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Forjar la autoestima en los niños

Por: EducaBolivia 

La autoestima es un sentimiento valorativo de nuestro ser, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran la personalidad de cada uno de nosotros e influye en nuestra respuesta emocional. Esta se aprende, cambia y la podemos mejorar.

Una autoestima sana es la armadura que protegerá a su hijo frente a los desafíos de la vida. Cuando un niño tiene una buena autoestima, se sabe valioso y competente; se sienten bien con ellos mismos, son capaces de manejar mejor los conflictos y de resistir a las presiones negativas. Tienden a sonreír con mayor facilidad y a disfrutar de la vida. Estos niños son realistas y, por lo general, optimistas. Mientras que un niño con baja autoestima, no confía en sí mismo y por lo tanto tampoco en los demás. Suele ser tímido, hipercrítico, poco creativo y en ocasiones desarrolla conductas agresivas, de riesgo y desafiantes; sin duda este comportamiento provoca rechazo en los demás, lo que a su vez repercute en su autovaloración.

En poco tiempo los hijos(as) aprenden a caminar, a hablar y hasta escribir. Luego adquirien otras habilidades y son capaces de abrocharse los zapatos y memorizar el número telefónico de su casa, entre otros tantos logros. Pero, ¿Con cuánta frecuencia se los felicita por sus logros personales?

Generalmente los padres dan por hecho que los niños tienen que hacer bien sus tareas escolares, ser educados y amistosos. Algunos, incluso, inconscientemente piensan en un «niño ideal» y quieren que su hijo se adapte a ese modelo, en vez de respetar su forma de ser, sacar partido a sus capacidades y lograr que tenga una alta autoestima.

La autoestima no tiene que ver con lo que el niño(a) tiene, sino con lo que es. Lo importante es que tenga conciencia de sus potencialidades y defectos a través de lo que le digan sus padres. Ello se logra enseñándole a conocerse para que se acepte y a la vez sea capaz de apreciar a los demás por lo que son.

Parece una tarea difícil, pero no lo es. Entre otras cosas, es fundamental demostrarles permanentemente cariño, tanto con palabras como con caricias. También ayuda felicitarlos y hacer que ellos sientan una diferencia entre «hacer» cosas que están mal y ser malo al momento de un castigo o un reto.

Para que él se dé cuenta de todo lo que es capaz de hacer, asígnale responsabilidades e incentívalo a tomar desafíos. Si no las evade y lo hace bien, valorará sus propios éxitos. Se debe comenzar con pequeñas obligaciones y tareas; luego, ellos mismo pedirán participar más. Es recomedable felicitarlos por sus esfuerzos, independientemente del resultado.

Asimismo, no se le debe ayudar demasiado en sus tareas escolares o domésticos con tal de que termine rápido una tarea. Más vale guiarlos aunque se demoren, pero que sientan que fueron capaces de lograrlo.

Si los hijos hacen algo que estaba mal, no se les debe poner en evidencia frente a los demás ridiculizándolo o avergonzándolo. Tampoco conviene hacer públicas sus malas calificaciones o conducta, puesse le está dando permiso para ser una persona «mala» frente a los demás. En cambio, cuandose  le apoya y cuidas su imagen, se estará creando un compromiso positivo que le será difícil ignorar al momento de hacer algo.

Es necesario recordar que la autoestima se forja en casa, es decir, que cada uno de los hijos(as) debe recibir el refuerzo que corresponde a sus cualidades reales y no de acuerdo a lo que hace su hermano(a), por ejemplo. También se debe tener presente que ellos perciben cuando se les presta atención a sus problemas o se ignora sus pequeñas preocupaciones. Se les debe hacer sentir que sus opiniones y gustos son importantes y valiosos. Incentivarles a tomar sus propias decisiones. Preguntarle su opinión, ojalá mirándolo a los ojos y bajando a su altura.

Si se pretende fortalecer la autoestima de los hijos, se debe tomar en cuenta el respeto hacia ellos y hacer que los demás tomen en cuenta sus derechos.

Lo que daña la autoestima de los hijos(as) es:

Hacer cosas por él (ella) e interferir en su vida, resolviendo la mayoría de sus conflictos.
No respetar su independencia y voluntad.
Ser indiferente a sus logros.
No tomar en cuenta sus ideas o decir que éstas no sirven.
Consentir su inseguridad o no ayudar a que la supere.
Impedir que alcance sus propios desafíos.
Tratar mejor a otras personas que a él (ella).

*Fuente:http://www.educabolivia.bo/index.php/comunidad/desarrollo-y-crecimiento/4725-forjar-la-autoestima-en-los-ninos

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Reflexión sobre la honradez

Por: Luis Armando González

Una expresión que se escuchaba con frecuencia en épocas pasadas era “pobre, pero honrado”. Bien se podía decir de forma individual –“Yo soy una persona pobre, pero honrada”— o de forma grupal –“Somos pobres, pero honrados”. Algo profundo se apuntaba con la frase en cuestión: la honradez era algo sumamente importante, tanto que se remarcaba su presencia en esa condición límite que es la pobreza. Se trataba en ese entonces de la vigencia de un valor –el de la honradez— que servía de norte moral en la vida de las personas. Era parte de un conjunto de valores y preceptos que nutrieron el clima moral de la sociedad salvadoreña a lo largo del siglo XX, hasta esa década de cambio cultural y económico que fue la de los noventa de ese mismo siglo.

La honradez convivía extraordinariamente bien con el honor, la cortesía, la hospitalidad y la cordialidad, con las cuales formaba un amasijo de prácticas, usos, costumbres y estilos de comportamiento que daban solidez al tejido social en barrios, colonias, pueblos y ciudades. No es que en esas décadas no hubiera personas poco honradas o para nada honradas (o sin honor, descorteses, no hospitalarias o poco cordiales); por supuesto que sí. Pero en el clima cultural prevaleciente, la honradez (y el conjunto de valores del que ella formaba parte) era reconocida como norma de conducta y criterio de valoración de comportamientos y actitudes.

De tal suerte que alguien que hiciera algo deshonroso (o algo falto de honor, etc.) era consciente, ante sí mismo y ante los demás, de su falla. Es decir, su conciencia moral y el juicio moral de los otros asumían que era reprochable haber violado la exigencia socialmente compartida de la honradez y de ello se seguían las actitudes y comportamientos correspondientes: de vergüenza por parte de la persona que había cometido el acto bochornoso y de regaño, rechazo e incluso ostracismo por parte de familiares, amigos y comunidad.

En el marco de un cambio económico y cultural que se comenzó a fraguar en los años ochenta, pero con más contundencia en los años noventa, la honradez (y los valores que le estaban asociados) comenzó a desfallecer como valor moral importante (como criterio normativo y valorativo de la conducta de la gente). Desfalleció hasta prácticamente desaparecer del horizonte moral de la sociedad salvadoreña.

Otro clima moral comenzó a ganar predominancia (hasta imponerse casi absolutamente), a la par de la gestación de una mercantilización económica que, al ponerle precio a todo y medir todo a partir de criterios de pérdidas o ganancias económicas, hizo de la honradez algo poco redituable en términos económicos. Ese nuevo clima cultural y el mercantilismo, que se impuso desaforadamente a partir de los años noventa, soterraron (anularon, desacreditaron, ridiculizaron) el valor de la honradez. En este marco, la satisfacción moral que se deriva de la honradez dejó de ser importante.

El éxito fácil (económico, principalmente), la ostentación (carros, casas, joyas, viajes), la acumulación de bienes, el ascenso socio-económico, el consumismo exacerbado, las expectativas infladas acerca de lo que se merece en términos económicos (pero no sólo económicos), la insatisfacción permanente con lo que se ha logrado en bienes materiales y la búsqueda permanente de más cosas (más lujosas, más caras, más ostentosas), el desprecio hacia los débiles y hacia los poco ambiciosos (considerados “fracasados”), la adulación hacia los “triunfadores”, sobre todo si su triunfo había sido fácil, la contraposición entre los “vivos” y los tontos, esos y otros valores de igual calado se fueron imponiendo lenta pero inexorablemente en amplios sectores de la sociedad, especialmente en la clase media.

En una palabra, la vida de los ricos más ricos se convirtió en el modelo a seguir, en aspiraciones, búsqueda de dinero, consumo y ostentación. Ser como los ricos (pertenecer a la clase de los nuevos ricos) se impuso como el supremo ideal una clase media huérfana de otros referentes, hastiada de renuncias y compromisos, y ansiosa, ahora sí, de ascender hacia el sitial de privilegios del que históricamente había sido marginada. Los ricos parecían dispuestos de darle el dinero que hiciera falta (con préstamos y tarjetas de crédito) y las oportunidades para disfrutar de la felicidad que sólo el dinero puede dar. Alguien dijo, por aquellos años noventa: “el dinero no es toda la felicidad, pero casi”, con lo cual expresaba el espíritu de los nuevos tiempos para la clase media.

Ciertamente, a nuestra clase media, desde su constitución firme (o bastante firme) a mediados de los años cincuenta del siglo XX, nunca le fueron ajenos algunos de esos valores o valores parecidos. El afán de progresar, la búsqueda del ascenso social, el poseer bienes y recursos generados en el marco de la urbanización y la industrialización…, pero esos valores no anularon valores importantes como la honradez (o la solidaridad, el compromiso con los sectores populares, la hospitalidad, el compartir, etc.), pues antes de la década de los noventa la clase media salvadoreña no tenía como aspiración exclusiva suya vivir en la riqueza a la manera de los ricos del país ni tampoco el mercantilismo la había atrapado en sus redes como lo hizo desde que finalizó la guerra civil.

La clase media abrazó el nuevo clima cultural sin reserva alguna. Y se plegó al mercantilismo sin rechistar e incluso con satisfacción. Renunció a derechos –como la educación pública, por ejemplo— que la habían beneficiado a ella principalmente, pero también a los sectores populares. Aceptó la lógica de que la educación privada es mejor (según el lema que dice “cuanto más caro es algo es de mayor calidad”), porque vio en ello un signo de distinción y ascenso socio-económico.

De la misma manera se hizo cargo de la mercantilización de la salud, las pensiones y las telecomunicaciones. Asumió sin rechistar que no había nada más importante y mejor en la vida que ser una persona rica y que para lograr tal propósito cualquier medio era bueno. Lo importante era triunfar, tener éxito. Sobresalir. Cualquier cosa que se interpusiera en el camino debía ser desechada como una jugarreta de quienes estaban en el mismo empeño aunque dijeran lo contrario.

Fue así como la honradez fue expulsada de la vida cultural y social. Y es que para quienes estaban atrapados en las redes del éxito fácil, la acumulación de dinero y el mercantilismo, la honradez o era abanderada por los tramposos (que aspiraban a lo mismo) o por los “perdedores”, los “dinosáuricos”, los que no entendían que quien no tiene dinero no vale nada.

        Las consecuencias de haber desterrado la honradez de la vida cultural y social (lo mismo que haber desterrado los valores que le son próximos) han sido graves consecuencias para la convivencia social. Ninguna sociedad puede apostarle a un proyecto de convivencia decente (igualitario, de bienestar compartido, de solidaridad) si amplios sectores suyos están dispuestos a lo que sea con tal de convertirse en ricos de la noche a la mañana. Un valor como la honradez es un correctivo a ese tipo de conductas, un correctivo individual pero también un correctivo social.

Por eso, en esta reflexión se hace una defensa de la honradez. Pero junto a ella se defienden otros valores que la cultura neoliberal ha anulado y que es necesario revitalizar, tal como han hecho otras naciones en el mundo.

A propósito de lo anterior, en un reciente documental de Michael Moore, titulado “¿Qué invadimos ahora?”, el cineasta viaja por Europa en busca de bienes de conquista para llevar a su país. Se hace referencia aquí a tres países, como ilustración: en Italia, en una empresa de ropa los dueños le dicen que para ellos sus trabajadores deben gozar de una buena vida, y que eso no pone en riesgo sus ganancias; en Portugal, los policías le dicen que lo más importante en su país es la dignidad de las personas; y en Finlandia, donde los niños reciben pocas horas de clase y gozan de tiempo para jugar, los maestros le hacen ver que lo más importante es que los niños no dejen de serlo. Dignidad, felicidad, amistad, tolerancia, fraternidad y respeto a quienes nos rodean versus consumismo, afán de triunfar, sobresalir opacando a otros, poseer cosas (dinero, carros, casas) y ostentar. Definitivamente, los finlandeses, los italianos o los portugueses viven mejor (son más felices, más dignos) que los estadounidenses. Esa es la conclusión de Michael Moore. Definitivamente, para nosotros, apropiarnos del “estilo americano” fue una pésima elección.

*Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/183730

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¿Vale la pena participar en la escuela de mi hija (o)?

Por: Mnauel Bravo V 

Por supuesto que sí. Ser padre o madre puede ser más difícil de lo que imaginamos en un inicio. Hoy en día, los retos que nos demanda la vida cotidiana, las demandas económicas del hogar y qué decir del desgaste emocional de los berrinches o de las negociaciones por permisos, según sea la edad, son parte del paquete. Desafortunadamente, estas demandas impactan al acompañamiento que ofrecemos a nuestros hijos en la escuela. Con frecuencia, terminamos culpando a la escuela por lo que pasa en la sociedad, con frases como: hay una crisis de valores y la escuela no hace su parte. Fin de la historia y a iniciar un nuevo día.

¿Por qué permitimos eso? ¿por qué nos privamos de la posibilidad de involucrarnos en algo tan importante, como el aprendizaje de nuestras hijas e hijos en la escuela? ¿por qué les hacemos eso a nuestras hijas e hijos?

La historia no tiene que terminar así, su hija(o) necesita de su participación en su escuela ahora, en este momento más que nunca. Quizá Usted ha escuchado el proverbio africano que compartimos en Mexicanos Primero: “se necesita toda una aldea para educar a un niño”. La idea es poderosa y tiene mucho de razón; la investigación educativa señala desde hace décadas la importancia que tiene la familia en el desempeño escolar, pues no son islas separadas la familia y la escuela (Murillo, 2014). Sin embargo, no se vaya con la finta: asumir que si las familias controlaran las decisiones de la escuela, mejoraría automáticamente la educación, puede ser un grave error, incluso a veces perjudica su involucramiento (Ravitch, 2013). La aldea requiere –antes- cumplir ciertas características para verdaderamente impactar positivamente en el ecosistema escolar.

Con frecuencia sucede que muchos padres y madres queremos participar en la escuela pero simplemente no sabemos cómo hacerlo. No hay recetas, pero un gran comienzo es conocer a su hijo(a). Por lo general, nadie conoce a nuestros hijos mejor que nosotros como padres, y a pesar de ello, dejamos que las decisiones que se toman en su escuela, las tomen otros. Más allá de la típica frase sobre: ¿cómo te fue en la escuela? es importante saber: ¿cómo se siente en ella? ¿qué cambiaría de su escuela? ¿con quién comparte el recreo? ¿cuál es el mejor lugar de la escuela? ¿qué cualidades tiene tu hijo? ¿qué le gusta aprender? ¿cómo le gusta aprender? ¿qué materias le resultan desafiantes? ¿qué le aburre? ¿qué escuela sueñan? ¿hemos compartido estas ideas con los maestros?

En la medida que prestemos atención a nuestros hijos e hijas, simplemente escucharlos y conocerlos mejor, vamos a incidir para que tengan espacios en su escuela donde puedan aprender, participar y desplegar sus capacidades. Busquemos hacer alianza y equipo con los maestros, no apresuremos el conflicto o el reclamo.

Otras veces queremos participar en su escuela, pero no sabemos dónde hacerlo. Pregunte si en la escuela de su hijo se cuenta con un Consejo Escolar de Participación Social, conocido por sus siglas CEPS. Es el espacio oficial pensado para participar y decidir temas relacionados con la escuela. Son alrededor de 23 actividades que pueden emprender y participan entre nueve y 25 integrantes, presididos por una madre o padre de familia.

¿Vale la pena participar en los CEPS? En una reciente consulta nacional sobre el modelo educativo, se le preguntó a 28,175 CEPS sobre cómo quisieran involucrarse en la educación. El reporte destaca que 83% de las familias quieren participar, pero les gustaría involucrarse más con el avance de cada materia de sus hijos; conocer los programas de estudio; que se les acerquen actividades lúdicas; así como cursos de desarrollo para ser mejores padres. Por el contrario, en dicha encuesta, mencionan que les resulta menos importante estar informados sobre los programas que llegan a la escuela (SEP, 2016).

Mucho hay que mejorar y justo por eso, vale la pena participar para que los CEPS estén orientados hacia esas actividades que queremos.

No importa si su hijo o hija está en escuela pública o privada, si está en preescolar o bachillerato, su participación y la participación de su hijo en su educación es muy importante, recuerde que: “si la palabra mueve, el ejemplo arrastra”. Las niñas, niños y jóvenes necesitan mucho amor, cuidado, paciencia, escucha y sobre todo participación de los adultos para que lo anterior suceda; simplemente porque a Usted le toca, nos toca, por ellos y por Tod@s.

*Fuente:http://www.mexicanosprimero.org/index.php/educacion-en-mexico/nuestra-opinion/item/vale-la-pena-participar-en-la-escuela-de-mi-hija-o-opinion

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La tensión fundamental

Por: Carlos Ornelas

En mi colaboración del miércoles destaqué el malestar que existe entre el magisterio y las escuelas normales. Ayer, sábado, el colega Jesús Priego tomó el toro por los cuernos. No voy a repetir su argumento, pero rescato una frase con la que coincido por completo. Refleja la tensión primordial que viven los docentes:

“Los maestros, hoy, ya no saben qué hacer. Están desesperados. Si amonestan, se exponen a una demanda; si no amonestan, se exponen a que el grupo haga lo que le venga en gana. Los alumnos se han vuelto demasiado susceptibles, demasiado conscientes de sus derechos, y demasiado inconscientes de sus deberes”, (Excélsior, 17 de junio, p. 18).

Por supuesto que hay excepciones, pero en términos generales, perdimos la noción de orden escolar. De una escuela disciplinaria pasamos a una de relajamiento completo. Antes el docente era un dictador, hoy es víctima de alumnos y padres. Antes él era el centro del proceso de enseñanza, hoy es una veleta en manos de los alumnos.

La situación es mucho más compleja, cierto. El cúmulo de relaciones sociales de la escuela pone a los maestros en el centro del vendaval. A ojos de padres de familia, burócratas y cierta prensa, son los culpables de las imperfecciones del sistema escolar. Tienen pocos defensores fuera del mismo gremio y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación no se ocupa de este asunto.

La consigna de la mayoría de las reformas en boga en el mundo, insiste que debe haber un cambio profundo. Del énfasis en la enseñanza se debe pasar al aprendizaje significativo. La significación es que los estudios sean útiles para aprender otras cosas, crecer el intelecto y desarrollar habilidades que perduren a lo largo de la vida.

Sin embargo, ¿cómo podrán los maestros lograr ese cambio si no hay manera de imponer disciplina en las aulas? No se trata sólo de padres permisivos con la conducta de sus hijos, es un asunto institucional. Se debe a la coronación del corporativismo que sobrevivió al desmoronamiento del régimen de la Revolución Mexicana.

A partir de los años 90, con la descentralización de la educación, el SNTE se convirtió en el mando superior del aparato de Estado. Sus dirigentes no sólo controlaban la trayectoria de los maestros, también se convirtieron en la fuerza hegemónica de la política educativa. Esa hegemonía, como diría Antonio Gramsci, impregnó con su esencia los hábitos y las costumbres del magisterio. La corrupción era el meollo, caló hasta las entrañas de las relaciones escolares.

A los líderes sindicales y a la burocracia les importaba poco lo que pasaba en las aulas. Les incumbía obtener más recursos. Los maestros, cada vez con menos verdadera vocación —unos compraban, otros heredaban la plaza— comenzaron a dejar de hacer. La disciplina en el salón, en alguna época la piedra angular del trabajo en el aula, comenzó a debilitarse al tiempo que se daba un relajamiento de la moral pública, empezando por los altos mandos del Estado llegando a los niveles ínfimos en la toma de decisiones.

El Modelo Educativo para la educación obligatoria, que tanto pregona la Secretaría de Educación Pública, plantea asuntos interesantes. Dice, con corrección, pienso, que los maestros son el eje de la educación donde se cimentarán las bases del progreso educativo. Pero, salvo que se me haya escapado en la lectura de los documentos, no expresa gran cosa sobre la disciplina, aunque hable de elevar la moral de los docentes.

Estoy convencido de que los maestros andan en búsqueda de algo más que buenas palabras, más que una buena formación inicial, más que una actualización dinámica. También quieren la estima social y el respeto de los padres de familia. Pero nada de eso se logrará si no se recupera el orden y hay un mínimo de disciplina escolar.

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La lección electoral

Por: Manuel Gil Antón 

La vida social es un aula sin muros. Hay coyunturas en que lo que acontece fuera de la escuela tiene un impacto tal en el aprendizaje que, aunque contradictorio con lo que se estipula como proyecto educativo, arrasa con lo programado y genera un sedimento duro y duradero en la comprensión del país: sobre todo, en las normas acordadas para las relaciones entre los ciudadanos y con las instituciones. Lo que se dice en la escuela, entonces, es materia necesaria para aprobar los exámenes, y a ese horizonte se reduce. Luego de la prueba se diluye.

La experiencia vivida, o conocida, fuera de sus linderos, tiene mayor fuerza en lo que se aprende para la vida, para aprender a aprehender lo que sucede e, incluso, como convicción que tiende a lo inmutable: así es, y será así, sin remedio.

Las elecciones del 4 de junio, los hechos de meses previos y los días siguientes, fueron parte de la información cotidiana que recibieron muchos estudiantes de todos los grados, y la población en general. Si los que vivimos en el país, casi todos, pasamos al menos unos años, o están hoy, inscritos en alguna escuela, recibimos una educación que, según el artículo 3º constitucional, entre otras características (laica, gratuita, obligatoria), ha de estar orientada por el criterio de impulsar la democracia: “considerando a la democracia no sólo como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”.

En el “Modelo Educativo para la educación obligatoria: educar para la libertad y la creatividad” que impulsa la actual administración, uno de los nes propuestos señala que el egresado: “Se oriente y actúe a partir de valores, se comporte éticamente y conviva de manera armónica; conozca y respete la ley; deenda el Estado de Derecho, la democracia y los derechos humanos…”. El contraste entre lo dicho y los hechos es enorme: las palabras, los libros de texto, lo expuesto por los docentes se estrella contra miles de anuncios espectaculares huecos (la mayoría, además, esperpénticos), “spots” a mansalva, anodinos, la distribución de tarjetas para depositar, luego de contar los votos en la casilla, un dinero en caso que ganase El candidato.

La compra de credenciales de elector, el inmenso caudal de dinero público, extra al autorizado, para “operar” el voto en el terreno, oculto a los registros, invisible a las facturas, en efectivo y efectivo para no dejar rastro con el cual probar su abundante presencia e indudable inuencia. Los que propusieron la Reforma Educativa y el Nuevo Modelo, supuestos garantes comprometidos con la democracia y la libertad, echaron “su resto” para ganar las elecciones, sobre todo en el Estado de México. Y ese resto es, más allá de lo material, muy cuantioso, el escasísimo capital moral que, quizá, les quedaba: qué penoso verlos —imaginarlos— en la esta de Los Pinos esa noche, celebrando un triunfo inmerecido, comprado

La autoridad pide que el que acusa aporte pruebas, para que jurídicamente proceda el análisis. Son corruptos, no tontos: aprovechan resquicios de la ley, simulan, y jamás expedirán un recibo, con membrete, para que lo rme quien recibe los centavos. El consejero pide que se aporte lo imposible. Algún caso menor en las actas, ciertos errores que no cambian las tendencias si habrá, pero la ingeniería de una elección de Estado o, mejor dicho, de una imposición antidemocrática del gobierno, el peor fraude, no puede demostrarse, aunque haya sido palmario.

El daño educativo es grave: no orienta a los que mandan ni la ley ni el modelo educativo: sí su ambición, esa que se asoma en la sonrisa socarrona, repleta de cinismo. ¿Qué autoridad educativa puede tener quien carece de ética? Ninguna. Es vana su gloria.

*Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-leccion-electoral/

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El Plan Maestro

Por Carlos Andújar * y Miguel Andrés Brenner **

El borrador del proyecto de ley de Reforma Educativa, presentado como Plan Maestro, abre las puertas para el despido, precarización y flexibilización de los docentes. Está basado en el documento “Profesores excelentes. Cómo mejorar el aprendizaje en América latina y el Caribe”, elaborado por dos economistas del Banco Mundial en 2015. Propone que padres y miembros de la comunidad puedan opinar sobre la contratación y el despido del personal de la escuela. El BM dice que así se ha logrado reducir el ausentismo docente y aumentar los resultados de aprendizaje de los estudiantes. Mientras los docentes siguen luchando para que se respete la ley y se convoque a una paritaria nacional, el Gobierno prepara, en soledad, una reforma educativa laboral.

“Las altas tasas de ausentismo docente en toda la región de América Latina y el Caribe y las observaciones de clases que indican que los profesores a menudo están muy poco preparados para usar los tiempos en el aula de forma eficaz son muestra de que las presiones que sienten los docentes para actuar de manera responsable suelen ser muy débiles. Entre las estrategias para reforzar la rendición de cuentas se incluyen medidas para reducir o eliminar la estabilidad laboral docente, aumentar la supervisión de parte de los directivos y empoderar a los clientes (padres y estudiantes) para supervisar o evaluar a los profesores.”

El párrafo precedente forma parte de las conclusiones del documento del Banco Mundial “Profesores Excelentes. Cómo mejorar el aprendizaje en América Latina y el Caribe” de 2015, escrito por los economistas Bárbara Bruns y Javier Luque. Este sería un dato de color, una mancha más del tigre, sobre cómo piensan los economistas del Banco Mundial a la educación, si no fuese porque el documento forma parte de los fundamentos del llamado Plan Maestro que la Alianza Cambiemos quiere transformar en ley (la cita en el Plan dice “Bruns y otros, 2015”). Las “reformas educativas” que se vienen dando en la región presentan una apariencia con centro en lo pedagógico, aunque en última instancia constituyen reformas administrativas, burocráticas y laborales en el espíritu de la precarización o flexibilización de todo tipo de empleo.

Recomendaciones

Ni las “recomendaciones” educativas del Banco Mundial, ni su visión neoliberal sobre el funcionamiento del mercado de trabajo, pueden ser una sorpresa. Desde los primeros préstamos al sector en la década del sesenta y fundamentalmente durante la década del noventa, el Banco Mundial instó a los gobiernos a adoptar una lógica economicista de la educación en la que los criterios de eficiencia, productividad y costos debían regir la estructura de los sistemas educativos. La misma debía ser llevada a cabo a través de procesos crecientes de descentralización, mayor participación de las familias, las ONG y el sector privado y la responsabilización de las instituciones educativas por los “resultados” en función a estándares de “calidad educativa” bajo el supuesto que la mayor competencia (privada y pública) genera un aumento de la calidad de los servicios. La Ley de transferencia de los servicios educativos (1992) y la Ley Federal de Educación (1993) dan cuenta de dicha avanzada y de la utopía neoliberal por mercantilizar y privatizar todos los espacios.

En referencia al mercado de trabajo, el Banco Mundial retoma la bandera de la desregulación, ya esgrimida por Hayek en 1944, afirmando en su informe de 1995 que “por los obstáculos que pone en la creación de empleos, una reglamentación de seguridad del empleo muy rígida se arriesga a proteger sólo a aquellos que tienen un empleo asalariado, a expensas de los excluidos, los desempleados y los trabajadores del sector informal, así como los del sector rural”. Su claridad exime de comentarios.

Proyecto

Si bien la “buena nueva” que se anuncia ya se encuentra prefigurada en los acuerdos del Consejo Federal de Educación, específicamente en el Anexo de la Resolución 276/16 llamada “Declaración de Purmamarca” y el Anexo de la Resolución 285/16 llamada “Argentina Enseña y Aprende. Plan Estratégico Nacional 2016-2026”, el lanzamiento mediático se configuró en torno al anuncio del presidente sobre los “magros” resultados del “Operativo Aprender 2016”, justo el día anterior a que más de cuatrocientos mil docentes de todo el país (los responsables de esos magros resultados para el Banco Mundial y el gobierno) inundaran la Plaza de Mayo reclamando a una sola voz que se cumpla la ley de Financiamiento Educativo (Ley que el Plan Maestro se encarga de mencionar como cosa del pasado)

El borrador del proyecto de ley, que se dio a conocer para que “la ciudadanía opine”, deja a las universidades, los institutos de formación docente, los sindicatos, las escuelas de los diferentes niveles educativos, como “convidados de piedra”. El Plan Maestro es un plan para los maestros, sobre los maestros, no con los maestros y mucho menos de los maestros.

El Plan Maestro utiliza intencionadamente una redacción cuidada, lavada y con aparentes generalidades, cuya lectura no experta invita a sus lectores a la adhesión a enunciados tales como “en la sociedad del conocimiento, la justicia social está directamente asociada a la educación. A diferencia del pasado, ahora ya no es posible obtener un empleo digno, participar como ciudadano en forma reflexiva y construir nuestra identidad personal sin una educación de calidad”.

Todavía resuenan los discursos neoliberales de la década del noventa que hablaban de “revolución productiva” (cuando querían decir desindustrialización), “reforma del Estado” (cuando debía leerse pérdida de soberanía y destrucción del patrimonio estatal), “nuevas formas de contratación” (para nombrar la flexibilización y precarización laboral) o “descentralizar el sistema educativo para acercar las escuelas a las comunidades” (es decir, que cada provincia tenga la educación que pueda financiar).

Clientes

Resulta por tanto imprescindible traducir el “cambio” en educación utilizando las fuentes que en el mismo documento se mencionan. Con pretensiones de discurso neutral y universalista, dice el Plan Maestro: “El desempeño profesional de los docentes constituye un factor clave para la mejora de la calidad educativa. La experiencia internacional muestra que la calidad de la educación de un país se define por la calidad de sus maestros y profesores (…) Desde hace años, la evidencia ha venido demostrando que la calidad de los aprendizajes está fuertemente condicionada por la calidad de la enseñanza y de la gestión escolar, una vez despejadas las variables socioeconómicas. En este sentido, se suele sostener que un estudiante es tan bueno como lo es su maestro”.

Los economistas “expertos en educación” del Banco Mundial, citados en el Plan Maestro, aclaran, sin eufemismos, qué es lo que recomiendan hacer con ese “factor clave”: “Hasta la fecha existe poca evidencia de investigaciones sobre alguna de estas estrategias, excepto el empoderamiento de los clientes: en algunos contextos, las formas más “sólidas” de gestión basada en las escuelas, en las que los padres y los miembros de la comunidad podían opinar sobre la contratación y el despido del personal de la escuela, han logrado reducir el ausentismo docente y aumentar los resultados de aprendizaje de los estudiantes.

Despidos

En lo que respecta a estabilidad laboral, las nuevas reformas de Chile, Perú, Ecuador y una reforma anterior de Colombia han establecido una vía para desvincular de la profesión a los docentes con un desempeño insatisfactorio continuo. Aunque potencialmente es muy importante, la cantidad de profesores despedidos hasta la fecha en estos países ha sido mínima. Esto contrasta con la práctica habitual de Singapur, donde todos los docentes se evalúan periódicamente y se adoptan medidas en forma regular para aconsejar al 5 por ciento de peor desempeño que abandone la profesión, y también con la práctica de la ciudad de Washington, donde el 33 por ciento del cuerpo docente fue despedido o se retiró voluntariamente en los primeros cuatro años desde la introducción del sistema de evaluación docente. “El mejoramiento radical de la profesión docente en América Latina y el Caribe requerirá medidas mucho más agresivas para descartar a los profesores de peor desempeño en forma sistemática”, proponen.

El Banco Mundial no escatima esfuerzos e incluso hace recomendaciones a los gobiernos sobre la implementación. “El impulso a favor de las reformas es mayor si se introducen al comienzo de un nuevo Gobierno. En la mayoría de los casos, el proceso es conflictivo y los sindicatos demuestran gran interés en extenderlo más de lo necesario. Si los líderes avanzan rápidamente, aprovecharán su punto de máxima influencia política y establecerán la educación como tema prioritario”, recomiendan.

Flexibilización

Mientras el colectivo docente sigue luchando para que se respete la ley y se convoque a una paritaria nacional, los paladines del “diálogo y el compromiso por la educación” preparan, en soledad, una reforma educativa laboral.

Las pretensiones privatizadoras de la década de los noventa, llevadas adelante a través de la descentralización y desfinanciamiento, se profundizan en la actual restauración neoliberal a través del intento de una reforma laboral que precariza y flexibiliza (neologismo que quiere significar pérdida de derechos) el trabajo docente. Asimismo, y “por el mismo precio”, se busca mercantilizar espacios públicos mediante la creación de un mercado muy rentable en la que “nuevos” actores privados prestarán servicios educativos, por un lado, en torno al diseño, implementación y síntesis de las evaluaciones estandarizadas sobre el desempeño docente, y por el otro brindando una oferta de cursos y capacitaciones que permitan a las y los docentes, que “se esfuercen y lo merezcan”, aprobar con éxito el examen.

La educación es una variable dependiente del sistema social en la que está inserta y no se pueden “despejar” las variables socioeconómicas porque son parte constitutivas del propio proceso educativo y, principalmente, objeto de reflexión, crítica y transformación de una educación y praxis liberadora. A decir verdad, no toda educación es buena para el pueblo, sólo lo es aquella que libera.

* Docente ISFD N° 41 UNLZ FCS. Colectivo Educativo Manuel Ugarte.

** Docente ISFD N° 41 y 35. Investigador FFyL UBA.

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Aprendizaje y TIC: la frustración del docente (competencias) y el empoderamiento del discente!!!

Por Juan Domingo Farnos

El alumno es el verdadero protagonista, el único responsable de su aprendizaje. Sin embargo, si echamos la vista atrás y tratamos de recordar las diferentes experiencias educativas que hemos tenido a lo largo de nuestra vida, veremos que apenas cumplen esas premisas. Por regla general, la mayor parte de ellas eran monopolizadas por profesores que acaparaban el espectáculo, muchas veces situados en un estrado como símbolo de su autoridad y jerarquía. Cuando estábamos en el colegio, jamás olvidamos que el profesor tenía el poder absoluto de poner las notas y aprobar o suspender a los alumnos.

Tal vez cuando no exista esa relación, les sea más sencillo conectar con los intereses reales de sus clientes, los estudiantes. Su labor consistía en impartir lecciones magistrales, recitar cantidades industriales de datos e información que atravesaban nuestro oído sin pasar por el cerebro y sin dejar huella ni impacto profundo. Por eso, no es que lo hayamos olvidado, es que nunca lo llegamos a aprender. La premisa era: Yo sé, tú no sabes, yo te cuento. Hablaban y hablaban durante horas, durante días, durante años a legiones de alumnos diferentes pero que siempre se comportaban igual. Debe resultar duro saber de antemano que los alumnos que están enfrente no tienen apenas interés en aprender lo que el profesor tiene la obligación de enseñarles.

Hoy el profesor sigue haciendo el 95% del trabajo. El aprendizaje depende demasiado del profesor, y ya hemos comprobado en carne propia que hay profesores buenos y malos. Todavía no se tiene en cuenta la eficiencia de desarrollar una sola vez un contenido de calidad en lugar de que haya miles de profesores impartiendo sus propios cursos una y otra vez, año tras año. Para cerrar el círculo, tratamos de medir el conocimiento de los alumnos a través de exámenes.

Nosotros los alumnos nos limitábamos a escuchar callados durante horas, tratar de no dormirnos, memorizar lo necesario para aprobar el examen y continuar avanzando. Éramos meros asistentes, casi nunca participantes. Nadie nos preguntó jamás por nuestros intereses, por nuestras necesidades, casi nunca se trató de hacerlo entretenido.

Curiosamente el único negocio donde el cliente nunca tiene la razón. Al cabo de pocos meses, habíamos olvidado casi todo lo “aprehendido” y lo poco que recordábamos, éramos incapaces de encontrarle aplicación práctica:

¿Integrales y derivadas?
¿Latín?
¿Trigonometría?
¿las leyes de Mendel?
¿la tabla de los elementos?

Y sin embargo ¿donde aprendemos comunicación, relaciones sociales, a razonar, a hablar en público y presentar y defender nuestras ideas ante otros?

Ese tipo de cosas solo se aprenden con mucha práctica. Pensar que esta labor del profesor es enseñar y esta actividad de alumno es aprender es una ilusión. Y para un profesor vocacional es simplemente frustrante.

Internet ha favorecido el acceso de la información y facilitado su distribución. La educación viene a nosotros. Anytime, anywhere. Genial. Lo grave es que el problema continúa siendo el mismo.

La versión online se limita a virtualizar lo presencial. El alumno sigue siendo el mismo espectador que era antes y además ahora está solo, con un artefacto tecnológico por medio (el ordenador) y las autopistas de la información que rara vez se comportan como tales. Por si fuera poco, la mayor parte de los contenidos dejan mucho que desear, al igual que ocurre con la mayoría de los cursos presenciales.

Ahora la sociedad está sometida a vertiginosos cambios que plantean continuamente nuevas problemáticas, exigiendo a las personas múltiples competencias procedimentales (iniciativa, creatividad, uso de herramientas TIC, estrategias de resolución de problemas, trabajo en equipo…) para crear el conocimiento preciso que les permita afrontarlas con éxito.

Por ello, hoy en día el papel de los formadores no es tanto “enseñar” (explicar-examinar) unos conocimientos que tendrán una vigencia limitada y estarán siempre accesibles, como ayudar a los estudiantes a “aprender a aprender” de manera autónoma en esta cultura del cambio y promover su desarrollo cognitivo y personal mediante actividades críticas y aplicativas que, aprovechando la inmensa información disponible y las potentes herramientas TIC, tengan en cuenta sus características (formación centrada en el alumno) y les exijan un procesamiento activo e interdisciplinario de la información para que construyan su propio conocimiento y no se limiten a realizar una simple recepción pasiva-memorización de la información .

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Por otra parte, la diversidad de los estudiantes y de las situaciones educativas que pueden darse, aconseja que los formadores aprovechen los múltiples recursos disponibles (que son muchos, especialmente si se utiliza el ciberespacio) para personalizar la acción docente, y trabajen en colaboración con otros colegas (superando el tradicional aislamiento, propiciado por la misma organización de las escuelas y la distribución del tiempo y del espacio) manteniendo una actitud investigadora en las aulas, compartiendo recursos (por ejemplo a través de las webs docentes), observando y reflexionando sobre la propia acción didáctica y buscando progresivamente mejoras en las actuaciones acordes con las circunstancias (investigación-acción).

Las TIC se han convertido en un eje transversal de toda acción formativa donde casi siempre tendrán una triple función: como instrumento facilitador los procesos de aprendizaje (fuente de información, canal de comunicación entre formadores y estudiantes, recurso didáctico…), como herramienta para el proceso de la información y como contenido implícito de aprendizaje (los estudiantes al utilizar las TIC aprenden sobre ellas, aumentando sus competencias digitales). Así, hoy en día los formadores necesitan utilizar las TIC en muchas de sus actividades profesionales habituales (ver http://dewey.uab.es/pmarques/docentes.htm):

– En la fase PRE-ACTIVA de preparación para la intervención: para buscar información con la que planificar las intervenciones formativas y definir y actualizar los contenidos de los programas formativos; para preparar o seleccionar apuntes, materiales didácticos y actividades formativas para los estudiantes; para buscar páginas web, bibliografía y otros materiales de repaso o ampliación de conocimientos; para documentarse sobre lo que hacen otros colegas y otras instituciones con el fin de mejorar la propia práctica; para elaborar la propia web docente, centro de recursos personal donde cada formador va ordenando los materiales digitales propios y los enlaces de Internet que tienen interés para su trabajos y sus estudiantes; etc…

– En la fase ACTIVA de intervención formativa. Si la formación se imparte on-line, a través de un Entorno Virtual de Aprendizaje (EVA), las TIC constituyen la infraestructura básica imprescindible, la plataforma tecnológica que facilita los recursos para el aprendizaje y la interacción entre formadores y estudiantes (materiales didácticos, aulas virtuales, foros, tutorías…). Si la formación es presencial, el apoyo de las TIC cada vez resulta más indispensable: utilización de materiales informativos y didácticos digitalizados en las actividades de enseñanza y aprendizaje que se realicen con los estudiantes, utilización de infraestructuras tecnológicas de apoyo didáctico como la pizarra digital y las aulas informáticas, tutorías complementarias on-line, foros de discusión entre formadores y alumnos, asesoramiento a los estudiantes en el uso de las TIC, tal vez ejercicios autocorrectivos y alguna prueba de evaluación on-line, etc.

– Finalmente, en la fase POST-ACTIVA, las TIC facilitan la propuesta de actividades complementarias a realizar, la recepción de trabajos y envío de comentarios y correcciones on-line, la atención de nuevas consultas mediante la tutoría virtual, la realización de algunas gestiones administrativas del formador (entrada de notas…) telemáticamente, etc.

A partir de estas consideraciones, que abarcan un amplio espectro de las actividades del formador, se comprende que para integrar y utilizar con eficiencia y eficacia las TIC el formador necesita una buena formación técnica sobre el manejo de estas herramientas tecnológicas y también una formación didáctica que le proporcione un “buen saber hacer pedagógico” con las TIC. Por las múltiples aplicaciones innovadoras que tiene en todos los ámbitos de nuestra sociedad, el conocimiento y aprovechamiento personal y profesional de los servicios que proporciona Internet constituye la parcela más relevante de las competencias en TIC que deben tener los formadores, sin olvidar el resto de las competencias básicas en TIC que necesita todo ciudadano y otras competencias TIC específicas de su campo profesional, muy especialmente la aplicación de estos instrumentos tecnológicos con fines didácticos para facilitar los aprendizajes de los estudiantes.

En definitiva, y de acuerdo con diversos estudios realizados al respecto (Majó y Marquès, 2002; Tejada, 1999), podemos resumir así las competencias en TIC que deben tener los docentes:

          – Tener una actitud positiva hacia las TIC, instrumento de nuestra cultura que conviene saber utilizar y aplicar en muchas actividades domésticas y laborales.
– Conocer los usos de las TIC en el ámbito educativo.
– Conocer el uso de las TIC en el campo de su área de conocimiento.
– Utilizar con destreza las TIC en sus actividades: editor de textos, correo electrónico, navegación por Internet….

– Adquirir el hábito de planificar el currículum integrando las TIC (como medio instrumental en el marco de las actividades propias de su área de conocimiento, como medio didáctico, como mediador para el desarrollo cognitivo)
– Proponer actividades formativas a los alumnos que consideren el uso de TIC
– Evaluar el uso de las TIC

Estas mismas competencias didáctico-digitales para los formadores se recogen de manera más amplia en el siguiente esquema, agrupadas ahora en cuatro dimensiones:


– COMPETENCIAS TÉCNICAS (INSTRUMENTALES)

 Competencias docentes para el siglo XXI. Ana María Cerda from Subsecretaría de Educación Bá on Vimeo.

            . Conocimientos básicos de los sistemas informáticos y de las redes: características básicas de los equipos, terminología…

     . Gestión del equipo informático. El formador debe ser autónomo en el uso de su equipo: manejo del sistema operativo Windows y de los programas que utiliza habitualmente, gestión de archivos y carpetas en las unidades de almacenamiento, conexión de periféricos, gestión de copias de seguridad y antivirus, instalación y desinstalación de programas, utilización de recursos compartidos en red, mantenimiento básico del equipo…

     . Utilizar las ayudas que proporcionan los manuales y los mismos programas.

    . Procesador de textos: uso de las funciones básicas, correctores ortográficos, OCR (escaneado de documentos)
. Imagen digital: creación, captura y tratamiento. Uso del escáner y de la 
cámara y el vídeo digital.
. Navegación en Internet: utilización de los buscadores y captura de todo tipo de datos, búsqueda y selección crítica de información, realización de telegestiones…

     . Uso del correo electrónico y de los foros telemáticos (chats, listas, videoconferencias…) utilizando las normas de cortesía habituales.

     . Conocimientos básicos de los lenguajes hipermedial (estructuración hipermedial de la información) y audiovisual.

         . Elaboración de páginas web y presentaciones multimedia.

          . Hojas de cálculo: uso de las funciones elementales y de los gráficos estadísticos sencillos..

       . Bases de datos: Consulta de bases de datos y uso básico de un gestor de bases de datos (creación de bases de datos, mantenimiento, consultas, informes).

     . Gestión de los sistemas tecnológicos aplicados a la educación: audiovisuales convencionales (retroproyector, vídeo, televisión…), pizarra digital, sistemas de videoconferencia…

       . Conocimientos básicos sobre los sistemas de teleformación: estructura, funcionalidades…

     . Uso de lenguajes de autor y entornos específicos específicos para la elaboración de materiales didácticos.

         – ACTUALIZACIÓN PROFESIONAL 
. Conocimiento de las posibilidades de utilización de los recursos en soporte TIC en la docencia y para la organización y gestión de las instituciones formativas.

     . Conocimiento de las ventajas e inconvenientes de los entornos virtuales de aprendizaje frente a los sistemas de aprendizaje presencial con apoyo TIC..

     . Acceso a las fuentes de información y recursos en soporte TIC (revistas, portales especializados, webs temáticas, foros telemáticos…) dedicadas a las labores de los formadores.

       . Conocimiento de las repercusiones de las TIC en el campo de conocimiento que se imparte

       . Acceso a las fuentes de información y recursos en soporte TIC sobre las materias que imparte.

        . Utilización de los programas informáticos relevantes y específicos de las materias que imparte.

         . Acceso a algunas de las múltiples fuentes de formación e información general que proporciona Internet (bibliotecas, cursos, materiales formativos, prensa…).       

– METODOLOGÍA DOCENTE

            . Integración de recursos TIC (como instrumento, como recurso didáctico y como contenido de aprendizaje) en los planes docentes y programas formativos.

          . Evaluación objetiva de recursos educativos en soporte TIC.

          . Selección de recursos TIC y diseño de intervenciones formativas contextualizadas; organización de las clases.

        . Aplicación en el aula de nuevas estrategias didácticas que aprovechen los recursos TIC:        

          -Algunos profesores utilizan recursos TIC relacionados con los contenidos de su asignatura, otros utilizan recursos que no tienen relación específica con la asignatura para realizar actividades innovadoras

       – Presentar organizadores previos con buenos conceptos inclusores antes de que hagan las actividades con apoyo TIC.

        – Uso de las funcionalidades de la pizarra digital en el aula . Aprovechar los (contenidos, interacción, multimedia, ubicuidad en Internet… motivación) como apoyo a la orientación del aprendizaje, para individualizar los aprendizajes y tratar mejor la diversidad: necesidades formativas, ritmos, preferencias, tiempos y espacios disponibles para el estudio…

          – Aprovechar la interactividad de los materiales didácticos multimedia para que los estudiantes realicen prácticas para mejorar los aprendizajes.

– Realización de trabajos de autoaprendizaje a partir de búsquedas en Internet y presentación de los mismos en el aula con apoyos audiovisuales o digitales.

          – Realizar investigaciones guiadas tipo Webquest.

    – Facilitar a los estudiantes el acceso a diversas fuentes y distintas formas de representar la información. Proporcionar recursos de apoyo y actualización de conocimientos.

         – Buscar otras webs de interés para la asignatura.

          – Que los estudiantes hagan síntesis de un tema y luego lo pongan en un blog o lo presneten.

        – Realización de trabajos grupales en las aulas multiuso e informáticas

          – Actividades de aprendizaje basado en proyectos.

          – Realización de proyectos colaborativos en soporte TIC a partir de las fuentes informativas de Internet y con la ayuda de los canales comunicativos telemáticos

        – Organizar actividades de trabajo colaborativo que relacionen los aprendizajes con la vida cotidiana, para reforzar los aprendizajes significativos con el contraste de opiniones (se integrará todo más con los conocimientos anteriores); de esta manera se pueden compensar las limitaciones (las respuestas son limitadas y preseterminadas, falta de socialización, poca significabilidad de los aprendizajes, dificultades para transferir los aprendizajes…) de muchos programas educativos de corte conductista.

          – Buscar otros expertos en Internet (actividades con videoconferencia…)

          – Aprovechamiento didáctico de los recursos que proporcionan los “mass media”. Uso de las fuentes de información para conocer problemas reales del mundo.

          -Enseñar a los alumnos el autoaprendizaje con la ayuda de las TIC, ya que estos materiales pueden promover su aprendizaje autónomo. Que sepan lo que éstas les pueden aportar y lo que no.

        -Elaboración de apuntes, presentaciones y materiales didácticos multimedia de apoyo para los estudiantes (Clic, Hot Potatoes…) y contemplar aspectos de accesibilidad.

       -Uso eficiente de las tutorías virtuales y de otras ayudas tecnológicas para la tutoría y la orientación: identificación de las características de los alumnos, seguimiento de sus actividades, informes….. Uso de ayudas TIC para la autoevaluación y la evaluación de los estudiantes y de la propia acción formativa. Hacer que los estudiantes identifiquen y valoren los nuevos aprendizajes y los relacionen con sus conocimientos previos

          -Uso de las funcionalidades que proporcionan las intranet y las web de centro (verhttp://dewey.uab.es/pmarques/intranets.htm).

         -Confección de la web docente con una selección de recursos de utilidad para los estudiantes (ver http://dewey.uab.es/pmarques/webdocen.htm).

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– ACTITUDES 

  •  Actitud abierta y crítica ante la sociedad actual (era Internet, Sociedad de la Información) y las TIC (contenidos, entretenimiento…)
  •  Estar predispuesto al aprendizaje continuo y a la actualización permanente.
  •   Actitud abierta a la investigación en el aula para aprovechar al máximo las posibilidades didácticas de los apoyos que proporcionan las TIC.
  •   Actuar con prudencia en el uso de las TIC (indagar la procedencia de mensajes, evitar el acceso a información conflictiva y/o ilegal, preservar los archivos críticos)

LA FORMACIÓN DE LOS DOCENTES 


La mejor manera de lograr esta nueva capacitación en TIC del profesorado que ya está en activo es promoviendo la adecuada formación desde el propio centro, incentivando el uso y la integración de las TIC a partir de la consideración de sus necesidades, orientada a la acción práctica (para que no se quede solo en teoría) y, por supuesto, facilitando los adecuados medios tecnológicos y un buen asesoramiento continuo. Por otra parte, esta cada vez más sentida necesidad de formación en TIC por parte del profesorado puede aprovecharse por parte de la administración educativa para promover la no siempre tan sentida, pero a veces igualmente necesaria, actualización didáctica. Un objetivo más difícil aún si cabe.
Hay que tener en cuenta que aún hay muchos docentes que ven con recelo e indiferencia el uso de estos recursos. El origen de estas actitudes negativas por parte de un sector de los docentes suele encontrarse en alguna de las siguientes circunstancias:

          – Poco dominio de las TIC, debido a una falta de formación, lo que genera: temor, recelo, impotencia, ansiedad…

       – Influencia de estereotipos sociales, por falta de conocimiento sobre las verdaderas aportaciones de las TIC y su importancia para toda la sociedad. Así algunos docentes se identifican con expresiones del tipo: “son caras, sofisticadas y no han demostrado su utilidad”, “son una moda”, “son otro invento para vender”, etc.

        – Reticencias sobre sus efectos educativos, por falta de conocimiento buenas prácticas educativas que aprovechen las ventajas que pueden comportar las TIC. De esta manera, y tal vez considerando solamente experiencias puedan conocer en las que se ha hecho un mal uso de estos materiales, algunos profesores creen que deshumanizan, no son útiles, no aportan casi nada importante, tienen efectos negativos, dificultan el trabajo educativo…

          – Prejuicios laborales: creencia de que no compensan el tiempo necesario de preparación, temor a que sustituyan a los profesores, etc.

Por ello el profesorado debe ver la necesidad y la utilidad de las TIC en su quehacer docente e investigador, debe descubrir sus ventajas, debe sentirse apoyado en todo momento, porque si no lo ve necesario y factible ¿hasta que punto se le puede forzar a una actualización de competencias tecnológicas sin vulnerar sus derechos, su “libertad de cátedra”?

Los modelos básicos de formación del profesorado se centran en los siguientes aspectos:

        a- la adquisición de conocimientos: sobre sus asignatura, sobre Didáctica…

          b- el desarrollo de habilidades relacionadas con el rendimiento didáctico.

          c- el desarrollo integral del profesorado, su autoconcepto…      

          d- la investigación en el aula, buscando continuamente nuevas soluciones a los problemas que presenta cada contexto educativo.

Se busca la reflexión sobre la práctica docente, y se utilizan técnicas de investigación-acción.

En cualquier caso, las competencias necesarias para una persona que se dedique a la docencia deben contemplar cuatro dimensiones principales:

  •   Conocimiento de la materia que imparte, incluyendo el uso específico de las TIC en su campo de conocimiento, y un sólido conocimiento de la cultura actual (competencia cultural).
  • Competencias pedagógicas: habilidades didácticas (incluyendo la didáctica digital), mantenimiento de la disciplina (establecer las “reglas de juego” de la clase), tutoría, conocimientos psicológicos y sociales (resolver conflictos, dinamizar grupos, tratar la diversidad…), técnicas de investigación-acción y trabajo docente en equipo (superando el tradicional aislamiento, propiciado por la misma organización de las escuelas y la distribución del tiempo y del espacio). Debe actuar con eficiencia, reaccionando a menudo con rapidez ante situaciones siempre nuevas y con una alta indefinición (una buena imaginación también le será de utilidad) y sabiendo establecer y gestionar con claridad las “reglas de juego” aceptadas por todos.
  •  Habilidades instrumentales y conocimiento de nuevos lenguajes: tecnologías de la información y la comunicación (TIC), lenguajes audiovisual e hipertextual…
  •   Características personales. No todas las personas sirven para la docencia, ya que además de las competencias anteriores son necesarias: madurez y seguridad, autoestima y equilibrio emocional, empatía, imaginación…

El profesor debe tener entusiasmo (creer en lo que hace, vivirlo, de manera que transmita el entusiasmo y la pasión de aprender a los estudiantes), optimismo pedagógico (ante las posibilidades de mejora de los estudiantes), liderazgo (que nazca de su actuación abriendo horizontes a los estudiantes y representando la voluntad del grupo, de su dedicación y trato, de su ejemplo y valores…). Debe dar afecto (no por lo que hacen, sino por lo que son) que proporcionará la imprescindible seguridad, y debe dar confianza (creyendo en las posibilidades de todos sus alumnos; las expectativas se suelen cumplir) que reforzará el impulso de los estudiantes para demostrar su capacidad.

Estas competencias, que deberían permitir desarrollar adecuadamente las funciones que señalamos en el apartado anterior, deberían proporcionarlas los estudios específicos que preparan para este ejercicio profesional. Hay que tener en cuenta que, según diversos estudios, después de los factores familiares, la capacidad del profesor es el factor determinante más influyente en el éxito de los estudiantes, con independencia de su nivel socioeconómico.

No obstante, exceptuando al profesorado de enseñanza infantil y primaria (que hacen una carrera específica de tres años), en los demás casos no siempre quedan aseguradas estas competencias pedagógicas (que se obtienen mediante la realización de un curso de capacitación pedagógica. CAP). Por otra parte, los sistemas de selección (al menos los del sector público de la enseñanza), no suelen considerar demasiado las habilidades instrumentales en TIC y tampoco se analizan sistemáticamente las cualidades psicológicas personales.

         ¿No se debería replantear todo esto?        

Por otra parte, muchos de los docentes actualmente en ejercicio recibieron una formación pensada para la escuela de las últimas décadas del siglo XX. Y nuestra sociedad ha cambiado mucho, de manera que la formación permanente que la “sociedad de la información” impone a sus ciudadanos también resulta indispensable para el profesorado de todos los niveles educativos.
En suma, es necesario reconocer e incentivar la competencia y buena labor docente del profesorado, su compromiso y su dedicación real, proporcionándole recursos suficientes, las mejores condiciones de trabajo posible, y la formación inicial y continua y el asesoramiento adecuado.

En este sentido se propone:
-La complejidad de la sociedad actual y la diversidad del alumnado exigen una formación más amplia para los futuros maestros, que se puede articular en unos estudios de licenciatura.

          – Itinerarios de capacitación docente en todas las licenciaturas que habilitarían para poder ejercer la docencia en la ESO y los niveles superiores de enseñanza. En los actuales cursos de capacitación pedagógica no se puede aprender todo lo que hoy en día hay que saber para ser un docente y un educador. Las Facultades de Ciencias de la Educación deberían ofrecer asignaturas optativas que permitieran establecer itinerarios de capacitación docente en todas las licenciaturas

          – Plan de formación continua para docentes en activo (un 50% tienen más de 45 años) diseñado modularmente en cursos de unas 30 horas a partir de unas competencias básicas que todos deberán acreditar poco a poco, por ejemplo en un plazo de 10 años. Pensamos que la Administración Educativa debería establecer unas competencias básicas que todos los profesores en ejercicio deberían acreditar cada diez años, mediante la realización de un cursillo específico para cada una de ellas. Estos cursillos se podrían ir realizando sin prisas, a un ritmo de uno por año.

Entre estas competencias básicas destacamos:


– Tecnologías de la información y la comunicación (TIC)

 – Lenguaje audiovisual       

– Buenas prácticas didácticas
– Didáctica de (la asignatura de cada uno)

– Multiculturalidad

– Tratamiento de la diversidad

– Dinámica de grupos

– Resolución de conflictos

– Las componentes emocionales de la inteligencia

Esta formación continua podrá complementarse a través de comunidades virtuales de profesores, donde los docentes pueden compartir recursos, exponer problemáticas… 

 

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En este marco, la formación permanente del profesorado debería enfocarse atendiendo a una triple dimensión:
– Las necesidades de los centros, donde los profesores podrán poner en práctica lo que aprendan.

– Las opciones y preferencias personales, ya que a cada profesor le puede interesar más profundizar en unos temas específicos

– La acreditación de las competencias básicas establecidas por la Administración Educativa.

– Asesoramiento continuo al profesorado. Vía Internet y, si es necesario, también presencial. Cuando un profesor tiene un problema en clase (conductual, de aprendizaje…) debe haber alguien que pueda darle una solución. La Administración Educativa debe disponer de un equipo de especialistas que puedan realizar este asesoramiento al profesorado en activo, al cual además le sugerirán cursos de formación complementaria que pueden ayudarle para afrontar estos conflictos.

 – Estancias en el extranjero y en empresas. Conviene facilitar la estancia del profesorado en centros docentes del los países de la Unión Europea y su participación en proyectos de trabajo conjunto. También es necesario que haya una mayor relación entre la escuela y el mundo laboral. Especialmente en los Ciclos Formativos, deberían establecerse mecanismos para que el profesorado pudiera pasar estancias (a tiempo total o parcial) en empresas para actualizar sus conocimientos y adquirir experiencia de su aplicación práctica.

– Nuevos sistemas para la selección del profesorado en los centros públicos. Las oposiciones no pueden basarse solamente en la demostración puntual de unos conocimientos teóricos. Se propone que se tenga en cuenta también: su web docente, un periodo obligatorio de prácticas en un centro (periodo obligatorio de becario…)

– Incentivar la participación del profesorado en proyectos y actividades formativas que fomenten la investigación y el intercambio (jornadas y congresos), En este sentido, lnternet ofrece la posibilidad de crear redes con profesores de otros centros e instituciones, participar en foros, proyectos de investigación y cursos virtuales sin necesidad de abandonar la actividad docente.

¿SERÁ EL FUTURO SOCIAL Y EDUCATIVO  EL DE LAS TIC?

Seamos conscientes de que estamos hablando de un cambio drástico y por tanto realmente complicado. Le estamos pidiendo al profesor que ceda su protagonismo, renuncie a su autoridad y desempeñe un rol para el que nadie le ha preparado, incluyendo al mismo tiempo una dolorosa revolución tecnológica. Creo que todos reconocemos que los profesores juegan un papel crucial. Pasan más tiempo con los niños que los propios padres y tienen en sus manos la enorme responsabilidad de co-educarlos. Sin embargo apenas se les dan herramientas y recursos y en la práctica no les reconocemos ese papel esencial.

La conclusión es clara:

No podemos seguir enseñando las mismas cosas y de la misma manera. La educación y la formación son aburridas, demasiado serias y dejan escaso margen al entretenimiento. Los profesores deben jugar un papel diferente, y que será más importante que el que han desempeñado hasta ahora porque la información y conocimiento que antes transmitían, hoy ya están disponibles en múltiples formatos.

En lugar de estar encerrados en un aula, participarán en el diseño de cursos y simulaciones, en la construcción de plataformas, de herramientas de autor, en la tutorización, seguimiento y evaluación de alumnos, en la selección de contenidos, en el diseño de itinerarios formativos y curriculums, en la gestión de conocimiento, en los equipos de desarrollo de productos.

Este panorama tiene también sus peajes.

El tutor tiene que aceptar que efectivamente los alumnos saben más que ellos en algunas cosas y que por tanto en ocasiones los roles se intercambian y ello posibilita una inmejorable oportunidad para aprender. Debe también comprender que se trata de enseñar a las personas a pensar y que para esto tenemos que inducirles objetivos, hacer que fallen las expectativas, ayudarles entender porque y facilitarles herramientas para que corrijan su teoría y aprendan.

En un curso bien diseñado, un alumno habrá tenido éxito, y por tanto un tutor también, si ha aprendido a HACER (desempeño) y no solo a saber (información). Sin perder de vista que lo importante es lo qué necesita saber el alumno y lo qué le interesa, no lo mucho que sepa el profesor. Es una oportunidad única de revalorizar el esencial rol social de los profesores, hoy en día fuertemente desprestigiado y desprotegido.

Creo que no habrá disenso si afirmo que uno de los efectos más notables de las tecnologías digitales es que permiten y facilitan una mayor comunicación entre las personas independientemente de su situación geográfica o temporal. 

Las nuevas tecnologías de la comunicación rompen barreras espacio-temporales facilitando la interacción entre personas mediante formas orales (la telefonía), escrita (el correo electrónico) o audiovisual (la videoconferencia). Asimismo esta comunicación puede ser sincrónica – es decir, simultánea en el tiempo- o asincrónica – el mensaje se emite y recibe en un período de tiempo posterior al emitido.  En segundo lugar, podemos señalar que las tecnologías permiten el acceso de forma permanente a gran cantidad de información. (…)

Asimismo, las nuevas tecnologías de la información y comunicación están propiciando la superación de una visión estrecha y localista de la realidad. (…) En este sentido, los medios de comunicación y por supuesto las redes telemáticas, están jugando un papel clave en este proceso de creación de una conciencia y perspectiva mundial o planetaria.

En definitiva, las redes telemáticas propician nuevas formas de participación social más allá de los límites territoriales locales. (…) La acción política y organización de los denominados movimientos alternativos o de antiglobalización no sería explicable sin la utilización de las nuevas tecnologías de la comunicación.

La tarea que tenemos por delante es, al mismo tiempo, un reto tentador y una aventura gigantesca. Quiero creer que caminamos hacia una sociedad de hombres más libres, de personas cada vez más autónomas y más capaces de tomar el control de sus vidas. Antes se educaba para aprender a obedecer y luego trabajar en una fábrica/empresa donde seguir obedeciendo. Hoy queremos personas emprendedoras, que piensen por si mismas y para lograrlo hay que enseñarles de otra manera, entregarles todo el poder. Para guiar y controlar su vida no podrán dejar nunca de aprender, no hay garantía alguna de que lo que hoy les sirve mañana siga siendo útil. Pero esto significa que si unos ganan libertad y control, otros la pierden y ya sabemos lo humanamente complicado que resulta renunciar al poder.

Los tomadores de decisiones, las personas que dirigen empresas, sistemas educativos y gobiernos y que lo harán todavía durante bastantes años nacieron, crecieron y se educaron en un modelo tradicional. No tuvieron contacto con un ordenador hasta que empezaron a trabajar y tienen, con honrosas excepciones, un concepto poco innovador y moderno del aprendizaje. Tengamos esto siempre presente para moderar el optimismo que en ocasiones se desborda.
Por último y para no generar falsas expectativas, hay que advertir que no van a aprender gran cosa por leer este artículo. Como mucho, me conformo con que encuentren algunas ideas inspiradoras y otras provocadoras pero poco más. Y las razones son simples.

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En pocas semanas se olvidarán de la mayor parte de lo que lean. Además no se aprende en fecha fija sino cuando se necesita para resolver algún problema (just in time). Y lo realmente importante son las preguntas que surjan en sus cabezas cuando lean estás paginas, preguntas que muchas veces quedarán sin respuesta. Por tanto, les recomiendo que recopilen y contrasten tan amplio espectro de opiniones sobre el tema como sea posible en lugar de fiarse de un solo experto, institución, informes…

La sociedad de la tecnología nos engloba, nos une y nos separa a la vez, por eso debemos separar el grano de la paja, procurar que las TIC sean beneficiosas para todos, que todos podamos acceder a ellas y que el amplio espectro que representan significa progreso, libertad, transparencia e independencia de criterio y de utilización, siendo su USABILIDAD, potestat de todos y no de unos cuantos, y que se emplee en una sociedad multidireccional y multicultural, donde los valores inclusivos (respeto a las diferencias) son la base de las TIC, ya que así y gracias a sun indiscutible “potencialidad” podremos hacer un mundo mejor, que al fin y al cabo es de lo que se trata.

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