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Educar desde casa

Por: lahora.com.ec

Casi 5 millones de niños menores de 12 años deben permanecer en casa, desde hace dos semanas, y sin saber hasta cuándo.

Más allá del régimen educativo aplicable a las distintas familias, lo cierto es que, en casa, los niños observan y aprenden de sus padres ahora, durante cada momento del día.

En este, como en muchos otros aspectos, las decisiones que se tomen ahora y durante las semanas que vienen, nos marcarán como sociedad de cara al futuro.

Muchos padres y madres se encuentran trabajando desde sus hogares, haciendo malabares entre las tareas escolares, el teletrabajo y el cuidado familiar.

Es evidente que la labor de todos los educadores a nivel nacional merece un gran reconocimiento. Maestros de instituciones públicas y privadas, en muchos casos mal remunerados, por décadas han sufrido la negligencia de una sociedad que poco valora la importancia de su trabajo. Es menester que el Ministerio de Educación haga todo lo que esté a su alcance para minimizar la brecha académica que, sin duda, va a empeorar durante estos meses de cuarentena.

Cuando se haya logrado controlar la pandemia, resurgiremos como una sociedad traumatizada en muchos sentidos. Quedarán en el imaginario infantil, todas las lecciones también aprendidas en el hogar.

Serán tiempos difíciles para muchas familias, y los niños habrán observado la diferencia entre actuar con resiliencia o desespero; con integridad o deshonestidad; aprenderán a dar una mano al vecino, o a mezquinar con avaricia. Este es también el momento de formar la sociedad del futuro.

La muerte destroza al hombre: la idea de la muerte le salva”. E. M. Forster Escritor inglés (1879-1970).

Nuestras vidas se definen por las oportunidades, incluso las que perdemos”. Scott Fitzgerald Escritor estadounidense (1896-1940).

Fuente: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102314561/educar-desde-casa

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Coronavirus, llave de la Caja de Pandora

Por: Rodolfo Bueno

Como traídas por el aguaje, llegaron las consecuencias del coronavirus: en todo el mundo hubo cierre de fábricas y empresas; se vio afectado el transporte y el turismo, así como los mercados bursátiles y de materias primas; se cerraron las fronteras, los lugares de esparcimiento y estudio; los hospitales se abarrotaron y es patética la escasez de instrumentos médicos y medicinas. La Organización Mundial de la Salud pronostica que esta epidemia traerá consecuencias desastrosas para la economía mundial, porque perturbará el comercio y el turismo, principales motores económicos del planeta, algo para lo que nadie se ha preparado. Es que este mal golpea no sólo a la salud pública sino también a todo el sector productivo, impidiéndole cualquier crecimiento y elevando las pérdidas globales a muchos billones de dólares.

Moody’s Analytics publicó que la propagación del coronavirus podría convertirse en un ‘cisne negro’, peor que el de la crisis financiera del 2008. Kristalina Georgieva, Directora del FMI, informó que el coronavirus es un grave riesgo para el crecimiento económico mundial. Expertos del Banco Alemán estiman que el PIB de EEUU podría caer un 13% y el banco de inversión Goldman Sachs advierte que la economía estadounidense se podría contraer en un 24% para el segundo trimestre del 2020.

La situación se semeja a una guerra mundial sin visos de un final cercano. Están en juego millones de vidas de seres humanos y para enfrentar el problema se hace evidente la desorganización y la falta de coordinación de algunos estados, que más bien han decretado un zafarrancho de tipo, sálvese como puedan.

Pasa que la globalización funciona de maravillas y es factor de expansión cuando todo es lindo y hay paz, entonces la economía crece y entre las empresas y los países existe una conexión profunda, pero ante la actual situación, cuando el coronavirus golpea la economía mundial, cuando se paraliza la circulación de bienes y personas, cuando se vive bajo un estado de sitio universal, todo falla y se vislumbra un colapso global cargado de problemas irresolubles, lo que es el fin de la globalización, tal como se la conoce.

La pandemia no se hubiera convertido en este duro golpe de no ser por las condiciones sociales reinantes antes de su llegada, cuando en el sistema económico, generado por la globalización, se había acumulado los grandes desbalances que provocaron la actual inestabilidad social y política, pues la fase capitalista neoliberal había tocado fondo; en otras palabras, de no ser el coronavirus, la crisis hubiera estallado por algún otro pretexto. Falta por saber si en este mundo habrá un núcleo humano capaz de imponer una sociedad superior a la actual, que instaure el principio de equidad natural.

Noam Chomsky sostiene que el modelo capitalista neoliberal colapsa necesariamente porque no tiene medios ni valores morales para afrontar los problemas que conlleva la crisis, lo que se comprueba cuando no puede sustentar un sistema de salud endeble. No hay todavía un análisis profundo de las consecuencias de esta crisis, aunque es evidente que por su magnitud supera ya a la crisis financiera del 2008. Tampoco es posible prever los cambios sociales que se den cuando se apacigüen los males actuales, por lo que todo lo que se diga es mera especulación basada más en la intuición y en los buenos deseos que en la ciencia.

Se vaticina que el mundo financiero de la zona euro se verá profundamente afectado en las áreas de importaciones y exportaciones, además, por una fuerte caída del sector industrial. Esta zona, que desde antes crecía débilmente, se encamina ahora hacía una recesión más profunda y se evidencia que la Unión Europea, UE, modelo de una integración ideal, está condenada a desaparecer si no se sustenta en nuevos principios solidarios, que den paso a una colaboración mutua que permita superar problemas, no como ahora, cuando son incapaces de la asistencia común, porque es un bochorno que Italia debiera ser auxiliada por Rusia, China, Cuba y Venezuela -países que ellos, junto con EEUU, sancionaron-, pues la UE no respondió a sus peticiones de ayuda. La UE debe morir, ya sus dirigentes no cogen el toro por los cuernos y su existencia no tiene sentido si no cambia sus oxidadas y arcaicas estructuras. ¿Qué pensar si Alemania prohíbe vender mascarillas a Italia? Que olvidó lo que le pasó hace 75 años, cuando quedó arruinada por la guerra y el mundo la ayudó.

António Costa, Primer Ministro de Portugal, rechaza la postura de Holanda sobre las medidas que se deben tomar para superar la crisis económica y social, creada por el coronavirus, y la califica de repugnante. Para Pedro Sánchez, Presidente de España, la UE no está a la altura de las circunstancias y es inexistente como sujeto, porque le falta el sentimiento de solidaridad y ha tomado medidas muy tibias, lo que genera dudas de su legitimidad y demuestra que esa entidad, como tal, no existe y es sólo un conglomerado de gobiernos que ante una situación tan difícil como la actual no tiene capacidad para dar respuesta y plantea, lo que es muy lamentable, que cada país resuelva sus problemas como pueda.

Dice: “Hay dos bloques dentro de la UE: uno liderado por España, Francia e Italia, que pide medidas contundentes y conjuntas para afrontar la crisis, y otro, en el que están Alemania, Holanda y Austria, que insiste en un sálvese quien pueda. Europa debe ponerse en pie, si me permiten la expresión, una suerte de economía de guerra y promover la resistencia, y luego la reconstrucción y la recuperación europea”.

Esta pandemia plantea a los gobiernos de Occidente un enorme dilema: ¿para resolver este tipo de problemas se debe o no revisar las bases del sistema político por el que se rigen en la actualidad? -pues China, Rusia y Cuba demostraron tener un mecanismo de seguridad social más efectivo sin que necesariamente comulguen con los principios de la pseudo democracia europea-, más que nada porque, tal como van las cosas, los gobiernos de la UE y EEUU se enfrentarán a la disminución del consumo y las exportaciones, a la ruina de los servicios públicos y a un incremento gigantesco del desempleo, prácticamente, a un inevitable colapso económico, por lo que, en el plano social se podría dar un cambio ideológico del paradigma político, pragmático y total.

Soluciones reales hay, podrían la UE y EEUU, por ejemplo, eliminar el rearme de la OTAN, para con esos 400 mil millones de dólares incrementar los sueldos de los profesionales de la salud y de los sectores menos favorecidos de la sociedad, pero ¿quién le pone la cascabel al gato? La actual crisis debería abrir una oportunidad para el cambio, todo depende de cómo se desarrollen los acontecimientos y eso depende de lo bien que se organicen los sectores populares de la sociedad; caso contrario, la respuesta la da Pompeo con su oratoria belicosa de palo y más palo y mayor represión para los pobres y débiles.

Pese a que el Presidente Trump pretende ocultar los conflictos antagónicos que vive la sociedad de Estados Unidos, el coronavirus le obligará bajar del pedestal, enfrentar las graves dificultades de su país y tratar del inmenso desnivel en los ingresos, la inseguridad social, la pobreza, el abandono de la vejez, para que su sociedad no se sumerja en un verdadero caos. Sus habitantes, preocupados por la posible escasez de mercancías, empezaron desordenadamente a adquirir productos no perecederos y de primera necesidad, inclusive oro, armas y municiones, como si se prepararan para el peor escenario posible.

Por ahora, el gobierno de Trump, para paliar los estragos de la pandemia, promulgó la ley CARES, “que aportará un alivio muy necesario a las personas, las familias y las empresas”, y que consiste en la emisión de dos billones de dólares, un poco más del 10% de PIB de EEUU, para ser invertidos en hospitales y servidores de la salud; en la distribución de suministros esenciales; en el desarrollo de vacunas; en asistencia a comunidades estatales, locales y tribales y en ayudas a las empresas afectadas por la pandemia; además, establece la suspensión del pago de impuestos.

Suena bonito y por lo fácil parecería ser la solución ideal para todo el mundo. Sin embargo, surgen preguntas: ¿Por qué los demás países no siguen el buen ejemplo? Así, Colombia, Brasil, Rusia, la UE… con problemas similares, los podrían resolver de un sólo toque, emitiendo dinero por la libre, para luego bailar la sandunga. ¿Quién les impide aplicar un remedio sacado del arte de birlibirloque? ¿Será que tal vez el FMI lo prohíbe con el cuento de que podría desatarse una hiperinflación como la que por llevar a cabo actos semejantes se dio en la República de Weimar? ¿Por qué no se lo impide a EEUU? ¿Es que acaso estos dos billones de dólares, emitidos por EEUU, se disuelven taimadamente dentro de la economía mundial? En este caso, hasta los muertos de hambre de cualquier país miserable estarían subsidiando a la economía más poderosa del planeta, que, con razón, llama parasitaria el Presidente Putin.

¡Cuídanos Dios de EEUU!, que del coronavirus me cuido yo.

Fuente: https://rebelion.org/coronavirus-llave-de-la-caja-de-pandora-2/

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Padres, alumnos y docentes enfrentan los retos de adaptarse a la educación en línea

Por: Paulette Delgado

Padres de familia, docentes y alumnos  deben “desaprender” en esta época.

Debido al cierre de escuelas, oficinas y negocios a raíz de la contingencia por el nuevo coronavirus (COVID-19), muchos padres de familia, docentes y alumnos se encuentran tratando de adaptarse a la nueva “rutina” y los retos que implica aprender en línea. Ante esta situación, es muy importante que los padres y maestros se mantengan en constante comunicación y encuentren la mejor manera de que sus hijos continúen aprendiendo desde casa.

Laura K. Reynolds, decana de la Facultad de Educación, Desempeño Humano y Salud de la Universidad de Carolina aconseja que, aunque parece que los padres han tomado el rol de educadores, los maestros deben seguir presentes y mantenerse conectados tanto como sea posible. La directora incita a los padres a ser pacientes y evitar disciplinar a sus hijos durante las actividades escolares. Especialmente si los hijos están acostumbrados a que sus profesores usen un reforzamiento positivo, más que regaños.

Jacqueline Sperling, psicóloga clínica, apoya esta idea explicando que todos estamos pasando por un cambio muy abrupto que puede producir miedo y ansiedad. Una de las mejores maneras de contrarrestar ese sentimiento de inseguridad es con consistencia, por ejemplo, si antes una familia tenía una regla de cuánto tiempo los hijos podían pasar viendo la televisión, esa regla debería permanecer igual en la medida de lo posible. También invita a los padres a permitir que sus hijos tengan videollamadas para socializar con sus amigos para evitar que se sientan solos, aunque tengan cuatro años y sus conversaciones no tengan sentido, señala. Ambas expertas coinciden en que el uso de videollamadas puede beneficiar mucho a los alumnos en el tema de socialización.

Por otro lado, Reynolds insiste que los maestros deben apoyar a los padres de familia y recordarles que hay muchas formas en que sus hijos aprenden. Los niños pueden aprender mediante «juegos imaginarios, jugando libremente en el patio trasero, jugar en un fregadero lleno de agua o garabatear y dibujar”, señala Reynolds. “Cuando parece que no está sucediendo nada, los procesos cognitivos de los estudiantes están involucrados y hay un crecimiento y un aprendizaje que están sucediendo”. Es importante recordar que los niños aprenden jugando y es necesario usar la imaginación. Una manera creativa de enseñar fracciones, por ejemplo, es en la cocina al seguir una receta.

Los alumnos no necesitan pasar ocho horas en la “escuela”

Aunque mantener una rutina y consistencia, es aconsejable, diversos factores como la posibilidad de tener acceso a la tecnología necesaria, padres de familia ocupados trabajando desde casa, familiares enfermos y otras diversas circunstancias, intentar implementar un horario escolar tradicional de manera virtual puede ser imposible. Algo que tanto papás como alumnos deben “desaprender” en esta época es que no es lo mismo un horario virtual que uno tradicional. Además de los factores antes mencionados, el ritmo de aprendizaje a distancia es diferente, dado que la estructura de un día normal es muy diferente que cuando se está en casa y más cuando, ante la contingencia, todos los miembros de la familia tienen que convivir las 24 horas en casa.

En la escuela, los niños y adolescentes tienen un horario estructurado: la hora del recreo, el tiempo “perdido” que pasan caminando por los pasillos de la escuela de un aula a otra, hablando con sus compañeros u otras situaciones que no pasan en un programa escolar virtual. Entonces, ¿cuánto tiempo deben dedicar los estudiantes al estudio en casa? La psiquiatra Colette Poole-Boykin aconseja que para saber cuánto tiempo debería pasar un niño concentrado en una tarea, se debe de multiplicar la edad del niño por 2 a 5 minutos, y el resultado  es la cantidad de tiempo que pueden mantenerse concentrados. Usando esta regla, la Dra. Poole-Boykin sugiere que los estudiantes de primaria deben aprender de una a dos horas al día, los de secundaria de dos a tres horas y los de bachillerato de tres a cuatro horas al día como máximo.

El otro lado de la educación en línea

Otro reto del que se habla poco en referencia a la educación en línea es que esta modalidad resalta la desigualdad socioeconómica que viven millones de familias. Lamentablemente, muchos estudiantes no cuentan con la tecnología, el espacio ni el ambiente necesario para poder cumplir con sus expectativas académicas. Además de estas barreras, se encuentra el miedo y la angustia que genera el hecho de que muchos padres de familia se están quedando sin empleo o familiares se están enfermando o muriendo.

María del Carmen Morillas es una madre de familia que vive en su pequeño departamento con cuatro hijas y su esposo. En entrevista para  El Confidencial, comentó que sus hijas tienen de 11 a 15 años y que sólo tienen una computadora para todos, lo que dificulta el aprendizaje de sus hijas. Por suerte, les instalaron el internet hace poco y pueden tener acceso a las lecciones, comenta. Además, viven en un piso de 60 metros cuadrados, lo que tampoco ayuda a tener un espacio designado e ideal para aprender. Aún así, sobrellevan la situación haciendo la mayor parte de las tareas a mano y enviando fotografías a través del móvil como prueba a sus maestros.

Marta Físico, maestra de secundaria, comentó en el mismo medio que muchos de sus estudiantes son de clase baja por lo que algunos no pueden acceder a las clases que da en Google Classroom, pero algunos se apoyan en el dispositivo móvil de sus papás para cumplir con sus tareas. Noelia Otero, jefa de estudios de un colegio público dijo para El Confidencial que un 20 % de sus alumnos son víctimas de la brecha tecnológica ya que no cuentan con computadora e internet. Otro reto al que se han enfrentado es que las medidas de emergencia que se instauraron ante la pandemia del coronavirus, los tomó a todos por sorpresa, poniendo en evidencia que muchos docentes no tienen las habilidades tecnológicas y la formación necesaria para enseñar en línea, así como administraciones escolares que no cuentan con plataformas digitales idóneas para la enseñanza online. Ante estos retos, muchos educadores han recurrido a herramientas como Google Classroom para apoyarse y lograr dar clases a distancia.

Ante todos estos cambios que estamos viviendo a nivel mundial, se vuelve aún más importante la constante comunicación y cercanía entre padres de familia, educadores, administradores y alumnos, para saber cuales son los retos que están enfrentando y cómo superarlos juntos. Pero sobre todo, es importante que tanto padres como docentes tomen en cuenta que no todo tiene que salir perfecto, que está bien tener días malos y equivocarse. Todos estamos aprendiendo en este proceso.

¿Cuáles son los principales retos a los que te has enfrentado como mamá, papá, docente o alumno?

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/educacion-online-retos-escuela-en-casa

Imagen: Chuck Underwood en Pixabay

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Relato de la pandemia en Ecuador

Hermanos míos.
Me escriben, me llaman, preocupados por mí. Agradezco y honro respondiendo así, contándoles esto: El Apocalipsis no da tregua. Guayaquil de mis pavores. Recién ahora puedo escribir algo porque desde hace 5 horas no tengo más muertos, desde hace 5 horas no me he enterado que alguno de mis amigos, de mis conocidos, de mi entorno, haya muerto. Aunque a lo largo de este día supe que Juan está llorando a su madre, Webster a su hermana, Jorge a su primo, James… todos ellos, hoy. Y ayer, y antes de ayer, y todos los días, se apilan los muertos en la fúnebre lista de amigos que no han sobrevivido a esta pandemia. En la calle donde vivo ya murieron Hermán y Carlo. En la calle de atrás ya murieron Víctor y Juana. Y en el parque Byron, y más allá Fabricio.
La calamidad en Guayaquil es innombrable: el cielo cubierto de aves carroñeras, los barrios llenos de insepultos, las farmacias desabastecidas, los precios desorbitados. Eso en la ciudad.
Hacia adentro, en los hogares, la calamidad es la brutal ira de dios
Pero hacia adentro, en los hogares, la calamidad es hecatombe; por ejemplo Juan, mi querido amigo Juan, poeta, ciego, líder, tiene “en el cuarto de atrás” al cuerpo de su madre, Angery, desde hace tres días, cubierta de hielo y con dos ventiladores a toda potencia para intentar paliar la putrefacción, esperando, esperando; hoy me dijo: “nicho ya tenemos y por fin conseguimos todos los documentos, pero ya no hay ataúdes, ya no hay ataúdes”.
Hacia adentro, en los hogares, la calamidad es la brutal ira de dios; por ejemplo Zoila, sola en casa, diabética, sencilla, todos los días se levanta de sus lágrimas para buscar a su padre, Armengol López, y llega hasta las puertas del hospital Abel Gilbert y pregunta, llora, grita, reclama, ruega, y no le dicen nada. Hace un mes, el 3 de marzo, lo llevó para hacerle una tomografía, fue atendido por la doctora Jaramillo, y sufrió un derrame. Entonces se desató la crisis y él se quedó allí adentro y se supone que está allí adentro porque adentro se quedó, se supone, en el tercer piso, se supone, porque allí lo dejó Zoila cuando se fue a casa para dormir algo, hace un mes…; cuando volvió al día siguiente ya no le permitieron entrar y desde entonces ya no sabe nada, no le dicen si está vivo o si está muerto, los guardias no le permiten entrar, con razón, pero atentando contra el mínimo derecho de saber si su padre aún está vivo, allá adentro, o si ya murió y está amontonado en un container encima y debajo de otros cuerpos.
Oh sí, la ira de dios sobre los hogares destruidos en una ciudad desbordada.
Mi tío Kiko me decía el otro día en una llamada virtual: “de los compañeros universitarios de mi promoción de doctores ya han fallecido quince, solo de mi promoción ya han muerto quince, Cristian, quince”.
Guayaquil debería celebrar en octubre de este año el bicentenario de su Independencia
Normalmente las catástrofes nos permiten un espacio para el heroísmo, pero esta no: esta está arrasando con todos, y los héroes, los doctores, uno a uno van falleciendo. Por ejemplo Nino, el doctor de cabecera de la familia, ya falleció.
Normalmente las autoridades civiles han logrado más o menos encaminarnos, ya sea hacia la realización de sus intereses personales o hacia la realización de nuestros intereses públicos, pero esta vez parece que no hay camino y por ende las autoridades de la ciudad y del país solo parecen decir: “la humanidad va a superar esta pandemia, pero lo hará sin nosotros”.
Lo paradójico es que Guayaquil debería celebrar en octubre de este año el bicentenario de su Independencia. Sin embargo, los guayaquileños que sobrevivan estarán tan agotados de llorar a sus muertos que ya nadie recordará la libertad que nos confirió el poeta Olmedo, porque cuando todo se trata de vida o muerte ya no hay idealismo posible, no hay poesía posible, salvo sobrevivir.
Si queda algún guayaquileño, quizás el próximo año no festeje el 201° aniversario de la Independencia de la urbe, sino el Primer aniversario de haber sobrevivido a esta pandemia, tan ensañada, tan crudelísima, tan mortal sobre “La perla”, el “Guayaquil de mis amores”.
Hermanos míos.
Juan va a enterrar a su madre mañana: su vecino venezolano, ebanista, rompió el sofá de su propia casa y construyó una caja para regalársela. Por fin. Por fin Juan podrá sacar el cuerpo de su madre y llevarlo al cementerio para darle sepultura, aquella dignidad elemental que hoy parece tan imposible, tan lejana, y que en los albores de la especie nos convirtió en humanidad; aquella dignidad de pronto tan ajena, porque esta pandemia enseñoreada sobre Guayaquil parece habernos convertido en ancestro de nuestros ancestros.
Zoila madrugó para seguir peregrinando por los alrededores del hospital Abel Gilbert en busca de un poco de piedad. Quiere encontrar a su padre: si vive, llevarlo a casa para que muera cerca, si ha muerto, llevarlo a cremar. Hacia el mediodía un barrendero se acercó a la malla metálica que divide la circunstancia de estar vivos y estar muertos y, luego de escucharla, le ofreció ayuda. Zoila agradecida, emocionada, lo vio perderse, entrar al hospital y no salir más. Ante la inminencia del toque de queda, decidió irse, desgarrada y desinformada nuevamente; sin embargo, volvió a verlo correr; le dijo: “aún no lo encuentro pero ya comienza el toque de queda; venga mañana”. Y ella se fue, pero ya no desgarrada como siempre, se fue apenas sumamente triste.
Quizás este pandémico dolor traiga consigo una pandémica esperanza
El ebanista hizo lo que pudo con los muebles de su casa y con sus manos. El barrendero hizo lo que pudo con la velocidad de sus piernas y su tiempo. También Luigi hizo lo que pudo y madrugó para hacer fila por 10 horas hasta conseguir recargar el tanque de oxígeno para que su suegro respire. También Roberto hizo lo que pudo y consiguió que por fin alguien vaya a la casa de su amigo para levantarlo del piso donde estuvo tirado cuatro días. Todos hacen lo que pueden, pero con todo lo que pueden siempre logran mucho más.
Y aquellos que queman los cadáveres de sus parientes en las veredas, también hacen lo que pueden para que sus hijos ya no tengan que seguir respirando la descomposición dentro de casa. Y aquel hombre que se abalanzó sobre Carlos Luis para arrancarle las bolsas de comida, también hizo lo que pudo para que sus hijos ya no tengan hambre todas estas tardes de cuarentena económica. Y la Municipalidad de Guayaquil, también hizo lo que pudo y consiguió miles de ataúdes de cartón para sus ciudadanos muertos: sí, en la ciudad de mis amores, los muertos ya no irán al mármol, irán al cartón prensado y al papel.
Y es que quizás este pandémico dolor traiga consigo una pandémica esperanza: gente ayudando a la gente, gente combatiendo algo invisible para sostener a otros un poco más en lo visible, gente que no quiere conformarse para que sea posible recuperar la propia salud sirviendo a los demás.
Y yo también hice lo que pude. Usé palabras que de manera sorprendente se radiaron como una floración por Facebook. En esta crisis, industria indispensable es la poesía: hay que darle un yunque emocional al hombre para fraguar otros futuros.
Si antes un poema era hermoso, ahora debe hacerse útil; eso es lo hermoso.
Poeta en tiempos de pandemia: si las palabras sirven para que alguien más se quede en casa, si lo que escribimos ayuda a que alguien, en algún lugar del mundo, se quede en casa: tenemos un deber.
Y a ese deber, obedezco.
Hasta la poesíab siempre.
Tomado de Diariosdecovid19. Com. Mx
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El poder del conocimiento

Por: Hugo Aboites

Los momentos críticos de la vida social aceleran con enorme fuerza los flujos, avenidas, ríos y arroyos del conocimiento y, por supuesto de su componente inseparable, la emoción. No hay un sólo momento clave, un punto de inflexión en la historia de sociedades e instituciones, que carezca de fuertes corrientes de conocimiento y emociones desbordadas. Las mismas que, soliviantadas por acontecimientos naturales, sociales o políticos, interactúan con gran fuerza, se potencian recíprocamente y transforman su alrededor. Como el movimiento nacional que llevó al proceso electoral de 2018 y a López Obrador a la Presidencia; en otra escala, el reciente (y latente) movimiento estudiantil-feminista, y el largo y cruento movimiento magisterial 2012-2018 que zarandeó buena parte de la Constitución de Peña Nieto. En todos esos momentos, la emoción del movimiento obliga a la naturaleza humana colectiva a una intensa actividad: explosión de redes sociales, artículos, conferencias, foros, reflexiones personales y en grupos; ensayos, pronunciamientos, asambleas, movilizaciones y plantones, reflexiones, propuestas, ocupación de escuelas y universidades. Son experiencias de emoción-conocimiento que calan profundamente porque residen en la subjetividad y espacio cognitivo que constituye a cada individuo y grupo. Toda una generación transformó mucho del país e instituciones a partir del 68, por ejemplo, e hizo surgir universidades y sus organizaciones sindicales, una renovación educativa y un dinamismo político aún vigente.

La pandemia no sólo es parte de la evolución de la naturaleza, también de la sociedad y la educación y la cambia profundamente. La obliga al confinamiento físico que individualiza y fragmenta, que borra la organización mínima que da la escuela y la universidad, que fortalece las estructuras de poder burocrático y modifica los equilibrios que se constituyeron con el movimiento magisterial. La SEP ahora insiste en un control único y directo sobre la maestra y maestro, que rinda cuentas imposibles sobre avances de niñas y niños, ya sin la intermediación y la participación de la comunidad de la escuela y de la organización sindical. Que logre resultados de aprendizaje, a pesar de las condiciones tan precarias de la enorme mayoría de estudiantes y sus familias, ahora sin trabajo, sin acceso gratuito a Internet; en condiciones mínimas de espacio y sin la participación directa del maestro, como en el aula. Las autoridades del sistema escolar y de las universidades, con eso también están definiendo cuál debe ser la función de los centros de conocimiento en este periodo de fuertes presiones contra el precariado de la nación. Y define que su tarea es dar paso a la minimización y rampante trivialización del conocimiento y de la emoción. El sistema escolar abdica de su responsabilidad ante la crisis, y nada dice, por ejemplo, cuando en plena crisis de conocimiento el Ejecutivo devuelve a la iniciativa privada los espacios de tiempo que tenía en los medios de comunicación privados y que precisamente ahora serían valiosísimos para que el gobierno informara y desde la sociedad se intercambiaran conocimientos y se ventilaran las emociones sobre la tragedia que devela la crisis y sobre lo que hay que empezar a hacer para cambiar al futuro. Son espacios de una radio y televisión en crisis, pero aún muy valiosos socialmente porque son gratuitos, su tecnología de recepción existe ya en la enorme mayoría de los hogares (aparatos de radio y televisión), y permiten el conocimiento y reflexión colectiva-familiar e incluso vecinal, de ventana a ventana. Iniciativas que puede ser alimentadas por barrios, organizaciones y por el conocimiento y entusiasmo de maestros de todos los niveles.

A partir de la agenda educativa que impone la propia crisis: el conocimiento del papel de los virus en la evolución de las especies (humana incluida), el manejo y comprensión del instrumental estadístico y su valor para conocer el presente y prever el futuro, las dimensiones de los efectos sociales, económicos y políticos de la pandemia, la revisión crítica de la actuación de los gobiernos extranjeros y el propio, el contacto con las artes que muestran la emoción de estos acontecimientos. Toda una nueva agenda del verdadero conocimiento, como planteaba Freire, el que nace de la reflexión colectiva sobre la realidad y busca transformarla, y de la que maestros y maestras no pueden estar ausentes. Y aún es posible: el gobierno federal puede aprovechar, si le da la emoción, el artículo 139, Ley General de Educación, que establece que los medios de comunicación masiva, en el desarrollo de sus actividades, contribuirán al logro de los fines de la educación previstos en el artículo 15 de la presente ley (donde se recogen los propósitos educativos del artículo tercero constitucional), y entonces abrirlos a las y los maestros y la sociedad. Emoción y conocimiento.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/04/11/opinion/019a2pol

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Cuarentena y crisis educativa

Por: Zuleika Matamoros

En días recientes Nicolás Maduro junto a su ministro de educación Aristóbulo Istúriz informó la decisión de suspender las clases presenciales por todo lo que resta de año escolar (en Venezuela es de septiembre a julio).

Se anunció la creación del programa «Cada familia una escuela» en el que les estudiantes serán «atendides» a través de diversos medios digitales: tv, mensajes de textos y whatsapp. La preocupación que prevalece en la sociedad es el modo de hacer efectiva esta medida. En Venezuela el servicio de energía eléctrica, internet y telefonía son deficientes, a lo que se suma el hecho de que la profunda crisis económica y la eliminación de hecho del salario ocasione que gran parte de la población no puedan acceder a tener un teléfono inteligente o computadora.

A la cuarentena le precede una profunda crisis educativa

En el contexto educativo, la cuarentena a causa del Covid-19 le ha venido «de perlas» al gobierno nacional, dado que en el país se atraviesa por una crisis profunda, siendo uno de sus aspectos más relevantes el déficits de docentes.

Esta situación es la consecuencia de las condiciones laborales a la que han sometido al magisterio venezolano. Salarios de menos de 8 dólares mensuales, eliminación de hecho de las prestaciones sociales, incumplimiento de todos los beneficios contractuales, eliminación del HCM (Hospitalización, Cirugía y Maternidad) decadencia de los servicios del IPASME (Instituto de Previsión y Asistencia Social del Ministerio de Educación).

En el marco de esa precaria realidad les docentes deben dar clases en instituciones que presentan fallas de servicios de agua, infraestructura, sin recursos materiales y además con la implementación de un sistema de supervisión y lineamientos totalmente violatorios de la autonomía en el aula e irrespetuosos al propio ejercicio de la profesión docente.

La realidad es que maestras y profesores en estas condiciones se han visto obligados a «renunciar», pero de fondo significa un despido indirecto y masivo del gremio docente, siendo sustituido por jóvenes insertades en el programa denominado «Chamba Juvenil» que apenas han terminado el bachillerato o con personas con nula o poca preparación, eliminando de hecho toda praxis pedagógica sustituida por la mera repetición de contenidos.

Sindicatos y Federaciones corresponsables de la precaria situación de les docentes

Muchos se preguntan las razones por las cuales los docentes no han salido en protestas a nivel nacional en el contexto de esta dura realidad, la respuesta está en el abandono de la praxis sindical.

Desde hace más de dos décadas el gremio docente adolece de canales de comunicación, intercambio y debate dada la nula práctica de los sindicatos y federaciones. Durante décadas nuestros salarios desmejoraban ante el silencio de quienes fueron y, en muchos casos, aun son parte de las direcciones sindicales. 7 federaciones y decenas de sindicatos actuaron desde siempre a espaldas de la base magisterial. Los contratos colectivos se «discutían y se discuten» en la cúpula, sin asambleas, sin ningún mecanismo de comunicación con las bases. Ellos han sido la correa de transmisión de las políticas que han desparecido todo el poder adquisitivo de les trabajadores en su conjunto, pero que el magisterio es uno de los más golpeados, amén de ser conformado mayoritariamente por mujeres. Es por ello que ante la miserable vida a la que se condena al docente no le sucede una gran movilización, protestas y paros.

Ante este vacío, los sectores de la derecha que se aglutinan alrededor de la oposición tradicional ha intentado capitalizar ese descontento, lo que ha dado como resultado una «vanguardia docente» capitalizada por sectores que apoyan la política de Juan Guaidó, quien ya ha demostrado que tampoco resolvería las necesidades de les trabajadores. Basta leer su «Plan País» o ver como sus aliados han tratado a los suyos. Trump que deja en la calle a más de diez millones de trabajadores en medio de la pandemia o Piñera que reprime, encarcela y asesina al pueblo chileno cansado de sus políticas neoliberales , Lenin Moreno que deja caer ecuatorianos muertos en las calles con total indolencia o Colombia en la que asesinan líderes campesinos y sociales. Tales son los aliados de la figura política de la derecha en este país y a la que la podrida cúpula sindical del gremio docente le levanta la mano y pretende poner nuestra incipiente lucha a sus servicios.

En estas condiciones todo el aparato burocrático del Estado es sostenido con trabajo casi gratuito y allí los docentes son los sostenedores del sistema educativo. La «renuncia masiva» de docentes fue la forma en la que la base magisterial, sin dirigencia sindical que se pusiera a la altura, encontró como solución, pero que ha puesto en jaque al sistema educativo.

En ese contexto el coronavirus le cayó «de perlas». La cuarentena ha logrado regalarle tiempo al gobierno que se niega rotundamente a pagar un salario que tan siquiera cubra la Canasta Básica como mínimo; esta conquista que logramos plasmar en la Constitución hoy es pisoteado por el gobierno y por las federaciones y sindicatos.

Del Plan «Cada Familia Una Escuela»

A nivel mundial, la virtualización de la educación es un plan que se cocina a «fuego lento» por los grandes entes mundiales del capitalismo como lo es el FMI y el BM desde hace años para intentar «abaratar» los «gastos» educativos en una abierta política de desinversión en el sector educativo. El Covid-19 lo ha acelerado y su llegada luce intempestiva para lo cual las grandes corporaciones ya están «preparadas». En esta virtualización de la educación acelerada por el coronavirus quedan excluidos millones de estudiantes en el Mundo, específicamente de los sectores más pobres del planeta.

En ese contexto, Venezuela implementa el plan «cada familia una escuela» medida a la que le precede el despido indirecto y masivo de miles de docentes a través de la política de Salario Cero, la imposición de una educación vertical bajo la mampara de «líneas educativas» en la que les docentes no tienen mecanismo de participación alguno, con profundas deficiencias en la infraestructura escolar, sin recursos de mantenimiento y sin recursos pedagógicos. A todas luces la suspensión de clases presenciales desde el mes de marzo al mes de julio responde a aspectos que están más allá de la propia pandemia.

La suspensión de actividades presenciales le dará la oportunidad de terminar el año escolar en un limbo en el que cada maestro debe ingeniárselas para atender a sus estudiantes. De manera gratuita y con recursos propios o prestados debe buscar a cada une y mandarle actividades que no han tenido un «espacio de aprendizaje» y que después servirá de sustentación de la promoción de los estudiantes al grado inmediatamente superior.

Ni estudiantes ni docentes pueden llevar la pesada carga de esta nueva modalidad de autogestión educativa. Millones de estudiantes y miles de docentes viven en tan precarias condiciones que solo podrán entrar en esta antipedagógica jornada algunos pocos.

El programa de» Canaimitas» (laptops para estudiantes entregada por el gobierno) se fue abandonado paulatinamente y ya la gran propaganda, se redujo a menos escuelas beneficiadas con la entrega del recurso y más medios para propagandizar un programa que no le garantizó a todes el recurso. Docentes quedaron también fuera de la entrega de dichos recursos porque se sobreentiende desde la cúpula, que cada quien debía adquirir una computadora con sus propios recursos. Estos aspectos entre otros no condujeron a que el programa Canaimita entrara en el aula tan siquiera como apoyo tecnológico al quehacer educativo.

Así las cosas el programa «cada familia una escuela», es una entelequia. Surge de la lógica propagandística del gobierno y no del diseño de una política educativa tendiente a tener espacios de aprendizaje.

Lo peor, es la política de persecución que ejecutan directores y supervisores, sosteniendo como Hércules el pesado rollo propagandístico para «mostrar» resultados de un programa que solo podrá ser cumplido por pocos. Tristemente el hecho pedagógico en el sistema educativo venezolano está herido de muerte.

Lo que queda claro, que la propaganda gubernamental cada vez es de peor calidad y no puede esconder su intención de dejar en manos de les docentes esta pesada carga. Dice haberse reunido con «sectores», con «expertos nacionales e internacionales», habla de sus intercambios con la UNESCO y con UNICEF pero no es capaz de resolver el grave problema material de existencia que tenemos les trabajadores de la docencia. Para muestra está la aprobación de millones de euros para fortalecer el PAE, en lugar de ejecutar medidas que garanticen que en medio de la cuarentena podamos comer maestros, estudiantes y toda la masa trabajadora empobrecida por una política sostenida en nuestra contra y que ha hecho que comer balanceado en un día se convierta en un verdadero lujo en este país.

¿Cómo hacemos?

Ante este panorama les docentes debemos armar un gran movimiento que sobrepase a todas las direcciones sindicales. Necesitamos darle cuerpo a nuestro malestar y eso lo podemos lograr organizades porque de lo contrario, no podremos superar las cosas que llegaron y que pretenden quedarse para siempre.

En estas condiciones no podemos ejercer la docencia y la imposición del Ministerio de Educación no la podemos cumplir. Nos corresponde unirnos alrededor de la defensa de la educación y eso empieza por la recuperación de nuestro salario, de nuestras condiciones y por el derecho pleno a participación protagónica desde la base docente en las decisiones que se tomen.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a289108.html

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Contra los vientos de guerra, propuesta de paz

Por: Franklin González

Hay como un viento de palabras confusas. Una que habla de muerte y de ausencia. Otra que habla del peligro del hambre y la desesperación. Otra que habla de grandes e increíbles derrumbamientos. Otra que hace soplar vientos de guerra. Y otra, la más poderosa de todas, que parece anunciar un tiempo nuevo” (“La voz de Dios”,  de William Ospina).

Difícilmente hoy se encuentre algún incrédulo que siga repitiendo que no hay amenaza de agresión militar contra nuestro país.

El gobierno de Trump está desplegando sus fuerzas navales para producir un bloqueo de las costas venezolanas, y eso es una declaración de guerra. La excusa está basado en un conjunto de acusaciones sin fundamento alguno contra el presidente Maduro

¿Qué buscar la administración Trump con esta decisión?

Primero, desviar la atención sobre la tragedia que vive internamente su país por el Covid-19 y sacar rédito político a pocos meses de las elecciones de Estados Unidos. Vieja y consuetudinaria estrategia política ya desgastada, por su uso infinidades de veces.

Segundo, buscan la rendición incondicional de la revolución bolivariana y de su gobierno. Para eso, acude a todos los medios a su alcance, intentando poner a prueba los sentimientos de sus ciudadanos. Han organizado el mensaje de acuerdo a los factores personales de los destinatarios para confundir, persuadir e influenciar, a sabiendas del poder que tienen hoy los medios de comunicación y las redes sociales sobre su sociedad, donde la mayoría de la gente se queda con la primera “imagen”, esto es, con la primera impresión que se presenta ante ellos, dándoles a esos medios una relevancia y un nivel de confiabilidad, más allá del que realmente tienen.

Y como ciertamente soplan “vientos de guerra” por el Caribe, el presidente Nicolás Maduro Moros, el 05/04/2020, le ha dirigido, acertada y oportunamente, una comunicación al pueblo de Estados Unidos.

Ha dicho el presidente Maduro.

Primero, ha manifestado solidaridad con ese pueblo, el estadounidense, y le ha hecho llegar una denuncia en los siguientes términos:

“Al expresarles mi solidaridad ante este importante desafío histórico y nuestra consternación y dolor por las consecuencias de la pandemia en EEUU, me veo obligado a también alertarles que, mientras el mundo se enfoca en atender la emergencia del Covid-19, el gobierno de Trump, instrumentalizando una vez más las instituciones para alcanzar sus objetivos electorales y basándose en infamias bajo pretexto de la lucha contra las drogas, ha ordenado el despliegue militar más grande de Estados Unidos hacia nuestra región en 30 años, con el fin de amenazar a Venezuela y de llevar a nuestra región a un conflicto bélico costoso, sangriento y de duración indefinida”.

Segundo, le hizo un llamado a ese pueblo “para que ponga freno a esta locura, para que responsabilice a sus gobernantes y los obligue a enfocar su atención y sus recursos en la atención urgente de la pandemia”.

Tercero, ha solicitado el “cese de las amenazas militares, el fin de las sanciones ilegales y el bloqueo que restringe el acceso a insumos humanitarios, tan necesarios hoy en el país”

Cuarto, ha pedido “con el corazón en la mano que no permitan que su país se vea arrastrado, una vez más, a otro conflicto interminable, otro Vietnam u otro Irak, pero esta vez más cerca de casa”.

Quinto, ha reiterado su política de diálogo y de compromiso con la paz: “Nosotros, como dijo una vez nuestro líder Hugo Chávez, compartimos el mismo sueño. El sueño de Martin Luther King es también el sueño de Venezuela y de su gobierno revolucionario. Los invito a luchar juntos por hacer realidad ese sueño. No a la guerra de Estados Unidos contra Venezuela. No más sanciones criminales. Queremos paz”.

Esas palabras del presidente Maduro hacen recordar que no es tiempo de seguir la enseñanzas de Maquiavelo cuando aconsejaba al Príncipe que no adoptara la ética de los ciudadanos, sino más bien momentos para que el ciudadano de EEUU no adopte la “ética” de su Príncipe (Trump), en una decisión que podría generar consecuencias impredecibles.

En ese sentido, debe recordarse una fábula, que según el historiador estadounidense Howard Zinn, en su texto Sobre la Guerra, había sido escrita por el dramaturgo alemán Bertolt Brecht, y que palabras más, palabras menos, dice: “un hombre que vive solo recibe una llamada en la puerta, cuando la abre, encuentra en el umbral el cuerpo poderoso, el rostro cruel del Tirano. El Tirano le pregunta. ¿Aceptas someterte a mí? El hombre no responde. Se hace a su lado. El Tirano entra y se instala en casa del hombre. El hombre le sirve durante años. Un día el Tirano enferma por contaminación de la comida. Muere. El hombre envuelve el cuerpo, abre la puerta, se deshace de él, vuelve a entrar en su casa, cierra la puerta detrás de él, y dice con firmeza. No”.

Recuerde, señor, Trump que la violencia NO es la única forma de poder. Muchas veces es la menos eficiente, aunque realmente es la más cruel, tanto para las víctimas como para los verdugos, como dijo Albert Camus. Vietnam quedó estampado en la historia como evidencia de ello.

La mejor recomendación sería entonces: dejar quieto lo que está quieto.

Fuente: El autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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