Page 126 of 935
1 124 125 126 127 128 935

España: Catalunya, Madrid y Baleares abrirán escuelas de 0 a 3 años antes del verano entre las quejas de los educadores

Europa/España/ eldiario.es

La vuelta al colegio durante la desescalada está siendo muy distinta en función de la comunidad autónoma y de las edades de los escolares. Aún así, tras las imágenes de la apertura de los institutos en Euskadi este lunes, se espera que la mayoría de alumnos españoles que acaban Primaria (6º curso), ESO (4º) y Bachillerato (2º) se reencuentren en las aulas ante final de curso.

No ocurrirá lo mismo en las aulas de Infantil, que retomarán la actividad de forma mucho más minoritaria y con mayor revuelo entre los educadores. Consideran los docentes –todos los sindicatos van a una en esto– que la actividad presencial no debería retomarse en ninguna etapa y en ningún territorio, y que esto es especialmente válido para los más pequeños, más difíciles de controlar y con una educación basada sobre todo en el contacto y la interacción. Tampoco están de acuerdo, añaden los propietarios de centros, con el papel de elemento para la conciliación que se está dando a la educación infantil.

La idea inicial del Ministerio de Educación de abrir las escuelas infantiles, de 0 a 3 años, y las etapas de Infantil de los colegios, de 3 a 6, en ambos casos para facilitar la conciliación de los progenitores que tengan que acudir a su puesto de trabajo (en Madrid hasta lo tendrán que demostrar), chocó con el rechazo inicial de la mayoría de las comunidades autónomas, que salieron de la última reunión con el Gobierno afirmando que no abrirían las aulas de 0 a 6. Pero finalmente algunas de ellas sí trabajan en este escenario: Catalunya activará estos cursos el próximo lunes en las zonas que estén en fase 2; en Baleares lo harán en fase 3, lo mismo que en Madrid, aunque estas dos regiones solo plantean abrir la etapa de 0 a 3 años.

El resto de comunidades, a excepción de algunos casos que dan libertad a las guarderías privadas, no contemplan reactivar esta etapa educativa hasta septiembre. Es el caso por ahora de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Aragón, Andalucía, País Vasco, Navarra, Galicia, Cantabria o Murcia. Destaca el caso de Comunidad Valenciana, que no abrirá las escuelas infantiles de su titularidad pero sí permite que lo hagan las municipales y las privadas a partir del 18 de junio, pensando en la actividad durante el mes de julio.

En Canarias la situación es similar. En pleno proceso de cambio de cambio de consejero tras la dimisión esta semana de María José Guerra por discrepancias con el plan de desescalada, no lo tiene claro aún. Una portavoz de la consejería explica que se está trabajando en un posible protocolo y que, si se consigue aprobar este será cuando se decida si abren o no. Por otra parte están las escuelas municipales y privadas, que quedan fuera del ámbito competencial de la consejería y se preparan para abrir con muchas dudas.

La Generalitat enciende a las educadoras

El inicio de la actividad escolar en Catalunya, a partir de este lunes en los territorios en fase 2, llega con una enorme incertidumbre especialmente para los más pequeños. Estos días, las escuelas infantiles, públicas o privadas, y los colegios de Primaria están mandando encuestas a las familias para saber qué alumnos tendrán que acoger por razones de conciliación de sus progenitores. En muchos casos la respuesta es inferior a un tercio, lo que no supondrá un problema para garantizar las ratios reducidas de entre cinco y ocho niños y niñas por grupo en función de la edad.

Pero los sindicatos en pleno y varios colectivos de Educación Infantil ya se han mostrado contrarios a la apertura por varias razones: porque consideran que las distancias de seguridad y las medidas de higiene impiden el necesario vínculo y cercanía a estas edades, porque creen que los problemas de conciliación no deben descargarse sobre los centros educativos y porque temen quedar demasiado expuestos en el caso de que haya rebrotes.

En las instrucciones de la Generalitat para las aulas de 3 a 6 años, como en etapas más avanzadas, se plantea una distancia física de dos metros dentro del aula, que los docentes lleven mascarilla y un uso del material escolar muy restrictivo. No se podrán usar hojas de papel y los juguetes serán de uso individual a no ser que se asegure su desinfección cuando pase de unas manos a otras.

Noemí Rocabert, directora del colegio Mestre Morera de Barcelona, advierte que una vuelta a las aulas en estas condiciones, y a unas edades que tras dos meses de ausencia requerirán de mucha adaptación, puede ser más perjudicial que beneficiosa. «Los niños y niñas aprenden interaccionando y jugando, si esto no se puede garantizar, no podemos ser escuela. Si es un tema de conciliación, ¿por qué no lo asumen las empresas?», plantea.

¿Podrán abrazar a los alumnos si lloran? ¿Deberán impedir constantemente que toquen el mobiliario? ¿Tiene sentido el reencuentro si su tutora no puede estar presente porque es colectivo de riesgo? Estas son algunas de las preguntas que lanzan las educadoras. «Las necesidades de desarrollo y bienestar de 0 a 6 años pasan por la atención y cuidado de un adulto de forma cercana. Pedirle a un niño pequeño que sus relaciones humanas sean a distancia afecta directamente a su proceso de desarrollo, de vinculación y de entender el mundo que lo rodea», advertían distintos colectivos de educadores en una carta escrita el pasado jueves y que ya tiene más de 2.000 firmantes.

Para las escuelas infantiles de 0 a 3 años, casi todas de titularidad municipal o privada, las medidas no serán finalmente tan restrictivas. En una instrucción mucho más detallada aprobada el viernes, la Generalitat transforma las obligaciones en recomendaciones y solo pide distancia de un metro entre los niños y niñas a la hora de comer o de hacer la siesta. En cuanto a los juguetes, serán de uso exclusivo para cada grupo de cinco. Biberones y chupetes deberán esterilizarse cada día en casa, se recomienda usar toallas y baberos desechables y en las instrucciones se dedica una página entera a describir paso a paso cómo se tienen que cambiar los pañales para evitar contagios.

Aun así, no está claro todavía cuántas escuelas van a abrir. Lo harán seguro las 42 que son de titularidad de la Generalitat, pero entidades como la Coordinadora d’Escoles Bressol, que representa tanto a privadas y municipales, aseguran que la mayoría de sus asociadas no lo harán. Su principal preocupación ahora mismo es sostenerse económicamente al haber perdido buena parte de las cuotas de las familias. En cuanto a las municipales, sirven como ejemplo las cinco ciudades más pobladas que entrarán en fase 2 el lunes: Girona, Manresa y Vilanova i la Geltrú abrirán, Reus no lo hará y Tarragona todavía no lo ha decidido.

Solo para padres trabajadores

Madrid y Baleares se mueven en un escenario similar. Ambas comunidades tienen la idea de abrir los centros cuando pasen a la fase 3. Sus trabajadores están igual de satisfechos que los catalanes al respecto.

En Madrid, el consejero Enrique Ossorio ha estado tanteando estos días a la comunidad educativa, a la que ha informado de su intención de abrir las escuelas infantiles cuando la región pase a fase 3. Esto sería, si se mantienen los plazos de dos semanas entre fases y siempre que no haya pasos atrás, a partir del 22 de junio.

«Nos parece terrible la diferenciación que están haciendo de la etapa de Infantil frente al resto, es evidente que nos están considerando como conciliación», explica Blanca Azanza, presidenta de la Asociación Madrileña de Escuelas Infantiles de Gestión Indirecta (Ameigi). «Pero somos centros educativos, la conciliación es cosa de las empresas, no debería buscarse la salida fácil de llevar a los niños al cole», añade. «Además, ¿por qué los menores de tres sí y el resto no? ¿Un niño de seis años ya puede quedarse en casa con un bocadillo?», pregunta.

El protocolo que ha enviado la Consejería de Educación a los centros en la tarde de este miércoles se especifica que la oferta de Escuelas infantiles es solo para familias cuyos padres trabajen fuera de casa. Y lo tendrán que acreditar. Esta restricción se acabará cuando se acabe la fase 3. En Catalunya, esta se plantea como un criterio de acceso en edades de 3 a 6 y como un criterio de prioridad en 0 a 3.

Baleares es la tercera comunidad en la que, si nada cambia, se abrirán algunas escuelas de Infantil. La consellería defiende que no tiene competencias para mandar sobre las escoletas infantiles, en su mayoría de propiedad municipal o privada, por lo que les ha dado potestad para abrir o no en fase 2. La mayoría no lo han hecho de momento, aunque sí planean hacerlo cuando la comunidad pase a fase 3, lo que podría pasar este próximo lunes. Las que lo harán seguro son las cuatro escoletas que sí pertenecen a la consellería.

«Hay mucha presión social para que abran por el tema de la conciliación», explica Ramón Mondéjar, miembro de la Ejecutiva de STEI. «El Gobierno estaba elaborando un plan al respecto, pero nunca se volvió a saber de él», cuenta. Como los demás, Mondéjar lamenta «excesivo» carácter conciliador que se está dando a la etapa.

«Hicimos una encuesta y el 90% de nuestros afiliados no quería volver. La gente tiene miedo a los contagios», cuenta este docente, que además no le ve ventajas: «Hemos estado estos meses trabajando telemáticamente, podemos seguir tres semanas más». ¿También los más pequeños? «También, se ha hecho un trabajo con ellos muy interesante, la gente de Infantil no ha parado de trabajar».

The post Catalunya, Madrid y Baleares abrirán escuelas de 0 a 3 años antes del verano entre las quejas de los educadores appeared first on El Diario de la Educación.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/05/28/catalunya-madrid-y-baleares-abriran-escuelas-de-0-a-3-anos-antes-del-verano-entre-las-quejas-de-los-educadores/

Comparte este contenido:

El dolor del silencio

Por: Daniel Seixo

“El capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer trabajadora un peso que la aplasta; la ha convertido en obrera, sin aliviarla de sus cuidados de ama de casa y madre”

 

Se llamaba Verónica Rubio, tenía 32 años y era una mujer trabajadora y madre de dos niños de nueve meses y cuatro años. Se llamaba Verónica y lamentablemente decidió quitarse la vida tras ser acosada, humillada y señalada repetidamente por la filtración de un video de carácter sexual con el que sin pretenderlo, se terminó convirtiendo en la comidilla de su entorno más cercano. Un vídeo enviado cinco años antes por la víctima a un antiguo novio y compañero de trabajo en la fábrica de camiones de Iveco en la que trabajaban, resultó suficiente para que el acoso laboral y la violencia machista, se propagase fruto del dedo acusador y el silencio cómplice hasta llevarla al extremo de decidir no poder soportarlo más.

Al silencio de la empresa, sus compañeros y los grupos de WhatsApp por los que el que acoso machista circuló impunemente, se suma ahora el silencio de la justicia. Un sistema judicial repetidamente incompetente cuando de juzgar el terrorismo machista se trata y que asegura impertérrito mostrarse incapaz de lograr identificar a la primera persona que divulgó el contenido que llevó a Verónica a la muerte. La misma justicia de la Operación Araña o la clausura de Egin, asegura ahora mostrarse incapaz de desenredar la madeja  que sigue a la declaración de la ex pareja de Verónica y a la de otros compañeros de la víctima, que aseguran haber recibido en sus teléfonos móviles los vídeos que la llevaron a quitarse la vida. Pero aun cuando la justicia pudiese seguir el hilo de la vergüenza y la complicidad con el crimen, resultaría laborioso resolver con verdadera justicia un caso en el que no media denuncia previa de la víctima.

Pese a que Verónica decidiese no presentar esa denuncia únicamente motivada por un infructuoso intento de soterrar aquella locura, pese a que el terror y la intencionalidad del delito resulte obvio para todos nosotros, pese a que los cientos de dedos que presionaron la tecla y el cuello de su propia compañera vayan a salir impunes. Pese a todo ello, la justicia del estado español resuelve declararse incapaz. Y resuelve hacerlo una vez más cuando es la vida de una mujer la que nos han arrebatado.

Al silencio de la empresa, sus compañeros y los grupos de WhatsApp por los que el que acoso machista circuló impunemente, se suma ahora el silencio de la justicia

Y puede que nosotras ya estemos cansadas, puede que nos canse el silencio cómplice y asesino de unos y otros, sus chascarrillos, sus jocosos comentarios y sus acusaciones ante una mujer que de un modo u otro, eso importa poco, hace gala de poseer una sexualidad activa, presente y real, tal como usted y como yo, como cualquiera de nosotros, meros seres humanos que ríen y lloran, escriben y follan. Porque lo quieran conocer ustedes o no, todos nosotros follamos, algunos lo hacen guarro y también con cariño, despacio, lento, en todas las posturas imaginables y con las personas que quieren o puede que con otras con las que simplemente les apetece, incluso hay algunos y algunas que follan por despecho o que engañan a sus parejas. Pero eso, nunca le debería otorgar a ningún jodido primate patriarcal la potestad para acosar laboralmente a nadie, ni mucho menos para compartir sus imágenes o hacer uso alguno de ellas o incluso poder llevar a una situación tan extrema a una mujer para que esta decida quitarse la vida dejando atrás a dos niños de nueve meses y cuatro años.

Niños a los que vuestra falsa moral burguesa de meapilas, vuestras perversiones sociales y sexuales y vuestra hipocresía de país ultracatólico plagado de templos de la explotación sexual y la esclavitud reaccionaria del cuerpo de la mujer, les ha arrebatado a su madre. Verónica, una trabajadora y madre de 32 años llevada a la muerte por el silencio de muchos, por el terror de unos pocos y por la impunidad de un sistema patriarcal, que una vez más se cobra la vida de una mujer en nuestro país. Pero ya nunca más, esto sucederá en silencio.

 

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/el-dolor-del-silencio/

 

Comparte este contenido:

El modelo de la destrucción

Por:  

 

Y los alcaravanes comenzaron a desaparecer, sus crías eran atropelladas por los coches alquilados de los turistas de sol, alcohol, droga y playa, aquel universo de agua cristalina y bosques inmensos de cardones y tabaibas junto al litoral canario, se transformó en un siniestro oasis de hormigón, cemento y basura, no solo residual, también humana.

 

Da la impresión de que en lo que llaman ahora pomposamente, «la vuelta a la normalidad», todo será idílico para las Islas Canarias, los constructores serán buenos como conejitos blancos de Disney, los tiburones de la patronal turística una especie de ángeles salvadores, redentores del empleo, en definitiva los próceres de la destrucción ecológica del Archipiélago ensalzada por una banda política sin remedio, al servicio del poder financiero, del sobrecito y el maletín, del ¿Cómo va lo mío? y el exabrupto o la persecución sobre cualquiera que se oponga a la destrucción de esta tierra, una metodología política siniestra, de tierra quemada, de hechos consumados, perjudicial para la Madre Tierra, pero que tantos beneficios y millones en dinero negro les ha dado en tantos años de holocausto ambiental isleño.

Ya no se habla de las cientos de playas destruidas, convertidas en esperpentos, de los hoteles a pie de mar o sobre antiguas dunas mágicas, bungalows que parecen nichos de cementerio en cada acantilado, campos de golf en zonas de sequía constante, mafias internacionales del narcotráfico o la trata de seres humanos, sobre todo de mujeres para la prostitución, hay que suministrar producto fresco al «mercado».

El artista César Manrique en una concentración contra la construcción de un complejo turístico en la playa de Los Pocillos, 1988. Fuente: Fundación César Manrique

Un modelo turístico que ha arrasado por la natura de estas islas, las que un día fueron afortunadas, de las que hoy solo quedan los restos de aquel paraíso, que hasta Plinio el Viejo o Platón, nombraban en sus crónicas de la antigüedad como un alucinante Jardín de las Hespérides.

Ahora florecen todo tipo de autopistas hacia ninguna parte, hay que llegar media hora antes como sea, aunque sea a costa de espacios naturales de incalculable valor, con flora endémica, única en el mundo y un patrimonio cultural arrasado, tan solo con pequeños vestigios en muchos casos repletos de basura y absoluto abandono institucional.

Una belleza natural repleta de gigantescos templos para el consumo o centros comerciales, construidos de forma masiva, arruinando el comercio local, además de pisotear intencionadamente una agricultura olvidada por la banda política, testimonial, sin ayudas suficientes, como si los que gobiernan esta tierra quisieran que desapareciera del todo para poder construir hasta en la base del Roque Nublo.

Esta será su peculiar «desescalada», seguir construyendo, ahora con mayor «flexibilidad» legal en las Leyes del Territorio o de los Espacios Naturales, todo vale para que los buenazos de los constructores y la patronal turística, arrasen por lo poco que queda de territorio libre de especulación y pelotazos urbanísticos.

Meter como sea, hasta con calzador, como dice el presidente de Canarias, a cuatro millones de turistas antes de fin de este triste año 2020, sin miramientos, dando todo igual, hasta la seguridad de todo un pueblo, lo primero la satisfacción de los poderosos, de las clases dominantes, las que han convertido esta tierra en un triste erial de miseria, pobreza, exclusión social y corrupción política.

Fuente e imagen:  https://viajandoentrelatormenta.com/el-modelo-de-la-destruccion/
Comparte este contenido:

España e Italia, los últimos países europeos en reabrir los colegios

Europa/ España e Italia/ 02.06.2002/ Fuente: www.niusdiario.es.

Los alumnos de primaria regresan este lunes a clase en Reino Unido y Grecia

Portugal reabre las escuelas de infantil tras la vuelta al cole de los alumnos de bachillerato

La vuelta al cole en Reino Unido comienza de manera muy escalonada y con restricciones: no se sobrepasará el límite de 15 niños por clase y con medidas de higiene y distanciamiento social. Eso sí, muchos padres no enviarán a sus hijos al colegio por temor a un posible contagio. Según un estudio de la llamada Fundación Nacional de Investigación Educativa, el 46 % de los encuestados ha indicado que sus niños se quedarán en casa.

Solo Inglaterra reabre este lunes las escuelas de primaria, pese a las advertencias de varios asesores científico del Gobierno británico que alertan del riesgo de una desescalada prematura. Las autonomías de las otras tres regiones -Escocia, Gales e Irlanda del Norte- aún mantienen el cierre de colegios.

«No podemos quedarnos confinados para siempre, debemos hacer una transición», afirmó el ministro de Exteriores, Dominic Raab, que recalcó que la retirada de medidas de aislamiento para combatir el coronavirus se va a hacer de forma «gradual» y «muy cuidadosa». Escocia baraja el mes de agosto e Irlanda del Norte, septiembre, mientras que Gales todavía no ha decidido la fecha.

Grecia: Guarderías y escuelas de primaria
Las escuelas primarias y las guarderías griegas abren también este 1 de junio, tras la decisión tomada por el Gobierno siguiendo las recomendaciones de los expertos en salud del país. «En este momento, los datos muestran que vamos a abrir escuelas primarias. Es bueno para nuestros hijos. No pueden permanecer fuera de la escuela durante seis meses ”, ha asegurado el portavoz del Gobierno griego, Stelios Petsas.

El resto de Europa
Portugal: 125.000 niños de preescolar (de 2 a 5 años) pueden regresar a las guarderías desde este lunes con motivo de la tercera fase de desconfinamiento. El país ya abrió sus escuelas para los alumnos de bachillerato (16 y 17 años).
Francia: a partir de este martes reabren las escuelas de forma generalizada en todo el país con el progresivo retorno de los alumnos de secundaria; siempre en grupos máximos de 15 estudiantes.
El ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, ha insistido en que la reapertura de los centros es un asunto de urgencia social «y más en período de crisis».
Dinamarca: fue el primer país en reabrir las escuelas a mediados de abril, aunque muchos padres prefirieron que los niños se quedaran en casa.
Alemania: comenzó a reabrir las escuelas en abril. Los estudiantes de secundaria, los primeros.
Bélgica: hace dos semanas volvieron a clase los alumnos de primaria y secundaria.
Países Bajos: hace tres semanas empezó a abrir las escuelas con horarios escalonados, dando prioridad a los alumnos de los primeros años de primaria y a los mayores de secundaria.
Suecia: nunca cerró sus escuelas para los niños menores de 16 años.
Irlanda:a partir del 29 de junio se abrirán las guarderías para los hijos de trabajadores esenciales, una medida se extenderá a los hijos del resto de trabajadores a partir del 20 de julio.
Austria: este miércoles termina la progresiva vuelta al cole que comenzó en abril con los alumnos de secundaria. El 15 de mayo regresaron los alumnos de entre 6 y 14 años y dentro de dos días, el resto.
España e Italia, en septiembre
En Italia, el ministerio de Educación ha anunciado las medidas de seguridad que le ha indicado el comité científico-técnico sobre la pandemia de coronavirus para reabrir los colegios en septiembre y que prevé distanciamiento físico de al menos un metro en las aulas y espacios comunes y mascarilla obligatoria para los mayores de seis años.

En España, solo los territorios en fase 2 y 3 han reabierto para los alumnos en cambio de ciclo, 4º de la ESO y especialmente 2º de Bachillerato, para reforzar el estudio de cara a la selectividad.

Fuente de la noticia: https://www.niusdiario.es/internacional/europa/espana-italia-ultimos-paises-europeos-reabrir-colegios-pandemia-coronavirus_18_2956020010.html

Comparte este contenido:

España: No abráis las escuelas, por ahora

No abráis las escuelas, por ahora

 Antonio Rico Y Garcia

(Original en catalán publicado en CRITIC)

Los últimos días se ha ido construyendo desde la izquierda un relato favorable a la apertura de las escuelas. La consigna, formulada de manera imperativa, es ambigua. Tanto, que al mismo tiempo que lo reclama para ahora mismo, las propuestas que hace para conseguirlo son de muy larga duración. De Roger Palà a Ada Colau, pasando por Jordi Muñoz, se han lanzado una serie de ideas en esta dirección. Vayamos por partes y veamos las posibilidades y debilidades de la propuesta. Vaya por delante que a pesar del tono de respuesta del texto, la intención es poner sobre la mesa todos aquellos elementos que, en la necesidad de abrir las escuelas, no se han tenido en cuenta. En el fondo, mantener y enriquecer el diálogo iniciado.

¿Bares, iglesias, centros comerciales … y las escuelas no?

Correcto, las escuelas no. De hecho, fueron los primeros lugares físicos en cerrar. Siguiendo la lógica del confinamiento, para el desconfinamiento deberían ser los últimos en abrir. En los bares, en las iglesias y en los centros comerciales se pueden imponer medidas para conseguir un cierto distanciamiento físico entre las personas. En las escuelas y en los institutos, no. O mejor dicho, sí, pero con unos resultados escalofriantes. Sólo hay que ver el ejemplo del Estado francés estos días. Actualmente nos encontramos ante unas ratios en el aula que sobrepasan, no sólo los mínimos pedagógicos aceptables, sino también aquellos que hacen referencia a una óptima actividad docente. Los centros escolares no han sido pensados ​​para tener 30 alumnos de media por aula. Y en la «normalidad», aquí es donde nos encontramos. Sin tener en cuenta la situación de barracones y patios ridículos que sufren algunas escuelas e institutos. En un bar o un centro comercial, si los obligas a tener sólo un 50% de su aforo, no pasa nada. Entendedme, evidentemente que es un perjuicio para el propietario y los beneficios del negocio, pero a nivel social la afectación no es colectiva, es individual. ¿Podemos hacer lo mismo con las escuelas? Dejamos el 50% del alumnado en casa? El mismo Roger Palà que pide abrir las escuelas califica esta medida como «despropósito». Totalmente de acuerdo. ¿Entonces, abrimos o no?

Habilitar otros espacios de la ciudad para que todos los alumnos puedan ir a «la escuela» no es ninguna solución. Al menos, esto no sería volver a la escuela. Uno de los argumentos favorables a la apertura es el papel igualador y socializador que hace la escuela. Los 15 alumnos de cada aula que, en lugar de incorporarse a su escuela o instituto, lo harían en una sala habilitada del centro cívico de su barrio, ¿se estarían igualando y socializando de la misma manera que los «elegidos» para volver al centro ordinario? Creo que no. A las infraestructuras, debemos sumar las relaciones sociales y afectivas entre los alumnos. ¿Como haremos los grupos, por orden de lista? ¿Por amistades y afinidades entre ellos? ¿Los profesores haremos de policías a partir de ahora también? De hecho, ya lo hacemos. En el caso de los institutos somos los encargados de que no fumen a la hora del patio, por ejemplo. A partir de ahora ¿también seremos los encargados de decirles que no se hagan un beso o un abrazo? ¿Esto es socializarse?

¿Por qué se quieren abrir las escuelas?

En el fondo, las dos grandes preguntas son porque queremos abrir las escuelas y cuando lo podremos hacer. Ahora bien, para poder dar una respuesta más o menos correcta, alejada del idealismo que algunas reflexiones rezuman, hay que partir de las condiciones objetivas y subjetivas del problema. Y lo primero que debemos tener en cuenta es que el «por qué» es una pregunta poliédrica y multidireccional que se hace a partir de diferentes casuísticas. Por un lado, la necesidad del sistema de reemprender la actividad productiva allí donde la dejó. Sin la escuela, el capitalismo no funciona. La incorporación a sus puestos de trabajo de millones de padres y madres exige tener un lugar donde dejar a los niños. Si la escuela, más allá de la docencia y la transmisión de conceptos, es una herramienta de socialización del individuo, debería abrirse cuando cumpla esta función. Hacerlo antes es, por muy buenas palabras que se usen, pasar al sistema educativo una responsabilidad social que no le corresponde. Ya estamos acostumbrados. El papel de ’guardería’ o ’de parking de niños’ es todo un clásico de la percepción que determinados sectores políticos y sociales tienen. Ahora bien, me sorprende que esta lógica venga ahora, de forma consciente o no, de la izquierda. ¿Quizás el problema no es que la gente se está reincorporando demasiado pronto a sus puestos de trabajo? ¿Quizás el problema no es que es más complejo conseguir que las empresas se impliquen en el bienestar de sus trabajadores y en consecuencia de la sociedad, que no encontrar un lugar donde dejar a los niños para ir a trabajar a jornada completa? Como siempre, el gran capital no arrimará el hombro, no participará de la solución. En el corto plazo, más que mirar hacia la Consejería y el Ministerio de Educación, habría que mirar hacia los de Trabajo y Economía.

Por otra parte, el segundo motivo para abrir las escuelas es dar respuesta a las familias más vulnerables. Estas tienen una enorme dependencia del sistema educativo y asistencial. Esto, sin embargo, no es abrir las escuelas. De nuevo, más que mirar hacia la escuela, lo que tendríamos que hacer es mirar a otro lugar. En este caso, servicios sociales. En las próximas semanas, es más importante contratar educadores e integradores sociales que no profesores y maestros. El curso académico está terminado, no nos hagamos trampas al solitario. Pero hay que dar respuesta a todas aquellas familias que han visto como este final unilateral les ha afectado en los aspectos más básicos. Es necesario que educadores e integradores visiten estas familias e inicien un trabajo de acompañamiento, tomando nota de sus necesidades y trasladando a los órganos políticos correspondientes las medidas que habría que tomar para que nadie se quede por el camino. Y eso no es trabajo de un profesor de sociales de 4º de ESO o de un maestro de plástica de infantil. Y es urgente. La escuela, en todo caso, como conocedora de la realidad de las familias de su centro, puede ayudar al acompañamiento o asesorar desde las tutorías y los equipos pedagógicos, pero no puede convertirse en la herramienta que sustituya los servicios sociales.

Finalmente, el argumento de que los alumnos no tienen que perder el contacto con la escuela aguanta lo justo y necesario. Desde las tutorías hemos ido haciendo seguimiento de los alumnos. Desde mails a llamadas telefónicas, pasando por tutorías por vídeo conferencia. No es ni el formato ni la manera de hacer las cosas en una situación de «normalidad». Pero es que no estamos en una situación de «normalidad». Ni lo estaremos durante un tiempo si atendemos a lo que dicen los epidemiólogos y el personal sanitario. Volver sólo unos días, en grupos pequeños y separados en el aula, vigilados de forma anómala durante el recreo, ¿es más beneficioso psicológicamente para nuestros hijos? Permitidme la duda. ¿No es mejor que guarden en su imaginario individual y colectivo la imagen de la escuela tal y como era mientras hacemos todos los esfuerzos para que en septiembre se parezca al máximo? Soy padre y no veo mi hijo traumatizado. Evidentemente que cada realidad familiar es un mundo. Pero, partiendo de esto, volvemos a uno de los argumentos que han sobrevolado el texto en varias ocasiones: no podemos pasar la responsabilidad a la escuela. Y, de hecho, creo que mi hijo quedará más afectado asistiendo a una escuela con la mitad de sus compañeros y amigos, todos con mascarilla y con unas restricciones de contacto enorme, que haciéndole entender que, poco a poco, iremos acabando el curso y que en septiembre intentaremos que todo vuelva a ser como antes. Sin generar muchas expectativas, evidentemente.

¿Cuándo podremos abrir? Tres planes a corto, medio y largo plazo.

Sinceramente no lo sé. Mi expectativa es en septiembre. Habrá que marcar una hoja de ruta consensuado entre las instituciones, los maestros y los profesores que tenga el aval de las autoridades sanitarias. Y que sea realista. Hablar de incorporar sólo el 50% de los alumnos de forma intermitente sin explicar cómo se hará este tipo de docencia, es surrealista. No hay espacios en nuestros centros escolares para incorporar la totalidad del alumnado en estas condiciones. Hablar de que tendremos que hacer enseñanza online sin poner las herramientas necesarias de formación para el profesorado, tampoco es una buena solución. De momento, sólo hemos ido cubriendo el expediente a toda prisa, lanzando ideas poco concretas. Cuenta, y seguramente es lógico, porque la situación le ha venido sobrevenida todos. Pedir abrir las escuelas ahora o antes de que termine el curso no ayuda a buscar las mejores soluciones a los problemas que se nos plantean. Al contrario, nos pone más presión. ¿Qué nos habría que hacer y para cuándo?

Creo que habría que diseñar un mínimo de tres planes. Uno a corto plazo, uno a medio y uno a largo. El plan a corto plazo debe centrarse en diseñar el final de curso 19/20. Abandonar la idea de abrir los centros escolares y dejar de poner presión a la comunidad educativa es el primer paso. Desde los centros ya hace días que estamos modificando el calendario de fin de curso, la forma como evaluaremos los alumnos y la forma en que nos encontraremos para cerrar y diseñar, con la información que tengamos, el próximo curso. En este contexto, abrir las escuelas a lo loco es sólo añadir un problema más a la compleja gestión que hemos tenido que hacer los maestros, profesores y direcciones de las escuelas. Ni ayudará a los alumnos a resituarse ni facilitará el trabajo de imaginar y proyectar el próximo curso. Dejadnos cerrar lo que tenemos abierto.

El plan a medio plazo debe centrarse en pensar y diseñar cómo será el próximo curso. Pensarlo desde la normalidad que las autoridades sanitarias nos cuentan. Y a partir de esta normalidad, pensar las diferentes variables. Lanzar un «globo sonda» tras otro no ayuda. Distorsiona, dificulta las posibilidades que el horizonte de septiembre nos determina. En el marco del diseño del curso próximo, habrá que pensar la escuela con todos sus alumnos, reduciendo las ratios, analizando la realidad de cada municipio y las posibilidades de desdoblar grupos de clase, adaptar espacios que no estaban destinados a la escolarización, planificar una plantilla de maestros y profesores capaz de cubrir esta nueva demanda, pensar en cómo se hará la enseñanza en caso de un nuevo rebrote y confinamiento, qué herramientas tendremos disponibles para afrontar los principales problemas detectados durante estas semanas, etc.

En definitiva, habrá que pensar y diseñar un modelo educativo de transición entre el mundo en que vivíamos y lo que parece que está empezando a surgir. Y en este plan será importante que, durante este verano, el profesorado tengamos a nuestro alcance la formación necesaria en nuevas herramientas y técnicas pedagógicas. Finalmente, el último plan debe ser relativo al largo plazo. Y no estoy hablando de 10 años, sino de un par de cursos. Es decir, el tiempo en que se tarda en construir un centro escolar. Si como sociedad tenemos claro que la educación es, junto con la sanidad, uno de los dos pilares fundamentales, hay que construir más centros escolares. De hecho, lo óptimo sería doblar los que ya tenemos. Y doblar la plantilla. No dejan de ser dos de las grandes demandas de los profesionales de la educación desde hace décadas. Quizás ahora se nos escuchará. Los experimentos de la educación telemática, de incorporar sólo un 50% de forma intermitente … son eso, experimentos. La situación nos ha obligado a enseñar y educar con nuevas herramientas durante estos meses. Ahora bien, estas sólo pueden ser un apoyo más en el proceso educativo y en ningún caso el elemento que servirá para sustituir la educación presencial.

No dudo de la buena voluntad que hay detrás de la demanda de abrir las escuelas ahora. Creo, sin embargo, que se han hecho sin pensar mucho en las consecuencias. Se ha tenido más en cuenta las consecuencias de tenerlas cerradas que no las derivadas de su apertura. Si están cerradas no es por gusto ni porque el profesorado nos guste estar en casa trabajando más horas de las que trabajábamos antes. La situación de emergencia epidemiológica que hemos vivido ha requerido medidas excepcionales. Y habrá que llevar a cabo más. Eso sí, la escuela no puede volver a ser de nuevo la institución donde depositamos, como si fuera el contenedor gris, todos aquellos problemas derivados de las incompetencias e insuficiencias políticas, económicas y sociales.

Si creemos en la escuela pública, querámosla un poco más.

ANTONIO RICO Y GARCIA. Historiador, profesor y miembro de la USTEC

Fuente de la Información: https://vientosur.info/spip.php?article16009

Comparte este contenido:

España – Carlos Taibo: “Me temo que la crisis la pagarán los de siempre. A menos, claro, que se rebelen”

Carlos Taibo: “Me temo que la crisis la pagarán los de siempre. A menos, claro, que se rebelen”

Hablamos con el escritor, politólogo y ex profesor universitario

Por: Miguel Muñoz

Hasta 2018 ejerció como profesor de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido uno de los más firmes defensores de la teoría del decrecimiento en nuestro país, así como una de las voces más reconocidas en el movimiento anarquista y libertario. Ha publicado más de 30 libros sobre política, geopolítica o movimientos sociales. Carlos Taibo (Madrid, 1956) aporta en esta entrevista su visión sobre la situación actual, en estos tiempos de pandemia, tanto en nuestro país como de manera global.

-La editorial Catarata reeditó a finales de enero, poco antes de que comenzara el estallido de la pandemia, tu libro Colapso. Capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo. ¿Puede suponer la pandemia el colapso del sistema capitalista? ¿Ha colapsado ya?

-Depende, claro, del significado que atribuyamos a la palabra «colapso». En el sentido fuerte del vocablo, la pandemia no es el colapso, aunque bien puede situarse en la antesala de este último. Ha permitido forjar una bola en la que se han dado cita, inesperadamente, la crisis sanitaria, la social, la de los cuidados y la financiera, y de resultado ha dibujado un escenario complejísimo. Por lo demás, no conviene olvidar que muchos de los habitantes del planeta han vivido siempre en un escenario asimilable al del colapso.

-En el libro, no obstante, hablabas sobre todo de las consecuencias del cambio climático. Se está empezando, desde algunos sectores, a alertar de que ante esta crisis puede surgir con fuerza el denominado ecofascismo. ¿Podrías recordar en qué consiste y cómo puede relacionarse con la situación actual?

-En el núcleo de la propuesta ecofascista hay una discusión demográfica: está la idea de que en el planeta sobra gente, de tal manera que se trataría de marginar a quienes sobran –esto ya lo hacen- y, en la versión más dura, de exterminarlos. Me interesa subrayar que el ecofascismo no es un proyecto negacionista: en modo alguno niega los efectos, dramáticos, del cambio climático y del agotamiento de las materias primas energéticas. Parte, antes bien, del relieve de esos fenómenos y lo que procura es defender obscenamente los intereses de una minoría de privilegiados. Quienes empiezan a dirigir, en la penumbra, el planeta a buen seguro que han tomado nota de la eficacia de muchas de las políticas autoritarias y represivas desplegadas por los gobiernos. Y han tomado nota, en particular, de la servidumbre voluntaria a la que se ha entregado buena parte de la población.

-Llevas años, además, explicando la teoría del decrecimiento. ¿De qué forma puede aplicarse en la situación actual? En cierto modo, aunque de manera obligada, se ha puesto de actualidad. ¿Pueden tener recorrido algunas medidas que se han llevado a cabo?

– En los últimos meses se ha reducido la contaminación en el planeta, ha menguado el consumo de combustibles sólidos y ha experimentado un freno brutal la turistificación. Debo subrayar que se trata, sin embargo, de tres realidades que, aunque afortunadas, tienen un carácter sobrevenido. No han sido premeditadamente buscadas.

Obviamente, no es esto lo que defiende la perspectiva del decrecimiento, que plantea un ejercicio de autocontención consciente, voluntario, colectivo y solidario. Cuando nuestros gobernantes siguen empleando ese indicador despiadado, el PIB, para medir tragedias y objetivos nos lo están diciendo todo. Retórica aparte, no hay de su lado ninguna voluntad de asumir que el planeta se nos va y de que ello reclama un esfuerzo gigantesco de eso, de autocontención, y, al tiempo, una redistribución radical de la riqueza. Tampoco puede sorprendernos: el decrecimiento bien entendido implica, por necesidad, dejar atrás el capitalismo y sus reglas.

-Por el contrario, ¿aprovecharán las administraciones para llevar a cabo proyectos que afecten especialmente al medio ambiente? En Madrid ya hemos visto las intenciones del PP con una nueva ley del suelo o la construcción de macroparkings.

-Aunque a buen seguro se hacen valer, según los lugares, circunstancias dispares, el tono general lo que aporta, a mi entender, es una nueva huida hacia adelante. Se trata, en otras palabras, de dejar atrás la crisis del coronavirus restaurando, literalmente y en plenitud, la miseria que había antes de esa crisis. Entre nosotros, no es ésta una miopía vinculada exclusivamente con el PP: alcanza al sistema político como un todo.

-La respuesta económica a la crisis será clave. ¿Crees que pagarán los de siempre o hay alguna esperanza en que no sea así?

-Me temo que, en efecto, pagarán los de siempre. A menos, claro, que se rebelen. Pero me parece que los activos que ofrecen al respecto los sindicatos mayoritarios están lejos de ese horizonte de rebelión y muy cerca, en cambio, de otro, bien diferente, de genuflexión. Tendremos que prestar atención, aun así, al derrotero de los hechos en el terreno económico y social, no vaya a ser que se fuerce tanto el escenario que asistamos a la manifestación de sorpresas.

-¿Qué te parecen algunas de las medidas sociales del Gobierno? Hay mucho debate sobre el Ingreso Mínimo Vital o la renta básica, por ejemplo

-Habrá que aguardar para valorar en qué se concretan, cuál es su aliento final y en qué medida protegen realmente a quienes lo necesitan. A título provisional me parece llamativo que quienes llevan años defendido una «renta básica de las iguales» se muestren profundamente descontentos ante las propuestas que llegan del Gobierno y estimen que son un paso atrás que va a dificultar en el futuro, y por añadidura, el despliegue de un proyecto merecedor de apoyo.

Por lo que a mí respecta, nunca he depositado ninguna confianza en la presunta vocación social e igualitaria del Partido Socialista y creo que hay motivos sobrados para recelar del discurso constitucional y patriótico de Unidas Podemos. No deja de sorprenderme la inquina con que la «derechona» obsequia a un proyecto, el del Gobierno de estas horas, de cariz tibiamente socialdemócrata.

En cualquier caso, la trama que rodea a las instituciones, con los poderes fácticos en primer plano, tampoco ayuda. Y no acierto a entender cómo mucha gente de izquierdas no aprecia mayor problema en la defensa, xtremadamente ingenua, de un acuerdo en el que participen todas las fuerzas políticas. Ya tuvimos la oportunidad de certificar, cuarenta años atrás, las consecuencias nefastas de los Pactos de la Moncloa

-Se ha debatido también mucho sobre los términos militares, incluso las ruedas de prensa con ellos, en esta crisis: “Estamos en una guerra”. ¿Por qué crees que se ha generado este tipo de lenguaje en una crisis sanitaria?

-La explicación puede ser muy prosaica: comoquiera que el Gobierno español decidió otorgar desde el principio un lamentable protagonismo a los cuerpos de seguridad y a las fuerzas armadas –las ruedas de prensa parecía que lo eran de una junta miliar-, era acaso inevitable que se impusiese un lenguaje de esa naturaleza. Será que nuestros gobernantes piensan que las respuestas militares son las más eficientes. Si uno quiere ser, con todo, capcioso, el horizonte del ecofascismo reclama también del concurso de herramientas retóricas que identifican por doquier amenazas y guerras.

-A nivel geopolítico, la situación es bien interesante, especialmente las relaciones entre China, Estados Unidos y la Unión Europea. ¿Cómo puede afectar todo esto?

-Más allá de la certificación de que la trama geopolítica es importante, parece difícil responder. Es evidente, de cualquier manera, que cuando uno sopesa los movimientos, hacia arriba o hacia abajo, del Ibex 35, descubre que muy a menudo se vinculan con encuentros y desencuentros entre las potencias mencionadas. No sé, por lo demás, a qué hay que prestarle mayor atención, si a las colisiones que protagonizan periódicamente Estados Unidos y China o, por el contrario, a los elementos subterráneos de acuerdo, que tampoco faltan. Lo único que puedo decir, con certeza, es que no siento ninguna proximidad por ninguno de los modelos aportados por esas instancias.

-¿Cómo ves el papel que está teniendo la derecha y la ultraderecha en esta crisis? Les hemos visto en las calles pidiendo “libertad”, llamando “dictadura” a este Gobierno, etc… ¿Hay motivos para estar preocupados por su ascenso o maximizamos la relevancia de sus comportamientos? Hay quien habla ya de golpes de estado encubiertos o guerras judiciales

-Por momentos me asalta la idea de que la ultraderecha está marcando la deriva del sistema de partidos español, cada vez más escorado hacia posiciones conservadoras. Una de las consecuencias de esto es que se nos llama una y otra vez a cerrar filas alrededor del «Gobierno progresista» por cuanto –se nos dice- hay que frenar el ascenso de Vox. Las secuelas son delicadas: a menudo se nos invita a defender lo indefendible, llegado el caso se describe inopinadamente a Ciudadanos como una fuerza de «derecha civilizada» y, por qué no, se lava la cara al propio PP al subrayar que es, a diferencia de Vox, una fuerza leal a la Constitución.

Por detrás, lo que veo son los efectos dramáticos de la «transacción» de 1978 y, con ella, de la negativa a sacar adelante nada que oliese a eso que a veces se llama un «consenso antifascista». De aquellos barros, estos lodos.

-Se decía especialmente al principio de la pandemia que esta crisis nos iba a unir más con nuestros vecinos, que nos iba a hacer más solidarios… ¿Qué piensas al respecto, ya más de dos meses después del inicio?

-No lo tengo claro. Estoy obligado a subrayar, antes que nada, la presencia, muy notable, y en muchos lugares, de grupos de apoyo mutuo. Creo que es significativo que en la mayoría de los casos hayan decidido identificarse con ese término, de honda raigambre libertaria. Anuncian, cautelosamente, que están plantadas las semillas de un movimiento de base de carácter antiautoritario y autogestionario.

Pero entiendo que, en paralelo, el individualismo lacerante que han colocado en nuestras cabezas operará en un sentido genéricamente insolidario y se traducirá en el acatamiento de una nueva normalidad que se anuncia similar a la miserable anormalidad de antaño. Me parece evidente, en cualquier caso, que el sistema político como un todo, con sus diferentes opciones, recela de oficio de las respuestas que, horizontales y solidarias, surgen en la base de la sociedad. Y hará lo posible para arrinconarlas y reprimirlas.

-Hace muy pocos días se han cumplido nueve años del movimiento 15M. Visto en perspectiva, ¿ha cambiado algo desde entonces? ¿Qué podemos aprender hoy en día de lo que fue? “Yo veo más, mucho más, 15-M en las enfermeras y en las limpiadoras de los hospitales, y en los grupos de apoyo mutuo de los barrios, que en los pasillos de los ministerios”, dijiste un día en Twitter.

-Tendré que admitir que detrás de la etiqueta general ha habido varios 15M distintos. Uno de ellos, el que yo abrazo, no precisamente marginal, ha bebido siempre –en los hechos, y en algunos lugares sigue haciéndolo- de la asamblea, la autogestión y el rechazo de las instituciones. Otro ha servido, cierto que de forma nebulosa, como catapulta de operaciones electorales bien conocidas. Intuyo que los medios le han prestado una excesiva atención al segundo en detrimento del primero, algo que se traduce en esa dramática simplificación, muy cara a tantos periodistas, que sugiere que Podemos es el heredero del 15M.

Me ratifico en lo que decía en ese tuit: creo que el legado mayor del movimiento son las gentes entregadas a la solidaridad desnuda, a la solidaridad que no busca recompensas, al apoyo mutuo. Como creo que cada vez hay más compañeros y compañeras que, con razones poderosas, echan de menos algo como el 15M.

Fuente de la Información: https://www.cuartopoder.es/ideas/2020/05/31/carlos-taibo-me-temo-que-la-crisis-la-pagaran-los-de-siempre-a-menos-claro-que-se-rebelen/

Comparte este contenido:
Page 126 of 935
1 124 125 126 127 128 935