Redacción: El Mundo
Francia encabeza el esfuerzo diplomático para repatriar a los cachorros del IS, nacidos de yihadistas europeos
Varados en Siria e Irak, viven sin acceso a educación, sanidad o apoyo psicológico, crucial para su desradicalización
En los estertores del califato sus víctimas más inocentes están quedando rezagadas. Los hijos de quienes hace sólo un lustro edificaron el imperio de terror del Estado Islámico, entre el Éufrates y el Tigris, permanecen varados en suelo sirio e iraquí. En condiciones precarias y olvidados por los países de origen de sus padres, lo que puede condenarlos a ser apátridas. Sólo Francia lidera un esfuerzo diplomático para repatriar a aquellos que permanezcan en Siria. Pero sin sus padres.
El periódico The Telegraph citó fuentes galas a finales de octubre: «Las autoridades francesas están entrando en una fase activa de evaluación de la posibilidad de repatriar menores», explicaron, «para el beneficio de los niños».
Entre las preocupaciones que París expresa está el riesgo de que, si estos menores se quedan en suelo sirio, puedan profundizar en la radicalización emprendida por sus padres y convertirse en eventuales seguidores del Estado Islámico, conocido por sus siglas en inglés IS.
Según el rotativo, los franceses planean tratar uno a uno los casos de los 150 menores descendientes de compatriotas unidos al Estado Islámico -y por lo tanto con la nacionalidad heredada de su progenitores- que, calculan, se hallan en el norte de Siria, retenidos en campos por las milicias kurdosirias. No sería una tarea fácil, pues Francia no reconoce la autoridad local. Una alternativa que se estudia es trasladarlos por territorio controlado por el Gobierno sirio. Eso requeriría restablecer lazos con Damasco.
La propuesta tiene un reto más: Francia no quiere traer a los padres. «Funcionarios franceses acudieron a los campos de desplazados a entrevistarse con las madres. Les dijeron que estaban dispuestos a llevarse a sus hijos, pero que, si querían que fuese así, tenían que aceptar desprenderse de ellos», explica Nadim Houry, director de terrorismo y contraterrorismo de la ONG Human Rights Watch. «Por poner un ejemplo, hace 10 días una madre dio a luz en un campo. ¿Qué hacemos, los separamos?«, cuestiona.
La mayoría de países donde el IS ha reclutado a sus seguidores ahora no quieren saber nada de ellos. Y, si bien Irak ha abierto juicios contra muchos, en ocasiones condenándolos a muerte, la autoridad autónoma del norte sirio ha reiterado que no tiene intención de procesarlos y ha solicitado a los países de procedencia que se encarguen de los mismos. En cualquier caso, subraya Houry, «incluso en situación de encarcelamiento de los padres, estos deben tener derecho a ver a sus hijos».
La consecuencia directa «de la falta de una solución para los extranjeros que se han unido a Daesh«, continúa el responsable de HRW, «es que estos niños se ven abocados a un vacío legal, un agujero negro del cual se convierten en víctimas». Nadim Houry los ha visitado recientemente. Viven precariamente, «con recursos sanitarios mínimos» que los abocan a sufrir enfermedades y «sin acceso a educación» o apoyo psicológico, cruciales en todo proceso de desradicalización.
Para perpetuarse, el IS quiso crear máquinas de matar que no alzaban cinco palmos del suelo. «Tanto niños (cachorros) como niñas (perlas) han sido sometidos a un proceso intensivo de adoctrinamiento psicológico dentro de territorio del IS», resalta Gina Vale, coautora de un informe para el Centro Internacional de Estudio de la Radicalización (ICSR) sobre mujeres y menores tras la caída del IS. «Desde los cinco años, los niños fueron motivados para presenciar conductas violentas», sigue. «Para las niñas, el IS permitió el matrimonio a partir de nueve años«.
«La propaganda del IS ha mostrado cómo niños extranjeros han recibido tanto adoctrinamiento psicológico como un entrenamiento militar intensivo. Las madres también han sido alentadas a jugar un rol activo en el adoctrinamiento de sus hijos, procreando y preparando a sus cachorros como futuros guardianes de la ideología del califato», apostilla Vale, cuyo trabajo eleva a 730 los niños nacidos dentro del califato de extranjeros, 566 de ellos de europeos occidentales.
Una inquietud en los países de origen de los padres de estos menores es qué riesgos podría conllevar la repatriación de los pequeños, al margen de la decisión sobre sus padres. «Las consecuencias de esta involucración (pasiva y activa) y de las experiencias con el IS», concluye Vale, «son variadas e individuales, y requieren un soporte continuado psicosocial como elemento crítico en todos los esfuerzos de rehabilitación y reintegración«.
«Sin embargo», remacha la analista, «es importante evaluar las amenazas potenciales que suponen los menores de forma individual. En Oriente Medio y Próximo ha habido casos de menores realizando ataque tanto inspirados como directamente ordenados por el Estado Islámico, pero no se puede hacer una generalización con todos los casos, sino abordarlos individualmente. Muchos menores podrían buscar cómo desligarse del grupo, y por lo tanto necesitan un soporte a medida».
Nadim Houry detalla que los campos de detención del norte de Siria albergan niños de padres extranjeros de 46 nacionalidades distintas; un informe de Unicef indica que en Irak, «en 2017 se verificaron más de 1.000 casos de niños retenidos, acusados de delitos contra la seguridad nacional». «Pedimos a las misiones diplomáticas […] que se lleven de vuelta a sus ciudadanos que han cumplido condena y a los niños no condenados«, pidió el Ministerio de Exteriores iraquí en verano.
La decisión de Francia presiona a otros aliados como el Reino Unido, que se lo plantea pero sigue reticente, según el Telegraph, a repatriar a sus cachorros del IS. En España, Exteriores ni ha aclarado si posee información de menores españoles detenidos en Siria o Irak, ni ha anunciado planes para repatriarlos a ellos o a sus padres. Nadim Houry, the Human Rights Watch, apuesta por una solución adoptada conjuntamente por los países de donde proceden las huestes del califato.
«Es un reto», enfatiza, «pero no creo que la solución sea plantear un dilema tipo ‘o permites que repatriemos a tu hijo solo u os dejamos a ambos en el campamento’. Debe haber una solución más exhaustiva que contemple la situación de los menores«. Mientras, los niños del IS aguardan sus decisiones entre rejas. Lorena Cobas, responsable de emergencias del comité español de Unicef: «Recordamos que esta es una de las graves violaciones contra la infancia que recoge el derecho internacional humanitario».
Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2018/11/03/5bdc72c946163f3e5f8b45b3.html