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.Flexibilidad laboral: el sueño para la “competitividad”

Juan J. Paz y Miño C.

Entre enero de 1995 y agosto de 2004 mantuve una columna semanal en diario HOY de Quito, bajo el espacio denominado “Desde el Baúl”. Estuve revisando los artículos de esa época, con el propósito de preparar un libro que contenga tan vasto material.

Entre esos artículos hay varios en los que traté el tema laboral de la época. Tres de ellos tienen títulos sugerentes: “Para el debate: las 48 horas”; otro, “Mobbing” y el siguiente, “Carta contra estudio laboral 2003”. Pertenecen a los años de inicio del nuevo milenio, cuando avanzaba, indetenible, el neoliberalismo económico y las exigencias empresariales de entonces apuntaban al aumento de la jornada, el recorte de indemnizaciones y otras “flexibilidades” laborales, que pasó a ser el término de moda, y que igualmente avanzó, sobre todo con los gobiernos de Gustavo Noboa (2000-2003) y Lucio Gutiérrez (2003-2005), con quienes se precarizaron las relaciones de trabajo y se introdujo la jornada por horas y la tercerización.

El artículo sobre el “moobing” se refiere a la nueva fórmula empleada por los patronos para lograr la renuncia de algún trabajador, sin necesidad de despedirlo. Se utiliza, entre otros mecanismos, el acoso laboral y psicológico, la asignación de tareas acumulativas, cambios sistemático de órdenes, exclusión física, cambio permanente de rutinas, desvalorización de sus tareas, etc.

La “Carta” se refiere a un estudio pedido por una de las cámaras de la producción a una empresa consultora, que concluye, campantemente, que Ecuador tiene una legislación laboral atrasada, pues el Código es de 1938, que el salario es alto, la jornada limitada y que los empresarios se ven cercados por tantas responsabilidades legales frente a los trabajadores. Es un estudio imaginativo, sin pies ni cabeza, contra el cual bien valían las afirmaciones contrarias de estudios serios como los de la OIT, el Banco Mundial y la Cepal, a los que hago referencia en ese artículo.

Pero voy a reproducir totalmente el artículo sobre las 48 horas. Dice así:

<< La expedición de las Leyes de Indias, en el siglo XVI, ocasionó el revuelo entre los conquistadores españoles. Para ellos, interesados en dominar indios, tales leyes eran desastrosas. Además, resultaba un atentado contra la producción, el trabajo y la riqueza, querer imponer la “protección” de los indios. La introducción de la jornada de ocho horas laborables -en las Leyes de Indias-, la primera en la historia, fue resistida. Y los encomenderos no podían soportar aquella disposición que también introdujo el descanso durante los sábados “para que los indios pudiesen ser convenientemente adoctrinados en las cosas del alma. El encomendero que hiciese trabajar al indio en sábado, pierde el producto del trabajo y el jornal de ese día a beneficio del indio agraviado”.

Cuatro siglos de sufrimientos y luchas de los trabajadores tendrían que pasar para que el tema de la jornada de trabajo llegara a convertirse en problema de interés mundial. La Primera Conferencia Internacional del Trabajo, celebrada en Washington, en 1919, consagró el principio de la jornada de ocho horas diarias y 48 semanales. La investigación sobre los resultados de este sistema, publicados por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en 1925-26, concluyó señalando que la implantación de la jornada de 8 horas “ejerce una acción estimulante sobre el progreso técnico” y que ejerce igual acción “sobre el rendimiento propio de los obreros, rendimiento que mejora en cantidad y calidad”. El progreso en la consideración de la jornada de trabajo no se detuvo y en 1935, un nuevo Convenio internacional, reconoció el establecimiento de la semana de trabajo de cuarenta horas, jornada que el “rey del automóvil”, Henry Ford ya la había establecido en sus empresas casi una década atrás, ocasionando el escándalo de una serie de empresarios norteamericanos que creían ver, en ese “mal ejemplo”, una traba para la economía.

 A pesar de la oposición de muchos empresarios, que creían ver el “comunismo” a las puertas, en agosto de 1938 se expidió en Ecuador el primer Código del Trabajo, que consagró la jornada de 8 horas diarias y 44 semanales, que, paradójicamente, también había sido una propuesta planteada al interior del Primer Congreso de Industriales ecuatorianos, realizado tres años antes. Pero en septiembre de 1939, a fin de promover “el incremento de la producción nacional”, un decreto del entonces Presidente Aurelio Mosquera Narváez, facultó a los patronos a exigir 48 horas sema-nales, pero eso sí, con un recargo del 100 % de la remuneración.

De manera que en Ecuador hemos experimentado desde jornadas superiores a las 8 horas diarias, hasta jornadas de 44 y de 48 horas laborables semanales. Y seguimos con una economía subdesarrollada, con trabajadores pobres y con sueldos miserables. Más aún en un mundo que tiende a reducir la jornada (36 horas ya existen en varios países), en virtud del progreso científico-técnico. Cuando se propone revivir la jornada de 48 horas (aún la de 44 o la de 45), con los mismos argumentos de otras épocas y tratando de lograr eficiencia a costa de los trabajadores, la propuesta nos hace pensar si estamos progresando frente a lo que ya tuvimos o si ahora tratamos, otra vez más, de regresar al pasado.>>

Aunque resulte larga esta reproducción, el texto permite comprender el conservadorismo ideológico persistente de nuestra clase empresarial hegemónica. Hoy, como hace 15 o 20 años atrás, añora jornadas superiores a las 8 diarias y a las 40 semanales. La propuesta actual pretende extender a 12 horas durante 3.5 días la jornada. No contempla aumento del salario y suprime el pago de horas extras o suplementarias.

La elite empresarial piensa todavía que para ser eficiente y competitiva, requiere precarizar y flexibilizar el trabajo, sin que importe el ser humano. Es una visión de origen colonial, que ha impedido modernizar al país, para que, sobre la base de una radical redistribución de la riqueza, logre bienestar colectivo, con mejoramiento de la calidad de vida y de trabajo de la población.

Autor: Juan J. Paz Y Mio C.

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.Wallerstein sin anestesia

Wallerstein sin anestesia

 

La muerte de Immanuel Wallerstein nos priva de una mente excepcional y de un refinado crítico de la sociedad capitalista. Una pérdida doblemente lamentable en un momento tan crítico como el actual, cuando el sistema internacional cruje ante las presiones combinadas de las tensiones provocadas por la declinación del imperialismo norteamericano y la crisis sistémica del capitalismo.

Wallerstein fue un académico de dilatada trayectoria que se extendió a lo largo de poco más de medio siglo. Comenzó con sus investigaciones sobre los países del África poscolonial para luego dar inicio a la construcción de una gran síntesis teórica acerca del capitalismo como sistema histórico, tarea a la que se abocó desde finales de la década de los ochentas y que culminó con la producción de una gran cantidad de libros, artículos para revistas especializadas y notas dirigidas a la opinión pública internacional.Wallerstein no sólo cumplió a cabalidad con el principio ético que exige que un académico se convierta en un intelectual público para que sus ideas nutran el debate que toda sociedad debe darse sobre sí misma y su futuro sino que, además, siguió una trayectoria poco común en el medio universitario. Partió desde una postura teórica inscripta en el paradigma dominante de las ciencias sociales de su país y con el paso del tiempo se fue acercando al marxismo hasta terminar, en sus últimos años, con una coincidencia fundamental con teóricos como Samir Amin, Giovanni Arrighi, Andre Gunder Frank, Beverly Silver y Elmar Altvater entre tantos otros, acerca de la naturaleza del sistema capitalista y sus irresolubles contradicciones.

Su trayectoria es inversa a la de tantos colegas que, críticos del capitalismo en su juventud o en las etapas iniciales de su vida universitaria acabaron como publicistas de la derecha: Daniel Bell y Seymour Lipset, profetas de la reacción neoconservadora de Ronald Reagan en los años ochentas; o Max Horkheimer y Theodor Adorno que culminaron su descenso intelectual y político iniciado en la Escuela de Frankfurt absteniéndose de condenar la guerra de Vietnam. O a la de escritores o pensadores que surgidos en el campo de la izquierda -como Octavio Paz, Mario Vargas Llosa y Regis Debray- convertidos en portavoces del imperio y la reacción.

Wallerstein fue distinto a todos ellos no sólo en el plano sustantivo de la teoría social y política sino también en el de la discusión epistemológica como lo revela su magnífica obra de 1998: Impensar las ciencias sociales. En este texto convoca a realizar una crítica radical al paradigma metodológico dominante en las ciencias sociales, cuyo núcleo duro positivista condena a éstas a una incurable incapacidad para comprender la enmarañada dialéctica y la historicidad de la vida social. En línea con esta perspectiva de análisis sus previsiones sobre el curso de la dominación imperialista no podrían haber sido más acertadas. En uno de sus artículos del año 2011 advertía que “la visión de que Estados Unidos está en decadencia, en seria decadencia, es una banalidad. Todo el mundo lo dice, excepto algunos políticos estadunidenses que temen ser culpados por las malas noticias de la decadencia si la discuten.” Y agregaba que si bien “hay muchos, muchos aspectos positivos para muchos países a causa de la decadencia estadounidense, no hay certeza de que en el loco bamboleo del barco mundial, otros países puedan de hecho beneficiarse como esperan de esta nueva situación.” El curso seguido por la Administración Trump y el derrumbe irreversible del orden mundial de posguerra que tenía su eje en EEUU confirma cada una de estas palabras.

Para concluir, ¿dónde nutrirnos teóricamente para comprender y transformar al mundo actual, superando definitivamente al capitalismo y dejando atrás esa dolorosa y bárbara prehistoria de la humanidad? El mensaje que dirige a las jóvenes generaciones es cristalino: lean a Marx y no tanto a quienes escriben sobre Marx. “Uno debe leer a personas interesantes” –dice Wallerstein- “y Marx es el erudito más interesante de los siglos XIX y XX. No hay dudas al respecto. Nadie es comparable en términos de la cantidad de cosas que escribió, ni por la calidad de sus análisis. Por lo tanto, mi mensaje a la nueva generación es que vale mucho la pena descubrir a Marx, pero hay que leerle, leerle y leerle. ¡Leer a Karl Marx!” Ese fue uno de sus últimos consejos para entender la naturaleza y dinámica de un sistema, el capitalismo, al que ya en el 2009 le asignaba como máximo dos o tres décadas de sobrevida. ¡Gracias Immanuel por las luces que has aportado a lo largo de tantos años!
Fuente original: https://www.pagina12.com.ar/215854-wallerstein-sin-anestesia
Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=260052
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Brasil: Amazonía en llamas, ¿otra terapia del shock?

Ollantay Itzamná

Generar/aplicar terapias de shock ambiental “planetario” para apoderarse del control de la Amazonía fue y es una constante de las transnacionales y gobernantes de sus casas matrices. ¡No es tanto el deseo por apagar el fuego de la Amazonía, sino la obsesión por apoderarse del Agua…! En los textos escolares de los EEUU, desde el siglo pasado, se enseña que la “Amazonía es un territorio internacional”.

En las sociedades o comunidades digitales, al parecer, la ética y la estética están definidas por las pantallas del Smartphone, iPhone… que fijan y promueven lo bueno y lo bello para cada comunidad digital. Estas mediaciones tecnológicas, ahora, convertidas en “fuentes” de verdades casi infalibles, nos aproximan a las realidades, pero también nos alejan de ella irremediablemente, convirtiéndonos en irreflexivas “sociedades creyentes”.

El reciente “fenómeno digital” de la Amazonía en llamas”, que activó en nuestro interior a hater, mitómanos, “ecologistas/ángeles desde el sofá de cuero”,… son una constatación de que como humanidad involucionamos hacia la ciega y viral emoción eufórica.

Lo que desconocemos de la Amazonía

No existe Amazonía sin fuego. Para quienes tradicionalmente cultivamos y subsistimos en la Amazonía y sus proximidades el uso del fuego para cultivar los suelos es parte de nuestras culturas. Sin roza, ni quema, no hay comida, ni carne. Ni para nosotros del campo, ni para los ciudadanos. No existe la Amazonía idílica sin fuego. No existe Amazonía sin pueblos indígenas.

Amazonía es un territorio en disputa. Quienes iniciaron con la “ilusión del desarrollo sin límites”, sabían y saben de las reservas vitales que preserva la Amazonía. En ese sentido, la Amazonía fue, es y será siempre un territorio asediado y en disputa permanente para el mal desarrollo de ellos.

Generar/aplicar terapias de shock ambiental “planetario” para apoderarse del control de la Amazonía fue y es una constante de las transnacionales y gobernantes de sus casas matrices. ¡No es tanto el deseo por apagar el fuego de la Amazonía, sino la obsesión por apoderarse del Agua…! En los textos escolares de los EEUU, desde el siglo pasado, se enseña que la “Amazonía es un territorio internacional”.

No existe Amazonía sin pueblos indígenas. Otra de las intenciones perversas de quienes promueven la terapia del shock de la “Amazonía en llamas” es expulsarnos o enjaularnos a los pueblos indígenas que cohabitamos en la Amazonía e inmediaciones. Una vez que logren declarar la Amazonía como área protegida bajo la autoridad de organismos y ONG internacionales, argumentarán: “Poblaciones primitivas destruyen los bosques y ecosistemas”. Por tanto, poblaciones nómadas o seminómadas de indígenas que aún sobrevivan a las enfermedades propagadas por el “civilizado” deberán abandonar la Amazonía, o aceptar ser “estabulados” en reservas vigiladas.

No existe taxonomía completa de la Amazonía. Después de los océanos, la Amazonía, es un ecosistema aún desconocido para la ciencia moderna. Por tanto, no existe una clasificación precisa, ni completa, de la Vida y de los ecosistemas que cohabitan en ella. En ella, aparecieron y desaparecieron especies de fauna y de flora sin esperar ser conocidos o clasificados. En consecuencia, nadie sabe a con certeza sobre la magnitud del impacto del actual incendio de la Amazonía.

Amazonía es más que poesía. La identidad e historia de la Madre Tierra está hecha de cambios inconmensurables. Incendios, terremotos, fracturas… Los humanos somos un instante en esa identidad/historia. Por tanto, a la Madre Tierra y a la Amazonía no busquemos salvarlas, sino amarlas como son. Esto implica reencantarnos con la Madre Tierra. Iniciar el abandono del asfalto y del petróleo, y hacer el camino del retorno a la tierra y hacia el campo. Amar la Amazonía implica abandonar nuestro insostenible estilo de vida urbano y comenzar a amar la estética Tierra.

En los últimos siglos, la modernidad quemó muchas amazonías. Dos terceras partes de la faz de la tierra fueron incendiadas buscando la comodidad del estilo de vida urbano moderno. Claro, aún no había Smartphone, ni iPhone, por ello quizás ni nos quisimos enterar. No existe mayor incendio planetario que la “civilidad” del petróleo que alimentamos.

Urge apagar los actuales incendios de la Amazonía, del África…, de los basurales urbanos…, Pero, ante todo, urge apagar el fuego del confort urbano y de la consumopatía que nos consume. Urge amar a la Tierra y al bosque, pero no desde la comodidad del asfalto. ¡Bienvenidos a las éticas y las estéticas rurales!.

Autor: Ollantay Itzamná
Fuente de la Información: https://ollantayitzamna.com/2019/09/02/amazonia-en-llamas-otra-terapia-del-shock/amp/?__twitter_impression=true
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Méjico: ¿Qué tanta ciencia y de qué calidad se hace en México?:

Roberto Rodríguez Gómez

UNAM. Instituto de Investigaciones Sociales

Ahora que parece estar de moda cuestionar los privilegios, prerrogativas e incluso la actividad misma de quienes se dedican a la actividad científica en el país, es de interés ofrecer alguna aproximación a la pregunta que titula esta colaboración. Para ello acudiremos a algunos datos que ilustran los resultados de la producción científica nacional.

En primer lugar, los relativos al Sistema Nacional de Investigadores que, como se sabe, es una fuente hasta ahora legítima de ponderación de quienes se dedican a la investigación en ciencias, humanidades y tecnologías. La cifra más reciente, la de 2018, indica que en México hay un total de 28,633 personas que forman parte de ese sistema. Se distribuyen del siguiente modo: 6,548 en la categoría de candidato, lo que representa poco más de una quinta parte del total (22.9%). Para acceder a esta categoría, que para todos los efectos prácticos es la puerta de entrada al SNI, se necesita cumplir con dos requisitos básicos: contar con grado de doctor y haber publicado, cuando menos, un trabajo en medios académicos reconocidos. Hasta hace poco había un tercer requisito, ser menor de cuarenta años, pero ya lo quitaron.

En el nivel 1 del Sistema participan 15,145 académicos, en donde se agrupa más de la mitad de la membresía total (52.9%). El perfil del este nivel representa a quienes se dedican profesionalmente a la investigación, están adscritos a alguna institución académica y son capaces de producir, en la vigencia trianual de su nombramiento, y demostrar una producción de investigación y formación de recursos humanos sistemática y continua. El segundo nivel del SNI contiene a 4,572 investigadores (16.0%), califican para esa categoría quienes, además de mantener continuidad en su producción académica y docente, pueden demostrar que su trabajo ha tenido un grado importante de repercusión al menos en el ámbito nacional. Por último, al nivel 3, el máximo del sistema, pertenecen solo 2,368 académicos (8.3%), son aquellos que, aparte de los requisitos previos, demuestran que su trabajo es reconocido en el ámbito internacional de su disciplina.

Los estímulos que reciben los integrantes del Sistema Nacional de Investigadores le cuestan al país 4.8 miles de millones de pesos al año ¿eso es mucho o poco? Depende con qué se compare. La cifra equivale, aproximadamente, al subsidio que otorga la federación a los partidos políticos para sus gastos; es inferior al dinero que se fugó de la “estafa maestra”, o equivale a una octava parte del presupuesto para el programa Jóvenes Construyendo Futuro.

¿Qué tanta ciencia se produce en México? También depende de los indicadores que se utilicen para resolver esta pregunta. Según la publicación “Principales indicadores cienciométricos de la producción científica mexicana 2018”, elaborado por el grupo consultor Scimago, al año más reciente de registro (2017) corresponde la cifra de 23,529 textos científicos publicados por académicos de México en revistas internacionalmente indizadas. Esa cifra es muy inferior a la correspondiente a las potencias económicamente desarrolladas, pero para el promedio regional es adecuada. En América Latina únicamente Brasil supera a México, aunque con el triple de producción. En la región solo estos dos países han conseguido un promedio anual de publicaciones superior a los 20 mil textos por año en el lapso 2013-2017.

Más relevante que el dato absoluto son los indicadores de calidad. Más de una tercera parte (38.2%) de los artículos de investigadores mexicanos se publicó, en 2017, en revistas de primer cuartil (Q1). Las revistas Q1 son aquellas que, en cada una de las disciplinas clasificadas ocupan, por el número de citas recibidas a los artículos que en ellas se publican, el 25% superior de todas las revistas indizadas de su disciplina. Para decirlo coloquialmente, son las revistas “top”. Si se consideran, de manera conjunta, las revistas Q1 y Q2, resulta que los investigadores mexicanos consiguieron colocar en ellas más del 70% de su producción de 2017. Este indicador es importante como expresión de la competitividad internacional de nuestra ciencia.

Ahora bien, la enorme mayoría de las revistas clasificadas Q1 y Q2 se producen en Estados Unidos y en países europeos, las revistas mexicanas en este rango casi que pueden contarse con los dedos, son 14 en total. Ello se traduce, como indica el informe citado, que en revistas científicas mexicanas se publica apenas el 13% de la producción científica relevante, según los estándares internacionalmente reconocidos, de los investigadores nacionales. Sólo 13 por ciento, dato a retener.

También es un indicador de calidad que 2,130 de los artículos de investigadores mexicanos publicados en 2017 se ubican dentro del 10% más citado de su campo, aunque se reconoce que la mayoría de estos artículos calificados de “excelentes” son producidos por colectivos de investigación de carácter internacional. No es un mal indicador, sin embargo, porque expresa la capacidad de colaboración internacional de los científicos del país.

¿Por qué si en México se produce ciencia de buen nivel de calidad, con capacidades de proyección en los circuitos internacionales, el impacto en términos de transferencia tecnológica es escaso? Hay varias razones, pero debilitar el eslabón de producción de conocimientos no es la respuesta.

Autor: Roberto Rodríguez Gómez

Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/que-tanta-ciencia-y-de-que-calidad-se-hace-en-mexico/

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Libro: Metodología de la investigación, ¿para qué? La producción de los datos y los diseños

Por: CLACSO.

 

Néstor Cohen . Gabiela Gómez Rojas. Manuel Riveiro. Marcela Grinszpun. Gonzalo Seid. [Autores de Capítulo]
…………………………………………………………………………

ISBN 978-987-723-190-8
Teseo. Red Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales. CLACSO.
Buenos Aires.
Agosto de 2019

En este libro, resultado de años de trabajo en las aulas y en el campo de la investigación social, se reflexiona y debate, especialmente, sobre dos cuestiones que se consideran trascendentes respecto del conocimiento metodológico: la producción de los datos y los diseños de investigación. La primera de ellas invita a atender el complejo pasaje del hecho al dato, pero, también, pone luz sobre un proceso que, si no es recorrido adecuadamente, transforma los datos en una deformada y falsa representación de la realidad en estudio. Descuidar este trayecto de la investigación condena al siguiente análisis que se haga sobre los datos a una patética expresión del “sinsentido”, aunque se utilicen los más potentes y actualizados métodos y técnicas. En relación con los diseños de investigación, se discute qué se entiende por estrategia teórica y metodológica, y cómo se involucra y complejiza la noción de diseño.

A lo largo del texto, se tratan todos los temas considerando la metodología de la investigación como unidad cualicuantitativa

Link del documento: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/contador/sumar_pdf.php?id_libro=1543
Fuente del documento: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=1543&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1312
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Educación es igual a Libertad por Sergio Fajardo

Por: TEDx Talks.

 

Es un impulsor de la educación desde la gestión pública, como elemento fundamental para lograr un desarrollo sostenible y la transformación social. Matemático con Maestría y Doctorado de la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos. En 1999 decidió dejar el mundo de la academia para liderar un movimiento cívico e independiente y en el 2004 llega a la Alcaldía de Medellín, en dónde dirigió la más grande transformación de la ciudad. Fue candidato Vicepresidencial del Partido Verde en el 2010 y Gobernador de Antioquia 2012 – 2015. Es un impulsor de la educación desde la gestión pública, como elemento fundamental para lograr un desarrollo sostenible y la transformación social. Matemático con Maestría y Doctorado de la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos. En 1999 decidió dejar el mundo de la academia para liderar un movimiento cívico e independiente y en el 2004 llega a la Alcaldía de Medellín, en dónde dirigió la más grande transformación de la ciudad. Fue candidato Vicepresidencial del Partido Verde en el 2010 y Gobernador de Antioquia 2012 – 2015.

Fuente del documento: https://www.youtube.com/watch?v=dgniv9WazS0

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Regreso a clases

Por: Carlos Ornellas.

 

¡Se cumplió el ritual! Sin sobresaltos, el presidente Andrés Manuel López Obrador inauguró el ciclo escolar, el primero de varios. Ni entregó una pieza conceptual donde planteara una visión del porvenir ni dijo algo nuevo, aunque trató de sembrar optimismo en los alumnos. Se refirió a las becas, a los apoyos directos a cada escuela y ratificó que los maestros nunca serán ofendidos.

Antes, en la conferencia matutina del día 26, el Presidente aventuró un pensamiento que no por ser trillado es incorrecto: “Sin demagogia, la educación es la base del desarrollo, es lo que nos va a permitir
no sólo mejores condiciones de vida, sino también ejercer a plenitud nuestras libertades”. No entiendo por qué comenzó esa arenga con la sentencia de que no hacía demagogia. Tampoco quiero suponer la razón.

El secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, expuso la numeralia del regreso a clases: cifras de alumnos, maestros, escuelas y libros de texto. También sobre la capacitación a los docentes por dos semanas sobre la Nueva Escuela Mexicana.

La ceremonia de inauguración en la escuela secundaria técnica Melchor Ocampo fue sobria. El Presidente se hizo acompañar en el presídium por alumnos y padres familia en paridad de género. Participaron también la directora de la escuela, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, el secretario de Educación Pública y otros funcionarios.

Reiteró que con sus programas de becas universales en la educación media y para los pobres en la básica y la superior habrá una mejor educación. Que ahora sí, no como en el pasado, se invertirá en el mantenimiento y reconstrucción de escuelas e insistió que canalizaría el dinero directo a cada comité escolar. Para evitar burocracia y rezagos, lo más importante, subrayó, es que cada comité decidirá en qué y cómo invertir.

Justificó la transferencia directa de fondos con críticas a la burocracia: “Por eso cuando hablo del elefante reumático y mañoso les pido que me ayuden a moverlo porque obstruye a la nueva realidad”. Veremos cómo funcionan esos comités.

Unos criticaron que la Secretaría de Educación Pública (SEP) no haya entregado seis millones de libros. Aún no llegan, tal vez algunos no estén impresos, pero lo que resalta es el esfuerzo que la SEP y la Comisión de Libros de Texto Gratuitos hicieron para que la mayoría estuviera en las escuelas. Fue una hazaña, luego de que el Presidente canceló de manera abrupta la compra de papel a la empresa de su compadre. Alteró el calendario. Además, ya están en línea, aunque eso no ayuda a los niños pobres de regiones aisladas.

La falta de libros y el hecho de que haya tres planes de estudio diferentes son problemas menores, es un asunto de transición. El enigma es lo que vendrá después; qué le depara a México con la
Nueva Escuela Mexicana, en qué consiste el Acuerdo Educativo Nacional, cómo se comportarán las facciones y líderes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Allí, el panorama, en el mejor de los casos, es nubloso.

El Presidente aseguró que todo es normal. ¡Qué bien que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no haya cumplido su amenaza de huelgas! Al menos no todavía. Pero hay broncas en
Baja California, Guerrero y otras partes por “falta de pagos”. Los maestros de escuelas del Partido del Trabajo ofrecen clases en las calles para protestar porque el gobierno de
Durango no les transfiere fondos. Vaya normalidad.

Si se mira al pasado –no al reciente que el Presidente aborrece, sino al del régimen de la Revolución Mexicana, que parece que admira– para estas alturas del sexenio, el jefe de Estado en turno ya había entregado al menos una pieza con doctrina sobre la educación, un atisbo al futuro, un reconocimiento de hechos. Incluso, alguna frase que se convertía en consigna.

Tal vez nos quedemos con las ganas de escuchar algo así del presidente López Obrador. No reconocerá ningún avance previo a su gobierno. Lo suyo es la polémica y la defensa de sus programas dilectos.

Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/regreso-a-clases/

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