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The World Will Change? Yeah Right

By:  Ilka Oliva Corado

 

Translated  by Katrina Hassan

We see the calamity and shamelessness, the same as we have witnessed many other times. What has this time of pandemic taught us? Nothing. Of all the lessons to learn, we chose not to learn any of them. You say the world will change  after this? Yeah right!  That people will become more humane? Not that either. We are the predator species. We eat each other without squeamishness, without respite, the law of the strongest, meanest, and the biggest scoundrel. It’s just as it always is, everyday. We don’t even flinch to others’ pain and we encourage the disdain from those squads of criminals we choose as governors.

What good are lectures, books on shelves, in our home libraries,  university titles on display when people that help out those in need are the ones who have had the least opportunities? With or without the pandemic, they are the ones that keep putting their hands in the fire.

They are the type of people that instead of giving their food a bite, they give that bite to someone else. They donate their harvest. Yes, they are the farmers. We praise the educated and make them feel famous. Wow, such an intellectual, what a good lecturer, film maker, artist, singer, public speaker, great thinker! Hats off !! The farmers, put their hands in the fire, while the artists and great thinkers come and go with their fancy words and their flowery carpets. No more! All this for the same little world that mingles with those that constantly compliment each other. The people who work all day in the sun, outdoors, hauling water, are the ones who value a loaf of bread, in times of hunger and necessity.

Ah yes, there are experts and specialists taking advantage of others’ misery to make personal gains. They give conferences about subjects such as humanities, songs, poems, sculptures, books, movies, documentaries at the expense of those who clamoured for help and they chose not to see. They are incapable of raising their voice like an everyday citizen, indignant to the terrible treatment of their government.

As an example we have a massive amount of images of policemen in Latin America violating citizens that have to break quarantine to feed themselves. Thousands of people taking to the streets with red or white flags, asking for help with medicine or food. The working class has always been exploited and has always suffered. They live day to day and without a single penny saved. It must be nice to be all comfy at home and to tell people “you must stay home.” Where are all the great thinkers, the university graduates? Where are the artists demanding that the government responds like they should to the collective need for the most underprivileged?

Now that the shit has hit the fan, the ones helping out are the ones that we always reject. The exploited, the illiterate, the plagued, the ignorant, the off cast ones. Crises always show the best and the worst in all of humanity. If we have humility to observe properly, the people that give, are quiet. Their hand will stay down, no fuss will be made and no recognition is needed. These are the people that know what time it is just by looking at the sun or by the noise of nocturnal animals.

We should have more humility and balls to recognize those that have been carrying the world on their shoulders since time immemorial. We should leave all the fuss of titles, books read, artist and intellectual meetings, because in a life or death situations, those things are worthless. Those essential workers, are the people that have kept this planet breathing.

What will change after this? Bah! Only kicks in the butt my grand uncle Lilo would say; a farmer.

 Source:   https://cronicasdeunainquilina.com

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Programa Sectorial de Educación: ¿qué hay de nuevo?

El pasado 6 de este mes, la SEP publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el Programa Sectorial de Educación 2020-2024.(1) Un documento que, de acuerdo con la Ley de Planeación, debería de entregarse a tiempo y armonizarse con el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 (publicado en el DOF el 12 de julio de 2019). Un primer comentario sobre el programa sectorial que ahora comento, consiste en anotar que este es un texto que se da a conocer de manera tardía (un año y medio después de que AMLO asumiera el poder), a pesar de que está dentro de los márgenes temporales que establece la ley respectiva.

¿Qué tiene de nuevo el actual Programa Sectorial de Educación (PSE) al compararlo con el anterior (2013-2018)?(2)

a) El contexto: Me parece que la ubicación del recién publicado programa sectorial en materia educativa tiene su contexto en las reformas al texto Constitucional de 2019, específicamente el Artículo 3º. Así lo establece la autoridad educativa federal en el documento que analizamos hoy: “La definición de los objetivos y estrategias prioritarias del PSE 2020-2024, así como las acciones puntuales para su logro, tiene como referente la Reforma Constitucional en materia educativa que se publicó en el DOF el 15 de mayo de 2019, así como el contenido de la Ley General de Educación, la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, y la Ley Reglamentaria del artículo 3o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de Mejora Continua de la Educación; cuyo propósito común es garantizar el derecho a la educación de excelencia con inclusión y equidad”.

Esto, aparte del análisis que habrá de incluirse y considerarse en términos del cambio de gobierno que se inició el 1 de diciembre de 2018, como producto de la histórica votación del 1 de julio de ese mismo año, en que Andrés Manuel López Obrador obtuvo la mayoría absoluta al término de la jornada electoral constitucional de ese año (alrededor del 53 por ciento de votos del padrón electoral: más de 30 millones de votos a su favor). Las intencionalidades, los contenidos del discurso y las finalidades del nuevo gobierno de la “4T”, son parte constitutiva de ese contexto.

b) El contenido del PSE. Esto afirma la autoridad educativa federal con respecto a las orientaciones del contenido discursivo del propio programa, que en esencia se fundamenta en un marco normativo de reciente creación o actualización: “Asimismo, el PSE 2020-2024 responde a las disposiciones normativas aplicables y distintos ordenamientos como la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes; la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas; la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad; la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres; y la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia; entre otros… El PSE 2020-2024 está basado en los derechos que reconoce la CPEUM. Entre ellos destacan el derecho a la no discriminación (artículo 1o.); el derecho a la educación y el derecho a gozar de los beneficios del desarrollo de la ciencia y la innovación tecnológica (artículo 3o.); el derecho al acceso a la cultura y el derecho a la cultura física y a la práctica del deporte (artículo 4o.); el derecho de acceso a las tecnologías de la información y comunicación (artículo 6o.); así como el derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión (artículo 24)”.

c) Las limitaciones: Entre las limitaciones que tiene, de entrada, y que observará durante su aplicación este PSE, es que el país se encuentra en una situación económica precaria (con y sin pandemia de coronavirus); con rasgos de insuficiencia presupuestal y con la reiterada adopción de medidas restrictivas, en el financiamiento público, por parte del gobierno federal y los gobiernos estatales. Habrá que estar atentos a los recortes presupuestales y a las medidas de la “austeridad republicana” (casi franciscana) que ha adoptado durante estos 18 meses el gobierno de la “4T”. ¿Continuará la misma dinámica? ¿Cómo afectará esa política restrictiva a las acciones establecidas en el programa?

d) Hay otros aspectos que requieren mayor análisis, imprimir más profundidad reflexiva y promover la discusión continua y abierta con la sociedad; es decir, con los docentes, directivos escolares, con estudiantes y sus familias, y con las y los trabajadores de la educación en general. Así como con los diversos grupos de académicos, investigadores del campo educativo y representantes de los sectores de la sociedad civil que están interesados en participar en la construcción del proyecto educativo nacional, desde sus diferentes tribunas e intereses.

Estos serían algunos de esos “otros aspectos” a analizar:

1. Discutir el concepto de “calidad” de la educación. Como lo he expresado en otros momentos, en este punto se trata de profundizar en el análisis de dicho concepto, de enmarcarlo, contextualizarlo, situarlo, no tirarlo al bote de la basura. Así lo plantea la autoridad educativa federal en el PSE 20-24: “Adicionalmente, la educación de calidad es uno de los 17 objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada en 2015 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, como una hoja de ruta transformadora para la humanidad con la promesa de no dejar a nadie atrás. Como parte integral del compromiso adquirido por el Estado mexicano, el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4) Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos, orienta la acción que plantea el Programa Sectorial de Educación 2020-2024”.

Este no es precisamente un abordaje nuevo. No por lo menos si lo comparamos con las líneas principales del discurso del PSE 2013-2018.

2. Revisar a fondo la mención al problema de la “corrupción”. Para ello el sistema educativo nacional, sobre todo autoridades y líderes sindicales, deberá de mirarse en el espejo: “La corrupción ha sido un lastre histórico para el desarrollo del país, situación que afecta, en mayor o menor medida, todas las esferas de la vida pública nacional y a toda la ciudadanía. En el sector educativo, el problema tiene diversas expresiones y la lista es larga: escuelas ficticias, diplomas falsos, carencia de manuales escolares, discrecionalidad en el otorgamiento de becas, venta de plazas, irregularidades en el ejercicio del gasto público y licitaciones a modo, por mencionar algunas. En cualquiera de sus manifestaciones, la corrupción afecta la calidad de la educación que reciben las niñas, niños, adolescentes y jóvenes en México, con mayor impacto en aquellos que más la necesitan”.

¿Qué medidas se adoptarán y cómo se dará seguimiento a ello a efecto de combatir la “corrupción al interior del sistema educativo”? Cuestión que incluye las prácticas clientelares, corporativistas y de cooptación que llevan a cabo las autoridades educativas federales y estatales, así como dirigentes sindicales.

3. Conectado con el tema de la “corrupción”, la autoridad educativa federal propone la siguiente línea de acción general: “Por lo que se refiere a atajar las causas fundamentales, la Nueva Escuela Mexicana sentará las bases para la regeneración moral del país, a partir de una orientación integral basada en valores como la honestidad, honradez, ética, libertad y confianza, principios rectores del PND 2019-2024. En este sentido, se impulsará una educación de excelencia para formar mexicanas y mexicanos incorruptibles, responsables, con sentido comunitario y de solidaridad, conciencia ambiental, respeto por la diversidad cultural y un profundo amor por la Patria”.

¿Un nuevo programa de “renovación moral de la sociedad” está en puerta a través de la confusa noción de “Nueva Escuela Mexicana”?

4. Por último, como punto principal que observo (para analizar) acerca de lo nuevo de este PSE, se encuentra el asunto de la ‘Equidad’: “…la equidad debe ser el eje ordenador de la acción educativa, es urgente poner el sistema educativo al servicio de todas las niñas, niños, adolescentes y jóvenes del país para garantizar aprendizajes significativos y permanentes. Con el propósito de no dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera, el gobierno de la Cuarta Transformación no escatimará esfuerzos ni recursos para garantizar la igualdad de oportunidades educativas, situación que en un país plagado de inequidades implica adoptar la consigna por el bien de todos, primero los pobres, así como luchar contra todas las formas de discriminación”.

Punto central del PSE 20-24: “…la política educativa de la presente administración se articulará en torno a seis prioridades, a saber: Educación para todas y todos, sin dejar a nadie atrás; Educación de excelencia para aprendizajes significativos; Maestras y maestros como agentes de la transformación educativa; Entornos educativos dignos y sana convivencia; Deporte para todas y todos; y Rectoría del Estado en la educación y consenso social”.

Comentario final: La conformación de una política pública educativa no podría avanzar ni sostenerse sin la participación de los actores principales: docentes, directivos escolares, asesores técnicos, las y los estudiantes y sus familias, y demás profesionales de la educación que participan cotidianamente en el desarrollo del hecho educativo (más allá de la “escolarización”). La confección de las políticas públicas en este campo o sector, por lo tanto, requieren de la más amplia participación de las comunidades educativas, en su amplitud y diversidad, desde abajo, pues de lo contrario un programa como el que ahora comento corre el riesgo de convertirse, tristemente, en letra muerta.

Fuente consultada:

http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5596202&fecha=06/07/2020

Nota: El PSE 2013-2018 se publicó el 13 de diciembre de 2013, un año después de que asumiera la titularidad del Poder Ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto.

Fuente:  https://www.sdpnoticias.com/columnas/programa-sectorial-de-educacion-que-hay-de-nuevo.html

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Tumbar estatuas de racistas en Estados Unidos: re-escribir la historia

Por:  Pietro Ameglio

 

En el artículo anterior reflexionábamos acerca de la originalidad y radicalidad en el terreno de las acciones de lucha social -y no sólo de solidaridad con víctimas- que se estaba dando en las masivas movilizaciones sociales noviolentas de Estados Unidos, a raíz del brutal y aún impune asesinato del Sr. George Floyd, por el trabajo conjunto de 4 policías de Minneapolis el 25 de mayo pasado. Apuntábamos que una de las acciones que más nos habían emocionado y mostrado de que la radicalidad iba ‘a fondo’ hacia los actores e instituciones -por la elección de atacar clara y directamente a sus símbolos principales- era la quema de patrullas y un cuartel de policía de esa misma ciudad. Advertíamos de no pre-juzgar esas acciones desde la mirada hacia los instrumentos usados -armas de fuego- sino hacia el objeto material y simbólico atacado, con el fin de señalar con toda precisión lo que debe ser destruido y cambiado de raíz, hasta reducirlo en cenizas. En el tiempo inmediato posterior se confirmó esta hipótesis de radicalidad, de que se trataba de acciones noviolentas en la línea del sabotaje, sin ningún afán de venganza hacia personas con uniforme, y que la lucha no iba a seguir con ese tipo de acciones que corrían el riesgo de atemorizar a la población y evitar la suma masiva indispensable para las movilizaciones. La prueba estuvo en el carácter totalmente noviolento de las incesantes manifestaciones diarias que siguieron en numerosos puntos del país, en cómo la gente entendió bien el mensaje y no ha parado de integrarse, y en que los cambios más profundos promovidos por las organizaciones agrupadas alrededor del Black Lives Matter han apuntado a modificaciones lo más concretas y de fondo posibles: en los sistemas, presupuestos, entrenamientos y lógicas policiales. Asimismo, otro aspecto muy interesante y ejemplificante de este movimiento es su capacidad para desarrollar formas de liderazgo colectivas, inclusivas, donde la organización está por encima de cualquier protagonismo o mesianismo público individual.

Desobediencia Civil contra el racismo y la esclavitud

Se han intensificado en este proceso una enorme cantidad de acciones de construcción de paz y noviolencia, y proponemos aquí reflexionar un par, una de desobediencia civil y la otra de no-cooperación. Si estamos a favor, desde la mirada noviolenta, de quemar patrullas y cuarteles en la ciudad del infame asesinato, imaginémonos cómo no estarlo en la destrucción de estatuas de figuras históricas inmorales en sus acciones racistas y explotadoras. Se han desatado en algunas ciudades europeas, australianas, neozelandesas y de EU una serie de investigaciones populares acerca de figuras históricas que tenían estatuas y que habían sido manifiestamente racistas, esclavistas o “colonialistas genocidas”. Así, cada día se han tumbado y siguen tumbándose o quemándose monumentos o estatuas de todo tipo de personajes con algunas características de este tipo en sus vidas o en periodos de sus vidas -por ejemplo racistas, colonialistas, esclavistas, imperialistas. conquistadores, genocidas…- como George Washington, Robert Lee, Albert Pike, Andrew Jackson, Junípero Serra, Cristóbal Colón, Juan de Oñate, el rey Leopoldo II de Bélgica, Thomas Picton, Henry Dundas, John Calhoun, Cecil Rhodes, Piet Hein, Witte de With, Hans Egede, Edward Colston, Winston Churchill …y hasta fue destruido un poste de flagelación en Delaware. Tan sólo en Inglaterra, por ejemplo, se han identificado unas 80 estatuas más y seguro irán por ellas…

No se trata, por otro lado, de un hecho novedoso en la historia, recordamos la estatua de Lenin tumbada en Berlín y en Moscú en 1989 con la caída del Muro y en Kiev (Ucrania) en diciembre del 2013; la de Sadam Hussein en Bagdad en abril del 2003; la de Colón el 12 de octubre de 1992 por indígenas chiapanecos en San Cristóbal de las Casas, en un preámbulo del levantamiento zapatistas del 94.

Profundicemos en la caracterización de esta acción, a partir de un diálogo imaginario. ¿Destruir estatuas o monumentos es un acto de desobediencia civil? Claro que sí, porque están colocadas allí según una ley y reglamentación del orden público, porque representan a los poderes y a la autoridad en el imaginario social. Entonces, ¿la desobediencia civil va contra el orden público y la democracia? No. ¿Por qué no, si destruye una estatua pública legal? A esta pregunta se podría responder con otra pregunta: ¿Y si la estatua es de un racista esclavista: es injusto, ilegal e ilegítimo destruirla, quisiera usted que sus hijos la reverenciaran como modelo de vida a seguir? Pero, ¿destruir la estatua de un racista no es un acto vandálico (con el perdón hacia el pueblo bárbaro vándalo)? No, es un acto de desobediencia civil que ayuda a humanizar la vida pública, que “ordena” el orden social. ¿Y de qué tipo de desobediencia civil se tarta? Es “defensiva” porque se hace por “objeción de conciencia” individual, en este caso contra un “héroe inmoral”; y “ofensiva” porque ataca legítimamente un símbolo inmoral del poder (M. Randle).

De aquí se desprende, que no toda ley u ordenamiento público son legítimos y éticamente correctos y, bien decía Gandhi: “es un deber de conciencia desobedecer a esas leyes injustas”. Tomar conciencia de esta sencilla verdad histórica, corroborada hasta la saciedad en todas las sociedades mundiales, ha sido la piedra angular de los mayores avances en la humanización de nuestra especie, y es también uno de los mayores “obstáculos intelectuales, epistémicos y morales” que tiene la inmensa mayoría de la población mundial para avanzar en el cambio social. Sin crear una “ruptura” ante este obstáculo no es posible pedirle a nadie que participe en acciones de la desobediencia civil, e incluso en las de no-cooperación. Se trata, además, de una de las principales consignas y prácticas de la noviolencia y la construcción de paz: la desobediencia debida a toda orden inhumana (J.C.Marín).

¿Hacia una nueva reinterpretación pública de la historia?

Creemos que la acción es más profunda que la quema de símbolos públicos inmorales, algo ya fundamental, porque en el fondo se está proponiendo una nueva re-lectura de la historia local, nacional y mundial, a partir de enfoques decolonizadores, no racistas ni eurocéntricos. Este fenómeno se está dando desde hace tiempo en muchos espacios mundiales, populares y de academias científicas, y tiene que ver también con la búsqueda de rigor histórico -tan imprescindible para la construcción de la paz y la democracia, para el pensamiento autónomo-, y con la apropiación social de los espacios públicos. Es así también una reivindicación del papel fundamental que tiene en una sociedad la recuperación y dignificación de su memoria y verdad histórica, desde la búsqueda lo más posible de objetividad en sus hechos y actores sociales, y no como la reafirmación de una ideología del poder dominante. Una historia reconstruida “desde abajo” y desde el pensamiento crítico, desde las reivindicaciones de las luchas más justicieras y libertarias, como paradigmas de la dignidad individual, social y nacional.

En futuro, ¿seguirá destruir monumentos a genocidas de indígenas en toda América? ¿renombrar calles, plazas y lugares emblemáticos? ¿construir monumentos a luchadores sociales con ideales y vida dignos? ¿Reescribir los libros de texto de las escuelas con estas nuevas interpretaciones históricas objetivadas en hechos reales y valores dignos para nuestra humanización? Esta sí sería una verdadera tarea de educación, cultura y construcción colectiva de paz.

Ha habido también, en esta nueva línea de resignificación colectiva e histórica material y simbólica del espacio público, muchos grafitis, murales, pintas con “héroes populares” que lucharon por la justicia y la paz, y de víctimas de la violencia. Un ejemplo destacado es la inmensa pintura a gran escala de Breonna Taylor, en medio de un parque en Annapolis (Maryland), quien fue asesinada en su departamento por disparos de policías locales en una redada antidrogas.

A su vez, en México, justamente la semana pasada, se dio un hecho del gobierno en esta misma línea de reinterpretación crítica de la historia, al declararse oficialmente la “caída” de la “verdad histórica” impulsada por el anterior gobierno, sobre la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en Iguala la noche del 26 al 27 de septiembre del 2014. Y se ha presentado una evidencia del ADN del joven Alfonso Rodríguez Telumbre, encontrada en un lugar diferente a donde se sostenía que habían sido quemados los estudiantes. La lucha de los padres y madres de los 43, y todas las organizaciones y personas solidarias después de tantos años de “firmeza permanente”, ha rendido un fruto que parece ser importante, pues el gobierno reconoce que tiene pruebas mucho más concretas y certeras sobre el destino de los 43 jóvenes, que contradicen totalmente la versión oficial en el gobierno de Peña Nieto. Parecería abrirse camino una esperanza concreta de verdad, justicia, reparación y no repetición.

En el otro bando de esta disputa por el poder y la historia, Trump en su discurso del día de la Independencia (4 de julio) en el simbólico Monte Rushmore, territorio sagrado despojado a las comunidades indígenas nativas, delante de los “héroes” nacionales esculpidos en la montaña, incitó al nacionalismo y la división, acusando a quienes atacan a las estatuas como “difamadores de nuestros héroes…destructores de nuestra herencia”. Y agregando: “Nuestra nación es testigo de una despiadada campaña para aniquilar nuestra historia, difamar nuestros héroes, borrar nuestros valores y adoctrinar a nuestros niños”. Para finalizar añadió que: “Turbas coléricas están intentando derribar las estatuas de nuestros fundadores, desfigurar nuestros más sagrados memoriales y desatar una ola de crímenes violentos en nuestras ciudades”. ¡Acusando de esta manera inmoral e increíblemente al movimiento Black Lives Matter de ser un enemigo público de la nación!

Se busca así llevar la lucha por la reelección, a una disputa por la interpretación histórica de la nación, nosotros los buenos contra los violentos y antipatriotas. En una postura completamente “antihistórica”, porque sólo dedicó segundos a la pandemia en el país con más muertos (130 mil) e infectados (2.7 millones) del mundo, rodeado de una multitud sin máscaras ni medidas mínimas de sana distancia. ¿Está más preocupado por los cuerpos de metal que por los cuerpos de carne y hueso? ¿las estatuas antes que los humanos?

¿Boicot entre trasnacionales?

La otra acción que nos parece interesante de reflexionar es sobre la No-Cooperación: el creciente boicot publicitario de más de 530 empresas la semana pasada -algunas verdaderos gigantes: Ford, Coca Cola, Levi´s, Adidas, Verizon, Starbucks- a Facebook (FB) e Instagram para la eliminación en su plataforma de los discursos de odio, discriminación y racismo. Esta campaña llamada “#Stop Hate for Profit” (Alto a las ganancias por el odio o Alto al odio por las ganancias), surgió a raíz del asesinato de George Floyd, ante los mensajes virulentos de odio que Trump subió a esa red contra las protestas, y contra los cuales no se hizo nada por parte de la empresa y su dueño Mark Zuckerberg.

Ante ello, un grupo creciente de empresas, con todo tipo de poder económico, decidió retirar sus anuncios de esa red durante todo julio, esperando que FB tome “medidas significativas” contra todos los grupos que promueven esas violencias. Como todo boicot, el plazo está marcado para que el adversario a quien se dirige la acción cumpla con las demandas requeridas, y si no lo hace entonces se abre la posibilidad de prolongar por tiempo indefinido la acción hasta lograr el objetivo.

Es claro que una compañía con más de 8 millones de anunciantes, no entrará en crisis económica por el retiro de 530 durante un mes, sin embargo la lectura debe hacerse más allá del análisis económico: toda lucha social tiene su primer terreno de confrontación en la “impugnación moral”, esa es la primera batalla decisiva a ganar para acumular fuerza moral, legitimidad. Y hacia allí apunta la acción de estas empresas: atacar la fuerza moral y legitimidad de FB, que es un activo fundamental.

No estamos acostumbrados a que estas empresas tan capitalistas y parte del sistema opresor, realicen boicots entre sí, y vemos entonces a qué grado han llegado las actuales movilizaciones, presión política y fuerza moral de Black Lives Matter y muchísimos más. Pero además resulta muy interesante el tipo de acción de lucha que han emprendido, a partir de su lenguaje común con el hoy adversario, y ayer y mañana socio: el dinero.

Tampoco estamos habituados a que este tipo de empresas trasnacionales tengan grandes disputas éticas entre sí y con la sociedad. En este caso, han decidido decir un “¡ya basta!” ellas también, colocando una barrera en su “frontera moral” más allá de la cual no están dispuestas a dejar avanzar el racismo, el odio y la discriminación. Es un tipo de acción (la no-cooperación) que deberíamos ejercer social e individualmente con mucha más frecuencia e intensidad todas y todos, como forma de concientizarnos y evidenciar dónde radica el verdadero poder social.

Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/tumbar-estatuas-de-racistas-en-estados-unidos-re-escribir-la-historia/

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¿Un futuro social-ecológico? Las alianzas verdes-rosas-rojas en las elecciones francesas

Por: Eduardo Febbro

 

Los ecologistas, aliados con socialistas, comunistas y otras expresiones de la izquierda, lograron importantes victorias en la segunda vuelta de las elecciones municipales francesas. La pandemia de covid-19 actualizó muchas de las temáticas que ya estaban sobre la mesa, y el discurso verde capturó sobre todo el apoyo de sectores urbanos y juveniles de grandes ciudades.

Llegaron en bicicleta a la cima del poder municipal mediante una serie de pactos múltiples con las corrientes de la izquierda que empezaron a gestarse a finales de 2019, durante las manifestaciones en contra de la reforma de las jubilaciones, y se reforzaron a lo largo de los meses del confinamiento instaurado para combatir la pandemia de covid-19.

El pasado 28 de junio, al cabo de la segunda vuelta de las elecciones municipales, los ecologistas franceses fueron protagonistas de una consulta con varias connotaciones históricas: primero, hubo una altísima abstención de 60% del electorado; segundo, Europa Ecología los Verdes (EELV) y sus aliados de la izquierda y de los movimientos ciudadanos ganaron ciudades que, hasta ese momento, habían estado cautivas de la bipolaridad izquierda-derecha o directamente de la derecha: es el caso de la segunda ciudad de Francia, Marsella (860.000 habitantes), controlada por la derecha desde hace un cuarto de siglo y ganada ahora por Michèle Rubirola, al frente de la lista La Primavera Marsellesa; de Lyon, la tercera ciudad del país (550.000 habitantes) y, sobre todo, de Burdeos (259.000 habitantes). La capital de la Gironda es la perla de la nobleza, el bastión más arraigado de la aristocracia vitivinícola, y llevaba 75 años bajo el poder de conservadores y liberales. La alianza verde-rosa-rojo-ciudadana liderada por el abogado Pierre Hurmic desplazó a un candidato conservador respaldado por el macronismo y la derecha del ex-presidente Nicolas Sarkozy. En Lyon ocurrió lo mismo: las listas de la izquierda radical de Francia Insumisa y la de los socialistas se fusionaron con los verdes conducidos por Grégory Doucet y así vencieron a la derecha, que había forjado una alianza «antinatural» entre Gerard Collomb, ex-socialista y ministro del Interior del presidente Macron, y los conservadores del partido sarkozista Los Republicanos.

Esos esquemas se repitieron en Estrasburgo, Potiers, Annecy, Tours y Besançon (8 de las 40 ciudades con más de 100.000 habitantes) y en otras localidades pequeñas, lo que dejó a los verdes y a sus socios al timón local de más de dos millones de personas (9% del electorado). París tampoco fue ajena a esta tendencia. La alcaldesa de la capital francesa, la socialista Anne Hidalgo, revalidó su mandato ante la candidata de la derecha, Rachida Dati, y la ex-ministra de Salud de Macron, Agnès Buzyn, mediante una coalición con los ecologistas.

El batacazo de los ecologistas franceses contribuye a incrementar el peso político de esa corriente, que ya había modificado las relaciones de fuerzas en otros países de la Unión Europea y fuera de ella. Es el caso de Alemania, Bélgica, los Países Bajos, Luxemburgo, Austria, Suiza, Suecia o Finlandia. La posibilidad de que se forme un «arco verde» entre los dos países que son el motor de la Unión Europea, Francia y Alemania, empieza a tomar cuerpo, tanto más cuanto que las elecciones alemanas se celebrarán en 2021 y las presidenciales francesas, en 2022.

El momento es clave, porque el ecologismo europeo despega justo cuando este 1° de julio Alemania asume la presidencia de la Unión Europea y los ciudadanos manifiestan un vuelco en sus tendencias. Las encuestas de opinión revelan que la ecología supera incluso a temas como la inmigración. La ministra alemana de Medio Ambiente, Svenja Schulze, difundió un sondeo donde 50% de la opinión pública de su país pone la política climática por encima de los estragos del coronavirus, las cuestiones migratorias y económicas o la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea.

La irrupción ecologista ha sido también una tabla de salvación para la moribunda socialdemocracia. En Francia, los socialistas adaptaron su retórica a la demanda verde y, allí donde fue posible, se asociaron con el ecologismo para no morir. La etiqueta «ecologista» es objeto de una apropiación de todos los partidos. La consulta municipal fue la primera que se llevó a cabo en un país central de la Unión Europea luego de la pandemia. Esta elección post-confinamiento prueba que el virus ha tenido una primera traducción electoral. El director del departamento Opinión de la consultora IFOP, Jérôme Fourquet, observa que «el modelo con que se leyó la epidemia fue la ecología, con muchos cuestionamientos sobre nuestros modos de vida y de consumo».

Sarcasmos, agresiones retóricas de mal gusto, calificaciones como «utopistas irresponsables» o advertencias sobre la «ecología punitiva» no disuadieron al electorado. En los años 90, el fundador de la extrema derecha francesa, Jean Marie Le Pen, los retrataba como «sandías», es decir, verdes por fuera y rojos por dentro. Durante la campaña de 2020, sus adversarios los apodaron los «Jemeres verdes», en alusión al régimen genocida camboyano de Pol Pot. La fórmula verde-rosa-roja-ciudadana innovó también en la posición privilegiada de las mujeres en las listas. Estrasburgo, Rennes, Besançon, Nantes, Marsella, París, Potiers o Lile están ya dirigidas por mujeres.

El fruto llegó a su madurez con la combinación de dos ingredientes internos al movimiento ecologista: a los militantes de los años 90, como el ahora alcalde de Burdeos, se les sumó la generación más joven del siglo XXI, en muchos casos decepcionada por el Partido Socialista y sus esperpénticas ambigüedades, y oriunda a menudo de la militancia en las ONG humanitarias o de defensa del medio ambiente (Gregory Doucet en Lyon, Jeanne Barseghian en Estrasburgo, entre tantos otros). Tienen un enfoque más igualitario y, sobre todo, menos corrompido por los engranajes partidarios.

El impacto del voto verde tiene otra variante a veces invisible, pero no menos importante: allí donde no ganó, la ecología fue una fuerza decisiva en la victoria de los candidatos de izquierda o socialistas. Un ejemplo es la ciudad de Montpellier, donde el socialista Michaël Delafosse se puso al frente de una lista compuesta por socialistas, comunistas y verdes.

El dirigente verde Yannick Jadot defiende un objetivo común para todos los mandatos municipales: «demostrar que la ecología en el poder es eficaz para la vida concreta de los franceses». El objetivo verde cumplió una etapa y anhela pesar más en las próximas elecciones. Jadot asegura que «de cara al futuro, aún debemos ampliar el círculo, ir desde la generación clima hasta los empresarios que invierten masivamente en la ecología. Es preciso lanzar una vasta unión en torno de la ecología de todas las fuerzas de la izquierda que lo desean y, más allá, de todos los ciudadanos que se reconocen en esta nueva matriz política». Los verdes venían con una dinámica positiva desde las elecciones europeas de 2019, donde quedaron en tercera posición con 13,47% de los votos, detrás del partido presidencial La República en Marcha (LREM), con 22,41%, y la extrema derecha del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, con 23,31%.

Ese éxito terminó por remodelar y disciplinar a un partido que ya había iniciado una etapa de apaciguamiento en 2017. Hasta ese entonces, la ecología tenía una pátina adolescente tanto más manifiesta cuanto que sus líderes se comportaban en público como niños rabiosos. Peleas, odios, traiciones, divisiones y cóleras habían alimentado la crónica política del partido. Julio de 2020 trazó una línea sólida de lucidez. El poder está entre sus manos con perspectivas muy alentadoras hacia el futuro. Julien Bayou, secretario nacional de EELV, observaba que estas «nuevas victorias le permiten a la ecología arraigarse durablemente en los territorios, en varias ciudades y grandes metrópolis, pero también en los barrios populares donde la ecología no tiene eco». A veces, una dinámica de transformación suele tener consecuencias colaterales que exceden el terreno de lo que está en juego. Este ha sido el caso.

David Corman, ex-líder de los ecologistas, dirige su reflexión en esa dirección: «salimos de nuestra zona de confort, somos capaces de ganar en los bastiones de la izquierda (Potiers) y también ser una fuerza de propulsión para derrotar a LR y LRM (la derecha y el macronismo), como en Burdeos y Lyon. Nos hemos convertido en un valor de refugio para los electores que rompieron con Macron, pero también del electorado de izquierda que constata que el relato clásico de la socialdemocracia es obsoleto. Nuestro relato se impone al de la izquierda productivista». El análisis es pertinente porque los resultados de la elección arrojan una radiografía en la que sobresale la redistribución de los equilibrios en el seno de la izquierda. El Partido Comunista perdió prácticamente todos los bastiones que controlaba en los barrios populares desde hace más de medio siglo (Saint-Denis, Aubervilliers, Choisy-le-Roi, Champigny-sur-Marne, Arles). A su vez, la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon, Francia Insumisa, fue la gran ausente y, salvo un par de casos, los socialistas permanecen en la bruma. Con un aparato reducido (EELV tiene apenas cuatro empleados), el ecologismo impuso sus temáticas y ascendió al rango de ímpetu motor. No hay en este momento controversia entre el PS y EELV. Los debilitados socialistas adelantan que están abiertos a respaldar «a quien encarne la social-ecología» (Olivier Faure, primer secretario del PS). Ambos entendieron que juntos son sinónimo de victoria. Yannick Jadot analiza: «la alternancia no se hace en competencia con el PS, sino en torno de la ecología. Allí donde ganamos fue con amplias uniones, con proyectos que tienen tres pies: la ecología, la solidaridad y la democracia». Los verdes permanecen modestos y alegan que no es su partido lo que cuenta, sino la ecología. La número dos de EELV, Sandra Regol, apuesta por esa dinámica cuando afirma: «en adelante, la división política pasa por el paradigma ecologista».

Aquellos jóvenes «inmaduros», en bicicleta, aquellos «jardineros utopistas» trastornaron la composición del atorado régimen político francés. La última vez que tuvieron alguna incidencia remonta a finales de los años 90. En 1997, cuando el socialista Lionel Jospin fue primer ministro, se formó una alianza conocida con el seductor sello de «izquierda plural» o «izquierda arcoíris» donde figuraban los ecologistas. Luego, ya nunca más consiguieron pisar fuerte. Recién en 2014, en las precedentes elecciones municipales, sembraron las semillas de la que saldría la selva de 2020. Sorpresivamente, el candidato ecologista Eric Piolle ganó la intendencia de la ciudad de Grenoble (170.000 habitantes) en 2014 con un modelo semejante al de 2020: alianza con el Partido de Izquierda, Los Alternativos, La Izquierda Anticapitalista y algunas asociaciones locales (lista Grenoble para Todos). En aquel momento fue el primero y único dirigente ecologista al mando de una gran ciudad francesa y se fue convirtiendo poco a poco en la figura de un pensamiento ecologista renovado. Su credo es el esbozo de un «arco humanista» capaz de abarcar a todas las izquierdas.

Piolle ha estado entre los pesos pesados del ecologismo y la izquierda que, en plena pandemia, empezaron a moverse para configurar un abanico de alianzas añorado pero jamás plasmado antes. El 14 de mayo, cuando los estragos del sismo social, financiero y sanitario que había desencadenado la pandemia dejaron al país y al mundo en la incertidumbre, sindicalistas, lideres ecologistas, comunistas, socialistas, movimientos anticapitalistas, ex-ministros y hasta economistas como Thomas Piketty publicaron una tribuna en la prensa francesa interpelando a afianzar una honda transformación ecológica y social, así como la edificación de una plataforma plural para salir de la crisis. En aquel texto ya había signos de un cambio. Palabras borradas del vocabulario como «trabajador» (reemplazado por asalariado) volvieron a circular. El texto era una síntesis del ecologismo, de lo que le había dado sentido al progresismo y de las contribuciones de las asociaciones civiles. Durante los 55 días del confinamiento, ecologistas, socialistas, sindicalistas comunistas y otros partidos de izquierda empezaron a tejer la posibilidad de una convergencia en las urnas. Zoom o WhatsApp fueron el soporte de un diálogo que apuntó a configurar el mundo pospandemia. A su manera paradójica, el coronavirus curó las heridas de las divisiones. Había, no obstante, un puente tendido entre la Confederación General del Trabajo (CGT) y los ecologistas.

En diciembre de 2019, en medio de las huelgas contra la reforma del sistema de pensiones, la CGT y los ecologistas emprendieron una reflexión conjunta que más tarde se traduciría en las urnas. La pandemia sirvió también como manual pedagógico real para resaltar que la ecología, la igualdad, la solidaridad, los servicios públicos, la atención al prójimo y los salarios no eran discursos desteñidos del pasado, sino una necesidad renovada. El coronavirus vitaminizó el relato ecologista y acrecentó la duda sobre los modos de consumo. Al cabo de tres décadas de hablar en una iglesia desierta, el ecologismo logró personificar ese «mundo del después» que ya formaba parte de su ADN: vivir mejor, respeto por el planeta, crecimiento no destructivo, consumo controlado y no contaminante, una economía con menos carbono, etc.

¿Un presidente social-ecológico en Francia en 2022 ? Todo es posible, tanto más cuanto que el gran relato macronista en torno de la desaparición del clivaje izquierda/derecha se vino abajo. Las elecciones municipales restauraron esa constante de la historia y le dieron a la ecología el estatuto de árbitro. Perspectivas estratégicas profundas y medios de acción política reales en manos de los verdes han derretido el bloque tradicional. Los «niñitos rebeldes» manejan el gran triciclo político con una preponderancia inobjetable: el trazado ecologista estructuró la campaña de las elecciones municipales. Esa predominancia se volcó en las urnas en la primera vuelta del mes de marzo y, tres meses después y con la pandemia en el medio, en vez de esfumarse se acrecentó. Asociaciones, intelectuales y líderes de todo el orbe salieron en el medio a promover, en nombre de la ecología, lo que la llamada «izquierda burguesa» había acallado en sus retóricas. Había ya un cimiento posado entre 2018 y 2020: la visibilidad de las temáticas ecológicas llegó a la cima con las manifestaciones mundiales a favor del clima y las marchas juveniles bajo la bandera de la adolescente sueca Greta Thunberg.

Queda, no obstante, una deuda pendiente, y no es menor: la conquista del mundo popular y el campo, a los que, por el momento, solo acede con eficacia la extrema derecha francesa. En un estudio destinado a la Fundación Jean Jaurès realizado por el director del departamento Opinión de la consultora IFOP, Jérôme Fourquet, y el geógrafo Sylvain Manternach, ambos acentúan una tendencia: «el voto ecologista es principalmente urbano. Los verdes reúnen aproximadamente 11,3% de los votos en las comunas de menos de 1.000 habitantes; 13,2% en las de 10.000 a 20.000 habitantes; y 19,4% en las ciudades con más de 200.000 habitantes”.

Esa frontera campo/zonas periurbanas ha sido el freno que limitó la expansión de la izquierda radical de Francia Insumisa y la que le abrió a Marine Le Pen las puertas de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2017. No caben ya dudas de que, desde la extrema derecha, pasando por los liberales y conservadores hasta los socialistas y la izquierda radical, la ecología es un título de posgrado que todos buscarán obtener. Algo, no obstante, ha cambiado en profundidad: desde la década de 1980 hasta 2019 la retórica que contaminó todos los partidos fue la de la extrema derecha. La ecología la está sustituyendo. El ecologismo colonizó en 2020 las inquietudes de millones de electores, desbordó el contenido de los partidos y se volvió el tema predominante. Puede que en 2022 haya un presidente «social-ecológico», siempre y cuando el ecologismo logre irrigar a esa mal llamada «Francia invisible» que vive del otro lado de la tecnología, las ciudades confortables y la bicicleta.

Fuente e imagen: https://nuso.org./articulo/un-futuro-social-ecologico/

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El bullying tiene quién lo exprima

Por *Gabriel Brener, **Marcela Martínez, ***Damián Huergo y ****Gustavo Galli

Alentada por el éxito de la mercantilización de la violencia en los discursos mediáticos, la judicialización de los vínculos escolares evidencia el predominio de la dimensión jurídica sobre la pedagógica y política de las instituciones educativas. Frente a esto, la escuela tiene la oportunidad de recoger el guante y apostar a la construcción de una trama comunitaria, basada en el cuidado y la confianza en el otro, antes que en el miedo y la exclusión.

Bullying. Responsabilidad civil. Violencia. Cyberbullying. Jornadas de convivencia. Demandas. Cartas documentos. Juntas o separadas, son algunas de las palabras, de los conceptos, de los eventos que se hicieron lugar en el lenguaje de una institución que, hasta fines del siglo XX, las mantuvo lejos de su diccionario cotidiano. Una institución que es un país -o varios- en sí mismo; con fronteras idiomáticas, culturales, aspiracionales, tan identitarias, por momentos, como las variables económicas. Sí, no corras, estamos hablando de la escuela secundaria contemporánea. Otra vez. Mejor dicho, de uno de los tantos meteoritos que se desprendieron de ese planeta inconmensurable, tan proclive al extractivismo del sentido común que lo observa mediado por pantallas.

Un meteorito que se soltó del bigbang de la sociedad disciplinaria que nos moldeó durante la modernidad. Un meteorito en llamas, vital, mutante, materializado en diferentes caras que llevan el mismo nombre pero tienen mil variaciones culturales, económicas, políticas, territoriales, en su interior. Un meteorito cuyo horizonte debe ser el aquí y ahora, ya que no puede prometer un futuro que desconoce.

En el centro de ese meteorito brilla una pregunta: ¿qué hace la escuela con los problemas de convivencia entre muros? o, en su versión de videograph televisivo, ¿qué hacer con el bullying en las escuelas secundarias?

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Fernando Farall, director de Protección médica escolar (Prome), que habitualmente vende coberturas médicas para empresas, no se anduvo con muchas vueltas para resolver el problema. Siguiendo su instinto mercantil ideó una póliza de seguros “para cubrir” situaciones de bullying. De este modo, con un gesto que retuerce la pedagogía freiriana, la problemática de los abusos escolares tuvo su arribo al mercado de seguros.

Según cuenta el autor del proyecto, el principal objetivo no es proteger a los chicos y chicas, sino a las instituciones escolares de eventuales reclamos que provengan como consecuencia del maltrato que sufren sus clientes, es decir sus alumnos. Los principales interesados de esta póliza son colegios privados, sobre todo los de la franja de élite; aquellos que, en palabras de la socióloga Maristella Svampa, pertenecen a “los ganadores” de la nueva estratificación contemporánea e incluso son parte de sus barrios cercados.

En una entrevista del diario La Nación, publicada en octubre de 2014, Farall explica que «la diferencia de la póliza obligatoria de responsabilidad civil que tienen que tener los colegios, es que ellas excluyen taxativamente el daño moral que es el espacio que viene a cubrir este seguro». Para que la cobertura se active, los padres o el tutor responsable deben contar con una sentencia judicial firme que acredite el daño moral que sufrió el menor a cargo. En otras palabras, la solución al bullying es ajena a la escuela; no proviene de la dimensión pedagógica, menos de la dimensión política de las escuelas. Por el contrario, viene del costado judicial, del registro normativo, de ese sintagma llamado “responsabilidad civil” que transforma todo lo que toca en las escuelas.

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“Responsabilidad civil” es una de las expresiones más recientes de la jerga escolar y circunscribe a la escuela como a un corralito, con límites protectores del afuera y, también, intramuros. Traza una frontera y, como tal, dirime jurisdicciones, adjudica coberturas e intemperies. Toda presencia imprevista, toda circunstancia que desborda lo limitado o cualquier suceso que irrumpe en la escuela, es un riesgo latente. La pasión por la responsabilidad civil es la expresión de hasta qué punto se han judicializado las relaciones escolares; del modo en que las prácticas públicas adoptan la estética propia de la seguridad pública. La securitización de la sociedad -anglicismo procedente de la semántica financiera- describe un tipo de lazo social basado en el miedo al otro, un miedo colectivo generalizado. Como postula el sociólogo Zigmunt Bauman, es el pasaje del medio ambiente al miedo ambiente. En este clima de sospecha generalizada, los agentes escolares se protegen del poder destructor de la productiva y creciente industria del juicio. Cuando los docentes y equipos de conducción se sienten desprotegidos y amenazados impera la perspectiva jurídica. Desde ese estado de cosas, se toma con frecuencia la vía rápida de la salvaguarda de la privacidad. Un gesto con efectos de profunda despolitización de las relaciones institucionales y en el que la escuela queda pertrechada entre sus muros, muy atenta a controlar el derrame amenazante del afuera y deslindando posibles culpas en el adentro. Incluso, en pequeñas situaciones, se abandona el sentido común en nombre de una judicialización posible de los acontecimientos.

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La noticia acerca de las pólizas de seguro para “cubrirse” ante posibles casos de bullying, lejos de sorprender, es una confirmación del predominio de la dimensión judicial en las diferentes partes que constituyen la escuela.

La judicialización sitúa a las prácticas escolares bajo la norma, lo que se debe hacer y lo que no; lo que está habilitado como parte del funcionamiento normalizador de la escuela y aquello que la desplaza de esta función. Pero lo hace del modo más extremo porque supone un plano jurídico donde la responsabilidad civil se impone como criterio de demarcación para las prácticas escolares. El poder judicial ingresa por encima del poder pedagógico, es un regulativo de duplicación del dispositivo disciplinario en el dispositivo escolar: la judicialización de los vínculos opera como una exterioridad legal que encierra a la escuela dentro de sus propios muros. Coloca un cerrojo de miedo enorme y multiplica adentro las responsabilidades que podrían tomar por asalto a los agentes escolares y deshilacha el vínculo pedagógico, lo restringe y deshumaniza con el fin de disminuir eventuales conflictos “innecesarios”. Para ilustrar esto podemos mencionar a modo de ejemplo las cada vez más excepcionales y cuestionadas salidas didácticas (excursiones, campamentos, viajes de estudio, etc.), la inconcebible resistencia al cambio de pañales en los jardines maternales o la reticencia a un abrazo a cualquier estudiante. Virtualmente, el aparato judicial está por encima de la cabeza de cada uno de los docentes, todo el tiempo, en cualquier acción, como la de negarle una aspirina a una alumna -incluso tras el consentimiento de un médico- por un dolor de cabeza. Así de preciso y así de absurdo. Entonces, aquello de lo que nos habla la judicialización de los vínculos escolares es de la debilidad de la escuela, de la pérdida de su fuerza disciplinaria tal como la conocimos en el modelo normal-tradicional. Pone de manifiesto la preeminencia de la dimensión jurídica sobre la dimensión pedagógica y política de nuestras escuelas contemporáneas.

Contratar una póliza de seguro implica, en primer lugar, aceptar que esa situación va a acontecer (lo cual en sí mismo no está mal) y suponer, a la vez que no se va a poder resolver pedagógicamente, con las herramientas y potencias que la escuela cuenta. De este modo se rompe el contrato social entre familias y escuela, que se sostiene en la máxima “los problemas escolares se resuelven en la escuela, porque todo lo que allí acontece es un hecho pedagógico”. La judicialización de los problemas escolares corre el foco, descentra lo pedagógico y evalúa daños y riesgos. Y así, como un efecto colateral, construye poblaciones “en riesgo” que, en definitiva, suelen ser las mismas que las “de riesgo”. Aquellas de las cuales hay que cuidarse. Contribuye a dar cuerpo a toda una pedagogía de la Punición. Pedagogía punitiva que al mismo tiempo que disemina una idea del otro como amenaza instala todo un proceso de judicialización pedagógica, que ha ido consolidándose en los últimos años y que los medios de comunicación alientan y potencian con la espectacularización de la violencia escolar y el bullying como mercancía. Proceso que contribuye a desdibujar y empobrecer el lugar del docente, emparentándolo más con un fiscal o abogado en busca de pruebas para des-cubrir al culpable que con un educador que transforma cualquier situación escolar en una oportunidad educativa, enseñando, acompañando, poniendo límites, con la convicción de quien confía en el otro y no con la sentencia anticipada de que ese otro es su propio culpable.

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Thomas Popkewitz, que ha trabajado con el concepto de “razonamiento poblacional” junto con las distinciones entre lo normal y lo anormal, se planteaba un determinado agrupamiento de los niños derivado del cálculo de probabilidades centrado en atributos discretos como definidores de la persona. El niño se concebía como miembro uniforme de una población, siendo consideradas sus características específicas como desviaciones: niños de padres separados, bebés de madres adictas al crack, niños con baja autoestima. Es decir, lo individual es medible en función de las desviaciones en el par normal-anormal y a partir de allí se establecen grupos de personas en relación a la “patología” y a las posibilidades de recuperación.

Popkewitz sostiene que ese razonamiento prevaleció en la construcción de la figura del niño en la escuela. Una muestra de esto es cómo se estableció la categoría de “potencial”: aquello que se supone posee el niño en forma innata y por razones fundadas en el hogar o en la sociedad no logró desarrollar. Tal como sugiere este autor, comprender las operaciones clasificatorias que supone el análisis de las “poblaciones” permite develar las construcciones acerca de las concepciones de infancias y adolescencias presentes en los docentes.
Comprender a estos grupos “poblacionales” nos permite por un lado analizar los sistemas clasificatorios y los “desvíos” que surgen por comparación con el promedio, a la vez que develan el poder de las prácticas discursivas en las escuelas.

En el razonamiento poblacional, hay que prevenirse de aquellos individuos y grupos que salen de la media, de lo esperado, de los parámetros arbitrarios de normalidad establecidos. La cuestión es evitar ponerse en riesgo o, si no hay más remedio, minimizar los costos de su manifestación. Mucho se hace referencia a este concepto “en riesgo” para adolescentes o jóvenes de grupos subalternos, y como ha estudiado Popkewitz, tienen su raíz discursiva, justamente en las aseguradoras. Dice: “Al fijarse en la cuestión del riesgo, por ejemplo, la literatura reciente ha recorrido el significado cambiante del concepto de riesgo desde su formación en el contexto de la financiación de los seguros en el comercio hasta su utilización en las políticas de bienestar social como una táctica del Estado para organizar el bienestar de sus ciudadanos”

El “riesgo” como concepto se convierte en categoría clasificatoria, ya sea para establecer compensaciones desde las políticas públicas, la justicia (en términos de indemnizaciones por ejemplo). Pero sobre todo es una tecnología de poder visible en las escuelas, por ejemplo en relación al fracaso escolar. Según Popkewitz, “el riesgo es una fórmula para instalar el cálculo de probabilidades en los asuntos sociales. Supone una manera de organizar y reclasificar a los individuos y los sucesos de forma tal que se hagan susceptibles de ser asegurados.”

Esto que veíamos como situación lejana, de otras sociedades, quiere permear nuestras escuelas, nuestro sistema educativo e introducirse judicializando las relaciones sociales, a la vez que las despolitiza demonizando el conflicto y creando clasificaciones tecnocráticas que separa lo que la escuela anhela junto.

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No existen aún los seguros contra todo riesgo en clave escolar, y aun no sabemos si en algún rincón de nuestro largo y ancho país están ensayando con cobertura contra terceros. Lo que resulta cierto es que la necesidad de ir en búsqueda de una condición de terceridad para el o la adulto/a escolar, en tiempos de judicialización en estado permanente, es quedar atrapados en las lógicas de reducción binaria con las que operan la perspectiva dominante del “bullying”. En ellas cualquier situación escolar de conflicto o agresión se explica a través de una víctima y un culpable. Semántica mediática que nos acostumbra a identificar un culpable y una víctima, que aunque cierto, restringe la comprensión de dichas situaciones en el contexto escolar. A la vez, extramuros, las emparenta con la lógica depredadora de los medios, en las que se etiqueta y congela a un menor de un lado y a un niño o adolescente del otro. Cuya deriva final es la del dedo moral en alto, la que clasifica entre buenos y malos, peligrosos y en peligro; aumentando las apuestas del rating mediático, que embarra la cancha escolar y contribuye a un clima de miedo ambiente donde prevalece el sálvese quien pueda como marca registrada de una época.

La escuela dispone de un recurso valioso para suspender esta lógica mercantil securitaria: es una institución de la presencia y, en tanto tal, potencial creadora de vínculos comunitarios. Potencialmente creadora porque ya sabemos que la permanencia en un mismo edificio escolar, de un conjunto de personas, no crea lazo comunitario. Pero cuando la institución recoge el guante y asume el desafío de tejer una trama comunitaria produce el mejor antídoto para conjurar el miedo ambiente: le pone nombre y apellido a relaciones de cuidado que, difícilmente, dejen a sus protagonistas a la intemperie de la desolación. Y esa oportunidad, está al alcance de nuestras manos.

Fuente e imagen: https://www.vocesenelfenix.com/content/el-bullying-tiene-qui%C3%A9n-lo-exprima

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Opinión: Educación y roles de género

Por: Sofía García-Bullé

 

La inclusión de roles de género tradicionales en edad temprana podría estar afectando la libertad de elección de los niños al momento de elegir un interés académico o futuro profesional.

 

Los roles de género forman parte de los primeros aspectos que aprendemos en las fases más tempranas de la socialización. Vemos este proceso como algo completamente inocente e inherente a la forma en que integramos a los niños a la sociedad, pero la forma en la que los introducimos a los roles de género podría estar influenciando significativamente no solamente en las relaciones de convivencia entre niños y niñas, sino en la visión a futuro sobre qué trabajos son propios para hombres y mujeres.

Recientes estudios demuestran que niños y niñas entre cuatro y nueve años ya presentan una percepción diferenciada entre atributos profesionales que se atribuyen a hombres y a mujeres. Los resultados del artículo académico “Socialization of Gender Stereotypes Related to Attributes and Professions Among Young Spanish School-Aged Children”, confirman que los niños y las niñas que participaron en este estudio tenían interiorizados de forma generalizada los esquemas de género, y los aplicaban de forma clara cuando debían asignar atributos personales o roles profesionales.

Como ejemplo, durante el estudio se pudo ver que los chicos asocian más la fuerza y la inteligencia a los varones, mientras que a las mujeres se les asociaba con la amabilidad y la vocación del cuidado de otras personas.

Esto también impacta el punto de vista de los niños con respecto a las personas que usualmente tienen las posiciones laborales más altas o quien percibe mayores sueldos. Los niños y niñas participantes relacionan instantáneamente a los hombres con trabajos que implicaban mayor liderazgo y responsabilidades más valoradas, por ende, mejores posiciones y sueldos. Mientras que a las mujeres se les colocó en posiciones laborales más bien relacionadas con el soporte, que no se valoraban tan alto en el esquema de poder o agencia, tampoco en los sueldos.

El estudio encontró una relación directa en cómo la socialización de género contiene un sesgo que puede afectar seriamente las opciones laborales disponibles para las niñas en un futuro, así como su futuro económico y oportunidades. ¿Cómo se puede empezar a combatir este sesgo al momento de hablar del género y sus roles?

La conversación no llama propiamente a redefinir de base lo que entendemos por femenino y masculino, pero sí revalorizar y permitirnos ser más flexibles con las líneas entre ambos espectros.

La arbitrariedad de los valores de género

El primer paso se trata de entender que el sexo es una cuestión biológica y el género es un constructo social. Como todo constructo social, este implica valores arbitrarios que pueden ser manipulados, alterados o intercambiados fácilmente. Por ejemplo, algo tan simple como los colores rosa y azul, que hoy en día asociamos con atributos femeninos y masculinos respectivamente, se aplicaba completamente a la inversa hasta principios del siglo XX.

Tradicionalmente, el azul se asociaba con la delicadeza, la amabilidad y la templanza, características que inclusive hoy en día consideramos dentro del espectro femenino, mientras que que el rosa se percibía como una versión diluida del rojo, que proyectaba poder, dominancia y proactividad, atributos que asociamos con la masculinidad.

De acuerdo con Gavin Evans, catedrático en la Universidad de Birckbeck y experto en la historia del color, el cambio que nos llevó a ver el rosa como un color exclusivamente femenino no se dio hasta la década de los 50 en la que una campaña de cosméticos usó el rosa como el color primario de sus gráficos. La campaña fue tan exitosa que ya no podemos pensar en el color rosa sin asociarlo inmediatamente con todo lo que entendemos por femenino.

Pero estos valores pueden ser cambiados fácilmente. Un estudio realizado en China en 2018 en el que participaron 120 niños, descubrió cualquier color puede ser femenino o masculino dependiendo de la instrucción que se le de al menor de edad.

El estudio encontró que los niños varones tendían a escoger juguetes de color verde si se les decía que el verde era un color masculino, y las niñas tendían a usar juguetes amarillos si les decían que el amarillo era un color femenino. Los colores y objetos que asociamos a lo femenino y masculino son completamente arbitrarios, pueden cambiar con el tiempo, o ser manipulados, pero lo que se ha mantenido estable es la percepción de lo femenino como adjunto y secundario a lo masculino, esta es la noción que es importante trabajar desde la educación temprana.

Medidas para una valorización balanceada

Existen recomendaciones básicas que se pueden aplicar en las escuelas para reducir tanto la severa división social entre géneros como la sobrevaloración de los atributos masculinos por encima de los femeninos.

Algunas de las acciones que se pueden tomar incluyen la abolición de espacios educativos exclusivos para niños o para niñas, así como los contextos segregados que marcan actividades diferentes y restringidas a cada género. La eliminación de mensajes que defienda una diferencia jerarquizada entre hombres y mujeres; una intención educativa integral hacia el análisis crítico de mensajes y costumbres sociales sexistas, especialmente los que no son explícitos y se asumen como parte fundamental de la cultura y la socialización.

Es crucial que los espacios e instancias educativas den a niños y niñas exactamente las mismas oportunidades de aprendizaje y desarrollo. Para lograrlo, no es necesario destruir lo que entendemos por género, pero sí realizar los ajustes necesarios para que los roles que se desprenden de este, estén balanceados y que uno no tenga más valor social que el otro.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/educacion-genero

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Programa Sectorial de Educación: fe y bienestar

Por:  Carlos Ornelas

El artículo 26 de la Constitución asienta los principios de la planeación democrática, aunque se inspiró en cierto enfoque tecnocrático. Ordena que cada gobierno elabore un Plan Nacional de Desarrollo y programas sectoriales por dependencia. Establece guías, pero deja espacios de autonomía para introducir innovaciones o giros retóricos.

La Secretaría de Educación Pública publicó el Programa Sectorial de Educación 2020-2024 (PSE), en el Diario Oficial de la Federación, el 6 de julio. Es un documento de 126 páginas sobrecargadas que no he terminado de leer. Ergo, esta pieza no es una reseña (que quizá vendrá luego), sólo letras engarzadas al texto.

Aunque el  Programa Sectorial de Educación  se articula en la oratoria de la Cuarta Transformación, cuyo ánimo es separarse de la historia reciente, retoma asuntos que vienen de atrás. Por ejemplo, apoyo a normales y maestros, la escuela al centro, énfasis en el aprendizaje. Incluso, en un pasaje recupera el concepto educación de calidad, que la retórica actual trasfiguró a excelencia.

Dos sustantivos bien pudieran representar espíritu y propósito del Programa Sectorial de Educación, el primero, implícito: fe; el segundo, expreso: bienestar.

El documento enuncia, con corrección a mi juicio, que la corrupción es un mal que se encuentra en el corazón del sistema educativo mexicano: “[…] ha sido un lastre histórico para el desarrollo del país… En el sector educativo, el problema tiene diversas expresiones y la lista es larga: escuelas ficticias, diplomas falsos, carencia de manuales escolares, discrecionalidad en el otorgamiento de becas, venta de plazas, irregularidades en el ejercicio del gasto público y licitaciones a modo”. Lo expresa en tiempo presente.

Luego profiere el credo del grupo gobernante de que la entrega de recursos sin intermediarios de por medio en programas como Jóvenes Escribiendo el Futuro, Becas Elisa Acuña y La Escuela es Nuestra, se agotará la corrupción. Es más, serán instrumentos para que en la escuela empiece la democracia como el poder del pueblo (cualquier cosa que eso quiera decir).

Las transferencias directas de recursos a estudiantes y comunidades escolares, manifiesta con confianza el Programa Sectorial de Educación, acarreará bienestar a los más necesitados.

Además: la Nueva Escuela Mexicana sentará las bases para la regeneración moral del país a partir de una orientación integral basada en valores como honestidad, honradez, ética, libertad y confianza. Sugiere que tales ideales no existían antes.

El Programa Sectorial de Educación también plantea la expectativa para el plazo largo: “Para 2024, la Cuarta Transformación sentará las bases de un proyecto de nación caracterizado por un mayor bienestar de la población donde la educación inclusiva, equitativa y de calidad se posiciona como un pilar fundamental del desarrollo sostenible”.

El propósito es ambicioso, imposible estar en contra de él; sintetiza aspiraciones de pensadores con gran capacidad que postulan la justicia social, la equidad y la inclusión: “Los rezagos en la educación habrán quedado en épocas pasadas. Los resultados del logro del aprendizaje ya no replicarán las desigualdades del contexto socioeconómico, las y los estudiantes demostrarán un sólido dominio de los conocimientos y habilidades, teóricos y prácticos, necesarios para acceder a un trabajo decente y un mejor nivel de vida […] Gracias al equilibrio que se alcance, la población vivirá en un entorno de bienestar. El Sistema Educativo Nacional habrá impulsado la construcción de una sociedad intelectual, democrática, humanista y productiva, con oportunidades para todos”. ¿Quién puede oponerse a semejante designio?

Falta ver si el diseño de objetivos prioritarios, estrategias y acciones podrán conducir a que la SEP y el sector cumplan con lo que plantea el Programa Sectorial de Educación. Sería maravilloso. Aunque, si sólo acaba con la corrupción descrita, será un gran logro.

El tendón de Aquiles del Programa Sectorial de Educación: crisis económica y austeridad republicana. La falta de fondos quizá quiebre la fe y el bienestar quede en ilusión.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/programa-sectorial-de-educacion-fe-y-bienestar/

Imagen:  https://pixabay.com/

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