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La ilusión de los planes de estudio

Por: Alberto Sebatián Barragán

La semana pasada Aurelio Nuño presentó la primera etapa de los planes de estudio para educación básica, la cual se aplicará a partir del ciclo escolar 2018-2019; y la segunda etapa en el ciclo 2019-2020. Otra vez se pasó lista a los puntos claves del cambio pedagógico: 1. Aprendizajes claves; 2. Habilidades socioemocionales; 3. Autonomía curricular; 4. Mejor articulación en los niveles; 5. Cambio y transformación en la manera de la enseñanza.

Todo modelo curricular tiene un gran calado en el futuro de una sociedad. Ya que plantea las acciones que deben realizarse para formar al ciudadano del futuro. Si volteamos a ver nuestra sociedad actual, encontraremos la necesidad de una reforma educativa; si vemos al que soborna y al que lo acepta, si vemos a los que venden votos y a quienes los compran, si vemos la violencia y tanta indiferencia, es claro que necesitamos renovar con urgencia nuestra educación. Pero no con cualquier reforma, ni tampoco de cualquier manera.

Muchos de los referentes del nuevo plan de estudios son de orden internacional, que corresponden a referentes teóricos de otros países, con otras condiciones. La idea de aprendizajes claves, o aprendizajes básicos imprescindibles, ya lleva un tiempo de maduración en España. Sólo se retoma el qué, pero no se retoma el cómo. Entonces resulta necesario exigir congruencia en la transformación que pretenden lograr. Esa misma idea de cambiar hectáreas de extensión por niveles de profundidad se tendría que aplicar, por ejemplo, al número de alumnos por grupo. No se le puede exigir lo mismo a un docente de secundaria con grupos de 50 o más alumnos, que a otro que atiende a 20 o 25 estudiantes.

Hay que reconocer que existen algunos cambios relevantes en el nuevo plan de estudios, pero también subrayar que hay mucha continuidad. Hay un recorte de extensión y una promesa de profundidad. Sobre la reforma educativa diversos especialistas se han encargado de señalar el fetiche de la evaluación docente y desmitifican la novedad del modelo educativo. La Secretaría de Educación Pública (SEP) ocupó todas sus fuerzas y recursos para aplicar, a como diera lugar, la evaluación de los profesores, pero prácticamente no ha invertido en capacitarlos.

Para la formación docente, la política educativa ha perfilado cuatro ejes incongruentes entre sí. Primero, descalifica y culpabiliza a los docentes de la mala calidad educativa. Segundo, se han impuesto distintas versiones de evaluación docente, desde el ordenamiento y la indicación hasta el sorteo. Tercero, la formación inicial ha estado minada por los exámenes de oposición, y la formación continua será encomendada a los Consejos Técnicos Escolares, que normativamente se perciben bien, pero que en la realidad no han reportado los beneficios que de ellos se esperan. Cuarto, la confianza de volver realidad los aprendizajes claves está fervientemente depositada en los profesores, como si después de ser señalados y denostados, sólo estuvieran esperando ansiosamente la nueva forma de trabajar.

En el discurso de Aurelio Nuño hay que destacar algunas ideas sobre el tiempo. Por primera vez, no se escucha victorioso sino mesurado. Al momento de responder por qué se dará en dos etapas la aplicación, se percibe que ha entendido que hacer una reforma a los planes de estudio y los libros de texto no es tan fácil como pensaba de inicio. Refiere que, en atención a sugerencias de las mentes más brillantes en materia educativa, los materiales entrarán en dos fases por el tiempo que toma elaborarlos, porque no se quieren hacer al vapor. Porque también está a punto de presentarse el plan de fortalecimiento de las escuelas normales, el cual debe ir de la mano del plan de estudios de educación básica pero otra vez no llegó al mismo tiempo.

El secretario de Educación habló de la necesidad de presupuestos plurianuales para la aplicación de la reforma. Recordemos que ésta ha sido una demanda de las universidades públicas para establecer planeaciones prospectivas que no se limiten por la temporalidad del financiamiento. Se menciona la necesidad del gasto plurianual para los proyectos de la SEP, pero no se han pronunciado sobre el presupuesto para las universidades.

El funcionario federal reconoció que la continuidad de la reforma va a ser parte del debate de 2018 y va a depender del juicio ciudadano si se mantiene o no esta política educativa. Entonces, si se presenta una reforma por etapas cuya continuidad depende del juicio ciudadano, estamos hablando de una reforma incompleta. Si vemos que la reforma apuesta por los planes de estudio, pero no por los maestros, estamos frente a una reforma insuficiente. En términos de la actual evaluación, el resultado es: una reforma no idónea. Algunos ven a lo lejos los buenos resultados, pero es una ilusión óptica, porque en realidad no existen.

La semana pasada Aurelio Nuño presentó la primera etapa de los planes de estudio para educación básica, la cual se aplicará a partir del ciclo escolar 2018-2019; y la segunda etapa en el ciclo 2019-2020. Otra vez se pasó lista a los puntos claves del cambio pedagógico: 1. Aprendizajes claves; 2. Habilidades socioemocionales; 3. Autonomía curricular; 4. Mejor articulación en los niveles; 5. Cambio y transformación en la manera de la enseñanza. Todo modelo curricular tiene un gran calado en el futuro de una sociedad. Ya que plantea las acciones que deben realizarse para formar al ciudadano del futuro. Si volteamos a ver nuestra sociedad actual, encontraremos la necesidad de una reforma educativa; si vemos al que soborna y al que lo acepta, si vemos a los que venden votos y a quienes los compran, si vemos la violencia y tanta indiferencia, es claro que necesitamos renovar con urgencia nuestra educación. Pero no con cualquier reforma, ni tampoco de cualquier manera. Muchos de los referentes del nuevo plan de estudios son de orden internacional, que corresponden a referentes teóricos de otros países, con otras condiciones. La idea de aprendizajes claves, o aprendizajes básicos imprescindibles, ya lleva un tiempo de maduración en España. Sólo se retoma el qué, pero no se retoma el cómo. Entonces resulta necesario exigir congruencia en la transformación que pretenden lograr. Esa misma idea de cambiar hectáreas de extensión por niveles de profundidad se tendría que aplicar, por ejemplo, al número de alumnos por grupo. No se le puede exigir lo mismo a un docente de secundaria con grupos de 50 o más alumnos, que a otro que atiende a 20 o 25 estudiantes. Hay que reconocer que existen algunos cambios relevantes en el nuevo plan de estudios, pero también subrayar que hay mucha continuidad. Hay un recorte de extensión y una promesa de profundidad. Sobre la reforma educativa diversos especialistas se han encargado de señalar el fetiche de la evaluación docente y desmitifican la novedad del modelo educativo. La Secretaría de Educación Pública (SEP) ocupó todas sus fuerzas y recursos para aplicar, a como diera lugar, la evaluación de los profesores, pero prácticamente no ha invertido en capacitarlos. Para la formación docente, la política educativa ha perfilado cuatro ejes incongruentes entre sí. Primero, descalifica y culpabiliza a los docentes de la mala calidad educativa. Segundo, se han impuesto distintas versiones de evaluación docente, desde el ordenamiento y la indicación hasta el sorteo. Tercero, la formación inicial ha estado minada por los exámenes de oposición, y la formación continua será encomendada a los Consejos Técnicos Escolares, que normativamente se perciben bien, pero que en la realidad no han reportado los beneficios que de ellos se esperan. Cuarto, la confianza de volver realidad los aprendizajes claves está fervientemente depositada en los profesores, como si después de ser señalados y denostados, sólo estuvieran esperando ansiosamente la nueva forma de trabajar. En el discurso de Aurelio Nuño hay que destacar algunas ideas sobre el tiempo. Por primera vez, no se escucha victorioso sino mesurado. Al momento de responder por qué se dará en dos etapas la aplicación, se percibe que ha entendido que hacer una reforma a los planes de estudio y los libros de texto no es tan fácil como pensaba de inicio. Refiere que, en atención a sugerencias de las mentes más brillantes en materia educativa, los materiales entrarán en dos fases por el tiempo que toma elaborarlos, porque no se quieren hacer al vapor. Porque también está a punto de presentarse el plan de fortalecimiento de las escuelas normales, el cual debe ir de la mano del plan de estudios de educación básica pero otra vez no llegó al mismo tiempo. El secretario de Educación habló de la necesidad de presupuestos plurianuales para la aplicación de la reforma. Recordemos que ésta ha sido una demanda de las universidades públicas para establecer planeaciones prospectivas que no se limiten por la temporalidad del financiamiento. Se menciona la necesidad del gasto plurianual para los proyectos de la SEP, pero no se han pronunciado sobre el presupuesto para las universidades. El funcionario federal reconoció que la continuidad de la reforma va a ser parte del debate de 2018 y va a depender del juicio ciudadano si se mantiene o no esta política educativa. Entonces, si se presenta una reforma por etapas cuya continuidad depende del juicio ciudadano, estamos hablando de una reforma incompleta. Si vemos que la reforma apuesta por los planes de estudio, pero no por los maestros, estamos frente a una reforma insuficiente. En términos de la actual evaluación, el resultado es: una reforma no idónea. Algunos ven a lo lejos los buenos resultados, pero es una ilusión óptica, porque en realidad no existen.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/07/06/opinion/015a2pol

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¿Qué hemos hecho mal?

Por: Lidia Falcón

Impresionada por el éxito de los fastos del Orgullo Gay, me pregunto: ¿Qué hemos hecho mal para que las mujeres no celebremos una semana del Orgullo Feminista?

En todos los años que el Movimiento Feminista lleva en la calle reivindicando cuestiones tan fundamentales para las mujeres como el derecho a la propia vida, a disponer libremente de su cuerpo, a votar y ser votadas, a acceder al trabajo y al salario, a no ser humilladas, reprimidas, marginadas y violadas, nunca dispusimos, más de una semana, de toda una ciudad de 4 millones de habitantes, para que pudiéramos festejar el orgullo de ser mujeres y feministas.

Nunca se nos entregaron, durante diez largos días, por las instituciones de la ciudad y de la Comunidad, con enorme disposición y amabilidad, las calles, las plazas, las avenidas, las tribunas, los podiums, desde donde dedicaron múltiples elogios al movimiento Gay, no sólo los activistas de LGTB, sino los representantes políticos, incluyendo a los diputados del PP- el mismo partido que recurrió al Tribunal Constitucional la ley de matrimonio homosexual- la alcaldesa, la presidenta de la Comunidad, los diputados y los senadores.

Nunca se convirtió Madrid en la olimpiada del feminismo, en reclamación de la libertad, la igualdad y la fraternidad para las mujeres, como lo ha sido para el Movimiento LGTB.

Y coincidiendo en que esta explosión de alegría, de fiesta, de encuentro, de intercambio de culturas de varios continentes, que hemos vivido en un Madrid entregado amorosamente al abrazo de los cientos de miles de gays que han inundado nuestras calles, es un triunfo del progreso democrático, hecho de menos una celebración igual para las mujeres, de todas las culturas, de todas las razas, de todas las opciones sexuales, que seguimos reprimidas y marginadas en todos los continentes.

Pero sin duda, si no hemos conseguido tal celebración es que algo ha hecho mal el Movimiento Feminista. Porque no puedo imaginar que ni los políticos ni el Ayuntamiento ni la Comunidad de Madrid mantengan recelo alguno contra las reclamaciones que plantea el feminismo en nuestro país y en todos los países del mundo.

No entra en mi pensamiento que tanto los partidos que gobiernan como los de la oposición no defiendan la igualdad en derechos y oportunidades de los hombres y las mujeres, el fin de la violencia machista, de la marginación de las mujeres en la economía, la política, la cultura.

Si en nuestro país se han podido aprobar, después de la no discriminación por razón de sexo que garantiza la Constitución, no solo la ley de matrimonio homosexual sino también la de paridad, de violencia de género, de aborto y de igualdad, significa que desde los poderes institucionales no existe ningún rechazo a garantizar la liberación de la mujer de sus trabas ancestrales. ¿Por qué entonces no hemos disfrutado nunca de una semana del Orgullo Feminista? Con toda seguridad porque nosotras, las feministas, lo hemos mal.

Nosotras que hemos dedicado media vida a reuniones, asambleas, manifestaciones, convocatorias, sentadas, encierros, petición de firmas, huelgas de hambre. A escribir manifiestos, comunicados, artículos, libros, en defensa no solo de las mujeres sino de todos los perseguidos y represaliados del mundo, entre ellos los homosexuales. Que hemos publicado revistas, panfletos, dosiers, ponencias, comunicaciones, conferencias, cursos, sobre feminismo e igualdad, en todas sus versiones. Que hemos organizado congresos, jornadas, seminarios, institutos, doctorados, encuentros, debates. Que utilizamos con bastante habilidad las redes sociales para difundir nuestras demandas, denuncias, protestas, discusiones, aportaciones, para hacer del futuro un planeta más amable. Nosotras que hemos intentado desde todos los puntos de vista encontrar nuevos modos de transmisión, como decía Shangay Lily, hemos perdido la ocasión de disfrutar de la fiesta del Orgullo Feminista. Algo hemos hecho mal.

Ciertamente, después de que durante décadas las feministas lucháramos por los derechos de los homosexuales, no disponemos ahora de su apoyo. Después de que nosotras enronqueciéramos gritando que la libertad es de todos, cuando se trata de salir a la calle a gritar por la libertad de reproducción no contamos con los LGTB, más que en una ínfima minoría. Nosotras que hemos defendido a los homosexuales represaliados durante la dictadura, no tenemos el apoyo de los gays cuando nos manifestamos contra la violencia machista. Y por supuesto, cuando organizamos nuestros eventos no contamos con sponsors solventes que nos financien.

Ni con el beneplácito de los partidos de derecha, alguno de los cuales, como Ciudadanos, elevó a su líder, Albert Rivera, a la carroza de los Gays que pretenden legalizar los vientres de alquiler. Las mujeres que durante milenios hemos sido maltratadas y violadas, vendidas y esclavizadas, prostituidas y repudiadas, utilizadas como hembras reproductoras y como trabajadoras gratuitas, por los hombres heterosexuales, ahora seremos usadas como vientres fertilizables por los hombres homosexuales. Y por algunas mujeres, claro, que siempre hay cómplices del poder.

Shangay Lily, mi querida amiga, escribió en su último tiempo un libro esclarecedor y estremecedor, El Gay Capitalismo, donde con su habitual lucidez, denunciaba la deriva del movimiento homosexual no solo al espectáculo y a la frivolidad, cuando no a la explotación de otros más desfavorecidos, sino al negocio en que el capitalismo ha convertido el movimiento.

En los almacenes y en las más modestas tiendas de Lavapiés se vendían estos días banderas arco iris, en las grandes carrozas del desfile se lucían los más caros disfraces, las tiendas hicieron un agosto prematuro. Cincuenta carrozas y siete horas de desfile, ¿cuánto cuestan? ¿Cuánto nos ha costado a los madrileños, seguramente a todos los españoles si han participado varios ministerios en la financiación, una semana de enorme dispendio del Orgullo Gay?

Sigue siendo un misterio para mi cómo los homosexuales, hasta ahora perseguidos, detenidos, torturados, sometidos a electroshocs, humillados, escondidos en el armario, marginados de la vida social, han logrado convertirse en los personajes más aplaudidos, homenajeados y celebrados. Sin parar mientes en dispendios.

Ciertamente, la mayoría son hombres. Tanto en las carrozas, como en las calles, las masas eran masculinas, invisibilizadas las mujeres en los grupos de varones, de todas las edades. Unos lucían atuendos espectaculares, otros iban medio desnudos, musculados, enardecidos, gritones, que ocupaban ostensiblemente los espacios. En mi observación, las mujeres, prudentes, modestas y sin protagonismos, no llegaron al diez por ciento de las masas que invadieron la ciudad. Los varones eran sin duda los protagonistas de la fiesta. En las calles y en los locales cerrados, en las pantallas y en los restaurantes. En las carrozas y en las entrevistas radiadas y televisadas.

Cuando me pregunto reiteradamente, ¿Qué hemos hecho mal las feministas para no obtener tal grado de celebridad, aceptación, honores y homenajes? ¿Qué ha pasado para que después de más de cuarenta años de luchas feministas no hayamos logrado una semana de fiesta como la del Orgullo Gay? ¿Cómo es posible que no hayamos sabido conquistar las voluntades de los gobernantes y de los empresarios para financiar los dispendios de una tal celebración?

Y me respondo con otra pregunta, ¿no será porque somos mujeres? Y las mujeres no tenemos orgullo.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/07/05/que-hemos-hecho-mal/

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Escuela de Medicina de la Universidad Nacional, historia y presente

Por: Ignacio Mantilla

En febrero de 1868, al iniciar labores académicas la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, se dio vida a uno de los proyectos educativos más profundos y de mayor alcance en la historia de nuestra nación. En su apertura, como lo he mencionado en ocasiones anteriores, seis escuelas de distintas áreas del conocimiento integraron la naciente institución.

En esta ocasión quiero referirme a una de aquellas escuelas primigenias, de la que aún no he compartido su interesante historia. Se trata de la gran Escuela de Medicina que empezó sus labores con 14 profesores y 36 estudiantes provenientes de todas las regiones de nuestro país. Entre los profesores fundadores de la escuela podemos mencionar a médicos de la importancia de Antonio Vargas Reyes, primer rector de la escuela, lo que hoy llamaríamos decano de facultad, y profesor de Patología; Nicolás Osorio, profesor de Terapéutica, cofundador de la Academia Nacional de Medicina; Manuel Plata Azuero, profesor de Anatomía y Cirugía, además uno de los congresistas que presentó la ley que creó la Universidad Nacional; Antonio Vargas Vega, profesor de Fisiología a quien se le reconoce el apoyo y trabajo arduo para lograr superar varias crisis como encargado de la Rectoría General de la universidad. Por décadas se le consideró como el académico más importante de la institución.

Dado que la gran mayoría de los docentes de los primeros años de la escuela habían estudiado en Francia, fue esa línea del pensamiento médico francés la que se impuso en el plan de estudios de la carrera de Medicina y que solo hasta la primera mitad del siglo XX se habría de reemplazar con una concepción norteamericana de las prácticas médicas. Así, las primeras materias de la escuela se concentraban en la anatomía clínica y la medicina hospitalaria. Recuérdese que en la Ley 66 del 22 de septiembre de 1867, ley de fundación de la universidad, se le entregó a esta institución para su administración el importante Hospital San Juan de Dios, que se convertirá en el mayor centro de servicios y de investigación de la Escuela de Medicina por más de 130 años.

Fue precisamente en el Hospital San Juan de Dios en el que la Escuela de Medicina se desarrolló con gran fuerza. La investigación generada en sus laboratorios y salas hizo de Colombia un estandarte de investigación médica en la región. Durante el periodo del San Juan de Dios y del Hospital Materno Infantil, la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional desarrolló métodos novedosos de tratamiento y atención, como el programa de Madre Canguro que mejora las posibilidades de vida de bebés nacidos prematuramente. Este modelo inventado por la Escuela de Medicina en 1978 ha sido reconocido por la Unicef y el último Congreso Mundial de Salud Pública como la contribución más importante de nuestro país a la salud pública del mundo.

De la misma forma, entre muchos otros avances en medicina, gracias al trabajo e investigación de la escuela se pudo desarrollar el marcapasos y la válvula de Hakim para el tratamiento de un tipo de hidrocefalia. En las instalaciones del San Juan de Dios nació el Instituto de Inmunología en donde se iniciaron los trabajos para desarrollar la primera vacuna sintética contra la malaria a cargo de uno de nuestros más reconocidos profesores, Manuel Elkin Patarroyo.

Después del lamentable cierre del Hospital San Juan de Dios por problemas financieros crónicos, la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional experimentó una fuerte prueba para su supervivencia, su mayor desafío de las últimas décadas. Por fortuna la comunidad de la Facultad de Medicina supo responder a estas dificultades con inteligencia, imaginación y compromiso en la formación de sus inquietos estudiantes y se preocuparon por mantener la calidad y reputación de la Escuela de Medicina. Hoy por hoy, han empezado a solucionarse los problemas ocasionados por la ausencia del San Juan de Dios, con la puesta en marcha de nuestro propio Hospital Universitario.

En efecto, la universidad, con esfuerzos importantes y el acompañamiento de los estudiantes, padres de familia, profesores y directivos, recibió el apoyo unánime del Congreso para la aprobación de una estampilla, gracias a la cual se consiguieron los recursos faltantes para la apertura del nuevo hospital. La firma de la ley correspondiente fue además la oportunidad para que el presidente de la República, Juan Manuel Santos, fuera al emblemático Auditorio León de Greiff de la Ciudad Universitaria.

Hace un año se dio al servicio el nuevo Hospital Universitario Nacional en los terrenos que la universidad había adquirido en el CAN. Actualmente se convierte en un centro universitario de referencia local y nacional en medicina, con estructura operativa de tipo ambulatorio, hospitalario y domiciliario que ha de constituirse en una institución hospitalaria de gran importancia para el país, con un amplio perfil de centro de investigación en medicina y de desarrollo tecnológico.

El hospital, además de contribuir a la formación de nuestros estudiantes de Medicina, se convierte en laboratorio para la práctica y la investigación de otros estudiantes del área de la salud, tales como Odontología, Enfermería o Farmacia. Actualmente la Universidad Nacional ofrece 73 programas curriculares en salud: siete pregrados, diez especializaciones, 53 maestrías y especialidades y tres doctorados.

Esa escuela sesquicentenaria, como la universidad, sigue creciendo. En el futuro cercano, como lo he anunciado recientemente, y por primera vez en 150 años, la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, creará una facultad del área de la salud fuera de Bogotá, en la nueva Sede de La Paz en el Cesar. De esta forma la universidad demuestra su compromiso con el país para asumir un nuevo reto y al mismo tiempo entregar el mejor regalo que se le puede dar al departamento del Cesar que, coincidencialmente, cumple en 2017 el quincuagésimo aniversario de su creación.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/escuela-de-medicina-de-la-universidad-nacional-historia-y-presente-columna-700908

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El pueblo nazi donde surgió la destrucción global: el laboratorio de Peenemünde

Por: Hector G. Barnés

Por su ubicación septentrional, no suele pillar de paso a los viajeros que se internan en Alemania para rastrear los restos de la historia nazi, pero Peenemünde quizá sea uno de los centros neurálgicos de la violencia nacionalsocialista. A simple vista, con sus 249 habitantes, nadie lo diría de esta pequeña localidad en la isla de Usedom, en el mar Báltico, pero pronto es fácil darse cuenta de que este puerto de mar es una de las grandes capitales de la destrucción global, al menos desde que en 1935 fuese seleccionado por el ingeniero mecánico y aeroespacial Wernher von Braun como el lugar perfecto para experimentar con misiles y cohetes a lo largo y ancho de su costa.

Von Braun fue el principal responsable del misil de crucero V2, encargado por el alto mando alemán con el objetivo de alcanzar territorio enemigo; en concreto, el de sus enemigos ingleses. Era la evolución del A3, que se diseñó en las instalaciones de Peenemünde, lejos de la mirada de los alemanes. Para ello fue necesario un ingente esfuerzo económico y de capital humano. Como recuerda un reportaje publicado en la sección de viajes de ‘BBC’, hasta 12.000 personas llegaron a trabajar en el megalaboratorio militar de Peenemünde, diseñado por el gran arquitecto del Tercer Reich, Albert Speer. Muchas de ellas eran prisioneros de campos de concentración que provenían de Francia, Bélgica y Países Bajos.

Gracias a una película con el lanzamiento exitoso del misil, Hitler se entusiasmó y decidió que debía producirse en cadena, pero ya con el nombre de V2

No fue nada fácil para los científicos, entre los que también se encontraba Walter Dornberger, director del programa de cohetes y misiles, convencer al Führer de que su trabajo podía marcar de verdad la diferencia durante la guerra. Cuando esta empezó, en 1939, la construcción del complejo aún no se había terminado, y había que recortar de donde fuese para pagar los gastos de la contienda. Por ejemplo, del “ilimitado” presupuesto del que disfrutaba el programa de cohetes y misiles. No fue el único: como ya explicamos recientemente, una actitud similar fue la que impidió que la Unión Soviéticadispusiese antes de la bomba nuclear.

[Ravensbrück, el campo de concentración para mujeres del que nadie quería hablar]

Las primeras pruebas se realizaron con un modelo a escala, el A5. En noviembre de 1938, el marsical Walter von Brauchitsch había ordenado la construcción de una planta para producir el A4. A finales de 1941, el prototipo se terminó y se probó el 13 de junio de 1942, con resultado fallido. Algo similar ocurrió con el 16 de agosto del mismo año. Por fin, el 3 de octubre de ese año, el A4 levantó el vuelo, mientras los soldados en Stalingrado se preparaban para una de las batallas más cruentas que el hombre ha conocido. Gracias a una película con el lanzamiento exitoso del misil, Hitler se entusiasmó y decidió que debía producirse en cadena, pero ya con el nombre de “V2, “arma de venganza número 2”, con los ingleses en mente.

Los entresijos

La aprobación de Hitler marcó el inicio de la época de esplendor de Peenemünde, donde también se desarrollaron otros misiles como el Wasserfall, Schmetterling, Rheintochter, Taifun y Enzian. Entre los proyectos también se encontraba un hipotético V3, cuyo alcance era aún mayor que el del V2, y que debía alcanzar suelo estadounidense, nuevo objetivo después de que estos entrasen en la guerra en 1942. Un par de años después, el propio Hitler reconocería el error que había cometido al infravalorar la importancia de esta planta, y le escribió al propio Dornberger: “Solo he tenido que pedir disculpas a dos hombres en toda mi vida. El primero era el mariscal de campo Von Brauchitsch. No le presté atención cuando me dijo una y otra vez lo importante que era tu investigación. El segundo hombre eres tú”.

Vista aérea de Peenemünde. (Cordon Press/Topfoto)
Vista aérea de Peenemünde. (Cordon Press/Topfoto)

La producción del V2, afortunadamente, siguió encontrando problemas. Los aliados, gracias a las fotografías aéreas de la Inteligencia Inglesa, eran conscientes a mediados de 1943 que Peenermünde era un lugar clave en la producción alemana de armas de largo alcance. El 17 de agosto comenzó la llamada Operación Hidr, en la que la Real Fuerza Aérea Británica bombardeó, comandada por el capitán John Sarby, el complejo. Aunque no fue particularmente exitosa (miles de civiles atrapados en un cambio de concentración murieron), causó un retraso de dos meses en la producción, que se vio obligada a trasladarse bajo tierra, a Mittelwer.

El V2 fue utilizado por primera vez el 6 de septiembre de 1944 con dos disparos muy poco precisos sobre París, pero tenían de sobra: la producción llegó a ser de 10.000 unidades Su existencia fue revelada al público después de los bombardeos de Londres del 8 de septiembre, al mismo tiempo que la propaganda nazi presumía del carácter indestructible de estos misiles, que además pasaban desapercibidos en los radares. Hasta 4.320 fueron lanzados en territorios aliados entre septiembre de 1944 y marzo de 1945, un gran número de los cuales (1.400) fue dirigido a Inglaterra. Su capacidad de destrucción era similar a la del V1, pero al no poder ser anticipados, resultaban mucho más letales.

El final de una pesadilla

El 5 de mayo de 1945, el Ejército Rojo invadió la isla de Usedom. Durante los primeros años de la posguerra, fue utilizada como una base naval soviética hasta que fue devuelto a la República Democrática Alemana. Los científicos que allí trabajaron fueron captados por países de ambos bloques, tanto del soviético como del occidental (Gran Bretaña, Francia o Estados Unidos), ya que conformaban la vanguardia de la investigación militar. Dornberger, por ejemplo, participó en la Operación Paperclip de Estados Unidos, diseñando misiles guiados. Más tarde, fue parte de Bell Aircraft Corporation en el proyecto Z-20 Dyna-Soar, la base para el transbordador especial americano. Tenía sentido: al fin y al cabo, el V2 fue el precursor de los cohetes especiales.

Von Braun terminaría convirtiéndose en la cara visible del programa espacial estadounidense durante los años 50

Algo semejante ocurrió con Wernher von Braun, que también formó parte de la Operación Paperclip y fue nacionalizado estadounidense en 1955 para trabajar en el ejército americano. No solo eso, sino que fue la cara visible durante los años 50 del programa especial estadounidense, y llegó a aparecer en tres programas de Disney dedicados al tema. Finalmente, en 1960, fue transferido a la NASA donde se le encargó la labor de construir los cohetes Saturno, queterminarían llevando al hombre a la luna en 1969. Mientras tanto, Peenemünde siguió utilizándose con objetivos militares y geoestratégicos hasta que, finalmente, albergó un museo histórico-técnico que nos recuerda el lado más oscuro de la tecnología.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-07-02/peenemunde-pueblo-aleman-nazi-v2_1407856/

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“Hacerlo en clase” o por qué innovar en educación es muy parecido a ser feminista

Por: María Acaso

Innovar en educación, concretamente en España y en América Latina, es tan necesario ahora como lo fue el desarrollo de los feminismos en los años sesenta, y por razones bastante parecidas.

Dos son las palabras que más se van a repetir a lo largo de este texto: innovación y feminismos, dos términos controvertidos que, últimamente, pueblan artículos, conversaciones e intenciones polémicas. Dos términos que han sufrido un gran desgaste, en paralelo, al entrar en los imaginarios mainstream para representar un cuerpo de conocimientos que ya no se ajustan al contexto que los produjo y que, por lo tanto, hay que reformular desde el presente.

Innovar en educación, concretamente en España y en América Latina, es tan necesario ahora como lo fue el desarrollo de los feminismos en los años sesenta, y por razones bastante parecidas. Los feminismos se consolidaron, precisamente, cuando se produjo la incorporación de las mujeres al mercado laboral, un hecho que creó el contexto que propició un cambio social.

Copyright © Guerrilla Girls. Cotesía de guerrillagirls.com

Ahora también estamos viviendo un hecho insólito: por primera vez, las dinámicas de gestión del conocimiento están yendo por delante de los contextos educativos, razón por la que es necesario un cambio; es necesario que dichos contextos se ajusten a una gestión del conocimiento distinta. No me voy a detener a juzgar cómo debería ser esa gestión, lo que me interesa señalar es que ese reajuste es necesario, y que el término que mayoritariamente se está utilizando para identificar dicho reajuste es el de innovación.

Creo que hemos perdido las referencias de lo que significa innovar en educación. Desde mi punto de vista, innovar en educación consiste, básicamente, en desestabilizar unas prácticas que ya no están basadas en el presente; unas prácticas que, al igual que los feminismos, nacieron con la voluntad de desestabilizar las dinámicas que el patriarcado llevaba imponiendo desde siempre, y que necesitaban ser revisadas.

Etiquetar cualquiera de los procesos de innovación educativa de «práctica neoliberal» constituye un proceso que reproduce un modo de hacer neoliberal; y cuando este proceso de etiquetado se realiza con un lenguaje cargado de violencia, destructivo y nada posibilitador, se reproducen las dinámicas patriarcales del más rancio (precisamente) de los neoliberalismos.

Tal como nos enseñó Elizabeth Ellsworth en Why Doesn’t This Feel Empowering? Working Through the Repressive Myths of Critical Pedagogy, la pedagogía crítica puede convertirse en lo opuesto a lo que Paulo Freire pregonaba (por cierto, uno de los primeros innovadores en educación), cuando zanja, impone, castra y ataca en vez de revisar para posibilitar, abrir y alentar. Frente a esa pedagogía crítica demoledora, optamos por trabajar con pedagogías regenerativas que −como los transfeminismos− escapan de las etiquetas y las marcas para innovar en el sentido de voluntad de cambio que dicho término incorpora desde su raíz.

Algunos de los que trabajamos en el contexto de la innovación educativa utilizamos esta etiqueta de la misma manera que algunas de las que trabajamos desde los feminismos utilizamos el término feminismo: para hacernos entender, para poder propiciar los cambios que anhelamos desde un lenguaje que, efectivamente, nos sabe a poco, y que nos brinda terminologías que hay que entender desde su contexto, desde su necesidad y desde su poética.

De la misma manera que autoetiquetarme como feminista tiene que ver, en mi caso, con controlar mi propia vida y mi propio cuerpo, y con sentirme, ante todo, sujeto de conocimiento (puesto que considero que esta es una lucha que aún no ha terminado), autoetiquetarme como innovadora tiene que ver con cosas muy parecidas, como empoderar a los estudiantes para que tomen el control de su propio aprendizaje (y de sus propios cuerpos) para que dejen de sentirse objetos de su educación. Y esta decisión no la he tomado a la ligera.

Desgraciadamente, en mi día a día como docente (llevo más de veinte años dedicándome a la enseñanza en la universidad pública) y en los múltiples proyectos que he realizado en conexión con la educación formal y no formal, en todas sus etapas y variantes (en la mayoría de los casos, en relación con mi principal tema de trabajo: las relaciones entre arte y educación), he comprobado la eficacia del sistema para des-empoderar a los estudiantes, así como el avance de políticas educativas verdaderamente neoliberales (vivo en la Comunidad de Madrid y sé de lo que hablo) que están consiguiendo sus objetivos.

Esta constatación me ha llevado a luchar por cambiar el modelo educativo. Concretamente, lo que me parece más urgente es el cambio metodológico. Si esto se ha etiquetado como innovación educativa, es una consecuencia de esta lucha, no la lucha en sí misma, aún tratándose de una etiqueta que me incomoda y que me llena de contradicciones.

Pero, lejos de dejar de usarla, considero que esta es una de las partes más interesantes de la revolución: dar a los términos gastados ese otro sentido que necesitan, redefinirlos, contornearlos, utilizarlos para que la lucha continúe, en lugar de usarlos como arma arrojadiza contra nosotras mismas y condenarnos a la imposibilidad, el hundimiento y la depresión que tanto le gusta al patriarcado, incluso al patriarcado de izquierdas.

Como dice Judit Butler: “Que la categoría [mujer] no pueda ser descriptiva nunca es la condición misma para su eficacia política” (Butler, 1993). La performatividad del lenguaje es política, y afecta tanto al término mujer como al término innovación. Por lo tanto, para transformar la realidad es fundamental transformar el lenguaje, pero también se debe transformar a través de prácticas directas.

“Hacerlo en clase” es un título con múltiples significados; de entre todos ellos, rescato la idea de revisar las posibilidades que un aula nos ofrece y demandar, irónicamente, la posibilidad de hacer algo innovador, y que siempre ha estado prohibido. Salvando las distancias, creo que la lucha que mantenemos los etiquetados como innovadores es la misma que mantenemos las etiquetadas como feministas, y −como muchas de nosotras demandamos− sería interesante que, en vez de malgastar nuestra energía en pelear entre nosotras, fuésemos capaces de utilizar dicha energía para construir el conjunto de herramientas que posibiliten la construcción de un mundo socialmente más simétrico.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/07/05/hacerlo-en-clase-o-por-que-innovar-en-educacion-es-muy-parecido-ser-feminista/

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España: No a los vientres de alquiler, sí a la gestación subrogada

Por Violeta Assiego

Estar en contra de la mercantilización no implica necesariamente estar en contra de la regulación de la gestación subrogada

Qué sucedería si abordáramos el debate diferenciando entre vientres de alquiler y gestación por subrogación? ¿Qué ocurriría si no diéramos por hecho que ambos conceptos describen la misma realidad? ¿Podríamos diferenciar situaciones en las que prevalece el negocio sin escrúpulos y la explotación de la mujer de aquellos otros casos en los que, de forma no lucrativa, se ofrece a gestar para quienes no pueden hacerlo? De ser así, tendríamos por un lado los vientres de alquiler y por otro la gestación por subrogación sin ánimo de lucro. ¿Tiene algún sentido diferenciar términos y, por tanto, realidades?

El debate de la gestación por subrogación se encuentra en un bucle perverso en el que, entre otras cosas, se cuestiona sistemáticamente y sin diferenciar, si las mujeres somos capaces de tomar decisiones sobre nuestras vidas y vivir en un sistema capitalista. Por supuesto que deben prohibirse todas las formas de explotación de la mujer, pero denunciarlas, perseguirlas y prohibirlas no puede convertirse en una cruzada negacionista de la soberanía que las mujeres tenemos sobre nuestros cuerpos. Soberanía que no puede supeditarse al deseo que tienen quienes quieren conformar una familia biológica, tal y como se desprende de la proposición de ley que acaba de presentar Ciudadanos.

Si separamos ambas realidades, los vientres de alquiler no deben regularse en ningún caso por la explotación y abuso que implican, pero tampoco podemos dar la espalda a la posibilidad de que haya mujeres que deseen gestar para otros sin ánimo comercial y bajo un estricto marco legal que no les reste autonomía. Admitirlo conllevaría regular la gestación por subrogación, una práctica que a día de hoy nos parece anti-natural, como en su momento nos lo parecía la reasignación de género, la interrupción de un embarazo, la fecundación in vitro o los trasplantes de órganos. En todos estos casos, el bien jurídico último a proteger es la dignidad de la persona, pero en todos ellos se ha comprobado que es mucho mejor regular antes que dejar esos vacíos que aprovechan sin escrúpulos «las leyes de los mercados» ante los deseos de quienes pueden pagárselos, aunque sea a costa de las vidas de los más vulnerables.

Esto no supone estar a favor de los vientres de alquiler sino abrir el debate sobre regular la gestación subrogada y nombrar las dudas que nos suscita a todas. Estar en contra de la mercantilización no implica necesariamente estar en contra de la regulación. Porque puede darse sin perseguir fines lucrativos, es decir, sin la intermediación de las empresas y sin beneficio económico para la mujer gestante (exceptuando los gastos derivados del proceso). Pero regular la gestación tampoco puede servir para reconocer ahora el inexistente derecho a tener hijos, algo que no está recogido en figuras como la adopción de menores, que es una medida de protección a la infancia, no de creación de familias. Sería interesante que, con el debate de la gestación, no se añadiera confusión a este asunto.

Para lo que sí tiene sentido la regulación es para reconocer la posibilidad legal de que una mujer geste una criatura «por solidaridad» para quienes no pueden. Enpetit comité hay mujeres que valoran esa opción a favor de otras mujeres y hombres de su entorno cercano cuando entre ellos existe un vínculo emocional. Es paternalista pensar que una mujer, por el solo hecho de serlo, no tiene capacidad para decidir.

También lo es sacralizar la experiencia del embarazo como si fuera igual para todas o hablar de ello solo como una práctica de riesgo, como si la mujer no fuera capaz de discernir a qué situaciones quiere o no exponerse cuando actúa desde su propia autonomía. De hecho, hablando en términos de libertad y vulnerabilidad social, puede ser mucho más libre una mujer que decide gestar para otros sin mediar lucro que aquella que da a su hijo en adopción. Paradójicamente, no se han escuchado las voces del feminismo alzarse a favor de esas madres biológicas que renuncian forzosamente a sus hijos fruto de las situaciones de pobreza y desigualdad que viven en sus países de origen y también en España.

Hablemos, por tanto, de esa gestación por subrogación que englobe un enfoque de derechos de la mujer gestante y permita frenar la actual intermediación de agencias y empresas privadas cuyo único objetivo es lucrarse. Hacerlo, persiguiendo la explotación que conllevan los vientres de alquiler, podría representar un avance en el empoderamiento de la mujer sobre su cuerpo y en la creación de unidades familiares que se alejan de los modelos tradicionales de familia.

Es momento de escuchar a quienes ofrecen otros enfoques y otras historias que hablan de la soberanía de la mujer y tienen presente el bien común. Callarlas sin más solo sirve para hacerle el juego a quienes se frotan las manos con este tema y se llenan los bolsillos a costa de la polarización de un asunto del que deberíamos poder hablar.

Fuente: http://www.eldiario.es/tribunaabierta/vientres-alquiler-gestacion-subrogada_6_661143902.html

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Papás, no quiero ser viral

Por: Liliana Arroyo

Convertir a los menores en ‘influencers’ de internet es muy goloso, pero conviene saber a lo que se les expone.

La mayoría de padres están contentos de mostrar a sus hijos, y las fotografías que antes se llevaban en la cartera ahora se cuelgan en Facebook (el sharenting). La última moda, sin embargo, es hacer negocio subiendo vídeos a Youtube. Estamos hablando de vídeos sencillos, con postales íntimas y familiares, por ejemplo unos niños abriendo regalos la mañana de Reyes. Las grandes marcas de juguetes están dispuestas a pagar hasta tres euros por cada mil visitas para llegar a un público que mira más dibujos por internet que en la televisión. Los padres que han dado con la fórmula pueden sacar sobresueldos de hasta 7.000 euros al mes. Los motivos para compartir la vida de los hijos en Youtube pueden ser variados y legítimos, pero es evidente que convertir a los menores en influencers es muy goloso. Como cualquier promesa, conviene saber también la letra pequeña.

Escaparate digital

En el camino de captar la atención de las marcas estaremos exponiendo las criaturas en un escaparate digital. Las colocamos a pocos clics de millones de usuarios desconocidos, con intenciones que ni siquiera podemos imaginar. Desgraciadamente, los contenidos sobre menores son especialmente sensibles a pederastia y acoso. Y sin llegar a estos extremos, aún hay más peros.

Si enseñamos al vecino un vídeo que tenemos en el móvil, sabemos quién lo ve, cuándo y por qué. Una vez lo subimos al canal de Youtube, es público y dejamos de controlarlo. En la red no sabemos cómo circulará, qué interpretaciones se pueden hacer de él ni qué dobles usos puede tener. Si colgamos en la red a la criatura aprendiendo a tocar un instrumento, tanto podemos recibir la llamada de una orquesta de jóvenes promesas como terminar en un programa de zapeo. Si decidimos jugar a eso, debemos ser conscientes y estar preparados si ocurre, tanto para gestionarlo nosotros como para ayudar a que lo digieran nuestros hijos. Internet es una red que todo lo registra y difícilmente olvida.

Ante la duda, prudencia

Podría muy bien ser que estos chicos, al llegar a la adolescencia, ya no quieran ser recordados por escenas donde aparecían despeinados y en pijama o pronunciando graciosamente una palabra. En el momento de reivindicar quién son, deben poder desmarcarse de lo que eran. Y de momento todavía estamos aprendiendo –todos– cómo funciona esto de la identidad digital. Ante la duda, la prudencia es sabia.

Más allá de los euros que podamos obtener, les estaremos empujando hacia una carrera como youtubers que no han elegido –al menos con plena conciencia– pero que acabará influyendo, en positivo o en negativo, en sus vidas. Y si decidimos intentarlo, es una oportunidad de oro para educar en el uso responsable de la tecnología, lejos de la tiranía de los pulgares arriba. Enseñar los límites entre lo personal y lo público es fundamental, al igual que asegurarles vidas lo bastante interesantes y ricas para que no vivan solo pensando en captar nuevos seguidores. No olvidemos que su vida es suya, su futuro les pertenece y por lo tanto nosotros tenemos que respetar que su opción sea: «Papás, no quiero ser viral».

Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/papas-quiero-ser-viral-liliana-arroyo-moliner-5742132

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