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Los informes del INEE al Congreso

Roberto Rodríguez

La reforma a la normativa educativa federal del 2012-2013 estableció el carácter de “organismo público autónomo” del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Entre las obligaciones y competencias del INEE autónomo se determinó la de presentar anualmente, en el mes de abril, al Congreso de la Unión, “el informe sobre el estado que guarden componentes, procesos y resultados del Sistema Educativo Nacional derivado de las evaluaciones.” (Artículo 63 de la Ley del INEE).

A partir de entonces, el INEE ha elaborado y publicado tres informes. El correspondiente a 2017 fue presentado el día de ayer a los integrantes de la Comisión de Educación Pública y Asuntos Educativos de la Cámara de Diputados. Los tres primeros se titulan, respectivamente, “El derecho a una educación de calidad” (2014), “Los docentes en México” (2015), y “La educación obligatoria en México” (2016). El nuevo repite el título del año pasado, aunque presenta variaciones importantes de estructura, datos y contenido.

Al igual que en el informe de 2016, el nuevo documento se inicia con datos y consideraciones sobre el acceso a los niveles de la educación obligatoria -preescolar, primaria, secundaria y media superior-, tomando en cuenta indicadores de cobertura, asistencia escolar, y resultados de aprendizaje según los exámenes nacionales estandarizados. Los datos que se presentan indican que los niveles de cobertura de la educación básica pueden ser considerados adecuados en términos generales: la cobertura en preescolar es prácticamente universal salvo en el primer grado del nivel, el que corresponde al primero de preescolar para niños de tres años. Según el informe 2016 sólo 42% de los niños de tres años están en la escuela. La situación se corrige en los grados segundo y tercero de preescolar y durante los seis años de primaria en que prácticamente la totalidad, el 97.3% por ciento de los niños de 4 a 12 años, está inscrito en el sistema.

A partir de ese punto, es decir al inicio de la secundaria, las tasas de cobertura decrecen sostenidamente. El informe 2017 agrega que si bien las tasas de eficiencia terminal son altas en primaria (98.2%), decrecen fuertemente a medida que se avanza en los siguientes niveles obligatorios: en educación secundaria es de 86.8%, y apenas de 67.3% en EMS. Según el diagnóstico, en la educación media superior la tasa de abandono, ubicada en 14.4%, sigue siendo uno de los mayores problemas para garantizar que todos los jóvenes del país cuenten con estudios completos de educación obligatoria.

En cuanto a indicadores de cobertura, asistencia escolar y tasas de terminación de los ciclos escolares los dos reportes enfatizan el agravamiento de condiciones en poblaciones específicas: indígenas, migrantes, jornaleros, población discapacitada y población en pobreza extrema. Para cada uno de estos subconjuntos, representativos de segmentos demográficos en condiciones de desventaja, las posibilidades de acceso, retención y éxito escolar son significativamente inferiores a las medias nacionales en cada rubro analizado.

En materia de infraestructura escolar ambos informes (2016 y 2017) dan evidencia de la precariedad de la mayor parte de los planteles de educación preescolar, primaria y secundaria en el sistema público, más aún en aquellos que corresponden a las escuelas multigrado, las rurales, y las ubicadas en localidades en condición de pobreza. La cantidad de planteles que disponen con biblioteca escolar, bibliotecas de aula, acceso a cómputo, y condiciones físicas satisfactorias continúan siendo una proporción minoritaria en el conjunto. Lo más grave, según se muestra en dichos informes, es que la ausencia de políticas y acciones que tiendan a revertir la brecha de infraestructura que separa a las escuelas con equipamiento adecuado de aquellas en que no se satisfacen los requisitos mínimos en este renglón.

Más preocupantes aún los datos que reportan el aprovechamiento escolar en primaria, secundaria y educación media superior. En primaria pública, en el área de lenguaje y comunicación, más de la mitad de los estudiantes se ubica en el nivel mínimo de aprendizaje. De ello, en escuelas indígenas el 80% corresponde a este nivel, en escuelas comunitarias el 67.9% y en primaria general pública el 51.6%. En contraste, sólo 13.3% de los estudiantes de primarias primadas está en el nivel mínimo. Peor aún el caso de aprendizaje de matemáticas, en que más del 60% del total de niños en escuelas públicas se ubica en el nivel mínimo, repitiéndose las brechas entre escuelas indígenas, comunitarias y generales. En cambio, en primarias privadas solo una cuarta parte del total de estudiantes evaluados se colocó en este nivel.

En secundaria los indicadores mejoran el área de lenguaje y comunicación, pero se agravan en matemáticas. Según los resultados reportados, prácticamente el 60% de los estudiantes de escuelas públicas (contra el 39.9% en privadas) apenas satisfacen el perfil mínimo de aprendizaje en dicha área de conocimiento y únicamente un 2.5% de los estudiantes de secundarias públicas consiguen el nivel de aprendizaje superior de la prueba PLANEA.

El informe de 2017 incluye una nueva sección, por primera vez incorporada a los informes del INEE, la correspondiente a la evaluación de políticas públicas. En esta se consideran tres aspectos puntuales, sobre los que el INEE ha emitido directrices de política educativa: tutorías para inserción a la docencia, políticas para población indígena en educación básica, y política de atención para el abandono escolar en educación media superior. En los tres casos se informa de las acciones de política pública instrumentadas hasta el momento, de los programas encaminados al logro de sus objetivos, y de algunos resultados alcanzados. Se hace notar que al ser de nueva generación los resultados son iniciales, y por ello los efectos en materia de calidad y otros indicadores educativos son mínimos. Lo más relevante, se llama la atención sobre la necesidad de revisar las acciones instrumentadas a la luz del análisis de fortalezas y debilidades que se deriva de los primeros indicadores sobre los procesos de instrumentación.

Fuente del Artículo:

Los informes del INEE al Congreso

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Thinking Dangerously in Dark Times

Henry Giroux

The conditions that produce the terrifying curse of totalitarianism seem to be upon us and are increasingly visible in President Trump’s denial of civil liberties, the stoking of fear in the general population, and a reckless hostility to the rule of law and a free and critical press. Totalitarian elements of the past are also evident in Trump’s contempt for the truth, and a willingness to create a new political formation through an alignment of religious fundamentalists, racists, xenophobes, Islamophobes, the ultra-rich, and unhinged militarists. Hannah Arendt once argued that all thinking is dangerous. This appears particularly true in an age when radical extremists who trade in hate-filled discourses, white nationalism, and racist policies move from the margins of society to the center of American politics.

Against the current assault on critical thinking and the institutions that nurture it, it is crucial for Americans to reclaim the call to think dangerously again and employ language in the service of compassion, justice, and civic responsibility. In part, this suggests learning how to hold authority accountable, search for the truth, make authoritarian power visible, and recognize that no society can escape self-reflection, deny the injuries of state induced injustice, or dispense with truth itself. Dangerous thinking should cause trouble, exercise its right to both understand and interrogate critically the major problems people face while being able to connect such issues to larger structural considerations. Thinking dangerously means refusing a culture of immediacy and sensationalism. Such thinking requires using historical memory as a resource and connecting private troubles to broader political, structural, and economic issues. Such thinking nurtures the social imagination and envisions a future in which the impossible becomes possible once again.

What happens to democracy when the President of the United States labels critical media outlets as “enemies of the people” and derides the search for truth by disparaging such efforts with the blanket term “fake news”? What happens to democracy when individuals and groups are demonized on the basis of their religion? What happens to a society when critical thinking becomes an object of contempt and is disdained in favor of raw emotion or disparaged as fake news? What happens to a social order ruled by an “economics of contempt” that blames the poor for their condition and subjects them to a culture of shaming? What happens to a polity when it retreats into private silos and becomes indifferent to the use of language in the service of a panicked rage that stokes anger but not about issues that matter? What happens to a social order when it treats millions of illegal immigrants as disposable, potential terrorists, and criminals? What happens to a country when the presiding principles of a society are violence and ignorance? What happens is that democracy withers and dies, both as an ideal and as a reality.

How else to explain the present historical moment with its collapse of civic culture and the future it cancels out? What is to be made of the undermining of civic literacy and the conditions that produce an active citizenry at a time when massive self-enrichment and a gangster morality at the highest reaches of government undermine the public realm as a space of freedom, liberty, dialogue, and deliberative consensus? Americans are in the midst of a crisis of history, politics, and agency, made all the more obvious by a government populated by right-wing extremists attempting to implement death-dealing policies regarding health care, the environment, the economy, foreign policy, immigration, and civil liberties.

Democracy fails in an age when its leadership is stripped of credibility. As a habitual liar, Trump has attempted to obliterate the distinction between the facts and fiction, evidence-based arguments and lying, and in doing so has dangerously enlarged the landscape of distortion, misrepresentation, and falsification. Not only has he reinforced the legitimacy of what I call “right-wing disimagination machines” such as Breitbart News, he has also created among large segments of the public a distrust for both the truth and the institutions that promote critical literacy and informed judgment. Consequently, he has managed to organize millions of people who believe that loyalty is more important than the truth and in doing so has emptied the language and the horizon of politics of any substantive meaning, thus contributing to an authoritarian and depoliticized culture of sensationalism, immediacy, fear, and anxiety. Trump has put in motion all the anti-democratic forces that have haunted American society for the last forty years. The broader consequence of his campaign of distortion, lies, and falsification has been captured in an interview Hannah Arendt gave to the New York Review of Books in 1947 in the aftermath of the horrors of fascism. She writes:

“The moment we no longer have a free press, anything can happen. What makes it possible for a totalitarian or any other dictatorship to rule is that people are not informed; how can you have an opinion if you are not informed? If everybody always lies to you, the consequence is not that you believe the lies, but rather that nobody believes anything any longer. This is because lies, by their very nature, have to be changed, and a lying government has constantly to rewrite its own history. On the receiving end you get not only one lie—a lie which you could go on for the rest of your days—but you get a great number of lies, depending on how the political wind blows. And a people that no longer can believe anything cannot make up its mind. It is deprived not only of its capacity to act but also of its capacity to think and to judge. And with such a people you can then do  what you please.”

In the present moment, it becomes particularly important for progressives and others to protect and enlarge the formative cultures and public spheres that make democracy possible. Under a relentless attack on the truth, honesty, and the ethical imagination, the need for the American public to think dangerously is crucial, especially in a society that appears increasingly amnesiac—a country where forms of historical, political, and moral forgetting are not only willfully practiced but celebrated. Rather than draining the swamp, the Trump administration has pushed cronyism and the rule of the elite to a new level of political corruption. All of which becomes all the more threatening at a time when the United States has tipped over into a social order that is awash in public stupidity and views critical thought as both a liability and a threat. Not only is this obvious in the presence of a celebrity culture that embraces the banal and the idiotic, but it is also visible in the proliferation of anti-intellectual discourses and policies among a range of politicians and anti-public intellectuals who are waging a war on science, reason, and the legacy of the Enlightenment.

At the core of thinking dangerously is the recognition that education is central to politics and that a democracy cannot survive without informed citizens. Critical and dangerous thinking is the precondition for nurturing both the ethical imagination and formative culture that enable engaged citizens to learn how to govern rather than be governed. Thinking with courage is fundamental to a notion of civic literacy that views knowledge as central to the pursuit of economic and political justice. Such thinking incorporates a critical framework and set of values that enables a polity to deal critically with the use and effects of power, particularly through a developed sense of compassion for others and the planet. Thinking dangerously is the basis for a formative and educational culture of questioning that takes seriously how imagination is key to the practice of freedom. Thinking dangerously is, thus, not only the cornerstone of critical agency and engaged citizenship, but also the foundation for a democracy that matters.

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Thinking Dangerously in Dark Times

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Mujeres atrapadas en las redes digitales

Por: Cristina Sen

El ‘sexting’, tipificado como delito en el 2015, será incluido en la nueva ley contra la violencia de género.

Las nuevas tecnologías crean nuevas formas de comunicarse y relacionarse, propagan el mundo, lo bueno y lo malo, reproduciendo por tanto con otras formas pero el mismo fondo el grave problema de la violencia machista. El uso de estos recursos ha ampliado el perímetro en el que se puede producir esta violencia, entendida no como agresión física sino psicológica, como el afán de control o venganza. Por ello, el Observatorio contra la violencia doméstica y de género del Consejo General del Poder Judicial incluyó el pasado mes de noviembre los nuevos delitos de acoso y sexting en la Guía de Criterios de Actuación Judicial frente a la Violencia de Género.

El objetivo es ampliar el concepto de violencia de género y, por tanto, es un primer paso para actualizar durante esta legislatura la Ley Integral de Violencia de Género. De hecho, la reforma del Código Penal realizada en el 2015 incorporó como nuevos delitos el sexting –envío de mensajes, watsaps, imágenes o videos para dañar la intimidad y la imagen de una persona- y el stalking–el acoso y persecución utilizando las nuevas tecnologías– para dar respuesta a los problemas que se generan en las redes.

La Guía del Observatorio del CGPJ recuerda que el sexting y el stalking deben vincularse también a la violencia de género, entendida como la que se ejerce sobre una persona en función de su sexo o su género que perpetúa roles según estereotipos sexuales que niegan la dignidad humana. En el caso del sexting, o la pornovenganza, la reforma del Código Penal especifica que es delito la difusión de imágenes que aunque fuesen grabadas con consentimiento no cuentan con el permiso de la víctima para ser difundidas. La pena es de tres meses a un año de prisión.

Peritos informáticos señalan que aún hay demasiado desconocimiento sobre los delitos tecnológicos

Encarni Iglesias creó la asociación y la plataforma Stop Violencia de Género Digital después de sufrir ella misma el acoso de su ex pareja en las redes y en el teléfono móvil.

Amenazas constantes, comentarios denigrantes en Facebook visibles para mucha gente que le llegaron a hacer muy difícil salir de casa. Iglesias cuenta que casi por casualidad dio con una asociación de peritos informáticos que le ayudó a hacer frente a este ciberacoso. Poco después, se animó ella misma a estudiar la materia y montó la plataforma de asesoramiento y ayuda.

“Aunque estas violencias estén catalogadas como delito la posibilidad de tener sentencias condenatorias aún depende demasiado del juez que lleva el caso”, señala.

Hay un desconocimiento de los temas tecnológicos, subraya, y también hay cuestiones difíciles de probar ya que las evidencias digitales pueden ser manipuladas. Pero, sobre todo, recuerda que internet y las redes sociales han entrado en todas las casas sin que la gente sea consciente de las repercusiones de un mal uso.

“En estos momentos estamos ayudando a una mujer que durante siete años ha sido acosada en WhatsApp y Facebook y no era consciente”. Llegan casos de todo tipo, hombres que cuelgan las fotos de sus ex parejas con el número de teléfono en páginas de contacto, explica a modo de ejemplo.

En su informe del 2015, la ONU alertó de la ciberviolencia contra mujeres y niñas al señalar que el 73% de las mujeres han estado expuestas o han experimentado violencia machista en las redes. Un tipo de violencia que aún amplia más las fronteras de las agresiones ya que trascienden la esfera de lo privado, mensajes que se multiplican amparados en el anonimato y se perpetúan. “La violencia en línea ha subvertido la promesa positiva original de libertad en internet y, en demasiadas ocasiones la ha convertido en un lugar escalofriante que permite la crueldad anónima y facilita actos perniciosos contra mujeres y niños”, advierte ONU Mujeres.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20170413/421660064458/sexting-acoso-delito-ley-violencia-genero.html

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Un cómic y las aulas de un instituto para luchar contra la islamofobia

Por: Natalia Quiroga Díaz

Sobre los pupitres del Instituto Dolores Ibárruri de Fuenlabrada apoyan sus codos cada día jóvenes españoles de más de 20 nacionalidades distintas. «Marruecos es el país extranjero más común y el hecho de que los estudiantes con este origen compartan o no la religión musulmana parece importarme más a mí —que insisto en preguntar— que al resto de sus compañeros».

Lo cuenta María José Arroyo, directora del centro en la ciudad madrileña y uno de los 15 institutos de Madrid y Cataluña que están participando en el proyecto Kifkif, de la Fundación Al Fanar, una experiencia innovadora para prevenir la islamofobia desde las aulas. El trabajo de prevención arranca aquí, no porque el problema esté fundamentalmente en los institutos, sino porque son los jóvenes y los niños los que mejor pueden descolgarse de los prejuicios. «La necesidad de este tipo de iniciativas proviene en realidad del entorno social ajeno al centro. Los alumnos pueden ser, en sus domicilios y en su entorno no educativo, promotores y ejemplos de una buena convivencia, tolerancia y comprensión», explica Arroyo.

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El proyecto se desarrolla a través de cinco talleres a lo largo de dos meses y cuenta como eje central con el cómic Las afueras, elaborado también por adolescentes, alumnos de 3º de la ESO del Instituto Maria Aurèlia Capmany de Cornellà de Llobregat e ilustrado por Manu Ripoll. En el cómic se narran las desventuras, prejuicios y problemas reales a los que se enfrenta su protagonista Nora, una jovende Barcelona de origen magrebí y religión musulmana.

Para la Nora del cómic las aulas de su instituto sí que están cargadas de comentarios y argumentos que insisten en relacionar velo con sumisión, islam con terrorismo, religión con fundamentalismo. «Tú debes ser la terrorista de la clase», le increpan en un momento de la ficción. Un reflejo bastante aproximado del limitado debate que está teniendo lugar en determinados entornos, medios de comunicación y redes sociales y que está generando un peligroso clima de violencia y discriminación.

La Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia recogió durante 2016 un total de 278 incidentes, un 567,35 % más que el año anterior. Cataluña, la Comunidad Valenciana y Madrid concentraron cerca del 63% de estos casos.

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Pero lo más interesante del álbum La afueras es el proceso de búsqueda de una identidad propia que atraviesa la protagonista, que se siente española y a su vez profundamente vinculada a la cultura y tradición del país de origen de su familia. «En el primer taller abordamos precisamente el tema de la identidad para exponer que las identidades son algo heterogéneo, es decir, la identidad de una persona está formada por varios componentes. Una chica puede ser musulmana, española, mujer feminista, solidaria, amante de la música… y todo lo que quiera. Queremos llegar a la idea de que los musulmanes son musulmanes y muchas otras cosas más”, explica Fátima Tahiri, investigadora de la Universidad Autónoma y encargada de diseñar e impartir los talleres.

Nora lucha por combatir el prejuicio fuera pero también se encuentra con que dentro, en su propia familia, se le cuestiona por su forma de actuar, de pensar y de estar en el mundo. «A veces me siento como pez fuera del agua», explica la protagonista en una de las viñetas. «La actividad busca abrir el debate y generar argumentos, pero no pretende idealizar la situación de los musulmanes en todo el mundo sino acabar con ciertos estereotipos y prejuicios para poder desarrollar un planteamiento crítico alejado de todo tipo de odio y discriminación», puntualiza Tahiri.

Durante otra de las sesiones del taller, los estudiantes teatralizan algunas de las escenas del cómic para tratar de experimentar los conflictos a los que se enfrenta Nora y con los que cada día se encuentran muchas personas por el simple hecho de pertenecer a una religión que poco o nada tiene que ver con el radicalismo. A través de dinámicas propias del Teatro del oprimido se busca que sean los propios estudiantes los que propongan soluciones.

«Las impresiones que recogemos en los talleres están siendo muy positivas y nos permiten confirmar lo señalado: los alumnos son, en ocasiones, más maduros que los adultos y aceptan con bastante normalidad que hablemos de exclusión, de terrorismo, del papel de la mujer, etc. No se rasgan las vestiduras, sino que argumentan su visión de las cosas», añade Arroyo.

Los talleres profundizan también en dos conceptos ajenos pero profundamente relacionados: el de la violencia y el miedo. En la búsqueda de soluciones se invita a los jóvenes a recorrer y conocer en profundidad el camino de la no violencia por el que personajes como Gandhi o Martin Luther King se convirtieron en verdaderos líderes de la historia de la humanidad.

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La experiencia está siendo tan positiva que además de los dos institutos en los que arrancó en Cataluña y los 13 de la Comunidad de Madrid, en breve comenzarán los talleres en centros de Ceuta y es posible que la vida de Nora se traduzca al francés para utilizar el cómic en las aulas de Molembeek, el barrio de Bruselas a donde apuntan todas las miradas al repasar la lista de atentados en Europa durante los últimos años.

Esa es la otra cara de la moneda del proyecto: combatir la islamofobia es a su vez una forma de combatir el radicalismo. La marginación y la estigmatización empujan irremediablemente al aislamiento y desde ahí, siempre es más fácil acabar perdido y atrapado en la maraña de argumentos vacíos que utilizan los radicales.

Especialmente en la adolescencia, ese momento de la vida en el que todos luchamos por encontrar un lugar en el mundo. «Hay jóvenes musulmanes que intentan crear ejemplo y romper estereotipos mediante sus prácticas religiosas y hay quienes prefieren obviar en público la cuestión religiosa para evitar problemas en su día a día. Así como existe un número reducido que decide marginarse y vivir excluido en la sociedad. La islamofobia es un factor clave a la hora de montar el hecho religioso porque abre el camino a dos opciones: el dialogo y el compromiso para una sociedad mejor o la marginación y el odio», añade Tahiri, que precisamente dedica su tesis a investigar sobre las prácticas religiosas de los jóvenes musulmanes en España.

Uno de los puntos clave de la experiencia en las aulas es analizar desde distintas perspectivas la islamofobia de género, quizás la más común y sobre la que más alegremente opina la sociedad en general. En las sesiones se exponen frases con un sesgo claramente machista y se pregunta a los alumnos a quién creen que pertenecen, a qué religión, a qué época. Citas como la de «hay que amar más al padre que a la madre porque él es el principio activo de la procreación mientras que la madre es el pasivo», de Santo Tomás de Aquino, teólogo por antonomasia de la Iglesia católica, ayudan a los jóvenes a entender que el machismo es una lacra que nos atraviesa a todos independientemente de nuestra cultura, religión, raza o clase social.

La islamofobia, como cualquier otra patología fundamentada en el odio, se basa en la idea de dividir entre un nosotros y un ellos, lo propio y lo ajeno, lo de aquí y lo de fuera. «La sociedad española ha cambiado y ahora encontramos españoles que se llaman Mohamed y Fátima y son musulmanes. Estos jóvenes se ven excluidos o tildados de inmigrantes sólo porque no se amoldan al modelo de «ciudadano español tradicional» y por lo tanto en ocasiones se les excluye», apunta Tahiri. Sentados alrededor de una clase, desde las aulas de un puñado de institutos, un grupo de estudiantes reflexiona estos días sobre qué es eso que nos hace ser iguales y de dónde sale esa otra cosa que nos aleja.

Fuente: http://www.yorokobu.es/islamofobia-las-afueras/

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Lo que el feminismo ha dado al mundo

Por: Elena Simón

El feminismo sigue siendo muy necesario, un feminismo emancipatorio porque ¿hemos cambiado tanto la forma de educar a las niñas? ¿o solo hmos.

El feminismo ha humanizado al mundo o está en vías de hacerlo. El mundo sin feminismo se torna rudo y violento con las mujeres, misógino y machista oficialmente. Preconiza la superioridad de los varones y su potestad para gobernar y controlar a sus mujeres y a las que no son “suyas” también.

Y así lo vemos en sociedades patriarcales duras y también lo vemos en las sociedades patriarcales blandas, como la nuestra. En nuestro diccionario permanecen aún conceptos como: autoridad marital, patria potestad, débito conyugal, siempre referido al dominio masculino sobre las mujeres.

Sin feminismo las mujeres han de quedar sujetas a normas, principios, valores, prohibiciones y obligaciones indiscutibles, por su condición femenina, por su desigualdad institucional, por su inferioridad de hecho y de derecho. Para evitar que desvíen su interés hacia asuntos distintos al de la sexualidad complaciente, la domesticidad 24 horas y la maternidad como destino. Sin feminismo no hay condición de sujetos y agentes para las mujeres. Sólo sujeción paciente e interiorizada.

Sin feminismo las mujeres no son, no existen, no están. Todas son como la misma, no diversificadas, no electoras de sus pautas de vida y de sus intereses, no gestoras libres de sus talentos, eternas dependientes y menores de edad no emancipadas.

¿Quién quisiera para una hija semejante destino de sujeción?

¿Quién no le desearía una vida como libre e igual?

Sin feminismo sólo existe un pensamiento único: el de la inferioridad natural de las mujeres. Así es que agradezcamos y reconozcamos al feminismo toda su influencia en el cambio de mentalidad y de vida que se ha efectuado en los últimos cien años, al menos.

Pero, aún así, quedan secuelas de misoginia, sexismo y androcentrismo, secuelas de la visión del mundo que muchos muchos varones con influencia han puesto a disposición de la sociedad, acallando e invisibilizando a quienes no tenían un lugar dominante, como hombres, como propietarios del conocimiento, como jueces, como legisladores, como moralistas, como mandatarios. Por eso el feminismo sigue siendo muy necesario como voz crítica y de alerta ante los restos y secuelas de esa enorme y aceptada epidemia planetaria de patriarcado y de machismo.

Sin feminismo, muchas mujeres seguirían secuestradas en la ignorancia, en el encierro, en la desposesión de sus bienes, de sus tiempos y espacios, de sus capacidades, de sus deseos y hasta de sus necesidades. Y, para que esto deje de ocurrir necesitamos mucho más feminismo emancipatorio y no complaciente con la voluntad del amo. Y, necesitamos espacios de voz y voto, de presencia e influencia, de cultura, de representación y comunicación. Para que siga la dificultosa senda que ha hecho mejorar la vida de muchos seres humanos en este mundo.

Sin feminismo hay barbarie de género. Por eso, en vez de hablar tanto de lacra social cuando hay algún feminicidio, en vez de fijarnos tanto en nuestras congéneres de países de patriarcado duro, fijemos nuestro interés y nuestros sentidos en valorar el feminismo y a las feministas como agentes del cambio de creencias y de mentalidad hacia cotas de mayor justicia social, mayor bienestar y más derechos de ciudadanía.

A no ser que la mayoría se adscriba al sistema de dominación masculina y firme todos sus manifiestos. No creo que sea así, pero hay que aprender a correlacionar los nefastos resultados de la violencia contra las mujeres, las jóvenes y las niñas con la actitud contraria al feminismo, como posible perturbador del orden social establecido y como temible por lo que propone de cambio en la vida de los hombres y en la vida de las mujeres.

¿Es que tanto miedo da la idea de Igualdad y de libertad radical en estos tiempos?

Pues hay que conocer también lo que en otros tiempos se llegó a pensar y a proponer desde un pensamiento feminista, como radical y transformador.

Por eso, me gustaría acabar con algún fragmento de la obra La sujeción de la Mujer, publicada en la Inglaterra de 1869, firmada por John Stuart Mill, pero hecha por el pensamiento de su compañera de vida Harriet Taylor y la hija de ésta: Helen Taylor

…“Así, todas las mujeres son educadas desde su niñez en la creencia de que el ideal de su carácter es absolutamente opuesto al del hombre: se les enseña a no tener iniciativa y a no conducirse según su voluntad consciente, sino a someterse y a consentir en la voluntad de los demás. Todos los principios del buen comportamiento les dicen que el deber de la mujer es vivir para los demás; y el sentimentalismo corriente, que su naturaleza así lo requiere: debe negarse completamente a sí misma y no vivir más que para sus afectos”…

Salvando muchas distancias, haré una pregunta inquietante:

¿Hemos cambiado tanto la forma de educar a las niñas? O ¿sólo hemos dejado de usar el discurso de la abnegación, abogando por el de la sumisión encubierta a través del amor, el cuidado y la belleza, como base fundamental de un proyecto de vida “femenino”?

Miremos modelos, productos culturales, mensajes e imágenes dirigidas a las niñas.

Sin feminismo estamos en un círculo vicioso: cambiar los discursos para que sean aceptables y mantener las formas inaceptables, justo lo contrario, que sería una conjunción de discursos, imágenes y prácticas que llevaran al ejercicio no condicionado de la libertad y al acceso sin obstáculos a la Igualdad.

Fuente noticia : http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/04/24/lo-que-el-feminismo-ha-dado-al-mundo/

Fuente imagen:  https://3.bp.blogspot.com/-fOUwo9yrwxo/VwKXTbKyOaI/AAAAAAAAY5s/m1uc_vub54IOpCwZrJS9ggsobWppziLMQ/s400/Feminismo%2B-%2BS%25C3%25ADmbolo.jpg

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Día del síndrome de Down: el reto de lograr una vida autónoma:

Por: Ana Camarero

En España se calcula que hay entre 34.000 y 35.000 personas con la trisomía.

Este martes 21 de marzo se celebra el Día Mundial del Síndrome de Down.  Este año el tema escogido por Naciones Unidas (ONU) es #MiVozMiComunidad, una campaña a través de la cual se apoya a las personas con síndrome de Down para que puedan expresarse, ser escuchados e influir en la política y la acción del gobierno, con el fin de que se integren plenamente en las comunidades. Y encuentran trabas: el sistema educativo no está pensado para las personas con discapacidad intelectual, lo que dificulta, por esta falta de recursos, su integración y que estas sean capaces de llevar una vida independiente. Lograr que sean autónomos es el objetivo.

El síndrome de Down es una alteración genética que se produce por la presencia de un cromosoma extra en el par 21 en lugar de los dos que existen habitualmente; por ello, también se conoce como trisomía 21. Este síndrome, como indica su denominación, no es una enfermedad. El efecto que la presencia de esta alteración produce en cada persona es muy variable. Una persona con Down tendrá algún grado de discapacidad intelectual y mostrará algunas características típicas del síndrome, que les hace singulares, con una apariencia y personalidad únicas. En España se calcula que hay entre 34.000 y 35.000 personas con síndrome de Down.

Agustín Matía Amor, gerente de Down España (Federación Española del Síndrome de Down), señala que “las diferencias vienen marcadas sobre todo por la naturaleza de la discapacidad intelectual asociada al síndrome de Down. Son personas con necesidades de apoyo permanente, con un bajo nivel de escolarización, con unos porcentajes de ocupación laboral inferior al de otros colectivos de discapacidad y con algunos problemas de salud propios (tasa elevada de cardiopatías, altísima incidencia de enfermedad de Alzheimer, envejecimiento prematuro o porcentaje elevado de celiaquías)”.

Para estudiar las patologías o enfermedades que suele desarrollar la población que tiene síndrome de Down, el Hospital Universitario de La Princesa ha puesto en funcionamiento una consulta monográfica dedicada en exclusividad a las personas con síndrome de Down. Un centro de referencia único en el mundo junto a otro equivalente en Estados Unidos. Fernando Moldenhauer, del Instituto de Investigación del Hospital Universitario de la Princesa, declara que con la creación de esta consulta se quiere “proporcionar una atención médica personalizada, evitando al mismo tiempo un excesivo intervencionismo médico diagnóstico terapéutico, que es frecuente y justificado en la edad pediátrica”. Un centro que, tal y como señala Moldenhauer, “ofrece una experiencia clínica probablemente única en nuestro entorno en relación con la atención de estas personas, lo que permite centrar la atención en problemas de salud no bien conocidos o ponderados por la mayoría de los médicos que atienden poblaciones adultas de pacientes”.

Con relación a la incorporación de niños y jóvenes con síndrome de Down al ámbito formativo y académico, Agustín Matía afirma que es un colectivo que encuentra muchos obstáculos en su camino a la hora de normalizar su incorporación a la formación académica. Según explica el gerente de Down España, “el sistema educativo en general no está pensado para atender la discapacidad intelectual, ni siquiera una de carácter tan moderado o asumible como es el síndrome de Down”. Asimismo, Matía insiste en que “hay que recordar que el fundamento moderno de la atención a la discapacidad es que la sociedad (también las estructuras educativas) se adapte para apoyar a las personas a las que atiende”. Una paradoja, tal y como Matía subraya, puesto que, en “en este momento, la mayor parte de las personas con síndrome de Down no pueden titular académicamente y sufren un sistema que nos les aporta respuestas inclusivas ni calidad educativa en lo que necesitan”. Una circunstancia que Matía piensa “facilita la presión a las familias y las soluciones excluyentes y segregadoras”, considerándola “una regresión respecto a la integración conseguida en los años 90”

Una opinión que comparte Inés Álvarez Arancedo, presidenta del patronato de Down Madrid, quien apunta que durante las etapas escolares iniciales la integración de una persona con síndrome de Down se produce de manera natural. En la etapa infantil, la relación entre niños con y sin discapacidad es muy fluida, pues ellos lo primero que ven son sus similitudes y no reparan en sus diferencias: a todos los pequeños les gusta jugar, dibujar, cantar, bailar y cada uno lo hace a su manera y a su ritmo. Las diferencias, como explica Álvarez, empiezan a hacerse más notorias a medida que los niños crecen, “pero ello no impide que los niños que han aprendido a compartir espacios educativos vivan también esas diferencias con naturalidad, aprendiendo que hay personas que necesitan más apoyo y que lo importante es que cada uno pueda dar lo mejor de sí mismo. A partir de la adolescencia”, matiza la presidenta de Down Madrid, “es quizás cuando la integración se vuelve más complicada, pues a la brecha educativa se suma la social, ya que los compañeros comienzan a ser más autónomos y ellos todavía son más dependientes de un adulto y ello, a veces, les dificulta compartir actividades fuera del ámbito escolar”.

El objetivo es aumentar la conciencia pública sobre el síndrome y recordar la dignidad inherente, la valía y las valiosas contribuciones de las personas con discapacidad intelectual como promotores del bienestar y de la diversidad de sus comunidades. También, se quiere resaltar la importancia de conseguir la autonomía e independencia individual de las personas con síndrome de Down, en particular, la libertad de tomar sus propias decisiones.

De hecho, uno de los mayores desafíos con los que se encuentra la población con síndrome de Down es esto, lograr una vida autónoma e independiente en su día a día. Álvarez Arancedo señala que “la autonomía es una de las claves para que los jóvenes y adultos con síndrome de Down puedan continuar desarrollándose en el ámbito personal, y por ello se trabaja en este campo desde una edad muy temprana”. Una labor que resulta todo un reto para el colectivo. En este sentido, Agustín Matía declara que “hay que conseguir que el sistema educativo sea realmente inclusivo en España y que atienda con calidad y eficacia a las necesidades que tienen los alumnos con síndrome de Down. Así como lograr que esta población se incorpore al mercado de trabajo ordinario sin tener que verse abocados a sistemas de inserción laboral segregados o a la inactividad laboral”.

En el Día Mundial del Síndrome de Down, la Federación ha lanzado el anuncio viral “Cambia tu mirada sobre el síndrome de Down”, con el que Down España quiere aumentar la sensibilización social y la visibilidad de estas personas. Un anuncio que, a su vez, forma parte de una campaña global llamada XTUMIRADA, en la que también participan personalidades del mundo de la música, la televisión y la cultura de nuestro país.

Fuente:http://elpais.com/elpais/2017/03/21/mamas_papas/1490084327_179945.html

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Didáctica de las Ambulancias

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

Casi todo lo que es importante es urgente. Una es noción de jerarquía y la otra de tiempo. Eso lo entiende, por ejemplo, quien maneja una ambulancia. Son importantes los semáforos, sí, pero mucho importante es la vida del que viaja (accidentado o no) en una ambulancia y, por lo tanto, en condiciones de seriedad, todo lo que “normalmente” es importante cede su lugar a lo urgente. Digan lo que digan los “burócratas”, los reformistas o los indolentes para quienes la relación entre urgencia e importancia está confundida por su obediencia a los “jefes” o a la negligencia y no a las necesidades sociales.

Para la humanidad es muy importante quitarse el yugo del capitalismo, es urgente. Deberíamos estar dedicados, de tiempo completo, a librarnos del coloniaje económico e ideológico que pone en riesgo real la sobrevivencia del planeta y de toda forma de vida, incluida la humana. Sólo mirar las cifras debería hacernos entender la urgencia por salir de un sistema injusto, excluyente, belicista y humillante como el que reina a sus anchas hace ya demasiados siglos. Y sin embargo vamos lentos. La humanidad está en peligro. ¿Es un problema de jerarquía o de tiempo?

Es muy importante combatir las mentiras, la tergiversación y la desinformación. Es muy importante conocer la verdad, saber socializarla y saber qué hacer con ella. Es de importancia suprema vivir y convivir en unidad y con principios comunitarios a toda prueba. Es urgente y sin embargo vamos lentos. Nos frenan los semáforos de la estulticia. ¿Qué nos falta? ¿Ética?

Nos impusieron, con fuerzas militares y fuerzas ideológicas, una “Cultura de la Banalidad” que surte efectos desastrosos. Contiene individualismo de todo tipo, escapismos a granel, solipsismos y anti-política hasta el hartazgo. Su non plus ultra es el consumismo endulzado con egolatría de mercado y cucharadas generosas de indolencia burguesa. Por eso importa más, en la agenda de lo cotidiano la sanción a un futbolista, los matrimonios de la farándula, el chismorreo de corrillos… que lo importante y lo urgente de verdad. Por eso nos anestesian con luz de televisores y mientras nos saquean los salarios, los recursos naturales… la vida misma hundidos en banalidades bacteriológicas.

La vida diaria se nos escapa mientras atendemos eso que es secundario, mediato e intrascendente pero que nos hace sentir como si estuviésemos atendiendo lo verdaderamente importante. Y se va la vida. La banalidad nos invisibiliza la lucha, la hace postergable e intrascendente. La banalidad nos hace ver un mundo que realmente está “patas arriba” como si ese fuese su orden natural y como si debiésemos aceptarlo sin chistar y sin cambiarlo. La banalidad con que el capitalismo nos anestesia es para colmo un gran negocio de ellos que nos vende valores banales disfrazados de moda, disfrazados de placeres, disfrazados de instituciones sagradas. Nos han enseñado a aceptas todas las banalidades que el capitalismo inventa como si fuesen lo más importante y lo más urgente. La banalidad en serio. Ética anestesiada.

Nada es más importante que terminar con la cultura belicista que nos ahoga, día a día, hasta en lo más impensado. Nada más importante que tener un mundo sin máquinas de guerra ideológica y sin guerras psicológicas. Nada más importante que conquistar la Justicia Social para el pueblo trabajador. Nada más importante que un mundo de seres humanos con igualdad de oportunidades y de condiciones objetivas. Nada más importante que asegurar un planeta que sea la Patria de la Humanidad sin excluidos, sin amos y sin esclavos. Sin seres humanos explotados y sin clases explotadoras. Nada más importante que lograr ser humanos emancipados, cultos y libres. Nada más importante que vivir en un planeta sin miedo.

No es importante -ni urgente- poner a salvo las ganancias de las oligarquías ni de sus colonias. No es importante entregarles las tierras, las minas, los ríos, los mares, las montañas, los subsuelos ni los cielos. No son importantes los negocios burgueses con la educación, la vivienda, la salud y el trabajo. No es importante la “moral” de los opresores ni es importante el bienestar de unos cuantos sectores que son dueños de la inmensa mayoría de las riquezas del planeta. Lo importante es el futuro sano y salvo para las niñas y los niños. Lo importante es la vida digna para los adultos mayores. Lo importante es el trabajo emancipado para la juventud y para todos. Lo importante es derrotar toda banalidad y toda injusticia. ¿Cómo hay que decirlo? Hay que abrir paso a la ambulancia de la Historia, la humanidad esta en riesgo.

El “Pensamiento Crítico” consiste fundamentalmente en aprender a poner en orden nuestros métodos para conocer el mundo, para enunciar ese conocimiento y para organizar y movilizar conductas emancipadoras. Saber qué va primero y qué va segundo. Qué es lo urgente y que es lo aplazable. Qué es importante y qué no lo es. El “Pensamiento Crítico” es producto humanista y dialéctico de sí mismo, en clave de lucha. De lucha de clases. Es ese su territorio fértil y su fuente de identidad. En esa lucha se aprende quiénes son los sujetos en contienda, cuántos hay de cada lado, con qué fuerzas cuentan, cuál es su desarrollo desigual y combinado y cuáles son sus derrotas y sus victorias… el “Pensamiento Critico” se forma como conciencia de la disputa que moviliza a la historia y que le da perspectivas, para bien o para mal, sobre el desino mismo de la humanidad y del planeta. Por eso el “Pensamiento Critico” es tan importante. Y no hay transformación posible si el “Pensamiento Crítico” no se hace carne en los pueblos y sus luchas. Comuna o nada.

Aquel que maneja una ambulancia sabe que, llegado el momento, lo importante es un mandato ético y social. Que nada ni nadie puede oponerse o superponerse al cometido de salvar la vida. Ni los semáforos ni la hora del almuerzo, ni los afectos ni las banalidades. Nada es más importante y, por eso, es urgente llegar, íntegros y proactivos, a cumplir la tarea suprema de ser solidarios con quien necesita de toda nuestra destreza, de toda agudeza y de toda presteza. A bordo de la ambulancia va un paquete didáctico para la sociedad toda. Va la vida y la muerte con nuestro papel ante ellas. Va la necesidad de cumplir con el deber y el amor por cumplirlo. Va la inteligencia y la pasión por ser útil. Va el riesgo y van las ciencias. Va el santiamén de la suerte y va el aplomo del científico. Va la historia de la humanidad y va el futuro de quien sufre un accidente. Vamos todos y sabemos que van juntos, lo importante y lo urgente. Así deberíamos ser con todo. Sería una Revolución Cultural nutrida por pensamiento crítico y moral de comunidad. Y el mundo será distinto.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=225063

 

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