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El síndrome del académico adicto: bibliometría, productivismo y pérdida del sentido social de las universidades

Por: Luis Bonilla-Molina/CII-OVE/GT Capitalismo digital, política educativa y pedagogía crítica

Recientemente llegó a mis manos la escala de valoración para el concurso de ingreso a una universidad pública latinoamericana. Su lectura se constituyó en la mejor fotografía de un momento crítico de las instituciones de educación superior, que paradójicamente es percibido por algunos como un momento estelar.

Mide, evalúa y jerarquiza que algo queda

El modo de producción capitalista, a partir de la tercera revolución industrial[2] demandó un ajuste estructural de los sistemas escolares e Instituciones de Educación Superior (IES) para producir un nuevo acople entre formación-empleabilidad-mercancías-ganancias-reproducción. La idea síntesis de este requerimiento era que se habían acortado los tiempos para la producción de innovación científica, la tecnología se dinamizaba con lo digital y el modo disciplinar de generar conocimiento resultaba obsoleto.

El capitalismo requería una transformación rápida, pero sabía que por la naturaleza reproductora de la escolaridad ese cambio podría ser lento. Había que auspiciarlo, conducirlo, orientarlo y vigilarlo para que se concretara. Primero, el multilateralismo educativo, con su cultura de consensos resultaba insuficiente para abordar solo la tarea, así que el propio presidente de la nación más poderosa del mundo convocó a la Conferencia Internacional sobre la Crisis Mundial de la Educación (1967), instalando la idea de “crisis” y ciclos de reformas, algo que ha continuado por casi seis décadas. Segundo, a partir de esta conferencia se llegó a la conclusión que la única forma de lograr la gigantesca tarea era reordenando todos los sistemas educativos mundiales alrededor de la cultura evaluativa institucional[3] con operaciones políticas muy concretas, que terminarían expresándose en lo que hoy conocemos como los sistemas de publicaciones académicas (bibliometría), la acreditación universitaria, los rankings, y más recientemente el enfoque de la movilidad académica-estudiantil y los procesos internacionales de reconocimientos de estudios, títulos y formación. Tercero, el multilateralismo, especialmente UNESCO fue relegado al papel de construir narrativas que legitimaran estas operaciones e hicieran menos evidente la influencia de la esfera económica en la intelectual, especialmente bajo el formato de la normalización educativa.

El paradigma que subyacía en esta orientación era que, si se ponían en marcha dinámicas de evaluación, clasificación y jerarquización, todo el sistema se movería en la dirección esperada. Fue una especie de adelanto de la mejora continua, propia de la Gestión de la Calidad Total (GCT). Se puso así en marcha lo que hoy hemos naturalizado como cotidiano en la universidad, luego de seis décadas de construcción hegemónica.

Donde pareciera haber fallado el capitalismo fue en la capacidad de transformación de los arquetipos institucionales, algo que era necesario para reconfigurar la cultura académica, permitiendo su alineación con las tres demandas que la motivaban. El peso del desarrollo organizacional universitario centrado en facultades, escuelas y departamentos alrededor de disciplinas ahogaba cualquier cambio en la dirección prevista.

Por su parte, desde las resistencias educativas anticapitalistas, acostumbradas a criticar el modo disciplinar de generar conocimiento, no surgieron los “modelos alternativos”, y la falta de creatividad transformadora se refugió en la noción de la transdisciplinariedad como eje transversal de la gestión del conocimiento.  Esta claudicación del pensamiento crítico no contribuyó a que surgieran universidades populares, tampoco abrió paso a la universidad soñada por el centro capitalista, sin embargo, esta situación no es algo a reivindicar, por el contrario, es evidencia de los problemas para propiciar una ruptura paradigmática desde abajo. Ya sé, algunos colegas dirán que no hay que mencionar en público este secreto a voces, y en defensa de la universidad es mejor seguir con el complejo del “emperador desnudo”, lamento decepcionarlos.

Ponderar como ideología

De una política pública, los sustratos de las operaciones de cambio se convirtieron en ideología. Los sistemas de reconocimiento de las publicaciones (ISBN, ISSN y posteriores) terminaron construyéndose a partir de las normas empresariales ISO (International Standard Organization), iniciando una fase sin precedentes de estandarización. Luego vino la convergencia y homologación creciente de las normas y procedimientos de arbitraje, los mecanismos de reconocimiento de publicaciones, hasta establecer “índex” diferenciados, jerarquizados y con prestigios derivados de la superación de obstáculos para publicar.

Pero como los universitarios escribimos “mucho”, especialmente desde el campo de las ciencias sociales y humanas, había que hallar un mecanismo para ir a lo concreto, lo útil y susceptible de ser usado en la reproducción simbólica y material, y la reingeniería social que demandaba el sistema dominante. Brevedad, síntesis, economía del tiempo de lectura para ubicar lo relevante, pareciera ser la demanda del capital. Los libros comenzaron a perder importancia en los sistemas de jerarquización de la carrera académica y, cuando se valoran, tiene mayor ponderación cuando pasan por el filtro de un comité editorial que se centre en la justificación, metodología, propuesta y aplicación o impacto, lo demás suele sobrar y puede resultar problemático.

El pensamiento crítico también fue sometido al corsé de la medición, obligándole a abandonar progresivamente los cuestionamientos al sistema, para situarse en los cuestionamientos operacionales, prever posibles limitaciones de funcionamiento, es decir, fue arrinconado a la funcionalidad. El viejo pensamiento crítico fue etiquetado de “ideologizado”, “anticuado” y “no propio de la academia”. La evaluación adquirió rostro de ideología.

Eterno presente

Lo importante es actualizarse, pareciera ser el leitmotiv de la cultura evaluativa -especialmente la neoliberal- y en esa orientación el sentido de historia, y peor aún de futuro, se consideró algo prescindible. Lo importante era -y es- que en la lista de referencias en las publicaciones estas, no excedieran como data los últimos cinco años de su salida al mercado editorial, llegándose al extremo que en algunas bibliotecas se “suprimieron” los clásicos, porque los ejemplares disponibles habían sido editados cuarenta años atrás. En las normas del concurso que les referí al inicio, solo eran válidas las publicaciones del aspirante del último quinquenio, lo demás sobraba y sobre todo no sumaba.

Pero, esto conllevó al productivismo. Es decir, a la falsa homologación de cantidad con calidad. En el baremo mencionado, de los 100 puntos requeridos, el 50% o sea 50 puntos, se referían a los artículos arbitrados, indexados y normalizados en revistas de alta circulación. Si revisamos, por ejemplo, el caso de Brasil donde un artículo Qualis A4 que corresponde a un número muy importante de publicaciones de académicos de ese país, puede representar 1,5 o 2 puntos en baremos como estos, el aspirante tendría que haber publicado por lo menos 25 artículos en 5 años, para alcanzar el puntaje máximo, a razón de cinco artículos por año (casi uno cada dos meses), si aspiraba al optimo reconocimiento en el ingreso. Pero es que publicar en estas revistas y estos sistemas no es solo escribir, sino gestionar su publicación y en algunos casos depende si la universidad donde labora ha pagado el derecho a publicar allí. Entonces, publicar demanda escribir y dedicar horas a gestionar que ello se concrete.

Esto llevó al surgimiento de un “camino verde”, el mercado académico predatorio, cuyo atractivo es la gestión de la publicación de estos artículos. Este “mercado alternativo” tiene una serie de componentes que no solo conflictúan con la ética, sino que afectan el cada vez mas precario salario docente. No obstante, ello explica que algunos casos se puedan llegar a ostentar una docena de artículos académicos en un año, sin ofender a las excepcionalidades sino refiriéndonos al promedio.

Este productivismo influye en escalas salariales, tablas de clasificación de programas, la acreditación y los rankings universitarios. Publicar se convierte cada vez más en el centro de la razón de ser pedagógica, dejando atrás la idea de la universidad que prefigura otra forma de vivir en el mundo. Vales lo que publicas, es la extensión de vales lo que tienes, en un ahora con pretensiones de perpetuarse.

El capitalismo construyó hegemonía en seis décadas: ¿pero logró su propósito?

Desde 1967 hasta el presente, el capitalismo logró un “Todos adentro”, haciendo desaparecer el afuera del sistema; un logro sin precedentes en la historia de la universidad latinoamericana. Incluso, la Cuba revolucionaria, sometida al criminal bloqueo económico, ha entrado hace ya un tiempo en la carrera de la acreditación y con ello de la bibliometría. Otros, exploran criterios de evaluación científica menos paramétricos, otras formas de medir la productividad académica, pero en su mayoría terminan tributando a los mecanismos de clasificación diseñados por el sistema.

Sin referentes alternativos externos el capitalismo construyó hegemonía de la cultura evaluativa, que delineó con la narrativa de “crisis educativa” en la conferencia de 1967 convocada por el presidente Lyndon Johnson. Pero, la cultura evaluativa, especialmente la bibliometría ¿logró el propósito para lo cual fue impulsada?

Mi interpretación es que lo que ocurrió fue todo lo contrario, porque la bibliometría terminó confundiendo fecha de publicación con innovación, creando además un muro para que las novedades se expresaran con el vigor y la libertad que requiere la creatividad. Un académico que explore hoy un tema fronterizo, del cual emane alguna innovación, debe primero convencer a sus pares y estudiantes que mencionen su idea en uno de sus papers o artículos arbitrados, para hablar de lo nuevo con referencias suficientes (por lo menos 10 referencias). Cuando logra publicar y ahora ser citado, seguramente ya la propuesta innovadora perdió sentido, o fue desarrollado por algún investigador de un centro independiente, financiado por capital privado, que tiene otros grados de libertad y no requiere la publicación en los sistemas de bibliometría para ser reconocido. Todo esto, aunque después, el uno y él otro coloque de moda sus planteamientos en Scopus ¿pero en eso momento expresan la innovación o la hora de masificación de su consumo? Al final, si se quiere publicar, cinco artículos al año como pedía el baremo del concurso citado, lo mejor es tomar la autopista de lo seguro, escribir sobre un tema que ya otros hayan abordado y que haya sido reciclado en publicaciones de los últimos años, matando así las posibilidades de innovación desde el mundo universitario. Los académicos estamos siendo forzados a pensar cada día dónde vamos a publicar y el impacto que eso tendrá en nuestras carreras, a vivir en el borde alucinante del éxito productivista.

Cuando el complejo de Ouroboro[4] expresa la pérdida de futurabilidad

La academia pareciera haber entrado en una dinámica en la cual se siente orgullosa de morderse de manera incesante la cola, como la serpiente-dragón mitológica. La bibliometría no generó una espiral virtuosa que promoviera la transformación, sino un círculo que pareciera achicarse cada día.

Hoy, por ejemplo, la universidad se alinea a las iniciativas contra el cambio climático que promueven los Objetivos de Desarrollo Sostenible -el sistema- y no tiene capacidad de tensionarlas hacia un lugar más radical, porque innovar se ha convertido en adaptarse, en construir argumentos que favorezcan el alineamiento; no se apropia de iniciativas como el decrecimiento o impulsa con hechos otro desarrollo posible. Por el contrario, está más preocupada por entrar a la transformación digital de la educación, comprar más computadoras, conexión satelital, desarrollo de intranet potente, incorporar la inteligencia artificial generativa a sus dinámicas, que pensar, valorar y producir resistencias contra el consumo predatorio que estas “innovaciones” tienen sobre un elemento tan vital como el agua o su impacto en la creciente desertificación del planeta, producto de la explotación a cielo abierto de litio y otras tierras raras.

Este vaciamiento de proyecto de futuro, está colocando en riesgo estratégico la existencia de la universidad presencial, la universidad que conocimos. El capital pareciera estar renunciando al papel de la universidad como eje de la relación innovación-producción-gobernabilidad, como lo evidencia la transición hacia lo que se ha denominado la micro acreditación de aprendizajes, algo sobre lo cual profundizaremos en otro artículo.

La bibliometría pareciera haber metido a la universidad en un callejón sin salida, del cual solo se puede salir apelando a la tradición contestataria, rebelde y comprometida con el cambio social, algo que si la puede volver a reposicionar como alternativa.

¿La bibliometría salvará a la universidad?

Para nada, la bibliometría cava su destrucción. Por supuesto que una tarea central de la universidad es la publicación, no es eso lo que cuestionamos, sino la legitimación y normalización de una dinámica evaluativa, clasificatoria y productivista impuesta desde afuera. Algo que pone en tela de juicio la propia vigencia de la autonomía universitaria hoy, porque una universidad que no decide su destino y como este se expresa a la cotidianidad, termina aceptando solo una autonomía limitada.

En tiempos en los cuales la nación más poderosa del planeta ha iniciado una nueva ofensiva sobre la educación con antecedentes de esta magnitud solo conocidos en la que inicio Johnson (1967), es hora de pensar, desde el propio mundo universitario cómo nos vemos en los próximos 100 años, cual es el legado académico que le dejaremos a las nuevas generaciones.

Milei dio un primer paso al eliminar el ministerio de educación de Argentina, rumbo que es confirmado por Trump con la orientación de desmantelar el Departamento de Educación de los Estados Unidos y redoblar el ataque a las universidades, pero eso equivocadamente pareciera ser interpretado como tremendismos de personajes de ultraderecha, pero no es así.  El sistema capitalista está cambiando de valoración sobre el papel de las universidades en el sostenimiento y reproducción del sistema y eso que aún el switch de las fábricas 4.0, símbolo de la cuarta revolución industrial en el modo de producción de mercancías, no se ha encendido.  ¿Cuándo vamos a despertar y darnos cuenta?

[1] Profesor visitante en la Universidad Federal de Sergipe (UFS), Brasil. Director de Investigación del Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación de la red CLACSO. Coordinador del GT Capitalismo Digital y pedagogías críticas.

[2] Autores como Ernest Mandel em capitalismo tardío ubica sus inicios em la década de los cincuenta del siglo XX, en mi caso prefiero hacerlo en 1961 cuando el robot UNIMATE comienza a ser usado en la industria automotriz, es decir, la informática y la robótica llegan a las fábricas.

[3] Que se convertiría a finales de los setenta en la cultura evaluativa neoliberal, profundizando sus procesos y efectos.

[4] Serpiente o dragón mitológico que se muerde la cola formando un círculo que impide la transformación

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Esta calma subversiva

Dormir es una afirmación radical de lo humano”, dice Jonathan Crary en su ensayo 24/7: El capitalismo al asalto del sueño, y tiene razón. En una época en la que se nos exige estar disponibles a toda hora, atentos, conectados, útiles, el descanso, la calma, el no hacer, se han vuelto gestos de insumisión. Vivimos bajo un modelo que detesta lo improductivo. Un sistema que no tolera la pausa porque en ella no hay ganancia. Y sin embargo, la pausa es lo único que nos permite preservar la vida con sentido, proteger la mente, cuidar el alma. Dormir, calmarse, desconectarse, es resistir. Es decir: “mi tiempo no te pertenece”.

En ese mundo donde la velocidad se ha convertido en dogma, mantenerse en calma es un acto radical. Una disidencia suave pero poderosa frente al ruido constante del rendimiento, la inmediatez y el consumo. Nos han enseñado que la quietud es ineficiencia. Que si no estás produciendo, estás perdiendo. Pero lo que nadie dice es que esa aceleración perpetua —ese 24/7 que describe Crary— es un diseño cuidadosamente montado para mantenernos desconectadas de nosotras mismas.

Desde la neurociencia también hay evidencias: el sistema nervioso autónomo —específicamente el sistema parasimpático— es el encargado de activar los estados de descanso y reparación del organismo. Cuando respiramos profundo, dormimos bien, caminamos sin prisa o simplemente contemplamos, le damos al cerebro la oportunidad de resetearse, de reordenar lo aprendido, de sanar lo vivido. Esta calma no es pasividad. Es reconstrucción.

La amígdala cerebral, ese radar de peligro constante que llevamos en el centro del cerebro, reduce su hiperactividad cuando el entorno interno se tranquiliza. Y eso permite que emerjan otras funciones superiores como la empatía, la creatividad y la toma de decisiones conscientes. Calmarse, entonces, no es evadir. Es hacerse cargo. De lo que sentimos, de lo que pensamos, de cómo elegimos habitar el mundo.

Por eso, cuando decidimos apagar el celular un domingo, dormir ocho horas sin culpa, sentarnos a tomar café sin mirar el reloj o escribir en silencio para nadie más que para nosotras, estamos ejerciendo un tipo de soberanía que no cabe en los algoritmos. Estamos diciéndole no al sistema que nos quiere ansiosas y ansiosos, fragmentados, fragmentadas, agotadas y agotados en tiempos donde todo arde; es por ello que ser capaces de cuidar nuestra calma es quizás una de las formas más tiernas —y peligrosas— de conspirar contra el hastío y abanderar la alegría.

¡Venceremos, palabra de mujer!

Fuente de la información e imagen:  https://cuatrof.net

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Entrevista a Héctor Cerezo acerca del libro Los derechos humanos una herramienta de lucha

Héctor Cerezo Contreras, coordinador del área de acompañamiento del Comité Cerezo México, nos habló de la concepción de los derechos humanos que se aborda en el libro y de la importancia de plasmar teóricamente la práctica de la defensa de los DDHH. Puedes descargar el libro aquí

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Internacionalización universitaria: aproximación desde la educación comparada con enfoque de pedagogía crítica

Internacionalización universitaria: aproximación desde la educación comparada con enfoque de pedagogía crítica

Luis Bonilla-Molina[1]

 

  1. La fuerza de los estudios críticos comparados internacionalmente

La llegada del capitalismo, especialmente en su fase industrial, significó una tendencia a la mundialización de la economía, política, cultura y sociedad; el sistema mundo (Wallerstein,2004) dominante requería -y ahora más en su fase de financiarización- la interconexión de todas las esferas de la vida ciudadana.

En el caso de la educación comparada, la comprensión de los sistemas escolares y universitarios, implicó avanzar paradigmáticamente a la comprensión del impacto de las dinámicas del modo de producción imperante en las Instituciones de Educación Superior (IES), partiendo de la reconciliación entre historia y comparación (Caruso & Tenorth, 2011), colocando en evidencia la externalización del lugar de enunciación de las políticas públicas del sector y la interdependencia de su accionar con el conjunto de las lógicas del mercado.

Esta transnacionalización de los estudios sobre las universidades solo era -y es – posible si se partía de la adecuada comprensión de las lógicas de apropiación en estructuras culturales profundas y diversas. Es decir, entendiendo las similitudes de la evolución de la internacionalización, pero muy especialmente sus diferencias y singularidades, como corresponde al desarrollo desigual y combinado (Novack, 1974) del capitalismo tardío (Mandel, 1962). De hecho, es hacia el año 1800, cuando la comparación con rango científico, fue concebida como un método para la exploración de los fenómenos humanos -sociales- y fue utilizada por la Antropología, la Lingüística y el Derecho; actualmente, la comparación se corresponde con el estado actual de una sociedad-mundo y con los interrogantes vinculados a su pluralización. Sin una perspectiva comparada, el mundo no puede ser entendido ni transformado. (Caruso & Tenorth, 2011, p.16)

El riesgo de la comparación era pretender asumir una nueva forma de totalidad, que no diera cuenta de las singularidades y su impacto en el conjunto del movimiento homogenizante, es decir, desconocer el impacto de las resistencias (Giroux,2004) y contradicciones propias del campo dominante de las políticas educativas, en la construcción y modelación de realidad universitaria. Los enfoques que incorporaron la dialéctica entre lo global y lo local (Arnove, 2000), así como los estudios culturales (Hoggart,1957) contribuyeron a resolver este riesgo.

Entonces, se debería solventar metodológicamente la distancia entre lo empírico y lo teórico en el proceso de construcción conceptual, interpretativa y de nuevas teorías, lo cual implicaba renovar el papel de la experiencia en la investigación educativa (Potts,2010), así como la integración de los enfoques cuantitativos y cualitativos (FAIRBROTHER, 2010), esfuerzo en el cual fueron fundamentales los trabajos del programa de investigación de la Universidad de Humboldt, en materia de internacionalización educativa, liderados por Jurgen Scheriewer.

Precisamente, la noción de sistema educativo mundial (Schriewer, 2011), permite entender los estudios sobre la universidad en el marco de interrelaciones cambiantes, cargadas de tensiones entre las relaciones de poder (Torres,2015). En esta orientación, las formulaciones sobre el vínculo entre lo cosmopolita y lo nacional (Sobe,2011), la genealogía de los libros (Roldán,2011), los flujos del saber educativo (Novoa y otros, 2011), resultaron de especial significación.

Esto abrió la posibilidad de entender de otra manera las políticas públicas en educación, especialmente para las universidades, en un marco más amplio que lo local y lo nacional, pero también las formas en la cuál lo singular influye sobre las definiciones macro. Las nociones de experiencias significativas, tendencia reformadora internacional, crisis de la educación universitaria, desafíos de las instituciones de las IES para enfrentar el futuro, formación y empleabilidad, conocimiento y evaluación institucional, se convirtieron en campos de estudios para comprender el presente y las tendencias del cambio universitario, especialmente por las implicaciones de la transferencia educativa como transferencia política (Steiner-Khamsi,2011).

  1. La necesidad de precisar los marcos analíticos que se usan para comprender las políticas públicas

El enfoque de estudio comparado de las políticas públicas universitarias, implica precisar y determinar las unidades de análisis. En este aspecto, la comparación de espacios (Manzon, 2010) reconoce distintas perspectivas; Bray y Thomas (1995) usan la figura del cubo para graficar la interacción de estas unidades, mientas que Bereday (1968) -citado por Mark Bray- identifica cuatro momentos analíticos: descripción (datos pedagógicos), interpretación (evaluación de los datos pedagógicos a partir de las dimensiones histórica, cultural, política y social). A la par que Bray y Thomas privilegian la relación Estado-provincia en los análisis, se replantea el uso del “cubo comparativo” (Bonilla-Molina, 2014) con seis caras (aula, aula-institución, aula-comunidad de entorno-región, aula-nación, aula-geopolítica), que privilegian los estudios desde el impacto concreto en la docencia-investigación-extensión, que posibilitan entradas analíticas más precisas para comprender las tendencias hegemónicas y estandarizantes en la educación.

La comparación de sistemas (Bray & Kai, 2010) se fundamenta en la definición de Allport (1995,p.469) sobre sistemas integrados -homogéneos- y diferenciados -que tienden a la multiplicidad de estructuras que coexisten no siempre fusionadas o complementarias- a partir de los cuales es posible avanzar en la comparación de los modelos curriculares, enfoques didácticos, mecanismos de planeación, propuestas de evaluación, definiciones y estilos de gestión, que interactúan con matrícula, prosecución, integración con el mercado laboral e indicadores de la cultura evaluativa institucional.

La comparación de tiempos (Sweeting, 2010) plantea el diálogo entre las dimensiones personales e institucionales, identificando distintos momentos temporales entre ellas. Eso implica precisar las formas de historia que prevalecen en los estudios comparados en educación universitaria. Sweeting idéntifica las tipologías de doctrinas pedagógicas (educadores influyentes), los elementos constitutivos de la institucionalidad (ortodoxia), las tensiones entre el pensamiento oficial y las críticas (producciones polémicas), el impacto de las posiciones políticas en la implementación de políticas comunes (como descentralización, centralización, autonomía), las antologías (sustitutas de los archivos) y las historias sociales de la educación como fuentes de estudio.

Por su parte, la comparación de culturas (Mason, 2010) demanda genealogía cultural, valoración del impacto de la cultura nacional en la construcción de los Estados, las formas que ha tomado la educación en el marco de la cultura nacional, la relación centro-periferia en la cultura educativa, especialmente en los casos de economías coloniales o neocoloniales, los flujos culturales nacionales en la definición de prioridades de formación para el desarrollo, la ponderación del conocimiento en la cultura local, entre otros elementos. En los estudios comparados la relación entre cultura y pedagogía adquiere especial relevancia, especialmente por la combinación entre políticas, estructura, cultura, valores y perspectivas pedagógicas (Alexander,2000), incorporando las metódicas etnográficas en los estudios comparados.

En la comparación de valores (Wing-On) destacan los estudios de Cogan (2000) sobre valores convergentes y divergentes de ciudadanía y temas como género, clase, raza, etnia e interseccionalidades, y más recientemente aparecen vinculados a esta temática, los estudios cualitativos sobre calidad de la educación (Bonilla-Molina, 2014), que procuran conocer la interpretación que hacen las distintas sociedades de un término que es polisémico.

La UNESCO, OCDE y las instituciones que han puesto de relieve las pruebas internacionales estandarizadas, así como los rankings, acreditaciones y sistemas de bibliometría destacan los estudios comparados de rendimiento (Postlethwaite & Leung, 2010) los cuales tensionan los criterios de mediciones locales y nacionales con los internacionales. La tendencia en el campo de los estudios de rendimiento, es hacia la diferenciación entre homogenización y estandarización respecto a las alternativas que puedan surgir, resultando de especial interés la identificación e interpretación de las formas como se expresan estos encuentros y desencuentros.

La comparación de políticas educativas (Yan Rui,2010) se concentra en el cambiante ámbito de las políticas educativas en general y las universitarias en particular, donde destacan las contradicciones entre los enfoques de poder, institucionalidad, la naturaleza de los individuos y la sociedad. En este campo, Popkewitz (1999) y Bonilla-Molina (2025) se concentran en las tensiones e interacciones entre poder y opresión, resistencias y alternativas, mientras que otros como Morín (2000) y Tedesco (2013) prefieren concentrarse en la aplicabilidad, partiendo del supuesto que existe consenso político neutral sobre los fines y propósitos de la educación en general y la universitaria en particular.

En la comparación de organizaciones educativas (Dimmock, 2010) los estudios diferenciados sobre las universidades en contextos locales, nacionales, regionales y a nivel mundial, adquieren especial relevancia, especialmente en la identificación de categorías, procesos y resultados que evidencien sus similitudes, diferencias y singularidades. Fundamentalmente se basan en los elementos estructurantes de las organizaciones educativas (Dimmock, 2010): a) grados de centralización y/o descentralización (recursos físicos y tecnológicos, recursos financieros, marcos curriculares, tiempo, estudiantes, personal, estructura para la toma de decisiones), b) liderazgo ( poder de directivos, estilo de liderazgo, formas de trabajo colaborativo, participación, motivación, planificación, toma de decisiones, comunicación organizacional, resolución de conflictos, evaluación de personal), c) curriculum ( objetivos y propósitos, amplitud, originalidad, diferenciación) y d) docencia (relaciones docente-alumno, epistemología del conocimiento, perfil de egreso, empleabilidad, relación con egresados), entre otros.

Finalmente, se ha propuesto (Bonilla-Molina; Goes; y otros, 2025) estudiar la internacionalización como constante en el tiempo y espacio regional latinoamericano-caribeño, mediante estudios centrados en la relación de las políticas globales con las nacionales, y su expresión en la bibliometría, las acreditaciones, rankings, reconocimiento de estudios, empleabilidad, movilidad estudiantil y académica, como parte de la cultura evaluativa en el periodo de globalización neoliberal.

  1. Internacionalización universitaria: buscando el punto de partida

La internacionalización universitaria es el resultado de la externalización (Schriewer, 2010) del lugar de enunciación de las políticas públicas que se aplican y desarrollan en las instituciones de educación superior (IES). Es decir, la externalización implica una superación de la visión ingenua de la autonomía universitaria como fuente principal para la determinación de los fines estratégicos y las tareas previstas para las universidades en cada tiempo-espacio. Aclarando, que si bien se reconoce que la adaptación de las orientaciones hegemónicas externas es la tarea central de las IES hoy, ello no implica desconocimiento ni desvaloración de las iniciativas propias que tensionan la imposición de lo general, ni las contradicciones entre poder-alternativas, tradición-innovación, territorio-división internacional del trabajo, producción de conocimiento-consumo y reproducción de saber.

Desde la educación comparada, la internacionalización universitaria implica nacionalización de políticas educativas, generada por las redes de poder -económica, política, tecnológica, social y cultural- locales. En esta perspectiva, el mundo es una unidad de análisis y lo nacional-local son casos de estudio. Para el campo de las pedagogías críticas, el mundo actual está regido por las lógicas del capital y el mercado, que tienen expresión concreta en la educación y los sistemas escolares, incluidas las instituciones de educación superior[2]. En consecuencia, ello demanda comprensión del origen de los sistemas escolares, su evolución a partir de la ilustración, el capitalismo industrial y muy especialmente las adaptaciones ocurridas en las estructuras sistémicas definidas en Didáctica Magna (Comenio, 1632), cuyo influjo sigue hasta nuestros días.

En el marco de las pedagogías críticas se asume el cambio como una constante en el tiempo y los espacios, resultante de las formas como se resuelven las contradicciones propias de las relaciones de poder y la lucha de clases en los distintos momentos históricos, por lo tanto, resulta de especial significación el estudio de estas interacciones en los componentes de las redes de interrelación cambiantes. Por ejemplo, lo que postula e impulsa el Banco Mundial (BM) y cual es la reacción-propuesta alternativa de las organizaciones estudiantiles y docentes, lo cual genera contradicciones que se resuelven por la vía de síntesis -dialéctica hegeliana-marxista- o por bifurcaciones, caminos no esperados o reconfiguración de la forma comunicativa de las políticas -dialéctica negativa[3] (Adorno,1966)- en un marco de inmanencia de la contradicción.

Ello requiere la construcción, recuperación y adaptación de las construcciones semánticas propias del sistema mundo, específicamente asociadas a la educación. En ese sentido, por ejemplo, al procurar identificar cuáles son las categorías pedagógicas que expresan la crisis de eficacia y legitimidad que postula la globalización neoliberal, como parte de su estrategia de reformar los Estados nacionales, encontramos que crisis de eficacia gubernamental adquiere forma de crisis de calidad educativa y las carencias de legitimidad como problemas de pertinencia universitaria.

En consecuencia, la investigación comparada debe apelar en distintos momentos a métodos inductivos, deductivos, analógicos y abductivos para poder aproximarse a la comprensión del objeto de estudio, que en este caso es, la transformación universitaria como resultado de la internacionalización.

En ese sentido, se diferencia la internacionalidad como hecho del sistema mundo, de la internacionalización universitaria como proceso (Caruso & Ternoth, 2011). Por ello, definimos a la internacionalización universitaria como ´la interacción entre el conjunto de políticas supranacionales que demandan fines, objetivos y propósitos del trabajo universitario -que se correspondan a los distintos momentos de los ciclos de innovación tecnológica y conocimiento que permiten la reproducción simbólica y material del modo de producción- con las políticas nacionales de las IES, las culturas académicas y de gestión local. Esto implica una valoración de la internacionalización universitaria como proceso desigual en su evolución, pero que en cada caso combina políticas orientadoras afines, como acreditación, bibliometría, rankings, movilidad académica y estudiantil, reconocimiento de títulos. Estas políticas comunes es lo que permiten estudiar de manera comparada la internacionalización universitaria como proceso.

  1. Los componentes de la internacionalización universitaria

Se suele abordar cada uno de los componentes de la internacionalización universitaria (IU) y homologarlos al término; este es un error conceptual y metodológico. Bibliometría no es internacionalización, como tampoco lo son rankings o acreditación por separado. La internacionalización universitaria está compuesta por un conjunto de operaciones de cambio, que interactúan y crean dependencia entre sí, expresándose en políticas públicas complementarias.

En consecuencia, urge identificar los componentes de la IU y hallar los puntos de encuentro entre ellos. En nuestro caso, la noción de cultura evaluativa neoliberal nos sirve como “intersección integradora” que los conecta y dota de sentido estratégico a su comprensión. Esto requiere identificar los dos grandes paradigmas del sistema mundo dominante, competencia y jerarquización, que orientan la actual etapa de la cultura evaluativa universitaria, complementándose con las subcategorías emprendimiento, autogestión y diversificación de las fuentes de financiamiento. Finalmente, al precisar los indicadores que permiten la medición y clasificación, se han hallado cinco categorías que orientan esta cultura evaluativa neoliberal: calidad, pertinencia, innovación, impacto y eficiencia (Bonilla-Molina, L y otros, 2025), las cuales aparecen como ponderaciones en cada uno de los componentes de la internacionalización universitaria actual. El aspecto no resuelto por la intencionalidad sistémica de la internacionalización, es la dicotomía entre aspiración de transdisciplinariedad en la construcción de conocimiento y las formas disciplinares que toma la gestión del mismo, especialmente por los diseños organizacionales basados en facultades, carreras y departamentos en las universidades, algo que resulta de especial interés para las pedagogías críticas y para quienes rescatamos la dialéctica negativa.

Una primera aproximación a los componentes de la internacionalización universitaria (IU) nos permite identificar los siguientes:

  1. La bibliometría
  2. Los rankings o clasificaciones internacionales
  3. La acreditación universitaria
  4. El reconocimiento de estudios y títulos
  5. La movilidad académica y estudiantil

Estos cinco jinetes del apocalipsis universitario fueron ampliamente desarrollados y explicados en La internacionalización universitaria en la historia de Latinoamérica y el Caribe (Bonilla-Molina, L,.; Goes, A.; y otros, 2025), destacando su interconexión, complementariedad e identidad compartida, sin los cuales resultaría limitado el estudio de la internacionalización universitaria.

  1. Determinantes de la internacionalización universitaria

La internacionalización universitaria en su actual etapa (1961-2025) se justifica a partir de un conjunto de determinantes estandarizados. Estos son:

  1. La aceleración de la innovación y la necesidad de recuperar la capacidad de los sistemas escolares y universitarios de prever el futuro inmediato y proveer el conocimiento y profesionales que demanda la sociedad (léase modo de producción). Para ello, es fundamental el estudio de la relación de las revoluciones industriales con la educación en general y las universidades en particular;
  2. El cambio permanente, lo cual implica la tensión sostenida entre tradición e innovación, es decir, cuanto del pasado debe sobrevivir en el presente, se tal manera que sea posible abrir espacio a las novedades, visibilizando las rutinas heredadas que frenan la concreción de las políticas académicas del presente;
  3. Las demandas de producción de conocimiento y empleabilidad que son la forma como la externalidad modela la internacionalización universitaria en cada etapa;
  4. El darwinismo académico como concreción de los paradigmas de competencia y jerarquización del trabajo académico, cuyo horizonte es móvil y en permanente ajuste por parte de instancias que exceden a la gobernabilidad de las IES;
  5. La diversificación de las fuentes de financiamiento como forma de fomentar el acople de las instituciones de educación superior a las dinámicas actuales de producción de mercancías, consumo y gobernabilidad;
  6. El productivismo académico cuyos parámetros de valoración tienen como lugar de enunciación la extraterritorialidad del mundo universitario, razón por la cuál se carece de autonomía para determinar las formas que adquiere. El productivismo se manifiesta en cada uno de los componentes enunciados;
  7. La meritocracia como quiebre de la autopercepción de trabajadores del conocimiento, por lo que eso implica en identidad de clase, para lo cual se construyen nuevas categorías que modelen la auto percepción colectiva como “precariado” (Standing,2014), “cognitariado” (Berardi,2019) o “profesores digitales”.

Estas determinantes impactan la cultura universitaria, sin cuya concreción material resultaría imposible conseguir la hegemonía que ha alcanzado la internacionalización universitaria -neoliberal- en el actual periodo.

  1. Las narrativas dominantes sobre la internacionalización universitaria

Con la llegada de la globalización neoliberal, se impusieron cinco líneas discursivas para legitimar las políticas públicas inherentes a la internacionalización universitaria. Estas son la calidad educativa, la pertinencia (social y con el mercado), innovación de la formación, impacto de los resultados y eficiencia en el uso de los recursos asignados.

Como mencionamos, a su vez estas líneas discursivas se convirtieron en los indicadores que se usan para valorar y elaborar las clasificaciones internacionales, acreditación universitaria, bibliometría, convergencia de estudios y titulaciones, así como las movilidad académica y estudiantil.

La calidad universitaria -o su sinónimo excelencia académica- es un término polisémico que permite incluir cualquier operación de cambio a la que se le atribuya -aunque sea sin evidencia empírica- la bondad de producir transformaciones positivas. La calidad usa como referentes las denominadas “buenas prácticas”, las clasificaciones (rankings) y la idea de mejora continua en tiempo real, sin un horizonte teleológico fijo.

La pertinencia es asumida desde los perfiles de egreso, la empleabilidad, el vínculo con el mundo del trabajo (empresarial). El ámbito de lo social se ha venido diluyendo en el concepto de pertinencia, concentrándose en la esfera de lo pragmático, es decir aquello que permite impulsar la autogestión de la vida, el emprendimiento comunitario y la inteligencia financiera de las comunidades. Por supuesto que existen iniciativas muy importantes de extensión universitaria fundamentada en lo común, pero cada vez son más aisladas y su trabajo es poco valorado dentro de la lógica de la cultura evaluativa neoliberal.

La innovación dejó de ser una cuestión que tenía como lugar de enunciación el mundo académico y universitario, para convertirlo en la apropiación de la tecnología y saberes empaquetados en centros de investigación asociados a la producción fabril, el control social y las reingenierías institucionales permanentes, conforme lo requiere el modo de producción en tiempos de crecimiento exponencial de las novedades científicas y tecnológicas. Precisamente, el acople de las instituciones de educación superior (IES) a la aceleración de la innovación constituye el eje vertebrador de la internacionalización universitaria.

El impacto en la internacionalización universitaria se asocia al productivismo, especialmente respecto al número de egresados que se incorporan a actividades operacionales, de investigación e innovación en los procesos de generación de mercancías y servicios que contribuyen al modelo de acumulación imperante.

La eficiencia cada vez se asocia más al uso del presupuesto en las dinámicas de proceso-producto institucional. Es decir, en el costo de cada egresado, intentando imponer la lógica de gestión de la calidad, de “desperdicio” decreciente en la producción de mercancías. En consecuencia, la tendencia a la eficiencia se convierte en desinversión educativa, precarización laboral y disminución de la agenda social para estudiantes con necesidades de apoyo.

A esto se le adiciona el paradigma STEM[4] en la educación superior, que considera que lo útil de la labor académica es aquello que tribute al trabajo de las ciencias “duras”, las tecnologías, ingenierías, matemáticas y el diseño asociado al mundo productivo, mientras que en las ciencias sociales la presión es para producir conocimiento sintético -privilegiar artículos por encima de libros- útil -para la gobernabilidad, producción y consumo- así como la recolección de datos que posibiliten la construcción de consenso y contribuyan a conjurar el conflicto; interpretar más que comprender, distanciándose cada vez más de la idea de involucrarse directamente en la transformación de lo que se evidencie como injusto.  La universidad que se promueve en este periodo está orientada a la empleabilidad y la producción, más que a la justicia social. Esta visión se torna en ideología de la internacionalización universitaria. Estas narrativas, han conducido a la pérdida de identidad conceptual de la universidad y convertido la pragmática funcional en epistemología de las IES.

  1. La tensión entre innovación y tradición

Como lo explicaría Eric Hobsbawm (1983/2002) la tradición acostumbra tener un momento de su invención, en la cual se reflejó una idea de novedad que perdió su vitalidad y encanto en el presente. Si bien la universidad es una institución anterior a la modernidad, es el capitalismo industrial -con su necesidad de “masificar” el conocimiento científico para la mejora de la gobernabilidad y la producción- quien le va dotando de su tradición estructurante, mientras la tercera revolución industrial, especialmente a partir del periodo neoliberal, la ha confrontado con una particular forma de renovación que se expresa en los cinco componentes de la internacionalización universitaria.

La tradición del capitalismo en su genealogía universitaria, asume la idea de Comenio de sistemas escolares (incluida la universidad a la que denominaba academia) de funcionamiento escalar, organizados a partir de grupos etarios, centrados en la perspectiva disciplinar, que van de lo simple a lo complejo. En esta perspectiva, las instituciones de educación superior se concentran en la triada docencia (enseñar para reproducir la ciencia que hizo posible el capitalismo industrial, el sistema político liberal y ahora post liberal, así como la consolidación de las mentalidades de consumidores), investigación (para mejorar la relación conocimiento-tecnología para impactar el modo de producción capitalista) y más recientemente extensión (a partir de la reforma de Córdoba y las necesidades del capitalismo periférico). La tendencia ha sido homogenizarlas hacerlas uniformes, respetando cada vez menos los rasgos singulares y autónomos. Pero el propio capitalismo comenzó a cuestionar esa tradición, especialmente a partir de la Conferencia Internacional sobre la Crisis Mundial de la Educación (1967), creando una idea innovadora de la academia, que pretende abrirse paso con los componentes y políticas de internacionalización.

Como se expuso en La Internacionalización Universitaria en la Historia de Latinoamérica y el Caribe (Bonilla-Molina, L.; Goes, A.; Menezes, B; Gomes, I.; 2025), la internacionalización universitaria ha sido una constante en la región, desde la conquista y colonización europea hasta el presente. La internacionalización ha perseguido estandarizar los procesos educativos de las IES, para colocarlas al servicio del mercado global, como mecanismo para resolver los problemas de ensamblaje productivo de la periferia con respecto al centro capitalista. Eso es hoy está más vigente que nunca, especialmente a través de la internacionalización de la cultura evaluativa neoliberal y sus cinco componentes (bibliometría, acreditación, rankings, acuerdos de reconocimiento de títulos y movilidad profesoral-estudiantil).

La internacionalización que vivimos actualmente, se deriva de los intentos de ajustar el mundo universitario a las nuevas características de producción de conocimiento de la tercera revolución industrial (1961) -superación de la disciplinariedad por la transdisciplinariedad o el pensamiento complejo- convirtiendo a las competencias -entrenar más que enseñar- en los moldes de la formación universitaria, y la relación creciente entre innovación y producción del capital, a partir de las mercancías, servicios y bienes. Para lograrlo, la internacionalización, con sus cinco componentes, se convierte en el mecanismo para alcanzar este propósito.

  1. Conclusión

La internacionalización universitaria es la forma como se expresan las políticas educativas del sistema mundo para las IES en el presente, con el propósito de procurar garantizar que la producción de conocimiento, formación profesional, investigación y extensión académica tribute a la reproducción del modo de producción y a la superación de la caída de la tasa de ganancia capitalista.

Sin embargo, lo que prevalece es una especie de normalización, de construcción de “sentido común” que legitima lo que se ha impulsado en los últimos sesenta años como innovación, como aquello que es esperable del que hacer universitario. Ello no niega la presencia de resistencias a este modo hegemónico de entender la actividad universitaria, pero es evidente que el sistema mundo ha logrado un “todos adentro” que está colocando en riesgo la propia sobrevivencia de la universidad como institución. Estudiar, comprender y analizar el fenómeno no resulta suficiente sino se acompaña de voluntad por transformar todo aquello que limita la posibilidad de una universidad situada, comprometida y radicalmente propulsora del pensamiento crítico.

 

Lista de referencias

Adorno (1966) Dialéctica negativa. Ediciones pluma. Bogotá.

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Berardi, B. (2019) Futurabilidad: la era de la impotencia y el horizonte de la posibilidad. Caja Negra. Argentina

Bonilla-Molina, L. (2014). Calidad de la educación. La perspectiva del cubo en educación comparada. Ediciones OVE. Venezuela.

Bonilla-Molina, L; Goes, A.; Menezes, B.; Gomes, I. (2025). La internacionalización universitaria em la Historia de Latinoamérica y el Caribe. En imprenta.

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Tedesco, J.C. (2013) Educación y justicia social en América Latina. Fondo de Cultura Económica. Argentina

Torres, J. (2015) Políticas educativas y construcción de mentalidades neoliberales y neocolonialistas. Ediciones Morata. España.

Wallerstein, I (Análisis de sistemas-mundo: una introducción. Ediciones Siglo XXI. México.

Wing-On, L. (2010) La comparación de valores. En Bray, M; Adamson, B; Mason, M. (2010) Educación comparada: enfoques y métodos. Ediciones Granica. Argentina.

[1] Profesor visitante en la Universidad Federal de Sergipe, en el marco del programa Solidaridade de CAPES

[2] Em algunos momentos distinguimos sistemas escolares de IES, porque no siempre lo que hacen las universidades se corresponde a las definiciones, procesos, gestión y fines previstos en los marcos normativos de los primeros. En consecuencia, cuando se hable de educación superior siempre hay que interrogarse respecto a la existencia o no de esta correspondencia. Por otro lado, la arrogancia académica, escudada en una interpretación desacoplada de la autonomía, tiende a entender el mundo universitario como una isla autogestionada y autosuficiente.

[3] La dialéctica negativa de Adorno se centra en el rechazo de la síntesis hegeliana-marxista, manteniendo la crítica en todo momento, sin procurar una resolución final de la contradicción (síntesis superior a partir de la resolución de la contradicción), sosteniendo la particularidad en la forma como se expresan estos procesos y relaciones.

[4] STEM; acrónimo de las siglas Ciencia, Tecnología, ingenierías y matemáticas

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Economía campesina y vida familiar: el motor silencioso del desarrollo local

En los discursos oficiales —y, por supuesto, también en los proselitistas— suele elogiarse el trabajo comunitario y campesino en la ruralidad del país. Sin embargo, las políticas públicas que lo respaldan son escasas o poco efectivas en la práctica. Un estudio realizado en 2007 muestra cómo los campesinos han pasado de ser considerados marginales a sujetos activos, y analiza aspectos como el cambio tecnológico, el ahorro, la acumulación y la diferenciación social. Aunque han pasado los años, lo que se reveló sigue siendo tan vigente como entonces. La rigidez de la economía y de la vida rural en Guatemala apenas ha cambiado. Por eso vale la pena volver sobre sus hallazgos.

En  mayo de este año la Ministra de Agricultura, Ganadería y Alimentación, afirmó que la «agricultura familiar es un motor económico y social, porque genera autoempleo y genera un conjunto de acciones de desarrollo económico a nivel local, contribuyendo a reducir la migración y la inseguridad alimentaria».

 

Hoy, el mayor desafío para la ministra de Agricultura es frenar el deterioro del presupuesto que recibe su cartera. No basta con buenos discursos sobre apoyar al agro. Sin recursos suficientes, esa narrativa pierde peso y pone en duda el verdadero compromiso del Estado con el desarrollo rural.

La Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales  publicó en 2007 un extenso trabajo que ofrece una visión global sobre las estrategias campesinas en el departamento de San Marcos, Guatemala, basada en una investigación de varios años. La publicación exploró los cambios en la economía productiva de las comunidades rurales, el análisis de las racionalidades campesinas desde las ciencias sociales, y se justificó la elección de San Marcos como área de estudio. También analizó el impacto de la macroeconomía y los sesgos anticampesinos en la viabilidad de las economías del campo.

La investigación reveló una verdad contundente: a diferencia de las empresas que persiguen ganancias, la economía campesina gira en torno a la vida misma. Su prioridad es sostener a la familia, asegurar alimento en la mesa y garantizar el acceso a lo más básico. Para lograrlo, las familias diseñan estrategias que les permitan organizar y aprovechar al máximo los pocos recursos que tienen a la mano. Es su manera de resistir, de avanzar, de intentar salir del puro sobrevivir y, con suerte, acumular algo.

Pero ese esfuerzo ocurre en un terreno hostil: escasean los empleos, los salarios son bajos, no existen políticas que impulsen el campo y, para colmo, la macroeconomía les da la espalda.

Entre las principales estrategias que identificó la investigación destacan:

  • Pluriactividad y diversificación de fuentes de ingreso: Esta es una estrategia fundamental que implica la combinación de actividades agrícolas y no agrícolas. El texto la describe como un camino para aferrarse con todo a la vida, es decir, sobrevivir, o alcanzar la deseada acumulación. Incluye la agricultura para autoconsumo y mercado, comercio (minorista, «falluquero», itinerante), y la venta de fuerza de trabajo (jornalero, doméstico, migrante en México y Estados Unidos). Esta diversificación responde a una estrategia de minimización de riesgos y búsqueda de seguridad alimentaria, pero también busca diversificar e incrementar los ingresos monetarios. Ejemplos de actividades diversas se observan en estudios de caso.
  • Producción para el autoconsumo: Mantener una producción destinada al consumo familiar es vital para la seguridad alimentaria y opera como un escudo contra la escasez o las fluctuaciones de precios del mercado. Aunque la producción de granos básicos para autoconsumo puede generar bajos ingresos monetarios, aporta una seguridad alimentaria considerada insustituible.
  • Optimización y uso integral de recursos: Las unidades campesinas buscan optimizar los recursos escasos y discernir el uso apropiado de los recursos abundantes, como la fuerza de trabajo familiar. En las regiones Campesina Indígena y Cafetalera Latifundista, la agricultura convencional sigue existiendo, pero no ha desplazado del todo los saberes ancestrales. Allí, muchas familias aún aplican conocimientos agronómicos tradicionales y aprovechan de forma integral lo que les ofrece la naturaleza. Un ejemplo claro: el uso completo de los subproductos agrícolas y pecuarios, o el manejo cuidadoso del bosque como fuente de vida y sustento.
  • Ahorro y restricción del consumo: El ahorro es visto como resultado del aumento de ingresos provenientes de cultivos comerciales de «altos ingresos»  y la restricción del consumo. En varios estudios de caso, esta disciplina económica aparece como un elemento fundamental en la acumulación de recursos.
  • Inversión en activos: Lo que logran ahorrar —sobre todo gracias a cultivos bien cotizados como el café, las hortalizas o el tabaco— muchas familias lo reinvierten con visión de futuro: compran tierra, ganado, mejoran sus viviendas o arrancan pequeños negocios (tiendas, comercio), la continuidad de los estudios o el pago para la migración.
  • Búsqueda de educación para las nuevas generaciones: Una apuesta importante para muchas familias campesinas es que sus hijos e hijas alcancen niveles educativos superiores (secundaria, universitaria). Esto para encontrar opciones económicas fuera de la agricultura y romper el ciclo de dependencia del trabajo asalariado y la producción de autoconsumo.

La desigualdad entre las unidades campesinas es notoria: no todas parten del mismo punto ni enfrentan las mismas condiciones.

  • Vinculación con instituciones y organizaciones: El acceso a crédito, asistencia técnica, información de mercados y programas de desarrollo, ya sean públicos o privados, es crucial para fortalecer las bases económicas y potenciar estrategias como la reconversión productiva. Vínculos con entidades estatales, gremiales y locales, han sido fundamentales en procesos de campesinización y consolidación. Sin embargo, llegar a esas instituciones no siempre es fácil: los mercados fallan, las reglas no están claras y muchas veces las puertas simplemente no se abren.
  • Construcción y aprovechamiento de redes sociales: Los vínculos familiares, comunitarios y extracomunitarios (redes de amistad, organizaciones comunales, productivas, políticas, religiosas) ejercen una influencia importante en las estrategias. La participación en espacios organizativos puede facilitar el acceso a financiamiento, el fortalecimiento de procesos y la gestión del desarrollo comunitario.

Estas estrategias no garantizan un camino seguro hacia la acumulación. La desigualdad entre las unidades campesinas es notoria: no todas parten del mismo punto ni enfrentan las mismas condiciones. La ubicación geográfica, la cantidad y calidad de sus recursos naturales, el acceso a financiamiento y a los mercados marcan la diferencia entre quien logra salir adelante, quien apenas sobrevive y quien termina empobreciéndose. A eso se refieren los investigadores cuando hablan de procesos de «descampesinización hacia arriba» o «hacia abajo».

Hoy, el mayor desafío para la ministra de Agricultura es frenar el deterioro del presupuesto que recibe su cartera. No basta con buenos discursos sobre apoyar al agro. Sin recursos suficientes, esa narrativa pierde peso y pone en duda el verdadero compromiso del Estado con el desarrollo rural.

Fuente de la información e imagen:  https://www.plazapublica.com.gt/

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¿Qué se reconoce en las escuelas?

¿Qué se reconoce en las escuelas?

Teresa Galicia

La práctica de reconocer a estudiantes con alto rendimiento académico es hoy objeto de debate

Las escuelas pueden mirarse desde diversas formas, algunas de ellas se centran en la cultura material, en la gramática de la escolaridad o en los dispositivos culturales. El concepto de gramática de la escolaridad se refiere a las formas organizacionales estandarizadas que la escuela presenta a lo largo de su historia.

Se trata de un uso particular del tiempo y del espacio, de la división del conocimiento en materias, de la clasificación de los niños en grados y en años, de la calificación de los resultados de aprendizaje en notas o créditos que permiten a los alumnos avanzar de manera progresiva en la organización y de ciertas pautas y rutinas establecidas. Estas formas organizacionales persistieron y persisten a lo largo del tiempo (Tyack y Cuban, 2001).

Los “dispositivos culturales” se refieren a las formas en que la cultura se manifiesta y se transmite dentro de las escuelas, incluyendo tanto los elementos materiales como inmateriales que influyen en la experiencia educativa. Estos dispositivos pueden incluir artefactos culturales, como libros, materiales didácticos, tecnología, así como prácticas culturales, como rituales, normas, valores y creencias compartidas

Las prácticas culturales se relacionan con los valores que se fomentan en la institución, como aquellas en que la comunidad educativa está socializada con los valores meritocráticos manifestados a través de prácticas como los cuadros de honor, que reconocen a estudiantes con alto rendimiento académico, práctica que actualmente es objeto de debate, ya que genera desigualdades al no considerar factores como las oportunidades y el contexto social de los estudiantes.

En las graduaciones y clausuras de curso del año escolar, en muchas escuelas se realizan ceremoniales de reconocimiento público de los “alumnos modelo”, que sirven como estrategia de motivación y de reproducción de los “buenos ejemplos” donde el Cuadro de honor y el premio al Mejor Alumno, son los mecanismos de distinción de los mejores estudiantes, desde el punto de vista académico, pero también desde los valores humanos y sociales que subyacen en los proyectos educativos de esa escuela.

La entrega de los premios se hace durante una ceremonia solemne que constituye un momento significativo de la vida de los colegios y de unión de sus comunidades educativas, que se juntan para reconocer públicamente a los alumnos destacados por su adhesión a los principios ideológicos de los colegios y, al mismo tiempo, para celebrar y compartir sus valores (Torres y Quaresma, 2014).

En estos eventos festivos, los discursos de los directores enfatizan el orgullo de pertenencia a la institución y la importancia de la adhesión de toda la comunidad educativa a sus  valores, se elogia el mérito de los alumnos premiados y se estimula a los demás a seguir su ejemplo, utilizando estos instrumentos de distinción y de emulación escolar, que se relaciona además con que una escuela de éxito es la que valora el trabajo y el rigor y la que recompensa el esfuerzo y el mérito, sin embargo, es importante tomar en cuenta  que todo dispositivo escolar implica la relación de diferentes funciones y operaciones que permiten el ejercicio de poderes en formas de saberes, sobre todo pedagógicos, articuladas para formar-educar cívica y técnicamente a los sujetos ( Foucault, 2017).

Sin duda, este desmedido afán de exaltar la excelencia través de estas prácticas, proviene de rituales establecidos a partir de la competencia y el éxito, situación que el planteamiento de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) trata de superar: la creencia que la educación es una carrera individual, donde el esfuerzo personal y el egocentrismo servirán para ser exitoso.   La experiencia ha mostrado que el individualismo conduce al aislamiento, la reducción de posibilidades de crecimiento personal y social, de apoyo solidario entre personas, dentro y fuera de la escuela, así como a desequilibrios socioemocionales.

Relacionado con este tema, comparto el texto del maestro Rafael Sampedro, que me pareció focaliza esta temática, a partir del excelente análisis que hace en su aporte titulado “La Incompatibilidad de los “Cuadros de Honor” con la Nueva Escuela Mexicana: Un Análisis Filosófico, Ético, Legal y Humanista”.

La práctica de exhibir “cuadros de honor” en las escuelas primarias es una tradición arraigada que, bajo una mirada superficial, busca incentivar la excelencia académica. Sin embargo, al analizarla a través de los principios fundamentales de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), esta costumbre se revela como una herramienta anacrónica y contraproducente que socava los cimientos mismos del nuevo paradigma educativo. A continuación, se fundamenta por qué su existencia es incompatible con la NEM desde sus cuatro pilares esenciales.

1. Sustento Filosófico: De la Competencia Individual a la Comunidad de Aprendizaje

El pilar filosófico de la NEM promueve la formación de una comunidad donde todas y todos aprenden en, desde y con el colectivo. Su lema es “formar comunidad”, lo que implica un cambio radical del individualismo competitivo hacia la colaboración y el bien común.

* Argumento: Los cuadros de honor son, en esencia, una celebración del individualismo y la competencia. Crean una jerarquía visible que divide al alumnado entre “ganadores” (los que están en el cuadro) y “perdedores” (la gran mayoría que no lo está). Esto fragmenta la comunidad escolar en lugar de unirla.

* Fundamento NEM: La NEM busca que los estudiantes se perciban como parte de un todo interconectado, donde el avance de uno es el avance de todos. Fomenta el aprendizaje dialógico y los proyectos comunitarios. El cuadro de honor, al destacar a unos pocos por encima del resto, envía un mensaje opuesto: el éxito es un juego de suma cero y se alcanza de manera aislada. Se prioriza el resultado individual (la calificación) sobre el proceso de aprendizaje colectivo.

2. Sustento Ético: Equidad, Inclusión y Dignidad Humana

La dimensión ética de la NEM se centra en la inclusión, la equidad y el fomento de una cultura de paz. Busca combatir las prácticas que generan exclusión, discriminación y violencia, aunque sea simbólica.

* Argumento: Los cuadros de honor son una práctica inherentemente excluyente. Por definición, solo un pequeño porcentaje del alumnado puede acceder a ellos. Para el resto de los niños y niñas, el mensaje implícito es que su esfuerzo, su progreso y su valor no son dignos de reconocimiento público. Esto puede generar sentimientos de insuficiencia, ansiedad y vergüenza, afectando gravemente su autoestima en una etapa crucial de su desarrollo.

* Fundamento NEM: Éticamente, la NEM obliga a la escuela a ser un espacio seguro donde la dignidad de cada estudiante sea respetada. Etiquetar públicamente a los niños con base en su rendimiento académico es una forma de violencia simbólica que atenta contra su dignidad. La equidad, según la NEM, no es dar a todos lo mismo, sino dar a cada quien lo que necesita para alcanzar su máximo potencial. Los cuadros de honor ignoran esta diversidad de necesidades, ritmos y talentos, valorando un único tipo de “éxito” y discriminando a quienes no encajan en ese molde.

3. Sustento Legal: El Interés Superior de la Niñez y el Derecho a una Educación Integral

El marco legal de la NEM, anclado en el Artículo 3° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Ley General de Educación, establece principios irrenunciables que chocan directamente con los cuadros de honor.

* Argumento: La legislación actual pone el “interés superior de la niñez” como principio rector. Una práctica que genera estrés, comparación social negativa y potencial daño emocional no puede considerarse alineada con el mejor interés del niño. Además, la ley mandata una educación que sea inclusiva, equitativa y de excelencia, entendiendo la excelencia como “el mejoramiento integral constante que promueve el máximo logro de aprendizaje de los educandos, para el desarrollo de su pensamiento crítico y el fortalecimiento de los lazos entre escuela y comunidad”.

Fundamento Legal:

* Artículo 3° Constitucional: Señala que la educación “será equitativa, para lo cual el Estado implementará medidas que favorezcan el ejercicio pleno del derecho a la educación de las personas y combatan las desigualdades”. Los cuadros de honor, al crear una élite académica visible, exacerban la percepción de desigualdad.

* Ley General de Educación: En sus principios, enfatiza el respeto a la dignidad, los derechos humanos y el desarrollo armónico de todas las facultades del ser humano. Los cuadros de honor reducen al estudiante a una calificación, ignorando su desarrollo artístico, deportivo, social y emocional, que forman parte de la educación integral que la ley exige.

4. Sustento Humanista: El Desarrollo Integral y la Motivación Intrínseca

El enfoque humanista de la NEM pone a la persona —en este caso, al estudiante— en el centro del proceso educativo. Se enfoca en su desarrollo integral (cognitivo, emocional, físico y social) y busca fomentar la motivación por aprender, no por competir.

* Argumento: Los cuadros de honor promueven la motivación extrínseca: el estudiante no se esfuerza por el placer de aprender o por la satisfacción de superar un reto, sino por la recompensa externa del reconocimiento público y la aprobación social. Esto es frágil y contraproducente a largo plazo. Cuando el incentivo desaparece, la motivación puede desvanecerse.

* Fundamento NEM: El humanismo de la NEM busca cultivar la motivación intrínseca: el amor por el conocimiento, la curiosidad, la capacidad de maravillarse y el deseo de superación personal. Se enfoca en el proceso y el esfuerzo, no solo en el resultado final. Un enfoque humanista celebra el progreso individual de cada niño respecto a su propio punto de partida. Un niño que con gran esfuerzo pasa de una calificación de 6 a un 7.5 ha logrado un éxito enorme que el cuadro de honor jamás reconocerá.

Conclusión y Alternativas

Los cuadros de honor son un vestigio de un modelo educativo basado en la competencia, la jerarquización y la estandarización, precisamente los paradigmas que la Nueva Escuela Mexicana busca superar. Desde los pilares filosóficos, éticos, legales y humanistas de la NEM, esta práctica es insostenible porque:

  • Fragmenta la comunidad en lugar de construirla.
  • Excluye y daña la autoestima en vez de incluir y dignificar. * Contradice el derecho a una educación equitativa y el interés superior de la niñez.
  • Promueve la motivación superficial por la recompensa en lugar del amor profundo por el aprendizaje.

Las alternativas alineadas con la NEM deben ser inclusivas y centradas en el proceso:

  • Portafolios de evidencias: Donde cada estudiante muestra su propio progreso y logros a lo largo del tiempo.
  • Asambleas y exposiciones de proyectos: Espacios donde todos los alumnos, sin excepción, comparten sus trabajos y descubrimientos.
  • Reconocimientos grupales: Celebrar los logros de todo un grupo en proyectos colaborativos.
  •  Evaluación formativa y descriptiva: Ofrecer retroalimentación detallada que reconozca el esfuerzo, las habilidades desarrolladas y las áreas de oportunidad, en lugar de una simple calificación numérica.
  • Eliminar los cuadros de honor no significa renunciar a la excelencia; significa redefinirla. La verdadera excelencia en la NEM es lograr que cada niña y niño florezca en un ambiente de colaboración, respeto y equidad, convirtiendo la escuela en una auténtica comunidad de aprendizaje.

Referencias
Foucault, M. (2017). Los anormales. México: Fondo de Cultura Económica.
Torres, L. y Quaresma, M. (2014). Configurações da distinção escolar nos planos nacional e internacional. En M. B. Melo, et al. (orgs.), IV Colóquio Luso-Brasileiro de Sociologia da Educação. Entre crise e euforia: práticas e políticas educativas no Brasil e em Portugal (pp. 1105-1132). Porto: FLUP
Tyack, D y Cuban, L. (2001) Gramática de la escolaridad en Tyack, D y Cuban, L. En busca de la utopía. Un siglo de reformas de las escuelas públicas. Fondo de Cultura Económica.

*Doctora en Educación. Consultora internacional en proyectos formativos, investigadora social, formadora de docentes e impulsora permanente de procesos de construcción de ciudadanía con organizaciones sociales. Diseñadora y asesora de cursos, talleres y diplomados presenciales y en línea. Articulista en diferentes medios.

 

Fuente de la información: https://www.educacionfutura.org/que-se-reconoce-en-las-escuelas/
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Santo Domingo: Volver a la vocación para estudiar y ejercer el magisterio

Volver a la vocación para estudiar y ejercer el magisterio

Estamos frente a un sistema educativo roto, a pesar de los esfuerzos que se realizan. Por ello, la vuelta a la vocación no es nada cursi; es una responsabilidad ineludible.

Dinorah García Romero

La aplicación y los resultados de las pruebas nacionales son noticias de interés para la sociedad. Los motivos que despiertan la atención de los actores y sectores sociales son diversos. Unos desean confirmar qué tan efectiva es la formación de los docentes para generar desempeños eficientes de los estudiantes. Otros centran su interés en los resultados, cuántos aprobarán y cuántos quedarán reprobados. Los hay, también, que focalizan su mirada en el avance o retroceso que presenta el sistema, por la cantidad de reprobados. Lo importante de esto es que se crea un estado de alerta social. En este contexto, persiste el lamento, sin revisión sistémica, de los factores que generan el alto número de reprobados en las pruebas nacionales de 2025: son 88, 538 aprobados y 22,000 reprobados, de un total de 114, 790 convocados y 111, 067 participantes.

No se puede negar la frustración que produce la alta cantidad de estudiantes que han reprobado. Los factores causales son múltiples. No hay una única causa. Ahora lo importante es analizar, muy bien, qué procesos y procedimientos va a desarrollar el Ministerio de Educación de la República Dominicana con los estudiantes para liberarlos de la deserción y motivarlos para que continúen su proceso formativo. Esto requiere participación activa y comprometida de la familia. El problema que hay que afrontar no es tarea exclusiva del MINERD; implica, integralmente, a las familias. De otra parte, a todos los docentes, tanto a los que celebran la aprobación de los estudiantes que acompañan, como a los que viven la preocupación de reprobación, que vuelvan a su vocación docente.

Volver a la vocación docente es dedicarle tiempo para pensarla y analizarla. Es, también, estimarla y tomar conciencia de lo que implica desde el ámbito personal, profesional y socioeducativo. Hoy parece obsoleto plantear la necesidad de reencontrarse con la vocación docente. Este no es un énfasis propio de la era digital. Interesa más que los docentes se apropien de recursos digitales, para hacer; y, sobre todo, para hacerlo bien. Pero, la vocación ha de ser un elemento constitutivo de la decisión que toman las personas que desean laborar en los procesos de enseñar y de aprender. Estimar la vocación es tarea y compromiso. El beneficio de este proceso de análisis tiene un alcance más allá de lo personal; impacta el desarrollo de las instituciones educativas y de la sociedad.

Estamos frente a un sistema educativo roto, a pesar de los esfuerzos que se realizan. Por ello, la vuelta a la vocación no es nada cursi; es una responsabilidad ineludible. Repensar la vocación, para afirmarla, para aportarle consistencia y calidad, es una demanda de la tarea educativa.  No basta la vocación, pero sin ella se instrumentaliza la profesión docente. Sin ella, se pervierten los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Además, sin una vocación probada, los resultados de aprendizaje, los resultados de las pruebas nacionales y la vida cotidiana de los centros educativos, pierden el equilibrio. Los profesores que viven su vocación al magisterio con pasión y alegría propician, en estudiantes y en la comunidad educativa, cambio de actitudes y cambio de prácticas.

La vocación real, no la simulada, impulsa y potencia la creatividad, ofrece oportunidades para disfrutar y vivenciar los aportes de las ciencias. Asimismo, produce paz interior, que se manifiesta en el fortalecimiento de la corresponsabilidad, el desarrollo de la capacidad de servicio y la apertura a nuevos aprendizajes. Ejercer la profesión docente sin visos de vocación produce lo contrario. Especialmente, mantiene al profesor pendiente de las salidas individuales. De igual modo, cuenta los días para celebrar la jubilación. Convierte el aula en un espacio marcado por la ansiedad y la impaciencia. Aún más, asume el estudio y la cualificación profesional como una carga. Sus intereses se distancian de la finalidad y de los objetivos de la educación.

Volver a la vocación es un acto de justicia educativa. Sin vocación educativa no se debiera aceptar a nadie en el sector. El vacío vocacional afecta, de forma profunda, la efectividad, el sentido transformador y los compromisos socioeducativos y políticos de los actores y sectores del campo de la educación. La vocación docente hay que respetarla, hay que cultivarla, hay que vivirla. La vocación fortalece el ser docente y resitúa el hacer. Es un hacer con sentido, un hacer para construir significados. La articulacione entre ser y hacer dan como resultado un docente comprometido de forma integral con su misión, sus responsabilidades y desafíos en el campo de la educación y en la sociedad.

Fuente de la Información: https://acento.com.do/opinion/volver-a-la-vocacion-para-estudiar-y-ejercer-el-magisterio-9526614.html

 

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