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Es hora de pensar en grande frente al desarrollo educativo y científico de Norte de Santander

Por: Jorge Ramírez.

 

 

Cuando se analizan los factores determinantes de la educación de calidad en Colombia; diversos estudios muestran que la formación docente y la inversión en educación son elementos detonantes de esta.

Los estudios muestran que existen otros  factores asociados a la calidad como la gestión, la planeación y la evaluación integral de instituciones y de programas educativos, aplica para los casos de la gestión del conocimiento y de la información en distintos niveles: primario, secundario y universitario, con el fin de desarrollar contenidos curriculares y extracurriculares pertinentes y de excelencia académica que facilitan que los niños y los jóvenes tengan un desarrollo integral en sus vidas.

Valga decir que Norte de Santander tiene enormes retos en lograr que la educación dentro de su sistema sea de calidad.

Expongo los argumentos.

Teniendo en cuenta que colegios y universidades han adoptado sistemas de aseguramiento de la calidad en procesos administrativos y en el manejo de los recursos financieros, debe decirse que la educación de calidad no se resume exclusivamente a esto, esta forma unívoca de entender la calidad ha llevado a que el sistema educativo nortesantandereano haya avanzado más rápido en la adopción de “normas ISO de calidad” y en menor medida en educación de calidad en su contenido académico, científico y en innovación.

Por ejemplo en los niveles de educación inicial, primario y secundario existen pocos antecedentes en logros en aseguramiento de la calidad institucional.

Pese a que es función de las secretarias de educación. En tal sentido, los avances están enfocados en el diseño e  implementación de planes de mejoramiento, sin ningún tipo de evaluación externa sobre su pertinencia, impactos o resultados.

Los resultados en aprendizajes en pruebas saber revelan que un pequeño grupo de colegios públicos y privados obtienen resultados superlativos. Mientras que la mayoría de los colegios alcanzan resultados muy regulares o deficientes (ICFES, 2018).

En el caso de la educación superior, ocurre algo parecido, Norte de Santander, cuenta con más de 280 programas universitarios y menos del 10% posee acreditación de calidad.

Mientras que una universidad ha logrado la acreditación institucional, como es el caso de la Universidad Libre a nivel multicampus; el resto se encuentran en proceso de autoevaluación con fines de acreditación, lo cual es un avance. Ahora en  cuanto a la oferta posgradual solo un programa ofertado desde instituciones de educación superior de Norte de Santander posee acreditación de calidad (CNA, 2019).

Esto puede llevar a pensar a los políticos, a los hacedores de política regional, al sector educativo y al sector privado a repensar la política educativa y a vincular los aspectos relacionados con el fomento y el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación en cuanto a su contenido estratégico: metas, objetivos, programas y proyectos, así como en lo referente a la orientación y uso de los recursos disponibles del sistema general de regalías que deberían fortalecer los aspectos misionales de los colegios y las universidades. Esto implica que los rubros de inversión en calidad educativa, en formación docente y en investigación son un insumo de la política y no las metas mismas como suele ocurrir.

En consecuencia, los cuerpos colegiados del CUEE y del CODECTI de Norte de Santander no pueden ser solo espacios de contemplación para sus miembros, sino, cuerpos colegiados con capacidad para incidir en la toma decisiones que eviten el uso inadecuado de los recursos públicos. En breve, es hora de pensar en grande frente al desarrollo educativo y científico de la región, ojalá nunca más en el lucro de pocos.

Fuente del artículo: https://www.laopinion.com.co/columna-de-opinion/es-hora-de-pensar-en-grande-frente-al-desarrollo-educativo-y-cientifico-de-norte#OP

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Ante la crisis ambiental que vivimos, es hora de repensar la forma en que enseñamos ecología

Por: .

 

La era de los contenidos digitales y las fake news ha traído consecuencias para varios rubros del conocimiento, algunos de estos vitales para nuestra supervivencia. Hoy en día, políticos y figuras de influencia tienen la libertad de pronunciarse incrédulos del cambio climático o fervientes creyentes de que las vacunas y el autismo en los niños están relacionados.

Este año, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, eligió a William Happer, conocido por su escepticismo ante el cambio climático, para dirigir la propuesta de un comité presidencial para la Seguridad Climática. Happer es solo uno de una larga lista de científicos con discursos problemáticos, algunos de ellos han conseguido los más altos honores que un académico puede tener, y aún así pueden sostener puntos de vista polémicos.

Kary Mullis, ganador del premio Nobel de química en 1993, y fallecido en agosto de este año, sostenía públicamente que el virus del SIDA no existía y que el calentamiento global era un invento de parásitos con títulos de economía o sociología. El discurso de Mullis puede ser conflictivo para muchos, pero es prueba de que la ciencia no solo se trata de datos, sino de la lectura que le damos, de la percepción con la que encuadramos los datos que registran los experimentos realizados.

Esa percepción puede estar sesgada o limitada sin importar cuántos grados académicos o premios se ganen. No podemos hablar de ciencia sin opinión o perspectiva humana. Pero, ¿qué pasa si esta opinión es guiada por fines personales o políticos? Si se acumula la evidencia de un apabullante daño ambiental que se acerca al punto de no retorno, ¿no sería entonces tiempo de reexaminar la perspectiva con la que encuadramos ecología y cómo la enseñamos?

El panorama actual

El año 2019 se ha caracterizado por diversos desastres ambientales consecutivos. Islandia anunció el derretimiento completo de un glaciar. La selva de las Amazonas en Brasil lleva 74,000 incendios en lo que va del año, (un aumento del 83 % en relación con el año pasado). También en Brasil se reportó otra pérdida catastrófica, más de 500 millones de abejas fueron encontradas muertas por apicultores en cuatro estados Brasileños debido al uso indiscriminado de pesticidas.

A la par de esto, las comunicaciones del presidente brasileño Jair Bolsonaro fueron desalentadoras. El mandatario se burló de la opinión pública sobre los desastres naturales y culpó a las ONG’s por los incendios en la selva amazónica. Desde cierto punto de vista esto puede entenderse como una politización innecesaria sobre casos de desastres naturales y temas ambientalistas. Una politización que nos lleva a experimentar todos estos sucesos ecológicos negativos sin preguntarnos, ¿qué los está causando realmente?

Los esfuerzos por una educación con conciencia ecológica

A la fecha no existen programas educativos estandarizados de carácter nacional en las escuelas públicas de ningún país para concientizar sobre el estado actual del medio ambiente y cómo tomar medidas para prevenir y/o frenar los avances del calentamiento global y las consecuencias de una contaminación sistemática.

Sin embargo, existen iniciativas en diversos países, tanto individuales como institucionales, para llevar el conocimiento científico sobre el medio ambiente a las escuelas.

Greta Thunberg / Foto: Bigstock.

Greta Thunberg / Foto: Bigstock.

La región norte de Tyne en Inglaterra, pretende convertirse en el primer lugar del mundo con un maestro acreditado para enseñar sobre el cambio climático en cada una de las escuelas primarias y secundarias de carácter público en la región. Esto se lograría capacitando a los docentes a través de un curso en línea que durará de 15 a 20 horas y cubrirá temas como las bases científicas del cambio climático, planeación para la adaptación, salud, bosques, finanzas del cambio climático y negociaciones internacionales.

En Canadá, cerca de 150 mil estudiantes dejaron de asistir a clases para tomar las calles el 15 de marzo de este año y demandar acciones más directas en la esfera gubernamental y social para combatir el cambio climático. Esta movilización de jóvenes interesados por combatir el cambio climático replica los objetivos de los Fridays for Future, un movimiento de concientización ambiental fundado por Greta Thunberg, una activista sueca de 16 años, quien después de participar en numerosas protestas en las afueras de su parlamento, actualmente acaba de terminar una travesía de dos semanas en la que cruzó el Océano Atlántico a vela (en lugar de tomar un avión debido a los dañinos carbonos emitidos por los aviones) y así sensibilizar el tema del cambio climático, sus consecuencias y el valor de educar para prevenirlo. Su última parada sería Chile, donde se reunirán representantes de alto nivel de 197 países del mundo para discutir sobre la condición ambiental actual y cómo mejorarla.

Ver imagen en Twitter

El primer paso para concientizar al mundo acerca de la problemática ambiental ya se está dando, el siguiente sería integrar formalmente esta intención en las escuelas. Y que de esta manera, los estudiantes puedan tener las herramientas para conocer qué es lo que le afecta al planeta y cómo ayudar a aliviar esos síntomas desde su capacidad individual hasta el esfuerzo colectivo.

Fuente del artículo: https://observatorio.tec.mx/edu-news/educacion-medio-ambiente

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Y tú, ¿por qué eres negro?

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Leyes secundarias: 10 puntos problemáticos

Por: Hugo Aboites
La propuesta de leyes secundarias tiene problemas de fondo, como por ejemplo:

1.Devolver al Estado la conducción de la educación se traduce en un desmedido fortalecimiento centralismo gubernamental. Significa cerrar espacios que existen en las entidades, poner en manos de la burocracia prácticamente todo, incluyendo la definición del procedimiento y la decisión de quién será admitido o promovido al servicio (Ley Sistema de Carrera para las Maestras y Maestros, 14). Aunque se contempla la participación del sindicato, sólo puede opinar. (49, IV).

2. Esa ley no integra abiertamente el transitorio 16 del tercero constitucional que establece el 123 como marco de protección de los trabajadores de la educación (118). Y no es casual que entonces la carrera que se supone es de las maestras y maestros más bien sirva para que se amplíen sustancialmente los campos de intervención de las autoridades y se limiten los derechos de los profesores. La ley enumera más de 70 nuevos ámbitos de participación y decisión para autoridades (artículos 15-23) más los 15 destinados a la contratación de nuevos maestros (49) y otros más a las promociones (54). En contraste en la carrera los derechos del maestro son pocos y no lo liberan del papel subordinado que le asignan las leyes (ver 108).

3. Se da prioridad a la contratación de egresadas/os de normales, pero con requisitos que dificultan el acceso: movilidad, cursos extracurriculares, experiencia adicional u otro idioma (LSCM, 49).

4. Se plantea establecer programas de estímulos e incentivos (Carrera Magisterial) que fomentan la diferenciación entre maestros, el interés particular y monetario y el poco aprecio por el trabajo y defensa colectivos (LSCM, artículos 8, VI y 54).

5. Avalancha evaluatoria. Como dichos incentivos se otorgarán a la maestra/o “valorando su contribución… en el aprendizaje de los niños” (LSCM, 8, VI) se vuelve necesaria la evaluación de los niños y niñas, cerca de 15 millones –como en la prueba Enlace– a lo que se agregaría la evaluación diagnóstica a todos los maestros que sería para todos, como la evaluación universal que no pudo imponer Calderón. El Centro para la Mejora Continua de la Educación se convierte, como el INEE, en el gran sujeto y excluyente evaluador (ver Ley del Sistema para la Mejora Continua de la Educación, 6, 17-19).

6. La evaluación parte de la sospecha y en este caso, como en el sexenio pasado, de que no hay suficiente compromiso y trabajo de los maestros. Y por eso se le cargan las responsabilidades. La maestra/o asume ante el Estado y la sociedad la responsabilidad del aprendizaje de los alumnos y, además, es responsable del proceso de enseñanza aprendizaje, promotor, coordinador, facilitador, investigador y agente directo del proceso educativo. Todo. (LSCM, 7, XIII).

7. Obliga a maestros a retomar las finalidades de la educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Es-pecíficamente el desarrollo socio-emocional y pensamiento crítico, como insumos para ma-yor productividad laboral (OECD, 20-30, Creativity and critical thinking y Resumen Ejecutivo México, 2017, OECD Habilidades socioemocionales). (Ley General de Educación, 18).

8. Se refuerza la presencia de organizaciones civiles-empresariales a través de donativos (Ley General de Educación, 108) y a nivel escuela, municipio, estado y país como integrantes de los Consejos de Participación. Éstos podrán opinar sobre asuntos pedagógicos, conocer los resultados de las evaluaciones, dar seguimiento a las actividades escolares. En suma, supervisar. (LGE, 133 ss).

9. El Centro para la Mejora Continua de la Educación (Ley de Mejora, 17-19) es un INEE recargado con más facultades y amorfo, que excluye la participación formal y orgánica de los actores fundamentales de la educación. A su vez, supervisado por un comité de funcionarios de SHCP, SEP, estados y otros (LMCE, 7-9)

10. No da cabida a proyectos de educación regional que ya funcionan en entidades del país. Estos no son una opinión más de las que prevé la ley (LGE, 23). Tampoco contempla la evaluación a cargo de los colectivos de maestros que ya aceptaba la Ley del Servicio Profesional Docente (15-17) de Peña Nieto!

Es una concepción de la educación ajena a lo que debería ser un ejercicio de democracia, respeto de derechos, participación intensa y decisiva de actores, creadora de conocimiento amplio y emancipador, independiente del poder político y económico, y nacional por ser construida a partir de sus regiones y comunidades. Esta propuesta de algunos diputados de Morena-SEP, está muy lejos de la idea de educación que nace de la larga historia de luchas estudiantiles y magisteriales. De aprobarse dará paso a tantos abusos autoritarios que despertará fuerzas que apenas ayer comprobaron su capacidad de resistencia. La que ya hoy asoma en los relámpagos de Guerrero, Michoacán, Baja California, Chiapas.

A Luis Javier Garrido

*Fuente: https://www.jornada.com.mx/2019/08/31/opinion/020a1pol

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Cuestionada la lógica de la acción colectiva

Redacción: Tendencias 21

Las personas sí están dispuestas a comprometerse por el clima, la democracia o la paz mundial

La lógica de la acción colectiva, que ha regido el pensamiento económico de los últimos 50 años, se desvela falsa: un tercio de la población está dispuesto a contribuir individualmente a la protección del clima, de la democracia o de la paz mundial, aunque su impacto real sea mínimo.

Ante la crisis climática, la deriva democrática o las amenazas a la paz mundial, se ha desarrollado un debate teórico sobre si las personas individuales pueden asumir compromisos significativos para preservar bienes públicos como el clima, la democracia o la paz mundial.

El origen del debate se remonta a 1965, cuando el economista y sociólogo norteamericano Mancur Olson (1932-1998) planteó en su libro La lógica de la acción colectiva: bienes públicos y la teoría de grupos(1965) que los individuos actuarían colectivamente solo para conseguir bienes privados y no públicos.

Esta teoría de la acción colectiva ha dominado el pensamiento económico desde entonces, pero ahora un grupo de economistas de Alemania la ha desmontado con un experimento social que determinó que un tercio de las personas están dispuestas a contribuir individualmente a la protección del clima, de la democracia o de la paz mundial.

Experimento de laboratorio

Este grupo de economistas, pertenecientes a la Universidad de Magdeburgo (capital del estado federado de Sajonia-Anhalt), desarrolló el mayor experimento de laboratorio realizado en investigación económica experimental con la finalidad de verificar la teoría de Olson.

Vincularon a cuatro laboratorios universitarios a través de Internet para reunir a grandes grupos en un entorno virtual en condiciones de laboratorio que debían abordar más de 5.000 temas diferentes.

Su conclusión fue sorprendente: las personas, ya formen parte de grupos grandes o pequeños, están dispuestas a asumir compromisos individuales para preservar bienes públicos como el clima, la democracia o la paz mundial.

El resultado contradice abiertamente y a título póstumo el efecto descrito por Olson, según el cual las personas que forman parte de grupos grandes no cooperan o se comprometen en tareas de beneficio público si el impacto de su compromiso personal  es insignificante.

Según los investigadores, este resultado se obtuvo porque la toma de decisiones cooperativas en grupos grandes depende de algo que no se había considerado en la investigación de Olson.

El valor absoluto de la contribución (lo que yo puedo hacer individualmente es algo insignificante) es, de hecho, menos importante para las personas que la relación entre esta contribución y la importancia del individuo en un grupo, ha desvelado la nueva investigación.

Eso significa que las personas valoran su compromiso con el bien público no tanto por su impacto real, como social: «Mi cooperación ayuda a los demás, y la cooperación de los demás me beneficia».

Nuevo enfoque

Esto, sin embargo, abre un enfoque completamente nuevo en términos de investigación sobre temas relacionados con los bienes públicos.

Si se puede confirmar que es realmente la visibilidad de los beneficios de la cooperación lo que es crucial para que grandes grupos tomen medidas colectivas, surgen nuevas preguntas de considerable importancia práctica y política, señalan los investigadores.

Esto significaría, por ejemplo, que los sistemas democráticos estarían en riesgo si los ciudadanos ya no fueran lo suficientemente conscientes de los beneficios para todos derivados de la participación en la vida política.

Además, significaría que la solución a los problemas ambientales depende de manera crucial de si los beneficios del comportamiento ecológico son suficientemente conocidos por el público.

Sin embargo, este proyecto experimental a gran escala también ha demostrado que incluso bajo las condiciones ideales de un laboratorio, depender únicamente de la cooperación voluntaria de los individuos solo conduce a una solución parcial para los problemas que benefician al bien común.

Volar o no en avión, usar o no bolsas de plástico

El director de esta investigación, Joachim Weimann,  explicó así esta limitación a la radio alemana. Por ejemplo, renunciar a los viajes en avión en el interior de Europa no aporta nada a la solución de la crisis climática porque existen mecanismos de compensación de la huella ecológica del tráfico aéreo.

Alude también, por ejemplo, a la batalla contra el plástico. Destaca que la fabricación de una bolsa de papel requiere mucho más recursos que los necesarios para fabricar una bolsa de plástico. Asimismo, señala que de los residuos plásticos que hay en los océanos, sólo el 0,3% es de origen europeo.

Añade que  resolver el problema del plástico plantea grandes inversiones para instalar sistemas de reciclaje en los países asiáticos, pero que esa actuación no es políticamente rentable porque la gente se siente mejor si usa una bolsa de papel, en vez de una de plástico. No se siente vinculada a que sus impuestos se destinen a invertir en reciclajes asiáticos.

Decisiones colectivas inteligentes

Lo que se necesita, según Weimann, son decisiones colectivas inteligentes. Lo que el individuo podría hacer: confrontar a los políticos con estas demandas. «Hacer una política climática sólida, por ejemplo, expandiendo el comercio de emisiones o introduciendo un impuesto al CO2. Tomar medidas sobre los plásticos sensatas abordando la raíz del problema», dice en un comunicado.

Estos ejemplos reflejan el nuevo enfoque que demanda la solución de los graves problemas colectivos, como el clima, la democracia o la paz mundial, según la nueva investigación que cuestiona la visión del compromiso personal con la sociedad establecida hace más de 50 años.

Lo más relevante, destaca Weimann, es que un tercio de los participantes se mostraron dispuestos a cooperar indvidualmente por bienes públicos si había suficiente notoriedad social de su compromiso.

Y es aquí donde se encuentra la oportunidad: «Treinta por ciento de apoyo: en los sistemas democráticos, esta es una base indispensable para decisiones racionales, colectivas (es decir, políticas)», concluye Weimann.

Referencia

Public good provision by large groups – the logic of collective action revisited. Joachim Weimann et al. European Economic Review, Volume 118, September 2019, Pages 348-363. DOI: https://doi.org/10.1016/j.euroecorev.2019.05.019

Fuente: https://www.tendencias21.net/Cuestionada-la-logica-de-la-accion-colectiva_a45419.html
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Los márgenes de las aulas

Por: Francisco Javier Lozano

La travesía por las aguas agitadas del sistema educativo es un viaje iniciático que, con una intensidad que a menudo tendemos a relativizar, nos va a moldear como ciudadanos, es decir, como individuos que vivimos en comunidad.

Nuestra capacidad de convivencia y nuestra manera de ejercer la disidencia, nuestras habilidades negociadoras, nuestro grado de aceptación de las diferencias, el modo en que integramos nuestra individualidad en el grupo, en suma, nuestras fortalezas y carencias sociales, todo ello se conforma, tanto o más que en los hogares, en los pasillos, los patios y las aulas de nuestras escuelas, desde la más tierna infancia hasta el último día de nuestra travesía formativa.

Para entender la encrucijada en la que nos encontramos en las España(s), en el resto de Europa también y, salvo excepciones, en buena parte de nuestro mundo posmoderno, deberíamos mirar atentamente lo que está ocurriendo, día a día, en esos pasillos, patios y aulas en donde la infancia y la adolescencia inician el camino de la socialización y son instruidas y educadas para el asalto a las trincheras, cada vez más inhóspitas e inciertas, de la edad adulta.

Pero me temo que la mirada a esos lugares no está siendo todo lo atenta que se merecen. Es tentador quedarse con un juicio exultante por la indiscutible universalización del acceso a la educación, y dejarnos seducir por el sinfín de cambios vividos durante las últimas cuatro décadas en las escuelas (hablo de las que conozco, las españolas), desde sus contenidos formativos a sus herramientas de trabajo, desde su oferta extracurricular a la organización de los pupitres en clase, desde lo formal a lo informal, desde lo moral a lo lúdico. Algunos de esos cambios (interconectividad, tecnología, integración cultural) eran imprescindibles porque la escuela (a diferencia de los antiguos monasterios) no puede quedar al margen del mundo en el que convive. Otros podrían ser más discutibles. Pero mi mirada se dirige ahora hacia los maestros y maestras, las figuras más capitales del proceso formativo y, en mi opinión, las más olvidadas, cuando no abandonadas a su suerte y a su capacidad de automotivación, huérfanas de amparo y de reconocimiento por parte de una sociedad (ahí incluyo a Estado y familias) que tanto depende de su buen o mal hacer.

“Para los tiempos que vienen, no soy yo el maestro que debéis elegir, porque de mí sólo aprenderéis lo que tal vez os convenga ignorar toda la vida: a desconfiar de vosotros mismos”

Juan de Mairena/ Antonio Machado

Apunta con fina ironía el filósofo Fernando Savater (El valor de educar, 1997) que ‘los encargados de esa primera enseñanza de tan radical importancia son los profesionales a cuya preparación se dedica más celo institucional, los mejores remunerados y aquellos que merecen la máxima audiencia en los medios de comunicación. Como bien sabemos, no es así’. Y añade, más serio: ‘… todos los demás que intentamos formar a los ciudadanos e ilustrarlos, cuantos apelamos al desarrollo de la investigación científica, la creación artística o el debate racional de las cuestiones públicas dependemos necesariamente del trabajo previo de los maestros’. Sin embargo, la consideración hacia su papel deja mucho que desear. Abandonados a las inclemencias de la crisis de actitudes de la sociedad a la que sirven (de la que algunos alumnos y padres no son sino su más palpable reflejo), maestras y maestros navegan como pueden entre el orgullo por su profesión y la frustración. Cierto es que la autoridad moral es algo que debe ganarse el propio maestro, pero la sociedad debería crear las condiciones para favorecerla. Si pretendemos que, por generación espontánea, nuestros profesores sean como el sabio Juan de Mairena, alter ego de Antonio Machado, o como el irreverente e incombustible Merlí, y que nuestros alumnos actúen como sus queridos ‘peripatéticos’, es que vivimos instalados en la ficción y lo estamos confiando todo al azar.

No quiero, sin embargo, parecer un paternalista utópico, anclado en una visión romántica del oficio de docente. Vocación y pasión por enseñar son, no cabe duda, deseables actitudes, pero para preparar a nuestros jóvenes a un mundo tan complejo y velozmente cambiante debemos sobre todo exigir aptitudes.

Uno de los más reconocidos expertos en la ciencia del aprendizaje y el talento, el pedagogo y pensador José Antonio Marina, advierte que ‘la formación de los profesores no se ha tomado nunca en serio en España, tal vez porque nunca se ha tomado en serio la profesión docente. Se pensaba -y se piensa- que cualquiera puede enseñar. Pero eso pertenece a una cultura trasnochada. La docencia va a ser una profesión de elite. Tiene que serlo’ (Despertad al Diplodocus -Una conspiración educativa para transformar la escuela… y todo lo demás-, 2015).

Este déficit de exigencia no es sólo imputable al legislador o al gobernante, también a los padres. Orientados al expediente académico de sus hijos y al segundo decimal del promedio de notas, a la oferta de extraescolares y la calidad de las instalaciones, en raras ocasiones se cuestionan si sus hijos están en las mejores manos posibles para educarles. ¿Harían lo mismo si se les asignara al azar un cirujano para operarles? ‘Nos parecería criminal que los médicos no actualizaran sus conocimientos, pero somos más condescendientes con los docentes que no lo hacen’, apunta Marina.

Acepto que estas reflexiones puedan sonar injustas. Pero sólo pretenden ser provocadoras. Tengo la convicción de que tenemos la sociedad que nos merecemos. Cada vez que oigamos decir que vivimos en una sociedad mediocre o que nuestra clase política es mediocre, pensemos en nosotros mismos, seamos autocríticos. En estos tiempos recientes de cabreo colectivo por el reparto de los costes de la última crisis, de corrección a la baja de las expectativas intergeneracionales de prosperidad y de naufragio de antiguas certidumbres, si queremos algo mejor tendremos que apostar por mejorar la base sobre la que se sustenta todo el edificio: la escuela. De ella no podemos esperar ya, como antaño, un pasaporte a un trabajo bien remunerado, pero sí que debemos pedirle hornadas de ciudadanos responsables. Allí, en la escuela, conviven maestros excelentes con otros acomodados y pasivos, alumnos responsables o brillantes con otros conflictivos o apáticos, padres involucrados con otros indiferentes. Que siempre haya sido así no lo convierte en aceptable. Debemos preguntarnos quiénes queremos que ocupen los márgenes de las aulas y quiénes el centro: ¿los primeros o los segundos? Y deberemos contrastarlo con lo que realmente está pasando.

Mientras esto no se ponga en el centro del debate público, en los medios, en los Parlamentos y en las calles, la capacidad de enfocar bien la salida de nuestra compleja encrucijada estará cercenada.
Podrá haber apaños de corto plazo, pero no soluciones duraderas.

Fuente: https://www.elperiodista.cl/francisco-lozano-los-margenes-de-las-aulas/

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