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¿Por qué hay manifestación por la Educación (Marea Verde) este sábado en Madrid?

Las calles de la capital madrileña volverán a teñirse de verde este sábado 25 marzo debido a la manifestación en defensa de la educación pública que ha convocado Marea Verde Madrid. Estos son los porqués de la concentración.

El Gobierno de la Comunidad de Madrid es el que menos invierte en educación pública», así comienza el manifiesto en defensa de la educación pública realizado por Marea Verde; un texto que critica la escasa financiación y aborda la necesidad de construir nuevos centros públicos e incrementar el número de plazas de Formación Profesional y de la Universidad en la capital. Sus reivindicaciones son las que resonarán por las calles de Madrid el sábado 25 de marzo a partir de las 18:00 horas desde la plaza de Neptuno hasta la Consejería de Educación, en la calle Alcalá.

La divergencia existente entre la financiación estatal de los centros públicos y privados es uno de los motivos principales por los que se celebra esta manifestación. Tal y como denuncia Marea Verde, «cada vez se destina más dinero público a centros privados y concertados». Un ejemplo de ellos son los 1,9 millones de euros procedentes de los fondos ‘Next Generation’ que se destinan a centros privados y concertados pero que estaban pensados para dirigirse a fomentar el éxito académico de alumnos vulnerables quienes, principalmente, «están escolarizados en la pública», tal y como asegura el manifiesto.

No obstante, la escasa orientación de dinero público a Educación no es el único tema que se podrá escuchar este sábado. También podrán oírse proclamas a favor del aumento de plazas para la contratación de docentes, la necesidad de nuevos profesionales en las aulas como los orientadores que ayuden a los alumnos en cuestiones pedagógicas; y medidas para desmasificar las aulas y ejercer una educación más personal con los alumnos, entre otras. Aquí se pueden todas y cada una de las exigencias de Marea Verde para este 2023.

Las demandas de Marea Verde por la Educación

  • Se reivindicará una mayor inversión en educación pública: bajo esta pretensión, desde Marea Verde, se proclama una subida de la inversión en educación elevándolo al 7% del producto interior bruto (PIB). Actualmente el índice no asciende del 5% .
  • Una bajada de ratio a un máximo de 15 estudiantes por clase con el objetivo de reducir la masificación en las aulas y favorecer la enseñanza de calidad.
  • La construcción de nuevos centros públicos según los niveles demográficos en solo una fase: con ello se pretende agilizar la creación de nuevos centros y también crear nuevos colegios para el grueso de los estudiantes.
  • El aumento de más plazas públicas en Universidades y Formación Profesional con lo que se pretende que más alumnos entren a la universidad o a su FP y que les salga más barato e incluso gratis.
  • Creación de más Escuelas infantiles de 0 a 6 años con el objetivo de que los más pequeños no se queden sin su plaza, obligando a las familia a escolarizar a sus niños a partir de los 3 años.
  • Más Orientadores y docentes de Pedagogía y otros profesionales que no son exclusivamente profesores: entre ellos pueden encontrarse psicólogos e integradores sociales.
  • 18 periodos lectivos para todas las etapas educativas: se pretende disponer de más tiempo para coordinación.
  • La derogación de la Ley Maestra de Libertad de Elección Educativa de la Comunidad de Madrid con la que se regula el derecho a la educación y a la libertad de elección de un determinado centro escolar. Esta ley entra en conflicto con la LOMLOE y fomenta la segregación, según explica el manifiesto.
  • La revisión del Programa Bilingüe en Madrid con lo que se intenta que este programa no afecte a la enseñanza del castellano en las aulas.
  • La demanda de una mayor transparencia y sistemas democráticos con respecto a las políticas educativas de la Comunidad de Madrid: se espera erradicar la confusión y el autoritarismo en el sistema educativo teniendo en cuenta a las familias y los profesores.

¿Qué ocurre con los colegios concertados y privados?

Una de las razones de esta marcha son las desigualdades existentes entre los colegios privados-concertados y los públicos. La polémica surgió cuando la Comunidad de Madrid destinó las ayudas del programa PROA+ (Programa de Refuerzo, Orientación y Apoyo) a estudiantes vulnerables de centros privados y concertados, excluyendo a los públicos donde se encuentran la mayoría de los estudiantes. La Comunidad de Madrid destinó en total 1.937.021,69 euros de los fondos Next Generation a 46 centros concertados, y entre ellos no hay ninguno público.

Por otra parte la misma capital también ha confirmado que aumentará un 15% los fondos para contratar a personal no docente y otros gastos de funcionamiento, según Europa Press, de nuevo excluyendo a los centro públicos del aumento de estas partidas. Además según ha informado Comisiones Obreras Madrid, ya es una de las comunidades autónomas que menos invierte en educación pública, alrededor de 900 euros por alumno, mientras crece la financiación de los centros privados y concertados. Su secretario general, Jaime Cedrún, ya dijo en 2021 que «esta comunidad se estaba convirtiendo en la más segregadora de España y también de Europa, con abundancia de centros gueto en función de qué barrios».

Fuente: https://www.lasexta.com/noticias/sociedad/que-hay-manifestacion-educacion-marea-verde-este-sabado-madrid_20230324641d936396c07c0001954e6d.html

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Ideología y educación: la reproducción

Por: Manuel Fernández Navas

El camino de la objetividad (siempre controvertida) pasa no por pretender desprendernos de la ideología (esto es imposible) sino por explicitarla de la forma más transparente posible para que cualquiera pueda examinarla, contrastarla y criticar o comprender los motivos que originan nuestras propuestas. Discutir sobre ella, ponerla en crisis, criticarla, elaborarla, re-elaborarla,… y, en última instancia, decidir si esa es la ideología que queremos que rija nuestras decisiones o si el sentido, razón, o finalidad que queremos alcanzar es el más adecuado o el que creemos que está más justificado para la decisión que estamos tomando.

Empieza la película “lugares comunes” de Federico Luppi (una película que recomienda todo el mundo, te dejo link a un hilo de Twitter con las mejores escenas) con una escena en la que él, que es profesor de universidad aparece discutiendo con su rector.

Parece ser que hay unos recortes en la universidad y lo van a obligar a acogerse a la jubilación forzosa y el rector le insinúa que uno de los motivos por los que lo van a despedir es por su ideología porque, a veces, “no es objetivo”.

Es entonces cuando se vuelve al rector y le dice:

«Mi opinión sólo puede ser subjetiva. Objetivos son los objetos… y los rectores».

Me encanta este ejemplo porque creo que ilustra muy bien uno de los problemas de la política, en general, y la educación, en particular, de nuestro país. Esta asociación interesada, y por parte de algunos colectivos muy concretos, entre la ideología, la legislación, la política o la toma de decisiones sobre cuestiones que pueden ser de todo tipo, pero que se dan más frecuentemente en sanidad y educación, como un asunto peyorativo.

La idea nuclear que nos venden del asunto (el relato) es que lo adecuado es separar la ideología de cualquier toma de decisiones.

Sin embargo, lo real, lo obvio, es que ideología es todo lo que nos rodea: que tengamos gobiernos democráticos es ideología; votar cada cuatro años es ideología; tener educación pública y obligatoria o cargarse esta educación pública y obligatoria, ambas, son ideología; decidir tener una sanidad pública y gratuita para todos los ciudadanos y ciudadanas es ideología; decidir cargarse esta sanidad para beneficiar negocios privados de amiguetes es ideología,…

En definitiva, todo lo que nos rodea es ideología porque la ideología es intrínseca, impregna, toda la toma de decisiones del ser humano.

Pero este fenómeno, como decíamos, se da mucho más en el binomio política-educación cuya relación es mucho más estrecha.

De hecho, simplificando los conceptos y haciendo un reduccionismo sobre qué es la política y la educación, podríamos decir que si la primera es una idea de qué sociedad queremos construir, la segunda sería uno de los principales mecanismos para conseguirla. Es decir, sería uno de los principales “cómos” para alcanzar la sociedad que queremos según una idea política.

Es por este motivo que me he manifestado públicamente en multitud de ocasiones diciendo que hay que huir de aquellas personas que nos digan que se debe buscar la objetividad, la asepsia, la neutralidad para la toma de decisiones.

En esta idea existe un gran peligro, ya que si recordamos esto de que la ideología es inherente al ser humano lo que pretenden estas propuestas es «ocultarnos la ideología que hay detrás de ellas» y esto hace que debamos plantearnos la pregunta de ¿Por qué alguien querría ocultarnos la ideología que subyace a sus propuestas?

Aquí, aunque sea un ad hominem de manual, conviene hacer una pausa y pararse a pensar en quiénes son, normalmente, aquellas personas o grupos que usan de forma recurrente este relato: reprochar a las propuestas ajenas que “sean ideológicas” en búsqueda de la legitimización de las suyas propias, estableciendo el marco mental que presenta un ficticio valor añadido a sus propuestas; las mías son neutrales, objetivas.

Mi opinión, sin pelos en la lengua, es que cuando ocultamos, no explicitamos, la ideología que hay detrás de nuestras propuestas, y las planteamos desde una pátina de objetividad o de neutralidad, lo que hacemos es tratar de manipular a nuestro interlocutor, privándolo de examinar de forma explícita a qué fines y desde qué presupuestos parten mis propuestas y que, como decíamos con anterioridad, si son sensatos y bienintencionados, no deberíamos tener problemas en plantearlos abiertamente.

A mí me parece que el camino de la objetividad (siempre controvertida) pasa no por pretender desprendernos de la ideología (esto es imposible) sino por explicitarla de la forma más transparente posible para que cualquiera pueda examinarla, contrastarla y criticar o comprender los motivos que originan nuestras propuestas. Discutir sobre ella, ponerla en crisis, criticarla, elaborarla, re-elaborarla,… y, en última instancia, decidir si esa es la ideología que queremos que rija nuestras decisiones o si el sentido, razón, o finalidad que queremos alcanzar es el más adecuado o el que creemos que está más justificado para la decisión que estamos tomando. Este, entiendo, sería el escenario más sano.

Porque existe además una cuestión fundamental en los temas políticos y especialmente en los vinculados con sanidad y educación, que tiene que ver con consensuar: que estos fines que queremos alcanzar sean fruto de un pacto social. Y esto es ideología y pasa por hablar de ideología: ¿Qué sociedad queremos? ¿Qué escuela queremos? Y si las propuestas que hacemos nos acercan a estos ideales o nos alejan de ellos.

No hablar explícitamente de ideología nos aleja de la relación medios-fines y ahí es donde anidan los relatos interesados y ocurren las cosas peligrosas.

¿Queremos una educación pública y obligatoria para todos los ciudadanos y ciudadanas o queremos que aquellos que más beneficios tienen puedan permitirse una educación y los que no lo tienen tengan que buscarse la vida?

En cualquiera de los dos casos hay ideología y, en función de cuál entendemos que es más acorde a nuestras ideas, las propuestas que implantemos deben acercarnos a unas u otras. Esto, como decimos, pasa por ponerla a la vista, discutir sobre ella, acordar sobre ella,… y, ahora sí, tomar decisiones coherentes con los fines propuestos.

En este escenario terriblemente complejo, además se suma que el campo de la educación es quizás “de los más ideológicos” porque la educación tiene finalidades muy relacionadas con la emancipación de los sujetos: que los ciudadanos y ciudadanas sean más críticos, que sepan desenvolverse en la sociedad que les rodea, que cuestionen las decisiones de las instituciones y empresas que ostenta el poder, que cuestiones sus propias normas sociales para construir las suyas propias sobre el conocimiento que se trabaja en la escuela. Esto es, el paso de la socialización a la educación de la que habla Pérez Gómez (2002).

Todo esto ya lo decía Freire (Marín, 1978) educar es hacer política. No hay un acto más político que educar a alguien:

Jamás pude admitir la mistificación de que la educación es un quehacer neutral. Yo pienso lo contrario, que la educación es siempre un quehacer político. No hay, pues, una dimensión política de la educación, sino que ésta es un acto político en sí misma. El educador es un político y un artista; lo que no puede ser es un técnico frío.

Y aquí, merece la pena hacer un alto y adoptar una postura crítica. Y es que, si hay un debe histórico entre los partidos de izquierdas de este país es el de la elaboración de un proyecto educativo de izquierdas y alejado de la tradicional permeabilidad de los conceptos educativos de la derecha: la cultura del esfuerzo, meritocracia, el nivel,…
Un proyecto educativo bien explicado, con una ideología transparente, planteada de forma abierta y en la que pueda verse la relación medios-fines para discutirla públicamente en la búsqueda de un pacto social educativo que cale en la ciudadanía.

La batalla por este relato ideología-educación es esencial si queremos un proyecto educativo estable, que se traduzca en prácticas de aula y que convenza al grueso de la sociedad.

Si no somos capaces de hacer entender a la ciudadanía la ideología y los fines que están por encima del proyecto educativo político que tenemos, este, al final, rara vez calará, y generará el efecto contrario: rechazo hacia una idea de educación que se sentirá impuesta y que, por lo tanto, permite un campo de abono para los mantras y mitos que vemos reproducidos constantemente por los estratos más conservadores.

Todos estos mantras que se reproducen generación tras generación crean opinión, porque no se ha sido capaz de crear un proyecto educativo y explicitar la ideología y los fines que hay detrás de una manera transparente y sensata y que así sea percibido por los ciudadanos y ciudadanas. Mientras esto no ocurra, el cambio educativo real -no en documentos legales que son papel mojado- en este país va a ser complicado y lo que tendremos serán semillas para que florezcan y campen a sus anchas estos mantras eternos vinculados al pensamiento conservador y que se corresponden con las claves que maneja la sociedad porque estos sí permean hacia ella.

A mi juicio, esto tiene que ver (es una idea que me ronda a menudo la cabeza) con una cuestión de cortoplacismo, con que cualquier cambio real en educación que no modifique sólo cuestiones meramente estéticas, requiere de mucho tiempo. Necesita de un proceso dilatado en el tiempo para abordar estas transformaciones profundas mediante consenso. Esto se daría, necesariamente, más allá de cuatro años y, por tanto, representa un problema para nuestros políticos cuyos objetivos se plantean en torno a qué pueden hacer-vender en cuatro años para justificar el voto de cara a la ciudadanía, para la legislatura siguiente.

Esto implica que la educación, que requiere de más tiempo para poder llevar a cabo cambios reales, se va quedando legislatura tras legislatura huérfana de este proyecto de izquierda que realmente podría calar en la ciudadanía y que podría suponer un cambio real en las prácticas educativas. Y esto, a su vez, retroalimenta que los ciudadanos y ciudadanas sean menos educados, menos expertos en cuestiones como analizar y contrastar la información, con lo cual, calan más fácilmente ideologías que, ahora sí, se presentan de forma subversiva, neutral como, por ejemplo, los discursos de ultraderecha que vemos florecer.

La paradoja es no querer invertir tiempo y recursos en un proyecto educativo de izquierdas sensato y fruto de un consenso social porque los resultados serían a medio-largo plazo. A medio-largo plazo, las ideas de izquierdas cada día se encuentran más en “extinción” fruto de que la ciudadanía tiene pocas o ningunas herramientas para “digerir de forma crítica” los discursos que se nos venden como objetivos, pero que provienen y tienen una ideología muy concreta.

Tenemos un problema de una pescadilla que se muerde la cola al que rara vez queremos prestarle atención, pero al que, si no lo hacemos con urgencia, va a condenarnos a medio-largo plazo a una sociedad y unas políticas nada democráticas.

Es un problema urgente que enfrentar, al que nuestros políticos y nuestras políticas no atienden nunca con urgencia.


Referencias

Marín, K. (1978). Paulo Freire: “La educación es siempre un quehacer político”. El Paíshttps://elpais.com/diario/1978/05/20/sociedad/264463223_850215.html

Pérez Gómez, Á. I. (2002). Las funciones sociales de la escuela: de la reproducción a la reconstrucción crítica del conocimiento y la experiencia. En J. Gimeno Sacristán y Á. Pérez Gómez. Comprender y transformar la enseñanza (pp. 17-33). Morata

Fuente de la información e imagen:    https://eldiariodelaeducacion.com

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Suicidio en las aulas

Por: Antonia Martí

Desgraciadamente oír que un/a menor ha intentado suicidarse o lo ha consumado, es cada vez más frecuente y empieza a formar parte de nuestra vida diaria. Cuando oímos estas noticias, muchas son las preguntas que se nos vienen a la cabeza, pero sin duda la más frecuente es ¿por qué?, ¿qué puede haber que haga que un menor, que debería estar jugando, aprendiendo, negociando con sus padres y, al fin y al cabo, viviendo, decide poner fin a su vida?

La respuesta, por desgracia, no es única. Según datos del Observatorio de Salud Mental de la OMS, en el año 2019 se registraron en el mundo un total de 167.917 suicidios en población menor de 29 años, 10.196 en menores de 15 años y 157.721 en jóvenes entre 15 y 29 años. Según el último informe de la Asociación ANAR, con datos extraídos del Instituto Nacional de Estadística (2020), en el año 2020 se produjeron en España un total de 314 suicidios, 300 de jóvenes entre 15 y 29 años y 14 de niños/as menores de 15 años lo que supuso una tasa de variación respecto al año 2015 del +3,3%. Sin duda estamos ante datos realmente alarmantes sobre los que hay que actuar.

Aún no disponemos de un plan nacional escolar con pautas precisas y protocolos ante una situación de suicidio, tentativa de suicidio o autolesiones que los docentes puedan adoptar en el aula y en sus planes de acción tutorial. Los centros no disponen, en su mayor parte, de indicaciones de cómo deben actuar ante una situación de muerte o suicidio lo que provoca en muchas ocasiones desasosiego en el profesorado y respuestas erráticas para los alumnos y sus familias.

Los suicidios y tentativas de suicidio en los niños y adolescentes son multicuasales, es decir, no hay un único factor que provoca que un menor decida quitarse la vida y por tanto debe trabajarse con un equipo multidisciplinar, algo de lo que a día de hoy carecen los centros educativos. Aunque solo se habla del acoso escolar como la principal causa que detrás de los últimos suicidios, lo cierto es que el acoso escolar es un factor de riesgo entre muchos.

Existen factores de riesgo personales como la existencia de trastornos mentales incipientes, historias vividas traumáticas , consumo de tóxicos, enfermedades crónicas; factores de riesgo familiares, como puede ser la existencia de violencia intrafamiliar, consumo, carencias afectivas

También existen factores de riesgo sociales, como estar sufriendo algún tipo de violencia como acoso o ciberacoso, desarraigo socicultural, soledad o sentimientos de rechazo.

Los centros educativos deben estar preparados para trabajar de forma efectiva los factores de protección que puedan ayudar a los menores a pedir ayuda en caso de estar vivenciando alguna de estas situaciones, no estigmatizar el suicidio o la salud mental, trabajar con las familias, entrenar en resiliencia, en bienestar emocional y flexibilidad cognitiva y para ello se necesita mayor formación docente en estos aspectos y mayor presencia de psicólogos y trabajadores sociales en los centros.

Una evidencia clara que tenemos a día de hoy es que los menores que sufren acoso o ciberacoso padecen en mayor medida trastornos depresivos y ansiosos y trastornos por estrés postraumático. Estos trastornos emocionales conllevan mayor riesgo de terminar en una conducta suicida ya que las y los jóvenes no quieren seguir sufriendo, y solo ven en ello una salida. Recordemos que no desean morir, desean dejar de sufrir.

Para ello, es sumamente importante que los centros escolares cuenten con espacios seguros y privados donde estudiantes sepan que pueden acudir y se les va a tratar de forma confidencial, y poder pedir ayuda.

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Que corra el aire, o por qué abrir las aulas a los problemas sociales

Por: José Antonio Díaz Díaz, Javier E. Marrero-Acosta

Para algunos la realidad se define bajo el prisma de que cualquier tiempo pasado fue mejor, siendo una de sus consecuencias la vuelta al trono de los manuales -tal vez nunca lo abandonaron- como única fuente de selección de contenido y espacio de trabajo en el aula, especialmente en la ESO. Lo real está en el manual.

“Que corra el aire”, fue la expresión que usara a principios de los noventa el profesor de Filosofía Luis Pastor Tejera, -fallecido en enero del 2022-, para explicar la necesidad de abrir las aulas a los problemas sociales. Eran tiempos de racismo militante en parte de la sociedad española, que eclosionó, en el asesinato de Lucrecia Pérez Matos, migrante dominicana el 13 de noviembre de 1992 por cuatro fascistas, entre ellos un guardia civil.

La escuela de principios del siglo XXI se parece, -y mucho-, a la escuela del siglo XX. Aunque no tanto para aquellos que mitifican la escuela de la LGE -en cuanto modelo de exigencia y rigor-, por contraposición a todo lo que ha devenido después. Para estos, la realidad se define bajo el prisma de que cualquier tiempo pasado fue mejor, siendo una de sus consecuencias la vuelta al trono de los manuales -tal vez nunca lo abandonaron- como única fuente de selección de contenido y espacio de trabajo en el aula, especialmente en la ESO. Lo real está en el manual. El aula se cierra al exterior. Que no corra el aire, que la realidad sea la descrita en la lección. El placebo de la aparente normalidad y la previsión se adueña de una deseada acción educativa sin sobresaltos. Claro que para que ello funcione, hay que olvidar que internet existe, y prohibir los móviles. Hay que vallar todo el campo.

Una escuela que fracasa no parece una institución justa…

Aparece pues una doble verdad, la de los exámenes y la escuela, por contraposición a la de la vida, y la calle. En la primera, docentes y manuales; en la segunda, iguales e internet, y, afortunadamente, cierta divergencia docente imposible de cuantificar. La inexistencia de fuentes curriculares alternativas al monopolio de la interpretación del currículo por las editoriales no solo no resuelve el problema, sino que amplifica sus consecuencias. Ni siquiera el uso de las TIC en estos dos últimos cursos, debido a las demandas de estas por razón sanitaria, han traído consigo recursos diversos y distintos conectados con la realidad social de cada comunidad educativa. Salvo excepciones, se ha traslado el aula presencial al aula digital. Se mantiene el problema de fondo de la escuela española: un currículo despiadado, unas ratios imposibles, una escuela infradotada y un profesorado con un déficit de formación importante en el uso de las TIC en su ámbito curricular y sin acceso a materiales diversos y plurales conectados con los problemas de su comunidad.

La escuela es, primero, comunidad moral y, después, un consistorio de gremios de especialistas.

El resultado, es que una escuela que fracasa no parece una institución justa. Ni siquiera eficaz, si nos atenemos a los datos: a los quince años, treinta de cada 100 estudiantes han repetido curso, y 17 personas de cada 100 comprendidas entre los 18 y 24 años han abandonado la educación sin haber completado estudios de enseñanza secundaria obligatoria. Del alumnado matriculado en Bachillerato, solo el 56,4% culmina sus estudios en tiempo y cabe concluir que, de cada 100 estudiantes, 50 no terminan sus estudios en tiempo y forma.

La educación se construye sobre valores. Y educar, en su significado primigenio, es acción moral y política. Esto es mostrar el mundo como posibilidad (Emilio Lledó). La escuela es, primero, comunidad moral y, después, un consistorio de gremios de especialistas. Uno de los grandes problemas de la escuela del siglo XXI es la brecha creciente entre lo que se le demanda y lo que esta puede y debe ofrecer. A su vez se ha instalado en parte del profesorado y de forma creciente, la negación de la política. Es decir, una parte creciente del profesorado se abona al currículo oculto, reniega de la explicación de los valores que guía su praxis educativa, demandando una escuela protocolizada a través de los manuales y los exámenes. Vuelta a la uniformidad como criterio de igualdad y de valor.

¿Pero qué valores? Mientras tanto, reaparece el monstruo aquí al lado, -que nunca ha desaparecido, simplemente le mandamos a la periferia de nuestra atención-, vía invasión de Ucrania por parte de Rusia. El Leviatán pone Europa patas arriba y todos los miedos de los años setenta reaparecen. Hemos olvidado -en realidad nunca aprendimos- que hace treinta años hubo una serie de guerras en un país que se llamó Yugoslavia con 20.000 civiles muertos y 2,7 millones los desplazados, sin mencionar los miles de millones de dólares en perdidas económicas.

El Leviatán existe y no es creatura de ningún dios, ni fenómeno natural. Es la maldad, y sus manifestaciones en forma de guerra, terrorismo, crimen organizado, violencia intraindividual, pobreza estructural, racismo, y cualesquiera de las formas que adquiere el supremacismo y la forma de tratar al medio ambiente y a los seres que lo conforman; son fenómenos sociales, que aprendemos y heredamos en nuestro entorno familiar, clan, tribu, pueblo, ciudad, nación, etc., es parte de nuestra cultura.

No cabe predicar, de cualquiera de los imaginarios posibles de la maldad, determinación ni naturaleza alguna. No nacemos egoístas ni determinados a hacer el mal; y puestos a especular, posiblemente haya más probabilidades de empatizar en las relaciones con los otros, de propiciar comportamientos altruistas, que sus contrarios, aunque solo sea por la precariedad de nuestra naturaleza, e incapacidad consiguiente para sobrevivir sin la ayuda y la empatía de la sociedad en que nacemos.

Esos monstruos son nuestras “creaturas”. Los conocemos perfectamente. Sabemos de sus causas. Los hemos sufrido y a veces los hemos domeñado. No cabe responsabilizar del mal, a ninguna criatura que no sea humana, tampoco al error, ni a la falta de conocimiento. Sabemos de sus mascaras, de como piensa y actúa ora como sujetos individuales, ora como sujetos colectivos. Sabemos de su alternativa. La explicación de la maldad es posible, así como también su previsión; y, si hay buena voluntad, cabe evitarla, o al menos podríamos mitigar sus consecuencias. Por eso debe entrar en las aulas.

La banalidad del mal (Hanna Arendt) tiene su reverso en la indiferencia ante el bien, la solidaridad, y la necesidad de mitigar el sufrimiento de los demás.

No cabe reducir el mal colectivo, la socialización del sufrimiento, a explicaciones de comportamiento patológico individual. Stalin, Hitler, Franco, Mussolini, Mao, no estaban locos, y parece que tampoco lo esté Putin. Diseñaron y desarrollaron proyectos sociales malvados, supremacistas, incompatibles con la coexistencia de personas de distinto origen cultural, orientación sexual, salud, o creencia religiosa y política. Pero esa tarea, nunca lo es de una sola persona. Y en esa faena, encontraron millones de colaboradores, algunos entusiastas, y otros, los más, indiferentes, personas banales, que siguen la corriente. La banalidad del mal (Hanna Arendt) tiene su reverso en la indiferencia ante el bien, la solidaridad, y la necesidad de mitigar el sufrimiento de los demás.

Para explicar algunos de los peligros de esa indiferencia en nuestro país, tal vez convenga recordar lo sucedido con el partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP). El Partido Nazi, en las elecciones de 1928 recogió 810.127 papeletas, un 2,63% de los votos, y 12 escaños, -de hecho, perdió dos escaños- de un total de 491 del Reichstag. Cinco años más tarde, en 1933 en un ambiente de violencia, intimidación, mentiras y actos terroristas como el incendio del Reichstag, el Partido Nazi fue la primera fuerza política con el 43.91%, y 17.277.180 votos, 288 de los 647 escaños. Lo que siguió es historia publicada, pero cabe preguntarse si conocida, si estudiada en nuestras escuelas. Pensemos simplemente en las reacciones ante la cuestión de la memoria ante los leviatanes españoles recientes, la Guerra Civil, el régimen franquista, y el terrorismo de ETA.

Vivimos rodeados de guerra y conflicto: Ucrania, Etiopía, Siria, Egipto (Sinaí); Libia, Yemen, Afganistán, Myanmar, Armenia-Azerbaijan, Palestina, Yihadismo en África, narcotráfico y esclavismo a nivel planetario, deterioro medioambiental y crisis climática planetaria, y un largo etcétera que se repite. Avanza el populismo, los nacionalismos, y el supremacismo en la UE, RU, Brasil y los EE. UU. de Norteamérica. Se incrementa la pobreza estructural en el mundo y avanza en los países desarrollados. El patriarcado expande sus tentáculos en un mundo sin freno. En España “El porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social (tasa AROPE) aumentó al 26,4%, desde el 25,3% de 2019. El 7,0% de la población se encontraba en situación de carencia material severa, frente al 4,7% del año anterior” (INE, 2021).

La invasión de Rusia en Ucrania nos ha sacado del ensueño, pero ello no anula los dos principios que nos guían. Uno, otro mundo es posible; y dos, se requiere de la buena voluntad y esta de la democracia, pues hay modos distintos de pensar y construir la realidad e imaginar soluciones a los problemas de la coexistencia entre los sujetos humanos y resto de los seres que habitan el planeta en cualesquiera de las formas en que se manifiesta la vida. Necesitamos pensarlo y realizarlo. Y la educación es parte de la solución. Es la clave de una construcción cultural centrada en el desarrollo del derecho humano a la paz donde quepa “leer la calle” desde las aportaciones que conforman el conocimiento crítico, en palabras de Jaume Martínez Bonafé.

No se nos escapa que todo ello requiere de recursos y la colaboración necesaria, que no suficiente, de las Administraciones educativas, para que corra el aire …

La experiencia demuestra que el desarrollo del currículo no provendrá solo de las administraciones educativas. Se requiere que la sociedad civil -en este sentido el proyecto de Centro de Desarrollo Curricular podría ser un instrumento interesante- haga suya esa tarea en estrecha colaboración con el profesorado propiciando la elaboración de materiales para explicar las guerras y demás eventos que por razón de actualidad quedan fuera de los desarrollos más normalizados de los contenidos. En materia de evaluación del currículo, se trataría de mostrar todas las formas que adquiere el currículo, leer la calle, dar respuestas prontas ante las demandas de la escuela, conforme a las peticiones de esta. Necesariamente se habrá de partir de un acuerdo de mínimos, dada la diversidad de intereses y la falta de experiencia compartida entre protagonistas natos, y necesarios, sindicatos docentes, asociaciones de padres y madres, y del tercer sector que trabajan en educación, los movimientos de renovación pedagógica, lo que de ellos quede, y las universidades.

Una labor de esta índole garantizará la participación del profesorado, y de las familias cuando sea pertinente. Asimismo, podría servir de referencia a las administraciones educativas en todo lo referente a la evaluación del currículo y su desarrollo. No se nos escapa que todo ello requiere de recursos y la colaboración necesaria, que no suficiente, de las Administraciones educativas, para que corra el aire.

Fuente de la información e imagen:  https://eldiariodelaeducacion.com/

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España: Otra escuela infantil que cierra por las exigencias de la educación gratuita. “Son inviables, van a acabar con todas”

La Escuela Infantil Wattenberg, en Valladolid y con más de 30 años de historia, se ve obligada a cerrar ante las reformas en las aulas que Educación obliga a hacer para adherirse a la gratuidad en Infantil, una situación que ha puesto en la cuerda floja a muchas guarderías de la Comunidad.

“No va a quedar ni una, van a acabar con todas”. Este es el pensamiento de las escuelas infantiles privadas de Castilla y León que ven cómo la educación gratuita puesta en marcha desde el curso pasado por la Junta está provocando el cierre masivo de guarderías por no cumplir con los requisitos exigidos desde la administración autonómica. La última que se ha sabido que cierra sus puertas es la Escuela Infantil Wattenberg situada en la plaza Federico Wattenberg, un idílico lugar de Valladolid, donde crecen y educan a niños y niñas entre 0 y 3 años desde hace más de tres décadas.

Este cierre se suma al que hemos conocido esta semana en el Barrio San Pedro Regalado ante la falta de alumnos, pero en este caso el cierre es por otra circunstancia diferente, las reformas internas a las que la Consejería de Educación les obliga, ya que hacen muy complicada su continuidad. Y es que según la normativa, ahora es necesario que el patio exterior (que también es obligatorio y por el que muchas guarderías también están teniendo problemas de supervivencia) se comunique con un pasillo principal. En este caso, en la Escuela Infantil Wattenberg para salir al patio hay que pasar por un aula. Pues bien, según Educación tienen que hacer reforma y ‘comer’ espacio al aula, pero claro, si esto ocurre incumplirán con la normativa de metros cuadrados obligatorios para las clases. “Si no es por una cosa será por otra, está claro que quieren ir contra los centros privados”, lamenta Cecilia de la Red, propietaria del centro que abre las puertas a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y Leónpara denunciar una situación que considera “injusta”

Además, el realizar esta obra, que sería muy costosa y se alargaría en el tiempo, tampoco garantiza tener luz verde ya que la escuela se encuentra en casco histórico de la ciudad por lo cual habría que tener mucho cuidado con las paredes y tabiques que se reforman y en un plazo de mes y medio. Por ejemplo, la fachada es intocable en una plaza que tiene como testigo al Museo Nacional de Escultura. “Son demasiadas piedras en el camino las que nos están poniendo”, lamenta Cristina Vega, directora y tutura de la clase de 2 a 3 años.

Rabia, tristeza e impotencia es la sensación que tiene la plantilla del centro infantil formado por la dueña y tres trabajadoras que a partir del próximo mes de agosto se ven abocadas al paro después de casi 25 años trabajando en el centro. La noticia también ha sido “un mazazo” para los padres que llevan mucho tiempo confiando en esta guardería con más de tres décadas de dando una formación “cercana y de calidad” a los niños y niñas. En estos momentos son más de 30 los que cada mañana aprenden y juegan en las aulas y que a partir del próximo curso tendrán que buscarse a otro lugar.

Cecilia de la Red también critica que el pasado año cuando ya llegaron inspectores de Educación para formar parte de la gratuidad de 2-3 años no les pusieron este impedimento. Al contrario, todo fueron alabanzas y felicitaciones, “en especial por el patio y por las buenas instalaciones que tenemos”, recuerda. Ahora, un curso después, y con los trámites de matrículas ya en marcha, han llegado con esta reforma interna de la estructura con la que nadie contaba. “Nos quedamos en shock cuando conocimos que nos imponían también esta medida”, asegura De la Red.

La Escuela Infantil Wattenberg ve muy oscuro el futuro. Su única opción es no adherirse a la gratuidad de la Junta de Castilla y León, no recibir la subvención, y seguir con las mismas instalaciones. Aunque en este caso, la propietaria tiene claro que “la viabilidad es imposible” al tener que competir con centros cercanos que sí tienen esta gratuidad. “Podemos aguantar un año, pero es muy complicado luchar con otros centros que sí tienen la educación gratuita. Estamos condenados a desaparecer porque luchamos contra una competencia desleal”, lamenta casi entre lágrimas, al recordar que son los colegios los grandes beneficiados de esta implantación de la gratuidad para menores de tres años.

Tres personas sin trabajo

Y es que detrás de este cierre hay muchas horas de esfuerzo, de sacrificio y de ilusión para poner en marcha una guardería que se ha convertido El equipo educativo está formado por profesionales cualificadas con titulación oficial y comprometidas con su labor pedagógica. Cristina Vega se queda sin palabras para decir lo que siente. “Qué te voy a decir, si llevo más de 20 años aquí, si estos niños lo son todo para mí. A los padres no sé ni qué decirles. Ahora tendremos que echar currículums y comenzar de nuevo”, se sincera.

En este caso ha sido por la falta de un pasillo que comunique con el patio, en otros precisamente por no contar con ese espacio exterior, en otros obligan a una cantidad mínima de metros cuadrados, contratación de profesionales…unas exigencias que están provocando cierres y más cierres de escuelas privadas. Algo que contrasta con el mensaje lanzado hace unos meses por la Consejería de Educación, Rocío Lucas, cuando anunció que habría “flexibilidad” para los centros que ofrezcan gratuidad de 1 a 2 años. “Son las mismas normas que para las aulas gratuitas de dos y tres años, por lo que flexibilizaremos la norma para que en los próximos cursos puedan participar en la participación de subvenciones para hacerlo gratuito», zanjó Lucas el pasado mes de febrero.

Sin embargo, como denuncian desde estos centros es algo que no es cierto. “Nos están poniendo muchas trabas, por lo menos a las guarderías”. Según los datos de la Junta, las familias de Castilla y León ahorran unos 2.000 euros por alumno y año, según la estimación de la Junta. Sin embargo, en el otro lado de la balanza se encuentra todo un sector que reconoce que está “en peligro de desaparición” como afirman desde la Agrupación de Escuelas Privadas de Castilla y León (Aecip) que ya el pasado curso advirtió de que esto podría ocurrir.

https://www.elespanol.com/castilla-y-leon/cultura/educacion-y-universidad/20230322/escuela-infantil-cierra-exigencias-educacion-gratuita-inviables/750175206_0.html

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Las ‘recetas’ del pedagogo Philippe Meirieu para luchar contra la segregación escolar

Por: Mar Ferrando

El pedagogo francés Philippe Meirieu ha sido el protagonista del último debate del ciclo ‘En clave de educación’, organizado por el Consejo Educativo Municipal de Barcelona (CEMB) y el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) en el CCCB

Con el título ‘Oportunidades educativas en Barcelona. Desde la perspectiva de género y otras vulnerabilidades’, Philippe Meirieu, que fue presentado como uno de los “pensadores más relevantes de la pedagogía contemporánea”, abordó la idea de las desigualdades educativas y las vulnerabilidades de la infancia y cómo evitar que las diferencias se profundicen dentro de la escuela y acaben convirtiéndose en “desventajas” si se mantiene una “forma escolar que presupone la homogeneidad y conformidad con la norma”.  Es la idea de buscar estrategias para la transformación que permitan a los alumnos que llegan con diferentes mochilas en la escuela, no fracasar en su camino de aprendizajes hacia su “emancipación” como personas.

El pedagogo, investigador, político, educador y profesor universitario aseguró estar “a favor” del Plan contra la segregación escolar de Barcelona para evitar “guetos”, ayudando desde la política a la financiación de las escuelas que acogen a menores vulnerables para luchar contra las diferencias y aportar oportunidades. Dotar de más recursos a aquellos centros que más lo necesitan, con más inversión y más profesionales, como ya se está intentando aplicar también en Catalunya, para garantizar la equidad. Una defensa de las políticas pedagógicas que él mismo ha contribuido a llevar a cabo a lo largo de su trayectoria profesional en Francia. Unas desigualdades económicas y sociales que implican un tratamiento diferente a las criaturas y que también reducen el nivel de aspiración profesional, que se va reduciendo a medida que los alumnos van creciente. Por ejemplo, pasan de querer ser cirujanas a los 6 años a ser enfermeras a los 12 y auxiliares de enfermería a los 14.

Los estereotipos perpetúan las desigualdades

De aquí vendría la fuerza de los estereotipos que perpetúa dentro de las escuelas las desigualdades, por ejemplo, de género. Meirieu destacó cuando a las niñas se las considera que sacan buenas notas porque son muy aplicadas en el estudio, es decir, sacan buenas notas porque trabajan no para que sean inteligentes. En cambio, “a un chico que saca menos nota, se le considera un vago”,  es decir, podría sacar mejores resultados porque es inteligente.

Meirieu vistió la conferencia de ejemplos sobre situaciones que pasan dentro de los centros educativos y que invitan a la reflexión, haciendo evidente muchos errores que seguramente se repiten sin percibirse. Así, por ejemplo, defiende que no es suficiente con poner dentro de una misma clase a alumnas de orígenes diversos para buscar la diversidad, la integración y la igualdad, sin otras medidas complementarias.

El pedagogo habló del aprendizaje en grupo haciendo referencia a una experiencia en los Estados Unidos sobre trabajos con alumnos de orígenes varios después del fin de la segregación racial. En lugar de conseguir trabajar la diversidad, profundizó las desigualdades. Los niños acabaron adquiriendo los roles prefijados: los blancos de clase acomodada pasaron a ser los dominantes y los de origen económico y social modesto, los esclavos.

Y todo ello para hacer evidente la necesidad de buscar las dinámicas para que los alumnos puedan trabajar en grupo, en aquello que les une y no en lo que les separa. Con aportaciones de todo el mundo, ya tengan mochilas llenas o vacías de aprendizajes o vengan de barrios populares o acomodados. Todos tienen cosas a decir y a aportar de todo el que han vivido.

El gusto del aprendizaje

También habló, por ejemplo, de la situación errónea de intentar dar más ejercicios a alguien que en realidad no los puede hacer como método para conseguir que mejore porque “no funcionará”. “Para curar el rechazo escolar se necesita hacer nacer en el niño o adolescente el gusto por el aprendizaje escolar”, defendió. Buscar el “deseo” que permita al alumno saber cada vez más y “abrirse en nuevos conocimientos”,  en vez de “limitarse al ChatGPT o a Google”.

Meirieu alerta de que la escuela no puede luchar sola contra las desigualdades económicas y sociales, que tendría que ser “la sociedad en su conjunto”. Así, hay que trabajar en todos los frentes de la educación, empezando para “acompañar en la parentalidad”, que califica “de ángulo muerto de la política educativa”. También invirtiendo en la escuela y al sostener el “tejido asociativo”, así como “pensar la ciudad con y por los niños”, momento en el cual también hizo referencia a la tarea que se hace en Barcelona en este sentido. Por último, situó como punto esencial “movilizar a los medios de comunicación a favor de la educación” para conseguir este objetivo.

El experto acabó la conferencia con una conclusión final, recordando que los alumnos llegan a la escuela con una “contingencia” que no depende de los educadores. Es decir, hijos de migrantes o de abogados, con condiciones económicas más o menos complicadas, con las cuales no se puede hacer nada. Y es que la educación “implica asumir la contingencia pero no quedar atrapado”.  En definitiva, “la educación como instrumento de la emancipación”.

Fuente de la información e imagen:  https://eldiariodelaeducacion.com

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Reencontrarnos

Por: Susana Espeleta Ortiz de Zarate

Imagínate un mundo donde el amor se estrena, en el que nadie sabe en qué consiste quererse y sólo cabe improvisar. Un mundo donde ser torpe no está mal visto y podemos tantearnos una y otra vez.

Hace ya tiempo que se ha vuelto prácticamente imposible el silencio. Esto nos ha desubicado, hemos perdido el espacio natural del ser. Ya “no somos”, a cambio, vemos e imitamos cómo otros “son” o, mejor dicho, cómo “aparentemente son”. “No ser” es francamente incómodo, te obliga a no parar, te agota. No hay experiencia significativa sin ser, la mayor aventura se confunde con todo lo demás. No hay deseo, hay listas de deseos. Y vivir en una lista de deseos es muy estresante, te arrastra y te consume, porque siempre te sientes culpable de lo que falta. Culpable de lo que no has hecho, culpable de lo que no has disfrutado, culpable de lo que no has sido, culpable de lo que no llegó a suceder. El resultado es que tú “sucedes” cada vez menos y todo parece perder sentido.

La felicidad quizá esté dejando de ser obligatoria, pero que esto no nos lleve a “enfermar”, aunque parezca la única forma de desesperación al alcance. Cuando nos fallan las ilusiones también podemos escapar del ruido y buscarnos problemas que merezcan la pena, refugiarnos en las grandes preguntas y no estar simplemente agobiadas. Podemos actuar pero también asustarnos, y forzar que todo se detenga. Podemos pedir socorro y socorrernos, en lugar de sobrarnos, contar con la muerte y seguir siendo humanas. Podemos oponernos y también dejar que las cosas sucedan, abrazarnos o desconectar para vérnoslas a solas con la conciencia. Podemos decidir y titubear, prestarnos al trabajo en común o ser inexpugnables. Podemos volver a enamorarnos, y confiar en que algún vacío transforme nuestra mirada. Nos debemos ese tiempo, el de la risa y el llanto, y para eso necesitamos el espacio de no saber demasiado.

Ojalá se borraran ciertas palabras, así podríamos no entendernos e intentar volver a explicarlo todo desde el principio. Deberíamos prohibirnos hablar de depresión, de ansiedad… de cualquier “enfermedad mental”, porque no nos representan. La “autoestima” no debería existir, la “asertividad”, la “procrastinación”, el “lugar de confort” … Todo debería salir por la ventana. Un ejercicio de desmemoria para que hablar de una misma no sea tan fácil, para no saber qué decir, para que la vida vuelva a ser un misterio y la ignorancia nos ayude a reencontrarnos.

Imagínate un mundo donde el amor se estrena, en el que nadie sabe en qué consiste quererse y sólo cabe improvisar. Un mundo donde ser torpe no está mal visto y podemos tantearnos una y otra vez. Un mundo donde volver a intentarlo, en el que todo deba ser inventado desde el principio. Un mundo que sólo puedes pensar tú para ti, seas quien seas. Y por las mañanas estar viva y saber para qué, dirigirte aquí y allá con la voluntad y la esperanza de estarlo en cada momento, y acostarte sabiendo que sigues ahí. Importar más que las cosas, ser radical. Dibujar una nueva infancia, en tu memoria y en lo que queda al alcance de tu mano. En la mayor libertad, soñarlo todo de nuevo. Ensoñarse convencida, estar en paz.

Qué buen momento para echarnos de menos, en primer lugar, a nosotras mismas, nuestros seres queridos vendrán después, sin atropellos. Echarse de menos, porque no ha habido tiempo ni espacio. Un momento ideal para tararear lo primero que te venga, para pescar un puñado de letras o jugar. Porque los seres humanos no nos estamos despidiendo, podemos volver a empezar. Nosotras, las personas, seguimos aquí y queremos volver a encontrarnos.

Fuente de la información e imagen:  https://www.elsaltodiario.com

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