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Entrevista a Natascha Strobl: Entre la extrema derecha y el conservadurismo radicalizado

Entrevista a Natascha Strobl

En su libro La nueva derecha: análisis del conservadurismo radicalizado, la politóloga austríaca Natascha Strobl indaga en la forma en la que algunos partidos conservadores clásicos han adoptado la retórica cultural y social de la extrema derecha. En esta entrevista explica cómo se produjo esa radicalización del conservadurismo tradicional y analiza, con datos y casos específicos, las derivas que esa mutación puede producir en el futuro.

Desde la segunda posguerra, los partidos conservadores clásicos constituyeron, en Europa Occidental, un pilar del consenso político construido junto a los socialdemócratas. A pesar de que ese acuerdo siempre estuvo atravesado por diversas tensiones y renegociaciones, el consenso se sostuvo, aunque modificado, a través del tiempo. Hoy la situación es diferente. Desde hace al menos una década, no son pocos los partidos conservadores que, habiendo sido pilares del consenso de posguerra, se han deslizado hacia discursos, retóricas y postulados ideológicos de la extrema derecha. La radicalización del conservadurismo rompe el pacto y establece una lógica de antagonismos diferente a la que los mismos sectores de la derecha habían planteado en el pasado reciente. Si bien entre el conservadurismo radicalizado y la extrema derecha existen posiciones divergentes, la comunión entre ambas tendencias políticas se ha vuelto, en determinados casos, indudable. ¿Cómo llegaron los partidos conservadores a usufructuar el discurso de las derechas extremas? ¿Qué papel jugaron las ideas de la Nouvelle Droite de Alain de Benoist en la radicalización de los conservadores? ¿Cómo han operado organizaciones juveniles de la nueva derecha como CasaPound en Italia en la normalización de los discursos radicales y en su introducción en el campo de los conservadores clásicos? Estos interrogantes son abordados de manera minuciosa por la politóloga austriaca Natascha Strobl La nueva derecha: un análisis del conservadurismo radicalizado, publicado recientemente en español por Katz Editores.

Natascha Strobl realizó sus estudios en la Universidad de Bergen (Noruega) y en la Universidad de Viena (Austria). Su libro, Radikalisierter Konservatismus. Eine Analyse (Suhrkamp, Berlin, 2021), publicado en español por Katz Editores bajo el título La nueva derecha. Análisis del conservadurismo radicalizado le ha valido un fuerte reconocimiento internacional.

En esta entrevista, Natascha Strobl analiza las formas de radicalización política de los conservadores tradicionales, indaga en las relaciones entre extrema derecha y conservadurismo, y desmenuza, con argumentos sociológicos y politológicos, el nuevo escenario de derechización política.

Texto:

En La Nueva Derecha: un análisis del conservadurismo radicalizado, usted realiza un análisis de los movimientos de la nueva derecha en Europa. Por un lado, examina el surgimiento de nuevos movimientos de extrema derecha, pero al mismo tiempo observa la transformación que, en diversos países, está produciendose en el interior de los partidos conservadores clásicos. En ese sentido, usted acuña la definición de «conservadurismo radicalizado» para dar cuenta de la mutación que la extrema derecha produce en las estructuras tradicionales de los conservadores. ¿Cuáles son las causas que la provocan? ¿Por qué algunos de los partidos conservadores tradicionales, que fueron fundamentales, junto a los socialdemócratas, en la construcción del consenso político y económico de la posguerra, están adoptando posiciones que los alinean más estrechamente con los movimientos de extrema derecha?

Cuando comencé a desarrollar el libro, estaba observando el giro radical que se desarrollaba en diversos partidos conservadores, sobre todo en aquellos que podríamos denominar tradicionales o clásicos, que dominaron la esfera europea desde la segunda posguerra. Podía constatarse que algunos de estos partidos históricos, pero también otros formados más recientemente, comenzaban a adoptar planteos de la extrema derecha, rompiendo así algunas de sus posiciones y estableciendo procesos de transición hacia enfoques más radicales. Entre los casos de partidos conservadores más recientes que asumían postulados de la derecha radical estaba, por supuesto, Fidesz, nacido a finales de la década de 1980 en la Hungría comunista. Se trataba de un partido que, originalmente, sostenía posiciones liberal-conservadoras, pero que, bajo las diversas administraciones de Víktor Orban había comenzado a declinarse por posiciones nacional-conservadoras, llevando a Hungría a una deriva iliberal. Algo similar sucedía con el Partido Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco), un partido nacido como una escisión de Solidarność, la organización de Lech Wałęsa. Inicialmente había sostenido su vocación de constituirse como un partido de la derecha demócrata-cristiana, pero rápidamente derivó en una derecha nacional-conservadora. Por supuesto, este caso era particular, en tanto su partido era relativamente nuevo. Pero el mismo fenómeno había comenzado a operar en otros partidos conservadores clásicos. En mi propio país, el Partido Popular Austríaco (ÖVP, por sus siglas en alemán), la organización característica y tradicional de la derecha conservadora y demócrata-cristiana, comenzó una mutación de este tipo en 2017, cuando Sebastian Kurz consiguió hacerse con el mando partidario y, pocos meses después, de la Cancillería del país. Bajo el mandato de Kurz, el ÖVP vivió un proceso de desdemocratización interna, al tiempo que asumió e importó aspectos sustanciales de la agenda de la extrema derecha representada por el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ, por sus siglas en alemán). Entre esos temas se encontraban, por supuesto, el rechazo de la inmigración, la guerra contra el islam y los extranjeros, entre otras muchas materias. Aunque con características diferentes, el Partido Republicano de Estados Unidos, vivió también un proceso de acrecentamiento de sus bloques más radicales, que se expresó claramente en la elección de Donald Trump como su candidato –y luego como presidente– en 2016. En términos de partidos conservadores, hay también otros casos. El del Partido Popular Suizo es uno de ellos. A pesar de que no se trata de uno de los partidos que resultaron centrales en el acuerdo de posguerra –el partido se formó, tras una serie de fusiones, en 1971–, sí forma parte de aquellas organizaciones que se deslizaron desde un inicial conservadurismo hacia posiciones de derecha radical.

En definitiva, mi trabajo busca entender un escenario amplio del conservadurismo radical. Por un lado, la radicalización por derecha de una serie de partidos conservadores tradicionales. Por otro, la apelación al conservadurismo por parte de espacios y organizaciones de extrema derecha. Y, por supuesto, la radicalización de la tradición de los conservadores, que no necesariamente se constituye como parte de partidos, sino que es también una tradición ideológica.

Me gustaría centrarme, en principio, en el caso de los partidos conservadores que desarrollan mutaciones –en mayor o en menor grado– hacia posiciones más extremas. Si bien usted afirma que esta transformación no se produce en todos los casos, verifica este proceso en diversas organizaciones y afirma que, en estos casos, se produce una ruptura con la tradición adoptada por el conservadurismo democrático durante el período de posguerra. En el mismo sentido, aclara que muchos de los cambios y radicalizaciones se produjeron, sobre todo en el terreno económico, desde la década de 1970. ¿Es este el momento de la radicalización cultural?

Claramente, los partidos conservadores tienen una tradición extensa. Una de sus particularidades consiste en haberse apoyado en facciones muy diversas de la burguesía, pero también de encontrar apoyos entre los trabajadores calificados o de cuello blanco y en el campesinado. En buena medida, al igual que los socialdemócratas dentro de la izquierda, los partidos conservadores lograron atrapar algo más que a sus clásicos electores, desarrollando mensajes amplios y «atrapa todo». Su papel en el acuerdo de posguerra, tal como usted dice, fue clave. Ese acuerdo, siempre móvil y sujeto a cambios, se sustentó sobre el principio de que los socialdemócratas, más apoyados en las fuerzas sindicales y de los trabajadores, y los conservadores, más sostenidos en el empresariado, se reconocían entre sí y se validaban. Cada una de las fuerzas, por supuesto, intentaba desarrollar sus políticas –que se diferenciaban claramente–, pero asumiendo un compromiso con el régimen político. En ambos casos, se consideraba que, al final, debía prevalecer una política de conciliación. Este proceso no modificaba las características centrales de los partidos conservadores ni su ideología.

Es completamente cierto que el consenso de posguerra, apalancado por socialdemócratas y conservadores, siempre fue móvil y tuvo sus respectivas renegociaciones. De hecho, en mi libro hago mención a su fragilidad. En Reino Unido, durante las administraciones de Margaret Thatcher, los conservadores desarrollaron iniciativas de cambio económico y social profundas, haciendo caso omiso a los planteos de la oposición política y evitando la cooperación. Aplastaron a los sindicatos y transformaron completamente muchas ciudades de clase obrera. El neoliberalismo proviene, en buena medida, de aquella experiencia que se extendió progresivamente al resto de los países.

Sin embargo, es igualmente cierto que el consenso tradicional siguió existiendo, aun cuando tuviera ya modificaciones sustanciales. Lo que ha sucedido ahora es diferente. Y es la ruptura clara y nítida del pacto. Como usted sabe, tradicionalmente los partidos conservadores apelaban a sostener el orden existente. Cuando querían hacer transformaciones importantes, pensaban en términos bastante moderados o cautelosos. Al adoptar, en cambio, las posiciones de la extrema derecha, que busca un cambio brusco y rápido del orden, se han radicalizado en un apartado en el que no lo habían hecho anteriormente. El punto fundamental consiste en entender que este conservadurismo radicalizado rompe el equilibrio histórico de las fuerzas conservadoras. Ahora, al mismo tiempo que sostienen una cierta radicalidad económica (producto de la Revolución Conservadora thatcherista) se suma una radicalidad sociocultural (apelar a las estrategias discursivas y de batalla cultural de la extrema derecha). Esto modifica nítidamente la fisonomía de estos partidos conservadores. En los casos en los que el conservadurismo efectivamente se radicaliza y llega al gobierno, como en el caso austríaco, se rompen reglas y acuerdos que, anteriormente, los conservadores tendían a respetar.

En su libro, usted analiza acabadamente el caso austriaco y el estadounidense, pero menciona también otros. Pese a ello, hay ejemplos, como el francés, en el que la fuerza tradicional de la derecha, Los Republicanos, no desarrolla el mismo proceso y, al menos por ahora, tampoco se verifica eso en la derecha tradicional alemana. En ambos países, la extrema derecha crece, pero no necesariamente sus planteos son adoptados por los partidos conservadores tradicionales…

Es correcto. Esta situación no se produce en todos los casos, aunque en muchos partidos conservadores y de la derecha tradicional en la que esas corrientes no se han vuelto hegemónicas, sí se verifican facciones que explicitan búsquedas similares. Existen otros casos, por supuesto, en los que la radicalización conservadora se produce con escisiones, como en el caso de Países Bajos. Geert Wilders, el dirigente político del Partido de la Libertad, ubicado en la extrema derecha, proviene de las filas del Partido Popular por la Libertad y la Democracia, el clásico partido liberal-conservador neerlandés. Por otra parte, en el análisis del conservadurismo radicalizado no solo se desarrolla un enfoque sobre las organizaciones tradicionales, sino sobre las capas sociales de votantes que se radicalizan (y que pueden migrar del conservadurismo clásico a la extrema derecha). Se trata no solo de un fenómeno político, sino también sociológico.

Para explicar estos procesos usted apela, de hecho, al concepto de «burguesía cruda», acuñado por el sociólogo Wilhelm Heitmeyer. ¿Qué implica este concepto y por qué es importante para comprender la radicalización no solo en términos políticos y circunscriptos a las organizaciones tradicionales del conservadurismo, sino también en torno a clivajes sociológicos y culturales?

Es importante destacar que la crudeza y la violencia atraviesan a diversos estratos sociales y no se circunscriben únicamente a la burguesía, como lo evidencian numerosos ejemplos de crudeza contra determinadas minorías que se expresan de modo transversal en las diferentes clases sociales. Pero, ciertamente, lo que nos ocupa en este caso es la crudeza burguesa, tal como la define Heitmeyer. El concepto sociológico que desarrolla Heitmeyer toma en cuenta, sobre todo, los procesos de radicalización que se producen en el interior de las clases medias en momentos críticos y de desintegración social. Cuando Heitmeyer se refiere a la «crudeza burguesa» no apela solo a la burguesía en términos económicos, sino a lo que podemos comprender como los «modales burgueses», los modales que han sido tomados como sinónimos de «civilizados». Lo que Heitmeyer evidencia es que, detrás de esos modales, se verifican actitudes fuertemente autoritarias que, en contextos menos críticos, no se expresan abiertamente. Sin embargo, cuando emergen lo hacen en forma violenta, apuntando directamente contra el contrato social y los espacios de solidaridad. Entre los estratos burgueses y las clases medias más acomodadas esta crudeza se manifiesta en fuertes sentimientos de superioridad cultural que, con anterioridad, habían estado ocultos por una fachada de suavidad exterior. Cuando esa fachada desaparece, la burguesía aparece de manera cruda, apelando a una ideología que ve a grupos y a personas como inherentemente desiguales. En ese sentido, la burguesía cruda se posiciona nítidamente contra el Estado de Bienestar y contra las prestaciones sociales a personas desfavorecidas, al mismo tiempo que sostiene una cierta posición de darwinismo social. Por otra parte, establece tipos ideales de sociedad basados en la meritocracia, despreciando a aquellos grupos a los que ve como contrarios a esta. La diferencia entre esta crudeza burguesa y otras crudezas es que esta tiende a ser socialmente aceptada.

Cuando los conservadores hacen uso de esa crudeza –que parecía reservada para expresiones más radicales de la extrema derecha– se evidencia un pasaje al conservadurismo radicalizado. O, dicho de otro modo, cuando los conservadores clásicos asumen la posición cultural de la extrema derecha y se impulsan mediante la crudeza burguesa –deslizándose hacia un discurso que ataca directamente a sectores socialmente desfavorecidos y a los extranjeros–, se ejecuta la operación del conservadurismo radicalizado.

Uno de los puntos principales de su ensayo estriba en introducir una diferencia entre el conservadurismo radicalizado y la extrema derecha. Si bien usted ve tendencias similares en términos culturales y sociales, marca una distinción en términos económicos: en algunos casos la extrema derecha sostiene todavía posiciones estatalistas (aunque aclara también que las hay neoliberales), mientras que el conservadurismo radicalizado apuesta más nítidamente por la desregulación, la privatización y la flexibilización. ¿En qué medida ese sostenimiento se deriva, ahora sí, de una tradición constituida a partir de la década de 1970 con la Revolución Conservadora de Thatcher y Reagan?

Efectivamente, los conservadores han tendido más al neoliberalismo. Esto no implica que no existan partidos u organizaciones de la extrema derecha que también asuman esa posición económica neoliberal–de hecho, es claro que sucede–, aunque en ese campo hay una mayor mixtura. Si en algunos casos la extrema derecha toma posiciones neoliberales, en muchos otros se presenta como la garante del Estado de Bienestar. Esto es visible, por ejemplo, con los Demócratas de Suecia, que se han convertido en los defensores más furibundos del Estado de Bienestar desde una posición chovinista: consideran que debe ser solo para los suecos y no para los inmigrantes. Esto es bien diferente en el caso de los partidos conservadores que, como usted plantea, fueron aquellos que más se adaptaron (e incluso propagaron) la Revolución Conservadora de Thatcher y Reagan. Estos partidos no están, a priori, interesados en sostener el bienestarismo, del que participaron fuertemente durante el consenso de la segunda posguerra. Es muy claro que, al radicalizarse, participan de las guerras culturales propias de la extrema derecha, pero sus posiciones neoliberales se sostienen. En los dos casos que analizo, el de Trump y el de Sebastian Kurz, esto es particularmente visible. Ambos, por supuesto, pertenecen y participan en partidos conservadores clásicos –el Republicano de Estados Unidos y el Popular de Austria– y en los dos se verifica el desarrollo de posiciones de desmantelamiento del Estado de Bienestar –o lo que haya de él en cada caso–. Conviene recordar que Trump se enfrentó al seguro de salud en su primer día de gobierno, lanzando sus dardos contra el Obammacare a través de una política que llamó Repeal and Replace (derogar y sustituir). Por supuesto, a eso sumó su reforma fiscal, claramente beneficiosa para los más ricos, y la Ley de Recortes y Empleos que se dirigió en el mismo sentido. En el caso de Kurz, este tipo de posiciones fueron visibles con la reforma del Ingreso Mínimo Ciudadano, que no solo apuntó en una dirección neoliberal, sino en términos de lucha contra los inmigrantes y los pobres, al vincular la prestación a un determinado nivel de estudios y competencias lingüísticas. De más está decir que la dirección neoliberal se verificó también en la posibilidad de que las empresas extendieran las jornadas laborales de sus empleados a 12 horas y en la reducción de las prestaciones de desempleo.

Uno de los aspectos sustanciales de la extrema derecha, pero también del conservadurismo radicalizado es su lectura de lo que se conoció, en la década de 1960, como la Nouvelle Droite (Nueva Derecha) impulsada, entre otros, por Alain de Benoist. ¿Qué implicancias ha tenido ese pensamiento?

Efectivamente, la Nouvelle Droite francesa, propiciada en la década de 1960 por Alain de Benoist ha tenido un papel clave, tanto para la extrema derecha como para el conservadurismo radicalizado. En primer lugar, la Nouvelle Droite recuperó lo que el publicista suizo Armin Mohler denominó, en 1949, como la «Revolución Conservadora». Mohler utilizaba el término para designar a una red informal de pensadores antiigualitarios y reaccionarios como Oswald Spengler, Edgar Julius Jung, Otto Strasser y Ernst Jünger, que, a diferencia de otros pensadores reaccionarios, buscaban, no ya un «retorno al pasado», sino un avance en la historia. Es decir, tenían una perspectiva de futuro. En segundo término, la Nouvelle Droite ha sido importante en tanto su planteo ha consistido, fundamentalmente, en escoger como campo de batalla principal, ya no el terreno estricto de la política, sino el de la cultura. En este sentido, asumía una actitud «prepolítica», aspirando a dar primero una «batalla cultural». Para ello se montaba sobre las posiciones teóricas de Antonio Gramsci, usufructuando su concepto de hegemonía y desplazándolo a la lucha de la derecha. Por supuesto, descartaron todos los aspectos propios de la posición comunista de Gramsci y se concentraron en la lógica procedimental planteada por el pensador italiano. Asumieron la posición gramsciana de que, para conseguir una verdadera transformación política, era preciso cumplir un requisito previo: lograr una aceptación social amplia. En tal sentido, asumieron que la derecha precisaba construir una hegemonía cultural y social, y no solo acceder al poder. Tomaron, asimismo, la noción gramsciana de «bloque histórico» y la utilizaron para sus propias motivaciones. La principal deriva de esta posición se ha centrado en el lenguaje. Aunque Gramsci entendía la hegemonía como un proceso amplio y complejo en la que el lenguaje era solo un elemento, la Nueva Derecha ha tendido a verlo como un aspecto sustancial. En su razonamiento, el lenguaje constituye un arma para destruir la discursividad democrática. Un aspecto importante a tener en cuenta para comprender la relación de la Nueva Derecha con el conservadurismo radicalizado es que, desde un inicio, se trató de un espacio mixto o superpuesto. Por un lado, operaba en la extrema derecha más claramente neofascista o neonazi. Por el otro, trabajaba intelectualmente sobre miembros de las elites cultas de derecha, principalmente conservadoras. En este sentido, cubría tanto el apartado más claramente radical, como al del conservadurismo burgués.

Al analizar la forma en la que las ideas de la Nouvelle Droite ingresaron más fuertemente en el campo del conservadurismo clásico, devenido en radical, usted hace énfasis en una serie de organizaciones a las que denomina como las herederas de aquellas ideas nacidas en la década de 1960. ¿Cuáles son esas organizaciones y qué papel han cumplido en la diseminación de estas ideas y en su «normalización»?

Cuando me refiero a las «nuevas organizaciones de la nueva derecha» pienso, puntualmente, en expresiones como las que han tenido lugar en Italia con CasaPound o en Alemania con el Instituto de Política Estatal (IfS, por sus siglas en alemán). Estas organizaciones han heredado y leído en profundidad los planteos de las Nouvelle Droite y de Alain de Benoist, pero han avanzado más fuertemente en las batallas culturales. CasaPound1, una organización nacida en Roma en 2003, ha intentado, desde un inicio, mixturar la tradición del fascismo y del neofascismo italiano con la cultura pop. La estrategia de CasaPound ha consistido, fundamentalmente, en el desarrollo de acciones «metapolíticas», desarrollando medios de comunicación, pero también actividades deportivas, grupos musicales y exposiciones artísticas. El punto fundamental de organizaciones como CasaPound es disipar la imagen vetusta y anticuada de la extrema derecha y adaptarla a un público joven y moderno. De hecho, la mayor parte de los miembros, simpatizantes y activistas de CasaPound son jóvenes, por lo general de sectores medios y universitarios. En buena medida, y así lo he analizado junto a mis colegas Julian Bruns y Kathrin Gloesel, organizaciones como CasaPound, pero también Generation Identitaire en Francia, pertenecen a lo que se conoce como el «movimiento identitario». Se trata de una generación joven dentro de la «nueva derecha». ¿Por qué es importante? Porque, desligada de sus clásicas posiciones neofascistas o neonazis, y con una imagen más adaptada a los tiempos, logran constituirse como mediadores entre el extremismo de derecha y el conservadurismo tradicional, fortaleciendo el conservadurismo radicalizado. En buena medida, permiten trazar una zona de transición entre ambas corrientes y desarrollar una cultura que oculta algunas de sus posiciones bajo argumentos relacionados con la tradición, la libertad, la identidad y la patria.

Usted trabaja sobre dos casos particulares del conservadurismo radicalizado: el de Donald Trump en Estados Unidos y el de Sebastian Kurz en Austria. En su libro no solo los define como exponentes de esa corriente, sino que evidencia una serie de rasgos comunes en sus respectivos gobiernos. ¿Cuáles son esos rasgos y por qué constituyen pilares del conservadurismo radicalizado?

Ambos personajes, Kurz y Trump, me interesaban en la medida en la que encarnan explícitamente el conservadurismo radicalizado. Los dos disputaron electoralmente por las fuerzas de derecha clásicas de sus países (el Partido Republicano y el Partido Popular Austriaco), pero conectando con dinámicas y lógicas culturales del extremismo de derecha. Una particularidad, que me permitía al mismo tiempo un análisis más situado y concreto, es que ambos llegaron al poder casi al mismo tiempo, expresando así una corriente de ascenso de conservadores radicalizados. En el libro detallo claramente una serie de rasgos comunes entre los conservadores radicalizados –que, en algunos casos pueden ser compartidos por la extrema derecha–. En primer lugar, el conservadurismo radicalizado desarrolla una violación calculada de reglas formales y de reglas informales. La razón es muy evidente: los conservadores radicalizados pretenden romper una serie de consensos establecidos en la política, borrando así algunas normas establecidas entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que es correcto y lo que no lo es. Desobedecer o forzar las reglas contribuye a la idea de una ruptura, señala una diferenciación con cierto establishment guiado por una serie de normas, pero además les permite expresar, incluso dentro del gobierno, una posición de disconformidad con el sistema. Aun cuando en sus políticas estén completamente alineados con el capitalismo, la ruptura de reglas formales e informales les habilita presentarse como «incorrectos», dejando al resto –a aquellos que exigen la consecución de normas– en la posición de «lo establecido».

Tanto en el caso de Kurz como en el de Trump, esto se evidencia de modo muy nítido, aún con sus diferencias de personalidad y carácter. Kurz, un hombre más bien distante y duro, llevó la ruptura de las reglas informales a un lugar inédito en Austria cuando se negó, en 2021, a participar de la celebración oficial de la liberación en el campo de concentración de Mauthausen. Esa celebración fue llevada a cabo por todos los cancilleres austríacos, y la negativa de Kurz y de su comitiva a participar en una conmemoración que es la base simbólica de la Segunda República implicó una clara ruptura de una regla informal que, por supuesto, luego fue usufructuada por su propio partido. De hecho, al día siguiente, el parlamentario Martin Engelberg, perteneciente al partido de Kurz, declaró que la celebración en el antiguo campo de Mauthausen estaba siendo «utilizada por los partidos políticos». Trump, por supuesto, no fue menos que Kurz. Desde un inicio, utilizó las redes sociales, y especialmente Twitter, para denigrar e insultar a sus adversarios. Su intento fue normalizar este tipo de situación, pero lo cierto es que el tipo de improperios de Trump constituyen una ruptura de reglas informales. Son impropias de un político profesional. El punto fundamental es que la ruptura de esas reglas es, para sus seguidores, completamente entusiasmante. Esta ruptura de reglas, por supuesto, no se limita solo a las tácitas o no escritas, sino, como le decía, también a las formales, como lo demostró, por ejemplo, la llamada de Trump al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, pidiéndole que «encontrara» los 11.779 votos que necesitaba para ganar ese estado –hecho que luego llevó a investigaciones por manipulación electoral—.

Usted afirma que este conservadurismo radicalizado desempodera las estructuras de los partidos. ¿Por qué y cómo sucede este fenómeno?

En tanto el conservadurismo radicalizado apuesta por una polarización permanente y se sostiene sobre líderes fuertes, rompe parte de las estructuras partidarias de cambio y renovación permanentes. El conservadurismo radicalizado pone a los partidos al servicio del líder, y no al revés. La figura del líder refleja un «nosotros» que se presenta de forma homogénea, mientras que las estructuras partidarias dan cuenta, por lo general, de una cierta diversidad. Cuando los partidos conservadores se radicalizan y apuestan por un tipo de liderazgo de este tipo, rompen parte de lo que fue su tradición durante la segunda posguerra. En aquel momento, si bien los distintos líderes partidarios podían tener posiciones divergentes, se asumía que los líderes servían al partido, lo que daba cierta previsibilidad. Cuando el conservadurismo se radicaliza, y siempre lo hace a través de una figura de liderazgo fuerte y unificador, son los partidos los que sirven al líder. El caso de Trump, que encontró resistencias al inicio, es ejemplificador: a medida que fue avanzando, logró disciplinar a los distintos líderes del Partido Republicano y solo se enfrentaron a él aquellos que no tenían ninguna posibilidad real de triunfo. En 2021, luego de la derrota de Trump, Liz Cheney, la tercera persona con más poder dentro del Partido Republicano, tuvo que dejar su cargo por discutir la denuncia trumpista de que las elecciones habían sido fraudulentas. Kurz solo aceptó ser presidente de su partido si se le otorgaban plenos derechos para decidir sobre el personal y sobre asuntos asociados al presupuesto. Esto rompió completamente el orden del ÖVP, un partido conservador clásico en el que los gobernadores provinciales siempre habían tenido una posición de importancia sobre estas materias. En el caso de Kurz la transformación del partido llegó incluso a sus características estéticas y de imagen, transformando la marca del partido y cambiando su color del negro al turquesa, buscando además transformarlo de un partido a un movimiento. Además de rebautizarlo popularmente como el Nuevo Partido del Pueblo, Kurz puso ese título en la boleta electoral, identificándose así ese «nuevo ÖVP » con el propio Kurz. En este proceso hay que mirar, también, la actitud de la extrema derecha representada por el FPO, en tanto muchos de los slogans usados por Kurz y el ÖVP empezaron a parecerse nítidamente a los de ese partido.

¿Cómo modifica el conservadurismo radicalizado la posición que el conservadurismo clásico tenía con sus adversarios políticos e ideológicos?

Este es un punto importante porque, efectivamente, el conservadurismo tradicional, al formar parte de un consenso y de un pacto sobre el régimen político, antagonizaba de forma democrática –aun cuando pudieran ser duros con las palabras– con sus adversarios. Esto se modifica con los procesos de radicalización de los conservadores. En primer término, el conservadurismo radicalizado, al abonar posiciones que tienden a pensar en la existencia de una «red global» de izquierdistas y progresistas que dominan los medios y la cultura construyendo un sentido común «políticamente correcto», desarrolla un antagonismo contra enemigos que no siempre son directamente identificables. El conservadurismo radicalizado se coloca, en tal sentido, en la posición de «la gente común», la «gente trabajadora», apelando a un sentido según el cual, «los otros», los que quedan fuera de ese esquema, constituyen el enemigo. Hay gente que hace un «trabajo real» y otra que no. En tal sentido, el conservadurismo radicalizado apela a una polarización más profunda que el conservadurismo clásico, sobreexcitando a la sociedad en un antagonismo permanente. El punto sustancial es que los conservadores radicalizados pretenden que ese antagonismo permanente se constituya como una nueva normalidad. Personajes como Kurz y Trump, transforman, de hecho, la forma de debate con la oposición política, en tanto ya no buscan llegar a acuerdos (como sucedía en la lógica del conservadurismo tradicional) ni establecer mediaciones. Su intención es fidelizar mayorías. A esto se suma un segundo elemento: ya no solo tienen un enemigo político institucional (los partidos opositores), sino que buscan construir un enemigo extraparlamentario. Esto se vuelve muy evidente en el modo en el que Trump se refería, por ejemplo, a Antifa o al movimiento Black Lives Matters. Por empezar, Antifa no constituye una organización, sino solo una etiqueta general para denominar a grupos que se presentan como antifascistas. Al darle una uniformidad y plantear que se trataba de una «organización terrorista», Trump desarrollaba una imagen del enemigo extraparlamentario que permitía solidificar su vínculo con sus propios adherentes y seguidores. Kurz hacía lo propio hablando de «activistas de extrema izquierda» y vinculándolos a lo que llamaba «islam político». Creo que un aspecto fundamental para entender al conservadurismo radicalizado es tener en cuenta que su forma de antagonizar con los opositores proviene del repertorio de la extrema derecha. No solo los partidos tradicionales de la izquierda, sino también los medios, los intelectuales, los trabajadores culturales, son puestos en el lugar del «mismo poder», de un «establishment progresista». Esto construye un nuevo tipo de polarización, con adversarios políticos identificables y grupos más porosos.

En esto se ve también el papel que las batallas culturales tienen para los conservadores radicalizados…

Exactamente. No debemos olvidar que uno de los aspectos del conservadurismo radicalizado consiste en participar activamente de las guerras culturales que han caracterizado a la extrema derecha. De hecho, las llamadas batallas culturales parecían, en un principio, reducidas a las extremas derechas, que habían desplazado su terreno de acción de la política al campo de la cultura. Ese deslizamiento le permitió entender a los partidos de un nuevo modo: no ya como organizaciones que pretenden gestionar y que discuten entre sí las decisiones y las orientaciones, sino también como ordenadores culturales que preconizan un tipo de futuro y de orden. Por supuesto, el carácter de la guerra cultural tiene un sentido moral: se presenta como una lucha antagónica entre un «nosotros» y un «ellos» que se corresponde con los «buenos» y los «malos». Lo que hace el conservadurismo radicalizado no es importar simplemente la lógica del antagonismo de la extrema derecha (los nativos contra los inmigrantes o contra los islámicos que «destruyen la cultura nacional»), sino mixturarla con la perspectiva polarizadora de los neoliberales (dividiendo, por ejemplo, a los trabajadores de los perezosos o los holgazanes). En este sentido, el conservadurismo radicalizado funde posiciones, combinando cuestiones relativas a la identidad con la clase.

¿Cómo opera, en el conservadurismo radicalizado, la cuestión de la identidad nacional a la hora de producir ese antagonismo? ¿En qué medida los conservadores tradicionales de Europa que forman parte de procesos de radicalización asumen teorías conspirativas como la del «gran reemplazo»?

Desde un inicio, los llamados «identitarios» de la nueva derecha enlazaron con la teoría del «gran reemplazo». Según esa posición conspirativa, Europa se encuentra en un estado de alerta porque su población y su «identidad» serán sustituidas debido a la inmigración, sobre todo la de países islámicos. En el fundamento del movimiento identitario está la reivindicación de lo que consideran una suerte de «identidad autóctona», tanto nacional como continental. En tal sentido, se encuentra la marca de lo que se ha conocido como «etnopluralismo». Según el etnopluralismo cada cultura se corresponde con un espacio en particular, por lo que las diversas no deberían mezclarse, sino, por el contrario, «mantenerse limpias». Este proceso deriva en una homogeneización nacional y en una defensa de «valores autóctonos». Esa posición, sin embargo, ya no es patrimonio exclusivo de los identitarios, sino que ha pasado a formar parte del repertorio de los conservadores que se radicalizan. En el caso de Kurz, del que hemos estado hablando, esa tesis se manifestó muy nítidamente cuando su partido, el ÖVP, afirmó que la izquierda buscaba cambiar la composición del país a través de naturalizaciones masivas y dándole el derecho de voto a los extranjeros. A esto se sumó, con mucha claridad, la batalla de Kurz contra lo que denominó como «islam político», cuando quiso introducir, en 2020, una ley en la que sindicaba a los musulmanes como una población homogénea y les imputaba posiciones unívocas.

La extrema derecha solía tener características antisemitas. Ahora parece haber una escena de mixtura: por un lado, se manifiestan posiciones antisemitas asociadas a las teorías conspirativas sobre George Soros –a quien algunos retratan incluso con las características faciales que el nazismo les imputaba a los judíos en sus caricaturas–, pero al mismo tiempo se produce una defensa del Estado de Israel y, sobre todo, de su líder, Benjamin Netanyahu. ¿Se ha deslizado la derecha radical a la islamofobia, aun sosteniendo sustratos antisemitas?

Efectivamente, se trata de una escena compleja y hay deslizamientos desde el antisemitismo a la islamofobia. Pero, tal como usted dice, hay posiciones antisemitas que permanecen y se verifican, por ejemplo, en la personificación de Soros. Lo cierto es que parte de la extrema derecha puede tener un sustrato cultural antisemita, pero enlazar con el régimen iliberal de Netanyahu. Viktor Orbán es el ejemplo perfecto de esa situación: es alguien que no solo ha hecho campaña en relación al tema Soros, sino que ha manifestado posiciones antisemitas, y, sin embargo, sostiene que Netanyahu es un «gran líder». Pero, por otra parte, debemos agregar algo más a esta cuestión: en esta estrategia general de las derechas radicales, tampoco a Netanyahu parece importarle demasiado tener relación estrecha con líderes con trasfondos antisemitas. Hay una alianza estratégica allí y es necesario pensarla.

Permítame hacerle una última pregunta. Su libro comienza planteando una cuestión esencial: que se discute demasiado sobre la crisis de la izquierda y la socialdemocracia, y muy poco sobre la del conservadurismo tradicional. Pero, en términos muy concretos, usted relaciona una situación de crisis con la otra. ¿La izquierda ha tenido también una responsabilidad en este proceso? ¿Cuál ha sido su problema? ¿No haber conseguido unificar demandas materiales y posmateriales?

Ninguno de los líderes del conservadurismo radicalizado cayó del cielo. En buena medida, y comparto lo que usted plantea, son también una respuesta al modelo precedente. Durante demasiado tiempo, conservadores y socialdemócratas se parecieron, y se instaló una dinámica en la que parecía que ningún otro tipo de cambio era posible.   Esa idea de una imposibilidad de cambios llevó a lo que Colin Crouch denominó como una «postdemocracia». Al no producir cambios sustanciales, los socialdemócratas fueron vistos como parte de un sistema que, en sí mismo, se había vuelto conservador. La radicalización de los conservadores y su apelación a cambios y transformaciones modificó un panorama político anquilosado en algo peor. Pero, ciertamente, existe una responsabilidad de las fuerzas de la izquierda partidaria que, durante años, han ocupado un lugar en el sistema político sin desarrollar una serie de políticas coherentes desde el propio poder. Pero a este respecto, me gustaría decirle algo: volver para atrás tampoco es la solución. Creo que cierta nostalgia por el pasado puede producir incluso posiciones que no alienten una transformación. El sistema político está cambiando de forma notable y el estado que yo conocí, y sobre todo el que conocieron mis padres, no existe más. Lo hemos dicho: desde 1945, socialdemócratas y conservadores, estabilizaron el sistema político, desarrollaron una economía social de mercado y buscaron una conciliación de intereses. Pero los partidos conservadores claramente no están hoy en esa posición. Los socialdemócratas intentan, de un modo u otro, volver a esa «vieja normalidad». Si la socialdemocracia no quiere estabilizarse como una fuerza conservadora, tiene que plantear un horizonte diferente. ¿Cuál es el camino que puede proponer hacia adelante? Esa es la gran pregunta y debe atreverse a hacérsela.

Fuente de la información e imagen: https://nuso.org

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Austria prueba test de detección de covid-19 en forma de chupeta o paleta para los niños

Austria prueba test de detección de covid-19 en forma de chupeta o paleta para los niños

Austria probó en jardines de infancia dispositivos de detección de covid-19 en forma de piruleta, una alternativa para los niños que temen los test nasales o en la garganta.

Un grupo de pequeños probó esta semana en una guardería de Viena este nuevo procedimiento.

Con la reapertura de los centros escolares, se teme que las variantes más contagiosas del virus se expandan, especialmente entre los niños.

Para “controlar los contagios” y proponer “una alternativa sensible a otras opciones de test”, la provincia austriaca de Burgenland ya reservó 35.000 de estas pruebas de detección, dijo a la AFP un portavoz del gobierno regional.

Los padres de esta región recibieron una carta para informarles que cada niño recibiría gratuitamente tres de estos test por semana.

“Es lógico tener controles más estrictos en el ámbito de la educación”, dijo Dominik Krotschek, padre de un niño de tres años.

“No ha habido ningún problema: hoy lo volvimos a hacer y funcionó bien”, dijo.

Estos dispositivos fueron inventados por Manuela Foedinger, que dirige el laboratorio del hospital Kaiser-Franz-Joseph de Viena, que ya ideó otro método fácil de usar, con gárgaras, muy utilizado en este país de 8,9 millones de habitantes.

Actualmente, Foedinger lleva a cabo un estudio en cinco jardines de infancia con niños entre uno y seis años para determinar la fiabilidad de estos test con miras a extender su uso, dijo un portavoz.

Fuente de la Información: https://evtv.online/austria-prueba-test-de-deteccion-de-covid-19-en-forma-de-chupeta-o-paleta-para-los-ninos/

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Viena, primera en vacunar a las embarazadas contra la COVID-19

Viena, primera en vacunar a las embarazadas contra la COVID-19

Los CDC y la FDA han implementado sistemas de monitoreo de seguridad para recabar información acerca de la vacunación contra la COVID-19 durante el embarazo.

Viena comenzará a vacunar a mujeres embarazadas contra la COVID-19 a mediados de este mes, y se convierte así en la primera ciudad de la Unión Europea (UE) que toma esa medida, que trata de evitar posibles complicaciones durante la gestación debido a un contagio.

La capital austríaca ofrecerá la oportunidad de vacunarse a las mujeres embarazadas a partir de la semana 13 de gestación, después de haber catalogado a este grupo de población como de alto riesgo, según anunció ayer el responsable de Sanidad de la ciudad, el socialdemócrata Peter Hacker.

Las vacunas se administrarán en función del estado de gestación, con la prioridad en aquellas que tienen el embarazo más avanzado.

Las embarazadas no tienen un mayor riesgo de infectarse con el virus SARS-CoV-2, pero distintas investigaciones señalan que las mujeres que se infectan desarrollan con más frecuencia complicaciones que las no gestantes del mismo grupo de edad.

Un estudio publicado a finales de abril pasado en el que participaron 100 investigadores de 18 países concluyó que la COVID-19 aumenta un 50% el riesgo de complicaciones durante el embarazo para las madres y los bebés, un peligro mayor del constatado al inicio de la pandemia.

Las autoridades sanitarias señalan que también han podido comprobar de primera mano ese aumento de las complicaciones en la Clínica de Ottakring de Viena, donde se concentra la atención a mujeres embarazadas contagiadas con el coronavirus.

En lactantes

Los ensayos clínicos de las vacunas contra la COVID-19 autorizadas actualmente para su uso conforme a una autorización de uso de emergencia en Estados Unidos, no incluyeron a personas en periodo de lactancia.

Dado que las vacunas no se han estudiado en personas lactantes, no hay datos disponibles sobre:

– La seguridad de las vacunas contra la COVID-19 en personas lactantes.

– Los efectos de la vacunación en bebés alimentados con leche materna.

– Los efectos sobre la producción de leche.

 

Fuente de la Información: https://www.vanguardia.com/mundo/viena-primera-en-vacunar-a-las-embarazadas-contra-la-covid-19-GC3721778

 

 

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La repetición de curso será de nuevo «excepcional» en Primaria y Secundaria en Asturias

  • Las instrucciones que prepara Educación para los profesores: volver a facilitar el aprobado del curso por la pandemia.

El Boletín Oficial del Principado de Asturias (BOPA) ha publicado este miércoles una Resolución por la que se aprueban las instrucciones de medidas educativas extraordinarias para las enseñanzas de las distintas etapas educativas durante el período de pandemia originada por la COVID-19.

Debido a las modificaciones en la normativa que regula los criterios de evaluación y promoción en todas las etapas educativas salvo la universitaria, la Consejería entiende que «resulta necesario» dictar nuevas instrucciones que permitan el desarrollo de la enseñanza en las distintas etapas educativas.

Así las cosas, Educación ha acordado adaptar el currículo y las programaciones didácticas, de manera que los estándares de aprendizaje evaluables contemplados en la ley de Educación 2/2006, tendrán «carácter orientativo» para los centros.

En cuanto a los criterios de evaluación previstos para cada curso, «los órganos y equipos de coordinación docente de los centros, en el marco de su autonomía pedagógica, podrán proponer la adaptación de los criterios de evaluación previstos cuando dicha adaptación tenga como finalidad garantizar la continuidad de los procesos educativos y valorar los aprendizajes relevantes y esenciales del currículo, la capacidad del alumnado para aprender por sí mismo y trabajar en equipo, y, en las enseñanzas de bachillerato, aplicar los métodos de investigación apropiados».

Respecto a la promoción del alumnado, en la etapa de Infantil, Educación establece que «la permanencia de un año más en esta etapa es una medida excepcional destinada únicamente al alumnado con necesidades educativas especiales y aplicable exclusivamente en el caso de que ello favorezca su integración socio-educativa».

En Primaria, la repetición de curso será «igualmente una medida de carácter excepcional, y se adoptará tras haber agotado el resto de las medidas ordinarias de refuerzo y apoyo para solventar las dificultades de aprendizaje del alumno». «En todos los cursos de la Educación Primaria, para la toma de decisiones relativas a la promoción, se aplicarán los criterios establecidos en la concreción curricular, sin tener en cuenta las limitaciones que afecten al número de áreas pendientes y ateniéndose al carácter global de la evaluación del alumnado», indica la resolución.

En la Educación Secundaria Obligatoria, por su parte, se considerarán especialmente las circunstancias del contexto educativo del presente curso 2020-2021 en la adopción de las decisiones de promoción, teniendo en cuenta la organización escolar y las adaptaciones y adecuaciones de las programaciones docentes que se hayan efectuado.

Las decisiones sobre la promoción del alumnado «serán adoptadas de forma colegiada por el equipo docente, atendiendo a la consecución de los objetivos, al grado de adquisición de las competencias establecidas y a la valoración de las medidas que favorezcan el progreso del alumno». Además se fija que la permanencia en el mismo curso «es una medida de carácter excepcional que estará debidamente fundamentada».

En Bachillerato, la promoción en la etapa «se ajustará a lo dispuesto en el capítulo III de la Resolución de 26 de mayo de 2016 por la que se regula el proceso de evaluación del aprendizaje del alumnado de bachillerato y se establecen el procedimiento para asegurar la evaluación objetiva y los modelos de documentos oficiales de evaluación».

Sobre la titulación en la ESO y Bachillerato, se establece que el equipo docente «adoptara la decisión que resulte más favorable en cuanto a titulación sin que el contexto en que se haya desarrollado el curso 2020-2021, la organización de la actividad lectiva semipresencial o la suspensión de las actividades lectivas presenciales por motivo de aislamiento preventivo por indicación de las autoridades sanitarias, pueda influir negativamente en la decisión que al respecto se adopte».

En cuanto a la Formación Profesional, se contempla que, cuando no sea posible realizar prácticas en empresas debido a la situación sanitaria, se sustituya por «una propuesta de actividades asociadas al entorno laboral».

Estas modificaciones serán de aplicación «mientras subsista la situación» provocada por la pandemia originada por la COVID-19 y hasta la finalización del curso académico en el que las autoridades correspondientes «determinen que han dejado de concurrir estas circunstancias extraordinarias».

La resolución será de aplicación a todos los centros que impartan las enseñanzas de educación infantil, educación primaria, educación secundaria obligatoria, bachillerato, formación profesional, enseñanzas profesionales de artes plásticas y diseño, enseñanzas deportivas, enseñanzas artísticas superiores y enseñanzas de idiomas.

Las instrucciones, explica el texto, tienen como objetivo principal «generar el mayor beneficio posible» a los alumnos, en relación con su situación personal y la progresión académica derivada de la situación de la COVID-19.

También persigue procurar que «nadie quede al margen» de las soluciones propuestas; favorecer la autonomía de los centros docentes y la atención a la diversidad; y favorecer las tareas que fomenten la autonomía de aprendizaje del alumnado.

Fuente: https://www.eleconomista.es/ecoaula/noticias/11095820/03/21/La-repeticion-de-curso-sera-de-nuevo-excepcional-en-Primaria-y-Secundaria-en-Asturias.html

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Austria decide extender el confinamiento hasta al menos el 7 febrero

Austria decide extender el confinamiento hasta al menos el 7 febrero

El Gobierno de Austria, un país con una incidencia actual de 130 infecciones de coronavirus por 100.000 habitantes en siete días, anunció este domingo que ante el elevado número de nuevos contagios diarios se ve obligado a extender el actual confinamiento comercial y social, al menos hasta el 7 de febrero próximo.

Junto con la extensión del confinamiento, en vigor desde el pasado 26 de diciembre, se endurecen ahora algunas medidas preventivas, sobre todo el uso obligatorio de mascarillas sanitarias del tipo FFP2 en supermercados y el transporte público.

Con información de EFE

Fuente de la Información: https://lahora.com/2021/01/17/austria-decide-extender-el-confinamiento-hasta-al-menos-el-7-febrero/

 

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Así son las nuevas reglas con las que Alemania y Austria han reanudado las clases

Europa/Alemania/Austria/07 Mayo 2020/lavanguardia.com

Los centros educativos reabren sólo para algunos cursos

Alemania Austria enviaron este lunes de vuelta a la escuela a miles de niños y adolescentes –es decir, no a toda la población escolar–, dentro de sus respectivos planes de levantamiento gradual de restricciones a la vida pública que se decretaron contra el coronavirus . Aunque en Alemania en las dos últimas semanas habían regresado ya a los pupitres algunos estudiantes de niveles concretos y han comenzado los exámenes del Abitur (la Selectividad alemana), el día oficial de vuelta a la enseñanza presencial pactado por el Gobierno federal y los 16 länder (estados federados) que componen el país era ayer, 4 de mayo.

El modelo de reapertura de centros escolares en Alemania Austria presenta considerables similitudes: han vuelto al cole sólo algunos cursos (mayormente alumnos de instituto), casi sólo para asignaturas troncales, siempre en grupos reducidos, y con estrictas reglas de higiene distancia interpersonal.

Alumnos de cursos decisivos

Hay turnos, en grupos pequeños, se marcan distancias, y se dan sólo materias troncales

El resto de escolares deberá esperar a que la canciller, Angela Merkel, y los presidentes de los länder tomen nuevas decisiones este miércoles en una reunión por vía telemática. Las competencias en Educación son de los länder, y la mayoría de sus responsables querrían que, antes del verano, todos los niños vayan al colegio al menos un día a la semana.

Pero nadie osa pronosticar cuándo se volverá a una normalidad escolar como la de antes del virus, ni siquiera escrutando el horizonte del curso 2020-2021.

Por lo pronto, de cuanto se puso en marcha ayer hay un asunto que mueve a la perplejidad. Tanto en Alemania como en Austria es obligatorio llevar mascarilla en el transporte público y dentro de las tiendas, pero no se ha decretado ese mismo mandato para los escolares dentro de la clase. En Austria, como particularidad, sí es obligatorio llevar mascarilla fuera del aula, en los pasillos del colegio y en el patio.

Un alumno de 10.º  curso (equivalente a 4º de la ESO) limpia su escritorio antes de hacer un examen, en Ettlingen, Alemania
Un alumno de 10.º curso (equivalente a 4º de la ESO) limpia su escritorio antes de hacer un examen, en Ettlingen, Alemania (Getty)

“Al llegar esta mañana todos nos hemos lavado las manos al entrar, y había también desinfectante; los grupos son ahora de 15 alumnos en vez de 30, está todo colocado para que nos sentemos guardando distancias, y en las pausas no se puede salir del aula”, explica Julia Burow, de 17 años, estudiante del instituto Marie Curie de Berlín, a la salida de su primer y breve día de regreso físico a este centro de secundaria del barrio de Wilmersdorf. Vuelve a tener lecciones mañana, porque el martes le toca ir a la otra mitad de la clase. Burow y una compañera de su misma edad, Annika Dittrich, cursan 11.º (el equivalente de 1º de bachillerato en España), uno de los niveles que retomaron clase de nuevo tras siete semanas de cierre, en las que imperó la enseñanza digital.

En Alemania, con una población escolar de 11 millones (el país tiene 83 millones de habitantes), se ha optado por priorizar el regreso escalonado según determinadas casuísticas. Así, volvieron alumnos de fin de ciclo, como los del último curso de primaria, que en Berlín y Brandemburgo es 6.º (como en el sistema español), y en los demás länder es 4.º, si bien no todos los länder decidieron enviar ya a clase ayer a estos escolares de 10 años. También regresaron los alumnos de fin de etapa de escuelas profesionales. Y volvieron también los estudiantes que tienen que hacer el Abitur (Selectividad) en el próximo año académico.

Debate a la vista

La mascarilla no es obligatoria en el aula, pero hay maestros que la llevan y la aconsejan

Ese es precisamente el caso de Annika y Julia. “Me preocupa un poco el desarrollo escolar posterior –admite Annika–. Estas semanas de homeschooling digital no han sido perfectas; a veces falla la conexión, o no tienes el aparato necesario, y en general no es lo mismo que tener al profesor delante. El próximo curso nos toca hacer el Abitur; es importante, nos jugamos mucho”. En el regreso, no se imparten todas las asignaturas, sólo las troncales y las optativas de peso. El resto de materias seguirá en el entorno digital.

“En el reencuentro con mis alumnos de biología de 11.º he visto que algunos tenían mucha necesidad de hablar del coronavirus, otros menos o nada; algunos dijeron que estudiaban bien solos en casa, otros que preferían estar en la escuela”, resume Gerhard Storbeck, profesor de biología y alemán en el instituto Marie Curie. Según Storbeck, en esta fase la escuela debe servir también para “intercambiar experiencias, pues hay alumnos que conocen a alguien que tiene coronavirus, pero para otros es algo muy abstracto, no conocen a nadie que lo tenga”.

Una maestra usa gel desinfectante antes de entrar en una escuela de primaria en Dortmund, este de Alemania
Una maestra usa gel desinfectante antes de entrar en una escuela de primaria en Dortmund, este de Alemania (INA FASSBENDER / AFP)

¿Implicará esto un acelerón de madurez para los adolescentes?

“También, seguramente –sopesa el profesor Storbeck–. Pero por supuesto todos preferiríamos que no fuera por el motivo que es”.

La dinámica de las clases es distinta, más distante, cada uno en su sitio, sin tareas de grupo. Gerhard Storbeck, como muchos otros profesores, se pone mascarilla en clase aunque no sea obligatorio, y se la recomienda a sus alumnos. “Estamos demasiado cerca unos de otros”, alerta. De hecho, la Asociación Alemana de Profesores (DL) considera que la mascarilla debería ser obligatoria en los pasillos, en el patio, y en la parada del autobús escolar.

Cada land dicta sus normas de higiene. Las autoridades de Berlín enviaron a todos los centros escolares varias indicaciones. Así, los picaportes de puertas y ventanas, las barandillas y en general los elementos que se tocan con más frecuencia deben ser limpiados más de una vez al día. Hay que ventilar las aulas a menudo. Los alumnos deben lavarse las manos varias veces, aunque del grifo mane sólo agua fría. También se distribuyeron miles de litros de desinfectante. Para reducir el riesgo de contagio, no hay deportes ni juegos, ni cantos en coro.

Dado el alambicado sistema educativo alemán, resulta imposible dilucidar el número de niños y adolescentes que volvieron ayer a clase. La Oficina Federal de Estadística (Destatis) estima que hay 1,1 millones de alumnos de instituto, pero ayer no regresaron todos los cursos de secundaria, y sí lo hicieron algunos de primaria. En Austria, con una población escolar de 1,1 mi­llones sobre un total de 8,8 millones de habitantes, regresaron a clase 100.000 estudiantes de Matura (la selectividad austriaca) y de fin de ciclo de escuelas profesionales.

Reunión Merkel-länder

Las autoridades aspiran a que antes del verano todos los niños vayan un día por semana a clase

Fuente: https://www.lavanguardia.com/politica/20200507/481010197731/billy-el-nino.html

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Ciencia en la aldea: los niños que ayudaron a descubrir un monasterio medieval. Austria

Redacción: the Conversation

“¡Profe! ¡Aquí hay algo! ¿Será el «anillo de la paz”? ¿Será la tumba de algún monje?“. Los alumnos de primaria del colegio público de Belmonte de Miranda (en el concejo de Balmonte) se emocionan con los primeros descubrimientos en la excavación arqueológica del monasterio de su pueblo.

La ansiada joya de la que hablan es el «anillo del abad”. Cuenta la historia que todos los abades tenían un anillo que los identificaba como rectores de un monasterio. Los alumnos se entusiasman con la posibilidad de encontrarlo. ¡Aunque ellos hacen su propia interpretación y lo llaman el “anillo de la paz”!

¿Qué es un abad?

Cuando empezaron a investigar la historia de su pueblo no sabían qué era un abad, ni dónde había estado el antiguo monasterio. Al final del curso y de la excavación arqueológica conocían la importancia del desaparecido monasterio de Santa María. Sabían cómo funcionaba y el poder que tenían los monjes en la Edad Media. ¡Incluso eran capaces de dar una conferencia sobre el tema!

Durante el curso 2018-2019, el grupo de investigación LLABOR de la Universidad de Oviedo y el Colegio Público de Balmonte de Miranda pusimos en marcha el proyecto ConCiencia Histórica. Nuestro objetivo era convertir el patrimonio cultural rural en el eje del proceso educativo. Y al alumnado en protagonista del aprendizaje investigando la historia de su propio municipio.

A menudo los recursos patrimoniales del territorio y los saberes de los habitantes locales pasan desapercibidos. La riqueza paisajística, especialmente en las zonas de montaña, eclipsa un patrimonio cultural extraordinario, poco valorado y casi olvidado debido a la despoblación del medio rural.

La increíble experiencia del curso pasado nos ha animado a continuar durante el curso 2019-2020. Y mantenemos la ilusión de prolongar su vida en el futuro, abordando otros temas de estudio, siempre relacionados con el patrimonio rural.

Taller de arqueología forense. Los niños aprenden a identificar los distintos huesos del cuerpo humano e identifican las marcas que dejan en ellos distintas enfermedades. Grupo de Investigación Llabor (Universidad de Oviedo).Author provided

La historia de los paisajes y el paisanaje

El punto de partida de este proyecto son las excavaciones arqueológicas que el grupo de investigación ha realizado en la aldea de Vigaña (Balmonte).

En los últimos diez años hemos descubierto un poblado neolítico, un castro de la edad del Hierro y un cementerio medieval. Los habitantes de la aldea nos han acompañado en este viaje, aportando un conocimiento que nos ha ayudado a plantear la investigación.

Y se han asombrado ante los hallazgos. Para ellos era increíble descubrir que su hórreo se levantaba sobre un cementerio medieval. O que las leyendas sobre el castro escondían los restos de un poblado antiguo.

El esfuerzo por incorporar el conocimiento local, todo aquello que los habitantes conocen de su paisaje, ha contribuido al éxito de la investigación. Nadie conoce el territorio como aquellos que lo han trabajado durante miles de años.

Excavación en la zona del Convento, lugar en el que se localizaba antiguamente el monasterio de Santa María de Lapedo. Grupo de Investigación Llabor (Universidad de Oviedo).Author provided

Arqueología en el aula

El interés del grupo de científicos por compartir sus investigaciones conectó con las propuestas educativas del colegio público. Y así nació ConCiencia Histórica: la arqueología, el conocimiento local y el método científico se convirtieron en el eje de los trabajos en el aula.

“ConCiencia Histórica – Arqueología y comunidad en la sociedad rural”, por Grupo de investigación Llabor (Universidad de Oviedo).

El objetivo es dar protagonismo y responsabilidad al alumnado en la escuela y en el municipio. Con trabajos científicos reales favorecemos el desarrollo de habilidades y la fijación de conocimiento.

La excavación arqueológica del antiguo monasterio del pueblo se convirtió en la principal actividad didáctica. Y se conectó con las materias y temas que los maestros han de impartir cada trimestre.

Dos arqueólogos profesionales en colaboración con profesores y alumnos de la universidad dirigen los trabajos. Los niños y niñas, desde los 3 a los 11 años, participan en todas las labores propias de una investigación: buscan la información histórica, preparan la excavación arqueológica, estudian los materiales encontrados y registran los datos obtenidos utilizando las nuevas tecnologías.

Como apoyo se hacen varios talleres a lo largo del curso. Algunos tienen la intención de enseñar los pasos del método científico. Por ejemplo, estudiamos lo que nos dicen los huesos sobre la vida de una persona. Y analizamos los restos de animales para saber algo más sobre la ganadería antigua.

También nos atrevemos con talleres de arqueología experimental: aprendemos a hacer cerámica y hacemos el horno para cocerla.

La construcción de una cabaña con materiales tradicionales es una de las aventuras más divertida. Pisar barro mezclado con paja para poner en las paredes resulta fascinante para el alumnado. !Y es una gran experiencia para comprender los problemas cotidianos de las sociedades en la historia!

Trabajos de construcción de una cabaña neolítica. Técnica tradicional con madera de avellano y barro pisado con paja. Grupo de investigación Llabor (Universidad de Oviedo).Author provided

Los vecinos también son protagonistas

Una de las apuestas más emocionantes es revitalizar el conocimiento local. Hacemos pan en un horno antiguo del pueblo y aprovechamos la ocasión para festejar el momento con música tradicional. Los cantares de Concha o Auristela nos transportan a otros tiempos, cuando reunirse en torno al fuego era la única actividad posible durante las noches de invierno.

Además, implicamos a la comunidad sanitaria para hablarnos de comida saludable mientras hacemos pan de forma tradicional.

Toda la comunidad se implica en el proceso de aprendizaje y colabora activamente con el alumnado. Así logramos un continuo trasvase de saberes.

Y el resultado final es un servicio a la comunidad. Los alumnos han diseñado una ruta turística por Balmonte en colaboración con el Ayuntamiento: “Las chalgas de los escolinos”. En este paseo por la villa se pueden ver señalizados los restos del antiguo monasterio reutilizados en las actuales casas de la localidad.

Los talleres favorecen la transferencia de conocimiento en el medio rural. El objetivo es despertar vocaciones científicas convirtiendo al alumnado en el protagonista de las distintas fases de la labor investigadora.

Taller de pan tradicional. Los alumnos hacen la masa para hacer su propio pan. Grupo de Investigación Llabor (Universidad de Oviedo).Author provided

Revalorizar el papel de las humanidades

Pretendemos sacar la investigación de las aulas universitarias y llevarla al campo. Urge equilibrar las oportunidades de las niñas y niños rurales con los que se forman en la ciudad. Y es necesario que la universidad conecte con la sociedad rural.

Los investigadores no podemos limitarnos a dar conferencias o charlas divulgativas. Debemos trabajar activamente con la gente. Así, favorecemos que se identifiquen con nuestra investigación, que en realidad es la suya, ya que estudiamos su historia.

También revalorizamos el papel de las humanidades como ciencias que generan saber científico. Las actividades realizadas por el alumnado dan valor al conocimiento del pasado para comprender el presente. Y son una herramienta adecuada para plantear opciones de futuro.

La cultura científica no es solo desarrollo tecnológico. Las humanidades, y concretamente la historia, son un pilar básico que permite comprendernos como sociedad y plantear soluciones innovadoras para el futuro.

Nuestros objetivos: investigar para conocer. Y convertir el conocimiento histórico en una herramienta que permita activar un futuro con un medio rural vivo.

Fuente: https://theconversation.com/ciencia-en-la-aldea-los-ninos-que-ayudaron-a-descubrir-un-monasterio-medieval-130965

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