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El móvil entra pisando fuerte en las aulas

Por: Raquel Quelart

Los tiempos en los que el profesor requisaba el móvil solo por el simple hecho de verlo encima del pupitre han quedado atrás. Desde que en marzo del 2015 la entonces consellera d’Ensenyament, Irene Rigau, invitó a centros y docentes a potenciar el uso pedagógico de estos dispositivos en las aulas, decenas de escuelas e institutos los han incorporado en el día a día como una herramienta educativa más.

 “Es una tendencia clara”, comenta Jordi Miró Meix, director general de Atenció a la Família i la Comunitat Educativa de la Generalitat. A falta de un método para elaborar un listado de los centros que permiten el uso del móvil en clase, el principal medidor de este aspecto es el programa MSchools , cuyo objetivo es la adopción de las tecnologías como instrumento de innovación educativa en los institutos.
Al principio estaba mal visto que un profesor usara móvil en el aula

Eulàlia Franquesa

Profesora de Formación y Orientación Laboral del Institut Can Vilumara

Impulsado por Mobile World Capital Barcelona, el programa incluye, entre otras facetas, una propuesta curricular para la asignatura de informática de 4ºde ESO centrada en el diseño y desarrollo de aplicaciones. Desde el 2013, la participación de centros en App Education no ha parado de crecer –solo este año se han inscrito 334 institutos-.

“No hay reticencias a la hora de introducir el móvil en el aula”, asegura Miró. No obstante, normalizar su uso en escuelas e institutos no significa dar carta blanca a los alumnos. Ensenyament establece que incorporar estos dispositivos en los centros requiere “orientaciones precisas” relativas a su buen uso.

Centros con gran permisividad

Un referente en este ámbito es el Institut Pla Marcell de Cardedeu (Vallès Oriental). El centro ha señalizado cada espacio en función de la utilización que el alumno puede darle a su smartphone. Lo único que no se tolera, explica el director del centr, Àlex Salleras, es realizar llamadas.

En el recinto existen cuatro tipos de espacios: aquellos donde el móvil se puede usar con la única restricción de no tomar imágenes a compañeros sin su permiso; otros en los que el uso continúa siendo libre, pero con algunas limitaciones, como escuchar música a un volumen alto –biblioteca-; lugares en los que puede utilizarse siempre y cuando la actividad lo requiera, y otros donde su uso está prohibido –sitios de paso-.

Niños utilizando un móvil en un pasillo de una escuela
Niños utilizando un móvil en un pasillo de una escuela (Wavebreakmedia / Getty)

Los dispositivos móviles “están muy intrincados en la vida del centro”, reconoce el director, que añade que los alumnos los suelen utilizar como si fueran “miniordenadores” donde generan contenidos, se comunican a través de mensajes, correos electrónicos y comparten calendarios. “Los grupos de Whatsapp nos permiten organizarnos muy bien”, asevera.

El cambio revolucionario que está suponiendo la introducción de la tecnología móvil en la educación está relacionado también con la metodología para dar clase. Por eso no es de extrañar que proliferen cursos especializados en la materia, como el impartido en Aprèn Online por Eulàlia Franquesa dirigido a docentes.

Tenemos un cajón en dirección donde algunos alumnos dejan el móvil cuando entran

Àlex Salleras

Institut Pla Marcell

Franquesa, profesora de Formación y Orientación Laboral del Institut Can Vilumara (Hospitalet de Llobregat), fue una de las pioneras en introducir el smartphone como herramienta pedagógica. “Al principio estaba mal visto que un profesor usara móvil en el aula”, admite, “te sentías un poco mal”. En cambio, ahora, con la nueva directriz de Ensenyament, la docente se siente legitimada.

Aunque convencida de que las nuevas tecnologías se generalizarán en el sistema educativo, también reconoce que “está costando mucho”. Si bien es cierto que, según Franquesa, los profesores empiezan a ver este dispositivo con buenos ojos, sobre todo cuando se percatan de que “les facilita el trabajo”.

Cómo sacarle potencial al móvil en clase

La principal razón es la existencia de herramientas como el Moodle que permiten la realización de exámenes tipo test a través del smartphone. El programa es capaz de mezclar las preguntas de manera aleatoria para cada alumno y corregir las respuestas de manera automática.

Franquesa señala otras de las funcionalidades del móvil muy interesantes para educación: el desarrollo de aplicaciones específicas -por ejemplo, mediante el App Inventor-, el acceso a la información de manera inmediata –a través de Google, diccionarios, mapas-, el uso de herramientas como calculadora y cámara, además de otro tipo de aplicaciones y programas que favorecen la interactividad.

Tengo la impresión de que el móvil está más regulado en la escuela que dentro de casa

Jordi Miró Meix

Director general Atenció a la Família i la Comunitat Educativa de la Generalitat

Pero todavía hay centros donde el móvil está “súper prohibido”, admite la docente. “Facebook, Twitter y Whatsapp dan mucho miedo”, señala, y compara el rol que estas aplicaciones cumplen en el aula con lo que sucedía antaño cuando los estudiantes se enviaban mensajes en papelitos. Y concluye: “A los alumnos les encanta el uso del móvil en clase y cogen menos apuntes que antes”.

A pesar de estas bondades de los smartphones, el director general de Atenció a la Família i la Comunitat Educativa de la Generalitat, Jordi Miró Meix, admite que también tienen “un componente perverso”: el favorecer el acoso dentro y fuera de los centros de enseñanza. Por eso adelanta que próximamente su departamento lanzará una iniciativa de cara a minimizar el impacto de esta situación.

Los peligros del ‘smartphone’

Respecto a la preocupación que puedan tener los padres y madres del tiempo que pasan sus hijos frente a pantallas, Miró contesta: “Tengo la impresión de que esto está más regulado en la escuela que dentro de casa”. Y recuerda que la Generalitat ofrece algunos consejos para las familias a través de este enlace .

“En este sentido los niños tienen que venir un poco enseñados de casa”, aclara. Y si no es así, la escuela también tiene sus propios recursos para mejorar los hábitos tecnológicos de niños y adolescentes, como expone el director del Institut Pla Marcell: “Tenemos un cajón en dirección donde algunos alumnos dejan el móvil cuando entran porque hemos acordado que era conveniente ayudarles a hacer una buena gestión de este dispositivo”.

Una demostración de que exprimir el potencial que ofrecen las nuevas tecnologías también en la escuela no es incompatible con que los más pequeños se acostumbren a dedicarles solo el tiempo necesario.

La Generalitat ofrece algunos consejos para las familias sobre nuevas tecnologías e infancia

Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20161219/412666502257/movil-escuela.html

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Absentismo escolar: ¿solo aquellos estudiantes que no asisten al establecimiento?

Por: María Loreto Serra Rodríguez

Abordar el absentismo escolar en Chile es una tarea compleja. En primer lugar, debido a que en nuestro país dicho fenómeno no ha sido considerado un objeto de estudio relevante, lo que se evidencia tanto en las escasas referencias sobre este tema en la literatura científica; como también en la inexistencia de un indicador que dé cuenta de dicha realidad en los establecimientos educacionales del país. No contamos, tampoco, con fórmulas oficiales para calcular, por ejemplo, lo que sería la tasa de absentismo; aunque sí las hay para medir asistencia media, retiro o deserción escolar. En segundo lugar, no existe consenso en la literatura internacional respecto a lo que es, precisamente, el absentismo escolar, llegando a transformarse en lo que Rué (2005) ha categorizado como un “concepto-saco”, es decir, una categoría que da cuenta de un fenómeno originado en causas, factores, hechos y experiencias diversas. El reto es, por tanto, hacerse cargo de un fenómeno que, tanto para los índices oficiales del gobierno como para la investigación educativa en Chile, se encuentra invisibilizado.

Lo anterior no deja de ser paradojal, toda vez que constatamos a través de la literatura que se trata de un fenómeno relevante, pues constituye el proceso que antecede la deserción y abandono escolar (De la Fuente, 2009; Espinoza et al, 2014; Fernández et al., 2010; García, 2001; González, 2006; Ribaya, 2004; Rué, 2005). Sobre esto último, en el caso chileno, de acuerdo a los datos estadísticos entregados por el Ministerio de Educación (2013), el abandono escolar corresponde en términos generales (tasa de prevalencia año 2011) a un 9,5% entre los 15 y 19 años, y 16% entre 20 a 24 años; con una mayor concentración de jóvenes desertores en los quintiles más pobres de la población (I y II).

Quienes nos dedicamos a la docencia en el sistema escolar municipalizado y trabajamos con estudiantes pertenecientes a los quintiles más pobres, no solo observamos y vivimos en lo cotidiano el fenómeno del absentismo escolar, sino también entendemos que en él subyacen, de modo latente y dinámico, una multiplicidad de factores (sociales, culturales, familiares, económicos, etc.), como experiencias de vida y relaciones intersubjetivas que viven las y los jóvenes. Las problemáticas de la escuela, significan para nosotros los/as docentes, la visibilidad de rostros concretos, con nombres y apellidos, sus familias, sus vivencias e historias personales; pues conocemos, nos relacionamos y convivimos a diario con ellos/as.

La experiencia como docente de un liceo técnico municipal en la ciudad de Valparaíso y el diálogo cotidiano con mis colegas más cercanos, me hizo ver la necesidad de buscar comprender este fenómeno. Y es que si bien, las y los profesores estamos dispuestos a enfrentar numerosos desafíos, el no contar con la presencia de los propios educandos es algo que escapa a toda planificación. Podemos ser muy buenos profesionales, trabajar de manera cohesionada y en equipo, implementar diversas estrategias de enseñanza, etc., pero si no contamos con los actores claves del proceso educativo, la educación misma pierde su sentido. ¿Por qué la ausencia de jóvenes en las salas de clases? He ahí una interrogante clave.

Ubicado en una de las principales arterias de la ciudad y con 113 años de historia, el establecimiento en el que trabajo posee una matrícula de 1300 estudiantes y un índice de vulnerabilidad por sobre el 80%. En relación a la asistencia, según los datos del último Plan Anual de Desarrollo de la Educación Municipal (Padem), el establecimiento presentó una asistencia media del 85%, cifra que se encuentra justo en el límite del promedio requerido por la normativa vigente para promover de curso. Cabe señalar que esta cifra representa una tendencia a la baja que se da en el establecimiento desde hace un par de años atrás.

Asimismo, de manera más particular, al interior del establecimiento, las mayores tasas de inasistencia, repitencia y retiro se encuentran en primero medio. Solo en este nivel, dentro del primer semestre 2016, contabilizamos 89 estudiantes con una asistencia bajo el 85% requerido. Tales jóvenes hoy tienen el doble desafío de obtener las calificaciones necesarias para promover de curso y remontar su porcentaje de asistencia para aprobar en diciembre. Pero, ¿el absentismo se refiere solo a aquellos/as estudiantes que no asisten al establecimiento? El fenómeno me pareció mucho más complejo, puesto que el problema de fondo es que los o las jóvenes en cuestión no estaban presentes en las clases en el momento en que estas se realizaban. Lo anterior me llevó a desarrollar una mirada distinta acerca del fenómeno.

De este modo, considerando dichos antecedentes, en el marco de la tesis de magíster en educación que desarrollo y con el apoyo de la dirección y el equipo técnico del establecimiento, inicié un proceso investigativo a fines del año pasado, cuyo objetivo principal consiste en comprender cómo se configuran y desarrollan los procesos de absentismo escolar en estudiantes del Instituto Superior de Comercio Francisco Araya Bennett de Valparaíso. En concreto, me pregunto: ¿cómo y por qué se inician los procesos absentistas?, ¿cómo y qué factores familiares, socioculturales y escolares inciden en el desarrollo de los procesos absentistas?, y ¿qué sentidos atribuyen los estudiantes a la escuela y al proceso educativo? Esta investigación, concebida como estudio de caso instrumental, no solo nos permitiría comprender mejor el fenómeno en nuestro establecimiento, sino también contribuir con una perspectiva nueva para su comprensión desde la política nacional, agregando además un nuevo énfasis: los sentidos que tienen la educación en general y la escuela en particular para estos/as estudiantes. ¿Cuánta responsabilidad les cabe hoy a las instituciones educativas al respecto? Esa sería una reflexión ineludible al concluir la investigación.

Para hablar del absentismo: diversas acepciones para un mismo concepto

Distintas acepciones han sido utilizadas para referirse a las características del proceso absentista. Por una parte, Costa-Lascoux (2002) ha enfatizado los aspectos emotivos imbricados en la escolarización y señala que este es parte de un proceso de desencanto del estudiante hacia la escuela; un proceso lento, progresivo y acumulativo. En una línea similar, investigaciones utilizan el concepto de desafección (García, 2001; Rué, 2005) para destacar una cara del absentismo, referida al distanciamiento afectivo del individuo con la escuela o a su inhibición al interior de ella. Por último, también se emplea el concepto de desenganche (Fernández et al., 2010; González, 2006; Pallarés, 2014), utilizados mayoritariamente en investigaciones españolas desde una perspectiva más amplia, que tratan de abarcar lo polifacético del fenómeno. Por otra parte, encontramos autores que se diferencian no solo por lo que consideran como absentismo, propiamente tal, sino también por los tipos de absentismo que reconocen y las variables que consideran para explicar el fenómeno.

¿Solo es ausencia física?

No existe acuerdo respecto a si por absentismo escolar se debe entender únicamente la inasistencia a clases por parte del alumno o si también deben incluirse y considerarse aquellos casos en los que existe una presencia “física” del estudiante, aunque no una implicación de este en los procesos de enseñanza y aprendizaje (Pallarés, 2014), sobre todo, aquellos que transcurren al interior del aula.

Entre quienes reconocen distintas formas de absentismo, encontramos un número importante de tipologías.

García (2001) introduce el concepto de absentismo virtual para referirse a aquellas situaciones donde los alumnos se inhiben dentro de la sala de clases y están allí, sin estar.

García (2001) introduce el concepto de absentismo virtual para referirse a aquellas situaciones donde los alumnos se inhiben dentro de la sala de clases y están allí, sin estar. Por otra parte, Blaya (2003) establece una distinción de cinco tipos de absentismo: de retraso (aquellos estudiantes que de manera sistemática llegan tarde a la primera hora de clases); del interior (estudiantes que, estando presentes en las clases, tratan de pasar desapercibidos e inadvertidos, esperando que el tiempo pase; estos estudiantes estarían en la escuela únicamente por la amistad que desarrollan con sus compañeros, mientras van acumulando dificultades escolares); elegido (a estudiantes que evitan ciertos aspectos puntuales de la experiencia escolar, y por ello no asisten en determinados momentos a clases); crónico (las reiteradas ausencias físicas de los estudiantes al establecimiento, con una alta frecuencia); y cubierto por los padres (aquellos estudiantes que se ausentan de clases por diversos motivos, pero que cuentan con la venia de sus padres, es decir, excusan sus faltas). Finalmente, Costa-Lascoux (2002) incorpora tres situaciones y realidades particulares: absentismo de los presentes ausentes, es decir, estudiantes que se encuentran en el aula, pero se descuelgan de la actividad escolar, en tanto no se involucran y evaden a los docentes; el absentismo esporádico, referido a los alumnos que se ausentan ocasionalmente, privilegiando otras actividades; y el absentismo dirigido o selectivo, que se origina cuando ciertos estudiantes, ya sea por creencias filosóficas o religiosas (sean suyas o de sus padres), no asisten a clases.

Un intento de síntesis y reagrupación de estas últimas categorías nos permitió identificar distintos perfiles absentistas en nuestro establecimiento (ver Cuadro 1).

NotaAbsentismoEscolarNumero59_Tabla

El absentismo en nuestro liceo

Con estos perfiles iniciamos una investigación cualitativa, sustentada en el desarrollo de entrevistas individuales a estudiantes que presentaran las características indicadas. Comenzamos hablando con quienes tenían porcentajes de inasistencia elevada al establecimiento, pero luego fuimos identificando perfiles de jóvenes que, si bien estaban dentro del liceo, llegaban atrasados/as prácticamente todos los días de la semana, así como también algunos que deambulaban por los patios mientras sus clases se desarrollaban, evitando ser vistos por inspectores y paradocentes de su nivel. Algunos de ellos evadían pruebas y trabajos, mientras que otros, simplemente, no querían ingresar a clases, pero sí estar junto a sus amigos y compañeros.

Al momento de escribir estas líneas, la investigación aún se encuentra en desarrollo; no obstante, el adentrarnos en las distintas tramas biográficas de los/as jóvenes que desarrollan trayectorias absentistas, nos ha permitido identificar algunas ideas clave para avanzar en la comprensión del fenómeno.

El abandono biográfico: jóvenes sin residencia fija, abandonados/as por sus padres cuando pequeños, entre otras, son experiencias que anteceden y acompañan el proceso mismo de desenganche con la escuela.

En primer lugar, si bien no tienen un carácter determinista, las desigualdades socioeconómicas y culturales son condicionantes relevantes de estos procesos: las experiencias de pobreza, drogadicción, conflicto y violencia (familiar, entre pares, etc.) aparecen con un importante significado en los relatos de vida. Asimismo, el abandono biográfico: jóvenes sin residencia fija, abandonados/as por sus padres cuando pequeños, entre otras, son experiencias que anteceden y acompañan el proceso mismo de desenganche con la escuela.

En segundo lugar, si bien el absentismo se manifiesta como una respuesta biográfica connotada sociocultural y económicamente, depende de dinámicas interactivas y se desarrolla de manera distinta dependiendo del funcionamiento escolar. En el establecimiento donde se desarrolla la investigación se pueden apreciar las distintas valoraciones por parte de los/as estudiantes que existen hacia la política interna del establecimiento (ya sea relativa a las sanciones por faltas a la disciplina, así como también, por las mismas ausencias reiteradas) en los cuatro niveles de enseñanza, pues si bien hay un reglamento interno único, se observan diferencias en la forma de aplicar las sanciones en cada nivel. En una misma línea, en relación a los factores intraescuela, se reconoce una pérdida de sentido curricular, ¿para qué entrar a la clase?, ¿para qué llegar a la hora?, ¿por qué aprender tal o cual cosa? En fin, una significativa y variada gama de cuestionamientos que aluden a un currículum que ha perdido sentido para el proceso de los estudiantes y que no logra arraigar en sus vidas como algo que merezca alguna importancia. Del mismo modo, la existencia del ausentismo virtual, nos da a conocer una invisibilidad de los/as estudiantes, quienes no solo pasan inadvertidos para los/as docentes, sino que también en algunos casos son ignorados por sus propios/as compañeros/as de curso.

En las entrevistas vemos distintas circunstancias y motivos por los que los estudiantes se ausentan. Así, por ejemplo, hay algunas ausencias que cuentan con el consentimiento de los padres y se relacionan con tener tiempo de disfrute fuera del liceo:“mi mamá es muy liberá… y mi papá también es muy liberao. Los dos son […] [mi mamá] me decía que hagara la cimarra cuando quisiera, pero no tantos días seguidos […] Sípo, yo le avisaba, le decía ‘mamá estoy aquí en el centro… dame plata porque estoy sin plata…’, con las amigas. Y mi mamá me daba plata po […] íbamos a las dunas, llevábamos igual un pack de cervezas […] pero poco… más que comíamos cosas… así… Y la pasábamos súper bien. […]descansábamos y pasábamos el tiempo… porque ¡había que disfrutar la juventud po! Hubo como tres días que hice la cimarra, pero fueron mis tres días de momento de felicidad” (Entrevistado 1).

En otros casos, aluden al cansancio que les produce el tener otras responsabilidades fuera de la escuela: “a veces yo tengo que cuidar a mi sobrino, o sale por aquí o por allá un trabajo que hacer o algo, de repente no alcanza la hora porque hay que cuidar al sobrino y aparte hay que hacer los trabajos del liceo. Entonces levantarse de nuevo temprano en la mañana es como un cansancio de todas formas…” (Entrevistado 2).

Así también algunos expresan su descontento por el control de una disciplina a la que no encuentran sentido: “El inspector me retó por estar con gorro y me dijo que me quedo suspendida por dos días… O sea, sabe por qué tampoco me gustaba venir… porque los inspectores me agarraban mucho… me gusta estudiar, me gusta venir a aprender, pero no me gusta que estén ellos así criticándome, porque… cuando uso este polerón… sé que está mal el polerón, pero realmente el otro polerón lo tengo todavía mojado… o lo tengo sucio. Y como no he ido donde mi abuela, no lo puedo lavar. Entonces vine con este y… igual me retan… me retan porque estoy con gorro…” (Entrevistado 3).

Hay quienes también hacen ver que a ciertos profesores no les importa si faltan o no al liceo:“Me iba de la casa y me juntaba acá afuera… aquí mismo en el liceo. No me decían nada. ¡En la puerta! Nunca nadie se dio cuenta. Y de repente ahí nos juntábamos con mi amiga…íbamos a Concón, a las dunas… Sí, con la Juani… Una vez íbamos caminando y encontramos a una profesora trotando por ahí y nos miró ¡y se reía la profesora po!” (Entrevistado 4).

Las largas jornadas o el exceso de carga de trabajo es otra causa esgrimida por los estudiantes para ausentarse:“igual encuentro que el liceo tenga sus cosas, pero a veces igual nos explotan demasiado, los horarios, más que nada, que a veces salimos muy tarde” (Entrevistado 5).

Por otra parte, la indiferencia de los docentes y las/os propios compañeros, contribuyen a la configuración de un absentismo que no solo se expresa en la ausencia física, sino también virtual: “entonces igual me quedaba sola en los recreos y lloraba todos los días porque no quería ir al liceo. No tenía ni amigos ni eso po. […] y me sentaba al último porque nadie quería sentarse conmigo po. Y un día que te hagan eso, te lo van a hacer siempre. Entonces yo sabía que eso no iba a cambiar po, entonces… yo me sentaba atrás”.

Estas primeras aproximaciones muestran que, al cuestionar el absentismo, es clave que podamos ampliar la mirada, reconociendo que estamos, ante todo, frente a un fenómeno de carácter variable y heterogéneo, que se manifiesta de distintas formas. El absentismo no es solo la ausencia física, es más que eso. Pero, además, las causas que subyacen a sus distintas expresiones, son al mismo tiempo diversas. ¿Servirá por tanto una única política preventiva o de “retención”, como llamamos hoy a los fondos destinados a promover la asistencia a clases? Creo que no. Las políticas públicas educativas debieran abrirse desde la comprensión de estas diversas realidades, pues no se trata únicamente de inyectar dinero, sino también y fundamentalmente, de proveer los medios y recursos para atender las variadas necesidades de nuestros estudiantes (que no son pocas) y, asimismo, repensar la escuela de manera local, contextualizada y arraigada al territorio. Lo anterior implica, en primera instancia, volver la mirada sobre la educación pública.

Referencias

Blaya, C. (2003). Absentéisme des éleves: Recherchesinternationales et politiques de prévention. Recuperado de: http://www.recherche.gouv.fr/recherche/fns/blaya.pdf

Costa-Lascoux, J. (2002). Absentéismscolaire. Intervention de Jacqueline Costa-Lacoux. Recuperado de: http://lamaisondesenseignants.com/index.php?action=afficher&rub=37&id=1#top

De la Fuente Fernández, M. A. (2009). Derecho a la educación, deber de prevenir y reducir el absentismo y abandono escolar. Revista de Investigación en Educación, 6, 173-181. Recuperado de: http://webs.uvigo.es/reined/

Espinoza, O., Castillo, D., González, L., Loyola, J., Santa Cruz, E. (2014). Deserción escolar en Chile: un estudio de caso en relación con factores intraescolares. Educación y Educadores, 17(1), 32-50.

Fernández Enguita, M., Mena Martínez, L., Rievere Gómez, J. (2010). Fracaso y abandono escolar en España, Colección de Estudios Sociales N° 29. Barcelona: Fundación La Caixa.

García Gracia, Maribel (2001). L`Absentisme Escolar en zonessocialmentdesfavorides. El cas de la ciutat de Barcelona. Tesi Doctoral, UniversitatAutònoma de Barcelona. http://www.tdx.cesca.es/TESIS_UAB/AVAILABLE/TDX-0114102-162443/mgg01de16.pdf

González González, M. T. (2006). Absentismo y abandono escolar: una situación singular de la exclusión educativa. Reice, 4(1), 1-15.

Ministerio de Educación. (marzo, 2013). Medición de la deserción escolar en Chile, Serie Evidencias. Centro de estudios Mineduc, 2(15), 1-11. Recuperado de: http://centroestudios.mineduc.cl/tp_enlaces/portales/tp5996f8b7cm96/uploadImg/File/A15N2_Desercion.pdf

PallarésPirquer, M. (2014). El absentismo en la educación secundaria: detección, seguimiento y respuesta de los centros educativos y de los servicios sociales. Revista Electrónica de Investigación y Docencia (REID), 11, 49-68. Recuperado en: http://www.revistareid.net/revista/n11/REID11art3.pdf

Ribaya Mallada, F. J. (2004). El absentismo escolar en España. Saberes, 2.

Rué Domingo, J. (2005). El absentismo escolar como reto para la calidad educativa. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia.

Fuente: http://www.revistadocencia.cl/absentismo-escolar-solo-aquellos-estudiantes-que-no-asisten-al-establecimiento/

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Niños introvertidos

Por: Observatorio FAROS Sant Joan de Déu. Observatorio de Salud, Infancia y Adolescencia

La escritora norteamericana Susan Cain, autora de El poder de los introvertidos, afirma que un tercio o incluso el 50% de las personas son introvertidas. Esto incluye a los niños y a los adolescentes, pero a menudo los padres o los educadores vemos este rasgo del carácter de nuestros hijos como un hecho negativo.

La dificultad de aceptar un niño introvertido

Quizás nosotros hemos sido niños o adolescentes extrovertidos y nos cuesta aceptar que nuestros hijos prefieran quedarse en casa antes de salir con los amigos. A los padres nos preocupa la idea de que nuestros hijos no encajen, tenemos unas expectativas sobre su vida social y tendemos a pensar que serán más felices si están rodeados de otros niños y niñas de su edad.

También podemos encontrarnos con que en las escuelas los maestros favorecen al niño más sociable, y los niños que coinciden con un «ideal extrovertido» (carismático, hablador, siempre rodeado de amigos), se interpretan como niños felices y exitosos, incluso dentro de sus propias familias.

Lo que realmente deberíamos preguntarnos es si un niño de talante más tranquilo está solo por propia elección o porque se siente excluido.

¿Desde donde juzgamos a nuestros hijos?

A veces proyectamos en nuestros hijos lo que para nosotros fue importante, e incluso los padres que comparten características más tranquilas con sus hijos, no son inmunes a esta preocupación. Dice Susan Cain:

«A veces nos sentimos incómodos o avergonzados por nuestra propia introversión, y tendemos a proyectarlo en nuestros hijos.»

Es conveniente que tanto los padres extrovertidos como los introvertidos comprueben su propia perspectiva.

«¿Estamos viendo parte de la personalidad de nuestro hijo como algo maravilloso, o como un obstáculo que hay que superar?»

A veces podemos pensar que este carácter introvertido puede limitar las oportunidades del niño, pero es conveniente saber cuándo hay que empujar y cuándo hay que retroceder. Quizás hay cosas de las que hacen que nos sorprenden, pero no debemos olvidar que nuestros hijos están buscando su camino, tanto con sus compañeros, como en el mundo en general.

Una de las claves, asegura Cain, es tener en cuenta, o preguntar directamente a nuestro hijo o hija, si está tomando una decisión por preferencia o por miedo o malestar. Pero, por encima de todo, lo que es más importante es que los niños sientan que no hay ningún problema por ser introvertido.

«Necesitan saber que tienen la libertad de decidir qué les gusta hacer.»

Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/ninos-introvertidos

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En la escuela, todo está por hacer y todo es posible!

Por: Nati Bergadá Bofill

Los niños son muy creativos y muy activos. Continuamente tienen ideas, quieren hacer cosas, experimentar, probar, descubrir … Pero en las escuelas a menudo no los escuchamos. Estamos tan preocupados por los contenidos que hemos de transmitir, por las fichas y libros que hemos de terminar, por las evaluaciones que están a punto de llegar …. que olvidamos lo que realmente es importante, LOS NIÑOS!

Todo ello es una incoherencia gigante! Estamos hablando de educar a los niños pero sin tener en cuenta los niños. Es evidente que si lo hacemos de esta manera no nos funcionará, cada vez estamos más alejados de los alumnos y ellos, a su vez, están más alejados de nosotros y de la escuela.

Hay que paremos y reflexionemos sobre qué estamos enseñando, como estamos enseñando y porque lo estamos enseñando. Si en lo que hacemos en el día a día en la escuela no nos podemos responder a estas preguntas es que es necesario que pensamos. No de manera negativa para desanimarnos y sentirnos malos maestros. Sino con ganas de mejorar, de disfrutar enseñando y de ver ilusión en los ojos de nuestros niños.

Espero que este artículo te ayude a reflexionar y te anime a innovar en tu tarea docente. Todos lo podemos hacer, si tienes ganas lo conseguirás!

Lo que NO debemos hacer en la escuela

Lamentablemente en las escuelas hacemos cosas que, sin darse cuenta de ello, nos alejan de los niños. En este apartado he hecho un pequeño listado de aspectos que considero que debemos evitar hacer en las escuelas.

  • aburrirse
  • censurar
  • limitar
  • descontextualizar
  • negar
  • imponer
  • Olvidar los niños
  • obligar
  • regañar
  • imposibilitar
  • enfadó
  • igualar
  • estandarizar
  • censurar
  • desilusionar

Lo que SÍ tenemos que hacer en la escuela

Por otro lado hay una serie de actuaciones, de actitudes, de dinámicas … que propician la participación activa de los niños tan necesaria para la adquisición de aprendizajes.

  • potenciar
  • apoyar
  • innovar
  • escuchar
  • ayudar
  • guiar
  • dar libertad
  • impulsar
  • orientar
  • acompañar
  • estimular
  • ofrecer
  • propiciar
  • dar autonomía
  • motivar
  • emocionar
  • incentivar
  • felicitar
  • favorecer
  • mejorar
  • dejar hacer
  • disfrutar
  • dialogar
  • plantear retos

Como podemos innovar en nuestra escuela?

La escuela tiene que cambiar mucho y, en estos momentos, todos lo sabemos. Pero el cambio no vendrá de golpe y acompañado de un manual de cómo hacerlo. El cambio lo tenemos que hacer posible nosotros, cada uno de los maestros que estamos en la escuela.

Lo primero que tenemos que hacer es dialogar mucho, hablar con los compañeros de la escuela, los ciclo y claustro, las familias, los alumnos … Todos los implicados en el mundo educativo tenemos mucho que decir. Saber qué opinan de la educación, ¿cuál es su idea de educar, qué propuestas tienen … es muy importante para ver todos los puntos de vista y las divergencias de opiniones.

Otro aspecto importante es ver modelos de buenas prácticas para descubrir propuestas educativas que se pueden llevar a cabo. Estas propuestas se pueden realizar a diferentes niveles, de aula, de ciclo, de claustro, de escuela … En la web del CESIRE (Centro de Recursos Pedagógicos Específicos de Apoyo a la Innovación y la Investigación Educativa) podrás encontrar información sobre innovación y investigación, proyectos transversales y actividades y recursos dirigidos al profesorado en su tarea innovadora.

A menudo verás que convives con compañeros / as que no sienten la misma necesidad que tú de innovar, de cambiar metodologías, de probar nuevas dinámicas ni estrategias educativas. Este hecho no debemos vivir como un problema pero tampoco nos debe limitarse. Tenemos que encontrar un punto de acuerdo en el que todos se sientan libre ya que la libertad es necesaria para que haya felicidad.

Por último hay que pruebes con tus alumnos nuevas maneras de educar. Tendrás dudas, miedos, incertidumbres, sí, pero quien ha dicho que son malas? No debemos pretender saberlo todo de todo para poder enseñar a los alumnos, esto realmente no es lo más importante. Lo que realmente necesitas es acompañar a los niños con ilusión en sus descubrimientos, guiándolos, asesorándolos, escuchándolos y dándoles libertad y autonomía para que puedan construir su conocimiento.

El conocimiento no vendrá dado exclusivamente por ti, sino que el construiréis conjuntamente dialogando, buscando información, trabajando en equipos de manera autónoma, haciendo experimentos, investigando, haciendo proyectos … Toda esta serie de actuaciones que llevarás a cabo conjuntamente con los niños verás que estará llena de sentido, con coherencia, con unos objetivos claros y una significatividad. Descubrirás lo que realmente quiere decir educar y de qué manera los niños se implican y se motivan cuando encuentran sentido a lo que están haciendo.

conclusión

La escuela parece que sea como una rueda que alguien ha impulsado. Gira con inercia, siempre en una misma línea y sin tener nada en cuenta lo que se encuentra por el camino. Gira sin parar, sin detenerse, sin plantearse nada …. sólo rueda y avanza en una dirección. Cuando se le acaba la fuerza cae, sin sentido, vacía, agotada …

Tenemos que romper esta inercia, nosotros podemos acompañar la rueda para que se adapte a lo que se encuentre en el camino, podemos cambiar la dirección, podemos elegir hacia dónde queremos ir, podemos conducir la rueda muchas manos juntas, podemos darle sentido a su rodar y trazar nuevos caminos.

Estamos en el momento ideal para cambiar la forma de enseñar. Actualmente ha quedado demostrado que el sistema tradicional no funciona. Educar ya no significa transmitir unos contenidos a unos niños callados, quietos y sentados para que los memoricen y los «vómito» en un examen. Esta concepción de la educación en el momento actual en el que vivimos no es válida, está totalmente obsoleta y fuera de contexto. Pero esto no es un problema sino una oportunidad enorme!

Tenemos el gran privilegio de ser los impulsores del nuevo modelo educativo, de ser precursores, de probar nuevas dinámicas educativas, de explorar el campo educativo … Como dijo Martí i Pol, todo está por hacer y todo es posible!

Este optimismo, estas ganas de hacer, estas inquietudes que nos revuelven por dentro son el motor que necesita enseñanza. Son la fuerza que hará arrancar la escuela que ha estado parada, olvidada, abandonada, descuidada, menospreciada en los últimos tiempos.

Sólo me queda decir que disfrutes de estos momentos y que desde tu aula, tu escuela … haz oír tu voz !! Puedes aportar mucho y sobre todo, puedes disfrutar mucho!

Llevas a cabo algún proyecto innovador en tu aula o escuela? Conoces alguna buena práctica? Comparte a los comentarios. Muchas gracias 😉

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Cuando la orquesta falla en nuestra cabeza

Por: Ana Torres Menárguez

Para Enrique Alonso, de 19 años, algo tan sencillo como leer un libro es un suplicio. Le cuesta retener detalles, seguir el hilo argumental y comprender la trama. Tiene Trastorno por Déficit de Atención (TDA), una patología que hasta 2013 no se incluyó en la lista de trastornos con necesidades de apoyo educativo en ley de educación (LOMCE). Cree que el desconocimiento de su dolencia por parte de los profesores hizo de su etapa escolar un calvario. “Preferían atender a los buenos estudiantes, a los que sacaban buenas notas”, cuenta. Este año ha comenzado primero de Magisterio en la Complutense de Madrid, una universidad que, como otras muchas públicas en España, ha comenzado a aplicar protocolos de ayuda para los estudiantes con TDA.

Aunque no existe un registro oficial de cuántos estudiantes hay en España con TDA y TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad), los expertos señalan que afecta al 5% de la población infantil. Hasta este año, la mayoría de universidades públicas no disponían de protocolos de ayuda a este colectivo. En el caso de la Complutense, fue el pasado mayo cuando se empezaron a ofrecer sesiones personalizadas para enseñar técnicas de estudio, adaptaciones de los exámenes con enunciados mucho más claros o tiempo extra, unos 20 minutos, para la realización de las pruebas. También un 50% de tiempo extra para los préstamos bibliotecarios.

«Hemos reaccionado a la demanda. En los últimos años ha crecido el número de estudiantes que han solicitado una adaptación de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) por problemas relacionados con el aprendizaje», cuenta María Antonia Durán, coordinadora de la Oficina para la inclusión de personas con diversidad de la Complutense. De los 55 estudiantes con TDAH que lo solicitaron en 2013, se ha pasado a 200 en 2016. «Hay una imagen generalizada de que son vagos y de que tienen un problema de disciplina. Falta sensibilización por parte del profesorado y ese es ahora uno de nuestros retos», explica Durán.

 ¿Qué es el TDAH? «Es un trastorno del neurodesarrollo, y los que lo sufren tienen un 33% menos de madurez cerebral que otras personas de su misma edad», explica Rafael Guerrero, profesor de la Facultad de Educación de la Complutense y autor del libro Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. Entre la patología y la normalidad. Se dan tres síntomas claros: impulsividad (dificultad para gestionar las emociones), problemas para mantener la atención y, en algunos casos, hiperactividad (necesidad de movimiento constante). Existen tres cerebros: el reptiliano -el más primitivo e instintivo-, el emocional -que codifica las emociones-, y el racional -también llamado corteza prefrontal, que es el que gestiona a los anteriores y toma las decisiones. «En el caso de las personas con TDAH, la corteza prefrontal, que actúa como director de orquesta del cerebro, no es capaz de gestionar de forma adecuada los impulsos y las emociones. Carecen de filtro», aclara Guerrero.
Satisfacción inmediata

Uno de los factores que influye en el fracaso escolar de las personas con TDAH es su dificultad para retrasar necesidades. «Buscan la satisfacción inmediata y eso conlleva poca capacidad de planificación y constancia en los estudios», señala el profesor de la Facultad de Educación de la Complutense Rafael Guerrero.

El estudio Neurociencia efectiva del TDAH, publicado por la Universidad Autónoma de Madrid, señala que este trastorno se caracteriza por anomalías en una amplia variedad de regiones cerebrales. La disfunción de parte de ese circuito parece ser la responsable del «pobre control inhitorio» que les conduce a decantarse por las recompensas inmediatas.

Guerrero suele poner un ejemplo para explicar ese proceso a nivel cerebral. «Imaginemos a un universitario encerrado en su cuarto tratando de estudiar para un examen. Recibe la llamada de un amigo que le propone ir a ver un partido de la Champions. A una persona adulta sin TDAH, inmediatamente la corteza prefrontal le anticiparía que al día siguiente tiene un examen. Esa alarma le haría quedarse en casa. En el caso del estudiante con TDAH, el impulso primitivo de querer ver ese partido de fútbol gana la partida. Precisamente por la búsqueda de la satisfacción inmediata».

El TDAH es, según Guerrero, uno de los trastornos en el que los síntomas son más criticados y estigmatizados, especialmente en el entorno académico. «Se dice de ellos que son impulsivos y se ganan etiquetas de nunca se entera o siempre mete la pata. Incluso se piensa que son maleducados o malas personas», señala.

Uno de los problemas principales es el desconocimiento por parte del profesorado. «Tienen que entender que este trastorno afecta, entre otras, a la memoria operativa. Por ejemplo, en el cálculo matemático les cuesta mantener los datos, operar con ellos y procesarlos», explica. La narración es otro de sus puntos débiles. «Les cuesta seguir el hilo narrativo, leen dos páginas y retienen poco, les resulta complicado extraer conclusiones». Por ese motivo, tienen dificultades para automotivarse y requieren más estímulos por parte del profesor.

En muchos de los casos, es el propio universitario el que decide no comunicar el trastorno por miedo a ser etiquetado. «Llegan a la Universidad después de un recorrido escolar muy frustrante. Si ellos no acuden a los servicios de orientación, es difícil detectar que sufren ese trastorno». La hiperactividad, que es uno de los síntomas más palpables, disminuye con la edad, señala el estudio Trastorno por déficit de atención con hiperactividad en adultos, de la Universidad Autónoma de Barcelona. En cambio, la inatención y la impulsividad perduran en el tiempo.

Otras universidades

En el caso de Cataluña, de los 46 estudiantes con TDAH que solicitaron una adaptación de la PAU en 2011, se ha pasado a 237 en 2016, cinco veces más, según datos de la Secretaría de Universidades e Investigación de la Generalitat de Catalunya. Precisamente en el curso 2010-2011 se registraron los primeros cuatro alumnos con TDAH en la Universidad de Barcelona (UB). El curso pasado era 41 y este ya suman 34.

«Les ofrecemos recursos similares que a los alumnos con certificado de discapacidad, pero para los TDAH no existe un protocolo específico», señala Jordi Molina, responsable del servicio de atención al estudiante de la UB. Tras entrevistar y valorar a los alumnos afectados por este trastorno, realizan un informe que luego pasan al profesorado en el que se hacen recomendaciones como secuenciar el ritmo de las actividades, promover tutorías para motivar al alumno y prestarle una atención continuada. Se les concede un 25% de tiempo extra para la realización de exámenes.

De los 55 estudiantes con TDAH que solicitaron hacer la Selectividad adaptada en 2013 en la Complutense, se ha pasado a 200 en 2016

A diferencia de otras universidades, la Universidad de Murcia aprobó el pasado mayo un protocolo de obligado cumplimiento para los profesores en el que se establece que los estudiantes con TDAH disponen de más tiempo para la entrega de trabajos, de un 25% de tiempo extra para los exámenes, ubicación en las primeras filas del aula (para evitar distracciones), una redacción más clara de las preguntas, una fragmentación de las pruebas largas en varias sesiones y cierta permisividad con las faltas de ortografía, especialmente los acentos.

«El número de universitarios diagnosticados con TDAH está aumentando por el trabajo efectivo que se está haciendo desde los institutos. La Ley solo nos obliga a hacer adaptaciones curriculares para los alumnos con discapacidad, los que tienen problemas de aprendizaje están en un limbo y dependen de la buena voluntad de la universidad y el profesorado», apunta Antonio Pérez, responsable de la Unidad de Atención a la Diversidad de la Universidad de Murcia.

Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2016/12/09/actualidad/1481298432_875792.html

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¿Cómo interpretar los resultados de México en PISA?

Por:

El 6 de diciembre pasado la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) dio a conocer a nivel mundial los resultados de PISA 2015, estudio en el cual participaron 72 países, entre los cuales se encuentra México.

Por su parte, el mismo día, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, dio a conocer los resultados de los estudiantes mexicanos en los tres dominios principales de PISA: Ciencias, Matemáticas y Lectura.

Estos resultados provocaron decenas de notas negativas en la mayoría de los medios de comunicación, donde se acusa a la Secretaría de Educación Pública (SEP) del “desastre”, “fracaso” y “estancamiento” de la educación en el país. Los resultados antes referidos también se perciben como desilusionantes y el “peor entre los 35 países de la OCDE”.

Sin embargo, dichos juicios de valor representan una suerte de descalificativos que reflejan una alta emotividad (coraje y desesperanza), que se combina con una falta de información. En principio, debemos partir del hecho de que los datos que arroja PISA son duros, y que nadie en el país puede estar contento con ellos; sin embargo, es importante saberlos contextualizar y compararlos, tanto con otros países similares culturalmente a México, como con respecto a su evolución en el tiempo. Para ello, propongo cuatro aspectos a considerar para interpretar equilibradamente los resultados de México en PISA 2015.

Primero, conocer muy bien lo que mide la prueba de PISA, para saber de cuáles competencias mínimas se habla. Esto solo se puede hacer revisando los ejemplos de las preguntas que publica la OCDE para cada nivel de logro y respondiéndolas uno mismo (http://www.mecd.gob.es/inee/Preguntas-liberadas.html).

De esta manera se estará en condición de emitir un juicio sobre los altos procesos cognitivos que se les solicitan a los estudiantes de clase internacional y si dichos procesos se enseñan en las escuelas mexicanas. Anticipo que este no es el caso, por lo que es falso armar que “los estudiantes que no logran el nivel mínimo en PISA (Nivel 2) no aprenden nada”. Segundo, estar conscientes de que PISA no evalúa contenidos del currículo mexicano, sino las habilidades intelectuales (razonamiento y solución de problemas) que un joven de 15 años ha desarrollado durante toda la vida: desde que nació hasta el día en que respondió la prueba.

Por consiguiente, dichas habilidades son el producto de lo que los estudiantes aprenden tanto dentro como fuera de la escuela. Las investigaciones educativas más optimistas arman que la escuela es responsable entre 40 y 50 % de los que aprenden los estudiantes. Por lo tanto, los resultados de PISA son un indicador del capital intelectual que tiene el país, cuya responsabilidad recae en la sociedad misma, no solo en el sistema educativo. Tercero, conocer las limitaciones que tienen las comparaciones basadas en rankings.

Comparar los resultados de México en PISA con los de otros países, solo tiene sentido si sus condiciones socioeconómicas y culturales son similares. Se dice sorpresivamente que “México es el último país de la OCDE”, como si ello no fuera de esperarse. Efectivamente es el último en PISA, pero también en prácticamente en todos los indicadores de bienestar social (ej.: salud, esperanza de vida, mortalidad infantil, poder adquisitivo, pobreza, corrupción, seguridad, etc.).

Por ello, habría que comparase con los países latinoamericanos, que son los más similares a México en la mayoría de estos indicadores, tales como Chile, Brasil y Colombia. Que por cierto, respecto a ellos no salimos mal. PUBLICIDAD inRead invented by Teads Cuarto, conocer los alcances y limitaciones que tienen las comparaciones de un mismo país en el tiempo. México mostró tener una mejoría en Matemáticas, pero no en Ciencias ni en Lectura. Por ello, se ha inferido que “el sistema educativo está estancado”. Una forma de saber qué tan cierto es esta afirmación es conocer los cambios que muestran otros países. Por ejemplo, los resultados de PISA en Ciencias (2006 a 2015) muestran que, de 63 países considerados para este análisis, 15 retroceden, 36 no presentan cambios y 12 avanzan ¿Podríamos decir que la cuarta parte de los países en el mundo son un fracaso y que 60 % está estancado?

En síntesis, los resultados de PISA deben interpretarse de acuerdo con las condiciones del país, evitando hacer aseveraciones catastróficas que no ayudan al país a mejorar su sistema educativo; pero que sí lo desmoralizan. Igualmente, la sociedad entera debe asumir su responsabilidad de estos resultados, toda vez que el aprendizaje que evalúa PISA no solo se adquiere en la escuela, sino también en el hogar y en el contexto social donde se desenvuelven los niños y jóvenes del país. Finalmente, las expectativas sobre los resultados educativos en PISA deben matizarse considerando otros indicadores de bienestar del país.

Por qué esperar, que en educación estemos mucho mejor que en salud, seguridad o corrupción. ¿No es esto tener una expectativa falsa de la educación y por ello estar “tan desilusionados” de los resultados de PISA?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/como-interpretar-los-resultados-de-mexico-en-pisa/

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La infancia que ejerce el derecho a la ciudad

Por: Pau Rodríguez

  • Un proyecto participativo en la escuela Baró de Viver de Barcelona para remodelar su valla permite a los alumnos tomar conciencia del espacio público.
  • Esta fue una de las iniciativas que se presentó en la jornada Los derechos de los niños y adolescentes en la ciudad celebrada en la capital catalana.

Para llegar a la sede del distrito de Sant Andreu de Barcelona este lunes, los alumnos de quinto de Primaria del colegio Baró de Viver –del barrio que lleva este mismo nombre– tuvieron que atravesar dos muros. El que rodea la escuela, de ladrillos y coronado por un enrejado, y el que rodea el barrio, compuesto por el río Besòs, las vías del tren y el nudo viario de la Trinidad. Sobre el segundo, todavía no les han pedido la opinión, pero sobre el primero, que está pendiente de reformas, los niños y niñas de la escuela tienen claro que sí deben darla. «Queremos que sea también un espacio de juego, para hablar, para compartir momentos», explicaba Mireia Molina, tras encajar junto con sus compañeros de clase la mano de Carmen Andrés, concejala de Infancia, Juventud y Gente Mayor, a quien presentaron su proyecto Juegos y encuentros alrededor de la valla.

Con esa reunión, los alumnos de la clase de Quinto del Baró de Viver ejercían su derecho a ser escuchados en aquello que les afecta. «Es un derecho que está reconocido por las Naciones Unidas desde 1989», reivindica Elena Guim, arquitecta y miembro de L a pell de la ciutat, un colectivo para la transformación ciudadana del espacio público que ha trabajado codo con codo con esta escuela para convertir una simple obra, la remodelación de la valla que rodea el centro, en todo un proyecto comunitario que ha involucrado niños, maestros, familias y vecinos en el replanteo de cuál quieren que sea el uso público de su escuela y de todo lo que la rodea.

 Esta experiencia fue una de las muchas que protagonizaron el pasado jueves la jornada Los derechos de los niños y adolescentes en la ciudad, celebrada en el Espai Jove La Fontana de Barcelona. «Nos hace falta una política proactiva, sistemática y transversal para favorecer la ciudadanía activa e incluir las voces de los niños y adolescentes», valora Maria Truñó, directora del Instituto Infancia y Adolescencia de Barcelona, responsable de las jornadas junto con el Instituto Municipal de Educación de Barcelona (IMEB). «El espacio público, y todo lo que hacemos, no es neutro», sostiene Guim, «si los que planean las ciudades tienen en cuenta las necesidades de los colectivos más frágiles, entre los que se cuentan los niños, tendremos una ciudad más amable».

Y la valla del Baró de Viver, ahora mismo, no es la más amable –ni tampoco la máas funcional–. Por la disposición urbanística del entorno, este muro, de tres metros, es el primero con el que te topas cuando llegas al barrio. «No es lo más agradable», constata Guim. A esto se le suma otra carencia, y es que algunos adolescentes del barrio saltan la valla por las tardes para organizar campeonatos de fútbol, lo que preocupa a los más pequeños de la escuela. Con este diagnóstico, La pell de la ciutat inició un proyecto para repensar el muro en el que han participado, «sin prejuicios», sostiene Guim, incluso estos jóvenes que se colaban en la escuela.

«Este trabajo nos ha permitido descubrir los espacios que hay dentro y fuera del colegio, y lo importante que es para los niños que sean abiertos y públicos», reflexiona Mónica Prado, tutora de los de Quinto. Preocuparse por lo que los rodea es una forma de construir ciudadanía, cree Prado, consciente del valor que tiene conocer qué es el ayuntamiento o cuáles son los equipamientos públicos para unos alumnos que viven en un barrio tan aislado que cuando van a la sede de su distrito dicen que van  a Barcelona.

Alumnos del colegio Baró de Viver paseando por su barrio dentro del proyecto sobre remodelación de la valla / La pell de la ciutat
Alumnos del colegio Baró de Viver paseando por su barrio dentro del proyecto sobre remodelación de la valla / La pell de la ciutat

La ciudad de los niños contra la ciudad de los coches

«Una ciudad es educadora cuando permite a los niños recorrerla libremente». Con estas palabras desafiaba el prestigioso pedagogo italiano Francesco Tonucci las ciudades del siglo XXI. Entre ellas Barcelona. «Necesitamos que el espacio público lo sea de verdad, y ahora mismo está ocupado en un 60% por medios privados, los coches, cuando además los que conducen son una minoría», criticaba Tonucci en el diálogo que mantuvo en el marco de las jornadas sobre derechos de los niños con la arquitecta barcelonesa Itziar González y el comisionado de Educación del ayuntamiento, Miquel Àngel Essomba. «Si los niños no pueden salir de casa sin un adulto, nunca podrán vivir experiencias que tienen que ver con el juego y que son fundamentales para su desarrollo», se lamentaba.

Creador de la iniciativa La ciudad de los niños  –consistente en estructurar las poblaciones teniendo en cuenta la visión de sus habitantes más jóvenes–, Tonucci ha reconocido que siempre que ha presentado este proyecto a alcaldes de grandes ciudades le han respondido lo mismo: «Les encanta, me dicen, pero acto seguido me piden un margen de un par de años para resolver la  cuestión de los coches «. Y nunca se resuelve. Una de las ciudades españolas en las que más se ha avanzado en este modelo es Pontevedra, según recuerda siempre Tonucci. 

El acto sirvió también para reivindicar un año más los caminos escolares de Barcelona –ideados precisamente por Tonucci y presentes en muchas otras ciudades de Catalunya y del mundo–, y para que alumnos de diversas escuelas e institutos de la ciudad trasladaran a los presentes proyectos educativos relacionados con la mejora de la ciudad. Son experiencias de participación necesarias para avanzar hacia una ciudad que tenga más en cuenta la voz de niños y adolescentes, pero no suficientes. Así lo ve Maria Truñó. «No es suficiente que proliferen experiencias, hace falta evaluarlas para saber que, aparte de los aprendizajes personales, hay ciertos impactos sociales en la ciudad», asegura. Y concluye: «Deberíamos poder respondernos en qué ha mejorado Barcelona gracias a tener en cuenta las propuestas de los niños hasta ahora».

La participación en política de los niños

Más allá de las ciudades, esta semana se celebró en Barcelona otro simposio sobre participación infantil y adolescente en las políticas públicas: Los consejos de niños y el CNIAC. Nuevas formas de participación política y cívica de los niños y niñas de Cataluña , organizado por la Universidad de Barcelona y RecerCaixa, por el que pasaron decenas de chavales, políticos municipales –técnicos, concejales y alcaldes– y expertos internacionales entre los que se se lo contaba también Tonucci. «Hablar de los niños y niñas, sin los niños y las niñas, es hablar de participación sin participación, y el simposio quiere romper esta dinámica», expresaba Asun Llena, una de las investigadoras de la UB que ha organizado el encuentro.

«A los niños y a los adolescentes sólo se nos suele preguntar qué queremos para la Fiesta Mayor y qué pensamos del parque del pueblo, pero nada más», se lamentaba Meritxell Castany, actual presidenta del Consejo Nacional de Infancia y Adolescencia de Catalunya, constituido en 2014 con la intención de canalizar las propuestas de los consejos de infancia que hay en todo el territorio.

Sin embargo, a pesar de los organismos que se han creado, la mayoría de expertos constata la paradoja de una sociedad que considera la infancia como una etapa estratégica y, a la vez, no le concede prioridades políticas. Mecanismos de participación como los consejos de niños deberían nacer de la «necesidad», y no de la «generosidad» o «para tener una buena idea de nosotros mismos», reclamaba Tonucci. Al final de la jornada sobre derechos de los niños, Tonucci participó en un diálogo con el director fundador del diario Ahora Carles Capdevila.

Fuente: http://www.eldiario.es/catalunya/educacion/infancia-ejerce-derecho-ciudad_0_591441229.html

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