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La buena escuela portuguesa

Por: Javier Martín 

Portugal es el único país europeo que mejora continuamente su nivel educativo desde el año 2000

Ni la bancarrota del país ni el recorte de sueldos de los profesores ni el aumento de alumnos por aula. Nada. El periodo económico más sombrío de Portugal en lo que llevamos de siglo no ha roto la mejora continuada de su sistema educativo. Si la troika acudió al rescate económico del país de 2011 a 2014, el informe educativo PISA 2012-15 señala que Portugal es el único país europeo que sigue mejorando su educación desde comienzo de siglo.

“¿Quiere que le explique el milagro?”, anuncia con sorna Fátima Rodrigues, directora de la Escuela de Secundaria de Miraflores, en Oeiras, el extrarradio de Lisboa. “El milagro es el esfuerzo en lengua portuguesa y las matemáticas. El portugués es el vehículo de toda la información y de todas las disciplinas”.

PISA es un programa internacional de evaluación de alumnos en matemáticas, lectura y ciencias, que se realiza cada tres años en 70 países. Portugal participa en él desde el año 2000. Es el único país europeo que, desde entonces, mejora en cada prueba. Los resultados de los 8.000 portugueses de 15 años que participaron en el estudio colocaron a Portugal en la 17ª posición de la OCDE en ciencias, 18ª en lectura y 22ª en matemáticas. Pero si se consideran solo los resultados de alumnos de décimo año (es decir, sin repetidores), Portugal sería el segundo del mundo en ciencias, por detrás de Singapur.

Rodrigues apunta a otras claves para entender el milagro: “Mucho apoyo al alumno. Desde los 6 años cada alumno tiene refuerzos en las disciplinas troncales. El profesor dedica más tiempo a las dudas”.

En la escuela de Oeiras es la hora del almuerzo y los chicos entran y salen con su bocadillo en la mano. Guillermo tiene 15 años y ha elegido la rama de Economía. Jamás ha suspendido y está contento en el colegio, aunque no le gustan las matemáticas. “Elegí algo con futuro. Humanidades no tiene ninguno, Ciencias y Tecnología son muy difíciles, así que Economía”.

La rama de Arte ni existe en la escuela. José Manuel es profesor de Filosofía. En los tres últimos años, el Estado le recortó el sueldo un 10%, un recorte que no ha hecho mella en los resultados de PISA. “¡Qué le íbamos a hacer. El profesor tiene que seguir con su trabajo, preparar bien sus clases, sus textos. No iban a pagar el recorte los alumnos”.

Los buenos resultados portugueses persisten a pesar del progresivo recorte del gasto en Educación. En el año 2000, cuando comenzaron las evaluaciones de PISA, Portugal gastaba el equivalente a un 4,8% del PIB. En 2011, el plan de rescate de la troika desembarcó en el país, y el gasto representó un 4,5% del PIB. En 2015, se había reducido hasta un 3,8% del mismo.

En la sala de profesores del Miraflores se reúnen los docentes de diferentes especialidades. “Otra clave de la mejora educativa”, señala la directora Rodrigues, “es el trabajo colaborativo. No ya la articulación vertical, la de los profesores de la misma asignatura en todos los años, sino la articulación horizontal, que es la más difícil, la coordinación de todos los profesores de un mismo curso”.

Según un estudio de la Fundación Francisco Manuel Dos Santos, el profesor portugués es el que más tiempo dedica a preparar sus clases y el licenciado de la función pública mejor pagado, junto con el español. El primer año gana entre un 20% y un 30% más que un médico o un juez.

Es imposible encontrar un reproche hacia los profesores. Francisco, Andrea, Beatriz, Thiago, hablan bien de todos. “Se preocupan por nosotros, se adaptan a lo que necesitamos”, dice Francisco, que siempre saca buenas notas. Sus palabras coinciden con los resultados de PISA: el alumno portugués es el que más elogia a sus maestros. “Quizás es porque somos muy afectivos”, señala Rodrigues. “Estamos muy cerca de ellos. Somos maestros, amigos, padres, psicólogos…”.

Entre el examen PISA y la difusión de sus resultados ha habido un cambio drástico en Portugal. El Gobierno de centroderecha (2011-2015) ha sido relevado por uno socialista.

Nada más llegar, el nuevo titular de Educación, Tiago Brandão, suprimió los exámenes de 6º curso y de inglés, un sistema que calificó de “nocivo” y “pernicioso”, porque “el alumno se entrena para los exámenes”.

En Portugal, como en otros países, es un vicio nacional que el cambio de Gobierno llegue acompañado de cambios en la educación. “Cada uno quiere dejar su marca”, señala la directora del Miraflores. “Llevo 38 años en la profesión, han pasado muchos gobiernos, pero nosotros seguimos aquí. Ellos hacen lo que quieren y nosotros también. Es aquí, en la sala de profesores, donde se decide lo que es mejor para el alumno, y lo decidimos los profesores”.

Aunque suene extraño, el estudiante Guillermo, que aborrece las matemáticas, está a favor de examinarse. “Es una forma de prepararnos para el futuro, de saber si vamos bien”.

El profesor de filosofía José Manuel cree que el exámen crea un vicio educativo. “El profesor enseña para el examen, el alumno estudia para el examen. Es el objetivo; obliga a cumplir todo el programa y si falta tiempo se quita de otras actividades, de proyectos comunes, de horas de laboratorio…Se priman las asignaturas con exámenes, como ha sido el caso de lengua y matemáticas, las apuestas del anterior Gobierno, y se perjudica al resto”.

La directora de Miraflores tiene una posición ambigua. “Yo soy del PSD, así que no soy sospechosa por criticar a mi Gobierno, que impuso esos exámenes, pero la realidad es que los profesores hacíamos lo que queríamos, lo mejor para el alumno. No íbamos a arruinar a un estudiante bueno por haber hecho mal un examen que valía el 30% de la nota final. También es verdad, por otro lado, que el estudiante se implica en esa competición de la nota, y el colegio no quiere quedar por debajo de otros, y los padres quieren ver objetivamente cómo mejora su hijo… pero pedagógicamente la bandera del examen es una bandera antigua”.

El éxito de Portugal tiene sus claroscuros, y cada uno destaca lo que le conviene. Mientras el ex primer ministro Passos Coelho (PSD) se fija en los datos más positivos, el nuevo ministro de Educación (PS) incide en los negativos. “Espero que el señor ministro se repiense algunas decisiones que tomó”, ha señalado Passos Coelho.

Al ministro Tiago Brandão, le preocupa el alto índice de repetidores. «Más del 30% de los jóvenes con 15 años han repetido algún curso. Somos uno de los tres países de la OCDE con más repetidores, triplicamos la media, y esto tiene costes anímicos, simbólicos y sociales brutales».

PISA evalúa alumnos de 15 años, independientemente del curso en el que estén. Es decir que penaliza a los países con muchos repetidores. El 40% de los evaluados portugueses no ha llegado al décimo año, el curso de referencia. Si se bajara a la media de la OCDE, el 13%, Portugal sería el segundo país del mundo en lectura (por detrás de Singapur), el tercero en ciencias (tras Singapur y Japón) y el sexto en matemáticas.

La Asociación de Profesores de Matemáticas (APM) se felicita por el éxito, pero augura que los mejores días ya han pasado.”Los cambios curriculares en el ámbito de las matemáticas ya muestran indicadores preocupantes”, anuncia en un comunicado. A Susana Moura, licenciada de lengua portuguesa, que dejó la enseñanza, aunque la vive con sus dos hijos, le sorprenden los resultados de PISA. “Yo veo la enseñanza peor, los alumnos se dedican al “copio y pego’ de Internet, y los profesores tienen que dar resultados. El estudiante no aprende a relacionar conocimientos”.

Otro milagro portugués es que la mejora educativa no ha sido a costa de las clases más desfavorecidas o los inmigrantes. En nueve años, el país ha reducido tres veces la diferencia entre el estudiante nativo y el inmigrante, de 59 puntos a 17, cuando la media de la OCDE es de 43 puntos. Los estudiantes pobres portugueses tienen los mejores resultados de todo el informe. El trabajo en este sentido continúa: el próximo curso todos los libros de texto serán gratuitos en la Enseñanza General Básica.

Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/12/08/actualidad/1481200752_446018.html

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“Son cosas de niños” y otras frases que usamos para no ver el acoso

Por: Olga Carmona

Es necesaria una reflexión profunda, una revisión de los modelos en los que educamos a nuestros hijos

Con alarmante frecuencia asistimos a la noticia de un niño o niña hospitalizado como consecuencia de haber sido víctima de maltrato escolar o bulliyng.

Hace falta llegar a extremos donde está en juego la vida del niño, ya sea por una paliza o por un fallido intento de suicidio, para que motivados por el horror y la incomprensión, reflexionemos sobre el crónico discurso: “Cosas de niños”, decimos los adultos mientras miramos para otro lado. “Toda la vida ha sido así”, “siempre hubo y siempre habrá fuertes y débiles”, “ tú no te metas”, “si te pegan, devuélvela”…

Un empujón repentino y repetido. Un insulto al entrar en el aula, una risa burlesca con el dedo que señala, un apodo humillante… se llama violencia. Se llama maltrato entre iguales.

En palabras de la ONG dedicada a la infancia Save the Children: «La violencia contra la infancia se define como la acción o la omisión que produce daño y que se da en una situación de indefensión o desequilibrio de poder». El bullying es el maltrato físico y/o psicológico deliberado y continuado en el tiempo que recibe un niño o adolescente por parte de otros, con el único objetivo de dañarle y someterle, a fin de lograr un objetivo determinado o simplemente por satisfacer el impulso violento del agresor. Puede implicar silencios, amenazas, agresiones físicas, burlas, rechazo, exclusión. Suele estar iniciado y liderado por otro niño y seguido por un grupo de cómplices necesarios. Unos forman parte activa, siguiendo las instrucciones del agresor, mientras que el resto, la inmensa mayoría, prefiere mirar para otro lado para “no meterse en problemas”. La víctima se siente sola y muy indefensa, mientras los adultos de referencia, es decir, padres y profesores restan importancia a las quejas del niño agredido o ni siquiera llegan a saberlo.

Es cierto que el acoso escolar lo ha habido siempre y que las causas no han variado mucho con el tiempo, se suele atacar la diferencia: el que lleva gafas, el gordito, el estudioso, el frágil. Sin embargo, las estadísticas hablan de un considerable aumento de los casos y de una nueva forma de acoso que solo puede darse ahora y que no deja escapatoria a la víctima: el ciberacoso.

Las causas del bulliyng son múltiples, por ejemplo, los entornos socioeconómicos y culturales precarios son más propensos, la exposición de los niños y adolescentes a contenidos audiovisuales violentos, la ausencia de los padres en la educación o la presencia de padres violentos… simplificando mucho la principal causa que propiciaría la aparición de la conducta violenta es la educación basada en la ausencia de límites, básicamente punitiva a través de la cual se castiga mediante amenaza, intimidación o directamente agresión física, y con la cual el niño interioriza que la violencia es un modo aceptable de lograr un objetivo.

Un niño educado con violencia física o psíquica aprenderá de forma inconsciente a normalizarla y sin duda alguna la ejercerá sobre otros.

El agresor no ha aprendido a ser empático, ni ha sido educado en la ética y los valores necesarios para el respeto a la diferencia, suele tener una autoestima muy frágil y necesitada de reforzadores externos (de ahí la exhibición del maltrato). Tiende a ser impulsivo, egocéntrico, con malos resultados académicos y es estadísticamente más probable que proceda de un entorno socio cultural bajo.

Como educadores y padres debemos estar atentos a una serie de síntomas a través de los cuales podemos detectar que un niño está siendo víctima de acoso:

  • Cambios en su conducta tales como ansiedad, tristeza, irritabilidad, apatía, insomnio, pesadillas, verbalizaciones de culpa, conductas de huida, pérdida de autocontrol, llanto frecuente, rechazo a asistir al colegio, descenso brusco del rendimiento escolar, somatizaciones tales como dolor de cabeza, estómago, ganas de vomitar.
  • Pierde o trae el material escolar deteriorado (mochilas, estuches, etc.…) de forma frecuente.
  • No quiere asistir a excursiones ni actividades del colegio.
  • No se relaciona apenas con sus compañeros.

Las consecuencias del acoso escolar son devastadoras. Solo trascienden a la opinión publica aquellos casos que terminan en el hospital o en el cementerio, no el resto, el que sobrevive al maltrato con secuelas, en algunos casos, de por vida. Secuelas que destruyen la autoestima de la víctima afectando a su rendimiento escolar, a sus relaciones presentes y futuras, a su visión del mundo. La mayoría de los niños que han sufrido acoso escolar presentan Trastorno por estrés postraumático (TEPT), Ansiedad Generalizada, tendencia a la depresión… Hay que añadir que los efectos no se quedan en el presente de la víctima, contaminando de forma irreversible su infancia, sino que trascienden a su vida adulta como ya demuestran numerosos estudios longitudinales, los cuales concluyen una correlación entre el estrés sufrido por el acoso escolar y la tendencia a enfermar de forma física (enfermedades metabólicas y cardiovasculares) y también psiquiátrica tales como trastornos de alimentación, abuso de alcohol y otros tóxicos, depresión e incluso algunos tipos de cáncer.

Es necesaria una reflexión profunda, una revisión de los modelos en los que educamos a nuestros hijos. Son excepcionales aquellos casos de acoso donde el agresor tiene una personalidad disfuncional o un trastorno psiquiátrico. En la mayoría de los casos son una representación del síntoma, la punta del iceberg de una sociedad desconectada, individualista y egocéntrica que educa en la filosofía del “no es asunto mío” y que busca la comodidad por encima de cualquier otro valor. Una sociedad que deja solos a los niños para que nos los eduquen otros, que no tiene tiempo para ellos, que vive incomunicada para sí misma y para los demás y que ha normalizado sutiles formas de violencia como medio para lograr un fin.

Quiero terminar con unas palabras rescatadas de la carta que Diego, de 11 años les dejó a sus padres antes de suicidarse víctima de acoso escolar:

“Por favor, espero que algún día podáis odiarme un poquito menos”.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/12/13/mamas_papas/1481623002_624601.html

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Cuando la belleza significa tener la piel blanca

Por: Helene Cooper

Semiratu Zakaru me explicaba bajo el sol ardiente de esta ciudad por qué en Ghana la nueva prohibición en contra de algunas cremas para aclarar la piel no va a funcionar; de pronto uno de sus amigos, Desmod Kwamina Odonkor, se acercó e interrumpió nuestra conversación, lleno de confianza y actitud juguetona.

“Tienes que dejar de blanquearte”, dijo a media voz. Después le guiñó un ojo y se alejó.

Semiratu, una peluquera de 23 años, volteó los ojos. Ese consejo, en su opinión, no era válido por la simple razón de que “todas sus novias son de piel clara”. Ella no iba a dejar de utilizar la crema Viva White ni la loción Clinic Clear que había, a lo largo del último año, aclarado varias tonalidades de su piel color chocolate con leche.

Aquí, en el oeste africano, el corazón de la industria multimillonaria de productos para aclarar la piel, hay mensajes contradictorios. Ahora, a las mujeres les dicen que está mal e incluso que es ilegal blanquearse la piel. Al mismo tiempo, están inundadas de mensajes —y ni siquiera son subliminales— que les dicen que ser blancas es hermoso.

Algunos cálculos muestran que el porcentaje de mujeres en África occidental que utilizan crema blanqueadora puede llegar al 70 por ciento; las autoridades dicen que están preocupadas de que pueda haber un alza repentina de cáncer de piel porque estos productos atacan al protector natural de la piel.

Sin embargo, la prohibición en Ghana no ha llegado al punto de eliminar los innumerables anuncios sobre cómo obtener una piel “perfectamente blanca”. Tampoco han desaparecido las cremas de las tiendas.

Aquí, en el mercado Makola, muchísimos puestos tienen las paredes llenas de pociones para aclarar la piel. Están el Ultra Fair Super Whitenizer de Caring Chemistry, que promete “acción blanqueadora restaurativa ultrarrápida”, y la Grace White Loción Corporal de Doble Acción 100 % Blanqueadora de Grace White Cosmetique, que incluso muestra fotografías del antes y después: las fotos del “antes” muestran un par de piernas morenas claras, cruzadas, mientras que la foto del “después” muestra piernas blancas.

Sin duda los hombres no han abandonado la búsqueda de mujeres de piel clara. La mayoría no lo dice. Sin embargo, por mucho tiempo la situación africana es que mientras más alto en la escala social está el hombre, es más probable que su esposa o novia tenga piel clara. Solo haga una búsqueda de imágenes en Google sobre “esposas de presidentes africanos” (se puede sustituir por “jugadores profesionales de fútbol” y “hombres de negocios exitosos”).

En Accra, una representante del gobierno autorizada para hablar con los reporteros acerca de la prohibición causó burla entre los camarógrafos, pues decían que su propia piel estaba aclarada artificialmente.

Poco después, el jefe de la oficina del gobierno de Ghana encargado de imponer la prohibición, expresó alivio de que su hija de tres años no tuviera la piel tan oscura como la suya. “Por suerte”, dijo Emmanuel Nkrumah, “ella es más clara que yo”.

Nkrumah simplemente expresó su deseo de que su hija no se tope con el racismo que él ha sufrido y capturó el conflicto inherente que las autoridades de Ghana tratan de evitar. Prohíben los productos que le dan a las mujeres piel más clara (aunque nadie cree que la prohibición vaya a funcionar) sin prohibir el mensaje social que les dice a las mujeres que deben tener la piel más clara.

Al salir de la oficina de Nkrumah después de nuestra entrevista, mis dos colegas y yo seguíamos hablando sobre la expresión “por suerte”.

“No puedo creer que haya dicho ‘Por suerte’”, le dije a Eugenia Tenkorang, una mujer de Ghana que me acompañó a la entrevista.

“Por suerte” porque su hija tenía menos posibilidades de que le dijeran que es muy oscura para ser hermosa. “Por suerte” porque su hija no verá los anuncios en Accra y se preguntará por qué ninguna de las modelos se parece a ella. La frase “por suerte” de Nkrumah fue el reconocimiento de una situación real sin el filtro de lo políticamente correcto.

La situación nos quedó clara a Eugenia y a mí.

Junto con la fotógrafa Jane Hahn, nos autonombramos el “escuadrón deslavado” pues nuestros entrevistados insistían en redirigir el asunto hacia nosotros y hablar de nuestros propios tonos de piel. Jane, una estadounidense de ascendencia coreana, vive en Senegal, así que está mucho más bronceada que las mujeres coreanas de Seúl, quienes también usan blanqueadores. Sin embargo, en África occidental se le considera blanca.

Por mi parte, nací en Liberia, pero soy descendiente de esclavos estadounidenses que colonizaron el país en 1822 y que se mezclaron, en algún momento u otro, con estadounidenses blancos, así que soy más como un café con leche, lo que me sitúa como de piel clara bajo los estándares africanos. Eugenia, de Larthe, en la región este de Ghana, tiene una complexión color chocolate muy oscuro. Y es muy atractiva.

“Cuando tuve una mujer blanca aquí como secretaria, la gente venía a mi oficina todo el tiempo”, nos dijo el Dr. Edmund Nminyem Delle, un dermatólogo que durante tres décadas ha hecho campaña en contra de los blanqueadores de piel. Igual reconoció que las mujeres se sienten presionadas a blanquearse. “Ella era mestiza. Me quería casar con ella”. Terminó por casarse con otra mujer morena clara y dice que sus hijos, uno oscuro y otro claro, prefieren mujeres de piel clara.

“Por favor, discúlpenme por lo que voy a decir”, Nkrumah, el servidor público, le dice a Eugenia durante la entrevista, antes de señalar hacia Jane y hacia mí. “Pero si le preguntas a diez hombres, te darás cuenta de que solo dos de ellos dirán que eres más atractiva que estas dos señoritas”.

Eugenia, que no se aclara la piel, demuestra un gran sentido de autoconfianza. “Los veo”, dice, al referirse a todos los anuncios y los mensajes. “¿Que si me molestan? No. He aprendido a quererme”.

En Estados Unidos, la elección de Donald Trump (quien ganó en gran medida gracias al electorado blanco) ha puesto nerviosos a muchos, pues reaviva las dudas sobre cuál es el papel que tiene el color de piel en la vida diaria.

La ganadora del Nobel de Literatura Toni Morrison, en un ensayo publicado en la revista New Yorker llamado Duelo por la blancura, que escribió después de que Trump fue electo, explora los viejos prejuicios incluso entre los estadounidenses acerca de que ser blanco es mejor. Por ejemplo, Morrison escribió sobre las cosas que damos por hecho y que acompañan al ser blanco, como la “confianza de que no te estarán vigilando en una tienda” para que no robes.

También la gente se blanquea en Asia; las cremas y lociones son tan comunes en las farmacias de Seúl como las sombras de ojos. Lo hacen en Europa, a pesar de las restricciones a la venta de hidroquinona. Puedes entrar a cualquier salón de belleza para negros en Londres y encontrarás cremas y lociones blanqueadoras.

Pero ¿en África? Si no puedes tener la piel oscura en África, ¿entonces dónde?

Semiratu Zakaru, con su hijo en Accra, se ha aclarado la piel durante algunos meses.CreditJane Hahn para The New York Times

El “porqué” data de varias centurias y revela los efectos de la colonización que aún perduran. Cuando los europeos colonizaron África, trajeron la vieja creencia de que eran una raza superior y establecieron la estructura de clases que existe aún hoy, 50 años después de que los países africanos recuperaron su independencia.

En muchos países de África occidental, en lo más alto de esa estructura clasista están los blancos migrantes, ya sean diplomáticos europeos que viven en barrios caros, los miembros de la embajada de Estados Unidos que viven en sus complejos residenciales amurallados o los mercaderes libaneses en sus tiendas de electrónicos.

En la jerarquía le sigue la gente mestiza. Los colonialistas europeos que vinieron a África y se mezclaron con africanos tuvieron descendencia mestiza, que fue entonces considerada como una clase superior a los africanos de raza pura. El sistema apartheid de Sudáfrica llegó al grado de consagrar legalmente a la gente mestiza, llamados coloureds.

No solo las mujeres se abalanzan sobre las cremas blanqueadoras. Braimah Kamoko, el boxeador de peso completo de Accra, mejor conocido como Bukom Banku, generó una gran controversia este año cuando le confirmó a los reporteros lo que todos podían ver: que obviamente se estaba aclarando el color natural de su piel. Kamoko, en pocos meses, cambió de marrón oscuro a un bronceado amarillento, gracias a, según dijo, crema blanqueadora.

“Me estoy blanqueando la piel porque cuando John Mahama gane las elecciones de 2016, me nombrará embajador en Alemania”, dijo Kamoko en Radio Gold, al hacer referencia al presidente de Ghana. Tener la piel más clara, dijo, le permitirá a la “gente alemana darse cuenta de que ellos y Bukom Banku” son uno mismo.

Kamoko fue objeto de escarnio público por su declaración y cuando Eugenia, Jane y yo lo localizamos cerca de su casa en el barrio Jamestown, al parecer había dejado de blanquearse, pues su color era otra vez oscuro. No tenía ganas de hablar. Nos evadió, no sin antes decir que, en su opinión, la prohibición de Ghana no iba a detener a la gente de blanquearse.

En Jamestown, Lydia Neequaye, de 46 años, una vendedora de galletas que comenzó a blanquearse la piel cuando tenía 21 años, dijo que está feliz de que el gobierno haya prohibido las cremas. Su cara está descolorida, con manchas oscuras en algunos lugares y manchas más claras en otros.

Hace unos años dejó de blanquearse cuando se dio cuenta de qué tan descolorida estaba su piel. Después de un tiempo, algunas partes de su piel regresaron a su color original.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/cuando-la-belleza-significa-tener-la-piel-blanca/

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Entre las pruebas PISA y el horror sistemático

Por: Manuel Humberto Restrepo Domínguez

Las lecturas de la escuela y las de la cotidianidad parecen condenadas a ir por lados contrarios, mejoró la escuela, pero el horror sigue igual. Las pruebas PISA, miden el conocimiento en ciencias, lectura y matemáticas de jóvenes de 15 años de 71 países. Colombia tuvo una leve mejoría que la deja en el puesto 61 en matemáticas, 57 en ciencias y 54 en lectura, pero en todo caso sigue mal. La mayoría de países de América Latina mejoró aunque la brecha con los países de primeros lugares se conserva. Singapur, Japón, Estonia, Taiwán, Finlandia, China, Canadá, Vietnam, Hong Kong y Shanghái, siempre van en punta. En Singapur uno de cada cuatro estudiantes logra una posición de alto nivel y en los países de la OCDE apenas uno de cada 10. Colombia no logra ningún puesto de alto nivel y otros como México tienen diferencias de hasta 70 puntos por debajo de España y Brasil cayó al vació.

Sin embargo es difícil pedirle mas a los jóvenes de Colombia, en especial a los de la escuela publica con educación desfinanciada, recursos escasos, profesores sin garantías laborales y amenazas a su estabilidad laboral, y en general sometida por el mercado de competencia salvaje. La ministra a la usanza militar, respecto a los informes de derechos humanos, no sale a promover explicaciones si no a justificar y agrandar cifras confusas en un país donde lo real y la ficción impiden comprender la verdad. Las lecturas de la realidad material y de la enseñanza formal parecen atadas a modos de vivir con alegría y horror. ¿Cómo leer la realidad por cuenta propia si sus interpretes que ideologizan los hechos definen lo que ocurre?. Cómo comprender por ejemplo la alegría de recibir un premio Nobel de Paz, si a pocas horas de diferencia un sádico de la elite Bogotana, rapta, viola y destruye con sevicia la vida de una niña pobre, indígena, desplazada, hija del país marginado; y días antes una lideresa Lgtbi haya sido asesinada en Barranquilla y sus vecinos con morbo le bajaran sus pantalones para mirar su órgano sexual; o que en Buga fuera violada, torturada y asesinada otra mujer.

Bastaría con presumir que las actividades sociales y mundanas del día a día están entrelazadas con una violencia genocida, que ha borrado los limites entre los frentes de batalla y el hogar. La guerra ha llevado los escenarios del crimen a lujosos edificios y fincas de recreo. Es promovida por los interpretes de lecturas intolerantes, que alimentan el odio y enseñan a un sector social a estar por encima de los otros, a sentirse superiores, inescrutables y a asesinar por placer, curiosidad u otros motivos. Esas lecturas salidas de centros de mando político formado por elites que gobiernan en medio de la corrupción y el menosprecio por la vida de los otros, incitan a esa violencia fratricida y patriarcal, aunque para expiar sus culpas, desde allí mismo pidan castración, cadena perpetua o pena de muerte en claro populismo punitivo orientado a desviar la razón del crimen y traducir a votos.

Como estos, ocurren cada semana decenas de crímenes sistemáticos, que al integrarlos evidencian si no una política por lo menos una cadena de exterminio de mujeres, lideres, jóvenes y niños, que tienen un mismo perfil de victimas: pobres, excluidos, opositores. Muchos caen asesinados por el hambre o por enfermedades prevenibles. Los medios siguen el libreto asignado: muestran selectivamente a alguno como caso individual, desconectado, que cumple la función de mantener la lectura fragmentada y hegemónica y encubrir con el morbo de un dolor ajeno la tragedia humanitaria. Contribuyen naturalizar la idea de que una vida humana vale menos que un iPad, ocultan la realidad de mafias y empresarios que asociados saquean los recursos del estado y pervierten la capacidad de sus instituciones y explotan laboral, sexual y delincuencialmente a mas de un millón de niños sobre quienes deciden su manera de vivir y su forma de morir y con total impunidad, desprecian la vida humana y en secuencia lógica llaman a continuar la guerra que harán a través de esos mismos niños.

Colombia es una buena síntesis de belleza y horror, un país que mejoró levemente la capacidad de lectura de los jóvenes según las pruebas pisa, que además produjo un solido acuerdo de paz, una impecable formula de justicia transicional y recibió la mas admirable generosidad de las victimas para ofrecer perdón a sus victimarios, -valga recordar de insurgencia, estado, paramilitares y los dos últimos en connivencia-. Los jóvenes mejoraron su lectura de colegio y los adultos en cambio a causa de una lectura manipulada que asaltó la inocencia no superaron la gran prueba del plebiscito por la paz, en que no se impuso la comprensión del respeto a la dignidad humana, si no venganza y resentimiento. La lectura manipulada impidió leer por cuenta propia. Fue hecha y difundida por interpretes de una ultraderecha delirante, que busca en las mayorías un antitodo que le garantice impunidad para los responsables de incontables sucesos de barbarie ocurridos durante el régimen de la seguridad democrática. El libro sagrado de la biblia, también fue interpretado para resaltar una moral y poner en retroceso conquistas alcanzadas. Los elegidos para transmitir la lectura sagrada movilizaron a sus fieles, -las ovejas de su rebaño-, sujetadas por las carencias y el olvido estatal. Las necesidades materiales de buena parte de la población son fácilmente convertidas por cínicos y sádicos en adhesión a programas políticos o de fe y orientar sus votos con la promesa de salvación y solidaridad que florecen en medio de la desesperanza calculada para provocar esos temores.

Mientras sus jóvenes mejoraban la lectura académica de las pruebas pisa, la lectura hecha por los interpretes del dogma y la pureza se asociaban para defender su interés oculto de seguir la guerra en nombre del progreso y por la salud de la nación. Unos interpretes dijeron que los hijos de la paz naciente serían homosexuales; otros dijeron que el país sería gobernado por comunistas, como en los comienzos de la aplicación de la higiene racial, homofóbica y totalitaria que terminó en holocausto, El fin de esta lectura de odio -que recuperó su plena vigencia- es obtener nuevamente el poder, elegir un presidente y proceder a eliminar malformaciones, defectos y rasgos con impurezas.

El proyecto de ultraderecha se dirige a la preservación de la guerra- y con ella del enemigo a derrotar- porque de ella emana su poder. La guerra es el valor supremo que revaloriza sus palabras y les permite afianzarse políticamente según sus ideales de belleza y crueldad y fijar comportamientos y conductas, que solo encuentran posibles eliminado las plagas de la humanidad, traducidas a marginados, guerrilleros, homosexuales, comunistas y opositores. Esta lectura se convierte en una orden de la que toman nota los fanáticos y sádicos que actúan aunque no se sientan criminales y aleguen estar educados correctamente o pertenecer a familias ejemplares que no matan pero saben borrar las huellas o negar y; los paramilitares que practican desde atracos callejeros, violaciones y hostigamientos, hasta descuartizamientos y decapitaciones publicas, para lograr el objetivo de perfeccionamiento social de su proyecto a base de exterminar a los estigmatizados contaminantes, empezando por los de sus propias filas cuando encuentran adentro a seguidores defectuosos.

A través de los jóvenes colombianos que presentaron las pruebas pisa se puede señalar que el país mejoró un par de puestos en la lectura y comprensión de la literatura universal, obtenida del conocimiento y la enseñanza académica, pero que en cambio varios millones de adultos empeoraron su capacidad de lectura critica y propia de la realidad y contra todo juicio sensato siguen dando muestras que prefieren la muerte a la vida. Los que leen en la paz la dignidad, leen mejor la realidad, y su deber es transformarla, saber defender la vida con convicciones éticas y saber poner al descubierto a quienes aun en medio del llanto, siempre dejan ver su cara al sol y sus camisas negras.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/entre-las-pruebas-pisa-y-el-horror-sistematico/

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La pobreza infantil es otra forma de violencia

Por: Pedro Badía

Las ONG se han convertido en las protagonistas antes la actuación de un Estado ausente

La violencia escolar es como una gota de alcohol en una jarra de agua si la comparamos con la violencia social y económica que se ejerce diariamente contra millones de niños y de niñas. En España la pobreza se nutre con la sangre de más de 2.700.000 niños y niñas. Son el producto de la política económica y social que se ha ejercido contra los colectivos más débiles y necesitados de educación y de protección social. Pero el terrorismo económico contra los que menos tienen y nada esperan no es noticia para los medios de comunicación. Son culpables de ser pobres.

La violencia escolar, aunque minoritaria, es intolerable y debe erradicarse con el esfuerzo de toda la comunidad educativa. La prevención es más conveniente que la represión. Y el trabajo cooperativo y solidario de familias, docentes y alumnado más importante que cualquier decreto o norma que estigmatiza y pierde para la sociedad a niños, niñas y jóvenes.

La pobreza es el acto de violencia más cruel y dolorosa. ¿Acaso los tiempos duros nos han hecho ser deshonestos e insolidarios? La crisis se ha tragado la dignidad cívica y ha sustituido la ética de la responsabilidad por la inmoralidad como referente ético. Mientras el movimiento 15M tomaba las calles y las plazas de España al grito “que no nos representan”, el PP ganaba las elecciones con mayoría absoluta. Los resultados han sido cuatro años de recortes, y otros cuatro de movilizaciones. La quiebra de la cohesión social y un sistema educativo más desigual. Los derechos no se heredan.

En España la pobreza infantil es insoportable. Según UNICEF los niños y las niñas son ya el grupo de edad más pobre, 2,7 millones, el 30% de la infancia española. No por conocidos son menos ilustrativos otros datos: España es el segundo país de la Unión Europea (UE) con más pobreza infantil, el 12,8% de los niños y niñas pobres de la UE son españoles; 1 de cada 4 niños y niñas no tienen cubiertas sus necesidades básicas; el 24% de la infancia no tiene cubierto el consumo de verduras, frutas y otros alimentos importantes para un desarrollo saludable; 3 de cada 10 niños y niñas no hacen tres comidas al día y sufren pobreza energética, y otras carencias como mala calidad de los vestidos, ninguna posibilidad de acceso a la cultura y un derecho a la educación muy limitado. Las ONG son el principal medio de atención a la pobreza ante el Estado ausente.

La bolsa de pobreza escondida en los centros, para los medios de comunicación y para la sociedad, es una dolorosa carga en el día a día para los profesionales de le educación. Los recortes en becas y ayudas, las raquíticas políticas sociales del Gobierno han provocado y agravado una situación de pobreza que se extiende como una mancha de aceite.

Sufrimos la ley de la jungla en las relaciones sociales y económicas, con un retroceso visible de los valores de solidaridad y de bien común. Estamos en un mundo donde la desigualdad es asumida como una forma de modernidad, sin darnos cuenta que la desigualdad material destruye la cohesión social y aumenta la desigualdad ante la educación.

Cuando la pobreza aumenta lo hace también la falta de equidad en el sistema educativo. Los niños y las niñas pobres tienen menos posibilidades de asistir con regularidad a la escuela, o de hacerlo en condiciones de precariedad y en clara desventaja social. Cada día aumenta la exclusión del disfrute de la educación. La pobreza educativa deja sin futuro a millones de niños, niñas y  jóvenes.

Según la organización Save the Children, la pobreza educativa hace referencia a la ausencia de la posibilidad de aprender o experimentar de los niños y de las niñas de todas las edades; así como en las limitaciones en el desarrollo de todas sus capacidades, habilidades, talentos y aspiraciones, motivada por el contexto socioeconómico familiar y, añadiría, por las políticas económicas y sociales del gobierno. Las cuentas no salen si al multiplicarse la pobreza se resta la inversión: menos gasto público en educación; más niños y niñas con necesidades; menos becas y ayudas; más gasto medio de las familias en educación. ¿De qué sirve que un niño y una niña dispongan de un aula y un profesor si no cuenta con libros, material escolar, una vida cultura digna o una alimentación adecuada?

En el marco de un modelo económico social y más redistributivo, el derecho a la educación debe garantizarse a través de las políticas públicas. Es el primer paso para combatir la pobreza educativa. El segundo paso es convertir la educación en un espacio de justicia, cooperación, solidaridad. Pasos necesarios para trabajar a favor del respeto y de la dignidad humana, y el progreso social.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2016/12/14/la-pobreza-infantil-es-otra-forma-de-violencia/

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Transgénicos 2.0: hora de parar

Por: Silvia Ribeiro

Cuando el Convenio sobre Diversidad Biológica de Naciones Unidas (CDB) instale su conferencia global (COP 13) del 4 al 17 de diciembre en Cancún, con delegados de 194 países, tendrá en su mesa una serie de temas de enorme relevancia, algunos muy polémicos y muchos que reclaman atención urgente. Un punto que reúne todas esas condiciones es la biología sintética y, dentro de ella, los llamados impulsores genéticos: nuevas formas de ingeniería genética para manipular especies silvestres, que podrían eliminar o afectar seriamente poblaciones enteras, con impactos transfronterizos e impredecibles en los ecosistemas.

Monsanto, DuPont y muchas otras trasnacionales agrícolas, farmacéuticas y de energía tienen gran interés e inversiones en esto. En el caso de Monsanto, los dueños de la patente de la tecnología base (CRISPR-Cas9) le hicieron firmar que no la usará para desarrollar impulsores genéticos, por los altos riesgo que implican.

La biología sintética abarca una serie de nuevas biotecnologías para la construcción artificial de secuencias genéticas, la alteración del metabolismo de microorganismos para hacerlos producir sustancias como principios activos farmacéuticos o cosméticos y hasta la construcción de organismos vivos completamente sintéticos, que el CBD llama organismos sintéticamente modificados (OSM). Conlleva nuevos impactos ambientales, a la salud y socio-económicos, ya que la mayoría de las sustancias que se busca sustituir con biología sintética –como vainilla, azafrán, vetiver, patchouli, aceite de coco, stevia, artemisina– son producidas por comunidades campesinas e indígenas en países del Sur. La industria de la biología sintética amenaza sus pequeñas fuentes de ingreso que les permiten sobrevivir y seguir cuidando la biodiversidad de campos y bosques. La industria presenta sus sustancias, que son excretadas por microbios manipulados, alimentados en tanques con azúcares transgénicas y de trabajo semi-esclavo, como naturales. Los consumidores no tienen idea de qué se trata, pero al etiquetar naturales las industrias obtienen mejor precio y de paso compiten, no con las versiones sintéticas baratas de fragancias y saborizantes, sino con las verdaderamente naturales producidas por campesinos.

El CBD alberga el Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad (que regula movimientos transfronterizos de transgénicos) y el Protocolo de Nagoya sobre acceso a recursos genéticos y participación en los beneficios derivados de su uso. Ambos protocolos deben revisar sus normas, porque la biología sintética plantea impactos y temas no previstos. Por ejemplo, que con biología sintética se reproduzcan secuencias de plantas u otros organismos, cuya información genética se bajó de Internet, sin pasar por ninguna autorización de acceso. Además, el Convenio en totalidad debe pronunciarse sobre los impactos socio-económicos y sobre cómo seguir considerando el tema de la biología sintética, incluyendo la papa caliente de los impulsores genéticos, con altos riesgos e intencionalmente diseñados para tener alcances transfronterizos y globales.

Los impulsores construidos con ingeniería genética (gene drives por su nombre en inglés) son tan nuevos, que no existían cuando el CDB sostuvo su conferencia anterior en 2012. Se trata de una forma de engañar a las leyes de la herencia de las especies de cruzamiento sexual, sean plantas, insectos, animales o humanos. Normalmente, cada progenitor trasmite 50 por ciento de la información genética a su descendencia. Con impulsores genéticos, la meta es que el gen transgénico pase a 100 por ciento de la progenie, y que se distribuya mucho más rápido a toda la población.

La idea de asegurar que toda la herencia de un organismo mantenga una alteración genética existía desde antes, pero sólo con CRISPR-Cas9 se pudo hacer realidad. Se conocen pocos experimentos en laboratorio, con mosquitos, moscas y ratones, de dos equipos de investigadores de Estados Unidos. Kevin Esvelt, uno de los científicos que crearon los impulsores genéticos, ha advertido repetidamente que no se deben liberar al medio ambiente, porque su impacto intencional o accidental pueden ser catastrófico. Incluso para investigación, no existen instalaciones ni protocolos adecuados, ya que cualquier liberación accidental podría comportarse, en palabras de otro de sus inventores, como una reacción mutagénica en cadena.

La tecnología CRISPR-Cas9 es como un GPS con un par de tijeras. El GPS está diseñado para encontrar una secuencia genética y las tijeras (Cas9) para cortarla. Pero esas tijeras siguen activas en el organismo, por eso cuando se cruzan, cortan la información del otro progenitor y la sustituyen con la manipulada. Si se diseña para eliminar los genes que determinan el sexo femenino (es la intención en la mayoría de experimentos conocidos), quedarían sólo machos y la especie podría extinguirse. Esto no tiene en cuenta la complejidad dinámica de la naturaleza y las especies y puede ser que no funcionen como prevén las empresas. Pero sin duda causarán, como mínimo, graves problemas de desarreglos genéticos en poblaciones. ¿Se puede dejar una tecnología tan poderosa en manos de Monsanto y afines? ¿Quién puede tomar la decisión de eliminar –o intentar hacerlo– una especie entera? Por ejemplo, para Monsanto, el amaranto es una plaga. El tema es tan grave que está incluso en la agenda de la Convención sobre Armas Biológicas. Ahora está en manos del CBD asumir el principio de precaución que está en su constitución y evitar que esta tecnología se pueda liberar. Más información sobre este y otros temas durante la COP.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/11/26/opinion/023a1eco

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¿Será que no soy lo bastante innovador?

Por: Víctor Manuel Rodríguez

Es importante plantearnos de forma colectiva qué entendemos por innovación, qué prácticas lo son realmente y hasta qué punto pueden transformar 

Comparto la idea de que en los últimos tiempos estamos asistiendo a una emergencia de prácticas educativas innovadoras y, también, al incremento de debates centrados en cómo debe ser la educación que queremos y qué cambios o qué procesos de transformación nos parecen necesarios.

Durante algunos años, los drásticos recortes en recursos, las agresiones a la escuela y sus profesionales, y el abandono a su suerte o la condena a la exclusión de miles de niños y niñas y sus familias han conducido el debate educativo, en un marco legislativo y administrativo claramente hostil,  hacia reivindicaciones más ligadas a la propia supervivencia o al mantenimiento de algunas conquistas y avances en equidad a finalZes del siglo XX. Hoy día, además de continuar esa necesaria “resistencia”, son muchos los educadores y educadoras que, de forma individual o colectiva, vuelven -en realidad no creo que hayan dejado  de hacerlo- a pensar en cómo transformar sus propias prácticas o las de sus centros para mejorarlos y adecuarlos a nuevos tiempos, necesidades y demandas sociales.

La noción de “innovación educativa” aglutina en gran medida ese impulso renovador, pero lo hace convirtiéndolo en una especie de mantra que no deja claro a qué se refiere en realidad.  Por eso es importante, desde mi punto de vista, plantearnos de forma colectiva qué entendemos por innovación educativa, qué prácticas son realmente innovadoras y hasta qué punto pueden transformar de manera positiva los entornos educativos. Para centrar un poco ese debate, señalo algunos peros o algunas alertas encadenadas que cuestionan determinadas concepciones de la innovación o la manera en la que llegan a los centros educativos.

La primera tiene que ver con la gran dispersión de propuestas de carácter innovador que a veces se presentan nada menos que como la solución definitiva a todos los males de la escuela o, en palabras de Juan Carlos Tedesco en este medio, el milagro que todas y todos estamos esperando. Ninguna escuela podría dar abasto si pretende encaminar sus pasos en las múltiples direcciones que le indican los adalides de cada una de las supuestas soluciones -incluso con Copyright- y sin las cuales, según sus impulsores, no cabe que un entorno educativo pueda llamarse a sí mismo innovador. El catálogo de “buenas prácticas” que se ofrece a los educadores es hoy más abrumador que inspirador y, lejos de clarificar el horizonte, creo que lo enturbia hasta casi difuminarlo.

La segunda nos remite a quienes están detrás de muchas de estas iniciativas. El mundo educativo es, para algunos, un poderoso mercado que debe mantenerse con la maquinaria de compra y venta engrasada. De ahí que, casi de repente, una buena cantidad de empresas financieras, de seguros, constructoras, editoriales y, sobre todo, tecnológicas, hayan decidido infiltrarse sin más tapujos que utilizando el mecanismo de sus propias “fundaciones” para explicarnos qué debemos hacer, quiénes son los verdaderos innovadores y cómo los que no lo son quedan más o menos excluidos de la modernidad pedagógica. Cada día nos ilustran con una ineludible charla TED; nos ofrecen el top 10 o 100 de los innovadores o emprendedores sociales o educativos e, incluso, se permiten otorgar, desde una sociedad “filantrópica” radicada en Dubai y apoyada en la mayor y más elitista red de escuelas privadas del mundo, un premio al que la prensa y muchos incautos han dado en llamar el “Nobel de la educación”.

El tercer pero o alerta tiene que ver con el hecho de que la inmensa mayoría de las propuestas innovadoras se refiere a aspectos ligados a la metodología o, en alguna medida, a la organización y gestión de los centros y casi nunca o pocas veces al núcleo fundamental de nuestro quehacer educativo, que tiene más que ver con qué estamos enseñando o qué está aprendiendo de verdad nuestro alumnado. Con seguridad, la escuela no es el único entorno en el que debamos trabajar por la emancipación y la transformación de un modelo social, económico y político injusto y depredador -con la naturaleza, con las personas y con las relaciones entre ellas- pero sí es, a buen seguro, uno de los más importantes. Creo que tan innovador o más que el cambio metodológico ha de ser ese cuestionamiento y transformación radical del currículo que muchas y muchos demandamos. Cuando alguien me pregunta si nos estamos planteando que cada alumna o alumno disponga de una tableta o incorpore el móvil como herramienta de trabajo , a mí se me ocurre repreguntarle si están trabajando en sus aulas la estafa financiera, el cambio climático, las migraciones y las guerras o las vallas que rodean a su alumnado y a sus semejantes.

Confío en que de los párrafos precedentes nadie deduzca que no asumo la necesidad de transformar nuestras prácticas, nuestras metodologías, nuestros espacios o la manera de organizar mejor los procesos de enseñanza y aprendizaje. Me gusta cambiar y conocer nuevas formas de hacer. Sé que -aunque no siempre- el medio puede ser el mensaje y, por tanto, entiendo que una metodología más participativa enseña también participación y democracia o que el aprendizaje cooperativo enseña a cooperar y a confiar en el otro también fuera de la escuela. Sé también que las tecnologías pueden ayudar en los procesos de personalización de la enseñanza y que pueden abrir la puerta a nuevos saberes, nuevas formas de investigar o de entender el mundo que nos rodea.

Lo que no comparto en absoluto es que algunos de los “retos” que a veces se le plantean a la escuela deban ser asumidos de forma acrítica como propios, sin tener en cuenta sus implicaciones y costes en el alumnado -por ejemplo en el más vulnerable-, en el propio centro o en su entorno cercano o lejano; malentendiendo que son en verdad los retos que plantea la sociedad del siglo XXI, cuando quizá sean sólo retos derivados de la necesidad de reproducción social desde una óptica puramente capitalista, alejada de las necesidades reales y profundas ligadas a nuestra condición de seres humanos.

Aun suponiendo que la innovación que viene no sea la que responde a una lógica mercantilista sin más y al objetivo de hacer de la educación un negocio sustancioso, considero útil trasladar la distinción que realiza S. Riutort (1) entre la innovación que pretende crear valor social en los confines de la economía de mercado y aquella que se concibe como “un vehículo de creatividad y experimentación ciudadana para iniciar procesos de cambio institucional a favor de la democratización de la sociedad”. La primera nos remite a los emprendedores o innovadores como los nuevos héroes de unas sociedades que necesitan regenerarse sin renunciar en lo esencial al orden social instituido. La segunda nos obliga a emprender con otros y otras, a recuperar nuestra condición de agentes transformadores, a cambiar a partir de las necesidades colectivas como ciudadanos, como educadores y como personas, para llegar a construir sociedades más justas, más igualitarias, menos excluyentes y más libres. Sin duda, me gusta más esta segunda.

Nota: (1) Riutort, S. (2016): Energía para la democracia. Madrid: FUHEM Ecosocial/Catarata (p.47)

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2016/12/09/sera-que-no-soy-lo-bastante-innovador/

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