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El color de la piel nos marca y nadie nos mira

Por: Nelva Reyes B.

“Es muy deplorable que Panamá haya vivido y viva situaciones que han venido a fortalecer y a sostener hasta la actualidad actos y posiciones discriminatorias, […]”

El 25 de octubre, en la biblioteca Simón Bolívar de la Universidad de Panamá, se presentó el libro Mujeres urbanas: afrodescendientes entre la desigualdad y la discriminación. La presentación estuvo a cargo del Instituto de la Mujer de la Universidad de Panamá, con la doctora Aracelly De León, directora de este. Se hicieron presentes el doctor Jaime Gutiérrez, vicerrector de Investigación y Posgrado de la Universidad de Panamá y el profesor de Sociología Fernando Murray.

La investigación fue llevada a cabo por las profesoras Xiomara Rodríguez, Juana Camargo y Eusebia Solís, además de mujeres de los cinco corregimientos, que participaron en el estudio aportando su experiencia y conocimientos.

La investigación se desarrolla con siete ejes fundamentales que parten de: Una Introducción; Una mirada conceptual a la discriminación; una mirada afrodescendiente a la realidad nacional; acercamiento socioeconómico a los corregimientos del estudio; voces de mujeres urbanas afrodescendientes del centro de la ciudad de Panamá: propuesta para el empoderamiento y la inclusión de mujeres urbanas afrodescendientes; conclusiones, bibliografías y anexos.

En el estudio se define a las y los afrodescendientes como “personas de origen africano que viven en las Américas y en todas las zonas de la diáspora africana por consecuencia de la esclavitud, habiéndoseles denegado históricamente el ejercicio de sus derechos fundamentales”.

Se señala que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos indicó en 2011 que “en América Latina viven unos 150 millones de afrodescendientes, representando el 30 % de la población de una parte del continente americano”. Además, la investigación nos indica que, en el mundo laboral, la realidad para las personas afrodescendientes no es esperanzadora, puesto que dicha población ocupa la parte más baja de la escala salarial, y es la población que realiza más tareas en la informalidad de baja calificación, menor incluso, si se compara con una persona no afrodescendiente. Las tasas de desempleo de este colectivo son mayores que las de la población total, según el informe del BID, que plantea: “en general, los afrodescendientes tienen niveles más altos de desempleo en todos los países y entre quienes tienen empleo, una proporción mayor labora en ocupaciones poco calificadas”.

El libro hace una breve reseña de la fundación de cada uno de los corregimientos investigados, como lo son Calidonia, Curundú, El Chorrillo, San Felipe y Santa Ana. Cuatro de los cinco corregimientos fueron fundados el 29 de abril de 1915 y el corregimiento de Curundú se funda el 17 de noviembre de 1971. La investigación contribuye a visibilizar que el racismo y la discriminación, como dimensiones de la opresión racial, son una realidad en Panamá. Las voces de las mujeres de estos corregimientos, establecidos en el corazón de la ciudad de Panamá, nos brindan una serie de información que corrobora las condiciones y situación en las cuales viven las familias afrodescendientes, y hace muy evidente la triple discriminación de la cual son víctimas las mujeres afrodescendientes, discriminadas por ser mujeres, negras y pobres. Pero, además nos indica, según la encuesta de hogares de 2017, que “la presencia de la población afrodescendiente se puede encontrar en todo el territorio nacional; sin embargo, las cinco provincias con mayor presencia afropanameña son Colón (41,8 %), Darién (24,3 %), Coclé (20 %), Panamá (18,6 %) Bocas del Toro (15,3 %), provincias donde vive la mayor cantidad de personas que se autocalifican como afrodescendientes…”. En estas provincias está Colón que en “2016, aportó el 26 % del producto interno bruto del país, 13 605, millones de balboas”, pero es víctima de políticas públicas racializadas.

Es muy deplorable que Panamá haya vivido y viva situaciones que han venido a fortalecer y a sostener hasta la actualidad actos y posiciones discriminatorias, ya sea por etnia, condición económica o cualquier otra razón. Así se dio la ciudad amurallada, luego el “Silver Roll” y “Gold Roll” y en 1941, en la Constitución de la República de Panamá, se establecía: “Son de inmigración prohibida: la raza negra cuyo idioma originario no sea el Castellano, la raza Amarilla y las razas originarias de la India, el Asia Menor y el Norte de África”. Son vergonzosas las experiencias que hemos vivido y vivimos, máxime que, según el censo de 2010, aproximadamente el 9 % de la población de Panamá se autoidentificó como afrodescendiente lo que coloca a Panamá como el tercer país de América Latina con mayor porcentaje de población afrodescendiente.

Es importante tener políticas públicas que lleven el objetivo de erradicar la discriminación en nuestro país por cualquier condición u origen.

Agradecemos el aporte de las investigadoras, el auspicio del Espacio de Encuentro de Mujeres y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, debemos seguir profundizando en estas realidades.

Fuente de la información: https://www.laestrella.com.pa

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El príncipe colectivo que propone Gramsci

Por: Javier Hernández Alpízar

Hotel Abismo

El príncipe colectivo que propone Gramsci

A Alfredo López Austin, in memoriam

Apenas 500 años después, El príncipe de Nicolás Maquiavelo es un clásico, pero como buen clásico puede tener diferentes lecturas. Maurice Joly lo lee como el teórico de los tiranos, por eso pone en sus labios la descripción cínica de la política bonapartista, maquiavélica y dictatorial de Luis Bonaparte, en el Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu.

En la primera mitad del siglo XX, en un mundo en llamas por la segunda guerra mundial, Maquiavelo es leído, desde el poder, por el duce Benito Mussolini y, desde las mazmorras del fascismo, por el preso político Antonio Gramsci. Para el dictador, El Príncipe es un manual para tiranos, pero para el filósofo de la praxis, Maquiavelo escribió su clásico no para los hombres del poder, que ya lo conocen, incluso sin leerlo, porque lo practican de toda la vida y por generaciones, sino para el que no sabe, es decir: para el pueblo.

Las reflexiones de Antonio Gramsci sobre la política de Maquiavelo fueron escritas en sus Cuadernos de la Cárcel y publicadas también en volumen aparte, en títulos como La política y el Estado e incluso como Maquiavelo y Lenin. Las notas de Gramsci son una lectura creativa, propositiva, de Maquiavelo. Para el autor de los Cuadernos de la cárcel, El príncipe es un manifiesto, un libro que quiere motivar a la acción, como el Manifiesto comunista, el ¿Qué hacer? o, diremos nosotrosla Sexta Declaración de la Selva Lacandona.

Nicolás Maquiavelo usa no solamente la lógica, sino la capacidad literaria (recordemos que es el autor de La mandrágora), dramática, para generar un mito (en el sentido de George Sorel, que escribió sobre el mito de la huelga general), es decir, una utopía movilizadora. Maquiavelo quiere movilizar pasiones, patriotismo, energía para luchar por la unidad italiana.

En su tiempo, Maquiavelo no lo logró. Pero la lógica capitalista burguesa necesitaba Estados-naciones y finalmente Italia fue una nación en el siglo XIX. Curiosamente, Luis Bonaparte fue protagonista en favor de la unidad italiana, desde Francia, y con su derrota, de la unidad alemana bajo la hegemonía prusiana.

Sin embargo, en el inicio caótico y violento del siglo XX, Antonio Gramsci piensa que el príncipe ya no puede ser un individuo, una persona, el príncipe moderno tiene que ser colectivo: una organización. En los términos del marxismo y el leninismo de su tiempo: el partido.

Sumando los saberes heredados de Maquiavelo, Marx, Lenin e incluso de autores que no son de izquierda como el idealista Benedetto Croce (con quien establece una relación análoga a la de Marx con Hegel) y George Sorel (Reflexiones sobre la violencia), Antonio Gramsci propone un príncipe colectivo.

El partido o, para decirlo de un modo más amplio: la organización tiene que ser capaz de revolucionar la sociedad, hacer una reforma intelectual que incida en un cambio en la economía, hacer que sus ideas e ideales se conviertan en un nuevo sentido común, una narrativa triunfante, una nueva hegemonía ideológica-política-social-moral-cultural-económica.

Para ello, el partido estará formado por un núcleo central generador de las ideas-fuerza, un círculo de revolucionarios capaces de movilizar pasiones alrededor de ese ideario revolucionario y una muy amplia masa de seguidores apasionados y movilizados por ese mito movilizador: la revolución.

Como Maquiavelo, como Marx, como Lenin, Antonio Gramsci no escribía desde la soledad del cubículo académico, sino desde la militancia, pues estaba preso por participar en la creación y organización de los consejos de fábrica, con los que los obreros italianos lucharon por el control del proceso de producción. Los consejos eran los soviets de los italianos. El fascismo de Benito Mussolini, como el nazismo en Alemania, el franquismo en España o el pinochetismo y las dictaduras militares en el Cono Sur, era la respuesta, la reacción contra el ascenso de la organización y la lucha obrera.

Gramsci aportó valiosas reflexiones (con conceptos originales como filosofía de la praxis, hegemonía y bloque histórico) sobre la organización, la lucha, no sólo con las ideas, sino con la pasión (pesimismo de la razón, optimismo de la voluntad) y el mito (la utopía, el mesianismo colectivo, ojo: colectivo).

De sus aportaciones, no es la menor apropiarse de Maquiavelo para la izquierda, para el pueblo, en defensa de un jacobinismo-leninismo que tenga la fuerza intelectual, pasional y fuerza a secas para cambiar a la sociedad. El príncipe no puede ser ya un hombre providencial, un individuo, una persona: tiene que ser un sujeto colectivo, un nosotros. Y el intelectual orgánico de ese príncipe colectivo tiene que ser también un intelectual colectivo: una organización que lee, piensa, debate, escribe, publica y vence, no sólo en el debate de ideas, sino en todos los órdenes.

La obra de Antonio Gramsci fue siendo publicada poco a poco después de su muerte, y más lentamente, introducida en castellano en Nuestra América. Ya Roque Dalton se burlaba de la falta de madurez del Partido Comunista salvadoreño para leer a Gramsci, con una canción de la italiana Gigliola Cinquetti: “No tengo edad, no tengo edad para amarte”… El optimismo de mi voluntad me dice que ya tenemos la edad suficiente, apenas 500 años después de Maquiavelo y menos de 100 años después de Gramsci.

Sería importante superar la retórica de la intransigencia que asegura que si nos organizamos, seremos presas de un centralismo autoritario, que nos hegemonice, homogenice y pasteurice. El reto es cómo lograr la solidez y fuerza de una organización, sin el autoritarismo, ni la rigidez ni la muerte del pensamiento que generan dictaduras y totalitarismos. Sin embargo, no organizarnos nos hace presas de la derecha capitalista, pues ella sí se organiza y hace uso de toda su fuerza.

Fuente de la información e imagen: https://zapateando.wordpress.com

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Regreso a clases y educación híbrida

Por: Miguel Casillas

El proceso de regreso a clases presenciales en el nivel universitario es muy diferente que el de la educación básica y se enfrenta a distintos desafíos. Estamos hablando de una población adulta, mayoritariamente vacunada contra la Covid-19, que enfrenta con incertidumbre el retorno a las actividades presenciales.

La incertidumbre deriva de la falta de claridad sobre las condiciones y modalidades de la nueva enseñanza. Las autoridades universitarias no han asumido su responsabilidad para orientar con claridad a las comunidades. Después de año y medio sigue el desconcierto y ahora el regreso a las actividades presenciales es muy confuso.

En efecto, más allá de los controles sanitarios, de medir la temperatura de las personas y de repartir gel para las manos, de establecer números clausus para la cantidad de estudiantes en un aula o de determinar el aforo máximo de bibliotecas y otros espacios universitarios, el problema del regreso a clases es un problema pedagógico, un desafío educativo.

Primero porque la pandemia no sólo no ha terminado, sino que no va a terminar pronto; lo que supondrá que conservemos las medidas de sana distancia y no sería descabellado que los semáforos epidemiológicos volvieran a subir de color y entonces se activaran los protocolos que restringen la movilidad y la reunión de las personas.

Segundo, porque los estudiantes y profesores ya no son los mismos que en el pasado cercano previo a la pandemia. Esta nueva generación de estudiantes ha terminado su bachillerato, iniciado o continuado sus estudios superiores de modo remoto, haciendo uso intensivo de las TIC, y por más que las universidades intenten un regreso al pasado, los jóvenes ya no son los mismos. Los profesores por su parte tuvieron que aprender rápidamente y de modo improvisado dar continuidad al trabajo académico de modo virtual; dando clases en línea utilizando sistemas de videoconferencia y aprendiendo a usar las plataformas de enseñanza; asesorando a los alumnos las 24 horas del día y por una diversidad de medios; llenando informes, formatos y reportes ahora electrónicos; sosteniendo frecuentes reuniones de trabajo; elaborando documentos compartidos; divulgando sus resultados de investigación en medios primordialmente electrónicos.

El regreso a las actividades presenciales no puede ser un regreso al pasado, a las viejas y tradicionales prácticas de enseñanza, a las prácticas autoritarias, al predominio del discurso magisterial, a los procesos analógicos de estudio y producción académica. En estos casi dos años de pandemia, los estudiantes y profesores han establecido nuevas formas de trabajo y de estudio, ha bajado el tiempo de rollo y se descansa mucho más en el trabajo autónomo de los estudiantes. El acceso a libros y artículos en formato electrónico ha facilitado el acceso a bienes culturales que antes eran muy selectos, además se ha complementado con miles de recursos educativos virtuales, con la expansión del video como recurso de aprendizaje y con la difusión masiva de infografías y recursos multimedia.

Las maneras de trabajar colectivamente se transformaron; ahora se usan masivamente los mensajeros y las redes sociales como espacio de trabajo, es usual y frecuente que se organicen reuniones de equipo a través de videoconferencias, que se elaboren documentos de modo colaborativo y en línea, que se envíen y reciban archivos de todo tipo para preparar las tareas escolares.

El pase de lista, el dictado y otras prácticas convencionales perdieron sentido; el autoritarismo y el hostigamiento se confrontan con una cámara apagada, y hay la libertad de tomar clases un pijama. Hay nuevas formas de participación en interacción académica, el chat de las videoconferencias es utilizado con libertad para comentar y participar, lo mismo que los foros en los mensajeros y las redes sociales. El uso de un libro de texto único está desapareciendo, el cuaderno de apuntes está siendo sustituido por el celular con el que se toman fotos y se graba video, se toman notas de voz o escritas, con el que puedes navegar y buscar los términos y conceptos que antes sólo se adquirían en los libros en papel.

El regreso a las actividades presenciales debe ser gradual y desde una perspectiva progresista incorporar los aprendizajes y las ventajas que ya experimentamos durante la pandemia. En términos pedagógicos, suponer que se puede volver al pasado es absurdo y expresa una actitud profundamente conservadora.

Si no es reductible a un problema sanitario, tampoco ha entendido nada quien supone que el asunto de la educación híbrida es una cosa de cables, fierros y cámaras. No es un asunto técnico y es un error conceptual dicha reducción.

De lo que se trata, afirman Kuklinski y Cobo en su libro Expandir la Universidad más allá de la enseñanza remota de emergencia, es de “eliminar definitivamente la barrera entre la formación presencial y virtual, y diseñar la experiencia académica como una única línea de tiempo narrativa multimedia expandida donde el docente y los estudiantes puedan servirse de modo colaborativo de lo mejor de ambos mundos, con un inventario de contenidos propios y externos surgidos de una intensa curaduría y ajustados a una secuencia de aprendizaje, como ha propuesto el Banco Mundial durante la pandemia refiriéndose a la educación básica”.

Fuente de la información: https://www.educacionfutura.org

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STEAM, un paso más allá de STEM

Por: Sofía García-Bullé

La educación en las ciencias se vuelve más integral cuando intersecciona con las artes y las humanidades.

La educación en las ciencias es un pilar de la formación didáctica para generar habilidades como la innovación, la lógica, solución de problemas, habilidades de investigación, colaboración, creatividad y demás estructuras cognitivas necesarias para el desarrollo de los estudiantes. En artículos anteriores hemos hablado sobre la importancia de la educación STEM, proyectos que la potencializan y la participación de niñas y mujeres en esta esfera del conocimiento.

Las siglas en inglés del término STEM, significa ciencia, tecnología ingeniería, y matemáticas, el término comenzó a utilizarse aproximadamente a principios del siglo XXI para referirse a carreras y currículos centrados en el ejercicio de las ciencias exactas.

Recientemente, se agregó la letra “A” al acrónimo para designar la disciplina del arte y completar el término para abarcar esta disciplina, ¿qué significa esto para el movimiento STEM y la educación en este rubro?

La integración del arte y las ciencias

El enfoque inicial del movimiento STEM y las habilidades que desarrolla parecía bastante completo, pero su punto ciego era una presencia escasa de las artes y las humanidades. Esto resultó en una disminución de los fondos destinados a su gestión y el problema de una comunidad estudiantil con pocas opciones de carrera que se relacionarán con artes.

Hacer espacio dentro para el arte y el diseño trae consigo beneficios que enriquecen a la educación con base en las ciencias. Además de las habilidades proporcionadas por una educación STEM, el progreso hacia STEAM abre el camino para adquirir facultades propias de disciplinas de artes y humanidades como el diálogo, el pensamiento crítico, la comunicación asertiva y la empatía entre otros.

Las artes también sirven al propósito de presentar a los programas de carrera y ciencia de una forma más atractiva, aprovechar las intersecciones entre las ciencias y las artes al momento de crear currículum y armar las clases. Además es crucial para que el proceso de aprendizaje sea más entretenido y ligero.

¿Cómo se ve un proyecto con STEAM bien aplicada?

El equipo mexicano de robótica Quantum Robotics está conformado por 29 estudiantes del Tec de Monterrey y el Instituto Politécnico Nacional. Los alumnos cubren un total de diversas áreas de conocimiento, entre las que se cuentan mecánica, electrónica, programación, planeación, ciencias biológicas, telecomunicaciones, gestión de negocios, tiempo y recursos, comunicaciones públicas, entre otras.

En artículos anteriores, hablamos de cómo los estudiantes trabajaron en conjunto para construir un robot capaz de explorar la superficie de Marte: Rover-to, cariñosamente apodado por los jóvenes, es un vehículo autónomo diseñado desde cero por los alumnos para participar en concursos internacionales como el Canadian International Rover Challenge y el University Rover Challenge 2022.

Lo que más llama la atención del impresionante proyecto de pasión mexicano no son sus especificaciones técnicas, sino la creatividad con la que le dieron nombre. “Rover-to es resultado de un trabajo conjunto. Quienes le damos vida quisimos bautizar a nuestro robot así en homenaje al idioma español y a la cultura mexicana”, explicó Michelle Sánchez co-fundadora y líder de negocios para el equipo, en entrevista con Forbes México. La también alumna del Tec de Monterrey agradeció a la institución por el apoyo a cada uno de los miembros del equipo, agregando que cada uno de ellos colabora con atributos y habilidades vitales para el éxito del proyecto.

Una acción tan simple como  la de nombrar un vehículo autónomo es suficiente para denotar la diferencia entre lo mucho que amplía la perspectiva cuando se admite un espacio para las artes y las humanidades en el ejercicio de la ciencia. Los participantes del equipo fueron suficientemente creativos para encontrar una forma de englobar su vínculo con la cultura mexicana y homenajear la historia de los Rovers, que han sido invaluables en el descubrimiento y exploración del suelo marciano.

Este es el tipo de detalle que distingue a un proyecto, mantiene alta la moral, facilita el aprendizaje y la colaboración, a grandes rasgos aportaciones pertenecientes al terreno de la intersección entre las artes, las humanidades y las ciencias. Recientemente el equipo inter-universitario participó en la Feria Aeroespacial México (FAMEX) 2021, esto como preparación para competencias como el University Rover Challenge 2022.

“Los integrantes de Quantum Robotics contaron con un stand en el que tuvieron la oportunidad de presentar a Rover-to, así como su misión de promover las actividades #STEAM en los niños y jóvenes mexicanos”, informó la profesora Elizabeth Toriz, mentora de los estudiantes, para el Observatorio. La profesora agregó que las conferencias y los cursos para la difusión de las ciencias son una parte fundamental para el plan de desarrollo del equipo al que apoya.

Actualmente Quantum Robotics se encuentra en búsqueda de patrocinadores para potencializar más proyectos como el de Rover-to. Si te interesa saber más sobre cómo puedes apoyar, consulta en la sección de contacto en su página.

¿Habías oído hablar sobre educación STEAM antes? ¿Qué beneficios crees que puede generar integrar las artes y las humanidades a la formación en la ciencia? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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¿Por qué el patriarcado nos roba el placer y los orgasmos?

Por Coral Herrera Gómez

Fuentes: https://www.eldiario.es

El placer de las mujeres es el epicentro del patriarcado. Un cuerpo que goza por sí mismo, que no se ofrece a las necesidades sexuales y reproductivas de los hombres, es un cuerpo rebelde.


Cuando empezamos a cultivar la tierra, los hombres la convirtieron en propiedad privada para poder explotarla y transmitirla en herencia a las nuevas generaciones. Después le tocó el turno a los animales: domesticaron a unas cuantas especies, empezaron a explotarlas, a hacer negocio con ellos y, sobre todo, con ellas. Las hembras que podían multiplicar las cabezas de ganado.

Después nos tocó a nosotras: las mujeres fuimos encerradas en el espacio doméstico, perdimos nuestro derecho a controlar nuestra sexualidad y nuestra reproducción. Fuimos obligadas a ser monógamas de por vida.

Los hombres patriarcales nos robaron el placer: nuestros cuerpos solo debían servir para hacer negocios entre ellos y para la explotación sexual, reproductiva, doméstica y laboral. Hasta el hombre más pobre de la Tierra tiene una criada personal que le cuida y le cubre sus necesidades sexuales.

A nosotras nos matan por tener sexo antes del matrimonio y por ser infieles dentro del matrimonio, incluso en los países en los que ya no es legal asesinar a tu esposa bajo ningún concepto.

Pero antes de matarnos, sufrimos otro tipo de castigos.

A las niñas, en la infancia y la adolescencia, nos ofrecen toneladas de romanticismo, pero no nos hablan de sexo. La primera vez que me hablaron de sexo en la escuela fue para advertirme de lo peligroso que era: podías quedarte embarazada y enfermar gravemente.

Nadie me explicó que el sexo, cuando estás llena de deseo y eres correspondida, es uno de los mayores placeres de la vida.

Nadie me explicó que el sexo, cuando no odias tu cuerpo y no estás en guerra contra él, es una de las pasiones más grandiosas y divertidas del mundo.

A mí no me hablaron de las delicias del sexo, pero al menos no me machacaron psicológicamente como a mis abuelas, que estuvieron sometidas al sadismo de la religión católica que las amenazaba con quedarse ciegas o sordas por masturbarse, que les hablaba de su cuerpo como un antro de pecado, que les metían miedo con la posibilidad de ir al infierno por tocarse y por tocar a otras mujeres y hombres.

Nuestras madres también sufrieron esta pesadilla, pero tuvieron la suerte de poder vivir la revolución sexual de los 70 del siglo XX. No solo se desligó el sexo de la reproducción con la comercialización de los preservativos y las píldoras, sino que también pudimos liberarnos de la culpa y del pecado.

De esta revolución sexual pudieron beneficiarse unas pocas mujeres en el mundo: mujeres de países desarrollados que vivían en las ciudades, mayoritariamente. La gran mayoría de las mujeres del mundo viven aún bajo el yugo de obispos, curas y pastores misóginos que las bombardean con los mismos mensajes que a nuestras abuelas. Para muchas niñas y adolescentes, su primera experiencia sexual sigue siendo una violación, generalmente perpetradas por sus padres, padrastros, abuelos, hermanos, tíos y primos. No solo las violan con diez años de vida: las obligan a casarse con sus violadores y las obligan a parir. Si no mueren en el parto, las torturan a sufrir una maternidad no deseada para toda su vida.

Millones de mujeres jóvenes en el mundo siguen sin recibir educación sexual y emocional en las escuelas, y no tienen acceso a anticonceptivos. Siguen muriendo todos los días mujeres por abortos clandestinos. Sus cuerpos no son suyos: lo único que pueden hacer con ellos es cedérselo a hombres para que hagan negocios entre ellos. El cuerpo de las mujeres pobres es una mercancía que los hombres utilizan para ganar dinero. Traficar con los cuerpos de mujeres pobres y con sus bebés es uno de los negocios más lucrativos del mundo.

Por eso, un cuerpo de mujer que no está al servicio del placer del hombre, es un lugar de resistencia a la violencia del patriarcado y el capitalismo. El cuerpo que no se vende, el cuerpo que no se puede usar y tirar, el cuerpo que no se ofrece a la mirada y al deseo del hombre, es un cuerpo subversivo.

Y por eso el placer de las mujeres es el epicentro del patriarcado. Un cuerpo que goza por sí mismo, que no se ofrece a las necesidades sexuales y reproductivas de los hombres, es un cuerpo rebelde, y pone en peligro todo el sistema de dominación masculina.

¿Cuántas mujeres en el mundo podemos gozar de nuestro erotismo y sexualidad sin miedo?, ¿cuántas podemos elegir nuestra maternidad?, ¿cuántas podemos elegir a nuestras compañeras y compañeros sexuales? Somos muy pocas.

Nuestros cuerpos no son para nosotras: son para el marido, para el putero, para el proxeneta, para el adicto al porno, para los dueños de las clínicas reproductivas o de identidad de género, para los dueños de las clínicas de belleza, pero no son para nosotras.

Nos disciplinan para que nos torturemos a nosotras mismas pasando hambre con dietas extremas, entrando en los quirófanos para quitarnos trozos de carne y de piel, entrenando durante horas el cuerpo para que luzca firme, musculoso y bello.

Nos amenazan con la idea de que, si nuestros cuerpos no gustan a los machos, no vamos a conseguir marido, ni trabajo, ni familia feliz y, por tanto, vamos a quedarnos excluidas, en los márgenes del sistema y solas.

Nos crían para que nuestro objetivo en la vida sea despertar el deseo y subir la libido de los machos, y nos dan a elegir: podemos ofrecernos a un solo macho para formar pareja o a varios. Lo importante es que gustemos, que nos arreglemos, que invirtamos toneladas de dinero, de energía y de tiempo en estar bellas, y que nos ocupemos y nos preocupemos del placer masculino.

¿Y qué pasa cuando reivindicamos nuestro derecho al placer? Que somos unas degeneradas, y unas putas. Es el insulto preferido para castigar a las mujeres libres: nos rebajan a la categoría de mujer mala, mujer de usar y tirar, mujer que no merece respeto, para castigarnos a todas.

Es un mecanismo muy eficaz para que las mujeres nos olvidemos de nuestro placer, renunciemos a nuestros orgasmos, nos reprimamos a nosotras mismas, y nos entreguemos de por vida a satisfacer las necesidades sexuales de los hombres.

Hace poco un estudio de LELO, marca sueca de juguetes eróticos, declaraba que el 46% de las mujeres consultadas llegaba al orgasmo en la pareja heterosexual. Las que no logran alcanzarlo cuando están en pareja, el 29%, dijeron que no se relajaba lo suficiente como para poder disfrutar del sexo; un tanto por ciento de las mujeres no llegaba por culpa de la falta de estimulación clitoriana, y un 40% de las mujeres confesaron fingir sus orgasmos para no herir al macho.

¿Por qué las mujeres heterosexuales nos preocupamos más por el ego frágil de nuestros compañeros que por nuestro propio placer?, ¿por qué renunciamos a corrernos a gusto y le damos más importancia a los orgasmos masculinos que a los nuestros?

A los hombres les cuesta disfrutar del sexo y del amor porque no saben cómo hablar del tema. Están acostumbrados a hablar de sexo con otros hombres, generalmente para alardear de sus conquistas, no para intercambiar conocimientos en las artes del amor.

Con sus parejas femeninas les cuesta aún más porque no están acostumbrados a escuchar a una mujer hablar de su placer, de su deseo, de sus fantasías, de sus oleadas, de sus orgasmos múltiples.

Nosotras hablamos mucho de sexo con nuestras amigas. Con los hombres no podemos hablar porque la mayoría de ellos se asustan y sus penes se hacen pequeños cuando se ven frente a una mujer libre. Así que tenemos que tener cuidado porque si creen que somos mujeres para follar, no se van a enamorar de nosotras: la mayoría de los hombres siguen creyendo que hay mujeres buenas y malas, y que las malas son de usar y tirar.

La masculinidad patriarcal es muy frágil y a los hombres les cuesta disfrutar del sexo porque creen que su obligación como macho es eyacular para demostrar su hombría. Les falta humildad, curiosidad y generosidad: no preguntan a las mujeres qué es lo que les gusta en el sexo por miedo a no dar la talla, y aunque se avergüenzan de su ignorancia, les cuesta preguntar y prefieren aparentar que son machos potentes que saben complacer perfectamente a sus parejas.

Nosotras hacemos como que nos complacen para que no se sientan mal.

Pero lo cierto es que estas mentiras piadosas solo sirven para que los machos mantengan su ego y no aprendan jamás a dar placer a una mujer.

¿Qué ocurre cuando nos atrevemos a decirle a nuestra pareja lo que nos gusta y lo que no, cuáles son nuestras fantasías y dónde están nuestros límites? Que los hombres se sienten incómodos porque tienen miedo a la mujer libre que conoce y ama su cuerpo.

Cuando nosotras reivindicamos que somos algo más que agujeros, estamos pidiendo un trato humano, y eso a muchos hombres les parece humillante.

Nuestros orgasmos no son nuestros porque su fin es hacerle creer al macho que es potente y grandioso. El macho generalmente disfruta solo cuando la mujer se somete, se pone de rodillas, y se olvida de sí misma. El macho no disfruta con el sexo, disfruta con el poder que siente teniendo frente a sí a una mujer sometida y humillada.

Los hombres con mucho apetito sexual son hombres.

Las mujeres con mucho apetito sexual somos ninfómanas.

No solo nos etiquetan como enfermas, también como locas, histéricas, brujas, zorras, putas, degeneradas. Por eso desde que somos pequeñas aprendemos a reprimirnos y a silenciarnos, y a poner el cuerpo al servicio de los demás.

No solo nos reprimen los hombres: la voz del Señor patriarcal que habita en nuestro interior también nos regaña cuando estamos demasiado calientes, cuando estamos demasiado ardientes, cuando nos corremos como posesas, y cuando nos ponemos reivindicativas.

Los abusos sexuales y las violaciones que sufrimos en nuestra infancia sirven para que las mujeres entendamos que nuestros cuerpos no son nuestros, que en ellos manda el médico, el cura, el profesor, el padre, el abuelo, el vecino y el marido, y que son ellos los que nos quitan la inocencia y la virginidad.

Otra forma de disciplinamiento y tortura que sufrimos las mujeres es la violencia obstétrica: el embarazo y el parto son experiencias sexuales que siguen estando controladas por los hombres. Ginecólogos, enfermeros y personal sanitario ejercen esta violencia contra nuestros cuerpos para que tengamos claro que quienes mandan son ellos. Cuando nos quitan a los bebés recién nacidos lo hacen para que tengamos claro quién manda sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, y para que los bebés sufran desde el primer minuto el poder del Estado y del Patriarcado.

El objetivo final es que vivamos en guerra con nuestros cuerpos y renunciemos a nuestro derecho al placer, para dedicarnos a complacer a los machos. Por eso nos torturan y nos machacan: no hay nada más amenazante para el Patriarcado que las mujeres que gozan.


Fuente: https://www.eldiario.es/pikara/patriarcado-roba-placer-orgasmos_132_8434191.html

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Una guía de falsas soluciones para la COP 26

Por: Silvia Ribeiro

La publicación «Engañados en el Invernadero» revela las maniobras de las empresas y gobiernos respecto del reduccionismo de los problemas ambientales al carbono, la financiarización de la naturaleza y un creciente utopismo tecnológico; y propone ir hacia una justicia ambiental, con una mirada transversal que aporte soluciones verdaderas.

“Para ir a la raíz de las injusticias ambientales y climáticas injusticias ambientales y climáticas hay que confrontar más de cuatros siglos de imperialismo colonial, opresión ininterrumpida del patriarcado y supremacía blanca, y la actual expansión del capitalismo industrial, neoliberal y globalizado.” Así comienza la introducción del material de formación popular Engañados en el invernadero, elaborado por un amplio grupo de organizaciones de base indígenas, sociales, campesinas, urbanas, ambientales de América del Norte, entre ellas la Red Ambiental Indígena, el Proyecto Global de Justicia Ecológica, la Red por Justicia Energética, la Alianza por una Transición Justa y otras.

Hace más de una década se propusieron explicar en lenguaje sencillo la injusticia ambiental y climática, develando las maniobras de las empresas y gobiernos con las llamadas “falsas soluciones”propuestas tecnológicas, de manipulación de la naturaleza y financieras, que no tienen nada de “soluciones” sino que están diseñadas para lo contrario: evitar exponer, y mucho menos cambiar, las causas de la injusticia ambiental. Y en ese camino inventar nuevos negocios con esos tramposos mecanismos.

Este colectivo de organizaciones presenta ahora la tercera edición de un material revisado y aumentado, que es especialmente útil frente a la próxima reunión de la ONU en Glasgow (COP 26 del clima), por la que pronto nos inundarán con titulares catastróficos y engañosos.

MARIE HIPPENMEYER / Telam

¿Cuáles son las «falsas soluciones» y por qué resistirlas?

El fondo del trabajo de las organizaciones es mucho más que la reacción ante propuestas del capitalismo sobre el clima. Como lo dicen desde el comienzo, se plantean una crítica al colonialismo, al patriarcado, al racismo implícito. Como parte de la información que necesitamos para entender y resistir las múltiples trampas del capitalismo, este material colectivo se enfoca en revisar una amplia lista de “falsas soluciones” climáticas.

Desde propuestas que ya llevan años, hasta otras más recientes, el libro presenta brevemente de qué se trata cada propuesta o tecnología, los impactos que tiene y por qué debemos resistirlas. Toma los problemas como fijar precios al carbono, las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza”, y actividades como: la bioenergía, la extracción y quema de gas natural y fracking, la producción de energía a partir de hidrógeno, de rellenos sanitarios, de incineración de residuos, la energía nuclear, energía hidráulica, las técnicas de geoingeniería, captura de carbono y las energías renovables. En este último caso, cuando son llevadas por empresas y no como un recurso de las comunidades y pueblos, en sus propias condiciones y con el conocimiento que tienen del medio.

Es un material muy útil en la vorágine de temas en que todas y todos estamos, ya que es sintético pero con información sólida, y nos guía con mano solidaria en la oscuridad que ha generado el teatro de las “falsas soluciones” climáticas. Especialmente cuando la discusión climática sigue creciendo y cada vez hay más términos que están diseñados para que no entendamos lo que realmente está pasando o para hacernos creer que con sus propuestas de alto riesgo se puede resolver el calentamiento global.

Como lo llama el colectivo editorial, este libro es un poco como entrar en la caja de Pandora de las propuestas climáticas falsas, diseñadas para lucrar con las crisis, pero es útil para entenderlas y resistirlas.

Justicia climática y soluciones verdaderas

El colectivo editorial reflexiona también sobre lo ocurrido desde el año en que publicaron la primera edición: “Estamos viendo una alarmante tendencia hacia una ‘política de la desesperanza’, incluso dentro de algunos movimientos, donde el capitalismo del desastre, junto con la ceguera del reduccionismo del carbono —que reduce todo a medir carbono, en lugar de ver las múltiples crisis—, la financiarización de la naturaleza y un creciente utopismo tecnológico, han fomentado la proliferación de esquemas falsos que se benefician económicamente del deterioro climático”.

“Incluso el simbólico Acuerdo de París celebrado en Naciones Unidas en 2015 ha servido en gran medida para habilitar y promover una serie de estafas tecnológicas corporativas, mecanismos del mercado de carbono y de impuestos al carbono”, agregan.

Por otra parte, reflexionan sobre la organización contra la “política de la desesperanza”: “Hoy más que nunca, el centro de gravedad de los movimientos por el clima ha virado hacia una perspectiva basada en la justicia climática, en la cual no distinguimos entre la guerra global contra la biodiversidad emprendida por la avidez de las corporaciones y las guerras contra las culturas, las cosmovisiones, las comunidades y los cuerpos de la gente oprimida en todo el mundo.”

Cuando el problema se enmarca bajo la premisa de la justicia climática, la crisis climática deja de reducirse al simple hecho de contabilizar carbono. “Movimientos de base liderados por comunidades de todo el mundo proponen una mirada transversal sobre la economía —sobre la explotación de la tierra, del trabajo y los sistemas vivientes, la erosión de las semillas, el suelo, la historia y el espíritu— y buscan promover soluciones verdaderas a nuestro alrededor, todos los días, en diversas fuentes: desde el conocimiento tradicional indígena, la soberanía alimentaria, la desmercantilización de la tierra, la vivienda y la atención médica, hasta la abolición del complejo militar industrial que pretende extraer hasta la última de gota de combustible fósil de la Madre Tierra”.

En ese tono concluyen: “También en la transición justa y la democracia energética, que procuran impulsar energías democratizadas, descentralizadas, no tóxicas y descarbonizadas para alimentar nuestra vida, y en la justicia transformativa, con la cual respondemos al trauma y la violencia.”

Silvia Ribeiro, directora para América Latina del Grupo ETC

Nota publicada originalmente en: Desinformémonos

El libro se pueden descargar libre en el sitio https://climatefalsesolutions.org/ 

Título original: ¿Atrapados en el invernadero? . Edición: Tierra Viva

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/una-guia-de-falsas-soluciones-para-la-cop-26/

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Cumbre climática a prueba de fuego

Por: Sergio Ferrari

Clima vs sistema

Aunque el planeta agoniza, los remedios son insuficientes. La comunidad internacional intenta de nuevo, esta vez en Glasgow, Escocia, lanzar una terapia. Lamentablemente, casi inofensiva en relación al diagnóstico.

Gran parte del mundo científico y el movimiento ambientalista consideran este esfuerzo como la última oportunidad para frenar el ya irreversible aumento de la temperatura terrestre. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), organizada en esta ocasión por el Reino Unido en colaboración con Italia, empieza este domingo 31 de octubre y se extiende hasta el 12 de noviembre.

El ABC de Glasgow

La Conferencia de las Partes –de ahí la sigla COP– de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático es una cita anual en la cual representantes gubernamentales de alto nivel discuten y negocian eventuales propuestas para reducir el calentamiento global.

Esta 26ª sesión reunirá, según los organizadores, a delegados de casi todos los países que integran el sistema de Naciones Unidas; entre ellos, un centenar de jefes de Estado y de Gobierno. También expertas-os en el tema ambiental, dirigentes empresariales, representantes de Organismos No Gubernamentales (ONG) y de la sociedad civil en general (https://unfccc.int/es/process-and-meetings/conferences/conferencia-sobre-el-cambio-climatico-en-glasgow).

Todo anticipa que será un vértice particularmente trascendente ya que, a pesar de los seis años transcurridos desde la adopción del Acuerdo de París en la COP21, los esfuerzos implementados hasta ahora para limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius han resultado insuficientes. (https://unfccc.int/files/essential_background/convention/application/pdf/spanish_paris_agreement.pdf).

Para el mundo científico, esta cifra –1,5 grados Celsius– constituye el umbral límite o punto de ruptura, superado el cual el cambio climático podría tener impactos dramáticamente irreversibles tanto para el ser humano como para la naturaleza. Los recientes incendios, olas de calor, inundaciones y otras catástrofes naturales cada vez más intensas exigen una acción climática urgente y mancomunada.

El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, del 9 de agosto del año en curso, es contundente. Afirma que “Muchos de los cambios observados en el clima no tienen precedentes en miles, sino en cientos de miles de años, y algunos de los cambios que ya se están produciendo, como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir hasta dentro de varios siglos o milenios” (https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/ ).

En dicho informe se ofrecen nuevas estimaciones sobre las probabilidades de sobrepasar el nivel de calentamiento global de 1,5 ºC en las próximas décadas, y se concluye que, a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de manera inmediata, rápida y a gran escala, “limitar el calentamiento a cerca de 1,5 ºC o incluso a 2 ºC será un objetivo inalcanzable”.

Otro tema clave de la agenda de la COP26 de Glasgow será la financiación climática, es decir, la ayuda que los países industrializados han prometido proporcionar a aquellos más afectados por el calentamiento global, casi siempre las naciones en vías de desarrollo. Todavía se está muy lejos de los 100.000 millones de dólares anuales anunciados en 2009 en la Conferencia sobre el Cambio Climático de Copenhague, Dinamarca, para el financiamiento de proyectos de reducción de emisiones y de adaptación climática en las regiones de menos recursos.

El Acuerdo de París como espejo

¿Es posible que una eventual “terapia” surgida de la Conferencia de Glasgow ayude a recuperar el tiempo que se ha desaprovechado en la lucha contra el calentamiento planetario? ¿O será un mero espejo que se mire en París 21 pero sin superarlo, con propuestas consensuadas y promesas que no responden a la agonía?

El objetivo principal del Acuerdo de París del 12 diciembre de 2015 establece que el aumento de la temperatura terrestre, en este siglo, no supere los 2 grados centígrados – siempre en relación con los niveles preindustriales. E incluso propuso que se redoblaran los esfuerzos mundiales para intentar que dicho incremento sea como máximo de 1,5 grados centígrados.

Esta meta incluye la necesidad de un salto significativo de cada país para hacer frente a los efectos del cambio climático, limitar sensiblemente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y lograr el financiamiento necesario para hacerlo posible. Por otra parte, establece informar periódicamente sobre sus respectivos niveles de emisión y sus esfuerzos por poner lo acordado en práctica, además de realizar cada cinco años y en forma conjunta un inventario mundial para evaluar el progreso colectivo en el cumplimiento de dichos compromisos.

Con todo esto en mente, lo acordado en París fue como un mandato para que los países desarrollados siguieran asumiendo una responsabilidad principal mediante objetivos de reducción absolutos para toda la economía, mientras que los países en desarrollo continuaran intensificando sus esfuerzos de mitigación.

Dicho Acuerdo quedó abierto a la firma el 22 de abril de 2016 –Día de la Tierra– en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York. Meses más tarde, el 4 de noviembre de 2016, entró en vigencia, treinta días después de que se cumpliera con el “doble criterio”, es decir, su ratificación por 55 países que representan al menos el 55% de las emisiones mundiales. Desde entonces ha sido suscripto por 192 países.

A juzgar por los resultados alcanzados, ni el Acuerdo de París ni los esfuerzos posteriores han dado los resultados proyectados. Los análisis retrospectivos sugieren que, aun si se hubieran cumplido las promesas asumidas en París en 2015-2016, solo se habría limitado el aumento de la temperatura a menos de 4° C, muy lejos del tan proclamado aumento máximo de 1.5 grados. Es decir, los compromisos asumidos por los Estados en ese momento eran ya insuficientes para lograr las metas planteadas.

Según Alok Sharma, presidente entrante de la COP26, “Ha habido progreso, pero no lo suficiente. Es por eso que necesitamos, especialmente, que los mayores emisores, las naciones del G20, presenten compromisos más fuertes para 2030 si queremos mantener el objetivo del 1,5° C durante esta crítica década».

Promesas (casi) imposibles

Los compromisos climáticos más recientes de varios países de aquí al año 2030 “no son suficientemente ambiciosos y ponen al mundo en camino a un aumento de temperatura este siglo de por lo menos 2,7° C”, señala el último Informe sobre la Brecha de Emisiones del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), publicado el 26 de octubre.

Los anuncios a nivel nacional hechos hasta ahora permitiría una escasísima reducción: tan solo un 7,5% de las emisiones previstas para 2030 (https://www.unep.org/es/resources/emissions-gap-report-2021). “Para mantenernos en la ruta hacia el objetivo del 2° C deben asegurarse reducciones de emisiones del 30%”. Si se pretende alcanzar el objetivo de 1,5%, se necesitarían reducciones en el orden de un 55%. Nuevamente, de cara a la COP26, las promesas de las Partes no corresponden con los objetivos acordados. Se repite así la larga historia de respuestas tibias para salvar un planeta en llamas.

Al presentar el informe de PNUMA, algo así como un marco de referencia conceptual para la Cumbre de Glasgow, Inger Aderson, la directora de dicha organización recordó que «el cambio climático ya no es un problema del futuro. Es un problema ahora». PNUMA insiste en que sólo disponemos de ocho años de oportunidad para limitar el calentamiento global a 1,5° C mediante la reducción a casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero. Menos de una década para hacer planes, implementar políticas y, finalmente, presentar resultados tangibles. “El reloj avanza rápidamente», subraya este organismo internacional.

Al pasado 30 de septiembre, 120 países, responsables de poco más de la mitad de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, habían comunicado nuevas metas, actualizadas. Adicionalmente, tres miembros del G20 (las 20 naciones más desarrolladas) anunciaron nuevas promesas de mitigación para 2030. En su evaluación del informe del 26 de octubre, Alok Sharma, consideró que, si los países cumplen con sus metas pautadas para 2030 y los compromisos de cero emisiones anunciados, “estaremos dirigiéndonos hacia aumentos promedio de la temperatura global de poco más de 2° C”.

Dos visiones en conflicto

La Cumbre de Glasgow tiene tanto de laberinto como de encrucijada para el clima planetario. Y mucho más de sofisma, una falacia construida sobre la base de promesas que la gran mayoría de las naciones sabe que realmente no podrán cumplir.

La COP26 desnuda, además, el choque de dos concepciones confrontadas. La visión de una “institucionalidad” onusiana, con propuestas a mediano y largo plazo, a pesar de que el mundo científico viene diagnosticando, desde años, la gravedad extrema de la enfermedad. Y, enfrente, la visión de una buena parte de la sociedad civil planetaria –movimientos ambientalistas, ONG de desarrollo, sindicatos, redes y plataformas–, que se movilizará críticamente en las calles de Glasgow durante la COP26, que insiste en la “urgencia climática” como clave de interpretación de una sociedad humana en carrera acelerada hacia su propia desaparición.

No sorprende, entonces, que una de las principales consignas comunes de los millones de jóvenes movilizados en los últimos años en torno a la “huelga del clima” lo describa con elocuencia: “No hay que cambiar el clima, sino el sistema”.

Cumbre climática a prueba de fuego

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