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Instrucción sí, educación religiosa no

Por: Blog humanismo sin credos

Donde es un deber adorar al sol, es bastante seguro que sea un crimen investigar las leyes del calor, dijo John Morley. Esta frase nos sirve de punto de partida para las reflexiones que siguen.

¿Por qué hay que apartar la educación de los niños de la credulidad? Porque educación de la razón y educación en la credulidad se repugnan mutuamente.

Entiéndase que no negamos una instrucción acerca de los contenidos, logros, realizaciones… culturales de las religiones: abominamos lo que es catequesis religiosa. Nos referimos a esas aberraciones religiosas que se inculcan como reales y verdaderas a los niños.

El niño que aprende primero el mito de la creación del mundo o el del diluvio universal durante el periodo de su infancia o no tiene capacidad posterior para entender en toda su profundidad la evolución o tendrá que sacar el clavo del mito para introducir el de la ciencia; el niño que admira la muerte de los gigantes a manos de enanos, está marcado para entender la grandeza que existe en salvar la vida de otros, descubridores la penicilina, erradicadores de plagas, investigadores de nuevos alimentos, etc.; el niño al que se le enseña que es algo natural la ascensión de un mortal a los cielos, inconscientemente desdeña proezas científicas como la de la exploración de Marte; el niño que “se acostumbra” a los milagros, difícilmente valorará la heroicidad del trabajo constante y perseverante; el niño que sabe que todo se perdona al confesarse, difícilmente entenderá el sentido de la justicia…

Ya sabemos que la vida «corrige» esas tendencias que señalamos, pero las corrige precisamente porque el niño/joven/adulto progresa en inteligencia y juicio crítico y desliga unas cosas de otras. Los que no, continuarán sumidos en ese sentimiento mágico de la vida que se prolonga hasta la senectud.

Lo verdaderamente fundante y medular es que el niño aprende a aceptar verdades “porque sí”, verdades sin evidencia racional, verdades no demostradas, lo cual insensiblemente le induce a despreciar el método científico en sus averiguaciones posteriores.

Está más predispuesto a admitir proposiciones sin fundamento que a buscar la certeza de las mismas. Está castrado mentalmente para la ciencia, algo que tardará muchos años en superar.

Publicado originalmente en:  http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2015/09/06/instruccion-si-educacion-religiosa-no-

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El aprendizaje automático y el espíritu crÍtico.

Por: Luis C. Turiansky

La firma Microsoft ha tenido que pedir disculpas por el comportamiento inadmisible de su autómata de “chateo” Tay, que al cabo de 48 horas se convirtió en una racista y fascista empedernida y hubo que acallarla.

Los defensores de la igualdad de género me tendrán que perdonar: Tay estaba pensada como personaje femenino y también su imagen virtual tiene rasgos de mujer, así que es justo llamarla «ella». Debía ser una pieza fundamental de la etapa experimental de «aprendizaje automático» en la inteligencia artificial, a través de su desempeño libre en las «redes sociales». Como tal, participó en los intercambios «aprendiendo» mediante la lectura de las opiniones en circulación, como uno más. Por motivos que no están muy claros, sintió predilección especial por las opiniones de extrema derecha, racistas y fascistas, adoptando incluso el lenguaje soez e insolente de sus nuevos compañeros de ruta. Cuando sus manifestaciones comenzaron a sobrepasar ciertos límites éticos, sus creadores la retiraron. No deja de ser interesante que, al parecer, una de sus fuentes de información más utilizadas fue el senador Donald Trump, el más célebre candidato a la nominación en las primarias del Partido Republicano en EE.UU. Desde luego, tampoco se ha probado que sus citas, adoptadas por la robot, sean auténticas, por cuanto en este juego es cosa común atacar al adversario con golpes bajos, pero en este caso particular la imitación era sencilla.

¿Puede esta breve experiencia considerarse un éxito o un fracaso? Según el lado desde el que se mire, como siempre. Tay demostró  que es capaz de absorber un número considerable de informaciones e instantáneamente entresacar de ellas lo que representa una opinión consensual, a la cual se sumó, tal vez por estar programada para ello. En el fondo, aceptó dicho resultado consensual como verídico, de acuerdo con los cánones posmodernistas. Quien esté habituado a las expresiones vulgares y obscenas que plagan los espacios virtuales no se extrañará que una joven tan simpática parezca de pronto la voz de la cloaca. En efecto, no estaba dotada de los muros de contención que nosotros llamamos «escrúpulos».

Ya sus antecesores, los evaluadores automáticos pasivos instalados en las «redes sociales», eran capaces de clasificar a los participantes de acuerdo con sus ideas sobre tal o cual cuestión y proponerles «amigos» que piensan parecido. Los que aceptaban el juego, se encontraban de pronto en una especie de paraíso en el cual no había controversias y todos eran hermanos. El lado negativo pasó casi desapercibido: aislados y sin polémica, no hay desarrollo de las ideas. Después fue fácil orientar a algunos grupos por el camino de movilizaciones políticas con fines que programaron otros desde la oscuridad.

De manera más prosaica, el mismo método se utiliza en la publicidad dirigida. El día que a usted se le ocurra buscar un mueble, por ejemplo una mesa, en internet, dará comienzo una serie interminable de ofertas no solicitadas, basadas únicamente en la memoria almacenada en el servidor sobre sus búsquedas recientes. Cuando la búsqueda se refiere a algunos sitios que figuran en cierta lista confidencial, la información le llegará a la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, versión moderna del Big Brother de «1984», la famosa novela de George Orwell.

No, el experimento no fue un fracaso. Lo único que no estaba previsto es la reacción indignada de los que siguen los intercambios pasivamente, la célebre «mayoría callada» que está en todas partes. Ellos obligaron a Microsoft a retirar este personaje que se hizo odioso. Pero también es posible que el experimento no estaba destinado a perdurar y, por el contrario, su brevedad estaba dentro de los planes.

Sigo conjeturando: también es de suponer que la decisión de no instalar en Tay ningún filtro de carácter moral tenía el objeto de asegurarle una total libertad. Ha de saberse que ella tuvo una pariente anterior, se llamó Xiaoice y comenzó a trabajar en China en 2014. Al cabo de 40 millones de conversaciones, parece ser que no se registraron incidentes mayores. ¿Será el resultado del régimen autoritario chino o un efecto de la idiosincrasia más respetuosa de los asiáticos?

Ahora los técnicos de Microsoft sin duda analizarán los resultados del experimento y tal vez aparezca un nuevo modelo más consciente. Y este es el gran peligro: ¿qué le inculcarán? ¿Qué tipo de opiniones rechazará de entrada, por ser contrarias, digamos, a sus «genes»?

También nosotros, los humanos, tenemos que aprender del experimento en cuestión. Es imprescindible proteger el espíritu crítico de nuestro pensamiento, como defensa contra todo intento de manipulación. Esto empieza ya en el aprendizaje, que en los humanos se llama «enseñanza». Nada de automatismos, enseñemos a nuestros hijos a pensar con independencia. De lo contrario, la humanidad está perdida.

Publicado originalmente en: http://www.uypress.net/uc_67580_1.html

Información de la imagen: http://www.covemexinc.com/2016/03/31/microsoft-retira-segunda-vez-robot-tay-twitter/

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La inseguridad. La necesidad de un Shock

Por: Esteban Valenti

Esta nota ha sido redactada luego de conocer en primera persona ciertas situaciones territoriales, que se reflejaron en la nota anterior, de conversar con diversos actores importantes del tema del combate a la delincuencia y de analizar otras experiencias nacionales, considerando que hay países de la región donde la situación de la inseguridad es muy mala, mucho peor que la nuestra y hay otros en el mundo que han logrado invertir la tendencia al crecimiento de la delincuencia y mejorar su seguridad.

No soy un experto y no pretendo serlo. Soy un observador político y periodístico.

Hablar de shock de seguridad es fácil, hacerlo es muy difícil. Están dadas las necesidades y las condiciones. Se ha consolidado un nivel y un tipo de delincuencia que hay que frenar e invertir la tendencia al crecimiento y su consolidación. Hay condiciones políticas, sociales y materiales para adoptar en forma simultánea una serie de medidas y para sostenerlas en el tiempo.

La inseguridad es hoy en el país el punto en el que se encuentran los principales problemas que debe resolver la sociedad uruguaya actual, por lo tanto el gobierno y el Estado y, es el factor que más ha influido para empeorar la vida de los uruguayos, que en otros aspectos ha mejorado de forma muy importante en la última década.

En la inseguridad confluyen factores materiales y culturales. Primero la profundidad de la fractura que divide socialmente a los pobres e indigentes del resto de los uruguayos. Esa brecha es hoy muy profunda no solo materialmente sino culturalmente. Y el que diga que la situación social no tiene nada que ver con la inseguridad, lo hace desde la ignorancia o desde la mala fe. Es la base de todo el proceso de crecimiento y consolidación de una masa de delincuentes muy importante. Así como el que diga que resolviendo esa «causa» de la inseguridad, resolveremos el problema, no aprendió nada en los últimos 11 años. Y los hay y son persistentes.

El último informe del INE establece que la pobreza se estancó luego de 11 años de bajar, en el 9.6% del total de la población, mientras que la indigencia es del 0.2%. Siguió bajando. En cuanto a los hogares el total nacional es que el 6.4% viven en la pobreza.

En Montevideo es la región con mayor incidencia de la pobreza el 8,7% de los hogares eran pobres, esto es 0,2 puntos más que en 2014. En las localidades del Interior de 5.000 habitantes o más, la incidencia de la pobreza alcanzó al 5% de los hogares, frente al 4,9% en 2014, en las localidades del Interior de menos de 5.000 habitantes, los hogares pobres eran el 5,6% del total, frente al 6,4% que eran en 2014. En las zonas rurales, la pobreza bajó de 2,2% de los hogares en 2014 a 2% en 2015.

En la inseguridad confluye la presencia y el control del estado en todo el territorio nacional, no con la policía solamente ni principalmente, sino en sus diversas estructuras, educativas, sociales, culturales, sanitarias. La batalla por la seguridad es una batalla social, cultural y territorial.

En la inseguridad confluyen los actuales niveles, limitaciones y problemas que tiene la educación pública, asumiendo que no habrá solución de fondo y sostenible en el tiempo sin educación, educación, educación. Pero que también hay que asumir que es una solución que requiere de tiempo, de varios años y la inseguridad no admite la menor demora y si esperamos el impacto de la educación en la inseguridad sin actuar en todos los otros terrenos simultáneamente, perderemos la batalla, nos cambiará el país, para mal, para mucho peor.

En la inseguridad, confluye el funcionamiento adecuado de los diversos niveles del combate del estado contra la delincuencia, la prevención, la inteligencia, la represión, la investigación, el papel de los fiscales, el poder judicial, las cárceles y su capacidad de rehabilitación, la reincidencia y el fracaso de la rehabilitación.

En la inseguridad, confluyen las capacidades numéricas, profesionales, técnicas, de armamento, comunicaciones y transporte, operativas y la capacidad de liderazgo y de compromiso de las fuerzas policiales y de inteligencia del país. Uno de los principales errores es el ping-pong que se ha instalado de pasarse las responsabilidades entre la policía y los jueces. La seguridad no es solo responsabilidad de la policía, ni mucho menos. Es una responsabilidad política central. Y si me dijeran cual es el error principal que hemos cometido, además de pretender socializar exclusivamente la lucha contra el delito, fue policializar el Ministerio del Interior cada día más.

Voy a decir algo que no es un «empate», y es duro, pero lo he visto con mis propios ojos, tenemos un proceso de burocratización extendido y muy peligroso en las dos estructuras, en la policial y en la judicial. Y eso no se arregla con más policías, con mejores armas, ni siquiera con mejor entrenamiento etc etc, ni con jueces y fiscales mejor pagos. Hace falta, es imprescindible un fuerte liderazgo, una épica de la lucha contra el delito que no tenemos y transformaciones en los procedimientos. Cambios radicales.

En la inseguridad confluye las leyes obsoletas, superadas absolutamente por los cambios operados en la delincuencia y en particular por el cambio más importante, la droga como base de la delincuencia organizada y como columna central de la delincuencia en el país y en la región.

En la inseguridad confluye la incapacidad manifiesta del Código del Proceso Penal viejo  para asegurar los derechos básicos de las víctimas, de la sociedad en su conjunto, e incluso de los propios acusados. Todo esto es inseparable.

Pero también se expresa algo que considero muy importante de acuerdo al trabajo que realice con diversos especialistas, el nuevo Código del Proceso Penal tiene un aspecto muy mal resuelto que es la discrecionalidad de los fiscales que puedan determinar que por el «principio de oportunidad» que algunos delitos «menores», considerando la gravedad de la ola delictiva y la violencia sus presuntos autores no sean acusados y eso sería grave. El nuevo Código del Proceso Penal no tiene previsto mecanismos alternativos, incluso sin penas de prisión, pero que demuestren que la sociedad persigue, repudia todos los delitos, manteniendo naturalmente las debidas proporciones.

Para lograr un shock de seguridad hay que incluir el concepto que incluso esos delitos menores, son perseguidos y reciben una sanción, porque esa es una experiencia unánime a nivel de los países que han triunfado o fracasado en bajar los niveles de inseguridad. En la carrera delictiva se comienza muchas veces por esos delitos menores y se sube por una escalera que llevan al hurto, a la rapiña y a cosas peores, en particular cuando la droga tiene una red tan extendida de captación para sus diversas actividades.

En la inseguridad confluyen las capacidades y limitaciones de toda la sociedad civil uruguaya de actuar en un terreno clave y donde su aporte es insustituible.

En la inseguridad confluye la cultura social, la violencia creciente que existe en nuestra sociedad, que a su vez es influida por la propia inseguridad, que despierta y aviva al pequeño enano fascista que todos, absolutamente todos llevamos dentro. Hasta San Francisco de Asis, que por algo predicaba su amor irrenunciable, también se lo predicaba a sí mismo. Violencia en el tráfico, en los barrios, en el deporte, en la educación. La política es hoy uno de los terrenos menos violentos de la sociedad uruguaya.

Si en la inseguridad confluyen tantos factores, no habrá manera de resolverla si no los afrontamos todos, de manera inteligente, profunda, simultánea y oportuna. Es decir ya e integralmente.

Si los partidos blancos y colorados se siguen concentrando en pedir la renuncia del ministro Eduardo Bonomi y determinando la reacción casi obligada del gobierno de negarse a esa posibilidad, el que va a perder es el país, somos todos. Seis años al frente de esa tarea policial en estos tiempos, partiendo de una policía en la ruina, debe haber sido lo más ingrato que le tocó a un gobernante desde la salida de la dictadura. Es demasiado, pero no es lo principal.

Si efectivamente asumimos la gravedad de la situación, y voy a reiterar un criterio que utilicé en el artículo anterior, 22 mil rapiñas anuales y más de 300 asesinatos, una parte de los cuales son ajustes de cuenta, para 3.300.000 habitantes, podrá resultar explicativo compararlo con otras cifras de países de la región, pero para los uruguayos que hace 20 años teníamos 12 mil rapiñas para la misma cantidad de habitantes y con muchos menos policías y en pésimas condiciones operativas, es una barbaridad. Los porcentajes de crecimiento del delito, no deben compararse solo con el pasado, ni con la región, sino con la base de la que partimos y su proporción con los habitantes y el impacto en sus vidas.

Esto no es una justificación, fue en la década del 90 – gobierno de Luis. A. Lacalle – donde en base al desmoronamiento del instituto policial (huelga incluida), a la miseria, la indigencia de los policías, y los problemas sociales, el delito tuvo un  crecimiento exponencial, lo mismo sucedió luego en la crisis del 2002 -2004 y siguió de largo. Pero si nos vamos a dedicar a tironearnos las responsabilidades el delito se va a divertir de lo lindo.

Hay que asumir otro aspecto clave, el tiempo juega un papel fundamental en la batalla por la seguridad. Y aquí voy a reiterar una frase de mi anterior artículo, que no fue pronunciada por ningún pensador de «izquierda», dijo Benjamín Franklin: «Cualquier sociedad que renuncie a un poco de libertad para ganar un poco de seguridad, no merecen ninguna de las dos cosas»

Todo depende de que es lo que consideremos libertad y seguridad y como lo veamos en el tiempo. Si renunciamos a priori a considerar los cambios en las leyes necesarios para no perder una supuesta «libertad», lo que estamos confundiendo es el concepto. Una libertad fundamental que debemos preservar es la de los ciudadanos honestos que sufren la acción de la delincuencia y deben replegarse y empeorar sus condiciones materiales y espirituales de vida, incorporando el miedo como un factor permanente en su existencia y la de su familia.

La izquierda nos comprometimos a bajar en un 30% el número de rapiñas al final del periodo. Es un objetivo muy ambicioso y que representaría un cambio cualitativo más que cuantitativo. No lo estamos logrando.

Los cambios imprescindibles en un abordaje integral al tema de la inseguridad, una propuesta de shock.

Hay que reducir el número de delitos y por lo tanto de delincuentes en las calles, no desplazar los delitos geográficamente y socialmente. Para ello hay que resolver un tema clave, no puede ser que el 94.5% de los delitos queden sin resolver (cifras del Fiscal General de la Nación Jorge Díaz). Esto implica revisar críticamente donde están las bases de esta situación. Si esto persiste, la inseguridad seguirá creciendo, inexorablemente.

En mi opinión, pero hay que admitir que en este sentido que luego de un breve, intenso debate a nivel político institucional, donde hay diversas opiniones, hay que llegar a conclusiones, lo que es claro es que estos problemas dependen de la capacidad de investigación. Si no mejoramos urgentemente este aspecto, no habrá cambios importantes. Creo que los fiscales deben pasar en forma urgente a ser los titulares de la investigación, lo han reclamado la propia Fiscalía y esa sola actitud, de reclamar una tan grande responsabilidad, refuerza la idea de que es un cambio fundamental. Además es la experiencia de todos los países que mejoraron su investigación y su seguridad.

Hay que cambiar partes importantes del Código Penal, adecuarlo en forma urgente a las nuevas formas delictivas, en particular dos que me parecen claves: aumentar las penas en forma muy importante para los diversos niveles del narcotráfico, para lo cual importa que  la investigación no se detenga o concentre en los autores materiales de los delitos, sino en los mandantes, en las organizaciones, incluyendo en el hurto y la rapiña a las estructuras de comercialización, los ganglio vitales de esos delitos. Ya no son las ferias periféricas, son el nudo del delito. En especial en la droga. Y estoy hablando de penas muy, muy duras, ejemplares en América Latina, para los traficantes, los lavadores de dinero de la droga, los contratantes y los sicarios. No creo que debamos esperar la actualización total del Código Penal  completo, que es de 1934 y reclama una urgente reforma. Llevará su tiempo.

El combate al sicariato, un fenómeno nuevo, no puede limitarse a aplicar el viejo código, necesita una respuesta actual, en especial para los menores. Milité con todo entusiasmo en la batalla contra la «baja», eso no quiere decir que mantengamos las condiciones para que los menores de edad sean la mano de obra preferida para el sicariato y para formar parte de organizaciones criminales. No pueden ir a las cárceles de mayores, pero no puede ignorarse que el sicariato ha cambiado muchas cosas.

El otro aspecto que hay que considerar es la reincidencia. Lo fundamental sigue siendo construir, gestionar cárceles donde los delincuentes: a) no esperen durante años sus condenas, eso lo asegura el nuevo Código del Proceso Penal, b) haya un real proceso de rehabilitación. Llegado un momento, van a salir de la cárcel y está demostrado a través de experiencias concretas y actuales que se puede contar con cárceles que rehabiliten. Esto vale para mayores y menores. Y c) No puede ser que alguien que tiene decenas de antecedentes penales, siga reincidiendo sin casi consecuencias. Eso llevará durante un tiempo a aumentar el importante número de presos por habitante que tenemos (320 por cada 100.000 habitantes). Sus condenas en tiempo y forma a través de nuevo código, deberían cambiar toda la situación penal, pero habrá un periodo en el debemos reducir drásticamente, con todas las garantías, pero drásticamente los delincuentes sueltos.

Los cambios en las leyes deben incluir necesariamente acotar la discrecionalidad de los jueces en particular en el tema de las libertades anticipadas.

Junto con los cambios operativos que se anuncian en el Ministerio de Interior, principal preocupación se le debe brindar a construir a todos los niveles liderazgos importantes, ejemplares en la batalla contra el delito. No tenemos como en otros países una policía de gatillo fácil. En absoluto. las cifras son muy elocuentes y positivas. Pero la contracara no puede ser burócratas con pistolas 9mm, sub fusiles y escopetas.

Comencé por lo más polémico, porque lo que viene a continuación, con matices es compartido por todos, pero…el problema es actuar en todos los planos.

La planificación del desarrollo de escuelas y centros de estudio debe tener una especial atención en cubrir en calidad, en la tipología de esos centros las zonas más vulnerables del territorio metropolitano, donde se concentra notoriamente la mayor cantidad de menores en situación de pobreza y de indigencia. Solo el estado no lo logrará. La inversión social en niños y menores de edad debe aumentar y mejorar substancialmente su calidad y sus resultados medibles.

Hay que rever y reforzar la presencia permanente del estado en todo el territorio, disputar y ocupar ese territorio a las bandas que se han instalado en algunas zonas, no solo ni principalmente con la policía, sino con los diversos instrumentos que dispone el estado, escuelas, centros educativos, Mides, policlínicas. Algunos proyectos, hay que revisarlos en su estado actual y en su rápido deterioro. Y en esas zonas requiere políticas concentradas y especiales. Políticas sociales con una propia épica de la labor de sus educadores, de sus profesionales, de sus trabajadores.

He visto y he conocido por relatos experiencias de acciones concretas de instituciones de la sociedad civil, construyendo centros, gestionándolos en combinación y con el apoyo de instituciones del estado, que son muy importantes y en barrios con situaciones de gran fragilidad y que logran resultados muy buenos. Medibles, concretos. Sacan a los pibes de la calle y le construyen en conjunto hábitos de estudio, de trabajo, de convivencia, de higiene diferentes. Sin integrar a esta batalla madre al conjunto de la sociedad civil, no ganaremos esta batalla. No voy a dar uno o más nombres, pero sin esos centros la situación social de esos sectores sociales, sería mucho más grave y comprometida. Hay que integrar, no disputar. No todo la va a poder resolver el estado.

Cada vez que queremos abordar en algún debate un tema escabroso, complicado hay caminos difusos, uno es depositarlo en alguna comisión por tiempo indeterminado, otro más fumoso aún es ponernos a hablar del cambio cultural. En esa definición puede caber todo y el contrario de todo. Y sin embargo hace falta un cambio cultural en la sociedad uruguaya.

En un plano logramos un gran cambio cultural en estos 11 años, erradicamos la pregunta de si el Uruguay era viable. ¿La recuerdan? Ahora se trata de dar la batalla por mejorar substancialmente los niveles de convivencia entre los uruguayos, entre la gente, la sensibilidad frente a los que menos tienen, a los más débiles, y querernos un poco más, respetarnos bastante más y debemos derrotar la resignación de que el proceso actual de la inseguridad es inexorable. Es una gigantesca tarea que involucra todo, el principal obstáculo en ese horizonte es precisamente la inseguridad, la sospecha, el miedo. Voy a hablar de una nimiedad, tenemos que recuperar que cuando suba al ómnibus una embarazada, alguien con un bebé en brazos o una persona mayor, le cedamos el asiento…¿Estos muy despistado o los detalles son pinceladas de un clima de convivencia?

Las batallas culturales se nutren no solo de ideas, de diálogos, de arte, de cultura, también de hechos, de actos, a veces duros y firmes. Y hoy necesitamos una gran firmeza, una gran responsabilidad republicana, un reforzado sentido de la democracia y de la libertad. La libertad de todos. Y no tenemos mucho tiempo.

Publicado originalmente en: http://www.uypress.net/uc_67945_1.html

Información de la imagen:  http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/03/150227_uruguay_mujica_vazquez_herencia_vs

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Radical Politics in the Age of American Authoritarianism: Connecting the Dots

The United States stands at the endpoint of a long series of attacks on democracy, and the choices faced by many in the US today point to the divide between those who are and those who are not willing to commit to democracy. Debates over whether Donald Trump is a fascist are a tactical diversion because the real issue is what it will take to prevent the United States from sliding further into a distinctive form of authoritarianism.

The willingness of contemporary politicians and pundits to use totalitarian themes echoes alarmingly fascist and totalitarian elements of the past. This willingness also prefigures the emergence of a distinctive mode of authoritarianism that threatens to further foreclose venues for social justice and civil rights. The need for resistance has become urgent. The struggle is not over specific institutions such as higher education or so-called democratic procedures such as elections but over what it means to get to the root of the problems facing the United States and to draw more people into subversive actions modeled after both historical struggles from the days of the underground railroad and contemporary movements for economic, social and environmental justice.

If progressives are to join in the fight against authoritarianism in the US, we all need to connect issues.

Yet, such struggles will only succeed if more progressives embrace an expansive understanding of politics, not fixating singularly on elections or any other issue but rather emphasizing the connections among diverse social movements. An expansive understanding such as this necessarily links the calls for a living wage and environment justice to calls for access to quality health care and the elimination of the conditions fostering assaults by the state against Black people, immigrants, workers and women. The movement against mass incarceration and capital punishment cannot be separated from a movement for racial justice; full employment; free, quality health care and housing. Such analyses also suggest the merging of labor unions and social movements, and the development of progressive cultural apparatuses such as alternative media, think tanks and social services for those marginalized by race, class and ethnicity. These alternative apparatuses must also embrace those who are angry with existing political parties and casino capitalism but who lack a critical frame of reference for understanding the conditions for their anger.

To read more articles by Henry A. Giroux and other authors in the Public Intellectual Project, click here.

What is imperative in rethinking the space of the political is the need to reach across specific identities and stop mobilizing exclusively around single-issue movements and their specific agendas. As the Fifteenth Street Manifesto Group expressed in its 2008 piece, «Left Turn: An Open Letter to US Radicals,» many groups on the left would grow stronger if they were to «perceive and refocus their struggles as part of a larger movement for social transformation.» Our political agenda must merge the pedagogical and the political by employing a language and mode of analysis that resonates with people’s needs while making social change a crucial element of the political and public imagination. At the same time, any politics that is going to take real change seriously must be highly critical of any reformist politics that does not include both a change of consciousness and structural change.

If progressives are to join in the fight against authoritarianism in the United States, we all need to connect issues, bring together diverse social movements and produce long-term organizations that can provide a view of the future that does not simply mimic the present. This requires connecting private issues to broader structural and systemic problems both at home and abroad. This is where matters of translation become crucial in developing broader ideological struggles and in fashioning a more comprehensive notion of politics.

There has never been a more pressing time to rethink the meaning of politics, justice, struggle and collective action.

Struggles that take place in particular contexts must also be connected to similar efforts at home and abroad. For instance, the ongoing privatization of public goods such as schools can be analyzed within the context of increasing attempts on the part of billionaires to eliminate the social state and gain control over commanding economic and cultural institutions in the United States. At the same time, the modeling of schools after prisons can be connected to the ongoing criminalization of a wide range of everyday behaviors and the rise of the punishing state. Moreover, such issues in the United States can be connected to other authoritarian societies that are following a comparable script of widespread repression. For instance, it is crucial to think about what racialized police violence in the United States has in common with violence waged by authoritarian states such as Egypt against Muslim protesters. This allows us to understand various social problems globally so as to make it easier to develop political formations that connect such diverse social justice struggles across national borders. It also helps us to understand, name and make visible the diverse authoritarian policies and practices that point to the parameters of a totalitarian society.

There has never been a more pressing time to rethink the meaning of politics, justice, struggle, collective action, and the development of new political parties and social movements. The ongoing violence against Black youth, the impending ecological crisis, the use of prisons to warehouse people who represent social problems, and the ongoing war on women’s reproductive rights, among other crises, demand a new language for developing modes of creative long-term resistance, a wider understanding of politics, and a new urgency to create modes of collective struggles rooted in more enduring and unified political formations. The American public needs a new discourse to resuscitate historical memories and methods of resistance to address the connections between the escalating destabilization of the earth’s biosphere, impoverishment, inequality, police violence, mass incarceration, corporate crime and the poisoning of low-income communities.

Not only are social movements from below needed, but also there is a need to merge diverse single-issue movements that range from calls for racial justice to calls for economic fairness. Of course, there are significant examples of this in the Black Lives Matter movement (as discussed by Alicia Garza, Keeanga-Yamahtta Taylor andElizabeth Day) and the ongoing strikes by workers for a living wage. But these are only the beginning of what is needed to contest the ideology and supporting apparatuses of neoliberal capitalism.

The call for broader social movements and a more comprehensive understanding of politics is necessary in order to connect the dots between, for instance, police brutality and mass incarceration, on the one hand, and the diverse crises producing massive poverty, the destruction of the welfare state and the assaults on the environment, workers, young people and women. As Peter Bohmer observes, the call for a meaningful living wage and full employment cannot be separated from demands «for access to quality education, affordable and quality housing and medical care, for quality child care, for reproductive rights and for clean air, drinkable water,» and an end to the pillaging of the environment by the ultra-rich and mega corporations. He rightly argues:

Connecting issues and social movements and organizations to each other has the potential to build a powerful movement of movements that is stronger than any of its individual parts. This means educating ourselves and in our groups about these issues and their causes and their interconnection.

In this instance, making the political more pedagogical becomes central to any viable notion of politics. That is, if the ideals and practices of democratic governance are not to be lost, we all need to continue producing the critical formative cultures capable of building new social, collective and political institutions that can both fight against the impending authoritarianism in the United States and imagine a society in which democracy is viewed no longer as a remnant of the past but rather as an ideal that is worthy of continuous struggle. It is also crucial for such struggles to cross national boundaries in order to develop global alliances.

Democracy must be written back into the script of everyday life.

At the root of this notion of developing a comprehensive view of politics is the need for educating ourselves by developing a critical formative culture along with corresponding institutions that promote a form of permanent criticism against all elements of oppression and unaccountable power. One important task of emancipation is to fight the dominant culture industry by developing alternative public spheres and educational institutions capable of nourishing critical thought and action. The time has come for educators, artists, workers, young people and others to push forward a new form of politics in which public values, trust and compassion trump neoliberalism’s celebration of self-interest, the ruthless accumulation of capital, the survival-of-the-fittest ethos and the financialization and market-driven corruption of the political system. Political responsibility is more than a challenge — it is the projection of a possibility in which new modes of identification and agents must be enabled that can sustain new political organizations and transnational anti-capitalist movements. Democracy must be written back into the script of everyday life, and doing so demands overcoming the current crisis of memory, agency and politics by collectively struggling for a new form of politics in which matters of justice, equity and inclusion define what is possible.

Such struggles demand an increasingly broad-based commitment to a new kind of activism. As Robin D. G. Kelley has recently noted, there is a need for more pedagogical, cultural and social spaces that allow us to think and act together, to take risks and to get to the roots of the conditions that are submerging the United States into a new form of authoritarianism wrapped in the flag, the dollar sign and the cross. Kelley is right in calling for a politics that places justice at its core, one that takes seriously what it means to be an individual and social agent while engaging in collective struggles. We don’t need tepid calls for repairing the system; instead, we need to invent a new system from the ashes of one that is terminally broken. We don’t need calls for moral uplift or personal responsibility. We need calls for economic, political, gender and racial justice. Such a politics must be rooted in particular demands, be open to direct action and take seriously strategies designed to both educate a wider public and mobilize them to seize power.

The left needs a new political conversation that encompasses memories of freedom and resistance. Such a dialogue would build on the militancy of the labor strikes of the 1930s, the civil rights movements of the 1950s and the struggle for participatory democracy by the New Left in the 1960s. At the same time, there is a need to reclaim the radical imagination and to infuse it with a spirited battle for an independent politics that regards a radical democracy as part of a never-ending struggle.

None of this can happen unless progressives understand education as a political and moral practice crucial to creating new forms of agency, mobilizing a desire for change and providing a language that underwrites the capacity to think, speak and act so as to challenge the sexist, racist, economic and political grammars of suffering produced by the new authoritarianism.

The left needs a language of critique that enables people to ask questions that appear unspeakable within the existing vocabularies of oppression. We also need a language of hope that is firmly aware of the ideological and structural obstacles that are undermining democracy. We need a language that reframes our activist politics as a creative act that responds to the promises and possibilities of a radical democracy.

Movements require time to mature and come into fruition. They necessitate educated agents able to connect structural conditions of oppression to the oppressive cultural apparatuses that legitimate, persuade, and shape individual and collective attitudes in the service of oppressive ideas and values. Under such conditions, radical ideas can be connected to action once diverse groups recognize the need to take control of the political, economic and cultural conditions that shape their worldviews, exploit their labor, control their communities, appropriate their resources, and undermine their dignity and lives. Raising consciousness alone will not change authoritarian societies, but it does provide the foundation for making oppression visible and for developing from below what Étienne Balibar calls «practices of resistance and solidarity.» We need not only a radical critique of capitalism, racism and other forms of oppression, but also a critical formative culture and cultural politics that inspire, energize and provide elements of a transformative radical education in the service of a broad-based democratic liberation movement.

 

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Croire en une conscience féministe unique est dépassé

AURÉLIE LEROY

Une frange du mouvement féministe occidental continue de penser que ses mots d’ordre et ses méthodes d’action valent, sans distinctions ni nuances, pour l’ensemble des continents — au point que la notion même de « féminisme » soit parfois perçue, dans « le Sud », comme une énième tentative d’intrusion du « Nord ». A paru à la fin de l’année 2015 l’ouvrage collectif État des résistances dans le Sud — Mouvements de femmes, coédité par le Centre Tricontinental et Syllepses. L’historienne Aurélie Leroy en est la coordinatrice. « Les féminismes s’inventent, se pratiquent, mais ne se ressemblent pas », avance cet ouvrage qui conduit ses lecteurs du Sénégal au Sri Lanka, en passant par le Chili, l’Irak, le Mexique et la Chine. De quelle manière ces pensées et ces pratiques, peu connues dans nos pays, permettent-elles de secouer les angles morts, de sortir des pistes dominantes et d’œuvrer, au final, à l’émancipation de toutes les femmes ?

Un fil rouge paraît traverser cet ouvrage : il n’y a pas de féminisme unique et monolithique. Est-ce une réalité entendue, désormais, ou faut-il encore lutter pour la faire accepter ?

Il y a des vérités qu’il est bon de dire et de répéter, quitte à parfois donner l’impression de taper sur le clou. Affirmer que les luttes féministes sont plurielles et qu’il n’existe pas une vision monolithique du féminisme n’est pas neuf. Du chemin a été parcouru depuis le « Sisterhood is powerful » des années 1970. Cette idée d’une « condition partagée » a été démontée par une génération de féministes — qualifiée de troisième vague — au sein de laquelle les femmes du Sud ont joué un rôle moteur. Elles ont mis en exergue les différences qui existaient entre les femmes et insisté sur l’imbrication des rapports de pouvoir. Le sexisme ne fonctionne pas en vase clos et s’articule avec d’autres formes d’oppression comme les discriminations sur la base de la race, la classe, l’orientation sexuelle, la génération, etc. Croire en une conscience féministe unique et unifiée est aujourd’hui dépassé, mais en dépit de cette évidence, la tentation de l’universalisation du féminisme perdure. L’activisme déshabillé des Femen en est une expression. S’appuyant sur leur propre expérience de l’émancipation, leurs membres entendent imposer leur conception à d’autres — à la manière d’un « copier/coller » — et libérer les femmes en leur dictant ce qui est « bon » et « vrai ». Un militantisme aux relents néo-coloniaux douteux …

Les rapports Nord / Sud sont au cœur des propos défendus par les auteures. Vous évoquez la « violence » et la « douleur » qu’un féminisme occidental, blanc, urbain et hégémonique a pu, ici et là, susciter : qu’en est-il ?

Les Femen, une fois encore, en ayant pour cible favorite les femmes musulmanes et en les présentant comme des victimes passives enfermées dans la tradition et aux mains d’hommes par nature oppressifs, adoptent une posture condescendante et arrogante empreinte de racisme. En se « libérant » de leurs vêtements, elles s’érigent comme des actrices éclairées, modernes et libérées face à des femmes musulmanes dont le voilement est perçu à leurs yeux comme un signe nécessairement oppressif qu’il faut combattre. En projetant leurs attentes sur des réalités extérieures qui leur sont inconnues, les Femen ont cristallisé les tensions et jeté le discrédit sur les combats féministes, déjà parfois perçus comme ayant une forte référence occidentale et une optique utilitariste. Les exemples d’instrumentalisation de leurs causes sont en effet malheureusement légion. L’intervention en Afghanistan au nom de la défense des droits des femmes, la manipulation du féminisme à des fins racistes en Europe (les « événements de Cologne », la « criminalité étrangère », « l’intégration des immigré(e)s », les polémiques sur le voile, etc.), la conditionnalité des aides étrangères à l’intérieur d’un cadre de référence marqué par le féminisme libéral et le capitalisme occidental sont autant de situations qui ont été vécues (in)directement et douloureusement par les femmes dans leurs territoires et dans leurs corps.

Dans l’un des textes, signé par des féministes colombiennes, il est dit que ce féminisme extra-occidental permet « d’enrichir la perspective féministe ». Quels sont ses principaux apports ?

Le féminisme est un double mouvement. Un mouvement social qui s’est construit sur le terrain des luttes, mais aussi un mouvement intellectuel qui s’intéresse aux rapports sociaux de sexe, aux relations qui lient et opposent les sexes, aux facteurs qui déterminent la subordination sociale des femmes. Une telle approche permet de réfléchir aux causes de la relation d’oppression, mais aussi aux moyens d’y mettre fin. Les femmes des « multiples Suds » ont agi à ces deux niveaux : celui de la réflexion et de l’action. Elles ont apporté, à partir de leurs expériences diversifiées, une compréhension fine et nuancée des logiques de pouvoir à l’œuvre et affirmé leur volonté d’être parties prenantes dans l’élaboration de la pensée et des luttes féministes (non pas pour « suivre » le mouvement, mais pour le « recomposer »). Elles ont affirmé l’importance de prendre en compte l’articulation de différents systèmes d’oppression, des complexités socio-historiques, et de ne pas sous-estimer les structures de pouvoir productrices d’inégalités comme le (néo)colonialisme et le néolibéralisme. Sur cette base, elles ont rappelé que les voies de l’émancipation ne sont pas prédéfinies et sont donc — encore et toujours — à (ré)inventer. L’espace domestique et familial n’est ainsi pas nécessairement à l’origine de l’asservissement des femmes, pas plus que la religion contraire au projet d’émancipation. Les apports des féminismes des Suds permettent de dépasser certaines conceptions binaires réductrices et de repenser les relations entre féminisme et religion, entre espace public et privé, entre tradition et modernité, entre « homme dominateur » et « femme subordonnée », etc.

Christine Delphy a souvent dénoncé l’instrumentalisation du féminisme à des fins impériales (on se souvient de son article « Une guerre pour les femmes afghanes ? ») et la question (post)coloniale revient régulièrement dans les arguments de ces nombreuses féministes : comment, pour reprendre la formule de la sociologue Zahra Ali, se lient « les questions de genre, de nation et d’impérialisme » ?

Le rapport que les féministes d’Asie, d’Afrique ou d’Amérique latine entretiennent avec l’Occident est parfois tendu. Cela tient en partie au fait que, dans de nombreux pays du Sud, les mouvements féministes ont affirmé à l’origine leur militantisme au travers des luttes de libération nationale et l’ont par la suite inscrit dans une critique de la domination impérialiste sous ses multiples formes. En Haïti, l’histoire politique du pays a été marquée par les résistances des femmes, que ce soit contre l’occupation états-unienne, les coups d’État ou les interventions militaires étrangères. Dans le chaos de la reconstruction post-séisme de 2010 et dans le contexte actuel de crise politique — le pays est sans président — les organisations féministes et de femmes haïtiennes dénoncent le rôle joué par les États-Unis, l’Union européenne et les acteurs humanitaires et internationaux qui « participent plus du problème que de la solution ». Elles défendent avec d’autres acteurs sociaux «  l’exigence d’une souveraineté populaire » (Thomas, 2016) et veulent en finir avec la dépendance politique et économique. Elles revendiquent la mise en place d’un pouvoir démocratique qui se détache du modèle de développement injuste et incohérent actuel, mais sans que soient occultées les violences et les inégalités produites par une société machiste. Que ce soit en Haïti ou en Afghanistan, l’espoir d’un changement en faveur des femmes ne peut reposer sur des ambitions affichées par une force étrangère. Le renforcement des rôles politiques et publics des femmes afghanes, voulu par les agences d’aide étrangère, a ainsi échoué et a constitué une cible facile pour les groupes conservateurs attachés au statu quo en matière de genre.

La dimension religieuse est évoquée – en particulier dans le chapitre consacré au monde arabe. Il est même question d’un « féminisme islamique », c’est-à-dire d’une émancipation conçue de l’intérieur d’une tradition spirituelle. Le ménage entre émancipation des femmes et monothéisme (par nature peu favorable aux femmes) heurte toutefois plus d’un.e féministe – en France, particulièrement. De quelle manière aborder cette crispation ?

La France, plus encore que la Belgique, s’est posée en « protectrice de la laïcité » au nom des droits des femmes, avec une crispation des débats autour de la question du voile. La laïcité est devenue un marqueur déterminant de la nation, qui lui fait penser le droit des femmes au travers elle. Dans d’autres contextes où la religion est à l’inverse un référent culturel et identitaire majeur, des militantes ont compris la nécessité de composer avec celui-ci pour rendre audible leur revendication égalitaire, mais sans pour autant abandonner le cadre universaliste des droits humains ! Des chercheuses et militantes se sont ainsi engagées dans une démarche féministe à l’intérieur du cadre religieux musulman, démontrant ainsi la compatibilité entre féminismes et islam. Pour tous ceux qui seraient dubitatifs ou farouchement hostiles à ce rapprochement, j’aimerais insister sur deux éléments inspirés des réflexions de ces féministes. Le premier, c’est l’effet du « deux poids, deux mesures ». Plus que dans les autres religions monothéistes, les femmes musulmanes sont désignées et définies par le prisme de la religion. L’islam expliquerait tout, notamment leurs conditions de vie et leur inégal statut. S’il est indispensable de combattre le caractère patriarcal et oppressif des religions, il est crucial aussi de ne pas tomber dans le piège des préjugés ou dans l’instrumentalisation du féminisme à des fins racistes. Les événements de Cologne sont là pour nous le rappeler. Les appels à la défense de « nos femmes », entendus chez plusieurs politiciens et journalistes, doivent être rejetés à la fois pour leur caractère xénophobe, mais aussi car ils court-circuitent le débat, banalisant ou marginalisant la problématique des violences faites aux femmes. La seconde idée, dans la foulée de l’exemple de Cologne, c’est le détournement ou l’occultation de certains débats. À force de se concentrer sur la misogynie des religions, on en oublierait presque que « le » monde musulman est en fait « les » des mondes musulmans. Et que cet ensemble de pays, qui s’étend sur plusieurs continents, connaît des langues et des cultures différentes, et qu’il est profondément marqué par des facteurs historiques et socio-économiques qui agissent de manière déterminante sur la manière dont vivent les femmes et dont elles sont perçues par la société. Croire que « pour comprendre les musulmans, il suffirait de lire le Coran » est un raccourci réducteur, comme nous le rappelle Zahra Ali.

La question de l’universalisme sous-tend tout cela. Comment trouver un juste point d’équilibre entre un relativisme culturel délétère et un universalisme orgueilleux et dominateur ?

Les féministes postcoloniales, notamment, se sont distanciées des conceptions universalistes et hégémoniques du patriarcat, étant fondées sur les expériences et besoins des femmes blanches, urbaines, hétérosexuelles, issues de la classe moyenne. En s’inscrivant dans un contexte et en adoptant un point de vue historiquement situé, elles ont rejeté l’universalisme féministe porté par certaines intellectuelles. Cette attention portée au respect de la différence comportait toutefois le risque de basculer dans une sorte de « fondamentalisme culturel », qui se serait opposé à toute tentative de transformation des pratiques qui affectent la vie des femmes au nom de la préservation de l’identité du groupe. Ici encore, en historicisant des pratiques culturelles comme la polygamie ou le sati (l’immolation des veuves), les féministes du Sud se sont attachées à faire évoluer des traditions qui sont source de violence à l’égard des femmes. En Indonésie, des militantes musulmanes¹ ont insisté sur le fait que les textes fondamentaux ont été écrits à une époque différente et dans des conditions qui ne prévalent plus actuellement. Au temps du Prophète, les guerres étaient omniprésentes et de nombreuses femmes se sont retrouvées seules. Dans ces circonstances sociohistoriques, les mariages polygamiques étaient courants. Si cette pratique s’explique dans un contexte donné, lutter aujourd’hui pour que la polygamie disparaisse ne constitue pas une menace pour l’intégrité identitaire du groupe.


Le terme même de « féminisme » n’est pas toujours mis en avant, de la part de militantes pour le droit des femmes (l’ouvrage rappelle aussi qu’il n’existe pas au Congo et qu’il est ambigu en Chine). Que révèle le poids de ce mot – qui n’est, bien sûr, absolument pas intégré non plus dans l’imaginaire collectif franco-belge ?

Dans les pays du Sud, il n’est pas rare que des organisations ou des femmes refusent d’endosser l’identité politique féministe. Le terme est parfois perçu comme étranger et imposé de l’extérieur, et l’agenda des militantes du Nord ne semble pas toujours coller à celui des femmes du Sud. Le « non » à la cause féministe n’est toutefois pas un « non » à des revendications égalitaires, mais un « non » au lieu de pouvoir que représente l’Occident et un refus de l’instrumentalisation du féminisme. En Europe, le féminisme est loin aussi de faire l’unanimité, mais pour d’autres raisons. Il est attaché à de nombreux stéréotypes au point que beaucoup hésitent avant de s’en réclamer. Le féminisme serait dépassé et hors de propos dans nos sociétés prétendument égalitaires. Il renverrait à l’idée de guerre des sexes, menée par des femmes agressives et frustrées qui se voudraient anti-homme, anti-sexe et anti-amusement. « Il y a pire ailleurs » ou « il y a des combats plus importants » ou « il ne faut pas nier les évidences naturelles » sont quelques-unes des petites phrases assassines qui participent au travail de sape des revendications féministes. Et pourtant, les discriminations sexistes se poursuivent ici comme ailleurs, en particulier dans le champ du travail. En matière de violence, une femme sur trois a subi une forme de violence physique ou sexuelle dans l’Union européenne depuis l’âge de 15 ans. La « culture du viol » et l’idée de pouvoir disposer librement du corps des femmes sont une réalité sous nos latitudes. Le « réflexe » est d’apprendre à nos filles à se protéger (ne pas boire, ne pas s’habiller de manière provocante, ne pas sortir tard et/ou seule, etc.) pendant qu’apparemment il n’y aurait rien à enseigner à nos garçons… L’évocation du viol est omniprésente dans la vie des femmes, quasi absente dans celle des hommes. Une réalité, l’égalité homme-femme ? Ne nous voilons pas la face !


L’une des riches contributions du livre est celle de la féministe mexicaine Claudia Korol : elle propose un « féminisme de parole-action » ancré dans les luttes socialistes et antilibérales – un « féminisme populaire » et non libéral et minoritaire. Au Bahreïn, explique Sawsan Karimi, le féminisme n’intéresse « qu’une minorité de femmes issues de l’intelligentsia ». Ce débat vaut pour l’ensemble des pays du monde : comment œuvrer mieux encore à la convergence des luttes de masse (socialistes) et des combats féministes – et antiracistes ?

La construction d’alliances autour de finalités communes, l’élaboration de militantismes inclusifs devraient constituer un atout et une force dans une perspective de lutte contre l’oppression, mais dans la pratique les articulations sont souvent boiteuses, car elles reposent sur une mauvaise compréhension des rapports sociaux de sexe, de classe et de race. Alors que ces rapports de domination sont indissociables, qu’ils sont le produit d’une dynamique complexe et qu’ils se coproduisent mutuellement, ils sont souvent abordés comme des identités séparées et concurrentielles, ce qui amène à basculer dans un schéma de lutte prioritaire versus secondaire. Nombreux sont ainsi les exemples où les revendications féministes ont été effacées devant des luttes généralistes jugées prioritaires. L’autonomie politique des luttes féministes est indispensable, mais cela n’empêche toutefois pas que la perspective féministe soit intégrée dans les organisations anticapitalistes et antiracistes. Le seul impératif est qu’elle le soit comme « une composante stratégique et structurante d’un projet de société émancipateur » (Cisne et Gurgel, 2015).

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Pedagogía para la Menarquía: Mi primer día en fresa ¿Quién me acompaña?

menarquiaEl principio del mes. Yo diría el inicio de todo un mundo de energía sexual. Eso es para mí el primer día o el primer episodio de la menstruación en las chicas. Para los científicos la aparición de la primera menstruación dependerá del grupo etario, la raza y hasta la clase social. Sin embargo, digamos así la menarquía debe aparecer entre los 10 y los 14 años. Las chicas suelen percibir los cambios (unos más palpables que otros) ya apareció el vello púbico, los senos van en aumento y algunas notan el cambio de humor.

Aquí es cuando la situación cambia y toman diferentes rumbos para ellas. Muy pocas suelen interiorizar sobre su ciclo, en cambio otras indagan y hasta llevan una vida sexual precoz que las pueden llevar a embarazos no deseados. Entonces el punto álgido es ¿Qué realmente llegan a saber? Es difícil dilucidar porque la vida cotidiana de una mujer joven gira principalmente alrededor de una vida social activa y es en ese espacio donde las comunicaciones invaden con series de tv sobre el amor romántico, las redes sociales para jóvenes (y no me refiero al facebook) sino a otras redes que los padres suelen desconocer, los cánones de belleza casi todas tomadas de los magazine de modas y el “orden” de género impuesto desde la niñez. Estos factores me hace preguntarme por segunda vez ¿Qué tan cercas están de obtener el conocimiento necesario para empezar amarse como mujeres?

Depende… todo depende

Una chica que ha iniciado su menarquía debería tener acceso a espacios para compartir temas de salud sexual, material y acompañamiento para que pueda asimilar y comprender que el resto de su vida tendrá aproximadamente 5 días de período menstrual, 13 períodos por año y 37 años de vida menstrual que en total sería 2405 día de vida menstrual. Sin embargo, el tema de la salud y la cultura menstrual siempre ha estado tomada por las compañías farmacéuticas y las empresas de higiene femenina quienes han mantenido el poder sobre nosotras; desde tapones, toallas desechables, jabones, pastillas y un sin fin de etcéteras; es así como el negocio se ha vuelto lucrativo manipulando el conocimiento sobre nuestros cuerpos a conveniencia de ellos.

En otros espacios las chicas hablan y hacen pero no se empoderan de ello por el tabú social que existe sobre la vida sexual, sobre el placer y el ciclo menstrual. Ha estos espacio pocas las adultas están invitadas. Es por ello que todo empieza en casa y es de importancia apoyar y acercarnos a ellas. Considero que lo primero que debemos decirles y hacer es:

Celébralo no es el fin es el inicio y haz que ella lo vea así, quizás una reunión entre chicas, una torta hasta un encuentro en un círculo de mujeres le caería bien que aprenda a quererse y a recordarlo que no es trágico ser Mujer.

De que está compuesta nuestra sangre menstrual y cuál es el proceso que se cumple para tenerla.

Que no es asquerosa y que es un proceso cíclico natural.

Que no será dolorosa si te alimentas correctamente, descansa y asumes con naturalidad el proceso.

Que este ciclo te permite entrar en procesos creativos que llegan a ser útiles si los reconocer y lo pones en funcionamiento.

Y que ame su naturaleza femenina porque es maravillosa.

Asimismo también puedes tener algunas herramientas didácticas a la mano que pueden ser útiles para el acompañamiento:

1.- Los vídeos documentales

Como estaremos acompañando a chicas que dejaron de ser niña, es importante el discurso. Por ello yo recomiendo siempre La Luna en tí de Diana Fabiáno donde trata el tema- tabú sobre la menstruación además de cuestionar la realidad social de las mujeres y los hombre sobre la manera de percibir la feminidad.

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Monthlies de Diana Fabiáno. Es la segunda parte de la Luna en ti. Ya es la historia de la edad de las niñas que se enfrentan a una nueva etapa de sus vidas. Ambas las puedes conseguir en vimeo

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2.- Los libros

Los ilustrados son los mejores pero también es necesario escoger un libro que vaya más allá de lo científico y que de un aporte humanístico y terapéutico. Entre ellos están

El tesoro de Lilith de Carla Trepat. Es un cuento sobre la sexualidad, el placer y el ciclo menstrual. La autora también tiene su propio blog

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El Libro rojo de las niñas de Cristina Romero y Francis Marín. Es un libro de empoderamiento para acompañar a las chicas a la madurez

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El libro de la regla de Karen Gravelle y Jennifer Gravelle. Es una guía práctica que se centra en las posibles dudas que presenta las chicas sobre la menstruación y los cambios biológicos y demás aspectos sociales.

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Mamá me ha venido la regla de May Serrano. Este libro cuenta la historia de la regla y a la vez aporta desde el apoyo y la construcción además del valor como mujeres.

mama me vino la regla

3.- Enséñala a usar el diagrama lunar, cuadernillo o calendario menstrual

Existen muchos formatos publicables sobre diagramas, cuadernillo y calendarios menstruales. Cada mujer adulta al igual que cada chica debe sentirse cómoda con estos materiales porque dependiendo de su tiempo y su personalidad podrá usarlos y volverse una estrategia genial para comprender su energía sexual.

Los diagramas lunares: Son circunferencias diseñadas para que cada día se anote lo mas sintético que se pueda sobre su el día de la regla, sus sentimientos, sus sueños y su necesidad sexual. Descarga uno aquí

Los cuadernillos menstruales: Son publicaciones que nos permite ampliar la escritura puede llegar a ser un diario menstrual que nos facilita escribir sobre los sueños, expresar con mayor extensión los sentimientos, y las características de la menstruación en cada mes.

Los calendarios menstruales: Casi todas están en formatos de afiches o están diagramados de forma cuadricular. Estas publicaciones no son tan sintéticas como el diagrama pero tampoco como cuadernillo o diario. Aquí les dejo uno de descarga gratuita

Algunos diseñadores y artistas fusionan estas herramientas y crean formatos espectaculares.

4.- Aplicaciones para celulares

Con el boom de los celulares inteligentes y las descargas de aplicaciones varios diseñadores e ingenieros han creado calendarios menstruales que te aportan a tu periodo fértil. Algunos son gratis. Todos te permiten señalar tu ovulación y de manera sincronizada te alerta tu decline cuando llega la regla, es decir son calculadora y otras también son diarios donde puedes marcar sentimientos entre tros. Entre ellos están: El Period Tracker. Alerta de período, Clue. Calendario menstrual, Love cycles. Ciclo menstrual, Diario femenino (Calendario), Woman calendario

Y no esta demás decir que existe la vía ecológica que yo tanto amo, si esa chica ya tiene una vida sexual, puede usar la copita es tan versátil y enséñale que la menstruación no es solo un tema de salud sino un tema de reconocimiento como mujer y que existe toallas ecológicas que ayudan a reconocerlo.

Ilustración: Barbara Sanchez. La menarquía.

Fuentes consultadas:

Karapanou, Olga. Determinantes de la menarquía http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2958977/

Mark Hanson y Gluckman. Evolución y desarrollo en la Pubertad.

Fuente del artículo: https://uterinablog.wordpress.com/tag/primera-regla/

Fuente de la imagen en el encabezado: https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/236x/cf/6d/08/cf6d08c553f1e10223eb45ef82c592fc.jpg

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América Latina y su educación ante la neoliberal «Sociedad de la Información»

           La implementación mundial capitalista de la sociedad de la información va a exigir formas de regulación que trasciendan las fronteras de los estados-nación, así como de la implantación de una infraestructura tecnológica que acelere esa trascendencia fronteriza.  De aquí que esta mundialización se inscriba como objetivo primordial en las agendas internacionales.  A tal efecto, se  promueven distintas iniciativas de carácter internacional.  Entre éstas destaca la convocatoria a una Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (CMSI), planteada en Minneapolis en 1998, durante la Conferencia de Plenipotenciarios de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), e inscrita en el orden del día del Comité Administrativo de Coordinación del Sistema de la ONU, y aprobada por la Asamblea General de la ONU para realizarse en dos fases, una primera fase o etapa en el 2003, y otra segunda fase en el 2005.

            Frente a la convocatoria de la CMSI, en América Latina y el Caribe se producen reuniones interministeriales o gubernamentales que generan documentos negociados o consensuados que sirven de corpus para analizar los discursos respecto de los criterios de integración regional latinoamericana y caribeña a la global sociedad de la información.  A partir de ello, reseñaremos tres de esos documentos: la Declaración de Florianópolis, la Declaración de Bávaro y el Compromiso de Rio de Janeiro.

          Declaración de Florianópolis.  Esta inicia reconociendo el deseo de los países firmantes de adherirse a la sociedad de la información basada en una economía global fundamentada en el conocimiento “con eficiencia, equidad y sustentabilidad” (Declaración de Florianópolis, 2000, p. 1), para luego manifestar sus reservas con respecto a que sea el mercado el ente regulador de dicha sociedad de la información, ya que éste puede incrementar las desigualdades sociales al propiciar nuevas formas de exclusión, así como otras consecuencias desfavorecedoras  de la globalización, y de profundizar la división entre naciones centrales hegemónicas y las periféricas o dependientes.
“dejar que la evolución de la sociedad de la información y del conocimiento sea conducida solo por los mecanismos del mercado conlleva el riesgo de aumentar las brechas sociales al interior de nuestras sociedades, creando nuevas modalidades de exclusión, de expandir los aspectos negativos de la globalización y de incrementar las distancia entre los países desarrollados y en desarrollo” (ob. cit., p. 1)

         No obstante estos temores, no se deja de reconocer “el importante potencial que dichas tecnologías encierran para el desarrollo social y político de los países de la región” (ob. cit.), pero las condicionan a una adecuación pertinente culturalmente “si la tecnología de información es apropiada a nuestra cultura y se crean contenidos pertinentes en forma continua, se puede potenciar la diversidad y reafirmar la identidad cultural” (ob. cit.).

          En lo que atañe a la educación, el documento insta a los países centrales a apoyar a los periféricos en la consecución de la siguiente línea de acción:
“Crear condiciones y mecanismos para la capacitación universal de la ciudadanía en la nuevas tecnologías y difundir la globalización digital, en particular fomentando experiencias innovadoras en educación a distancia, educación no formal y formación de los educadores como condición necesaria para insertar favorablemente a la población en el marco de las nuevas formas de producción basadas en el conocimiento, propiciando asimismo , el acceso y la utilización de las tecnologías de información y las comunicaciones en las metodologías destinadas a acelerar los procesos educativos de las poblaciones marginadas y en extrema pobreza” (ob. cit.).

          En esta última cita del documento sobresale el papel atribuido a las Tecnologías de Información y Comunicación  (TICs) como aceleradoras de los procesos educativos, en tanto se las implique en las metodologías utilizadas en dichos procesos, sin mayor consideración al respecto; esto es, se las concibe como mecanismos que pueden neutralizar los retardos y rezagos educativos que presuntamente presentan las poblaciones marginales y de extrema pobreza.  Siendo eso manifestación de una visión tecnicista de la educación que obvia la comprensión sociocultural para comprender los problemas estructurales de la sociedad que reproducen las desigualdades excluyentes en los sistemas educativos.

           Declaración de Bávaro.  Esta declaración fue producida en la Conferencia Ministerial Regional Preparatoria de América Latina para la primera fase de la CMSI realizada en Punta Cana, República Dominicana, en enero de 2003, con la colaboración de la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL).

          En dicha declaración, se parte del reconocimiento de la sociedad de la información como sistema no tan solo económico sino también social, en el que la información y el conocimiento son factores de progreso y bienestar para la región latinoamericana y caribeña si ella se inscribe local y globalmente en el contexto de la profundización de principios como el respecto a los derechos humanos y otros.  Asimismo, se reivindica que las perspectivas y prioridades regionales deberían ser parte relevante de las estrategias para  implementar la sociedad de la información.

“La sociedad de la información es un sistema económico y social donde el conocimiento y la información  constituyen fuentes fundamentales de bienestar y progreso, que representa una oportunidad para nuestros países y sociedades, si entendemos que el desarrollo de ella en un contexto tanto global como local requiere profundizar principios fundamentales tales como el respeto a los derechos humanos dentro de un contexto más amplio de los derechos fundamentales, la democracia, la protección del medio ambiente, el fomento de la paz, el derecho al desarrollo, las libertades fundamentales, el progreso económico y la equidad social.  Al mismo tiempo, considerar que la decidida promoción de la visión y prioridades de los países de la región en los foros mundiales, entre otros la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (2003-2005), debería ser un elemento clave de la estrategia regional sobre la sociedad de la información” (ob. cit.).

De la misma manera, en la declaración se resalta la necesidad de superar la denominada “brecha digital” en clara alusión a igualar las oportunidades con relación al acceso y uso de las TICs, en tanto dicha brecha es indicadora de las desigualdades sociales entre naciones y dentro de ellas.

“Nuestros países, conscientes de la necesidad de generar igualdad de oportunidades en el acceso y uso de las tecnologías de la información y comunicación, se comprometen a desarrollar acciones tendientes a superar la brecha digital, la cual refleja e incide en las diferencias económicas, sociales, culturales, educacionales, de salud y acceso al conocimiento, entre los países y dentro de ellos” (ob. cit.).

          A continuación la declaración enuncia principios rectores que adopta, entre los cuales se indican:

          1°) la indispensabilidad de la TICs para realizar las necesidades sociales. Carácter de imprescindibilidad que se emparenta con el imaginario del reduccionismo pantecnológico, “el uso y aprovechamiento de las tecnologías de información y comunicación (TIC) son indispensables para satisfacer las necesidades de los individuos, de las comunidades y e la sociedad en general” ob. cit.).

           2°) el imperativo de que la sociedad de la información se oriente a superar las desigualdades sociales e impedir el surgimiento de otras modalidades excluyentes en las poblaciones, “la sociedad de la información debe estar orientada a eliminar las diferencias socioeconómicas existentes en nuestras sociedades y evitar la aparición de nuevas formas de exclusión y transformarse en una fuerza positiva para todos los pueblos del mundo” (ob. cit.).

          3°) la conformidad de lograr la accesibilidad de todos a las TICs con base en el marco regulatorio vigente de la naciones.  Ello reivindica el ordenamiento legal local ante las regulaciones globalizadoras, “el acceso universal a las tecnologías de información y comunicación debe ser un objetivo de todos los actores involucrados en la construcción de la sociedad de la información, de conformidad con el marco jurídico vigente de cada país” (ob. cit.).

          4°) la reivindicación del empleo de las TICs para propósitos públicos y sociales en los ámbitos gubernamentales de salud y educación, y no tan solo o prioritariamente en los ámbitos mercantiles internacionales o nacionales, “el aprovechamiento de las mismas mediante la articulación de acciones locales, regionales y globales, y su uso con fines públicos y sociales en áreas tales como el gobierno, la salud y la enseñanza” (ob. cit.).

          5°) la coexistencia del libre flujo de información que aliente la transferencia de conocimientos que inciten la innovación y formación de capital humano, con el respeto a los derechos de propiedad intelectual, la confidencialidad y la seguridad entre otros.
“Las tecnologías de información y comunicación fomentan el flujo e intercambio de información, alentando la transferencia  de conocimientos y estimulando la innovación y formación de capital humano, propiciando que el libre flujo de información coexista con el respeto por la vida, la propiedad privada, la privacidad, la propiedad intelectual, la confidencialidad y la seguridad.” (ob. cit.).

          6°) el reconocimiento de que la naturaleza mundial de la sociedad de la información implica para el desenvolvimiento global en cuanto a formulación política de sus tendencias mundiales, la participación de los niveles regionales y subregionales a fin de considerar: la provisión de  asistencia técnica en el marco de la cooperación regional e internacional, el intercambio de experiencias y de conocimientos, y el establecimiento de normas y estándares compatibles con las características e intereses nacionales, “la sociedad de la información es eminentemente global.  De tal modo, un diálogo de política basado en las tendencias mundiales de la sociedad de la información debe tener lugar en niveles globales, regionales y subregionales.” (ob.cit).

          7°) El requerimiento de que el acceso a las TICs sea regulado por la protección que brindan las leyes internacionales para impedir la afectación por parte de decisiones tomadas unilateralmente.  Este principio no fue refrendado sino objetado por escrito, por la representación de los EE.UU. que estuvo presente en la reunión, lo que evidencia que la prevención es tomada con relación a ese país, “el acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones debe realizarse al amparo del derecho internacional, teniendo en cuenta que algunos países se ven afectados por medidas unilaterales no compatibles con éste que crean obstáculos al comercio internacional.” (ob. cit., p. 3).

           Por otra parte, en la declaración se adoptan otras posiciones prioritarias como la de que bajo la cobertura del derecho a la libertad de expresión y de opinión, se reivindica además de la libertad de buscar y recibir información, el de impartir o dar información, libertad que será facilitada por vía de la educación.  Por tanto, se infiere que la educación deberá promover la producción o creación de información por medio de las TICs y no únicamente su consumo o recepción.

             “Garantizar que en la sociedad de la información se protejan y promuevan los derechos      humanos, incluido el derecho al desarrollo.   Todos tienen derecho a la libertad de opinión     y expresión; este derecho incluye la libertad de sostener opiniones sin interferencia y a     buscar, recibir e impartir información e ideas a través de cualquier medio de comunicación     sujeto a las leyes nacionales y los acuerdos internacionales.  El ejercicio de este derecho se     facilitará con las oportunidades educacionales para todos.” (ob. cit., p. 4).

           Compromiso de Rio de Janeiro.  Esta declaración es resultado de la “Conferencia Regional Ministerial de América Latina y el Caribe.  Preparatoria para la Segunda Fase de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información”, realizada en Brasil en junio del 2005.

          En este documento se reafirma el compromiso de las naciones latinoamericanas con la edificación de la sociedad de la información de naturaleza inclusiva y contribuyente con el desarrollo de la región. “Declaramos: nuestro profundo compromiso con la construcción de una sociedad de la información inclusiva y orientada al desarrollo en América Latina y el Caribe, basada en los principios de paz, derechos humanos, solidaridad, libertad, democracia, desarrollo sostenible y cooperación entre los países dentro del marco de la sociedad global de la información.  Nuestra decisión de contribuir también a la creación de dicha sociedad a nivel global.” (Compromiso de Rio de Janeiro, p. 1).

          Asimismo, se asocia y destaca el fomento de la integración regional y su desarrollo sociocultural y económico con la construcción de la sociedad de la información, “nuestro reconocimiento de la máxima importancia que reviste el desarrollo de la sociedad de la información con el fin de fomentar la integración y el desarrollo social, económico y cultural de los países de América Latina y el Caribe”. (ob. cit.)

          Del mismo modo, se manifiesta el compromiso gubernamental de promover la participación de todos los interesados en la creación de la sociedad de la información que se fundamente en la compartición de los conocimientos. “Nuestro compromiso, como gobiernos, de facilitar la inclusión de todas las partes     interesadas –el sector privado, la sociedad civil, la comunidad científica y académica y     cualquier otra— en el proceso de creación de una sociedad de la información basada en     conocimientos compartidos.” (ob. cit. p. 2).

           Se comprometen los firmantes a favorecer la inversión privada, junto con la pública, para incrementar el acceso a la TICs bajo el concepto de responsabilidad social empresarial. “Nuestro compromiso de crear un entorno propicio para la inversión y la innovación, que fomente la cooperación y las asociaciones regionales entre los sectores público y privado y permita invertir recursos y capital, como corresponda, para ampliar el acceso a las TIC  despertar mayor conciencia sobre su potencial en el contexto de la responsabilidad social empresarial.” (ob. cit.).

           Por otro lado, se resalta la concepción instrumentalista y no tecnocrática de que las TICs son mediaciones o medios para favorecer el crecimiento económico, así como el pleno empleo y la competencia. “Nuestra convicción de que las tecnologías de la información y las comunicaciones no son un fin en sí mismas, sino un instrumento del desarrollo, orientado a la búsqueda de un desarrollo humano equitativo y sostenible dentro del marco del crecimiento económico, el pleno empleo y la competitividad.” (ob. cit.).

          Se atribuyen a las TICs potencialidades sobrevaloradas para el logro de objetivos sociales que no dependen decisivamente de su  acceso y uso. “Nuestra  determinación de utilizar el potencial de las TICs para la consecución de los objetivos del Milenio, es decir, para la erradicación de la extrema pobreza y el hambre; el logro de la enseñanza primaria universal; la promoción de la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer; la reducción de la mortalidad infantil; el mejoramiento de la salud materna; el combate contra el VIH/SIDA,  el paludismo y otras enfermedades; asegurar la sostenibilidad del medio ambiente; el fomento de la asociación mundial para el desarrollo, y la creación de un mundo más pacífico, justo y próspero.” (ob. cit.).

          Se reivindica la necesidad de desarrollar una sociedad de la información de carácter regional, que tenga enlace con la Internet pero con nodos y servidores propios en función del contexto latinoamericano y caribeño.
“Nuestro interés en impulsar el desarrollo de una infraestructura de redes, lo que es indispensable para la sociedad regional de la información, que incluya puntos de intercambio de Internet, troncales regionales y servidores primarios, respetando la situación y la necesidades especificas de América Latina y el Caribe.” (ob. cit.)

          Reafirman enfáticamente el planteamiento que fue objetado por los EE.UU. en la declaración de Bávaro, respecto de cualquier medida tomada unilateralmente y que no se ajuste a la normativa de las leyes internacionales.
“Nuestro enérgico rechazo a toda medida unilateral que no sea conforme al derecho internacional y a la carta de las Naciones Unidas y que, en el contexto de la construcción de la sociedad de la información, impida el pleno logro del desarrollo económico y social a la población de los países involucrados o limite el bienestar de la población, así como nuestro consiguiente compromiso a dar ayuda a los países afectados por medidas de esa índole a superar los obstáculos que impiden a su población aprovechar plenamente los beneficios de la sociedad de la información.” (ob. cit., p. 4).

           Igualmente se reitera la posición de que la integración en la sociedad de la información debe estar soportada en la compartición recíproca de conocimientos, lo que conlleva a no ser tan solo consumidores o usuarios de los flujos informacionales de las TICs, sino a ser agentes del desarrollo como productores de información y contenidos en el contexto cultural global y local de intercambios de saberes.
“Nuestra firme convicción de que todo individuo debe participar activamente en una sociedad de la información basada en conocimiento compartidos, no solo como usuarios de nuevas tecnologías, sino también como agentes del desarrollo y la producción de contenidos.  Para alcanzar este objetivo, reiteramos la necesidad de fomentar el libre flujo de ideas e información, y el desarrollo de una cultura global y regional que comparta conocimientos.” (ob. cit.,  p. 5)

Se asume como necesario robustecer la cooperación para incentivar la creación de fuentes de financiamiento para la generación de empresas que produzcan para las TICs contenidos de carácter nacional, aplicaciones y programas.
“Expresar nuestro compromiso de fortalecer la cooperación y la coordinación regionales para el fomento y la creación de nuevos mecanismos de financiamiento del desarrollo de una industria dedicada al desarrollo de contenidos nacionales, aplicaciones y programas.” (ob. cit.).

               Se manifiesta expresamente el interés de participar en la gobernanza mundial de Internet con base en principios que descarten el unilateralismo, la falta de transparencia y su ejercicio democrático.
“Nuestro compromiso de contribuir a la evolución de un sistema internacional de gobernanza de Internet basado en los principios de Ginebra, particularmente los relacionados con el multilateralismo, la transparencia y la democracia.” (ob. cit.).

          Finalmente, en el documento se define y ratifica el compromiso para financiar y estimular la producción tecnológica propia en lo que respecta a equipos, partes, componentes, productos digitales, aplicación, software y contenidos en idiomas nativos para la infraestructura de las TICs.

Nuestra voluntad de fortalecer la cooperación y coordinación regionales en el marco del Consenso de Monterrey con el fin de mantener los actuales compromisos en materia de financiamiento e impulsar el desarrollo y la creación a nivel nacional de mecanismos innovadores para financiar la producción local de equipos, partes y componentes, y productos digitales para infraestructura e industrias de las TIC, incluidos aplicaciones, software y contenido en idioma local.” (ob. cit., p. 6).

En definitiva, pese a las críticas, observaciones, reservas y prevenciones manifestadas en las declaraciones, y la proyectada interconectividad al margen de los nodos contralores de los EE.UU., la región asumió en general las orientaciones y políticas de la CMSI impuestas por los países neoliberales hegemónicos y sus ONGs como la UIT, y desde entonces, aunque expresando reticencias ocasionales y puntuales, ha venido realizando reuniones intergubernamentales en las que se han diseñado planes de acción y metas para los lapsos 2005-2007, 2008-2010 y 2011-2015 (E-LAC, s/f).

diazjorge47@gmail.com

Fuente del artículo: http://www.aporrea.org/medios/a225939.html
Fuente de la foto: https://thescarletrevolutionary.wordpress.com/2013/04/17/buena-parte-del-mundo-cierra-filas-en-torno-al-jefe-de-estado-nicolas/
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