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Insumos para el debate educativo y la construcción colectiva (primera entrega)

Por: Fernando Filgueira

En esta y subsecuentes notas se discutirán cinco grupos de propuestas diferentes, pero que deben pensarse articuladamente, tanto con las entregas anteriores sobre la crisis educativa y sus principales causas como en las sinergias que las propuestas deben tener entre sí:

a. Las propuestas de cambios curriculares, de estrategias pedagógicas y de sistemas de evaluación considerando el perfil de egreso, esto es, lo que se espera que el estudiante logre al final del ciclo educativo en cuanto al desarrollo de conocimientos y competencias, como el eje vertebrador de la propuesta educativa en su conjunto.

b. Las propuestas de cambio en la organización de los ciclos, subsistemas y estructura de gobernanza del sistema para alinearlos con los perfiles de egreso.

c. La propuesta de cambio en los sistemas de asignación de recursos (materiales y humanos) alineados con la propuesta curricular y pedagógica.

d. Los cambios propuestos para los modelos de conformación de equipos de centro y gestión de centro alineados con la propuesta curricular y pedagógica. e. Las propuestas de cambio para la formación y carrera docente, que impliquen fortalecer el rol docente como el principal tomador de decisiones en el sistema educativo.

Esta nota se concentra en el primer conjunto de propuestas y se apoya en los documentos elaborados desde los grupos del comité académico de Eduy21. Uno de ellos, vinculado a los temas de evaluación, fue coordinado por Pedro Ravela, y el otro, relativo a los desafíos curriculares y de innovación pedagógica, por Ricardo Vilaró. Claro está que a ello le he sumado en algunos casos mis propias preferencias, por lo cual este no es un documento que refleje en el detalle posturas oficiales de Eduy21, pero sí en su orientación general.

a. El cambio curricular como proceso permanente

La autoridad central de la educación debe contar en su estructura con una unidad de desarrollo, gestión y evaluación curricular. Es esta unidad la encargada de generar un marco curricular común de los tres a los 18 años, estructurado sobre un conjunto fundamental de competencias y capacidades y con una detallada proyección cronológica de los logros esperables por parte de los alumnos. Las competencias y capacidades dan cuenta de lo que una persona requiere para un actuar de forma competente como persona, ciudadano y productor de valor, respondiendo efectivamente a diversos órdenes de desafíos. En un sentido abstracto se las puede definir como la conjunción del “saber aprender”, “saber hacer”, “saber ser” y “saber relacionarse”.

La literatura y las experiencias internacionales, de la región y de fuera de ella, nos permiten identificar tres grandes órdenes de tipos de competencias:

  • El uso competente en forma interactiva de los lenguajes, símbolos, instrumentos e información que conforman la sociedad digital (alfabetizaciones tradicionales, numéricas, digitales, etcétera, y su combinación creativa y crítica para plantearse problemas, resolverlos, aprender y hacer).

  • La competencia para un actuar competentemente como persona, ciudadano y trabajador en grupos diversos y complejos (relacionarse con otros, cooperar, resolver conflictos, impulsar proyectos colectivos de transformación o innovación, saber manejar las emociones, empatía con los otros).
  • La competencia del pensar y del hacer autónomo y creativo (definir y administrar proyectos personales, capacidad de pensamiento crítico, el cuidado personal, así como de la sociedad y del planeta).

Estas competencias, consideradas ciudadanas y de vida, dan cuenta de la visión educativa que se quiere forjar, así como orientan las decisiones en torno al currículo, la pedagogía y el centro educativo. Estas permean los planes de estudio, y críticamente a las áreas de conocimientos/ asignaturas entendidas como herramientas de pensamiento que contribuyen al desarrollo de las competencias seleccionadas. De ese conjunto de competencias se deriva un conjunto de habilidades específicas, a saber:

  • Lectoescritura, argumentación, capacidad expresiva y de comunicación.
  • Alfabetización numérica, razonamiento lógico y programación/pensamiento computacional.

  • Comprensión de la naturaleza y sus interrelaciones, alfabetización científica.
  • Comprensión del mundo social, alfabetización humanística.
  • Nuestro desarrollo y cuidado del cuerpo y de la mente, estilos de vida.
  • La creatividad y las capacidades críticas.

Es a partir del marco curricular de tres a 18 años, y de las competencias y habilidades específicas asociadas a su desarrollo, que se diseñan las especificidades curriculares de los niveles primario y medio. Es decir, el marco curricular orienta todo el proceso de especificación curricular. En suma, tendríamos un marco curricular madre, de todo el sistema educativo, con orientaciones curriculares por cada nivel, alineadas con ese marco curricular. No habría más currículos “autónomos” por nivel sin relación vinculante con el marco curricular.

En términos concretos, nuestro sistema educativo se movería progresivamente hacia contenidos curriculares por niveles primario y medio, cuyas razones de ser tendrían que estar alineadas con el marco curricular y con las competencias como el eje vertebrador de los perfiles de egreso. Se ganaría en claridad y profundidad respecto de la significación de lo que se quiere enseñar y lograr en términos de aprendizajes relevantes y sustentables.

Este esquema de organización curricular alternativo implicaría, por ejemplo, que una adecuada comprensión del rol de los ríos en el esquema de uso y de protección de la naturaleza es más significativo que recordar todos los ríos de un continente. O entender cómo se argumenta en un texto es más importante que la enumeración memorística de los adverbios. Que no se confunda esto con la idea de suprimir la adquisición de contenidos y de información y el ejercicio de la memoria. Pero todos estos elementos deben ser calibrados y trabajados mancomunadamente con un fin ulterior, que es la generación de las competencias que el sistema define como deseables y la progresión que espera de los niños/as, adolescentes y jóvenes en estas competencias.

Esta organización curricular supone también ampliar el abanico de instrumentos para el desarrollo de las competencias. Entre otros elementos, temas transversales a varias disciplinas, como por ejemplo el reconocimiento y las implicancias del cambio climático, pueden trabajarse a partir de proyectos interdisciplinarios y de talleres. La tendencia creciente en el mundo es que los currículos habilitan trabajar temas transversales a todas las disciplinas como módulos interdisciplinarios localizados en cada contexto educativo.

Esta transformación, que requiere tiempo, inversión en formación docente, producción de materiales de apoyo, cambio en los sistemas de evaluación –tanto de aula como estandarizados–, habilita a cuatro espacios de flexibilidad y creatividad que convierten al docente en un profesional cuya función pasa a ser mucho más desafiante y compleja que la de transmitir en forma clara y didáctica contenidos, información y rutinas para habilidades específicas.

Esencialmente los sistemas educativos progresistas en el mundo se estructuran en función del docente como un educador que orienta al alumno y los procesos de aprendizaje, y del alumno como el protagonista y el regulador de sus propios aprendizajes. Esto supone que los sistemas educativos tienen que direccionar sus recursos y orientar sus acciones a sostener a docentes y alumnos. Veamos en concreto los cuatro espacios.

En primer lugar, este modelo curricular disminuye la cantidad de contenidos prescriptivos permitiendo diversas combinaciones para llegar a forjar las competencias deseadas (flexibilidad curricular en el marco de orientaciones universales claras y potentes). En segundo lugar, libera al centro y a la comunidad educativa de la camisa de fuerza de asignaturas fijas y con cargas horarias idénticas –manteniendo troncos comunes básicos universales–, considerando los tiempos y los contenidos de instrucción como procesos que deben servir para personalizar los aprendizajes (los vestidos y los trajes a medida como tantos estudiantes haya en el centro educativo). En tercer lugar, permite evaluar al estudiante no contra la adquisición de tal o cual rutina o conocimiento prescriptivo, sino en torno a la adquisición progresiva de las competencias establecidas, entendiendo a la evaluación como aprendizaje y no como sanción y estigmatización. Finalmente, promueve y habilita estrategias pedagógicas y de evaluación mucho más diversas y adecuadas a los contextos, necesidades y posibilidades de los estudiantes y docentes en los diferentes entornos educativos.

La tragedia es que, si bien los diferentes subsistemas parecen estar avanzando en sus perfiles de logro específicos, repiten lógicas contenidistas en muchos casos; pero –lo que es más grave– no existe un marco común que dé consistencia a lo que los diferentes subsistemas están haciendo. En contraposición con lo que pasa en el mundo, que es progresar hacia sistemas educativos compactos en base al desarrollo de competencias y marcos curriculares comunes a varios niveles, se opta a nivel nacional por seguir una lógica de desarrollo autárquico por nivel.

El marco curricular de referencia nacional que impulsan las actuales autoridades no es un instrumento que oriente, ordene y mandate al sistema educativo en su conjunto. Más bien se trata de orientaciones genéricas que no son necesariamente vinculantes para los diferentes niveles. Se renuncia desde el inicio a su función fundamental: guiar, reordenar, revisar y redefinir los contenidos de los diferentes ciclos y asignaturas en función de las progresiones de competencias definidas.

Por su parte, la orientación general de menos listado de contenidos atiborrados de información y más profundidad de aprendizajes, si bien se menciona en algunos de sus documentos, no parece estarse plasmando como principio rector de reorganización de los contenidos curriculares y como norma para definir los objetivos curriculares.

b. Alinear las estrategias pedagógicas con el cambio curricular

Sin renunciar al trabajo por asignaturas y conocimientos, absolutamente necesarios para el desarrollo de las competencias, las estrategias pedagógicas deben incorporar en forma creciente lógicas de talleres, proyectos y situaciones problema como eje estructurador del proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta es una transición que lleva tiempo y debe hacerse en forma planificada y paulatina, adecuando el uso de los tiempos lectivos, generando un sistema de desarrollo profesional docente y de formación en servicio, y aumentando las cargas horarias docentes para permitir labores de planificación y coordinación pedagógica. Los laboratorios tecnológicos del Plan Ceibal y los clubes de ciencia son buenas iniciativas en este sentido, así como las actividades adicionales que en la educación media se están desarrollando en las modalidades de tiempo completo extendido y de tiempo completo. Son pistas de por dónde podría ir el cambio, aun cuando su aislamiento como proceso de cambio (no son parte de un cambio del sistema) se transforma en su principal talón de Aquiles.

Es perfectamente posible definir que tanto en primaria como en la educación media una parte del tiempo lectivo y de trabajo con los estudiantes estará orientada al desarrollo de proyectos colectivos interdisciplinarios de duración semestral o anual, u otras modalidades innovadoras en torno a situaciones problema o lógicas de taller. Para ello es necesario definir recursos, tiempos y formatos alternativos de evaluación a los tradicionales. Se requiere un conjunto de cambios sistémicos y progresivos, anidados en una visión común transversal a todo el sistema educativo.

Las experiencias internacionales que pueden ayudar a pensar los formatos de cambio curricular y su articulación con la innovación pedagógica en Uruguay tienen orígenes en contextos muy variados. Por ejemplo, el documento que elabora Eduy21 señala:

En forma reciente, Perú ha diseñado un currículo para toda la educación básica que se caracteriza por baja densidad, gradualidad explícita y coherente, y claridad. El Marco Curricular Nacional es el eje que vertebra todos los componentes del sistema curricular de Educación Básica (Inicial, Primaria y Secundaria) y orienta a todos los niveles y modalidades de la educación básica. Al Marco Curricular Nacional se alinean los currículos regionales, los Mapas de Progreso, los recursos pedagógicos, las pruebas de evaluación, la formación del docente y la gestión escolar.

Particularmente rica es la experiencia de los centros educativos jesuitas de Cataluña, que retoma experiencias anteriores y donde se ha reorganizado la propuesta curricular de nivel inicial, y el tramo de transición entre el final de la educación primaria y la media básica. La propuesta modifica los contenidos programáticos, las prácticas de enseñanza de los docentes –colocando a la enseñanza por proyectos en el centro–, la estructura edilicia y los espacios educativos de manera radical, el lugar del alumno en el modelo educativo, y la relación con las familias. Se trata de un cambio sistémico y profundo, cuyos impactos habrá que ir aquilatando y de cuya implementación habrá que extraer lecciones.

Fiel a su historia, Uruguay fue pionero y se anticipó a los tiempos al plantear propuestas curriculares de contenido progresista. Por ejemplo, el Plan Piloto 1963 de Educación Media y el Plan 2002 de Educación Media Superior (TEMS) bebían de la necesidad de entender el currículo y la pedagogía como herramientas para potenciar y democratizar oportunidades, procesos y resultados de aprendizaje, apostando al trabajo colaborativo entre docentes y con los alumnos.

c. La evaluación alineada al currículo y la pedagogía

La necesidad de concebir y gestar un sistema que combine en forma inteligente la evaluación formativa (orientada no a certificar, promover o establecer premios, sino en tanto insumo para la mejora progresiva de los aprendizajes) que es parte intrínseca del currículo y de la propuesta pedagógica, y la evaluación sumativa (aquella que sí posee efectos más fuertes o moderados sobre las unidades evaluadas, sean estos estudiantes, docentes o centros) es aún una tarea pendiente en el sistema uruguayo. Existen avances interesantes, como la evaluación en línea de apoyo a la tarea docente, principalmente en primaria, pero inscripta en una propuesta curricular que acumula contenidos y que es poco estimulante para que los docentes desarrollen la creatividad.

Entendemos que la evaluación, tanto en su dimensión masiva y estandarizada como en la de aula, a partir de los docentes, debe modificarse. También se propone modificar el reglamento de pase de grado en el sistema en su conjunto, y en la educación media en particular. Como se ha indicado, la evaluación es parte medular de la concepción pedagógica y de su práctica.

No existe hoy un sistema integrado que, anclado en perfiles de logro, se refleje en un sistema nacional de evaluación estandarizada para los terceros, sextos, novenos y duodécimos grados en forma censal. Estas evaluaciones no tendrían efectos sobre la progresión de los estudiantes (aunque en noveno y duodécimo dicha posibilidad debe abrirse al debate), pero permiten devolver al sistema, al centro, al docente y al estudiante elementos útiles para la modificación y el ajuste de los procesos de aula, así como planificación y fijación de metas. Un sistema de evaluación formativa en línea para todos los grados y todos los años también es posible, dado el avance que ya presenta desde la ANEP, no como herramienta optativa, sino como política del sistema. Este modelo no tiene control de aplicación –lo aplican los propios docentes– ni posee efecto alguno sobre la progresión del alumno, certificación de ciclos o evaluación docente. Su rol es puramente formativo y su uso variado entre centros y docentes.

Pero el corazón del cambio en el sistema de evaluación se encuentra en la forma (el qué, el cómo y el para qué) en que los propios docentes evalúan a sus estudiantes. Hoy los docentes evalúan sin una guía clara sobre cuáles son los niveles comunes básicos de desempeño que se espera a lo largo del ciclo de cada estudiante. También se debe señalar que las experiencias de aprendizaje deben diversificarse para que los alumnos puedan elegir diversas oportunidades de aprendizaje en función de sus motivaciones y fortalezas. La tríada currículo-pedagogía-evaluación debe incentivar al estudiante a optar por vocación e interés propio.

En ausencia de perfiles de egreso y progresión claros, lo que queda es una evaluación con altos grados de discrecionalidad sobre una interminable lista de contenidos y rutinas que cada curso/ asignatura presenta. Lo hacen además en general indicando la nota, pero sin una explicación detallada de los niveles de desempeño y las razones que llevan a esa calificación. Finalmente, los docentes se ven obligados, por las rigideces curriculares y pedagógicas del sistema educativo, a evaluar con alta intensidad y asignación de nota sobre la base de pruebas que se centran en la memoria y rutinas automatizadas, antes que en la comprensión y demostración de capacidades. No existe orientación ni apoyo al docente para que amplíe el portfolio de propuestas de evaluación.

Por ejemplo, cada programa debería obligatoriamente incluir una descripción de niveles de desempeño vinculados a la escala de calificaciones, en cuatro grandes categorías: qué es lo que sabe y es capaz de hacer un estudiante para obtener una nota insuficiente, aceptable, muy buena o destacada. Debería incluir además ejemplos del tipo de tareas y desempeños que ilustran el logro en cada nivel. Las formas e instrumentos de la evaluación pueden ser también transformados, incluyendo no sólo la evaluación del escrito tradicional y los parciales, sino proyectos colectivos e individuales, portafolios, diarios, trabajo en talleres, proyectos, etcétera. Esto es transformar la evaluación en un rutero y un instrumento amigable, sustantivo y claro, que permite la progresión de los aprendizajes sin dejar a nadie sin oportunidades reales de aprender.

Finalmente es necesario reformar el sistema de regulación del pase de grado en el sistema en su conjunto y en la educación media en particular. Las dos propuestas concretas en este sentido implican modificar el sistema en el que la evaluación posee efectos de progresión en cada curso/grado para hacerlo al final de los grandes ciclos curriculares (tercero, sexto, noveno, duodécimo). Segundo, y en forma aun más modesta: suprimir el artículo que determina que si un estudiante en la educación media presenta, luego de febrero, tres asignaturas insuficientes debe repetir el grado entero. Lo razonable es que pase con su cohorte en las asignaturas en que ha sido suficiente y asista a cursos de apoyo en las que no lo fue. Estas propuestas serán afinadas bajo el precepto de dar siempre una oportunidad más de aprendizaje.

A modo de cierre

Las propuestas aquí planteadas requieren más trabajo: para especificarlas mejor, para definir el modelo de cambio deseable y posible, y para establecer los tiempos y secuencias que requerirían. En muchos casos esto se está desarrollando en otros documentos o ya está documentado, pero el espacio inhibe su tratamiento pormenorizado en este medio. En otros, efectivamente se requiere trabajo adicional. En todos los casos se trata de propuestas abiertas, sujetas a refinamiento y a corrección a partir del debate. Eduy21 propondrá para el segundo semestre de este año un conjunto de mesas redondas sobre las propuestas que se están elaborando y difundiendo. Esperamos que tanto las autoridades educativas, los actores políticos y sociales, así como investigadores y educadores de diversos ámbitos y posturas se sumen a un debate constructivo y propositivo.

 Fuente: https://findesemana.ladiaria.com.uy/articulo/2017/7/insumos-para-el-debate-educativo-y-la-construccion-colectiva-primera-entrega/

 

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Las barreras a la inclusión educativa

Por: Paola González-Rubio

El derecho a la educación – estar, aprender y participar en la escuela – es un derecho humano, y como tal, debe garantizarse para tod@s independientemente de quién eres, de dónde vienes, qué te gusta, qué se te dificulta.

Para esto, el sistema educativo debe contar con un apoyo especializado constante que logre no sólo que cada niñ@ ingrese a la escuela, sino que también elimine cualquier barrera para el aprendizaje y la participación (BAP).

La condición de experimentar una BAP es comúnmente identificada como tener “necesidades educativas especiales” (NEE). Sin embargo, un enfoque en barreras deja de etiquetar a las personas por sus supuestas carencias y dirige la atención a lo que debe hacerse desde el sistema para transformarse hacia la inclusión.

Estas barreras muchas veces son ignoradas e incluso perpetuadas por los sistemas educativos y las prácticas en el aula de docentes que no han recibido una formación que les dé las herramientas para atender las barreras oportunamente, o no cuentan con el apoyo necesario para hacerlo. Esta situación viola del derecho a aprender de much@s niñ@s.

La educación sin exclusión y de calidad está contemplada en el artículo 3º de la Constitución Política. Actualmente, la atención para eliminar las BAP se concentra principalmente dentro del área de educación especial que debe atender a l@s alumn@s de manera adecuada a sus condiciones, procurando la equidad. Sin embargo, en nuestro estudio Tod@s hemos identificado y documentado que existen obstáculos en el sistema educativo mexicano para eliminar estas barreras que pueden categorizarse en:

1) Falta de identificación oportuna: las unidades encargadas de diagnosticar la existencia de barreras no llegan a tod@s, de hecho, llegan a muy pocos, por lo que las barreras se amplían y obstaculizan un pleno desarrollo.

2) Atención inadecuada: el apoyo para reforzar el aprendizaje y eliminar barreras no llega a tod@s. En Yucatán -estado en el que más niñas, niños y jóvenes con BAP son atendid@s por educación especial (Mexicanos Primero, 2016)- sólo 15.7 por ciento de quienes reportan necesitarla reciben atención.

3) Actitudes discriminatorias: las actitudes de familias y maestr@s hacia estas barreras representan un gran obstáculo; a veces las familias no están conscientes de que se debe dar atención especial a su hij@, o l@s maestr@s no están motivad@s para trabajar con un grupo con necesidades diversas.

Podemos aprender mucho de lo que están haciendo otros países para ser incluyentes y eliminar las BAP que experimentan l@s alumn@s. Por ejemplo, en Mongolia se identificó que much@s niñ@s que experimentaban barreras no asistían a la escuela porque las familias tenían vergüenza y l@s maestr@s no les aceptaban.

La organización Save the Children llevó a cabo sesiones de formación
continua para trabajar con maestr@s en temas de actitudes y habilidades para trabajar estas barreras. Esta formación hizo mucho énfasis en que se entendiera cómo impacta la vida de un niño o niña el poder estar en la escuela y les dieron herramientas para trabajar con las familias. Los resultados fueron positivos, aumentando el ingreso y permanencia (Save the Children, 2008).

Por otro lado, en Finlandia, uno de los países más incluyentes en educación, todas las escuelas cuentan con maestr@s especializad@s y asistentes de aula; esto permite que tod@s l@s estudiantes reciban educación especial bajo el supuesto de que en algún punto del proceso de aprendizaje, tod@s experimentarán alguna barrera para aprender o participar. Es un sistema enfocado a la prevención, no se “atiende” a una niña una vez identificada una barrera, sino se trabaja con tod@s
desde temprana edad para prevenir (Sahlberg, 2015).

En nuestro país, la escuela primaria Santiago Roel en Monterrey, ha implementado un sistema de mentoría entre alumn@s que les permite promover una experiencia incluyente para tod@s. Un alumno con desempeño alto se dedica una semana a ser mentor de una alumna que experimenta alguna barrera, con el apoyo y guía del personal docente. La idea es que quienes experimentan BAP fuertes, siempre tengan un compañero mentor y así los mentores generen un sentido de empatía e inclusión. La experiencia les ha dado muy buenos
resultados.

Existen muchos ejemplos que pueden ilustrar lo que podemos hacer en México desde el sistema educativo, pero también en las escuelas y en nuestros propios hogares. La inclusión es derecho y responsabilidad de Tod@s.

Puedes conocer más sobre cómo eliminar las barreras para el aprendizaje y la participación en todos.mexicanosprimero.org

Fuente: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/las-barreras-a-la-inclusion-educativa.html

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Educación sexual en los colegios I

Por: Gonzalo Cardenal M

En muchos centros la educación sexual pasa por clases prácticas de cómo utilizar los preservativos. Esa es la única salida que les ofrecen a los jóvenes.

Si hay un aspecto que se está imponiendo por igual por todo el mundo, ya sea en Europa, América Latina o África son los llamados “programas de educación sexual” y que en gran medida no son otra cosa que un sistema de adiestramiento de los niños en la ideología de género y en los anticonceptivos y el aborto.Eso sí, estos programas siempre aparecen disfrazados de un aspecto educativo cuyo único y aparente objetivo es evitar los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual. Estas políticas no son solo apoyadas, sino que son promovidas generalmente por organizaciones supranacionales como las Naciones Unidas, que en muchos casos supedita la ayuda financiera a países pobres, o en vías de desarrollo a la aplicación de estos programas de adoctrinamiento, de colonización imperialista, como lo ha denunciado y denominado con toda la boca y repetidamente el papa Francisco.

Como un ejemplo de la imposición de estos programas pudiéramos citar el reciente informe de la Unesco, en el que pedía a la Asamblea General de la ONU que impusiera más exigentemente programas de adoctrinamiento, en este caso el LGTBI, en los colegios de todo el mundo.

La realidad es que son decenas de miles los colegios que en todos los continentes llevan aplicando en años programas de educación sexual. Pero hasta ahora nadie se había parado a analizar si realmente estos son eficaces o son únicamente pura ideología (la de género).Esto es lo que ha realizado Cochrane, una red global de investigadores del ámbito de la salud que realizan informes muy completos generando así información destinada a que se tomen mejores decisiones en el mundo de la Salud.

El estudio de estos expertos ha revisado los datos de más de 55,000 jóvenes de países como Inglaterra, Escocia, Sudáfrica, Chile, Kenia, Tanzania, Zimbabwe o Malawi. Y han realizado un seguimiento que va desde las edades de año y medio hasta los 7 años. Es decir, una muestra amplia y duradera en el tiempo.

La conclusión a la que llegan es devastadora para los promotores de estos programas educativos: no reducen el número de embarazos ni las enfermedades de transmisión sexual. Es más, no tienen ningún efecto en los jóvenes.¿Los jóvenes están mejor informados? Sí, pero los jóvenes también están recibiendo un bombardeo de mensajes de carácter sexual que anula esta información. En estos programas todo vale, todo se permite, la clave es el deseo y el único freno que se les ofrece es el preservativo. Y esta política se demuestra claramente ineficaz.En muchos centros parte de la educación sexual pasa por clases prácticas de cómo utilizar los preservativos. Esa es la única salida que les ofrecen a los niños y jóvenes… como única defensa.El autor principal del informe, el doctor Mason-Jones, insiste en que tal y como se diseñan estos programas actualmente “no tienen ningún efecto sobre el número de jóvenes infectados con el VIH, otras infecciones de transmisión sexual o el número de embarazos”.La próxima semana concluiremos con más información, habilitando a nuestros padres a revisar y cuestionar estos programas, cuando intenten imponerlos en los colegios de sus hijos, si es que ya no se los están impartiendo.

Fuente: http://www.laprensa.com.ni/2017/07/08/opinion/2259520-educacion-sexual-en-los-colegios-i

 

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Los bebés descubren desde 1 año lo que interesa a los adultos

Por: Tendencias 21

Los bebés son capaces de comprender desde que tienen un año de edad el interés que presta un adulto a un objeto, ha descubierto un estudio de la Universidad de Neuchâtel (UniNE), en Suiza.

Para el autor de esta investigación, Fabrice Clément, el proceso de socialización es todavía una caja negra. Y para profundizar en este misterio ideó el concepto de Babylab. Consiste en observar a bebés en interacción con diferentes objetos. Unos les resultan interesantes y otros no, en función de lo que un niño ha aprendido previamente sobre la importancia o desinterés de estos objetos.

En uno de los experimentos desarrollados en el seno de Babylab, un adulto entra en una habitación en la que un bebé será testigo de una escena, sin que se le den indicaciones de ningún tipo.

El adulto tiene delante de sí dos juguetes.  Toma el primero, lo observa detenidamente con interés. Al segundo juguete deliberadamente no le presta mayor atención. Cuando abandona la habitación, pone los dos juguetes en una caja delante del bebé.

Lo que descubrió esta investigación es que, antes de los nueve meses de edad, el bebé toma indistintamente uno de los dos juguetes. Sin embargo, si tiene un año cumplido, el bebé va a optar por el juguete que llamó la atención del adulto.

Esta constatación permite descubrir la edad a partir de la cual un bebé es capaz de comprender que un objeto es más importante que otro. La conciencia por el interés que despiertan los objetos en las personas aparece a los 12 meses de edad.

Pero unas semanas más tarde, surge la sorpresa. A los 15 meses, el bebé invierte completamente su comportamiento. Toma directamente el juguete que ha descartado el adulto, pero no se sabe la razón de este comportamiento.

Puede ser que el bebé interprete que el objeto preferido por el adulto no le pertenece, o bien intenta comprender las razones por las que el juguete no ha interesado al adulto.

Fuente: http://www.tendencias21.net/notes/Los-bebes-descubren-desde-1-ano-lo-que-interesa-a-los-adultos_b15129644.html

 

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Ahora las universidades también enseñan a fracasar

Por: Revista Semana Educación

Algunas de las instituciones educativas más reconocidas del mundo ofrecen talleres y proyectos pensados para una generación más frágil y estresada, que no sabe cómo enfrentarse con el fracaso.

Cualquiera diría que a perder se aprende solo, que es de esas cosas que la vida se encarga de enseñar. Pero por algo será que hoy en día las universidades están enseñando a sus estudiantes cómo fracasar sin que pierdan la cabeza.

Y es que el grado de estrés entre los jóvenes universitarios, las presiones académicas, las nuevas vivencias emocionales y la incapacidad para manejarlas han vuelto necesario que muchas instituciones de educación superior en Estados Unidos creen talleres, programas y proyectos para enseñarles una lección de vida fundamental a sus estudiantes: cómo fracasar.

En Harvard, por ejemplo, con los egresados más exitosos (económicamente) del mundo, invitan regularmente algunos exalumnos para que hablen de sus mayores fracasos. Esta iniciativa, llamada Success-Failure Project, además de recopilar testimonios sobre los logros y fracasos, recoge análisis sobre el paradigma del éxito y los grandes rechazos profesionales de profesores y directivos

En Princeton se inventaron el Perspective Project para que los propios estudiantes compartan, por medio del formato video, sus mayores fracasos (y qué aprendieron de ellos) en su vida universitaria. Algo similar a lo que hace el Resilience Project de Stanford y la Universidad de Pensilvania con el Proyecto Penn Faces.

El  Davidson College de Carolina del Norte incluso ofrece un “Fondo para el Fracaso” con el que alienta a los estudiantes a desarrollar una idea innovadora y a fracasar en el intento, sí tienen que hacerlo. No hay ninguna presión porque el proyecto sea viable o exitoso. De hecho, les dan entre 150 y 1000 dólares (lo que equivale a entre 465.000 y 3’095.000 pesos colombianos) para hacerlo. “Thomas Edison fracasó cientos de veces antes de crear la bombilla. Queremos que ese seas tú”, reza la descripción del proyecto.

“En nuestro campus, todo se puede sentir muy competitivo. Creo que nos dejamos llevar por la idea de mostrar una imagen de perfección. Pero ver que se habla abiertamente de estos fracasos, para mí, hace que sientas que está bien, que todo el mundo tiene problemas”, explicó Carrie Lee Lancaster, estudiante de primer semestre en el Smith College al New York Times.

En esta universidad femenina privada crearon el programa Fracasando Bien, que también prendente desestigmatizar el fracaso. Las estudiantes pueden asistir a charlas sobre cómo lidiar con estas experiencias aparentemente negativas y sacarles provecho.

Fracasando Bien incluye talleres como “Por qué muchos e

xitosos piensan que son un fraude”, “Liderazgo para rebeldes” o “Fiesta del té sobre el perfeccionismo y la cultura del estrés”.

 Estos programas surgen de la idea de que los jóvenes estudiantes están entrando a la universidad sin las habilidades necesarias para lidiar con sus dificultades. Además, las instituciones educativas se han apoyado en la teoría, cada vez más popular, de “fracasar hacia arriba”, según la cual los fracasos son un paso más en el camino al éxito.

Los casos sobre fracasos impregnan la cultura popular. Steve Jobs fue expulsado de su propia empresa, J. K. Rowling fue rechazada en varias editoriales antes de publicar Harry Potter, a Elvis Presley le dijeron que no podía cantar, a Harrison Ford que nunca triunfaría en el ‘showbiz’ y Albert Einstein tuvo que trabajar en una empresa de patentes porque nadie lo quería como profesor.

“Los fracasos, los contratiempos y las dificultades son parte normal de la experiencia universitaria y de una vida exitosa […] Alentamos a los estudiantes a que reconozcan el potencial que existe en los fracasos”, recoge la página web del Princeton Perspective Project.

Jóvenes hiper estresados

En su libro ‘El regalo del fracaso’, la escritora y educadora Jessica Lahey explica que las nuevas generaciones de padres sobreprotegen y privan a sus hijos de la experiencia del fracaso. Entonces, estos colapsan cuando se enfrentan a los “diferentes causantes de estrés propios de la pubertad, las expectativas académicas exacerbadas y la creciente carga de trabajo” típicos de la universidad.

“El fracaso -desde pequeños errores a sonoros fallos de juicio- es un aspecto necesario y fundamental del desarrollo de nuestros hijos […] Sin embargo, cada decepción, cada rechazó, cara corrección y cada crítica son pequeños fracasos, oportunidades disfrazadas, valiosos regalos identificados erróneamente como una tragedia. Lamentablemente, cuando evitamos o desestimamos el valor de estas oportunidades con el fin de preservar la sensación de despreocupación y felicidad a corto plazo de nuestros hijos les estamos privando de experiencias que es necesario que vivan para poder llegar a ser adultos capaces y competentes”, opina Lahey.

Estos jóvenes “privados del fracaso”, como los llama la autora,, tienden a ser más depresivos y necesitar más ayuda psicológica. Según varios estudios publicados por la American College Health Association, en los últimos siete años ha habido un incremento continuo en los niveles de ansiedad entre universitarios y la de demanda de servicios de consejería estudiantil.

Por esta razón, las instituciones educativas se han volcado a estos talleres que pretender reducir los niveles de estrés y desestigmatizar el fracaso.

Por mucho tiempo asumimos que estas eran cosas que se aprendían automáticamente en la niñez”, le dijo Donna Lisker, rectora del Smith College al New York Times. “La idea de que un joven de 18 años no sepa perder suena absurdo. Pero creo que en muchos sentidos hemos arrancado a los niños de vivir esas experiencias de forma natural”, concluyó.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/universitarios-necesitan-que-les-ensenen-a-fracasar/531594

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El modelo educativo y el fin del sexenio

Por: Hugo Casanova Cardiel

Hay fechas que llegan antes que el calendario natural y esto es lo que hoy sucede, pues la política educativa del gobierno actual llegó a su límite. Dicho de otra manera, la versión 2017 del modelo educativo –con todo y sus agregados de última hora– simboliza en términos políticos lo que diversos sectores sociales esperaban desde tiempo atrás: el fin del sexenio.

A menos de un año de las elecciones de 2018 el modelo educativo sigue siendo promovido –al menos una vez por semana– como un nuevo planteamiento pedagógicoque promoverá la auténtica revolución de la educación. Y si bien en una etapa temprana de gobierno tales afirmaciones resultarían casi naturales, en el último tramo del sexenio revelan o una pérdida del sentido de la realidad o hasta el inicio de una campaña electoral.

En días recientes ha sido anunciada, con entusiasmo que no deja de sorprender, la reforma a los planes y programas de la educación básica e incluso han sido presentados los equipos de expertos que participaron o lo harán en tales cambios. Además, ha sido ampliamente difundido el acompañamiento (sic) de las academias mexicanas de Ciencias, de la Historia y de la Lengua, ni más ni menos. Sin poner en duda la consistencia y generosidad de tales instituciones, debería recordarse que la política educativa no solamente está desfasada en su temporalidad con respecto del mandato peñanietista, sino que al plantear sucesivas etapas a partir de 2018 (y llegar incluso a 2020) irrumpe de plano en los tiempos del próximo gobierno. En consecuencia, lejos de reflejar una política de largo aliento o un planteamiento de Estado fundado en el diálogo y el consenso social, la programación del nuevo modelo parece estar más vinculado al inicio de un proyecto político que a una mera confusión en el calendario.

Una sucinta revisión de las 216 páginas del Modelo educativo para la educación obligatoria muestra aspectos altamente cuestionables, entre ellos los siguientes:

1) Por su construcción el documento apela mucho más a un tratamiento conceptual del hecho educativo que a su planteamiento estratégico. Es decir, ofrece un discurso referido a las características intrínsecas de los factores de la educación –algunos de ellos plenos de buenas intenciones–, pero que se encuentran muy lejos del contexto de actuación de un gobierno en términos programáticos. Asimismo, al estar prevista su operación fuera de los márgenes del sexenio no hay manera de contrastar su solidez y aplicabilidad. Se trata de una sucesión de declaraciones de imposible valoración fáctica.

2) Uno de los temas recurrentes en las críticas a la política educativa oficial ha sido el de su exigua consulta social. Aunque en su versión última el documento parece responder a dichas críticas refiriendo una larga lista de entidades consultadas, lo cierto es que el resultado es contraproducente, pues el colectivo que encabeza la lista –la Conferencia Nacional de Gobernadores– es deficitario en términos de credibilidad social y no pocos de sus ex integrantes tienen deudas con la justicia nacional e internacional.

3) Por su tono y orientación el documento es de gran ambigüedad: por momentos describe, otras veces diagnostica, otras prescribe y otras más escribe con el tono de un gobierno que ya ha logrado todo lo que se proponía. Todo ello da como resultado un texto que no distingue entre el mundo de las ideas y el mundo de los hechos.

4) Según el documento no existen problemas de resistencia magisterial y aunque hay razones fundadas para pensar que el modelo educativo de 2017 constituyó una respuesta a la inconformidad de los maestros y por supuesto a su movilización, el texto no las menciona. Según el modelo, la educación mexicana es un escenario sin tensiones ni conflictos. Y éstos, cuando mucho, son tratados como retos.

5) En el documento se eluden grandes problemas de la educación como el analfabetismo y el rezago, que son tratados en forma somera y apenas como temas del pasado.

6) El modelo carece de mención alguna al desempeño de quienes toman las decisiones mayores de la educación en México: ¿quiénes son?, ¿cómo llegaron hasta ahí?, ¿con qué atributos pedagógicos cuentan para plantear una ruta para el futuro de la educación nacional?

7) En el modelo educativo las menciones al libro o a las bibliotecas son casi accidentales y se echa de menos una posición institucional hacia ese importante ángulo de la educación.

8) El documento muestra diversos errores de redacción e incluso de ortografía. Una condición incomprensible en un texto con aspiraciones de orientar la educación de un país.

Los tiempos del actual gobierno, tendría que recordarse, están llegando a su término y antes que generar más anuncios de última hora, como el dominio del inglés en todos los niveles, de improvisar reformas al normalismo o de informar sobre la gratuidad de los libros de texto gratuitos (!), habría que iniciar el armado de los libros blancos y rendir cuentas sobre lo efectivamente realizado. Hoy resulta necesario insistir a los servidores públicos que su deber es cerrar con pulcritud y legalidad el encargo que recibieron de la sociedad, alejando la tentación de convertir la educación nacional en un instrumento electoral.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/07/09/opinion/015a1pol

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Álgebra, Plusvalía y Socialismo

Por: Luís A. Montero Cabrera

El Álgebra, esa hermosa rama de la Matemática, tiene muchas más aplicaciones que las que conocemos desde la educación media. Y el hecho de que solo se enseñen en ciertas carreras de la educación superior no implica que sean complejas o inalcanzables para cualquiera.

Un ejemplo sencillo está en los sistemas de coordenadas de nuestro espacio tridimensional. La localización de una edificación, su dirección, en una ciudad es un ejemplo típico. En la ciudad de Managua, Nicaragua, la dirección de una casa puede ser “De dónde fue el molino La Sabana, dos andenes (pequeñas calles) al lago, una cuadra y media arriba, en la casa de la verja negra”. Si usted conoce donde estuvo el molino “La Sabana” llegará al sitio con la misma rapidez que si le hubieran dicho que estaba en la “calle 45, n. 5, entre 24 y 26”. Para el Álgebra se trata de dos sistemas de coordenadas diferentes para expresar el mismo punto, que en este caso es la ubicación de una casa. Simplemente se somete una forma de expresar las coordenadas base de la dirección de ese sitio a una suerte de “transformación lineal unitaria”, que mantiene intacta la información esencial (el sitio donde se encuentra la edificación) y solo cambia la forma de expresarla.

Ocurre similarmente si se rota un objeto en el espacio en torno a su centro de gravedad, o lo observamos desde diferentes ángulos de visión. La llamada energía potencial gravitatoria del objeto no variará. Solo cambia la forma en que lo vemos. Un avión volando no varía su energía potencial si lo vemos de frente, o de costado, o por la cola, pero las diferentes visiones nos permiten tener una idea más completa de ese objeto. El Álgebra llamaría el caso como una invariancia con respecto a una transformación lineal unitaria espacial. Esperemos la benevolencia de los matemáticos si este lenguaje peca de alguna inexactitud.

Se dice que Karl Marx tuvo que profundizar en matemática para entender los procesos económicos que le permitieron escribir su obra cumbre “El Capital”. Una lectura somera de este texto evidencia que el autor usaba esquemas lógicos de razonamiento que se suelen entrenar con esa ciencia.

Si sus antecesores, como Adam Smith y David Ricardo, establecieron claramente que la única fuente de valor de un objeto que se convierte en mercancía era el trabajo realizado sobre el mismo, Marx se dio cuenta de los diversos tipos de valor que se puede crear. La lógica matemática facilita que se llegue por ahí a una conclusión evidente y muy simple en principio: si un grupo de trabajadores crea una cantidad dada de mercancía que se vende a un cierto precio (reflejo de su valor de cambio en condiciones de mercado), todo el que se beneficie de ese ingreso por cualquier motivo que no sea el trabajo se está apropiando del de los demás. Su valor en dinero es la “plusvalía” que Marx nos mostró. Las relaciones sociales que busquen justicia deben evitar que alguien se apropie de plusvalía sin haber trabajado para ello.

Cualquier persona que consuma habitualmente noticias de los medios puede llegar a la conclusión de que la palabra “socialista” tiene un amplio rango de acepciones. Algunos movimientos llamados socialistas en este mundo han luchado abiertamente por el capitalismo más imperialista imaginable. Por otra parte, los socialismos chino y vietnamita actuales tienen seguramente diferencias de implementación y concepción entre si y económicamente guardan poca relación con el socialismo estalinista de estricta planificación centralizada soviético.

En Cuba se realiza ahora mismo una extensa consulta popular para conceptualizar el socialismo que pueda guiar nuestro futuro en los años venideros. Se ha tomado como base el apotegma “de cada cuál según su capacidad, a cada cual según su trabajo” según se deduce de lo escrito por Marx en la “Crítica del Programa de Gotha” y que fue comentado por Lenin en “El Estado y la Revolución”. No parece haberse enunciado literalmente por ellos en ningún momento. El Lenin que escribió ese libro en vísperas de la revolución rusa evolucionó bastante en sus concepciones una vez en el poder, durante el corto tiempo que pudo estarlo. No era lo mismo imaginarse un poder revolucionario que enfrentar las múltiples aristas de la propiedad estatal omnímoda de aquella gigantesca “opera prima”. También se plantea que nuestro socialismo debe preservar la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción. El desarrollo de las ideas seguramente que irá perfeccionando estos enunciados para una economía como la nuestra que se basa hoy y probablemente en el futuro en un 75 % de servicios. De lo que si no parece haber dudas entre nuestras mayorías es que lo único que puede garantizar nuestra libertad personal, la independencia nacional y una sociedad esencialmente justa y democrática es la desconcentración de las riquezas de las manos de unos pocos.

¿Y si hiciéramos una transformación lineal que dejara invariante lo esencial, el centro de gravedad, del socialismo que deseamos y lo intentáramos expresar de otra forma? Manteniendo las esencias, otras miradas pueden ayudar a concebir mejor a cualquier objeto, igual que en el caso del avión referido más arriba. Seguramente que ya alguien ha querido con éxito definir al socialismo ayudándose del sencillo concepto de plusvalía. Algo así como que sea una sociedad donde la plusvalía se distribuya social y justamente para poder garantizar el progreso y los derechos humanos básicos de iguales oportunidades para todos y cada uno, educación y salud universales, equivalentes y gratuitas, libertad personal absoluta en el entorno de la comunidad y democracia participativa, garante de gobernantes electos con iguales oportunidades sobre la base de sus méritos y cualidades.

Puede que estas u otras visiones diferentes y más ricas del mismo socialismo que deseamos nos ayuden a liberarnos de esquemas de gestión estatal burocráticos, como los llamara Lenin en algún momento, demostradamente ineficaces, y que condujeron al desastre experiencias anteriores donde los humildes, las mayorías, habían asaltado y casi alcanzado el cielo.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/04/20/algebra-plusvalia-y-socialismo/#.WWKxyBU1-00

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