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Lo electorero del nuevo modelo educativo

Por:  Abelardo Carro Nava

El clima electoral en nuestro país comienza a calentarse en demasía, tan es así, que los partidos políticos han fijado los “mecanismos” bajo los cuales habrán de ser “ungidos” sus candidatos. Para Aurelio Nuño, la silla grande parece escapársele de las manos dado que en el partido tricolor, desde mi perspectiva, se ha hecho lo necesario para Meade, actual Secretario de Hacienda, sea el que lleve su bandera y se posicione ante el electorado mexicano, compitiendo, como parece obvio, con Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador y alguno que otro independiente que logre colocarse en esa carrera presidencial.

Así  las cosas, y en medio de este asunto, una pregunta parece resonar en el aire: ¿qué pasará con el modelo educativo que tan pomposamente ha sido difundido por el actual Presidente de México y el propio Aurelio Nuño? Las especulaciones están a la vista y oídos de todos, sobre todo, de quienes nos encontramos insertos en el medio educativo. Y es que mire usted, aún y cuando dicho esquema de trabajo ha comenzado a implementarse en escuelas públicas “piloto” en algunas entidades del país, la zozobra pesa más cuando el 2018, fecha fatídica para su implementación, se aproxima.

En este sentido, y como lo he señalado desde hace tiempo cuando se habló de lograr una verdadera Revolución Educativa en este sexenio, el modelo educativo que entrará en vigor próximamente en todo el país adolece de varias cuestiones, destacando por su propia complejidad, la de los perfiles de egreso del nivel básico que en él se contemplan. No sé si usted sepa, pero de las adecuaciones curriculares que se hicieron en el 2011 y que en nuestros días siguen operando en este nivel educativo, no ha habido una valoración real que nos permita asegurar que el cambio o tránsito hacia un “nuevo” modelo era necesario dado el logro o no, de esos perfiles de egreso que se contemplaban en el Plan de estudios en referencia. Y lo que es peor, en ningún momento el magisterio estuvo presente o, más bien, fue el gran ausente, primero, de esa evaluación y, segundo, en el diseño del “ nuevo proyecto educativo”.

¿De qué forma puede obtenerse una mejora educativa si en los hechos los planteamientos curriculares obedecen a políticas internacionales más que necesidades nacionales previo diagnóstico de lo que se vive en mi México querido? Dese cuenta, el perfil de egreso que plantea el modelo educativo 2018, nivel preescolar, en el ámbito de lenguaje y comunicación, propone que los niños comprendan algunas palabras y expresiones en inglés. Si, así como lo leyó, “comprendan” algunas palabras y expresiones en inglés. Asunto nada menor si consideramos lo que ocurre en la mente para lograr esa comprensión pero, también, lo que implica el conocimiento de nuestro propio lenguaje, dada su complejidad semántica. ¿Cómo se espera que los niños de la sierra negra de Puebla, por ejemplo, logren este perfil si en las comunidades no hay docentes para la impartición de ese idioma? O, peor aún, ¿cómo se espera lograr ese propósito si además de abordar su lengua materna se tiene que adquirir el español y el inglés con todas las complejidades que tal acto requiere?

Aunado a ello, a alguien se le olvido que dichas comunidades siguen padeciendo los estragos de una serie de políticas económicas que, para acabar pronto, han abierto una brecha de desigualdad importante, no sólo en esta zona, sino en varias regiones del país.

“Aprender a aprender” suena bonito, se lee bonito; pero en los hechos, hay varios factores que impiden que los niños y adolescentes, y también los maestros, se acerquen a este sueño.

No, no piense que pretendo ser un aguafiestas y que mi pesimismo – aunque prefiero llamarlo realismo – opaque los anhelos de quien despacha en Los Pinos o en la Calle de República de Argentina. En absoluto, lo que pretendo decir, es que la realidad sobrepasa esos deseos que están plasmados en ese documento. Pongo otro ejemplo, en el documento “Los fines de la educación en el Siglo XXI” se lee lo siguiente: “Nos enfrentamos a la necesidad de construir un país más libre, justo y próspero, que forma parte de un mundo cada vez más interconectado, complejo y desafiante. En ese contexto, la Reforma Educativa nos ofrece la oportunidad de sentar las bases para que cada mexicana y mexicano, y por ende nuestra nación, alcancen su máximo potencial”.

Con base en ello, ¿cómo podemos construir un país más libre, justo y próspero si la realidad nos bofetea en el rostro cada vez que se descubren actos de corrupción por funcionarios y gobernantes cuya responsabilidad, se supone, debería ser la de atender las demandas sociales y que, para acabar pronto, han llevado a posicionar a nuestro México como uno de los más corruptos de América Latina?, ¿cómo lograr que haya un México interconectado si en muchas localidades mexicanas no hay luz ni servicios de internet y de banda ancha que permitan lograr precisamente esta interconexión con el mundo?, ¿cómo alcanzar nuestro máximo potencial si en resumidas cuentas más de la mitad de los mexicanos se haya en pobreza y pobreza extrema?

Las elecciones se aproximan, eso es un hecho, y el modelo educativo será vendido como el producto que nos permitirá ser un país de primer mundo, y puede ser cierto; sin embargo, somos muchos pero muchos mexicanos que no creemos en falsas promesas de campaña que pueden ser firmadas ante notario público, tal y como ese circo, que prometió un gran espectáculo y terminó siendo un fiasco.

México requiere de una educación que posibilite y potencialice el desarrollo de sus mexicanos, y lo requiere porque por muchos años se nos ha vendido la idea de que sólo a través de esa educación podremos salir del atolladero en el que nos encontramos y hasta el momento, nada ha pasado por las razones que he expuesto. El momento es propicio para levantar la voz y exigir que todos esos candidatillos saquen las manos de los procesos educativos, tan necesarios para el bienestar de los mexicanos.

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Lo electorero del nuevo modelo educativo

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Modelo institucional

Manuel Navarro Weckmann

En derredor de las instituciones educativas, circulan muchas acciones mediante las cuales se pueden o no tomar a fin de buscar posicionar al plantel como una instancia en la que se pueda contar con una educación de calidad para las y los estudiantes que atiende.

Para el caso de la educación superior, específicamente, desde hace cerca de dos décadas, la Secretaría de Educación Pública ha señalado diversas rutas para la generación de condiciones que permitan demostrar que una Institución alcanza niveles adecuados de calidad y, en consecuencia, la posibilidad de nuevas y mejores condiciones para el futuro de la misma.

Dentro de los mecanismos que se encuentran al alcance de las instituciones, se encuentra la evaluación por parte de los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES), la cual es una evaluación realizada por pares académicos que determinan el grado de calidad que se imparte en una Institución.

Otro es el Registro Nacional de Instituciones y Empresas Científicas y Tecnológicas (RENIECyT), mediante el cual se puede acceder a diversos beneficios para la comunidad académica como sujeto de apoyo de diversos fondos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), así como el Programa para el Desarrollo del Personal Docente (PRODEP), programa del Gobierno Federal que igualmente brinda diversos apoyos por desarrollar tareas de investigación, docencia y difusión, así como en la conformación de Cuerpos Académicos al interior de la Escuela.

Otro recurso de apoyo es el desarrollo de un Sistema de Gestión de la Calidad bajo la Norma Internacional ISO 9001 – 2008 (Organización Internacional de Estandarización por sus siglas en inglés), el cual certifica que la Institución cuenta con los procesos internos tanto académicos como administrativos de una forma ordenada y transparente para garantía desde seguridad, salud, entorno, calidad, etcétera.

Esta última certificación se ha actualizado a la Norma Internacional ISO 9001 – 2015, de la cual, en el aspecto educativo no llegan a 50 en el ámbito nacional y lleva en su interior, la actualización de la Norma para que se cumpla con requisitos aún más complejos y determinantes para el buen desarrollo de la Institución.

En Chihuahua, existe una Institución educativa que en menos de 4 años ha logrado conseguir cada uno de esos logros, la evaluación de los CIEES en sus dos programas educativos, el RENIECyT, el registro de su personal ante PRODEP, la Certificación bajo la Norma Internacional ISO 9001 – 2008 y, apenas el pasado 18 de octubre, consiguió la migración de su Sistema de Gestión de la Calidad bajo la Norma Internacional ISO 9001 – 2015, que es la Escuela de Trabajo Social del Estado de Chihuahua “Profra. y T.S. Guadalupe Sánchez de Araiza”, Institución de Educación Superior que está cumpliendo este año sus primeros 60 años, cuyo personal, comprometido, capaz y entusiasta ha logrado todos los objetivos que se ha trazado desde la visión del Honorable Consejo Técnico Consultivo.

Ahora más que nunca en México resulta pertinente reconocer aquellos esfuerzos institucionales que refrendan el compromiso de generar un entorno que, a pesar del complicado entorno en el que nos encontramos, desarrollan esfuerzos más allá de lo que se le exige oficialmente.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/modelo-institucional/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/09/m1_evaluacion.jp

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Donald Trump as the Bully-in Chief: Weaponizing the politics of Humiliation

 

Donald Trump’s ascendancy in American politics has made visible a scourge of oppressive stupidity, manufactured deceptions, a corrupt political system, and a contempt for reason that has been decades in the making; it also points to the withering of civic attachments, the undoing of civic culture, the decline of public life, and the erosion of any sense of shared citizenship. Galvanizing his base of true-believers in post-election demonstrations, the world is witnessing how Trump’s history of unabashed racism and politics of hate is transformed into a spectacle of fear, divisions, and disinformation.  Under President Trump, the plague of mid-20th century authoritarianism has returned not only in the menacing spectacle of populist rallies, fear-mongering, unchecked bigotry, and humiliation, but also in an emboldened culture of war, militarization, and extreme violence that looms over society like a rising storm.

The reality of Trump’s ascendency to the highest levels of power may be the most momentous development of the age because of its apocalyptic irrationality and the shock it has produced. People throughout the world are watching, pondering how such a dreadful event could have happened.  How have we arrived here? What forces have undermined education as a democratic public sphere making it incapable of producing the formative culture and critical citizens that could have prevented such a catastrophe from happening in an alleged democracy? We get a glimpse of this failure of civic culture, education, and civic literacy in the willingness and success of the Trump administration to empty language of any meaning while reducing political rhetoric to the service of humiliating taunts and a discourse of bigotry and hatred.  This is more than a politics of theatrical diversion, it is a rhetorical practice that constitutes a flight from historical memory, ethics, justice, and social responsibility.  Under such circumstances and with too little opposition, the United States government has taken on the workings of a disimagination machine, characterized by an utter disregard for the truth, and often accompanied, as in Trump’s case, by “primitive schoolyard taunts and threats.”  In this instance, Orwell’s “Ignorance is Strength” materializes in the Trump administration’s weaponized attempt not only to rewrite history, but also to obliterate it. What we are witnessing is not simply a political project but also a reworking of the very meaning of education both as an institution and as a broader cultural force.

Trump along with Fox News, Breitbart, and other right-wing cultural apparatuses, echoes one of totalitarianism’s most revered notions, one which pushes the notion that truth is a liability and ignorance a virtue.  Under the reign of this normalized architecture of alleged commonsense, education and critical thinking are regarded with disdain, words are reduced to data, and science is confused with pseudo-science. All traces of critical thought appear only at the margins of the culture as ignorance becomes the primary organizing principle of American society. For instance, two thirds of the American public believe that creationism should be taught in schools and a majority of Republicans in Congress do not believe that climate change is caused by human activity, making the U.S. the laughing stock of the world. Such ignorance operates with a vengeance when it comes to higher education. Not only is higher education being defunded, corporatized, and transformed to mimic labor relations associated with Wal-Mart by the Trump administration under the preposterous ill-leadership of the religious fundamentalist, Betsy DeVos, it is also according to a recent poll viewed by most Republicans as being “bad for America.” One of its liabilities being is that it is at odds with Trump’s vision of making America great again.[1]             The politics of humiliation has its counterpart in systemic culture of lies that has descended upon America like a plague. Trump rejoices in his role as a serial liar knowing that the public is easily seduced by exhortation, emotional outbursts, and sensationalism, all of which mimics an infantilizing and depoliticizing celebrity culture. Image selling now entails lying on principle making it easier for politics to dissolve into entertainment, pathology, and a unique brand of criminality.  The corruption of both the truth and politics is abetted by the fact that the American public has become habituated to overstimulation and live in an ever-accelerating overflow of information and images. Experience no longer has the time to crystalize into mature and informed thought.  Popular culture delights in the spectacles of shock and violence.[2] Defunded and stripped of their role as a public good, many institutions extending from higher education to the mainstream media are now harnessed to the demands and needs of corporations and the financial elite. In doing so, they have succumbed to the neoliberal assault reason, thoughtfulness, and informed arguments. Governance is now replaced by the irrational tweeter bursts of an impetuous four-year old trapped in the body of an adult.

Donald Trump is the high-priest of caustic rants. He appears to revel in a politics of humiliation both as a tool to insult his critics and as a way to discredit policies he dislikes. In part, his resort to producing humiliating insults is a rhetorical ploy that mimics a mix of cut throat politics, aggressive showmanship, and the bullish behavior found on Reality TV shows, not unlike the television show, The Apprentice, which launched him to celebrity status.  At the heart of Trump’s politics is a distorted mindset and a desire to make sure everyone but him is “fired” or voted off the island. Trump’s mode of governance combines a penchant for inflicting pain with a relentless obsession with ratings, praise, and disruption.  Such actions would be comical if it were not for the fact that they are being used endlessly by one of the most powerful politicians in the world.

Trump’s insults and bullying behavior have become a principal force shaping his language, politics and policies. He has used language as a weapon to humiliate just about anyone who opposes him. He has publicly humiliated and insulted members of his own Cabinet, such as Secretary of State, Rex W. Tillerson and Attorney General Jeff Sessions, undermining their respective ability to do their jobs. Senators such as Mitch McConnell, Jeff Flake, and Ben Sasse, among others have been the object of Trump’s infantile tweets.  More recently, he has mocked Senator Bob Corker’s height referring to him on Twitter as “Liddle Bob Corker,” and he has shamefully insulted Senator John McCain’s body language, pointing to the physical disabilities he suffered while he was a prisoner of war in Vietnam. The latter is particularly disturbing since McCain has recently been stricken with cancer. Chris Cillizza, a CNN editor, claims that “By my count, Trump has personally attacked 11 senators — or, roughly, 21% of the entire 52 person GOP conference between his time as a candidate and his nine months in the White House. That’s more than 1 in 5!”[3]

Ignorance is a terrible wound when it is self-inflicted but it is both a plague and dangerous when it is the active refusal to know and translates into power. Trump’s lies, lack of credibility, lack of knowledge, and unbridled narcissism have suggested for some time that he lacks the intelligence, judgment, and capacity for critical thought necessary to occupy the presidency of the United States. But when coupled with his childish temperament, his volatile impetuousness, and his Manichean conception of a world inhabited by the reductionist binary that only views the world in term of friends and enemies, loyalists and traitors, his ignorance translates into a confrontational style that puts lives, especially those considered disposable, if not the entire planet at risk.

Trump’s seemingly frozen and dangerous fundamentalism and damaged ethical sensibility suggest that we are dealing with a kind of nihilistic politics in which the relationship between the search for truth and justice, on the one hand, and moral responsibility and civic courage on the other have disappeared. For the past few decades, as Richard Hofstadter and others have reminded us, politics has been not only disconnected from reason but also from any viable notion of meaning and civic literacy. Government now runs on willful ignorance as the planet heats up, pollution increases, and people die. Evidence is detached from argument. Science is a subspecies of fake news, and alternative facts are as important as the truth.  In this instance, violence becomes both the pre-condition and the after effect of the purposeful effort to empty language of any meaning. Under such circumstances, Trump gives credence to the notion that lying is both normalized and can serve as the enabling force for violence.

For Mr. “Grab ‘Em By the Pussy”, words no longer bind or become the object of self-reflection, even when they reveal a complete collapse of civility and ethical norms. In this case, Trump’s revolting hyper-masculinity scoffs at any chance of dialogue or justifiable moral outrage. Trump has sucked all of the oxygen out of democracy and has put in play a culture and mode of politics that kills empathy, wallows in cruelty and fear, and mutilates democratic ideals. Trump’s worldview is shaped by Fox News and daily flattering and sycophantic news clips by his staff that boost his deranged need for emotional validation, all of which relieves him of the need to think and empathize with others. He inhabits a privatized and self-indulgent world in which tweets appear perfectly suited to colonizing public space and attention with his temper tantrums and incendiary vocabulary.  His call for loyalty is shorthand for developing a following of stooges who offer him a false and egregiously grotesque sense of community–one defined by laughable display of ignorance and a willingness to eliminate any vestige of human dignity. Anyone who communicates intelligently is now part of the fake news world that Trump has invented. Language is now forced into the service of violence. Impetuousness and erratic judgment become central to Trump’s leadership, one that is as ill-informed as it is unstable.

On a policy level, Trump has instituted legislation that reveals both his embrace of violence and the racial bigotry that drives it. For instance, he has recently revoked DACA [Deferred Action for Childhood Arrivals], putting the bodies and dreams in limbo of over 800,000 undocumented immigrants brought to the country as children. There is something particularly cruel and sadistic about Trump’s punishing these Dreamers who were brought to this country involuntarily and who only have known the United States as their home. Moreover, this particular group of immigrants by all the relevant measures are well-educated, economically productive, and valuable members of American society. This particular policy points to a president who thrives on a politics of social abandonment and extreme punitiveness.

Another recent example of Trump’s penchant for cruelty in the face of great hardship and human suffering is evident in his slow response to the devastation Puerto Rico suffered after Hurricane Maria. Five weeks after the powerful hurricane hit, the health care system is in shambles, a third of the population are without clean water, waterborne diseases are spreading, and the number of deaths is increasing. Trump’s response has been hideously slow, with conditions getting painfully worse. Given the accelerating crisis, the Mayor of San Juan, Carmen Yulin Cruz made a direct appeal to President Trump for aid stating: “We are dying.” Trump told her to stop complaining and then produced a series of tweets in which he suggested that the plight of the Puerto Rican people is their own fault and that they should start helping themselves rather than rely on government services. He also suggested, without irony or a sense of shame, that the crisis in Puerto Rico was not that bad when compared to a “real crisis like Katrina.”

Trump’s politics of humiliation reflects more than a savage act of cruelty, such practices also points to an emerging form of state sanctioned violence. What is different about Trump’s leadership compared to past presidents is that he relishes violence and willfully inflicts humiliation and pain on people; he pulls the curtains away from a systemic culture of cruelty, and in doing so refuses to hide his own sadistic investment in violence as a source of pleasure and retribution. Trump is the bully-in-chief, a sadistic troll who has pushed the country — without any sense of ethical and social responsibility — deep into the abyss of authoritarianism and has propagated a culture of violence and cruelty that is as unchecked as it is poisonous and dangerous to human life and democracy itself.

[1] Chris Riotta, “Majority of Republicans say Colleges are Bad for America (yes, really),” Newsweek (July 10, 2017).

[2] Brad Evans and Henry A. Giroux, Disposable Futures: The Seduction of violence in the Age of the Spectacle  (San Francisco: City Lights, 2016).

[3] Chris Cillizza, “Donald Trump has now personally attacked 1 in 5 Republican senators,” CNN Politics-The Point (October 24, 2017).

Source:

Donald Trump as the Bully-in Chief: Weaponizing the Politics of Humiliation

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“Aprender” y “Enseñar”, operativos a la medida de las demandas del mercado

Por: María Díaz Reck

El 7 de noviembre el Gobierno quiere aplicar el Operativo Aprender. Este martes aplicarán el Enseñar en los terciarios. Pruebas estandarizadas para profundizar la precarización y culpar a los docentes de la crisis de la educación pública.

El «Operativo Aprender» está dirigido a estudiantes de sexto grado y quinto y sexto año de secundaria en todas las escuelas públicas y privadas. Además se hará una prueba muestral a cuarto grado de primaria en 220 escuelas. La prueba costará $ 380 millones.

El «Operativo Enseñar» es de carácter muestral, se realizará sólo en algunos terciarios y se aplicará a los estudiantes de cuarto año de institutos superiores de formación docente.

El año pasado el mismo Operativo del Gobierno fracasó en muchos distritos y provincias debido al enorme rechazo y resistencia que cosechó. Las seccionales opositoras del Suteba llevaron adelante un paro que tuvo importante adhesión, además de Neuquén donde también hubo medidas de fuerza.

En marzo de este año y en medio de la lucha docente, el Gobierno anunció los resultados del cuestionado operativo usándolos como fundamento para proponer el proyecto de ley denominado “Plan Maestro”.

Resistencias

En estos días el ministro de Educación Alejandro Finocchiaro y la secretaria de Evaluación Educativa Elena Duro salieron a cuestionar a los sindicatos docentes que se opusieron y se oponen a la prueba. Este nuevo ataque por parte del Gobierno se da a pocas semanas de que lanzaran una brutal campaña contra la docencia que habló de Santiago Maldonado en las escuelas.

El hecho de fondo es que el Gobierno quiere avanzar en una contrarreforma profunda en la educación pero tiene claro que no lo va a poder hacer fácilmente porque va a encontrar resistencia. La gran lucha desarrollada en la Ciudad de Buenos Aires por estudiantes y docentes que se opusieron férreamente a la “Secundaria del futuro” es una muestra clara.

¿Qué implicancias tendría la reforma que quiere implementar el Gobierno?

Este tipo de reformas basadas en evaluaciones censales, externas y estandarizadas vienen siendo impulsadas y aplicadas desde hace más de 10 años en gran parte de América Latina. El Banco Mundial es su principal impulsor e ideólogo. Esto se puede apreciar claramente en la publicación que hicieron hace dos años titulada Profesores excelentes, cómo mejorar el aprendizaje en América Latina. Allí el Banco Mundial analiza la implementación de reformas educativas durante la primera década de este siglo y saca conclusiones para imponerlas con la “menor resistencia posible”.

Si miramos a los países modelo de estas reformas, como Chile, el sueldo que perciben los docentes, como el presupuesto que se destina a cada escuela, depende del puntaje que se obtenga en las evaluaciones. Salarios atados al “mérito”, ceses y despidos de docentes son algunas de las consecuencias de estas reformas.

En México esta reforma viene acompañada de una nueva currícula, a partir de un modelo copiado de Estados Unidos, donde han recortado contenidos relacionados con la filosofía y la sociología, por ejemplo, y se eliminaron cargos docentes.

El Banco Mundial recomienda pensar la función de la supervisión y la dirección en términos de “gestión” y “liderazgo” que se mide por su eficiencia, a tono con la concepción mercantilista y empresarial de estas reformas.

Organizar una gran campaña de rechazo

A medida que se acerca la fecha de realización de los Operativos crece el rechazo en institutos terciarios, escuelas y distintos sindicatos.

Mientras el Gobierno intenta avanzar por distintos flancos contra la docencia, los sindicatos como Suteba, cuya conducción es kirchnerista, se oponen de palabra pero no llaman ni a una asamblea para organizar la resistencia.

Este ataque del Gobierno nos exige no sólo tener una posición de rechazo, sino repensar los objetivos de la educación pública, los planes de estudio y la relación de sus contenidos con la sociedad. Es decir, pelear por una educación pública de calidad que parta de arrancar un aumento inmediato del presupuesto educativo al 10 % del PBI y quitarle los subsidios a la educación privada, laica y religiosa.

Como votó la asamblea de Suteba La Matanza, hay que exigir a Suteba provincial y a la Ctera la convocatoria a asambleas y plenarios de delegados para votar un paro nacional y provincial contra el plan Aprender y el ataque de los gobiernos nacional y provincial a la educación pública.

La Ctera tiene que ponerse al frente de una campaña que explique a cada uno de los docentes de todo el país y al conjunto de la comunidad, el carácter de las evaluaciones y para qué quiere utilizarlas el gobierno de Mauricio Macri. Debería sacar comunicados, videos, charlas y recorrer las escuelas explicando que las condiciones laborales van de la mano de las evaluaciones, y que el presupuesto educativo también.

Hay que exigir a la conducción celeste de Roberto Baradel que impulse la organización de un boicot activo en cada escuela de todo el país y garantizar las condiciones para un gran paro nacional para el 7 de noviembre que muestre que nosotros queremos otra educación y que defendemos las conquistas que tenemos.

Las bancas del Frente de Izquierda son un importante apoyo en esta pelea. En esta semana Nathalia González Seligra, docente y diputada nacional, estará presentando en el Congreso un proyecto de ley de rechazo a las evaluaciones externas.

Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Aprender-y-Ensenar-operativos-a-la-medida-de-las-demandas-del-mercado

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¿Cómo se fue haciendo la cultura cubana?

Por: 

Acosado por la miseria y la tuberculosis, Heredia murió en el exilio. Plácido y Zenea fueron fusilados. José Martí cayó en Dos Ríos. Mientras  los poetas forjaban imágenes para una nación todavía inexistente, los pensadores labraban un ideario a través de la enseñanza. Quebrantaban la esclerosada tradición dogmática impuesta por la colonia.

El presbítero Félix Varela sentaba cátedra en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio. No tuvo alumnos, formó discípulos. De manera inevitable, el camino trazado lo llevaría a la política y al debate abierto en las Cortes de España.

Perseguido, encontró refugio en una emigración sin regreso. No dejó por ello de pensar en Cuba y ejercer un magisterio espiritual. Más prudente y no menos eficaz, Luz y Caballero se entregó a la educación. En las aulas, estaban madurando los futuros combatientes. Desde entonces, ética y política comenzaban a entrelazarse de manera inseparable, visión que alcanzaría con José Martí su proyección más intensa en el verbo encendido y en la conjunción concreta de teoría y práctica.

Al principio, las ideas circularon en los cotos de las minorías ilustradas. Las dramáticas circunstancias de una sociedad colonial y esclavista favorecieron el desarrollo de inquietudes convergentes en sectores de las mayorías silenciadas. El poder metropolitano percibió la amenaza latente. Para contener el peligro aplicó la violencia extrema contra Aponte y en la represión de la llamada Conspiración de la Escalera. En lo político, en lo social y en lo cultural, convertida en causa popular, la idea de la nación adquirió cuerpo durante la Guerra de los Diez Años.

En febriles jornadas sin sueño para evitar la probable intervención  del imperio naciente, José Martí juntó acción y prédica. Había que consolidar la unidad entre los veteranos de ayer y la nueva generación, entre los representantes de las distintas capas de la sociedad y atenuar las supervivencias de los antiguos localismos. La noción de independencia integraba la reivindicación de un ideal de justicia. La patria se iba haciendo en la conjunción de «raíz y ala» con la mirada puesta en lo más profundo de sus entrañas y el impulso creador de los sueños siempre perseguidos. No tuvo aula, pero lo llamaron Maestro.

La frustración republicana tuvo un impacto inicial aplastante con señales de escepticismo, de oportunismo y de corrupción. El aparente letargo no se mantuvo durante mucho tiempo. La siembra no había sido inútil. En los años 20 del pasado siglo, el impacto de la realidad matizada por una crisis estructural de la economía dependiente y la subordinación de los gobiernos a los dictados del imperio indujeron a los intelectuales a salir de sus cenáculos, a conquistar  visibilidad y participación en la vida pública. Ese compromiso no los sustraía de la entrega a la realización personal que contribuía también a edificar la nación. Había que adentrarse en lo profundo de las raíces  y conformar al ala desde la perspectiva de la contemporaneidad.

Mella fundaba la Universidad Popular José Martí. Los historiadores proponían la relectura de nuestro devenir, Fernando Ortiz revelaba las zonas preteridas de nuestro mestizaje cultural. Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, con la complicidad activa de Carpentier, se planteaban el desafío de incorporar los ritmos de origen africano al arte de la composición sinfónica. Los poetas aguzaban el oído en dirección similar. Lo hicieron Tallet y Ballagas. Los tanteos llegaron a su cristalización con Motivos de son de Nicolás Guillén. Los pintores viajaron a París en procura de aprendizaje del oficio y de los lenguajes contemporáneos. Con esa experiencia, forjaron un imaginario visual que, según muchos críticos, marca el verdadero nacimiento de nuestras artes plásticas. Por múltiples caminos, raíz y ala convergían nuevamente.

En el contexto de la República neocolonial, los iniciadores de los 20 y las generaciones que les sucedieron hicieron su obra desde la precariedad extrema. Cuando podían, ganaban el sustento mediante el desempeño de otros oficios. Ejemplo dramático, el asesinato del juez Alejandro García Caturla tronchó la vida, en plena madurez, a uno de nuestros más brillantes compositores.

La enseñanza artística padecía incurable anemia. Ante tanto desamparo, la Revolución Cubana retoma algunas ideas  fundadoras y centra su atención en el impulso a la cultura. Desde la campaña de alfabetización hasta la reforma universitaria, la educación constituye columna vertebral de un propósito democratizador que apuntala la soberanía nacional en beneficio de la plenitud de la persona y en favor de la conversión de la ciencia en fuerza productiva. El sistema institucional que comienza con la fundación del Icaic sienta las bases para la profesionalización de los artistas, para la producción de la obra y para la formación de numerosos espectadores críticos y al propio tiempo, para el rescate y protección del patrimonio nacional. El sistema de enseñanza artística incorpora a los creadores de más valía a la docencia, y ofrece posibilidades sin precedentes a los talentos potenciales. La construcción de los edificios de Cubanacán aspira a favorecer el diálogo entre las distintas  manifestaciones artísticas.

Pasados los días conmemorativos de la jornada de la cultura cubana, conviene conceder tiempo reposado a la meditación acerca de los desafíos de la hora con participación de los más jóvenes. La irrupción de las nuevas tecnologías, la presencia del mercado en ciertas zonas de la creación contribuyen a modelar mentalidades y aspiraciones. Paradójicamente, la proliferación de áreas de investigación en las universidades y en los centros dedicados a las ciencias sociales no se ha traducido en un productivo intercambio de saberes de tanta significación en los reducidos cenáculos intelectuales de los siglos XIX y XX. Abiertos al mundo, remisos al estrecho localismo, los intelectuales cubanos fueron, en circunstancias adversas, raíz y ala, observadores de la realidad y creadores de un imaginario. Hay que eliminar barreras, estereotipos y fórmulas gastadas. Corresponde a las instituciones favorecer la circulación del pensamiento. En un tiempo dominado por la expansión de la frivolidad y el culto al desfile efímero de los famosos, pensar es un modo de hacer.

Fuente noticia: http://www.granma.cu/opinion/2017-10-29/como-se-fue-haciendo-la-cultura-cubana-29-10-2017-21-10-36

Fuente imagen: http://www.rguama.icrt.cu/images/fotos/2017/Octubre/20/web-cultura-cubana-imagen-tomada-de-periodicovictoria-.jpg

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Oposiciones docentes 2018.

Por: Saturnino Acosta.

Hay vida después del 1-O. De hecho, para muchos opositores a puestos docentes, tanto si se es interino trabajando, interino a la espera, u opositor de nuevo acceso, su particular vida, y esfuerzo y trabajo, empieza dos años antes de cada convocatoria de oposición.

La golosa propuesta de empleo público a cuatro años consiguió, momentáneamente, templar la paz sindical. El compromiso, negociar la primera quincena de septiembre, un calendario estable y común, el desarrollo de las pruebas, el temario, las plazas y cuerpos que se van a convocar y demás aspectos de vital importancia para los opositores.

A escasos ocho meses de unas hipotéticas oposiciones docentes, los opositores, por ahora, solo pueden imaginar el futuro, aunque sin garantías de futuro, porque todo está en el aire. Parece que el Ministerio de Educación ha convocado para el 5 de octubre, si el 1 no lo impide, la Conferencia Sectorial de Educación, es decir, a todas las autonomías, para abordar la OEP y las oposiciones, y debe ser el propio ministerio quien lidere la necesaria confluencia de convocatorias, fechas, cuerpos y especialidades a convocar.

Inmediatamente después, pues llegaría con un mes de retraso, reunir a la Mesa Sectorial donde unificar los criterios de oferta, pero también de acceso, esto es, temario, baremos, requisitos, titulaciones y demás. Incluso se debería abordar un único modelo de acceso y gestión a interinidades por el bien de la cobertura de las necesidades del sistema educativo y del propio aspirante. Nuestros opositores tienen el derecho de saber con tiempo suficiente y con garantías, qué, cómo, dónde y cuándo.

Estamos viviendo unos momentos excepcionalmente singulares donde la realidad nos ha demostrado que la desvertebración autonómica, y particularmente la educativa, nos divide más que nos diferencia entre iguales. Seamos coherentes y actuemos en consecuencia, tanto por la unión, lealtad y coordinación debida entre las comunidades como por nuestros miles de opositores que a día de hoy no saben, pero padecen.

La desvertebración estatal que padecemos, especialmente la educativa, sólo da lugar a que algunos… rufianes y algún que otro… mas, hagan su octubre, perdón agosto.

Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/oposiciones-docentes-2018_1042587.html

Imagen: http://www.eduardomoragon.com/wp-content/uploads/2017/07/22.jpg

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Respuesta global a la privatización educativa

Por: Tomás Loyola Barberis

La privatización en el sector educativo no hace más que avanzar. Y lo hace en América Latina, en África y en zonas de conflicto tales como Siria. Al respecto, el informe Investing in the crisis: Private participation in the education of Syrian refugees sostiene que se han detectado ciertas “áreas de preocupación” en cuanto a la situación de niñas, niños y adolescentes sirios, y el aumento de la participación privada en el ámbito educativo: (1) la insuficiente coordinación entre empresas privadas y fundaciones, y entre el Estado y los sectores no estatales; (2) intervenciones descontextualizadas con un énfasis excesivo en la tecnología; (3) el potencial aumento en el establecimiento de la escuela privada a expensas de la pública; (4) las vagas funciones de los actores empresariales en la formulación de políticas públicas y en la financiación global; y (5) las tensiones entre los objetivos humanitarios y las motivaciones lucrativas que motivan la participación en el sector.

Pero el fenómeno también se extiende por América Latina y ha aumentado en casi todos los países desde 2000, tal como se puede apreciar en el recuadro. “La zona destaca tanto por presentar la tasa más elevada de matriculaciones en educación primaria privada del mundo como por el crecimiento más significativo en la oferta del sector privado. Este punto también se aplica a la educación secundaria; de hecho, América Latina encabeza junto al África subsahariana los porcentajes de mayor nivel de alumnos en el sector privado”, sostiene la Internacional de Educación (IE).

Frente a este fenómeno global es necesario articular una respuesta coordinada. “La IE mantiene que los Estados deben seguir siendo los principales responsables de garantizar una educación pública gratuita de calidad socialmente referenciada, y de asegurar la protección de los derechos laborales de docentes y personal de apoyo educativo, así como unas condiciones laborales decentes (…) Sus principales líneas estratégicas son la investigación, la capacitación sindical, la comunicación y la acción política”.

Más información: http://download.ei-ie.org/Docs/WebDepot/EI_Research_Syria_final.pdf y https://download.ei-ie.org/Docs/WebDepot/Privatizacion%201-Abril.pdf.

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