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Ojo con sobrecargar a tu hijo con actividades extraescolares

Por: Ana Camarero

A veces, la frase «yo sólo quiero lo mejor para él», se confunde con lo que necesita.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/01/mamas_papas/1472708137_881758.html

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El papel de las emociones en la jornada escolar

Por: Almudena Gómez- Alvaréz Abajo

Agacharte a su altura, mirarle a los ojos, esbozar una sonrisa y hacerle ver que le entiendes. Todo esto marca una diferencia en la educación de nuestra infancia.

Una criatura que disfrute de sus años en la etapa de infantil, cuando estos años están cargados de momentos felices, será una persona sana en el futuro. Los recuerdos positivos permanecen en nuestra memoria marcando una impronta que permanece viva en años posteriores. Una criatura que ha vivido ricas experiencias, acordes a sus necesidades, capacidades y ritmo evolutivo, que además ha sido querida, amada y respetada por encima de todo, tendrá mayores posibilidades de ser una persona adulta con grandes capacidades. Si esto se acompaña con un apoyo mutuo en el grupo de iguales y un respeto profundo a la libertad individual en un proceso cargado de afecto, estaremos contribuyendo a hacer de la infancia una etapa plena y feliz. El afecto mueve el mundo.

Sin embargo, a pesar de su máxima importancia, a veces se nos olvida la necesidad de trabajar las emociones en la vida cotidiana y, de manera sorprende, en nuestras aulas.

Docentes y alumnado solemos estar inmersos en una vorágine social de horarios rígidos, estructuras espaciales de contención, fiestas pomposas, a veces extra valoradas, todo ello rodeado de contenidos que se dan y se absorben a velocidades máximas; una rutina diaria en la que la rapidez es lo importante, donde la eficiencia es sinónimo de una buena labor profesional y en la que la visibilidad de lo que se hace es lo fundamental, pareciendo así que damos mayor valor a nuestra profesión docente.

Y con ello llega el olvido, en silencio, de puntillas…  Y nos roba el tiempo, el nuestro y el de los niños y niñas de nuestra escuela, colegio o instituto. Nos anula la sonrisa, nos absorbe la mirada, nos quita el abrazo mañanero, nos arrebata las caricias, las preguntas de si han dormido bien, la necesidad de saber si vienen con hambre, con frío, con sueño, con alguna preocupación… Nos extirpa la capacidad de expresar cómo nos sentimos, cómo nos encontramos… la capacidad de escuchar cómo se siente el compañero, cómo se encuentra la compañera… las palabras bonitas que nos hacen fuertes, grandes, insuperables y a las que no se les da importancia. Y sin embargo, serán dichos recursos los que propiciarán que esos niños y niñas en un mañana sean personas amables, alegres y, sobre todo, quesean y se sientan queridas.

Inmersos en la rutina escolar olvidamos dedicar momentos y espacios a dialogar con los niños y niñas sobre lo que piensan, pero sobre todo sobre lo que sienten. En la sociedad actual está demostrado que existen problemas de socialización, que las personas sufren de estrés, de ansiedad y que se crea depresión y malestar en uno mismo y con los otros. A veces, según expertos en el tema, estos problemas vienen por carencias en la expresión de las emociones. Las emociones que no se nombran, que no se expresan, que no se gestionan se quedan dentro y se comen poco a poco la alegría y a uno mismo.

En la escuela, donde los niños y niñas son pura esencia emocional, debemos permitir que estas capacidades afloren y se fomenten. Y esto no solo se realiza poniéndoles nombre en una hora del currículo, sino sintiéndolas y expresándolas con la máxima expresividad para que nos empoderen. Y cuando decimos esto nos referimos tanto a emociones consideradas bonitas como la alegría, la sorpresa, la ilusión… como a las no tan bonitas, pero igual de necesarias, como la tristeza, la desesperanza e, incluso, la rabia. No hay que culpar a la criatura ni hacerle ver que hay emociones buenas o malas, hay emociones y deben de vivirlas, saborearlas y expresarlas en todo su esplendor guiándoles para entenderlas y gestionarlas en beneficio suyo y de otros y otras.

Y esto es incompatible con la prisa.

¡BASTA! Paremos el tiempo. Llenemos el aula de momentos de encuentros: riamos con nuestros niños, abracémonos con nuestras niñas, hablemos con nuestros cuerpos, nuestras miradas, nuestras sonrisas y nuestras palabras. Gritemos, saltemos, corramos, brinquemos solos/as y acompañadas/as en todas las situaciones en que sea posible, muchas más de las que les otorgamos si elegimos enfoques metodológicos que permitan la actividad libre y espontánea. Vivamos el tiempo de Educación infantil como solo podemos hacerlo en la infancia y más allá si queremos: con intensidad, con un paraguas de amor.

En pos de los contenidos dejamos en el cajón los afectos abrazados a sentimientos y emociones. Abramos este cajón, dejemos que salgan, que llenen nuestras aulas y hagamos que sean el motor de cada día.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/04/17/el-papel-de-las-emociones-en-la-jornada-escolar/

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El conocimiento, motor de la sociedad.

Por: Raúl Contreras Bustamante.

Esta semana tuvieron verificativo dos eventos trascendentes para la vida y el desarrollo cultural de nuestra sociedad. El primero al que me voy a referir es a la visita, el pasado 23 de mayo, del rector de la UNAM a la Cámara de Diputados para hacer entrega del Informe del Desarrollo en México 2016. Dicho documento realiza una evaluación de aquellos logros obtenidos de las metas no alcanzadas y también plantea propuestas de políticas públicas para nuestro país, en aras de cumplir con los objetivos comprometidos en la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 de Naciones Unidas.

El mensaje del rector Enrique Graue se sintetiza en una fuerte y clara definición: “La educación no puede detener su crecimiento. Sin ella, el país no tendrá un futuro cierto”. Sus palabras cobran sentido cuando se analiza que en el presupuesto federal de este año, el sector educativo sufrió una disminución real de 4.2%; y la educación superior fue la más golpeada, con un decremento de 6.4%.

Los recortes financieros a la educación y a la investigación en el presupuesto parecen ignorar que sin dichas actividades estratégicas no hay desarrollo ni tampoco existirá democracia plena, porque la nación requiere de la existencia de ciudadanos libres y soberanos en su pensar y actuar; capaces de tomar decisiones a partir de la apreciación que más se ajuste a la realidad.

La importancia de escuchar y tomar en serio este llamado radica en la necesidad de dejar muy claro que la educación, la investigación y la formación del conocimiento son indispensables para combatir a los grandes rezagos nacionales en materia de combate a la pobreza; generación de empleo; la repartición más igualitaria de la riqueza y un acceso efectivo a la salud de las clases más necesitadas. Para decirlo claro: la educación es una inversión y no un gasto.

El segundo acontecimiento fue el brillante discurso que el doctor Julio Frenkpronunció con motivo de su ingreso al Colegio Nacional, el pasado miércoles. Destaco una frase del actual rector de la Universidad de Miami, que atrajo mi atención y que coincide con lo antes expresado: “El conocimiento es el motor de la sociedad para transformar a la realidad social”.

El gran problema de nuestro país es que la educación no siempre ha sido considerada como prioridad ni comprendida como una inversión estratégica para nuestro desarrollo, sino que ha sido parte de políticas macroeconómicas, que la tratan por igual como cualquier otro capítulo de gasto.

La educación es el elemento nivelador por excelencia de las desigualdades sociales. Otorga la posibilidad a los niños y jóvenes mexicanos de aspirar de forma igualitaria a un mejor nivel de vida. No es poca cosa: puede ser su única oportunidad de modificar sus condiciones y limitaciones económicas de origen. Por ello, preocupa saber que en un futuro muy cercano, de no hacerse las inversiones públicas necesarias, seis de cada diez jóvenes en edad de cursar estudios superiores, no podrán tener acceso a ellos.

El conocimiento y la educación construyen un camino ilustrado hacia una mejor sociedad. Configuran una garantía institucional para el ejercicio del resto de los derechos, son parte fundamental y precondición de la construcción de la ciudadanía, a la vez de ser un control social efectivo en los procesos deliberativos: una garantía de pluralidad.

Como Corolario, las palabras de Sócrates: “Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia”

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/opinion/raul-contreras-bustamante

Imagen: http://elperiscopi.com/wp-content/uploads/noticies/7828_m.jpg

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La inclusión de las TIC en las aulas de Latinoamérica: cómo, por qué y para qué, (video).

La Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y ProFuturo presentaron el 30 de marzo en Madrid el Estudio sobre la inclusión de las TIC en los centros educativos de Aulas Fundación Telefónica (descarga el informe), que ha contado con la participación de casi 2.300 profesores y medio millar de directores escolares de 7 países latinoamericanos.

Una de las principales conclusiones apunta a que la calidad educativa no se mide en la presencia o ausencia de pizarras digitales o el número de horas de uso de los ordenadores, sino en cómo, por qué y para qué se aplica la tecnología en el aula. Los principales retos de innovación educativa en Latinoamérica pasan por políticas públicas que garanticen la alfabetización digital del profesorado o la integración de las TIC en el currículo académico.

En el evento se desarrolló::

QUÉ: presentación del Estudio sobre la inclusión de las TIC en los centros educativos de Aulas Fundación Telefónica.

QUIÉNES PARTICIPARON: representantes de centros educativos de los 7 países latinoamericanos participantes en el proyecto, que contarán su experiencia en primera persona, y expertos en TIC y educación de Argentina, Brasil y México; Paulo Speller, secretario general de la OEI; Sofía Fernández de Mesa Echeverría, directora de Fundación ProFuturo; José María Sanz-Magallón Rezusta, Director Fundación Telefónica.

 

INFORME:

Estudio sobre la inclusión de las TIC en los centros educativos de Aulas  (descarga el informe)

Fuente reseña de evento e informe: https://oei.us16.list-manage.com/track/click?u=0931feb0daebafe11d8e83f9d&id=c455147f76&e=7a92c454da

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La Educación Mexicana y Pisa 2018.

Por: Mauro Jarquín.

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A lo largo de los últimos lustros, el campo educativo ha sido un rubro de importantes transformaciones orgánicas e ideológicas a nivel mundial, principalmente a partir de ciertas propuestas de cambio originadas en los pasillos de organismos multilaterales (OCDE-Banco Mundial), think-tanks, y gobiernos nacionales con alcance global. Dichos cambios se han llevado a cabo de forma armonizada con las dinámicas de funcionamiento del capitalismo cognitivo contemporáneo, para el cual el conocimiento y la educación se presentan como elementos fundamentales con respecto a las posibilidades de desarrollo de las economías y las sociedades en general.

En nuestro país, las autoridades educativas asociadas con organizaciones de corte empresarial, como Mexicanos Primero e instancias multilaterales, han recreado un análisis, programa y política sobre educación que, en consonancia con ciertas tendencias internacionales, se ha conformado como una serie continua de engranajes cuya forma y sentido es el de un programa gerencial de reforma en educación; es decir, un programa de reforma educativa inspirado en ciertos principios organizativos y programáticos retomados del mundo de los negocios y la administración privada, con el fin supuesto de maximizar la rentabilidad de los procesos educativos y sus resultados.

Dicho cambio de ruta ha sido acompañado de un replanteamiento de la función de la educación en la sociedad mexicana, el cual ha sido mencionado una y otra vez por secretarios de educación pública, subsecretarios, líderes empresariales, etc. Para ellos, la educación debe ser pensada ahora como una palanca fundamental del crecimiento y desarrollo económicos a través de la generación del capital humano idóneo para la ejecución de los procesos productivos; es decir, la educación debe producir una mercancía determinada que a través de su buen uso, coadyuve a mantener una economía sana, estable y en constante desarrollo.

Los valores de mercado han impregnado el programa educativo, considerando así que para que nuestra economía y sociedad se desarrolle, es necesario que la sociedad haga su trabajo, a través de un acercamiento cada vez mayor entre las prácticas educativas y los valores de eficiencia, productividad y emprendimiento capitalistas.

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Para lograr el control necesario con respecto a los productos escolares, el gerencialismo en educación ha importado también el término calidad, del mercado y sus transacciones, a los procesos educativos públicos. La noción de educación de calidad, aún no del todo definida y nunca consultada con las comunidades escolares, el profesorado y los propios estudiantes,  se presenta así como la garantía de que aquello que se realiza en las escuelas responde a los intereses y metas planteados por las autoridades educativas y por los intereses objetivos de la economía nacional (es decir, de los sectores y fracciones dominantes del capital doméstico). Considerando que bajo este esquema la escuela desarrolla sus tareas cotidianas como un espacio de producción y reproducción social de capital humano,  podemos pensar que una “educación de calidad” encuentra su materialización en un capital humano de calidad, el cual puede ser entendido como la acumulación de aptitudes y competencias suficientes para el buen desempeño de una persona a lo largo de su vida laboral en un contexto de flexibilización laboral y competitividad.

Ahora bien, ¿de qué manera puede comprobarse dicha condición deseada en los productos educativos? La respuesta, al parecer, es sencilla: a través de una evaluación. ¿Qué tipo de evaluación? Una evaluación estandarizada.

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Las políticas internacionales de medición de capital humano, las cuales buscan identificar su cantidad y calidad, han coincidido en que la prueba más relevante en este tenor es el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE, conocido como prueba PISA. Según la OCDE, PISA es un proyecto cuyo objetivo es evaluar la formación de los alumnos cuando llegan al final de la etapa de enseñanza obligatoria a los 15 años [ y ] tiene por objeto evaluar hasta qué punto los alumnos cercanos al final de la educación obligatoria han adquirido algunos de los conocimientos y habilidades necesarios para la participación plena en la sociedad del saber[1].

Dicha prueba ha sido muy bien recibida por una gran cantidad de gobiernos y ministerios de educación en el mundo, aunque profundamente criticada desde distintas voces. Una de ellas es la de Julio Carabaña, sociólogo español, para quien: “El problema fundamental es que mide una cosa que ellos llaman literacia (literacy), que son aptitudes muy generales que se pueden desarrollar algo en las escuelas pero fundamentalmente no”. Lo anterior es algo que el informe PISA menciona en todas sus ediciones, al recomendar: “Téngase en cuenta a la hora de interpretar estos datos que cuando un país está por encima de otro en las clasificaciones ello no se debe a las escuelas solamente, porque las puntuaciones PISA dependen de toda la experiencia vital de los individuos”[2].

Nuestro país ha participado en la realización de dicha prueba desde hace más de 15 años, a lo largo de los cuales se ha encontrado en el último lugar de los países participantes de la OCDE. De estos resultados se ha culpado principalmente al magisterio, señalando en su labor la supuesta incapacidad para incrementar los niveles de calidad educativa en las escuelas nacionales, incluso sin dar suficiente atención al mismo diseño de la prueba.

Como menciona Carabaña, la medición de capital humano expresada en la prueba PISA tiene por objeto de análisis una dimensión del desarrollo intelectual que no depende exclusivamente del espacio educativo, sino también del contexto en el cual los individuos se desarrollan en sociedad. No es complicado comprender las implicaciones de lo mencionado previamente en una sociedad fragmentada por la desigualdad, la inseguridad, por la pobreza, por la falta de acceso a servicios educativos, culturales, médicos, etc. Una sociedad en la cual las posibilidades de desarrollar un capital socialefectivo se diluyen por la desconfianza, el temor y también, en muchos casos, por la desidia. PISA no solo evalúa a las escuelas, sino también evalúa a la sociedad en la cual estas escuelas están insertas, es algo que no debemos perder de vista.

Los resultados en PISA se han convertido en el leit motiv contemporáneo del debate educativo a nivel mundial, y el incremento de los puntajes en dicha prueba, una condición sine qua non de la política educativa de la gran mayoría de gobiernos avocados a mejorar en los rankings internacionales. Sus resultados son importantes porque se presume que aquellos países que han “mejorado su educación”, y con ello han logrado obtener los primeros lugares en la prueba, han alcanzado o mantenido el anhelado desarrollo económico. Los ejemplos recurrentes -lugares comunes de ello- son principalmente Singapur y Corea del Sur. En nuestro país, tal discurso ha sido repetido de forma impaciente por líderes empresariales que encuentran en los resultados PISA de cada edición, un aliento nuevo a su agenda educativa privatizadora[3]. Sin embargo, basta solamente con conocer un poco de historia de dichas regiones para comprender que tales explicaciones son, cuando menos, infantiles. El desarrollo de sus fuerzas productivas y la configuración de sus relaciones de producción, a la luz de importantes transformaciones geopolíticas en la zona, devinieron vientos de cambio en tales economías, y en dicho proceso de transformación, la inversión en los sistemas educativos, en tecnología, etc., fue un engranaje más en una narrativa bastante compleja.

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Asimilando la agenda educativa nacional con ciertas tendencias mundiales, el gobierno mexicano ha hecho explícito su interés por aumentar a toda costa los puntajes obtenidos por estudiantes mexicanos en PISA. No puede ser de otra forma, su reforma en educación, que tuvo por bandera el incremento en la “calidad educativa”, tiene que dar frutos de alguna manera, y no, no será a partir de una dinámica democrática de funcionamiento en los centros escolares, o a través de la mejora en las circunstancias sociales en las cuales se llevan a cabo los procesos educativos; mucho menos a partir del reconocimiento de la diversidad cultural de nuestro país, o del cada vez mayor interés del alumnado por el aprendizaje continuo a través de un ambiente escolar agradable; tampoco será vía una mejor remuneración al magisterio, o una inversión sin precedentes a las instancias de formación magisterial. Mucho menos debido a la cobertura educativa universal, o, al menos, a la existencia de comedores escolares en comunidades con alta marginación, no.

Los frutos de la reforma de Peña y los empresarios, asociados al paradigma gerencial en educación, buscan ser reflejados en el incremento del puntaje obtenido en la prueba de la OCDE. Ahora bien, en la misma lógica de la prueba, si ésta dice analizar aptitudes que se desarrollan tanto en el espacio escolar como fuera de él, ¿cómo nuestro país puede obtener un puntaje más alto con una sociedad en muchos aspectos sumamente golpeada y excluyente? Nuevamente, la respuesta parece sencilla: Cargándole todo el peso a la escuela.

Lo anterior nos lleva a una siguiente pregunta: ¿De qué forma la escuela podrá hacerse cargo del contenido educativo que no ha sido suficientemente desarrollado en  los procesos de socialización? La SEP nos dirá: a partir de una estrategia útil y, probablemente, exitosa.

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La estrategia de la SEP de cara a PISA 2018 es similar a determinadas políticas sobre educación que se han llevado a cabo en otros países, con miras a mejorar los resultados obtenidos en pruebas estandarizadas. El pasado 31 de enero, Otto Granados, actual titular de la SEP, habló sobre la aplicación de una “estrategia de capacitación” para preparar a los estudiantes mexicanos ante la prueba PISA 2018, la cual, según el secretario, “se trata de una  estrategia muy rápida, focalizada y efectiva de preparación para la próxima presentación de la prueba PISA, que deberá ocurrir en los primeros días de abril. [Para ello, las autoridades educativas] han diseñado una estrategia que tiene dos componentes: uno de entrenamiento y capacitación, pero otro también de motivación”[4].

En tal estrategia será fundamental el papel de la Fundación Carlos Slim, a través de la plataforma digital “PruébaT”, cuyo objetivo es “brindar de manera gratuita, experiencias de aprendizaje a docentes, estudiantes y padres de familia, con el fin de fortalecer conocimientos y habilidades indispensables para aprender a lo largo de la vida”. La plataforma, vinculada a la página “Fortalecimiento de los aprendizajes y competencias en los alumnos de 15 y 16 años” de la SEP, contiene material didáctico para “familiarizarse con PISA”, con su estructura, características y competencias evaluadas. En línea también aparece material similar al que se enfrentan los estudiantes con PISA, con miras a aprender cómo solucionar determinados planteamientos expuestos en la prueba de la OCDE.

Como en otros países, el sector privado ha sido llamado para participar en el coaching necesario para aumentar el puntaje total en pruebas estandarizadas. Al fin de cuentas, “son los privados los que de saber lograr objetivos específicos de mejor forma”.

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No obstante que las líneas generales de tal política de coaching con miras a la prueba no han sido publicadas aún en sus puntos más específicos, es imprescindible discutir los efectos sociales que tales políticas han generado en otras sociedades y las prácticas docentes que con esta buscan generarse.

Los sistemas educativos que le han dado demasiada relevancia a la medición educativa a través de pruebas estandarizadas han creado, en términos generales, un ambiente de trabajo tenso tanto para los docentes como para los estudiantes. Debido a que en tales políticas de evaluación lo que cuenta son los resultados y no tanto así el proceso pedagógico que llevó a determinados resultados, el foco tiende a ponerse en el momento de la prueba, el cual es tan solo una etapa, bastante restrictiva además, de los procesos educativos en las escuelas.

Distintas prácticas docentes se han llevado a cabo para aumentar los puntajes en pruebas estandarizadas, muchas de las cuales se ubican en el espectro de la exclusión educativa y la interiorización de prácticas competitivas en lugar de solidarias al interior del aula. De esta forma, acciones tales como la exclusión de la prueba a estudiantes con “bajos niveles de rendimiento”, o el teaching to the test, se han convertido paulatinamente en prácticas comunes que los docentes deben llevar a cabo para evitar resultados negativos en las pruebas y de esa forma, evitar también señalamientos públicos a los planteles educativos y repercusiones negativas en su trabajo.

El teaching to the test  (enseñar-preparar para la prueba), ha sido una práctica común en sistemas educativos en los cuales los resultados por centro escolar  en pruebas estandarizadas son centrales en materia de financiamiento educativo y reconocimiento social y consiste en utilizar tiempo destinado al contenido curricular en entrenamiento para responder correctamente las pruebas estandarizadas. En este sentido, probablemente el caso estadounidense sea el más representativo a partir de la entrada en vigor de la política No Child Left Behind, a principios de los 2000.

A propósito del teaching persisten varias tendencias interpretativas. Algunas apuntan a que tal práctica no es dañina al espacio escolar cuando los docentes se dedican a enseñar las “habilidades” requeridas para responder determinadas pruebas; es decir, cuando la enseñanza no se centra en la forma y contenido de las pruebas, sino en las capacidades requeridas para su buena resolución. Algunos más, mencionan que, aunque en ciertas prácticas de coaching se pretenda enseñar las aptitudes necesarias para responder la prueba, en última instancia lo que se hace es desplazar tiempo necesario en otro tipo de contenido curricular para destinarlo al entrenamiento de capacidades que pueden ser muy útiles para dichas pruebas, pero no para el desarrollo educativo integral de los estudiantes.

La política del teaching  ha generado distintos efectos en los sistemas escolares en los que se ha implementado, y con respecto a los cuales debemos estar atentos. Entre ellos se encuentra: el aumento del control docente en función de los contenidos que, según las autoridades educativas y las fracciones políticas dominantes en un tiempo-espacio determinado, deben ser enseñadas en la escuela; el ejercicio de prácticas educativas comprometidas más con los resultados medibles que con una sana y necesaria formación ética y la pérdida de interés en el aprendizaje por parte de los estudiantes, debido, entre otras cosas, a la falta de profundización en temas fuera del alcance de las pruebas.

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Aunque no de forma desarrollada, la propuesta de la SEP para “hacer frente” a PISA 2018 es, probablemente, la experiencia más cercana al teaching to the test llevada a cabo a nivel nacional. Este precedente genera una serie de problemas que es preciso analizar, específicamente a partir del papel central que la evaluación ha tenido desde hace algún tiempo en el sistema educativo nacional, principalmente en los años recientes.

Como se ha mostrado en distintos elementos de las transformaciones educativas, un elemento central de la política actual es la despedagogización de las escuelas, tanto por la posición marginal que se le ha atribuido al normalismo, como por la inducción de procesos pedagógicos enfocados a los resultados medibles, y no al desarrollo integral de las comunidades educativas.

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La lucha por una educación pública sólida y pertinente para las necesidades de nuestros pueblos no debe pasar únicamente por la lucha contra la evaluación punitiva presente en la conformación del Servicio Profesional Docente, sino también por reformar prácticas administrativas y pedagógicas más enfocadas a complacer al mundo de los negocios que a las comunidades educativas que le dan sentido a cualquier proyecto de educación nacional.

Fotografía: conaced
Fuentes:

[1] http://www.oecd.org/centrodemexico/medios/programainternacionaldeevaluaciondelosalumnospisa.htm

[2] http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2016/11/28/pisa-mide-aptitudes-que-no-se-desarrollan-en-la-escuela/

[3] Véase: http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/192271

[4] http://www.eluniversal.com.mx/nacion/sociedad/sep-capacitara-alumnos-para-contestar-prueba-pisa

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Enseñemos que sin bondad la inteligencia es ciega y torpe

Valeria Sabater

La bondad se transmite mediante la caricia que reconforta, el gesto que educa y el ejemplo que guía. Si plantamos en nuestros pequeños semillas de nobleza, de afecto y de empatía, daremos al mundo adultos más fuertes, personas más dignas y valientes capaces de construir sus propios caminos.

Lo cierto es que, por mucho que la inteligencia emocional esté de moda, siguen priorizándose aquellos estudios y trabajos orientados a potenciar el rendimiento de los niños en las materias escolares más tradicionales. Algo en lo que incide, por ejemplo, la ley estadounidense “Child Left Behind“ (que ningún niño se quede atrás), que impulsa a los alumnos y a las familias a mejorar su expediente académico con el fin de no perder ayudas económicas.

Esta ley ha propiciado el desarrollo de múltiples trabajos enfocados a una idea muy básica: desarrollar al máximo la habilidad de los niños para memorizar. Los estudios en sí resultan interesantes desde un punto de vista científico, porque se ahonda en los distintos patrones que utiliza el cerebro para establecer relaciones, para codificar datos y asentar nuevos recuerdos.

Ahora bien, lo que está sucediendo con este edicto, aprobado en su momento por el presidente George W. Bush, es que los maestros se sientan presionados y los alumnos frustrados. Es como si nuestro contexto político y social fuera por un lado, mientras la neurociencia, con los resultados derivados del conjunto de investigaciones en este contexto, nos gritara que por ahí no.

El cerebro de un niño necesita una educación más completa y compleja que la actual, que incide y estimula la práctica de estrategias mnésicas. Una atención a la memoria que va en detrimento del “cemento” que asienta los conocimientos, lo que despierta la curiosidad y lo que asienta los cimientos de una personalidad fuerte, madura y feliz.

Si somos capaces de educar, de guiar y de motivar a los niños a través de la bondad y el reconocimiento, daremos al mundo una generación mucho más digna y más preparada para los retos con los que se van a tener que enfrentar.

La bondad en el cerebro infantil

Empezaremos aclarando un aspecto importante. Cuando un bebé llega al mundo es incapaz de regular sus emociones, y en su cerebro no existe ningún área donde esté instalada de forma genética el concepto de la bondad. Lo que sí hay es una necesidad innata y natural por “conectar” con el medio que le envuelve, primero con sus progenitores para sobrevivir y más adelante con sus iguales para iniciar sus primeras relaciones sociales.

Hemos de entender que el mundo emocional de los niños sigue una secuencia de desarrollo específica donde los adultos debemos ser sus guías, sus mediadores e incluso sus gestores. La reorganización neurológica de un cerebro infantil es muy compleja, ahí donde la edad cronológica no siempre marca que se asiente una función, una capacidad o un logro específico. Así, seamos pacientes y aprendamos a respetar el desarrollo físico, psicomotor y emocional de cada niño.

Además, existen una serie de factores que determinarán la calidad de ese desarrollo integral en nuestros hijos. Cuando hablamos de educar en bondad no nos referimos solo a educar en valores. Hablamos también de cómo ese universo cercano -lleno de caricias, miradas y reconocimiento- configura sin duda esa conexión capaz de conseguir un mejor desarrollo neuronal.

Un niño puede establecer un contacto con la bondad desde edades muy tempranas. La percibe a través de la voz de su madre y de los brazos de su padre. La nota cuando aprende a hablar y es escuchado, cuando lo guían con el ejemplo, cuando regulan sus emociones y le enseñan a valorar a los demás, a respetarlos y a respetarse también a sí mismo.

La bondad es mucho más que un valor, es un canal de aprendizaje excepcional.

Claves para educar en bondad

Hablábamos al inicio de que la línea curricular de muchos centros escolares pasa por priorizar el rendimiento académico en asignaturas clásicas por encima de la Inteligencia Emocional. Bien, queda claro que ninguno de nosotros vamos a poder cambiar lo que nos exige la sociedad, por ello vale la pena educar emocionalmente a nuestros niños para que estén preparados ante estas demandas. Se trataría pues de guiar desde el hogar, de ser buenos gestores emocionales desde que nuestros hijos están en la cuna y dan poco a poco sus primeros pasos.

A continuación, os damos algunas claves para conseguirlo.

Educar en respeto, educar en bondad

Algo muy real y que el libro “Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen” nos explica muy bien es que todos somos excelentes padres, hasta que somos padres. Es decir, antes de tener niños idealizamos la crianza y tenemos muy claro lo que haríamos y lo que no. Más tarde, cuando llegan los hijos la vida real nos da la “bienvenida”.

  • Para educar en respeto y bondad es necesario ser unos padres pacientes. La crianza es una aventura diaria, ningún día es igual y las exigencias de un niño pueden cambiar de un momento a otro. Lo más importante en estos casos es que nosotros mismos seamos siempre iguales para ellos, igual de accesibles, igual de afectuosos, pacientes, con las mismas normas y los mismos ejemplos que inculcar.
  • Otro consejo que nos dejó María Montessori es la necesidad de sembrar en el niño ideas de nobleza desde edades muy tempranas aunque no las entienda. Ya llegará día en que esa semilla ofrezca su fruto.

Por último, no podemos olvidar que la bondad es una de las cualidades que mejor refleja la esencia humana. Educar en bondad es enseñar civismo, es respetar al otro, es amar la naturaleza y no menos importante, amarse también a uno mismo.

Guiemos a los niños en este camino que día a día, les ayudará sin duda a disfrutar de una vida más plena.

Fuente del articulo: https://lamenteesmaravillosa.com/inculcar-ideas-bondad-cerebro-infantil/

Fuente de la imagen: https://lamenteesmaravillosa.com/wp-content/uploads/cursos/inculcar-ideas-bondad-cerebro-infantil/Niño-sujetándo-un-corazón.jpg

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Libro: La Fórmula Preferida del Profesor

Japón / Autor: Yoko Ogawa / Fuente: Biblioteca Solidaria

 

«Una historia de amor, amistad y transmisión del saber…»
Auténtico fenómeno social en Japón (un millón de ejemplares vendidos en dos meses, y otro millón en formato de bolsillo, película, cómic y CD) que ha desatado un inusitado interés por las matemáticas, este novela de Yoko Ogawa la catapultó definitivamente a la fama internacional en 2004. En ella se nos cuenta delicadamente la historia de una madre soltera que entra a trabajar como asistenta en casa de un viejo y huraño profesor de matemáticas que perdió en un accidente de coche la memoria (mejor dicho, la autonomía de su memoria, que sólo le dura 80 minutos). Apasionado por los números, el profesor se irá encariñando con la asistenta y su hijo de 10 años, al que bautiza «Root» («Raíz Cuadrada» en inglés) y con quien comparte la pasión por el béisbol, hasta que se fragua entre ellos una verdadera historia de amor, amistad y transmisión del saber, no sólo matemático…
Como dice en su postfacio el profesor León González Sotos, «asistimos al emocionado ajetreo, de venerable filiación platónica, entre la anónima doméstica, el también —¿innombrable?— Profesor y el pupilo Root. Entre idas y venidas, tareas caseras y cuidados piadosos a su muy especial cliente, éste va desvelando las arcanas relaciones numéricas que los datos cotidianos más anodinos pueden encerrar.»
Link para la descarga:
https://pitacoradeclase.files.wordpress.com/2013/01/la-formula-preferida-del-profesor-yoko-ogawa1.pdf
Fuente:
http://bibliotecasolidaria.blogspot.mx/2017/10/la-formula-preferida-del-profesor.html
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