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Yo no te creo: un recorrido histórico del descrédito de las víctimas de violencia sexual en la infancia

Por: Jara Molina

 

Todo el mundo parece sentir algo más que repugnancia ante la palabra pederastia pero, cuando sucede, nuestra falta de acción denota que lo percibimos como una realidad aislada: jamás en mi familia, imposible en mi barrio, improbable en mi pueblo, quizás en otro lugar, allí donde los monstruos son reales. Sin embargo, según el Consejo de Europa, 1 de cada 5 niños es víctima de abuso sexual infantil en Europa. Save the Children estima datos similares para España y añade que la mitad de estas violencias ocurren dentro de la propia familia, mayoritariamente perpetradas por el padre.

A pesar de la extensión de estos abusos, solo el 15% de los casos se denuncian. Y de esos, según refleja el informe Violencia institucional contra las madres y la infancia, el 86% se archiva sin llegara juicio, siendo el descrédito la causa fundamental de la perpetuación de las violencias sexuales contra la infancia a lo largo de la historia, por lo que finalmente los condenados por violencia sexual infantil son muy pocos de los agresores. Una causa fundamental de esta desestimación de denuncias dentro de la familia, según ha puesto sobre la mesa el mismo informe, es la aplicación continuada del Síndrome de Alienación Parental, un falso síndrome que desacredita a las víctimas que se atreven a romper el silencio.

Y es que de acuerdo con la experta en trauma Judith Herman en su libro Trauma & recovery (1992), el descrédito por sí solo es la causa fundamental de la perpetuación de las violencias sexuales contra la infancia a lo largo de la historia y lo que desconecta a la víctima de la sociedad junto con la posibilidad de sanar el trauma. De modo que, si tomamos perspectiva,  no es difícil comprobar que estas víctimas, que en su mayoría han sido siempre mujeres, han sido desatendidas por la sociedad cuando no directamente acalladas de diversas formas; y los graves síntomas del abuso, que afectan a toda una vida, invalidados desde los albores de nuestra civilización.

De histéricas a poseídas

La palabra histeria proviene del griego antiguo ὑστέρα, cuyo significado es útero. Muchas de las denominadas histéricas debían de haber sido víctimas en su infancia pues padecían de una serie de síntomas que coinciden con los de los actuales trastornos derivados fundamentalmente del abuso infantil: TID (Trastorno de Identidad Disociativo) y TLP (Trastorno Límite de la Personalidad). Tanto las histéricas del pasado como las personas con estas condiciones de la actualidad sufren desde importantes problemas para la regulación emocional hasta flashbacks, convulsiones e intentos de suicidio.

En aquel entonces, donde la curiosidad dio inicio a la primera filosofía y la primera ciencia con teorías incipientes sobre el devenir, los átomos y clasificaciones biológicas, al parecer nadie quiso saber de dónde provenían tales síntomas tan llamativos. Se conformaron con señalar poco más que las histéricas sufrían de cosas de mujeres, que el útero se desplazaba y afectaba a la psique. Y es significativo que en la actualidad digamos “no seas histérica” para decir “no exageres”, como si la histeria consistiera en eso, en exagerar.

Aunque en cierto modo el diagnóstico no fuera del todo desacertado, porque sí había un ser pérfido abusando de muchas estas víctimas (probablemente su padre), el tratamiento del exorcismo supondría no solo una revictimización en este tipo de casos, sino también un nuevo modo de ocultar el abuso invalidando cualquier mensaje de la víctima. Sus síntomas eran achacados a un suceso esotérico en vez de a la perversión paterna, su mensaje de denuncia, acusado y condenado por provenir directamente del diablo: no se me ocurre un descrédito más hostil.

Experimentos al florecer de la ciencia

Entrado el positivismo, ya en el siglo XIX, cabría esperar un estudio más científico y acertado de lo que ocurría a las personas con la sintomatología que hemos descrito anteriormente. Y en algún modo, así fue. Sin embargo, las denominadas histéricas fueron sometidas en la famosa clínica de Jean-Martin Charcot a un sin fin de experimentos abusivos carentes de ninguna ética en favor de la disciplina científica. En la Salpêtrière, el neurólogo de moda creó un auténtico espectáculo público en el que como un mago al amparo de la ciencia producía ataques convulsivos, contorsiones y otras reacciones derivadas de trauma en sus pacientes histéricas.

Contrariamente a su mentor Charcot, los condiscípulos Freud y Janet se interesaron por las causas de la histeria, aunque tal vez, de acuerdo con la mentalidad racionalista del momento, más por demostrar la superioridad de la ciencia sobre la fe que por ofrecer una solución a aquellas mujeres víctimas de abuso. Entrevistando a las afectadas, llegaron a la conclusión de que el abuso en la infancia era una constante entre aquellas mujeres enloquecidas.

La frecuencia del abuso sexual fue expuesta por a finales del siglo XIX por Tardieu, quien también reveló que era una violencia bastante frecuente donde el agresor era un familiar y que la agresión a menudo no dejaba señales físicas

La frecuencia del abuso sexual realmente ya había sido expuesta por el médico Auguste Ambroise Tardieu a finales del siglo. Tardieu revelaba en sus estudios que era una violencia bastante frecuente donde el agresor era fundamentalmente el padre o un hermano mayor de la víctima, que la agresión a menudo no dejaba señales físicas y que la “educación superior” no inhibía a los hombres de cometer ese abuso. La preocupación por el abuso a la infancia empezaba a tenerse en cuenta por primera vez en la historia.

Y para cuando Freud quiso exponer su primera teoría, según relata Moussaieff Masson —el custodio y estudioso de los archivos privados del creador del psicoanálisis— en su Asalto a la verdad (1992), ya estaban publicados los argumentos defensores del agresor. En estos se partía de la premisa de que un padre respetable nunca cometería ese tipo de abusos por lo que se trataba necesariamente de falsas acusaciones para llamar la atención, de fantasías infantiles o ideaciones de mujeres mentirosas. “La enormidad de la acusación destruye su probabilidad” diría Gamier en su estudio sobre una joven histérica que había acusado de incesto a su “honorable” padre y que ingresaría en el manicomio tras insistir en sus inverosímiles declaraciones.

Nadie estaba dispuesto a asumir que aquellas muchachas, algunas hijas de reputados hombres poderosos, podían haber vivido lo que ellas contaban. Hacerlo implicaría un escándalo que afectaría hasta los círculos de poder más elevados y terminaría con la idea de un hermoso jardín europeo, civilizado y elegante. De modo que la verdad de las histéricas, aquella amenaza al statu quo que desenterraría los trapos sucios de toda una clase social pronto fue acallada y encerrada en el manicomio con sus portadoras. Ante la presión a la que se sometió su teoría, el propio Freud prefirió dar un paso atrás y buscar otra explicación a su descubrimiento, una que la sociedad, o por lo menos los hombres respetables que la dominaban, sí estuvieran dispuestos a aceptar.

Tras la retractación de Freud, fantasiosas sexuales

Si el abuso sexual como causa era inaceptable, solo cabía borrarlo, acudir al propio descrédito que aplica siempre tanto el abusador como el que no quiere creer en el abuso. Las historias solo podían ser inciertas, posibles imaginaciones, fantasías, tribulaciones que pasaban por sus mentes, quizá a causa del miedo o del deseo. Y así Freud desarrolló su nueva teoría, equivocándose, porque los síntomas de la histeria actualmente se explican por trauma en la infancia; una retractación que solo se comprende si entra en juego la falta de aceptación social de lo inicialmente propuesto.

En los juicios de los 80, problemas de memoria. Pero el argumentario de que el recuerdo de las víctimas de abuso es incierto no terminó con Freud. A pesar de que los síntomas de las mujeres con histeria, se han demostrado ya causados por trauma gracias a estudios con veteranos de guerra traumatizados (tuvieron que sufrirlo los hombres para que por fin se resolviera el misterio), el cuestionamiento de las víctimas continúa por la vía judicial.

Cuando se publica en EE UU la ley de protección a la infancia, se inicia una explosión de denuncias a progenitores por parte de personas adultas que habían vivido abusos en su niñez y con ellas llega el falso Síndrome de las Falsas Memorias

Así, cuando en la década de los 70 se publica en EE UU la ley de protección a la infancia, se inicia una explosión de denuncias a progenitores por parte de personas adultas que habían vivido abusos en su niñez. De nuevo se abría la puerta del horror, la sociedad empezaba a despertar pero no llegó a abrir los ojos.

El descrédito llegó de la mano del falso Síndrome de Falsas Memorias apoyado en los estudios de Elisabeth Loftus, las declaraciones como testigo de la propia Loftus y la fundación asociada (False Memory Syndrome Foundation) creada por progenitores denunciados. El supuesto Síndrome de Falsas Memorias alude a la falibilidad de la memoria, su posible alteración y, por tanto, a su escasa validez como prueba en un juicio por abuso infantil ocurrido hace décadas. El problema, tal y como coinciden las investigadoras en psicología Anne P. DePrince, Carolyn B. Allard, Hannah Oh y Jennifer J. Freyd en su artículo What’s in a Name for Memory Errors? es que si invalidas el recuerdo de las víctimas y su estado psicológico consecuente con motivo de ese supuesto síndrome, ¿qué otra prueba se puede conseguir tantos años después de que el abuso existió? Por naturaleza el abuso se produce sin testigos, muchas veces no causa señales físicas y, años después, difícilmente puede quedar algún rastro de él.

Si bien es cierto que la memoria es en cierto modo maleable y manipulable, no se ha demostrado que se pueda implantar la memoria de un recuerdo traumático, y el Síndrome de Falsas Memorias no ha contado con respaldo científico suficiente, de modo que nunca se ha incluido en ningún DSM (el manual diagnóstico por excelencia). En cambio, el síndrome descrito se ha usado en cientos de juicios a veces cuando incluso existía una corroboración externa del recuerdo de la víctima. Parece un recurso estratégicamente diseñado para defender al acusado y desacreditar de nuevo a víctimas permanentemente silenciadas. De hecho, Elisabeth Loftus también ha tratado de desarmar las acusaciones colectivas de abuso a Harvey Weinstein que originaron el MeeToo empleando el concepto de “falsas memorias”, así como de otros agresores sexuales. No es que los niños sean manipulables, es que todas las víctimas de abuso son desacreditadas desde las estructuras de poder.

Acusadas, criminalizadas, encarceladas

Uno de cada cinco lo sufren, pero cuando una madre se atreve a ir al juzgado y denunciar, el 86% de las denuncias se sobresee. No importan los informes pediátricos o psicológicos, no importa que el menor lo cuente, si se puede intuir una motivación espúrea de la madre como que quiera la custodia exclusiva y muestre animadversión hacia el padre, la aplicación del denominado Síndrome de Alienación Parental (SAP) es un hecho. Y evidentemente cualquiera que sospeche del abuso a un hijo va a querer la custodia exclusiva y rechazará al abusador.

Este nuevo falso síndrome, según plantean, por ejemplo, los autores de “La lógica del Síndrome de Alienación Parental de Gardner” en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, parece perfectamente diseñado para defender a acusados de pedofilia intrafamiliar y tampoco ha sido reconocido por los organismos competentes en la materia. Se fundamenta en una serie de síntomas nada raros si se da realmente el abuso infantil. Esto es así hasta el punto de que para no confundirlo con el abuso infantil verdadero, su creador Richard Gardner tuvo que añadir posteriormente, como elemento de diagnóstico, la coletilla “y no debe ser víctima real de abuso”.

Es decir, todo lo que podría ser prueba del abuso, como la aversión del niño al progenitor acusado, la propia narración del abuso o sus problemas emocionales o psicológicos, si no se demuestra fehacientemente y por su propio lado el abuso en sí, se convierte en supuesta prueba de que la madre lo está alienando. Incluso pruebas pediátricas que revelan indicios de abuso terminan convirtiéndose en argumento de que la madre está “obsesionada” y sobreexpone a la niña a “reiteradas exploraciones médicas” probando así la supuesta manipulación materna.

Y es que probar el abuso en sí no es nada fácil porque rara vez deja señales físicas. De modo que para el que no quiere creer, la explicación es simple: todos mienten, las madres, los hijos y si hace falta los psicólogos y los pediatras que se atrevan a evaluarlos. No por nada la ONU acaba de advertir recientemente en un informe de que el SAP se está empleando mundialmente para enmascarar y encubrir violencias contra las mujeres y los niños o ha llamado la atención a nuestro país hasta en 5 ocasiones por ello.

Todo lo que podría ser prueba del abuso se puede convertir en supuesta prueba de que la madre lo está alienando e incluso las pruebas pediátricas terminan convirtiéndose en argumento de que la madre está “obsesionada”

El asunto del falso SAP llega tan lejos que en muchos casos la madre termina perdiendo la custodia en favor del acusado e incluso juzgada y encarcelada por resistirse a las visitas programadas o asumir la custodia establecida, porque ese arrancamiento forzoso del niño a su madre es la terapia planteada para el SAP por su creador. Así, los niños todavía sufren una situación más vulnerable que sus madres: revictimizados, ignorados y entregados a su abusador por la propia justicia.

Parece que los jueces actuales sentencian partiendo de la misma premisa y con los mismos falsos argumentos de aquellos respetables hombres de mediana edad del siglo XIX, esos que cuentan con el privilegio de ser inmunes a la violencia sexual y de decidir a quiénes debemos creer bajo la sombra del sistema patriarcal. Y les resulta muy fácil porque se trata de creencias bien arraigadas en el acervo cultural tras siglos y siglos de historia de descrédito.

Ante el descrédito

La CEDAW ha recibido recientemente cinco informes que denuncian la violencia institucional que ejerce la justicia contra las madres en nuestro país. España tendrá que dar la cara en la ONU, pero la amplificación mediática y social de la situación dista mucho de ser la adecuada a la gravedad.

Muchos pensarían que organizarse colectivamente podría suponer una respuesta, y no cabe duda de que lo es, pero no por ello el descrédito y el riesgo de denunciar parece desaparecer sino que genera una reacción mayor. Como ejemplo, a la asociación de madres que estaban viviendo este problema en años pasados, Infancia Libre, se la ha criminalizado desde la propia policía con un informe falseado realizado a partir de declaraciones de los padres acusados sin ningún tipo de verificación; informe que los jueces han convertido en herramienta para sentencias de madres que ni siquiera pertenecían a la asociación y que el circo mediático supo poner en primera plana.

Sin embargo, parece que no estuvieran en ningún lugar, parece que a pesar de la evidencia, las mujeres siguen siendo unas exageradas, que ahora las palabras del diablo son las palabras de la supuesta madre alienante que susurra al oído de su hijo, que el recuerdo traumático sigue siendo inverosímil, sujeto a la sugestión terapéutica o materna, pura fantasía freudiana. Y sobre todo, parece que no lo podemos asumir, que no, que nada amenace el statu quo, que nada me haga dejar de creer en un mundo sin fealdad.

El discurso imperante es claro e incluso las propias víctimas lo integran a la perfección: no, no puede ser, será otra cosa, estarás exagerando, te lo habrás imaginado, porque no, no lo puedo creer. Imposible creer cuando no se está preparado. Y es que el abuso es demasiado horrible, tanto que no puede existir, mejor relegado, mejor en secreto, mejor cambiar de tema, que esto me pone mal cuerpo. Nos incomoda, preferimos no escuchar, seguir creyendo que el mundo es un lugar bello, confiar en que los monstruos tienen un solo ojo, color verde y qué se yo; cualquier cosa menos que viven entre nosotros con nuestra propia apariencia.

Quizá sea algo natural, que más allá del interés del abusador en desacreditar a la víctima, todos tengamos interés en desacreditarla porque creerla es un ejercicio demasiado valiente. Creerla significa renunciar a sentirse segura porque es reconocer que sí, que aquí, en tu entorno, también puede estar ocurriendo. Creerla significa sentirse aún más vulnerable porque ni la sociedad ni la justicia parecen ser equilibradas después de lo visto. Creerla significa asumir que el poder goza de privilegios indignos en cualquier tipo de ámbito. Pero debemos creer a la víctima porque es el único modo de que todo eso que no queremos asumir pueda algún día desvanecerse y porque solo con una sociedad humana, las víctimas pueden volver a creer en la humanidad y sanar la herida.

Somos una sociedad inmadura que vive en estado de negación. Igual que la madre negligente que decide no entrar a ver qué ocurre una vez se cierra aquella puerta, somos cómplices del abuso. Pero debemos creer a la víctima porque uno de cada cinco niños están esperando que la sociedad por fin se haga cargo.

Fuente de la información: El Salto

Foto: Niñas y niños juegan en una zona de columpios de Pechón, Cantabría. (David F. Sabadell)

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Nou govern, velles polítiques

“El castellà és l’única llengua que té tots els drets garantits, mentre que la llengua minoritzada és el valencià, que és discriminada i atacada, ara també des de les institucions valencianes”

El resultat de les eleccions autonòmiques del passat 28M va configurar unes noves majories a les Corts Valencianes i a molts ajuntaments. Al País Valencià, la suma del Partit Popular i de VOX suposa una majoria suficient per a formar un govern bipartit en la Generalitat. Per afaiçonar el tàndem, només uns dies després de les eleccions van pactar un document que incloïa el repartiment de càrrecs i 50 mesures que abraçaven totes les àrees. El partit d’ultradreta assumirà una vicepresidència primera amb les competències de la Conselleria de Cultura i les conselleries d’Agricultura i Justícia, Interior i Governació, a més de la Presidència de les Corts Valencianes.

Entre les 50 mesures acordades, es dedica un apartat a Educació i Llengua que contempla el vell ideari de la dreta espanyola, resumit en sis punts genèrics que indiquen clarament quina serà la seua acció de govern en aquests dos àmbits. El punt 27 ho deixa ben clar: Garantirem la llibertat d’educació, la lliure elecció de centre i la lliure elecció de la llengua d’ensenyament entre les dues oficials en totes les etapes educatives. Aquest apartat ens retrotrau a la negociació de la Constitució espanyola de 1978 i a la LOECE de 1980, a les mobilitzacions de la dreta educativa, política i sindical dels anys vuitanta, a les diverses lleis educatives que impulsaren a esquena del professorat als darrers quaranta anys o a les seues actuacions al govern espanyol amb Esperanza Aguirre, M. Rajoy, Pilar del Castillo, José Ignacio Wert o Íñigo Méndez de Vigo. Les mostres de poder els serví per a implementar polítiques neoliberals en educació i sanitat durant unes quantes dècades en territoris com la comunitat autònoma de Madrid o el País Valencià. A casa nostra, la dreta espanyola va governar durant vint anys consecutius, des del 1995 al 2015, i hi aplicà, decididament, aquests principis que defensaven i defensen i que defineixen a la perfecció el seu ideari per al futur govern de la Generalitat.

Fet i fet, en l’anterior etapa de govern conservador, un objectiu seu, declarat públicament, fou afavorir l’ensenyament privat per sobre de l’ensenyament públic, d’altra banda, acomodat en un espai allunyat de la subsidiarietat provisional. Llavors parlaven, i continuen parlant, de  complementarietat de les dues xarxes, però el parany estava llançat: van aprovar el Mapa Escolar, l’arranjament escolar per a la planificació educativa, el districte únic en la matriculació, la concertació d’ensenyaments no obligatoris com ara l’Educació Infantil o el Batxillerat, l’ocupació, per part de l’Administració, del Consell Escolar Valencià, la negativa a cedir sòl públic per a la construcció de centres públics, especialment a les grans ciutats i, en canvi, proposaren la creació de centres privats en terrenys públics (CIS), així com el suport a la posada en marxa de diverses universitats privades. Aquestes mesures no afavorien en absolut les famílies i l’alumnat, es va produir, a més, una involució de l’ensenyament en valencià, els centres patiren retallades de prestacions i plantilles i el professorat veié rebaixat el seu salari el 2008.

En l’anterior etapa de govern conservador, un objectiu seu, declarat públicament, fou afavorir l’ensenyament privat per sobre de l’ensenyament públic

Tota aquesta política va afavorir un rebuig immediat de la Comunitat Educativa valenciana mitjançant la convocatòria de nombroses mobilitzacions liderades per la Plataforma per l’Ensenyament Públic, que agrupava associacions de pares i mares, sindicats estudiantils,  moviments de defensa de la llengua, associacions de les direccions dels centres, sindicats de treballadores i treballadors de l’ensenyament… Cada una de les protestes contra la política educativa conservadora del Consell de la Generalitat va ser clau per poder aturar part de les seues pretensions. Cal destacar, a més, que la pressió va possibilitar acords per millorar les plantilles, les condicions laborals i els salaris del personal que treballava als centres educatius.

L’arribada del Botànic al Consell el 2015 va capgirar la política educativa i lingüística al País Valencià. Al llarg dels vuit anys de govern botànic s’han anat revertint una part important de les mesures implementades pel Partit Popular i s’han aplicat de noves per millorar les ferides provocades en l’ensenyament valencià. En alguns casos hi ha hagut consensos entre la Comunitat Educativa i la Conselleria d’Educació i en altres, desacords amb les mesures aprovades. Vegem-ho.

En matèria lingüística s’ha aprovat la Llei de Plurilingüisme que, d’altra banda, no satisfà les expectatives en posar al mateix nivell l’ensenyament d’una llengua estrangera amb la pròpia del País Valencià i que ha fet recular l’ús del valencià en matèries on es feia servir el valencià per a poder acomplir amb els percentatges previstos en la llei. D’altra banda, s’aprovà el decret que regula l’Oficina de Drets Lingüístics i el Decret que regula els usos institucionals i administratius de les llengües oficials en l’Administració de la Generalitat i s’ha constituït el Consell Social de les Llengües.

El nivell d’odi i rebuig a la llengua els fa veure fantasmes

A més, la nova Llei de la Funció Pública Valenciana, aprovada en el 2021, contemplava l’aplicació de la competència lingüística per a l’accés a les administracions públiques valencianes. Una regulació que s’havia de dur a terme mitjançant un reglament, presentat en 2022, però que s’ha quedat sense efectes perquè no es va arribar a aprovar en la passada legislatura. Tot aquest beneplàcit lingüístic incomoda la dreta, la ultradreta i les entitats afines ideològicament, de manera que alçaren la veu i aconseguiren sentències favorables en alguns aspectes en els tribunals de justícia. En tot cas, sempre hi ha hagut una amenaça: la derogació de tots aquests decrets quan governaren. Ara han arribat a l’absurditat de demanar la derogació del requisit lingüístic en les administracions públiques quan no se n’ha aprovat la regulació. El nivell d’odi i rebuig a la llengua els fa veure fantasmes. Per contra, el que sí que està en vigor és el que s’aplica per accedir als cossos docents. Es tracta d’una norma que va ser aprovada pel conseller del Partit Popular Manuel Tarancón, en 2002, que està consolidada i que no ha generat cap problema en els vint-i-un anys de vigència.

Si reprenem la polèmica Llei del Plurilingüisme, hem de dir que el govern de dretes té previst modificar-la per garantir, segons afirmen la lliure elecció de la llengua vehicular per part de les famílies. El que vol dir, reduir la presència del valencià en el sistema educatiu i impedir que siga la llengua vehicular, tal com recomanen totes les persones expertes. Quant a l’Oficina de Drets Lingüístics, els incomoda i tenen previst desfer-se’n per tal de desentendre’s de les vulneracions lingüístiques que patim, més encara en un moment en què les discriminacions a les persones valencianoparlants han augmentat considerablement. Ara per ara, els portaveus dels partits que configuraran el proper Consell de la Generalitat s’han conjurat per deixar sense efectes diverses normes que regulen l’Ús i l’Ensenyament del Valencià (LUEV). Ho fan, segons diuen, per garantir eixa fantasia política que repeteixen constantment en afirmar que el castellà està discriminat al País Valencià, quan la realitat és la contrària. El castellà és l’única llengua que té tots els drets garantits, mentre que la llengua minoritzada és el valencià, que és discriminada i atacada, ara també des de les institucions valencianes. Caldrà, doncs, estar a l’aguait per veure quins són els seus primers passos quan formen govern i actuar-hi.

El que volen realment és retallar les llibertats, tant dels centres educatius com del professorat, i controlar ideològicament i política el sistema educatiu

Les declaracions fetes i l’acord de les 50 mesures són inquietants. El que anuncien és la tornada al passat, a les polítiques dutes a terme durant els vint anys de govern conservador en l’ensenyament. És cert que també han introduït mesures com el Pin Parental, que tanta polseguera propagandística va provocar sense èxit. Hi tornaran encara que no l’esmenten. Efectivament, la mesura 28 diu: els pares triaran lliurement i si escau autoritzaran el contingut de les activitats extracurriculars, i la 29 la complementa: reforçarem la inspecció educativa per preservar la qualitat de l’ensenyament traient la ideologia de les aules i permetent que els pares escullen l’educació dels seus fills. No diuen, encara que ho saben, que totes les activitats que es fan als centres han de ser aprovades pels seus òrgans de govern, en algunes de les quals estan representades les famílies, i que l’Administració educativa les supervisa. A més, ignoren intencionadament que la Constitució espanyola, que diuen defensar, preveu la llibertat de càtedra. El que volen realment és retallar les llibertats, tant dels centres educatius com del professorat, i controlar ideològicament i política el sistema educatiu, com volia fer el ministre José Ignacio Wert amb la seua LOMQE, que els òrgans que els regesquen siguen merament consultius i que lluny d’una inspecció que voldríem pedagògica, siga censora del professorat i impedisca alhora la formació de  persones lliures i crítiques.

En definitiva, la mercantilització de l’ensenyament i la potenciació de la xarxa educativa privada són objectius que volen dur a terme sota l’enganyifa repetició de la paraula “llibertat” que tant usen,  però que practiquen molt poc. Per a acabar-ho d’adobar, pretenen una mesura ben cridanera: establir una ajuda a les famílies per comprar els uniformes escolars que són un element exclusiu de la xarxa privada. Comptat i debatut, és la mesura perfecta per potenciar les classes benestants i per esborrar les diversitats personals i lingüístiques que tant els incomoda. Sí, al País Valencià hem patit la seua política durant vint anys, un reflex semblant als efectes produïts en sanitat i educació a la comunitat autònoma de Madrid. Ara amb les amenaces escopides i prompte esculpides, hem de blindar el dret a l’educació pública valenciana, democràtica, gratuïta, laica, coeducadora, científica, inclusiva i equitativa, en què tots els estaments educatius participen en el disseny de la política educativa, on la gent que hi treballa tinga unes bones condicions laborals i salarials, i que el nou govern complesca amb tots els compromisos acordats amb la Comunitat Educativa i els sindicats, durant les legislatures anteriors. Si s’hi neguen, que és el més probable, caldrà plantar cara a les seues polítiques i tornar a reivindicar que no es toque ni un sol dret humà. Ara i sempre, defensarem també l’educació pública que volem.

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España: Una línea en el horizonte

Una línea en el horizonte

Rodrigo Ayarza

Narrativas noviolentas

 

—Yuna, ¿por qué dibujas esos animales en el espejo? —le pregunta su hermano Endetas.

Yuna no lo escucha, sigue absorta en su mundo cantando una canción en tonos agudos y la voz de su hermano se pierde. Ella borra con un dedo la oreja de uno de los conejos que al parecer quedó deforme. Luego termina de peinarse las puntas rebeldes de su cabello y busca un hueco por donde ver reflejado su rostro en el espejo, pero le es imposible hacerlo. Decenas de animales dibujados con jabón y pasta de dientes ocupan ese mundo. Retrocede medio metro y observa como unos lobos hambrientos persiguen a un bisonte que fue alcanzado por unas flechas y a unos monos que huyen buscando algún tipo de salvación… Mientras intentan escapar, Yuna los sigue con la mirada.

—Por supuesto que no te puedes ver —le dice su hermano Endetas cuando pasa otra vez por la puerta del baño.

—¿Será verdad? No creo que sea así como dicen… sea como sea, yo también lo quiero ver — dice ella.

—¿Qué quieres ver?, ¿de qué hablas? —le pregunta su hermano.

Yuna lo mira a los ojos y le cuenta: «dicen que obligan a unos niños a cazar y golpear con unos palos a unos animales».

—¿Quiénes los obligan? —pregunta Endetas asombrado, revisando que no falte nada en sus mochilas.

—No lo sé, dicen que unos pandilleros. ¿No lo has visto?, está en internet —Yuna comienza a hacerse una larga trenza y vuelve a tararear parte de la canción que estaba cantando.

—Si, sí, esa es la canción, la recuerdo bien. Eso que cantas es una canción de presentación de un videojuego en internet —dice Endetas convencido.

—Unas amigas la cantan y se me pegó —comenta Yuna.

—Es muy violento lo que pasa en ese videojuego, ¿lo sabías?

—No lo sabía, soy la única de mi clase que no ha jugado.

—No es para tu edad —afirma su hermano, mientras dobla una hoja con unas direcciones en su bolsillo: muelle 7, pesca del día, galpón 6, molida de granos y yerba mate.

—Allí a donde vamos me prometiste que tendríamos internet, ¿verdad?

—Para que querés internet si no tenemos donde ver nada de eso —le responde él.

—Ya te lo dije, me da curiosidad, tengo derecho y quiero ver qué pasa en ese juego.

Endetas guarda silencio. Conoce el videojuego en el que unos jóvenes luchan ferozmente con palos y pinchos en las calles de una ciudad en ruinas con el fin de cazar animales del bando contrario.

Después de cazarlos, cada pandilla elige los animales más aptos y los hace competir con el objetivo de ganar territorios rivales.

Endetas comprende bien la situación, el fiel reflejo de la cultura en una atractiva caja de videojuego: la lucha por la supervivencia, subir de nivel, dominar al enemigo…

Y para el final, el plato fuerte, la versión explícita de la cultura verticalista: unos trepan e intentan alcanzar la cima para impedir que otros también lo hagan. Quienes lo logran tienen el privilegio de quedarse con todo, mientras que el resto, animales y jóvenes descartables, caen olvidados al fondo del foso: game over.

Lo cierto es que Endetas había comenzado a ver el videojuego “Lucha feroz”, pero tuvo que dejarlo. Él también hubiese querido formar parte de ese antídoto contra el aburrimiento, pero no fue posible.

Recuerda el griterío ensordecedor que hacían decenas de chicos pegados a las pantallas jugando en esa sala en horario libre, alentando a esos animales, cantando esa canción que ahora también canta Yuna, mientras él limpiaba el lugar.

—Si conseguimos un teléfono podremos ver cosas que ven otros, escuchar música —insiste Yuna—. Sé que te gusta mucho la música.

Endetas no le responde, tan solo cierra las mochilas y le dice que se tienen que ir.

—Dicen que en internet, durante el videojuego, permiten apostar por quiénes cazan más animales, ¿será verdad? —le pregunta ella mientras busca su sombrero.

—Sí, lo sé —le responde su hermano mientras la espera en la puerta de la casa.

—Sé que vos nunca apostarías por algo así —dice Yuna en el momento en que encuentra su sombrero.

Yuna, sabía que su hermano trabajaba en el centro educativo en la sala de computadoras, pero nunca le había dicho que limpiaba las máquinas y los baños de esa sala. Hace unas semanas lo habían acusado junto a otros de robar unas máquinas durante la noche, pero se habían equivocado.

Endetas no había tenido nada que ver en el asunto.

Yuna guarda una botella de agua en su mochila, se pone su sombrero y los dos hermanos salen de la casa.

Los centros educativos continúan cerrados. Y ellos ahí, en una apartada región fuertemente azotada por sequías extremas a las que se sumó el drama de la pandemia.

Hace meses que Yuna nove a sus compañeros de clase ni los volvería a ver por un buen tiempo.

Es así como decidieron ir al otro lado del cerro alto donde se encontraban los ríos de agua dulce y los cultivos. Lo cierto es que al igual que muchos iban en busca de una oportunidad única y sabían que no la podían desperdiciar.

Durante el trayecto pasan al lado de un grupo de mujeres que plantan semillas. Yuna ve cómo  unas enormes gotas de sudor ruedan por la frente y pómulos de una de ellas y le deja su botella.

La joven mujer apenas puede abrir su boca para agradecerle. Yuna creyó que bebería un poco de agua, pero no fue así y ve cómo la mujer vierte el agua sobre un puñado de semillas. La mujer deja ver un halo de esperanza en su mirada bajo la atenta mirada de las otras que aprueban su decisión.

Luego, Yuna ve cómo otras niñas de su edad hacen unas tortas con semillas secas en unas enormes tablas de madera escondidas bajo la sombra y las saluda. Ellas le devuelven el saludo.

A unos metros de ahí, un niño le regala a Yuna un pájaro hecho con las hojas de plantas de los cultivos. Pero sin viento es imposible que vuele, piensa Yuna.

—No vuela —le dice el niño—. Es para que te acompañe. Hazlo volar cuando encuentres al viento.

Su hermano le toca el hombro, le dice que tienen que seguir.

Caminan varias horas y llegan al lugar arrinconado contra la línea del horizonte, donde les habían prometido que los estarían esperando. Sin embargo, allí donde debería agitarse el río de agua dulce hay un hostil vacío transformado en el mismísimo desierto, desnudo.

Endetas le dice a su hermana que lo siga, ambos se lanzan como bólidos persiguiendo el intento de un sendero imposible. Avanzan por ese mundo durante una hora. Yuna se imagina lo peor.

Impacientes, descubren que lo que debería surgir de una vez por todas no surge, no aparece por ningún lado. Tan solo emergen entre la nada unas manchas deformes y espesas. Deciden enfrentar esa dura realidad y descubrir el rostro de quien se está olvidando de ellos. Sin importar nada más, se abalanzan hacia donde se hace más y más denso ese territorio.

A unos cien metros de donde están, alzan la vista y creen ver la línea del horizonte que están buscando; corren desesperados hacia ese lugar donde les habían hecho creer que se chocarían con esa oportunidad única. Endetas cree que va a estar ahí, le dijeron que confiara, que creyera y siguiera adelante, que tendría ante sus ojos el futuro prometido; pero avanza y tan solo ve flotar unas cenizas moribundas que despedazan en forma perversa la línea del horizonte que alguna vez se atrevió a erguirse o tuvo la imaginación de haber existido. Endetas contempla cómo las cenizas con tintes de vacío tupido profanan esa línea del horizonte y lo peor de todo: la mirada de Yuna  languidece, descubre que no existe otra cosa que un mundo sin posibilidades, inservible. La presencia de ese mundo mutilado, reflejado en el rostro de su hermana, le causa horror a Endetas.

Una especie de arena liviana se posa en las manos de Yuna; se mueve entre sus dedos, empiezan a vibrar miles de partículas, giran y colisionan unas con otras en ese aire inverosímil; sus átomos entran en sinergia, responden a billones de impulsos invisibles que no llegan a solidificarse. No lo pueden creer. Descubren lo insoportable: el futuro transformado en cenizas yace ahí, agonizando, ignorándolos. La línea en el horizonte comienza a ocultarse, comienza a escurrirse debajo de la nada y bajo sus pies hay algo más, descubren el rostro desabrido, las manos laceradas, comprueban que aún se mueve y sienten la piel herida de una línea de horizonte, rendida, vencida por las cenizas, el único monstruo capaz de profanar su presencia.

El sol pega en el cenit. Yuna cae fulminada, Endetas escucha en forma de susurro las palabras que se posan en los labios de su hermana: «no hay nadie esperándonos ¿verdad?» Endetas sabe que se repite lo mismo de siempre, tan solo se tienen el uno al otro. Se da cuenta de que no están hechos para esa línea y hay algo más, esta vez descubre que ni siquiera tiene la chance de luchar y decir hice todo lo que pude y no fue. Y es duro reconocerlo. A estas alturas, no sabe si estas heridas algún día las verá cicatrizar.

Yuna, agotada, enseña su frustración bajo su sombrero castigado y deforme; le insiste a su hermano que tienen que regresar, que ya han visto demasiado. «¿Sabes por dónde, verdad?», le pregunta. Pero él no tiene la respuesta. No existen puntos de referencia por donde escapar ni avanzar. «Yo me voy», insiste Yuna. Endetas, un tanto mareado, intenta levantarla pero le es imposible, la niña no está en donde creía él que podría estar. Definitivamente, se convence: la perdió, perdió de vista el rostro de Yuna. El sol languidece, también se rinde, combatido y vencido por el peso de las insoportables cenizas, cede, y esta vez, Endetas cree escuchar a su hermana que grita, pero se gira hacia una dirección equivocada, desesperado estira su mano para tocarla y nada, ya no está ahí.

Endetas vaga solo por el desierto gris, siente que el silencio ensordecedor le dispara a quemarropa, la angustia de no encontrar a Yuna le hace perder el equilibrio y se desploma en el

suelo. Mueve sus labios sin emitir sonido alguno y revive la dura pregunta que se hizo antes: ¿Alguna vez creíste que no estabas en el lugar correcto? Endetas sabe que ese no es el lugar, ¿pero cuál es el lugar correcto?

Una hora después tropieza con el calzado abandonado de Yuna pero no hay rastros de ella y nota que los cordones están deshechos. Piensa que las malditas cenizas los mordisquearon. Continúa con el calzado de su hermana en su mano; frustrado y angustiado, avanza por ese laberinto infernal hasta que los dedos heridos de sus pies chocan con una superficie irreconocible y descubre un puente para escapar de ese territorio.

Al otro día despierto rodeado por unos extraños pobladores, quienes me ofrecen algo de beber. Un niño me pregunta cómo me llamo: «Endetas», le respondo. Bebo y él me enseña el mismo pájaro hecho con hojas de los cultivos que le habían regalado a Yuna. Una anciana se acerca a mí y me dice que Yuna está bien. No se imaginan la alegría que siento cuando veo que mi hermana corre hacia mí y me abraza con fuerza. Luego me enseña cómo el pájaro vuela y me dice que en esta aldea el viento sí existe.

Nos quedamos en la aldea, el trato es bueno, gente solidaria, muy hospitalaria.

Cuando intento incorporarme no puedo hacerlo, quienes me rodean me preguntan sorprendidos observando mis heridas: «¿qué hacíamos allí?, ¿cómo logramos escapar?» No lo sé. Intento elaborar una respuesta: buscábamos un futuro, al menos uno de verdad, uno que no teníamos. Nos habían dicho que lo hallaríamos en la línea del horizonte. Para darme a entender dibujo en el suelo la cicatriz del río mutilado, también la línea del horizonte convertida en cenizas. Ya no está, pero ese era el lugar, ahí se encontraba lo que estábamos buscando.

La anciana interpreta mis respuestas con una sutileza de adivina, se acuclilla, toca con sus dedos el dibujo en el suelo y me dice que lo que estábamos buscando se debe estar moviendo.

—No entiendo a qué te refieres, ¿moviendo?, ¿hacia dónde? —le pregunto en forma impulsiva.

—Debes tener paciencia Endetas. Para conocer el porqué de estas verdades, tenemos que aprender a masticar lentamente cada una de las ideas —responde la anciana y continúa su relato.

La línea en el horizonte no está ahí para ustedes, no en ese lugar, ni tampoco el futuro que buscan. Ambas o la misma cosa se siguen moviendo…

Nosotros también buscábamos algo que nos estimulara a seguir viviendo, pero ni en un lugar ni en otro lo podíamos hallar. «La mujer dice esto mientras mastica unas hierbas que se le meten entre los dientes como espinas».

Al igual que a ustedes, a nosotros también se nos acabó el camino. Justo ahí por donde llegaron había un enorme agujero en la tierra que se tragaba toda esperanza, «me dice ella». Pasaban los días y nos preguntábamos qué hacer. Aunque los vientos del otro lado no hacían otra cosa que golpearnos en la cara y nos dejaban en la piel olor a desesperación y muerte, igual así, propusimos hacer un puente para abrirnos camino y avanzar. Algunos rechazaron la idea y se amotinaron.

Lo cierto es que los puentes que intentábamos hacer eran frágiles y uno a uno se iban cayendo. Hasta que uno logró sostenerse, pero hubo revueltas y quienes se habían sublevado lograron derribarlo. Fue muy duro todo aquello, sentía que nos despedazábamos, que no valíamos nada…

¿Me entiendes hijo? «Me pregunta la anciana y yo sigo escuchando, atentamente, su relato».

Habíamos retrocedido en todo, hasta habíamos olvidado cómo leer lo que tanto nos había costadoaprender a escribir. Aquello era insoportable. Nos habíamos quedado sin alimentos y luego de intensos debates alcanzamos pequeños acuerdos: logramos construir este brazo de cuerdas, por donde llegaste, como prototipo incipiente de puente.

—¿Y fueron hacia el territorio de las cenizas? —le pregunto a la mujer.

—¡No! —responde ella en forma tajante.

Llegaron primero unos pobladores del otro lado. Se adelantaron y nos acusaron de ser los causantes de todos sus males. Nos definieron con desprecio, dijeron que llevábamos en nuestros huesos el germen de la desesperación y la muerte. En sí, reprodujeron las mismas palabras con las que nosotros también los habíamos prejuzgado e imaginado que así serían ellos y su mundo. Nos señalaron como lobos que habían saqueado sus granjas, nos culparon de haber profanado los escritos originales de sus libros e introducido en ellos símbolos que presagiaban tiempos de sufrimiento y castigo. En fin, de perseguir y corromper su cultura con nuestra amenaza de puente.

Pero estaban equivocados, como te dije, no habíamos pisado su territorio. Por supuesto que no nos creyeron. Creían ver en nuestros rostros las mismísimas miradas de los perpetradores que los habían azotado durante las noches anteriores.

«Luego de una breve pausa, la anciana reflexiona y me dice: ‘préstame atención Endetas’».

Ese suelo de cenizas que conocieron con tu hermana está cargado de extrañas palabras y por lo que veo se les meten en la lengua a cada uno que intenta atravesarlo. Ustedes eligieron hablar de futuro, pero estos otros optaron por escupirnos palabras de venganza a nuestros pies. Respondieron con violencia para amedrentarnos y provocaron ira y hambruna. Pasamos un largo invierno resistiendo ese cruel asedio, hasta que se enfocaron en derribar nuestro puente como forma de perpetuar nuestra sumisión. Por supuesto que no lo consiguieron. Lo defendimos como pudimos, era lo último que nos quedaba, lo único que habíamos aprendido a construir con la esperanza de seguir buscando, creo que al igual que vos y Yuna, nuestro futuro. En sí, lo que trajo angustia y desesperación, terminó uniéndonos y encontramos algo en común por lo que luchar. Hasta que alguien alertó a estos usurpadores que habían vuelto a su suelo de cenizas los mismos forajidos de noches pasadas y fueron tras ellos.

El terror se había apoderado de nuestro espíritu. Mirábamos el puente con recelo y nos preguntábamos con temor cada noche quiénes más podrían llegar a venir desde ese otro lado.

Hasta que ocurrió algo que lo cambió todo: algo inesperado. Llegó alguien muy especial, recuerdo bien la mirada de esa chica. Llegó exhausta, liquidada. La pobre no daba más. Deliraba y también hablaba de líneas vencidas y fugadas en el horizonte, y que estas habían sido enterradas vivas. Hasta que sucedió lo inesperado: ahí estaba ante sus ojos. Lo señaló y su señal fue placentera.

Al parecer, había encontrado algo que nosotros teníamos y que por años había estado buscando.

Encontró en nuestra aldea lo que no había hallado en ese otro lado, una alternativa a esa cultura que la había expulsado y que nosotros al parecer sí teníamos. Aunque no sabíamos qué era, ella con su paciencia nos fue enseñando a descubrirlo. Y sucedió. Hizo lo que habíamos olvidado, lo que otros nos habían enseñado a rechazar. En fin, hizo lo que hacía años nadie se atrevía a hacer.

¡Y nos abrazó!

Muchos rechazaron ese abrazo. Recuerdo que se alzaron las voces a la defensiva: “está loca, ¡echémosla!, vendrán más, ¡nos matarán a todos!”, pero no fue así. Se quedó con nosotros. Se adaptó, debo reconocer que era perseverante, enseñó a los más chicos a escribir y llevó la cosecha como nadie. Aprendimos mucho de ella. Recuerdo bien su nombre: Kranzu, sí, así se dio a conocer y poco a poco nos fuimos metiendo en su piel y dejamos que ella se metiera en la nuestra. Con el tiempo ya fue parte viva de nuestra forma de ser, su latido fue una parte profunda de nuestra aldea y nosotros formábamos también parte de su ritmo y energía. Junto a Kranzu vinieron otros supervivientes, arrastrándose por el puente con sus sueños destrozados, con sus preguntas sin respuesta, que nadie jamás había escuchado. Todos anhelaban algo, diferentes cosas y las fueron hallando poco a poco en nuestra aldea.

La mujer hace una pausa, bebe un líquido extraño que nunca antes había visto: «¿quieres un mete?», me pregunta. Yo acepto ese mate amargo. Y continúa con su relato.

Aquí viene lo importante. Comprendimos para qué estábamos en este lugar: descubrimos que este puente no era para que lo cruzáramos nosotros, sino para recibir a otros. ¿Comprendes, hijo?, «me dice la anciana». Nos dio sentido del por qué teníamos que fortalecer el tejido del puente. Como ves, teníamos ante nuestros ojos la alternativa que habíamos buscado durante años. Y lo mejor de todo es que aprendimos que nosotros formábamos parte de esa alternativa. Y fue así como aprendimos a valorar lo que habíamos creado como alternativa a ese territorio mutilado por las cenizas.

Reconocimos en la historia de Kranzu una especie de inspiración. Recuerdo que ella nos contó que en una noche extremadamente inhóspita y pese a que las fuerzas ya no les daban más, entre varios tuvieron que cargar hasta un refugio a una chica muy joven que estaba embarazada. Quien ante las adversidades más extremas había hecho lo imposible por resistir. Kranzu dio a conocer como esta chica, semi desmayada, se acercó al fuego. Luego de tomar algo caliente y recobrar fuerzas, comenzó a cantarle a su bebé en su vientre. Sintió cómo éste comenzaba a moverse y recuperaba la poca energía que aún le quedaba. Luego sintió unas tímidas palpitaciones, continuó cantándole y sintió como aceleraba sus latidos. Notó que su futuro hijo escuchaba esas canciones.

El ritmo de sus pulsaciones crecía y crecía, hasta que la criatura comenzó a bailar en su vientre. «Sí, así como escuchas Endetas, repite la anciana un tanto conmovida»: comenzó a bailar en su vientre.

Kranzu contó que, durante esa noche, había aprendido a abrazar a la chica embarazada para reanimarla. Nunca antes había abrazado a nadie, o no lo recordaba. Lo cierto es que ni siquiera sabía cómo abrazar y tuvo que aprender a hacerlo. Sí, sí, recuerdo que la joven madre dio a luz en nuestra aldea. Y yo he visto con mis propios ojos el hermoso niño que no solo había bailado, sino que también había aprendido a abrazar en el vientre de su madre. Yo le he visto. Nació con las ansias de querer abrazar, al menos su gesto reflejaba esa expresión.

«Veo que la mujer se lleva su mano al corazón y continúa diciendo». Fue un tiempo muy especial, lo recuerdo bien. Kranzu no solo nos contó que había aprendido a abrazar. A medida que avanzaba el relato de Kranzu, yo también sentía, «dice la anciana» como mis palpitaciones, que habían estado adormecidas, renacían. Y después de esa inspiración de saber que, ante las adversidades más arduas, una criatura respondía bailando en el vientre a las canciones que su madre les cantaba, también mis latidos se aceleraban y buscaban un lugar profundo en mi pecho donde refugiarse.

Kranzu nos enseñó a abrazar. En los abrazos hallamos una forma de esperanza. Y a pesar de las divisiones internas que nos habían desgarrado, en el abrazo encontramos esa alternativa al aislamiento. Y al igual que la joven madre con su hijo, reconstruimos los latidos y los abrazos que la aspereza de la vida había borrado.

La anciana hace una pausa, cierra los ojos y en un eterno susurro casi imperceptible, formado por alientos de otros alientos, agradece a la noche y a quienes la rodeábamos. Luego materializa con su mano el contorno de un objeto inexistente e imagina mover con las delicadas puntas de sus dedos las páginas de esa idea fabulosa. Y en ese sitio escogido suspende su mirada y, como si estuviera leyendo en las hojas más íntimas de un libro sagrado, recita en forma emotiva:  Y en los abrazos permitidos, elegimos cómo querer abrazar, elegimos cómo querer ser abrazados…

Al finalizar el poema, vuelve a mirarme y me dice: ‘creo que tejer puentes que abracen es un arte agotador. Un arte que muchos temen, como buscar un futuro en una línea en un horizonte que han enterrado viva. Lo fue para ustedes y lo fue para Kranzu. Pero aun así descubro que existe la energía necesaria para levantarse cada día y seguir buscando.’

—Y ¿qué ha sido de Kranzu? ¿En dónde está? —le pregunto a la anciana.

—¡Se fue! —me responde ella—. Se fue junto a los que siguen buscando…

Pero basta de tanta conversación. Vete de una buena vez a buscar esa línea en el horizonte que tanto quieres encontrar. A tu edad yo también me hubiese ido. No te preocupes por Yuna. Ella

continúa estudiando y estará bien. Cuando regreses en unas semanas, tendrás tu trabajo en la zafra.

¿Qué más podrías pedir?

—Pero ¿por dónde? ¿Por dónde comienzo a buscar? —le pregunto.

—Encontrarás por dónde. Si me preguntas, ¡arriesga! Muévete contra la corriente. Kranzu siguió moviéndose contra la corriente. Pero ten cuidado. Te perseguirán. Existen ciertos sitios en los que han definido que es peligroso hacerlo. Al menos para los que siguen buscando, está prohibido.

Allí encontrarás a Kranzu. Ah, sí, lo olvidaba. Hay otro chico. Lo llaman Pixyad. Te agradará conocerlos. Ese lugar que muchos buscan, por lo que dicen, es increíble. Si mal no recuerdo, ahí crean sus historias en las que pueden elegir ser ellos mismos… tal como quieren ser, sin que nadie les ande definiendo cómo tienen que latir.

Estas fueron las últimas palabras de la anciana. Me despido de ella y salgo a buscar a los que siguen buscando. A intentar hallar a los que quieren crear sus historias. Porque como saben, también quiero crear mi historia. La que aún no he vivido, la que aún no he comenzado a escribir. No al menos en una línea en el horizonte.

 

Fuente de la Información: https://static1.squarespace.com/static/56fc2f0c859fd08c7e52a26f/t/64777e736650d82cb348ee67/1685552756003/Una+l%C3%ADnea+en+el+horizonte.pdf

 

 

 

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Irena Vega Medina: Orgullo Crítico, otra forma de luchar por los derechos LGBTI diferente a la oficial: “Está muy monopolizada por los hombres homosexuales”. España

Diferentes colectivos toman las calles de Madrid para reivindicar la revueltas de Stonewall y en contra del capitalismo que se ha apoderado de la manifestación estatal

En el bar Stonewall Inn, en el barrio neoyorquino de Greenwich Village, varias personas, entre ellas Stormé DeLarverie —de quien se dice que fue la que lanzó la primera piedra— decidieron cambiar el mundo y la realidad del colectivo LGTBI el 28 de junio de 1969 al iniciar unas manifestaciones que duraron tres días. El Orgullo Crítico de Madrid, una plataforma que congrega diferentes asociaciones, rinde homenaje a los que comenzaron un movimiento que ya tiene 54 años. Para ello, desde el 2006, cada 28 de junio en Madrid, y cada vez en más ciudades, se celebra una protesta completamente alejada de la manifestación estatal del 1 de julio, organizada por MADO. “Nacemos como respuesta a la comercialización y mercantilización del Día del Orgullo y para que no se pierda el sentido de la conmemoración de la fecha”, explica Tigra, portavoz de Orgullo Crítico, en una videollamada con EL PAIS.

El año pasado llegaron a ser unos 15.000 manifestantes, comenta la vocal de la plataforma, y este año esperan superar su récord. El lema para 2023 es Contra la crisis, Orgullo e Insurrección. Comenzará a las 20.00 desde la glorieta de Cuatro Caminos, pasa por la calle de Bravo Murillo y finaliza en la plaza de la Remonta, cercana a la parada de metro de Valdeacederas. “Yo vivo en un barrio obrero del norte de Madrid, pero esto es como un hermanamiento entre el norte y el sur. Así se puede ver como no solo se comparten las sexualidades, sino otras opresiones, como en este caso la clase”, comenta Eugenia Tenenbaum (Santiago de Compostela, 26 años), divulgadora de arte con perspectiva de género, sobre la descentralización de la manifestación.

Ella acude a la convocatoria de Orgullo Crítico desde el 2018 y admite arrepentirse de no haber ido antes porque “la energía y la sensación de comunidad son inmensas”. Reconoce que no quiere ir a la del centro, la del MADO, porque es una manifestación que está muy despolitizada y, aunque no es “una purista” y cree que hay espacio para todo dentro de la protesta, no comparte la turistificación del evento. “Está muy monopolizado por los hombres homosexuales. Todo lo que se salga de ahí casi que tiene que pedir permiso ya no solo para ir, sino para encontrar a las amigas y moverse por ahí”, añade.

Orgullo Crítico nace como heredera de las posturas críticas desarrolladas por algunos colectivos del Madrid de los años noventa. Primero, recibieron el nombre de Bloque Alternativo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales y, en 2010, ya se conformó con el nombre por el que hoy se le conoce. “Salimos a las calles para marchar y reivindicar que estamos ahí, que todavía hay carencias en los derechos logrados, como en la Ley Trans, que aún sufrimos violencia, que nos discriminan”, incide Tigra.

La batucada toca en Vallecas el sábado 24 de junio durante la manifestación convocada por el colectivo Orgullo Vallekano.
La batucada toca en Vallecas el sábado 24 de junio durante la manifestación convocada por el colectivo Orgullo Vallekano.JUAN BARBOSA

Darko Decimavilla, que tiene la presidencia de No Binaries España, una asociación de ámbito estatal no mixta para personas trans no binarias, explica que uno de los motivos que les alejaron de la manifestación del 1 de julio fue la poca horizontalidad que existe dentro del MADO. Quisieron participar en el Orgullo del pasado año; pero al vocalizar sus reservas por la participación del PSOE, que votó en contra de incluir a las personas no binarias dentro de la Ley Trans, se les informó de que no podían vetar a nadie, ya que es “algo abierto a todo el mundo”. Este año llevaron la decisión a una asamblea y la decisión fue rotunda: no participarán.

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Además, cuenta que la organización de Orgullo Crítico y la manera de tomar las decisiones es siempre por consenso y de forma asamblearia. Tigra, portavoz de la plataforma, asegura que como tienen “las mismas necesidades y casi las mismas reivindicaciones, ponerse de acuerdo es bastante sencillo”. Decimavilla añade que muchas veces son cosas tan sencillas como decidir cuál será el lema del año. “Desde el MADO lo deciden las dos asociaciones organizadoras, sin contar con nadie más”, lamenta.

No Binaries no es la única plataforma que se ha alejado de la manifestación de 1 de julio. El colectivo Bisexuales y Combativas forma parte de la plataforma Orgullo Crítico desde el 2019. Ellas nacen en el mismo año, cuando se dan cuenta de que no hay un bloque para personas bisexuales. “Nos conocíamos de redes, de seguirnos mutuamente, pero no habíamos traspasado la frontera del ordenador”, revela Diana Cardo, portavoz del colectivo.

El sentimiento que les ha llevado a participar en el 28 de junio es similar al de No Binaries. “A la fiesta institucional no le queda reivindicación. Es el momento del año en el que las marcas se cuelgan las banderas de algo que no respetan”, afirma Sara García de Vicuña, otra vocal de Bisexuales y Combativas.

Como tónica general, todos los entrevistados concuerdan en que el Orgullo comercial, como lo llama Decimavilla, ha perdido el sentido de reivindicación y protesta. “Con tanto arcoíris, con tanta fiesta, con tanta carroza se nos ha olvidado que todavía nos faltan muchos derechos por conquistar”, manifiesta Tigra.

 Laura Argounova, asistente al Orgullo crítico, en los alrededores de la Puerta del Sol, Madrid.
Laura Argounova, asistente al Orgullo crítico, en los alrededores de la Puerta del Sol, Madrid.SAMUEL SÁNCHEZ

Laura Argounova (Madrid, 29 años) comenzó a ir a la manifestación del 28 de junio en 2014. La última vez que fue a la estatal fue ese mismo año. Durante la adolescencia acudía religiosamente a la cita del 1 de julio, pero no era consciente de que además de las carrozas, las fiestas y las carreras de tacones, también se trataba de una manifestación. “Lo llamaba cabalgata, desfile. Para mí era un día de fiesta”, cuenta sentada en una terraza cerca de Sol.

Con el tiempo, empezó a militar en diferentes asociaciones y conoció a Orgullo Crítico y su propuesta. “Algo básico es que se respeta el día y además en la estatal hay carrozas y participan partidos políticos que son abiertamente neoliberales y oportunistas”, justifica Argounova.

Pitu Aparicio, educadora social y monologuista hace muchos años que no va a la manifestación estatal “porque se ha perdido la reivindicación de la marcha y se ha convertido en una fiesta que está muy bien, porque es una celebración y una visibilidad, pero que es tan mainstream que se olvida del colectivo”, señala Aparicio por videollamada.

Pancarta reivindicando la bisexualidad y el no binarismo en la manifestación del Orgullo Vallekano, el sábado 24 de junio, en Madrid.
Pancarta reivindicando la bisexualidad y el no binarismo en la manifestación del Orgullo Vallekano, el sábado 24 de junio, en Madrid.JUAN BARBOSA

Ana Fernández Zarate (Madrid, 29 años) acude todos los años a la manifestación que convoca Orgullo Vallekano. Este año se celebró el 24 de junio y siente que tanto en la que estuvo ella como en la de este miércoles 28, hay una representación real de todas las disidencias. “Hay bloques para personas gordas, discapacitadas, racializadas…”, cuenta por teléfono.

Uge Sangil, presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), una de las entidades organizadoras del Orgullo, lamenta la distancia entre ellos y Orgullo Crítico. Conoce los reclamos y acepta algunos de ellos, pero siente que “ambos movimientos pueden convivir”, ya que todos tienen “el objetivo de los derechos humanos y el respeto por la diversidad”. Además, desde su perspectiva, las diferencias “son salvables” y está convencida de que “si se sentasen a hablar, se podrían solucionar los problemas”.

Tigra, por su parte, no sabe si esto es posible. “Durante este mes hay mucha solidaridad, mucho ‘el amor es amor’, logos y banderitas arcoíris, pero al final los mensajes que lanzan algunas empresas son contradictorios”, sentencia la vocal de Orgullo Crítico.

La mirada crítica en las periferias de la capital

La asociación Éboli LGTB, en Pinto, lanzó un comunicado el pasado 21 de junio en el que se desvinculaban por completo de todas las actividades promovidas por el gobierno de la localidad, una coalición del Partido Popular y Pinto Avanza. “No es congruente que hagamos la lectura del manifiesto cuando los dos partidos que nos gobiernan no nos apoyan como colectivo”, expone Abraham Febrer, presidente y fundador de la asociación, que añade que «no todo vale» cuando se trata de los derechos humanos.

Vallecas y Alcalá de Henares, entre otras, son dos zonas que también hacen una lectura crítica del MADO. “Como ambas coinciden, nos pareció importante apostar por orgullo de periferia y, en esta ocasión, priorizamos el de Alcalá”, cuenta Decimavilla, que acudió con No Binaries España a la manifestación propuesta por Alcalá Entiende.

Orgullo Vallekano quiere “recuperar la reivindicación alejados del capitalismo rosa”. “No queremos participar del pinkwashing que hace el MADO y las empresas de doble moral como el Corte Inglés, que puede patrocinar el orgullo y vender libros para ‘curar’ la homosexualidad”, inciden los activistas de la plataforma.

Celebraron su propia manifestación, el sábado 24 de junio, en un recorrido que abarca gran parte de la avenida de la Albufera, en el barrio de Vallecas, al sureste de Madrid. Quieren “un barrio educado y sensibilizado en la diversidad sexo afectiva y de género”, afirman desde la organización.

Para ellos, el MADO “ha perdido la capacidad de reacción frente a partidos políticos y tiene las manos atadas por las ayudas económicas”. La manifestación en Vallecas o la que convoca Orgullo Crítico, inciden, son espacios para “poder decir lo que realmente se opina de las cosas”, ya que, al ser colectivos completamente autogestionados, no “le deben nada a nadie”.

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Irene Vega Medina

Redactora en prácticas en la sección de Local desde febrero 2023, anteriormente en Planeta Futuro. Graduada en Lenguas Modernas Cultura y Comunicación, con un máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos, ambos en la Universidad Autónoma de Madrid. Cursó el máster de periodismo UAM-EL PAÍS con la promoción 2021-2023.

Fuente: https://elpais.com/espana/madrid/2023-06-28/orgullo-critico-otra-forma-de-luchar-por-los-derechos-lgbti-diferente-a-la-oficial-esta-muy-monopolizada-por-los-hombres-homosexuales.html

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Activismo revolucionario contra la injusticia racial

En agosto de 1955, un adolescente afroamericano de 14 años viajó desde Chicago, su ciudad natal, hasta el estado segregacionista de Mississippi, para visitar a unos familiares. Tres días después se encontró su cuerpo flotando en el río con muestras evidentes de haber recibido una brutal paliza. Los dos hombres acusados de la agresión, los dos blancos, adujeron que el joven había silbado a la esposa de uno, medio hermana del otro. Ante esta excusa y ante la palabra de la mujer, fueron declarados inocentes por un jurado popular integrado completamente por blancos, y los medios locales los encumbraron como héroes mientras se jactaban en las entrevistas de todo lo que le hicieron a Emmett Till, cuyo rostro, terriblemente desfigurado, apareció en las portadas de todos los periódicos nacionales después de que su madre dejase el ataúd abierto para que todo el mundo viera lo que le habían hecho a su hijo, y pidiera a los fotógrafos que hicieran difusión de tan duras imágenes.

En su honor, la “Ley contra los linchamientos de Emmett Till”, firmada por el presidente de los Estados Unidos, lleva su nombre. La legislación aprobada convierte esa execrable acción, el linchamiento, en delito federal de hasta 30 años de cárcel y multas considerables. Hay que hacer énfasis en que los asesinos del joven Till murieron, de forma natural, en 1981 y 1994, sin haber pisado nunca la cárcel por el asesinato cometido, mientras que la nueva ley se firmó en marzo de 2022 por un tal Joe Biden, sesenta y siete años después del brutal asesinato. Estas dos fechas, el linchamiento de 1955 y la ley de 2022, da una idea de la lentitud de los progresos sociales y de que todavía queda mucho por hacer, y, también, de la importancia de la memoria histórica para entender el pasado y el presente y anticiparnos en lo posible para evitar injusticias en el futuro.

Probablemente, este objetivo tan loable es el que tenía el guionista David F. Walker cuando se propuso escribir la historia del Partido de las Panteras Negras para la Autodefensa (a los dos años de su creación, el nombre quedó reducido a “Partido de las Panteras Negras”), creado en Oakland, California, en 1966, hasta su disolución definitiva en los años ochenta. Nacido en 1968, Walker es periodista y profesor a tiempo parcial en la universidad, pero destaca especialmente por su trabajo como guionista de cine y cómic, con numerosos reconocimientos. Entre otros, ha realizado guiones para personajes de cómic tan populares como Shaft (para Dynamite Entertainment), Luke Cage, Power Man o Deadpool (para Marvel) o Cyborg y Young Justice (para DC Comics). En DC Comics es cocreador del personaje Naomi, una superheroína adolescente afroamericana, de la que en 2022 se ha realizado una serie de televisión para la plataforma HBO.

La decisión de Walker fue un reto extraordinario, puesto que eligió realizar el guion de una novela gráfica, a pesar de que la obra requeriría de mucho texto explicativo y de muchos datos, con gran cantidad de personajes y escenarios. Pero el medio escogido favorecía la producción y, sobre todo, la divulgación del resultado, a medio camino entre el ensayo y un documental audiovisual. En el guión se propuso realizar una introducción de los antecedentes que llevaron a la creación del partido, datando el origen, evidentemente, en el secuestro y posterior esclavitud de los nativos africanos que fueron llevados a la fuerza al continente americano, tratados de forma atroz durante siglos. Se propuso describir someramente la conocida como “la gran emigración” en los años treinta del siglo XX, donde millones de negros estadounidenses huyeron del sur buscando una mejor vida lejos de la segregación. Y, a partir de ese instante, se propuso destacar las personas más relevantes y los eventos más importantes acontecidos hasta los años sesenta, por desgracia, la mayoría desoladores, como el del joven Emmett Till.

Una vez definida la idea del proyecto a llevar cabo, al guionista David F. Walker solo le faltaba el artista que lo llevaría a cabo, y lo encontró en el dibujante Marcus Kwame Anderson, y, después de casi dos años de trabajo conjunto, el resultado es la novela gráfica

El partido de las panteras negras. Una historia gráfica (The Black Panther Party: A Graphic Novel History, 2021), publicado en marzo de 2022 en catalán por Tigre de Paper Edicions, con traducción de Octavi Gil, y en mayo de 2023 en castellano por Alianza Editorial, con traducción de Ladislao Bapory Sité. El dibujante tiene un estilo versátil y ha sabido dotar de gran sobriedad las páginas diseñadas, especialmente teniendo en cuenta la carga emocional que supone dibujar acontecimientos reales, complejos y trágicos a la vez, mientras intentas ser lo más fidedigno posible a la realidad e intentas que las decenas de personas citadas a lo largo de toda la obra se parezcan lo máximo posible y que los más conocidos sean identificados fácilmente por el lector.

El trabajo final publicado es una muestra evidente del poder divulgativo de la imagen, y de la gran contribución del dibujante en la obra resultante, y no solo por el carácter documental de gran parte de la novela gráfica, sino también por su contribución en las diferentes escenas narradas de eventos fundamentales de la historia del partido. Además, la portada originalestá cargada de gran simbolismo, al mostrar la famosa foto de Huey Newton sentado en un sillón de mimbre, con su boina característica, acompañado por las siluetas de los diferentes líderes del partido: Bobby Seale, Kathleen Cleaver y Fred Hampton, todos con un fondo naranja y amarillo. El sillón de mimbre es conocido como “pavo real” (peacock chair) por su forma, y tiene su origen en el siglo XIX, como parte del mobiliario utilizado en las colonias francesas del Pacífico Sur, lo que facilitó que se popularizara en Europa, primero, y en Estados Unidos desde principios del siglo XX, con una carga colonial evidente en la pieza.

El partido de las panteras negras. Una historia gráfica rastrea el contexto histórico de la filosofía política que germinó en la creación del partido, contextualizando la opresión y la violencia racista sistémica y la brutalidad policial, especialmente en la conocida como la era de “Las Leyes Jim Crow”, que propugnaban la segregación racial en todas las instalaciones públicas. La segregación, de facto, fomentaba la desigualdad económica y social en todos los sentidos, evidente en el desempleo y en la segregación forzada de las viviendas. También en la justicia y en la educación. Conocido es el caso de Ruby Bridges, de 6 años, que en 1960 tuvo que asistir a diario al colegio de primaria escoltada por los Marshals, por ejemplo.

En 1966, el Partido de las Panteras Negras era creado por Huey Newton y Bobby Seale, inspirándose en el movimiento Black Power, y con un decálogo que fundamentaría el programa político, tan ambicioso como contundente, pidiendo una vivienda digna, pleno empleo, educación, justicia, paz y solicitando el fin de la brutalidad policial y la liberación de todos los hombres negros encarcelados. El partido también fue impulsor de los conocidos como “programas de supervivencia”, que incluían desayuno gratis para los niños, clínicas de salud y escuelas. Llegaron a tener más de sesenta sucursales a lo largo del país, influyendo en otras minorías y creando organizaciones similares en otros países.

Se hicieron famosos por su estética (boinas negras y chaquetas de cuero) y su visible armamento, sobre todo en los primeros años hasta que cambió la legislación del país, pensada a medida de ellos, obstaculizando que volvieran a ir armados por la calle y, en su caso, facilitar su detención si los pillasen. La idea de las armas era que fueran disuasorias en caso de que quisieran atacarles. Fueron revolucionarios en los hechos y agresivos en las formas, en contraposición con los movimientos de derechos civiles no violentos que llevaban años luchando por los derechos de los negros.

El ímpetu y la contundencia con la que actuaban iba en consonancia con la nobleza de la imagen escogida para representarlos, la de una pantera negra, un animal feroz que solo ataca cuando se siente acorralado. Pero la irrupción de sus originales acciones en todos los ámbitos inquietó al sistema, lo que provocó todo tipo de represalias: cambio de leyes, redadas continuas, acusaciones arbitrarias y falsas que conllevaban estancias prolongadas en la cárcel, hasta la puesta en libertad por falta de pruebas (o ni eso, algunos pasaron muchos años encarcelados sin motivo), represión policial con impunidad, todo ello con el beneplácito de la justicia y los medios de comunicación, que actuaban como cómplices e inductores de la injusticia racial.

Algunos ejemplos de dichas acciones se han popularizado recientemente con el estreno de dos películas basadas en hechos reales y que incluyen eventos fundamentales en la historia del partido. Las películas El juicio de los 7 de Chicago (The Trial of the Chicago 7, 2020) y Judas y el mesías negro (Judas and the Black Messiah, 2021), dirigidas por Aaron Sorkin y Shaka King, respectivamente, debería de avergonzar a los que permitieron los abusos descritos, al menos quedan retratados. En el caso del famoso juicio de Chicago, en la película vemos la detención arbitraria de uno de los creadores del partido, y el trato vejatorio que se le dio en el juicio por parte del déspota del juez, que lo amordazó y encadenó delante del jurado.

La película Judas y el mesías negro, en cambio, muestra el asesinato de Fred Hampton por parte de la policía de Chicago cuando acribillaron con ametralladoras su apartamento mientras dormía (de hecho, ni se despertó porque lo había drogado previamente una persona de su equipo, sobornado por los agentes). Hampton, de 21 años, era el jefe de personal y portavoz nacional del Partido Pantera Negra cuando, en la madrugada del 4 de diciembre de 1969 fue asesinado con total impunidad.

¿Un policía asesinando a sangre fría a una persona desarmada e indefensa? El estupor que provoca llegar a hacerse una pregunta así, imaginamos que es el mismo estupor que tendría el mismo guionista de la novela gráfica, David F. Walker, cuando se dispuso a escribir, el 27 de mayo de 2020, el epílogo de la obra en la que llevaba más de dos años trabajando. Lo que nunca hubiera imaginado es que tuviera que escribir el texto dos días después de la muerte de George Floyd en la ciudad de Minneapolis, como consecuencia de la asfixia que le provocó un policía al presionar con su rodilla el cuello de Floyd contra el pavimento durante cerca de 10 minutos, mientras hacía caso omiso a los espectadores que le alertaban de la mala praxis y de los problemas para respirar del detenido. El funesto desenlace, grabado con detalle por un transeúnte, fue el detonante del movimiento Black Lives Matter (también conocido por las siglas BLM; en castellano: “Las vidas de los negros importan”). La fatal coincidencia del trabajo final de los autores con diferentes noticias trágicas de pátina claramente racista no hacía más que reforzar la intención inicial de la novela gráfica de la importancia de dar a conocer la memoria histórica del activismo por la injusticia racial.

El prólogo de la edición española está escrito por Conciencia-Afro, una propuesta artística, cultural y política creada en 2016, con sede en Madrid. En su página web se presentan como una asociación “centrada en reivindicar, celebrar y difundir las realidades y los conocimientos del continente africano, diseminados por todo el planeta, trabajando en el ámbito de la creación artística, el diseño de proyectos culturales y en el impulso de procesos comunitarios”. En el prólogo afirman que el legado del Partido de las Panteras Negras sigue vivo en todas las personas que luchan por la justicia social. De hecho, en los años ochenta, ya había inspirado en España la creación de diferentes organizaciones (entre ellas, la Asociación Panteras Negras). En palabras de Conciencia-Afro: “Los ideales de autodefensa y autoorganización fueron fundamentales para hacer frente a la violencia neonazi, tan presente en esos años en las calles de Madrid”… ¿en esos años?

 

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Francesc Nogales: Educar en clase pero también en casa, un viaje pedagógico a los casos de éxito educativo. España

Francesc Nogales, reconocido a nivel nacional e internacional por sus propuestas educativas innovadoras, ha volcado su experiencia en su primer libro, “Educar en clase… y en casa”, un “viaje pedagógico” que reclama vincular las aulas y el proceso de aprendizaje con el entorno social y familiar.

“Se trata de un viaje en el que vamos creciendo”, desde la infancia hasta la edad adulta, explica Nogales en una conversación con EFE, “en el que al principio replicamos un modelo de educación que hemos recibido y del que luego renegamos”.

Nogales, profesor en el colegio San Enrique de Quart de Poblet (Valencia), fue elegido el mejor profesor de Primaria de España en los Premios Educa Abanca en 2021, y ha recibido también numerosos reconocimientos internacionales por sus proyectos pedagógicos que lleva a la práctica con sus alumnos, tras más de 25 años de “prueba-error”.

Francesc Nogales, reconocido a nivel nacional e internacional por sus propuestas educativas innovadoras. EFE/Ana Escobar

Propuestas de educación que implican a las familias y al entorno social de los alumnos

El libro que publica Plataforma Editorial reúne siete de estos proyectos relacionados con la lectura, las matemáticas, el abordaje del “bullying” o el Alzheimer con la recuperación de la memoria de los mayores, a través de propuestas que implican a las familias y al entorno social de los alumnos y les sirve de motivación para el aprendizaje.

Con sus alumnos ha realizado reseñas literarias que se han publicado en medios de comunicación; talleres de matemáticas con la presencia de las familias en el aula; ha tratado como afrontar situaciones que pueden derivar en “bullying” con vídeos elaborados por los niños para su difusión en YouTube; ha recopilado las historias de los abuelos en “un pueblo para recordar” y trabajado con las familias las frustraciones con propuestas como “De pequeño seré”.

Nogales precisa que son experiencias educativas de éxito después, en algunos casos, de “muchos errores”, consejos a los que los docentes y familias interesadas pueden acceder a través de códigos “QR” y modificar y adaptar a sus aulas de manera colaborativa.

El libro se divide en cuatro capítulos: infancia, juventud, madurez y vejez, y se acompaña también de varios temas musicales con la educación como temática, de Pink Floyd, Mecano, Fito y los Fitipaldis, Maluma o Seguridad Social.

Educación tradicional o innovadora

Nogales habla sobre las continuas reformas de la ley de Educación y opina que “ahora hay una confrontación muy evidente entre educación tradicional y educación innovadora cuando el camino, el debate, no tiene que ser ese sino qué podemos sacar de positivo de la educación tradicional y qué aporta de positivo la innovación metodológica”.

A su juicio, “las leyes están muy bien pero no sirven de nada si estamos dando clases como hace 30 años” y deberían centrarse en “ser útiles”. “No se trata de cambiar la ley sino de plantear la educación como una prioridad social, que se hable de la educación no tanto para debatir y generar polémica sino para generar unión”, añade.

Además, defiende que tenga un papel más visible socialmente, con propuestas como una sección de información educativa en los informativos, al igual que hay de sociedad o de cultura, que muestre las experiencias en las aulas que están desarrollándose con éxito. “Hay muchos colegios haciendo cosas que merece la pena contar y no lo cuentan ni ellos”, lamenta.

Francesc Nogales ha volcado su experiencia en su primer libro, “Educar en clase… y en casa”. EFE/Ana Escobar

Prólogo de Pilar Alegría

La ministra de Educación, Pilar Alegría, que contactó con Nogales tras su elección como mejor docente en 2021 para conocer su trabajo y el de otros profesores con su misma visión pedagógica, es la encargada del prólogo del libro.

Alegría destaca que es una llamada al orgullo de enseñar, al privilegio de ser referente para las nuevas generaciones y un aviso a los riesgos de estar siempre subido a la tarima, ya que “un profesor que no escucha es un profesor que no sabe lo que ha aprendido”.

“Un docente maduro es sensato y no depende solo del libro, tiene buen juicio y ofrece proyectos diversos y variados, y también es prudente y sabe que cada alumno necesita algo distinto”, reflexiona Nogales, que propone a los lectores “sumarse a la acción” y lanzarse a realizar alguna de sus propuestas. “Podemos llevarnos sorpresas increíbles”, asegura el docente.

Fuente: https://efe.com/sin-categoria/2023-06-17/educar-en-clase-pero-tambien-en-casa/

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España: Una escuela que segrega priva a los ricos del conocimiento de las cosas

Una escuela que segrega priva a los ricos del conocimiento de las cosas

Guadalupe Jover

La verdadera cultura se compone de dos cosas: pertenecer a la masa y poseer la palabra. Una escuela que selecciona destruye la cultura. A los pobres les quita el medio de expresión. A los ricos les quita el conocimiento de las cosas”. (Alumnos de la escuela de Barbiana, 1967).

Una escuela que segrega daña no solo al alumnado más vulnerable, condenado a no salir de allá donde lo puso el azar de su nacimiento. Daña también, y no poco, a quienes encierra en entornos de pretendido privilegio pues los priva, como denuncian los alumnos de Barbiana, del conocimiento de las cosas.

Hace ahora dos años, la Casa Real emitió un comunicado para informar de que la Princesa de Asturias cursaría el Bachillerato Internacional en una institución educativa privada del Reino Unido, previo pago de 67.000 libras esterlinas. En ese mismo comunicado se subrayaba que se trataba de un colegio en el que “puede haber unas 80 nacionalidades, con alumnos procedentes de diversos estratos económicos”, como prueba de un ideario que propugna el entendimiento intercultural y la valoración de la diversidad. Quienes conocemos el mapa escolar madrileño no pudimos dejar de sentir estupefacción. El instituto público que en razón del domicilio corresponde a las hijas de los Reyes de España cuenta con un número análogo de nacionalidades entre su alumnado, (aunque es verdad que sin gran diversidad de estratos socioeconómicos, visto que quienes pueden elegir, porque tienen dinero para ello, huyen de esa diversidad hacia entornos mucho más homogéneos). Para ese viaje, nunca mejor dicho, no necesitábamos alforjas.

El mensaje real del comunicado estaba sin embargo en lo no dicho: en la desafección hacia la escuela pública española por parte de quien, como en el caso de otras monarquías europeas, debiera ser su principal valedor. Lo mismo ocurre con gran parte de las élites políticas de nuestro país, cuyo currículum, por más que acumule posteriormente grados y másteres, adolecerá de una ceguera en muchos casos incurable: la que impide ver al otro como a un igual, sea cual sea su origen geográfico y cultural y su entorno socioeconómico, su lengua y sus creencias religiosas; la que impide luego comprender las razones azarosas, y por tanto esencialmente injustas, del desigual futuro que espera a unos y otros.

¿Dónde estarán los pobres, que no los veo?”, se preguntaba nada menos que el consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, tras la publicación de un informe de Cáritas que alertaba de que un 22% de la población madrileña se encuentra en situación de exclusión social. Y lo hacía con gesto burlón, calificando de “error” la existencia de ese tipo de informes.

Pero es que no los ve. No los ven. “Una escuela que segrega destruye la cultura”: destruye, es verdad, los valores civilizatorios básicos, que debieran ser compartidos. “A los ricos les quita el conocimiento de las cosas”: privados de la capacidad de alzar la vista y mirar en derredor, aquejados de una miopía incapacitante, refugiados en la confortabilidad del privilegio, siguen alimentando –por activa o por pasiva– una segregación escolar que causa ya escándalo en Europa.

Para la educación democrática no hay atajos. El primer presupuesto de una sociedad democrática es la consideración del otro, de los otros, como personas iguales en dignidad y derechos. Y eso se aprende (o no) desde la infancia. Se vive o no se vive. “Solo se mira como a iguales a aquellos con los que se ha compartido pupitre en la escuela” afirmaba José Pedro Varela, maestro uruguayo, hace ya siglo y medio. Haber crecido, codo con codo, con niños y niñas diferentes en todo es lo único que puede despertar la conciencia del propio privilegio y no atribuir este a un mérito personal. Es lo único que puede despertar reflejos de empatía no atravesados por la asimetría de la desigualdad y conformar una suerte de “velo de ignorancia” que, llegado el momento de proponer medidas para el conjunto de la sociedad, haga abstracción de la propia posición en la rueda de la fortuna.

Educarse en una escuela diversa debería entenderse como un derecho de todo menor, tanto de los que están a un lado o al otro del privilegio. Y eso es algo que ningún dinero puede comprar.

Pero aún hay más. “Una escuela que selecciona destruye la cultura. […] A los ricos les quita el conocimiento de las cosas”. Nuestra cultura compartida –un posesivo hoy felizmente ampliado– incluye un suelo ideológico irrenunciable: no solo los derechos humanos, sino también el derecho a vivir en un planeta con futuro (y el deber de legarlo a las próximas generaciones).

¿Está en riesgo la provisión de ese conocimiento a no pocos niños y niñas de nuestro país, en favor de unas creencias religiosas concretas (no compartidas, por tanto, por el conjunto de la sociedad) y de unos filtros ideológicos que dan la espalda a la fundamentación científica en la selección del saber? Mucho nos tememos que sí.

Porque vivimos en una época de avalancha de información, desinformación y manipulación, es fundamental el papel de la escuela como agente de validación de la información y de transmisión de conocimientos validados científicamente. No se trata de convertir la escuela en un instrumento de adoctrinamiento ideológico, sino de garantizar que no se construyan opiniones que no están apoyadas en hechos”, afirman João Costa y João Couvaneiro en un libro de título bien elocuente: Conhecimentos vs competências. Uma dicotomia disparatada na educação. (2019).

El aprendizaje de la convivencia en condiciones de igualdad con quien es diferente, la educación en derechos humanos, la formación en un conocimiento científicamente contrastado o la libertad de conciencia son derechos de todo menor. Y su mejor garantía es la escuela pública.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2023/06/08/una-escuela-que-segrega-priva-a-los-ricos-del-conocimiento-de-las-cosas/

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/una-escuela-que-segrega-priva-a-los-ricos-del-conocimiento-de-las-cosas/

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