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Las actitudes y creencias de los profesores de secundaria sobre el uso de Internet en sus clases

 Europa/España/Octubre 2016/Maria Clemente Linuesa/https://dialnet.unirioja.es

En este trabajo se estudian las actitudes y creencias que los profesores de secundaria tienen sobre la utilización de los recursos de Internet en sus prácticas. Se presentan los resultados obtenidos aplicando un cuestionario (n=1.721) que abarca diversas dimensiones, obteniéndose datos respecto de las actitudes de los profesores en relación al uso o no de recursos de Internet, a las tareas docentes para las que se emplean y con la formación recibida al respecto. Se ofrecen datos de los porcentajes de respuestas a los ítems del cuestionario e índices correlacionales. Entre los resultados destaca la relación entre las actitudes de los profesores y el que introduzcan estos recursos en sus prácticas, así como el papel que juega la edad y el sexo de los profesores en estas actitudes. También se pone de relieve la relación entre la creencia de los profesores en su competencia digital y la probabilidad de que utilicen los recursos de la Red en sus prácticas. Por último, lo resultados destacan la relación que aparece entre la formación recibida sobre Internet y las diferencias en la percepción sobre competencia digital de los docentes. Los resultados subrayan la necesidad de estudiar en profundidad cuáles son las creencias que explican de forma específica la adopción o no de estos recursos digitales, cómo se conforman y qué elementos las definen.

Introducción

El interés por conocer las creencias, concepciones y conocimientos de los profesores, lo que algunos au – tores han denominado pensamientos o cogniciones del profesor (Calderhead, 1996), se debe al papel cen tral que estos constructos juegan a la hora de explicar lo que los profesores hacen en sus prácticas (Ka gan, 1992; Pajares, 1992), así como los cambios que van in corporando (Putnam & Borko, 1996). Esta mis ma idea es compartida por las investigaciones sobre la incorporación de las TIC a los procesos educativos, las cuales conceden a las creencias y concepciones que los profesores mantienen sobre el uso de las TIC, un papel fundamental a la hora de explicar los procesos de incorporación de estos recursos en las aulas (Lawless & Pellegrino, 2007, Aguaded & Tirado, 2008, Mominó de la Iglesia, Sigalés & Meneses, 2008; Froufe, 2000)

 En este trabajo nos proponemos estudiar este asunto, concretamente las actitudes y motivos hacia el uso de los recursos TIC asociados a Internet, que mantienen los profesores de secundaria que utilizan dichos recursos. Este objetivo exige delimitar claramente la perspectiva desde la que se va a abordar ya que la confusión existente sobre el estudio de las concepciones y creencias de los profesores ha provocado que los resultados de la investigación sobre el tema no hayan tenido una gran repercusión explicativa sobre la formación y práctica de los profesores (Chan & Elliot, 2004; Pajares, 1992; Fang, 1996).

2. Creencias de los profesores: ¿a qué nos estamos refiriendo? El término creencias ha sido utilizado en las investigaciones con profesores de muy diferentes maneras y sentidos. Como señala Pajares (1992), términos como creencias, valores, actitudes, ideologías, concepciones, reflexiones a priori, teorías personales, teorías implícitas, han sido difíciles de diferenciar en las variadas perspectivas de investigación sobre el tema. Para nuestros objetivos, la distinción más pertinente es la que se establece entre creencias y conocimiento. Las creencias tienen una naturaleza más implícita y operan de una manera menos consistente que el conocimiento, de tal forma que se manifiestan en situaciones prácticas concretas o en episodios, buscando la utilidad en la resolución de esa situación concreta más que la eficacia y validación a largo plazo.

Las creencias, que tienen también un componente cognitivo, no buscan «la verdad» a través de la deducción científica, sino la utilidad (Pozo, 2000); creando teorías personales que vienen marcadas por el carácter social y práctico que las define y que hace que sean tan útiles a laspersonas como los conocimientos formales o científicos (Pozo & Rodrigo, 2001).

Según Nespor (1987), las creencias se conforman a través de experiencias que están siempre asociadas a situaciones y sucesos personales, por lo que incluyen sentimientos, afectos y evaluaciones, memorias de ex – periencias personales vividas, supuestos sobre la existencia de entidades y mundos alternativos, los cuales no están abiertos a la evaluación externa o al razonamiento crítico. Se van constituyendo en un gran sistema que cada vez se reorganiza en relación con la es – tructura o entramado del conocimientoEl poder que este entramado de creencias ejerce sobre cómo se configuran las prácticas docentes resulta muy importante, entre otras cosas, por el papel que desempeñan en el ejercicio de la práctica.

En el tema que nos ocupa, la incorporación de los recursos de Internet por parte de profesores de secundaria, el im – pacto que las creencias pedagógicas de los profesores tiene sobre las prácticas de clase, está bastante bien do cumentado (Lumpe, Haney & Czerniak, 2000; Koeh ler & Mishra, 2006), aunque no quede del todo claro si existe una influencia directa de las creencias pedagógicas sobre la integración de las TIC en las prácticas (Wozney, Venkatesh & Abrami, 2006). Así podemos citar resultados de investigaciones que de – muestran cómo diferentes elementos relacionados con las creencias y actitudes de los profesores sobre las tecnologías son determinantes para su uso.

Por ejemplo, las creencias que los profesores mantienen sobre su propia eficacia docente están estrechamente relacionadas con sus prácticas, consecuentemente las actitudes favorables hacia las tecnologías y una percepción positiva de la propia competencia digital se han mostrado como condiciones previas para la incorporación del ordenador en la enseñanza (Paraskeva & al., 2007). En otro orden de cosas y en un estudio llevado a cabo por McGrail (2005), los profesores expresaban las desventajas de la incorporación de las TIC cifrándolas en asuntos pedagógicos relacionados con los alumnos, con el proceso de enseñanza, con temas éticos…

Para estos profesores no resultaba nada evidente cómo ajustar las tecnologías a sus estilos de ense- ñanza o cómo integrarlas en el currículum. También en el estudio de Mueller y otros (2008), uno de los rasgos críticos que distinguía a los profesores que integraban con éxito las tecnologías de aquéllos que no lo hacían era las actitudes hacia estos recursos, estudiadas por medio de una escala que medía el grado hasta el cual el profesor estimaba que el ordenador era una tecnología viable, productiva, una herramienta cognitiva cuyo uso resultaba apropiado para sus prácticasdocentes.

Con carácter general, los estudios sobre actitudes y creencias de los profesores hacia las TIC, y hacia Internet en particular, ponen de relieve tres asuntos: 1) Las actitudes positivas hacia estos recursos aumentan la probabilidad de que se haga uso de los mismos. 2) Estas actitudes positivas están muy ligadas a la percepción que el profesor tiene de su propia competencia digital. 3) La competencia digital, por sí misma, no explica el uso de las TIC en los contextos prácticos. Esta competencia ha de vincularse además a la creencia en la mejora de la enseñanza a través de las TIC. Es decir, la competencia digital aumenta la posibilidad de utilizar las TIC para usos profesionales, siempre que sea coherente con las creencias pe dagógicas que sostienen los profesores (Groves & Zemel, 2000)

3. Material y métodos 3.1. Participantes Para llevar a cabo la investigación se enviaron los cuestionarios que explicaremos en el epígrafe de procedimiento a 411 centros que representaban prácticamente el total de los centros de secundaria obligatoria de Castilla y León.

3.2. Procedimiento La primera fase del procedimiento consistió en la elaboración del instrumento de recogida de los datos. Se elaboró un cuestionario en el que se abordaron cinco dimensiones en total. En este trabajo se presentan datos de tres de ellas, a saber: a) Actitudes respecto a los recursos de Internet en relación a tareas profesionales de los docentes; b) Aspectos metodológicos de las prácticas docentes con Internet; c) Formación recibida sobre Internet. Para la dimensiones a y b se usaron escalas tipo Likert, con 4 y 5 grados de elección (Hi nojo & Fernández, 2002).

4. Resultados La organización de los re – sultados de este apartado atiende al objetivo que nos ocupa. Así, presentaremos, en primer lugar, los datos de porcentaje de respuesta sobre las actitudes y razones .

4.1 Actitudes y razones de los profesores hacia el uso de Internet En primer lugar, en la figura 1 se recogen los resultados que reflejan en qué grado los profesores están de acuerdo o no con la utilidad que puede ofrecer In – ternet en la docencia, así como las razones que ex – plican el porqué utilizan o no estos recursos. Pode mos observar que la tendencia general muestra que los va – lores más altos se encuentran en las actitudes positivas hacia este tema. De este modo, más de la mitad de los profesores de secundaria encuestados afirman es tar de acuerdo (bastante y muy de acuerdo) con que los re – cursos que ofrece Internet, hoy en día, resultan im pres – cindibles para la docencia. Por el contrario, el 87,2% se muestra en desacuerdo (bastante y muy en desacuerdo) con la idea de que los recursos que ofrece la Red.

En primer lugar, parece quedar claro que las actitudes ejercen bastante influencia en la introducción de los recursos de Internet en las prácticas de aula. Aun – que las actitudes sean en general positivas, aquellos docentes que consideran que estos recursos no tienen va lor instructivo, no los incorporan a sus prácticas y esta relación resulta significativa sobre todo en los grupos de mayor edad, como también se pone de manifiesto en el trabajo de Paraskeva y otros (2007). Pero además de la actitud, la creencia de los profesores en su competencia digital parece explicar también la probabilidad de que utilicen los recursos de la Red en sus prácticas docentes. Y en este caso, las diferencias se de ben no solo a la edad, sino también al sexo de los docentes. Sin embargo, aunque el papel de las creencias sobre la atribución de la propia competencia parece ser determinante en la adopción de los recursos, la formación recibida sobre Internet resulta efectiva para mejorar la percepción de tal competencia digital. En segundo lugar, estos resultados demuestran que resulta ineludible introducir el tema de las creencias y actitudes dentro de la agenda de investigación sobre incorporación de las TIC a las prácticas docentes y, en particular, de Internet como recurso didáctico. Sería preciso estudiar en profundidad cuáles son las creencias que explican de forma específica la adopción o no de estas innovaciones, cómo se conformany qué elementos las definen. Además de analizar la for mación recibida sobre Internet, contenidos, enfoques instructivos, puesto que es una razón que explica el cambio en la percepción de la competencia profesional en relación con estos recursos. Por último, resulta importante desarrollar líneas de investigación que co necten concepciones pedagógicas de los profesores y creencias sobre TIC en general e Internet en particular, por la vinculación que parece existir entre am – bos factores, sin perder de vista cómo todo ello se verifica en los contextos prácticos donde realmente se llevan a cabo los procesos de enseñanza-aprendizaje.

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¿Quién fracasa cuando hay fracaso escolar?

Europa/España/Octubre 2016/Gimeno Sacristan/http://www.fracasoescolar.com/

El fracaso escolar existe. Sabemos qué variables están asociadas a él. También sabemos quienes son los que fracasan. Lo que no sabemos y no podemos aceptar es que el fracaso escolar es inevitable. El fracaso escolar es un producto resultante de la propia institucionalización de la educación En el sistema escolar es normal fracasar y la educación lo que tiene que hacer es evitar que las persones fracasen. Pero dejadas las cosas a su curso, el fracaso escolar es un producto lógico e inevitable del mismo sistema. De ahí que al hablar de las causas del fracaso escolar y, más tarde, pasar al terreno propositivo para abordar las vías de mejora, se comience por decodificar i deconstruir el aparato escolar, que es el que lo produce.

De poco sirve detectar, analizar y calibrar las variables asociadas al fracaso escolar, si después no aborda la intervención para eliminarlo. Por eso mi intención será centrarme en esta deconstrucción del sistema escolar porque es la única forma de encontrar causas más profundas que las que aluden a las variables de tipo personal, familiar, de contexto inmediato, etc.

Empezaré deconstruyendo los términos y expresiones más habituales en este territorio. El fracaso escolar se contrapone al éxito escolar. Parece una verdad de Perogrullo, pero éxito y fracaso son conceptos que aluden a realidades bastante asimétricas. Aunque a primera vista parecen contrapuestas en una especie de simetría conceptual.

El fracaso escolar es el fracaso académico. Se presenta como una especie de derrota del sujeto en las instituciones escolares, cuando en realidad es un fracaso académico. Un fracaso académico con graves consecuencias.

En la medida en que hemos reducido el derecho a la educación al derecho a la escolaridad, al fracasar en la escolaridad se fracasa en la realización del derecho a la educación. Al no cumplir los requisitos que plantea la concreta concepción actual de la escolaridad, algunos individuos fracasan i les queda cercenado el derecho a la educación.

Como, para mi, el derecho a la educación es un valor prioritario y ese bien es superior a las dificultades que en la escuela puede encontrar el estudiante, resulta que hay que desbordar el concepto de fracaso escolar o las instituciones que lo producen y que niegan el derecho a la educación. Especialmente en el ámbito de la educación obligatoria que es el territorio al cual me refiero en el discurso que estoy utilizando.

En este ámbito, el fracaso escolar es la negación al alumno a poder seguir beneficiándose del derecho a la educación. El éxito escolar tampoco es el éxito educativo. Lo que pasa es que el hecho de resolver las exigencias del sistema escolar produce la sensación del éxito educativo.

Quien crea que los “productos” que salen de nuestra institución escolar son los mejores, comete un error o le falta la visión transformadora que supone la educación. Planteado el problema en estos términos, el concepto de calidad como criterio de excelencia tiene traducciones muy distintas.

Porque la calidad como equivalente a “no fracaso” es diferente al concepto de cualidad valorable positivamente de la educación. Los buenos estudiantes no necesariamente representan los que han acumulado la buena educación.

Mientras que los malos estudiantes sí que representan la no educación porque el fracaso escolar les supone no poder beneficiarse de la continuación de la escolarización o estar escolarizados en malas condiciones. Seria interesante que nos atreviésemos a pensar que el orden escolar vigente no es el único posible. Y que, tener éxito en ese orden, no es necesariamente el éxito al que podríamos aspirar

 Desde este enfoque, hablar de las causas del fracaso escolar supone abordar las causas estructurales que lo producen, más allá de los análisis correlacionales de las variables de carácter psicopedagógico que normalmente se usan en los estudios de este problema. Modificar las circunstancias y los parámetros escolares seria la forma de combatir el fracaso.

Más allá de terapias y de medidas de asistencia de índole psicopedagógica, abordar políticamente el problema del fracaso escolar lleva a la transformación de la escuela. Porque, en definitiva, el fracaso sería la manifestación de la incapacidad que la escuela tiene para acoger a los sujetos, que tienen infinidad de diferencias y desigualdades entre ellos.

La diversidad entre los que asisten a la escuela confrontada a los parámetros homogéneos con los cuales funciona es lo que produce la dispersión de rendimientos, la desigualdad de rendimientos.

Y la desigualdad de rendimientos la concebimos como fracaso escolar. Este fenómeno del fracaso escolar viene del hecho histórico y progresista de haber universalizado la escolarización. Porque cuanto más se universaliza, mas individuos y más variabilidades se incorporan a ella, más productos atípicos produce. Ya que se trata de una institución que no ha sido configurada históricamente y que no funciona para acoger esa diversidad.

El fracaso escolar es un desajuste entre las expectativas y las posibilidades reales que la institución ofrece. Un desajuste entre la variabilidad de los sujetos y la capacidad de la institución para acoger esa diversidad.

De ahí que no quepa alarmarse cuando en la ESO se produzca un alto nivel de no-éxito y de dificultades escolares, porque es la estricta consecuencia de haber acogido agentes para los cuales el sistema no estaba previsto en cuanto al tipo de cultura, exigencia, ritmo de aprendizaje, etc.

El juicio que el abordaje del fracaso escolar nos lleva a hacer sobre el sistema educativo es el juicio a un planteamiento que históricamente surgió para realizar un sentido elitista o selectivo de la educación y que posteriormente fue elevado a la categoría de modelo universal.

Ello nos lleva al dilema entre la exclusión o la transformación del sistema. Y en cualquier caso, aunque transformemos el sistema, siempre quedaran residuos de desajuste entre las diversidades de los sujetos y los parámetros con los que funciona la escuela.

Por esa razón en la actualidad ya se contemplan y proponen una serie de medidas correctoras que afectan al currículum, a la metodología, a la organización del centro y del mismo sistema escolar para atender a las diferencias de competencias, de intereses, de ritmo de aprendizaje, etc. que se detectan entre los escolares.

La historia de la práctica escolar muestra ejemplos de como continuamente se necesita adaptar los esquemas de funcionamiento escolar para poder lograr la diversificación en la oferta escolar de manera que sea más fácil la integración de la diversidad que entra en el sistema para que se produzcan los menos desajustes posibles. Dada la variedad de alumnado existente, cuanto más restringida sea la oferta, mayor posibilidad de exclusión ofrece.

La diversidad hay que atenderla desde la variedad de la oferta. No clasificando los diversos para introducirla en el casillero del sistema. Y este es el reto político, pedagógico y global que tenemos en este momento. Reto al que actualmente se le está ofreciendo un modelo alternativo en forma de ley, que veremos como queda.

Será un nuevo intento para abordar una de las causas del malestar docente, del malestar de los padres y de la sensación de fracaso de un sistema que no responde a los sujetos. Aunque a veces lo presentan como que son los sujetos que no parecen acomodarse al sistema. Desde una perspectiva de progreso, no se trata de buscar en que fallan los sujetos para tratar de acomodarlos a los parámetros existentes, sino en que fallan los parámetros existentes para no ajustarse a los sujetos.

El aparato escolar que tenemos es un producto, por una parte del nacimiento i del crecimiento de las burocracias i, por otra, de los planteamientos tayloristas del trabajo y de la organización escolar. Con estos planteamientos pedagógicos, las disonancias de los sujetos son inevitables. El término fracaso escolar es muy reciente. En nuestro país empieza a utilizarse en los años setenta, reflejando una preocupación relevante dentro de la ideología y la práctica pedagógica. Porque cuando se generaliza y se hace obligatoria ha de atender a personal más heterogéneo.

Las instituciones escolares y los profesores no han cambiado en sus prácticas y comportamientos en la medida en que han cambiado las personas que acceden al sistema. El juicio al fracaso escolar es un juicio al funcionamiento de la escuela. Y el fracaso escolar es una manifestación, un resultado, de la evaluación: hay fracaso escolar porque hay evaluación escolar. Antes de los setenta, en la escolaridad primaria, la obligatoria, no había exámenes.

Los maestros ponían las calificaciones a su albedrío, rigiéndose por sus personales apreciaciones. Después, con la reforma del ministro Ruiz Giménez, se estableció el planteamiento de la evaluación y el registro de los rendimientos en las cartillas escolares. Y con este planteamiento, aparece la presión evaluadora.

Una presión diagnóstica, de constatación del rendimiento. Cuanto más preocupación evaluadora haya, más detección de desviaciones se producen. La información que el sistema escolar ofrece al sistema social aumenta a medida que las prácticas de evaluación se establecen y generalizan y se certifican los resultados de las mismas. Porque, como decía Foucault, una cosa es evaluar y otra dejar constancia de la evaluación.

En la práctica diaria continuamente se hacen evaluaciones, pero dejar constancia por escrito de lo que se evalúa ocurre en pocos casos. En la inspección policial, en la práctica médica, en la pedagógica y en pocos campos más.

En el sistema escolar a partir de la segunda mitad del siglo XX (a España llega en los años setenta) se ha ido instaurando un esquema tecnocrático, por el cual la evaluación forma parte de forma más o menos explícita de la racionalidad pedagógica. Una racionalidad basada en la idea que una enseñanza correctamente planteada y desarrollada consiste en establecer lo que se pretende enseñar, ajustar las actividades que se hacen y el tiempo y los recursos a ese objetivo y constatar lo que se ha conseguido.

Es un esquema simple y normal en cualquiera de las actividades humanas, pero que elevado a nivel de categoría formal supone empobrecer los planteamientos pedagógicos. La mayoría de las finalidades educativas, las densas, las más valiosas, son finalidades a medio y largo plazo que no quedan reflejadas ni en el éxito ni en el fracaso escolar. La evaluación escolar se reduce a la toma en consideración de los resultados fácilmente constatables, ya que se sigue el criterio que lo constatable, lo registrable y lo plasmable en un expediente es lo que cuenta. Aunque se sepa que detrás de los procesos hay una serie de mecanismos subjetivos y de deformación personal sumamente importantes.

Esto suena a una boutade, pero encierra una profunda verdad: cuanto más se evalúa más fracaso hay. A lo mejor hay que evaluar menos y preocuparse más de los procesos, de las intenciones, de cómo se degradan o como se realizan en educación, en lugar de preocuparse prioritariamente en la constatación. Esta racionalidad dominante tylleriana, de origen norteamericana, es la que fundamentó aquella jerga de las “programaciones” típica de los setenta y que, después, en los noventa se tradujo en la incorporación de los conceptos de conocimientos, habilidades y actitudes para condensar en términos observables las intenciones de la educación.

La “fiebre evaluadora” produce sensación de alarma. Y, probablemente, menos fiebre le da más tiempo al doctor y al paciente para entretenerse en procesos que lleven a la mejora de la calidad de la educación. La “fiebre evaluadora” produce alarma porque afecta a todo el sistema educativo. Porque no se limita a los procesos didácticos a nivel de aula sino que ha saltado a otros niveles, a nivel del propio sistema.

Y se realizan informes por parte de organismos regionales, estatales, internacionales,… con comparaciones entre países, entre momentos, que forman parte de la racionalidad de la discusión política y especialmente de las políticas educativas. Tal es el caso del Informe Pisa de la OCDE. Se ha elevado el número, fundamentalmente el número, la tasa de éxito y de fracaso escolar, a la categoría de criterio universalizable para hablar de la educación en general.

Ya no en términos de proyecto concreto, sino en términos de sistemas nacionales, de comparaciones en el plano internacional, etc. Se dice que el sistema educativo es malo, no porque sea malo intrínsecamente sino porque los parámetros constatados en lectura y matemáticas no obtienen buenos lugares en el ranking de países de la OCDE, UE, etc.

Si se tiene en cuenta que estos parámetros se obtienen de datos obtenidos de actividades con lápiz y papel, se comprenderá que hablar de fracaso escolar es hablar de una sanción negativa a un concepto pobre del proceso educativo, de su planteamiento y de sus rendimientos.

Combatir el fracaso escolar no es un problema de estructurar unas medidas de tipo técnico, “milagrosas”, más o menos acertadas y eficaces. Combatir el fracaso escolar implica deconstruir el sistema conceptual que hemos elaborado en torno a él y deconstruir y transformar el aparato escolar que da lugar a su producción. Ello no significa propiciar la actitud de “laisez faire” y que cada cual haga lo que quiera en el sistema.

Lo que se apunta es a que es precisamente la necesidad de sancionar con procedimientos constatables y registrables los procesos y los resultados de la educación lo que produce la comparación y la jerarquización de las personas en función de unas exigencias que pueden ser otras. Y que, de hecho, en algunas ocasiones y en distintos sistemas son otras.

El fracaso es el resultado de un pronunciamiento, de un veredicto o de una valoración. El hecho de que el veredicto se materialice en unas calificaciones o en unos números es lo que produce la evidencia sobre la cual discutimos sobre qué es éxito y qué es fracaso escolar. No nos damos cuenta de que el fracaso escolar no es ninguna cosa misteriosa sino que es el resultado de suspender los exámenes o de recibir una sanción negativa por determinados comportamientos dentro de la institución.

El fracaso escolar no es el resultado de una incompatibilidad entre un sujeto y el proyecto escolar ni de una incapacidad esencial del sujeto delante de la institución; simplemente es un diagnóstico producido por un sistema en el que unas personas con unas técnicas y unos hábitos hacen pronunciamientos, valoraciones, que se concretan en notas o calificaciones.

Con ellos enjuician la actuación o los productos del estudiante en el sistema escolar. En este país la evaluación también ha sido un instrumento utilizado por el profesorado como herramienta de control y, a veces, de castigo. Insistimos que la calificación es un pronunciamiento de un juez, en este caso, el profesor. Y los estudios sobre la docimologia (de docimo = medir) tratado de la medición han demostrado que las notas son relativas, arbitrarias, que pueden variar de la noche a la mañana y de un ejercicio a otro. Basta comprobar como un profesor corrigiendo un mismo ejercicio dos días consecutivos produce resultados sorprendentemente diferentes. Lo que vale en un momento, no vale en otro y lo que se aprecia en una circunstancia no se aprecia en otra.

En España los sistemas de codificación de evaluaciones y de elaboración de informes para saber lo que funciona y lo que no funciona se han basado históricamente en las pruebas internas que cada profesor produce, aplica y evalúa. Aquí no hay tradición de pruebas externas bien realizadas por departamentos de profesores o por la misma administración para realizar la evaluación.

Afortunadamente, este sistema es mejor que la aplicación de pruebas externas. Pero cuando se trata del plano institucional, a veces se pueden usar las dos modalidades, las internas y las externas. En este caso se producen diagnósticos que dan lugar a interpretaciones contradictorias o que descubren aspectos polémicos. Por ejemplo, si se constata la eficacia, la calidad, de la enseñanza pública respecto a la enseñanza privada se pueden encontrar estas dos situaciones: 1.

Las pruebas para el alumnado de 12 años que se aplicaron en todo el estado para calibrar los rendimientos del final de Primaria dan una diferencia entre pública y privada de 4 puntos en la escala de 100. 2. Si se observan los datos de calidad, relativos a la promoción de nivel en términos de idoneidad, que recoge el porcentaje de alumnado que sigue el curso correspondiente a su edad, la diferencia entre pública y privada al final de la ESO alcanza el 20 por ciento.

El sistema es tan arbitrario que puede dar lugar a dos interpretaciones absolutamente diferentes de los dos tipos de educación: con los resultados de las pruebas internas se muestra una imagen deplorable de la enseñanza pública mientras que con los aportados por las pruebas externas se muestra una imagen bastante similar. Sin embargo, como el sistema de información que públicamente se utiliza se basa en la evaluación interna, la enseñanza privada aparece como productora de éxito y la pública como productora de fracaso.

Este tipo de juegos de procedimientos y de juegos lingüísticos que se montan sobre falsificaciones respecto a la validez de los procesos que sustentan los resultados dan lugar a manifestaciones a interpretaciones y a políticas para combatir el fracaso escolar diferentes. El reconocimiento que la evaluación y que el éxito o fracaso escolar se basa en un pronunciamiento abre la posibilidad de hacer análisis críticos bastante interesantes en el sistema escolar. Todo el mundo sabe que hay profesores más duros y otros más blandos.

Y que en el mismo profesor su estado de humor (y de exigencia) varía. Incluso el orden con que los alumnos entregan y el orden con que se corrigen los ejercicios influyen a la hora de calificarlos. Propongo una prueba: cojan un ejercicio y hagan tres copias, a dos, atribúyanlas dos notas diferentes, arbitrarias (por ejemplo, a una copia un 4 y a la otra un 6) la otra déjenla sin nota. Entreguen las copias a tres evaluadores para que las corrijan. Normalmente la copia marcada con la nota de 4 es calificada entre 3 y 5, la marcada con un 6 es calificada entre 5 y 7, mientras que la que no tiene nota puede obtener una variación desde 3 hasta 8. Henry Pieron ya en los años cincuenta hizo la experiencia de calificar los exámenes de análisis de literatura a base de lanzarlos al aire y si salían cara aprobaban mientras que si salían cruz los suspendía. Los que habían salido cara, los lanzaba otra vez, a unos les ponía aprobado y a otros notable.

La distribución de notas resultante se podía hacer corresponder con las calificaciones serias. Los índices de variabilidad entre las calificaciones al azar y las resultantes de las correcciones también se correspondían. Y otra prueba: pídanle a un profesor que evalúe la lista de sus alumnos según lo buen alumno que es, lo obediente, lo disciplinado,… Si se comparan las diferentes ordenaciones se encuentran unas correlaciones altísimas.

De ahí que los estudiantes que no tienen buen aspecto no suelen recibir buenas calificaciones. Todas estas pruebas de la poca objetividad de las notas indican la necesidad de deconstruir los mecanismos internos del profesorado, los esquemas mentales, para desvelar hasta qué punto el fracaso escolar es la manifestación de una serie de mecanismos arbitrarios que operan en el sistema. Analizar las causas del fracaso pasa por discernir los criterios de quien hace los pronunciamientos o los juicios dentro del sistema. Supone cuestionar las raíces mentales, actitudes y valores que hay en el sistema y, sobre todo, en quien produce el pronunciamiento, en este caso, los profesores.

La evaluación hace una valoración de sujetos, de cada sujeto. Pero es una valoración que se basa en una parte muy reducida, muy elemental, de la realidad de ese sujeto. Ya que la realidad del sujeto y la actividad que desempeña son mucho más ricas y amplias que lo que observa, valora y registra el evaluador. Se habla de evaluación continua, formativa, integral,… pero de hecho se basa en aspectos e informaciones muy reducidos.

La ministra de educación del anterior gobierno, que estableció la LOCE, dijo que lo que no se evalúa no existe y que el sujeto no evaluado no aprende. Cuando sabemos que todo sujeto aprende de una manera u otra, se refleje en la evaluación o no. La LOCE también suprimió las calificaciones y reintrodujo los números que reflejan un positivismo con connotaciones de autoritarismo. Las notas, incluso con décimas y centésimas, han cuajado también en la universidad. Pensemos que si a veces resulta difícil decidir entre aprobado y suspenso, como debe resultar discernir entre 4 i 4,05 (¡). La única ventaja que proporciona este sistema es que permite al profesor negociar la nota con el alumno sin aprobarlo: “Si tenias un 4,65, te la subiré a un 4,70”.

Y el alumno se va contento porque se le ha subido la nota, pero continúa suspendido. El inconveniente de este sistema numérico, que cuantifica y jerarquiza, es que anula otras posibilidades y no deja lugar a entender la evaluación de otra manera más racional, más humana y, por lo tanto, más cercana al sujeto. Giner de los Ríos decía que evaluamos porque no conocemos a los sujetos. El examen es una manera de discernir qué hace o qué ha hecho el estudiante cuando no podemos conocerlo personalmente.

Y, como en el sistema educativo cada vez se puede conocer menos al estudiante porque lo tratan muchos profesores a la vez y ninguno lo ve, se da una desconexión de las informaciones sobre el sujeto que afianza la necesidad de las pruebas. Entre el profesorado predomina la mentalidad que le lleva a sobreponer el juicio a partir de una prueba al juicio que puede adquirir del trato cotidiano con el estudiante. En parte porque como lo que se le pide para el expediente es una nota numérica y de su juicio y de su conocimiento personal es difícil extraer una nota. En cambio, se aplica una prueba y a partir de ella es fácil extraerla.

Es decir, se sustituye el conocimiento personal por el conocimiento técnico, desconociendo al sujeto en una pretendida valoración más científica del estudiante. El hecho que la enseñanza secundaria y, también, cada vez más la primaria, está altamente fragmentada por los profesores de cada materia implica una proliferación del desconocimiento personal y una mayor referencia al alumnado a través de los números.

Hay profesores que llevan unas libretas de notas con profusión de números y símbolos en diferentes colores y con subrayados. El rojo se usa para resaltar la nota negativa. Cuando en reuniones con profesores me preguntan que cómo arreglaría la evaluación, les respondo que quitándola. En la educación obligatoria no tiene por qué evaluarse, salvo que sea para conocer mejor al sujeto y de esta manera ayudarle.

Y cuando me preguntan como hacer para conocer a un alumno. Yo les contesto: “Pregúntale a tu madre, como te conoció”. Y es que el positivismo ramplón que orienta la tecnocracia pedagógica que domina el sistema ha llegado a ponderar más la evaluación “científica” que la informal.

La evaluación informal ha sido eliminada por los planteamientos objetivistas de la medición. El objetivismo ha despreciado el conocimiento subjetivo. Descarta la observación y la entrevista por subjetivos. Por ejemplo, en la selección de profesorado para la universidad los miembros de la comisión no ven a los candidatos, sólo se estudian los dossieres y papeles que presentan. A los candidatos se les elige o se les rechaza sin ningún contacto directo, sin verlos actuar.

La entrevista se rechaza por arbitraria. De esta manera, entra cada individuo que resulta increíble. La despersonalización de los procesos educativos supone la atribución de autoridad a los procesos técnicos de conocimiento del sujeto. Y la creencia que eso representa la objetividad muestra el triunfo de la ignorancia. Ya que esos procesos no son más que la arbitrariedad tecnificada. ¿Una prueba objetiva para la evaluación es más objetiva que un examen amplio?

La elección de las preguntas es mucho más arbitraria en el caso de la prueba objetiva que en el caso del examen. Y la relevancia del conocimiento que se puede expresar en el examen es mucho más elevada y rica que la del conocimiento que se usa en la prueba objetiva. Las pruebas objetivas, entre ellas las de verdadero o falso, suponen un mecanismo que elimina conflictividad para el profesorado ya que despersonaliza la relación con el examinado. Y el alumnado está tan alienado que lo prefiere porque cree que con este mecanismo sabe a que atenerse. A partir de la prueba obtiene un 4,3 y no discute. La perversión ha llegado a tal punto que los tests se consideran el mejor mecanismo de conocimiento del sujeto.

Yo en unos tests que me aplicaron en la escuela de magisterio salí subnormal. Afortunadamente la profesora de pedagogía, que me conocía, dijo que no podía ser y no hizo caso al resultado del test. Estas pruebas constituyen un medio para evaluar determinados aspectos superficiales, pero no, para entrar en la relación profunda del conocimiento de los procesos educativos y de aprendizaje. Conocimiento profundo que la educación obligatoria reclama por parte del profesorado.

Porque en la educación obligatoria lo que procede es conocer al alumno, hacerle avanzar desde donde se encuentra y no juzgarle, clasificarle y ejecutar sentencias (de inclusión/exclusión). Lo que es susceptible de ser evaluado depende de la situación en la que es posible manifestar determinadas conductas o capacidades del sujeto. En cada situación el ser humano es susceptible de manifestar un tipo de conductas.

La destreza o la flexibilidad en la educación física no puede ser medida con pruebas de lápiz y papel. El aprecio por el conocimiento científico no se puede medir mediante la realización de clasificaciones de las especies vegetales. Y la capacidad de descubrimiento de las leyes matemáticas no se refleja en los ejercicios rutinarios de matemáticas.

Un objetvo de la educación primaria es desarrollar la capacidad de expresión oral. ¿Hay algún procedimiento en el funcionamiento del sistema educativo que eduque la expresión oral y que la evalúe? Sólo se utilizan procedimientos de evaluación basados en pruebas escritas. La oralidad está muy limitada, penalizada y cercenada como objetivo educativo.

De manera que del lenguaje sólo evaluamos los aspectos condicionados por las normas de funcionamiento de la institución escolar. La evaluación y el éxito o el fracaso escolar son siempre relativos al tipo de actividades que se pueden practicar o que son usuales en la institución escolar. Como el pupitre da para poco (por sus reducidas dimensiones) la actividad evaluable es la que cabe en él.

Y como la actividad de aprendizaje se circunscribe básicamente al aula, la biblioteca, el laboratorio, la sala de ordenadores, el campo de experimentación,… no son espacios generales en la educación obligatoria. Y además, la reducción de la variabilidad de actividades que se consideran aceptables y legítimas en el desempeño de la actividad escolar se va reduciendo a medida que se avanza hacia los niveles superiores. Por ello, la evaluación se hace sobre manifestaciones cada vez más restringidas de su actividad y personalidad.

Y esta reducción lleva a una estereotipación muy fuerte de los datos que sirven de base para atribuir el éxito y el fracaso escolar. He podido comprobar que el índice de fracaso en lenguaje aumenta a medida que aumenta la edad de los sujetos. También aumenta el número de sujetos que se retrasan, que cursan un nivel escolar inferior al que les corresponde por edad. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué a medida que crecen los alumnos desciende su capacidad de lenguaje o su capacidad general de aprendizaje? Lo que ocurre es que a medida que aumenta la edad aumentan, no sólo las exigencias escolares, sino también las presiones relativas al comportamiento. Lo que se premia como éxito está sujeto a los parámetros del evaluador, a la situación donde se aprecian y al tipo de conductas posibles de manifestar en la situación en la cual se evalúan. En definitiva, el fracaso escolar es la constatación del comportamiento de un sujeto ante una norma explícita o implícita, una norma que puede basarse en un conocimiento, una actividad, un resultado. Preguntémonos si el conocimiento evaluado es relevante, si la situación y la actividad que proponemos en la evaluación es la adecuada para evaluarlo, si el tiempo destinado es suficiente, si el sistema de calificación que utilizamos es funcional,… Experimentaremos una sensación de arbitrariedad manifiesta, aunque la práctica que usamos esté institucionalmente establecida y admitida. También sabemos que el tiempo requerido para una actividad no es igual para los diferentes sujetos. Cuando evaluamos comparando el sujeto con la norma, lo hacemos en un tiempo predeterminado.

Los tiempos en el sistema educativo están muy estandarizados, mientras que los tiempos de aprendizaje son singulares, idiosincrásicos. Los lentos necesitan más tiempo, pero no se les da. La evaluación no espera a los lentos. Cuantas más veces evaluemos en actividades iguales para todos y con tiempos limitados más premiamos a los rápidos y penalizamos a los lentos.

El desajuste frente a la estructura y funcionamiento del sistema escolar debería provocar una revisión de la institución escolar en el sentido de ser más acogedora en lugar de exigir normas tan estrictas. Desde el punto de vista del alumnado, el fracaso escolar se eleva a la categoría de culpabilización personal.

La familia se ve afectada (hay familias que ocultan el fracaso escolar, como una lacra). Del fracaso escolar se derivan conflictos, falsificaciones de las calificaciones, traumas, depresión,… incluso suicidios. En la educación obligatoria la calidad no debería medirse sólo por criterios de éxito sino por criterios de justicia y de ética. El éxito de las instituciones, de los niveles, de las reformas no deben quedar al albur de las informaciones proporcionadas por las evaluaciones internas o externas, sino que deben basarse en otros criterios, en valores y fundamentalmente en la equidad.

La evaluación del sistema se ha de hacer en función de la mejora que produce en la calidad del servicio para todos. Y eso supone que debe primar la compensación que deben recibir los que están menos capacitados o preparados. Y la evaluación escolar de la educación obligatoria debe desdramatizar la situación, reducir las ocasiones específicas de evaluación y dar más lugar a la comunicación. Todo se puede evaluar (sobre cualquier aspecto de la realidad se puede establecer un juicio), pero en educación no todo se debe evaluar. Hay elementos de la vida que no se evalúan. Los elementos más importantes son los que no se evalúan.

Los objetivos educativos más valiosos (provocar el deseo de aprender, de comprender i mejorar el mundo, el pensamiento crítico, la solidaridad,…) son difícilmente evaluables y, cuando se intentan evaluar, se destruyen. Porque el acto de evaluación violenta los procesos más sutiles.

En la educación obligatoria se ha de priorizar más el conocimiento del sujeto y sus procesos que la constatación de si ha conseguido un nivel determinado. Y no perder de vista que el éxito escolar no implica el éxito educativo. Este texto es una trascripción resumida de la conferencia.

Fuente:

http://www.fracasoescolar.com/conclusions2004/gimeno.pdf

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/E_XbKIzoefd_Od4zZepQDa0r-JRdtNA1kHwSllTnEY3Au70Ny7KVXZq6tHJmLqmcDSuY=s113

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Laureus ofrece a la ONU el deporte como herramienta de Desarrollo Sosteniblenot

Europa/Alemania/Octubre 2016/Noticia/http://www.marca.com/

Summit Laureus Sport for Good 2016 celebrado en Alemania durante los días 10 y 11 de octubre, ha acogido a más de 100 organizaciones deportivas para reafirmar su compromiso con Naciones Unidas. Fue un evento enfocado a que los programas fundados por la institución reafirmen su compromiso de utilizar el deporte como herramienta para conseguir los Objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas, y que contó con el apoyo de la Fundación Dietmar Hopp Stiftung.

Poco después del anuncio de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, Laureus Sport for Good se replanteó su misión y su visión. Tal y como comentó Sean Fitzpatrick, Presidente de la Laureus World Sports Academy: «El reconocimiento por parte de Naciones Unidas del deporte en su agenda fue un momento importantísimo para nosotros. En los últimos meses hemos revisado nuestra visión para realinearla con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU en torno a seis áreas clave.»

Salud: Mejorar el bienestar mental y alentar el cambio hacía los hábitos saludables

Educación: Apoyar la calidad y el acceso a la educación

Mujeres y niñas: Promover la igualdad, la autonomía y la seguridad

Capacidad de empleo: Aumentar las rutas para la creación de empleo

Sociedad inclusiva: Crear comunidades que acepten las diferencias étnicas, culturales y físicas

Sociedad pacífica: Resolver conflictos, promover el establecimiento de la paz y crear espacios seguros

Presidente de la Academia Laureus, Sean Fitzpatrick

El Summit Sport for Good reunió a los líderes de los proyectos Laureus de cerca de 30 países, de todos los continentes. Laureus instó a todos los programas del movimiento Sport for Good a alinear sus objetivos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El objetivo de la Cumbre de tres días fue ofrecer a estas organizaciones la oportunidad de compartir el conocimiento y aprender a promover programas deportivos de alta calidad, capaces de cambiar las vidas de los jóvenes de todo el mundo.

Además de aprender y desarrollarse como líderes, los delegados que han asistido a la Cumbre también tuvieron la oportunidad de conocer a los Miembros de la Academia Laureus Sean Fitzpatrick y Hugo Porta así como a la Embajadora Laureus y Oro Olímpico en baloncesto Tamika Catchings. Las leyendas del deporte ofrecieron sus experiencias personales acerca del poder del deporte y se unieron a las sesiones de análisis para inspirar a los líderes de los proyectos a continuar con su trabajo. Una labor que Andy Griffiths, Director Global en Laureus Sport for Good, alabó: «Estamos tremendamente orgullosos del trabajo realizado por los proyectos que cuentan con el apoyo de Laureus. Escuchar la motivación y la inspiración de los delegados demuestra que nos encontramos en una posición privilegiada para seguir utilizando el deporte para mejorar las vidas de jóvenes de todo el mundo».

Fuente:

http://www.marca.com/otros-deportes/2016/10/14/5800c2a2ca474159508b458e.html

Fuente Imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/fnPvMTq3ObF_ajY5469aeYPi53gKmNNIoUErKgTs27Q-YP5YWM816cBWs3q8gF64CUnrCA=s134

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Una vida de docencia universitaria

Europa/España/Octubre 2016/Entrevista/http://www.uv.es/arbelaez

Entrevista realizada a José Gimeno Sacristán, un pedagogo que ha pensado la escuela y ha anticipado valiosas respuestas a las preguntas derivadas de los problemas educativos más significativos.

SUMMARY:

Interview to José Gimeno Sacristán, a pedagogue who has think the school and has advance powerful answers to the questions of the more important educational problems.

DU: ¿Cuáles han sido los cambios más significativos durante la vida de docente universitario?

Para ver los cambios uno se tiene que poner a reflexionar y eso no lo solemos hacer muy frecuentemente.  En la cultura universitaria española hay un cambio que es trascendental, el paso de profesor inestable a profesor estable, desde el punto de vista laboral.  Porque eso supuso una estabilidad no sólo laboral, sino personal de proyecto de investigación. En España eso supone la posibilidad de ser independiente totalmente dedicarse a lo que uno cree que debe dedicarse y en la medida que ya no vas a ser juzgado nunca más, como fue mi caso. Que era pasar de una situación de  profesor de muy bajo nivel laboral, a la categoría máxima donde ya mi principal felicidad fue pensar, nunca en la vida me examinará nadie y eso es una especie de liberación casi absoluta.

Desde el punto de vista biográfico ese es el cambio más importante, los demás son pequeños cambios, que te van haciendo la vida, que tú vas haciendo con ellos la vida, y la vida va haciéndose con ellos y no es fácil detectar así hitos señalados para marcar procesos o etapas. Tal vez si que hay uno desde el punto de vista cualitativo, lo otro sería más bien laboral. Para mí el cambio más importante fue en torno a los años ochenta cuando pasé a ser asesor del ministro de educación y entonces los problemas que yo veía a través de los libros los tuve que ver en la realidad de la política macro de todo el país y eso – aunque estuve poco tiempo porque no me gustaba aquella tarea, no porque no tuviera sentido – supuso una especie de acicate mental, para que cualquier tema que caía en mis manos lo pensara en términos de cómo implantarlo, qué inconvenientes hay, es decir, eso tuvo como consecuencia una especie de llamada de atención a interrelacionar siempre la realidad con tus pensamientos o con tus ideales, lo demás cada día es una sorpresa cotidiana y no siempre positivamente, ni mayoritariamente positiva.

DU: En  tus obras hay dos claras tendencias la una es la que te lleva a abrir camino, a ir por delante y la otra son respuestas a necesidades. ¿Cuáles serían algunas importantes necesidades a las que has querido responder?

La vida no se planifica, la biografía no se suele planificar, la planifican los padres con los hijos y a veces se equivocan, pero yo nunca he tenido proyecto de vida en el sentido de que tengo unas metas sino que las metas se irán abriendo a medida que tu pasas por la vida. Hombre tienes alguna idea general que te orienta en el mundo, pero yo no he planificado mi vida y dentro de lo que no he planificado es la trayectoria intelectual que va a salto de mata (como decimos aquí),  no en el sentido de que va pendiente del terreno, sino del tiempo en el cual se vive.

Entonces el primer gran reto que hemos tenido otros compañeros y yo es el surgir en una Universidad paupérrima desde el punto de vista cultural en los años setenta, en el campo de mi especialidad, en otros campos la Universidad Española había despegado antes.  Pero el proceso de despegue de la Universidad, de las miserias de la autarquía franquista se realizó en torno a los últimos años sesenta y setenta. Yo empecé a dar clase en la Universidad en el año 74.

Entonces, el primer gran reto, la primera gran necesidad a la cual tuve que responder con otras gentes y otros personajes actuales, (lo de personajes no lo digo en sentido grandilocuente) fue la de que en este país no había literatura, actualizada y nuestro primer gran reto fue buscar lo que desde fuera nos podía ayudar a despertar dentro, entonces fueron unos años digámoslo hoy, de copia, en el sentido de que si Basil Berstein opinaba cosas fuera pues aquí no había nadie que opinara eso, o si Bourdieu y Passeron opinaban en Francia, pues aquí no había quién opinase de eso, entonces un primer rasgo de mi carrera y la de otros colegas, fue, la de ponerse al tanto de lo que se pensara fuera y en esa misma medida íbamos adelantados dentro, porque al fin y al cabo la modernización, económica, política, académica sigue los procesos parecidos en todas partes.

Así nuestra primera tarea (eso explicaría un poco lo que tu dices de ir por delante, pero sería ir por delante de unos, pero a la par con otros), nuestro gran reto fue salir al exterior y caímos en el terreno pedagógico de la didáctica por una serie de circunstancias del azar también universitario. Porque yo no empecé a dar didáctica, ni organización escolar, sino métodos de investigación y en ese terreno el ámbito más prometedor, dadas las facilidades idiomáticas que teníamos era el anglosajón. Empezamos a ver lo que en el mundo anglosajón, sobre todo en la Inglaterra pretacheriana se hacía de Pedagogía que había cosas interesantes, en Francia y Estados Unidos.

Esa fue nuestra primera labor, a esa dinámica obedece el libro La enseñanza, su teoría y su práctica, con Pedro Gómez en el año 1982. Era seleccionar artículos rompedores dentro de la mentalidad dominante que había aquí. Hoy vistos algunos siguen teniendo validez, pero otros muchos no se explican por qué se incluyeron, pero cada uno respondía a una forma contraria de pensar aquí, en ese sentido. Bueno… ir por delante no se puede decir que vamos por delante, yo creo que vamos detrás de todos de los acontecimientos. Lo que sí forma parte de mi orientación intelectual es pensar sobre lo que ocurre, o lo que se prevé que va a ocurrir y en ese sentido dar respuestas intelectuales, porque prácticas no está en mi mano darlas ni se pueden dar siempre, por lo demás lo que acabas de decir es un halago pero yo no tengo mucho más que decir.

DU: ¿Cómo ha influido la relación con América Latina en tu camino, en tu construcción como docente universitario?

América Latina fue siempre para mí una especie de segunda patria virtual, porque el mundo americano a mí me era muy querido por razones familiares y de un personaje muy querido cercano que trabajó muchos años en América Latina y porque las culturas latinoamericanas siempre son cercanas a la cultura española aunque fuéramos sus masacradores en tiempos no? Pero mi vinculación con América Latina tiene dos fases la etapa del franquismo, lo poco que en español o en castellano podíamos leer más interesante procedía de América Latina, de las editoriales UTEHA, EUDEBA, PAIDOS, de las editoriales latinoamericanas. En los años de las dictaduras latinoamericanas el proceso se invierte. América Latina pierde la capacidad de crear, innovar y de traducir, cosas de muy distinto valor, por supuesto, como ocurre siempre y había ocurrido también aquí y entonces nos convertimos nosotros en los que apoyábamos a las fuerzas, intelectualmente quiero decir, de América Latina que se habían quedado sin cabezas por las dictaduras de Chile, Argentina, Brasil, etc. Entonces poco a poco sin yo quererlo, ni saberlo se iban conociendo mis cosas en América Latina y llegó el momento en que hubo oportunidad de ir y empecé a ir y con ellos he establecido lazos muy estrechos y muy queridos, con unos países más que con otros y con grupos determinados.

¿Qué supone para mí América Latina? Pues supone una especie de vivencia auténtica de necesidades pedagógicas, primarias, supone darse cuenta del valor de la educación más allá de la historia y más allá de la sociología. Porque son países que están pasando por etapas que en Europa afortunadamente las hemos superado. Entonces digamos que es una incitación a un compromiso como muy básico. Los intereses son muy fuertes, muy potentes, son muy naturales, naturalmente muy potentes. Es una sociedad que necesita las ideas más que aquí, porque no tiene la facilidad de asimilar las que hay aquí y a lo mejor allí asimilan más que aquí, en cierto modo, también.

Para mí supone un mundo muy retador, es decir, es donde te encuentras un maestro con problemas de verdad. Un sistema educativo con problemas de verdad. Aquí los problemas parece que sean artificiosos muchas veces, lo cual no quiere decir que no haya problemas, que los hay muy gruesos. Pero si tú hablas del hambre en América Latina, la hay, si hablas del fracaso escolar por el hambre, en América Latina lo hay, si hablas de desigualdad en las oportunidades, allí son evidentísimas, si hablas de la necesidad de profesorado implicado, allí hay muy implicados y muy masacrados por las implicaciones que ha habido.

Es decir, es un mundo un poco más evidente, más clarividente, para tener más clarividencia personal de lo que representa la educación y la destrucción de los sistemas públicos de enseñanza, después de la ola de las políticas neoliberales que se han aplicado. Aquí el neoliberalismo se ve por ejemplo, y se ha visto la privatización pero no ha causado los estragos de América Latina. Todo aquello es como un laboratorio donde en vivo, en directo y en crudo y a lo salvaje se han aplicado políticas que aquí no se ven con claridad. Es un poco la pureza, el ver los problemas como manifestados más pura y más sencillamente.

DU: En 1985 decías que la práctica pedagógica estaba bastante anquilosada y si miramos ahora la docencia universitaria de España cuando se tienen a favor los factores del entorno, se encuentran situaciones repetitivas, ¿cuál es la salida?

En España lo que ha ocurrido en la Universidad es un gran problema debido a la expansión rápida, cuantitativa que ha sido muy veloz en los últimos años. Nos hemos plantado en uno de los países con más población estudiantil por corte de edad. La Universidad ha crecido enormemente, ha habido un esfuerzo educativo impresionante, pero esto no se ha hecho lógicamente, dadas las carencias de partida, en las mejores condiciones posibles. La Universidad española ha crecido enormemente y muy deprisa y eso implica costos, porque los equipos no siempre se pueden hacer a la medida de las necesidades de expansión y al mismo tiempo la Universidad española se ha abierto al mundo, a Europa, los equipos de investigación pioneros y punteros son de tan buena calidad como pueden ser en otras partes del mundo.

Entonces qué es lo que ocurre, que yo aprecio que estamos en una Universidad muy contradictoria, donde hay equipos de primer orden y personas de primer orden y equipos y personas que no merecerían a veces estar incluso en la Universidad. Es decir, la Universidad ha aumentado en cantidad y se ha hecho metafóricamente más grueso lo bueno, innovador y puntero y se ha hecho más amplio, inundador y lamentable lo negativo. El reto más importante que tenemos es: cómo los grupos de mayor calidad pueden no ser fagocitados por los grupos de mala calidad y ejemplos puedes conocer de cerca y cómo se pueden reconvertir los grupos de mala calidad en función de los criterios que predominan en los grupos de buena calidad. Ese es el reto más importante que creo que tiene la Universidad española porque ahí hay implícitos problemas de control de calidad, de evaluación de la calidad, de selección del profesorado y de suprimir algunos vicios del democratismo instalados en los últimos 20 años en España.

DU: Esos vicios pueden estar enmarcados en la Ley de Reforma Universitaria?

La Ley de Reforma Universitaria (LRU), fue una ley necesaria, importante, que daba respuestas a algunos de los problemas que tenía entonces, en 1983-84 aproximadamente (que ya casi no me acuerdo) pero otros problemas no los podía resolver. Hay un problema que tiene que ver más con la cultura, con los modos de pensar, de hacer, de comportarse que no dependen de leyes, sino de hábitos adquiridos con solidez, practicados con rigor, y vigilados con cuidado. Eso no depende tanto de las leyes como de la ética intelectual de las personas. Esos mecanismos no los garantiza la democracia de forma automática.

Democracia en la Universidad está significando en mucha medida participación necesaria, independencia del poder político y eso creo que es bueno, justo y necesario. Pero democracia está significando también que una persona subdotada respecto de otra, tiene el mismo peso en determinar la política universitaria en determinados ámbitos que otra de primera calidad. Un investigador pionero no tiene más poder de decisión que el último advenedizo que entra, debido a los sistemas de gestión seudodemocráticos, procedimentalmente democráticos, pero discutiblemente democráticos en cuanto a los valores y la cultura que implica. Eso yo creo que es uno de los problemas, que se sustancia básicamente en hablar de la calidad, aunque cuando se está hablando de calidad normalmente se está mirando para otra parte y no para esa.

DU: Cómo ocurre la formación en el medio del profesor universitario novel?

La Universidad española es funcionarial prácticamente toda. Es decir, el profesor es un funcionario que entra contratado por procedimientos de selección intrauniversitarios, pero en cuanto se estabiliza se convierte en funcionario estable. Eso es bueno porque ha garantizado la figura del funcionario estable frente a la arbitrariedad del poder, frente a la manipulación de determinado tipo de intereses, que garantiza determinadas libertades, autonomía e independencia, pero al mismo tiempo llega el virus del anquilosamiento, llega el virus de la burocratización, llega el virus de la falta de estimulación y eso introduce muchos problemas. Pero por qué digo esto, porque al ser funcionarial, la formación de equipos no depende de ninguna línea previamente existente, en torno a la cual se vertebren las gentes sino que un profesor entra, porque entra a la institución y allí encuentra unas gentes y esas gentes pueden ser de su línea, de otra línea, de un proyecto, de otro proyecto.

Entonces es muy difícil que los noveles entronquen con líneas de trabajo preexistentes, porque las líneas de trabajo obedecen a iniciativas individuales, también las hay de grupos por supuesto; pero digamos que no es una Universidad que funcione en términos de empresa, en la medida en que una empresa tiene un objetivo definido, trabaja con ese objetivo, calibra las necesidades de personal con ese objetivo, sino que aquí tú al profesorado te lo encuentras y el novel puede encontrarse con gentes de las cuales aprender y con muchas gentes de las cuales es mejor que olvide lo que ve, para no hacerlo. Entonces no hay una política de inserción coherente, ni siquiera incoherente, porque la que hay espontáneamente y en ese sentido es incoherente, pero no se puede decir que sea una política.

Los noveles no encuentran una estructura en la cual cobijarse para poder aprender. Lo que sí aprenden rápidamente, es que ellos son una especie de pequeños dioses al año siguiente de haber entrado. Entonces los mismos reproducen el fortísimo individualismo que hay en la academia universitaria. En cierto modo en nuestras disciplinas va bien, porque asegura independencia, pero por otra parte va mal porque no conjunta equipos, la descoordinación es improductiva etc. Aquí hay autoconstrucción. Cada cual se construye a sí mismo en función de con quién quiere tomar contacto. Últimamente, desde hace algunos años lo que hay es bastante más posibilidad de salir, visitar Universidades europeas sobre todo, por los convenios de la unión europea.  Las posibilidades de ver otros mundos y no sólo los propios son cada vez mayores para los profesores inquietos; pero el no inquieto que se anquilosa puede vivir sin que nadie lo moleste. Ese es el gran defecto de la Universidad española, que tiene muchas personas de alta calidad, pero tiene gente de pésima calidad a las cuales nadie las molesta, cosa que creo contraproducente con la institución, no ya no eficaz sino pública.

DU: Cuando tú dices “que nadie los molesta” se puede deducir entre otras cosas, que la evaluación de los docentes, concretamente las que hacen los alumnos ¿no ha tenido ningún peso en el crecimiento del docente universitario?

Antes quiero hacerte una precisión. El sentido común dice que la evaluación es una toma de conciencia sobre el estado de una realidad con el fin de adoptar decisiones para su mejora. Entonces el sentido que tiene la evaluación es contribuir a conocer mejor una realidad para adoptar políticas, macro políticas o micropolíticas y enmendar los defectos de esa realidad, eso significa que la evaluación tiene sentido si existe previamente una conciencia de que hay problemas y necesitan ser evaluados y por otra parte si existe la intención de acometer la mejora de las situaciones, para aplicar las consecuencias que se deriven de la evaluación. Yo creo que nadie discutirá explícitamente que todo el mundo quiere que las cosas mejoren, pero cuando lo ves en términos de acciones políticas concretas, de decisiones de departamentos, de rectorado, etc., yo presumo que el tema de la calidad no es una preocupación central.

Yo creo que la pregunta número uno – lo digo en mis clases- (lo he dicho esta mañana en mi clase, que me tocaba este tema) que tiene que hacerse un evaluador es para qué evalúa, porque si no sabe para que evalúa no tiene sentido que evalúe, y el saber para que evalúa significa como he dicho tener la preocupación de que algo funciona mal y hay que detectarlo y segundo que hay que mejorarlo, dicho eso qué sentido tiene lo que me preguntas, pues el sistema de evaluación vigente actualmente en la Universidad es triple, mejor dicho doble, pero después uno de los aspectos se desdobla.

La evaluación más importante por las consecuencias que tiene es la evaluación de la productividad científica, porque el estatus profesional, el salario parcialmente y una serie de otras motivaciones añadidas, tiene que ver con el reconocimiento explícito de lo que se llaman aquí los sexenios de investigación, que es que el profesor cada 6 años es libre de optar o no a un proceso de evaluación externa por parte de una agencia nacional, a la cual se le envía el currículum y de la evaluación positiva se deduce un incremento del salario para el resto de sus días. Entonces es una evaluación muy seria porque implica fijarse en la productividad (tiene defectos y es criticada, como es lógico no hay evaluación perfecta, por lo tanto ninguna de las que se haga va a dejar de percibir críticas) científica, publicaciones básicamente, proyectos de investigación; digamos las variables fuertes del profesorado universitario.

Hay otra evaluación, esta es mucho más light, más burocratizada, que es por quinquenios de docencia. Aquí hemos inventado un procedimiento que es complicadísimo, porque evaluamos la antigüedad por cada tres años, estrictamente la antigüedad vital. A mi cada tres años me aumentan el sueldo por el hecho de crecer en edad. Evaluamos la investigación cada seis años y evaluamos la calidad de la docencia cada cinco. Así que tenemos trienios, quinquenios y sexenios, es un paisaje lingüístico muy curioso.

La evaluación de la docencia se hace cada cinco años y prácticamente no conozco a ningún profesor de esta Universidad ni de ninguna otra que haya sido evaluado negativamente por no ser buen docente, y eso se debe a que no hay procedimientos que sean capaces de discernir, porque no creo que todos los profesores que existen en la Universidad española sean maravillosos, pero no ha habido ningún caso de separación de la docencia llamativo, no hay ninguna llamada de atención, no hay ninguna penalización, ni ninguna reconvención por el hecho de no ser buen docente. Este aspecto está francamente devaluado y se le reconoce como una especie de subida de sueldo encubierta al profesorado.

Esa evaluación se podría hacer de múltiples formas pero de facto sólo se hace de una, a través de encuestas a los estudiantes, pero como los estudiantes saben que no sirve para nada pues la desmotivación para hacerlas es cada vez más fuerte, algunos se niegan a hacerla y técnicamente es discutible, los aspectos que forman parte de las preguntas, delatan, transparentan, un modelo de educación universitaria francamente discutible. Hay cosas de las que se les preguntan irrelevantes, y hay cosas muy relevantes que no se les preguntan. Pero una evaluación con preguntas de lápiz y papel, sólo puede ser parcial necesariamente.

Opcionalmente se puede aplicar procedimientos de evaluación dentro de los departamentos y hay una comisión universitaria que recomienda que los departamentos se autoevalúen, pero la pregunta que yo hago siempre cuando se plantea esa cuestión, y para qué, que es la pregunta de sentido común que me hago siempre en la evaluación, es decir, ¿para qué sirve la evaluación?, para detectar el ¿qué?, yo no puedo decir que el profesor es de mala calidad porque me denuncian y no me serviría de nada decir que un profesor es de mala calidad. No hay un responsable que se encargue de esto, es una asignatura pendiente clarísimamente.

Así como la evaluación de la investigación ha cuajado y con problemas se va implantando progresivamente, la de la docencia está por descubrir. Y las encuestas para estudiantes no son ni operativas porque no se deducen consecuencias de ellas y dejan mucho que desear. Por otra parte yo siempre he defendido que el estudiante debe tener opinión, pero no como una opinión sumativa al final de un curso, para ver si el profesor ha sido bueno o malo, condenarlo o salvarlo, sino que el alumno debe tener opinión constantemente a lo largo del año, para modificar aquellas cosas que no funcionan bien y eso no es una encuesta. Eso es incorporar a las personas a los procesos de decisión y a los procesos de toma en consideración de esa conciencia de problemas que antes decía que no existe.

Yo sé que la biblioteca de esta Facultad no funciona bien y no tengo que aplicar ninguna encuesta para saber que funciona mal y yo sé que las clases son muchísimas y no hace falta aplicar ninguna encuesta para decir que los estudiantes no tienen tiempo de estudiar. Pero esa preocupación ¿a quién le interesa?, pues unas veces no es factible acometer reformas y otras veces no se quieren acometer reformas.  Entrando en el tema de la evaluación, yo creo que lo importante es tener preocupación constante por la mejora de los asuntos cotidianos. Porque evaluación que yo sepa es simplemente juzgar una necesidad, una situación de necesidad a partir de la toma de consideración de una realidad que se conoce mejor. Entonces la evaluación debe ser inherente a la intención de mejorar en la vida constantemente. Yo evalúo constantemente mi vida a medida que tomo decisiones y veo los resultados que obtengo, yo no creo mucho en las ceremonias formales de evaluación externa, eso ya te afectará a ti. Que hay que hacerla obviamente pero lo que creo es que esté incorporado el espíritu de mejora que implica la teoría y la ética de la evaluación a los procesos cotidianos.

No hay que esperar a final del curso para saber que un profesor es bueno o malo, eso hay que verlo el día que entra. El día que entra aquí no se hace nada por evaluarlo y después se le somete a encuestas de los estudiantes y últimamente estoy tomando conciencia cada vez más, del peligro que supone dejar sólo en manos de los estudiantes la evaluación del profesorado. Porque los estudiantes no son los ángeles puros y el profesor el demonio condenable, no. A veces los papeles están invertidos, el estudiante no siempre evalúa al profesor de acuerdo con criterios de calidad objetiva, sino de acuerdo con criterios de comodidad subjetiva. Eso es francamente preocupante si se instala como norma general.

DU: ¿Sabe el docente universitario reconocerse a sí mismo, puede autoevaluarse, por qué hay tanta desconfianza en la autoevaluación?

Esto me hace gracia porque hace unos años yo me preocupaba de este tema cuando hacía la tesis doctoral. Es una especie de proyección calvinista en nuestra cultura la de la autoflagelación. La evaluación es inherente como decía a la conciencia sobre las decisiones y actos humanos, es decir, si yo no salto el río, adquiero rápidamente conciencia de que yo no soy capaz de saltar el río, si yo doy una conferencia y me aplauden a rabiar, adquiero conciencia de que he interesado al menos a aquel público para el cual he desarrollado esa conferencia, es decir, la evaluación como autoconocimiento forma parte de la capacidad reflexiva del ser humano. Yo sé que no soy muy alto, también que no soy muy bajo, pero no por ello me pongo nota.

El problema de la autoevaluación es si se quiere deducir consecuencias externas a ese acto de tomar conciencia reflexiva, que ahí me parece que es desbordar las condiciones y los parámetros por los cuales la evaluación tiene sentido. La autoevaluación del estudiante viene muy bien para acostumbrarlo a que reflexione sobre sí mismo, pero si la evaluación repercute en una noticia exterior, en una calificación exterior, yo creo que la debe hacer alguien externo, porque encima no le vamos a dejar al estudiante que se autoflagele, no le encuentro sentido a los procedimientos de autoevaluación, salvo que se interprete como una discusión abierta, democrática, dialogante entre varios colegas, entre varios entendidos para tomar conciencia de una situación. Pero llamarle a eso evaluación, le podríamos llamar conciencia reflexiva o como ahora se llama investigación en la acción, que es básicamente lo mismo. Pero qué quieres que piense yo lo bueno y lo malo que soy y te lo diga, pues no creo que tenga sentido.

La autoevaluación forma parte de la capacidad reflexiva del ser humano y eso lo hacemos de forma natural cuando nos consideramos torpes por no haber hecho una cosa, acertados por haber hecho otra, pero incorporar eso a los parámetros de lo que llamamos evaluación en educación yo no lo introduciría. El examen de conciencia yo lo dejo para la conciencia, pero no para los examinadores de conciencias y otras especies que han surgido.

DU: Algún profesor propone que al profesor se le debe evaluar por los resultados de aprendizaje del estudiante, ¿cómo ves esta propuesta?

Eso es muy peligroso, porque supone hiperresponsabilizar al profesor de todo lo que le ocurre al estudiante y eso no hay nadie que sea capaz de demostrarlo, por otra parte los profesores que trabajan en condiciones menos ventajosas estarían en desventaja.

Los procedimientos de evaluación del profesorado que llegan incluso a modular el salario en función de los resultados son francamente injustos, porque trabajando con buena piedra se puede hacer mejor escultura que trabajando con mala piedra, de una mala cantera y en los estudiantes hay desigualdades de partida. Por otra parte la calidad de la educación depende de múltiples factores, uno de ellos muy importante es el profesorado pero no es el único. Yo por ejemplo, pienso: es importantísimo que los estudiantes más que escucharme a mí, lean las cosas que hay que leer, eso lo recomiendo en mi clase. Pero eso no se puede ejecutar cuando tengo grupos de 80 y los ejemplares en la biblioteca de un par de obras, tres, cuatro fundamentales son cinco, seis y hasta diez. La posibilidad de leer no depende de que yo sea capaz de sugerir, también depende de que haya posibilidades materiales de lectura.

Entonces, la calidad de la educación está multideterminada, por otra parte nadie sabe qué es calidad de la educación aunque todo el mundo hablamos, pero cualquiera que sea el concepto de calidad de la educación de la cual partamos o acotemos por convención, está multideterminado. El profesorado tiene parte de responsabilidad pero no toda ella, el alumno tiene también, la familia tiene también, la institución tiene también. Entonces centrar la evaluación del profesor en la calidad de los estudiantes es complicado, pero además implicaría también otra innovación importantísima, a mí no me pueden evaluar por los resultados que obtienen mis estudiantes, si los resultados los certifico yo, porque entonces yo salgo maravilloso rápidamente.

Tendría que ser un sistema de evaluación externa, no del propio profesor, es decir, si los sobresalientes y suspensos que mi grupo de estudiantes obtiene hacen que a mí me valoren mejor o peor no me pueden dejar a mí la capacidad de determinar quién es sobresaliente y quién es suspenso, porque entonces yo arreglo rápidamente mis deficiencias. En este supuesto significaría que hay que establecer sistemas externos de evaluación y esos me parecen negativos por otra serie de razones, entonces es incorrecto para mí e imposible y además éticamente peligroso, ese sistema. Una cosa es premiar al albañil por la cantidad de ladrillos que coloca, porque se supone que está en igualdad de condiciones que otro albañil, pero trabajando digamos con material humano no podemos manejar las realidades de forma simple y sencilla, influyen muchos factores.

Si yo me voy a la Universidad de Madrid de profesor seguro que obtengo mejores resultados que si me voy a la de Río Migno do Sur (no existe), que tiene un nivel económico, la zona muy inferior a la que tiene Madrid. Esta Universidad es mejor que otras, ¿por qué? pues porque tiene laboratorios que llevan dotándose años que no tienen las nuevas.  Las nuevas son mejores porque por ser nuevas tienen infraestructuras a veces mejores que las antiguas. ¿Cuál es la Universidad mejor?, pues por una variable una y por otra variable otra, es muy difícil hablar de calidad y juzgar la calidad en términos de la rentabilidad del estudiante. Que el profesor que aprueba mucho es bueno o malo, pues si enseña mucho es bueno, si no enseña y aprueba es un sinvergüenza. Y el profesor que da buenos resultados es bueno o es generoso? Estos problemas yo creo que conviene tratarlos con cierta prudencia porque las innovaciones no son fáciles, cambiar la realidad no es fácil, en este sentido.

DU: ¿Cómo puede la institución motivar al docente, evitar el anquilosamiento?

Muy fácil, primero ofreciéndoles las bases materiales para llevar una vida digna, esto en América Latina es más básico que aquí. Sin vida digna no se puede tener desarrollo profesional medianamente aceptable, eso supone condiciones materiales de vida-salario. Después condiciones materiales de trabajo, yo sin libros, sin revistas, sin posibilidades de viajar a las Universidades extranjeras o entrar en ellas por red, no tengo disponibilidad material de trabajo y eso son infraestructuras de bibliotecas, sistemas de ayudas al profesorado, proyectos de investigación, etc. Y en tercer lugar entraríamos en el terreno de las motivaciones, hasta ahora hemos hablado de las condiciones, primero genéricas y segundo específicas.

En el terreno de las motivaciones yo creo que la Universidad motiva elevando (a ver si lo digo de una forma que no suene muy rimbombante), que decimos acá) a criterio de funcionamiento normal, lo que es la excelencia pedagógica y la excelencia intelectual. Es decir, que el valor dominante en la institución, sea aquel que representa los genuinos fines de la institución. ¿Qué quiere decir esto? Al profesorado universitario, no creo que haya que motivarlo desde fuera, si no está motivado él por sí mismo qué hace allí? Es decir es una forma de vida acética, una forma de vida fraguada a lo largo de mucho tiempo y no creo que se trate de darle incentivos externos para que mejore, sino más bien facilitarle las condiciones para lo que se supone deben ser sus motivaciones internas se expandan y causen los efectos oportunos.

Y aquí es donde está la dificultad. La pregunta es, la Universidad tiene tres, cuatro funciones clásicas, vistas desde hace tiempo por todos los intelectuales que sobre este tema han pensado, desde nuestro Ortega y Gasset hasta Humbold y pasando por cualquier crítico que haya hablado de esto. La Universidad tiene que ser un eficaz agente del cultivo del conocimiento, tiene que ser un eficaz divulgador del conocimiento, tiene que ser en algunos tipos de estudios la preparación de profesionales para encardinarse en la sociedad y la Universidad debe participar en la mejora general de la sociedad, haciendo de asistente, crítica, guía, etc., lo que llamamos aquí la función de extensión universitaria.

Entonces cuando en la Universidad sea un valor importante el adquirir un premio novel, todo el mundo se sentirá estimulado a investigar hacia los valores que suponen premio novel. Cuando en la Universidad se reconozca al viejo profesor por la cantidad de libros que ha escrito y no por los cargos políticos que ha tenido, pues entonces la Universidad adquirirá una orientación de acuerdo con sus propios fines, inherente el funcionamiento a sus propios fines. Entonces, aunque sea un poco desviarme de la pregunta, no creo que se trate de inventar procedimientos de evaluación para detectar no sé qué,  sino de establecer valores que sean los referentes de la vida cotidiana, cuando esos valores sean referentes reales de la vida cotidiana, la gente se autoevaluará de forma normal y no hará falta ningún experto. Yo no creo que un premio novel, sea novel porque lo hayan evaluado mejor o peor, sino porque es un investigador que se dedica al cultivo del conocimiento por encima de cualquier otra cosa.

La pregunta es, si en las actuales Universidades estos valores siguen firmes en todas ellas y en todos los miembros de cada una de ellas y mi respuesta sería que no. Lo importante para ser un cargo académico aquí, no es necesariamente ser el mejor profesional, el mejor intelectual, el mejor sabio de una gran esfera de saber reconocido, sino el estar apoyado por un conjunto de intereses políticos que pueden tener que ver con la capacidad intelectual e investigadora y pueden tener que ver con valores totalmente contrarios. No digo que sean totalmente contrarios, tú que te has entrevistado con mi rector no? Que lo considero un profesional competente, sino que no siempre el valor original de la institución es el que se hace evidente en todas las prácticas de la institución y te podría contar muchas situaciones prácticas, donde los menos útiles son los más poderosos y los más sabios se tienen que apartar de los más inútiles para poder seguir siendo un poco más sabios.

Yo creo que lo que importa es la corrupción de fines de las instituciones que a veces tienden a reproducir intereses personales y corporativos pero no los fines genuinos de servicio al saber, a la ciencia, a la sociedad, a la cultura. Cuando esos fines sean vividos por todos, amados por todos, serán valorados por todos y no hará falta ninguna evaluación ni ninguna encuesta, porque eso no lo detectan las encuestas.

DU: Hablas de lo que debe dar la Universidad, pero no tocas las exigencias de responsabilidad…

Ah! Claro!   Puestas las condiciones materiales adecuadamente seleccionados los profesores hay que pedir resultados, no en términos de rentabilidad tangible, pero si hay que pedir responsabilidades, obviamente. Yo estoy en una Universidad pública y eso quiere decir que la responsabilidad es mucho mayor, porque los intereses a los cuales yo sirvo son mucho más ambiciosos que los de una Universidad privada, por ejemplo, y creo que lo que falta (yo lo defiendo aunque no esté muy acompañado en esta tarea)más controles, no para estimular, sino para evitar los desmanes, para evitar los incumplimientos que siempre los habrá.

En una institución tan numerosa como esta, creo que tenemos 3000 profesores, pues no supone un alma bella, caritativa y trabajadora inevitablemente en cada una de las personitas que habitamos este amplio colectivo y siempre existirá por parte de algunos la tendencia al descompromiso a la vida personal, a la vida personal quiero decir no de cultivo de los intereses públicos que he mencionado y creo que si que hace falta exigir responsabilidad, hacen falta controles. Quien no cumpla debe ser sancionado y hasta retirado de la docencia.  Pero que no me parece lo importante del sistema disciplinario, porque el sistema disciplinario o se basa a su vez en la asunción de aquellos valores o será visto como una imposición democrática y fácilmente arbitraria. Es decir, si no está claro el valor no estará clara ni la motivación, ni estará claro el procedimiento de penalización a la falta de cumplimiento, más allá de decir por ejemplo, que si yo tengo la obligación de la docencia X horas debo cumplirla, eso no me preocupa a mí porque eso es fácilmente comprobable,  pero se debe pedir cuentas mucho más a una Universidad pública.

Ahora cuáles son los datos que hay que hacer públicos para dar cuentas, pues ahí es donde estamos en la batalla. ¿Qué son? ¿Contratos científicos? ¿Contratos de tecnología? ¿Tesis doctorales? ¿Galardones adquiridos? ¿Número de egresados? Cantidad de publicaciones, en fin que sé yo, eso es complejo y variado. El que más establecido y aceptado es el de productividad científica.  El ranking de esta Universidad es de los más importantes de España, porque es de las que más produce científicamente en las fuentes de publicaciones internacionalmente reconocidas

DU: ¿Será que esa importancia que se le concede a la investigación va en detrimento de la docencia?

A mi no me suele gustar la contraposición de Universidad docente e investigadora.  Yo conozco y además sé, lo he tenido que estudiar, que no hay ninguna correlación entre variables de calidad investigadora y variables de calidad docente. Una persona puede ser un potentísimo investigador y un fatal docente y un buenísimo docente, como tal, docente que contacta con sus estudiantes, puede ser un pésimo investigador. Eso es lo que dice la estadística que no hay correlación. Se ha intentado hacer estudios, pero no es fácil porque extraer variables incuestionables de una y otra dimensión para ponerlas en relación matemática es francamente complicado.

Ahora dicho esto no quiere decir que las cosas sean como la estadística dice. Yo creo que en la Universidad se cultiva el conocimiento especializado y sin ser un buen investigador no se puede estar al día en el conocimiento especializado, eso es obvio. A mí me parece que no puede haber un buen docente universitario sin que haya un buen conocedor de la disciplina en la cual trabaja, a eso llámale investigador, llámale ser leído, el que investiga tiene que estar leyendo, estando totalmente al día con la producción del conocimiento. No creo que se pueda hablar de buenos docentes sin que haya buenos investigadores en el sentido de tener gentes capacitadas en el dominio de las tecnologías, de las técnicas, de las metodologías y de los conocimientos de las distintas ramas.

Pero dicho esto, eso no es suficiente para ser buen profesor. Hay un libro escrito por una compañera mía aquí en España que dice “no-basta saber la asignatura para ser buen profesor” y eso es una obviedad de perogrullo que no merece la pena discutir. La sabiduría implica capacidad de manejarse mentalmente con el conocimiento, pero no siempre implica automáticamente capacidad comunicativa de ese conocimiento. Lo que ocurre es que esa capacidad comunicativa en parte es adquirida y en parte está ligada a cualidades personales.

Con mi hija tengo establecido un principio para manejarnos en las conversaciones de familia sobre lo que es un buen profesor y un mal profesor y venimos a decir que un buen profesor es alguien con una cierta idea de lo que dice, una buena dosis de sentido común y ciertas dosis de salud mental. Lo que ocurre es que el sentido común no lo tiene todo el mundo desarrollado y a veces la salud mental deja mucho que desear. Pero la condición del conocimiento es condicio si ne qua non para la legalidad de la docencia y de la investigación, es decir de la Universidad.

Ahora lo que se le puede ayudar al profesor para que sea mejor comunicador, para que desarrolle la docencia de acuerdo con las peculiaridades de los estudiantes, el hacerle conocedor de una serie de técnicas elementales dentro de las posibilidades que ofrecen las condiciones reales, pues sí se puede mejorar, siempre es posible mejorar. Pero yo no contrapondría nunca la Universidad docente con la investigadora. No se puede ser buen docente sin ser un enterado investigador, o un enterado docente, me da igual. A eso yo lo llamo un investigador de las páginas de los libros y de las revistas, de lo que han dicho otros. Pero eso es condición necesaria pero no suficiente.

A los otros aspectos se les ha prestado históricamente en España nula atención. A los aspectos de estricta pertenencia a la esfera de lo docente, capacidad comunicativa, técnicas pedagógicas; yo creo que no es un problema tanto de técnicas sino de sentido común. Lo que ocurre es que el sentido común a veces es más complicado de establecer que el sin sentido común, pues al estudiante hay que enseñarle para que entienda lo que se le enseña, eso no es ninguna norma tecnológicamente complicada, eso es de sentido común. Si yo estoy hablando contigo es para entendernos, pues bueno esto no es del todo verdad en todas las aulas, hay profesores que se explican para que no los entiendan y lo malo es que hay estudiantes acostumbrados a aprender sin entender, que es el colmo.

DU: ¿Cómo influyen en la calidad las relaciones en el colectivo docente?

Por qué se muestran las condiciones de desagrado… bueno, yo creo que todo grupo humano es conflictivo irremediablemente en alguna medida y un grupo como la  tribu universitaria, que es el título de un libro de un profesor español, la tribu universitaria es muy complicada, porque es una tribu, se presupone culta, es sensible, polémica, crítica y entonces es, digamos, la zona propicia para establecer contrastes, fobias, pugnas ideológicas y no-solo ideológicas. A mí me parece que es normal que haya un determinado normal grado de anormalidad.

El problema,  lo que tú dices es cierto. Aquí hay condiciones objetivas para sentirse más feliz, mirando a otros que pueden que sean más felices, con otras condiciones objetivas menos favorables. La verdad es que la vida universitaria normalmente no es agradable desde el punto de vista de la vida cotidiana. Primero, porque en realidad la estadística dice que la Universidad española tiene 17 estudiantes por profesor aproximadamente pero yo tengo en este curso tres grupos de 100 estudiantes en promedio y 20 de doctorado, entonces no sé quién tiene tan pocos alumnos. Hay mucha gente que vive muy bien y otros que vivimos menos bien. Las condiciones de la docencia no son las mejores. Con ese número de alumnos en clase yo no puedo aspirar a conocer ni personalmente, ni por la cara siquiera a 300 personas. Eso produce una especie de malestar, en el sentido de que renuncias a una de las razones fundamentales que tendría la educación, la del contacto personal, la de la comunicación interpersonal. Es insatisfactorio per se pero la conflictividad que tú aprecias y la que yo vivo cotidianamente se debe no a estas razones que son importantes, las condiciones de docencia, sino a la mala gestión de la Universidad.

Yo creo que aquí la Universidad española tiene una asignatura pendiente. Tenemos equipos científicos, tecnológicos, de humanidades, de ciencias sociales, que se pueden como decimos vulgarmente codear con cualquier otro grupo de cualquier otra parte del mundo. Y hay contactos internacionales y hay además personas de otra calidad inferior como te decía antes. Pero los sistemas de gestión son muy poco profesionales, muy poco tecnificados. Entonces los profesores tenemos que estar a veces más implicados en tareas de gestión que en tareas y tiempos de mejora de la calidad de la enseñanza. Mi mesa es una muestra de lo que estoy diciendo. Yo tengo que decidir constantemente sobre cosas que deberían tener un procedimiento establecido de forma que lo desarrollase un personal técnico sin mi intervención y aquí todo hay que discutirlo. Ahora para darte un ejemplo, nos vamos a trasladar de edificio, pues tengo que estar esta mañana como responsable de la infraestructura de libros que me toca a mí y eso quita demasiado tiempo.

Se debe en parte a la falta de buena gestión técnica, pero en parte se debe a lo que yo comentaba antes de un seudodemocratismo, respecto al cual soy muy crítico, aunque no sea compartido por mucha gente. No es que yo no sea partidario ni amigo de la democracia, sálvenme los dioses, lo que quiero decir es que la gestión tiene sus reglas, la ciencia tiene sus reglas y hay cosas que no hay que votar. Hay un compañero filósofo de Barcelona, Jesús Masterín que dice que allí donde hay técnica y ciencia no debe haber discusión democrática, que es una forma de hablar un tanto exagerada, para enfatizar el problema.

Hay cosas que no deberían ser objeto de constante debate, sino que deberían ser normas de procedimiento establecidas técnicamente y eso nos amarga  más la vida porque da lugar a enfrentamientos mucho más puntillosos y constantes a lo largo del año. Por ejemplo, te mencionaré un caso. En la Universidad de Valencia es prácticamente un dogma que cualquier conflicto que pueda haber entre profesores, por motivo de la adjudicación de docencia, se resuelve apelando al criterio supremo de la antigüedad en el cargo, a partir de la igualdad de la categoría profesional.

Es decir, un criterio objetivo sobre el cual incluso, lamentablemente se han tenido que pronunciar los jueces. En caso de que un profesor entre en colisión con otro porque los dos quieren dar una determinada docencia, cuenta, quien tiene más categoría profesional de funcionario, el nivel profesional que tenemos y a igualdad de condiciones de categoría cuenta quién es más antiguo en la Universidad.

Bien, en principio no dudo que esto pueda ser un criterio, pero anula la posibilidad de que un profesor permanezca especializándose en unas mismas disciplinas durante algún tiempo. Porque yo que tengo la máxima categoría aquí y soy de los más antiguos, puedo quitar a cualquiera de la docencia que esté dando si me apetece. Esto por ejemplo, lo tenemos que hacer todos los años para decidir el Plan de Dedicación Docente del profesorado para el curso siguiente, todos los años da lugar a conflictos, porque hay profesores desalojados por el hecho de que han entrado a la Universidad tres meses, un año, dos meses más tarde. Independientemente de su calidad, independientemente de lo bien que lo estén haciendo, independientemente de la idoneidad de su especialidad.

Eso es una falta de buena norma de gestión. Eso causa infinito malestar en buena parte del profesorado, porque salvo las dos o tres vacas sagradas primeras de la jerarquía, los demás están en condiciones de ser desalojados constantemente. Es un ejemplo de una mala forma técnica que no existe en muchas otras partes del mundo y que es un falso concepto de una pretendida democracia, porque debe haber alguien que diga: “ tú eres más idóneo para dar esto que para dar esto”, lo cual no significa no tener en cuenta los intereses de las personas claro está.

 

 

DU: En las últimas intervenciones de asesoría qué ideas, ¿qué indicadores de calidad has tenido en mente?

Eso era un cometido muy puntual y es que la Universidad española es autónoma y eso significa la capacidad legal y procedimental práctica de proponer sus propios planes de estudio. Hay que seguir unas directrices válidas para todo España en cuanto a mínimos de créditos, unos bloques de formación para las mismas especialidades únicos para todo el país, pero el plan de estudios es bastante autónomo, tiene gran capacidad de autonomía la Universidad, en unos más que en otros, hay que decir la verdad.

Entonces la universalidad utilizando su capacidad de autonomía ha realizado propuestas absolutamente a veces improcedentes, inviables económicamente, alucinantes desde el punto de vista técnico- científico y el rectorado lo que hizo fue nombrar una comisión asesora que realizase informes técnicos respecto de las propuestas presentadas por los centros que eran algunas mejor que otras pero en algunos casos francamente no viables.

¿Qué experiencia he obtenido de eso que me preguntas? pues que la locura intelectual es un vicio francamente extendido, es decir las tribus universitarias tienen responsabilidades que cumplen a veces con rigor y otras veces tienen actitudes irresponsables en el sentido de proponer cosas que no se pueden financiar, cosas que no son técnicamente adecuadas, pero responden a intereses particulares de un profesor o de un grupo de presión determinado. Lo que hemos hecho es ponernos a mal con todos, indicando con el dedo aquellos lugares donde neurálgicamente se debería actuar, porque hay incorrecciones de tipo técnico, porque no hay adecuación a los tiempos del desarrollo científico, en este caso lo menos y sobre todo por organización interna.

Para que te des una idea la Universidad de Valencia contaba en total con 5000 asignaturas optativas.  Una Universidad que no tiene muchos medios económicos, pues es un dispendio absolutamente inasumible y es una locura tener 5000 asignaturas optativas… hemos supuesto que uno creyese que hay 5000 parcelas del conocimiento independientes, cosa que tampoco creo. Lo que hemos hecho en la comisión es rebajar de 5000 a 3000, personalmente creo que seguimos manteniéndonos en la locura. He aprendido que los males no son siempre de estructuras, sino que a veces los tenemos las personas implícitas y como la gestión es autónoma, pues la autonomía sirve para dar salida a nuestros buenos propósitos y deseos y a nuestras deformaciones.

DU: ¿Se puede observar alguna falta de compromiso con la Universidad?

Yo soy Russeauniano en el sentido en que creo en la potencial buena naturaleza del ser humano, pero también estoy convencido de que si te descuidas hay tentaciones para caer en caminos descarriados de la buena naturaleza. Entonces una organización tan inmensamente grande y compleja como es una Universidad del tamaño de esta que tiene 65000 estudiantes, no se puede basar en la buena voluntad, hay que tener procedimientos de control, de políticas decididas, etc. Como no somos ángeles puros sino que hay gente que vive de la Universidad para otras cosas, pues hay que estar vigilantes, pero creo que eso es normal en grandes organizaciones, en el ejército, en la iglesia, en la Universidad en los gobiernos. El hombre es bueno por naturaleza, pero también es natural que tienda a hacer alguna pillada, una pillería, no sé como se dice en Colombia.

DU: La concurrencia al SERVEI es voluntaria y es posible que no asisten las personas que deben asistir…

La Universidad es una institución que nace por unas circunstancias históricas concretas y se configura como un modelo centrado en el conocimiento básicamente y la preocupación por el estudiante, por la persona del estudiante, por las condiciones del aprendizaje, digamos que es natural a cualquier sensato ser humano, pero no forma parte de los valores dominantes del nivel universitario.  La sensibilidad pedagógica que yo no digo que no exista en la Universidad, pero entitativamente no conforma el sistema universitario. Ha conformado más la enseñanza primaria, la educación infantil y en alguna medida la educación secundaria.

Resulta que por historia, así como es normal pensar que el profesor universitario debe ser sabio en lo que enseña, no se ha dado el que el conocimiento pedagógico se considerase como imprescindible,  entonces no forma parte de la cultura dominante el creer que ese conocimiento puede ser rentable en términos de práctica pedagógica, en términos generales. Así la mayor parte de las Universidades del mundo no tienen programas de formación pedagógica para los docentes. Dicho esto hay que decir también que el conocimiento pedagógico dominante no se ha especializado demasiado en los niveles universitarios, tú mira las publicaciones de cualquier casa editorial y raramente encuentras un libro dedicado a la Universidad y miles dedicados a primaria y dedicado a secundaria, es lo que yo te decía que la sensibilidad pedagógica se centra básicamente en los niveles elementales y medios del sistema y esto es una connotación histórica fortísisma en todas las Universidades del mundo.

Lo cual no quiere decir, insisto, que de forma natural un profesor esté despreocupado por lo pedagógico pero no se concibe como normal que tenga que tener una formación previa al ejercicio profesional de tipo pedagógico. Eso y la falta de medios en términos de profesores y de recursos, hacen inviable un sistema obligatorio. Lo máximo que se puede hacer en esta etapa es ofertarlo como algo voluntario, aunque sería de obligatorio cumplimiento algún tipo de requisito pedagógico general, pero de comportamiento práctico, más que de formación en cursos. Yo creo que hay unas formas de racionalidad pedagógica para las cuales no hace falta recibir ningún cursillo de ningún tipo, sino que forman parte de la correcta organización docente. Por ejemplo, debe ser normal que el profesor sea capaz de evaluar adecuadamente al estudiante sin que haya un curso para decir como se evalúa normalmente al estudiante.

Qué quiere decir evaluar con normalidad al estudiante? Pues, como les decía a mis estudiantes esta mañana el ABC de la evaluación en la Universidad como en cualquier otro sitio, debe ser evaluar con justicia, no debe ser ejercer el poder que da el puesto de docente sobre el estudiante que tiene menos estatus, que el alumno tenga derecho a saber cómo va a ser evaluado, que las pruebas objetivas sólo se utilicen para que el conocimiento que es pretendidamente objetivo y que es muy poquito el que existe, por lo tanto es muy inadecuado el poner tanta prueba objetiva. A eso lo llamo yo el sentido común que antes te decía.

Después sí se deben fomentar las actividades de formación, de forma explícita y sistemática, pero no forma parte de la cultura todavía dominante, ni forma parte de la cultura que debería ser avanzadilla para que la cultura dominante cambie. Es decir, no es preocupación ni de las masas ni de las minorías avanzadas, por lo tanto no se imparte, pero es un mal que está en el universo, digámoslo de forma bastante bien representada. Hace unos años hubo un grupo de investigación que trató de recopilar los programas que en Europa y en EE.UU básicamente, tenían las Universidades a este respecto y se encontró con un gran vacío y amigos que sé que lo hicieron y que tienen publicado el informe y hay escasos ejemplos donde hay programas pioneros.

Yo creo que hay que confiarlo hoy día más a la racionalidad del comportamiento cotidiano de los departamentos. Hoy (en clase) he hecho una pregunta a mis estudiantes: ¿os sorprenden con los exámenes en un día que no esperabais? Todos mayoritariamente me han dicho que no, que nadie es tan cínico, tan cruel, como para un día sorprender con un examen a los estudiantes. Esa pregunta se las he hecho que si les ocurrió en la enseñanza secundaria y ya la mayoría ha dicho que sí y cuando he retomado la pregunta y la he hecho respecto a la primaria mayoritariamente me han dicho que es práctica normal y les he dicho bueno, pues en ese sentido la ética de la evaluación ha mejorado.

A continuación les he hecho la pregunta en la Universidad primero: os sorprenden con la forma de examen con la cual os examinan y entonces mayoritariamente han dicho que sí, que no les sorprenden respecto del tiempo pero si les sorprenden respecto de la forma. Como yo estaba teorizando la idea de que la evaluación no puede ser nunca objetiva, sino que es inevitablemente algo subjetiva y no te puedes salir de ahí, pues dice que por requisito de ética eso debe ser conocido previamente, debe ser dialogado previamente y no hay que sorprender a nadie. Ni con el día que parece que estamos todos al tanto de que no hay que hacerlo, pero ni con la forma. Esto requiere un cursillo para decirlo? evidentemente no, esto bastaría con que los departamentos dijeran como norma de comportamiento al profesorado, la Universidad como norma de comportamiento general: el estudiante tiene derecho a saber la forma en que va a ser evaluado. Eso bastaría que el rector lo dijese en una línea y sería difícil que hubiera alguien que se opusiese, porque formaría parte de los derechos humanos en versión pedagógica, el que “uno debe saber la forma en la cual va a morir si es sentenciado” y uno debe saber en la forma en que va a ser examinado. Lo que no quiere decir es que tenga que saber lo que le van a preguntar pero sí sobre lo que le van a preguntar y sí la forma en que le van a preguntar porque eso condiciona terriblemente el rendimiento y comportamiento del estudiante.

Esas acciones, como el hecho de que haya una programación previa del curso, como el hecho de que el estudiante conozca previamente lo que se ha de impartir, como el hecho de que haya una periodicidad racional del contenido impartido, como el hecho de que un alumno pueda preguntar al profesor cuando no entiende nada. Yo creo que sobre las acciones no la teoría eh? se puede avanzar mucho sin cursos de perfeccionamiento del profesorado, bastaría una norma de correcto comportamiento basado en lo que mi hija y yo llamamos el sentido común pedagógico.

DU: Cuando decías algo así como ‘‘en el momento en que el conocimiento científico se transforma en saber y en forma de vida estamos formando’’, se puede extender esta función a los docentes?

El conocimiento tiene una dinámica que hay que dominar pero tiene una ética, también. En la medida en que seamos fieles seguidores de lo que obliga el contenido y la metodología científica y de lo que obliga la ética del conocimiento, seremos intelectuales sinceros, intelectuales correctamente ubicados en un sistema de conocimiento en el cual deben operar valores del tipo de: hay que estar al día de lo que se piensa, hay que tener capacidad crítica de discutir lo que se piensa y hay que tener valentía para aceptar que uno no sabe todo de lo que se piensa y hay que tener valentía para transmitir una actitud modesta respecto de lo que se piensa, etc., etc. cuando esto lo ves reflejado en la actitud cotidiana de las personas es cuando estás formando al estudiante. El que transmite el conocimiento además de transmitirlo con agrado, pasión, la pasión de conocer, con la ética y la modestia que da el ser conocedor de aquello que solo sé que nada sé y eso es lo que tiene valor auténticamente formativo.

Hay un literato español Félix de Azúa, un novelista, le preguntaban en Cuadernos de Pedagogía, qué piensas tú que debe ser un profesor y él decía un narrador divertido y es verdad, el profesor debe ser un narrador divertido, pero dándole al término una significación más profunda que el simple divertimiento de las masas, porque las masas también se divierten con los partidos de fútbol. Un narrador divertido significa alguien que hace revivir la pasión por el conocer y el gusto por el conocer, al mismo tiempo que transmite la modestia de lo que se conoce y eso sólo lo puede hacer quien es conocedor de muchas cosas. Los conocedores de muchas cosas y bien conocidas son los más modestos conocedores y en ese sentido yo creo que enfocaba el tema de la formación.

Con respecto a los profesores esto no se puede dar en cursos, porque poseer el conocimiento es adueñarse de una esfera, (esa es una metáfora que empleamos a veces y ya no sé si es mía o de alguien, ya no lo sé), conocer algo es dominar una esfera y a medida que es mover la esfera es mover la superficie con el mundo exterior no perteneciente a la esfera. Es decir, a medida que se agranda la esfera se aumenta la conciencia del mundo que te queda por conocer, es decir, a medida que conoces eres más modesto respecto de lo que sabes que te queda por conocer y en la educación la forma de aumentar la esfera es acudir al mundo extraesférico de la educación, porque la educación tiene unas disciplinas propias pero como es una función implicada en toda la sociedad, en todos los ámbitos de la cultura, la educación alguien dijo (Bell) que es la disciplina de las disciplinas, porque para ser matemático hay que dibujarse como matemático y para ser filósofo hay que estar educado como filósofo, en definitiva Dewey también lo decía, la educación es una disciplina que podría estar epistemológicamente jerarquizada por encima de todas las disciplinas pero no porque esté sobre todas las disciplinas, sino porque en todas las disciplinas se aprende algo de cómo funciona la educación.

La educación en definitiva es una forma cultural de reproducir la cultura que está inherente en la propia producción de la cultura y por eso el experto en educación que se queda en las disciplinas educativas es un pobre educador. Porque la educación es unmetarrelato que se nutre de otros relatos y que se ejercita en otros lugares y en otros ámbitos de práctica distinta. Entonces si no estás un poco viendo las implicaciones… la educación hacerla bien, es cuestión de buena intuición, pero pensarla bien es una tarea francamente de dioses, es decir imposible. Porque supone estar en condiciones de conectar lo que el mundo del arte, de la ciencia, de la tecnología, de la sociedad, de la filosofía, de la antropología, de la economía tienen que ver con la marcha de los asuntos humanos. Porque la educación es por definición la forma de hacernos mejores a los seres humanos, entonces la economía, el conocimiento, todo hace al ser humano y entender al ser humano como se hace a través de la cultura, eso es el proceso educativo.

Bueno ahora me voy  que me toca hacer la comida, los espaguetis, tengo una forma muy rápida de hacer unos buenos espaguetis.

Fuente :

http://www.uv.es/arbelaez/v2n204josegimeno.htm

Fuente imagen

https://lh3.googleusercontent.com/qvxiy4Kreg6BKr-2kkDvLhbjQfC7e_173nKOkD0Ibar3Gta2d0v8ESWAw73c_Xr51XDDtXw=s85

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TTIP, CETA, TISA y educación: un territorio para el saqueo

Por: Agustín Moreno

Hace tiempo que el neoliberalismo ha puesto los servicios públicos en el punto de mira de sus objetivos estratégicos. Cada vez que las instituciones internacionales encargadas de impulsar el capitalismo global han abordado un nuevo marco de acuerdo de liberalización, intentan convertir la educación, la sanidad y otros servicios públicos fundamentales en simples servicios susceptibles de ser privatizados. Es la vía para aplicar lo que David Harvey llama “la acumulación por desposesión” y que no es otra cosa que privatizar lo público para mayor gloria de los beneficios empresariales. Al considerar los servicios esenciales para la comunidad una mercancía, se convierten en un puro negocio. Pero hay algo más grave aún, como bien dice Adoración Guamán, se produce un asalto de las multinacionales a la democracia.

Sucesivas oleadas liberalizadoras del comercio y las inversiones han sido detenidas por la resistencia de los pueblos y los movimientos sociales o bien han fracasado por la contradicción de intereses entre los diferentes países. Así pasó con diferentes iniciativas de la OMC como el Acuerdo Marco de Inversiones (AMI) a nivel mundial o con la Directiva Bolkenstein en la Unión Europea (UE). Pero cuando se han impuesto estos tratados de “libre comercio” sus demoledores efectos no han tardado en dejarse sentir. El capitalismo persigue el máximo beneficio, ese es su objetivo fundamental. Llevado al paroxismo, el sistema hace que la riqueza se concentre en el 1% y haya un empobrecimiento generalizado en sectores del resto de la población.

Desde 2013 se viene negociado el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) entre la UE y Estados Unidos, así como el CETA, entre la UE y Canadá y el TISA, centrado en los servicios. Es una negociación rodeada de secretismo y total opacidad para hurtar a la ciudadanía lo que está en juego. Sus objetivos declarados son maximizar los intercambios comerciales entre los bloques económicos y potenciar la presencia de inversiones extranjeras. Para ello se pretende abordar las reglas de acceso al mercado, suprimiendo aranceles y liberalizando servicios; establecer las normas de cooperación reguladora y fijar mecanismos comunes de solución de las diferencias entre los Estados y los inversores. Esto último impediría la reversibilidad las privatizaciones realizadas por un gobierno que quisiera ejercer su soberanía y cumplir su programa electoral. Los negociadores norteamericanos exigen una mayor liberalización de los servicios y la disminución de las normas europeas y de los Estados miembros para que sus empresas multinacionales puedan entrar a hachazos en el mercado europeo.

Los conceptuados como “servicios” suponen dos tercios del PIB mundial. Desde el punto de vista de la educación, lo que más puede afectarle son los mecanismos para la desregulación de servicios del TTIP y CETA. Según la UNESCO, la educación es un tesoro fabuloso que se cifra en 2 billones de dólares al año. De ahí el interés económico para el capitalismo y sus empresas que no están dispuestas a renunciar a un suculento pastel.

Esta política de privatización de lo público para convertirlo en un nicho de negocio del capital financiero es una irresponsabilidad desde el punto de vista social y del interés general de los pueblos. La educación es un servicio fundamental, un derecho constitucional y un bien público. Pocas inversiones son más rentables social y económicamente. Además, todo lo que se invierte en educación-prevención se ahorra en reinserción o intervención en daños. En España estamos sufriendo una privatización de la educación que hace que seamos el tercer país de Europa (tras Bélgica y Malta) en presencia de enseñanza privada y concertada. Ello hace que cada vez se cuestione más si tiene sentido ahora la escuela concertada. Precisamente estos tratados de liberalización de los servicios servirían como excusa para intensificar el proceso privatizador. La derecha los aprovecharía para ir más lejos evitando el coste político. Quizá por ello, y a diferencia de otros gobiernos europeos como Francia, el de Rajoy no ha intentado condicionar dichos acuerdos: una de las pocas condiciones que ha puesto es que se asegure la solvencia financiera de las universidades y empresas que vengan a instalarse en España.

En Europa se están movilizando contra los tratados. Destacan las grandes manifestaciones de Alemania del 17 de septiembre, con cientos de miles de personas. Esta semana se desarrolla una movilización contra estos tratados en España convocada por organizaciones de la sociedad civil, ecologistas, ONG de desarrollo, campesinas, políticas y sindicales. El próximo 15 de Octubre se han convocado manifestaciones en dos decenas de ciudades españolas coincidiendo con el Día Internacional contra la Pobreza; también hay convocatorias en otras ciudades francesas. Los motivos están claros: “No a la pobreza, no a la desigualdad, soluciones con derechos: No a los tratados CETA, TTIP y TISA”. Lo que está en juego y las razones de la movilización se resumen muy bien por diferentes activistas en un magnífico vídeo (ver abajo) elaborado para la ocasión. Si no queremos que las personas, el medioambiente, la democracia y la soberanía de los pueblos sean relegadas a los intereses económicos de las grandes corporaciones, hay que salir a la calle para frenar esta agresión que, de aprobarse, solo traerá más pobreza, más desigualdad y más autoritarismo.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=217884

Fuente de la Imagen: http://tonyfdez.blogspot.com/2016/07/10-hechos-sobre-la-educacion-en-africa-antes-europeos.html

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Estados Unidos: Banco Mundial alerta sobre crisis educativa global

Washington/17 de Octubre de 2016/Radio Fórmula

El presidente del Banco Mundial (BM), Jim Yong Kim, advirtió hoy que todos los países padecen una “crisis” educativa y de aptitudes pues no preparan a su gente para el mercado laboral y lamentó que se culpe al comercio por la pérdida de empleos.

Kim participó en un foro de la institución Brookings de Washington, donde señaló que el pesimismo económico de muchas personas es real porque las clases medias bajas de países de altos ingresos son el único segmento de la población cuyos ingresos cayeron en un lapso de 20 años.

“Esa es la gente más molesta, que empuja las protestas en el mundo. Están respondiendo a algo que es real (…) hay una oscuridad de cómo se ve el futuro”, reconoció Kim.

No obstante señaló que, de acuerdo con cifras de la Organización Mundial de Comercio (OMC), sólo 20 por ciento de la pérdida de los empleos del mundo se deben al comercio y el resto a la innovación y la eficiencia.

“Pero es difícil rechazar la innovación y la eficiencia, así que la gente está contra del comercio”, lamentó.

Tanto la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton, como el candidato presidencial republicano Donald Trump, son críticos del libre comercio y del propuesto Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP).

Kim dijo sin embargo que es verdad que los políticos ofrecieron programas de ajuste y capacitación laboral junto a los acuerdos de libre comercio y que al final no se materializaron.

“Lo que existe es una crisis de aptitudes, una crisis educativa en todos los países del mundo. Todos pueden ser mejores si preparan a su gente para el mercado laboral del futuro”, indicó.

Al respecto señaló que mientras las empresas tecnológicas de Estados Unidos se quejan de no tener suficiente mano de obra para cubrir sus necesidades, en el medio oeste industrial del país la gente está perdiendo empleo.

Kim comentó que planea discutir el tema de cómo encontrar una salida al problema del anémico crecimiento global, durante un foro con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde y el director de la OMC, Roberto Azevedo.

Fuente: http://www.radioformula.com.mx/notas.asp?Idn=630490&idFC=2016

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La nueva educación según Sugata Mitra

Por: Pablo García de Vicuña

Orientarse adecuadamente en el complejo mundo actual requiere más de compañeros/as de viaje que de omnipotentes guías. La pasada semana hemos conocido las ideas del ingeniero y profesor de la Universidad de Newcastle, Sugata Mitra [1] sobre la necesidad de prescindir de los exámenes como sistema evaluador del alumnado. Su “revolucionario” método –se nos informa- es seguido en 50 países y fue en 2013 merecedor del prestigioso TED Prize. Ha pasado por España para explicar su programa SOLE (siglas en inglés de aprendizaje colaborativo) en tres centros madrileños.

En opinión de Mitra “la época de las trincheras ha terminado y los estudiantes  ya no necesitan aprender con la amenaza y el miedo como una constante”. En su charla, ‘Construyendo una escuela en la nube’, señala la importancia de  situar Internet en el centro de aprendizaje y de sustituir definitivamente unos programas académicos que responden a la época de las naciones-imperio por otros en los que el alumnado sea capaz de responder mediante la búsqueda internauta a las preguntas inteligentes que proponga el profesorado. Una metodología anticuada que se base únicamente en el aprendizaje memorístico de los interminables programas escolares, convenientemente examinados por el profesorado, estará condenada al fracaso, según este profesor hindú. Es necesario, por tanto, recuperar el interés del alumnado, eliminar su miedo y sustituirlo por su afán de conocer.

Sin  sumergirnos demasiado en teorías pedagógicas, recordamos algunas que buscan un fin tan noble como la expuesta. El método Montesori, por ejemplo, fue una propuesta entre fines del XIX y comienzos del XX de la propia María Montesori que buscaba unos objetivos loables: liberar el potencial de cada niño/a para que se desarrolle en un ambiente adecuado (integral, con sus máximas capacidades intelectuales, físicas y espirituales) coincidente con el propio desarrollo físico y psíquico del educando. Para conseguirlo, en opinión de la educadora, era necesaria una escuela transformada, distinta al lugar de transmisión de conocimientos específicos del profesorado y que se abriese al trabajo libre con material especializado.

Más recientemente, a partir de los años 80 del siglo pasado (en nuestro país, los 90, apoyada en los cambios que propuso la LOGSE), se desarrolla otra metodología que busca un revolcón educativo: la de las comunidades de aprendizaje, proyecto basado en la transformación social y educativa de un colectivo, gracias a actuaciones educativas de éxito. Para conseguirlo, las interacciones y  la participación de la sociedad serán claves. De ahí que sea común en los centros educativos que se decantan por esta metodología colaborativa la presencia constante de familiares, amigos/as, vecinas/os del barrio, voluntarias/os, asociaciones junto a profesorado y alumnado. El bilbaino, Ramón Flecha, catedrático de Sociología por la Universidad de Barcelona, ha sido uno de los principales impulsores de esta metodología que continúa creciendo anualmente en los centros vascos.

Es justo reclamar para las y los docentes un reconocimiento explícito de su profesión

¿Dónde está, por tanto, la novedad en la propuesta del hindú  Sugata Mitra? En mi opinión, en dos cuestiones: en la importancia que concede a Internet y las redes sociales en su proyecto de aprendizaje y en el papel secundario que otorga en todo el proceso al profesorado.

Sobre la primera cuestión, el profesor Mitra es un convencido propagandista más de las ventajas educativas de Internet (instantaneidad de la información, comodidad en el acceso, autoaprendizaje,…), que no cuestiona ninguna de las críticas que desde la educación se hacen (segregadora, elitista, escasez de filtros de accesibilidad, “aisladora social”, …). Se plantea este profesor un aprendizaje del conocimiento a través de una herramienta menos extendida de lo que las grandes multinacionales nos quieren hacer creer y con evidentes tintes de fomentar la brecha digital entre sus propios usuarios/as. Un aprendizaje que tiene por valor máximo el ser autodirigido, pero que olvida la importancia de la procedencia familiar, social y económica del entorno vecinal del educando en la configuración de las propias preguntas que dirigirán su aprendizaje y condicionarán su conocimiento.

Probablemente sin más relación que la que mi cerebro produce, he recordado un artículo leído sobre  las fantasías políticas de una educación urgente, consecuencia de la aplicación a ésta de las características de la “Política urgente”[2], ahora en boga: contratos externos que recaban la recogida y el análisis de datos realizados desde una educación internacional basada en el negocio (la editorial Pearson, por ejemplo) y cómo se traducen así preocupaciones más localizadas (las de los propios centros educativos, se entiende) con la mejora del rendimiento escolar a nivel estatal-internacional.  ¿Debemos entender como casual que parte de los datos que la OCDE recoge de su prueba PISA sean traducidos al banco de datos de Pearson Learning Curve para, desde allí, ofrecerse específicamente como solución a los problemas educativos locales? Difícil de creer tal casualidad. Más aún cuando la relación Pearson-OCDE está llevando a buscar técnicas de estudio que a través de análisis informáticos de recogidas de datos conducirán a una personalización y optimización del aprendizaje.

Estas nuevas técnicas, en opinión de la analista estadounidense Heather Roberts-Mahoney, supondrán la transformación del profesorado en “recolector de datos”, dado que  “ ya no se deben tomar decisiones pedagógicas, sino más bien gestionar la tecnología que será la que las tomará por él, dado que las decisiones de los planes de estudio, así como las prácticas de enseñanza, se reducirán a algoritmos determinados por sistemas basados en análisis informáticos de adaptación que creen un aprendizaje personalizado, permitiendo con ello que la toma de decisiones se realice de modo externo al aula.”

Lo que nos devuelve al razonamiento de Sugata Mitra sobre el papel del profesorado en el aprendizaje. Si no le interpreto mal, al colectivo docente le cuestiona la capacidad de enseñar y le adjudica tan solo la de acompañamiento en el aprendizaje.

En su opinión, el alumnado tan solo necesita al profesorado para que le ayude a abrir su mente; el resto, dependerá únicamente del proceso colaborativo que este alumnado realice entre sí, de cómo se organice y de las ganas de investigar que tenga.

Compartiendo que orientarse adecuadamente en el complejo mundo actual requiere más de compañeros/as de viaje que de omnipotentes guías, es justo reclamar para las y los docentes un reconocimiento explícito de su profesión, más allá de los estrechos límites que le confiere Sugata Mitra. Ese acompañamiento en el aprendizaje siempre deberá  ser entendido en el sentido más amplio del concepto acompañar: asistirle en ese proceso, agregar su conocimiento y experiencia, participar de sus sentimientos, coincidir con sus objetivos.

Referencias:

[1] http://economia.elpais.com/economia/2016/09/18/actualidad/1474226496_636542.html [2] Jamie Peck y Nick Theodore “Fast Policy”: decisiones políticas hechas en una jurisdicción influenciada por el eco de otros lugares y “modelos” globales de política, ejercen a menudo un poder normativo a pesar de provenir de lugares a una distancia considerable.

Consulta la nota en: El Diario España

Fuente: http://redesib.formacionib.org/blog/la-nueva-educacion-segun-sugata-mitra?xg_source=msg_mes_network

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