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Educación: Alfabetización pasada, PISA presente

Por: José Saturnino Martínez García

Los resultados del último informe PISA muestran grandes disparidades entre comunidades. Estas diferencias no se explican tan solo por las políticas educativas o el nivel de renta.

La interpretación de los resultados de PISA es sumamente compleja, pero desgraciadamente lo que mueve el debate público son las lecturas simplificadores que se hacen de estos informes. Por ejemplo, hemos pasado sin solución de continuidad en tres años de tener uno de los peores sistemas educativos de la OCDE a tener uno de los mejores, si nos dejamos llevar por las declaraciones de Rajoy en 2013 y en 2016. Sin embargo, una mirada rigurosa sobre los datos lo único que nos puede decir es que somos un país en el promedio internacional, antes estábamos ligeramente por debajo de la media, y ahora ligeramente por encima. El mayor error al interpretar PISA es creer que la posición ordinal entre países es informativa, cuando las diferencias en puntuación son tan pequeñas. Si hablásemos de estatura, estaríamos haciendo un relato épico cuando pasamos de medir 1,69 a 1,71 (y la media es 1,70cm)…

Castilla y León y Andalucía

Un efecto no esperado de este error de lectura de los datos ha sido que hayamos centrado el debate en las grandes diferencias entre comunidades autónomas y no en el tradicional papanatismo de compararnos sin reflexionar con otros países. Desde 2009 ya sabíamos que las diferencias entre comunidades autónomas son tan grandes como entre países, pero no se le había prestado tanta atención. Si Castilla y León fuese un país, estaría entre los primeros de la OCDE, mientras que Andalucía, estaría entre los últimos. Podríamos pensar que dichas diferencias son tan grandes debido a la descentralización autonómica. Pero, por un lado, bajo la Dictadura, la desigualdad territorial en indicadores de desempeño educativo era mayor que en la actualidad. Y por otro lado, sistemas educativos más centralizados que el nuestro, como el italiano, arrojan mayores diferencias entre territorios.

La tasa de alfabetización

De todas las características que podamos encontrar relacionadas con estas diferencias territoriales, la tasa de alfabetización es la que guarda más relación con los datos de PISA. La tasa de alfabetización de 1960, incluso la de 1870, guarda más relación con la competencia en lectura en 2015 que otras características, como el PIB per capita actual. Dicho de otra forma, la inercia de la historia es lo suficientemente fuerte en los resultados actuales en PISA como para que debamos ser muy cautos a la hora de establecer relaciones directas entre políticas educativas y resultados en PISA. La historia, por supuesto, no lo explica todo. Es llamativo el caso del País Vasco, con un pasado educativo por encima de la media, con una inversión por estudiante que duplica la media nacional, un buen desempeño en indicadores educativos como abandono educativo temprano, y sin embargo, empeorando en PISA. Habrá que esperar a estudios detallados para saber qué está pasando.

La comparación entre comunidades autónomas ofrece una gran ventaja frente a la comparación entre países. Los cambios de leyes educativas son los mismos, la formación y selección del profesorado, el currículum, los métodos didácticos… son mucho más parecidos  entre comunidades autónomas que entre países, y es más fácil aprender de lo que se hace en la comunidad autónoma de al lado de un exótico país a miles de kilómetros. Pero al mismo tiempo pone sobre la mesa que con las mismas reglas de juego, es posible obtener resultados educativos muy diferentes. Se podría argumentar que las mismas reglas del juego producen resultados distintos según el contexto socioeconómico y cultural de cada comunidad autónoma, pero como hemos señalado previamente, la inercia educativa parece bastante fuerte como para explicar buena parte de estas diferencias, sin necesidad de hipótesis más complejas.

¿Qué mide PISA?

También debemos tener cuidado con saber qué es lo que realmente mide PISA. Julio Carabaña, catedrático de Sociología, ha estudiado con gran detalle los informes PISA, para concluir que lo que miden no es algo que se enseñe principalmente en la escuela. Esto se debe a que las pruebas de PISA se diseñan con gran independencia de los contenidos escolares, para permitir la comparación entre tantos países. A medida que una prueba educativa es más independiente de los contenidos escolares, su resultado tiene menos que ver con lo que sucede en la escuela y más con lo que sucede fuera. Una evidencia a favor de esta tesis es que entre 2000 y 2009 mejoró la inversión por estudiante o la ratio estudiantes/profesorado, sin que mejorasen los resultados, mientras que los recortes en educación no ha llevado a peores resultados educativos.

 

Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/alfabetizacion-pasada-pisa-presente-5743247

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Europa «se lava las manos» ante la radicalización de los jóvenes

Europa/16 de Enero de 2017/El Mundo

La imagen de un grupo de alumnos de un instituto de Hernani ensalzando en el patio escolar a terroristas de ETA el pasado mes de septiembre, hizo saltar todas las alarmas sobre la radicalización en la que están creciendo muchos jóvenes vascos y el peligro que supone para la sociedad del futuro si no se ataja cuanto antes. Sin embargo, Europa carece de respuestas para abordar esta problemática concreta. Así queda de manifiesto en la respuesta de la Comisión Europea al europarlamentario del PP, Carlos Iturgaiz, que interpeló al organismo comunitario sobre las medidas a tomar ante esta situación que se está produciendo «en el corazón de la Unión Europea».

La pregunta presentada por Iturgaiz ante la Comisión, -a los pocos días después de celebrarse el homenaje a los etarras en el instituto vasco- alerta con claridad de la gravedad de que se ensalce a terroristas» y de que se «adoctrine por parte del nacionalismo vasco radical a jóvenes para apoyar, homenajear y defender a criminales de la organización terrorista ETA». Unas «lamentables acciones», dice el europarlamentario, «que están en las antípodas de lo que son los valores de nuestra sociedad». «¿Qué medidas propone la Comisión Europea con el fin de incentivar la participación democrática de las generaciones más jóvenes de Europa?» pregunta el europarlamentario vasco.

Pero si la pregunta de Iturgaiz es clara, la respuesta de la Comisión, sin embargo, -fechada en el 10 de enero-, elude en todo momento pronunciarse sobre el caso concreto al que se refiere el europarlamentario vasco o la situación de Euskadi, para enzarzarse en una serie de generalidades sobre la «prevención de la radicalización» y hablar de diversas iniciativas de cara a los jóvenes europeos que van desde el «refuerzo al Servicio Voluntario Europeo» a los «intercambios virtuales de Erasmus», sin que en ningún momento quede clara en la respuesta la aplicación que pueden tener en el caso concreto de la juventud vasca por la que se le interpela.

En su respuesta, el comisario europeo de Educación, Cultura, Juventud y Deporte, Tibor Navracsics, remite a Iturgaiz a una comunicación de la Comisión sobre el apoyo a la prevención de la radicalización que conduce al extremismo violento -que se centra fundamentalmente en las consecuencias de los atentados yihadistas en Europa- «como parte del esfuerzo más amplio de la Comisión para aplicar la Agenda Europea de Seguridad», señala en la respuesta.

«Se trata de medidas transversales que afectan a varios ámbitos políticos y que contribuyen a la aplicación de la Declaración sobre la promoción de la ciudadanía y de los valores comunes de libertad, tolerancia y no discriminación mediante la educación, que fue adoptada en París en marzo de 2015 por los Ministros de Educación de la UE y la Comisión», afirma el comisario, sin añadir ninguna referencia concreta al caso vasco.

Iturgaiz considera «muy grave» la respuesta de la Comisión ante unos hechos de suma importancia. «Se le tendría que caer la cara de vergüenza al comisario» , dice, lamentando que Europa «se lave las manos» ante este problema.

Estos homenajes de jóvenes alumnos vascos a etarras causaron una profunda indignación entre los colectivos de víctimas. Precisamente Covite envió un informe a la ONU sobre la radicalización de los jóvenes vascos que el organismo internacional publicó en su página web.

Fuente: http://www.elmundo.es/pais-vasco/2017/01/13/5878a66bca47414b308b4597.html

 

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¿Por qué se llama FEMInismo y no Igualitarismo?

Por: Heidy Simons

La autora reflexiona pedagógicamente sobre conceptos de feminismo e igualitarismo ¿son lo mismo?.

A veces, cuando se intenta desprestigiar el movimiento de alguna manera o al menos poner en duda su validez, siempre surge la misma duda…

“¿Si se busca la igualdad por qué no se llama algo así como Igualitarismo? La palabra FEMInismo discrimina a los hombres porque no les incluye, solo nombra a las mujeres”
Primero simplemente decir que antes de opinar sobre un tema es bueno al menos saber algo sobre el… así si surge un debate constructivo, se establece un contexto común. A mí personalmente me molesta esta pregunta, ya que tengo la sensación de que cualquier término que empiece con Fem- parece que molesta.

Que incita a que se inicie una guerra de sexos o un debate por lo menos. Es curioso que nos digan que la palabra “feminismo” excluye a los hombres porque no les nombra cuando toda la vida la historia de la humanidad ha sido la historia “del hombre” y cuando nos quejamos nos dicen que somos unas exageradas… El socialismo también busca la igualdad entre todos los seres humanos, y no os veo quejaros tanto por el nombre.

Empezaremos siempre con definiciones de nuestra quizá no tan querida y no tan feminista RAE:

  • igualdad Del lat. aequalĭtas, -ātis.

1. Conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad.

2. Principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones.

Bien, como vemos, igualdad es equiparación, es decir que algo NO es igual, que no tiene las mismas características si se compara con otro u otros. Y quiere poseer esas mismas características. Una vez que se hacen las acciones oportunas son IGUALES/SEMEJANTES/EQUIVALENTES.

Por lo tanto el igualitarismo pediría la semejanza y equivalencia de derechos y obligaciones en todas las situaciones de la vida. El problema y la genialidad de género, es que NO somos iguales. No tenemos ni las mismas características físicas, ni biológicas, ni las mismas necesidades, ni malditas las ganas de ser iguales que los hombres…

Una cosa es la igualdad, y otra es la EQUIDAD:

  • equidad nombre femenino

1. Cualidad que consiste en dar a cada uno lo que se merece en función de sus méritos o condiciones.
“es un país de desigualdades donde no hay equidad en la distribución de riqueza y cultura”

2.Cualidad que consiste en no favorecer en el trato a una persona perjudicando a otra.

El término “feminismo” no busca excluir, no rechaza al hombre ni mucho menos. Simplemente, visibiliza a ese 50% de la población sistemáticamente ignorada hasta hace poco. Y dar visibilidad como mínimo con el término es básico, porque pretender denominar “igualitarismo” al feminismo anula lo que realmente se pretende (y no, no es estar por encima de los hombres) e invisibiliza de nuevo, negando la causa, negando el sometimiento y la opresión, negando la necesidad de reconocer a la mujer socialmente como tal, no “igualarla” al hombre

.

El feminismo busca la equidad, es decir, según las características de cada persona, que tenga sus derechos sin que esto sea el menoscabo de otra persona.

Un ejemplo muy fácil de entender sería que el tema de la regla. Aunque para muchas personas sea un tema tabú, las mujeres cis cada mes durante unos días sangramos por la vagina. No es algo de lo que escandalizarse, ni estamos enfermas, es algo natural.

Para algunas personas es extremadamente doloroso y molesto, por no mencionar que es bastante caro: el material higiénico (compresas y tampones) tiene un impuesto de lujo. ¿Es justo? ¿No es razonable que se pida que se rebaje el precio de algo que es de primera necesidad aunque solo sea para UN género? (es decir, la mitad de la población mundial). Una política feminista sería quitar el impuesto de lujo a los tampones y compresas: no menoscaba los derechos de nadie aunque beneficia a un sólo género.

Sin embargo, si un estado que se supone que vela por los derechos y libertades de sus ciudadanos no piensa en ello, está siendo discriminatorio e injusto.

Por lo que el feminismo, no se puede llamar igualitarismo porque no busca que TODO sea igual, que la mujer se adapte a las normas y reglas masculinas de la sociedad, sino que cada uno tenga sus propios derechos y libertades según sus características. El feminismo no se llama humanismo ni igualitarismo porque feminismo, humanismo, e igualitarismo son tres teorías distintas.

¿Hubo algo antes que el feminismo que promoviera y exigiera igualdad de derechos para todas las personas independientemente de su sexo? Pues no, no lo hubo. El humanismo es una rama de la filosofía (y la ética) que aboga por la igualdad, la tolerancia y la laicidad (lo que se conoce comúnmente como «la separación de iglesia y estado»).

El humanismo reconoce que los seres humanos no «necesitan» de la religión para desarrollar sistemas morales o establecer un comportamiento moral. Los humanistas abogan por la educación, la tolerancia, la política representativa (en contraposición a la monarquía) y la libertad de pensamiento (en contraposición al dogma religioso). Muchos humanistas eran también grandese misóginos y su concepción de la igualdad se limitaba a la igualdad entre los varones.

El igualitarismo es una forma de filosofía política que defiende que todos los seres humanos son iguales en esencia y por lo tanto tienen el mismo derecho a iguales recursos como los alimentos, la vivienda, el respeto, el estatus social). Puedes facilitar a todo el mundo los mismos elementos y perpetuar la desigualdad y/o la inequidad. El igualitarismo, aun siendo un concepto ético fundamental, no tiene generalmente en cuenta las desigualdades a través de una perspectiva interseccional.

Como apunte histórico de la necesidad de que se llame feminismo: el término procede de una palabra inventada para designar despectivamente a aquellos hombres que apoyaban la causa de las ciudadanas. El adjetivo “feminista” lo utiliza por primera vez con fines políticos y periodísticos Alejandro Dumas hijo en su panfleto ‘El hombre-mujer’ de 1872, escrito antifeminista en el que debate, entre otros temas, sobre el adulterio y se posiciona en contra del divorcio. Para asumir que es necesario el feminismo, hay que ser conscientes primero que no vivimos en un mundo ni “igualitario” ni equitativo.

Que históricamente la mujer ha vivido en un puesto de sumisión, subyugación, y ocultamiento. Igual que hemos asumido que existe el racismo, se puede ser consciente de que existe la misoginia sin que esto sea un ataque para nadie. De la misma manera me gustaría aclarar aunque sea muy obvio que el Feminismo no es lo contrario al machismo.

El Feminismo NO busca la superioridad en todos los aspectos de la vida de la mujer sobre el hombre, ni existe hoy por hoy sistema hembrista alguno que otorgue poder a las mujeres para discriminar sistemáticamente a los hombres.

La definición de machismo es:

  • machismo (nombre masculino)

Actitud o manera de pensar de quien sostiene que el hombre es por naturaleza superior a la mujer.

Y el de feminismo es:

  • feminismo (nombre masculino) Derechos

Doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres. Definiciones

No es más ciego/a que el que no quiere ver.

Fuente:http://www.locarconio.com/2017/01/por-que-se-llama-feminismo-y-no-igualitarismo/

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La lectura, asignatura pendiente en España

España/16 de enero de 2017/Bez

La Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) presentó el informe «La lectura en España». En él, se destaca el estancamiento de la lectura y se critica al Gobierno por la reforma educativa.

Los españoles leen más que hace 17 años. Claro. Pero resulta que quienes lo hacen representan solo el 47,2% de la población. Los datos que recogen los editores señalan que desde 2000 a 2012, se registró un incremento de 11,2 puntos en la proporción de lectores frecuentes -aquellos que leen libros al menos una vez a la semana- y se alcanzó esa cota. Desde entonces, la cifra no ha disminuido.

En realidad, se refieren a que no leen libros. Ya que, según el mismo informe, el 92% de la población española es lectora, teniendo en cuenta que este término se le otorga a aquellos que leen periódicos, revistas, cómics, webs, blogs o foros. Es una manera de paliar el problema.

Observando los datos del barómetro que publicó el CIS en junio de 2016 -y a los que también hace referencia el informe de los editores-, el 39,4% de los españoles no abrió ni un solo libro en doce meses.

Según el estudio del CIS publicado en septiembre del pasado año, el 69,4% de los encuestados creen que en España se lee poco e, incluso, la mayoría (28,4%) se atrevieron a decir que, con respecto a hace diez años, la gente en España lee bastante menos. En lo último, el informe de la FGEE les corrige.

Aunque cada año ha ido aumentando el número de lectores, el sector sigue estancado. Como explica el presidente de la FGEE, Daniel Fernández, en la presentación del informe, la «crisis, en el caso del libro, ha implicado que los hábitos lectores de los españoles no hayan experimentado el fortalecimiento que desearíamos”.

Los editores encuentran un atisbo de esperanza en el futuro: afirman que los jóvenes (de 14 a 24 años), los universitarios y los estudiantes son los que más leen. Además, indican que los municipios de más de un millón de habitantes tienen a más gente lectora, y añaden que las mujeres leen más que los hombres -aunque la diferencia es mucho menor que en otros países-.

El Gobierno no ayuda

La FGEE deja claro que sus profesionales parten del convencimiento de que la lectura tiene una importancia trascendental en el desarrollo y progreso social de los países, por lo que su fomento debe formar parte de las políticas culturales de un país.

Por ello, los editores aprovechan para criticar la LOMCE, la reforma educativa aprobada por el PP en 2013. “En cuanto a la presencia de la lectura en el currículo de lengua castellana y literatura en los desarrollos curriculares de la LOE y la LOMCE, las diferencias son también obvias. En la LOE se ofrecía un detallado análisis de qué significan leer y comprensión lectora, así como una propuesta curricular coherente con ese marco teórico, mientras que la propuesta de la LOMCE es superficial y confusa”, indican en el informe. Además, aseguran que la anterior reforma fijaba un “tiempo diario de lectura no inferior a 30 minutos” en la Educación Primaria mientras que la nueva norma suprime la referencia a ese tiempo.

Ante esta situación, y aprovechando que al lado estaba el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, el presidente de la FGEE avisó en la presentación del informe de que había que «corregir rápidamente el rumbo». El representante del Gobierno indicó que próximamente se presentarán en el Congreso las medidas dentro del llamado Plan Cultura 2020.

Todas las iniciativas ministeriales incluidas en este plan, como la de una Fiscalía Antipiratería, tiene como fin el fomento de la lectura de la siguiente forma: impulsándola o recuperándola en los colegios (aunque no como asignatura) y reivindicándola «como actividad lúdica» y «desde la legalidad», explicó.

La crisis afectó a las bibliotecas

Respecto al sistema bibliotecario español, este creció desde 1990 a 2010, pero la llegada de la crisis hizo descender el número de bibliotecas, reduciendo también los horarios de apertura y produciendo un envejecimiento de las colecciones. Para tener una idea de lo que supuso la recesión en estos edificios, entre 2010 y 2014 se contabilizan 234 bibliotecas públicas menos.

Además, y aunque se ha incrementado el número de habitantes inscritos en las bibliotecas (del 28,72% al 34,49%), se ha dado un descenso de los préstamos, llegándose a reducir 8.349.307 de 2010 a 2014. Esto induce a pensar que aunque el préstamo sigue siendo relevante, el interés por la biblioteca se mantiene por otros servicios de carácter social, tecnológico, educativo o cultural.

Fuente: http://www.bez.es/294998229/La-lectura-asignatura-pendiente-en-Espana.html

 

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Al borde del abismo, pero no sin esperanza

Una conversación con John Berger en 1995

Por: Jorge Riechmann

¿Será posible que esta entrevista con el escritor, poeta, cineasta, pintor y crítico de arte John Berger (1926- 2017) finalmente no se publicase en su día? Tuve la fortuna de dar con su obra hacia 1987, y de tratarle en varias ocasiones, algunos años después. Cambiamos alguna carta; compartimos alguna manifestación del 1º de mayo en Madrid; planeé un libro con textos suyos que finalmente no llegó a buen puerto. En nuestro tiempo de conciencias sonámbulas, su voz es una de las que nos seguirán ayudando a vivir. La conversación tuvo lugar el 14 de noviembre de 1995 en Barcelona, adonde el escritor había acudido para presentar su última novela por entonces (Hacia la boda, Eds. Alfaguara, Madrid 1995, 234 págs.), publicada simultáneamente en inglés y en castellano.

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Jorge Riechmann.- Querría empezar con una pregunta sobre la traducción y las traducciones. Alfaguara, que se distingue favorablemente de la mayoría de las editoriales por consignar el nombre de sus traductores y traductoras en la portada, en esta ocasión lo ha olvidado en su novela Hacia la boda (To the Wedding). Supongo que la traductora es Pilar Vázquez, que ha vertido casi todos sus textos al castellano…

JOHN BERGER.- Es un error lamentable. Se trata efectivamente de Pilar Vázquez, que es una traductora excelente. De hecho, puedo juzgar sus traducciones incluso sin leer español, sólo a partir de las conversaciones que tenemos acerca de los textos, de las preguntas que me hace. Es un privilegio contar con una única traductora al español como Pilar, que va traduciendo todo lo que escribo. Es una de mis primeras lectoras y de alguna forma conoce lo que hago incluso mejor que yo. Ve detrás de las palabras, que es lo que realmente importa.

A menudo se minusvalora la labor de los traductores. ¿Ha tenido usted experiencias interesantes al ser traducido a otras lenguas? ¿Siente que en algún país se le lee mejor que en otros?

En primer lugar: yo mismo he trabajado como traductor, y por eso siento una fuerte solidaridad con los traductores. En los años cincuenta fui el primer traductor al inglés del Cahier d’un retour au pays natal de Aimé Césaire; una obra difícil de traducir pero extraordinaria. Del francés traduje también dos novelas de Nella Bielsky, con quien escribí una obra de teatro acerca de Goya titulada El último retrato de Goya (Goya’s Last Portrait). En colaboración, he traducido poemas de Brecht.

Dejé Gran Bretaña definitivamente hace treinta años. No me siento un escritor británico: si tuviera que definirme, diría que soy un escritor europeo. Me da la impresión que los dos países donde se lee mi trabajo con mayor atención son España y Alemania. Pero creo que eso no me atañe sólo a mí: quizá los dos países europeos que en la actualidad están más abiertos a pensamientos y literaturas extranjeras sean Alemania y España. Por ejemplo Francia, donde vivo, en este momento se halla muy cerrada sobre sí misma.

Tanto Alemania como España vivieron años de fascismo; por eso, quizá, cuando se liberaron han sido más abiertas. Si uno se pregunta qué es Gran Bretaña, a pesar de la actual crisis de identidad nacional, la imagen de Gran Bretaña sigue siendo de algún modo la que se forjó en el siglo XIX. Si se pregunta a un francés por su imagen de Francia, aunque parezca una locura, se trata de la imagen que proviene de la Revolución Francesa de 1789. Aún más curioso: si preguntamos a un ruso qué es Rusia, seguro que toparemos con una imagen del siglo XIX, anterior a la Revolución de Octubre. Pero en el caso de España y Alemania, su historia reciente hace que hayan tenido que examinarse a sí mismas a la luz del siglo XX, preguntándose qué es España, qué es Alemania, en qué consiste ser español o ser alemán, a partir de experiencias del siglo XX. Quizá por ello sean países más abiertos a lo que sucede fuera de sus fronteras.

Mi experiencia más positiva de traducción tuvo lugar cuando escribí un libro titulado El séptimo hombre (The Seventh Man), junto con el fotógrafo John Mohr, con quien he colaborado en muchas otras ocasiones. Trata de los trabajadores inmigrantes en Europa. El séptimo hombre es un libro singular: contiene debate político, poemas, fotografías, historias, todo ello acerca de las experiencias que hicieron a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta trabajadores españoles, portugueses, turcos, griegos, magrebíes, que trabajaban en Suiza, Suecia, Alemania o Francia. Este libro se tradujo muy deprisa al griego, al turco, al árabe y al español. Fue una experiencia muy grata, porque el libro –en ediciones baratas– llegó efectivamente a las manos de sus protagonistas. Algunos años más tarde visité a un amigo turco en Estambul y juntos fuimos a ver a un sindicalista amigo suyo que vivía en un poblado de chabolas. Nos recibió con la extraordinaria hospitalidad que se practica en las chabolas, y entre sus pocos libros estaba éste. Cuando una cosa así le sucede a un escritor, uno piensa que vale la pena seguir escribiendo.

Ha hablado de la cerrazón cultural en Francia, el país donde vive. ¿Tiene usted relación con la sociedad literaria francesa?

No tengo relación con la vida literaria parisina. Escribo de vez en cuando para Le Monde Diplomatique, que en mi opinión es la revista francesa más interesante. Su director, por lo demás, es español: Ignacio Ramonet.

Si a alguien que todavía no ha leído su última novela, Hacia la boda, se le dice que el narrador es griego y es ciego, seguramente pensará en Homero, el origen convencional de la literatura Occidental. Sin embargo, no hay en su narrativa movimientos regresivos, ni nostalgia de ningún imposible origen. La mirada no se dirige al pasado por nostalgia. La memoria del origen es condición necesaria para que pueda existir futuro, pero el origen no es un valor en sí mismo, ¿no cree?

La nostalgia no es un sentimiento que me interese en absoluto. Cuando comencé a escribir la trilogía acerca de los campesinos, De sus trabajos (Into Their Labours), mucha gente –incluyendo gente de izquierda– me reprochó nostalgia, escapismo, como si intentase buscar refugio en el pasado y en la vida rural, en una especie de paraíso bucólico. Pero no era verdad.

Por otro lado, si hablamos de Homero o de los trágicos griegos, creo que está sucediendo un fenómeno interesante en casi toda Europa. Hace veinticinco años estas obras apenas se representaban ni atraían a mucho público. La cosa ha cambiado profundamente en los últimos diez o quince años: no sé si también en España, pero desde luego en Gran Bretaña, Francia o Alemania ha cambiado. Esto es muy interesante, no con la perspectiva de reencontrar un valor con el que vivir hoy. No insinúo en absoluto que la gente esté hoy viviendo tragedias griegas; pero se ve que éstas, de alguna forma, son relevantes para su vida.

En la misma semana en que Hacia la boda llegaba a las librerías españolas aparecía una reseña en el diario El País. Alfaguara es una editorial importante, El País es el “diario de referencia” en España –así lo afirman con orgullo los periodistas que trabajan en él– y tanto el periódico como la editorial pertenecen al mismo grupo empresarial, muy poderoso en el sector de las comunicaciones. La reseña es inteligente y comprensiva, aunque algo llama la atención: se presenta la novela como “una historia de amor en los tiempos del SIDA”, pero ni se menciona la reflexión sobre el comunismo y sobre la “esperanza al borde del abismo” que es uno de los hilos centrales de la trama que forma el libro. La omisión es significativa.

En el ensayo de hace unos años “Perdido en Cape Wrath” escribía usted: “En el mundo moderno, en el que miles de personas mueren a cada hora por problemas políticos, ningún escrito de ninguna parte puede llegar a ser creíble a menos que esté dotado de conciencia política y de principios”. En otro ensayo, “El pájaro blanco”, señalaba que “No se puede dar una charla sobre estética sin hablar del principio de esperanza y de la existencia del mal”. Se diría que esto es lo que no quiere oír el reseñador de El País.

Hay dos vías para contestar. Puedo en primer lugar hablar sobre lo que significa ser escritor y publicar. En todo el mundo hay bolsas de resistencia; no grandes movimientos sociales, pero sí bolsas de resistencia. Algunos intelectuales, escritores y artistas trabajamos desde estas posiciones. Me parece que tenemos que comprender y aceptar esta situación. Desde la perspectiva de estas bolsas de resistencia, creo que debemos intentar pasar de contrabando en los medios masivos lo que tenemos que decir. Publico artículos en El País y me alegro de poder hacerlo. Sin identificarme con el periódico, me parece bien que publiquen lo que gente como yo o como Eduardo Galeano escribimos. Claro que hay límites en esto: no aceptaría publicar en un periódico fascista o de extrema derecha.

Por otro lado, es absolutamente cierto que en los medios audiovisuales masivos y en los periódicos de gran tirada prevalece eso que los rusos solían llamar “lenguas de madera” en los tiempos del estalinismo. Es decir: un blablablá átono, y el rechazo a acoger ninguna experiencia real. Uno tiene la impresión de que lo que se escribe en estos medios tiene cada vez menos relación con las vidas de la gente.

Hay un escritor y periodista a quien admiro mucho, el escritor polaco Kapuczinsky. En su último libro acerca del imperio ruso dice que existen en el mundo actual dos escalas temporales distintas. Por una parte la escala temporal de los medios masivos, donde cada día y cada hora hay noticias nuevas, cambios y decisiones, muchas veces con urgencia, sacudidas continuas: podríamos representarla con una línea ascendente dentada y llena de altibajos. Pero además hay otra escala: el tiempo de las vidas de la gente, y de sus esfuerzos por sobrevivir. En esta segunda escala no cambia casi nada, excepto que las cosas van empeorando poco a poco. La representación sería una curva que declina lentamente. Esta es una de las razones que explican el creciente escepticismo de la gente en lo que atañe al discurso político oficial: tiene cada vez menos que ver con la realidad. Esta situación crea la posiblidad de que la extrema derecha –que no emplea una lengua de madera– gane atractivo.

Hace unos pocos meses, después de que cincuenta pensadores y artistas españoles escribiesen una carta abierta al gobierno mejicano pidiendo que negociasen con los zapatistas en lugar de intentar liquidarlos, el subcomandante Marcos les contestó. Esta carta de respuesta se publicó en El País y también –sorprendentemente– en Le Monde. ¡Una página entera en Le Monde! Leerla fue una experiencia extraordinaria: un hombre, de repente, estaba hablando realmente. Hablando de política, de poesía, de lo que está en los corazones de la gente. Fue extraordinario: de golpe, en medio de este desierto de discurso petrificado, había una voz.

1968: la “primavera de Praga”. Un acontecimiento que ocupa un lugar central en nuestro siglo, y también en Hacia la boda. “Ninguno de vosotros tendréis nunca el futuro por el que lo sacrificamos todo”, dice Zdena, la arquitecta checoslovaca y madre de Ninon, en la página 31. Y dice Tomas, el taxista/ enciclopedista de Bratislava: “Para que algo esté muerto tiene que haber estado vivo antes. Y éste no fue el caso del comunismo” (p. 163). También es Tomas quien afirma: “Estamos viviendo al borde, y es difícil porque hemos perdido la costumbre. (…) Estamos al borde de un acantilado pero no desesperanzados” (p. 172 y 175).

La observación de Tomas la hace él. Es posible que yo la comparta, pero eso no importa, es él quien la enuncia. Los pasados de Zdena y de Tomas son muy opuestos: ella apoyó a Dubcek en 1968 mientras que Tomas, quizá por cansancio o cobardía y también para no perder su trabajo, continuó apoyando al régimen. No muy activamente, pero apoyándolo al fin y al cabo.

Por otro lado, me opongo totalmente a la hipocresía que determinados intelectuales occidentales practican ahora respecto a los intelectuales de Alemania Oriental que defendieron el Muro de Berlín o tuvieron que ver con la polícía secreta. Es un juicio que uno no podría hacer más que si hubiese vivido también bajo aquellas circunstancias. Hasta yo mismo, con mi limitada experiencia de Europa Oriental durante los años cincuenta y sesenta, sé más al respecto que estos intelectuales nuestros. Es tan fácil hacer frívolos juicios morales retrospectivos, juicios que no tienen nada que ver con la vida.

Tuve la suerte de estar en Praga en agosto de 1968, y escribí con frenesí sobre lo que estaba sucediendo. Volví al año siguiente invitado por la Unión de Estudiantes de Praga, en la última ocasión en que tuvieron libertad para organizar una reunión. Invitaron a algunos escritores e intelectuales occidentales. Fue una ocasión singular. Estábamos unas cien personas, la mayoría estudiantes checos, y dieciocho occidentales. Nos pidieron que habláramos y lo fuimos haciendo uno a uno. Un trotskista expuso la típica argumentación trotskista sobre la necesidad de armar al pueblo, etc. Un holandés dijo que lo que hacía falta eran acciones civiles noviolentas, que había que confiar en la fuerza de una opinión pública movilizada, y rememoró las acciones con las “bicicletas blancas” en el Amsterdam de los sesenta, bicis que no pertenecían a nadie y todos podían usar. Así fuimos hablando todos, cada uno con su receta. Esta gente había ido para apoyar a los estudiantes: pero estábamos tan lejos de todo aquello, la distancia era tan enorme. Al final un estudiante checo se levantó y dijo: “Compañeros, gracias por venir. Os deseo felices sueños. Para nosotros, el único problema ahora es cómo sobrevivir sin perder el mínimo de respeto por uno mismo que es necesario para sobrevivir.”

El mal natural en To the Wedding: el SIDA, la Peste Negra en el siglo XIV, las pestes venecianas de los siglos XVII y XVIII. Y el mal social omnipresente. En cierto momento, uno de los personajes de Hacia la boda –la anciana que llena para su marido la nevera salvada del vertedero– dice: “Apenas se puede hacer nada, y lo que se hace nunca es suficiente. Pero hay que seguir” (p. 75).

Sí, es la anciana que intenta llevar al frigorífico algo que tiente el apetito de su marido, que envejece y no quiere comer.

Yo pondría en entredicho el concepto de mal natural. No me parece que el SIDA o la Peste Negra representen el mal. Suponen terror, penalidades y sufrimiento, pero el mal no tiene que ver con la naturaleza. El mal pertenece al ámbito del hombre, que tiene libre albedrío. En la naturaleza, después de la creación, sólo hay necesidad. Lo que llamas “mal social” yo lo llamaría sencillamente mal, aunque muchas veces, por descontado, los mecanismos que lo producen son sociales.

Me parece que uno de los males de este siglo ha sido creer demasiado en las soluciones, especialmente soluciones globales. Como si un día las luchas fuesen a acabar. Quizá ahora estemos en mejor situación para entender que las luchas no tienen fin. Hay cambios, derrotas y logros, pero la lucha es continua. No hay ninguna nostalgia en lo que digo, aunque con esto nos situamos en la cercanía de los pensadores, observadores, comentaristas políticos que vivieron antes del siglo XVIII, de la Ilustración. Es con la Ilustración cuando comienza el sueño de las soluciones globales.

No estoy diciendo que no haya soluciones en absoluto: pueden hacerse muchas cosas. Mis observaciones se refieren a la manera en que uno se vincula con las luchas para resolver o mejorar las cosas, con las luchas por la justicia. Esta idea de solución, la idea de utopía en cierto sentido, se relaciona de forma bastante estrecha con creencias milenaristas sobre la posibilidad de construir un paraíso aquí en la Tierra. Desde luego que semejante paraíso no se ha alcanzado nunca, pero en las luchas por alcanzarlo se desarrollaron toda una serie de cualidades humanas muy importantes, como la solidaridad, la valentía, la conciencia de la injusticia y el deseo de justicia. Hace ya muchos años que me dije a mí mismo: supongamos que en lugar de hallarnos en un paraíso terrenal o aproximarnos a él, lo que vivimos sobre la Tierra se asemeja bastante al infierno. ¿No serían entonces aquellas cualidades humanas más importantes todavía, en lo que atañe al alma y la imaginación humana, con independencia de la cuestión del paraíso? Y pienso que efectivamente ésa es nuestra situación.

Hacia la boda y todos sus demás libros están llenos de animales y de reflexión sobre los animales.

Es verdad que los animales desempeñan un papel muy importante para mí. No sé si podré responder con mucha claridad, porque no tengo teoría ninguna al respecto. A los diez años quería ser veterinario: mucho antes de querer ser pintor, fotógrafo o escritor quería ser veterinario. Con el paso del tiempo he aprendido una cosa sobre mí mismo: cuando me deprimo –me pasa a veces–, una de las cosas que me ayuda y en ocasiones me saca de la depresión es ir a un zoológico. No para mirar a los animales más grandes, por supuesto, que viven en condiciones espantosas, sino para mirar a los animales pequeños que están menos traumatizados por las condiciones del zoo. Esto se refiere más bien a una etapa anterior, cuando vivía en la ciudad. Ahora que estoy en el campo, me basta con ir al establo para estar con las vacas o las ovejas. La contemplación de estos animales me devuelve a una vida con sentido. Sigo dibujando mucho, y lo que dibujo mejor son animales.

Hay una argumentación ecológica sobre el trato y maltrato a los animales que hasta cierto punto comparto, desde luego. Pero hay también cierta sentimentalidad de la que me siento distante. Estando –como he dicho– muy apegado emocionalmente a los animales, hubo por ejemplo un período de mi vida en que me convertí en una especie de experto en mataderos. Iba a los mataderos de las ciudades siempre que podía, en París, Londres o Estambul, para ver lo que pasaba allí. Y entablaba relación con los trabajadores del matadero.

Antes del siglo XIX, los animales y su mera existencia ofrecían una vía a través de la cual los seres humanos podían definirse a sí mismos. Eran una compañía de metáforas y paralelismos. Una vez eliminamos a los animales, el hombre se queda completamente solo. Una vez hice un programa para la televisión británica en el que todos llevábamos máscaras de animales. La idea era que todos íbamos a volver al Arca de Noé para abandonar al ser humano, que nos había abandonado a nosotros.

Si nos tomamos este sunto en serio, tendríamos que acabar hablando de la creación, la creación del universo o de la vida. Mi posición es bastante compleja. Acepto, por supuesto, la mayor parte de la teoría de la evolución de las especies. Pero también creo en una creación divina. No se trata en absoluto de ideas irreconciliables, ya que las cuestiones cruciales se refieren al tiempo, a la relación entre el tiempo –donde tiene lugar la evolución– y lo intemporal. Me parece que la creación es algo instantáneo y a la vez eterno. El dualismo de esta forma de pensar, es decir, la aceptación de un tiempo biológico e histórico en el tiene lugar la evolución y al mismo tiempo la creencia en Dios y en una creación divina, me ha acompañado toda ni vida; no se trata de ningún cambio de posición reciente. Y personalmente nunca lo encontré incompatible con el marxismo.

Una pregunta sobre el dar nombre y el cambiar los nombres de las cosas. “En lugar de llamarlo SIDA –le dice Marella a Ninon–, entre tú y yo, sólo entre tú y yo, podríamos llamarlo STELLA” en un paso crucial de la novela (p. 94).

Pensé que este era un paso importante, pero no sé muy bien por qué. Simplemente pensé que podría ocurrir, que Marella diría eso. Responderé con un ejemplo. Cuando alguien es muy desdichado y sufre, creo que una de las formas de hacer frente a esa desdicha y sobrevivir empieza por darle nombre. Esta desdicha o este dolor no son de nadie más: son los de John. De inmediato algo cambia un poco. Con el acto de nombrar arrojamos luz sobre lo anónimo, que siempre está en la frontera de lo absurdo. Y la fuente real de todo dolor y sufrimiento es el espectro de la absurdidad. Acaso el renombrar sea una finta de espadachín en el combate contra lo absurdo.

Ninon no puede matar al hombre-mejillón, el chico que le ha contagiado el SIDA; y Federico, el padre de Gino, se propone matar a Ninon para proteger a su hijo, pero tampoco puede. ¿Cuáles son las circunstancias de la venganza y cuáles las del perdón?

El perdón no es posible sin cierto arrepentimiento por parte de quien ha de ser perdonado: no tiene por qué tratarse de un arrepentimiento verbalizado, ni estoy hablando de arrodillarse para suplicar. Pero si la persona que ha causado un grave daño persiste en la misma línea de acción, entonces el perdón es humanamente imposible. No creo que pueda decirse “perdonad” sin más: hay ciertas condiciones previas para el perdón.

Me parece que la venganza tiene la pureza a la que aspira. De hecho, el acto de venganza aspira a una especie de pureza. Aspira a poner fin a un mal o algo percibido como un mal. Me refiero a un acto de venganza espontáneo, no a nada calculado ni premeditado, y creo que el matiz es importante. Este sentimiento espontáneo de venganza, por supuesto, es un tema muy frecuente en la tragedia griega.

El acto de venganza –ahora estoy hablando de matar– es el acto de exclusión final: supone excluir a una persona de la vida. La condición previa para tal acto de venganza estriba en decir: “Esta persona es diferente. Ya no pertenece a la comunidad humana”. Si a esa persona la representa solamente el acto por el que se quiere cobrar venganza, entonces la exclusión probablemente estaría justificada. Pero de hecho, sólo en muy contadas ocasiones puede un acto único representar a una persona en su totalidad. Si esa persona muestra la persistencia en el mal de que antes hablábamos, y que hace imposible el perdón, ello confirma que esa persona puede ser representada por su acto único y la venganza estaría justificada. Pero lo que sucede a menudo es que, al enfrentarte a esa persona, ves también todo el resto (que es lo que ocurre en los dos casos de la novela que mencionabas antes) y entonces quizá el perdón es posible.

Escribir la trilogía sobre los campesinos Into Their Labours le llevó unos quince años; parece que To the Wedding –cuya acción transcurre en 1994– fue escrita más deprisa. ¿Ha sucedido algo importante, ha aparecido alguna urgencia?

En general todos los libros me llevan mucho tiempo. La trilogía Into Their Labours me llevó quince años, pero son tres libros; en escribir G., que es uno solo, tardé ocho. No tardo tanto porque sea perezoso sino porque reescribo muchas veces. Reescribo cada página entre seis y nueve veces.

Es verdad que To the Wedding es el libro que más deprisa he escrito, con diferencia. Me llevó aproximadamente dos años, aunque también hubo mucha reescritura. Quizá sea porque se trata de un libro de voces. No tuve que calcular estas voces, ellas se presentaban. Parte del libro la escribí casi en trance.

Para usted “el arte es un mediador entre lo que nos es dado y lo que deseamos” (“Magritte y lo imposible”, en Mirar). Por otro lado: “Allá arriba en el cielo no hay necesidad de estética. Aquí, en la tierra, la gente busca la belleza porque les recuerda vagamente el bien. Esa es la única razón de la estética. Nos recuerda algo que ha desaparecido” (Hacia la boda, p. 144). ¿Qué podemos desear en los años finales del siglo XX? ¿Qué hay de la metamorfosis y del anhelo de metamorfosis?

Es una pregunta que resulta imposible responder en general. Se puede responder desde una situación concreta: si estuviéramos en el sur de Méjico, el deseo sería que el gobierno escuche las peticiones de los zapatistas y negocie con ellos. Es un deseo muy sencillo, pero importantísimo.

Acaso se pueda aventurar una respuesta más general sin empantanarnos en la trampa de las soluciones globales que antes señalaba. La práctica de la política en nuestro continente, por ejemplo, no puede reencontrar una conexión con la vida hasta que se haga frente públicamente al siguiente hecho: cada día personas que nunca han sido elegidas ni se presentarán nunca a elecciones, y que tienen más poder que ningún estado en el mundo, toman decisiones que afectan al presente y al futuro del mundo. Cobrar conciencia de esta situación es previo a cualquier posibilidad de cambio fundamental.

La necesidad humana elemental de entender la conexión entre causa y efecto, para poder tomar decisiones a partir de ello, se ve oscurecida y mistificada de una forma increíble. Un deseo general podría ser que cesase esa mistificación. Ello no supondría ningún cambio radical en sí mismo, pero por lo menos existiría la posibilidad de tomar decisiones.

De su práctica como escritor se deduce, en mi opinión, una ética por fortuna más mostrada que enunciada. Si yo tuviera que formularla lo haría así: fidelidad a la propia experiencia; negativa a aceptar la mutilación de la realidad, la amputación de dimensiones importantes de la realidad; arraigo en el momento histórico que a uno le toca vivir. ¿Se reconocería usted en estos principios?

Creo que sólo puedo responder de forma personal. Los últimos veinte años he vivido entre los campesinos de la montaña. No fui a la universidad, pero he aprendido de estos campesinos más de lo que la gente aprende en ninguna universidad. Tengo con ellos una deuda enorme, contraída sólo por haber vivido con ellos, haberles escuchado y haber entendido algunas de sus actitudes. Los campesinos de montaña son muy especiales, diferentes a otros tipos de campesinos. Son tolerantes respecto a las debilidades humanas, sobre todo las que derivan de las pasiones humanas. Saben –como los antiguos griegos– que la pasión es más fuerte que ningún ser humano. Pero hay algo que no toleran. La condena moral más fuerte es cuando llaman a alguien fainéant, haragán. Esto es imperdonable. También para mí es ésta la debilidad humana que me resulta más difícil perdonar. Seguramente resulta bastante injusto, pero es cierto.

Las mentiras a menudo son una forma de la cobardía. Las mentiras me enfurecen, tanto las mentiras personales como las públicas. No es que piense que todo el mundo tiene siempre que estar diciendo siempre toda la verdad, desde luego; el tacto es algo muy importante, y el sentido de la oportunidad. Pero intentar no mentir es muy importante para mí.

No estamos viviendo el mismo momento histórico en todo el mundo. La geografía se ha convertido en historia: viajas a otro continente, o unos cuantos cientos de kilómetros, y de hecho te encuentras en un tiempo histórico diferente. Dominado por el mismo sistema político- económico, pero sin embargo diferente. De hecho, cuando se trata de historia, no necesitamos decir: pensemos ahora en el siglo XVIII, o en el XIX, o en la Edad Media. Basta con decir: pensemos en Bolivia, o en Perú.

Abro aquí un pequeño paréntesis. Hace pocas semanas fui a Roma a mirar la Capilla Sixtina, que no había contemplado después de su limpieza y restauración (pese a las opiniones en contra que se han expresado, yo creo que el trabajo de limpieza es excelente). Escribí entonces un artículo sobre los frescos de la Capilla y también sobre el Juicio Final de nuestro mundo. Y de repente me asaltó una intuición. Vi que algunas fotografías de Sebastiao Salgado son comparables al Juicio Final que pintó Miguel Angel. Puse las imágenes unas al lado de otras: la semejanza es absolutamente extraordinaria, las correspondencias sobrecogen. Ya ves: aquí tenemos una visión del infierno que históricamente pertenece a los tiempos de la Contrarreforma, cuando Miguel Angel pintó los frescos. Y sin embargo todo lo que tienes que hacer es ir a Perú o a Bolivia… Es un ejemplo de lo que estaba diciendo antes.

En muchas situaciones, mi daimon protector me induce a pensar en otro lugar, en lo que está sucediendo en alguna otra parte. Pienso: lo que ahora esta ocurriendo allí es tan diferente de lo que ocurre aquí. Muy a menudo, mi imaginación está de viaje por esos otros lugares. Acaso esta sea la forma en que el contexto histórico está presente en mi trabajo; es más bien esto que el buscar referencias históricas.

Hace algunas semanas Salman Rushdie viajó a España, donde –entre otras actividades– visitó Granada en compañía del novelista Antonio Muñoz Molina; éste, además, lo entrevistó para El País. En cierto momento de la entrevista Rushdie se refirió a usted. Decía que John Berger había criticado, en un artículo publicado en The Guardian, la protección que le ofrecían los gobiernos europeos, y en cierto modo asimilaba su actitud a la de los integristas islámicos. ¿Podría esclarecer su posición en este asunto y quizá, más en general, respecto a los integrismos?

Es mentira que yo haya criticado que se le ofrezca protección. Nunca escribí nada semejante. Lo que es cierto –y quizá le haya llevado a lanzar esas injustas acusaciones– es que después de la publicación de su libro Los versículos satánicos, cuando se había dictado la fatwa contra él y algunas otras personas ya habían perdido la vida (traductores y editores del libro en diversos países) y otras la estaban arriesgando a causa de este libro, escribí un artículo donde decía que lo que estaba en juego eran dos ideas diferentes de lo sagrado. Nosotros, en Occidente, hemos santificado el derecho a la libre expresión. Deberíamos ser capaces de entender que para millones de personas el Corán es sagrado: más sagrado que la Biblia, de hecho, porque el Islam cree que en él se contienen las palabras textuales de Dios. Se confrontan, así, dos nociones de lo sagrado; y deberíamos poder reconocer el sentimiento legítimo de ofensa que el libro de Rushdie originó. Por supuesto que condené y condeno su condena a muerte.

Mi artículo resultó disonante en aquel contexto y él lo consideró algo extremadamente hostil: como si yo apoyase a los integristas islámicos, lo cual no es cierto. Se da la circunstancia, sin embargo, de que ahora que ha desaparecido el espectro del comunismo, se construye un espectro del Islam para que vaya ocupando su lugar. Creo que hay que cuestionar esta operación y oponer resistencia. El atractivo del Islam en Argelia o en los suburbios de París puede explicarse en términos estrictamente marxistas, si se quiere: ofrece a poblaciones desheredadas y oprimidas un mínimo de protección social y de sentimiento de identidad. Esto es lo que Rushdie parece ignorar totalmente.

Yo no condeno a Rushdie en absoluto. Lo que pongo en entredicho es la lógica de algunos pensamientos y decisiones suyas, que le afectaban no sólo a él sino también a otras personas. Por otra parte, lo que ha sufrido y está sufriendo es espantoso; su valor –incluso su empecinamiento– merecen respeto.

Usted vive desde hace muchos años en Quincy, un pueblecito de la Alta Saboya francesa. Pero seguramente sabe que existe otro Quincy en EE.UU., a orillas del río Mississipi, unos 150 km. al norte de Saint Louis. No sé si existe algún vínculo histórico…

No creo. Hay varios Quincys en Francia, incluso un vino llamado Quincy que proviene de una zona al sur de París.

Para usted hace mucho que son temas centrales la emigración y el desarraigo.

En nuestro siglo, muchos más millones de personas se han visto obligadas a abandonar su lugar natal y emigrar –por razones económicas y políticas– que en ninguna época anterior. Este es sin duda uno de los fenómenos más importantes del siglo, y ha influido en mi trabajo.

Un abuelo mío –el padre de mi padre– fue un emigrante de Trieste: es decir, yo mismo provengo de una familia de emigrantes. Cuando tenía dieciséis años dejé de estudiar y marché a Londres. En muy poco tiempo, mi círculo de amigos –en aquella época eran sobre todo pintores y escultores– se componía casi exclusivamente de emigrantes. Eran polacos, alemanes o húngaros que habían huido del fascismo. Con ellos me sentía como en casa, y por una u otra razón ellos también se encontraban a gusto conmigo, aunque yo era mucho más joven. El primer libro que escribí, una novela titulada A Painter of Our Time, se basaba de hecho en uno de aquellos pintores: no de forma literal, evidentemente, pero sí se inspiraba en él como tipo humano. Así que mis experiencias con emigrantes comenzaron muy pronto.

Me sentía más en casa entre ellos que entre los ingleses. Quizá sea porque los ingleses –de todas las clases sociales, como muestra muy hermosamente la película de Ken Loach Tierra y libertad— viven dentro de un cierto estoicismo. Hay un estoicismo enorme y muy impresionante. No es un rasgo que censure, pero implica que la gente no habla acerca del dolor. Lo sufren, lo soportan, pero no hablan de ello. Mis amigos refugiados y emigrantes de Europa Central y los países eslavos, bastantes de ellos judíos, hablaban mucho acerca del dolor. Lloraban en situaciones en las que ningún inglés lo haría. Yo me sentía más cercano a aquellas expresiones de dolor que al estoicismo inglés. No hay ningún juicio moral en ello, sencillamente era así.

Por último, hace poco tiempo me he dado cuenta de lo siguiente. Cuando escribo me pasa algo bastante extraño: trato de abandonar mi propia ficción. Dejo el lugar donde estoy, me abandono a mí mismo, e intento acercarme todo lo que puedo a otras experiencias o las experiencias de otras personas. Para mí, cada libro ha dado en ser una especie de emigración, una emigración de mi imaginación. Y como en las emigraciones de verdad, sin billete de vuelta. Al final acaba uno volviendo cerca del punto de partida: pero es otro lugar y uno no es la misma persona. Nunca seré la misma persona que se puso a escribir Hacia la boda.

¿Alguna cosa más que quiera añadir para el lector o la lectora españoles, antes de acabar la conversación?

Hay algo de España que me gustaría alabar –pero con toda sinceridad, no por cortesía. Aunque conozco mejor otros países europeos…

¿Cuándo vino a España por primera vez? Por ejemplo, cuando escribía el libro sobre Picasso (Exito y fracaso de Picasso), ¿ya conocía España?

No, no vine a España hasta después de la muerte de Franco, como mucha otra gente de izquierdas. Considerado retrospectivamente, pienso que quizá se trataba de una posición equivocada, pero así fue.

Como decía, aunque conozco mejor otros países europeos, cuando pienso en España hay una cosa que me gusta extraordinariamente. Es un poco difícil de expresar. La mayoría de la gente tiene aquí una manera especial de estar plantada sobre el suelo. No se trata de una actitud, sino la forma de estar de pie viendo alguna cosa: a veces algo bueno –no muy a menudo–, más frecuentemente algo que no es ni bueno ni malo, o algo decididamente malo. Hay una forma española de estar erguido así, bastante diferente de la italiana, la rusa, la francesa o la alemana, y es algo que valoro.

*Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221495&titular=al-borde-del-abismo-pero-no-sin-esperanza-

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Libro: Educación y esperanza en las fronteras de la discapacidad de Ignacio Calderón Almendros

Ignacio Calderón Almendros en su libro EDUCACIÓN Y ESPERANZA EN LAS FRONTERAS DE LA DISCAPACIDAD muestra un estudio de caso único sobre la construcción creativa de la identidad.

El autor nos presenta un exhaustivo estudio de caso único en el que se aborda la construcción de la identidad de Rafael Calderón, un joven estudiante del Grado Superior de Música. Rafael ha conseguido elaborar su identidad más allá de la interpretación socialmente asumida acerca de la discapacidad. El estudio muestra cómo una persona con síndrome de Down tiene que luchar en la arena educativa para desarrollar una identidad libre de los prejuicios que el sistema educativo y la sociedad en general tratan de imponer. La resistencia generada por Rafael y su familia, los procesos educativos inclusivos, y el uso de la creatividad en la construcción de la identidad han permitido que Rafael pudiera desafiar las representaciones sociales, las creencias y el estigma. Ha llevado a cabo un proceso de resiliencia que desafía las fronteras de la discapacidad y nos invita a la transformación de la escuela. La relevancia del caso y el modo de abordarlo hacen de este trabajo una producción inquietante en la que se presentan las construcciones cotidianas y complejas que permitieron a Rafael soñar y crear lo que anteriormente no existía. Un estudio que alienta la esperanza e invita al optimismo para desarrollar escuelas inclusivas.

Ignacio Calderón Almendros es Doctor en Pedagogía por la Universidad de Málaga, en la que ejerce como profesor del Departamento de Teoría e Historia de la Educación y es miembro del Grupo de Investigación de Teoría de la Educación y Educación Social. Ha trabajado en distintas áreas de conocimiento en el terreno educativo, y colaborado con diversas Universidades de América Latina. Sus líneas de investigación se sitúan en los procesos de exclusión e inclusión educativa, la naturaleza social de la discapacidad, la desventaja sociocultural y los procesos de construcción de la identidad y la diferencia, todo ello a través del estudio de la experiencia educativa.

Libro «Educación y esperanza en las fronteras de la discapacidad» El libro está disponible para su descarga gratuita aquí: http://www.ignaciocalderon.uma.es/index.php/educacion-y-esperanza-en-las-fronteras-de-la-discapacidad/

Este libro ha obtenido los siguientes premios:

Puedes accesar al libro en el siguiente enlace:

http://edicionescinca.com/media/publicaciones/indice_210.pdf

Índice de EDUCACIÓN Y ESPERANZA EN LAS FRONTERAS DE LA DISCAPACIDAD

PRÓLOGO, Cristóbal Ruiz Román
INTRODUCCIÓN
PARTE TEÓRICA
Capítulo 1. Algunas reflexiones previas
Capítulo 2. Identidad, educación y discapacidad
PARTE METODOLÓGICA
Capítulo 3. Metodología
PARTE EMPÍRICA
Capítulo 4. Se creían que no podía. Biografía breve de Rafael
Capítulo 5. La experiencia como opresión: la concepción social sobre las personas
con discapacidad
Capítulo 6. La educación como resistencia y liberación
Capítulo 7. La construcción de la identidad como interpretación creativa
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA

Fuente: http://www.ignaciocalderon.uma.es/index.php/educacion-y-esperanza-en-las-fronteras-de-la-discapacidad/

 

 

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España: El plan “Escolas Conectadas” permitirá que 820 centros tengan más velocidad en internet

Europa/España/15 Enero 2017/Fuente y Autor:elidealgallego

Galicia pondrá en marcha en breve la iniciativa “Escolas Conectadas”, que dotará a 820 centros educativos públicos de conexiones de internet más veloces, de hasta 500 Mbps.

Con motivo de la adjudicación y lanzamiento de este plan, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, recibió ayer en San Caetano al consejero delegado de Orange España –la concesionaria–, Laurent Paillassot, quien le explicó las principales iniciativas del operador en Galicia, entre las que destacó el despliegue de redes ultrarrápidas en 820 centros educativos públicos de la Comunidad.

Según indicó la propia Administración autonómica, Orange consiguió la adjudicación en Galicia de la iniciativa “Escolas Conectadas”, que se desarrolla en la comunidad en virtud de la colaboración entre la Axencia para a Modernización Tecnolóxica de Galicia (Amtega), la Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria, el Ministerio de Educación, Cultura e Deporte y Red.es, que es el órgano de contratación.

Según explicó el consejero delegado de Orange España, esta compañía garantiza conexiones de 500 Mbps de bajada y 500 Mbps de subida en 518 centros educativos, y 150 Mbps de bajada y 50 de subida en otros 321 centros.
Además, la Xunta proporcionará a todos los centros wifi de alta capacidad. Así, la inversión de la actuación de colocación de los sistemas, junto con el coste del mantenimiento de las líneas, supone un presupuesto de 17,7 millones de euros.

cobertura del 100%
Esta actuación, sumada a las que ya tiene en marcha la Administración autonómica, posibilitará que el 100 por ciento de los centros públicos de Primaria y Secundaria de la Comunidad, más de 1.200 en total, dispongan de redes ultrarrápidas para conectarse a internet a finales de 2018.

Por su parte, la compañía de telecomunicaciones aseguró que con esta iniciativa impulsada por la Xunta dará servicio a “en torno de 140.000 alumnos” gallegos. Los representantes de la compañía que mantuvieron la reunión con el presidente de la Xunta, manifestaron en esta su “satisfacción” por el contrato adjudicado.

Así, según apunta la propia empresa en un comunicado, Orange será la encargada de instalar “acceso a internet de banda ancha ultrarrápida” en 820 colegios de Galicia con “velocidades de 500/500 Mbps”, así como del despliegue de “redes de telecomunicación y Wifi” en el interior de los centros.

Asimismo, esta compañía de telecomunicaciones tiene en previsión “una inversión de más de 45 millones de euros en el período 2016-18” para continuar con su “despliegue de red móvil en Galicia”.

Fuente de la noticia: http://www.elidealgallego.com/articulo/galicia/plan-escolas-conectadas-permitira-820-centros-tengan-mas-velocidad-internet/20170113211414317736.html

Fuente de la imagen:

http://www.elidealgallego.com/media/idealgallego/images/2017/01/13/2017011321140073446.jpg

 

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