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Entrevista a Eva Millet. Periodista y autora: La ansiedad en niños y adolescentes: «Los niños del siglo XXI no juegan, sus agendas de ministro no lo permiten»

Por: Èlia Pons

La periodista Eva Millet acaba de publicar el libro ‘Niños, adolescentes y ansiedad: ¿Un asunto de los hijos o de los padres?’, En el que hace una radiografía de cómo la ansiedad se manifiesta en los niños y jóvenes y destaca su relación con una crianza sobreprotectora.

Eva Millet es periodista y comenzó a escribir sobre educación en el momento en que se convirtió en madre. En 2016 publicó Hiperpaternidad, que es el término utilizado en Estados Unidos para definir una crianza intensiva y obsesiva basada en la sobreprotección de los hijos y la saturación de sus vidas con múltiples actividades. Más adelante, publicó Hiperniños: ¿hijos perfectos o hipohijos? (2018), donde analizaba el impacto de este tipo de crianza sobreprotectora en el desarrollo de los hijos. Ahora acaba de sacar Niños, adolescentes y ansiedad: ¿Un asunto de los hijos o de los padres? (Plataforma), libro en el que hace una radiografía de cómo la ansiedad se manifiesta en los niños y adolescentes y las causas que la pueden propiciar.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de doscientos setenta millones de personas en el mundo sufren trastornos de ansiedad. La misma organización calcula que entre un 10% y un 20% de niños y adolescentes en todo el mundo experimentan trastornos mentales, el más común es la ansiedad. Según Millet, se trata de un trastorno especialmente alimentado por las vidas frenéticas que llevan. Considera que la hiperpaternidad y la ansiedad van de la mano y, por ello, este último libro que publica supone, en cierto modo, el cierre de una trilogía.

Vivimos en un entorno ansioso. ¿Esto ha hecho aumentar la ansiedad?

La ansiedad es una emoción muy humana, primaria. Siempre ha estado allí. Hay dos corrientes, una que dice que ahora hay más ansiedad que nunca y otra que dice que siempre ha habido, pero que lo que pasa es que ahora se habla más, se diagnostica más y, en definitiva, hay más noción de la ansiedad. Yo creo que es una suma de las dos visiones, pero sí es cierto que hay un ingrediente fundamental que hace que haya más ansiedad, que es el ritmo frenético en el que vivimos. Este no parar, esta híper estimulación, genera mucha ansiedad.

En el libro explicas que la ansiedad, en cierto modo, puede ser positiva. ¿Cuándo esta «ansiedad aliada» se convierte en negativa y se debe tratar?

Bien llevada y en las dosis adecuadas, la ansiedad es importantísima. La necesitamos para alcanzar nuestros objetivos. Pero cuando se desborda te hace la vida imposible. El problema llega cuando no te deja vivir bien. Cuando se convierte en un obstáculo en tu vida y tú ya no funcionas. Puedes tener ansiedad una semana antes de los exámenes, pero cuando ya han pasado los exámenes y sigues sin dormir, con taquicardias, con sudores o dolor de estómago, entonces, esta ansiedad se debe empezar a tratar. La máxima expresión de la ansiedad ocurre cuando se produce un ataque de pánico, esto es un aviso de que algo no va bien.

¿Crees que la precariedad laboral también influye en la ansiedad?

Sí, la idea de que el mundo se acaba y que todo es muy difícil nos crea mucha ansiedad. Estamos en tiempos particularmente ansiógenos, y por este motivo es importante aprender a lidiar con esta ansiedad y tenerla a raya, así como poner en marcha herramientas para no caer en ella. Porque la ansiedad siempre está. Y, además, es muy subjetiva. Lo que a ti te puede crear ansiedad a mí me puede parecer algo sin importancia, y viceversa. Por tanto, no sólo influye el entorno, sino también las características de la persona y la educación que ha recibido. Es una emoción muy misteriosa, muy difícil de definir, es aquello de «no sé qué me pasa, pero no estoy bien». El miedo es causado por una cosa concreta, tangible. Pero, en cambio, la ansiedad es el miedo al miedo. Es mucho más abstracto.
Foto: Èlia Pons

En tus anteriores libros hablas de la hiperpaternidad, los padres que protegen demasiado a sus hijos. ¿Qué relación hay entre hiperpaternidad y ansiedad? ¿Un niño sobreprotegido tiene más posibilidades de tener un comportamiento ansioso?

Uno de los combustibles de la hiperpaternidad es la ansiedad. Esta idea de estar muy encima del niño para que no le pase nada y que triunfe y llegue donde yo quiero es un gran generador de ansiedad. Y esta ansiedad de las familias para que su hijo sea el mejor es transmitida a los hijos. Por un lado, se traduce en unas grandes expectativas. Si tus padres están súper pendientes de ti, lo dan todo y esperan mucho de ti, tienes un peso y una presión importante. Y todo ello genera inseguridad a los hijos. Por otro lado, tenemos el estilo de vida frenético que estos niños llevan, y que es una consecuencia de esta hiperpaternidad. Este no parar, haciendo muchas actividades extraescolares, genera estrés al niño. Porque no paran, igual que no paran los adultos. Los hay que están haciendo vidas de miniadultos y tienen una agenda de ministro. Si gestionar mi estrés ya me cuesta, imagínate un niño de seis años que está todo el día arriba y abajo. La tarea de los padres es criar personas bien educadas, pero si como padre quieres tener un Einstein, esto es imposible.

También es muy interesante ver cómo la ansiedad se está convirtiendo también en un signo de cierto status. En el mundo académico anglosajón, por ejemplo, un niño o adolescente con ansiedad tiene más tiempo para hacer un examen. Hay padres locos porque diagnostiquen a sus hijos con trastornos de ansiedad, porque así tienen ciertas ventajas. Es surrealista. La ansiedad se está convirtiendo en un «bien». Se está convirtiendo casi en un producto capitalista.

¿Cómo debería cambiar la educación que reciben los niños?

Como dice el pedagogo Gregorio Luri, todos los niños tienen derecho a tener unos padres relajados. Estamos en un momento muy ansioso, y lo que yo reivindico es que paremos un poquito, que esto no es una carrera de obstáculos, que la infancia es un momento casi sagrado de la vida de cada uno y que los niños tienen derecho a vivir como niños. Tienen derecho a tener tiempo para hacer las cosas que hacen los niños, como jugar. Jugar es importantísimo y los niños del siglo XXI, del primer mundo, no juegan. No tienen tiempo, sus agendas de ministros no lo permiten.

¿Cómo gestionar y prevenir la ansiedad en los niños y adolescentes? ¿Cuál debería ser el ambiente adecuado para que crezcan?

Hay varias formas. Dormir, por ejemplo, es una manera natural de pulsar el botón reset. También ayuda llevar una buena alimentación, ya que hay una vinculación entre lo que comemos y cómo funcionan nuestro cerebro y nuestras emociones. Y, sobre todo, llevar una vida más relajada, más en contacto con la naturaleza, con unos ‘tempos’ menos enloquecidos. También se puede hacer un trabajo desde las escuelas. Hay algunas que están incorporando la educación emocional, y es una buena manera de prevenir la ansiedad. Está muy bien que se eduque en las emociones, que se explique qué es la ansiedad, pero yo pienso que esto es un trabajo básicamente de las familias. Como familias debemos arriesgarnos a que nuestros hijos se equivoquen, que sufran un poquito de vez en cuando, y educarlos en la responsabilidad, que sepan que son responsables de sus actos. Nosotros hemos de soltar esta ansiedad que llevamos encima y que transmitimos a nuestros hijos. Como no nos repensamos el modelo actual, no vamos bien.

Foto: Èli Pons

A los niños habitualmente les cuesta más expresar lo que sienten y, por tanto, puede ser más difícil detectar la ansiedad. ¿Cuáles pueden ser las señales de alerta más habituales?

Si a los adultos ya nos cuesta explicar que tenemos ansiedad, para los niños es aún más difícil. No la saben expresar; entonces debemos estar alerta a una serie de síntomas como, por ejemplo, pequeñas enfermedades o molestias continuadas, como padecer dolor de estómago o dolor de cabeza constantemente. Cosas que no tienen una explicación médica clara, pero de la que los niños siempre se quejan. La reticencia de ir a lugares a los que les gustaba ir, por ejemplo, a la escuela o a una fiesta de cumpleaños, son pequeños signos de alerta que como padres debemos tener en cuenta. También el mutismo, dejar de hablar. Esto está relacionado con la fobia social, uno de los trastornos de ansiedad más comunes en los adolescentes. No dormir bien o tener muchos pesadillas también puede ser un síntoma. También puede ser la falta de apetito o, al revés, tener mucha hambre, las exageraciones. En los adolescentes los síntomas ya son más claros, son fobias específicas: tener mucho miedo a equivocarse, a hacer el ridículo… ya se manifiestan de una manera más madura. En definitiva, las señales de alerta pueden ser cualquier cosa que como padres detectamos que no se corresponden con cómo son nuestros hijos. Todo lo que nos haga formular la frase: «No reconozco mi hijo».

¿De qué manera las pantallas y las redes sociales influyen en la ansiedad de los jóvenes?

Las pantallas son grandes generadores de ansiedad. Por un lado, debido a su componente adictivo. Las redes sociales, los juegos de ordenador… están diseñados para enganchar, y cuando no puedes consultar el móvil o no puedes jugar a un juego porque no tienes batería, esto hace que se genere estrés y ansiedad. Hay esta parte puramente biológica, física, y luego está la parte que sobre todo afecta más a los adolescentes, que es la ansiedad por la necesidad de agradar, que te acepten, de no hacer el ridículo, de conseguir más likes. También existe la ansiedad que te provoca ver que los otros se están divirtiendo y tú no, que se lo están pasando mejor que tú. Y es todo mentira, pero claro, para llegar a esta conclusión debes tener una cierta madurez.

¿Qué papel juega la clase social?

Para escribir el libro hablé, por un lado, con adolescentes de una escuela de Barcelona para familias más bien acomodadas, y estaban todos poseídos por la ansiedad. Tenían mucha angustia a la hora de tomar decisiones, por miedo a equivocarse. A una chica con la que hablé, por ejemplo, elegir el tema del trabajo de investigación le provocaba una ansiedad brutal. Estos niños eran un reflejo muy claro de esta crianza fruto de la hiperpaternitat. Por otra parte, también hablé con unos adolescentes tutelados, y estos tenían una concepción muy diferente de la ansiedad. Muchos no sabían qué era exactamente. Pero esto no quiere decir que no tuvieran. De hecho, un entorno socioeconómico complicado genera más ansiedad. Lo que pasa es que esos chicos tenían tantas otras cosas por las que preocuparse, por ejemplo, qué harán cuando cumplan 18 años, que no se podían permitir tener ansiedad. Para ellos, la ansiedad era un lujo. En cambio, los niños de clases más acomodadas podían expresarse sin ningún problema. De hecho, era su principal problema, porque las otras necesidades ya las tienen cubiertas.

¿Es adecuado tratar la ansiedad infantil y juvenil con fármacos? ¿Cuál es el tratamiento más efectivo?

La terapia es mucho mejor que los fármacos, lo que pasa es que es más cara y más larga y, además, supone exponer a tu hijo. La manera más efectiva de superar la ansiedad es enfrentarte lo que te genera ansiedad y ver que eres capaz de superar este miedo al miedo. Las pastillas no se recomiendan para menores, pero se utilizan cada vez más. De hecho, según un estudio del Plan Nacional sobre Drogas de 2018, el ansiolítico es la primera droga de uso de los jóvenes españoles de 12 a 16 años, por encima del tabaco y el alcohol. Es decir, los jóvenes se han tomado antes un diazepam que una cerveza. Los ansiolíticos funcionan bien, actúan directamente sobre el sistema nervioso y te calman, pero son una ayuda puntual. Como tratamiento no es adecuado, es más recomendable hacer terapia, del tipo que sea. También hay ansiolíticos naturales. Por ejemplo, una chica con la que hablé me ​​dijo que cuando tuvo su primer ataque de pánico la ayudó más el abrazo de su madre que cualquier medicamento.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/01/22/la-ansiedad-en-ninos-y-adolescentes-los-ninos-del-siglo-xxi-no-juegan-sus-agendas-de-ministro-no-lo-permiten/

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José María Toro: “Lo importante no es el recurso ni la tecnología, sino la mano que la maneja y el corazón que la sostiene”

La Diaria Educacion.uy

José María Toro es un maestro y escritor español que ha centrado su obra en la necesidad de cultivar y desarrollar las emociones. Suele recurrir a metáforas y juegos de palabras para explicar que en la educación los niños deberían ser acompañados para entrar en “su corazón”, pero para ello los docentes también deben recorrer ese camino. Para ello, Toro ha formado a centenares de docentes por medio de cursos y de varios libros publicados. El maestro habló con la diaria en su estadía en Uruguay, ya que será el conferencista principal de Proeducar, un encuentro que todos los años organiza la Asociación Uruguaya de Educación Católica y que se desarrolla entre hoy y mañana en el colegio Clara Jackson de Heber.

En una de tus conferencias anteriores señalás que “la gran carencia de las escuelas es la conciencia del cuerpo”. ¿A qué te referís?

Me refería a que la presencia del cuerpo en la escuela sobre todo se centra en la educación física, la parte deportiva y de gimnasia, y mucho menos en la expresión corporal, dramática o el teatro. Planteo que no se trata solamente de hacer cosas con el cuerpo, sino de la conciencia que el niño pueda tener del uso que hace de su cuerpo. Ni siquiera los maestros tienen esa conciencia del cuerpo; en España entras en un aula, por ejemplo de tercer grado, y hay niños pequeños y otros mucho más altos. Sin embargo, el mobiliario es exactamente el mismo para todos. Los niños a los que el mobiliario les queda pequeño estarán en una posición en la que habrán perdido la verticalidad de la columna, por lo que les estaremos jorobando la vida. O bien, que suele ser lo habitual en España, a los niños a quienes les queda grande y no pueden tomar tierra quedan con los pies en el aire, y si se suma un movimiento compulsivo de las piernas, su mente está disparada. Por algo decimos que una persona tiene los pies en la tierra cuando está en la realidad. Si queremos que el niño esté en la realidad de la explicación del maestro, tiene que estar con los pies en la tierra. Cuando hemos hecho nuestro algún concepto o actitud no decimos que eso está “mentalizado”; ese es el primer paso, el siguiente es que eso se haga realidad en mí. El verbo que usamos es “incorporar”. Supongamos que queremos educar para la paz, que no es sólo un concepto ideológico, sino un estado tisular, de la mirada. Cuando el grado de tensión del ojo llega a un nivel de peligro, el cerebro en su sabiduría manda una orden para que no haya un derrame ocular y esa tensión del ojo se canalice. Entonces, la tensión va al puño y el niño golpea al compañero; de esa forma descarga la tensión. Si trabajamos la mirada blanda, que yo llamo “del corazón”, nunca va a haber puñetazo, porque no hay tensión en la mirada. Uno no hace daño a quien mira con buenos ojos. La conciencia del cuerpo es qué conciencia tiene el niño de la paz que él es. Esa paz está en su forma de mirar, de respirar, de moverse. Hay que darle cuerpo a la paz.

¿Cómo es la conexión del cuerpo con las emociones?

Podemos caer en el error de pensar que el cuerpo es la parte física, el soma griego, lo somático. Yo lo considero un cuerpo de cuerpos, como las muñequitas rusas. Nosotros vemos la última parte, que es la física; de todos los cuerpos que tiene la persona es el cuerpo más denso, el tangible. Pero tenemos un cuerpo mental que, por supuesto, tiene su parte somática en la estructura cerebral. Tenemos un mundo de pensamientos que es más etéreo, un mundo emocional, un cuerpo energético, y luego ‒entre paréntesis, porque dependerá de las concepciones o creencias de cada persona‒ un cuerpo espiritual. De todos esos cuerpos, el que es más manejable es el físico, porque es tangible. Mi propuesta de trabajo es muy metafísica, porque si trabajo con el alma del niño, con el ánimo ‒ánima es igual a alma‒, no puedo hacer una cirugía y buscar en algún recoveco. Pero sí puedo trabajar la cara, que es el espejo del alma, del estado interno. Si puedo distender la cara de una persona, eso distiende su mundo emocional interno. El cuerpo humano es una unidad, y lo importante es que estén todos los elementos, pero para una educación integral tienen que estar integrados en forma armónica. Cuando sumas lo integral más lo integrado te aparece la palabra “íntegro”, que tiene hasta un componente ético y moral. Es decir, ya es un ser completo. Las emociones forman parte de la estructura del ser humano y, por lo tanto, tienen que ser parte de la tarea educativa.

¿Cómo debe abordarse lo emocional en el sistema educativo?

La palabra “emoción” es una energía que se pone en movimiento. Buena parte de la literatura sobre emociones dice que son una reacción bioquímica del cerebro ante un estímulo. Es un mecanismo que hemos generado para sobrevivir. Desde el punto de vista pedagógico me interesa trabajar las emociones esenciales, que son una energía que se pone en movimiento de forma que el niño mueve algo de su esencia y de su identidad, que necesita desarrollarse. El árbol está en la semilla; esa es la identidad esencial de un árbol, pero tiene que desarrollarse. El niño como un ser de paz está ahí, en su ADN humano, pero está como semilla. Que eso pueda desarrollarse va a depender de su entorno familiar y cultural. Me interesa que los maestros acompañen a los niños en una experiencia vivencial de interioridad en la que puedan conectar, sentir, vivir y expresar esas emociones.

¿Eso tiene que ver con la noción que has manejado del “niño como sabio”?

Sí. También podríamos hablar de una sabiduría de las edades, que es un concepto del pedagogo español Carlos González. Es decir, cada edad tiene su propia sabiduría, y las distintas edades tienen que tener su relación. Si como adulto no sé cómo afrontar un tema puedo recurrir a la sabiduría del niño, que es quien te da la respuesta inmediata, intuitiva y directa. O la sabiduría del adolescente, que transgrede las normas y va más allá de lo que está permitido. Cada edad tiene su propia sabiduría, y lo importante es que vayamos creciendo en una armonización y podamos hacer un uso, según necesitemos, de lo específico de cada sabiduría. No basta la información; la informática nos da datos, pero esos datos inconexos no sirven para nada. Hay que organizarlos en un cuerpo de conocimiento, pero la escuela de conocimiento tiene que dar un salto más: no basta que yo lo sepa, sino que lo saboree. Esa es la escuela de la sabiduría. En los pueblos primitivos el sabio era el que sabía por el sabor las plantas que eran curativas. La sabiduría siempre es curativa, terapéutica, sanadora, porque el conocimiento tiene que iluminar mis decisiones de vida. ¿De qué me sirve que un niño sepa cómo funciona el aparato respiratorio si no sé que alargando la respiración puedo soltar una pena de una rabia, o que si habilito la pausa en la respiración se elimina toda posibilidad de ansiedad?

¿Cómo analizás la educación en un contexto tan mediado por la tecnología, en el que muchas veces se fetichiza?

Ese fetiche aparece cuando el maestro cae en un error al que llamo “la absolutización de la añadidura”. Y encima, si la tecnología es tan potente y seductora, caemos un poco presos del recurso. En la conferencia que daré mañana [por hoy] en Proeducar, una de las ideas que voy a plantear a los docentes es que el recurso por excelencia son ellos. A un mal maestro la tecnología no lo hace buen maestro, sí puede mejorar al que ya es un bueno. La tecnología se refiere a cómo transmitimos una información, un conocimiento, a cómo desarrollamos un proceso de enseñanza y aprendizaje. En la urgencia cotidiana al maestro le comen los cómos: lo que quiere es saber cómo hacer para resolver una situación que tiene delante en el momento. Ese “cómo” es para un “qué”. Ahora mismo el “qué” y el “cómo” presiden el cotidiano escolar. Sucede que el “qué” forma parte de algo más amplio, que es un “por qué” y un “para qué”. Cuando tú tienes claro el “por qué” y el “para qué”, el “cómo” te va a salir. Además, con internet hoy un maestro tiene a su disposición, a golpe de ratón, miles de actividades, fichas, propuestas del tema que quiera. El tema es cómo uso ese material. Lo importante no es el recurso ni la tecnología, sino la mano que la maneja y el corazón que la sostiene, y una medicina en las manos inadecuadas se convierte en veneno, y un veneno en las manos adecuadas se convierte en medicina. Al final, va a depender del nivel de conciencia del maestro, de cómo es como persona, de cómo es su preparación humana y profesional.

¿Cómo surge la idea de los centros “tan”?

Yo estaba haciendo un curso con maestros en Córdoba, España. Planteo acompañar a los niños en una experiencia de eso maravilloso que hay dentro, pero no puedo acompañarlos en un lugar que desconozco. Uso la imagen de que un maestro es como un guía turístico, que va a llevar a los niños a un lugar maravilloso y exótico que es su corazón, como una imagen para hablar de lo mejor que está dentro de cada ser humano. Si yo soy un guía turístico de París, no puedo llevar a alguien a un lugar si no sé dónde está. Si soy una persona que visita constantemente París y la conozco al detalle, podré llevar a mis turistas a los rincones que nadie los lleva. Lo que interesa es que el maestro tenga una riquísima vida interior de conocimiento de sí mismo, de sus propias emociones, de su carácter y personalidad, y sobre todo de reconocimiento de su propia identidad. La personalidad es un modo de expresar la identidad, que no la agota. Los cursos son para hacer esos viajes y que luego ellos puedan hacerlos con los niños. Trabajamos mucho con ropa cómoda, en el piso; visto de afuera pueden parecer ejercicios de relajación, pero es mucho más porque no se trata sólo de calmar la superficie, sino de liberar lo profundo que está ahí. Al terminar un ejercicio, una maestra se me acercó y me preguntó si lo que hacemos es relajación, meditación o qué. Le pregunto por qué quería saber y me dice: “No sé, es que yo me encuentro tan… tan… tan”. Me vino esta palabra porque en todos los centros escolares de España hay unas aulas TIC [tecnologías de información y comunicación], que suena a tic nervioso. Con esto planteo que en los centros, sobre todo los públicos, los niños tienen derecho a que los adultos les muestren que hay un espacio dentro de ellos que pueden habitar, conquistar y conectar conscientemente. Cuando entren a ese espacio van a conectar con lo mejor de ellos mismos. Hay un remanso impresionante de paz, de creatividad, de ternura y de energía. La propuesta es que, así como hay centros llenos de computadoras para que los niños aprendan a navegar por internet, debe haber aulas sin mesas ni sillas, pero acogedoras, con colchonetas, almohadones, para que los niños sepan que cuando entran allí van a navegar hacia su mundo interior.

¿Cuál es el rol del descanso en instituciones educativas que lo tienen muy cronometrado, como en Uruguay, donde se le dice “recreo”?

“Recreo” viene de “recrearse”, “volver a crearse”. Porque se supone que en la hora anterior el niño ha ido perdiendo lo que es. No tendría sentido, porque el recreo es como un espacio entre otros tiempos de actividad, Vivimos en una vida fragmentada, todo está en cajones estancos. En mis clases tenía claro que en cualquier momento los niños podían detenerse para descansar, porque la escuela es para el ser humano. El niño es un ser humano, no un hacer humano. El ser es hacer y no hacer. En el no hacer, que es el descanso, el niño se integra a la tarea fundamental que es el “dejo de hacer para hacerme a mí”. Esto no lo vivimos en nuestra cultura, por eso hablo del secuestro del descanso; cuando no trabajamos, cambiamos de actividad, vamos de viaje y hacemos turismo, hacemos mil cosas, vemos películas, pero no descansamos. Por eso le llamo “descanser”: descansar para ser, que es cuando uno descansa en el ser. Sólo descansamos dentro, volvemos al espacio interior. Un descanso, que es mucho más que reponer fuerzas para seguir trabajando, es una recomposición de la presencia del adulto o del niño. Cuando llega de la escuela, a los padres no se les ocurre preguntarle al niño si ha descansado bien en el colegio, siempre le pregunta qué ha hecho. La escuela es un espacio en el que el niño tendría que aprender pero también vivir el descanso desde esta dimensión.

¿Los centros educativos religiosos tienen más acumulado en el trabajo de lo interior?

Sí, pero depende de cómo lo trabaje el centro religioso. La interioridad dependerá de cómo la viva el educador. Hace poco estaba dando un curso en España y había otro grupo con una educadora con niños y me quedé horrorizado por los conceptos que vertía: “Cuidado porque el demonio…”, en lugar de acercar al niño a lo más noble de sí mismo. No le hables del demonio, en todo caso háblale del dios que hay en él y permite que conecte con él. Es verdad que algunos colegios religiosos se asocian más a la dimensión más espiritual o interna. Yo reivindico eso, sin connotaciones religiosas específicas, para los alumnos de la escuela pública.

¿Qué rol debería jugar la formación docente, que en general no incluye estos temas en sus aulas?

Uno de los grandes dramas que vive un maestro cuando pisa la escuela por primera vez es que prácticamente no le sirve nada de lo que le dijeron. Habría que hacer varias reconsideraciones. Primero, tenemos que aclarar cuáles son las características que se necesitan para el oficio. En la formación inicial quienes forman a los futuros maestros son profesores o catedráticos de las disciplinas. La mayoría de ellos nunca ha enseñado a niños. Didáctica de la lectoescritura a mí me la dio un profesor de Filología Francesa que nunca en la vida había enseñado a leer a ningún niño. No aprendí en la escuela de magisterio cómo enseñarle a leer a un niño; me explicaron los métodos de lectoescritura, pero que me digan cómo se conduce un coche no quiere decir que sepa conducir, hasta que no tome el volante. Una de las cosas importantes sería habilitar que maestros con larga experiencia y reconocido prestigio en el ámbito de la educación tuvieran contacto con los futuros maestros. Cuando voy a las escuelas y facultades de magisterio los alumnos me dicen que eso que digo no se lo dicen ahí. Es necesario llevar esa vibración del maestro, esa parte vocacional, pasional, que difícilmente transmita un técnico o un experto de una disciplina. Otro tema es el de los contenidos a abordar. Por ejemplo, el uso de la voz. El maestro es un profesional de la voz, pero no tiene esa conciencia. Va al médico cuando ya perdió las cuerdas vocales, pero tiene que aprender a hablar, el uso que hace de la palabra, cómo lee un cuento para hacer vibrar al alumno. Pero no hay nada de eso en magisterio. El maestro tiene que ser un líder de un grupo de alumnos, tiene que aprender las funciones de liderazgo, tiene que ser un experto en dinámicas grupales, saber canalizar lo que se mueve en un grupo. Tiene que desarrollar capacidades expresivas, comunicativas. No tiene que ser un clown y ponerse una nariz roja, pero sí tiene que tener sentido del humor y saber captar el interés de los alumnos, despertar las ganas por el aprendizaje. Otra parte importante es que se debería vivir un proceso de sanación personal. Un psicólogo tiene que hacer su propio proceso terapéutico antes de abordar un paciente. No es necesario que el maestro sea un terapeuta, pero toda labor pedagógica es terapéutica. Todo lo que el maestro pueda limpiar de su historia personal, pulir de sus rasgos de personalidad, es lo que vamos a ganar luego, porque será una persona mucho más equilibrada, más estable, más segura, y será un regalo para los niños.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/articulo/2019/2/jose-maria-toro-lo-importante-no-es-el-recurso-ni-la-tecnologia-sino-la-mano-que-la-maneja-y-el-corazon-que-la-sostiene/

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Lucas Ramada: “Cuando no hay enfoque institucional, los niños juegan a lo que las empresas dicen”

Por Leticia Castro/LaDiaria

El especialista español Lucas Ramada Prieto habló sobre nuevos formatos digitales y las posibilidades que se abren en el mundo del videojuego.

La tesis doctoral del docente español Lucas Ramada Prieto versó sobre literatura infantil y juvenil digital y educación literaria, pero, a diferencia de lo que se puede pensar, “esto no va de libros”, tal como advierte en el título de su trabajo. El doctor en Didáctica de la Lengua y la Literatura es un defensor de los nuevos formatos y se ha dedicado en los últimos años a conformar “un corpus de calidad” sobre ficción digital, lo que incluye en gran medida a los videojuegos, así como a dar clases de formación permanente “para que los docentes pierdan el miedo de entrar a la jungla del mundo digital”. Visitó Uruguay invitado por el Programa de Lectura y Escritura en Español de la Administración Nacional de Educación Pública y el Plan Ceibal, y en su paso por Montevideo conversó con la diaria sobre las características de estos nuevos productos, el rol que juegan en el desarrollo de niños y adolescentes y el potencial para su desarrollo cultural.

Comencemos por el principio: si esto no va de libros, ¿de qué va?

Yo empecé a hablar de ficción digital como término paraguas para referirme a un tipo de ficción nativamente digital que necesita y aprovecha el entorno computacional digital durante el proceso de creación y para el proceso de disfrute. Yo hablaba todo el rato de literatura infantil y juvenil digital, pero realmente no había demasiada materia prima como para seguir hablando sólo de literatura, entonces empecé a mirar, como de reojo, al mundo del videojuego y ahí encontré todo un terreno de obras súper interesantes para educación estética y cultural de la infancia. Ese mundo carga con el lastre de venir bajo la etiqueta de videojuego, con toda la carga negativa social que suele tener dentro del mundo de la cultura, por esta tontería enorme que tenemos de alta y baja cultura. Hablar de ficción digital permite abrazar obras que vienen de la escena más puramente literaria, pero también obras muy interesantes del mundo del videojuego.

¿Qué características tienen estas obras?

Yo me dedico mucho a la selección del corpus y a visibilizar cosas que me parecen interesantes. Primero busco identidad estética, que las obras no sean condescendientes con el niño, sino que representen una cultura infantil de calidad, que consideren la forma particular de aproximarse al mundo que tienen los jóvenes, con sus limitaciones y con sus enormes posibilidades. Quiero que las obras tengan calidad estética visual, que haya ilustraciones de calidad de fondo, que todas las capas multimodales que tiene la ficción digital sean relevantes, desde la imagen hasta la música. Tengo en cuenta que la interactividad sea un lenguaje propio que cuenta cosas, que anime a la exploración y al juego. Luego, evidentemente por mi formación literaria, busco que haya siempre una intencionalidad expresiva y comunicativa que no esté hueca, que aporte a la reflexión sobre la forma, que haya literalidad y simbolismo.

“Me parece muy problemático el abandono absoluto institucional a la subvención artística para productos videolúdicos de calidad”.

¿Es algo difícil de encontrar en el mundo del videojuego?

Las obras del mundo digital suelen tener dos problemas: son principalmente educativas o vienen del mundo adulto. Con respecto a lo primero, el mundo del edutainment, lo educativo hecho entretenimiento, me parece un problema, viene cargado de una visión teleológica de que el niño sólo puede estar frente a la pantalla para aprender contenidos curriculares. Con respecto a lo segundo, se entiende que hay ciertas obras del mundo adulto que son aceptables para niños o jóvenes, pero que no fueron pensadas para ellos desde su concepción.

Te dedicás a dar cursos de formación docente permanente. ¿Por qué el énfasis en los docentes ya recibidos?

Hay que hacer formación docente para que sepan cómo acercarse a ese terreno. Ahora mismo hay un pánico absoluto, no han recibido nunca formación, no les estamos dando herramientas para que se metan en la jungla del mundo digital a elegir y probar las cosas interesantes que hay dentro. Esa es la importancia de la formación docente.

Lo primero que necesitan los docentes es una definición, siempre hay una necesidad de etiquetar para sentirnos más cómodos. Yo trato de hacerles entender que el videojuego es un terreno que acepta muy bien la mentalidad literaria y que con las herramientas formativas que ya han recibido pueden enmarcarse en este terreno. Cuando ya se sienten con derecho a opinar, necesitan herramientas de análisis, saber cuáles son las características de la ficción digital, y de eso va mi tesis doctoral. Al final de los talleres no salen como especialistas en ficción digital, evidentemente, pero tienen una serie de herramientas para poder entrar a la jungla.

¿Qué ventajas tiene usar estas obras en el aula?

El mero contacto de los niños y las niñas con piezas de calidad ya es una ganancia, hace que se expanda su horizonte cultural, además de que las buenas obras abren espacio de diálogo, de debate y reflexión. Las buenas obras enseñan nuevas posibilidades del mundo, dan herramientas para que no sólo les guste el mismo tipo de obras. En España 78% de la población en edad escolar obligatoria juega videojuegos, en México es 90% y no hay ningún enfoque institucional. ¿Qué pasa cuando ocurre eso? Los niños y las niñas juegan a lo que las empresas dicen, no a lo que el mundo les ofrece. Pensar que el videojuego sólo es el top 20 de ventas es un error: el videojuego es un medio expresivo y lo definen sus posibilidades estéticas, no sus juegos más vendidos. No diríamos que el cine es sólo Hollywood; diríamos que es una parte del cine que vende mucho, pero no lo reducimos.

“No entiendo cómo es posible que convirtamos un terreno de la cultura humana tan definitoria como es el juego en algo para enseñar cosas, y nos olvidemos de lo importante que es aprender a jugar”.

Los niños acceden a los juegos en sus casas, pero en las escuelas, con los presupuestos limitados que tienen, es más difícil.

Cada vez es menos caro de hacer; de hecho, la democratización de los procesos creativos del videojuego independiente es algo que en los últimos 15 años ha cambiado radicalmente, y por eso el videojuego deja de necesitar rentabilidades empresariales y se puede convertir en un medio de expresión del universal humano. Hay muchísimos videojuegos independientes hechos por personas solas que funcionan muy bien; el problema es que los espacios de compraventa de esos videojuegos no se conocen, la gente cuando quiere un juego va a una tienda física y compra uno de 60 euros, cuando la mayoría de las obras que utilizo en mis ejercicios de formación docente no pasan nunca de los 13 o 14 euros como mucho, y muchísimas de ellas son aplicaciones para tableta de cuatro euros. No es tan caro, hay mucho mito alrededor.

Lo que sí me parece muy problemático es el abandono absoluto institucional a la subvención artística para productos videolúdicos de calidad. Ese apoyo abarataría los costos de producción. Si tuviésemos una institución que se dedicase a financiar proyectos culturales y artísticamente relevantes para la infancia, tendríamos creadores y artistas protegidos, con una mirada educativa general que permitiese generar la cultura digital de calidad infantil que necesitamos.

En tus charlas enfatizás la idea de que el videojuego no es una herramienta para lo curricular.

Estoy todo el rato diciendo que no estoy hablando del videojuego como herramienta educativa. Entiendo que eso se haga, pero no entiendo cómo es posible que convirtamos un terreno de la cultura humana tan definitoria como es el juego en algo para enseñar cosas, y nos olvidemos de lo importante que es aprender a jugar. Los estudios didácticos y pedagógicos hablan mucho de un artículo muy mítico de [Lev] Vigotsky, en el que se habla de la importancia del juego como terreno de exploración del niño con el mundo. En ese mismo artículo, en una segunda parte que la gente suele obviar, el autor habla de que eso es así, pero que, a medida que el niño va creciendo, la forma en que disfruta del juego es cada vez más compleja, le gusta cada vez más reflexionar sobre por qué y cómo juega, una reflexión meta sobre las normas de juego. Eso dice que, en cierta manera, hay una complejidad evolutiva en el concepto del juego, es una competencia que se complejiza a medida que va creciendo y lo convierte en un lenguaje que hay que ir aprendiendo. ¿Por qué no enseñamos a jugar? Hemos vaciado la idea de juego y no enseñamos a disfrutarlo como terreno cultural.

Entonces no se debería usar la ficción digital para enseñar a sumar, por ejemplo.

No lo sé. Yo me he negado totalmente a enfocar la utilización del juego como elemento para las cosas curriculares. Puedo pensar esa traslación en algunos elementos del pensamiento literario, por así decirlo, porque a los niños les permite entender cómo funciona la narración en la ficción, evidencia elementos concretos de la arquitectura literaria. Pero en sí uso la ficción digital como parte natural del ecosistema de los niños; no la utilizo para algo, sino que la considero parte del proceso de escolarización. La construcción de saberes en torno a la literatura debe tener unos mínimos, y creo que el videojuego tiene mucho que aportar a esa escalera de progreso.

“Hemos vaciado la idea de juego y no enseñamos a disfrutarlo como terreno cultural”.

¿Por qué crees que el sistema educativo todavía no se ha apropiado del videojuego o de la ficción digital en general?

Tengo la mirada pesimista y la conspiranoica. La pesimista es que realmente no estamos preparados a nivel formativo; creo que hay un retraso enorme a nivel universitario que se relaciona con la falta de políticas públicas, porque al no haber academia construida en torno a la ficción digital es muy difícil que se canalicen estas cuestiones en políticas concretas. La parte más conspirativa es porque no interesa. El videojuego es la industria cultural que más factura, es lo mismo que el cine y la música juntas; entonces, claro, al turbocapitalismo no le sirve que los niños pregunten por qué la única forma de relacionarse con otro en el videojuego es metiéndole un disparo. Son las dos miradas. No sé si nos falta información para responder las inquietudes o si directamente no queremos hacernos la pregunta.

Fuente:https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2020/1/ficcion-infantil-digital-cuando-no-hay-enfoque-institucional-los-ninos-juegan-a-lo-que-las-empresas-dicen/

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Pamela Palenciano, sobre el veto parental: “No es justo educar con miedo”

Entrevista/23 Enero 2020/Autora: Pilar Álvarez/elpais.com

La activista, que representa en institutos su monólogo sobre violencia machista, denuncia una campaña de acoso en redes

Durante hora y media, Pamela Palenciano (Andújar, Jaen, 1982) se sube al escenario, en institutos y teatros, y representa 10 personajes. Es ella misma pero de adolescente. Es también Antonio, su novio de entonces, cuando se pone cariñoso y cuando pierde los nervios. Es su mejor amiga, Maite, la única a la que le ha cambiado el nombre, y el resto de colegas que fueron testigos de un caso de violencia machista que no supieron ver casi hasta el final, cuando Antonio intentó matarla. Y que empezó a entender años después, cuando su psicóloga Mari Carmen le dijo: «No solo duelen los golpes». Ese es justo el título de su actuación, en la que empezó a trabajar hace 16 años y con la que lleva más de 7.000 representaciones sobre todo delante de alumnos de secundaria, algunas de ellas en Murcia antes de la polémica del veto parental. Es siempre un texto incómodo, pero ahora, además, es objeto de ataques por alumnos —»criaturas de Vox», los llama ella— y blanco de críticas furibundas en las redes sociales. Cuentas oficiales de Vox suben extractos cortados del monólogo, que el partido de ultraderecha define como «chorradas». La han convertido en un ejemplo de lo que se podrá censurar con el veto que aplica la Región de Murcia: «Nunca más los progres camparán a sus anchas por las aulas. Nunca más podrán adoctrinar a nuestros hijos en chorradas como esta». Palenciano asegura que la han denunciado dos veces por «maltrato a menores», ambas archivadas, y que no hay día que no tenga un mensaje «amenazante» de Vox o de «sus simpatizantes». Ha contratado a una abogada.

Pregunta. ¿De qué habla en su monólogo?

Respuesta. El monólogo No solo duelen los golpes parte de la necesidad de contar mi historia con la violencia machista, un pretexto para analizar el sistema de desigualdad no solo entre hombres y mujeres sino en el mundo, enfocado para prevenir la violencia en general y sobre todo entre los jóvenes. Llevo 16 años con el proyecto. Empezó como una exposición de fotos, un taller y ahora la representación. Cuento la relación con Antonio, con el que empecé a los 12 años.

P. ¿Desde cuándo la cita Vox en las redes?

R. Llevo un año entero en el que todos los días recibo en redes mensajes de simpatizantes de Vox en forma de amenazas y palabras soeces. Estoy en todas sus redes. En las aulas me cruzo todos los días con criaturas de Vox que ven el monólogo y lo retan. Los chicos se revuelven más que las chicas. Se ponen a moverse, a hablar entre ellos, a poner caras raras. Me llaman feminazi, podemita, adoctrinadora. Me dicen cosas como: “Mi tío me ha contado que vendría una tía a adoctrinarnos”. Cuando pido preguntas, replican que el monólogo está cargado de ideología, que sea más neutral. Todo tiene ideología. Yo soy feminista y me enfoco en los derechos humanos. En Teruel un chaval me dijo que mi actuación era una ideología de lo que pasaba en Venezuela.

Pamela Palenciano, durante una actuación el pasado lunes en el instituto Los Rosales de Móstoles.
Pamela Palenciano, durante una actuación el pasado lunes en el instituto Los Rosales de Móstoles. VÍCTOR SAINZ

P. ¿Estas reacciones en los institutos son nuevas?

R. Es supernuevo. Siempre está el chico que se incomoda con el machismo, que siente que estoy hablando de lo que es. Ahora eso tiene discurso. Empezó fuerte desde hace un año y medio, desde que Vox entró en el Parlamento de Andalucía. Lo noté de un día para otro cuando llegaron a las instituciones. Antes era más contenido, ahora más normalizado. Algunos me enseñan pulseras de Vox y de España y me sacan el dedo [le hacen la peineta].

P. ¿Cómo acoge el resto del alumnado su monólogo?

R. Es una maravilla. A las chavalas se les cae la venda. Algunas reaccionan en plan: “Lo que está contando me está pasando a mí, lo he pasado y ahora le puedo poner nombre”. Los chicos se sienten incómodos al principio, pero luego ven que la crítica es a la masculinidad hegemónica, no a los hombres. Y van aflojando. Su respuesta mayoritaria es: “Yo no quiero ser el del monólogo”. Pero aunque haya 5 o 10 de Vox, aunque sean poquitos, revientan el espacio. Hacen tanto ruido que tengo que parar la obra para decirles que se callen. A partir de estos últimos episodios, les diré que si no quieren estar que se salgan. No quiero que asistan obligados si no quieren. Lo mío no es una doctrina. También sufro boicot de algunos profesores que van a quejarse al director después del monólogo. Algunos se sientan con los malotes y no les regañan, no les dicen nada si sueltan malas palabras. También hay profesores de Vox dando clases.

P. ¿Influyen los comentarios que hacen desde este partido en las redes sobre usted en su trabajo?

R. Influyen todo el día. Tengo picos de ansiedad por tener que ir a trabajar con miedo a ver qué puede pasar, a si va a haber un escrache, a si no voy a poder actuar porque se quejan los padres. En Rivas Vaciamadrid hubo una queja a la dirección y vino la inspectora educativa a revisar quién era yo. Al final hice el monólogo, pero la inspectora estuvo allí porque había una queja de padres y madres. Cuando vio que era una actividad educativa y artística para prevenir la violencia, dijo que no podía cancelar la actividad.

Tuit de Vox sobre la obra de Pamela Palenciano.
Tuit de Vox sobre la obra de Pamela Palenciano.

P. ¿Dice que va a los institutos con miedo?

R. Sí, y no es justo educar con miedo. Mi historia ya es bastante terrorífica, recordarla una y otra vez. Lo sigo haciendo porque me lo he tomado como una misión de vida. Pero no quiero hacerlo con miedo. No estoy haciendo nada malo, hablo de lo que me pasó y hago un análisis de la desigualdad. Lo que me ocurrió no es aislado. Vivimos en un país libre y con democracia. Me vine de El Salvador huyendo de situaciones de riesgo de violencia, buscando la libertad, y mira cómo me encuentro ahora. Una amiga mía decía estos días en redes: «Si a Pamela Palenciano le pasa algo responsabilizamos a Vox». Mi abogada me tranquiliza.

P. ¿Tiene abogada por este asunto?

R. Nos conocimos el año pasado. Se llama Laia Serra y es experta en acoso y violencia hacia las activistas feministas. Buscaba a alguien que me apoye por ser activista de los derechos humanos y feminista. Me siento muy segura con ella. Tengo otras asesoras que me ayudan. Y voy a buscar una abogada de actores, para ver cómo defenderme de un partido político que me censura por actuar como actriz, para tener una estrategia y que no me pillen desprevenida.

P. ¿Se ha planteado dejar de hacer el monólogo?

R. Alguna vez me lo he planteado, sí. Veo que es necesario por la gente joven que me escribe todos los días para seguir, y por gente de alrededor que me apoya mucho. Tengo bajones por el cansancio de tener que enfrentarme a estas cosas. El monólogo ya es duro porque es autobiográfico. Querría no tener que lidiar con todo esto, que me supera. Quiero ir a trabajar sin miedo y hacer mi trabajo lo mejor posible, como todo el mundo. Seguiré por mí y por el resto de compañeras que también están en el punto de mira del pin parental.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/sociedad/2020/01/21/actualidad/1579606369_062777.html

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Entrevista a Eva Millet: «La ansiedad en niños y adolescentes: Los niños del siglo XXI no juegan, sus agendas de ministro no lo permiten»

Entrevista/23 Enero 2020/Autora: Èlia Pons/eldiariolaeducacion.com

La periodista Eva Millet acaba de publicar el libro ‘Niños, adolescentes y ansiedad: ¿Un asunto de los hijos o de los padres?’, En el que hace una radiografía de cómo la ansiedad se manifiesta en los niños y jóvenes y destaca su relación con una crianza sobreprotectora.

Eva Millet es periodista y comenzó a escribir sobre educación en el momento en que se convirtió en madre. En 2016 publicó Hiperpaternidad, que es el término utilizado en Estados Unidos para definir una crianza intensiva y obsesiva basada en la sobreprotección de los hijos y la saturación de sus vidas con múltiples actividades. Más adelante, publicó Hiperniños: ¿hijos perfectos o hipohijos? (2018), donde analizaba el impacto de este tipo de crianza sobreprotectora en el desarrollo de los hijos. Ahora acaba de sacar Niños, adolescentes y ansiedad: ¿Un asunto de los hijos o de los padres? (Plataforma), libro en el que hace una radiografía de cómo la ansiedad se manifiesta en los niños y adolescentes y las causas que la pueden propiciar.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de doscientos setenta millones de personas en el mundo sufren trastornos de ansiedad. La misma organización calcula que entre un 10% y un 20% de niños y adolescentes en todo el mundo experimentan trastornos mentales, el más común es la ansiedad. Según Millet, se trata de un trastorno especialmente alimentado por las vidas frenéticas que llevan. Considera que la hiperpaternidad y la ansiedad van de la mano y, por ello, este último libro que publica supone, en cierto modo, el cierre de una trilogía.

Vivimos en un entorno ansioso. ¿Esto ha hecho aumentar la ansiedad?

La ansiedad es una emoción muy humana, primaria. Siempre ha estado allí. Hay dos corrientes, una que dice que ahora hay más ansiedad que nunca y otra que dice que siempre ha habido, pero que lo que pasa es que ahora se habla más, se diagnostica más y, en definitiva, hay más noción de la ansiedad. Yo creo que es una suma de las dos visiones, pero sí es cierto que hay un ingrediente fundamental que hace que haya más ansiedad, que es el ritmo frenético en el que vivimos. Este no parar, esta híper estimulación, genera mucha ansiedad.

En el libro explicas que la ansiedad, en cierto modo, puede ser positiva. ¿Cuándo esta «ansiedad aliada» se convierte en negativa y se debe tratar?

Bien llevada y en las dosis adecuadas, la ansiedad es importantísima. La necesitamos para alcanzar nuestros objetivos. Pero cuando se desborda te hace la vida imposible. El problema llega cuando no te deja vivir bien. Cuando se convierte en un obstáculo en tu vida y tú ya no funcionas. Puedes tener ansiedad una semana antes de los exámenes, pero cuando ya han pasado los exámenes y sigues sin dormir, con taquicardias, con sudores o dolor de estómago, entonces, esta ansiedad se debe empezar a tratar. La máxima expresión de la ansiedad ocurre cuando se produce un ataque de pánico, esto es un aviso de que algo no va bien.

¿Crees que la precariedad laboral también influye en la ansiedad?

Sí, la idea de que el mundo se acaba y que todo es muy difícil nos crea mucha ansiedad. Estamos en tiempos particularmente ansiógenos, y por este motivo es importante aprender a lidiar con esta ansiedad y tenerla a raya, así como poner en marcha herramientas para no caer en ella. Porque la ansiedad siempre está. Y, además, es muy subjetiva. Lo que a ti te puede crear ansiedad a mí me puede parecer algo sin importancia, y viceversa. Por tanto, no sólo influye el entorno, sino también las características de la persona y la educación que ha recibido. Es una emoción muy misteriosa, muy difícil de definir, es aquello de «no sé qué me pasa, pero no estoy bien». El miedo es causado por una cosa concreta, tangible. Pero, en cambio, la ansiedad es el miedo al miedo. Es mucho más abstracto.

Foto: Èlia Pons

En tus anteriores libros hablas de la hiperpaternidad, los padres que protegen demasiado a sus hijos. ¿Qué relación hay entre hiperpaternidad y ansiedad? ¿Un niño sobreprotegido tiene más posibilidades de tener un comportamiento ansioso?

Uno de los combustibles de la hiperpaternidad es la ansiedad. Esta idea de estar muy encima del niño para que no le pase nada y que triunfe y llegue donde yo quiero es un gran generador de ansiedad. Y esta ansiedad de las familias para que su hijo sea el mejor es transmitida a los hijos. Por un lado, se traduce en unas grandes expectativas. Si tus padres están súper pendientes de ti, lo dan todo y esperan mucho de ti, tienes un peso y una presión importante. Y todo ello genera inseguridad a los hijos. Por otro lado, tenemos el estilo de vida frenético que estos niños llevan, y que es una consecuencia de esta hiperpaternidad. Este no parar, haciendo muchas actividades extraescolares, genera estrés al niño. Porque no paran, igual que no paran los adultos. Los hay que están haciendo vidas de miniadultos y tienen una agenda de ministro. Si gestionar mi estrés ya me cuesta, imagínate un niño de seis años que está todo el día arriba y abajo. La tarea de los padres es criar personas bien educadas, pero si como padre quieres tener un Einstein, esto es imposible.

También es muy interesante ver cómo la ansiedad se está convirtiendo también en un signo de cierto status. En el mundo académico anglosajón, por ejemplo, un niño o adolescente con ansiedad tiene más tiempo para hacer un examen. Hay padres locos porque diagnostiquen a sus hijos con trastornos de ansiedad, porque así tienen ciertas ventajas. Es surrealista. La ansiedad se está convirtiendo en un «bien». Se está convirtiendo casi en un producto capitalista.

¿Cómo debería cambiar la educación que reciben los niños?

Como dice el pedagogo Gregorio Luri, todos los niños tienen derecho a tener unos padres relajados. Estamos en un momento muy ansioso, y lo que yo reivindico es que paremos un poquito, que esto no es una carrera de obstáculos, que la infancia es un momento casi sagrado de la vida de cada uno y que los niños tienen derecho a vivir como niños. Tienen derecho a tener tiempo para hacer las cosas que hacen los niños, como jugar. Jugar es importantísimo y los niños del siglo XXI, del primer mundo, no juegan. No tienen tiempo, sus agendas de ministros no lo permiten.

¿Cómo gestionar y prevenir la ansiedad en los niños y adolescentes? ¿Cuál debería ser el ambiente adecuado para que crezcan?

Hay varias formas. Dormir, por ejemplo, es una manera natural de pulsar el botón reset. También ayuda llevar una buena alimentación, ya que hay una vinculación entre lo que comemos y cómo funcionan nuestro cerebro y nuestras emociones. Y, sobre todo, llevar una vida más relajada, más en contacto con la naturaleza, con unos ‘tempos’ menos enloquecidos. También se puede hacer un trabajo desde las escuelas. Hay algunas que están incorporando la educación emocional, y es una buena manera de prevenir la ansiedad. Está muy bien que se eduque en las emociones, que se explique qué es la ansiedad, pero yo pienso que esto es un trabajo básicamente de las familias. Como familias debemos arriesgarnos a que nuestros hijos se equivoquen, que sufran un poquito de vez en cuando, y educarlos en la responsabilidad, que sepan que son responsables de sus actos. Nosotros hemos de soltar esta ansiedad que llevamos encima y que transmitimos a nuestros hijos. Como no nos repensamos el modelo actual, no vamos bien.

Foto: Èli Pons

A los niños habitualmente les cuesta más expresar lo que sienten y, por tanto, puede ser más difícil detectar la ansiedad. ¿Cuáles pueden ser las señales de alerta más habituales?

Si a los adultos ya nos cuesta explicar que tenemos ansiedad, para los niños es aún más difícil. No la saben expresar; entonces debemos estar alerta a una serie de síntomas como, por ejemplo, pequeñas enfermedades o molestias continuadas, como padecer dolor de estómago o dolor de cabeza constantemente. Cosas que no tienen una explicación médica clara, pero de la que los niños siempre se quejan. La reticencia de ir a lugares a los que les gustaba ir, por ejemplo, a la escuela o a una fiesta de cumpleaños, son pequeños signos de alerta que como padres debemos tener en cuenta. También el mutismo, dejar de hablar. Esto está relacionado con la fobia social, uno de los trastornos de ansiedad más comunes en los adolescentes. No dormir bien o tener muchos pesadillas también puede ser un síntoma. También puede ser la falta de apetito o, al revés, tener mucha hambre, las exageraciones. En los adolescentes los síntomas ya son más claros, son fobias específicas: tener mucho miedo a equivocarse, a hacer el ridículo… ya se manifiestan de una manera más madura. En definitiva, las señales de alerta pueden ser cualquier cosa que como padres detectamos que no se corresponden con cómo son nuestros hijos. Todo lo que nos haga formular la frase: «No reconozco mi hijo».

¿De qué manera las pantallas y las redes sociales influyen en la ansiedad de los jóvenes?

Las pantallas son grandes generadores de ansiedad. Por un lado, debido a su componente adictivo. Las redes sociales, los juegos de ordenador… están diseñados para enganchar, y cuando no puedes consultar el móvil o no puedes jugar a un juego porque no tienes batería, esto hace que se genere estrés y ansiedad. Hay esta parte puramente biológica, física, y luego está la parte que sobre todo afecta más a los adolescentes, que es la ansiedad por la necesidad de agradar, que te acepten, de no hacer el ridículo, de conseguir más likes. También existe la ansiedad que te provoca ver que los otros se están divirtiendo y tú no, que se lo están pasando mejor que tú. Y es todo mentira, pero claro, para llegar a esta conclusión debes tener una cierta madurez.

¿Qué papel juega la clase social?

Para escribir el libro hablé, por un lado, con adolescentes de una escuela de Barcelona para familias más bien acomodadas, y estaban todos poseídos por la ansiedad. Tenían mucha angustia a la hora de tomar decisiones, por miedo a equivocarse. A una chica con la que hablé, por ejemplo, elegir el tema del trabajo de investigación le provocaba una ansiedad brutal. Estos niños eran un reflejo muy claro de esta crianza fruto de la hiperpaternitat. Por otra parte, también hablé con unos adolescentes tutelados, y estos tenían una concepción muy diferente de la ansiedad. Muchos no sabían qué era exactamente. Pero esto no quiere decir que no tuvieran. De hecho, un entorno socioeconómico complicado genera más ansiedad. Lo que pasa es que esos chicos tenían tantas otras cosas por las que preocuparse, por ejemplo, qué harán cuando cumplan 18 años, que no se podían permitir tener ansiedad. Para ellos, la ansiedad era un lujo. En cambio, los niños de clases más acomodadas podían expresarse sin ningún problema. De hecho, era su principal problema, porque las otras necesidades ya las tienen cubiertas.

¿Es adecuado tratar la ansiedad infantil y juvenil con fármacos? ¿Cuál es el tratamiento más efectivo?

La terapia es mucho mejor que los fármacos, lo que pasa es que es más cara y más larga y, además, supone exponer a tu hijo. La manera más efectiva de superar la ansiedad es enfrentarte lo que te genera ansiedad y ver que eres capaz de superar este miedo al miedo. Las pastillas no se recomiendan para menores, pero se utilizan cada vez más. De hecho, según un estudio del Plan Nacional sobre Drogas de 2018, el ansiolítico es la primera droga de uso de los jóvenes españoles de 12 a 16 años, por encima del tabaco y el alcohol. Es decir, los jóvenes se han tomado antes un diazepam que una cerveza. Los ansiolíticos funcionan bien, actúan directamente sobre el sistema nervioso y te calman, pero son una ayuda puntual. Como tratamiento no es adecuado, es más recomendable hacer terapia, del tipo que sea. También hay ansiolíticos naturales. Por ejemplo, una chica con la que hablé me ​​dijo que cuando tuvo su primer ataque de pánico la ayudó más el abrazo de su madre que cualquier medicamento.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/01/22/la-ansiedad-en-ninos-y-adolescentes-los-ninos-del-siglo-xxi-no-juegan-sus-agendas-de-ministro-no-lo-permiten/

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“Todavía no dimensionamos la aportación cultural de José Agustín en Morelos”

“Todavía no dimensionamos la aportación cultural de José Agustín en Morelos”

Entrevista con la poeta Norma Abúdez

Mario Casasús
Rebelión
En entrevista con la poeta Norma Abúdez (1963), recordó los detalles desconocidos de José Agustín en Morelos: el prólogo que escribió para la antología Transparencia de un insomnio (1983) de los 7 asistentes al taller de creación literaria, los jóvenes autores compartieron mesa con los escritores consagrados durante el primer Encuentro de Narradores (1983). “Todavía no dimensionamos la aportación cultural de José Agustín en Morelos, por falta de perspectiva. José Agustín participó en el Cine Club del Museo Casa de Morelos, traía a Cuautla una selección de la Filmoteca de la UNAM, desmenuzaba la técnica de los guionistas, nos explicaba el contexto de la producción y la biografía del director. José Agustín llegó en un momento clave para Cuautla, puso en boga los talleres literarios”.MC.- Norma, ¿cuándo conociste a José Agustín en Cuautla?

NA.- Lo ubico cuando cursaba sexto año de primaria, porque había una reunión en casa de mis padres cada viernes, yo los escuchaba a lo lejos, pero francamente a esa edad no me interesaban mucho los temas que discutían, había una voz cantante, una voz aguda, que despertó mi curiosidad, la mayoría eran hombres, era el “Club de Tobi”, comencé a acercarme a ellos y me di cuenta que decían cosas verdaderamente interesantes. Oía sus conversaciones, al pasar el tiempo decidí bajar para escucharlos de cerca, descubrí que los convocaba la voz aguda de José Agustín, a partir de entonces no me separé de mi padrino José Agustín.

MC.- Tus padres fueron amigos de José Agustín, alguna vez me contaste, por teléfono, que salieron de excursión, ¿a dónde?, ¿cuál era la ruta gastronómica por Morelos?

NA.- Margarita y José Agustín llegaban a la casa de mis padres porque eran amigos, recuerdo que nos visitaban mi tío Arturo Alarcón y Carlos Barreto Mark, gracias a la dinámica de la reunión de los viernes, conocí a Margarita y sus hijos Andrés, Jesús y Tino en casa de Carlos Barreto, porque salimos en la camioneta rambler color beige a conocer las zonas arqueológicas de Morelos: Xochicalco y Chalcatzingo.

MC.- ¿Y Tepoztlán?

NA.- Obviamente fuimos a Tepoztlán, pero recuerdo con cariño la región sureña. Carlos Barreto nos explicaba el contexto de las ruinas, el INAH comenzaba a instalar los museos en cada sitio arqueológico y en el pueblo de Chalcatzingo había una alberca pública.

MC.- ¿Cuándo te invitó José Agustín a su taller literario en Cuautla?

NA.- Asistí a la segunda generación del taller literario, yo estudiaba el bachillerato en 1982. Antes, en la década de 1970, José Agustín había organizado un taller en la cafetería del señor Olivera, pero en la segunda etapa había un poco más de formalidad.

MC.- ¿Dónde impartía José Agustín el taller literario?

NA.- En la Casa de la Cultura de Cuautla, estaba junto a la Iglesia de Santo Domingo, mi papá era el administrador. Yo creo que mi papá, Luciano Abúndez, formalizó la sede del taller literario en el centro de Cuautla, porque una vez me dijo: “oye, José Agustín abrirá un taller literario y un taller de lectura”. Me presenté a la primera clase y ya no me fui, lo primero que explicó José Agustín fue “forma y fondo”, éramos 7 personas, era un taller heterogéneo.

MC.- ¿Nadie desertó del taller?

NA.- Recuerdo que entramos 10 a la primera sesión y terminamos 7.

MC.- ¿Entre qué edades rondaban los talleristas?

NA.- Yo era la menor, tenía 17 años. El mayor era David Medina Portillo, él tendría 20 años en 1982. Asistí a los dos talleres, al de lectura y al de creación literaria.

MC.- ¿El mismo día, a diferentes horarios?

NA.- En diferentes días, el taller de lectura no llegó a muchas sesiones, creo que era cada martes. El taller de creación literaria sin duda era los viernes por las tardes, sacando cuentas, las sesiones debieron durar dos años.

MC.- El editor Andrés Ramírez me dijo que publicaron una antología de los talleristas, ¿conservas algún ejemplar?

NA.- Publicamos una plaquette en 1983, Juan Pablos Editor nos envió las galeras para revisarlas y José Agustín escribió el prólogo.

MC.- ¿Cómo bautizaron la antología?

NA.- Transparencia de un insomnio (1983). Cuando presentamos la antología en Cuautla, obviamente José Agustín nos acompañó, ahí firmé mi primer autógrafo.

MC.- ¿A esa edad dimensionaron la importancia del autor del prólogo?

NA.- Nadie sabía quién nos impartió el taller, tampoco José Agustín presumía su trayectoria literaria y política, siempre fue un hombre sencillo y generoso. Los únicos que habíamos leído a José Agustín éramos David Medina y yo, porque mi padrino le regalaba sus libros autografiados a mis papás.

MC.- ¿Cuál era el perfil de los otros talleristas?

NA.- Había una chica que vendía billetes de lotería, había una maestra, un estudiante de ciencias de la educación, otro amigo mío que escribía cuentos muy extrañas, había un ginecólogo, llegaba el señor Olivera, quien asistió al primer taller que se organizó en su cafetería y había asistido como oyente a los talleres del Centro Mexicano de Escritores con Juan Rulfo y Juan José Arreola, el señor Olivera se jactaba de eso, nos hacía unas críticas finas.

MC.- ¿Cuál era la metodología de José Agustín para su taller literario?

NA.- Llegábamos y leíamos nuestros textos, al principio no nos pedía fotocopias, después nos pedía fotocopias para todos los demás. Hacía una ronda de comentarios de nuestros textos. Nos decía: “tienen que vencer dos temores: 1.- decir lo que piensas y 2.- aguantar lo que te dicen”. José Agustín no te decía: “no sirves para esto”, te criticaba de manera cortés, todas sus observaciones te las decía educadamente y la semana siguiente debíamos traer el texto corregido.

MC.- José Agustín era severo en sus críticas, me consta porque, en diciembre de 2005, me dijo que le prohibió a un personaje de Cuautla apodado “Cañaburros” decir que asistió a su taller, ¿qué pasó?, ¿conoces la historia?

NA.- El famoso Cañaburros se presentó con Edmundo Valadés, director de la revista El Cuento , le llevó un par de textos y le dijo: “maestro, me mandó José Agustín”, casi lo obligó a que lo publicara. Cañaburros escribía mucho, cosas de historia, José Agustín le decía: “mira Cañaburros , si todo lo que escribes lo corrigieras, y nos hicieras caso en las observaciones, para que te queden a la mitad los relatos, porque no te van a pagar por el kilo de papel”, pero por soberbia nunca hacía caso. Cañaburros le pidió a su papá que le publicara un libro y le pagó la autoedición, es un libro malísimo. Los dos cuentos que le llevó a Edmundo Valadés no salieron publicados en la revista porque el director habló con José Agustín y se dio cuenta que no lo había autorizado para hablar en su nombre o recomendar los cuentos para su edición. Yo hablé con Cañaburros , le dije: “la cagaste amigo, tú no puedes llegar con alguien y recomendar tu propia obra mintiendo que José Agustín recomienda que te publiquen”.

MC.- ¿José Agustín es tu padrino en el ritual católico o en el plano literario?

NA.- Cuando salí del bachillerato mi papá le pidió a José Agustín que fuera mi padrino de graduación del Cebetis 76, para poder llamarse compadres.

MC.- ¿José Agustín te prestaba libros?

NA.- Claro, a la fecha. Yo entraba a la biblioteca y podía traerme el título que quisiera a mi casa.

MC.- ¿Incluso un libro autografiado por García Márquez o Juan Rulfo?

NA.- Bueno, hay cosas que no puedes sacar de su casa en Brisas. Una vez salí con 20 libros de cine que me prestó para un programa de televisión, soy una privilegiada cuando me prestan algo de la biblioteca joseagustiniana siempre regreso los libros, no me he quedado con uno. Recuerdo que José Agustín me prestó dos libros de Milan Kundera: La broma y Los amores ridículos , cuando Kundera era un desconocido en México.

MC.- ¿Antes de que lo trajera Carlos Fuentes?

NA.- Todavía no lo publicaban en Vuelta , ni en Nexos . José Agustín traía los libros de Kundera desde Barcelona.

MC.- ¿Tienes idea de cuántos títulos hay en la biblioteca joseagustiniana?, recuerdo que está ordenada.

NA.- No, me parece que Yolanda de la Torre comenzó a ordenar la biblioteca y creo que terminó el trabajo la pareja de Enrique Serna, creo que ya está inventariada.

MC.- Pasemos a los Encuentros de Narradores, ¿cuál fue el primero?, ¿a quién conociste?

NA.- Un día de 1983, llegó José Agustín al taller y nos dijo: “oigan, qué creen, organicé un Encuentro de Narradores, hablé con el Pollo Campos, con Carlos Barreto del INAH y con el alcalde Alfonso Cerqueda, de aquí participarán fulanito y fulanita”. Yo estaba en la lista.

MC.- ¿Entonces los jóvenes talleristas compartieron le mesa con los narradores consagrados?

NA.- Claro. Pero yo le respondí: “Es un Encuentro Nacional de Narradores y yo soy poeta”. Me dijo: “no te puedes echar para atrás, tu nombre está en el póster de la UNAM, escribe algo en prosa”. Así que retomé la palabra de Alejo Carpentier como alguien que se va: “me alejo”, escribí una prosa poética, no sé cómo me salió. A la entrada del Encuentro de Narradores pusimos una mesa con la antología Transparencia de un insomnio (1983) para que los invitados compraran nuestro libro.

MC.- ¿Quiénes vinieron del Distrito Federal?

NA.- Recuerdo a Elena Poniatowska, Vicente Leñero, Margo Glantz, Alberto Ruy-Sánchez y María Luisa Puga, tengo las fotos, te pasaré una copia. Lo que no olvido fue que José Agustín me entrevistó durante el Encuentro de Narradores ante las cámaras del programa de Ricardo Rocha: “Para gente grande”, había entrevistado a un chorro de escritores consagrado y se coló esta cuata (risas), fue mi primera entrevista en televisión nacional.

MC.- ¿Dónde hospedaron a los escritores?, ¿dónde comieron?

NA.- En el hotel Vasco y comimos en La peña de don gato , una botanera que consiguió mi tío Arturo Alarcón, bebimos y bailamos. En la noche fumamos mariguana, ya había cumplido 18 años, ahí me hice amiga de Arturo Trejo, pero llegó mi papá y delante de todos me corrió de la fiesta.

MC.- ¿Quién asistió al segundo Encuentro de Narradores de 1984?

NA.- Recuerdo a Edmundo Valadés y Carmen Boullosa. Años después asistí a otro encuentro, debió ser el último en 1993, recuerdo a Juan Villoro, Ana Clavel, Mónica Lavín, Silvia Molina, Enrique Serna, Héctor Manjarrez, Hernán Lara Zavala, René Avilés y Fabio Morábito.

MC.- Finalmente, ¿por qué está en deuda la cultura morelense con José Agustín?

NA.- Todavía no dimensionamos la aportación cultural de José Agustín en Morelos, por falta de perspectiva. José Agustín participó en el Cine Club del Museo Casa Morelos, traía a Cuautla una selección de la Filmoteca de la UNAM, desmenuzaba la técnica de los guionistas, nos explicaba el contexto de la producción y la biografía del director. José Agustín llegó en un momento clave para Cuautla, puso en boga los talleres literarios, por ejemplo: Poli Délano organizó su taller en Cuernavaca, alguna vez nos visitaron dos discípulos de Poli en Cuautla, también había un taller literario en la Capilla de Guadalajara, de ahí salieron Jorge Esquinca y varios poetas. José Agustín se dio cuenta que hacía falta un taller de creación literaria en Cuautla, porque él había asistido al Centro Mexicano de Escritores con Rulfo y Arreola, así que replicó la idea. Nosotros no hubiéramos sabido qué es la buena literatura, tampoco hubiéramos conocido a los mejores escritores de México sin José Agustín. Muchas personas fueron tocadas por los talleres literarios de José Agustín, de tal manera que se dedicaron a la literatura y a la difusión de la lectura, ahora están chambeando en cosas relacionadas a los libros: Socorro Venegas en la UNAM, Leticia Luna en el INBA, Andrés Ramírez en Random House Mondadori , Jesús Ramírez en Almadía , David Medina Portillo en Vuelta y Letras Libres , yo estudié Letras en la UNAM. José Agustín aventó una piedra en el estanque de Morelos, todavía no sabemos si las ondas en el estanque llegarán más lejos.

Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=264412&titular=%93todav%EDa-no-dimensionamos-la-aportaci%F3n-cultural-de-jos%E9-agust%EDn-en-morelos%94-

 

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Antonio Márquez: “El DUA propone diseñar para la diversidad”

Por: Educación 3.0. 

Con una sólida trayectoria de 15 años como maestro de pedagogía inclusiva, Antonio Márquez explica cómo incorporar el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) al aula, de forma que incluya a todo el alumnado. Márquez ofrecerá las claves en la sesión informativa online ‘Diseñando unidades accesibles’, que impartirá el 3 de diciembre en el marco del Concurso Escolar del Grupo Social ONCE.

“Garantizar una escuela inclusiva que entiende que es el currículo el que debe adaptarse al alumnado y no al revés es el objetivo del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA)”, afirma Antonio Márquez. Mediante su implementación en el aula, el docente es capaz de realizar programaciones que incluyan alternativas para todo el alumnado. Hoy, Día Internacional de las Personas con Discapacidad se reivindica con más fuerza.

El Grupo Social ONCE se une a este objetivo con la puesta en marcha de su 36 Concurso Escolar. Bajo el lema ‘Once upon a time, La mirada de tod@s’, su objetivo es abordar la inclusión desde una mirada holística centrada en las capacidades de todas las personas y su desarrollo integral.

Para ello, y por cuarto año consecutivo, el Concurso Escolar ofrece recursos educativos como webinars formativos online interactivos a cargo de expertos en educación inclusiva y creatividad. Antonio Márquez, maestro de educación inclusiva, protagonizará el tercero de estos webinars el 3 de diciembre a las 19:00h con la sesión ‘Diseñando unidades accesibles’.

En esta entrevista, el autor del blog educativo Si es por el maestro, nunca aprendo, habla sobre los programas de aprendizaje, las herramientas de inclusión en el aula y la heterogeneidad de perfiles del alumnado.

36 concurso once Antonio Márquez

Pregunta: Hace 20 años se hablaba de diversificación curricular, ¿se ha superado este concepto?

Respuesta: Los programas de diversificación curricular fueron en su día una variante que el sistema educativo ofrecía a aquel alumnado que se entendía de antemano que no iba a alcanzar los objetivos de la ESO de una forma digamos “normalizada”. Actualmente se aboga por una escuela inclusiva que entiende que es el currículo el que debe adaptarse al alumnado y no al revés. Por esto, si en nuestras escuelas proponemos modelos más flexibles, no sería necesario “desviar” a ningún alumno o alumna por otro itinerario diferente al que hacen sus compañeros.

P: Como maestro en pedagogía inclusiva desde hace 15 años, ¿qué diferencias encuentras entre el método de diversificación curricular y el que recoge el DUA?

R: El DUA (Diseño Universal para el Aprendizaje) propone un cambio de mirada hacia el currículo para plantear un modelo pedagógico centrado en las barreras, que desde los diseños didácticos, organizativos y contextuales proponemos a gran parte de nuestro alumnado. Por ello, ofrecer alternativas para presentar la información a los estudiantes asegurando que todos y todas la comprenden según sus posibilidades; ofrecer alternativas para que el alumnado pueda expresar lo que ha aprendido, diseñando medios alternativos para evaluar ese aprendizaje; y sobre todo, ofrecer un modelo metodológico flexible, abierto y motivante para todos, donde los alumnos puedan empoderarse, participar y progresar con enfoques activos.

El modelo pedagógico propuesto en la diversificación curricular no hace más que diseñar un modelo didáctico adaptado centrado en las individualidades de sus estudiantes.

P: ¿Guardaría alguna relación el DUA con los programas de aprendizaje y rendimiento incorporados en la LOMCE? ¿Son efectivos estos programas?

R: Si entendemos bien el DUA, lo que nos propone es realizar diseños más accesibles que eviten las barreras a la participación, sea quien sea el alumnado que participe en este diseño. Por tanto, si el docente que está trabajando al frente de un PMAR propone diferentes alternativas y abre el currículo para que su grupo de alumnos pueda progresar en su aprendizaje, estará trabajando con un modelo DUA.

Sin embargo, el PMAR viene a ser una continuidad de los Programas de Diversificación con diferentes desenlaces y con un adelanto en la edad en la que los alumnos y alumnas pueden ser desviados de su grupo ordinario. Dentro del modelo actual de educación que tenemos, con contextos rígidos y currículos cerrados e inflexibles, puede que los PMAR sean eficaces para ciertos alumnos que no tienen cabida en esta rigidez y hermetismo, y encuentren en ellos un modelo ajustado a sus “dificultades”; no obstante lo que debemos preguntarnos es si ese es el modelo de escuela que queremos, un modelo que propone respuestas diferentes para alumnos diferentes; caminos distintos para alumnos distintos; y aulas donde no todos caben y son excluidos.

P: La inclusión, por tanto, es la columna vertebral sobre la que trabaja el DUA, ¿cómo se adapta a los diversos perfiles que hay en el aula?

R: El DUA parte de la variabilidad de todos los aprendices. Lo que se propone es diseñar para esa variabilidad. Y ese diseño debe entenderse dentro de dos aspectos esenciales: la alternativa y la elección. El docente debe diseñar su modelo didáctico sin pensar en un alumnado específico que pueda tener problemas. Es un cambio de mirada que debe partir de lo que cada docente puede hacer con su diseño para hacerlo más accesible.

Por tanto se trata de un trabajo que debe realizarse antes de su aplicación al aula; y esto conlleva un posterior chequeo continuo de la participación efectiva de su alumnado para re-ajustar el proceso e incorporar aquellos elementos que aún sigue necesitando su diseño curricular.

En este sentido, el DUA no es una metodología sino una forma de entender todo el proceso de enseñanza-aprendizaje que debe adaptarse a esos diferentes perfiles.

P: En la sesión formativa del Concurso Escolar ONCE que impartirás hoy 3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad, introduces la aplicación del DUA para transformar el aula, ¿qué herramientas son necesarias?

R: La herramienta principal es querer transformar nuestra escuela y poner empeño y creencia en este modelo. Una vez tengamos esto como base, necesitaremos incorporar muchas alternativas que pasarán necesariamente por el uso de las TICs y las TACs. Nadie que conozca el modelo DUA duda de su complejidad para ponerlo en práctica en el aula, sin embargo en esta sesión del 3 de diciembre me centraré en una máxima con la que “enganchar” al profesorado: hacer fácil el DUA. Simplificaremos toda la propuesta a unas pautas básicas para que el profesorado que asista pueda ir haciendo sus primeros “ajustes” en sus diseños didácticos y comience a interesarse por ir añadiendo cada vez más elementos propuestos en el DUA.

P: Teniendo en cuenta la heterogeneidad tanto del alumnado como de los docentes, ¿cómo hay que implementar el DUA en la formación del profesorado?

R: La formación del profesorado es absolutamente necesaria pero debe ir paralela a la transformación de los centros educativos en lugares de respeto y valoración de la diferencia, de lugares de acogida y convivencia donde la presencia de todos sus alumnos y alumnas sea su máxima. Por ello yo creo que es determinante que las propuestas de formación para las escuelas inclusivas comiencen por la formación de sus equipos directivos y equipos o departamentos de orientación. Una formación que no solo se quede en la implantación del DUA sino en ese cambio de culturas y políticas del centro.

P: ¿Qué papel juegan los materiales que ofrecen concursos como el del Grupo Social ONCE en dicha formación?

R: El Concurso ONCE tiene un modelo de trabajo que me parece excepcional. He participado activamente como “concursante” con mis alumnos y alumnas durante los últimos diez años y sus modelos didácticos, enlaces a recursos, actividades propuestas y formaciones paralelas han sido siempre de una gran ayuda, no solo al aula que participa, sino a todo el centro en general. Todo ello con el marco curricular legal en vigor, trabajando desde las competencias y los criterios de evaluación, dando así lugar a su cabida en las programaciones docentes.

Animo a todos los docentes a participar en este concurso que enriquece nuestra profesión, nos facilitan la participación con unidades didácticas especialmente diseñadas para hacerlo, y nos marcan modelos serios de trabajar de forma inclusiva.

Fuente de la entrevista: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/antonio-marquez-dua-disenar-para-la-diversidad/120222.html

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