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Aprendiendo la transrevolución

Claudia Korol

Me invitaron a formar parte del Comité Académico del Bachillerato Popular para Jóvenes y Adultos “Mocha Celis”, un “proyecto educativo con enfoque de género, dirigido –sin ser exclusivo- al colectivo travesti, transgénero y transexual”.
Es difícil imaginarme parte de un Comité Académico. Es una invitación atrevida para alguien que cree que “La Academia” ha sido históricamente el lugar del saber colonizador, del saber para el poder.
Acepto sin embargo con gusto la invitación. La acepto por pura curiosidad, por puro deseo, pensando que se trata –fundamentalmente- de participar en la aventura de travestizar los saberes y los poderes, de desorganizarlos cuidadosamente, de descolonizarlos.
Agradezco la posibilidad que han creado con esta experiencia, de travestir incluso a la educación popular con los colores del arco iris… para sumarnos a la fiesta libertaria de reinventar las maneras de enseñar y aprender, de poner el cuerpo –nuestros cuerpos- en los procesos pedagógicos y políticos, de crear los lugares que no existen para las y los excluidos de siempre, de pensarnos juntas en tránsito hacia otra manera de ser y de sentir, de soñar y vivir el mundo que habitamos… para cambiarlo. Para hacer inaceptable toda exclusión, toda discriminación, toda muerte innecesaria, toda humillación, toda injusticia.
Para quienes entendemos la educación popular como rebelión frente al orden capitalista, patriarcal, racista, heteronormativo, violento… corrernos de la institucionalidad central hacia los bordes -para correr los bordes mismos de la institucionalidad-, viviendo en el centro de un desborde popular y prolongado, en la encrucijada de una creación permanente, es una manera de ejercer y de afirmar nuestras maneras de revolucionar la revolución.
Quiero decir, sin embargo, que la alegría que sentimos en esta inauguración, no puede taparnos la reflexión sobre las causas que dan origen a este bachillerato popular: la persistencia de un sistema educativo, cultural, social, económico, político hegemónico, que deja a sectores sociales, a comunidades, fuera de sus oportunidades, condenándolos a múltiples exclusiones. Como respuesta a esa exclusión han nacido los bachilleratos populares, las Universidades Populares, y las diferentes experiencias de educación popular en las que participamos o hemos participado, y muchas de las que no somos parte, pero que valoramos y reconocemos.
No todas estas experiencias han logrado sostenerse con este contenido y carácter transgresor, esencialmente rebelde. Muchas de ellas han sido domesticadas, mediatizadas, coptadas.
Los poderes construyen su hegemonía, excluyendo y-o coptando, subordinando, ordenando, “normalizando” la diferencia, homogeneizando incluso la diversidad con sus tonos de grises.
Por eso, la apuesta fundamental es que al tiempo que vamos conquistando espacios bajo el mismo cielo, sobre la misma tierra, sepamos reconocernos en la rebeldía no “civilizada” de nuestros esfuerzos cotidianos. Sepamos crear desde nuestra autonomía, desde nuestros sueños, un nuevo lugar de resistencia a la mediocridad, al sentido común, a los saberes que reproducen una y otra vez las muchas opresiones.
Que sepamos reconocernos en la rebeldía, por todo lo que nos cuesta cada pequeño derecho conquistado. Rebeldía por todos los derechos que nos faltan ganar. Rebeldía por el mundo aterrador de destrucción, guerras, intolerancia, violencia en el que nos toca actuar. Rebeldía por todas nuestras muertas, las que conocemos y las que no…. Rebeldía, por las marcas que llevamos en la piel y en nuestras vidas, por las palabras que nos lastiman como cuchillos, por los desprecios antiguos, por los dolores actuales, por las huellas en nuestra experiencia de la travestofobia, la transfobia, la lesbofobia, la homofobia, y todas estas expresiones de la «civilización sarmientina» que construyó la subjetividad alrededor de un sujeto hegemónico que es el hombre burgués, blanco, macho, heterosexual, con la vista puesta en Europa, y la hipocresía y la doble moral como escudo de Occidente.
Compañeras travestis, transgénero, transexuales, transfeministas y transgresoras… celebro este acto de creación de un territorio propio, abierto a todas las furias, las emociones, las reflexiones, los deseos. Celebro este espacio de encuentro y estudio, donde espero que las teorías se enamoren de las prácticas, las ideas de los sentimientos, las palabras de los actos… y bueno, todos los amores imaginados y los todavía no imaginados.
Celebro este lugar en el que la duda, la curiosidad, la pregunta, la investigación, la búsqueda, estén en la base de la pedagogía y de la política.
Celebro la alegría que hoy sentimos y compartimos, después de tantos años de lucha por un mundo en el que quepan todos los mundos.
Recuerdo aquí a Emma Goldman, que nos pedía una revolución que sepa bailar, que nos deje bailar, que nos invite a bailar. Esta danza trava, trans, es como la proyección en el presente de las danzas ancestrales de todas las comunidades que se han creído desaparecidas por el poder colonial, y que ahora se visibilizan en un mundo que se autodestruye por sus propias lógicas de muerte. Esta danza trava, trans, es nuestra manera de desafiar la destrucción burguesa, patriarcal, colonial, desde un baile colectivo, solidario, incluyente, libertario, rebelde, en el que el deseo fluya como ríos sin represas, como viento, como los sueños de todas las generaciones.
Quiero ser parte de esa danza, en las que veo también junto a nosotras, a Nadia Echazú, a Mocha Celis, a Pepa Gaitán, a la Moma, a Néstor Perlongher, a Carlos Jáuregui, y a tantas brujas que me enseñaron a caminar más libre por el mundo, riéndonos de nuestros miedos, burlándonos de nuestras desventuras, rompiendo dogmas y solemnidades, y creando – inventando -nuestras propias vidas, nuestros propios cuerpos, nuestra propia historia.

Fuente del articulo: http://www.panuelosenrebeldia.com.ar/content/view/1067/245/

Fuente de la imagen: https://ve.images.search.yahoo.com/images/view;_ylt=A0WTTcpaxDhY0SMA1gHmT4pQ;_ylu=X3oDMTIybDA0Nm

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¡Gracias Fidel!

Telesur /

Por tu testimonio de vida, de revolucionario, que fue construyendo nuevos paradigmas de sociedad para el pueblo cubano y Nuestra América. Tu voz resuena en el mundo. Fuiste sembrando en las conciencias y voluntades de los pueblos caminos de liberación, seguro de que otro mundo es posible, libre de dominaciones. Sembrastes la esperanza y resistencia revolucionaria en el corazón de los pueblos, trabajando con la paciencia de artesano, con la palabra y los hechos que marcan caminos y construyen un nuevo amanecer de derechos e igualdad para todos y todas. La solidaridad del pueblo cubano en el mundo es ejemplo de humanidad. Cuba la gran Escuela de Medicina del mundo. Cuba la gran educadora del mundo en su lucha contra el analfabetismo que nos dice «Yo si puedo». Cuba la gran misionera de vida en todos los rincones del mundo donde el imperio y las guerras llevan la muerte.

Cuba la que enseña que la revolución es cultural, social y política. El imperio intentó una y otra vez callar tu palabra, tus ideas, tus gritos de libertad, buscó quebrar la revolución recurriendo al bloqueo, que aún permanece y daña al pueblo cubano ofendiendo a todos los pueblos del mundo. El imperio fracasó y tuvo que beber su derrota. No pudo con el pueblo cubano porque la libertad, la dignidad y el espíritu revolucionario no se compra ni se vende. Partes a tus 90 años, la vida física es finita, pero siempre vivistes como si fueras eterno y es ahí donde tu pensamiento y testimonio de vida permanecen en la conciencia y vida de los pueblos.

Nunca olvidaré nuestras charlas hasta las tres de la mañana ni las movilizaciones a las que me invitaste a recibir el calor del pueblo cubano. Nunca olvidaremos tu ejemplo. Querido hermano Fidel y pueblo cubano, gracias! su lucha permanece en la vida de nuestros pueblos. ¡¡Hasta la Victoria siempre!! Gracias Fidel !

Con Información de Telesur

http://entornointeligente.com/articulo/9309198/Gracias-Fidel–26112016

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Sí se puede: los de abajo como sujetos

Por Raul Zibechi

Cuando los de más  abajo, los jóvenes (varones y mujeres) pobres de las periferias, los ninguneados de siempre, toman las riendas de sus vidas y además lo hacen en colectivo, es porque algo muy profundo está cambiando. Un mundo nuevo comienza a despuntar cuando el intelectual, el dirigente, el estratega (en masculino), se disuelve por la potencia de lo colectivo que anuncia un vendaval político, social y cultural de largo aliento.

El viernes 19 de noviembre una multitud de más de 20 mil personas caminó la décima Marcha de la Gorra, en Córdoba (Argentina). Había que ver y sobre todo sentir a esos chicos danzando, cantando, gritando en la cabecera de la marcha, esos que día a día son golpeados, asesinados y desaparecidos por la policía provincial, una de las más letales del país. Una marcha que comenzó en 2007 exigiendo la derogación del Código de Faltas, hoy travestido en Código de Convivencia, que equipara las faltas con los delitos penales, una trampa jurídica del poder provincial para perseguir jóvenes peligrosos. O sea, pobres que viven en las periferias.

En Córdoba existe un Estado policial funcional a un capitalismo militarizado, que tiene en el extractivismo soyero y en la especulación inmobiliaria urbana sus núcleos de acumulación de capital. Los que no consumen sobran; no existen ni para el poder ni para los medios, son los culpables de la inseguridad y, como señala Giorgio Agamben, pueden ser asesinados sin que eso se considere delito. El Código de Faltas aprobado en 1994 es la pieza legal de este engranaje.

El año pasado fueron detenidas 73 mil personas, en su mayoría por portación de rostro, o sea, por su aspecto, por ser jóvenes de piel más oscura, llevar gorras y ropas sospechosas para los uniformados. Unos 200 chicos son detenidos cada día. Desde 2011, más de 150 fueron asesinados y varios miles golpeados y heridos. La figura legal que utiliza la policía es el merodeo, que puede ser confundido con pasear, caminar o circular. El 80 por ciento de los jóvenes de 18 a 25 años fueron detenidos alguna vez.

Lo peor es que el código otorga a la policía la potestad para detener, instruir y juzgar en cualquier punto de la tramitación del hecho. Impunidad es la palabra más adecuada. No les permiten salir de las periferias. La policía los detiene sistemáticamente en los puentes y en las salidas de los barrios y los persigue cada vez que retornan a sus casas.

La definición de Estado policial la sintetiza Huayna, militante de la Federación de Organizaciones de Base, en Barranca de Yaco, un barrio periférico de casas precarias levantadas sobre un basural. Llamamos a la ambulancia y viene la policía. Llamamos a los bomberos y viene la policía. Es el único servicio que tiene el Estado para nosotros.

Esos chicos que encabezan la marcha con los retratos de sus amigos asesinados, como Güere Pellico, de 18 años, fusilado por la espalda cuando volvía a su casa en moto, han recorrido un largo camino. Ahora son capaces de redactar un texto memorable, como la Carta abierta al Estado policial, la proclama que se leyó al finalizar la caminata.

No pretendo echar luz sobre la acción pública que, finalmente, es similar a las que protagonizan los abajos a lo largo y ancho del mundo. El punto central fue cómo los jóvenes pobres se convirtieron en sujetos.

Desde el ciclo de protestas 1997-2002, cuyo pico fue el levantamiento del 19 y 20 de diciembre de 2001, decenas de estudiantes universitarias y licenciadas (mayoría mujeres) trabajan en barrios pobres creando talleres de teatro, murga, revistas y radios comunitarias con base en la educación popular. Hacia 2007, relata la sicóloga comunitaria Lucrecia Cuello, los jóvenes de los barrios comenzaron a reunirse en grandes asambleas hasta de 300 integrantes. Ahí se produjo un hecho formidable.

Nos dijeron que las decisiones las querían tomar ellos, que querían salir a la calle y no sólo hacer talleres. Nos dijeron que los técnicos nos apartáramos a un lado y que luego nos volverían a llamar, explica Cuello. Se apartaron y esperaron. Pero, sobre todo, comprendieron que su lógica académica de trabajo reproducía el tutelaje colonial sobre los pobres, que siguen siendo subalternos en relación a las ONG y los partidos de izquierda. De esos encuentros nació el Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos que convoca las Marchas de la Gorra.

Con el tiempo y la permanencia en los territorios, un puñado de licenciadas acompañaron a los jóvenes que desbordaron la educación popular gracias al encuentro que tuvieron entre ellos, que fue determinante para romper con el técnico y con el militante que va al territorio. Se trata de una explicación similar a la que ofrecen Huayna y otros militantes de la decena larga de organizaciones sociales que trabajan en las periferias. Nosotros por nosotros, sería la síntesis, aunque cada vez más se debería usar el femenino, ya que ellas empezaron a tallar fuerte en los años recientes.

Hasta ahí, en apretada síntesis, el relato de ese ponerse de pie que hizo posible la Marcha de Gorra, desde la doble mirada de las periferias y de los técnicos. Se agolpan las preguntas. ¿Estamos en condiciones de pensar, y de sentir, que los más pobres pueden ser sujetos? Los que nos decimos militantes, ¿aceptamos colocarnos a un lado para simplemente acompañar a los sujetos de abajo? ¿Sentimos realmente que pueden cambiar el mundo sin vanguardia política o intelectual?

Llegados a este punto, ¿cuál es el papel de los militantes, o como le llamemos a esa actitud de vida? Lo primero, comprender con la piel, hacer nuestros los dolores colectivos. Lo segundo, acompañar un proceso sin dirigirlo. Lo tercero, regocijarnos por ser aceptados como uno/una más. Lo cuarto, decir lo que pensamos cuando nos lo pidan y guardar silencio el resto del tiempo. Políticas de la ética y la humildad. De lo contrario, nuestra revolución se limitará a reproducir el colonialismo y el racismo.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/11/25/opinion/024a2pol

Imagen tomada de: http://tiempoyforma.com/img/publicaciones/chiapas-primer-lugar-de-pobreza-extrema-en-mexico-coneval.jpg

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Pedagogía Trump

Por María Acaso

Nos lamentamos de lo ocurrido, no damos crédito, no lo entendemos. Nadie sabe muy bien por qué un hombre como Donald Trump ha llegado a donde ha llegado, ni cómo una mujer de las características de Melania puede ser la primera dama. Y su hijo Barron, sentado en su león de peluche, también nos sorprende, aunque menos que los vídeos en los que su padre sale imitando a los jugadores de lucha libre y aporreando a quien parece ser un miembro del público. El presidente de los Estados Unidos aporreando a alguien; la primera dama, posando desnuda; uno de sus hijos, sentado en un león de peluche. Eso es lo que tenemos. Es real. No es una película de Hollywood, es algo que está ocurriendo en un lugar del planeta.

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La clave, una vez más, no está solo en la política, en la economía o en la sociología: está en la educación. Y sería interesante reflexionar en la dirección adecuada: no hay que echarse las manos a la cabeza porque ahora Trump vaya a desarrollar una pedagogía del miedo, es la pedagogía del miedo la que nos ha traído a Trump. Una pedagogía que empieza en el 2001 y que tiene unos objetivos claros y concisos; una pedagogía que, por encima de todo, interpone nuestras diferencias como los lugares comunes, atiende la diversidad desde la uniformidad, percibe lo distinto desde una igualdad que todos sabemos que es imposible. Una pedagogía que, tras quince años de trabajo, está recogiendo sus frutos.

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Desde las escuelas, las universidades y los museos, pero también desde la programación televisiva, las series, el fútbol o la prensa del corazón, esta pedagogía nos dice a todas horas qué debemos comer, a qué equipo debemos gritar, qué tamaño de culo debemos tener. Una pedagogía insana, que nos insta a mantener vínculos con personas a las que no queremos y que nos aleja de las que deberíamos querer, que mantiene nuestro cerebro narcotizado a través de drogas mediatizadas por rituales de consumo, en apariencia banales y frívolos, pero cuya potencia nos perfora con la misma intensidad que cualquier otra adicción. Una pedagogía donde lo perverso, la mentira y la psicosis operan como estamentos de verdad, inmovilizando nuestra capacidad de respuesta, imposibilitando nuestra voluntad de acción.

Y esta pedagogía empieza a los pocos días de vida, cuando nuestras madres se ven obligadas a separarse de nosotros porque deben regresar a los trabajos que necesitan para sobrevivir. Los niños y las niñas de pocos meses entran así ya en la rueda de los horarios y las rutinas frías, desconociendo los afectos y las peticiones a demanda. Se trata de una pedagogía que teme los riesgos físicos (encender un fuego, utilizar un cuchillo, escalar una montaña), pero que no nos prepara para los riesgos virtuales, para el acoso en la red, para los deseos compulsivos, para el bullying de cualquier tipo.

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Demos la bienvenida a Trump en el poder, porque esta va a ser la única manera posible de des-articular, no sus formas de hacer, sino las formas de hacer que le han llevado a representarnos; las maneras de entender el mundo desde una óptica hipercapitalista, donde los Estados han hecho un trabajo impecable al relegar la educación al último confín, diseñando leyes absurdas, pagando a los profesores lo menos posible y transformando la universidad en un lugar infame, donde en vez de generar conocimiento se venden certificaciones. Las maneras que han hecho real un sistema estandarizado en el que los test de inteligencia lógica rigen las vidas de millones de alumnos que estudian planteándose como único objetivo la necesidad de aprobarlos. Maneras de hacer que inviabilizan las artes, el pensamiento crítico y la autonomía, y nos embadurnan de información desconectada de lo que ocurre en la realidad social.

Maneras de hacer que no es que nieguen el cuerpo, sino que, precisamente porque reconocen su potencialidad, se han asegurado de atarlo a una silla incómoda y fea durante ocho horas al día para desactivar el poder transformador del cuerpo en libertad. Maneras de hacer que nos impiden desear cualquier alimento más allá de la comida basura, ver cualquier producto de ocio más allá de lomainstream, desear cualquier opción vital más allá del conformismo. Maneras de hacer que sitúan la alfabetización visual en la periferia, que solo fomentan la pasión vinculada al consumo, la empatía relacionada con Kim Kardashian, la libertad en conexión con la libertad de compra.

El triunfo de Trump es más que necesario: es la única manera que tenemos de permitirnos vernos a nosotros mismos reflejados en él; de darnos un espacio desde el que pensar lo que somos, de lo individual a lo social, para reflexionar sobre el sí al brexit, sobre el no a la paz en Colombia o sobre los nueve meses de desgobierno en España y unos resultados electorales que muestran un dramático paralelismo con la Pedagogía Trump.

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Sí, este es el momento que estábamos esperando, un momento en el que el asombro nos brinda el espacio que necesitábamos para pensar, para preocuparnos y, quizá desde hacía mucho tiempo, reflexionar sobre cómo es posible que pase lo que está pasando.

Porque lo que está pasando está pasando gracias a mí. Nosotros somos los únicos responsables de lo que les hemos dejado hacer a los gobiernos con la educación. Lejos de ser un descuido y una ausencia, es más bien la consolidación de un intenso y devastador programa para que votemos a Trump, votemos sí al brexit, votemos no a la paz.

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Ahora no toca preguntarnos cómo ha sido posible que Trump haya llegado al poder. Ahora es el momento de que juntos reflexionemos y encontremos otras pedagogías que nos lleven a votar de manera diferente a como lo hemos hecho durante estos últimos quince años.

Fuente: http://www.mariaacaso.es/pedagogia-trump/#more-1730

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El embuste del día de Acción de Gracias

Por. Ilka Oliva Corado

No hay nada más falso, más ruin, más soberbio en Estados Unidos que celebrar el Día de Acción de Gracias. La celebración más importante después del 4 de julio, la tercera viene siendo la Navidad.
Amparados en una historia falsa, escrita por los genocidas que invadieron este país y exterminaron a los nativos del norte del continente, se celebra cada noviembre el Día de Acción de Gracias. Peregrinos, dicen los libros de texto, peregrinos inmigrantes que fueron socorridos por los nativos. No cuentan que se impusieron, que los torturaron, que violaron a sus mujeres, que los exterminaron en uno de los genocidios más sangrientos que han vivido los Pueblos Originarios y que después, satisfechos se sentaron a celebrar la matanza a la que llamaron Día de Acción de Gracias. Este día debería ser recordado como el del genocidio caucásico contra los nativos del norte del continente. Debería reivindicarse como así mismo como el 12 de octubre. Debería reescribirse la historia y dejar claro que lo vivieron los Pueblos Originarios por parte de los invasores europeos fue un genocidio.
Millones de estadounidenses se sientan a la mesa a celebrar la unidad, el amor, los valores humanos y la familia. Hipocresía tan grande empezando por el abuso que realizan a sus empleados a quienes no les dan el día como manda la ley y tampoco se los pagan doble. Esclavizados porque su condición de indocumentados no les permite reclamar derechos que les corresponden por humanidad. Agradecen los estadounidenses pero no son capaces de compartir un plato de comida con esos empleados que están ahí día y noche a su servicio, prefieren tirar lo que sobre del festín antes que compartirlo con ellos. El empleado comienza el día a primera hora y se va hasta que la fiesta acaba y hasta dejar todo limpio. ¿Hay Día de Acción de Gracias para el empleado indocumentado? No.
Si es niñera le toca estar ahí, cuidando a los niños porque los papás ni siquiera ese día se quieren hacer cargo de ellos. Es noche de gala, no arrugarán sus trajes cuidando niños. Los niños en este país tienen el papel decorativo en las familias, como los osos de peluche en los dormitorios o en los cuartos de juego. Se tienen porque sí, porque se necesita un heredero o porque así toca, porque no se puede ir contra las normas del sistema y el patriarcado. Pero de que los quieran, de que los cuiden, de que los guíen, de que les dediquen tiempo, eso no sucede con millonarios a quienes lo único que les importa es aumentar la fortuna y codearse con gente bien. Y crecen los niños desamorados, insensibles, manipuladores porque lo único que tienen es dinero y el desprecio sutil de sus padres que los ven como lujosos objetos de exhibición.
Como hay que hablar claro también está la otra parte de la población estadounidense, que es la mayoría, también caucásica pero pobre, no tienen qué llevarse a la boca el Día de Acción de Gracias. Como tampoco los afro descendientes y los latinoamericanos indocumentados. Estas tres parte de la población que habita este país no tiene siquiera calefacción en sus apartamentos, mucho menos dinero para comprarse una cena de lujo.
Estados Unidos ya no es ese país de millonarios por docenas, buena parte de su población vive en la pobreza. Pero si dejamos el pasado donde está (como manda la comodidad y la impunidad) y nos basamos en el presente, también es una hipocresía la celebración puesto que no puede sentarse a la mesa un población y celebrar el amor y agradecer, si ésta misma abusa de otros. Si ésta misma guarda silencio, oprime, manipula y se aventaja de las circunstancias de otros. Si ésta misma apoya guerras, que en realidad son invasiones a otros países. Si ésta misma aplaude cada vez que Estados Unidos asesina a un inocente o invade un país. Si ésta misma idolatra a veteranos de guerra que en realidad son asesinos, torturadores y violadores sexuales de niñas, niños y mujeres. Porque a Estados Unidos no lo amenaza ningún país con invadirlo, en cambio él sí va e invade, y roba y mata y extermina. Y ésta población lo aplaude y lo celebra.
Millones se sentarán a agradecer, a degustar exquisiteces y a compartir en familia y entre amigos, mientas que Siria es invadida y también familias enteras son masacradas, a la misma hora en que ellos se llevan el bocado a la boca. Y agradecerán por tener un gobierno y un ejército que los defienda y que los libre de las invasiones y del “terrorismo”. Y mientras unos hablan de refugiados europeos y de abrirles las puertas o cerrárselas, explotan a los latinoamericanos indocumentados que también son refugiados. ¿Por ellos qué población estadounidense aboga para que el gobierno les permita tener los beneficios laborales y la tarjeta verde? Jamás lo harán porque de esa invisibilidad también ellos se benefician.
Millones se sentarán a agradecer mientras que la policía estadounidense sigue matando afro descendientes a diestra y siniestra, en una opresión racial que no ve de tener fin.
Y millones enloquecerán con el Viernes Negro, Estados Unidos cuna del consumismo, son corderos que van al matadero y no se percatan. El consumismo los tiene dopados, tan drogados que no tienen la capacidad de percatarse que son objetos, marionetas en manos del poderío oligárquico mundial.
Mucho se puede decir del Día de Acción de Gracias, no debería existir y en su lugar debería ser reivindicado y esta población estadounidense armarse valor y tener la humanidad de devolverle la tierra a los Pueblos Nativos, y este gobierno pedirles perdón en nombre de los genocidas que tanto daño hicieron. Pero nunca sucederá, este gobierno también como fiel capitalista sigue los pasos de sus ancestros: invadiendo y cometiendo genocidio en cada país que puede. ¡Qué jodidos, celebremos la hipocresía!
Fuente: http://www.aporrea.org/tiburon/a237612.html
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La calidad educativa como caballo de Troya del mercado en la educación

Por: José María Navajas Puerta

El carácter mercantil y empresarial del término ‘calidad’ en la actualidad parece de común consenso para los especialistas del mundo de la educación y la enseñanza, pero de la misma manera es ya claro y evidente su traspaso al ámbito educativo en los mismos términos.

La LOMCE es el acrónimo para la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa. Encontrándose en el mismo título de la ley, y tratando explícitamente de la misma, la calidad educativa debería ser algo bien concreto y transparente a ojos de la comunidad educativa o, como poco, del legislador. Sin embargo, esto no es así. Es más, nos topamos con que ya sólo el término calidad resulta enormemente difuso, y esto es algo que debería evitarse especialmente en una ley, más aún tratándose de una ley que se refiera a la educación.

Calidad proviene del término griego “kalos”, esto es, “bueno”, “excelente”, “bello”. “Kalos” era el término que designaba uno de los pilares de la Paideia griega pues, como refiere Werner Jaeger, indicaba el ideal de aspiración en la misma:

La educación no es posible sin que se ofrezca al espíritu una imagen del hombre tal como debe ser. En ella la utilidad es indiferente o, por lo menos, no es esencial. Lo fundamental en ella es kalos , es decir, la belleza, en el sentido normativo de la imagen, imagen anhelada, del ideal

Autores como José Antonio Pérez Tapias o Juan Manuel Escudero Muñoz nos señalan que en la actualidad, sin embargo, y a partir especialmente de la década de los 90, la calidad aparece como una “categoría difusa, general y abstracta” donde “se han ubicado demasiadas cosas y muy confusamente” y, a todas luces, estrechamente ligada al “lenguaje de la publicidad, propaganda o marketing”.

El carácter mercantil y empresarial del término “calidad” en la actualidad parece de común consenso para los especialistas del mundo de la educación y la enseñanza, pero de la misma manera es ya claro y evidente su traspaso al ámbito educativo en los mismos términos. Su índole difusa y debidamente edulcorada ha servido como tapadera o caballo de Troya para intereses de clase, defensa de la reinstauración de nuevos privilegios, la segregación y exclusión en la educación desde una ideología manifiestamente (neo) liberal.

Pero el uso retórico del término no hace sino legitimar y justificar una práctica que sustituye la calidad como excelencia -en el primer sentido que le dimos, como ideal de aspiración en la educación- por un mero producto del capital cuyo fin es satisfacer clientes y, por tanto, que compita en un nuevo “mercado educativo”, pues este es el fin último del interés privado.

Una de las pruebas más evidentes de este ataque privado sobre una institución pública como la educación fue el Modelo Europeo para la Gestión de Calidad (EUFQM), una serie de criterios tomados de la gestión empresarial  ( TQM: Total Quality Management) y aplicados a los centros escolares para medir su “calidad”.

De hecho, si uno busca en la LOMCE la referencia a la calidad educativa en los centros, nos encontramos con el Artículo 122 bis. Acciones destinadas a fomentar la calidad de los centros docentes.

  1. Se promoverán acciones destinadas a fomentar la calidad de los centros docentes (…) Dichas acciones comprenderán medidas honoríficas tendentes al reconocimiento de los centros, así como acciones de calidad educativa, que tendrán por objeto el fomento y la promoción de la calidad en los centros.

  2. Las acciones de calidad educativa partirán de una consideración integral del centro, que podrá tomar como referencia modelos de gestión reconocidos en el ámbito europeo…

En efecto, como advierte Daniel Escribano, la instauración de leyes abiertamente (neo)liberales y reaccionarias como la LOMCE, van en la dirección señalada: ayudas a la enseñanza privada, financiación de centros que practican la segregación por razón de género, supresión de la asignatura de educación para la ciudadanía, reimposición del carácter obligatorio de la religión, establecimiento de pruebas de evaluación final al finalizar la enseñanza secundaria y bachillerato, etc.

Ahora bien, como señala Pérez Tapias, a pesar del secuestro del término calidad, “no basta la voluntad de emplear un término desde otras perspectivas y supuestos distintos del campo semántico del que proviene para que se logre liberarlo de determinada carga ideológica, máxime si la procedencia no es sólo de un determinado campo semántico, sino de un campo semántico atravesado por intereses sociales y económicos”.

En mi opinión, debería de optarse por la “excelencia” como sinónimo no tan profusamente viciado y pervertido por el interés del mercado, para referirse a ese deber ser de la educación como derecho y que, siguiendo un esquema similar propuesto por la presidenta del Learning Policy Institute Linda Darling-Hammond se caracterizaría por:

  1. La educación como derecho humano, y por tanto asegurado y protegido por sólidas instituciones públicas que garanticen su universalidad y gratuidad.

  2. El acceso universal a docentes cualificados, con la mejor preparación y certificación.

  3. La dotación material de centros y docentes, lo que permite su libertad, independencia y autonomía profesional.

  4. La implicación de la sociedad civil para promover comunidades de aprendizaje humanas e intelectualmente vigorosas.

Pues, como señalaba Kant en su Pedagogía: “No se debe educar a los niños conforme al presente, sino conforme a un estado mejor, posible en lo futuro, de la especie humana: es decir, conforme a la idea de humanidad y de su completo destino”.

Fuente: http://www.eldiario.es/norte/cantabria/amberes/educativa-caballo-Troya-mercado-educacion_6_581701827.html

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Educación mercantilista y género

Por: Carmen Rodríguez y Marina Melgarejo 

Es indudable que en la segunda mitad del s. XX se han producido cambios en la concepción de la igualdad y de los roles de género, lo que ha repercutido en la vida de muchas mujeres, pero estos cambios no han revertido el orden patriarcal e, incluso, han surgido nuevas fórmulas para retroceder en los logros conseguidos.

Las políticas neoliberales, competitivas y dirigidas al éxito, han hecho que las libertades individuales dominen sobre los valores democráticos, desplazando la igualdad. Nos hacen creer libres en cuanto a nuestras elecciones y con plena disposición de un futuro que en realidad se verá limitado por las condiciones en las que nacemos y crecemos, quiénes somos y qué tenemos.

Estas ideologías liberales hacen de la educación un medio para competir por trabajo, estatus y dinero y no un fin en sí misma, haciéndonos títeres del modelo consumista existente. En este marco las chicas y adolescentes vivirán una situación de mayor debilidad que antes, porque nacen en una supuesta igualdad conseguida, que no deja de ser un sexismo consentido, supuestamente elegido.

Mientras en épocas anteriores se justificaban las desigualdades sexuales existentes, ahora son las políticas de ajustes estructurales y los recortes del estado de bienestar, bajo el paraguas de la eficacia económica, las que crean nuevas desigualdades al desmantelar las políticas sociales que protegían a las personas más vulnerables.

La despolitización de los derechos sociales que son comunes a las mujeres, los convierte en problemas individuales y de libertad de elección; así la violencia de género es vista como un problema individual, de un cónyuge abusador, sin relación con la estructura patriarcal, la dependencia o las relaciones de poder. La prostitución, los vientres de alquiler y la discriminación sexual son problemas de elección particular y los cuerpos de las mujeres mercancías para la utilización de los hombres.

La situación de las mujeres se ve doblemente perjudicada: por un lado, por la pérdida de derechos sociales y, por otro, por el sometimiento a situaciones de empleo precarias, sobre todo para las mujeres de países del sur, que tiene consecuencias para la pérdida de derechos ya conseguidos, retrocediendo la igualdad.

La interdependencia mundial hace que lo que actúa sobre las mujeres de un lado del mundo afecte a las del otro. En primer lugar, los flujos migratorios de mujeres, el turismo sexual y el tráfico internacional de mujeres muestran cómo la estructura patriarcal se ve reforzada. En segundo lugar, la precarización de los empleos hace que las mujeres se incorporen cada vez en mayor medida al mundo del trabajo, pero como trabajadoras secundarias; reciben los peores trabajos y pagarán el “impuesto reproductivo”, que hará que tengan que multiplicar sus esfuerzos e incorporarse de una manera discontinua y más servil.

En este marco globalizado, donde priman los intereses del mercado sobre los derechos sociales, la educación colabora en el mantenimiento del sistema, por su intervención o por la ausencia de esta. Destacamos cuatro aspectos de la educación mercantilizada que perjudican especialmente a unas relaciones igualitarias entre los sexos.

La desvalorización de la vida íntima

Nos imponen una educación dirigida al mundo del trabajo y a competir, que ignora la vida íntima, las emociones, el cuidado y el bienestar común. Las mujeres siguen ocupándose mayoritariamente de la vida de los demás, quedando sin tiempo personal o para el compromiso político y social.

Hemos pasado en muy poco tiempo de una escuela de masas caracterizada por el pensamiento único que en vez de crear personas críticas forma a sumisos al sistema, a la deriva mercantilista y privatizadora de nuevas políticas educativas que solo buscan el éxito profesional y se caracterizan por la competitividad.

Este modelo excluye la vida con y para los demás porque fortalece la competitividad y la mentalidad práctica y egoísta que nos convertirá en sujetos devoradores del resto. La privatización de los centros y el modelo que persigue, que se limita a evaluar la capacidad memorística, segregando entre peores y mejores alumnos, no atiende a las diferencias, no enseña a convivir y se aleja de un modelo educativo personal que considere las necesidades del alumnado y esté vinculado al afecto, las emociones, el pensamiento y la creatividad.

El hecho de que las funciones de cuidado y atención no sean compartidas por los varones, ni valoradas en la escuela y socialmente, supone una pérdida para el bienestar de toda la sociedad y para el estatus y estilo de vida de las mujeres.

La hiper-sexualidad como nueva liberación

En esta desvalorización de la vida íntima, en oposición al trabajo y al mercado capitalista, entra una nueva consideración del cuerpo de las mujeres exaltando la hiper-sexualidad como una nueva liberación.

Las adolescentes y jóvenes son las más expuestas porque los medios culturales y de comunicación, el consumo y la sociedad les reclama “gustar a toda costa”.

Los medios de comunicación construyen mujeres inseguras a partir de cánones de belleza imposibles, para que consuman productos y ropa que “resalte su belleza” y así puedan afianzar su autoestima. Así las jóvenes llevan ropa y exhiben fotos solo con la intención de gustar y someterse a lo que a ellos les gusta, excusándose en su libre elección y en un falso feminismo.

La escuela es ajena a esta nueva esclavitud, que está originando una alta violencia de género que empieza en la adolescencia.

Lejos del antiguo dominio del cuerpo de las mujeres con el recato y la posesión por parte de las parejas, esta hiper-sexualidad, de formas perfectas, no es más que una nueva dominación que vuelve a esclavizar el cuerpo de las mujeres y sus sentimientos. Se refuerza a su vez la objetivación de su propiedad individual para que sea responsabilidad de cada persona, mientras se invisibilizan los factores externos que condicionan las elecciones y la desigualdad.

El mito de la libertad de elección

La libertad de elección es un postulado neoliberal que plantea que se puede acceder a todo lo que se desea, sin existir barreras y sin estar determinados por la pertenencia a una clase social, etnia o género. Se considera que las elecciones no están condicionadas y que todas las personas tienen las mismas posibilidades de realizarlas.

La elección es otra opción ideológica de las políticas mercantilistas que perjudican a las chicas en su derecho a la educación fomentando la segregación por sexos. La enseñanza diferenciada por sexos está planteada por la LOMCE y por movimientos conservadores en todo el mundo representando una vuelta atrás en los derechos conseguidos en la educación de las niñas. La condición de matricular a una niña en un centro de estas características no da lugar a la libertad de elección, al menos para ella, ya que es educada de una forma diferenciada y posiblemente estereotipada.

En nuestro país se ampara en un Convenio de la UNESCO del año 1960, que se estableció para garantizar la escolarización de las niñas en aquellos países con legislaciones muy restrictivas con respecto a las libertades de las mujeres.

Aunque las razones utilizadas para reclamar una enseñanza diferenciada por sexos son los mejores rendimientos conseguidos por las chicas, el hecho es que son los colegios de ideología religiosa ultraconservadora, Opus Dei y Legionarios de Cristo Rey, los que mantienen las diferencias entre sexos defendidas por la ideología de la Iglesia Católica y amparadas en que hombres y mujeres se eduquen separados porque tienen destinos diferentes.

El conocimiento escolar

No es nuevo el análisis de los contenidos escolares en su contribución al mantenimiento del sexismo, aunque ahora adquiere una nueva dimensión en una educación dirigida a la formación individual y competitiva para el mundo laboral. Los usos, las costumbres y lo esperado de forma estereotipada adquiere carta de naturaleza cuando los libros de texto lo convierten en el conocimiento legítimo.

Actividades y atribuciones diferentes para mujeres y hombres, relaciones afectivas caracterizadas sexualmente, representaciones ante la vida que distinguen entre quien domina y quienes ocupan un papel complementario, pasivo e invisible; protagonismo masculino y mujeres ausentes. Todo ello reafirma la realidad presente de la que los textos solo dan cuenta en un modelo de conocimiento estático y nada transformador.

La fuerte concentración en el presente, la creencia en las certezas del conocimiento y la falta de de-construcción crítica del pasado, sirven de reclamo para teorías conservadoras. Renace de nuevo el determinismo biológico que considera los comportamientos de chicos y chicas como la consecuencia de su naturaleza diferenciada y no como la consecuencia de sus contextos y experiencias, y se convierte, por su propia esencia, en una teoría de límites para chicas y chicos. Argumentos que vienen a apoyar la existencia de escuelas segregadas porque el rendimiento es mayor en las chicas que en los chicos. La eficacia del sistema educativo se mide por el desempeño de unos objetivos disparatados, no por la formación ciudadana. Los estereotipos sexuales actúan hoy día de forma más potente que nunca porque se promociona el determinismo biológico como la línea de pensamiento más moderna y rompedora, sin tener en cuenta su larga historia anterior, múltiples veces desmentida.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2016/11/04/educacion-mercantilista-genero/

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