Page 1477 of 2665
1 1.475 1.476 1.477 1.478 1.479 2.665

¿Se puede educar la personalidad?

Por: José Antonio Marina

Los sistemas educativos están en ebullición en todo el mundo. Proliferan las propuestas, los métodos, los salvadores, las innovaciones, las reformas, los movimientos estratégicos. Tal proliferación me ha llevado a observarlos con la misma minuciosa tenacidad con que un botánico hace el censo de la naturaleza. La conclusión, que he expuesto en ‘El bosque pedagógico’, es pesimista. A pesar de la brillantez de muchos esfuerzos, no disponemos de una pedagogía ni de una psicología que nos permita resolver los imponentes retos que plantea una acelerada “sociedad del aprendizaje”. Una de las causas de esta impotencia es la fragmentación de sus teorías. Impulsados por la necesidad de analizar, estamos elaborando una “psicología y pedagogía de la hamburguesa”.

Carecemos de una teoría clara del sujeto humano. El conocimiento se ha separado de la emoción, la emoción de la voluntad, la memoria del aprendizaje, los procesos de los contenidos, la motivación del deber. Cada escuela psicológica es estupenda en lo suyo, pero no sabe qué hacer con lo del vecino. En la poderosa American Psychological Association (APA) hay cincuenta divisiones que no se hablan entre ellas. Troceamos al sujeto en competencias, destrezas, inteligencias múltiples, actitudes, capacidades, que a su vez se dividen en subespecies y, luego, intentamos unir como podemos esa picadura. La situación me recuerda lo sucedido a principios del siglo pasado. Surgió un gran interés por el estudio de los instintos, y una pléyade de investigadores se lanzó a identificarlos. Cuando llegaron a inventariar 6.200 instintos diferentes, pensaron que se habían pasado de la raya y el interés decayó.

El mundo anglosajón traduce “virtud” por “strength”, fortaleza. La educación del carácter es el fomento de las fortalezas humanas para la excelencia

Cada psicólogo ha enarbolado una idea, que defiende con aura de gurú, sin preocuparse de integrarla con las demás. Ken Robinson, el “elemento”; Daniel Goleman, la “inteligencia emocional”; Howard Gardner, las “inteligencias múltiples”; Mihály Csíkszentmihályi, el “flujo”; Martin Seligman, el “flourishing”;Angela Duckworth, la “determinación”; Marc Prensky, los “nativos digitales”; Michael Fullan, el “aprendizaje profundo”; Daniel Siegel, la “mindfullness”; Arthur Costa, los “hábitos de pensar”; Carol Dweck, la “mentalidad de crecimiento”. La gamificación –el aprendizaje mediante el juego- se impone. Aumenta la moda de las ‘flipped clasroom’. Se empieza a decir que no hace falta aprender lo que se puede buscar, y que el conocimiento no está en el sujeto sino en internet. La “pedagogía líquida” hace estragos.

Ante el concepto tosco

Es verdad que en los documentos oficiales se habla de “educación integral”, “holística”. El artículo 27 de la Constitución española afirma que la educación tiene por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana. Pero nadie se toma el trabajo de explicar lo que eso significa. ¿Se puede educar la personalidad? Acaba de aparecer el estudio ‘Valores y éxito escolar. ¿Qué nos dice PISA 2015?’, elaborado por Francisco López Rupérez Isabel García García. Terminan recomendando la “educación del carácter”, un proyecto educativo implantado sobre todo en Estados Unidos. Los autores hacen referencia al informe ‘Business Priorities for Education’, emitido por el Comité Consultivo Empresarial ante la OCDE , que recomienda la adopción de estos programas en los currículos educativos. Se suele entender como una “educación en valores”, cuando en realidad es una “educación en virtudes”. Lo que ocurre es que en Europa, la palabra “virtud” se ha pervertido. Ha perdido su carácter originario de “hábito que favorece la excelencia” y ahora muestra un aspecto timorato y modoso poco atractivo. El mundo anglosajón, en cambio, traduce la palabra “virtud” por “strength”, fortaleza, con lo que mantiene su vigor. La educación del carácter es el fomento de las fortalezas humanas para la excelencia.

Foto: iStock.
Foto: iStock.

En 1985, la Comisión Nacional de la Excelencia en Educación de Estados Unidos elaboró un documento sobre la importancia de este tipo de enseñanza. Después de varios años de estudio, en 1994 las dos Cámaras del gobierno americano adoptaron una resolución conjunta financiando la Educación del Carácter. En 1998 y 1999 la Educación del Carácter fue elegida la materia más importante en los colegios de enseñanza elemental y media, y en 1999 y 2000 esa prioridad se señaló también para la Enseñanza Superior. La Declaración de Aspen sobre la Educación del Carácter (1992), promovida por el Josephson Institute of Ethics y elaborada por educadores, expertos en ética y líderes de ONG, es uno de los documentos fundacionales del actual movimiento de Educación del Carácter en EEUU.

Para mí, el modelo americano tiene dos problemas. El primero, que se han apropiado del proyecto los sectores más conservadores de EEUU, y lo han convertido en un tipo restrictivo de educación moral. El segundo, que no tienen un concepto claro de personalidad. Los programas que hemos elaborado en la Universidad de Padres ‘online’ creo que superan ambos obstáculos.

A partir de las posibilidades derivadas del carácter, cada persona elige su proyecto de vida, que constituye el despliegue de su libertad

Ante todo, hay que responder a una pregunta: ¿se puede educar la personalidad? Personalidad es un concepto psicológico inventado para designar las pautas estables de pensamiento, sentimientos y acción de una persona. La mayor parte de los psicólogos sostiene que la personalidad se mantiene casi inalterada a lo largo de la vida, lo que la hace inmune al aprendizaje. No se puede educar algo que no puede cambiar. Creo que es un concepto muy tosco de personalidad. En los programas de la UP identificamos tres niveles de personalidad:

1.- Personalidad heredada. Cada niño nace con unos condicionantes hereditarios. Hay niños nerviosos y tranquilos, vulnerables y seguros. Simplificando, denominamos a estos rasgos innatos temperamento.

2.- Personalidad aprendida. A partir del temperamento, y gracias a la plasticidad del cerebro, los niños comienzan a adquirir hábitos, que son pautas estables de comportamiento, pero aprendidas. Tradicionalmente, se hablaba de ellos como de una “segunda naturaleza”. Los antiguos griegos designaban el carácter con la palabra ‘éthos’ , de donde deriva la palabra “ética”, que era la ciencia del carácter bueno. Era, por ello, el objetivo de la educación. El carácter es la individual articulación de los hábitos.

3.-Personalidad elegida. A partir de las posibilidades o imposibilidades derivadas del carácter, cada persona elige su proyecto de vida, que constituye el despliegue –mayor o menor– de su libertad. La libertad no es una capacidad innata repartida universalmente, sino un “hábito individual aprendido”.

Es fácil ver que el terreno educativo es la formación del carácter. Allí se forja la sumisión o la libertad de una persona. La educación debe quedarse ahí. La elección del proyecto personal es personal. La redundancia es inevitable. No podemos decidir la vida de nuestros hijos, de nuestros alumnos, de los ciudadanos. Sólo podemos ayudarles a formar el carácter adecuado para que ellos elijan bien.

La educación del carácter se ocupa del fomento de los hábitos intelectuales, emocionales, ejecutivos y éticos de una persona. Creo que el modelo de la UP supera con creces los modelos foráneos. Espero que vaya introduciéndose en el sistema educativo, que está abierto a innovaciones fulgurantes, pero blindado ante cambios profundos. Soy un optimista incorregible.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2017-12-12/educar-personalidad-educacion_1490850/

Comparte este contenido:

Las categorías que matan

Por: Lidia Falcón

A Diana Quer no la mató el género. Diana murió por ser mujer. Extraña clasificación ésta que está marcando la tragedia de miles de mujeres en este extraño siglo XXI. Como por ser mujeres son violadas, acosadas, maltratadas, heridas, mutiladas, asesinadas millones en todo el planeta. ¿Cuál es pues el problema? Las categorías.

Como si nos encontráramos en el siglo XIII, discutiendo con Tomás de Aquino el trascendente problema de los universales. El problema de los universales desde los filósofos griegos se refiere al modo en que pensamos y percibimos y cuáles son las realidades a ser conocidas. Hablando en términos generales se puede decir que “universal” se opone a “particular” como lo abstracto a lo concreto. Por eso los universales se conciben como entidades abstractas, en oposición a los particulares, entidades concretas y singulares. Universal es “aquello que se predica como común a todos y de cada uno (de los individuos de una totalidad, bien sea esta de ámbito absoluto, como por ejemplo el ser, o de ámbito más reducido, como el hombre, el animal, etc.). A diferencia de lo general, lo universal se refiere a una cosa muy definida y precisa que no puede faltar de ninguna manera en todos y cada uno de los individuos en la totalidad expresada por el concepto”. Claramente en este caso la categoría mujer es común a todas y cada una de las individuas de una totalidad, mientras que el género se refiere a una porción, mucho más pequeña, de ese universo.

Pero, ¿ciertamente la mayoría de las feministas que defienden arriscadamente la calificación discriminatoria del género para diferenciar a las mujeres unas de otras, situando a unas en una posición más protegida que a las otras, saben lo que son los universales? ¿Saben lo que son las categorías? He aquí mi desconcierto: ¿Por qué entonces este empeño en distinguirse en la teoría sin haber resuelto la práctica? ¿Se sienten más cultas, más estudiosas, más feministas si defienden el término abstracto de género en vez del concreto de mujer?

Este crucigrama para aficionados a las palabras cruzadas, de significado misterioso, se me presentó hace 30 años en EEUU. Allí, las muy elitistas feministas de clase media burguesa blancas, profesoras de Women’s Studies en muchas facultades inventaron el término “gender” para referirse a la discriminación de la mujer. No valía ya la categoría mujer, definida por si misma sin necesidad de más explicaciones. Pero esta ocultación en realidad lo que se proponía era obviar el término feminismo. Los sufijos ismo, dice el diccionario que es “Componente de palabra que, unido a sustantivos, indica doctrina, partido, sistema, dadaísmo; socialismo; anarquismo”.

¿De qué se trataba pues? De despolitizar el término. Feminismo tiene siglos de utilización como teoría de lucha por los derechos de la mujer, como movimiento reivindicativo contra las opresiones que sufre, como proyecto político que oponer o complementar al socialismo, al anarquismo, al comunismo. Se acabó de situar la lucha de la mujer en los peligrosos ismos sociales y políticos. En las universidades estadounidenses y pronto en las francesas, tan imitadoras, ya no se enseñaba feminismo sino estudios de género. Y enseguida en Méjico y en Perú. Allí fue donde planteé este peligroso enmascaramiento de los términos, con lo que se desfiguran las categorías.

A pesar de que esta polémica tiene los tintes de la enigmática discusión escolástica de cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler, las trabajadoras sociales de los pueblos de los Andes, Ayacucho, Pïura, Lambayeque, Cajamarca, La Libertad, Ancash, Huánuco, lo entendieron enseguida. Ellas, que se enfrentaban cada día a un universo de maltrato continuado y de humillación permanente de las mujeres campesinas me dieron la razón, mientras las señoritas profesoras de Lima se mostraron muy hostiles a mi crítica.

Evidentemente ya no podía convencer a las rectoras del simposium porque las directrices patriarcales de la Academia se habían consolidado en todos los ambientes cultos americanos y europeos. Y las españolas no iban a ser menos. En las Universidades donde apenas se forma a los estudiantes en la historia y sociología del Movimiento feminista se utiliza profusamente el término género, hasta convertirlo en una muletilla.

Pero esta peculiaridad de los estudios universitarios no es una disquisición baldía como tampoco lo fue el tema de los universales, que conformó la filosofía occidental durante varios siglos. Imponiendo esta abstracción del género la Academia ha llevado la definición hasta la política, la legislación, la judicatura, los asuntos sociales, los presupuestos económicos. Donde no ha penetrado, mal que les pese, es en la sociedad. Ninguna de las ilustres defensoras del género se ha molestado en preguntarle a la gente de la calle qué entienden por tal término, porque se hubiesen enterado de que nadie lo identifica a la categoría de mujer.

Lo peor es que tampoco lo hace la legislación. En un retruécano impuesto por las orgullosas legisladoras de la Ley Orgánica de Medidas Integrales contra la Violencia de género, de 28 de diciembre de 2004, se establece una diferencia entre las víctimas de género y las mujeres. Quienes no lo sepan se sorprenderán ante esta sibilina manera de discriminar a las que merecen protección y las que no.

Las “genéricas” se la merecen porque están o han estado ligadas por vínculos afectivos estables con su verdugo. Las que no, no.

Por eso Diana Quer no era género sino mujer. Y como mujer fue secuestrada, violada, asesinada y lanzada a un pozo de agua de diez metros de profundidad. Y por tanto no merece más atención que cualquier otra víctima contemplada en los delitos contra las personas, que hace ya varios milenios califican los códigos penales del mundo.
Y como Diana decenas, cientos, miles, de mujeres que sufren torturas semejantes o más leves en nuestro país, y que por no haberse enamorado de su maltratador no están clasificadas ni calificadas como género por nuestra ilustre y nunca suficientemente bien ponderada legislación.

Ciertamente el haber sido calificada de género posiblemente no hubiera salvado a Diana, pero si hubiese podido pedir ayuda porque su pareja estaba agrediéndola la policía se la tenía que haber prestado con más prontitud que de haber tenido que explicar que la estaba matando un desconocido. Y como ella, la sobrina asesinada por el tío que la requería sexualmente, la madre apaleada por el hijo, el novio de la mujer que fue víctima también de los celos maritales, y la hermana, y la cuñada y la vecina y la desconocida en la calle y la prostituta, que por no ser género no merecieron protección.

¿Y por qué, nos preguntaremos, estas distinciones tan alejadas de una realidad simple y palpable: el patriarcado mata mujeres, que está consumiendo tanto tiempo en estériles polémicas? Porque reduciendo la realidad del ser humano mujer a la abstracción del género se invisibiliza, se minimiza, se oculta, se enmascara una realidad terrible: la población femenina española que alcanza 25 millones está discriminada, reprimida, perseguida y en peligro de ser apaleada, violada o asesinada. Describir de tal forma realista este terrible panorama sería escandaloso. Mejor para el mantenimiento del sistema hablar de un pequeño sector de la población que vinculado afectivamente con hombres muy brutos a veces sufren malos tratos en función de su “género”, que no es el sexo ni la realidad corporal, sino una extraña abstracción que sólo ellas entienden. Hace pocos días Jorge M. Reverte se preguntaba por qué se llamaba género a lo que era mujer, que es la que recibe la violencia, y el escritor no es una campesina de los Andes peruanos.

Y en estas ridículas disquisiciones estamos mientras asesinan a una mujer cada dos días y apalean a dos millones y medio cada año.

Quizá los no especialistas en este tema se preguntarán qué más me da que se le llame género o mujer cuando se encuentra el cadáver, o incluso antes, cuando se denuncia la paliza. Pero no es a mí a quien le preocupa sino a todo el entramado judicial, fiscal, forense, de asistencia social, que tiene que enfrentarse a perseguir a los culpables y a proteger a las víctimas. Y que lo ejercerá de forma eficaz si estas estaban enamoradas del maltratador, o que no le prestará la protección previa –suponiendo que exista- ni la posterior, si no tenían ninguna relación con el verdugo, según la legislación les impone.

Y aún más, esas víctimas no entrarán siquiera en las estadísticas, cuestión ésta que parece bizantina pero que significa que a nuestro Estado no se le pueden sacar las vergüenzas por no proteger a sus ciudadanas cuando sólo se ha asesinado a 40 mujeres en 2017, en vez de las 85 que contamos las feministas. Y que con tan pocas víctimas de violencia de género tampoco es necesario mucho dinero para atender las necesidades de juzgados, hospitales, centros de asistencia social, casas de acogida. Las otras, las mujeres, ya se apañarán.

Y en eso estamos. Se habla de un Convenio firmado en Estambul el 11 de mayo de 2011, donde se exhorta a los Estados que lo han ratificado a contar todas las víctimas de la violencia machista, pero de momento ni el Convenio es imperativo, puesto que es internacional, ni se han introducido las modificaciones pertinentes en nuestra legislación ni el ya famoso Pacto de Estado, que lleva un año recorriendo las salas del Parlamento, las páginas de los periódicos y las pantallas de televisión, ha comenzado los laboriosos trabajos que llevarán a modificar este apartado de la Ley de Violencia de Género.

Ah, y nuestras legisladoras siguen oponiendo una resistencia numantina a modificar esa ley, que pasará a la historia por su singularidad, no vaya a ser que la ciudadanía se de cuenta de está mal pergeñada y de que no hay nada de qué enorgullecerse por haberla aprobado.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2018/01/07/las-categorias-que-matan/

Comparte este contenido:

Educación para cuidarse por sí mismas, el objetivo de las escuelas femeninas en el África subsahariana

Por: Europa Press

Educación para cuidarse por sí mismas, el objetivo de las escuelas femeninas en el África subsahariana

Según la UNESCO, las niñas africanas apenas reciben cinco años de escolarización y nueve millones de chicas entre los seis y los 11 años jamás irán a la escuela en el África subsahariana. Es una situación insostenible contra la que la Organización Internacional de la Juventud para la Transformación de África, un grupo integrado por RDCongo, Burundi, Ruanda y Sudán, intenta combatir a través de la creación de módulos de formación profesional, muchos de ellos instalados en campos de refugiados.

Educación para cuidarse por sí mismas, el objetivo de las escuelas femeninas en el África subsahariana

Campos como Kyanwgwali, en el oeste de Uganda, donde mujeres como Tamari Mutesi enseñan sastrería a las chicas, el primer paso para que obtengan la ansiada independencia económica que les permita escapar de la pobreza y de los abusos. Mutesi, de 27 años, ha entrenado a más de 25 mujeres desde 2008, y algunas de sus alumnas, como Adelphine Ingabire, de 22 años, ya tienen un salario mensual.

Educación para cuidarse por sí mismas, el objetivo de las escuelas femeninas en el África subsahariana

«Me encanta ver que las mujeres adquieren habilidades para mantenerse por sí mismas, alimentar a sus familias y ayudar a sus padres y a sus vecinos», ha declarado Mutesi, cuyo trabajo cuenta con la ayuda de COBURWAS, la organización «paraguas» que acoge al mencionado grupo juvenil de trabajo, y creada por cuatro jóvenes refugiados de estos países.

Educación para cuidarse por sí mismas, el objetivo de las escuelas femeninas en el África subsahariana

Uno de ellos, Joseph Munyambanza, escapó de la guerra en RDC cuando tenía seis años. Junto a sus socios, levantaron esta organización juvenil que ahora ha convertido un hostal en un centro de educación para 50 alumnas. «Tenemos más chicas que infraestructura para apoyarlas», ha lamentado Munyambanza, quien de todas maneras se declara «apasionado» por su labor.

Educación para cuidarse por sí mismas, el objetivo de las escuelas femeninas en el África subsahariana

La organización COBURWAS no solo proporciona escolarización, sino que imparte técnicas para reconocer e impedir el abuso sexual. «Nos enseñan cómo evitar a los hombres con los que no queremos estar», explica Sheila Arach, de 16 años, bajo la tutela de la gestora de la organización, Annet Atieno, quien añade que las jóvenes en edad de escolarización primaria, especialmente las huérfanas, corren peligro extremo de abusos.

Educación para cuidarse por sí mismas, el objetivo de las escuelas femeninas en el África subsahariana

«La demanda de sexo es muy elevada en su entorno, pero desde que hemos comenzado el programa, el índice de absentismo y de abandono escolar se ha reducido a tal punto que ahora estamos centrando prácticamente todos nuestros esfuerzos en la educación».

Educación para cuidarse por sí mismas, el objetivo de las escuelas femeninas en el África subsahariana

La plantilla de la organización se nutre también de estudiantes que regresan para dar clase, como la ruandesa Favourite Regina, graduada el mes pasado en la Universidad Internacional de Nairobi. «Hablo con las chicas para enseñarlas que todo es posible y que los hombres no son una solución», ha explicado.

Educación para cuidarse por sí mismas, el objetivo de las escuelas femeninas en el África subsahariana

Sin embargo, los problemas persisten. En el campo de Kyangwali, el 90 por ciento de las adolescentes están embarazadas. «Lo mejor que podemos hacer es no condenarlas y discutir las consecuencias con ellas», explica el profesor jefe de la escuela primaria del campo, John Bosco Okoboi.

«Algunas de mis amigas», añade otra de las estudiantes, Sarah Turiyamye, «tienen ya tres hijos. Si no me hubieran dado esta oportunidad, ahora estaría casada».

Fuente: http://www.europapress.es/internacional/noticia-educacion-cuidarse-si-mismas-objetivo-escuelas-femeninas-africa-subsahariana-20180114094714.html

Comparte este contenido:

¿Qué tanto contribuyen la educación y la ciencia al desarrollo?

Por: El Nuevo Diario/Eddy Zepada Cruz

Se considera casi como una verdad absoluta que el conocimiento, la tecnología, la educación y la ciencia garantizan desarrollo a los países que invierten en ellas.

Se considera casi como una verdad absoluta que el conocimiento, la tecnología, la educación y la ciencia garantizan desarrollo a los países que invierten en ellas. Que la calidad de vida de sus ciudadanos es superior al de países que no prestan importancia a tales indicadores. Los países nórdicos, europeos y algunos asiáticos entre los primeros. De África y Latinoamérica los segundos. Verdad relativa. Siempre hay privilegiados y marginados en ambos grupos.

Existe ciencia y educación para hacer bien y para hacer mal. Investigadores que aportan conocimientos para mejorar el estado de seguridad y bienestar de una parte los ciudadanos del mundo, y también para generar enfermedades y desastres a otra parte. A los menos favorecidos, a los marginales, a las minorías étnicas, por ejemplo.

Información reciente da cuenta de la existencia de 400 centros de investigación norteamericanos que buscan códigos genéticos en ciudadanos rusos y ucranianos. Antigua Europa del Este. ¿Para qué? ¿Retorna el fantasma de Menguele? ¿Buscarán información molecular que permita encontrar áreas vulnerables para diseñar armas biológicas y para generar desórdenes cognitivos (conducta, pensamiento)? Esperemos que las Naciones Unidas (ONU) regulen los protocolos a utilizar y no permitan repetir la historia de décadas pasadas donde las poblaciones indefensas eran utilizadas como conejillos de indias para que la industria farmacéutica y bélica abunde en utilidades.

Existe ciencia que genera resultados positivos, pero también negativos. Las armas de destrucción masiva, los microrganismos (virus, bacterias y hongos), las diferentes energías que intoxican y provocan cáncer, todas son creadas por científicos. Genios del bien y genios del mal. ¿Quién regula hacia dónde dirigir los conocimientos, la innovación, la tecnología? Otro tipo de mercado de conocimiento con fines lucrativos es el ideológico. El llamado mediático, donde se mezcla lo político, lo religioso y lo banal (moda) para generar tendencias de consumo en poblaciones amplias. Más del 60% del uso de la tecnología moderna es usada con estos fines. Quienes diseñan y asesoran tales estrategias también son investigadores en las áreas de la conducta y comportamiento humano y saben dónde influir para provocar conductas obsesivas e impulsivas.

Información reciente de estudio de aprobación sobre decisiones políticas que fueron usadas en siglo pasado dan cuenta que la población de países desarrollados que hoy gozan de niveles de vida alto aprobarían el uso de armas atómicas y nucleares nuevamente si se utilizaran para defender su statu quo. Su abundancia material. Lo dijo CNN y no Telesur ni RT. Deshumanización directamente proporcional al llamado desarrollo. ¿De qué ha servido la educación entonces? No abona a la concientización y el compromiso humano y moral? Dicho fenómeno es observado en el lado izquierdo y derecho, sociológica y políticamente hablando. También se observa en los estratos económicos altos, medios, bajos y subterráneos. No existe discriminación alguna.

El llamado opio de los pueblos también cobra relevancia hoy día, vinculado al tema tratado. Mundialmente, cual pandemia, existen grupos que viven bien vendiendo ofertas de vida nueva y paraísos terrenales como sucursales de Bienes Raíces. Son capaces incluso de curar cualquier enfermedad por encima de los grandes centros de investigación que poseen evidencia científica que algunos males todavía ni se conocen, menos aún sus tratamientos. Estafadores? También reciben entrenamiento y educación para hacerlo. Siguen repitiéndose los fenómenos como el de George Mason y su secta suicida, a propósito de su reciente fallecimiento. La leyenda del atol con el dedo y los espejitos a cambio del oro no quedó en la conquista de hace más de 500 años. Como la materia, solo se transforma.

Entonces: ¿Cuánto contribuyen la educación, ciencia, tecnología e innovación al desarrollo humano equitativo y justo? Contestación de grupo, como diría el finado profesor Sandoval. Mientras exista ciencia para el bien y para el mal… Muy poco.

Fuente: https://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/451553-que-tanto-contribuyen-educacion-ciencia-desarrollo/

Comparte este contenido:

El cambio climático obliga a las niñas a casarse

Por: Estrella Digital

Además de todas las consecuencias medioambientales que pueden derivar del calentamiento global, el aumento de la desigualdad y de la discriminación contra las mujeres son otros de los problemas que este fenómeno puede acarrear.

Los efectos del cambio climático no sólo se centran en problemas medioambientales como el aumento de las temperaturas, del nivel del mar y de la frecuencia e intensidad de los desastres naturales, sino que podrían provocar y de hecho, ya lo están haciendo, serias consecuencias en las poblaciones de los países en vías de desarrollo, especialmente a las mujeres.

La brecha de la desigualdad entre hombres y mujeres, la discriminación contra ellas, el matrimonio infantil y otros factores, como la desnutrición, son algunas de las trabas a las que las féminas de los países más pobres deben enfrentarse. Esta situación se ve agravada considerablemente por los efectos del cambio climático, pues ante la escasez de recursos naturales o de trabajo, las primeras víctimas son las mujeres.

“La consecuencia es una doble discriminación para las niñas y las adolescentes, por género y edad. Son especialmente vulnerables de sufrir explotación, violencia física y sexual, matrimonio infantil o embarazos tempranos por culpa del cambio climático. Esto agranda la brecha de género entre niños y niñas, restringiendo los derechos de las jóvenes y obstaculizando su derecho a la educación”, explica Emilia Sánchez, directora de comunicación de Plan Internacional, organización que lucha por los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas.

Tal y como explica Sánchez, ante la escasez que provoca el calentamiento global, las mujeres también sufren “tasas más altas de desplazamiento, abandono escolar, más riesgo de desnutrición, mortalidad…”. En las familias que sobreviven a la pobreza, la reducción de la producción de comida y víveres, provoca que, en los núcleos familiares, los niños tengan más acceso a los alimentos que las niñas. Además, esa necesidad convierte el casar a las niñas en una opción considerable, al conseguir así una boca menos que alimentar.

Las soluciones, tanto a la continuidad del cambio climático, como a sus consecuencias sociales y humanitarias, están tardando en estudiarse y en aplicarse. La necesidad de que los gobiernos adopten políticas relativas a este problema es realmente urgente, pero por el momento, y pasado más de un mes desde la última Conferencia sobre el Cambio Climático de 2017 de las Naciones Unidas (COP23), la implantación de nuevas medidas brilla por su ausencia.

“Es necesario que los gobiernos de todo el mundo hagan políticas y programas de adaptación al cambio climático enfocados en la infancia y género”.

Un año después del acuerdo de París, la COP23 busca proporcionar seguros de riesgo climático a unos 400 millones de personas pobres y vulnerables para el año 2020, y con este objetivo trabajan decenas de organizaciones no gubernamentales, “para instar a los gobernantes a que tomen medidas al respecto”, apunta Emilia Sánchez.

“Poner énfasis en las políticas de género para desarrollar un Plan de Acción de Género, asegurar fondos y acciones necesarias a fin de cerciorar la asistencia inmediata a las niñas y adolescentes afectadas por el cambio climático o garantizar la integración de informaciones sobre cambio climático en las políticas educativas y en los currículos escolares” son algunas de las medidas que Plan Internacional estima necesarias para frenar la realidad a la que se enfrentan miles de niñas y mujeres en todo el mundo.

Fuente: https://www.estrelladigital.es/articulo/mundo/menores-obligadas-casarse-culpa-cambio-climatico/20171228130841338331.html

Comparte este contenido:

La conmovedora historia del niño que llega congelado al colegio da la vuelta al mundo

Por: Cadena Ser

Cada día, el pequeño Wang Fuman, un niño chino de 8 años, tiene que recorrer 4,5 kilómetros bajo la nieve para llegar a su escuela. El joven, que vive en la localidad de Zhaotong, en una zona rural de la provincia de Yunnan (China), se enfrenta cada día a temperaturas de hasta diez grados bajo cero para poder llegar al colegio. A pesar de ello, Fuman nunca falla, tal y como cuenta el medio chino The Paper.

Este lunes, el niño de tercero de primaria llegaba, como cada día, a las ocho de la mañana para comenzar sus clases. Al llegar a clase, todos los niños comenzaron a reírse de él. ¿La razón? Su pelo. Debido a las bajas temperaturas, el niño llegó con el pelo blanco, completamente congelado. Tras presenciar esta imagen, el maestro de la escuela primaria de Zhuanshanbao, a la que asiste el menor, decidió sacarle una fotografía y compartirla en la red social Sina Weibo y con el medio Thepaper.cn, que ha difundido la historia de este niño a nivel mundial.

El niño llegó con heridas en las manos.
El niño llegó con heridas en las manos. / Sina Weibo

La situación crítica de Fuman

Además del pelo y las cejas completamente congeladas, el niño (que no llevaba ropa de invierno durante ese día) también contaba con las mejillas completamente rojas y con las manos arrugadas y heridas por el frío. Imágenes que han desatado una auténtica ola de solidaridad y que ha llamado la atención de los medios de comunicación chinos, que se han visitado el hogar de Fuman para conocer su historia. 

Una televisión local entrevistó al niño en su hogar. / YouTube

Tal y como explica el medio local, el niño vive con su abuela y una hermana mayor en una casa hecha de barro y con un techo cubierto de paja. La madre los abandonó hace ya varios años y a su padre, que trabaja en otra ciudad, hace meses que no le ve. La familia sobrevive con los 250 euros que les envía su padre cada mes y los dos cerdos que cuida el propio Fuman cuando llega del colegio.

La imagen que ha desatado una ola de solidaridad

Gracias a la fotografía sacada por el profesor, que ha dado la vuelta al mundo, muchas han sido las personas que han decidido ayudar a la familia y a otras que viven una situación similar a la de Fuman. Las autoridades provinciales locales han creado un fondo de desarrollo juvenil para proporcionar ropa de invierno a Wang y a otros niños de la zona. De hecho, el pequeño ya tiene gorro, guantes y una chaqueta nueva para recorrer su largo camino diario.

El niño con su ropa nueva.
El niño con su ropa nueva. / The Paper

Por otro lado, también se han enviado unos 100.000 yuanes (unos 1.200 euros) en donaciones tanto a su escuela como a otros centros educativos cercanos. En lo que respecta a la familia de Fuman, el gobierno local ha habilitado una casa para ellos, a la que se mudarán próximamente, que está mucho más cerca del colegio. Por lo tanto, Fuman se ha convertido en un auténtico símbolo y en un ejemplo, tal y como explica el director del colegio a The Paper; «Wang camina todos los días una hora y media con una temperatura de nueve grados bajo cero. Es un ejemplo».

Fuente: http://cadenaser.com/ser/2018/01/12/internacional/1515742598_928672.html

Comparte este contenido:

Feminismo radical, ideología de género y el Papa Francisco

Por: Religión Digital

«El humo generado por críticos de la ‘ideología de género’ impide ver el sentido cristiano de la gracia».

Suena siniestro leer que tras la ideología de género se encuentra el marxismo cultural y el feminismo radical, amén de otros agentes, empeñados en acabar con la familia tradicional y el mundo occidental tal como lo conocemos.

¿En relación a qué es «radical» el feminismo así calificado? Según sus críticos es «radical» en relación al feminismo moderado o tradicionalde las primeras feministas, las cuales fueron buenas chicas que portaron el estandarte de la liberación femenina con justas reivindicaciones sociales como un salario digno o acceso a profesiones consideradas exclusivamente de hombres. Un feminismo al cual nada se puede objetar, sino todo lo contrario.

Pero a finales de los años sesenta surge en Estados Unidos un grupo de feministas radicales que empieza a desmarcarse de lo que hasta ese momento había sido el movimiento feminista reivindicativo en todo el mundo, dando lugar al feminismo agresivo contra el hombre y toda su cultura patriarcal, cuyo germen debe buscarse en la nueva izquierda surgida después de mayo del 68. «El corpus de esta ideología totalitaria incluye el sexo libre, el aborto, y la desaparición del matrimonio, la familia y la religión por ser instituciones opresoras».

A juzgar por lo extremado de las afirmaciones de algunas de sus representados es fácil satanizar el feminismo radical, sin pararse a pensar en sus causas y razones reivindicativas, tras las que se esconden muchas experiencias de dolor, como la de, por ejemplo, la escritora estadounidense y activista Andrea Dworkin, cuya vida es todo un rosario de abusos.

Para empezar, abusos por parte de su padre, abusos de su primer marido. A los 18 años fue arrestada durante una protesta contra la guerra del Vietnam y estuvo en la cárcel de mujeres del Village, donde sufrió abusos de dos médicos. Todos estos factores dominaron sus batallas subsiguientes contra toda forma de violencia contra la mujer.

Tras licenciarse en Literatura en 1968 por el Bennington College, dedicó todas sus fuerzas a la lucha feminista. Básicamente, fueron batallas contra la pornografía, la pedofilia, la violencia contra la mujer y la conducta sexual del hombre como referente de la desigualdad imperante, ahondando en la utilización del sexo por el hombre como vehículo del poder patriarcal. En 1999, a los 53 años, fue drogada y violada en un hotel de París, un suceso que le hizo un daño enorme, agravado, además, porque hubo quien no creyó su historia.

Es evidente que muchas mujeres no han llegado al feminismo radical por pura teoría ni por promover caprichosamente una ideología de género, sino sencillamente como consecuencia de su propia experiencia de vejación y dolor. Se entiende perfectamente que sea una mujer, monja y teóloga católica, Ivone Gebara, la que pueda escribir una teodicea teológica hasta aquí no tratada por ningún teólogo o filósofo masculino, me refiero a El rostro oculto del mal. Una teología desde la experiencia de las mujeres (Trotta, Madrid, 2002).

Ciertamente, la experiencia de violencia sexual o machista no justifica necesariamente las posiciones extremas o radicales, pero ayuda a comprenderlasy obliga a buscar otras perspectivas y hermenéuticas más comprensivas, según el principio cristiano destacado por San Ignacio, de que antes de condenar la posición contraria, hay que intentar salvarla. Así es como se es fiel a aquel que dijo, «no he venido a condenar al mundo, sino a salvarlo» (Jn 12, 47).

Cuando cada día somos testigos del abuso de la mujer, que en estos últimos meses ha tenido por protagonista a la industria del espectáculo de Hollywood, pero que es una realidad cotidiana que muchas niñas -y niños- llevan sufriendo desde la más tierna infancia en el seno mismo de su familia. Es triste comprobar que la violencia contra la mujer está presente en tanto en ámbitos privados como públicos; en el hogar y en trabajo; en la economía canalla de la prostitución, la pornografía y la trata de blancas; en la violencia física directa; en los feminicidios, que muchas veces quedan impunes.

Los que señalan los años 60 como génesis de la ideología de género, deben recordar que aquellos fueron marcados no solo por el movimiento feminista radical, sino también por protestas internacionales contra la guerra en Vietnam y contra la aceptación y hasta el apoyo de brutales dictaduras en Latinoamérica. Parte de aquella juventud se radicalizó al no ver posibilidades de eliminar esta violencia institucional. Protestaba por igual contra la violencia política y todo tipo de violencias, entre ellas la violencia de género.

Dicho esto, hay que aclarar que este tipo feminismo radical de los años 60-70 ya apenas si existe, excepto en Estados Unidos, donde siempre ha contado con grandes representantes, cuyo pensamiento fluctuó entre lo radical y lo moderado. Hoy muchas feministas abogan más por la cooperación que por la confrontación. En la actualidad, se puede decir con María Blanco, que «nadie tiene el monopolio de lo que piensan las mujeres, ni del feminismo auténtico, ni de la feminidad» (Afrodita desenmascarada. Una defensa del feminismo liberal, Deusto Ediciones, Barcelona, 2017).

Cathy Young, escribiendo a mediados del 2016 para The Washington Post, afirmaba que casi nadie niega la realidad histórica de la dominación masculina, pero la solución al problema, que ha creado un gran fractura en nuestra cultura, pasa no sólo por la guerra entre sexos. «Para formar parte de la curación, el feminismo debe incluir a los hombres, no sólo como aliados sino como socios, con una misma voz y una misma humanidad».

Después de una década complicada, la Conferencia Episcopal Española reconocía que el tiempo transcurrido desde la publicación Directorio de la Pastoral Familiar en España (2003), donde los obispos llamaban la atención sobre las nuevas circunstancias en las que se desarrollaba la vida familiar, y la presencia en la legislación española de presupuestos que devaluaban el matrimonio, en la actualidad «permite advertir que, desde entonces, no son pocos los motivos para la esperanza. Junto a otros factores se advierte, cada vez más extendida en amplios sectores de la sociedad, la valoración positiva del bien de la vida y de la familia; abundan los testimonios de entrega y santidad de muchos matrimonios y se constata el papel fundamental que están suponiendo las familias para el sostenimiento de tantas personas, y de la sociedad misma, en estos tiempos de crisis».

Los múltiples desafíos al concepto cristiano de la sexualidad y la familia están ahí, pero para responder a esta problemática, amplia y compleja, a la Iglesia no le queda otra vía que volver a reflexionar las viejas creencias a la luz de las nuevas realidades. Su labor es la búsqueda de la paz y el bien en cada nuevo contexto y en cada nuevo momento de la historia, sanar el egoísmo visceral que nos lleva a preferir siempre nuestros intereses en detrimento de los demás.

El ser humano, debido a lo arraigado de su pecado, ha construido una sociedad injusta y discriminadora, donde las esclavitudes antiguas da lugar a nuevos tipos de esclavitud, donde en última instancia todo se reduzca a mantener la diferencia entre los de arriba y los de abajo, entre la élite y la no-élite; entre los nuestros y los otros.

«Establecemos», como dice Ivone Gebara, «colores y etnias superiores unas a otras, sexos superiores a otros, orientaciones sexuales más normales que otras. Y quien está del lado del poder y de la normalidad no duda en mantener relaciones excluyentes y culpabilizar a ‘los diferentes’ por muchos males del mundo».

La Iglesia no es inmune a estos combates históricos entre la igualdad y la desigualdad, lo que en la Biblia se describe como «acepción de personas», intolerable para el creyente. La Iglesia tiene miedo de las feministas radicales y la feministas tienen miedo de la Iglesia. «Las feministas», escribía Alicia Miyares, «sabemos que los valores, tanto morales como políticos, de la igualdad y la libertad son falazmente cuestionados por discursos religiosos que pretenden interrumpir de continuo la marcha de la humanidad hacia modelos de democracia más perfectos».

Los últimos papas, comenzando por Juan Pablo II, pasando por Benedicto XVI y llegando a Francisco, se han pronunciado inequívocamente contra la «ideología de género»; esto no se puede negar.

En la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia sobre el amor a la familia, publicada en marzo de 2016, el Papa Francisco advierte: «Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo» (n. 86). Con ello no hace sino defender la enseñanza sustentada en la Escritura y la Tradición sobre las relaciones hombre-mujer y el matrimonio.

Pero, téngase en cuenta una nota importante. Para Francisco, denunciar la ideología de género no implica negar ayuda o compañía a los homosexuales; no cierra los ojos a la urgencia de una teología pastoral adecuada, sensible y atenta a la realidad.

En la habitual conferencia de prensa que concede en el retorno de sus viajes internacionales, específicamente en el vuelo de Azerbaiyán a Roma, el Papa señaló que «las personas se deben acompañar como las acompaña Jesús. Cuando una persona que tiene esta condición llega hasta Jesús, Jesús no le dirá seguramente vete porque eres homosexual. No. Lo que yo he dicho, es esa maldad que hoy se hace en el adoctrinamiento de la teoría del género».

«Antes que nada, yo he acompañado en mi vida como sacerdote, obispo y también como Papa, he acompañado personas con tendencia homosexual y también con prácticas homosexuales. He acompañado, los he acercado al Señor, algunos no podían, pero yo he acompañado y nunca he abandonado a nadie, esto que quede claro».

Anteriormente, el 26 junio 2016, Francisco se había atrevido a decir que la Iglesia católica debería disculparse con las personas gays por la forma en que las ha tratado. Fue durante el vuelo de regreso al Vaticano tras su visita a Armenia. El Papa hizo estas declaraciones cuando le preguntaron si estaba de acuerdo con los comentarios del cardenal alemán Reinhard Marx, quien dijo que la Iglesia debía disculparse con los homosexuales por haberlos «marginado».

Francisco respondió literalmente: «Creo que la Iglesia no sólo debe pedir disculpas a una persona homosexual que ofendió, sino que hay que pedir perdón a los pobres, a las mujeres que han sido explotadas, a los niños obligados a trabajar, pedir perdón por haber bendecido tantas armas».

Por si fuera poco, el 3 de octubre de 2016, de nuevo a bordo de un avión, de regreso de su viaje a Georgia y Azerbaiyán, Francisco aseguró que Jesús no abandonaría a un homosexual o un transexual. Fue en respuesta a la pregunta sobre qué opinaba de las personas transexuales, de aquellas con disfunciones hormonales o aquellas que cambiaban de sexo porque no aceptaban su cuerpo de hombre o mujer. «Cuando una persona con esta condición llega delante de Jesús, nunca le dirá vete porque eres homosexual», dijo y agregó: «A las personas hay que acompañarlas cómo hace Jesús siempre».

A la luz de estas declaraciones «en vuelo», no es de extrañar que el Papa Francisco haya sido reconocido por la comunidad gay como el papa más «clemente» de los últimos años. El escritor colombiano Giuseppe Caputo, aunque no cree que es para echar las campanas al vuelo, reconoce que «ha habido un cambio, dentro del estrecho margen de cambio que un discurso de derecha como el católico puede tener: el suyo es un gesto sutil, muy sutil, pero ha demostrado ser simbólico y, sobre todo, beneficioso. Definitivamente no es lo mismo que una institución con tanto poder de influencia hable de hogueras y penalización a que pida abiertamente que los gays no sean marginados. Que la extrema derecha rechace las declaraciones de Francisco, evidencia que ha habido un giro: las personas homosexuales, señores creyentes, no pueden ser discriminadas ni tratadas con violencia, lo pide el Papa».

Esta es lo diferencia de la crítica papal de la «ideología de género» de la crítica de los que la instrumentalizan para sus intereses particulares, principalmente políticos. En todos los países latinoamericanos, con nula educación política en general, muchos políticos debeladores de la «ideología de género» la utilizan interesadamentecomo un instrumento muy importante para ganarse la voluntad que pueblo, siempre dispuesto a defender la moral tradicional y sus creencias religiosas, al tiempo que también, cómo no, excitan los prejuicios, odios y fobias populares, con el fin de conseguir su voto, o al menos, el rechazo de aquellos partidos zurdos señalados como defensores de la subversiva «ideología de género».

Muchos pastores, principalmente de las iglesias evangélicas fundamentalistas, pentecostales y carismáticas, se suman a con tal fervor a este discurso que arrastran tras de sí a toda su congregación, llegando a traspasar el límite del rechazo a la homosexualidad por causas doctrinales, para caer en el odio más visceral al que es tildado de abominable y digno de la pena de muerte, según la ley de Moisés. Imagino que aderezado con amor por la salvación del alma.

En estos casos, la «ideología de género» se convierte en una nube de humo que no solo oculta los problemas del pueblo de carácter social y económico, y desvía la atención del subdesarrollo y la corrupción política, sino lo que es mucho más grave, oculta por completo el mensaje evangélico de gracia y misericordia.

El humo generado por muchos críticos de la «ideología de género» impide ver el sentido cristiano de la gracia y la reconciliación. En lugar de ser portadores de esperanza, se convierten en mensajeros de odio y miedo. Han pisado el umbral de la gracia, sí, pero se han quedado en la antesala de ley; pertenecen más en la escuela del Juan Bautista tronante que del apacible Jesús de Nazaret.

Para Amelia Valcárcel, desde su posición de observadora, estos predicadores evangélicos pentecostistas son más veterotestamentarios que neotestamentarios; son capaces de sacar enseñanzas de los versículos más abstrusos del Antiguo Testamento, por el que tienen especial predilección. Los Evangelios se escuchan poco, pero Josué, Jueces, Esdras, Reyes, o Ezequiel son citados de continuo.

Lamentablemente, los rigoristas e integristas, «convierten la defensa de la moral, de la vida y familia en una ideología e ideologización que les lleva a despreocuparse o legitimar, al mismo tiempo, otros males e injusticias sociales-globales. Como son el hambre y la pobreza, la precariedad (explotación) laboral, el trabajo basura e indecente y el paro, la pena de muerte, las guerras, armas e industria militar, las violencias y destrucción ecológica.

«Es la parcialización e ideologización de la fe y la moral que cae en la moralina burguesa e individualista, obsesionada por las cuestiones personales como la familia o la sexualidad. Sin enmarcarlas y responsabilizarse por las otras cuestiones sociales y éticas, que o bien no les preocupan o quieren justificar dichas injusticias sociales. Para ser una moral coherente, hay que defender la vida en todas sus fases, dimensiones y aspectos, desde el inicio con la concepción-fecundación, durante toda la existencia humana con el bien común, la dignidad y derechos de las personas hasta el final de la misma».

En la Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, publicada en 1986 durante el papado de Juan Pablo II y que estuvo a cargo del cardenal Joseph Ratzinger, entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se afirma con rotundidad que los actos homosexuales son «intrínsecamente desordenados» y que en ningún caso pueden recibir aprobación -enseñanza que recogía la anterior declaración sobre la «Persona humana» y la ética sexual, del 29 de diciembre de 1975-, sin embargo en dicha carta el cardenal Ratzinger, advierte con no menos énfasis, que «es de deplorar con firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean todavía objeto de expresiones malévolas y de acciones violentas. Tales comportamientos merecen la condena de los pastores de la Iglesia, dondequiera que se verifiquen» (n. 10).

Importante nota pastoral que muchos parecen ignorar. Lo grave es que aquí no están en juego ciertas doctrinas o ideas, sino las personas, las mismas que estamos llamados a servir con amor y diligencia.

Fuente: http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2018/01/13/religion-iglesia-opinion-feminismo-radical-ideologia-de-genero-papa-francisco.shtml

Comparte este contenido:
Page 1477 of 2665
1 1.475 1.476 1.477 1.478 1.479 2.665