sino también en sectores populares y de izquierda que estaban cansados del autoritarismo de Maduro y de la eliminación de canales democráticos para la escogencia de representación. Machado no solo encarna una oposición -tanto al chavismo como al madurismo- sino un proyecto político burgués alineado con el capital trasnacional, con importancia geopolítica, que busca ejercer liderazgo institucional y estatal si se dieran las condiciones.

María Corina Machado tiene raíces claras en la burguesía tradicional venezolana. Su familia empresarial viene de antaño: la Electricidad de Caracas y otros emporios. Se ha construido una imagen pública basada en mérito, esfuerzo individual, valores empresariales, una familia modelo, contraste con lo que se describe como clientelismo, redes de favoritismo y corrupción estatales, que son vistos como centrales en el modelo rentista venezolano.

Su liderazgo no se basa en estructuras partidarias fuertemente institucionalizadas, sino más bien en organizaciones sociales vulnerables, agrupaciones de la sociedad civil, y una alta dosis de personalismo, de “caudillismo”. Durante los años del chavismo y madurismo, Machado ha sido una figura recurrente en la oposición, muchas veces optando por posiciones insurreccionales (intentos de derrocar al gobierno, denuncia de dictadura, etc).  Uno de los episodios relevantes fue su participación en el referendo revocatorio de 2004 con la organización Súmate; se señala que Súmate habría recibido financiamiento de instancias estadounidenses, y Machado fue acusada de conspiración, aunque sin consecuencias legales.

Ya en 2002, Machado había firmado el “decreto de salvación nacional” durante el golpe contra Chávez, en nombre de la sociedad civil. Ese episodio sirve para ilustrar su temprana participación en esfuerzos de derrocamiento institucional del chavismo.
Su oposición es de clase, de hecho, en su programa de gobierno (2023-2024), denominado “Venezuela: tierra de gracia. Libertad, Democracia y prosperidad”, propone una transición hacia un Estado pequeño, economía de libre mercado, propiedad privada, reducción del aparato burocrático, meritocracia, justicia liberal, garantía para la inversión privada nacional e internacional. Plantea un “acuerdo nacional” para superar el madurismo / bolivarianismo, como forma de resetear el pacto social venezolano contenido en la Constitución de 1999. Uno de los ejes de su propuesta es el federalismo, entendido como desconcentración del poder, distribución de recursos hacia regiones, creación de espacios de acumulación capitalista regional, superar el “desequilibrio del control central”, para construir nuevas relaciones de poder basadas en el capital.

En el trabajo que escribimos con Bracamonte (2024), se destacan seis ejes de su programa de gobierno anunciado en 2023, cada uno con medidas para corto, mediano y largo plazo. En las bases políticas para la convivencia postula la independencia de los poderes, contrapesos, simplificación burocrática, profesionalización de la función pública,
restablecimiento del equilibrio institucional, legitimación de poderes legislativo y judicial, recuperación de garantías jurídicas.

Respecto a la reestructuración del Estado señala la necesidad de achicar el Estado conforme al modelo neoliberal, reorganizar el sistema federal, digitalizar los procesos administrativos (“E-gov”), establecer la carrera de servicio civil meritocrático, reentrenamiento de los trabajadores públicos que “deseen” someterse al nuevo modelo de gestión.

Para la estabilización expansiva de la economía, propone unmarco económico y financiero estable, respeto a la propiedad privada, separarse de los vínculos públicos que regulan divisas y financiamiento, ajustes fiscales, acuerdos con organismos internacionales como FMI/BM, cambio de deuda por activos, privatización de empresas estatales (incluyendo PDVSA) y servicios públicos esenciales.

Su estrategia de desarrollo económico, social y culturalplantea la urgencia de planes de salud integral, educación con énfasis técnico-científico (STEM), vouchers educativos, reformas curriculares para remover el ideario bolivariano, sistema de seguridad social con componentes privados, flexibilización laboral, vocación de inclusión basada en lapropiedad privada y el mercado.

Defiende el llamado desarrollo sostenible fundamentado eneconomía verde mediante la promoción de energías limpias, negocios ecológicos compatibilizados con la inversión privada, formalización regulatoria de sectores extractivos, cambio de deuda pública por iniciativas verdes.

En política exterior, su esfuerzo se concentra en el retorno de la migración, a partir de la recuperación del rol del país en la división del trabajo internacional propia de la globalización neoliberal. Su enfoque de relaciones internacionales pragmáticas se fundamenta en la profesionalización del servicio exterior (nueva burocracia formada para la lógica del capital) y la inserción en organismos internacionales como la OCDE, que le permitan captar inversiones extranjeras.

La campaña de primarias de la oposición le dio visibilidad y legitimidad. A pesar de su inhabilitación, sus mensajes, recorrido por el país, discurso de esperanza, crecieron en resonancia. Se construyó una imagen de víctima debido a las torpes acciones del gobierno (negación de inscripción, inhabilitaciones, limitaciones para su movilización en el país). Esa narrativa ha potenciado su liderazgo.  Ha logrado captar el apoyo no solo de sectores de derecha tradicionales, sino también de capas más amplias que antes apoyaban a Maduro, incluyendo gente golpeada por las sanciones, migrantes, sectores populares que sienten el deterioro de los servicios, de la economía.

 Aunque Machado presenta un proyecto neoliberal explícito, muchas de esas ideas no se debatieron ampliamente durante la campaña, lo que facilitó que su programa real permaneciera en gran parte oculto, o al menos poco divulgado. De hecho, públicamente no aborda con claridad las demandas populares de la clase trabajadora, sindicatos, protestas laborales, derechos sociales: su énfasis es más en garantías jurídicas para el mercado, propiedad, estado pequeño. Las políticas sociales aparecen más como promesas o dimensiones publicitarias.

Machado no reconoce la existencia o papel de la “nueva burguesía”, hablando solo de gente corrupta, como si la vieja burguesía no se hubiera construido a partir del asalto a la renta petrolera. Esta incapacidad para dialogar con la nueva burguesía limita su capacidad para construir un acuerdo interburgués amplio, algo que obstaculiza su intención de propiciar una transición ordenada del poder. Su radicalidad discursiva -insurreccionalismo, oposición frontal, postura dura ante el madurismo- le granjea apoyo, pero también crea márgenes de conflictividad política que son riesgosos en términos de estabilidad institucional o diálogo político. Allí reside su talón de Aquiles más importante, porque asume partido por uno de los sectores burgueses en disputa, alejando la posibilidad de estabilización política y económica.

Machado tiene fuertes lazos con la vieja burguesía venezolana (empresarial, propietaria de medios de producción).  También existe su vinculación con el capital extranjero u organizaciones internacionales, diplomáticas. Invitaciones, premios, reconocimientos externos forman parte de su carrera.

En 2005 María Corina Machado y George W. Bush se reunieron de manera pública, para divulgar una agenda común sobre democracia y derechos humanos, situación política nacional, el futuro de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Venezuela, geopolítica del petróleo. Veinte años después pareciera que los acuerdos de esa reunión se busca concretarlos.

EE.UU. y otras potencias internacionales miran con interés su liderazgo, como una posible opción de transición, aunque con cautela. Una transición liderada por Machado y su alianza (MCM-EGU), tendría que lidiar con contradicciones entre su programa neoliberal y las expectativas sociales populares. Su éxito dependería de su capacidad de construir un consenso más amplio, de negociar con otras facciones de la burguesía, incluyendo la nueva burguesía, y de manejar tensiones sociales, algo que parece poco probable. Sin embargo, las torpezas del madurismo en el manejo de la situación interna y las relaciones internacionales -incluso en el bloque progresista con Boric, Lula, Petro y el fallecido Pepe Mujica- han abierto la tentación imperial de forzar una transición.

María Corina Machado representa no solamente una oposición al madurismo desde el electoralismo, sino un proyecto ideológico-militar-institucional de continuidad neoliberal explícita al giro operado en ese sentido por el Madurismo, pero de integración a las formas iliberales que promueve actualmente la administración Trump. El programa de MCM está sustentado en los intereses de la vieja burguesía, del capital trasnacional, del libre mercado, de la reducción del Estado. La práctica política de MCM procura la liquidación de la nueva burguesía. Su liderazgo tiene una base material concreta, la urgencia social de millones que han sufrido el deterioro material, los efectos de las sanciones, la inflación, la migración durante el periodo madurista (2014-2025). Machado se convierte en representante de ese descontento, aunque con un programa que busca rescatar los intereses del capital, no los derechos sociales. La ilusión de que Machado, si llegara al poder, representaría una salida progresista o democrática para los sectores populares, es engañosa: su proyecto tiene diferencias reales de fondo con iniciativas de justicia social, y está inserto en la lógica de restauración burguesa en el paso del neoliberalismo al iliberalismo.

La crisis que precede al premio Nóbel 2025 

Venezuela vive desde 1983 una crisis estructural del modelo de acumulación burgués rentista -basado en el petróleo, el extractivismo y la importación- y de representación política -que surgió en 1958- de la cual no ha podido salir a pesar de las recetas neoliberales (CAP,1988), la rebelión popular (1989), los alzamientos militares (4F y 27N, 1992), el gobierno de amplia base (Caldera,1994), el periodo chavista (1999-2013) y la égida del Madurismo (2013-2025).

El inicio de la crisis nacional coincidió con el desembarco de la globalización neoliberal, la financiarización de la economía global y el auge de la tecnopolítica como sustituto de las premisas ideológicas globales. Esta combinación de factores locales e internacionales comportaba la necesidad de un nuevo modelo de acumulación burguesa que combinara capital local con internacional, inversión concreta con financiarización especulativa a partir de la renta petrolera, así como un nuevo modelo de mediación partidista que superara las premisas fordistas, los modelos de seguridad social y liberalizara las relaciones entre las clases sociales. Eso implicaba no solo el emerger de nuevos paradigmas políticos sino la creación de una nueva generación de liderazgo, algo que no sería aceptado pasivamente por quienes habían ostentado el poder. Para colmo, la burguesía venezolana, parasitaria por su forma rentista de acumulación carecía de la suficiente experiencia para insertarse en el competitivo mercado internacional que promovió la globalización, lo cual agudizaba la crisis.

El esfuerzo singular realizado por el Chavismo (1999-2013) por superar la crisis a partir de una agenda social y de democratización de la riqueza -que nunca llegó a ser una revolución anticapitalista, pero tenía elementos progresivos en ese sentido- chocó con el surgimiento de una nueva burguesía, con intereses propios de clase, que en el periodo 2013-2025 frenó y disolvió la radicalidad acumulada.

La candidatura de Chávez (1996-1998) implicó una convocatoria al desarrollo de un capitalismo humano, una tercera vía, que superara el dominio de la vieja burguesía, no que la eliminara; por ello, sectores de la vieja burguesía -representados por Miquilena y otros- le acompañaron hasta el golpe de estado de 2002. A partir de ese momento la revolución bolivariana vive una dualidad que marcaría su dramático desenlace. Por una parte, el impulso de un proyecto nacional popular comunal, de construcción depoder popular -aunque siempre conducido y controlado por el partido- así como del llamado socialismo del siglo XXI (a partir de 2025), y por el otro, el surgimiento de una nueva burguesía al calor del viejo modelo rentista e importador. El auge de los precios del petróleo contribuiría en esa direccióndual, que fomentaba una novedosa forma de policlasismo.

La crisis financiera de 2009-2010 en Venezuela, que involucraba a figuras claves del chavismo, ahora como propietarios de Bancos, evidenció que el proyecto neo burgués estaba en marcha. Entre 2009 – 2012 se hizo inocultable la confrontación creciente, aunque de baja intensidad, entre los dos caminos del proceso bolivariano, el comunal y el burgués. Chávez quien aspiraba a ser el mediador entre ambos -hay quienes señalan que su apuesta estratégica sería a favor de lo popular nacional, pero no hay forma de comprobarlo- se enfermó y terminó muriendo, dando paso a una sucesión sobrevenida o contingente(Maduro) que no contaba con el liderazgo, ni la correlación de fuerzas internas para continuar sosteniendo los hilos de mediación propios de un proyecto policlasista de masas.

Por eso, la llegada de Maduro al poder inaugura una nueva fase, el madurismo, que apuesta por la supremacía del programa neo burgués, la subordinación y posterior liquidación del proyecto comunal nacional popular. El socialismo del siglo XXI queda reducido a un eslogan, que mantiene habilitada la solidaridad de sectores de la izquierda internacional incapaces de captar la crisis estructural del capitalismo rentista venezolano, pero que a lo interno se convierte en un terminator de las posibilidades reales delsocialismo entre las masas; para el ciudadano común el socialismo del siglo XXI pasa a ser representado por el autoritarismo, la falta de libertades políticas, el deterioro sin precedentes de las condiciones materiales de vida, la fracturación de las familias debido a la explosión migratoria por razones económicas y la pérdida de esperanza en el papel garante de derechos básicos del Estado. El daño del madurismo a las posibilidades de una alternativa socialista a la crisis venezolana son enormes y sus secuelas son aún impredecibles.

El Madurismo es una forma de gobierno orientada por la nueva burguesía, surgida a partir del golpe de Estado de 2002. Ante la carencia de un liderazgo fuerte como el de Chávez, el Madurismo construye una identidad difusa a partir de las correlaciones de fuerzas internas, con varios liderazgos que tributan al liderazgo central. Pero se equivocan quienes no reconocen la capacidad que ha tenido Maduro de construir su propia forma de liderazgo y hacerlo funcional al sostenimiento en el poder, su debilidad la ha convertido en fortaleza alrededor de lo que denomina alianza cívico-militar-policial.

El madurismo ha tenido tres grandes momentos. El primero, entre 2013-2017 se concentró en disolver los remanentes de las representaciones políticas de la vieja burguesía, interviniendo -fundamentalmente de manera indirecta- los partidos políticos de derecha y reprimiendo de manera contundente las revueltas callejeras impulsadas por ese sector político, con un saldo preocupante en materia de derechos humanos (especialmente en 2017). A la par, logrófragmentar a la derecha política, constituyendo de manera nítida el campo de los llamados “alacranes”, sectores de la derecha que decían mantenerse en oposición al gobierno,pero que negociaban -y ahora más que nunca- tras bastidores con éste. La fracción de la vieja burguesía que escapó -y se resistía- a esta asimilación fue el que aparece representado por María Corina Machado (MCM), que venía de ser un liderazgo minoritario en las simpatías del electorado opositor (2%-5%), pero que comenzó a perfilarse en ese periodo como la única oposición real de derecha.

En este periodo el madurismo aísla a los liderazgos individuales dentro del PSUV y el gobierno que pretendían sostener la agenda gubernamental del periodo chavista (Giordani, Navarro, Márquez y otros), a la par que aleja a factores claves del modelo chavista de acumulación y liderazgo policlasista (Ramírez, Rodríguez Torres, entre otros). Esto va construyendo al madurismo como un sector con identidad propia, diferenciada de su tronco de origen, el chavismo.

El segundo momento del madurismo, se produce en el periodo 2018-2024, en el cual privilegia el sometimiento de la izquierda que comenzaba a distanciarse de su orientación política (PPT, Tupamaros, Redes, PCV y otros). El abandono de la agenda social era justificado por la aplicación de las medidas coercitivas unilaterales (MCU), de impacto significativo a partir de 2017, que sí bien afectaron de manera sensible los ingresos del país, resultabaninsuficientes para explicar el impacto liquidador en el programa nacional popular y de justicia social que había estado en el centro de lo político en el periodo chavista. El salario mínimo mensual -marcador de las pensiones de unas cinco millones de personas- cae hasta llegar a la actualidad a niveles nunca vistos -casi medio dólar norteamericano al mes- mientras el salario promedio está en 15-20 dólares mensuales. El otorgamiento de bonos extra salariales -unos 120 dólares mensuales- no logra ni de lejos compensar la inflación generalizada que coloca los productos y servicios básicos en un valor dos o tres veces superior a la media latinoamericana. Las remesas enviadas por los ocho millones de migrantes logran atenuar el drama de sobrevivencia de quienes permanecen en el país. El dinero de la venta de activos como casas, automóviles, tierras que posee la clase media y profesionales se usa para la subsistencia diaria, ocurriendo un nuevo modelo de acumulación de propiedades a precios de mercado inmobiliario depreciado.

En 2018 el gobierno de maduro genera el decreto 3332 que reforma la Ley Orgánica del Trabajo, limitando el derecho a huelga y las convenciones colectivas de trabajo, a la par que emite el memorándum 2792 que implica un golpe sin precedentes al mundo del trabajo, abriendo camino al abaratamiento estrepitoso de la fuerza laboral venezolana. Todo ello ocurre a la par que se interviene por la vía judicial a todos los partidos de izquierda, se persigue a dirigentes sindicales y sociales, produciéndose un giro autoritario muy importante en el madurismo.

En este periodo se inician negociaciones con la administración norteamericana, primero secretas y luego públicas. Este acercamiento tiene como propósito recomponer las relaciones con la potencia imperialista norteamericana, usando al petróleo como moneda de cambio para superar el efecto de las MCU. Para ello, procura mostrarse como un gobierno capaz de propiciar el encuentro entre la vieja y nueva burguesía, restaurando el orden burgués, abriendo con ello una nueva etapa de gobernabilidad.

Varios obstáculos se le presentan a esta iniciativa. Primero, el modelo de acumulación de la nueva burguesía seguía siendo rentista, importador y extractivista -al igual que el de la vieja burguesía-  lo que significaba que no se habían logrado superar los elementos constitutivos de la crisis estructural capitalista local iniciada en 1983. Estados Unidos no está interesado en reeditar el modelo de relaciones económicas y comerciales con Venezuela propias del periodo liberal burgués, sino que apuesta por la combinación de relaciones neoliberales e iliberales que le permitan mayor captura de la renta y traslado de los efectos de sus crisis estructurales a la periferia capitalista. A pesar de un público y notorio acuerdo del madurismo con la patronal FEDECAMARAS, sigue habiendo un sector rebelde de la vieja burguesía, que está por la liberalización total de la economía, y que pretende ser representado por María Corina Machado.

Segundo, el giro madurista ha erosionado de manera significativa su base social y electoral, lo que limita sus posibilidades de producir una mediación efectiva en un marco de libertades democráticas; de hecho, la mejora de ingresos por venta de petróleo a partir de la guerra de Ucrania, marcó una brutal transferencia de recursos a la burguesía financiera -formato de control cambiario- así como a los esquemas de acumulación por importación, especulación y la propia corrupción (como el caso de PDVSA cripto), pero no mejoró las condiciones materiales de vida de la clase trabajadora ni recompuso el salario.

Tercero, si bien la administración Biden pareció navegar en este curso de acción promovido por el madurismo, -especialmente a partir de la guerra de Ucrania, con el retorno de Venezuela como fuente confiable de suministro de petróleo- el gobierno de Trump apuesta por colocar el tema Venezuela dentro de la agenda de reposicionamiento neocolonial de Estados Unidos en la región.

Cuarto, al limitar la posibilidad de una alternativa de izquierda al madurismo, así como la cooptación de una parte importante de la derecha (alacranes), el madurismo ha terminado fortaleciendo la legitimidad del liderazgo deMaría Corina Machado, quien se ha venido erigiendo como representación de la real oposición al madurismo. La torpeza del madurismo, al atacar a la izquierda que podría ser un factor de equilibrio que le permita incluso negociar en mejores términos, muestra la identidad ideológica de la nueva burguesía con el sector que le adversa de la vieja burguesía.

Para la vieja y nueva burguesía lo sustancial es promover la polarización, que saque de la ecuación cualquier proyecto de carácter popular nacional o socialista auténtico. La polarización Maduro-MCM le favorece al régimen madurista y a los Estados Unidos, porque abona a conjurar cualquier posibilidad de salida radical y auténticamente antiimperialista, manteniendo el control de una solución burguesa a la crisis venezolana.

El tercer momento del madurismo, comienza con las elecciones del 28 de Julio de 2024. Maduro era consciente que el desastre generado con su agenda política, había permitido aglutinar todo el rechazo a su gestión en la persona de María Corina Machado, pero eso le parecía menos peligroso que surgiera un polo de masas a su izquierda, porque eso colocaría en riesgo los intereses de la nueva burguesía que representa. No es cierto que el electorado venezolano giró a la derecha, sino que la imposibilidad de construir una referencia electoral distinta a la polarización funcional al madurismo y los Estados Unidos, hizo que amplios sectores de electores que se oponían al paquete de ajuste estructural del gobierno, no tuvieran otra salida que votar por la única opción que aparecía viable y nítidamente contraria a lo que estaba ocurriendo. Incluso un sector de la izquierda fue atrapada en esa ilusión, desertando de ella solo cuando se encontró con la amenaza militar norteamericana contra Venezuela. La desconfianza del electorado sobre las otras opciones de derecha y centro político, en su mayoría infiltradas por el madurismo mediante la forma del alacranato político, afectó injustamente incluso a expresiones con evidentes grados de libertad del madurismo, como la que representaba Enrique Márquez y su partido centrados.

En este tercer momento, el Madurismo ha intentado llegar a un acuerdo con los Estados Unidos, basado en el petróleo y las riquezas minerales venezolanas. El problema es que pareciera habérsele agotado el tiempo para ello, porque ahora la agenda iliberal del trumpismo y el surgimiento de un nuevo orden mundial capitalista, demandan un nuevo papel de Venezuela en esta reconfiguración.

Trump desata tormenta en el Caribe

La administración Trump trabaja por un reposicionamiento imperial en la región. En ese sentido, Venezuela juega un papel estelar en su estrategia. Todo pareciera apuntar que Trump a diferencia de Biden -quien apostaba por dejar hacer mientras Estados Unidos obtuviera el petróleo venezolano- quiere un control territorial, político y militar de Venezuela, para usarlo como ejemplo de su estrategia de hegemonía ideológica iliberal y de neo anticomunismo.

Para ello sigue una ruta clara. Primero, a sabiendas que el Madurismo está en un proceso de mostrarse funcional a los intereses norteamericanos, acusa a Maduro y la dirigencia madurista de narcotraficantes -cártel de los soles- apostando no por integrar sino por debilitar al gobierno venezolano, aprovechando las vacilaciones del madurismo para construir una situación aún más favorable al norte.

Segundo, al promover la imagen de narcotraficantes del madurismo -aunque sin pruebas objetivas- procura mostrar al progresismo como un sector en degeneración delincuencial, y actúa como diluyente de eventuales resistencias anti norteamericanas a una intromisión militar de cualquier tipo; las resistencias anti invasión comienzan a ser presentadas como rezagos de bandas criminales.

Tercero, al desplazar embarcaciones, equipamientos y tropas de combate al caribe, muestra su supremacía militar regional, presionando para lograr una transición del poder en Venezuela con el menor coste posible y de gran impacto geopolítico regional. Se procura en primera instancia crear divisiones en el madurismo, que faciliten su desplazamiento del poder por parte de liderazgos castrenses internos que abran las puertas a un escenario Grenada (golpe de Estado interno y posterior intervención militar norteamericana).

Cuarto, ataca de manera desproporcionada botes de pescadores acusándolos de ser parte de la logística del narcotráfico, para acostumbrar a la opinión pública regional a operaciones militares abiertas con daños colaterales en términos de vidas humanas.

Quinto, promueve la sucesión de María Corina Machado -directamente o en un primer momento a través de Edmundo González- como gobierno que abra las puertas a la solución iliberal de la crisis estructural iniciada en 1983. Estados Unidos es consciente que un eventual gobierno de María Corina Machado sería inestable, porque sus medidas económicas y políticas le generarían una rápida pérdida de popularidad y harían su mandato inestable, poniendo en peligro los intereses norteamericanos.  A sabiendas que MCM ha dicho en reiteradas oportunidades que pedirá el apoyo, incluso militar de Estados Unidos, el objetivo estratégico de los gringos pareciera ser promover su llegada al poder, para que abra paso a una “situación haitiana” en la cual la inestabilidad del gobierno lleve a MCM a pedir la ocupación extranjera del territorio, posibilitando la colocación de bases militares permanentes en Venezuela que garanticen el control más directo de las reservas petroleras.  Después de eso MCM pasaría a ser una ficha prescindible en el tablero norteamericano.

Sexto, la criminalización de las eventuales resistencias a este curso de acontecimientos demandaría el sostenimiento de un estado de excepción continuado en Venezuela (post ataque militar norteamericano), algo que encaja perfectamente en la agenda política iliberal de Trump. Esto buscaría evitar el reagrupamiento de las fuerzas progresistas, democráticas y de izquierda, conjurando el peligro de una revolución en Venezuela.

Por eso, el otorgamiento del premio Nóbel a María Corina Machado, debe ser visto como parte de una estrategia imperialista para controlar de manera mucho más directa a las riquezas de Venezuela.

La tragedia del madurismo es que la única salida para su sobrevivencia en el poder, estaría dado por retomar la agenda popular nacional que decidió sepultar desde 2014, el abandono del programa de bonapartismo burgués que pretendió implementar desde 2018, y el desarrollo de un antiimperialismo real y no solo declarativo. De hecho, el madurismo denuncia correctamente el desplazamiento de buques de guerra norteamericanos en el caribe, pero oculta el creciente número de buques petroleros que a diario surcan el lago de Maracaibo llevando oro negro a los Estados Unidos, cuya venta se produce en condiciones neocoloniales peores que las que se daban antes de la llegada de Chávez al poder. Pero, dar cinco pasos atrás en el programa neo burgués del madurismo significaría limitar su capacidad de acumular riqueza, abriendo escenarios de crisis internas en ese bloque burgués. Además, un retorno a la agenda popular nacional asustaría tanto a la nueva burguesía como a la vieja burguesía.

El dilema pareciera estar en la capacidad del madurismo de construir una correlación de fuerzas internas real que haga a los gringos ser más prudentes, algo que no se avizora por otra vía que no sea el retorno al programa chavista.  Esto adquiere carácter de emergencia dramática, a partir del el 15 de octubre de 2025 cuando el New York Times anuncia que la administración Trump habría autorizado a la CIA para el inicio de operaciones desestabilizadoras en el territorio venezolano, para el inicio de una transición al gobierno deMaría Corina Machado, ahora laureada por el premio Nóbel de la Paz. Este anuncio debe convocar a todas las fuerzas progresistas y antiimperialistas a denunciar y realizar acciones de masas que procuren detener el ataque a la soberanía nacional continental; el ataque a Venezuela es un ataque a toda la región.

¿Por qué otorgar el premio Nóbel a MCM en este momento?

Son varias las razones geopolíticas del otorgamiento del Premio Nóbel a María Corina Machado. La primera, consolidar su liderazgo local e internacional, preservándolo del desgaste por la falta de salida política que se ha dado después de las elecciones del 28-J 2024, especialmente por la recomposición que viene haciendo el Madurismo con elecciones parlamentarias y regionales en las cuales se garantizó una aparente mayoría.

Segundo, re-polarizar el debate político venezolano. Nada es más peligroso para los Estados unidos y las burguesías venezolanas -de la cuarta y quinta república- que ante el desencanto por falta de desenlace de la terrible situación generada por el Madurismo y la imposibilidad de materializar una transición ordenada para los intereses del capital, surja una corriente de masas con independencia de los intereses burgueses e imperialistas. De hecho, el último año se viene reconstruyendo de manera importante el tejido social de resistencia a las distintas formas de neoliberalismo e iliberalismo, aunque aún no tienen un carácter de movimiento de masas. El premio Nóbel a MCM procura re-polarizar el debate entre Madurismo y el sector de María Corina Machado, constriñendo el espacio para la construcción de una alternativa que no tenga afinidad con los objetivos de la Casa Blanca y el Pentágono.

Tercero, garantizar que la agenda de un gobierno de transición -o incluso de continuidad- sea el de dependencia neocolonial con los Estados Unidos. A la administración norteamericana poco le interesa la suerte del pueblo venezolano, simplemente lo usa como una ficha intercambiable en el tablero de poder imperial.

Cuarto, ante la posibilidad de inicio de operaciones de inteligencia y militar directa en suelo venezolano, por parte de los Estados Unidos, hacer aparecer su intervención como una acción a favor de la paz regional y en apoyo al liderazgo de una figura laureada por el premio noruego de la paz. Incluso, un encarcelamiento o desaparición física de MCM en este curso de acontecimientos, serviría de mayor justificación para la intervención militar norteamericana en Venezuela.

En este sentido, el premio Nóbel de la Paz 2025 es parte de la estrategia para consolidar el papel de los Estados Unidos en la región

Las tareas de los revolucionarios 

Difícil momento para quienes encarnan la lucha anticapitalista en Venezuela. Sin duda alguna la denuncia a cualquier intento de ataque o invasión norteamericana a Venezuela está en la primera línea del posicionamiento y accionar político.  Pero ello no puede generar la esperanza que la sobrevivencia del régimen neo burgués de Maduro permita el desarrollo de un gobierno que facilite las dos condiciones necesarias para un cambio desde la perspectiva de la clase trabajadora: mejora en las condiciones materiales de vida y de libertades políticas para organizarse en sindicatos y partidos de izquierda, que puedan trabajar, opinar y movilizarse con amplias garantías. Esta dualidad plantea el desafío de construir una antiimperialismo más allá de lo geopolítico, un anti imperialismo desde la realidad de quienes viven del trabajo. ¿Se podrá hacer?

Un eventual gobierno de María Corina Machado no solo sostendría la agenda anti popular empezada por el madurismo sino que la profundizaría. De hecho, María Corina Machado no ha dicho que su llegada al poder significaría retornar al derecho de organizarse libremente a los trabajadores en sindicatos, el derecho a huelga y movilización de la clase obrera, sino que ha hablado de un programa de ajuste estructural de carácter iliberal que permita la salida a la crisis burguesa iniciada en 1983 a partir de recetas del mercado.

Entonces, ¿a quien apoyar? Es la pregunta que se suele hacer, ante la confusa situación venezolana. La respuesta no puede ser otra que a la clase trabajadora y sus intereses, sin ello, cualquier antiimperialismo es vacío y funcional al reordenamiento burgués en Venezuela.

El premio Nobel de la Paz 2025: Más allá del desconcierto

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La pedagogía del algoritmo: entre Google, Natura y el simulacro de la innovación

En los últimos tres años, la educación pública argentina ha sido atravesada por un proceso de reconfiguración silenciosa, donde el lenguaje de la innovación desplaza el conflicto estructural y la mercantilización se disfraza de modernización.

Dos casos, para ejemplificar el rumbo de la desposesión educativa, nos permiten leer con nitidez este desplazamiento: la certificación de la escuela municipal Manuel Dorrego en Vicente López como “Google Reference School” y el convenio entre el Ministerio de Educación de Misiones, CIPPEC e Instituto Natura para reformular el régimen académico de la escuela secundaria.

Ambos modelos operan desde lógicas distintas: uno desde la certificación simbólica de una escuela municipal por parte de una corporación global, el otro desde la externalización curricular hacia fundaciones privadas. Pero comparten una matriz común: la validación privada de lo público, la estetización del entusiasmo como forma de gestión y la sustitución del vínculo pedagógico por la interfaz tecnológica.

Como señalamos en EdTech: la avanzada privatizadora y capitalismo de plataformas (Huella del Sur2023) el desembarco de las tecnologías educativas proveé las herramientas, pero también impone lógicas de gestión, evaluación y subjetivación. En Detrás de la escena educativa: nada se transforma, todo se mercantiliza (Huella del Sur 2023), develamos cómo el lenguaje de la transformación encubre la cesión de soberanía pedagógica a actores privados, que rediseñan el régimen académico sin disputar el sentido de la educación; solo la docencia intenta disputar el sentido, los gobiernos hacen convenios de manera acrítica.

La educación se organiza de acuerdo a los requerimientos del mercado en torno a la certificación de competencias operativas. Lo que se legitima no es el conocimiento en función del desarrollo de la inteligencia, sino el manejo de herramientas.

Vicente López: la escuela como interfaz.

La certificación de la escuela municipal Manuel Dorrego como “Google Reference School” en 2021 marcó un punto de inflexión en la relación entre educación pública y validación corporativa. Se trata de una distinción simbólica otorgada por Google for Education, que reconoció el uso intensivo de sus herramientas en el aula. Desde entonces, el municipio de Vicente López consolidó su perfil como “Distrito Google” (si es que algo significa esa estética publicitaria), capacitando a todos sus docentes municipales y posicionando la tecnología como eje de su política educativa.

La escuela Dorrego, financiada íntegramente por el municipio, funciona como laboratorio de diferenciación territorial. Jornada completa, enseñanza intensiva de inglés, uso de plataformas digitales y estética institucional cuidada configuran un modelo que se presenta como superador del sistema provincial. La intendenta Soledad Martínez ha insistido en que “el municipio se hace cargo de la educación”, en una retórica que tensiona con la estructura estatal de Buenos Aires, aunque los títulos siguen siendo validados por la provincia.

La reforma educativa empieza a mostrar un funcionamiento mercantil, ya no en la competencia entre escuelas públicas y privadas, sino que la competencia opera en el orden público, también como competencia política (la intendencia de Vicente López esta a cargo del PRO y el gobierno provincial de signo peronista).

Lo que se certifica no es el contenido ni la práctica pedagógica, sino la capacidad de operar herramientas. La legitimación se desplaza del saber al software, y la escuela se convierte en interfaz. En este marco, el docente se transforma en “usuario certificado”. La pedagogía se estetiza, el entusiasmo se gestiona, y la innovación se mide por la adopción de funcionalidades.

Este modelo encuentra su correlato en la irrupción de figuras como Zoe, la profesora IA, que desde la empresa Humanversum (inscripta en Delaware), se presenta como alternativa a la docencia presencial (anunciada el 15 de agosto en la escuela San José, Villa Cañás, Santa Fe). Como advertimos en el artículo “Docentes en lucha mientras desde Delaware irrumpe Zoe, la profesora IA” (Huella del Sur, 2025), la inteligencia artificial educativa no llega para complementar, sino para sustituir. La promesa de personalización algorítmica encubre la precarización del vínculo pedagógico y la desposesión del saber situado. En Vicente López, esa lógica se anticipa; la escuela pública se certifica por su compatibilidad con la plataforma.

Misiones: el régimen académico como campo de captura.

En la provincia de Misiones, el rediseño del régimen académico de la escuela secundaria se formalizó a través de un convenio entre el Ministerio de Educación, la fundación CIPPEC y el Instituto Natura. A diferencia del caso Vicente López, donde la certificación de Google opera como distinción simbólica, aquí el proceso se institucionaliza: se redacta un nuevo régimen, se territorializa la intervención y se externaliza el diseño curricular. La transformación se presenta como política pública, pero responde a matrices privadas.

El convenio, firmado en 2021, articula trayectorias flexibles, evaluación formativa y proyectos de vida como ejes de la reforma. Sin embargo, esta narrativa de innovación encubre una cesión de soberanía pedagógica. El Estado provincial delega funciones centrales —como el diseño curricular y la definición de criterios de evaluación— a fundaciones que operan con lógicas empresariales. La docencia queda relegada a la implementación, mientras el sentido de la educación se negocia en mesas técnicas sin conflicto.

En este marco, el “proyecto de vida” —presentado como horizonte pedagógico— se articula con lógicas de coaching vocacional, donde la orientación se reduce a dinámicas introspectivas, centradas en el descubrimiento de talentos individuales y la alineación con un supuesto “propósito”. Lejos de promover una reflexión crítica sobre el mundo y el lugar del sujeto en él, estas prácticas desplazan la construcción colectiva del sentido educativo hacia un entrenamiento emocional compatible con los lenguajes del mercado. El acompañamiento docente se sustituye por guías externas, y la elección se convierte en simulacro de autonomía.

La territorialización, presentada como inclusión, se convierte en dispositivo de segmentación. La flexibilidad, como promesa de autonomía, habilita la precarización. Y el proyecto de vida, como horizonte pedagógico, se transforma en coaching vocacional. En este marco, el régimen académico deja de ser una herramienta de organización del saber para convertirse en un protocolo de gestión de trayectorias.

La pedagogía del algoritmo además de imponer plataformas, reconfigura los marcos normativos. En Misiones, esa reconfiguración se legitima como política pública, pero responde a una lógica de captura. El saber se administra y la innovación se mide por la capacidad de adaptarse a estándares externos, que reconfiguran la subjetividad docente.

Matrices comunes: certificación, captura y estetización del entusiasmo.

Aunque Vicente López y Misiones operan en niveles distintos —una escuela primaria municipal, un sistema secundario provincial— ambos modelos comparten una lógica de legitimación externa. En el primero, la certificación de Google for Education valida el uso intensivo de herramientas digitales; en el segundo, el rediseño del régimen académico se formaliza a través de un convenio con CIPPEC y el Instituto Natura, que ya han intervenido en otras provincias como Mendoza y Santa Fe.

La certificación, en ambos casos, no evalúa saberes ni prácticas pedagógicas, sino compatibilidad con estándares corporativos. La legitimación se desplaza del contenido al dispositivo, del vínculo pedagógico al protocolo de gestión. Asistimos a la reconfiguración de lo público como campo de intervención y en esa intervención privada, la “innovación” se mide por la capacidad de adaptación a marcos externos.

La estetización del entusiasmo —presente en la narrativa de Vicente López y en los discursos de transformación de Misiones— funciona como dispositivo de captura. El docente se convierte en facilitador, el estudiante en usuario, y la escuela en interfaz. En este marco, la figura de Zoe, la profesora IA que irrumpe desde el paraíso fiscal de Delaware, aparece como continuidad. Como se advierte en el artículo citado más arriba, Zoe encarna la promesa de personalización algorítmica, pero también la precarización del vínculo educativo y la sustitución del saber situado por simulación computacional.

La pedagogía del algoritmo no se limita a imponer plataformas: reconfigura marcos normativos, transforma la subjetividad docente y redefine el sentido de la enseñanza. En Vicente López, esa transformación se estetiza; en Misiones, se institucionaliza. En ambos casos, el saber se administra, la innovación se gestiona, y la educación se convierte en campo de certificación.

Resistencias, genealogías y la paradoja del saber estetizado.

La pedagogía del algoritmo se infiltra en los discursos de innovación, se legitima en certificaciones simbólicas y se institucionaliza en convenios que rediseñan la educación sin conflicto. En ese proceso, el saber se convierte en atributo funcional, la enseñanza en entrenamiento operativo, y la escuela en interfaz de validación externa.

La transformación se estetiza por desplazamiento del sentido. La estética de la innovación —pantallas, logos, entusiasmo performativo— reemplaza la densidad del conocimiento por la fluidez del diseño. La escuela se presenta como moderna, eficiente, conectada, mientras el saber se reduce a la capacidad de operar herramientas. Es la paradoja de la “sociedad del conocimiento” que invoca el conocimiento como horizonte, pero se lo devalúa en su forma crítica, situada y colectiva.

Frente a este escenario, la resistencia se organiza en la disputa por el sentido, lejos de la defensa nostálgica que pretenden adjudicar los funcionarios junto a esas “externalidades” privadas, apropiadoras de los sistemas públicos.

La docencia, aún fragmentada y tensionada, sigue siendo el único actor que interpela el modelo, que pregunta por el saber, que sostiene el vínculo. En ese gesto, la pedagogía reaparece como vínculo insustituible entre docente y estudiante; una relación que no puede ser simulada por algoritmos ni reemplazada por interfaces.

La genealogía crítica que venimos trazando permite leer el presente como campo de disputa, no como destino. Pero esa lectura exige organización. Es tiempo de convocar a un Congreso pedagógico alternativo, sin la intervención de ONGs ni fundaciones, que recupere el protagonismo docente y amplíe las fronteras nacionales para comparar el avance de esta educación sin atributos que propone la reforma. Un espacio para pensar colectivamente qué se enseña, cómo se aprende y quién decide qué vale como conocimiento.

En el marco del paro docente nacional, la resistencia se manifiesta como cuerpo colectivo que interpela el modelo de reforma sin atributos. Las demandas contra el desfinanciamiento de la educación exceden lo salarial: expresan una defensa activa del vínculo pedagógico, del saber situado y de la escuela como espacio público contra el proceso de desposesión creciente.

Mientras los gobiernos celebran convenios con fundaciones y corporaciones y figuras digitales, como Zoe, irrumpen como promesas de eficiencia algorítmica, la docencia sostiene la pregunta por el sentido. La pedagogía, en su forma más viva, se despliega en las calles como portadora de significación.

¡La lucha docente es la disputa por el sentido de la educación pública!

Fuente: https://huelladelsur.ar/2025/10/16/la-pedagogia-del-algoritmo-entre-google-natura-y-el-simulacro-de-la-innovacion/

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3 ideas desde la educación ambiental para fomentar la organización ciudadana frente a emergencias climáticas

“Caminar es una de las llaves que nos acerca a un modelo de sociedad más humano y sostenible”, reflexiona el educador ambiental Sera Huertas.

Este verano, Climática me propuso participar en una jornada como ponente y hablar sobre cómo fomentar la organización ciudadana frente a emergencias climáticas (obviamente, desde mi experiencia como educador ambiental). Así que lo que hice fue meter en la coctelera adjunta a mi cerebro lo último en lo que estaba trabajando, mis lecturas más recientes y aquellas ideas o pensamientos que me generaban las intervenciones de muchas personas que sigo en redes sociales y que desde distintos ámbitos hablan y aportan sobre la transición ecológica. Fruto de toda esa mezcla surgieron tres ideas –no sé si se podrían definir como «claves»– que podrían facilitar la organización ciudadana frente a emergencias climáticas.

De entrada, quiero mencionar tres de las cuestiones que, probablemente, más condicionen mi manera de abordar la educación ambiental y por tanto esta propuesta de ideas:

  1. La DANA de octubre de 2024 en València. El shock de vivir ese episodio catastrófico no solo me marcó como persona, sino también como profesional de la educación ambiental. Para mí hay un antes y un después de este evento, y por muchas razones que tienen que ver con cuestiones que hasta ahora no había considerado como educador ambiental, tales como la desinformación o la percepción del riesgo.
  2. Empezar a vislumbrar y entender el alcance de la desinformación como problema en sí mismo y como activador y potenciador de otros, especialmente aquellos vinculados con la crisis climática.
  3. Y, en tercer lugar, la lectura del último libro de Emilio Santiago, Vida de ricos, que trata de ofrecer herramientas políticas concretas para materializar un nuevo paradigma de lo que sería una vida deseable y lujosa dentro de los límites planetarios y, de paso, hacer frente al fascismo fósil. Este libro ofrece muchas claves que pueden orientar hacia la educación que se necesita.

Estas tres ideas empiezan por la necesidad de más y mejor educación ambiental.

Quienes conocéis la trayectoria del colectivo EA26 sabéis que desde siempre hemos reivindicado que la educación ambiental debe considerarse una inversión prioritaria por parte de las administraciones públicas, y debe ser una educación que se base fundamentalmente en aquello que ya decía el Libro Blanco de la Educación Ambiental en España en 1999 y que sigue más vigente que nunca:

En primer lugar, la educación ambiental es una disciplina educativa orientada a «mejorar las capacidades de análisis, reflexión y acción para la resolución de los problemas sociambientales”. Que, además, “debería estar presente en todo el recorrido vital de las personas». Hablamos de una vida en común dentro de los límites planetarios, y una vida satisfactoria, y eso (como sabemos ahora), exige un compromiso continuo. Por eso son tan importantes las estrategias de educación ambiental, los centros de referencia autonómicos y, por supuesto, el liderazgo y coordinación del CENEAM. Y, por último, en su máxima expresión se concibe como “de ida y vuelta”, es decir, que cada persona que la recibe se convierte a la vez en un vector educativo de otras personas, pudiendo desarrollarse en todas partes. Siempre he dicho que no todas somos educadoras ambientales, pero sí todas podemos y debemos hacer educación ambiental.

Si todo esto que dice el libro blanco lo trasladamos a la crisis climática, y hablamos de mitigación y de adaptación climática, habrá que hablar de una apuesta educativa ambiciosa y de amplio alcance, algo que se ha empezado a hacer realidad en los últimos años en España, de manera insuficiente aunque avanzando en la dirección correcta.

Y ¿por qué digo más y mejor EA? A la ciudadanía hay que ofrecerle una educación ambiental que vaya más allá de mejorar sus conocimientos para clasificar residuos, que les ayude a limpiar su conciencia consumista o que les facilite su pequeña dosis de naturaleza para aliviar su déficit. Hay que apostar por proyectos e iniciativas transformadoras que de manera general:

  1. Impulsen la acción colectiva y cambien la tendencia general arrastrada durante muchos años de recetas para salvar el planeta desde la acción individual. Sin desdeñar la importancia de la acción individual, especialmente porque muchas veces a partir de esta se construye la colectiva, ya que sumar personas a la causa es clave.
  2. Hay que contextualizar los problemas socioambientales y los límites planetarios en el “aquí y ahora” y en el “nosotros y nosotras”. No podemos seguir pensando que no somos parte implicada de las causas, de las consecuencias y, por supuesto, de las soluciones.
  3. Que se basen en la esperanza. Debemos ser capaces de introducir en el imaginario colectivo la idea de futuros mejores, deseables, factibles y no necesariamente alcanzables a través de largas trayectorias llenas de dolorosas renuncias (que existirán)

Solo llevo una idea y ya planteo que se necesita: más inversión pública en EA, más equipamientos, más y mejor capacitación de sus profesionales y crear las condiciones para que esto sea una profesión de verdad y no una de paso para la mayoría de las personas.

Como segunda idea quiero hablar de las ECOTOPÍAS Y EL LUJO EN COMÚN.

El lujo, el verdadero lujo, hay que buscarlo en el disfrute pleno de la común y no tanto en la práctica obsesivamente habitual de ejercer de manera individual lo que bien podría ser común y placentero. Esto, que dicho así es pegarle una patada tremenda al imaginario colectivo, es una de las vías para vivir dentro de los límites planetarios.

Desde la EA debemos convertirnos en promotoras de esta idea, incluso convirtiéndonos en publicistas del placer de lo común, vendamos la idea de que “adoptar prácticas más sostenibles supone priorizar la calidad de vida frente al derroche material”. Es un cambio a mejor en lo personal y en lo social. Como educadoras ambientales debemos generar el deseo de dar el salto de las prácticas individualistas, intensas en consumo energético, en generación de emisiones, en ocupación del territorio y en generación de residuos, en resumen, INSOSTENIBLES para el planeta, a otras colectivas, de mínimo consumo energético y generación emisiones de CO2, pero tan satisfactorias o incluso más que las primeras.

Hay que romper con la idea de que la transición ecológica va a ser un continuo vía crucis de renuncias traumáticas y dolorosas que nos van a llevar por un camino de penurias. Con el referente individualista y consumista que alienta el capitalismo es obvio que sí, pero ¿no ha llegado el momento de cambiar ese imaginario? Y sí, es difícil, mucho, especialmente sin abandonar este mismo sistema, pero tengamos claro que no lo vamos a hacer de golpe y que además el contexto no es para nada facilitador, más bien todo lo contrario… Y ahí es donde la política tiene que ser especialmente valiente.

La educación ambiental debe poner su maquinaría a disposición de la imaginación y creatividad de las personas para cambiar el paradigma de lo que es deseable, satisfactorio, lujoso (en palabras de Emilio Santiago).

Pero estas ideas no se insertan en la nada, en el vacío, se insertan en una comunidad, barrio, vecindario, en unos colectivos, familias, personas que vivirán con ese nuevo paradigma de la buena vida, la que está dentro de los límites ecológicos del planeta. A construir ese paradigma ayudan, y mucho, las ecotopías, definidas por Irene Baños como la “construcción colectiva de escenarios futuros esperanzadores” .¿Puede haber un reto más atractivo para cualquier educadora ambiental?

¿Y qué encontramos en esas ecotopías? En las ecotopías, los recursos materiales son finitos, pero hay mucha riqueza ilimitada a repartir: las relaciones bonitas, la creación artística, la creatividad, el deporte, la risa, el sexo, los amores, el estudio, el juego, alimentación saludable, la justicia, el vivir sin miedo y sin violencias, vamos, cosas que no necesitan grandes consumos de energía y materiales. Construyámoslas juntas.

Y, por último, como tercera idea estaría el CAMINAR.

Caminar es algo que nos define como seres humanos, un acto que, cuando precisa de análisis y estudio, se puede abordar desde numerosas vertientes como la antropología, la salud, la ordenación del territorio, las relaciones sociales, el deporte, etc.

Caminar nos define como personas y seres sociales, y en la era de las interconexiones, la movilidad sin límites, la velocidad y la inmediatez, para mí es un acto de rebeldía, de rebeldía y reivindicación.

Una de las imágenes más potentes de lo ocurrido tras la DANA de València, fue la de miles de personas voluntarias caminando desde múltiples lugares hacia los pueblos damnificados y aislados. Nada detuvo a la gente que sabía que su ayuda era vital para cubrir las necesidades básicas de las personas afectadas. Sin infraestructuras y con unas autoridades sobrepasadas por la magnitud de la catástrofe, la gente caminó cargada de comida, agua, material de primeros auxilios, de limpieza, etc. Caminó para acceder a todos los rincones afectados. Es obvio que cuando ocurren grandes catástrofes como esta, caminar es de las únicas opciones viables para la intervención sobre el terreno. Pero en este caso la ayuda, los cuidados, la colaboración, el ejercicio de la ciudadanía fue posible gracias a miles de personas que caminaron y caminaron sorteando infinidad de dificultades.

Pero caminar también ha sido siempre una de las principales propuestas de acción frente a la emergencia climática. Caminar y pedalear no precisan de combustibles fósiles y son las opciones de transporte más eficientes en el medio urbano, y sin duda en el rural. ¿Quién no ha oído hablar del modelo de “ciudad de los 15 minutos”? Una propuesta para crear una ciudad donde las personas puedan desarrollar una vida de proximidad con servicios como parques, colegios, centros sanitarios, lugares de ocio y centros de trabajo a 15 minutos a pie o en bicicleta de su vivienda. O, dicho de otro modo, acabando con la dependencia del vehículo motorizado.

En definitiva, caminar nos vincula a una visión cultural basada en la calma, la reflexión, la cercanía, la mejora de la salud, el fomento de las relaciones personales, la creación de comunidad, todo ello frente a la otra visión hegemónica (que nos hemos propuesto hackear desde dentro, como diría mi socio Dani Rodrigo) basada en el individualismo, la prisa, la inmediatez, el consumismo, etc. Caminar no es una renuncia y siempre estaría en mi ecotopia. Caminar es una de las llaves que nos acerca a un modelo de sociedad más humano y sostenible.

Pues eso, más educación ambiental con ecotopías y caminando.

Fuente de la información e imagen:  https://climatica.coop

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Perú: La privatización universitaria en el 2025

Por: Nicolás Lynch *

Hace unas semanas los estudiantes de San Marcos tomaron el campus de la Ciudad Universitaria, teniendo como bandera central la lucha contra la privatización de la universidad pública. Incluso fueron tachados de vándalos por llevar adelante tal acción. Asimismo, varios comentaristas se mostraron sorprendidos porque no se observaba ningún intento de “vender las universidades”. ¿De qué privatización se trata dijeron entonces?

Efectivamente los ejemplos que se esgrimieron en la protesta eran pobres, más allá de que fueran justificados, respecto al tamaño de la consigna: el aumento de algunos cobros por examen de admisión y por llevar una segunda carrera de pregrado en la universidad. Sin embargo, los estudiantes no estaban descaminados, ni menos aún eran vándalos, porque sí hay un propósito de privatización universitaria en curso que viene de años atrás y se ha intensificado en tiempos recientes, solamente que no eran pequeños cobros sino grandes sumas las que estaban en juego.

¿De qué privatización se trata entonces? Ciertamente no, al menos por ahora, de vender la planta física de las universidades al mejor postor, pero sí de privatizar de manera encubierta los recursos universitarios, más específicamente el presupuesto que el tesoro público destina a las universidades. Esta es una tendencia que viene de atrás, por lo menos desde el 2013 cuando el ministro Jaime Saavedra empezó su contrarreforma universitaria. El diagnóstico que ha presidido esta última década es muy sencillo: ya no se trata de financiar la oferta universitaria, las universidades públicas, sino la demanda universitaria, teóricamente, los estudiantes que requieren este tipo de educación superior.

Al efecto, como consideran muy difíciles de cambiar las actuales universidades públicas, por su politización u otras razones, buscan derivar recursos de estas a las universidades privadas. Pero ¡ojo! esto no ha sido política nada más de la contrarreforma de Saavedra, él la inició, pero la privatización ha seguido, como veremos, con Dina Boluarte y compañía. Ello nos hace ver que el propósito no es sólo trasladar dinero público a manos privadas, sino también aumentar el control político de los recursos universitarios fuera del ámbito de la universidad nacional. Para ello se crean, en primer lugar, programas perversos como Beca 18, a la par que todo un menú de becas que administra PRONABEC. A ello se agrega, las exoneraciones tributarias de que gozan las universidades privadas y el financiamiento que les da el Estado para labores de investigación.

¿Por qué señalo a Beca 18 como un programa perverso? Porque genera la ilusión en la ciudadanía y en los directamente beneficiados/afectados, que el Estado está atendiendo sus demandas de educación universitaria cuando lo que hace es beneficiar primordialmente a un grupo de universidades privadas. Al respecto es importante señalar las dificultades que han tenido las universidades públicas para cobrar al programa montos similares a las privadas cuando reciben a estudiantes de estos programas de becas.

Digo beneficiados/afectados a los estudiantes de esos programas porque las múltiples evaluaciones que se han hecho del uso de estos recursos, distan de brindar resultados positivos y tienen más bien una evaluación desigual de los mismos.

Pero ¿por qué es negativo que el Estado financie a las universidades privadas? En primer lugar, porque se supone que el programa que promueve el Estado para la creación de conocimientos y formación de académicos y profesionales, con la plata de todos los peruanos, es la universidad pública. En ella, en base a los principios de autonomía, cogobierno y gratuidad, se desarrolla, a pesar de todos los obstáculos que se le ponen, el pensamiento crítico que el país requiere. Se nos critica, a pesar de nuestros extraordinarios logros, que no hemos estado a la altura de las necesidades del país. Sin embargo, se mantiene con una necedad digna de mejor causa un sub-financiamiento estructural de nuestra actividad.

Las universidades particulares, por otra parte, son libres de existir, pero tienen una limitación central, responden a algún interés privado, ya sea económico, ideológico, religioso o de otro tipo; si este llegara a existir en la universidad pública está, aunque no sea de inmediato, su estructura o por lo menos su promesa democrática para remediarlo.

Esto se expresa en el actual presupuesto de la república de la siguiente manera. Este presupuesto considera como apertura aproximadamente 6,900 millones de soles para la universidad, pero sólo se les entrega a las universidades públicas aproximadamente 4,900 millones. ¿Qué pasa con la diferencia de 2, 000 millones? Con la dificultad que tiene conseguir números exactos en esta materia, porque se juega al secreto por parte de las autoridades competentes, 1,200 millones van al PRONABEC y sus becas, principalmente a universidades privadas y el resto a subsidios de investigación y exoneraciones también a las privadas, o sea se privatiza aproximadamente el 25% del presupuesto universitario.

¿Cuál sería la alternativa? Que se aplicara la Disposición Complementaria Final Cuarta de la ley universitaria 30220 que establece el Programa de Fortalecimiento Institucional para la Calidad de la universidad pública. Este programa señala que las doce universidades públicas más antiguas gestionen un programa de fortalecimiento de la calidad de las universidades nacionales, que muy bien podrá tener el presupuesto de 2,000 millones de soles que está en el presupuesto 2025 y ha estado con distinto montos en diferentes ejercicios presupuestales, sólo que como señalamos, se deriva a un grupo de universidades privadas. Este programa está vigente, pero por razones ideológicas, de sucesivos gobiernos, no lo han querido aplicar.

Para terminar, cuento como anécdota que, en el mes de mayo de 2025, siendo Vicedecano de Investigación y Posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales en San Marcos, recibí la noticia de mi Decano que había necesidad de un nuevo ajuste presupuestal dictaminado por el MEF y dispuesto por la administración de la universidad. Meses más tarde hurgando en los números que les he presentado ahora, encontré que en junio de 2025 el PRONABEC consiguió una ampliación presupuestal de aproximadamente 250 millones de soles. O sea, se le quitó a la universidad pública y se le aumentó a las privadas. No hay nada que hacer, estos privatizadores son insaciables.

*Profesor de sociología de la Universidad Nacional de San Marcos. Analista de La Otra Mirada.

Otra Mirada

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En México, uno de cada tres maestros trabaja en un municipio violento

Por: Laura Poy Solano

La violencia en los entornos escolares “no es un episodio esporádico, hay una continuidad sostenida, por lo menos en los últimos 20 años, que se extiende más allá de Michoacán e incluso de México”, afirmaron especialistas en temas educativos.

En términos generales, señalaron, “uno de cada tres maestros trabaja en escuelas situadas en alguno de los 154 municipios más violentos del país. Esto significa que 32 por ciento de todo el magisterio se enfrenta cotidianamente a problemáticas relacionadas con estos entornos”.

Durante la presentación del libro Ser maestro en los márgenes. Trabajo docente y violencia criminal en la Tierra Caliente de Michoacán, de Alberto Colin Huizar, especialista en socioantropología de la educación, el autor destacó que la violencia criminal está transformando muchas instituciones del Estado, entre ellas la escuela, porque ésta “pierde el sentido social que históricamente había tenido”.

A su vez, Luis Hernández Navarro, especialista en temas educativos y coordinador de Opinión de esta casa editorial, subrayó la importancia de esa investigación, que si bien se concentra en uno de los epicentros de violencia de los grupos delictivos en el país, donde es posible constatar la “imbricación entre esa industria criminal y el Estado mexicano”, en otras regiones, como la frontera entre Chiapas y Guatemala, “podemos encontrar expresiones dramáticas, que ya se anuncian en el libro”.

Las historias narradas por Colin Huizar, profesor del Departamento de Investigación Educativa del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN, aseguró, dan cuentan del impacto de esa condición en el quehacer cotidiano de los docentes, pero también permiten visibilizar que “no estamos ante un Estado fallido. Al contrario, estamos ante una particular relación entre esa industria criminal y los políticos: ni siquiera de un Estado que haya sido capturado por el crimen organizado, sino de políticos que se dejaron capturar”.

La obra, enfatizó, también aborda un aspecto central: “cómo la industria criminal se combina con negocios legales de cuello blanco para lavar dinero y crear una cara ciudadana respetable de los negocios. Un tema central que aborda son los niños y cómo los maestros viven esa violencia en su quehacer cotidiano”.

El trabajo de Colin Huizar, agregó, permite una mirada que abarca no solamente su condición de víctimas, sino también de actores que resisten de muchas maneras, enfatizó Hernández Navarro.

En tanto, Maleli Linares Sánchez, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de Zacatecas, destacó que el libro aborda una experiencia pocas veces investigada, como la labor docente en contextos de violencia, precariedad y abandono institucional.

Es un libro que “incomoda, interpela y al mismo tiempo da esperanza porque muestra cómo, pese al miedo, las maestras y maestros de México son pilares de la resistencia y del cuidado comunitario”.

Escudos docentes

No es un trabajo que se pueda leer a la ligera, explicó, pues desde sus primeras páginas “nos sitúa en escenas que nos muestran la vulnerabilidad de la docencia en territorios como la Tierra Caliente de Michoacán. Son historias que nos hablan de la vida puesta en riesgo, y de la identidad docente como último escudo”.

Nos recuerda, agregó, que la escuela no es un lugar aislado, sino un espacio atravesado por las tensiones sociales por la fragilidad de las instituciones y la violencia cotidiana que no distingue entre patios escolares, plazas públicas o caminos rurales.

“Nos da una mirada de que ser maestro en estos territorios es ejercer una profesión de alto riesgo, que implica amenazas de extorsión, secuestros, desplazamientos y desapariciones, hasta la violencia directa en los cuerpos de quienes enseñan.”

Una de las contribuciones más valiosas del libro, agregó, “es dar nombre y rostro a estas experiencias, sacarlas de las estadísticas frías y presentarlas como historias de carne y hueso”.

https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/10/20/politica/en-el-pais-uno-de-cada-tres-maestros-trabaja-en-un-municipio-violento

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El paro indígena en uno de los países más inequitativos del mundo

Por Juan J. Paz-y-Miño Cepeda

La represión sobre las comunidades indígenas ha resultado inédita en cuatro décadas de gobiernos constitucionales y produjo decenas de heridos y tres personas fallecidas.

Desde mediados de septiembre pasado el movimiento indígena de Ecuador acordó un paro nacional con el propósito de conseguir la derogación del Decreto 126 (13/septiembre), que elevó el precio del diésel de US$ 1,80 a US$ 2,80 el galón, y que fue considerado inflacionario y agravante para la vida de las comunidades indígenas y de la población pobre. A pesar de un “diálogo” inicial con el gobierno el 15 de octubre, la CONAIE y las comunidades han sostenido que continuarán el paro desde sus territorios. Prácticamente durante un mes el país ha vivido una situación crítica y el problema no está solucionado.

El decreto ha sido solamente el motivo desencadenante de una situación que tiene otro fondo causal: la imposición, desde 2017, de un modelo de economía que ha privilegiado a grandes empresarios, que consolidó a un sector oligopólico y oligárquico como hegemónico y que ha sido garantizado a través del control político del Ejecutivo sobre las funciones del Estado y sus principales aparatos, que incluyen fuerzas armadas y policía.

Es cierto que ese “modelo” viene impuesto a través de los compromisos firmados con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el Extended Fund Facility (EFF, 31/mayo/2024) y reforzados en la segunda revisión (18/julio/2025), que todavía tiene que cumplirse, sobre todo en cuanto a privatizaciones y flexibilización laboral (https://t.ly/OXwBt). Pero hay que considerar que en el país las élites empresariales han demostrado una gran capacidad para ajustar el recetario fondomonetarista a sus específicos intereses y más allá de lo previsto.

Además, un gobierno de empresarios no logra comprender la necesidad de contar con el Estado como proveedor de infraestructuras, bienes y servicios públicos en las condiciones de un país con 70% de población desocupada y subocupada, con una “informalidad laboral” de esas dimensiones, salarios bajos, desatención en medicina y educación, seguridad social en riesgo, además de una extensa población pobre y una extrema concentración de la riqueza, que hace del país uno de los primeros más inequitativos del mundo (https://t.ly/EiMby). Creer que la empresa privada y el mercado libre podrán conseguir el desarrollo con bienestar humano es un pensamiento que no se ha aplicado en los Estados Unidos y peor en Europa, que tiene economías sociales. Y si se toma en cuenta exclusivamente a Latinoamérica, el modelo de la “libertad económica” no solo que se ha implantado literalmente a sangre y fuego, sino que no ha funcionado con la dimensión social soñada en ningún país, como lo demuestra Chile, desde la época de Pinochet, Perú o Argentina actual con el presidente Javier Milei, con quien se han afectado las condiciones de vida, trabajo y jubilación de la mayoritaria población, de acuerdo con las estadísticas, estudios e informes internacionales.

En Ecuador, buena parte de los funcionarios del Ejecutivo, comenzando por el jefe de Estado, provienen del empresariado costeño y específicamente de la ciudad de Guayaquil. Desde la presidencia de León Febres Cordero (1984-1988) y sobre todo con su alcaldía en la ciudad (1992-2000), continuada por Jaime Nebot (2000-2019), se edificó un sentido de identidad local muy particular entre el sector privado, pues ha creído que es “exitoso” su modelo de administración pública, que su autoridad empresarial está legitimada por el éxito en la acumulación de riqueza y que su propia historia, interpretada regionalmente, solo refleja la pujanza de una ciudad en la que los indios siempre fueron escasos, incluyendo el presente (https://t.ly/dP8Vk). Esa visión inutiliza a sus élites a comprender el mundo indígena y los valores históricos de la vida comunitaria, la justicia indígena, la cosmovisión ambiental y la territorialidad. En consecuencia, desde el poder, como ya ocurrió con el gobierno de Febres Cordero, el Ejecutivo se articula en torno a la autoridad centralizada, a la que hay que obedecer, pues no admite disidencias ni oposición. Desde luego, es una visión que se vincula a la que tiene el sector oligárquico nacional, que, por tanto, desvaloriza lo popular, considera a los indígenas como una especie de rémora del pasado y es incapaz de entender la lucha social reivindicativa como reacción contra las acciones gubernamentales, la dominación política y contra todo tipo de racismo y clasismo, que forman parte de herencias culturales e históricas que aún no se logran superar en la sociedad.

De otra parte, el movimiento indígena se ha visto limitado por cuanto el paro se concentró solo en ciertas regiones y con epicentro en la provincia de Imbabura, en la que, de acuerdo con los estudios sociológicos sobre el tema, se encuentra una población indígena muy preparada, productiva, con profesionales universitarios y hasta con una verdadera burguesía indígena como la que es notoria en la ciudad de Otavalo, que sufrió la represión.

Las clases dominantes no han podido entender que ya no tratan con indígenas de las haciendas del pasado, sino con comunidades conocedoras y muy claras sobre sus derechos como pueblos y nacionalidades, un tema que tampoco es dimensionado y que incluso no llega a ser admitido como eje de un nuevo Estado nacional. Desde luego, el movimiento indígena despertó el respaldo y solidaridad de amplios sectores principalmente en la Sierra, menor en la Amazonía y escaso en la Costa. Pero no se ha construido todavía un bloque popular orgánico y coordinado, sobre intereses nacionales comunes y no solo particulares al sector indígena. Al mismo tiempo, resulta paradójico que la reacción antigubernamental provenga de poblaciones indígenas que, por no votar por el “correísmo”, dieron su voto a favor de Daniel Noboa, contribuyendo a su triunfo electoral presidencial, algo que se tendrá que examinar al interior del movimiento, si quiere tener salida histórica a favor de sus demandas.

La represión sobre las comunidades indígenas ha resultado inédita en cuatro décadas de gobiernos constitucionales y produjo decenas de heridos y tres personas fallecidas. Las violaciones a los derechos humanos han quedado grabadas en videos que circulan en redes, así como en noticias por medios alternativos. Despertaron la atención de la prensa y los organismos internacionales como Amnistía Internacional, CIDH, Human Rights Watch, Reuters, DW, El País. Esto pone en evidencia que tampoco entre las fuerzas del orden se dimensiona el trasfondo explosivo del deterioro social ocasionado, en tan solo ocho años, por el avance del perverso modelo de la “libertad económica” (https://t.ly/RSsP-).

Como ha sido usual, desde las esferas oficiales se ha tomado un camino propagandístico para enfrentar el paro: vincularlo al “correísmo”, la “violencia” y hasta insinuar que forma parte del “terrorismo” supuestamente movilizado por los “grupos de delincuencia organizada” (https://t.ly/H2cXz). Nuevamente se advierte la incomprensión total de las raíces que provocan el estallido social en el país.

En Ecuador no puede preverse una solución definida para el largo plazo por más que se llegue a un acuerdo entre gobierno y movimiento indígena. Sujeto a las condiciones del FMI y a la voracidad con la que actúa el empresariado oligárquico, no se ve el camino para lograr un progreso económico sistemático, bajo un nuevo rumbo enfocado en lograr el bienestar humano basado en la paz, la seguridad ciudadana, la redistribución de la riqueza y el mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo de los ecuatorianos.

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Educación en el Mundo – Oppenheimer: ¿El fin de los maestros? Las escuelas que enseñan con IA

Oppenheimer: ¿El fin de los maestros? Las escuelas que enseñan con IA

Cuando leí que una red de escuelas “sin maestros” que enseñan principalmente con inteligencia artificial (IA) acaba de abrir sus puertas en Miami, contacté inmediatamente a sus directivos. Tenía curiosidad por saber si estas escuelas son algo revolucionario, o una moda pasajera.

Antes de señalar lo que dicen sus críticos, veamos lo que dicen estas nuevas instituciones educativas, llamadas escuelas Alpha.

Según su portal de internet, son colegios privados de primaria y secundaria donde los niños aprenden competencias básicas como matemáticas y lenguaje en apenas dos horas por las mañanas, y dedican las tardes a talleres donde desarrollan “habilidades para la vida”.

No tienen profesores, sino “guías”, que son adultos que supervisan el aprendizaje con IA e imparten los talleres de oratoria, educación financiera, programación y emprendimiento.

Tasha Arnold, la directora de las escuelas Alpha, me explicó que “los guías no enseñan de la manera tradicional. Usan sus conocimientos de psicología, modelos de motivación y otras herramientas para ayudar a los niños a encontrar su pasión en los talleres”.

Cuando le pregunté cómo pueden los niños aprender matemáticas, inglés y otras materias básicas en solo dos horas al día, me dijo que la IA permite personalizar la educación para cada niño, y eso permite que los alumnos aprendan mucho más rápido.

Además, los niños no pueden estar concentrados más de una o dos horas diarias en estas materias, agregó. Mejor dedicar el resto del día a talleres que enseñan habilidades para la vida, señaló.

Pero si los niños aprenden con IA, ¿no van a copiar y pegar lo que encuentren en ChatGPT?, le pregunté. ¿No vamos a producir jóvenes que no usan la cabeza, y que se volverán cada vez mas bobos?, insistí.

Un estudio reciente de la universidad MIT descubrió que el uso de ChatGPT y otros chatbots probablemente reduzca las habilidades cognitivas de los estudiantes. En otras palabras, el cerebro es como un músculo: si no se usa, se atrofia.

Arnold respondió que las escuelas Alpha no permiten que los estudiantes usen ChatGPT ni ningún otro chatbot, precisamente para evitar que copien y peguen sus respuestas. En cambio, los niños estudian con un programa de aprendizaje de IA especialmente diseñado para las escuelas, que les hace preguntas hasta que dan con las respuestas correctas, explicó.

En cuanto al rendimiento académico de las escuelas Alpha, Arnold me dijo que salen muy bien paradas en las pruebas estandarizadas. Los escépticos advierten que esto podría deberse a que muchos de sus estudiantes provienen de familias adineradas y con un alto nivel educativo. La matrícula de estas escuelas es de 40.000 dólares anuales, o más, dependiendo de la ciudad.

Muchos expertos advierten que, aunque los programas de IA educativa pueden ser excelentes herramientas para ayudar a los niños con sus tareas después de clase, no está comprobado que el método de “aprendizaje en dos horas” funcione.

En primer lugar, puede que funcione para alumnos cuyos padres tienen un alto nivel educativo, y les ayudan con sus tareas escolares. Pero probablemente no funcione tan bien en familias de bajos recursos.

Emiliana Vegas, profesora de educación en Harvard, me comentó que los estudiantes de las escuelas Alpha “son claramente muy diferentes de la mayoría de los niños que van a escuelas públicas”.

En segundo lugar, incluso si los niños reciben clases con programas de IA educativos, si tienen acceso a ChatGPT, van a usar este último.

En tercer lugar, aprender con IA puede aumentar la adicción a las pantallas en los niños y perjudicar su bienestar emocional, dicen varios estudios.

Desde que escribí hace algunos años un libro llamado “Basta de Historias”, sobre las nuevas tendencias en la educación, siempre fui un gran defensor del uso de la tecnología en las aulas. Y lo sigo siendo, pero más cautelosamente.

Me preocupa, entre otras cosas, que las escuelas que enseñan con IA dediquen demasiado tiempo a desarrollar habilidades para el mundo del trabajo, y demasiado poco a enseñar valores morales, empatía y civilidad.

Puede que las escuelas Alfa sean la tendencia del futuro. Pero tenemos que tener cuidado de no terminar produciendo generaciones de jóvenes obsesionados por el éxito económico, desalmados y robóticos.

Fuente: Andres Oppenheimer / elnuevoherald.com

Fuente de la Información: https://www.redem.org/oppenheimer-el-fin-de-los-maestros-las-escuelas-que-ensenan-con-ia/

 

 

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