Page 85 of 455
1 83 84 85 86 87 455

Entrevista a Luis de Azcárate: «La Residencia de Estudiantes fue el centro cultural más importante de España y de los más importantes de Europa»

Entrevista/06 Febrero 2020/Autor: Jaume Carbonell y Pablo Gutiérrez del Álamo/eldiariolaeducacion.com

Azcárate, a sus 99 años, es una enciclopedia viviente. Tiene una memoria prodigiosa que le sirve para recordar hasta los menores detalles de su paso por la Institución Libre de Enseñanza creada, entre otros, por su tío abuelo Gumersindo. Hablamos con él de aquellos años de su infancia.

Luis de Azcárate tiene 99 años (los cumple a primeros de mayo), una memoria prodigiosa y una vida que le ha llevado a vivir en Francia, en la República Democrática Alemana, Checoslovaquia, Hungría o México, país del que volvió del exilio tras la dictadura franquista. Es el último de los alumnos de la Institución Libre de Enseñanza, fundada, además de por don Francisco, como él mismo llama a Giner de los Ríos, por su tío abuelo Gumersindo de Azcárate.

Nos recibe en su casa de Pozuelo (Madrid) una tarde fría de enero. En un salón abarrotado de libros de todo tipo y de recuerdos; muchos de ellos de México, país en el que estudio Ingeniería, su profesión durante muchos años. En esta entrevista nos centramos en sus años en la Institución. Para quien quiera profundizar en otros aspectos de su vida, como los años de la República, la guerra o el exilio, el propio Luis de Azcárate escribió Memorias de un republicano, en donde cuenta algunas de sus vivencias de aquellos años.

¿A qué edad entras en la Institución Libre de Enseñanza?

A los cuatro años, o así.

¿Por qué entras en la ILE y no en otro colegio?

Porque toda mi familia, la rama Azcárate, tenía como base la Institución en su forma de considerar qué es la vida. Nosotros éramos fieles alumnos de las enseñanzas de don Francisco (Giner de los Ríos) y también de mi tío Gumersindo. Ambos, junto con Salmerón y demás, fundaron la ILE.

¿Qué recuerdos tienes de tus primeros años?

Hay que situar la Institución. En la educación entonces había castigos, textos obligatorios que leer, aprenderse de memoria… actuaba una falta de contacto fluido entre el profesor, que era el que enseñaba en teoría y castigaba, y el alumnado. La institución rompe totalmente con esto. En una clase normal de la ILE se establecía una especie de diálogo. El profesor comenzaba a hablar y luego preguntaba sobre lo que se había dicho en el aula. El niño salía y explicaba y luego preguntaba a otro si quería completar lo dicho. Había un intercambio en donde la parte fundamental era el papel del profesor, pero también había una integración de los alumnos en la enseñanza.
Allí no teníamos exámenes, no teníamos notas, no había libros de textos… había libros que se leían, por supuesto, textos escritos por el mismo profesor, por ejemplo.

¿De donde aprendíais?

Nosotros tomábamos notas en clase de lo que decía el profesor. Teníamos nuestro cuaderno que era revisado por el profesor con lo que habíamos interpretado y opinado. Claro que podíamos consultar algún libro en el aula… De historia, del cuerpo humano… libros de consulta que no tenías obligación de comprar porque podías acudir a la biblioteca de la Institución, consultarlos, llevarlos…

Foto: Teresa Rodríguez

La ILE tenía una muy buena biblioteca… ¿Es así?

Sí, sí. Además, la biblioteca era parte de nuestra actividad porque forrábamos los libros de la biblioteca. Teníamos oobligación de cuidarlos. Lo recuerdo como si lo estuviera viendo ahora mismo.

Dicho que había un diálogo en la transmisión de los conocimientos, el uso del cuaderno… había otra herramienta para educarnos, a parte de las asignaturas. Era el jardín de la Institución. No nos dábamos cuenta, pero lo que nos enseñaban en el jardín, en el patio, era a cómo comportarse con otra persona. Por lo pronto, cuando jugábamos a fútbol, si ganabas dos partidos, al siguiente, aunque lo ganases, tenías que salir para que jugaran otros. Te sentías un poco como culpable de ganar; quizá esté exagerando.

La idea de que el deporte no fuera competitino, ¿no?

Jugábamos al fútbol allí en la plaza grande. Y había, del lado del Convento de las Esclavas un muro enorme de ladrillo que nos saparaba y allí había una hiedra que escalaba la pared. Jugábamos al fútbol con una pelota pequeña. Al jugar, tirabas y la pelota se quedaba atrapada en la yedra. Hoy todavía oigo la voz del señor Rego que nos decía: «¡La hiedra!». Pelota que se encajaba allí, pelota que se perdía. No ha habido una yedra que recibiese más pelotas.
Con esto quiero decir que nos enseñaban que había que respetar la yedra. Había que respetar la planta. Con el fondo de que te enseñaba a repetar la naturaleza.

En el jardín, en las tres plazoletas que había, había cuadros. El cuadro era una parte del jardín, con arbustos y árboles y que estaba rodeado por piedras grandes en las que nos sentábamos. Si se caía la pelota dentro de los cuadros, algo frecuente, teníamos que pedir permiso al profesor para recogerla.

¿Y cómo era la convivencia?

En el recreo había siempre alguien que se metía con otro y se podía oír a algún alumno llamar a la profesora porque alguien le había golpeado. Llamaban al que había hecho la travesura para que explicara lo ocurrido. El castigo era sentarle en una de las piedras o en un banco para que se tranquilizase. El amigo del castigado iba a buscar a la maestra para intentar mediar después de un rato.

Un ejemplo de castigo pedagógico fue el que, yo tendría 10 años, organizamos un alboroto en la clase, moviendo sillas y mesas, descolocando el aula. Nos llamaron a todos y nos preguntaron quién lo habíamos hecho. Nos enseñaban a no mentir y a no ser acusica, así que levantamos la mano para autoinculparnos. Lo primero fue arreglar el desaguisado que habíamos hecho; Pedro Blanco, que era uno de los profesores más respetados de la Institución y daba clase de literatura nos hizo sentarnos en nuestros sitios. Él se sentó delante. Y nos quedamos en silencio.

Esperábamos la bronca, la regañina, el castigo. Silencio. Al cabo de un rato, que pareció muy grande, llamó a uno y le dijo que se podía ir. Después, a otro. A mí me dejó el último. Se me hizo eterno. Pero jamás me regañó. ¿Qué importancia tenía el sentarnos y no regañarnos? La regañina nos la hacíamos nosotros mismos. Me acuerdo, hoy, y han pasado un montón de años, como si lo estuviera viendo: la escena del señor Blanco sentado en silencio. Nosotros mismos concluímos que había sido una tontería y no teníamos por qué hacerlo.

Giner de los Ríos y Cossío hablan mucho en su obra de las excursiones a la sierra, que era muy importante…

Íbamos con frecuencia de excursión. La Institución tenía una casita en el Ventorrillo. Una casita que ampliaron después. La original, según entrabas, tenía un zaguan pequeño y una estancia grande donde en el fondo estaba la chimenea. A la derecha tenía otra estancia donde estaban los ‘pericos’, unos orinales grandes donde hacíamos nuestras necesdades.

¿Qué os enseñaban?

Por ejemplo, la clase de Geología la dábamos allí viendo las piedras. Esas eran exursiones especiales que hacíamos a Vicálvaro, recogíamos piedras de diferentes tipos…

En en general nos enseñaban que no se puede ensuciar el campo. Tú llevabas comida: la tortilla, las agujas típicas de ternera envueltas en papel… los papeles los llevabas en el morral, en la mochila, y te lo llevabas a casa de vuelta.

¿Tomábais notas de lo que os decían? ¿Hacías dibujos, mapas, croquis?

Notas, no… dibujo lo dábamos en la Institución, con el señor Benitez o el señor Vadillo, y entonces la hacíamos en el jardín, con carboncillo, en la plazoleta. En el campo no hacíamos clase. Allí se trataba de andar, de ver las hojas y sus tipos según el árbol, el respeto al árbol… Y si había arroyo también el respeto al agua…

En tu libro de memorias hablas del profesor Giner que os llevaba al Museo del Prado.

El señor Giner era pariente de Giner de los Ríos, hermano de don Francisco. Primero íbamos al Museo de Reproducciones, en el parque de El Retiro, en donde expusieron en su día el Guernika. Era un Museo donde se reproducían las esculturas fundamentales griegas. Era una riqueza muy grande la que había en ese museo, de mucha valía para enseñar a la gente.

En el Prado, el profesor era conservador y tenía cierto, digamos, poder. Era un cursi (risas), pero tenía su genio. Entrábamos e íbamos a visitar diferentes cuadros por pintores. En la hora a la que íbamos, que no había nadie, estaban también los copistas, copiando un cuadro determinado, para poder sacarlo a otros lugares, como con las Misiones Pedagógicas. Nos llevaba, por ejemplo, a ver el cuadro de Las Lanzas (La rendición de Breda, de Velázquez) y nos iba explicando. Además, el señor Giner daba conferencias sobre arte los miércoles por la tarde, cuando no había clase. Y hacíamos excursiones para ver monumentos. A Toledo, por ejemplo.

Tú no conociste a Giner de los Ríos… ¿Os hablaban de él?

Yo evidentemente tenía ideas porque en mi casa se hablaba de él, y porque éramos de la Institución. ¿Tú has leido lo que dice Machado? La elegía a la muerte de Don Francisco…

Cuando se fue el maestro/
La luz de la mañana…

(Recita, de memoria y del tirón el poema. Se le quiebra ligeramente la voz mientras lo hace. Se le empañan los ojos al final).

Sí conociste a Cossío…

Era un hombre de una gran delicadeza. El señor Cossío tenía una gran amistad con la familia. Mi abuelo paterno hizo una casa en San Rafael porque mi abuela tenía tubercolosis y los médicos de entonces decían que tenía que estar al sol. Era una casa original que tenía muchas terrazas. En la Semana Santa íbamos a pasar unos días, también en verano. Allí también venía con frecuencia el señor Cossío.

A mi madre le gustaban muchísimo las flores. En la casa, que tenía una finca grande, tenía rosales. A mi madre le encantaba cortar las flores. El señor Cossío le decía: «Cruz, las flores deben mantenerse en donde han nacido». Él respetaba mucho la naturaleza.

Le gustaban las cosas sencillas. Allí comíamos y le gustaba muchísimo las sopas de ajo (ríe). Las que hacía mi madre, muy buenas, las metía en el horno… Era muy sencillo en el comer, el hablar.

Foto: Teresa Rodríguez

Una persona sencilla pero con grandes ideas, como el Museo Pedagógico Nacional y las Misiones Pedagógica…

Él creó todo el desarrollo ulterior de la Institución. Era el presidente del Museo Pedagógico que estaba en el edificio que hoy ocupa la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas. Allí iban muchos alumnos de la Normal a seguir cursos. Franco se apoderó de eso y no ha vuelto a ser algo relacionado con la enseñanza.

Las Misiones Pedagógicas también tenían su origen en Cossío. Tenían la parte del Teatro, con La Barraca y Lorca; el Coro, que dirigía Tornel; el  Cine o llevaban cuadros del Prado, reproducciones. Su misión era la divulgación de la cultura. Iban en un autobús pequeño con toda la gente. Yo lo he visto y estuve con ellos.

Hay una cosa de la Institución que no he dicho y que creo que es importante. Estudiábamos en la institución y pasábamos de un curso a otro porque el consejo de profesores se reunína y decidía quién debía de pasar a la siguiente clase a final de curso. Estar en la 3ª o la 4ª no nos servía para acceder al Bachillerato porque la institución no era reconocida como valor de educación o de enseñanza en relación con el Bachillerato. Cosa que no pasaba con el Instituto Escuela.

Entonces, cuando tocaba ir al bachillerato os tocaba examinaros por libre, ¿verdad?

Claro. Nos íbamos a examinar a un instituto de enseñanza. Yo, con un grupo más, elegimos el Velázquez. Allí nos matriculábamos como estudiantes libres. Había tres categorías: los oficiales (que estaban en el instituto); los colegiados (que iban a colegios religiosos y se examinaban allí), y los libres (que íbamos por libre).

La realidad es que nosotros, que estábamos educados en un lugar que no seguía el programa oficial, sacábamos siempre buenas notas. Yo me matriculaba de un curso y mitad de otro para hacer más rápido el bachillerato; hacía en un curso, un año y medio. En uno de los últimos exámenes, el profesor, que era Chapín (que luego fue diputado), me preguntó qué sabía del poema del Mío Cid. Y yo le dije que si quería yo se lo recitaba. «Bueno, empiece». Y es lo que hice, recitar el poema. Después de un rato me cortó. «Cómo es que le ha dado a usted por aprenderlo?». «Me lo han enseñado en la escuela». «¿A qué escuela va usted?». «A la ILE». «A bueno, siéntese». Y me puso un sobresaliente.

Nos daban muchos más conocimientos que los que daban en los institutos oficiales. Por ejemplo, lo que aprendíamos en los talleres; carpintería, modelado… Teníamos trabajos manuales, hacíamos cosas en rafia, teníamos pintura del natural, en el jardín, con acuarela y carboncillo. Teníamos una formación mucho más amplia, y eso lo comparé yo con mi hermana, que iba al Instituto Escuela. No sé por qué mis padres, a Teresa, la mandaron allí y a mí al Institución. Quizá porque mi padre estuvo en ella de pequeño.

¿Cuántos érais en clase?

Como unos 15 o 20, como mucho.

¿Qué idea tienes del Instituto Escuela?

Éramos como «hermanos». Muchísimos alumnos, como Natalia Cossío, la nieta del señor Cossío, cuando llegaba al bachillerato se iban al Instituto Escuela, para examinarse normalmente. Había muchísimos profesores comunes, pero era una escuela con una gran actividad deportiva también.

Tenían el mismo sistema, compartíamos a muchos docentes, las clases se desarrollaban de manera similar y tenían a gente de mucho nivel. Como las hijas del presidente de la Real Academia de la Lengua, Menéndez Pidal. Su hija era profesora. Iban los hijos de Negrín; Rómulo y Miguel eran amigos míos.

En la República, la educación hace una revolución. ¿Cómo lo valoras?

Habría que empezar antes. Hay que darse cuenta de que ya hubo un momento durante la monarquía, en el que Largo Caballero fue ministro de Trabajo. Y se aceptó hacer la Junta de Ampliación de Estudios que jugó un papel importantísimo de divulgación de la cultura en España; la Institución hizo el Instituto Escuela, la Residencia de Estudiantes que estuvo presidida por Ramón y Cajal y su segundo era mi tío Gumersindo. La influencia que tuvo la ILE fue mucho más; fue muchísimo mayor, tanto la de la Institución como la influencia de don Francisco.

La Residencia de Estudiantes fue el centro cultural más importante de España y de los más importantes de Europa. Curie y Einstein la visitaron; había también un centro de desarrollo médico. Una cantidad grande de personas de primera fila. También estaba el Colegio Cervantes, dirigido por don Ángel Llorca, que me recordaba a don Francisco. Un hombre de una bondad… Venían gente de fuera a ver cómo funcionaba.

Todo aquello terminó en el año 39, tras la guerra civil. Buena parte de aquella sociedad marchó al exilio (exterior o interior), muchas y muchos docentes fueron depurados y no pudieron volver a trabajar en la enseñanza durante años. Como decíamos, Luis de Azcárate también se exilió. Empezó por México, en donde estudió ingeniería y en donde vivió hasta 1947. De ahí viajó a Europa, en donde residió en muchos países hasta su vuelva a España una vez terminada la dictadura.

Luis de Azcárate reivindica el papel de aquel exilio que intentó mantener vivo el espíritu de la República. También el papel cultural y educativo que eclosionó con la creación de la Institución Libre de Enseñanza y del resto de centros educativos y culturales que fueron surgiendo en su órbita hasta que el franquismo se deshizo de todo aquello.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/02/06/la-residencia-de-estudiantes-fue-el-centro-cultural-mas-importante-de-espana-y-de-los-mas-importantes-de-europa/

Comparte este contenido:

Entrevista a Nando López: “No creo que me afecte el veto parental; sus defensores no leen mucho”

Entrevista/06 Febrero 2020/Autor: Rodrigo Santodomingo/eldiariolaeducacioon.com

Nando López es docente (en excedencia) y autor. Además, visita unos 100 centros por año para hablar, sobre todo, de literatura. Desde hace algún tiempo, la militancia LGTBI tiene una gran importancia en su quehacer cotidiano. Hablamos con él de vetos parentales, derechos humanos, adolescencia y literatura.

Profesor de secundaria en excedencia, adalid de la escuela pública, el barcelonés Nando López ha hecho de la mezcla entre literatura y diversidad su bandera. Visita más de 100 centros al año en un tour sempiterno. Habla con vehemencia y dulzura de su experiencia personal, de su pasión por los libros como agentes de cambio, de los márgenes para innovar en el aula a pesar de los pesares. Charlamos con López en uno de los cafés con más solera literaria del madrileño barrio de Malasaña.

Eres carne pin parental. ¿Te bloqueará el sistema?

Lo haría si no fuera por el trabajo de las familias y los docentes, que en su mayoría están en contra del veto. Mis libros se leen en la pública, y también en la concertada y la privada, religiosas o no. Y cada vez me llaman más para que vaya a centros, quizá precisamente por culpa de esa minoría que arma tanto escándalo. Puedes vetar charlas, pero no encuentros literarios.

O sí, la verdad es que no está muy claro… Entiendo que unos padres pueden enterarse de que eres militante LGTBI e impedir que su hijo te escuche.

La lectura forma parte del currículum, a mí me contactan departamentos de Lengua y Literatura. Aunque bien pensado, el otro día vetaron una charla sobre reciclaje, los peligrosísimos contenedores… [ríe]. Supongo que en teoría sí me pueden vetar, pero no creo que ocurra porque la literatura requiere un esfuerzo que es leer, y yo creo que los que están a favor del veto no leen mucho.

En cualquier caso, parece que han conseguido embarrar el debate apelando a derechos abstractos como la libertad de educación, cuando el problema se reduce a cuestiones bien concretas. Por ejemplo, no queremos que se normalice la homosexualidad en la escuela porque para nosotros no es normal.

El problema es que estamos comprando su discurso. Dicen que la educación tiene que ser según los valores de cada padre. Un valor es, por ejemplo, la generosidad. Pero los derechos que recoge la Constitución no son valores, son derechos inalienables, y los profesores estamos obligados legalmente a educar según nuestra Constitución, que recoge el respeto a la diversidad. Más aún, la homofobia o el machismo son delitos de odio. No son cuestiones debatibles, y me entristece el hecho de que se estén debatiendo.

Pero es ahí donde están ganando la batalla: poniendo sobre la mesa asuntos que casi no provocaban controversia.

Yo creo que están perdiendo esa batalla. El ruido que han generado es mayoritariamente en su contra. Quizá tiendo a ser muy optimista, si no, no sería educador. Casi diría que han conseguido sacar el orgullo del colectivo LGTBI y han despertado el activismo, que estaba un poco dormido. Y lo que jamás podrán controlar es lo cotidiano, la actitud de tantos profesores y profesoras que han dejado claro que no se van a callar. Una charla es algo puntual, pero educa más lo que haces en tu día a día. Yo pedía a mis alumnos que analizaran frases como “Ana y María se besan” o “Pedro y Juan se quieren”. Son pinceladas que introducen la diversidad en el aula de forma muy natural.

¿Supone un riesgo alto salir del armario durante la adolescencia?

Yo creía que no, pero hace poco, en un encuentro, les dije a los chavales que ahora tenían suerte porque era más sencillo. Al final se me acercó un chico muy discretamente, me dijo que no lo era y se fue. Me dio mucho que pensar. Recuerdo también el caso de una chica trans que me contó que tenía que esconder su ropa porque sus padres se la rompían. Depende mucho de las zonas. En algunas, llevan abiertamente la bandera arcoiris. En otras, aún se vive con miedo. Es una etapa difícil, ya que luchas entre la singularidad y la aceptación.

Me pregunto si esa chica trans ha encontrado en su centro el apoyo o la comprensión que no tiene por parte de su familia.

Sí, y hay muchos casos similares. Por eso yo hablo tanto de la visibilidad docente. Que una profesora mencione abiertamente a su novia, o un profesor a su novio, que haya profesores trans. En mi novela La edad de la ira hay un chico que vive una situación de homofobia brutal en su familia. Está basada en experiencias reales de alumnos a los que los profesores intentamos salvar de entornos hostiles. Son situaciones que me provocan mucho dolor e impotencia, ya que como docente uno tiene unos límites. ¿Los hijos de padres homófobos, machistas o racistas tienen que heredar esas actitudes y prejuicios? ¿Cómo vamos a frenar entonces el acoso escolar? Escribir esa novela se convirtió en una necesidad.

¿Y percibes, en esta gira sin fin que haces por colegios e institutos, un aumento de actitudes machistas entre los alumnos?

No, pero sí una cierta polarización. Hay una adolescencia muy interesada en estos temas, chicas y también chicos que quieren vivir su masculinidad de una forma no tóxica. Y luego te encuentras lo contrario, chavales que dicen cosas que antes no se atrevían a decir. El discurso de la ultraderecha ha conseguido que se pierda la vergüenza al utilizar “feminazi” o expresar que el mero hecho de ser feminista conlleva algo negativo. No veo más machismo o más racismo, simplemente veo que se hacen más obvios esos que antes estaban latentes.

Por su especial gravedad se habla mucho del machismo cuando deriva en agresión directa, pero no tanto de otras cuestiones menos graves, aunque quizá más generalizadas. Por ejemplo, las crecientes imposiciones estéticas: parece que cada vez más adolescentes han asumido que están obligadas a ir maquilladas cuando salen de casa. O esa sexualidad sumisa de las mujeres jóvenes en tantos vídeos musicales.

Son fenómenos que también afectan a los chicos. No hay más que ver el repunte tremendo de casos de vigorexia. Las redes sociales son a veces puro exhibicionismo, para ellas y para ellos. Y en cuanto a esos roles que reproducen ciertos vídeos y canciones, claro que cosifican a las chicas, pero también ejercen mucha presión sobre los chicos, que piensan que tienen que ser así: duros, tóxicos, con una actitud ante la vida en la que la mayoría no encaja. Eso genera mucha frustración. Cuando vivamos en una sociedad feminista, el hombre también podrá ser libre. Para que esto ocurra hace falta, como siempre, más educación, de manera que los jóvenes puedan tener una mirada crítica ante lo que les rodea. Y no se trata de prohibir el reguetón en las fiestas escolares, algo que solo produciría más interés y curiosidad.

Eres un gran defensor de la escuela pública como garante de una igualdad de oportunidades real. Mencionas con frecuencia lo mucho que te ha ayudado a ti. Defiendes incluso una especie de justicia compensatoria: que se apoye más a los centros de entornos especialmente desfavorecidos. Un debate que casi no existe en España.

No todos los centros han de recibir lo mismo. Al igual que no todos los alumnos deben recibir la misma ayuda: algunos requerirán un poco más de esfuerzo, por la circunstancia que sea. Al menos ahora se van a prohibir los ranking de centros, una aberración que provocaba que determinadas escuelas fueran aún más gueto. Listados que no tenían en absoluto en cuenta la realidad socioeconómica del centro. Habría que estudiar el contexto de cada colegio o instituto, ver sus necesidades y apoyar con decisión a aquellos con problemas auténticos. Actuar a partir de una noción de redistribución equitativa. Conozco a un profesor con un programa maravilloso de fomento de la lectura a través de novelas gráficas. Tras meses de trabajo en un centro con familias de pocos recursos, le dieron 80 euros al año. ¿Qué haces con 80 euros? Estas desigualdades están llevando a muchos profesores al borde del agotamiento emocional. Se habla mucho de la ilusión, pero la ilusión necesita medios.

¿Hemos retrocedido en el camino hacia ese horizonte de igualdad de oportunidades a través de la educación?

Los recortes que hubo no se han recuperado. En algunos centros hay ratios en Bachillerato de casi 40 alumnos; los profesores tienen más horas y más chavales. Se han rescatado bancos y autopistas, pero no colegios. No se apuesta de manera decidida por la FP, el sistema apenas ha cambiado desde que yo estaba en BUP, no se generan oportunidades. Si unes una educación poco sólida con un mundo laboral precario, el futuro de los jóvenes es un sitio muy gris. Hace unos años, ser mileurista significaba precariedad; ahora, no es solo normal, es incluso deseable. Hemos bajado en expectativas, y es algo que está sufriendo todo el sistema social. Me preocupa mucho que, ante este panorama, nos quedemos atascados en cuestiones como el veto parental o que se utilicen las banderas para tapar todo lo que hay debajo.

Desde un óptica pedagógica, ¿es el sistema español demasiado monolítico o resistente al cambio?

Muchos profesores van por delante del sistema, y eso genera estrés porque tienen que moverse entre lo que les obliga el currículum y lo que piensan que deben hacer. En Lengua y Literatura, desde 5º de primaria hasta 2º de bachillerato los alumnos analizan sintagmas nominales, contenidos que aborrecen y que no van a entender mejor porque se lo repitas mucho. ¿Por qué no se trabaja más la expresión escrita y oral y la comprensión lectora?

A veces parece que nos empeñamos de veras en convertir en puro tedio una asignatura que debería ser gozosa y creativa.

Añade al análisis sintáctico el comentario de texto convencional y los exámenes de lectura. Convertir al libro en objeto de examen: una gran manera de matar cualquier pasión lectora. Hay que replantearse dónde queremos llegar con este tipo de enfoques. He tenido alumnos que analizaban oraciones maravillosamente pero eran incapaces de escribir un texto argumentativo. Si quieres ser lingüista, resulta fundamental que domines la sintaxis. Si no, es mucho más importante que sepas escribir y leer bien.

En cuanto a la literatura, entiendo que lo profesores tenéis que combinar el acercamiento a los clásicos con el fomento de la lectura. Hay quien pensará que se trata de objetivos casi antagónicos…

Para muchos alumnos somos la única ventana a los clásicos, estoy muy a favor de que se enseñen. Pero tengo la obligación de que, a través de mí, amen La Celestina. No puedo endosársela para que la lean en casa. Se pueden plantear también otros ejes. ¿Por qué no enseñar la literatura por géneros? ¿O en un orden cronológico inverso? En 3º de ESO tienen 14 años; si empezamos por la literatura medieval y El Libro del Buen Amor, acabarán odiando un libro fascinante, divertidísimo e irreverente. Pero si empezamos por el siglo XXI, podemos llegar ahí desde otro lugar. Yo en mis clases planteaba viajes temáticos: empezábamos por una peli de actualidad y de ahí buceábamos en los referentes y llegábamos al clásico que la había inspirado. Para entonces ya tenían muchas ganas de leerlo. Y siempre facilitaba la participación de los alumnos. A pesar de las trabas, muchos otros compañeros están trabajando los libros de maneras muy originales: book trailers, dramatizaciones…

Innovar resulta más difícil cuanto más avanzamos en la enseñanza obligatoria. En bachillerato, se antoja algo casi heroico.

Se pierden muchos lectores en el salto a la ESO. Tiene que ver con el salto a la adolescencia, pero también con los programas: si paso de leer libros adecuados a mi edad a leer El Lazarillo, pues El Lazarillo es maravilloso…, pero con 12 años no lo entiendo. Conforme subes el nivel, la presión externa es mayor. Yo odiaba dar 2º de bachillerato. Literatura de los siglos XIX y el XX; chavales de 17 años con un nivel crítico muy alto. Todo perfecto, pero se volvía una pesadilla porque era una carrera para llegar a Selectividad.

Quizá esa pérdida de lectores a los 12-13 años también tenga que ver con que a esa edad los chavales empiezan a tener smartphones.

El otro día me preguntaba una chica por qué pensamos que cuando los adolescentes están con el móvil, no están leyendo. Me dijo que ella leía en el móvil. Muchos adolescentes cuelgan poesías en sus cuentas de Instagram. Los adultos tenemos muchos prejuicios.

Pero, con todas sus ventajas, parece que tener móvil con internet siempre disponible no ayuda a leer libros, con la concentración y a veces paciencia que requiere esta actividad. Nos pasa también a los adultos: no hay más que coger el metro. A lo mejor muchos están leyendo obras en sus pantallas, pero desde luego no lo parece.

La verdad es que me cuesta ser negativo porque mis libros cada vez se leen más. Es cierto que el móvil es muy tentador, y que los autores competimos además con Netflix y HBO. Yo tiendo mucho al capítulo breve, en los libros para adultos también. Las editoriales me recomiendan segmentar aún más. Y trato de enganchar desde la primera página. El libro, por otra parte, ayuda a entenderte como adolescente y tiene algo muy poderoso que es la intimidad. Mis libros gustan porque en ellos los chavales encuentran esa parte oscura que no se atreven a decir a nadie.

Desmontando al examen en clave de humor

La última obra de Nando López, En casa me lo sabía (Ed Martínez Roca), aborda desde la ironía el temido examen. Sus toneladas de humor sirven para desdramatizar EL momento mientras revelan cuánto de absurdo tiene la obsesión por las pruebas cerradas con notas numéricas. “He intentado hablar de educación de una forma simpática, algo que ya estaba presente en Dilo en voz alta y nos reímos todos. Es una manera divertida de denunciar por qué hemos convertido a los exámenes en la única forma de evaluación, por qué el sistema nos obliga a puntuar en criterios, estándares, etc, cuestiones tan difíciles de meter en una tabla de excel”.

López aboga por introducir “otras herramientas que humanicen la evaluación y tengan en cuenta el contexto de la clase y de cada alumno”. Para ello resulta imprescindible “trabajar con ratios menores que nos permitan ver a nuestros alumnos como personas en vez de como a un taco de exámenes”. Sin embargo, el autor barcelonés piensa que el examen podría sobrevivir en el aula y cumplir una importante función: “Dar al alumno un pequeño aprendizaje vital sobre situaciones de estrés”.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/02/03/no-creo-que-me-afecte-el-veto-parental-sus-defensores-no-leen-mucho/

Comparte este contenido:

Entrevista a la Educadora Social Montserrat Sánchez

Entrevista a la Educadora Social Montserrat Sánchez

Es hora de estrenar la categoría de «Entrevistas» con alguien muy especial. Twitter cruzó nuestros caminos hace unos años. Ante una duda que me surgió respecto a la formación continua que deben tener los educadores y educadoras sociales, allí estuvo ella. Supo ser cercana, respetuosa y muy profesional. Aquel día conocí a Montserrat Sánchez, educadora social. Desde entonces hemos mantenido el contacto online que permite Twitter. Es alguien a quién respeto sobremanera y que sigo la pista muy de cerca. Sin duda era una firme candidata para una entrevista.

En cuanto el proyecto Educarlex nació no lo pensé. Me puse en contacto con Montserrat para hacerle plena conocedora del proyecto y ante todo saber su opinión. De igual manera le propuse hacerle una entrevista, pues no se me ocurría nadie mejor para inaugurar la sección. Como educador social quería que la primera entrevista perteneciera a alguien del gremio. Alguien a quién respeto y tengo en alta consideración. Por fortuna, se prestó encantada a ello.

Inicio de la entrevista


1- Lo primero y puede que más importante, háblame un poco sobre ti.

Soy Montserrat Sánchez. Diplomada en Educación Social, Máster en Prevención y Tratamiento de las Conductas Adictivas y Máster en Intervención Criminológica y Victimológica y ante todo quisiera daros las gracias por la presente entrevista, es un placer colaborar con Educarlex. Estuve 12 años trabajando en el ámbito penitenciario con internos condenados por delitos sexuales, delitos violentos, con problemas de consumo de estupefacientes y /o presentando conductas agresivas y disruptivas. Posteriormente estuve un año en una Unidad de Escolarización Compartida (UEC) y un Centro Abierto. Ahora llevo dos años en un Instituto de Terrassa como educadora social, trabajando con alumnos que presentan necesidades educativas especiales (NEE) en una aula abierta.

Paralelamente dos tardes a la semana estoy con alumnos de 4º de la ESO de un Instituto de Sabadell para que puedan conseguir el graduado. Son 5 alumnos en riesgo de exclusión social. Con unas necesidades emocionales que requieren de un acompañamiento basado en el ámbito relacional y personal.

 De forma puntual realizo cursos y talleres de formación entorno a la resiliencia, la gestión del estrés, la perspectiva de género, las habilidades directivas en entidades sociales… etc. Y semanalmente asisto a casa de un chico con TDAH, trastorno del lenguaje y fuerte impulsividad que presenta conductas disruptivas en el aula .

 ¡Como veis, no me aburro mucho!

2- ¿Por qué decidiste formarte en Educación Social? ¿Por qué razón o razones, has elegido esta profesión?

 Decidí ser educadora social después de valorar diversas opciones, todas ellas relacionadas con el ámbito social. Tenía claro que quería acompañar a personas en riesgo de exclusión social, ya fuera por aspectos sociales, por consumo de estupefacientes, presos, salud mental…  pero la oferta era variada y tuve que rebuscar un poco para obtener toda la información. ¡En aquella época no había internet!

 Finalmente opté por la formación que me pareció más acorde a mis expectativas e intereses y aquella que creí era la más completa y la que incidía en todos los ámbitos de un individuo: Educación Social.

3- ¿Cuánto tiempo hace que eres educadora social? ¿Crees que la figura del educador y educadora social está adquiriendo una gran relevancia en la sociedad actual?

Soy educadora social desde hace 17 años. En todo este tiempo he visto una evolución a pasos agigantados en nuestra profesión: nuevos ámbitos de actuación, estrategias innovadoras, mayor reconocimiento e interés político y social, mayor participación y representación en organismos públicos y privados, aumento exponencial de publicaciones y artículos por parte de educadores sociales, proyectos muy interesantes en colaboración con otros profesionales del sector…

 Sólo hay que ver el currículum académico de cuando yo estudié la Diplomatura. Los ámbitos donde el educador podía estar presente, las teorías educativas y sociales que se enseñaban… y el currículum actual. Mucho más amplio, con un marco teórico firme, unos referentes profesionales de prestigio y unos ámbitos mucho más extensos y complejos. ¡Empezando por un código deontológico que nos representa y guía!

4- ¿En qué consiste para ti la Educación Social? ¿Cuáles son sus rasgos más significativos?

 Para mi hay dos pilares fundamentales en nuestra profesión: el acompañamiento y el empoderamiento. Por un lado entiendo que la Educación Social  tiene la función principal de acompañar a nuestros educandos en su trayectoria vital. Aportamos herramientas, reflexiones, estrategias, modelajes, puntos de vista…Para mejorar su calidad de vida, su vivencia del entorno y de la sociedad, todo ello sin juzgar, sin coartar, sin imponer.

Por el otro, destaco la oportunidad de ofrecer la fuerza y el reconocimiento al otro, empoderarlo en su día a día, que obtenga las herramientas necesarias para tomar sus propias decisiones, coger las riendas de su vida y consolidarse como ciudadano de pleno derecho.

5- ¿Puedes hablarnos un poco sobre tu labor en la Fundación Main y qué iniciativas concretas se están llevando a cabo? ¿Trabajas en equipo junto a otros profesionales?

Trabajo en Fundación Main, una entidad con más de 25 años de experiencia en la intervención y acompañamiento socioeducativo y psicoterapéutico de niños, jóvenes y familias. Se trata de una entidad sin ánimo de lucro que promueve oportunidades para los que viven situaciones de vulnerabilidad, trabajando para la reducción de las desigualdades entre las personas a través de diferentes proyectos de ámbito social. ¡Os invito a visitar la web! www.fundaciomain.org

 

fundació main educación social entrevista

En la Fundación se llevan a cabo proyectos socioeducativos como: las UEC’s, MAPA’s (Unidades de Escolarización Compartida Específica en salut mental), apoyo al estudio… También se realiza atención terapéutica familiar, reeducación psicológica, grupos terapéuticos y emocionales, proyectos de inserción sociolaboral, servicios de atención y orientación familiar, proyectos de cooperación y sensibilización … etc.

Concretamente llevo aquí des del 2014, cuando entré como educadora de una Unidad de Escolarización Compartida (UEC) trabajando con adolescentes excluidos del sistema educativo tradicional.  Allí trabajaba rodeada de educadores sociales con amplia experiencia, además de psicólogos y  profesionales del CSMIJ.

 Actualmente en el Aula Abierta comparto experiencias con un psicólogo de la misma entidad. Y de igual forma estoy en plena colaboración e interacción con el claustro de profesores de secundaria.

6- ¿Qué metodología empleas y qué recursos y estrategias consideras más importantes?

 Primero de todo es importante que el/la educador/a social establezca un vínculo con el menor. Realizo preguntas genéricas relacionadas con gustos personales, hobbies, series favoritas… con el objetivo de relajar la situación, fomentar la confianza mutua y establecer un espacio de relación informal donde se sientan a gusto.

 En el trabajo que llevo a cabo, parto de la teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gadner. No todos aprendemos de la misma manera ni tenemos las mismas habilidades por lo que potenciar las que posee cada uno de ellos les ayuda a crecer e incorporar herramientas y conocimientos.

 Hay numerosas estrategias y recursos. Todo dependerá del grupo y de los alumnos con los que trate pero algunos de los utilizo son:

 

  • El humor: siempre con cautela y valorando las reacciones del otro. Todo ello para evitar que sea contraproducente y pueda generar un distanciamiento. Recordemos que los adolescentes suelen ser especialmente sensibles a los comentarios y opiniones de los demás. Y un doble sentido o una ironía mal entendida resiente la relación socioeducativa.
  • La colaboración y cooperación del grupo de iguales: es evidente que tiene más fuerza la opinión y los argumentos de los miembros del grupo de iguales que no de las figuras de autoridad. Por ello miro de implicar al alumnado  en el proceso de los compañeros.
  • Fomento de liderazgo positivo:  detectar aquellos alumnos que por su carácter, temperamento y/o habilidades sociales, pueden convertirse en líderes positivos de su entorno. Eso conlleva un empoderamiento que les lleva a verse como referentes de sus iguales. Siendo por tanto más efectivo la presión positiva de grupo.
  • Atribución de responsabilidades: por pequeñas que sean. Muchos de estos menores están acostumbrados a que no confíen en ellos; han traicionado la confianza demasiadas veces y se autoconvencen de la imposibilidad de hacer algo bien y mucho menos que los demás se lo reconozcan. Aquí toma protagonismo las inteligencias múltiples para reforzar aquellas que destacan en cada uno de ellos.
  • Planificación de pequeños objetivos a corto plazo: cuando se les pide que modifiquen su conducta, que se porten bien, que se parezcan al resto de compañeros de clase, no saben por dónde empezar ni cómo hacerlo. Por ello es importante definir pequeños objetivos que sean asumibles a corto plazo y que ellos puedan visualizar. De forma sencilla, su avance. Por ejemplo, “cuando vayas a entrar a la clase, pica la puerta y di “buenos días”” No sólo tenemos que mostrar aquello que han hecho mal sino también explicar cómo tienen que hacerlo bien.
  • Concreción de límites: algunos de ellos , con sus conductas disruptivas, han conseguido que los límites se hayan difuminado o que simplemente hayan desaparecido. Hablamos de no tener horario para salir o llegar a casa, tipo de alimentación que siguen, dinero del cual disponen… Por ello se hace necesario establecer unos límites, en la medida de lo posible pactados con ellos, para resituar algunas de las prácticas que llevan tiempo llevando a cabo.
  • Refuerzo positivo: siguiendo la argumentación del punto anterior, muchos de estos alumnos poseen una autoimagen basada en el fracaso, la decepción, los castigos, todo aquellas acciones que han hecho mal. Pero en cambio no están acostumbrados a que se les reconozca aquello que sí hacen bien. Por ello, cada vez que realizan una conducta prosocial se lo indico y refuerzo. No olvidemos que como educadores sociales debemos trabajar con sus potencialidades y no desde sus limitaciones
  • Dialéctica reflexiva: suelo hacer preguntas abiertas para que ellos expliquen lo que consideren y de la manera que más cómodo les sea. A partir de sus manifestaciones suelo reconducir a través de preguntas y afirmaciones cortas. Todo ello para reformular aquello que han manifestado y sean ellos mismos los que extraigan conclusiones. Todo ello procurando no “sermonear” ni fomentar un solo pensamiento único. Dicho de otro modo, ¡me marcó mucho cuando estudié Sócrates y su dialéctica!

7- A continuación te traslado una pregunta que un profesor del grado nos transmitía sin cesar en cada clase para invitar a la reflexión. “¿El usuario tiene siempre responsabilidad sobre sus actos? De ser así, ¿podemos modificar el medio?”

 ¡Es una buena pregunta!  Primero de todo hay que diferenciar entre “responsabilidad” y “culpa”. Ya que en muchas ocasiones tendemos a buscar “culpables” de determinadas acciones. No discerniendo el grado de responsabilidad que cada uno ha tenido en esa actuación o situación.

 Considero que el usuario no siempre tiene el 100% de responsabilidad de sus actos. Puesto que estos siempre estarán motivados por elementos ajenos a su voluntad (con más o menos incidencia). Hablamos de trastornos mentales, estilo parental recibido, entorno familiar y social, oportunidades ofrecidas, temperamento… etc.

El reto, desde mi punto de vista, reside en determinar qué elementos han influido e influyen en sus decisiones. Y por supuesto, qué grado de responsabilidad corresponde al individuo. En el momento en que tenemos un cuadro representativo de la situación, podremos adecuar los medios para mirar de modificar aquello que sea posible y ayudarle a asumir aquello que no tenga alternativa. ¡Considero que es más difícil lo segundo que lo primero!

8- Y para terminar Montserrat, ¿dónde te ves como profesional social dentro de 10 años?

¡Vaya! ¡10 años! Uuff… menudo compromiso… Para entonces estaré cerca de los 50 y espero tener mucha más sabiduría y muchos más conocimientos para poder hacer mejor mi trabajo.

En un ámbito como el nuestro, la planificación se hace difícil a medio o largo plazo: la sociedad evoluciona, cambia y nuestros usuarios también, ¡claro!  Cuando estudié la carrera no creí nunca que acabaría trabajando en un instituto; entonces era impensable la presencia de una figura ajena al ámbito docente en un entorno tan estructurado como una escuela. ¡Y míradme ahora!

Así que espero conocer otras herramientas, experiencias, ámbitos y proyectos que no permitan que esta profesión me aburra ni defraude nunca.

Fuente de la Información: https://educarlex.es/entrevista-educacion-social/

Comparte este contenido:

«Este modelo de fumigar y enfermar a la gente no solo es insano sino que además es antieconómico»

«Este modelo de fumigar y enfermar a la gente no solo es insano sino que además es antieconómico»
Entrevista al ecologista Antonio Elio Brailovsky
Mario Hernandez
Rebelión
M.H.: ¿Qué significaron los incendios en Australia? Además luego hubo granizo, tormentas de arena y se me ocurre preguntarle qué tiene que ver esto con el cambio climático.E.B.: Esto es una manifestación del cambio climático. El cambio climático del que venimos hablando los científicos hace décadas, representa un aumento de las situaciones extremas. En donde hay viento va a haber más viento, donde hay sequía va a haber más sequía, donde hay huracanes va a haber más huracanes, donde hay inundaciones va a haber más inundaciones. Es decir, se espera que las situaciones extremas aumenten en todo el mundo, lo que requeriría de políticas responsables para tener en cuenta.

Ahora, en el caso de Australia es muy patético porque el gobierno de ese país ha negado el cambio climático porque ha basado su economía en el carbón y otros combustibles fósiles. De modo que estaban mucho menos preparados para actuar ante esto porque no creían que fuera un problema. Entonces cuando uno piensa que tiene un problema se prepara, cuando uno niega el problema es mucho peor. Parte del desastre tiene que ver con las condiciones naturales de Australia, pero otra parte es la dificultad de respuesta de un gobierno que no creía que esto fuera un problema hasta que lo superó.

M.H.: Inclusive levantando la apuesta, porque he visto que tienen previsto una mina de carbón a cielo abierto que supera tres veces la superficie de París.

E.B.: Sí. Están basando su economía en eso. Yo no sé cómo les va a ir con la ciudadanía. En algún momento toda la ciudadanía dice basta, paremos con esto porque es demasiado irresponsable. Espero que los australianos que han sufrido esta irresponsabilidad en carne propia, respondan que algo hay que cambiar. Además es un llamado de atención al resto de los países. ¿Estamos en condiciones de responder a incendios de esa magnitud en La Pampa, en la Patagonia, en Córdoba? ¿O va a seguir pasando lo mismo de siempre que se quema y los bomberos llegan a donde se puede y el resto se quedan mirando?

M.H.: He leído últimamente que la mitad de los chicos que ingresan al área oncológica del hospital Garrahan son de la provincia de Entre Ríos. Al mismo tiempo el glifosato volcado por el agronegocio no se degrada, por lo tanto, se acumula y la concentración del herbicida constatada en Entre Ríos con epicentro en Urdinarrain, en el departamento de Gualeguaychú, se encuentra entre las más altas a nivel mundial. ¿Hay solución a esto Elio?

E.B.: Esto se viene sabiendo hace tiempo, la cuestión es que mientras se permita que el agronegocio haga esto, que engañen a la gente, aceptarán que el cáncer es una desgracia individual. El cáncer no es una desgracia individual, es una enfermedad social y en las zonas donde se fumiga con cancerígenos está claro el carácter social de esa enfermedad. La cuestión es qué hace la ciudadanía, cómo se reclama y está claro que el gobierno nacional tiene una muy fuerte presión de conseguir dólares desesperadamente, de cualquier manera y le van a decir que fumigando se consiguen más dólares.

En realidad, hay investigaciones hechas por el INTA que demuestran que la producción de trigo, en un campo agroecológico, es decir, que no usó plaguicidas, sino las técnicas que se usaban antes de la existencia de éstos, la producción es la misma pero mucho más barato, porque los plaguicidas se pagan en dólares. Es decir, este modelo de fumigar y enfermar a la gente, no solo es insano en el sentido de que enferma, sino que además es antieconómico.

M.H.: O sea que hay una alternativa a los agrotóxicos.

E.B.: Hay alternativas. Están haciendo estudios en el INTA, hay una cantidad importante de agroproductores que hacen agroecología, y hay un importante espacio para experimentar, que son las zonas en que por estar los campos al lado de escuelas rurales, donde no se puede fumigar por las leyes locales, ahí se puede practicar agroecología y mostrar que efectivamente es más eficiente, más sano y más barato. Pero, por supuesto, si permiten que esto se haga se hunde el negocio de los agrotóxicos.

M.H.: Hubo una iniciativa en la provincia de Entre Ríos, una coordinación entre el INTA y asociaciones de la provincia que hablan de una suerte de fumigación ecológica, donde inclusive participan los pilotos de aviones fumigadores que no quieren quedar asociados a los efectos nocivos del modelo actual del agronegocio. ¿Tiene algún conocimiento al respecto?

E.B.: Sé que la sociedad está llena de disimulos y de engaños, de modo que le tengo algo de desconfianza a esto de “fumigaciones ecológicas”. El rol de los plaguicidas es tratar de tapar un desequilibrio ecológico que se produce cuando hay monocultivo. Al cultivar una sola cosa también se crían los insectos que se los comen y las plantas que lo parasitan o lo desplazan. Cuando hay un cultivo que tiene en cuenta a las distintas facetas de la naturaleza, no hace falta fumigar con nada. De modo que lo de las fumigaciones ecológicas me suena raro.

M.H.: Quiere agregar algo más.

E.B.: Sí, quiero agregar que en este momento el país está sometido por una deuda enorme que ha contraído el gobierno anterior y que la desesperación del gobierno por pagar esa deuda externa lo lleva a ceder ante la presión de estos negocios espurios. De modo que es un llamado a los ciudadanos a estar atentos y poner límites, no hay que hacer cualquier cosa para conseguir dólares. Por lo menos no conseguir dólares a costa de la salud de los argentinos.

M.H.: Tengo entendido que incluso en la reunión de Davos hubo una agenda verde.

E.B.: Depende de lo que se llame verde. Todas las grandes empresas están pintándose de verde, algunas con grandes simulacros. La Shell tiene una división de energía eólica con la que hace unos cuantos molinos eólicos. Pero su negocio sigue siendo el petróleo. De modo que el hecho que se disfracen no quiere decir que lo sean.

Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=265095&titular=%22este-modelo-de-fumigar-y-enfermar-a-la-gente-no-solo-es-insano-sino-que-

Comparte este contenido:

George Steiner: “Estamos matando los sueños de nuestros niños”

George Steiner: “Estamos matando los sueños de nuestros niños”

A sus 88 años, el gran filósofo y ensayista denuncia en una lúcida entrevista que la mala educación amenaza el futuro de los jóvenes

Primero fue un fax. Nadie respondió a la arqueológica intentona. Luego, una carta postal (sí, aquellas reliquias consistentes en un papel escrito y metido en un sobre). “No les contestará, está enfermo”, previno alguien que le conoce bien. A los pocos días llegó la respuesta. Carta por avión con el matasellos del Royal Mail y el perfil de la Reina de Inglaterra. En el encabezado ponía: Churchill College. Cambridge.

“Querido Señor,

El año 88 y una salud incierta. Pero su visita sería un honor. Con mis mejores deseos.

George Steiner”.

Dos meses después, el viejo profesor había dicho “sí”, poniendo provisional coto a su proverbial aversión a las entrevistas.

El catedrático de literatura comparada, el lector de latín y griego, la eminencia de Princeton, Stanford, Ginebra y Cambridge; el hijo de judíos vieneses que huyeron del nazismo primero a París y luego a Nueva York; el filósofo de las cosas del ayer, del hoy y del mañana; el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2001, el polemista y mitólogo políglota y el autor de libros capitales del pensamiento moderno, la historia y la semiótica como ErrataNostalgia del absolutoLa idea de EuropaTolstoi o Dostoievski o La poesía del pensamiento abría a EL PAÍS las puertas de su preciosa casita de Barrow Road.

El pretexto: los dos libros que la editorial Siruela ha publicado recientemente en español. Por un lado Fragmentos, un minúsculo aunque denso compendio de algunas de las cuestiones que obsesionan al autor como la muerte y la eutanasia, la amistad y el amor, la religión y sus peligros, el poder del dinero o las difusas fronteras entre el bien y el mal. Por el otro, Un largo sábado, embriagador libro de conversaciones entre Steiner y la periodista y filóloga francesa Laure Adler.

El motivo real: hablar de lo que fuera surgiendo.

Es una mañana de lluvia en la campiña de Cambridge. Zara, la encantadora esposa de George Steiner (París, 1929), trae café y pastas. El profesor y sus 12.000 libros miran de frente al visitante.

PREGUNTA. Profesor Steiner, la primera pregunta es ¿cómo está su salud?

RESPUESTA. Oooh, muy mal, por desgracia. Tengo ya 88 años y la cosa no va bien, pero no pasa nada. He tenido y tengo mucha suerte en la vida y ahora la cosa va mal, aunque todavía paso algunos días buenos.

P. Cuando uno se siente mal… ¿es inevitable sentir nostalgia de los días felices? ¿Huye usted de la nostalgia o puede ser un refugio?

R. No, lo que uno tiene es la impresión de haber dejado de hacer muchas cosas importantes en la vida. Y de no haber comprendido del todo hasta qué punto la vejez es un problema, ese debilitamiento progresivo. Lo que me perturba más es el miedo a la demencia. A nuestro alrededor el Alzhéimer hace estragos. Así que yo, para luchar contra eso, hago todos los días unos ejercicios de memoria y de atención.

P. ¿Y en qué consisten?

R. Lo que le voy a contar le va a divertir. Me levanto, voy a mi pequeño estudio de trabajo y elijo un libro, no importa cuál, al azar, y traduzco un pasaje a mis cuatro idiomas. Lo hago sobre todo para mantener la seguridad de que conservo mi carácter políglota, que es para mí lo más importante, lo que define mi trayectoria y mi trabajo. Trato de hacerlo todos los días… y desde luego parece que ayuda.

P. Inglés, francés, alemán e italiano…

R. Eso es.

P. ¿Sigue leyendo a Parménides cada mañana?

R. Parménides, claro… bueno, u otro filósofo. O un poeta. La poesía me ayuda a concentrarme, porque ayuda a aprender de memoria, y yo siempre, como profesor, he reivindicado el aprendizaje de memoria. Lo adoro. Llevo dentro de mí mucha poesía; es, cómo decirlo, las otras vidas de mi vida.

P. La poesía vive… o mejor dicho, en este mundo de hoy sobrevive. Algunos la consideran casi sospechosa.

R. Estoy asqueado por la educación escolar de hoy, que es una fábrica de incultos y que no respeta la memoria. Y que no hace nada para que los niños aprendan las cosas de memoria. El poema que vive en nosotros vive con nosotros, cambia como nosotros, y tiene que ver con una función mucho más profunda que la del cerebro. Representa la sensibilidad, la personalidad.

P. ¿Es optimista con respecto al futuro de la poesía?

R. Enormemente optimista. Vivimos una gran época de poesía, sobre todo en los jóvenes. Y escuche una cosa: muy lentamente, los medios electrónicos están empezando a retroceder. El libro tradicional vuelve, la gente lo prefiere al kindle… prefiere coger un buen libro de poesía en papel, tocarlo, olerlo, leerlo. Pero hay algo que me preocupa: los jóvenes ya no tienen tiempo… de tener tiempo. Nunca la aceleración casi mecánica de las rutinas vitales ha sido tan fuerte como hoy. Y hay que tener tiempo para buscar tiempo. Y otra cosa: no hay que tener miedo al silencio. El miedo de los niños al silencio me da miedo. Solo el silencio nos enseña a encontrar en nosotros lo esencial.

P. El ruido y la prisa… ¿No cree que vivimos demasiado deprisa? Como si la vida fuera una carrera de velocidad y no una prueba de fondo… ¿No estamos educando a nuestros hijos demasiado deprisa?

R. Déjeme ensanchar esta cuestión y decirle algo: estamos matando los sueños de nuestros niños. Cuando yo era niño existía la posibilidad de cometer grandes errores. El ser humano los cometió: fascismo, nazismo, comunismo… pero si uno no puede cometer errores cuando es joven, nunca llegará a ser un ser humano completo y puro. Los errores y las esperanzas rotas nos ayudan a completar el estado adulto. Nos hemos equivocado en todo, en el fascismo y en el comunismo y, a mi juicio, también en el sionismo. Pero es mucho más importante cometer errores que intentar comprenderlo todo desde el principio y de una vez. Es dramático tener claro a los 18 años lo que has de hacer y lo que no.

P. Habla usted de la utopía y de su contrario, la dictadura de la certidumbre…

R. Muchos dicen que las utopías son idioteces. Pero en todo caso serán idioteces vitales. Un profesor que no deja a sus alumnos pensar en utopías y equivocarse es un muy mal profesor.

P. No se sabe bien por qué el error tiene tan mala prensa, pero el caso es que en estas sociedades exacerbadamente utilitarias y competitivas la tiene.

R. El error es el punto de partida de la creación. Si tenemos miedo a equivocarnos jamás podremos asumir los grandes retos, los riesgos. ¿Es que el error volverá? Es posible, es posible, hay algunos atisbos. Pero ser joven hoy no es fácil. ¿Qué les estamos dejando? Nada. Incluida Europa, que ya no tiene nada que proponerles. El dinero nunca ha gritado tan alto como ahora. El olor del dinero nos sofoca, y eso no tiene nada que ver con el capitalismo o el marxismo. Cuando yo estudiaba la gente quería ser miembro del Parlamento, funcionario público, profesor… hoy incluso el niño huele el dinero, y el único objetivo ya parece que es ser rico. Y a eso se suma el enorme desdén de los políticos hacia aquellos que no tienen dinero. Para ellos, solo somos unos pobres idiotas. Y eso Karl Marx lo vio con mucha anticipación. En cambio, ni Freud ni el psicoanálisis, con toda su capacidad de análisis de los caracteres patológicos, supieron comprender nada de todo esto.

P. No le cae muy simpático el psicoanálisis, es lo menos que pude decirse.

R. El psicoanálisis es un lujo de la burguesía. Para mí, la dignidad humana consiste en tener secretos y la idea de pagar a alguien para que escuche tus secretos e intimidades me asquea. Es como la confesión pero con cheque por medio. Es el secreto lo que nos hace fuertes, de ahí todos mis trabajos sobre Antígona, que dice: “Puede que me equivoque, pero sigo siendo yo”. De todas formas, el psicoanálisis está en plena crisis. Recuerde usted las magníficas palabras de Karl Kraus, el satirista vienés: “El psicoanálisis es la única cura que ha inventado su enfermedad”.

P. Y Sigmund Freud…

R… Freud es uno de los más grandes mitólogos de la historia. Pero es ficción. Era un novelista extraordinario.

En ese momento, George Steiner se levanta, avanza lentamente hacia su inmensa biblioteca y de dentro de un viejo volumen extrae una tarjeta de visita amarillenta escrita a mano en alemán: es una felicitación de boda de Sigmund Freud a los padres de Steiner. “Mi padre lo conoció, paseaban juntos por la orilla del río”.

P. Volvamos a la cuestión del poder del dinero. ¿Tiene usted una explicación válida desde un punto de vista filosófico de por qué en su día los electores de Italia y hoy de España decidieron y deciden llevar al poder a partidos políticos enfangados en la corrupción?

R. Porque hay una enorme abdicación de la política. La política pierde terreno en todo el mundo, la gente ya no cree en ella y eso es muy muy peligroso. Aristóteles nos dice: “Si no quieres estar en política, en el ágora pública, y prefieres quedarte en tu vida privada, luego no te quejes si los bandidos te gobiernan”.

P. La vieja pero hoy tan vigente figura del idiotes aristotélico…

R. Exacto, una figura muy actual. Bien, pues yo siento vergüenza de haber gozado de este lujo privado de estudiar y escribir y de no haber querido entrar en el ágora. Me pregunto qué va a pasar con el fenómeno de las estructuras políticas en sí mismas. Triunfan por todos lados el regionalismo, el localismo, el nacionalismo… vuelve el villorrio. Cuando uno ve que alguien como Donald Trump es tomado en serio por la democracia más compleja del mundo, todo es posible.

P. ¿Cómo contempla una hipotética victoria de Trump?

R. No ocurrirá, Hillary ganará. Pero será una triste victoria, porque esta mujer está agotada, quemada interiormente. ¿Y qué me dice de Putin? La violencia de alguien como él parece tranquilizar a la gente que ya no cree en la política, les reconforta. Eso es porque el despotismo es lo contrario a la política.

“Si no crees en la política, no te quejes si los bandidos te gobiernan”

P. ¿Y la política y la cultura? ¿Cómo se llevan? Y otra cuestión: ¿comparte usted la sensación –muy personal y subjetiva, por otra parte- de que la cultura, entendida como ‘las artes’, está estancada, al contrario que los avances científicos, imparables?

R. A ver cómo hablamos de esto, es delicado. Estamos usted y yo en una pequeña ciudad inglesa como Cambridge en la que, desde el siglo XII, cada generación ha producido gigantes de la ciencia. Hay ahora mismo 11 premios Nobel aquí. De aquí salieron NewtonDarwin, Hawking… Para mí, el símbolo del avance imparable de las ciencias es Stephen Hawking. Apenas mueve la esquina de una de sus cejas, pero su mente nos ha llevado al extremo del universo. Ningún novelista, dramaturgo, poeta o artista, ni siquiera el mismísimo Shakespeare, habría osado inventar a Stephen Hawking. Bien. Si usted y yo fuéramos científicos, el tono de nuestra charla sería distinto, sería mucho más optimista, porque hoy, cada lunes la ciencia nos descubre algo nuevo que no sabíamos el lunes pasado. En cambio –y esto que le digo es totalmente irracional, y ojalá me equivoque-, el instinto me dice que no tendremos un nuevo Shakespeare ni un Mozart ni un Beethoven ni un Miguel Ángel ni un Dante ni un Cervantes el día de mañana. Pero sé que tendremos nuevos Newton, Einstein, Darwin… sin duda. Esto me asusta, porque una cultura sin grandes creaciones estéticas es una cultura empobrecida. Echamos mucho de menos a los titanes del pasado. ¡Ojalá me equivoque y el próximo Proust o el próximo Joyce estén naciendo en la casa de enfrente!

P. ¿Establece usted diferencias entre “alta” y “baja” cultura, como han hecho algunos intelectuales de renombre, visiblemente incómodos ante formas de cultura popular como los cómics, el arte urbano, el pop o el rock, a los que se llegó a poner la etiqueta de “civilización del espectáculo”?

R. Yo le digo una cosa: Shakespeare habría adorado la televisión. Habría escrito para la televisión. Y no, no hago esas distinciones. A mí lo que de verdad me entristece es que las pequeñas librerías, los teatros de barrio y las tiendas de discos cierren. Eso sí, los museos están cada día más llenos, la muchedumbre colapsa las grandes exposiciones, las salas de conciertos están llenas… así que atención, porque estos procesos son muy complejos y diversos como para establecer juicios globales. El señor Mohammed Ali era también un fenómeno estético. Era como un dios griego. Homero habría entendido a la perfección a Mohammed Ali.

P. ¿Cree que asistiremos a la muerte de la cultura como contenedor de formas clásicas ya manidas y su sustitución por otras nuevas?

R. Puede… puede que esté muriendo una cultura clásica de carácter patriarcal y esté surgiendo otra de formas nuevas e intermedias, una cultura hermafrodita, bisexual, transexual y en la que desde luego la mujer contribuirá de forma muy especial a recuperar los sueños y las utopías… Por cierto, una vez más, hablando de transexuales y bisexuales… ¡Freud ni los vio venir!

«Triunfan el regionalismo, el localismo, el nacionalismo, vuelve el villorio»

P. Usted ha dicho alguna vez que se arrepentía de no haberse arriesgado a lanzarse al mundo de la creación. ¿Es una espina clavada?

R. En efecto. Hice poesía, pero me di cuenta que lo que estaba haciendo eran versos, y el verso es el mayor enemigo de la poesía. Y he dicho también –y algunos no me lo han perdonado nunca- que el más grande de los críticos es minúsculo comparado con cualquier creador. Así que hablemos claro y no nos hagamos ilusiones. Yo soy tan solo un cartero, soy Il Postino. Y estoy muy orgulloso de eso, de haber llevado el correo bien a tantos y tantos alumnos. Pero no nos hagamos ilusiones.

P. ¿Quién no le perdonó? ¿Colegas suyos de universidad?

R. Así es. Es que en la universidad hay una vanidad descomunal. Y les sienta mal que les digas claramente que son parásitos. Parásitos en la melena del león.

P. El creciente desdén político por las humanidades es desolador. Al menos en España. La filosofía, la literatura o la historia son progresivamente ninguneadas en los planes educativos.

R. En Inglaterra también pasa, aunque quedan algunas excepciones en escuelas privadas para élites. Pero el sentido de la élite es ya inaceptable en la retórica de la democracia. Si usted supiera cómo era la educación en las escuelas inglesas antes de 1914… pero es que entre agosto de 1914 y abril de 1945 unos 72 millones de hombres, mujeres y niños fueron masacrados en Europa y el oeste de Rusia. ¡Es un milagro que todavía exista Europa! Y le diré algo respecto a eso: una civilización que extermina a sus judíos no recuperará nunca lo que fue. Sé que cabrearé a unos cuantos antisemitas, pero la vida universitaria alemana nunca fue ya la misma sin esos judíos. Una civilización que mata a sus judíos está matando el futuro. Pero bueno, hoy hay 13 millones de judíos en el mundo, más que antes del Holocausto.

P. Resulta increíble, es cierto.

R. ¡Resulta escandaloso! Un magnífico escándalo.

P. Profesor Steiner, ¿qué es ser judío?

R. Un judío es un hombre que, cuando lee un libro, lo hace con un lápiz en la mano porque está seguro de que puede escribir otro mejor.

«El error es el punto de partida de la creación. Si tenemos miedo a equivocarnos, jamás podremos asumir los grandes retos»

P. ¿Cómo ve el futuro del ser humano? ¿Es optimista o pesimista?

R. El futuro… no sé. Toda profecía es simplemente memoria activa, no se puede prever nada, solo mirar en el retrovisor de la historia y contarnos historias sobre el futuro. Eso sí: habrá dos tres descubrimientos científicos en el campo de la genética que van a plantear problemas morales terriblemente complejos. Por ejemplo, ¿permitiremos que se manipulen las células del feto?

P. También será un problema moral poner freno al avance científico…

R. Exactamente. ¿Qué derecho tenemos? Yo soy, por ejemplo, firme partidario de la eutanasia. Los viejos destruimos a menudo la vida de los jóvenes que tienen que cargar con nosotros. ¡Me gustaría tanto tener el derecho de decir “Gracias, todo ha sido magnífico, ahora basta”. Eso llegará. En Holanda y en Escandinavia ya está pasando… No tenemos ya recursos para mantener en vida a tanta gente senil o demente, va contra la felicidad de mucha gente, no es justo.

P. ¿Qué momentos o hechos cree que forjaron más su forma de ser? Entiendo que tener que huir del nazismo junto a sus padres y saltar de París a Nueva York –magistralmente evocado en su libro Errata– es uno de los fundamentales teniendo en cuenta que…

R. Le diré algo que le impactará: ¡Yo le debo todo a Hitler! Mis escuelas, mis idiomas, mis lecturas, mis viajes… todo. En todos los lugares y situaciones hay cosas que aprender. Ningún lugar es aburrido si me dan una mesa, buen café y unos libros. Eso es una patria. “Nada humano me es ajeno”. ¿Por qué Heidegger es tan importante para mí? Porque nos enseña que somos los invitados de la vida. Y tenemos que aprender a ser buenos invitados. Y, como judío, tener siempre la maleta preparada y si hay que partir, partir. Y no quejarse.

Fuente de la Información: https://elpais.com/cultura/2016/06/29/babelia/1467214901_163889.html

 

Comparte este contenido:

Entrevista a Oscar Laborde, presidente del PARLASUR «Necesitamos acuerdos de cooperación, más que de libre comercio»

Por: Sergio Ferrari/Rebelión

Es muy difícil que el tratado entre la Unión Europea y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) pueda ser aceptado por los parlamentarios de Argentina, e incluso, de algunos países europeos. En particular, si se tiene en cuenta tanto el resultado final como el proceso de elaboración. Reflexión contundente de Oscar Laborde, personalidad de primer nivel en la diplomacia sudamericana, desde 2016 diputado argentino en el PARLASUR (Parlamento del Mercosur), y a partir de enero del 2020, presidente de este legislativo regional. “Dicho acuerdo fue el resultado de un secretismo total, sospechoso e injustificado” subraya. “Nosotros, en tanto parlamentarios regionales, no tuvimos información precisa sobre el contenido del documento que se estaba negociando. Los legisladores argentinos, tampoco. Los empresarios y los sindicatos, en su mayoría, fueron descartados de su elaboración”, enfatiza Laborde, ex intendente de la populosa ciudad bonaerense de Avellaneda (entre 1999 y el 2003) y director del Instituto de Estudios de América Latina (IDEAL), perteneciente a la Central de Trabajadores de Argentina (CTA).

Los vicios y paradojas de dicho tratado firmado por el ex presidente Mauricio Macri a mediados del 2019, son notables. “Muchas veces nosotros, en tanto parlamentarios, tuvimos que recibir de nuestros pares europeos la información sobre los contenidos del documento en elaboración. Ni qué hablar de los sindicalistas argentinos que debieron informarse a través de las centrales gremiales europeas sobre lo que se estaba discutiendo”.

El gobierno anterior “ha definido que el acuerdo es por sí o por no, sin posibilidad de modificaciones”. Y eso no puede ser, enfatiza Laborde, quien anticipa que el mismo va a ser llevado al parlamento argentino donde, casi con seguridad, será rechazado en su forma actual, ya que no se puede aprobar si se tiene en cuenta el defectuoso mecanismo de elaboración. “Hay que reabrirlo, estudiarlo y conocerlo a fondo”, ya que es inconcebible que un documento que compromete de manera tan global las posibilidades futuras del país, no se conozca en detalle”, enfatiza.

Un “golpe” mediático del gobierno anterior

“Cuando a fines de junio del 2019 Macri -que estaba en ese momento en la reunión del G20 en Japón-, lo anunció, el gobierno necesitaba dar una buena noticia en momentos en que atravesaba una fuerte crisis y que no tenía ninguna buena noticia que anunciar”, explica Oscar Laborde. En ese contexto, la “forma en que informaron las autoridades argentinas fue patética, interesadas únicamente en el impacto mediático”.

El actual presidente del PARLASUR recuerda que, entonces, faltaba la traducción en muchas de las lenguas de los países europeos y tampoco se había hecho la traducción del inglés al español; ni se había integrado la revisión por parte de varias instancias técnicas. Además, se publicitó como si el acuerdo estuviera definitivamente cerrado y a punto de aplicarse, aunque faltaba la aprobación tanto de los parlamentos de los países latinoamericanos que integran el MERCOSUR como de sus contrapartes europeas.

“Se lo presentaba como un tratado muy bueno sin hacerse público los contenidos. Fue una real vergüenza. Faltaban varios pasos esenciales. El Gobierno anterior solo buscaba publicidad, argumentando las supuestas ventajas de un mercado de 500 millones de personas que se abría, pero sin detallar las condiciones, mecanismos y limitaciones”. Constatamos que hoy son varios los países europeos que tienen grandes preguntas y dudas sobre el documento, de igual manera que nosotros, puntualiza.

Su mirada crítica también involucra al acuerdo entre el MERCOSUR y la Asociación Europea de Libre Comercio (AELE), integrada por Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein. Dado a conocer el 23 de agosto del 2019, padece los mismos problemas en cuanto al secretismo de su elaboración. “Así como la falta de una proyección de futuro. No se realizaron simulacros económicos sobre el impacto del convenio a 5 años”, condición esencial en toda negociación seria y responsable, explica Laborde.

Dos concepciones diplomáticas… dos modelos de país

Esos acuerdos constituyen un ejemplo más -sigue reflexionando el diplomático argentino con rango de embajador- “del estilo de absoluta poca seriedad que tuvo la diplomacia argentina durante la gestión anterior”. Y expresa las dos concepciones, los dos modelos diferentes de país, el de Macri y lo que impulsa el actual gobierno, afirma.

Uno, el anterior, con el acento agroexportador, para nada preocupado en negociar realmente con la región y con una visión política e ideológica alineada con los Estados Unidos de Norteamérica. El otro, el actual, interesado en promover e impulsar la producción nacional, con salarios correctos e intensificando el comercio intrarregional. Nuestra concepción percibe a América Latina como un polo que debe negociar en un mundo multipolar. Con Estados Unidos, que es también un centro importante. Con el sudeste asiático, que es otro. Con China, con Rusia, con Europa. Negociando con todos, pero de igual a igual, insiste Laborde.

En la esencia de la nueva lógica internacional sobresale un concepto que el diplomático argentino desarrolla con maestría: más que libre comercio lo que debemos promover es la cooperación. “Libre comercio significa te vendo todo y te compro todo. Cooperación implica, expresar, selectivamente, lo que me conviene vender y lo que necesito comprar. Así lo entendemos nosotros. Convenios donde se establezca cómo cooperar con el otro”.

Eso implica, según el presidente del PARLASUR, “un análisis riguroso de área por área y producto por producto…por eso hablo de un acuerdo virtuoso de cooperación”. En ese sentido es inadmisible que el gobierno anterior, antes de firmarlo, no haya realizado, por ejemplo, un “simulacro de consecuencias comerciales”, que es esencial, que siempre se hace, y que implica analizar si se gana o se pierde, y la evaluación sobre que sector se beneficia o cual arriesga perjudicarse. “Altos funcionarios españoles, por ejemplo, me confiaron que ellos lo hicieron. Todos los países europeos, de hecho, analizaron profundamente esas eventuales consecuencias. Calcular el impacto es elemental”, insiste.

La lógica del gobierno anterior de firmar el tratado con Europa, residió en presentarlo como un gran logro, publicitarlo, y regocijarse por haber llegado a un resultado luego de 20 años de negociaciones, como ellos decían. “Para Macri era mejor un mal acuerdo que un no-acuerdo. Habla de su planteo. Nosotros también creemos que es necesario negociar. Tanto con Europa como con los diferentes polos mundiales, pero, conociendo los contenidos, debatiéndolos, permitiendo que cada uno haga sus cálculos y asegurando que se respete a fondo nuestra soberanía y la de los otros”, insiste.

Lógica futura

¿Cuál serán en el futuro los instrumentos diplomáticos latinoamericanos para intentar promover una visión realmente integradora?, preguntamos como conclusión. Por ahora no podrá ser la Unasur, subraya Laborde, haciendo referencia a la situación compleja que vive este organismo. Tampoco la OEA, (Organización de los Estados Americanos) con su Secretario General Luis Almagro, que “demostró que solo defiende los intereses de los Estados Unidos de Norteamérica en desmedro de los latinoamericanos y caribeños”. En este marco la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) que incluye 33 naciones (toda la OEA, menos Estados Unidos y Canadá, pero con Cuba) “tiene la oportunidad histórica de poder potenciar proyectos populares en una región que, en el mundo actual, necesita más que nunca posicionarse en conjunto”.

Integración latinoamericana… a pesar de Bolsonaro

En la segunda semana de febrero se reunirá en Buenos Aires la comisión directiva del PARLASUR, encabezada por su nuevo presidente Oscar Laborde. Prometió su presencia en la reunión el nuevo Ministro de Exteriores argentino Felipe Solá. A fines de diciembre, Solá, se reunió con los diputados de este legislativo regional y reiteró que para el nuevo gobierno ésta es una instancia “preponderante”. Posición que implica un cambio sustancial. Nuevamente, los parlamentarios regionales vuelven a ser valorizados por el gobierno argentino. Durante los cuatro años de la gestión de Mauricio Macri, los legisladores del PARLASUR y el mismo organismo regional fueron prácticamente ignorados. Desoyendo una obligación legal, Macri no incluyó en el proceso comicial del 2019 la elección de los diputados argentinos al PARLASUR. El organismo regional, entonces, ratificó el mandato de los diputados argentinos que habían sido electos el 25 de octubre del 2015.

Oscar Laborde, pieza clave en la construcción de las relaciones regionales argentinas, tendrá un gran reto por delante: asegurar el funcionamiento y la dinamización del PARLASUR. Y promover la política de integración que concibe el nuevo gobierno, opuesta radicalmente a la no-integración regional a la que apuesta su par brasilero Jair Bolsonaro. Como lo analizaba en su columna semanal en Cítrica Radio de la tercera semana de enero, Oscar Laborde, fino analista internacional, recuerda la voluntad de Alberto Fernández de fortalecer la relación con México para “no quedar aislado…ni encerrado en una polémica suramericana con Brasil”.

En un análisis publicado en el Cohete a la Luna, Laborde reivindicaba la importancia de la Celac como marco “natural de la asociación continental”. La decisión de mediados de enero del año en curso de Brasil de suspender su participación en la Celac, creada en el 2010, integrada por 33 naciones y presidida a partir del 2020 por México, “es una forma de boicotear” todo aquello que pueda significar una política continental integradora y soberana, concluía Laborde.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=265096

Comparte este contenido:

Cristian Olivé: “Ser un profe rebelde significa situar al alumno en el lugar que merece”

Por: Educación 3.0. 

En su nuevo libro, Cristian Olivé reivindica la ‘rebeldía’ en los docentes con el fin de atraer el interés de los estudiantes. Para este profesor de Lengua y Literatura no es otra cosa que dar respuesta a lo que los estudiantes necesitan

Cristián Olivé

“Cristian, ¿hoy qué vamos a hacer? Esa pregunta, como docente, genera adicción”. Así de contundente responde Cristian Olivé, docente de Lengua y Literatura, cuando se le pregunta por la reacción de sus estudiantes a los contenidos que plantea en el aula. Y es que es capaz de analizar el amor tóxico a través de las canciones de Rosalía o profundizar en los mensajes de las pancartas del 8M para introducir el debate de la desigualdad con el alumnado.

En su nuevo libro, ‘Profes rebeldes. El reto de educar a partir de la realidad de los jóvenes’, Olivé muestra la importancia de educar a través de las propias vivencias de los estudiantes, además de plantear cuáles son los retos a los que se enfrenta el profesorado en la actualidad y también en la educación que vendrá.

Pregunta: ¿Hay razones para ser rebeldes en la educación actual?

Respuesta: Hay razones para ser rebeldes porque nuestros alumnos lo merecen. Como docentes, nos encontramos con contenidos curriculares que se alejan de los intereses de los estudiantes y de lo que de verdad les va a servir en el futuro. Las instituciones no siempre están a la altura y, por ello, los que estamos a pie de aula debemos dar respuesta a aquello que necesitan nuestros alumnos. Defiendo una actitud activa por parte de los docentes para situar al alumno en el centro de su propio aprendizaje.

Se trata de saber seleccionar aquello que en realidad importa y potenciar lo que no está previsto en la programación pero que en realidad es esencial para el alumnado. Mi objetivo como profesor de Lengua y Literatura no es que todos acaben siendo filólogos. Mi intención, de hecho, es utilizar la lengua y la literatura para que mis alumnos se conozcan mejor, se descubran a sí mismos y acaben siendo ciudadanos responsables, tolerantes y felices. Para mí, eso es ser un profe rebelde.

P: En sus clases de Lengua y Literatura incluye canciones de Rosalía, series como Juegos de Tronos y hasta el contenido de las pancartas de la última manifestación el 8M, ¿cuándo empezó a introducir ese tipo de contenido en el aula? ¿por qué?

R: Siempre he intentado que mi materia vaya más allá de los contenidos más básicos. De hecho, actividades como el análisis de las canciones de Rosalía, que critican el amor tóxico, o de las pancartas del 8M, que evidencian la situación de desigualdad de la mujer en la sociedad actual, me permiten trabajar aspectos de lengua, literatura, pero también valores. No debemos reservar este último aspecto sólo para talleres o sesiones de Tutoría: tienen que estar presentes en cada momento y en todas las disciplinas para que nuestros alumnos crezcan como personas críticas y tolerantes.

P: ¿Qué objetivos persigue?

R: Siempre que planteo una actividad en clase, me pregunto qué pueden obtener mis alumnos al realizarla. ¿Les va a servir para descubrir un talento oculto que ni se habían planteado? ¿Para desarrollar un aspecto crítico sobre un tema que no se habían cuestionado? ¿O para entender mi materia de un modo más vivencial y auténtico? Cuando la respuesta a todas estas preguntas es afirmativa, me lanzo a la piscina y propongo la actividad en clase. En muchas ocasiones, los objetivos que me había marcado desde un inicio se amplían en el transcurso de la actividad a partir de las sugerencias de los alumnos. Cuando eso ocurre y el ejercicio se engrandece con las propuestas de los propios estudiantes no puedo sentirme más satisfecho. ¡Acabo aprendiendo de ellos más de lo que esperaba que aprendieran de mí!

“Cristian, ¿hoy qué vamos a hacer? Esa pregunta, como docente, genera adicción”

P: ¿Cómo responden los alumnos ante estos contenidos? ¿y las familias?

R: Me hace mucha gracia porque los alumnos al principio se sorprenden ya que no se habían planteado que podrían aprender tanto con intereses de su día a día. Tras la sorpresa, llega la emoción. Suelen recordar aquellas actividades que les han hecho vibrar. Después, llegan las ganas de más. “Cristian, ¿hoy qué vamos a hacer?” Esa pregunta, como docente, genera adicción. Al utilizar algún elemento de su entorno, les estoy lanzando un mensaje muy claro: no juzgo lo que les gusta, sino que les demuestro que lo que hacemos en clase tiene una aplicación en la realidad. Aprenden de forma sincera. Por otra parte, las familias se muestran muy agradecidas porque entienden que esta metodología es para extraer el máximo potencial de sus hijos.

P: En su libro expone algunos de los retos a los que se enfrenta la educación, ¿qué papel tienen en ellos los estudiantes? ¿y los docentes y familias?

R: Los retos a los que se enfrenta la educación son los mismos retos que plantea el siglo XXI. Siempre hablo de una educación actual para dar respuestas a los problemas actuales. El mundo digital debe estar presente en el aula. Los docentes, como educadores que somos, debemos educar en el uso saludable de las redes sociales. Siempre digo que mirar hacia otro lado con el tema de los teléfonos móviles es dejar fuera también los conflictos que surgen del mundo digital. También es importante que desarrollen el espíritu crítico con el entorno natural y social. Para que sean ciudadanos libres, primero tenemos que enseñarles a ser tolerantes. Las familias, por su parte, deben caminar junto a los profesores. Cuando escuela y familia van de la mano, todo se vuelve más satisfactorio porque los alumnos ven que existe una comunicación plena.

“La sociedad no para de evolucionar y, por tanto, la escuela tiene que avanzar al mismo ritmo”

P: Además de ser un profe rebelde, en su libro reivindica la educación valiente, ¿qué significa eso?

R: Como decía antes, ser rebelde implica saber seleccionar lo que de verdad va a servir a nuestros alumnos. En Secundaria, los docentes somos especialistas de una disciplina y creo que es bastante valiente asumir que no todo lo que tiene que ver con nuestro ámbito lo tienen que saber nuestros alumnos. Para mí, es valiente saber dejar de lado algunos aspectos del currículum para potenciar aquellos que no están y que afectan al crecimiento personal y al autoconocimiento del alumno.

P: ¿Qué le sugieren las siguientes palabras? Rebeldía, escuela y vocación

R: La palabra rebeldía es una convicción; no una actitud. Ser un profe rebelde significa situar al alumno en el lugar que se merece, que es el centro. La palabra escuela me hace pensar en la sociedad. La escuela debe ser el reflejo de la sociedad; la sociedad no para de evolucionar y, por tanto, la escuela tiene que avanzar al mismo ritmo. Y la vocación es una palabra divinizada que no resume lo más importante: se puede ser profe por vocación, pero también conozco a colegas que no se habían planteado que acabarían dando clases y, sin embargo, son unos profesionales de los pies a la cabeza. Ser profesor es una filosofía de vida y, cuando uno ama lo que hace, se contagia esa pasión.

Fuente de la entrevista: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/cristian-olive-ser-profe-rebelde-significa-situar-alumno-lugar-merece/

Comparte este contenido:
Page 85 of 455
1 83 84 85 86 87 455