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Entrevista a Rita Segato: “México se ha juarizado”

Por: Carmen Moràn Breña

La antropóloga feminista afirma que las prácticas violentas sobre el cuerpo de la mujer se han extendido por todo el país como forma de conquista

Las grandes cabezas del feminismo mundial van saliendo a la calle después de un largo encierro pandémico. Nueve meses sin cruzar la puerta de su casa ha estado Rita Segato, en 2020, para espantar el fatídico virus que hacía distingos con los cuerpos mayores. A sus 70 años, la antropóloga argentina dice sentirse “cansada”, pero su mente sigue amasando estudios de interés. Lo que ahora le ocupa es definir una nueva politicidad de cuño femenino, formas de gestión e intervención públicas alejadas del diseño masculino imperante, de la burocracia y la solemnidad impostada. De visita en México, ha recogido el premio Daniel Cossío Villegas en el Colmex. México es un país bien marcado en su trayectoria académica: los salvajes feminicidios en Ciudad Juárez, años atrás, ocuparon buena parte de sus estudios, en los que detalló la conquista de los territorios plasmada en el cuerpo de las mujeres. Años después, la feminista detecta un panorama terrible en este país norteamericano donde matan de promedio 10 mujeres al día: “México se ha juarizado”.

Pregunta. Defiende usted los feminismos, con ese final. Dice que el pluralismo es lo que le da fuerza al movimiento. En un momento de insultos cruzados y fronteras difusas, ¿no cree más bien que lo están destrozando?

Respuesta. Esos insultos cruzados entre unos sectores y otros creo que afectan más a España y un poco en México pero es algo muy español. Yo en Argentina, por lo menos, veo divergencias, pero ese faccionalismo bélico no lo he detectado.

P. Más que español, europeo, vea por ejemplo el caso de la autora de Harry Potter, J. K. Rowling, que recibió ataques innumerables.

R. Sí, es verdad. Pero en Latinoamérica yo creo que los intereses de las mujeres entran en colisión, sin embargo, con la izquierda convencional, como la conocíamos hasta hace poco tiempo. A la izquierda le falta una pata importante, la comprensión del patriarcado.

P. ¿No lo ha comprendido todavía?

R. Vea el caso de Maradona, por ejemplo, que recibió la denuncia de abusos sexuales por parte de una mujer cubana, Mavys Álvarez Rego. Futbolista, héroe nacional y una persona de izquierdas, que se autoidentificó como leal y devoto de Fidel… Cuando llega a la superficie el caso, los abusos se justifican: ‘bueno… crímenes de tipo sexual… bueno, pero esos son de la intimidad’. La izquierda tiene una gran dificultad para aceptar eso. Yo di una conferencia en el Centro Cultural Kirchner donde leí fragmentos de la carta de Zoila América, [la hija de Rosario Murillo que denunció los abusos continuados de su padrastro, el líder sandinista nicaragüense Daniel Ortega] y es la misma cuestión: ‘Yo te creo’, pero cuando las denuncias tocan a las grandes cabezas de los que considerábamos revolucionarios, ahí ya no, ‘ya no te creo’. Esos son más nuestros temas, el resto de rencillas son más propias del feminismo europeo o español.

P. Sostiene usted que el hombre es la primera víctima cronológica del orden político que es el patriarcado. El hombre que está atrapado en el mandato de masculinidad que le impone la sociedad, el hombre obligado a ser viril, a no llorar, a demostrar su hombría mediante la violencia. Si tanta crueldad soporta el hombre en su proceso de masculinidad impuesto por el patriarcado, ¿por qué hay tan pocos cambios en su propia conducta, por qué no se rebelan masivamente contra eso?

R. Es verdad, está siendo demasiado lento ese proceso, pero está ocurriendo. Me consta por la cantidad de hombres que me hablan, me saludan, me dan las gracias. Y siempre la pregunta habitual. ¿Cómo podemos ayudar al movimiento feminista? Les digo: es al contrario, somos nosotras las que los estamos ayudando a liberarse de aquello que les hace morir antes de tiempo en todos los países de mundo. Es el feminismo quien les ayuda a liberarse de esas masculinidades. Si ese mandato de masculinidad cae, si se produce finalmente ese viraje, el mundo cambiará de era. Los movimientos feministas no luchan por las mujeres, sino por toda la sociedad. Por el mundo.

P. Pero ese apoyo del feminismo al cambio de los hombres ¿no descarga de nuevo sobre las mujeres las tareas de la educación y los cuidados? Si ellos son tan exitosos en sus trabajos ¿por qué no lo son para acercarse al feminismo, para leer libros como los de Rita Segato y tratar de comprender?

R. Mis libros son muy leídos por los hombres. Tengo en las conferencias tantos hombres como mujeres. Qué comprensión tienen de esos libros, es difícil evaluarlo. Es muy importante que ellos abandonen, que se deslicen hacia una desobediencia del mandato de masculinidad, creo que eso está sucediendo y en fin, no veo problema. Pero no somos iguales, no vamos a proceder con el mismo egoísmo, no vamos a comportarnos como un hombre, no vamos a ejercer el poder de la misma manera, ni a buscarlo, no vamos a organizarnos corporativamente como ellos, nuestra meta no puede compartir la episteme ni los objetivos ni el paradigma del patriarcado. No es mi preocupación hasta cuándo vamos a seguir cuidando, no forma parte de mi horizonte. Para transformar el mundo es necesario dar un tanto de grandeza, hay que pensar fuera de los mismos esquemas con que piensa el varón convencional

P. ¿Y eso no es pedir un extra de generosidad a las mujeres?

R. No, para nada. Como soy pluralista digo, si alguien tiene esa preocupación, pues que la tenga. No es la mía.

P. En todo este proceso y esta lentitud que observamos en los cambios, ¿no se ha sentido un poco harta alguna vez?

R. Es que no hay tal lentitud, la única es en la cuestión de la violencia feminicida y violadora, ahí sí que no estamos consiguiendo éxitos, pero en otros aspectos ocurre un cambio de paradigma. Sobre todo, cuando vemos las niñas, las chiquitas y chiquitos, con algunas nociones sobre sexualidad, por ejemplo, cambios en la vida, formas de representación, vocabulario, palabras que ahora circulan y antes de ninguna manera, se está viendo un cambio en los hábitos.

P. ¿Cómo es posible que pasen tantos siglos y sigamos en el mismo punto de violencia, aunque sea distinta?

R. Sí, eso sí, es gravísimo. Las violencias. Tenemos que preguntarnos sobre un activismo feminista que se ha dejado secuestrar por el Estado. El Estado es importante, sin duda, pero observo que en América Latina hay una especie de credo, una fe estatal que nos llevó a pensar en las leyes, las políticas públicas, que crear instituciones iba a conseguir controlar la violencia, descenderla. Y no, por ese camino no lo hemos conseguido. Hay que pensar en otras formas. Hay hombres que saben que si matan pasarán 30 años en la cárcel y aun así matan. La ley no les asusta. Hay algo más fuerte. El valor del título de prestigio, de estatus, de ser viril, vale más que su propia vida. Es fundamental para él. Por eso hay que trabajar contra ese mandato de masculinidad.

P. En todo caso, el culpable de que siga habiendo esta violencia no será el feminismo que se ha dejado secuestrar por el Estado, sino el propio Estado.

R. A veces el Estado juzga y encarcela, pero el hombre sigue matando, no sacrifica su titularidad de hombre, no procesa la frustración, el límite a su interés y a su propósito.

P. ¿Cómo se cambia eso?

R. Hay que encontrarle la vuelta. Las leyes son importantes, pero no suficientes, necesarias pero no suficientes. La lucha de las mujeres no es por ellas, es por todos, por la vida, y por el mundo. Yo no puedo compartir esa idea de ‘ay, por qué estoy haciendo tanto yo’; no se me ocurriría jamás en la vida, lo hago porque he entendido algunas cosas y tengo que devolverle a la vida y a la gente lo que he entendido, no voy a medir cuánto doy y cuánto recibo, eso me parece una posición realmente miserable. Entendí cosas y las escribí para ver si se podían desarmar muchas violencias. Nunca pensé en el esfuerzo que hacía. No, más bien le agradecía la vida que ese esfuerzo pueda ser útil para mucha gente, no es mi feminismo el que se preocupa por cuánto da.

P. ¿Qué debemos entonces pedirle al Estado? ¿O no le pedimos, nada, o no salimos a tocar en su puerta?

R. Yo creo que el Estado es un actor fundamental e indispensable, pero no nos podemos quedarnos solo con eso. El cuerpo a cuerpo es fundamental. Pensar en comprender cómo es la politicidad de cuño femenino, en clave femenina, que no es lo mismo. Lo vemos en las marchas en las calles, mujeres de varias generaciones, juntas. La ocupación del espacio público en esas marchas políticas de las mujeres es muy diferente a la que se da en las de los sindicatos o partidos de cuño masculino. Nosotras tenemos otra forma de politicidad, de gestionar, que no es utópica, sino tópica, pragmática. Es necesario garantizar la vida, incluso la fiesta y la risa. Es muy distinto de cómo el hombre concibe la política en la historia del Estado. Es necesario marcar esa diferencia, espacio masculino y femenino son diferentes, con acumulación de experiencias diferentes que se entrecruzan todo la historia. El lado femenino de la sociedad, la historia de la feminidad, es distinta. Hay que explorarla mejor y ver cómo hacer política de esa forma. Pero la certeza es que la política de cuño femenino es próxima, sin burocracia, cuerpo a cuerpo.

P. Fiesta, risa… Plantea el feminismo como una reivindicación de la alegría.

R. Yo creo que nosotras tenemos una posibilidad de alegría, de risa, nuestro humor es totalmente diferente del humor de los hombres. El humor masculino es con víctimas sacrificiales, el hombre se ríe de alguien y nosotras podemos reírnos de nosotras mismas, tenemos otra forma de humor. Un estudio del humor de las mujeres y el de los hombres sería muy interesante. Y yo sí creo que nosotras somos más felices, tenemos más capacidad de alegría y felicidad que los hombres, es algo que ellos se pierden.

P. ¿Por qué no se anima con ese estudio sobre el humor?

R. Tengo un límite, estoy muy cansada [ríe].

P. Usted ha escrito sobre esas nuevas guerras, que ya no son por un territorio con fronteras o configuración política, sino que los territorios son otra cosa, incluido el cuerpo de la mujer como conquista. Esto en México es dramático, ¿podríamos decir que México está inmerso en una guerra?

R. Total, total. México se ha juarizado. Lo que fue un experimento [de la delincuencia] en el norte, en una jurisdicción pequeña, Ciudad Juárez, se ha extendido a una gran parte del país, sin duda. Con una diferencia: las guerras clásicas se declaraban y se terminaban en armisticio, en un acuerdo. Pero ha habido una discontinuidad desde aquellas guerras tribales o las de Estado, en las que se tomaba un territorio y el cuerpo de las mujeres también como parte de él, por su afinidad al territorio. El último territorio que le queda al sujeto es su cuerpo cuando no tiene más nada, la última propiedad y soberanía es sobre su territorio-cuerpo. Pero ahora no es así, ha habido un cambio que hay que entender, yo lo tomo de la jueza Elisabeth Odio, de Costa Rica, en su ensayo que se llama La guerra y las mujeres. Ella, como fue jueza en el tribunal de la antigua Yugoslavia, dice que hay un cambio en la guerra y una forma de crueldad sobre el cuerpo de las mujeres que no son características de las guerras clásicas. En aquellas, la apropiación del cuerpo de la mujer era un daño colateral, hoy la guerra se hace en el cuerpo de las mujeres y su destrucción. No se trata de la apropiación de cuerpo como territorio, sino de su destrucción. De otra forma no se podría explicar el grado de crueldad que hemos visto, por ejemplo, en el genocidio guatemalteco, en las maras salvadoreñas, en México…

P. El último territorio es el cuerpo para el que no tiene nada, dice. Desde ese punto de vista, ¿cuál es su opinión sobre los vientres de alquiler? Porque en ellos también se detecta ese ejercicio de poder entre los blancos y los que no lo son, entre los pobres y los ricos. ¿No es eso también la apropiación de un territorio-cuerpo?

R. Sí. Ese no es un tema en el que yo me haya asomado a pensar, he escuchado y conversado con españolas, también sobre el abolicionismo de la prostitución. Pero yo le temo a la ley cuando la ley es capaz de producir más clandestinidad y más abusos. O sea, vemos que la ley a veces está teniendo efectos perversos cuando trata estos temas, la apropiación de los vientres y la prostitución. Yo creo que el debate debería transitar de otra manera. Podemos legislar todo lo que queramos, pero si la ley no alcanza una eficacia simbólica, si no alcanza a persuadir y disuadir, no tendrá un efecto sobre la vida. Es estúpido pensar que ley tiene efecto sobre las prácticas, es un error, no voy a participar de eso. El ejemplo es el aborto, nadie nunca ha dejado de hacer abortos, ni en El Salvador, tan severo en la punibilidad. En ese caso el aborto está prohibido por ley, pero esta no tiene relación causa efecto sobre la realidad. La trata también está tipificada como crimen, ¿y? ¿Qué hacemos? Sigue ahí, pensemos un poco más que en la idea de crear leyes.

P. Bien, pero si las leyes no dan resultados ¿qué mecanismos serán eficaces? Porque lo demás sería tirar la toalla, ¿verdad?

R. Hay otras formas de acción. Por ejemplo, identificar los lugares de la prostitución forzada, de la trata, hagamos escraches, demostraciones, acciones en esos espacios. Eso tendrá más resultados.

P. Se refiere por ejemplo al poder de Lastesis, una canción, una coreografía contra la violación, que surte un efecto mundial.

R. Ahí está el poder, en el cuerpo a cuerpo, con los pies en el suelo. Porque leyes ya hay muchas pero si el derecho no significa nada para la gente nunca alcanzará eficacia material.

P. Sobre el patriarcado y Europa. Dice que la Colonia es binaria, la Colonia enseña a violar, la Colonia cosifica los animales, los vegetales. Da la sensación de que el patriarcado lo han inventado lo europeos, ¿eso cree?

R. No, no no. Ahí diverjo entre mi feminismo decolonial y el de una autora que acaba de fallecer, a la que admiré, María Lugones, ella tiene un texto maravilloso en el que afirma la inexistencia de un patriarcado precolonial y lo coloca como una invención británica en Nigeria. Encontré contradicciones. Ella pensaba que el patriarcado es una invención colonial, yo creo que es un sistema político de gran antigüedad, que se va transformando, pero que ya existía, aunque de forma diferente. Sí creo que la jerarquía, las formas de poder y la letalidad se exacerban con la conquista y la colonización

P. ¿De qué modo?

R. Porque el hombre en el mundo tribal o de estructura comunal es el intermediario con el mundo de afuera. Es el hombre quien va a negociar algo o a luchar, primero con el frente ultramarino, con los conquistadores, y después con el estatal, que es una continuidad. Al hacerlo, es el primero que aprende la mirada del blanco sobre la vida, el paisaje, la tierra y los cuerpos. Es el primero en el cual se inocula la mirada del conquistador, del colonizador. Y entonces retorna a su mundo emasculado por esa relación con el vencedor, y le queda solo la violencia para preservar su masculinidad perdida. Por lo tanto, si no hubiera existido el patriarcado originario la propia conquista habría sido imposible. En otras palabras, el primer colonizado es el hombre.

Fuente de la informaciòn e imagen: elpais.com

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Entrevista a Carme Millé: De incertidumbre, adicción y comunicación en la era digital

Por: Iberoamérica social

Los cambios generados en el mundo de la vida por el desarrollo tecnológico hacen cada vez más necesario reflexionar sobre el papel de los individuos, su forma de socialización y sobre todo cómo los procesos de comunicación que se desarrollan en diferentes niveles han incorporado estas modificaciones.

En este sentido, Iberoamérica Social ha centrado el campo de la Comunicación en este número titulado El sexto continente en Iberoamérica: la emergencia de la comunicación, donde se expone desde diferentes miradas un espacio de conocimiento común. Por ello, en esta carta de presentación, se decidió establecer un diálogo con una especialista en la materia, quien ha dado criterios de análisis sobre el rumbo de las Ciencias Sociales, en general, y de la Comunicación, en particular.

Figura 1Adicción a las redes sociodigitales.

Fuente: https://rapinformes.es/la-adiccion-en-las-redes-sociales/

La Dra. Carmen Millé Moyano posee una trayectoria académica y profesional abundante; con más de 30 años como profesora en el posgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPYS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como la práctica social realizada a través de los diferentes cargos ocupados en instituciones públicas a nivel federal y estatal en México, la Dra. Millé ha podido observar no sólo el cambio en la esfera social, sino académica que han traído el desarrollo tecnológico de las redes sociodigitales y los también llamados ‘medios digitales’.

En otras palabras, la también directora del Centro de Respuestas Educativas y Comunitarias A.C. (CRECE), ha centrado su trabajo académico y laboral en la relación dialéctica entre la teoría y la praxis.

Iberoamérica Social: Dra. Carme Millé, muchas gracias por aceptar esta entrevista para el número “El sexto continente en Iberoamérica: la emergencia de la comunicación”. Como Usted sabe, vivimos en un mundo que cada vez es más pequeño, pero tiene una rapidez mayor. Esto se puede entender en relación con desarrollo tecnológico, pero también con los cambios que se han dado en el contexto social, lo cual repercute en el conocimiento que se genera en las Universidades. En este sentido, ¿cómo ha cambiado el estudio de la Comunicación como ciencia?

Carmen Millé: Gracias a Iberoamérica Social por la oportunidad de dialogar con un proyecto de tal magnitud como el que esta revista representa. Mira, en aquellos años en que yo era estudiante, la investigación en Comunicación se encontraba restringida por el campo profesional de trabajo. En mi generación era mucho más marcado que ahora, por ejemplo, que si hablabas de un proceso de comunicación interpersonal o de reflexión sobre ti mismo como proceso comunicativo internalizado… rechazaban el tema.

En mi tesis de Maestría titulada “La necesidad de comunicarse”1 trabajé el tema de la comunicación como un elemento de necesidad personal, individual. Y yo trataba de proponer que era parte de los derechos humanos. Sin embargo, en esos momentos el medio era totalmente imprescindible. Si el tema de investigación no abarcaba un medio te rechazaban el proyecto, y si te lo aceptaban, no sabían a quién asignarlo porque nadie trabajaba el tema sin la complementariedad técnica.

I.S.En este sentido, Dra. Millé, ¿de qué forma se ha modificado la relación dicotómica emisor/receptor en los medios de comunicación analógicos y digitales?

C. M.: La posibilidad de expresión hoy se amplía con las oportunidades de decir cualquier cosa a través de las redes sociales; antes eran más restringidas.

El cambio se percibe en la forma de escribir y en los tiempos de retroalimentación. Por ejemplo, cuando escribía mi columna semanal en el periódico ‘Uno más Uno’, a pesar de la autocensura -porque uno ya tiene internalizada la línea editorial- podías moverte con toda facilidad para hablar de tu tema. Pero no todos tenían la misma posibilidad y no era así en todos los casos. Los lectores podían mandar una carta de lector, pero ella pasaba por un filtro -como se sigue haciendo actualmente- y sólo se publicaban algunas. Pero ahora, los comentarios que aparecen en un artículo, comentario o ‘post’ (publicado en internet) no pasan por un filtro.

Además, cuando se hacía el uso de réplica se tenía que esperar hasta el siguiente número de la revista o periódico. Es decir, los procesos eran mucho más lentos. Ahora, tú puedes ir viendo el comentario (en las redes sociales) y hacer una réplica. Por eso considero que se ha modificado la percepción del proceso comunicativo a nivel de vida cotidiana. De allí la importancia de Habermas y su concepto de ‘racionalidad comunicativa’: la necesidad de comunicarse está sustentada en la racionalidad. Esto para los estudiosos de la comunicación en aquellos años ni les parecía de interés, porque no pasaba a través de medios técnicos.

I. S.: Con esta ampliación de los procesos comunicativos a ser estudiados, también se ha reflexionado sobre si las redes sociodigitales, las páginas web, los blogs, los canales de video son medios de comunicación, plataformas o herramientas de comunicación. ¿Usted cómo los considera?

C. M.: Yo los considero como medios de comunicación dentro de medios. Es en términos metafóricos como una cebolla, los medios tienen capas y en realidad ¿dónde terminan? Terminan en la comunicación personal. De nuevo es esta necesidad de expresión que está ligada a muchas cosas. Sin embargo, hay que ser crítico en esto. Po ejemplo, el caso de las ‘primaveras’ -porque realmente fueron varias- fue interpretado por algunos como si los cambios obtenidos fueran fruto de internet… No son fruto de internet; son expresión de una sensación de que estás atrapado en algo y que solo no podrás solucionar y por tanto tienes que reunirte con otros… Esa sensación es el origen de toda Revolución. Lo que pasa es que ahora tiene una repercusión mayor porque ya no sólo es el boca a boca -que sigue funcionando- sino el papel internacional que hace que las acciones de represión que antes quedaban circunscritas a un espacio y tiempo amplíen su impacto dando paso a una réplica inmediata.

Entonces ya no es el comentario del corresponsal, sino que es en el ahora porque estoy viendo las imágenes y las voces. Este medio ha dado la posibilidad de repercusión, pero no quiere decir que haya sido el origen del movimiento, pero sí de la capacidad de difusión.

I. S.Usted identifica entonces el cambio en el contenido y en el flujo de la información, ¿cómo las tecnologías han modificado estos dos elementos en la Comunicación?

C. M.: En el caso del flujo pondré un ejemplo: las revistas académicas en línea. Algunas solicitan un pago por el acceso, pero ya no necesitas el ejemplar completo de manera física, sino sólo aquel que tú necesitas o que te interesa. Hace unas décadas, tenías que comprar todo el ejemplar para obtener el fascículo, lo cual hoy parece algo impensable. Hoy es una manera de manejarse totalmente diferente

Lo ideal sería comparar las páginas y periódicos de distintas líneas editoriales… ¡pero ya no tienes tiempo! Aquí hay un elemento importante que trae el uso de la internet, ya que como en el caso de Iberoamérica Social te llegan las noticias y siempre lo abres -al menos en mi caso-.

Si encuentro algo que me interesa, le pones “leer más” y ¡listo!

I. S.En el tema del contenido, ¿qué opinión le merece el caso de las fake news?

C. M.: Para ello cabe mencionar que la rapidez del flujo de información y su impacto no sólo debe verse de aquello real, sino de lo falso o las interpretaciones tendenciosas, que a veces son con lo único que nos quedamos. Las fake news siguen funcionando a pesar de que todos estamos al tanto de que existen, pero en ocasiones dicen aquello que quieres escuchar y entonces lo repites sin un análisis. En realidad, la capacidad de análisis la tenemos, pero en una cápsula donde sólo alimento lo que quiero escuchar, entonces las fake news alimentan a ese gusano dentro de la manzana.

I. S.¿Allí podría caber lo que menciona Bauman sobre el monólogo en las redes sociales donde sólo se escucha lo que uno quiere?

C. M.: Más que un monólogo es un diálogo, pero con los que te retroalimentan, entre iguales. Lo que pasa es que antes, ¿con quién hablabas? Sólo con tu pequeño sector de familia y grupos bien definidos. Existía un proceso de reproducción y retroalimentación; ahora hacemos lo mismo, pero en las redes, tanto que cuando encuentras en redes a alguien que es divergente a tu opinión, tal vez lo toleras, pero después del segundo comentario lo bloqueas. No te pones a dialogar, te pones a dialogar con los tuyos.

C. M.: ¿Entonces hay una pluralidad de voces y con ello una amplitud de la tolerancia?

Carmen Millé: Habrá una amplitud de voces, pero la tolerancia se mantiene, no crece. Ellos se reunirán con los que piensen igual, y yo con los míos. Por eso digo que no es un monólogo porque quieres que tu pensamiento tenga una repercusión. Lo que hay que entender es que hay muchos foros de expresión y nos concentramos en los foros donde piensan igual que yo. A veces en esos foros hay opiniones nuevas, pero siempre encuadra con lo que pensamos de cierta manera.

I. S.Parece ser que estas modificaciones, como Usted bien ha dicho amplían las voces, pero ¿ellas son factor de la incertidumbre? Lo anterior se debe a que en su más reciente libro Dependencias, raíces ante la incertidumbre, aborda un problema que se reviste de libertad, pero que, debería reflexionarse al respecto. ¿por qué surge la necesidad de hablar de la incertidumbre?

C. M.: En este libro se refleja tanto mi formación académica y el análisis investigativo que he realizado, como mi práctica de intervención social. En el primer aspecto retomo la Teoría Social para analizar y entender la incertidumbre desde la sociedad y el individuo, por la que uno tiene que decidir demasiadas cosas, lo que va modificando tu ser/estar en el mundo. En los últimos años se han ido ampliando los elementos de interés y esto conlleva la necesidad de actualizarse permanentemente. Por ejemplo, el proceso de formación académica no termina en el Doctorado, sino que tienes que actualizarte y con ello tu propio marco de acción y reflexión.

Tú mismo vas creciendo y lo mismo sucede con el objeto de estudio, el cual te exige la forma de presentarlo y analizarlo. Es allí cuando tú convocas a los autores, siempre en razón de tus intereses y la exigencia que te demanda el objeto; allí es donde abres un horizonte y llamas a esos autores para dar soporte a ese punto de vista.

La situación de incertidumbre es un motivante para la búsqueda de raíces, anclas que te den certeza de un camino, ya que las raíces generadas en la familia, la escuela, el trabajo y los amigos, ya no son suficientes. Entonces se inicia un proceso de búsqueda de estabilidad, que puede desembocar en todo tipo de pasiones, entre los que se encuentra la oportunidad de consumir sustancias u otros comportamientos adictivos. A través de la reiteración del mismo comportamiento, al encerrarte en ese hábito, puedes llegar a sentir que ya tienes un camino seguro -aunque puede ser patológico- que tú has elegido donde hacer raíces, y que va a constituirse en el centro de tu vida.

Entre estos comportamientos se encuentra el fanatismo político, o la adscripción cuasi religiosa a un líder, con lo cual ya no ves más allá de lo que ese marco de percepción te permite. O la participación en sectas místico-religiosas, dentro de las que sólo puedes ver y hacer lo que se te exige, perdiendo así oportunidades y experiencias, pero encontrando la seguridad y protección de la pertenencia a una comunidad. Considero importante evidenciar que las drogas son únicamente un tipo de adicción y que existen muchas otras, propiciadas por el contexto de incertidumbre.

I. S.Entonces ¿cuáles son las implicaciones de esta incertidumbre en el plano social y comunicativo?

C. M.: En el plano social esta incertidumbre nos obliga a tomar decisiones, sin contar con la seguridad de las repercusiones que puede alcanzar nuestra forma de actuar, lo que conlleva a encontrar mayor certeza en la polarización de los marcos de pensamiento. Adicionalmente, se observan cambios en los patrones tradicionales del comportamiento. En la práctica social, al analizar grupos de población juvenil, hemos notado cambios notorios al comparar la información recabada en encuestas, aplicadas cada tres años. Un caso es la reducción del consumo de medicamentos para reducir la ansiedad y del reporte de problemas de depresión en las adolescentes, mientras que ambas situaciones se incrementan en la población masculina. Todo ello puede ligarse a la falta de certezas de cuál es el papel de los hombres, dentro de la pareja y la sociedad, mientras en el caso femenino este cambio está siendo afirmativo, se empoderan; de hecho, esta modificación va en detrimento de la seguridad de los parámetros de comprensión de qué es ser hombre.

I. S.Entonces esto va más allá del hecho de qué soy, sino en dónde estoy y cómo debo desarrollarme. Es una vez más la incertidumbre.

C. M.: ¡Claro! En el plano comunicativo no es muy diferente. El ejemplo más notorio es el movimiento #MeToo en redes y el impacto que ha tenido en México, donde se presenta esta falta de certeza de si lo que hago como hombre es correcto o no. Se cuestiona el comportamiento que en décadas pasadas era aceptado, lo cual genera más incertidumbre en el plano de qué quieres comunicar con tus actos.

I. S.Nos acercamos al final de este diálogo, Dra. Millé. Por lo que una pregunta inevitable para una investigadora y académica de renombre como Usted es ¿cuál es el reto para las ciencias sociales, particularmente la comunicación en la era digital?

C. M.: Creo que uno de los retos más importantes para las Ciencias Sociales en general -incluyendo la Comunicación- tiene que ver con la práctica social. Esta parte de la investigación ha sido descuidada por parte de los profesores en ciencias sociales; por lo regular se tiende a quedar en segundo plano y lo que es cierto es que lo académico tiene que tener una interacción con la práctica social.

Lo que siento es que cuando haces una intervención sustentada, estás haciendo investigación, porque los diagnósticos situacionales te obligan a estudiar tu población de manera cuantitativa y cualitativa para generar una línea base y con ella poder estructurar la intervención, así como identificar a través de indicadores cuáles son los resultados e impacto logrados a lo largo del tiempo.

De allí puedes hacer comparaciones y sacar conclusiones. Con esto se obtienen elementos para poder retroalimentar a la población con la que trabajaste, para que siga al tanto de sus áreas de oportunidad y cuente con más elementos para enfrentar problemáticas.

I. S.: En el caso de la Comunicación, parece que con todo el conjunto de medios que se encuentran en internet, los medios análogos están perdiendo credibilidad, es decir la gente ya no está creyendo en las noticias. ¿Esto puede traer algún problema?

C. M.: En general podemos observar que el espíritu crítico se ha generalizado. Ahora vemos con desconfianza a los gobernantes. Sin embargo, si la desconfianza hacia los medios se sigue incrementando, va a llegar un momento en que nadie va a leer noticias, sino que únicamente se va a alimentar de comentarios de las redes sociales y creo que eso no es bueno.

Figura 2Entrevista a Carmen Millé en el programa «Drogas…¿lo sabes todo?»

Yo creo que uno tiene que decidir hasta dónde quiere estar actualizado. Uno va haciendo mecanismos o estrategias de hasta qué punto puedo concentrarme, hasta dónde puedo abarcar; y quien no tiene esas estrategias puede desarrollar un proceso adictivo… de hecho, hay gente que muere por estar allí -en las redes sociales-, o peor aún en los juegos de apuesta que no requieren el desplazamiento físico y que ahora todo está en la pantalla que seduce.

Considero que en todo patrón de comportamiento novedoso hay picos y estamos llegando al pico de las redes sociodigitales. Siempre habrá gente que se va a adscribir de manera ilimitada al comportamiento adictivo de la Internet y sus medios, es decir, que no puede llegar a dormir porque sigue contestando su celular y sus mensajes o porque debe mantenerse al tanto de un tema específico, pero ellos serán la minoría. Es como con la ingesta de alcohol, a muchos les gusta, pero no lo toman de manera diaria y con exceso, bueno, al menos no la mayoría.

Hay que evitar el efecto hipnótico del solapamiento de las dos realidades -la digital y la real-; se puede hacer y de hecho sucede, por ejemplo, cuando lees un libro o tienes que escribir un artículo, pero no se te va la vida en ello; el problema es cuando la pantalla desplaza la realidad material… en ese momento se presenta la distorsión.

El ir abriendo camino desde la Comunicación permite tolerar nuevas perspectivas y proponer nuevas explicaciones, se trata de un campo en continuo crecimiento y comprensión de su complejidad. Por lo mismo, se ha vuelto central dentro del pensamiento social; si no, ¿dónde estaría Habermas o Luhmann? Con ellos y tantos otros pensadores contemporáneos la Comunicación se vuelve central para el estudio de la acción social y de la realidad; en ella se genera un abanico de posibilidades.

I. S.Finalmente, Dra. Carme Millé, ¿cómo podría concluir este diálogo?

C. M.: Podría resumirse en que el hombre sigue viviendo en un día de 24 horas, podrá dormir menos, pero en algún momento tiene que descansar y esta serie de estímulos que están allí, en la cabeza, no lo dejan dormir. Es esa necesidad de estar actualizado, de conocer todo y a la vez reconocer que la capacidad de análisis y aprehensión sigue teniendo los mismos límites.

Esa saturación de información siempre ha existido, al menos en la Modernidad, sólo que ahora con los medios de comunicación digitales se ha hecho más visible.

Saludos a los lectores y colaboradores de Iberoamérica Social ¡Espero este número sea de su agrado!

I. S.: Hemos llegado al final de este diálogo que ha dado sin duda aportes relevantes para entender lo que está ocurriendo en la sociedad con la llegada del mundo digital. Agradecemos a la Dra. Carmen Millé Moyano por sus aportaciones, las cuales presentan de excelente manera la inquietud que motivó este número en Iberoamérica Social: la necesidad de reflexionar ante los cambios derivados de la tecnología y la potencialidad de la Comunicación como ciencia para explicar dichos cambios.

Notas

↑1 La tesis de Maestría fue publicada en 1993 bajo la editorial EDAMEX.

Fuente de la información e imagen: https://iberoamericasocial.com

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“Parte de la deserción escolar en Colombia se da en séptimo grado”, Mónica Ospina

Por: www.elespectador.com

El año pasado el sector educativo fue uno de los más afectados por la pandemia. Para saber qué tanto se perjudicó el proceso de aprendizaje es vital medirnos y esa es una tarea del ICFES. En sus más recientes resultados muestran una disminución en el puntaje de los estudiantes de calendario A. Entrevista con su directora.

La educación es uno de los sectores que más se ha visto afectado por la pandemia. En Colombia, por ejemplo, el Ministerio de Educación autorizó que en 2022 todos los planteles educativos regresaran a la presencialidad; es decir, durante dos años los colegios estuvieron cerrados, generando algunos déficits en el proceso de aprendizaje. Para identificar algunas de esas falencias, el Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación (ICFES) ha adelantado una serie de estrategias. Una de ellas es retomar las pruebas Saber en el grado séptimo, pues según Mónica Ospina, directora del instituto, “había un espacio muy grande entre quinto y noveno y olvidamos que del paso del grado séptimo a octavo hay muchas condiciones que cambian en el ciclo escolar”. (Le puede interesar: En educación hay una obligación urgente)

En entrevista, Ospina cuenta otros de los cambios que surgieron en el ICFES a raíz de la pandemia, como los cuestionarios auxiliares, que son de habilidades socioemocionales y se centran en el contexto de aprendizaje de los estudiantes durante la pandemia. “Incluyen una lectura del contexto de los estudiantes. Se hacen entrevistas a los docentes, rectores y padres de familia”. En cuanto a los resultados de las pruebas Saber 11 de 2021, señaló que se observó una disminución en el puntaje global de dos puntos para el calendario A, “es una reducción leve, no es muy significativa. Y las áreas en las que estamos encontrando esta disminución son matemáticas y ciencias sociales”, señaló.

¿En qué se han enfocado como institución en este tiempo de emergencia sanitaria?

Las pruebas de Estado tienen un rol muy importante en este momento por la urgencia que se tiene de poder cerrar esas brechas de aprendizaje en torno a la presencialidad. Tenemos la prioridad de poder identificar cuáles son esos aprendizajes o cuáles son los estudiantes que se han podido ver afectados en todo su ciclo educativo ligado a la pandemia. En eso el ICFES, en conjunto con el Ministerio, ha venido creando programas y actuando de manera conjunta para poder responder a eso.

¿Cuáles son esas medidas que se han implementado para cerrar las brechas?

Este año se retoman las pruebas Saber en séptimo grado que no se realizaban desde 2017. Se retoman además de manera electrónica, así como se había contemplado en el piloto que se hizo en 2019. (Puede leer: El regreso a los colegios es un hecho: no habrá más restricciones de aforo)

Desde hace diez años no se hacía esta prueba, ¿por qué es importante retomarla?

Esta prueba busca identificar cada uno de los niveles de educación y cuáles son esos déficits. Había un espacio muy grande entre quinto y noveno y olvidamos que del paso del grado séptimo a octavo hay muchas condiciones que cambian en el ciclo escolar. De hecho, parte de la deserción escolar se da mucho en séptimo grado, entonces es fundamental entender qué es lo que pasa en ese paso para los estudiantes.

¿En qué consisten los otros cambios que ha tenido el instituto por la pandemia?

Nos hemos centrado en medir las capacidades de la población con discapacidad. Esto implicó que fuéramos a muchas regiones del país. A pesar de que no se mide a todos los estudiantes, sí se mide toda la representatividad en términos de colegios por tamaño que tenemos a lo largo del país. Esta es una información muy importante que entregaremos al país el próximo año. También continuamos con el programa “Evaluar para avanzar”, que se caracteriza por ser una evaluación diagnóstica en la que todo el control lo tiene el docente. Nosotros desde el ICFES le abrimos al docente toda la información que requiere para construir y diseñar esa prueba y le damos toda la información para que pueda hacer un análisis en términos de competencias y aprendizajes. El objetivo es dar una valoración de aprendizajes que le dice a un docente cuáles son las competencias que puedan encontrarse más rezagadas con respecto a lo que espera para cada uno de los grados. Va desde tercero hasta 11. (Puede leer: Motete: cinco años cambiando la forma de leer en el Chocó)

Uno de ellos es en las pruebas Saber 11…

Sí. Primero hay que entender que los contextos de los estudiantes son muy diferentes en nuestro país y los puntajes deben ser leídos bajo este. Entonces en Saber 11, que es nuestra prueba insignia y la que es más conocida para toda la población, hemos empleado una caja de herramientas que les damos gratuitamente a todos los estudiantes para familiarizarse con la prueba. Esa innovación surge de escuchar en las mesas a los ciudadanos y en poder ofrecer lo que los estudiantes necesitan. Es importante que entiendan que el examen no es un requisito por capricho del Gobierno o de las universidades, sino que realmente es una herramienta muy poderosa para el estudiante, las instituciones de educación superior y el sector con el objetivo de poder focalizar recursos.

La pandemia mostró la importancia de la salud mental. ¿Qué estrategias adelanta al ICFES para protegerla?

Hubo unos cuestionarios auxiliares que son de habilidades socioemocionales y de su contexto de aprendizaje durante la pandemia. Las pruebas incluyen además una lectura del contexto de los estudiantes, porque se hacen entrevistas a los docentes, rectores y padres de familia. Es una evaluación controlada y estandarizada que sí va a dar unos puntajes, pero que tiene un propósito de entender todo el contexto de aprendizaje. Eso se planeó desde 2019 y logramos hacerla este año. Hay una continuidad de ese estudio para el otro año, porque les hacemos un seguimiento a los niños evaluados este año y van a tener un seguimiento durante los próximos ocho años. Esta es una apuesta muy importante de poder entender cuáles son esas condiciones de aprendizaje que están teniendo nuestros niños hoy.

Uno de los retos que tuvieron a la hora de presentar el examen era la conexión a la plataforma. ¿Cómo ajustaron esas fallas?

Todos los estudiantes que tuvieron el problema durante el 26 de octubre fue una caída del sistema de veinte minutos. Los estudiantes que perdieron la conectividad fueron reprogramados y lograron presentar la prueba el 7 de noviembre. Fueron poco menos de 10.000 estudiantes. Fue un hecho que se analizó con detalle y se refuerza para que no vuelva a ocurrir en otra presentación de la prueba.

¿Han pensado institucionalizar el examen del ICFES para que sea virtual o solo será por la emergencia sanitaria?

Nosotros tenemos pruebas de manera virtual y otras que se hacen en papel y lápiz. Todas las pruebas son diferentes y se hacen de acuerdo con las necesidades de población que las presenta. Sin embargo, el ICFES sí está en una transición: habrá pruebas electrónicas que está más acelerada de lo que se esperaba. En nuestro plan estratégico estaba realizar el 5 % de sus pruebas electrónicas para 2023. Pero, a partir del año pasado, que logramos hacer las pruebas TyT y Saber Pro de manera electrónica, logramos más del 40 % de las pruebas de manera electrónica. Instituciones como Pisa, por ejemplo, se han demorado entre cuatro y seis años en hacer esa transición a pruebas electrónicas. Hacerlo implica hacer análisis en términos de que se garantice la comparabilidad de la prueba.

¿Todas las pruebas son aptas para presentarse de manera virtual?

No. Hay pruebas, como la Saber 11, que son muy difíciles de hacer de manera electrónica, por la cantidad de estudiantes que se evalúan. Nosotros podemos tener en calendario A aproximadamente 600.000 estudiantes, por ejemplo. El próximo año volvemos a tenerla como siempre la hemos tenido, en un solo día. Este año la hicimos en dos días, el año pasado la tuvimos que extender a tres días, por todo el tema de distanciamiento, porque ni siquiera los sitios nos daban la capacidad para poder hacerla en un solo día. En las pruebas que hemos podido, como la de tercero, séptimo y noveno, empezamos línea base para que se pueda realizar de manera electrónica, un proceso similar al que se adelanta con la prueba Saber Pro TyT. Una muy buena noticia para los estudiantes de Saber Pro es que a partir del próximo año se va a poder presentar dos veces al año. Una se hará finalizando a mayo y otra finalizando octubre.

Lograron sacar las pruebas en tiempo récord en medio de la emergencia sanitaria, ¿qué lecciones le deja?

Muchas, de hecho, en este momento asesoramos al Gobierno de República Dominicana y hemos hablado con Guatemala, México y Ecuador, que quieren entrar en el proceso de transición y nos consultan. Somos uno de los países en los que hemos podido hacer pruebas de Estado a gran escala. Tenemos dos modalidades: la que es en sitio, que es totalmente controlada, pero también están las pruebas que hacemos en casa. El reto es aprovechar la tecnología para tener un mayor número de preguntas. En un computador se pueden hacer preguntas interactivas. Este año montamos un laboratorio de evaluación, encargado de hacer esa transición, que no es hacer una prueba en un computador, sino aprovechar la tecnología para hacer mejores evaluaciones y evaluar otras competencias. Por ejemplo, Pisa evaluará el otro año pensamiento creativo, un modelo innovador que solo se puede realizar de manera electrónica. Nosotros participamos activamente en la construcción de ese módulo y en su implementación. En el ICFES queremos llegar, en el corto plazo, a medir este tipo de competencias, muy importantes para el mercado laboral y el desarrollo de los estudiantes.

Uno de los retos es garantizar que el examen llegue a todos los estudiantes. ¿Cómo lo lograron este año de pandemia si hay aún muchas zonas rurales a donde no llega el internet y los estudiantes deben realizar largos desplazamientos para poder presentar la prueba?

Los retos vienen desde todos los aspectos, desde la misma construcción de preguntas, como lo pones en una plataforma y todo el proceso de operación cambia. El mismo proceso de instrucción requiere que conozcamos si lo va a hacer en casa, en otro sitio, si tiene condiciones técnicas. Hemos encontrado que aproximadamente el 80 % de los estudiantes tienen equipo y conectividad para hacer una prueba en línea que es demandante. A los que no tienen conexión, nosotros tenemos ítems de aplicación, disponemos de internet, llevamos equipos y router para que los estudiantes puedan presentar la prueba. El reto para tercero, quinto, séptimo y noveno fue gigante, porque hay colegios de solo veinte estudiantes que no tienen ni siquiera equipos. En algunos sitios no logramos conectividad, entonces instalamos un software que permitía hacer la prueba. Luego hacemos un proceso de sincronización. Para estas pruebas hicimos el 60 % con conectividad con los colegios y tuvimos que mover algunos equipos para tener mayor cobertura, porque no había equipos en los colegios para todos los estudiantes y más o menos el 10 % lo tuvo que hacer en papel, porque muchos no tenían energía eléctrica o estaban desconectados. Siempre esas pruebas están acompañadas de un equipo logístico que ha enfrentado estos retos.

Otro de los retos fue el plagio, ¿cómo lograron controlarlo?

Tenemos personas que están vigilando y el software de evaluación que tiene el ICFES consiste en que una vez entras a la evaluación no te permite moverte a ninguna otra página ni abrir otro programa dentro del computador. Para los que están en casa se tiene un sistema de inteligencia artificial que crea unas alertas en tiempo real de si está utilizando el celular o algún otro dispositivo, audífonos, si tiene su cara tapada y no se pueden ver los ojos o la boca, si hay otra persona acompañando, si la persona está ausente o si sale de pantalla sin haber solicitado algún permiso. El sistema también identifica problemas que puede tener el estudiante. Podemos saber si se salió de la prueba porque se le cayó la energía, porque perdió conectividad o por alguna acción que tomó el estudiante.

¿Ya hicieron un análisis de los resultados? ¿Conocen las diferencias en el desempeño académico en comparación con años anteriores o cuáles son las regiones que obtuvieron peor puntaje?

Lo que nosotros estamos observando en los resultados, que salieron recientemente, es la clasificación de planteles. Vemos una disminución en el puntaje global de dos puntos para el calendario A, que es una reducción leve, no es muy significativa. Sobre cuáles son las áreas en las que estamos encontrando esta disminución se da en matemáticas y en ciencias sociales. En lectura crítica se ha mantenido constante y en inglés tuvo un leve aumento. Ahí parte del análisis que se hace desde el ICFES es que todavía no estamos observando unos comportamientos diferentes en términos de aprendizaje, dados estos dos años de pandemia y de no presencialidad. En parte esto se explica porque lo que nosotros medimos en la prueba Saber 11 son competencias que se adquieren a lo largo de la vida, no conocimientos específicos. Nosotros esperamos, y por eso es tan importante para poder entender esas pérdidas de aprendizaje, darles muchísimo foco también a los otros niveles de educación con “Evaluar para avanzar” y con Saber tercero, quinto, séptimo y noveno, y es ahí es donde esperamos ver cambios significativos y donde se deben tomar acciones. Seguramente en Saber 11 también se verán, pero no todavía.

Tras casi dos años de pandemia en donde la educación fue uno de los principales sectores afectados, ¿a qué le apuestan?

En conjunto, como instituto, a lo que le estamos apostando es a mirar a todos los sitios y niveles de educación en conjunto y ver dónde es que tenemos que generar esas mayores prioridades, dándole continuidad a esa prueba Saber 11, que es supremamente importante para poder acceder a educación superior y que además les está dando muchísima información a las universidades. Hemos trabajado muy articuladamente con el Icetex y el Ministerio en todo el proceso de matrícula cero.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/educacion/parte-de-la-desercion-escolar-en-colombia-se-da-en-septimo-grado-monica-ospina/

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Soledad y pandemia: Un diálogo con Claudia Hilb

Por: Alejandro Katz y  Nicolás Kwiatkowski

La intelectual argentina Claudia Hilb se refirió en abril de 2020 a uno de los aspectos fundamentales de la pandemia, el confinamiento y la propia enfermedad, en el caso de quienes la cursaron: la soledad. Para ello, partió del propio concepto de «soledad» y se hizo preguntas como: ¿cuál es la relación entre la soledad y el mundo? Y a partir de eso, ¿cuál es el impacto que tiene la interrupción del mundo sobre nuestra experiencia de la soledad? En una reflexión que combina pensamiento filosófico con su propia experiencia en esos días, va construyendo una elaboración con diferentes pliegues y alimentando nuevas preguntas. Ahora que el mundo parece encaminarse a una «nueva normalidad», quedarán sin duda las marcas de esos días aciagos. Claudia Hilb es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (uba), donde actualmente se desempeña como profesora titular. Asimismo, es investigadora del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de esa misma universidad e investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina. Dirige los proyectos «¿Reconciliación, pacificación y perdón? Respuestas a los legados de regímenes de violencia política. Argentina (2003-), Uruguay (2009-2013), Chile (1998-), Sudáfrica (1995-2002) y Colombia (2012-)» y «Acerca del comienzo en política: norma y excepción». Es autora de varios libros, entre ellos Leo Strauss: el arte de leer (fce, Buenos Aires, 2005) y Usos del pasado. ¿Qué hacemos hoy con los setenta? (Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2013).

ch: Me hicieron la propuesta de tomar un término para participar de la serie «Léxico de la pandemia», la cual me pareció una excelente iniciativa. Quise tratar de ver qué podía decir de la palabra «soledad». Esa palabra me evocó inmediatamente algunas experiencias y algunos pensamientos que ya me habían atravesado alguna vez, y que en estos días tan extraños volví a ver pasar por mi cabeza. Lo que siempre me atravesaba cuando pensaba en la palabra «soledad» es, en primer lugar, la relación entre «soledad» y «mundo común», o entre «soledad» y «mundanidad». Es en ese sentido que voy a tratar de dirigir mi exposición.

Hay algunas frases o algunas sentencias sobre la soledad que podrían hacer de punto de partida. Me pregunto, por ejemplo, si cuando oímos: «No es bueno que el hombre esté solo», del Génesis; o de Schopenhauer: «La soledad es el destino de todos los espíritus excelentes»; o una igualmente célebre frase de Catón: «Nunca estoy menos solo que cuando estoy solo», me pregunto si cuando oímos estas frases juntas asumimos que estamos en presencia de frases totalmente contradictorias. De alguna manera, me interesa entender estas sentencias en armonía entre ellas. Sin querer forzar la interpretación, tiendo a pensar que, si entendemos la soledad en relación con la mundanidad, entonces tal vez no tengamos necesariamente que entenderlas de manera contradictoria. O, en todo caso, si tratamos de interrogar la soledad en relación con la mundanidad, con nuestra inscripción en el mundo común, tal vez podamos distinguir modos de nombrar la experiencia de la soledad que nos pueden permitir que estas frases –que a primera vista suenan contradictorias– puedan tener sentido conjuntamente.

Si tratamos de pensar la soledad en relación con el mundo, podemos tratar también de ahondar un poco más en nuestra reflexión de aquello que puede suceder respecto de la soledad en un momento en el que el confinamiento nos está privando de nuestro modo habitual de estar en ese mundo común. A partir de este punto de partida, una primera observación podría ser que el confinamiento nos enfrentó a algo que tenemos en común quienes estamos aislados de los demás (salvo de aquellos con los que convivimos, si es que convivimos con alguien). Eso que tenemos en común es que hemos perdido nuestra forma de vida cotidiana, nuestra relación física con el afuera, nuestro tránsito por lugares públicos. En otras palabras, hemos perdido de manera brutal, prácticamente de la noche a la mañana, nuestro modo corriente de habitar el mundo. Tenemos en común la reclusión en lo privado, la reclusión de un modo radical en la que lo privado recobra este carácter de «privado de», despojado de lo público, de lo común. Es decir, privados del entramado que hace a la vida propiamente humana: nuestra relación habitual con el mundo ha sido cortada de raíz. Entonces, ¿de qué modo esta interrupción de nuestra mundanidad impacta sobre nuestra experiencia de la soledad? ¿Cuál es la relación entre la soledad y el mundo, y a partir de eso, cuál es el impacto que tiene la interrupción del mundo sobre nuestra experiencia de la soledad?

Para tratar de avanzar en esa dirección, creo que una buena idea puede ser distinguir modos distintos de lo que podemos llamar «soledad» en la relación con el mundo, y a partir de eso ver qué podemos decir de esa relación entre soledad y mundo en la experiencia de confinamiento. Para ir hacia allá, podemos pensar que en los armónicos de la palabra «soledad» tal vez podamos reconocer, en primer lugar, la soledad como desolación o como ausencia radical de mundo; en segundo lugar, la soledad como alienación o distanciamiento del mundo; y, por fin, la soledad como vida solitaria. Pese a la tentación de ligar etimológicamente desolación con soledad, me temo que no existe una relación etimológica entre ambos términos. Habría sido lindísimo, pero me parece que no es el caso. Quienes conozcan la obra de Hannah Arendt seguramente ya perciban su presencia en las sombras cuando en Los orígenes del totalitarismo Arendt distingue «vida solitaria» de «soledad». Esa distinción es muy impactante e iluminadora, aunque no es una sorpresa en sí, porque en el inglés corriente existe, de hecho, la distinción: «solitude» y «loneliness» designan lo que nosotros podemos llamar «vida solitaria» y «soledad». Si bien Arendt me ayuda mucho a pensar siempre, y también lo hace en esta ocasión, en lo que voy a decir ahora no guardo fidelidad con el modo en que ella piensa estas distinciones. Además, ella escribe en un contexto bien distinto. Pese a las citas con las que empecé, tampoco voy a buscar ayuda en ninguna tradición filosófica que se haya interesado en el tema. Voy a partir de aquello que tenemos en común, esto es, la interrupción brutal de nuestra forma habitual de vivir en el mundo, para analizar de qué manera podríamos experimentar distintas formas de la soledad.

Diría que la forma más extrema y dramática de soledad es la del enfermo, la del desvalido. La de aquel que experimenta el abandono completo de las dimensiones comunicacional y relacional, de toda dimensión propiamente humana. Y que queda encerrado en el puro cuerpo físico, en la mera vida biológica. Me parece que la situación del enfermo es siempre una situación de soledad extrema y de pérdida radical de la mundanidad, pero tengo la impresión de que esa soledad extrema se ve impulsada aún más, si eso fuera posible, por la imposibilidad en tiempos de pandemia de contar con la proximidad de otras personas amadas que representan el mundo para el enfermo, es decir, que representan la vida más allá del cuerpo sufriente, del cuerpo muriente, y que lo volverían a inscribir en el mundo. Esa, la soledad como reclusión en el cuerpo como mero cuerpo sufriente, como desolación, es una forma extrema de la soledad como pérdida del mundo, e incluso como pérdida de privacidad. Me atrevería a decir que en la desolación el mundo está ausente de una manera radical.

Dejando de lado esta forma extrema de soledad como desolación, como puro cuerpo viviente y sufriente en la ausencia del otro que representa el mundo para mí, querría pensar otras experiencias menos radicales. En primer lugar, la experiencia de aquel que se encuentra aislado de su hogar (o donde se encuentre) sin la compañía de otros. Es decir, solo pero no desvalido. ¿Qué queda del mundo para aquel que se encuentra confinado sin la presencia de otros? El aislamiento puede ser vivido como pérdida del mundo, como alienación del mundo, como separación de un mundo que se ha (o me han) retirado. Puede ser esa alienación de un mundo que se convoca de manera angustiante cuando se consumen noticias, cuando se buscan encuentros virtuales. Es decir, que convoco un mundo que no llevo en mí, sino que solo puede venir de afuera. Lo convoco para paliar una soledad vivida únicamente como privación. La soledad podría pensarse que aparece, en este caso, como pérdida de la mundanidad del mundo que se intenta convocar como se puede, para mitigar la angustia que provoca el esfumarse de este mundo. Como pérdida de la mundanidad, que si la lleváramos a su expresión extrema me confinaría a una soledad que se aproximaría a la desolación de la que hablé en un primer momento.

Pero creo que también es posible pensar que para aquel que vive el aislamiento sin otras personas, el aislamiento puede darse en su relación con la soledad de otro modo. El aislamiento puede llevarme a convocar al mundo en mí, en el diálogo conmigo mismo o conmigo misma sobre el mundo. Ese es en buena medida el beneficio que tenemos en el encierro quienes nos dedicamos a oficios del pensamiento, que vivimos siempre convocando al mundo en el diálogo interno que establecemos con nosotros mismos. No es un beneficio que tenemos solo nosotros, pero diría que tenemos esa gimnasia bastante practicada para que en una situación de confinamiento podamos convocar al mundo en el diálogo con nosotros mismos. Entonces, la soledad de quien pone entre paréntesis el dato brutal del aislamiento para convocar al mundo en su pensamiento sobre el mundo, esa soledad creo que no puede privarse de manera definitiva de la relación real, física, pública con nosotros. El diálogo con uno mismo es un modo de continuar la relación con el mundo más allá de la relación originaria con el mundo. De algún modo, es necesario volver al mundo para pertenecer a él, pero, tal vez, quien puede en el aislamiento, en el diálogo consigo mismo, edificar un espacio de mundanidad por un tiempo, logra que la vida solitaria no amenace con volverse soledad en el sentido de alienación del mundo.

Y, por fin, quiero preguntarme por el estado de la soledad en quienes vivieron el confinamiento con otros. Creo que en ese caso también es posible imaginar distintas variaciones de la relación entre soledad y mundo. Una experiencia de esta relación entre soledad y mundo puede ser la experiencia de quienes, rodeados de los afectos más cercanos, aunque más no sea por un tiempo (no sabría decir exactamente cuánto), disfrutaron de la soledad en tanto difuminación del mundo. Esto es, puede ser que se encuentre placer en la reclusión en lo privado, en la abstracción de la presencia del mundo, en la separación brutal respecto del mundo. Es decir, que encontremos en el amor, en la seguridad de lo privado y de lo íntimo, una suerte de coraza que nos protege del mundo y de los cruces, de los intercambios, de las exigencias de la vida en comunidad. Nuevamente, por cuánto tiempo esto puede disfrutarse sin necesidad de recuperar el mundo, no puedo saberlo. Diría que cuando pensamos esa relación entre soledad y mundo, o entre confinamiento y mundo, creería que, en este caso, no hay una experiencia de la alienación del mundo como soledad, sino más bien una experiencia en la que la alienación del mundo se nos aparece como algo que nos protege, que nos cobija.

Pero claramente pienso también en la experiencia de confinamiento en la que la compañía permanente de otros en un espacio cerrado puede, por el contrario, volverse difícilmente soportable. En esos momentos, la compañía de los otros, lejos de representar estas bonitas bondades de los afectos privados, nos puede traer a primer plano la soledad como alienación del mundo, la soledad a la que nos destina la interrupción de nuestra vida mundana, la ausencia de cruces, de intercambios, de pluralidades y de diferencias. Esta soledad como alienación del mundo es probable que uno la viva como pérdida de uno mismo, de las diferencias que me constituyen a mí misma en tanto habitante del mundo que habita a la vez varios mundos en los que me muestro de diversa manera. En la privación de ese mundo, quedo reducida a un aspecto absolutamente pequeño y privado de ese uno mismo que soy. Creo que, en la vida con otros en confinamiento, en esta experiencia de vivir con otros en esta soledad como alienación del mundo, es posible recrear un espacio de soledad como esa vida solitaria a la que me referí en un segundo momento. Es decir, un espacio donde a partir de la soledad nos podemos encontrar con aquella que soy o con aquellas que soy fuera del confinamiento, es decir, cuando soy en la vida mundana. Es posible, tal vez, reencontrar el mundo del que hemos sido apartados brutalmente, en esta pluralidad del sí mismo, reencontrarse con quien soy cuando soy en el mundo.

Querría terminar con dos aclaraciones. La primera, que nuestras experiencias de la soledad en el confinamiento pueden ser un entramado de todas estas distintas soledades que acabo de describir, o de buena parte de ellas. Pero me interesaba pensar de qué modo la soledad es respecto de nuestra mundanidad, y de qué modo lo que está en juego en la experiencia de soledad es la difuminación de la experiencia del mundo, o esa posibilidad de seguir siendo aquello sin lo cual dejamos de ser lo que somos (personas que somos porque somos en el mundo).

La segunda aclaración es que, cuando trato de pensar en estos armónicos de la soledad, por supuesto que no se me escapa que lo que llamo la «pérdida del mundo» no es solo la pérdida de una dimensión de la condición humana que hace a la pluralidad, aquello que nos hace propiamente humanos, porque la pérdida de mundo puede ser también la pérdida de acceso a una dimensión donde se da la mera supervivencia. Esto es, la angustia del confinamiento no es por cierto la misma para aquel que en esa pérdida del mundo ha perdido no solo la dimensión mundana de su vida sino también la posibilidad de acceder a un afuera en el mundo desde donde puede proveerse un sustento mínimo material a él o ella misma. Pero ahora intento poner en el centro la pérdida del mundo en tanto tal desde la soledad, y desde ahí tiendo a pensar que, si bien la relación con la angustia no puede sustraerse de ninguna manera del drama de la supervivencia material, cuando pensamos en la relación con la soledad ella no está en relación directa con la supervivencia material, sino con nuestra condición mundana en tanto hombres y mujeres que habitamos un mundo hecho de relaciones, de escenas, de entramados y de intercambios plurales.

En el Génesis, como no es bueno que el hombre esté solo, Dios le crea un mundo. Un mundo de animales, de plantas, de personas. Yo creo que podemos decir que en la frase de Schopenhauer encontramos el elogio de aquel que encuentra en la soledad la posibilidad de recrear el mundo en el pensamiento. Porque, me digo, si no es sobre el mundo, ¿sobre qué diablos podría estar pensando ese filósofo en la soledad? Por último, en la frase de Catón, resuena la pluralidad, que es, antes que una experiencia íntima, una relación con el mundo, y resuena la pluralidad del diálogo conmigo misma que trae el mundo a ese diálogo. Y es en ese estar sola conmigo misma donde, para seguir haciendo citas célebres, soy «dos-en-uno» (Sócrates), pero el dos solo lo conozco porque lo habito como pluralidad en el mundo común. Entonces, si para decirlo de un modo bien banal, la «mala» soledad es pérdida de mundo, la «buena» soledad es una experiencia que solo puedo tener porque habito el mundo plural y traigo el diálogo conmigo misma a esa pluralidad del mundo.

ak: No creo que haya mucho que agregar a esta reflexión y, sin embargo, quisiera hacer unas preguntas para ver algunos matices. Estamos hablando de la soledad del confinamiento, que no es la misma soledad que la del caminante en el bosque. El confinamiento como algo que nos obliga a esa soledad tiene alguna diferencia. La diferencia me parece que es la de lo que ocurre con el cuerpo. En este confinamiento, nuestros cuerpos se han convertido básicamente en funciones biológicas. No hacemos con ellos nada de lo que hacemos cuando darles vida biológica no es lo único que hacemos. Cuando caminamos, cuando vamos a tomar un café, cuando subimos a un colectivo para desplazarnos a algún sitio. Estamos en una situación en la que durante días y días y días las funciones son las de la reproducción de la vida en relación con el cuerpo, y todo lo demás tiene otra dimensión. Eso creo que introduce alguna particularidad en la experiencia de la soledad en el confinamiento.

ch: Trataría de pensar qué agrega a la soledad. Uno de los modos de vivir la soledad no como pérdida de mundo sino como capacidad de recrear el mundo en uno mismo es el de recrear esa experiencia del paseador del bosque, del paseante solitario de Rousseau. El paseante solitario va paseando, pensando, observando el mundo, pero no necesariamente está pensando u observando el mundo por el que pasea. Del mismo modo que yo cuando estoy en mi escritorio no estoy necesariamente pensando en aquello que me rodea, sino que estoy pensando en el mundo. Respecto del cuerpo o de las vidas biológicas, la soledad en relación con la vida biológica se me presenta a mí muy fuertemente como «nada más que vida biológica». Es decir, en el cuerpo sufriente, en el cuerpo del anciano desprotegido (y no de cualquier persona de más de 70 años). Se me presenta la soledad como nada más que vida biológica, en ese sentido. Pero si no, el confinamiento no se me presenta de ninguna manera en ese sentido.

ak: Sí, yo pensaba más bien en la pura vida biológica del cuerpo en esta soledad, no en la soledad como pura vida biológica.

ch: A mí tampoco se me presenta así. Porque en general la experiencia de quienes tenemos buenas condiciones para vivir el confinamiento es que hacemos gimnasia, comemos bien, hacemos un montón de cosas respecto de nuestros cuerpos que no es solo mantenerlos en vida, sino que es mantenerlos en buena vida. Ahí salimos de la mera reproducción de la vida biológica.

nk: Yo tengo dos comentarios. El primer comentario es una desviación profesional, un comentario petrarquiano. Petrarca escribe en algún momento, no se sabe bien cuándo, alrededor de 1346, un tratado que se llama De vita solitaria, donde proclama que la vida solitaria es la mejor vida, a la que él quiere dedicarse; una vida de contemplación que permite dedicarse a la contemplación no solo de las letras y de la filosofía sino también de la divinidad. No es solo una soledad inmanente y moderna como la que usted delineaba, sino también una soledad que tiende a la trascendencia, en el sentido que Petrarca podría darle, que es una trascendencia que se orienta a lo divino. Pero Petrarca también le escribe una carta a un amigo en la que dice que es un hombre que está partido al medio. Por un lado, quiere participar de la vida del mundo, de la vida de la sociedad, de la vida de la ciudad y, por otro lado, le preocupa la salvación de su alma. Entonces, es al mismo tiempo ese hombre que quiere la vida contemplativa y la vida solitaria, y ese hombre que quiere la vida de la sociedad, la vida del mundo, la vida de la humanidad, con la particularidad de que Petrarca podía vivir ambas vidas y decidir cuándo dedicarse a la vida contemplativa y cuándo dedicarse a la vida activa. Un componente de nuestra vida actual es que, por un lado, somos personas modernas y, por ende, nuestra vida en común y nuestra vida contemplativa tienden a ser vidas más inmanentes y trascendentes, y, por otro lado, en esta circunstancia en particular estamos, hasta cierto punto, obligados a esa vida solitaria y, en consecuencia, estamos obligados a repensar la manera en que relacionamos esa vida de contemplación y de soledad con esa vida de reflexión sobre el mundo. El análisis que usted hizo es un análisis moderno, una soledad de nosotros frente al mundo, y esa trascendencia no está. Quizás, si hubiera una pregunta, sería si tuvo esto en cuenta, en algún sentido.

ch: Probablemente la última razón sea por moderna, pero la razón que aparece más inmediata es por la tradición de pensamiento en la que yo me siento más cómoda. Que no es necesariamente la moderna, también tiene sus raíces clásicas, pero no se establece en relación con la divinidad. Se establece en una relación en la que lo primero es el mundo y yo en mi situación en ese mundo, pero no se establece con la divinidad. La referencia a Arendt es por eso bastante obvia, pero remite a una manera de leer esa tradición de la filosofía que no está en relación con la divinidad, pero sí en relación con la pluralidad y la alteridad. Entonces, creo que probablemente por moderna, por extremadamente laica, pero también por inscribirme en una tradición de pensamiento que deja eso afuera. Pero sí, perfectamente podría ser otro apéndice de la relación de la soledad con el mundo.

nk: Tengo una pregunta más, de la que realmente no tengo clara la respuesta. La experiencia del confinamiento y de la salida al mundo también tiene otra cara de la soledad y del aislamiento en el sentido de alienación, que es algo que usted abordó. Me refiero a las personas para las cuales la alienación en el mundo implica la posibilidad de refugiarse de los peligros del confinamiento en familia. Ahí no hay soledad en ninguno de los dos casos, hay soledad como alienación cuando se sale al mundo, hay comunidad como amenaza cuando se está confinado en casa, y la soledad no es contemplativa, sino que protege contra los peligros del lugar donde se debería estar protegido, que es el propio hogar. ¿Hay un aspecto positivo de la soledad como alienación en la calle, digamos?

ch: No estoy segura de haberla captado totalmente, porque en realidad creo que en lo que acaba de decir se solapan dos distinciones. Una, aquellos que viven la alienación del mundo como refugio en lo privado; otra, la de quienes viven la alienación del mundo como pérdida de un lugar que sienten que es ahí donde son lo que son. Su pregunta final, si yo la entiendo bien, es si hay algo en lo que nuestra existencia en el mundo nos proteja de lo privado. Yo diría que radicalmente sí, solo que no lo diría en ese sentido, porque para mí somos primero en el mundo. Entonces, la idea de «protegernos de» me parecería invertir la relación entre qué es lo que somos primero. Para decirlo por la negativa, la reclusión en lo privado, en aquello que nos separa de un mundo que nos protege, que nos alberga como seres múltiples, en el que no somos únicamente aquello que somos en el mundo privado, puede ser un peligro.

ak: Claudia, cuando usted hablaba de estar en el mundo decía «estamos en un sistema de relaciones, escenas y entramados». Por supuesto, son tres figuras sustitutivas una de las otras. Una escena es donde se operan las relaciones y los entramados. Pero en todo caso, se supone que hay alguna actividad que es distinta a la actividad del pensamiento. Quiero decir, relacionarse supone algo distinto a pensar en la relación con el otro. En cambio, en la soledad esas acciones que no sean el pensar desaparecen. ¿Cuál es la tensión entre la contemplación y la acción, y entre la soledad y la mundanidad?

ch: Yo lo diría de una manera diferente, de un modo en el que no se opondrían de forma tan radical acción y contemplación. Es decir, esta situación que estamos viviendo en este momento es una situación en la que estamos interactuando y pensando al mismo tiempo. Del mismo modo, creo que en la idea de Catón «nunca estoy menos solo que cuando estoy solo» significa que pensar no es pasividad. Es un tipo de actividad en el que el mundo aparece traído por mí a esa actividad. Si uno lo piensa de ese modo, creo que esas oposiciones se difuminan.

ak: No sé si resulto plenamente satisfecho con la respuesta, pero no puedo precisar dónde está la insatisfacción, que en todo caso es mía y no de la pregunta misma.

ch: Puedo agregar algo. Yo separo estas escenas, pero la separación es mucho más metodológica que fenoménica. Entonces, establezco las distinciones para pensar las diferencias, pero luego, de algún modo, creo que esas diferencias en la práctica del pensamiento o del estar en el mundo son menos netas que al pensarlas.

Nota: esta entrevista se realizó en el marco de «Léxico de la pandemia», un proyecto multiplataforma ideado y conducido por Alejandro Katz y Nicolás Kwiatkowski, con el objeto de intentar comprender mejor algunos de los conceptos fuertemente interpelados por la experiencia del covid-19. El «Léxico…», realizado con el apoyo de la Fundación Medifé, fue publicado en la página web del diario Perfil y se encuentra disponible aquí. Imagen: Lona Mody. Foto: Infobae.

Fuente de la información e imagen: https://nuso.org

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Pablo R. Coca: “Un entorno educativo exigente puede provocar que la salud mental del alumnado salte por los aires”

Por: Laura Román

Hablamos con Pablo R. Coca, psicólogo y creador de Occimorons, el personaje que a través de viñetas habla, reflexiona y debate sobre salud mental en las redes sociales.

“Que no te engañen: no siempre el poder está en nuestra mente, ni somos culpables de todo nuestro malestar. A veces, nuestros problemas de salud mental se deben a que vivimos en un contexto de mierda”. Estas palabras provienen de Occimorons, el personaje creado por el psicólogo Pablo. R. Coca, muy conocido en redes sociales gracias a las viñetas en las que este personaje habla (y reflexiona) sobre salud mental. Ahora, esas viñetas virtuales han tomado forma en el cómic  ‘Esas cosas que nos pesan’ (Bruguera) y todas ellas tienen un objetivo principal: normalizar que está bien pedir ayuda.

Algo que para Pablo R. Coca también se debe hacer entre la población más joven ya que el entorno educativo, familiar o la propia presión académica pueden resultar factores determinantes para que los estudiantes sientan ansiedad o no se encuentren bien a nivel emocional. Según este psicólogo, lo más importante para que los más jóvenes cuiden su salud mental es que no se callen: “Hablando se puede encontrar la forma de recibir ayuda. No estamos solos”.

Occimorons viñeta

Pregunta: ¿Qué cosas les pesan (emocionalmente hablando) a los estudiantes, pequeños y mayores, en la actualidad?

Respuesta: En mi libro hablo del perfeccionismo llevado al extremo y de sus consecuencias. Crecemos en contextos donde el perfeccionismo significa hacer las cosas perfectas, esforzarse, sacar matrículas de honor. Pero, ¿qué hay detrás de todo eso? Quizá hay pocas horas de sueño, ataques de ansiedad, demasiados cafés para mantener el ritmo o muchas horas delante de unos libros que impiden el disfrute y el descanso. ¿Estoy diciendo que los estudiantes no estudien? Por supuesto que no. Donde sí me gustaría poner el foco, y es algo que atraviesa mi libro, es en encontrar ese equilibrio. También en la comunidad docente, y me consta que ya hay docentes que lo hacen: conocer qué hay detrás de las notas de los estudiantes, cómo se sienten emocionalmente.

P: En su novela gráfica, Occi siempre pospone su salud mental. ¿Cuál es el primer paso que tiene que dar un joven para cuidarla?

R: El primer paso es reconocer que algo está pasando en nosotros y que emocionalmente no nos hace sentir bien. Quizá estemos en el momento de encontrar ese equilibrio que necesitamos. El problema es que no se nos enseña a manejar nuestro mundo emocional y sobre todo a identificar lo que ahora se conoce como ‘red flags’ (también conocidas como ‘banderas rojas’ o límites que se ponen ante ciertos comportamientos). Si no sabemos cuales son nuestras banderas rojas o no tenemos claros los límites que marcamos porque es algo difícil de hacer y que necesita de acompañamiento, ¿cómo vamos a poder cuidar de nuestra salud mental?

Salud mental

P: ¿Cómo influye el entorno educativo en las emociones y la buena salud mental de los estudiantes? ¿Y el familiar?

R: El entorno educativo influye bastante en las emociones de los estudiantes, tanto para bien como para mal. Hay profesores que realmente inspiran a sus alumnos, que les animan a seguir explorando, les alimentan la curiosidad y saben acoger la riqueza de la diversidad de cada uno de ellos. Pero también hay un entorno educativo muy exigente, enfocado únicamente en los resultados, que puede hacer mucho daño al alumnado. Somos más que una nota en un expediente. A veces, el entorno educativo puede presionar tanto que la salud mental de sus estudiantes salte por los aires.

En el caso de la familia pasa lo mismo. Hay entornos familiares donde hablar de emociones está permitido, se da espacio a que se expresen y se saben cuidar. Sin embargo, hay otras familias donde no es así. Esto está cambiando en las nuevas generaciones, donde la salud mental de sus hijos está muy presente. Además, algunas de ellas me han comentado que ven el libro de viñetas muy útil para hablar de esas cosas que les pasan con sus hijos.

«No se nos enseña a manejar nuestro mundo emocional y sobre todo a identificar lo que ahora se conoce como red flags»

Viñeta Occimorons

 P: ¿De qué forma se debería tratar la salud mental en el ámbito educativo? ¿Cómo se debería abordar por parte de los docentes?

R: Conozco un caso donde una adolescente comunicó a su profesora que tenía ansiedad (fue con el informe del psiquiatra en la mano) y le dijo que quien ‘pilla’ eso (refiriéndose a la ansiedad) ya no se le quita. Esto es peligroso. Creo que se necesita información rigurosa y formación, por ello abrir este tipo de conversaciones incómodas con los alumnos es interesante. Quizá diciéndoles que nos encontramos en momentos complicados (emocionalmente hablando) debido a la pandemia y que si necesitan cualquier cosa, que acudan al profesorado. Ese puede ser el primer paso. Veo bien que se empiecen a dar charlas dándole importancia a la salud mental, pero la salud mental también debería ser algo transversal que esté en cada asignatura.

salud mental

P: Hablemos de invalidación emocional, ¿cree que las emociones de los niños son más ‘invalidadas’ que las de los adultos? ¿Cómo se puede evitar?

R: En mi perfil en redes sociales (@occimorons) tengo dos historietas que tratan sobre este tema. Depende de la familia, nunca deberíamos caer en generalizaciones. Por normal general diría que sí, y considero que en vez de caer en los típicos comentarios como, por ejemplo, ‘deja de llorar’, deberíamos aprovechar esos momentos para que las nuevas generaciones aprendan a manejar aquello que les pasa y que muchas veces les desborda. Quizá desde fuera podamos pensar que es una tontería pero sabemos que la experiencia emocional de cada persona es única y tiene que ver con su historia de aprendizaje. Creo que deberíamos acompañar más a los pequeños en temáticas de salud mental.

«La salud mental también debería ser algo transversal que esté en cada asignatura»

P: ¿Cuáles serían los tres consejos que le daría a un niño y a un adolescente para normalizar el hecho de pedir ayuda e ir al psicólogo (si fuera necesario)?

R: Esta es la idea principal del libro. Al final es un proceso que suele ser bastante complicado porque reconocer que necesitamos ayuda profesional no es fácil. Además, el factor económico es algo que condiciona bastante. ¿Cómo le digo a mis padres que quiero ir al psicólogo y que tienen que pagar 200 euros al mes? Muchas familias hacen un esfuerzo enorme para que sus hijos puedan acceder a terapia, pero otras no se lo pueden permitir. No obstante existen opciones como el seguro escolar, que cubre terapia gratuita a estudiantes de entre los 14 a los 28 años. También, en las universidades se ofrece servicio de psicología más barato. Lo que diría es que, independientemente de los recursos, hablen, expresen cómo se sienten a un amigo o amiga que sea su espacio seguro, a un profesor o profesora, a una asociación o incluso a alguien que hable de salud mental en redes. Pero que no se callen. Hablando se puede encontrar la forma en la que poder recibir ayuda. Porque no estamos solos o solas.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/salud-mental/

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Una larga lucha por el laicismo y los derechos de las mujeres. Entrevista a Marieme Hélie-Lucas

Por: Marieme Hélie-Lucas

La socióloga argelina alerta del crecimiento del islamismo, como en su país natal, y critica a una parte de la izquierda su ceguera frente a un fenómeno mundial.

Criticada por los países musulmanes, pero también por una parte de la prensa anglosajona o por universitarios como Farhad Khosrokhavar, ¿ha seguido Francia una senda errada con su laicismo? Desde luego que no, responde la socióloga argelina Marieme Helie Lucas, de 81 años, fundadora de la red “Secularism is a women’s issue” (el laicismo es asunto de mujeres), esta gran pensadora milita desde hace muchos años en el laicismo y los derechos de la mujer frente a los fundamentalismos religiosos.

En una excelente entrevista concedida a L’Express, advierte del crecimiento del islamismo en Francia, cuyas etapas serían, según ella, similares a las que terminaron por oscurecer Argelia durante el “decenio negro”. Ataca también al etnocentrismo de una parte de la izquierda o de las feministas que solo abordan el problema del islamismo bajo el prisma local de las discriminaciones y del racismo, rechazando verlo como una ideología mundializada que califica como “extrema derecha musulmana”. Pero Marieme Hélie-Lucas destila optimismo a largo plazo, confortada por el espectacular progreso de las laicas y ateas en los países de mayoría musulmana.

-Thomas Mahler (en adelante TM): ¿Cómo nacieron sus compromisos feministas y laicos?

Marieme Hélie-Lucas: Caí en mi nacimiento como Obelix dentro de la poción mágica. Nací en una familia de feministas de varias generaciones, solo conocí mujeres independientes que se bastaban por sí solas, como sus hijos. Tuve una madre muy creyente, a la vez mística y profundamente laica, incondicional de la escuela laica y de “los húsares negros de la república”. No es preciso decir que no me impuso nada en términos de creencias religiosas, cualesquiera que fueran los inconvenientes que eso hubiera podido causarle. La evolución política de Argelia independiente acentuó esas opciones.

TM. ¿En qué momento tomó conciencia del aumento del islamismo?

MHL: Por haber vivido el crecimiento del integrismo en Argelia, me resultó fácil reconocer las primeras señales algunos decenios después en Francia. Los hitos son casi similares. Me gustaría establecer un paralelo entre ambos países.

En Argelia, las señales iniciales surgieron muy pronto, admitiendo pensar que había una corriente religiosa ortodoxa en el seno del movimiento unitario por la independencia. Mientras que el discurso oficial del FLN, durante la lucha de liberación, en sus declaraciones y en la prensa militante, únicamente mencionaba nuestra demanda política de liberación de la presencia colonial, me encontré durante mi corto exilio de 1960 en Marruecos, a jóvenes combatientes que confirmaban claramente ir al combate en nombre de dios.

También ignoré otras pequeñas señales, entre otras la política de moralidad que reinaba entre los refugiados políticos argelinos en Marruecos, con la cobertura de la disciplina política…

Después de la independencia, las señales se multiplicaron: por ejemplo, la existencia de facto de una policía de moralidad; desde el verano del 62, o sea, inmediatamente después de la independencia, patrullas armadas del ALN (Ejército de Liberación Nacional) detenían en las calles de Argel a grupos mixtos de jóvenes paseándose alegremente en pleno día en las calles del centro del Argel liberado (y doy fe, en actitudes absolutamente irreprochables), exigiéndoles un certificado de matrimonio, sin el cual, eran detenidos manu militari por los soldados ¡nuestros soldados!… ¡Qué choque! Yo estaba casada y ya no salía con mi marido sin llevar encima el libro de familia.

Rápidamente siguió la prohibición del cerdo; seguida de la venta de alcohol a los “musulmanes”, el temor a ser denunciado a quienes no ayunaban durante el Ramadán, etc.

Y por supuesto, elaborada bajo Ben Bella en setiembre de 1963, ocurrió el choque de la primera Constitución argelina, que hacía del islam la religión del Estado.

Los comunistas argelinos, que votaron alegremente la Constitución y de quienes esperaba mayor clarividencia, no querían “estar demasiado por delante de las masas”, y elaboraron para la ocasión, un panfleto titulado “Marxismo e islam”, donde sostenían en resumen, que todo lo que Marx había dicho, se encontraba ya en el Corán. A mí, como me negué a votar una constitución no laica, mi primer voto en blanco de una larga serie, se me trató de social-traidora.

Una anécdota “histórica”

Esta inclusión de la religión en nuestra primera Constitución era tanto más sorprendente para mí que había tenido entre manos, en la primavera de 1958, por tanto durante la guerra de liberación, el texto, que circulaba clandestinamente, del Congreso de Soumam, cuya primera frase afirmaba que Argelia sería un país laico. No quedamos ya muchos vivos en poder testimoniar la autenticidad de este compromiso laico de Argelia en lucha. Tanto más porque el término ‘laico’ se suprimió en todas las ediciones ulteriores de la Declaración de Soumam.

Me tomé el trabajo, hace ya unos diez años de eso, de contactar con el primer editor suizo, de esa declaración. Tuvo problemas con las autoridades helvéticas por publicar escritos favorables a los combatientes argelinos, juzgados como subversivos por el consejo federal de la época. Me confirmó sin la menor duda mis recuerdos respecto al término ‘laico’ en la primera frase de la declaración de Soumam. Pero como yo, no tenía prueba material: yo porque al final de la batalla de Argel, hacíamos circular rápidamente los documentos comprometedores entre militantes y no se guardaban en casa; él, porque le habían registrado e incautado todos sus archivos y ya no tenía en su poder ni el original autentificado de la Declaración, ni una sola copia impresa. Años más tarde, retomó el contacto conmigo: como me había prometido, cuando la legislación suiza se lo permitió, pidió la devolución de todo el material incautado en su domicilio por la policía. Le devolvieron los archivos, excepto… la primera página de la declaración de Soumam.

Concluimos entonces, que la embajada argelina tenía un largo brazo por tanto sobre las ideas. Entre nosotros, no sólo se hacen desaparecer las personas de la foto histórica, sino los conceptos fundamentales.

No quedan hoy más que algunos testigos oculares vivos para decir esta verdad. Está claro que fuerzas políticas defensoras de ideologías irreconciliables se enfrentaron abiertamente desde la independencia, sobre todo respecto al papel de la religión.

Después de la independencia, el progreso del integrismo, que cualquiera podía ver tanto como yo, fue lo siguiente: ¡la primera guerrilla integrista, responsable de sabotajes a las líneas eléctricas, y robo de explosivos, fue en los 60! ¿Quién se acuerda aun de eso?

Los años 70 y 80 vieron el despliegue de la represión social y policial sobre los no observantes de las reglas religiosas, reales o fantaseadas por los integristas; en el desorden: vestimenta de las jóvenes (faldas demasiado cortas, o demasiado largas, maquillaje, comportamiento general ‘inmodesto’… para acabar llevando el velo a “la iraní”; es decir, gabardina larga de color beis, más pañuelo anudado bajo la barbilla, rebautizado como ‘uniforme de las estudiantes’, para su mejor aceptación); ayuno de Ramadán; asistencia a la mezquita; segregación sexual en las colas; represión aleatoria de los bebedores de alcohol; inicio de vestimenta a la afgana: pantalón por debajo de los tobillos y camisa para los hombres; control de estudiantes a las puertas de la ciudad universitaria de Argel por grupos de jóvenes integristas que cierran las puertas a las 18 horas, sin que los policías de servicio intervengan; asedio a las mujeres solas en las calles, palizas públicas si se atreven a responder al hombre que les ha insultado…

Si dejamos el plano de las costumbres, Argelia ha visto cuatro proyectos de ley sobre la familia auspiciados por diputados integristas, todos ellos privando a las ciudadanas de cualquier derecho individual (incluyendo el primer proyecto en la época de Ben Bella, del derecho al trabajo, un desatino en un país que se llama socialista), poniéndolas de por vida, bajo la tutela de un tutor matrimonial (wali). El cuarto proyecto se votó en mayo del 84, a pesar de las manifestaciones de mujeres y de la izquierda argelina.

También hay que hablar de los primeros atentados individuales, cuya dimensión política pasó, fuera de Argelia, casi desapercibida. Por ejemplo, el asesinato de nuestro poeta gay Jean Sénac en 1973 y el de un estudiante Kamel Amzal en 1982, apuñalado en el interior de un local universitario, asesinato ordenado por un tribunal islamista improvisado.

A comienzos de los 90, fueron los periodistas, las gentes de la cultura, los intelectuales, los objetivos; después las chicas jóvenes y las mujeres muy poco o demasiado mal veladas o dedicadas a oficios ‘no islámicos’, antes de llegar al rapto de mujeres para servir de esclavas domésticas o sexuales a los combatientes integristas, después a las masacres indiscriminadas de aldeas completas.

Esta larga lista no exhaustiva de señales precursoras del integrismo armado, trata de hacer tomar conciencia, en Francia de etapas similares en su ‘resistible ascenso’; pues ha tenido en Argelia, un progreso lento, durante tres décadas, para llegar a su culmen en los años 90 en una masacre generalizada y a lo que hemos llamado una “guerra contra los civiles”.

Muchos refugiados argelinos de los 90 dirán que vemos el mismo fenómeno reproducirse en Francia, y no solo ahí, y alertamos del lobo, pero en vano.

Desde hace varias décadas ya se han desplegado intimidaciones a mujeres en la calle; el control de su aspecto -de vestimenta y de comportamiento- y ha habido de sobra muertes de chicas y mujeres en los arrabales; ataques a periodistas o a personas ligadas a la cultura por alertar a la opinión; pero de ello se ha hecho un fenómeno de la periferia, en vez de considerarlo como una política global.

Los representantes de los integristas piden cambios en las leyes, mayor segregación hombres/mujeres (hospitales, piscinas, etc.), cambios en el currículum escolar (supresión de cursos de artes gráficas y de gimnasia o de piscina para las chicas, de biología evolucionista, de historia). Como en Argelia, atacan a la vez las costumbres y las leyes.

Y asistimos desde hace algunos años al crecimiento de los asesinatos selectivos.

Aunque las situaciones respectivas de Argelia y Francia no sean comparables caso a caso, hay que aprender de los peldaños franqueados por el integrismo armado en Argelia para hacerse con el poder político. Si no se entienden los asesinatos recientes en Francia como una etapa del crecimiento de la extrema derecha musulmana, eludiremos el problema. Las masacres del GIA, del AIS, del FIDA y otros, no se entienden sin el ascenso político del FIS; y todo esto no se comprende sin integrarlo en la lucha mundial de la extrema derecha musulmana armada, que en sí misma forma parte del enorme avance de las extremas derechas en el mundo, a menudo camufladas tras la defensa y promoción de los derechos religiosos.

TM: En Francia, una parte de la izquierda sigue considerando que el islamismo es ante todo un síntoma de las discriminaciones sociales, de un laicismo juzgado agresivo, de “islamofobia” o de un “racismo de Estado”. ¿Entiende estos análisis? ¿Cómo explica que progresistas europeos pueden hacerle el juego a reaccionarios islamistas, considerando sobre todo a “los musulmanes” como un bloque monolítico?

Hay que renunciar a este nominalismo etnocentrista. “El islamismo” no es un fenómeno francés, es mundial; las explicaciones proporcionadas para explicar el integrismo en Francia no podrían explicarlo en países como Argelia, Pakistán, Nigeria, Sudán, Bangladesh, etc., donde parece difícil hablar de racismo hacia los musulmanes y aún menos de islamofobia, en países en donde los presuntos musulmanes forman la mayoría y a veces, la casi totalidad de la población.

Cada país donde se desarrolla el movimiento de extrema derecha musulmana trata de comprenderlo en función de factores locales, pero estas explicaciones no funcionan en el país vecino que también sufre el crecimiento del integrismo armado.

Para no hablar de que en Europa, Alemania e Inglaterra, no son países laicos en el sentido de ‘separación’ como la entendemos: estimulan el comunitarismo y la representación de las religiones como tales ante el Estado. Recaudan impuestos religiosos. Inglaterra incluso ha favorecido la creación de tribunales religiosos, impropiamente llamados ‘tribunales-sharia’ (en la actualidad cuenta con más de 300), que imparten justicia en nombre de una tradición religiosa y cuyos juicios son automáticamente transcritos por la justicia estatal, excepto si una de las partes rechaza el juicio y apela al Estado, pero ¿de qué vale esta excepción cuando opera el peso de la comunidad y las amenazas de represión por traición? Se condena así a ciertos grupos de ciudadanos, y sobre todo, ciudadanas, a no tener los derechos legales de los que gozan los otros. En nombre de la paz social. ¿Se han ahorrado así estos países a los integristas armados?

En India donde ocupa el poder un hindú integrista legalmente elegido y en donde la minoría musulmana está de jure discriminada y de facto masacrada, la izquierda ignora igualmente las señales precursoras del integrismo musulmán. Obnubilada por la extrema derecha hindú y rechazando cuestionar su trato de las minorías ¡bien que se entiende!, la izquierda india apoya indistintamente a todos “los musulmanes”; incapaz de mirar de frente ciertas derivas bien visibles para un ojo argelino, empezando por la invasión visual, en los “barrios musulmanes” de la capital, del velo a la saudí que es ahora el estandarte mundial integrista y el velo de todas las niñas, casi bebés, en un país en el que tradicionalmente las mujeres llevaban saris, o sea shalwar kurta.

Es lo mismo en los Balcanes, donde he visto crecer, en concreto en Bosnia y en Sarajevo, con las organizaciones de extrema derecha musulmana, los modos de vida y vestimenta provenientes de Oriente Medio, desconocidos localmente. Y mencionemos de pasada, la introducción en el enclave ‘musulmán’ de Sanjak, en Serbia, no solo el velo a la saudí, sino también la poligamia y la ablación de las niñas (costumbre preislámica geográficamente localizada en la esfera de influencia del Egipto faraónico, como sabemos, pero promovido en todo el mundo por predicadores musulmanes integristas desde hace 40 años). Para los progresistas serbios o croatas que han sido la punta de defensa de los “musulmanes” durante las guerras de los 90 en Bosnia y Kosovo, es difícil denunciar el avance de la extrema derecha musulmana sin parecer aliarse con las tesis racistas de sus gobiernos.

Podemos así comprender como funciona la izquierda francesa, al estar atrapada por la noción de enemigo principal y enemigo secundario. Salvo que, como decía Daniel Bensaïd, demasiado ocupada en combatir al ‘enemigo principal’, no vea llegar al ‘enemigo secundario’ que avanza enfrente y es quien va a exterminarla.

El hecho de que una minoría esté discriminada implica que deben defenderse sus derechos humanos fundamentales, pero sin ignorar su proyecto político, ni apoyar su ideología de extrema derecha. Los miembros progresistas y laicos de esas minorías apreciarán que no se les entregue a sus verdugos, atados de pies y manos, por aquellos que deberían ser sus aliados naturales…

Francia no es un país racista, no ha votado ninguna ley discriminatoria, que yo sepa, desde Petain. Pero el avance de la extrema derecha racista hacia el poder, no significa garantizar el futuro.

Por supuesto, innegablemente hay racismo y xenofobia en Francia, discriminaciones en términos de vivienda, empleo, que se demuestran estadísticamente. Son problemas serios que merecen toda la atención de la izquierda y deberían ser una prioridad. Ni dejarán de ser tales situaciones discriminatorias de lo que cínicamente se sirva la extrema derecha musulmana (como también la extrema derecha racista francesa) para movilizar a los descontentos a su favor.

Sin desconocer o minimizar esas realidades, juzgo despreciable y profundamente racista considerar a priori que los emigrados de países llamados musulmanes o sus descendientes van forzosamente a dar una respuesta de extrema derecha a una situación de opresión o discriminación; ¿por qué no darían una respuesta revolucionaria? ¿Acaso la izquierda francesa encuentra ‘normal’ y por lo tanto justifica, que las clases desfavorecidas se vuelvan hacia los partidos de extrema derecha? ¿Por qué lo harían más que por nosotros?

Asistimos en el escenario mundial, a un crecimiento rápido y a tomas de poder de extremas derechas, de las que un número importante emplean a las religiones dominantes en sus contextos como palanca movilizadora (por citar solo algunas: Brasil, Polonia, diversas formas de cristianismo; India: hinduismo; Mianmar, Sri Lanka: budismo, etc.). La extrema derecha musulmana es nuestra forma concreta de extrema derecha, la diferencia que ocurre actualmente es que es la única que opera transnacionalmente, con desarrollo relativamente reciente, desde hace algunas décadas.

Es particularmente desgarrador que una parte de la izquierda, la extrema izquierda y la dirección política de organismos internacionales de derechos humanos, se empantanaran en una opción política que en ningún caso se atreverían a reivindicar si otra religión estuviera aludida: ¿puede imaginarse por un segundo que supuestos “fanáticos” católicos o judíos, por ejemplo, se lanzasen a una reivindicación armada para imponer a todos sus normas supuestamente religiosas en diversos puntos del globo y que las organizaciones de derechos humanos o la izquierda los justificasen como víctimas oprimidas?

Pero para nosotros, este fenómeno no nos es nada nuevo.

Durante los años 90, nos hemos derrumbado viendo como los que trataban de exterminarnos en nombre de su ideología, eran acogidos por organizaciones de derechos humanos en Francia, en Europa, y en EE.UU., como víctimas perseguidas por el Estado argelino. Recordemos que Amnistía Internacional expulsó de su seno a los tres miembros fundadores de AI en Argel en respuesta a una muy conmovedora carta dirigida personalmente a Pierre Sané, a la sazón dirigente de la organización, para pedirle que los informes de AI sobre Argelia reflejasen el conjunto de violaciones de derechos humanos cometidos por el Estado y los sujetos no estatales, y no solo por los crímenes de Estado. Que AI despidió de su puesto a Gita Sahgal que dirigía en el cuartel general en Londres, la unidad de sexo, cuando cansada de enviar informes a su dirección que los ignoraba, hizo público su desacuerdo con la política de AI que presentaba a los dirigentes del integrismo armado como defensores de los derechos humanos. Puedo también atestiguar mis innumerables gestiones durante los años 90, ante AI, Human Rights Watch, Lawyers Collective y del Center For Constitutional Rights, sola o acompañada de militantes argelinas, que podrían declarar, para persuadir a esas organizaciones y hacerlo honestamente sobre los crímenes perpetrados por los integristas armados contra la población argelina. La proporción de páginas dedicadas en sus informes a los crímenes perpetrados por integristas armados vs las violaciones de derechos por el Estado era de 1 a 20.

Para las organizaciones de derechos humanos, como para la izquierda, el único enemigo es el Estado; y “el pueblo” es siempre la víctima. ¿Tendrá siempre razón, incluso cuando lleva al poder a los Hitler?

Así, pues, fue el pueblo indistintamente quien fue atacado en Argelia en la segunda mitad de los 90. Y entre ese pueblo, estaban todos los progresistas que trataban de escapar de la masacre, pero que veían rechazadas sus peticiones de visado hacia Francia, en tanto que sus verdugos tenían un escaparate en las capitales europeas y norteamericanas, con la ayuda activa de las organizaciones de derechos humanos que los presentaban como víctimas de la ‘dictadura’ argelina.

TM. Después de la decapitación de Samuel Paty, que había mostrado caricaturas del profeta Mahoma en clase, varias personalidades políticas, desde Justin Trudeau a Bruno Retailleau, llamaron al “respeto” a los creyentes. Amenazada de muerte, la estudiante de bachillerato Mila también fue criticada por numerosas personas por sus expresiones juzgadas “irrespetuosas” hacia las religiones, sobre todo al islam, ¿Así, para usted, el “respeto” puede llevar al totalitarismo? ¿Por qué?

En principio, no creo que todas las ideas sean igualmente respetables; y aún menos, como lo quiere la doxa de los derechos humanos: que todas las ideas y creencias deben ponerse a la misma altura. Por ejemplo, no me creo obligada a respetar las ideas de Hitler sobre la raza superior y su derecho subsecuente a exterminar a las razas inferiores. Y siento mucho que haya personas sobre la tierra en pretender que lo debiera hacer, más aún, en nombre de los derechos humanos y del respeto a todas las ideas. Felizmente, la noción de ‘hate speech’ se ha incorporado al corpus de los derechos humanos para limitar esta historia de respeto.

Pero su pregunta, tal y como la plantea comporta una desviación del concepto de laicismo: en el derecho francés y bajo el régimen del laicismo, las ideas no son respetables, son las personas que profesan esas ideas quienes lo son, ¡una distinción esencial!

No es sorprendente que los dirigentes o los políticos, incluyendo a los franceses, se confundan con la definición anglosajona del laicismo, -como ‘respeto igual por el Estado, a todas las creencias’, y no ‘separación de lo político y lo religioso’, que es la definición original francesa del concepto de laicismo- que lentamente ha sido adoptada por las instituciones de Europa; ésta ejerce sobre Francia una presión intensa, para que se una a la versión inglesa equivocada, del laicismo -pero nadie debería asombrarse por ello en un país en que la reina es también Jefe de la Iglesia anglicana-, como demuestran las numerosas condenas de Francia por las instancias europeas de derechos humanos

TM. Usted estableció desde hace tiempo un vínculo entre fascismo e islamismo, tesis que han retomado ensayistas ateos de cultura musulmana como Zineb El-Rhazouni o Hamed Abdel-Samad. Pero, ¿es pertinente comparar una ideología religiosa con un nacionalismo autoritario centrado en un líder carismático?

Precisemos. Yo no establezco equivalencia entre islam y fascismo, cosa que por desgracia hacen algunas jóvenes ateas que han tenido que sufrir a nuestra extrema derecha religiosa. Evito emplear el término “islamismo” porque por un lado, se presta a confusión (islam, islámico, islamista… es mucho pedir a los franceses reconocerse entre estos conceptos sobre los que tratamos vanamente de establecer diferencias desde hace varias décadas); por otro, no se trata de un movimiento religioso, sino de un movimiento político que trata de hacerse con el poder, y que por tanto me parece muy importante situar políticamente, en la extrema derecha, a los movimientos que reclaman hoy al Islam integrista.

En efecto, comparo desde hace mucho tiempo, características que me parecen comparables: la mitificación de la raza superior aria/ de la religión superior (el islam), basada en un pasado glorioso: la antigua Roma/la Edad de oro del islam; superioridad que da el derecho y el deber de eliminar a los untermensch, subhumanos que incluyen en ambos casos a los judíos y a los comunistas y añaden en nuestro caso los kfor (no creyentes); comparo también el lugar asignado a las mujeres en la ideología nazi: cocina, cuna, templo, que no rechazarían los integristas musulmanes.

Dicho esto, me alegro de la existencia pública de jóvenes ateas de cultura musulmana, y las apoyo de buen grado; esforzándome en convencerlas de que “el islam” es una ideología, y como tal, “no habla” – ‘el concepto de perro, no ladra’, dijo Aristóteles; que solo “los musulmanes”, personas de carne y hueso, se expresan. Resulta vano combatir “el islam” en el cual, como en la Biblia, se puede encontrar todo y su contrario, el dios de la misericordia y del amor, y el dios de la guerra y de la cólera: es la cita del versículo o del hadith. Contra cita de otros versículos o hadith; el islam no es más que lo que los creyentes y los políticos que los instrumentalizan quieren hacerle decir. En un sentido u otro, como lo muestran las numerosas persecuciones de los intérpretes progresistas del Corán.

TM. ¿Qué ha pensado Vd. de las recientes reacciones hostiles en numerosos países musulmanes, e incluso en la prensa anglosajona, contra un laicismo francés defendido por Emmanuel Macron? ¿Estamos en el camino equivocado con este modelo republicano?

¡Claro que no! Pero es preciso comprender que no hablamos la misma lengua, en el sentido de que no tenemos el mismo concepto de laicismo. Es un diálogo de sordos: hablamos de separación entre iglesia y Estado; los anglosajones y sus ex-colonias, por su parte, hablan de tolerancia igual por el Estado respecto a las diversas religiones…

Respecto a las reacciones hostiles en numerosos países llamados musulmanes, desde luego que existen, pero sería imprudente imputarlo a su supuesta religión, pues es más bien ver a qué fuerzas políticas representan esos gobiernos y qué instrumentalización política hacen del islam para mantenerse en el poder.

Ha habido también numerosos apoyos al laicismo, surgiendo de grupos ciudadanos y de dirigentes políticos. Se habla poco en la prensa francesa. Le remito, entre otras, a la reciente declaración de “musulmanes” indios laicos.

Redactando estas palabras, no puedo dejar de ver donde aprieta el zapato: en todas partes del mundo se define “musulmán”, como si fuese una nacionalidad: las personas nacidas y educadas en un país o una comunidad llamada musulmana. Se les niega de hecho toda libertad de conciencia. Es exactamente lo que hace el Daesh calificando uniformemente a los occidentales como “cristianos” o “cruzados”, mientras que la no creencia ha ido ganando terreno por todas partes en esas áreas del mundo. Los “musulmanes” se ven como un bloque homogéneo, cuando no groseramente confundidos con los integristas armados de quienes son las primeras víctimas, ya que esos movimientos de extrema derecha hacen estragos primero y ante todo en nuestros países.

La primera estrategia de la izquierda francesa sería la de identificar a sus aliados potenciales entre la izquierda anti-integrista de los llamados países musulmanes y no aliarse con nuestra extrema derecha.

TM. Pronto hará cinco años que las agresiones de Colonia dividieron profundamente a las feministas. Entonces, usted fustigó la reacción de una parte de ellas que en su opinión prefirieron sacrificar el derecho de las mujeres, a la defensa de los “extranjeros presuntamente musulmanes como víctimas potenciales del racismo”, para preservar “la paz social”. Después las feministas universalistas, según usted, ¿han ganado terreno?

No, en Francia incluso lo hemos perdido. Por las razones expuestas anteriormente, es el “pensamiento descolonizador” y comunitarista quien gana terreno, Cuando fui a hablar este verano a un lugar alejado de todo en la Francia profunda, comprobé que los jóvenes estaban infectados por esta corriente que creía limitada a la inteligentsia parisina émula de la corriente universitaria norteamericana de relativismo cultural. Que esto vaya más lejos, me produce escalofríos.

Perdemos terreno desde hace décadas y temo que ya no lleguemos a tiempo de evitar un enfrentamiento directo entra la extrema derecha racista clásica y la nueva extrema derecha integrista musulmana: un enfrentamiento lo más sanguinario posible, como desean ambas, para reclutar y movilizar mejor a sus huestes.

A falta de un análisis político de las fuerzas presentes, los errores de parte de la izquierda y de la extrema izquierda están ayudando a socavar el futuro.

Soy completamente consciente de que el universalismo muchas veces ha sido llevado por mal camino confundiendo occidente y universal; es decir, haciendo de las normas sociales propias de Europa el patrón de lo universal. Incluso como actualmente se ha equivocado el laicismo, perversamente reivindicado por la extrema derecha racista para atacar mejor a los “musulmanes”.

Debemos seguir reclamando los derechos humanos universales que no estén pervertidos por el etnocentrismo del dominador. La alternativa, es el ascenso general, mundial, de las extremas derechas al que asistimos actualmente, incluyendo la versión del integrismo musulmán. Y el comunitarismo universalizado.

TM. Junto a Boualem Sansal y otros intelectuales, reclama una Argelia laica y democrática. ¿Es optimista?

Solo a largo plazo, porque creo firmemente que mientras haya esclavos, habrá revueltas de esclavos; por lo tanto, los jóvenes argelinos acabarán por aprender, en la soledad y las dificultades, dado que no logramos transmitirlo, cómo librar batalla y qué batalla librar.

Los de mi generación están demasiado a menudo atrapados por los grilletes de los politicastros, pero veo muchas iniciativas entre los más jóvenes y reivindicaciones de laicismo.

Es cierto en Argelia, pero lo es también en Pakistán, en Afganistán, en Oriente Medio y muchos otros países llamados musulmanes. Hay reportajes fotográficos de manifestaciones en los que grupos de mujeres en el sur de Asia muestran pancartas reclamando leyes laicas; y basta consultar internet para ver que existen en todas partes organizaciones reivindicando estados laicos.

Surgen ahora jóvenes dispuestos a morir por tener el derecho de declararse ateos o apóstatas, como lo prueba el movimiento de ex-musulmanes que se extiende como un reguero de pólvora en nuestros países.

En Argelia, en Marruecos, hay jóvenes que se instalan en lugares públicos para comer durante el Ramadán; para afirmar que tendrían que tener igualmente el derecho a hacerlo. Son llevados a la comisaría de policía y después ante el juez, y se les encarcela durante años, despreciando la ley argelina que les encierra por desórdenes públicos, pues teóricamente reconoce la libertad de conciencia. Pero hay que reconocer que hay creyentes que les apoyan, proclamando en sus pancartas: “soy musulmán, pero apoyo sus reivindicaciones y lucho por sus derechos” ¿Hay más clara definición de un espíritu laico?

Los recientes acontecimientos de la protesta anti-gubernamental, dan igualmente esperanzas: en esos tiempos de hirak que durante largos meses reunió a todo el pueblo en la calle, contra lo que representaba, en términos de clase, el gobierno de Bouteflika, el movimiento “todos juntos” ha utilizado con provecho a los integristas ocultos en su seno que ahora se atreven a salir a la luz para asegurarse, los únicos entre los hirakistas, parte de la mesa del festín del nuevo gobierno. Es una aclaración política, que solo puede ser favorable. La mayoría de mis camaradas rechazaban totalmente la presencia de la extrema derecha integrista en el hirak, considerándola alternativamente como marginal o erradicable; sin embargo, era muy visible en ciertas consignas y en el ataque físico al bloque feminista. Expulsada de las manifestaciones del centro de Argel, reapareció en los arrabales muy claramente, con manifestaciones separadas y abiertamente “islamistas”.

Así, pues, me parece esencial tomar ahora una posición clara, sobre la forma de sociedad que queremos. Para tomar nota; para decir que existimos, que hemos existido, desde luego derrotados políticamente y expulsados de la memoria desde el congreso de Soumam. Hemos de comprometernos abiertamente.Marieme Hélie-Lucas  veterana revolucionaria socialista argelina y defensora del feminismo socialista laico.

Fuente de la información:  https://www.sinpermiso.info

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Adriana Puiggrós: «Si el estudiante trabaja gratis para una empresa, no es formación laboral»

Por: Martín Suárez

La directora de la Revista Argentina de Investigación Educativa de la Unipe critica las pasantías del gobierno porteño. Habla de las pruebas estandarizadas y acota: «el sistema educativo moderno está en crisis».

Adriana Puiggrós es una de las personas que más sabe de educación en la Argentina. Eso la llevó a ser viceministra en el primer tramo del gobierno de Alberto Fernández. Diferencias con el entonces titular de la cartera, Nicolás Trotta, motivaron su renuncia. Hoy es asesora del presidente y, entre otras actividades, dirige la Revista Argentina de Investigación Educativa (RAIE) de la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE): “lo que buscamos con esta revista es una discusión político–pedagógica, no en el sentido partidario”.

En diálogo con Tiempo Puiggrós, Doctora en Pedagogía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), opinó sobre la decisión del gobierno porteño de obligar a trabajar gratuitamente a los alumnos de secundarios: “más que pensar a un estudiante como trabajador hay que pensarlo como futuro ciudadano, que conozca sus derechos, por ejemplo los laborales. Si trabajan gratis para una empresa, eso no es formación laboral”.
–¿Cómo son las problemáticas educativas en otros países respecto a la Argentina?
–Son muy semejantes porque lo que está en crisis es el sistema educativo moderno, pero las soluciones son distintas. Hay dos grandes líneas de abordaje de los problemas: Por un lado, el aceleracionismo de la tecnología y, montado en eso, los intereses de las grandes corporaciones que influyen mucho en organismos internacionales. Dentro de esta postura la idea es individualista tanto para la enseñanza como para el aprendizaje, el centro es un individuo y no una persona, y el maestro también es un docente liberal. En cambio, en la otra corriente la idea es colectiva, asociativa y cooperativa, el docente como educador colectivo. Se apunta al trabajo en equipo y a la modificación de los planes de estudio para que dejen de ser por disciplinas y pase a ser por área de conocimientos y diferentes problemas.

–¿Qué rol cumplen las pruebas estandarizadas dentro de estas líneas en disputa?

–Lo primero que hay que dejar en claro es que la evaluación no enseña. Primero hay que educar, después hay que evaluar, pero por razones que tienen que ver con el mercado de la educación esto se trastocó. Se ha puesto la evaluación en el lugar de la enseñanza. Por otro lado, las pruebas estandarizadas no miden lo que ocurre dentro de las escuelas, brindan una foto de un momento que tienen un uso político e inmediato. Las pruebas que se tomaron de la UNESCO muestran una película del 2016 al 2019, en ese período hubo un descenso en lengua, ciencias y matemática. Y estos resultados no caben dudas que se pueden relacionar con la disminución del presupuesto. En 2015 teníamos una inversión 6,1% del PBI y bajó al 3,4%. Esto afectó el incentivo docente que estaba congelado, cortó Conectar Igualdad y llegamos a la pandemia sin computadoras. También recortaron los programas socioeducativos. Por lo tanto, a esta evaluación uno debe relacionarla con el ajuste en presupuesto educativo del 2016 al 2019.

–Tras conocerse los resultados se volvió discutir modificar la formación docente pero, ¿cuáles serían esos cambios concretamente?

–Creo que sería una gran formación general. Pero ocurre en toda la sociedad, ya que hay una gran información que falta: no se leen diarios ni libros, y con esto no descalifico la lectura por internet; pero hay que poner a disposición de los docentes en su formación inicial y continúa una formación general. Y temas que son claves, como el ambiental. Y tienen que estar muy bien formados en derechos humanos y ciudadanos.

–Esta semana se habló mucho de la formación laboral de los estudiantes.

–Hay dos formas en ese sentido: una es como valor y contacto con ese mundo, de hecho en el nivel inicial los chicos construyen, trabajan lúdicamente. Después entran a primer grado y pasan a ser un alumno pensado como futuro ciudadano, lo cual no está mal pero la idea de trabajo se abandona. La formación para el trabajo debe atravesar todo el sistema educativo pero está muy lejos de lo que propone Larreta, que obliga a trabajar gratis a los estudiantes del último año de secundario. Acá se aparta él de la idea de la formación de ciudadano, porque más que pensar a un estudiante sólo como trabajador hay que pensarlo también como futuro ciudadano, que conozca sus derechos, por ejemplo los laborales. Si trabajan gratis para una empresa eso no es formación laboral. Y para eso el trabajador docente también tiene que tener esa formación y conocer todos sus derechos.

–¿Esto va de la mano con ONG’s que desde hace años intentan irrumpir en la educación pública?

–Es muy importante esto porque, desde hace unos años, la educación tiene un nuevo actor que es el mercado con las grandes corporaciones, que actúa penetrando en las escuelas públicas, porque en las privadas ya estaban instaladas. Funcionan como un gran supermercado que venden paquetes de contenidos enlatados de formación docente y te ofrecen la administración de plataformas informáticas. Empezaron lentamente en el menemismo, durante el kirchnerismo se le dio prioridad a la escuela pública entonces retrocedió el mercado; y durante el macrismo éstas ONG volvieron a instalarse. También durante la pandemia ya que, obligados, tuvimos que volcarnos a plataformas privadas. Por ejemplo, Google Classroom.

Leer y discutir

Actualmente, Puiggrós dirige la Revista Argentina de Investigación Educativa, una publicación académica de la Universidad Pedagógica Nacional. Tendrá dos números editados por año, por ahora digitales, con secciones temáticas. Está dirigida a especialistas, docentes, educadores en general y estudiantes de educación, ciencias sociales y humanidades. “Esta revista, a diferencia de los medios especializados en educación, está orientada en un sentido político–pedagógico, con el objetivo de poner en agenda las polémicas más sustanciales no solamente de nuestro país sino del resto del mundo”. Tanto en el primer número como en el segundo, que se publicó el último jueves, hay artículos de investigadores internacionales. “La idea es ensanchar las miradas pedagógicas y  ver cómo diferentes experiencias educativas fueron mejorando a través de los años la calidad en el sector».

Fuente e Imagen: https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/adriana-puiggros-si-el-estudiante-trabaja-gratis-para-una-empresa-no-es-formacion-laboral/

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