Page 1830 of 2676
1 1.828 1.829 1.830 1.831 1.832 2.676

Aprendizaje y TIC: la frustración del docente (competencias) y el empoderamiento del discente!!!

Por Juan Domingo Farnos

El alumno es el verdadero protagonista, el único responsable de su aprendizaje. Sin embargo, si echamos la vista atrás y tratamos de recordar las diferentes experiencias educativas que hemos tenido a lo largo de nuestra vida, veremos que apenas cumplen esas premisas. Por regla general, la mayor parte de ellas eran monopolizadas por profesores que acaparaban el espectáculo, muchas veces situados en un estrado como símbolo de su autoridad y jerarquía. Cuando estábamos en el colegio, jamás olvidamos que el profesor tenía el poder absoluto de poner las notas y aprobar o suspender a los alumnos.

Tal vez cuando no exista esa relación, les sea más sencillo conectar con los intereses reales de sus clientes, los estudiantes. Su labor consistía en impartir lecciones magistrales, recitar cantidades industriales de datos e información que atravesaban nuestro oído sin pasar por el cerebro y sin dejar huella ni impacto profundo. Por eso, no es que lo hayamos olvidado, es que nunca lo llegamos a aprender. La premisa era: Yo sé, tú no sabes, yo te cuento. Hablaban y hablaban durante horas, durante días, durante años a legiones de alumnos diferentes pero que siempre se comportaban igual. Debe resultar duro saber de antemano que los alumnos que están enfrente no tienen apenas interés en aprender lo que el profesor tiene la obligación de enseñarles.

Hoy el profesor sigue haciendo el 95% del trabajo. El aprendizaje depende demasiado del profesor, y ya hemos comprobado en carne propia que hay profesores buenos y malos. Todavía no se tiene en cuenta la eficiencia de desarrollar una sola vez un contenido de calidad en lugar de que haya miles de profesores impartiendo sus propios cursos una y otra vez, año tras año. Para cerrar el círculo, tratamos de medir el conocimiento de los alumnos a través de exámenes.

Nosotros los alumnos nos limitábamos a escuchar callados durante horas, tratar de no dormirnos, memorizar lo necesario para aprobar el examen y continuar avanzando. Éramos meros asistentes, casi nunca participantes. Nadie nos preguntó jamás por nuestros intereses, por nuestras necesidades, casi nunca se trató de hacerlo entretenido.

Curiosamente el único negocio donde el cliente nunca tiene la razón. Al cabo de pocos meses, habíamos olvidado casi todo lo “aprehendido” y lo poco que recordábamos, éramos incapaces de encontrarle aplicación práctica:

¿Integrales y derivadas?
¿Latín?
¿Trigonometría?
¿las leyes de Mendel?
¿la tabla de los elementos?

Y sin embargo ¿donde aprendemos comunicación, relaciones sociales, a razonar, a hablar en público y presentar y defender nuestras ideas ante otros?

Ese tipo de cosas solo se aprenden con mucha práctica. Pensar que esta labor del profesor es enseñar y esta actividad de alumno es aprender es una ilusión. Y para un profesor vocacional es simplemente frustrante.

Internet ha favorecido el acceso de la información y facilitado su distribución. La educación viene a nosotros. Anytime, anywhere. Genial. Lo grave es que el problema continúa siendo el mismo.

La versión online se limita a virtualizar lo presencial. El alumno sigue siendo el mismo espectador que era antes y además ahora está solo, con un artefacto tecnológico por medio (el ordenador) y las autopistas de la información que rara vez se comportan como tales. Por si fuera poco, la mayor parte de los contenidos dejan mucho que desear, al igual que ocurre con la mayoría de los cursos presenciales.

Ahora la sociedad está sometida a vertiginosos cambios que plantean continuamente nuevas problemáticas, exigiendo a las personas múltiples competencias procedimentales (iniciativa, creatividad, uso de herramientas TIC, estrategias de resolución de problemas, trabajo en equipo…) para crear el conocimiento preciso que les permita afrontarlas con éxito.

Por ello, hoy en día el papel de los formadores no es tanto “enseñar” (explicar-examinar) unos conocimientos que tendrán una vigencia limitada y estarán siempre accesibles, como ayudar a los estudiantes a “aprender a aprender” de manera autónoma en esta cultura del cambio y promover su desarrollo cognitivo y personal mediante actividades críticas y aplicativas que, aprovechando la inmensa información disponible y las potentes herramientas TIC, tengan en cuenta sus características (formación centrada en el alumno) y les exijan un procesamiento activo e interdisciplinario de la información para que construyan su propio conocimiento y no se limiten a realizar una simple recepción pasiva-memorización de la información .

images

Por otra parte, la diversidad de los estudiantes y de las situaciones educativas que pueden darse, aconseja que los formadores aprovechen los múltiples recursos disponibles (que son muchos, especialmente si se utiliza el ciberespacio) para personalizar la acción docente, y trabajen en colaboración con otros colegas (superando el tradicional aislamiento, propiciado por la misma organización de las escuelas y la distribución del tiempo y del espacio) manteniendo una actitud investigadora en las aulas, compartiendo recursos (por ejemplo a través de las webs docentes), observando y reflexionando sobre la propia acción didáctica y buscando progresivamente mejoras en las actuaciones acordes con las circunstancias (investigación-acción).

Las TIC se han convertido en un eje transversal de toda acción formativa donde casi siempre tendrán una triple función: como instrumento facilitador los procesos de aprendizaje (fuente de información, canal de comunicación entre formadores y estudiantes, recurso didáctico…), como herramienta para el proceso de la información y como contenido implícito de aprendizaje (los estudiantes al utilizar las TIC aprenden sobre ellas, aumentando sus competencias digitales). Así, hoy en día los formadores necesitan utilizar las TIC en muchas de sus actividades profesionales habituales (ver http://dewey.uab.es/pmarques/docentes.htm):

– En la fase PRE-ACTIVA de preparación para la intervención: para buscar información con la que planificar las intervenciones formativas y definir y actualizar los contenidos de los programas formativos; para preparar o seleccionar apuntes, materiales didácticos y actividades formativas para los estudiantes; para buscar páginas web, bibliografía y otros materiales de repaso o ampliación de conocimientos; para documentarse sobre lo que hacen otros colegas y otras instituciones con el fin de mejorar la propia práctica; para elaborar la propia web docente, centro de recursos personal donde cada formador va ordenando los materiales digitales propios y los enlaces de Internet que tienen interés para su trabajos y sus estudiantes; etc…

– En la fase ACTIVA de intervención formativa. Si la formación se imparte on-line, a través de un Entorno Virtual de Aprendizaje (EVA), las TIC constituyen la infraestructura básica imprescindible, la plataforma tecnológica que facilita los recursos para el aprendizaje y la interacción entre formadores y estudiantes (materiales didácticos, aulas virtuales, foros, tutorías…). Si la formación es presencial, el apoyo de las TIC cada vez resulta más indispensable: utilización de materiales informativos y didácticos digitalizados en las actividades de enseñanza y aprendizaje que se realicen con los estudiantes, utilización de infraestructuras tecnológicas de apoyo didáctico como la pizarra digital y las aulas informáticas, tutorías complementarias on-line, foros de discusión entre formadores y alumnos, asesoramiento a los estudiantes en el uso de las TIC, tal vez ejercicios autocorrectivos y alguna prueba de evaluación on-line, etc.

– Finalmente, en la fase POST-ACTIVA, las TIC facilitan la propuesta de actividades complementarias a realizar, la recepción de trabajos y envío de comentarios y correcciones on-line, la atención de nuevas consultas mediante la tutoría virtual, la realización de algunas gestiones administrativas del formador (entrada de notas…) telemáticamente, etc.

A partir de estas consideraciones, que abarcan un amplio espectro de las actividades del formador, se comprende que para integrar y utilizar con eficiencia y eficacia las TIC el formador necesita una buena formación técnica sobre el manejo de estas herramientas tecnológicas y también una formación didáctica que le proporcione un “buen saber hacer pedagógico” con las TIC. Por las múltiples aplicaciones innovadoras que tiene en todos los ámbitos de nuestra sociedad, el conocimiento y aprovechamiento personal y profesional de los servicios que proporciona Internet constituye la parcela más relevante de las competencias en TIC que deben tener los formadores, sin olvidar el resto de las competencias básicas en TIC que necesita todo ciudadano y otras competencias TIC específicas de su campo profesional, muy especialmente la aplicación de estos instrumentos tecnológicos con fines didácticos para facilitar los aprendizajes de los estudiantes.

En definitiva, y de acuerdo con diversos estudios realizados al respecto (Majó y Marquès, 2002; Tejada, 1999), podemos resumir así las competencias en TIC que deben tener los docentes:

          – Tener una actitud positiva hacia las TIC, instrumento de nuestra cultura que conviene saber utilizar y aplicar en muchas actividades domésticas y laborales.
– Conocer los usos de las TIC en el ámbito educativo.
– Conocer el uso de las TIC en el campo de su área de conocimiento.
– Utilizar con destreza las TIC en sus actividades: editor de textos, correo electrónico, navegación por Internet….

– Adquirir el hábito de planificar el currículum integrando las TIC (como medio instrumental en el marco de las actividades propias de su área de conocimiento, como medio didáctico, como mediador para el desarrollo cognitivo)
– Proponer actividades formativas a los alumnos que consideren el uso de TIC
– Evaluar el uso de las TIC

Estas mismas competencias didáctico-digitales para los formadores se recogen de manera más amplia en el siguiente esquema, agrupadas ahora en cuatro dimensiones:


– COMPETENCIAS TÉCNICAS (INSTRUMENTALES)

 Competencias docentes para el siglo XXI. Ana María Cerda from Subsecretaría de Educación Bá on Vimeo.

            . Conocimientos básicos de los sistemas informáticos y de las redes: características básicas de los equipos, terminología…

     . Gestión del equipo informático. El formador debe ser autónomo en el uso de su equipo: manejo del sistema operativo Windows y de los programas que utiliza habitualmente, gestión de archivos y carpetas en las unidades de almacenamiento, conexión de periféricos, gestión de copias de seguridad y antivirus, instalación y desinstalación de programas, utilización de recursos compartidos en red, mantenimiento básico del equipo…

     . Utilizar las ayudas que proporcionan los manuales y los mismos programas.

    . Procesador de textos: uso de las funciones básicas, correctores ortográficos, OCR (escaneado de documentos)
. Imagen digital: creación, captura y tratamiento. Uso del escáner y de la 
cámara y el vídeo digital.
. Navegación en Internet: utilización de los buscadores y captura de todo tipo de datos, búsqueda y selección crítica de información, realización de telegestiones…

     . Uso del correo electrónico y de los foros telemáticos (chats, listas, videoconferencias…) utilizando las normas de cortesía habituales.

     . Conocimientos básicos de los lenguajes hipermedial (estructuración hipermedial de la información) y audiovisual.

         . Elaboración de páginas web y presentaciones multimedia.

          . Hojas de cálculo: uso de las funciones elementales y de los gráficos estadísticos sencillos..

       . Bases de datos: Consulta de bases de datos y uso básico de un gestor de bases de datos (creación de bases de datos, mantenimiento, consultas, informes).

     . Gestión de los sistemas tecnológicos aplicados a la educación: audiovisuales convencionales (retroproyector, vídeo, televisión…), pizarra digital, sistemas de videoconferencia…

       . Conocimientos básicos sobre los sistemas de teleformación: estructura, funcionalidades…

     . Uso de lenguajes de autor y entornos específicos específicos para la elaboración de materiales didácticos.

         – ACTUALIZACIÓN PROFESIONAL 
. Conocimiento de las posibilidades de utilización de los recursos en soporte TIC en la docencia y para la organización y gestión de las instituciones formativas.

     . Conocimiento de las ventajas e inconvenientes de los entornos virtuales de aprendizaje frente a los sistemas de aprendizaje presencial con apoyo TIC..

     . Acceso a las fuentes de información y recursos en soporte TIC (revistas, portales especializados, webs temáticas, foros telemáticos…) dedicadas a las labores de los formadores.

       . Conocimiento de las repercusiones de las TIC en el campo de conocimiento que se imparte

       . Acceso a las fuentes de información y recursos en soporte TIC sobre las materias que imparte.

        . Utilización de los programas informáticos relevantes y específicos de las materias que imparte.

         . Acceso a algunas de las múltiples fuentes de formación e información general que proporciona Internet (bibliotecas, cursos, materiales formativos, prensa…).       

– METODOLOGÍA DOCENTE

            . Integración de recursos TIC (como instrumento, como recurso didáctico y como contenido de aprendizaje) en los planes docentes y programas formativos.

          . Evaluación objetiva de recursos educativos en soporte TIC.

          . Selección de recursos TIC y diseño de intervenciones formativas contextualizadas; organización de las clases.

        . Aplicación en el aula de nuevas estrategias didácticas que aprovechen los recursos TIC:        

          -Algunos profesores utilizan recursos TIC relacionados con los contenidos de su asignatura, otros utilizan recursos que no tienen relación específica con la asignatura para realizar actividades innovadoras

       – Presentar organizadores previos con buenos conceptos inclusores antes de que hagan las actividades con apoyo TIC.

        – Uso de las funcionalidades de la pizarra digital en el aula . Aprovechar los (contenidos, interacción, multimedia, ubicuidad en Internet… motivación) como apoyo a la orientación del aprendizaje, para individualizar los aprendizajes y tratar mejor la diversidad: necesidades formativas, ritmos, preferencias, tiempos y espacios disponibles para el estudio…

          – Aprovechar la interactividad de los materiales didácticos multimedia para que los estudiantes realicen prácticas para mejorar los aprendizajes.

– Realización de trabajos de autoaprendizaje a partir de búsquedas en Internet y presentación de los mismos en el aula con apoyos audiovisuales o digitales.

          – Realizar investigaciones guiadas tipo Webquest.

    – Facilitar a los estudiantes el acceso a diversas fuentes y distintas formas de representar la información. Proporcionar recursos de apoyo y actualización de conocimientos.

         – Buscar otras webs de interés para la asignatura.

          – Que los estudiantes hagan síntesis de un tema y luego lo pongan en un blog o lo presneten.

        – Realización de trabajos grupales en las aulas multiuso e informáticas

          – Actividades de aprendizaje basado en proyectos.

          – Realización de proyectos colaborativos en soporte TIC a partir de las fuentes informativas de Internet y con la ayuda de los canales comunicativos telemáticos

        – Organizar actividades de trabajo colaborativo que relacionen los aprendizajes con la vida cotidiana, para reforzar los aprendizajes significativos con el contraste de opiniones (se integrará todo más con los conocimientos anteriores); de esta manera se pueden compensar las limitaciones (las respuestas son limitadas y preseterminadas, falta de socialización, poca significabilidad de los aprendizajes, dificultades para transferir los aprendizajes…) de muchos programas educativos de corte conductista.

          – Buscar otros expertos en Internet (actividades con videoconferencia…)

          – Aprovechamiento didáctico de los recursos que proporcionan los “mass media”. Uso de las fuentes de información para conocer problemas reales del mundo.

          -Enseñar a los alumnos el autoaprendizaje con la ayuda de las TIC, ya que estos materiales pueden promover su aprendizaje autónomo. Que sepan lo que éstas les pueden aportar y lo que no.

        -Elaboración de apuntes, presentaciones y materiales didácticos multimedia de apoyo para los estudiantes (Clic, Hot Potatoes…) y contemplar aspectos de accesibilidad.

       -Uso eficiente de las tutorías virtuales y de otras ayudas tecnológicas para la tutoría y la orientación: identificación de las características de los alumnos, seguimiento de sus actividades, informes….. Uso de ayudas TIC para la autoevaluación y la evaluación de los estudiantes y de la propia acción formativa. Hacer que los estudiantes identifiquen y valoren los nuevos aprendizajes y los relacionen con sus conocimientos previos

          -Uso de las funcionalidades que proporcionan las intranet y las web de centro (verhttp://dewey.uab.es/pmarques/intranets.htm).

         -Confección de la web docente con una selección de recursos de utilidad para los estudiantes (ver http://dewey.uab.es/pmarques/webdocen.htm).

game-1878121_1920.jpg

– ACTITUDES 

  •  Actitud abierta y crítica ante la sociedad actual (era Internet, Sociedad de la Información) y las TIC (contenidos, entretenimiento…)
  •  Estar predispuesto al aprendizaje continuo y a la actualización permanente.
  •   Actitud abierta a la investigación en el aula para aprovechar al máximo las posibilidades didácticas de los apoyos que proporcionan las TIC.
  •   Actuar con prudencia en el uso de las TIC (indagar la procedencia de mensajes, evitar el acceso a información conflictiva y/o ilegal, preservar los archivos críticos)

LA FORMACIÓN DE LOS DOCENTES 


La mejor manera de lograr esta nueva capacitación en TIC del profesorado que ya está en activo es promoviendo la adecuada formación desde el propio centro, incentivando el uso y la integración de las TIC a partir de la consideración de sus necesidades, orientada a la acción práctica (para que no se quede solo en teoría) y, por supuesto, facilitando los adecuados medios tecnológicos y un buen asesoramiento continuo. Por otra parte, esta cada vez más sentida necesidad de formación en TIC por parte del profesorado puede aprovecharse por parte de la administración educativa para promover la no siempre tan sentida, pero a veces igualmente necesaria, actualización didáctica. Un objetivo más difícil aún si cabe.
Hay que tener en cuenta que aún hay muchos docentes que ven con recelo e indiferencia el uso de estos recursos. El origen de estas actitudes negativas por parte de un sector de los docentes suele encontrarse en alguna de las siguientes circunstancias:

          – Poco dominio de las TIC, debido a una falta de formación, lo que genera: temor, recelo, impotencia, ansiedad…

       – Influencia de estereotipos sociales, por falta de conocimiento sobre las verdaderas aportaciones de las TIC y su importancia para toda la sociedad. Así algunos docentes se identifican con expresiones del tipo: “son caras, sofisticadas y no han demostrado su utilidad”, “son una moda”, “son otro invento para vender”, etc.

        – Reticencias sobre sus efectos educativos, por falta de conocimiento buenas prácticas educativas que aprovechen las ventajas que pueden comportar las TIC. De esta manera, y tal vez considerando solamente experiencias puedan conocer en las que se ha hecho un mal uso de estos materiales, algunos profesores creen que deshumanizan, no son útiles, no aportan casi nada importante, tienen efectos negativos, dificultan el trabajo educativo…

          – Prejuicios laborales: creencia de que no compensan el tiempo necesario de preparación, temor a que sustituyan a los profesores, etc.

Por ello el profesorado debe ver la necesidad y la utilidad de las TIC en su quehacer docente e investigador, debe descubrir sus ventajas, debe sentirse apoyado en todo momento, porque si no lo ve necesario y factible ¿hasta que punto se le puede forzar a una actualización de competencias tecnológicas sin vulnerar sus derechos, su “libertad de cátedra”?

Los modelos básicos de formación del profesorado se centran en los siguientes aspectos:

        a- la adquisición de conocimientos: sobre sus asignatura, sobre Didáctica…

          b- el desarrollo de habilidades relacionadas con el rendimiento didáctico.

          c- el desarrollo integral del profesorado, su autoconcepto…      

          d- la investigación en el aula, buscando continuamente nuevas soluciones a los problemas que presenta cada contexto educativo.

Se busca la reflexión sobre la práctica docente, y se utilizan técnicas de investigación-acción.

En cualquier caso, las competencias necesarias para una persona que se dedique a la docencia deben contemplar cuatro dimensiones principales:

  •   Conocimiento de la materia que imparte, incluyendo el uso específico de las TIC en su campo de conocimiento, y un sólido conocimiento de la cultura actual (competencia cultural).
  • Competencias pedagógicas: habilidades didácticas (incluyendo la didáctica digital), mantenimiento de la disciplina (establecer las “reglas de juego” de la clase), tutoría, conocimientos psicológicos y sociales (resolver conflictos, dinamizar grupos, tratar la diversidad…), técnicas de investigación-acción y trabajo docente en equipo (superando el tradicional aislamiento, propiciado por la misma organización de las escuelas y la distribución del tiempo y del espacio). Debe actuar con eficiencia, reaccionando a menudo con rapidez ante situaciones siempre nuevas y con una alta indefinición (una buena imaginación también le será de utilidad) y sabiendo establecer y gestionar con claridad las “reglas de juego” aceptadas por todos.
  •  Habilidades instrumentales y conocimiento de nuevos lenguajes: tecnologías de la información y la comunicación (TIC), lenguajes audiovisual e hipertextual…
  •   Características personales. No todas las personas sirven para la docencia, ya que además de las competencias anteriores son necesarias: madurez y seguridad, autoestima y equilibrio emocional, empatía, imaginación…

El profesor debe tener entusiasmo (creer en lo que hace, vivirlo, de manera que transmita el entusiasmo y la pasión de aprender a los estudiantes), optimismo pedagógico (ante las posibilidades de mejora de los estudiantes), liderazgo (que nazca de su actuación abriendo horizontes a los estudiantes y representando la voluntad del grupo, de su dedicación y trato, de su ejemplo y valores…). Debe dar afecto (no por lo que hacen, sino por lo que son) que proporcionará la imprescindible seguridad, y debe dar confianza (creyendo en las posibilidades de todos sus alumnos; las expectativas se suelen cumplir) que reforzará el impulso de los estudiantes para demostrar su capacidad.

Estas competencias, que deberían permitir desarrollar adecuadamente las funciones que señalamos en el apartado anterior, deberían proporcionarlas los estudios específicos que preparan para este ejercicio profesional. Hay que tener en cuenta que, según diversos estudios, después de los factores familiares, la capacidad del profesor es el factor determinante más influyente en el éxito de los estudiantes, con independencia de su nivel socioeconómico.

No obstante, exceptuando al profesorado de enseñanza infantil y primaria (que hacen una carrera específica de tres años), en los demás casos no siempre quedan aseguradas estas competencias pedagógicas (que se obtienen mediante la realización de un curso de capacitación pedagógica. CAP). Por otra parte, los sistemas de selección (al menos los del sector público de la enseñanza), no suelen considerar demasiado las habilidades instrumentales en TIC y tampoco se analizan sistemáticamente las cualidades psicológicas personales.

         ¿No se debería replantear todo esto?        

Por otra parte, muchos de los docentes actualmente en ejercicio recibieron una formación pensada para la escuela de las últimas décadas del siglo XX. Y nuestra sociedad ha cambiado mucho, de manera que la formación permanente que la “sociedad de la información” impone a sus ciudadanos también resulta indispensable para el profesorado de todos los niveles educativos.
En suma, es necesario reconocer e incentivar la competencia y buena labor docente del profesorado, su compromiso y su dedicación real, proporcionándole recursos suficientes, las mejores condiciones de trabajo posible, y la formación inicial y continua y el asesoramiento adecuado.

En este sentido se propone:
-La complejidad de la sociedad actual y la diversidad del alumnado exigen una formación más amplia para los futuros maestros, que se puede articular en unos estudios de licenciatura.

          – Itinerarios de capacitación docente en todas las licenciaturas que habilitarían para poder ejercer la docencia en la ESO y los niveles superiores de enseñanza. En los actuales cursos de capacitación pedagógica no se puede aprender todo lo que hoy en día hay que saber para ser un docente y un educador. Las Facultades de Ciencias de la Educación deberían ofrecer asignaturas optativas que permitieran establecer itinerarios de capacitación docente en todas las licenciaturas

          – Plan de formación continua para docentes en activo (un 50% tienen más de 45 años) diseñado modularmente en cursos de unas 30 horas a partir de unas competencias básicas que todos deberán acreditar poco a poco, por ejemplo en un plazo de 10 años. Pensamos que la Administración Educativa debería establecer unas competencias básicas que todos los profesores en ejercicio deberían acreditar cada diez años, mediante la realización de un cursillo específico para cada una de ellas. Estos cursillos se podrían ir realizando sin prisas, a un ritmo de uno por año.

Entre estas competencias básicas destacamos:


– Tecnologías de la información y la comunicación (TIC)

 – Lenguaje audiovisual       

– Buenas prácticas didácticas
– Didáctica de (la asignatura de cada uno)

– Multiculturalidad

– Tratamiento de la diversidad

– Dinámica de grupos

– Resolución de conflictos

– Las componentes emocionales de la inteligencia

Esta formación continua podrá complementarse a través de comunidades virtuales de profesores, donde los docentes pueden compartir recursos, exponer problemáticas… 

 

1.3.4_Galvis

En este marco, la formación permanente del profesorado debería enfocarse atendiendo a una triple dimensión:
– Las necesidades de los centros, donde los profesores podrán poner en práctica lo que aprendan.

– Las opciones y preferencias personales, ya que a cada profesor le puede interesar más profundizar en unos temas específicos

– La acreditación de las competencias básicas establecidas por la Administración Educativa.

– Asesoramiento continuo al profesorado. Vía Internet y, si es necesario, también presencial. Cuando un profesor tiene un problema en clase (conductual, de aprendizaje…) debe haber alguien que pueda darle una solución. La Administración Educativa debe disponer de un equipo de especialistas que puedan realizar este asesoramiento al profesorado en activo, al cual además le sugerirán cursos de formación complementaria que pueden ayudarle para afrontar estos conflictos.

 – Estancias en el extranjero y en empresas. Conviene facilitar la estancia del profesorado en centros docentes del los países de la Unión Europea y su participación en proyectos de trabajo conjunto. También es necesario que haya una mayor relación entre la escuela y el mundo laboral. Especialmente en los Ciclos Formativos, deberían establecerse mecanismos para que el profesorado pudiera pasar estancias (a tiempo total o parcial) en empresas para actualizar sus conocimientos y adquirir experiencia de su aplicación práctica.

– Nuevos sistemas para la selección del profesorado en los centros públicos. Las oposiciones no pueden basarse solamente en la demostración puntual de unos conocimientos teóricos. Se propone que se tenga en cuenta también: su web docente, un periodo obligatorio de prácticas en un centro (periodo obligatorio de becario…)

– Incentivar la participación del profesorado en proyectos y actividades formativas que fomenten la investigación y el intercambio (jornadas y congresos), En este sentido, lnternet ofrece la posibilidad de crear redes con profesores de otros centros e instituciones, participar en foros, proyectos de investigación y cursos virtuales sin necesidad de abandonar la actividad docente.

¿SERÁ EL FUTURO SOCIAL Y EDUCATIVO  EL DE LAS TIC?

Seamos conscientes de que estamos hablando de un cambio drástico y por tanto realmente complicado. Le estamos pidiendo al profesor que ceda su protagonismo, renuncie a su autoridad y desempeñe un rol para el que nadie le ha preparado, incluyendo al mismo tiempo una dolorosa revolución tecnológica. Creo que todos reconocemos que los profesores juegan un papel crucial. Pasan más tiempo con los niños que los propios padres y tienen en sus manos la enorme responsabilidad de co-educarlos. Sin embargo apenas se les dan herramientas y recursos y en la práctica no les reconocemos ese papel esencial.

La conclusión es clara:

No podemos seguir enseñando las mismas cosas y de la misma manera. La educación y la formación son aburridas, demasiado serias y dejan escaso margen al entretenimiento. Los profesores deben jugar un papel diferente, y que será más importante que el que han desempeñado hasta ahora porque la información y conocimiento que antes transmitían, hoy ya están disponibles en múltiples formatos.

En lugar de estar encerrados en un aula, participarán en el diseño de cursos y simulaciones, en la construcción de plataformas, de herramientas de autor, en la tutorización, seguimiento y evaluación de alumnos, en la selección de contenidos, en el diseño de itinerarios formativos y curriculums, en la gestión de conocimiento, en los equipos de desarrollo de productos.

Este panorama tiene también sus peajes.

El tutor tiene que aceptar que efectivamente los alumnos saben más que ellos en algunas cosas y que por tanto en ocasiones los roles se intercambian y ello posibilita una inmejorable oportunidad para aprender. Debe también comprender que se trata de enseñar a las personas a pensar y que para esto tenemos que inducirles objetivos, hacer que fallen las expectativas, ayudarles entender porque y facilitarles herramientas para que corrijan su teoría y aprendan.

En un curso bien diseñado, un alumno habrá tenido éxito, y por tanto un tutor también, si ha aprendido a HACER (desempeño) y no solo a saber (información). Sin perder de vista que lo importante es lo qué necesita saber el alumno y lo qué le interesa, no lo mucho que sepa el profesor. Es una oportunidad única de revalorizar el esencial rol social de los profesores, hoy en día fuertemente desprestigiado y desprotegido.

Creo que no habrá disenso si afirmo que uno de los efectos más notables de las tecnologías digitales es que permiten y facilitan una mayor comunicación entre las personas independientemente de su situación geográfica o temporal. 

Las nuevas tecnologías de la comunicación rompen barreras espacio-temporales facilitando la interacción entre personas mediante formas orales (la telefonía), escrita (el correo electrónico) o audiovisual (la videoconferencia). Asimismo esta comunicación puede ser sincrónica – es decir, simultánea en el tiempo- o asincrónica – el mensaje se emite y recibe en un período de tiempo posterior al emitido.  En segundo lugar, podemos señalar que las tecnologías permiten el acceso de forma permanente a gran cantidad de información. (…)

Asimismo, las nuevas tecnologías de la información y comunicación están propiciando la superación de una visión estrecha y localista de la realidad. (…) En este sentido, los medios de comunicación y por supuesto las redes telemáticas, están jugando un papel clave en este proceso de creación de una conciencia y perspectiva mundial o planetaria.

En definitiva, las redes telemáticas propician nuevas formas de participación social más allá de los límites territoriales locales. (…) La acción política y organización de los denominados movimientos alternativos o de antiglobalización no sería explicable sin la utilización de las nuevas tecnologías de la comunicación.

La tarea que tenemos por delante es, al mismo tiempo, un reto tentador y una aventura gigantesca. Quiero creer que caminamos hacia una sociedad de hombres más libres, de personas cada vez más autónomas y más capaces de tomar el control de sus vidas. Antes se educaba para aprender a obedecer y luego trabajar en una fábrica/empresa donde seguir obedeciendo. Hoy queremos personas emprendedoras, que piensen por si mismas y para lograrlo hay que enseñarles de otra manera, entregarles todo el poder. Para guiar y controlar su vida no podrán dejar nunca de aprender, no hay garantía alguna de que lo que hoy les sirve mañana siga siendo útil. Pero esto significa que si unos ganan libertad y control, otros la pierden y ya sabemos lo humanamente complicado que resulta renunciar al poder.

Los tomadores de decisiones, las personas que dirigen empresas, sistemas educativos y gobiernos y que lo harán todavía durante bastantes años nacieron, crecieron y se educaron en un modelo tradicional. No tuvieron contacto con un ordenador hasta que empezaron a trabajar y tienen, con honrosas excepciones, un concepto poco innovador y moderno del aprendizaje. Tengamos esto siempre presente para moderar el optimismo que en ocasiones se desborda.
Por último y para no generar falsas expectativas, hay que advertir que no van a aprender gran cosa por leer este artículo. Como mucho, me conformo con que encuentren algunas ideas inspiradoras y otras provocadoras pero poco más. Y las razones son simples.

Figura-4-Modelo-de-retroalimentacion-entre-la-generacion-de-conocimiento-y-los-tomadores

 

En pocas semanas se olvidarán de la mayor parte de lo que lean. Además no se aprende en fecha fija sino cuando se necesita para resolver algún problema (just in time). Y lo realmente importante son las preguntas que surjan en sus cabezas cuando lean estás paginas, preguntas que muchas veces quedarán sin respuesta. Por tanto, les recomiendo que recopilen y contrasten tan amplio espectro de opiniones sobre el tema como sea posible en lugar de fiarse de un solo experto, institución, informes…

La sociedad de la tecnología nos engloba, nos une y nos separa a la vez, por eso debemos separar el grano de la paja, procurar que las TIC sean beneficiosas para todos, que todos podamos acceder a ellas y que el amplio espectro que representan significa progreso, libertad, transparencia e independencia de criterio y de utilización, siendo su USABILIDAD, potestat de todos y no de unos cuantos, y que se emplee en una sociedad multidireccional y multicultural, donde los valores inclusivos (respeto a las diferencias) son la base de las TIC, ya que así y gracias a sun indiscutible “potencialidad” podremos hacer un mundo mejor, que al fin y al cabo es de lo que se trata.

Comparte este contenido:

¿Por qué han fracasado las “competencias” en educación? Lecciones para futuros intentos de innovación educativa

Por Fernando Trujillo

Fue entre finales de 2006 y la primera mitad de 2007. Reconozco que entonces pensábamos que todo podía cambiar. Admito que tenía esa esperanza cuando llegaron las competencias básicas a la normativa española. Es más, confieso que creímos a Antonio Zabala y a Laia Arnau cuando nos dijeron en 2007:

“Una enseñanza basada en competencias es una nueva y gran oportunidad para que la mejora sostenida de la educación no sea patrimonio de unos pocos privilegiados.”

Lo creímos con todas nuestras fuerzas porque pensábamos que realmente cabía la posibilidad de que sirvieran para promover el cambio. Las competencias parecían venir a decir que el alumnado necesita caminos para desarrollar sus competencias de manera efectiva y no adaptaciones curriculares simplificadas cuando surgen los problemas. No queríamos más sucedáneos de educación que generaran desigualdad a partir de planteamientos didácticos segregadores. Todos los estudiantes debían desarrollar todas sus competencias. Punto. No debíamos dar ni un paso atrás en esa exigencia.

Partiendo de esa máxima un grupo de amigos, fundamentalmente de Educación Secundaria, intentamos configurar una propuesta que nos permitiera cumplir con tal nivel de exigencia. Nuestra intención era crear una propuesta coherente y factible, probarla en nuestras propias aulas (de ahí el Proyecto FGL, entre otros) y valorar si sería extrapolable a otros contextos. Esta iniciativa la llamamos iCOBAE e intentamos proponer ideas como estas:

Y también como estas otras:

Teníamos muchas esperanzas puestas en las posibilidades de las “competencias básicas” y trabajamos mucho para dar a conocer  nuestra propuesta, centrada en las tareas integradas (que después evolucionó hacia los proyectos de aprendizaje) y apoyada en una noción de currículum integrado que habíamos tomado del ámbito de las lenguas, donde trabajábamos con conceptos similares.

Además de nuestra visión de competencias había muchos otros planteamientos en el mercado educativo, obviamente, y muchas de esas visiones estaban enfrentadas entre sí. Frente a nuestra propuesta, que era básicamente didáctica, había muchos autores que defendían una aproximación a las competencias que nosotros llamábamos entonces de ingeniería curricular: se rellenaron miles de “sábanas” para la redacción de descriptores de las competencias en todos los niveles y materias posibles, en lo que puede verse como el origen, encubierto, de los posteriores estándares que hoy presiden nuestra normativa.

Nosotros, sin embargo, compartíamos la visión de Antonio Bolivar cuando afirmaba:

“Introducir un enfoque por competencias básicas necesita repensar todos los elementos del currículo, incluida la organización escolar y las prácticas docentes, también la relación entre escuela y comunidad (aprendizajes formales e informales).”

Las competencias básicas no eran simplemente los nuevos objetivos ni tampoco un termino más a añadir a nuestras programaciones didácticas. Tenían fuerza de transformación, en nuestra opinión, porque venían a cambiar las relaciones entre los docentes y sus materias, los modos de enseñar y aprender, la manera de evaluar y, sobre todo, la forma de entender nuestra relación con el entorno.

Sin embargo, en aquel momento nadie pensó seriamente cómo pasar de la normativa al aula, es decir, cómo hacer realidad las competencias básicas. La aproximación al término no fue más que una enorme proliferación de ponencias, cursos y seminarios sobre competencias básicas cuando el problema para su puesta en funcionamiento era más fundamental: ¿eran las competencias básicas una innovación radical o incremental?

Esteban Fernández distingue así entre ambos tipos de innovación:

“Atendiendo a su originalidad, una innovación puede ser radical o incremental. Una innovación es radical si el conocimiento tecnológico necesario para explotarla es muy diferente del conocimiento existente y lo hace obsoleto. En el otro extremo de la dicotomía se halla la innovación incremental. En ésta, el conocimiento necesario para ofrecer un producto se basa en el conocimiento en uso.”

Pues bien, siguiendo esta distinción, las competencias básicas se propagaron como una innovación radical, que no se asentaba en una tecnología existente ni se basaba en el conocimiento en uso, como tampoco lo han hecho los posteriores estándares o las muchas rúbricas que los docentes han sido inducidos a diseñar – en muchos casos no solo de manera equivocada sino por motivos erróneos, en mi humilde opinión.

¿Qué podía pasar si las competencias se difundían como una innovación radical? Pues, lógicamente, lo que ocurrió. Ya en 2008 nos decía Jurjo Torres:

“Estamos ante políticas educativas que despistan al profesorado de todos los niveles del sistema educativo. Característica que, creo, es la primera vez que se produce.”

No solo nadie previó la llegada de las competencias, como intenté demostrar en una entrada anterior, sino que su llegada por vía normativa y por mecanismos que generaban distancia respecto a las prácticas comunes en educación en nuestro país hicieron pensar al profesorado que las competencias no iban con ellos ni con la escuela. Es más, en aquellos años era bastante probable poder escuchar en cualquier centro que las competencias no eran más que una nueva ocurrencia de los responsables de la política educativa, especialmente una vez que la visión reducida de las competencias, que es especialmente útil para la evaluación externa pero poco útil para el aprendizaje en la escuela, fue ganando presencia política tanto en el Ministerio como en muchas comunidades autónomas.

Pienso ahora – como afirmaba entonces – que en lugar de la visión externa y alienante por la que se optó, ligada a la opinión de expertos que no se tomaron el trabajo de llevar al aula sus planteamientos, podríamos haber optado por construir conocimiento común en el sentido que usa Nancy M. Dixon esta expresión:

“Conocimiento común, es decir, conocimiento generado a partir de la experiencia de las personas que participan en tareas organizacionales”

Así, frente a las opiniones de los expertos externos, podríamos haber optado por apelar a la competencia derivada de la experiencia (expertise) del profesorado, especialmente en relación con las competencias más vinculadas con el currículo y sus materias tradicionales.

Sin embargo, frente a la opción de construir sobre lo que hacíamos (para irlo transformando, si era necesario), dando paso así a una innovación incremental, preferimos imponer visiones externas a la escuela que, finalmente, no nos han llevado a ningún lugar interesante. En lugar de confiar en el profesorado, se desconfió de su capacidad para dar sentido a la novedad normativa y se quiso imponer sobre él una visión tecnocrática de las competencias (y de la educación), ignorando dos cuestiones fundamentales en relación con la innovación educativa.

Por un lado, como demuestra Hargreaves (2004), los docentes responden positivamente a experiencias de cambio iniciados por ellos mismos pero bastante negativamente a cambios impuestos. Es decir, al profesorado le gusta sentirse agente de los procesos de transformación que ocurren en su práctica y no paciente de experimentos ajenos – como se puede esperar, por otro lado, de un profesional cualificado.

En segundo lugar, como afirma Antonio Bolívar,

“Lo que ha de cambiar no se puede prescribir porque los cambios en la práctica dependen de lo que piensen los profesores.”

Es decir, lo importante no es lo que diga el papel sino cuál es la configuración del marco mental y cultural con el cual trabaja el profesorado, que es quien realmente implementa políticas o las deja morir por inanición. Si el profesorado no modifica el marco cultural con el cual interpreta y actúa en el aula, cualquier cambio nace muerto.

En este sentido podríamos hacernos (y hacerse especialmente quien tiene responsabilidad legislativa) algunas preguntas antes de introducir una novedad en el sistema – y, por supuesto, antes de acusar al profesorado de inmovilismo:

  • ¿Hay un nivel de conciencia suficiente en relación con un problema determinado que pueda ser resuelto por la vía de la innovación?
  • ¿Hay signos de interés, o se ha promovido que surja interés, por una solución innovadora a un problema determinado?
  • ¿Se ha proporcionado información suficiente acerca de ese problema y sus posibles soluciones innovadoras?
  • ¿Se ha promovido que se evalúen las distintas alternativas para resolver el problema en cuestión?
  • ¿Se ha permitido que se experimenten distintas soluciones innovadoras en contextos distintos?
  • ¿Se ha reflexionado lo suficiente en relación con los resultados de las distintas experimentaciones que se hayan llevado a cabo?

Obviamente, estas preguntas no garantizan el éxito en la implantación de una innovación, porque ese no es el objetivo: el objetivo es mejorar el sistema tanto como sea posible de tal forma que podamos aspirar a garantizar (siguiendo con el tema que nos ocupa) el desarrollo de todas las competencias en todo el alumnado, sea mediante estrategias innovadoras o no.

Por esta razón quizás sea necesario pensar más en el conocimiento común generado en los centros educativos y en la transferencia de conocimiento dentro y entre centros que en términos de innovación educativa, un término que de tan presente en la literatura y los medios empieza a sonar vacío. Así, por ejemplo, la propuesta de Nancy M. Dixon en relación con la transferencia cercana y la transferencia lejana podría ser un modo de pensamiento interesante la próxima vez que la Administración, y sus centros del profesorado, quieran promover algún tipo de cambio:

En esta propuesta, Nancy Dixon nos sitúa ante el dilema de un equipo de trabajo que intenta solucionar un problema. Para ello, la primera pregunta que se plantea es si el conocimiento que este equipo ha generado anteriormente (por ejemplo, por medio de lecturas, diálogos formales o informales, observación o reflexión sobre la práctica) le permite resolver el problema. Si es así, entonces estamos ante un caso de transferencia en serie; si no es así, necesita el conocimiento generado por otro equipo y entonces tendrá que preguntarse:

  1. si el conocimiento es tácito o explícito;
  2. si afecta a toda la organización o solo a un equipo y a un tipo de situación concreta;
  3. si la tarea es rutinaria y frecuente, o si es excepcional y poco frecuente.

Dependiendo de la respuesta a cada una de estas preguntas podríamos recurrir a un tipo de transferencia determinado y a distintas vías de generación de conocimiento, como la propia Nancy Dixon explica en su blog.

En resumen, la lección principal en relación con la incorporación de las competencias básicas al currículo se podría resumir en tres grandes bloques:

  • Sobre la puesta en funcionamiento de novedades en el sistema educativo:
    • Desconfiar del profesorado e imponerle modos de actuación de manera artificial genera rechazo, garantiza el fracaso y la frustración y es una opción que desprofesionaliza e incapacita, lo cual bloquea al sistema a corto y largo plazo.
    • Por el contrario, confiar en el profesorado y crear un marco de trabajo tan claro y comprensible como exigente abre vías para la experimentación y la búsqueda de soluciones locales y contextualizadas que pueden ser analizadas para su transferencia a otros centros dentro del sistema educativo.
  • Sobre la actuación de la Administración:
    • Deslindar normativatransferencia de conocimiento e innovación evita confusiones; las tres son necesarias pero por motivos distintos así que no hay por qué confundir ni la finalidad de cada una ni la manera de proceder en cada caso.
    • La Administración no debe limitarse a legislar y gestionar los presupuestos; debe también crear un marco de trabajo claro y estable, garantizar la coordinación de los centros educativos como unidades de transformación, favorecer la experimentación, analizar los resultados de manera justa y eficaz y promover la transferencia, dentro y entre los centros, de los avances y mejoras constatados en la práctica. En mi opinión, estas cinco últimas tareas no se han desarrollado, en general, en el grado que habría sido deseable.
  • Sobre los centros y el profesorado:
    • Un centro es una concentración importante de profesionales altamente cualificados. Descubrir cómo poner al servicio del aprendizaje de todo el alumnado esta concentración es la tarea fundamental de los equipos directivos y del propio claustro. Hacer que esto sea posible es tarea de la Administración y del propio centro. Garantizar la cualificación profesional del profesorado y su mejora efectiva y permanente es responsabilidad de la Administración y de la patronal.
    • Todas las instituciones cambian, aunque siguiendo ritmos distintos; la escuela no es una excepción. Por ello, no tiene mucho sentido que una parte del profesorado asuma como punto de partida el rechazo al cambio, la experimentación y la innovación. Sí debemos exigir respeto por nuestra profesionalidad, así como rigor por nuestra parte en la evaluación de alternativas, su puesta en funcionamiento y en el análisis de los resultados, además de, posteriormente, tener la sabiduría y la capacidad para actuar en consecuencia.

Así pues, puede que no todo esté perdido en relación con las competencias. Podemos aprender mucho del análisis de estos diez últimos años para aplicarlo tanto a nuestra propia práctica docente hoy como en relación con otras novedades que estén por llegar. ¿Seremos capaces de aprender de nuestros fracasos para convertirlos en lecciones para el futuro? Más nos vale si no queremos estar continuamente inventando la rueda o castigando al profesorado con cambios de rumbo que no conduzcan a ninguna Ítaca interesante.


Bibliografía:

  • Bolivar, A. 2010. Competencias básicas y currículo. Madrid: Síntesis.
  • Bolívar, A. 2012. Políticas actuales de mejora y liderazgo educativo. Archidona: Aljibe.
  • Fernández Sánchez, E. 2010. Estrategia de Innovación. Madrid: Paraninfo.
  • Hargreaves, A. 2004. “Inclusive and Exclusive Educational Change: Emotional Responses of Teachers and Implications for Leadership.” School Leadership & Management, 24 (3): 287–309.
  • Torres Santomé, J. 2008. “Obviando el debate sobre la cultura en el sistema educativo: Cómo ser competentes sin conocimientos. En J. Gimeno Sacristán. Educar por competencias, ¿qué hay de nuevo? Madrid: Morata.
  • Zabala, A. y Arnau, L. 2007. Cómo aprender y enseñar competencias: 11 ideas clave. Barcelona: Graó.

Imagen: Marta Pawlik vía Unsplash

Fuente: http://fernandotrujillo.es/por-que-han-fracasado-las-competencias-en-educacion-lecciones-para-futuros-intentos-de-innovacion-educativa/

Comparte este contenido:

Promises and pitfalls of online education

Eric Bettinger and Susanna Loeb 

RESUMEN EJECUTIVO

Los cursos en línea se han expandido rápidamente y tienen el potencial para ampliar aún más las oportunidades de educación de muchos estudiantes, en particular los menos bien atendidos por las instituciones educativas tradicionales. Sin embargo, en su diseño actual, los cursos en línea son difíciles, especialmente para los estudiantes que están menos preparados. los resultados del aprendizaje y la persistencia de estos estudiantes son peores cuando tomar cursos en línea de lo que hubieran sido si estos mismos estudiantes toman cursos en persona. La mejora continua de los programas de estudios en línea y la instrucción puede fortalecer la calidad de estos cursos y por tanto las oportunidades de educación para las mayoría de las poblaciones en necesidad.

EXECUTIVE SUMMARY

Online courses have expanded rapidly and have the potential to extend further the educational opportunities of many students, particularly those least well-served by traditional educational institutions. However, in their current design, online courses are difficult, especially for the students who are least prepared. These students’ learning and persistence outcomes are worse when they take online courses than they would have been had these same students taken in-person courses. Continued improvement of online curricula and instruction can strengthen the quality of these courses and hence the educational opportunities for the most in-need populations.


Online courses offer the promise of access regardless of where students live or what time they can participate, potentially redefining educational opportunities for those least well-served in traditional classrooms. Moreover, online platforms offer the promise, through artificial intelligence, of providing the optimal course pacing and content to fit each student’s needs and thereby improve educational quality and learning. The latest “intelligent” tutoring systems, for example, not only assess students’ current weaknesses, but also diagnose why students make the specific errors. These systems then adjust instructional materials to meet students’ needs.[1]

Yet today these promises are far from fully realized. The vast majority of online courses mirror face-to-face classrooms with professors rather using technology to better differentiate instruction across students. As one new study that we completed with our colleagues Lindsay Fox and Eric Taylor shows, online courses can improve access, yet they also are challenging, especially for the least well-prepared students. These students consistently perform worse in an online setting than they do in face-to-face classrooms; taking online courses increases their likelihood of dropping out and otherwise impedes progress through college.[2]

Online college courses are rapidly growing. One out of three college students now takes at least one course online during their college career, and that share has increased threefold over the past decade.[3] The potential for cost savings and the ease of scaling fuels ongoing investments in online education by both public and private institutions.[4] Online courses have grown in the K-12 sector as well. Florida, for example, requires each high school student to take at least one online course before graduation and the Florida Virtual School offers over 150 classes to students across the state.[5] An estimated 1.5 million K-12 students participated in some online learning in 2010,[6] and online learning enrollments are projected to grow in future years.[7]

Non-selective and for-profit higher education institutions have expanded online course offerings particularly quickly. These institutions serve a majority of college-aged students, and these students typically have weaker academic preparation and fewer economic resources than students at other more selective colleges and universities. As such, their ability to provide useful course work, engage students, and build the skills necessary for economic success is particularly important. Their use of online coursework is promising to the extent that it can reach the most students in need and serve them well.

While online course-taking is both prevalent and growing, especially in non-selective higher education institutions, relatively little evidence has examined how taking a course online instead of in person affects student success in college. Our new study is the first of which we are aware to provide evidence on the effects of online courses at-scale at non-selective four-year colleges. It is also the first to assess the effects of online course taking at for-profit institutions. Nearly 2.4 million undergraduate students (full-time equivalent) enrolled at for-profit institutions during the 2011-12 academic year, and the sector granted approximately 18 percent of all associate degrees.

Our study uses data from DeVry University, a large for-profit college with an undergraduate enrollment of more than 100,000 students, 80 percent of whom are seeking a bachelor’s degree. The average DeVry student takes two-thirds of her courses online. The remaining one-third of courses meet in conventional in-person classes held at one of DeVry’s 102 physical campuses. The data include over 230,000 students enrolled in 168,000 sections of more than 750 different courses.

DeVry University’s approach to online education makes it particularly well suited for estimating the effects of taking online courses. Each DeVry course is offered both online and in-person, and each student enrolls in either an online section or an in-person section. Online and in-person sections are identical in most ways: both follow the same syllabus and use the same textbook; class sizes are approximately the same; both use the same assignments, quizzes, tests, and grading rubrics. Many professors teach both online and in-person courses. The contrast between online and in-person sections is primarily the mode of communication. In online sections, all interaction—lecturing, class discussion, group projects—occurs in online discussion boards, and much of the professor’s “lecturing” role is replaced with standardized videos. In online sections, participation is often asynchronous while in-person sections meet on campus at scheduled times. In short, DeVry online classes attempt to replicate traditional in-person classes, except that student-student and student-professor interactions are virtual and asynchronous.

Using variation in course-taking that arises both from changes in course offerings at particular campuses in a particular term and from variation across students in the distance that they have to travel to take in-person courses, we find that taking a course online reduces student grades by 0.44 points on the traditional four-point grading scale, approximately a 0.33 standard deviation decline relative to taking a course in-person (See Figure 1). To be more concrete, students taking the course in-person earned roughly a B- grade (2.8) on average while if they had taken it online, they would have earned a C (2.4). Additionally, taking a course online reduces a student’s GPA the following term by 0.15 points; and, if we look only at the next term GPA for courses in the same subject area or courses for which the course in question is a pre-requisite, we find larger drops of 0.42 points and 0.32 points respectively, providing evidence that students learned less in the online setting.

CCF_20170609_Loeb_Evidence_Speaks_1

We also find that taking a course online, instead of in person, increases the probability that a student will drop out of school. In the semester after taking an online course, students are about 9 percentage points less likely to remain enrolled. This reduction is relative to an average of 88 percent of students remaining enrolled in the following term. Moreover, taking a course online reduces the number of credits that students who do reenroll take in future semesters. While this setting is quite different, we can compare the effects on online course taking to other estimates of effects of on college persistence. For example, the literature on financial aid often finds that $1000 in financial aid increases persistence rates by about three percentage points[8] and college mentorship increases persistence rates by five percentage points.[9]

The negative effects of online course taking are concentrated in the lowest performing students. As shown in Figure 2, for students with below median prior GPA, the online classes reduce grades by 0.5 points or more, while for students with prior GPA in the top three deciles we estimate the effect as much smaller and, in fact, we cannot tell whether there is negative effect at all for this higher-achieving group. Thus, while online courses may have the potential to differentiate coursework to meet the needs of students with weaker incoming skills, current online courses, in fact, do an even worse job of meeting the needs of these students than do traditional in-person courses.

CCF_20170609_Loeb_Evidence_Speaks_2

These analyses provide evidence that students in online courses perform substantially worse than students in traditional in-person courses and that experience in these online courses impact performance in future classes and their likelihood of dropping out of college as well. The negative effects of online course-taking are far stronger for students with lower prior GPA. The results are in line with prior studies of online education in other settings such as community colleges and highly competitive four-year institutions that also show that online courses yield worse average outcomes than in-person courses.[10]

The current negative effect of online course taking relative to in-person course taking should not necessarily lead to the conclusion that online courses should be discouraged. On the contrary, online courses provide access to students who never would have the opportunity or inclination to take classes in-person.[11] As one indication, of the 5.8 million students taking online courses in the fall of 2014, 2.85 million took all of their courses online.[12] Moreover, advances in AI offer hope that future online courses can respond to the needs of students, meeting them where they are in their learning and engaging them in higher education even better than in-person courses are currently able to do.[13] Nonetheless, the tremendous scale and consistently negative effects of current offerings points to the need to improve these courses, particularly for students most at risk of course failure and college dropout.

The authors did not receive financial support from any firm or person with a financial or political interest in this article. They are currently not officers, directors, or board members of any organization with an interest in this article.

FOOTNOTES

  1. 1Graesser, Arthur C., Mark W. Conley, and Andrew Olney. 2012. «Intelligent tutoring systems.» In APA Educational Psychology Handbook, Vol. 3: Application to Learning and Teaching, edited by Karen. R. Harris, Steve Graham, and Tim Urdan. Washington, DC: American Psychological Association.
  2. 2Bettinger, E., Fox, L., Loeb, S., & Taylor, E. (Forthcoming). Changing Distributions: How Online College Classes Alter Student and Professor Performance. AmericanEconomic Review.
  3. 3Allen, I. Elaine, and Jeff Seaman. 2013. Changing Course: Ten Years of Tracking Online Education in the United States. Newburyport, MA: Sloan Consortium.
  4. 4Deming, David J., Claudia Goldin, Lawrence F. Katz, and Noam Yuchtman. 2015. Can Online Learning Bend the Higher Education Cost Curve? American Economic Review, Papers & Proceedings, 105 (5):496-501.
  5. 5Jacob, B., Berger, D. Hart, C. & Loeb, S. (Forthcoming). «Can Technology Help Promote Equality of Educational Opportunities?» In K. Alexander and S. Morgan (Editors), The Coleman Report and Educational Inequality Fifty Years Later. Russell Sage Foundation and William T. Grant Foundation: New York.
  6. 6Wicks, Matthew. 2010. «A National Primer on K-12 Online Learning. Version 2.» Vienna, VA: International Association for K-12 Online Learning.
  7. 7Watson, John, Amy Murin, Lauren Vashaw, Butch Gemin, and Chris Rapp. 2012. «Keeping Pace with K-12 Online Learning: An Annual Review of Policy and Practice 2011.» Durango, CO: Evergreen Education Group. And Picciano, Anthony G., Jeff Seaman, Peter Shea, and Karen Swan. 2012. «Examining the Extent and Nature of Online Learning in American K-12 Education: The Research Initiatives of the Alfred P. Sloan Foundation.» The Internet and Higher Education 15(2): 127-35.
  8. 8Bettinger, Eric P. 2004. “How Financial Aid Affects Persistence.” In Caroline Hoxby (Ed.), College Choices: The Economics of Where to Go, When to Go, and How to Pay for It. University of Chicago Press.
  9. 9Bettinger, Eric P., and Rachel B. Baker. 2013. «The Effects of Student Coaching: An Evaluation of a Randomized Experiment in Student Advising.» Educational Evaluation and Policy Analysis, 36 (1):3-19.
  10. 10See for examples: Figlio, David, Mark Rush, and Lu Yin. 2013. «Is It Live or Is It Internet? Experimental Estimates of the Effects of Online Instruction on Student Learning.» Journal of Labor Economics, 31 (4):763-784; Couch, Kenneth A., William T. Alpert, and Oskar R. Harmon. 2014. “Online, Blended and Classroom Teaching of Economics Principles: A Randomized Experiment.” University of Connecticut Working Paper; Xu, Di, and Shanna Smith Jaggars. 2014. «Performance Gaps Between Online and Face-to-Face Courses: Differences Across Types of Students and Academic Subject Areas.» The Journal of Higher Education, 85 (5):633-659; Hart, Cassandra, Elizabeth Friedmann, and Michael Hill. 2014. “Online Course-Taking and Student Outcomes in California Community Colleges.” Working Paper; and Streich, Francie E. 2014. “Online and Hybrid Instruction and Student Success in College: Evidence from Community Colleges in Two States.” University of Michigan Working Paper.
  11. 11See, for example, Joshua Goodman, Julia Melkers, and Amanda Pallais, “Can Online Delivery Increase Access to Education?” National Bureau of Economic Research working paper 22754, October 2016.
  12. 12Online Report Card – Tracking Online Education in the United States, the 2015 Survey of Online Learning conducted by the Babson Survey Research Group and co-sponsored by the Online Learning Consortium (OLC), Pearson, StudyPortals, WCET and Tyton Partners.
  13. 13See, for example, the Open Learning Initiative at Carnegie Mellon University.

Fuente:

Comparte este contenido:

Informe #OREALC / UNESCO: “Perspectivas sobre políticas docentes en América Latina y el Caribe»

Reseña: La Estrategia Regional sobre Docentes impulsada por UNESCO-OREALC funciona desde fines del año 2011 y se ha desarrollado en tres etapas.

En la primera fase de la Estrategia (2011-2012) se elaboró un Estado del Arte sobre políticas docentes en la región junto con Criterios y Orientaciones para la construcción de Políticas Docentes, tarea a la que contribuyeron destacados expertos, así como grupos nacionales de discusión de los documentos de base, en ocho países de la Región (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, México, Perú, y Trinidad y Tobago). En la elaboración del estado del arte y las orientaciones de políticas docentes se distinguieron cuatro dimensiones fundamentales: formación inicial; formación continua y desarrollo profesional; carrera docente y condiciones de trabajo; e instituciones y procesos de las políticas docentes, incluyendo a las organizaciones docentes. El producto de esta primera fase está contenido en la publicación “Antecedentes y Criterios para la elaboración de Políticas Docentes en América Latina y el Caribe”.
En su segunda fase (2012-2013), la Estrategia Regional sobre Docentes se propuso profundizar en temáticas relevantes para el fortalecimiento docente en la región como en una ampliación del
tema al rol de los directores/as de escuela. Como resultado de esta segunda fase se elaboraron
cuatro publicaciones: «Temas Críticos para formular nuevas políticas docentes en América Latina y el Caribe: el debate actual» y «Catastro de Experiencias relevantes de Políticas Docentes en América Latina», “Liderazgo escolar en América Latina y el Caribe” y “Formación directiva en
América Latina y el Caribe”.
En una tercera fase (2014-2016) la Estrategia Regional sobre Docentes estimó necesario realizar un diagnóstico específico y formular criterios orientadores para políticas públicas para la educación inicial o de la primera infancia, para contribuir a una formación de calidad de los y las educadoras, así como a condiciones de trabajo adecuadas. Por otra parte, en esta tercera fase, se desarrolló un estudio sobre la situación de las carreras docentes en América Latina, focalizado en la valorización de la profesión docente así como un análisis sobre las TIC´s y su vínculo con la calidad de la educación. Como resultado de esta fase se cuenta con tres publicaciones: «Estado del Arte y criterios orientadores para la elaboración de políticas de formación y desarrollo profesional de docentes de primera infancia el América Latina y El Caribe», «Las Carreras Docentes en América Latina. La acción meritocrática para el desarrollo profesional» y “Tic’s al servicio de la calidad educativa”.
Toda ellas se reúnen en el presente documento.

Para descargar haga clic en aqui: Perspectivas-Politicas-Docentes-LAC

Comparte este contenido:

Mireya: el síndrome de autoridades pusilánimes (SAP)

El SAP es el sueño de cualquier abogado defensor, ya que cuanto mayor es la prueba del delito, mayor es la prueba de la defensa”.

El día de 10 de junio el diario Reforma publicó una nota titulada “Pelean custodia hasta la muerte”, refiriéndose al caso de Mireya, quien fue encontrada sin vida al interior de su casa en San Jerónimo acompañada de los cuerpos envenenados de sus tres hijos y sus padres.

La violencia de género y la poca importancia a la protección de los derechos de la infancia son el hilo conductor que explica esta tragedia, a pesar de que en el encabezado se omite la información clave. La madre que peleaba la custodia de sus hijos frente a su expareja lo hacía después de haber descubierto que éste abusaba sexualmente de ellos; “detalle” que pasaría desapercibido por el lector, ya que la nota presenta una historia tipo “Medea”, que por venganza frente a su exmarido decide matar a sus hijos. Algo pasa en la visión de los observadores que hacen de éste un error demasiado frecuente.

Por ésta y otras razones es que la existencia de este “síndrome” no ha sido aceptado por la OMS ni por la Asociación Americana de Psiquiatría o la Asociación Americana Médica. Los dos grandes sistemas diagnósticos de salud mental utilizados en todo el mundo,  el DSM-IV y el CIE-10 han decidido excluirlo de entre los síndromes y enfermedades reconocidas, por no cumplir los criterios de cientificidad y bases empíricas que ambas instituciones defienden. Ha sido prescrito por muchas instancias de salud mental y terapia familiar y sin embargo en México los asambleístas de la CDMX lo incluyeron en el Código Civil como una medida “de protección para la infancia” cuando de hecho, funciona como la figura de desprotección más grave que existe para ella actualmente.

Esta categoría no solo es grave dado que no permite la detección y diferenciación de los diversos tipos y niveles de violencia en la familia, sino también porque al “diagnosticar” como síndrome de alienación los síntomas de abuso sexual, se confunde la realidad y se utiliza la confusión para aislar al niño, niña o adolescente bajo el cuidado del agresor (Castañer, Griesbach, López, 2014). Si los indicadores que utiliza el SAP son idénticos a aquellos presentes en casos de abuso sexual, significa que un niño víctima de abuso siempre cumple con los criterios para diagnosticar SAP, y entonces, según lo que mandata la ley en la Ciudad de México, debe ser inmediatamente separado del adulto que lo protege y colocado bajo el cuidado de su agresor, lo que pasa desafortunadamente en muchísimos casos hoy en día. El SAP protege a abusadores sexuales de niños y niñas, y coloca a estos últimos en el peor de los lugares: junto a quien les agrede y sin contacto con quien les protege.

No es la primera vez que vemos al SAP como defensa de agresores sexuales de niños y niñas. No es la primera vez que vemos la desprotección de los derechos de la infancia y la criminalización de sus madres ni tampoco, como en el caso de Mireya, que después de apelaciones, amparos, procesos desgastantes de muchos años de duración, las mujeres y sus hijos viven las consecuencias de decisiones tomadas sin especialización en narrativa infantil ni en las dinámicas que la vivencia de abuso provoca en niñas y niños, y finalmente sin especialización en violencia de género.

Hace unos años las frases más repetidas en casos de abuso sexual infantil era “los niños mienten”, “fantasean” o “se imaginan” que les hacen cosas. Hoy esto ha cambiado a: “los niños no mienten; lo que sucede es que son aleccionados por las madres”. Ella seguramente quiere vengarse del padre del niño, o quiere obtener algo, por eso se comporta así de beligerante. Pregunta: ¿no es lógico estar enojado, confundido, indignado, y seguir luchando legalmente hasta las últimas consecuencias si un hijo dice que su padre abusó de él o de ella? ¿Máxime si lo que sucede es que la autoridad lo deja en manos de quien el niño o niña dice que le agredió? No es la primera acción desesperada que vemos en estos escenarios. Ni siquiera es el primer suicidio documentado. Los casos que dan sustento a la decisión en Estados Unidos de descartar el uso del síndrome de alienación parental acabaron en el suicidio de los hijos cuando las decisiones de los jueces era que quedaran en manos de los padres agresores sexuales.

El riesgo en México hoy para niños o niñas víctimas de abuso sexual es altísimo. En todos los casos que hemos conocido en el acompañamiento a infancia en procesos de justicia en los últimos 3 años, la secuela es la misma: un niño o niña devela abuso sexual a su madre, la mujer denuncia los hechos, la contraparte dice que el niño dice eso porque la madre lo ha alienado. El niño o niña no recibe protección; se descarta lo que dice (porque es producto del SAP –en sus dos acepciones: el instrumento para defender agresores sexuales y el síndrome de la autoridad pusilánime-. Con el agregado de la impotencia atorada en la garganta porque ambos síndromes son enteramente evitables con una pizca de formación especializada en género, en desarrollo infantil, en violencia y por supuesto, un tanto de humanidad e interés de parte de los juzgadores y juzgadoras.

Claro que existen casos en los que los progenitores dañan a sus hijos o hijas por sostener eternos conflictos no resueltos que los dejan envueltos en luchas de poder. Esto se llama violencia (no síndrome de alienación parental) y debe detenerse. Claro que existen modos de detectar con metodología científica (créannos, tampoco es el síndrome de alienación parental) cuando un hijo o hija está atrapado en el conflicto parental. Una de las acciones indispensables para que la historia de Mireya no se repita en el futuro es suprimir el Síndrome de Alienación Parental del Código Civil y su uso como categoría diagnóstica que guíe decisiones, y comenzar a escuchar con interés genuino los criterios internacionales que documentos como el Protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos que involucren a niños, niñas y adolescentes, recogen con seriedad. Y mientras, quien entregue a sus hijos a presuntos agresores sexuales sin perder la cabeza, que tire la primera piedra.

@bioeticaunam

 

[1] Para profundizar sobre la diferencia entre las posibles violencias ejercidas hacia los niños y la inadecuación de la categoría del síndrome de alienación parental ver: Castañer, A. et al.  (2014). Utilización de hijos e hijas en el conflicto parental y la violación de derechos del supuesto síndrome de alienación parental(ed., Vol., pp. 91-119). Ciudad de México, Ciudad de México: Suprema Corte de Justicia de la Nación

Comparte este contenido:

Desarrollo educativo y económico, binomio de desarrollo

Por: Ramiro Campos

Una educación relevante y significativa puede elevar la productividad de la mano de obra rural en el trabajo agrícola.

La economía de América Latina y el Caribe ha proporcionado los medios para una expansión acelerada de la construcción de infraestructura en la región. En este contexto, la promoción de la construcción ambientalmente sostenible se ha convertido en un elemento esencial para lograr el crecimiento verde.

Si el objetivo de elevar el nivel de vida de la población en general y eliminar la pobreza de masas se alcanza en países menos desarrollados como la India, entonces el desarrollo rural debe tener la máxima prioridad.

En los años cincuenta y sesenta, en la mayoría de los países en desarrollo, la modernización y el desarrollo del sector urbano recibieron la máxima prioridad en los planes de desarrollo y se asignaron más recursos a este sector. Pero en los últimos años el pensamiento de los economistas de todo el mundo ha sufrido un cambio significativo, ya que el desarrollo de las grandes industrias y del sector urbano no ha logrado resolver los problemas gemelos de la pobreza y el desempleo.

Ahora se han dado cuenta cada vez más de que es mediante el énfasis en el desarrollo agrícola y rural en la estrategia de desarrollo que se pueden resolver los problemas de pobreza y desempleo. Dado que el 80 % de la población de los países menos desarrollados depende directa o indirectamente de la agricultura, se debe dar prioridad a la zona rural.

Ahora bien, la educación puede desempeñar un papel importante en el desarrollo agrícola y rural, siempre que se modifique adecuadamente y se dé un sesgo rural. Los sistemas de educación para evitar los sesgos urbanos, deben estar adaptados a las necesidades del desarrollo agrícola y rural. Por otra parte, el énfasis en el sistema educativo actual en la educación general, más que en la educación vocacional.

Una educación relevante y significativa puede elevar la productividad de la mano de obra rural en el trabajo agrícola. Puede crear nuevas oportunidades de empleo, si durante la escolarización los estudiantes son educados y capacitados en algunas vocaciones útiles.

Los rápidos avances tecnológicos han contribuido a un debate sobre la mejora de los niveles de habilidad de los estudiantes, en lugar de ayudarlos a desarrollar habilidades más especializadas. Tomando nota de la tendencia hacia un grupo de trabajo que cada vez más se extrae de una subclase juvenil, algunos analistas hacen hincapié en el desarrollo de habilidades de recuperación y básicas entre los estudiantes de todos los antecedentes socioeconómicos. La escasez de trabajadores bien cualificados ha llevado recientemente al Comité de Desarrollo Económico a insistir en que el Gobierno y las empresas inviertan en la formación de los más desfavorecidos (Olson, 1987).

Las numerosas empresas que proporcionan a los empleados lo que equivale a una educación gratuita de estrés, tanto nivel de habilidad y tipo de habilidad.

La educación contribuye al desarrollo de una economía de dos maneras: (1) a través de la organización de la economía -su división de tareas, y (2) a través del desempeño de la economía -cuánto produce.

Panamá viene experimentando un proceso de acelerada expansión económica, sin embargo tiene aún enormes retos pendientes. Acompañado por un contexto internacional favorable, la formación de capital público y privado ha jugado un papel clave para el crecimiento de la actividad económica y del desarrollo educativo del país.

Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/desarrollo-educativo-economico-binomio-desarrollo/24008766

Comparte este contenido:

Los retos del pensamiento crítico

Por: Emir Sader

Las grandes transformaciones, en general de carácter regresivo, de las últimas décadas se han constituido en grandes desafíos para el pensamiento crítico. Verdades consideradas estabelecidas fueron desmentidas rotundamente, una de ellas la idea de que la historia tenía una tendencia evolutiva de tipos de sociedad, por lo cual después del capitalismo nos aguardarían el socialismo y el comunismo. Aunque no se orientara estrictamente por esa visión, había un sentimiento evolutivo de los procesos históricos. Un gran tema de los años 70 era sobre el fin del capitalismo, considerado ineluctable, la discusión que se centraba en cómo y cuándo ello se daría.

Otros temas, como el rol positivo del Estado, los rasgos retrógrados y conservadores de la derecha, la centralidad de la clase obrera constituían un conjunto de referencias para el pensamiento social, que se se han disuelto en el aire. La comprensión del nuevo periodo histórico se ha vuelto el más grande reto para el pensamiento de la izquierda. Incluso porque ese desafío se planteaba bajo la influencia de un nuevo auge del liberalismo y de desprestigio del socialismo y de corrientes teóricas que siempre habían girado alrededor de ese tipo de sociedad.

La vida académica se ha vuelto más burocratizada, las modas de ruptura con la izquierda y adhesión a nuevos modelos ideológicos, el aislamiento de la fuerzas de izquierda y de sus corrientes de pensamiento fueron rasgos del nuevo periodo, globalmente caracterizado por tendencias conservadoras. El mismo pensamiento crítico no ha dejado de sufrir consecuencias de las grandes transformaciones de las relaciones de poder a escala mundial.

En su seno, las corrientes se han adherido a la idea de rechazo del Estado, en nombre de la sociedad civil o hasta a plantear que sería posible transformar el mundo sin acceder al Estado, todos bajo influencia del liberalismo. Del otro lado del espectro ideológico, en el marco del pensamiento sectario, se consideraba que, como el neoliberalismo es la supra suma del capitalismo, sólo se saldría de ese modelo hacia el socialismo.

Demostraba las dificultades del pensamiento social para comprender un cambio de periodo hacia uno de carácter regresivo, pero que se presentaba como inovador, rechazando al Estado, al socialismo, a la política, a las soluciones colectivas, a los movimentos sociales, a los partidos, a las mismas ideologías y a la izquierda, como conservadores, superados, agotados.

Un nuevo periodo histórico profundamente contradictorio, sólo puede ser comprendido valiéndonos de la máxima de Lukács: lo único que hay de ortodoxo en el marxismo es el método, esto es, la dialéctica. Porque ese nuevo periodo ha representando, a la vez, un inmenso retroceso, con el fin del socialismo y el desgaste de un conjunto de referencias progresistas, con la llegada de un mundo unipolar bajo la hegemonía estadunidense. Pero, a la vez, esa hegemonía no trajo aparejada ni la retomada de un ciclo de expansión económica del capitalismo, ni un periodo de paz mundial, bajo la acción del imperialismo estadunidense.

La globalización del modelo neoliberal ha significado el paso a un ciclo largo y recesivo del capitalismo que ya ha durado varias décadas y no tiene plazo para terminar. La multiplicación de focos de guerra es otro rasgo del nuevo periodo. Lo cual, a su vez, ha permitido el surgimiento de gobiernos antineoliberales en América Latina y de BRICS, en escala mundial, como contrapuntos a la hegemonia estadunidense y del modelo neoliberal.

La comprensión contradictoria de esos factores es indispensable para que el pensamiento crítico se ponga a la altura de los desafíos presentes, especialmente en América Latina, donde ese pensamiento necesita recuperar la capacidad de análisis creativa que tuvo en el pasado, para poder contribuir a la superación de los problemas que la lucha antineoliberal enfrenta.

No habrá superación del neoliberalismo sin una participación activa y creativa del pensamiento crítico, en estrecha relación con la práctica política de las fuerzas del campo popular, porque se trata de desafíos nuevos, en un periodo histórico nuevo, que requiere no repetir las fórmulas esquemáticas del pasado, ni tampoco adherir a las formas superadas del liberalismo.

Por casualidad, el pensamiento crítico latinoamericano tiene en Mariategui uno de sus fundadores, porque fue quien más ha renovado el pensamiento social del continente, echando raíces en nuestra propia historia. Es hora de que el pensamiento crítico latinoamericano agarre un nuevo vuelo, a partir de la comprensión de nuestra realidad específica y aprendiendo de los avances y los errores cometidos en este siglo.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/06/22/opinion/019a2pol
Comparte este contenido:
Page 1830 of 2676
1 1.828 1.829 1.830 1.831 1.832 2.676