Page 4 of 4
1 2 3 4

El futuro puede ser femenino, pero la pandemia es patriarcal

El futuro puede ser femenino, pero la pandemia es patriarcal

Por Rebecca Gordon

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Antes de convertirme en una “refugiada en casa”, este artículo abordaba las acciones de las mujeres en todo el mundo con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Desde Pakistán hasta Chile, millones de mujeres llenaron las calles exigiendo poder controlar nuestros cuerpos y nuestras vidas. Las mujeres salieron en Iraq y Kirguistán, Turquía y Perú, Filipinas y Malasia. En algunos lugares, afrontaron el riesgo de que hombres enmascarados las golpearan. En otros, exigieron el fin del feminicidio, la realidad milenaria de que las mujeres son asesinadas diariamente en este mundo por el mero hecho de ser mujeres.

En 1975 el futuro era femenino

Las celebraciones de este año han sido especialmente militantes. Han pasado 45 años desde que las Naciones Unidas declararon 1975 Año Internacional de la Mujer y patrocinaron su primera conferencia internacional sobre la mujer en Ciudad de México. Conferencias similares fueron reproduciéndose a intervalos de cinco años hasta culminar en la Conferencia de Pekín de 1995, generando una plataforma que ha ido guiando en formas diversas el feminismo internacional desde entonces.

La Conferencia de Pekín tuvo lugar hace un cuarto de siglo, pero este año las mujeres de todo el mundo parecían haber considerado que ya era suficiente. El 9 de marzo las mujeres mexicanas organizaron una huelga de 24 horas, un Día Sin Nosotras, para demostrar cuánto depende el mundo del trabajo, remunerado y no remunerado, de… sí, de las mujeres. Ese día sin mujeres fue, a todas luces, un éxito. El Wall Street Journal observó, tal vez con una pizca de asombro, que “México se ha parado. Cientos de miles de mujeres paralizaron México en una huelga nacional sin precedentes para protestar contra la creciente oleada de violencia contra las mujeres, una gran victoria para su causa”.

Además de abarrotar las calles y vaciar fábricas y oficinas, algunas mujeres también rompieron escaparates y lucharon con la policía. ¿Violencia? ¿De las mujeres? ¿Qué podría haberlas llevado a tal punto?

Tal vez fuera el asesinato de Ingrid Escamilla, una residente de la ciudad de México de 25 años que, según el New York Times, “fue apuñalada, desollada y destripada” este pasado febrero. Tal vez fue el tiroteo de la artista y activista Isabel Cabanillas de la Torre en Ciudad Juárez, un recordatorio que apenas notó un mundo desinteresado en que las mujeres han estado desapareciendo durante décadas a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México. O quizá solo fuera el hecho de que las cifras oficiales para 2019 revelaron más de 1.000 feminicidios en México, un aumento del 10% respecto al año anterior, aunque son muchos más los asesinatos de este tipo que no se registran.

¿Es patriarcal la pandemia?

Si no fuera por la pandemia, tal vez el Wall Street Journal hubiera tenido razón. Quizás el Día Sin Mujeres hubiera sido solo la primera de muchas victorias importantes. Tal vez el himno feminista internacional “El violador eres tú” (Tú [el patriarcado, la policía, el presidente] eres el violador), habría seguido inspirando quedadas para bailar con mujeres cantando por todas partes. Quizás la atención del mundo podría no haberse desviado tan rápidamente del espectáculo de los levantamientos de las mujeres a nivel mundial. Ahora, sin embargo, en Estados Unidos y en todo el mundo, todo es pandemia, todo el tiempo, y con razón. El coronavirus ha hecho lo que un Día Sin Mujeres no pudo: ha detenido la economía mundial. Ha infectado a cientos de miles de personas y matado a decenas de miles. Y continúa extendiéndose como un incendio forestal global.

Como todos los eventos e instituciones importantes, la pandemia afecta a mujeres y hombres de forma diferente. Aunque los hombres que enferman parecen más propensos a morir que las mujeres, en otros aspectos, la pandemia y sus consecuencias previsibles serán más duras para las mujeres. ¿Como puede ser? La escritora Helen Lewis proporciona algunas respuestas en The Atlantic.

En primer lugar, el virus, combinado con medidas masivas de cuarentena, asegura que más personas van a necesitar cuidados. Esto incluye a las personas de más edad, que corren especialmente el riesgo de morir, y los niños que ya no están en la escuela o en la guardería. En países desarrollados como Estados Unidos, las personas que tienen la suerte de poder mantener su trabajo trabajando desde casa están descubriendo que la presencia de niños que se aburren no facilita nada las cosas.

Anoche mi pequeña familia fue invitada a una actuación de canto y baile por dos niñas que viven a un par de casas en la misma calle. Sus padres habían pasado el día ayudándolas a planearlo y luego nos invitaron a mirar desde nuestro patio trasero. Qué inventarán para mañana, día laborable, no tengo ni idea. Una amiga sin hijos se ofreció a brindar lecciones diarias online en sesiones de 15 minutos sobre cualquier cosa que pueda buscar en Google para poder aliviar algo a sus amigas madres.

Hace tan solo una semana parecía que las escuelas cerradas podrían volver a abrir antes de que finalizara el año académico, lo que permitió a una comentarista del New York Times escribir un artículo titulado “Me niego a dirigir una escuela casera de coronavirus”. Profesora asociada de liderazgo educativo, la autora dice que está dejando que sus dos hijos vean televisión y coman galletas, sabiendo que por muchos estudios rápidos que haga, nada va a convertirla en maestra de primaria. Aplaudo su postura, pero también sospecho que los hijos de profesionales probablemente estarán en mejores condiciones que los de los trabajadores de bajos salarios para reanudar la lucha de vida o muerte por la supervivencia en la jungla competitiva que es la educación en este país, desde el jardín de infancia hasta el duodécimo grado.

En hogares heterosexuales encerrados, escribe Helen Lewis, la responsabilidad principal del cuidado de los hijos recaerá en las mujeres. La exasperan los expertos que señalan que personas como Isaac Newton y Shakespeare hicieron sus mejores trabajos durante una plaga del siglo XVII en Inglaterra. “Ninguno de los dos”, señala, “tenía responsabilidades en el cuidado de niños”. Tratar de escribir El Rey Lear mientras tus propias pequeñas Cordelias, Reganias y Gonerildas te agarran de la camiseta y se quejan ruidosamente de que se abuuuurren

En lugares como el Reino Unido y los Estados Unidos, donde la mayoría de las madres tienen trabajo, las mujeres van a experimentar nuevas presiones para renunciar a su empleo remunerado. En la mayoría de los hogares heterosexuales que disponen de dos salarios y tienen hijos, las históricas desigualdades salariales significan que el trabajo de la mujer, por lo general, se paga menos. Así pues, si alguien tiene que dedicar el día al cuidado de niños a tiempo completo, tendrá sentido económico que sea ella. En los Estados Unidos, el 11% de las mujeres ya trabajan involuntariamente solo a tiempo parcial, muchas en trabajos con horarios irregulares. Incluso las mujeres que han optado por equilibrar su trabajo doméstico con un empleo a tiempo parcial pueden verse presionadas para que renuncien a esos trabajos.

Como dice Lewis, todo esto tiene un “perfecto sentido económico”:

“A nivel individual, las elecciones de muchas parejas en los próximos meses tendrán un perfecto sentido económico. ¿Qué necesitan los pacientes de la pandemia? Cuidados. ¿Qué necesitan las personas mayores que se han autoaislado? Cuidados. ¿Qué necesitan los niños que se quedan en casa sin escuela? Cuidados. Todos estos cuidados, estas tareas de cuidado no remunerado, recaerán más en las mujeres debido a la estructura existente de fuerza de trabajo”.

Además, como saben bien las mujeres que optan por dejar la actividad laboral durante unos años para cuidar a niños muy pequeños, es casi imposible volver al trabajo remunerado en un puesto de salario y estatus similar al que se dejó. Y la retirada forzosa no lo hará más fácil.

¿Reproducción social? ¿Qué es eso? ¿Y por qué es importante?

Este semestre estoy dando un último curso de estudios superiores urbanos en mi universidad, la Universidad de San Francisco. Hemos centrado nuestra atención en algo que moldea todas nuestras vidas: el trabajo; qué es, quién lo tiene y quién no, a quién le pagan y a quién no, y muchas otras preguntas sobre la actividad que ocupa la mayor parte de nuestro tiempo sobre este planeta. Hemos tomado prestado un concepto útil de las feministas marxistas: “reproducción social”. Se refiere a todo el trabajo, remunerado y no remunerado, que alguien tiene que hacer para que los trabajadores puedan presentarse en sus trabajos y realizar las tareas que les generan un sueldo a la vez que consiguen que sus empleadores tengan beneficios.

Se llama reproducción porque reproduce trabajadores, tanto en el sentido biológico como en términos del esfuerzo diario para que puedan recuperarse lo suficiente para volver a hacerlo mañana. Es reproducción social, porque nadie puede hacerlo solo y diferentes sociedades encuentran diferentes formas de hacerlo.

¿Qué se incluye en la reproducción social? Hay cosas obvias que cualquier trabajador necesita: alimento, ropa, sueño (y un lugar seguro donde poder dormir), por no hablar de cierto nivel de higiene. Pero hay más. La recreación forma parte de esto, porque “recrea” a una persona capaz de trabajar de manera eficaz. Educación, atención médica, cuidado de niños, cocina, limpieza, adquisición o fabricación de alimentos y ropa: todo esto es crucial para mantener a los trabajadores y su trabajo. Si desean obtener más información al respecto, la Teoría de la Reproducción Social, de Tithi Bhattacharya, es un buen lugar para comenzar.

¿Qué tiene que ver todo esto con nuestro momento pandémico? La forma en que se organiza la reproducción social en Estados Unidos deja a algunas personas en situación de mayor vulnerabilidad que a otras en un momento de crisis económica. Por poner un ejemplo, durante muchas décadas los restaurantes han asumido y colectivizado (con fines de lucro) partes significativas del trabajo de preparación de alimentos, servicio y limpieza, actos que una vez se realizaban en gran medida en los hogares individuales. Para las mujeres trabajadoras, en algunos casos, la disponibilidad de comida para llevar barata ha reemplazado a la necesidad de planificar, comprar y preparar comidas los siete días de la semana. El servicio de alimentos es un sector estratificado que abarca desde establecimientos de alta gama hasta establecimientos de comida rápida, pero incluye a muchos trabajadores con bajos salarios que ahora han perdido sus empleos, mientras que aquellos que todavía trabajan en lugares que ofrecen comida para llevar o en autoservicios están arriesgando su salud para que otros puedan comer.

Una forma en que las parejas de profesionales con dos ingresos en Estados Unidos se han ocupado de las tareas de reproducción social es externalizando partes importantes de su trabajo en las mujeres más pobres. ¿Pelear por quién pasa la aspiradora y lava la ropa en casa? No pretendas que la mujer lo haga todo. Contrata a otra mujer para que lo haga por vosotros. ¿Queréis tener hijos y desarrollar una carrera? Contrata a una niñera.

Por supuesto, lo más probable es que la limpiadora y la niñera de tu casa tengan que hacer su propio trabajo de reproducción social cuando lleguen a casa. Y ahora que sus hijos no van a la escuela, de alguna manera tendrán que cuidarlos también. Sin embargo, en muchos casos esto será posible porque su trabajo no se considera un “servicio esencial” en función de las órdenes de quédate en casa de algunos estados. Por tanto, perderán sus ingresos.

Al menos aquí, en California, muchas de las mujeres que realizan estos trabajos son inmigrantes indocumentadas. Cuando la administración Trump y el Congreso aprueban por fin un proyecto de ley de ayuda, ellas, como muchos trabajadores indocumentados que trabajan en restaurantes, no recibirán los fondos que necesitan desesperadamente para poder pagar el alquiler o comprar comida. Las organizaciones de derechos de los inmigrantes están interviniendo para tratar de compensar parte del déficit, pero lo que finalmente consiguen es como una especie de chocolate del loro. Afortunadamente, los trabajadores inmigrantes se encuentran entre las personas más ingeniosas de este país o no hubieran llegado tan lejos.

Hay un tipo más de trabajo de reproducción social realizado principalmente por las mujeres que, por su naturaleza, es todo lo opuesto a un “distanciamiento social”: el trabajo sexual. Pueden estar seguros de que ningún proyecto de rescate incluirá a algunas de las mujeres más pobres del país, aquellas que trabajan como prostitutas.

Mujeres en el hogar y en situación de riesgo

Es una coincidencia dolorosa que las mujeres estén confinadas en sus hogares justo cuando está despegando un movimiento internacional contra el feminicidio. Un efecto del quédate en casa es hacer que sea mucho más difícil para las mujeres encontrar refugio contra la violencia doméstica. ¿Estás más segura afuera arriesgándote al coronavirus o adentro, con un compañero aburrido y enojado? Escribo esto con pleno conocimiento de que un sector económico que no ha sufrido la pandemia es el negocio de las armasAmmo.com, por ejemplo, que vende municiones por Internet en todos menos en cuatro estados, ha experimentado un aumento de más del triple en sus ingresos durante el último mes. Tal vez toda esa munición se esté comprando para luchar contra los zombis (o la invasión de inmigrantes que el presidente nos sigue recordando), pero la investigación muestra que la posesión de armas tiene mucho que ver con que la violencia doméstica se convierta en asesinato.

Cada semana, la columnista asesora del Washington Post, Carolyn Hax, presenta una línea de chat que ofrece sugerencias de ayuda de diversos tipos. Durante las últimas dos semanas, sus lectores (incluido yo misma) se han quedado horrorizados por los mensajes de una participante atrapada en cuarentena en un pequeño apartamento con un peligroso compañero que acaba de comprar un arma. El consejo estándar para las mujeres en su situación no es solo correr sino preparar un plan de huida, reunir en silencio los suministros y el dinero que vaya a necesitar y asegurarse un lugar al que ir. Las órdenes obligatorias de quédate en casa, aunque necesarias para aplanar la curva de esta pandemia, pueden causar indirectamente un aumento de los feminicidios domésticos.

Como si las mujeres no hubieran estado ya afectadas desproporcionadamente por la epidemia de coronavirus, los republicanos del Senado han estado tratando de introducir una pequeña misoginia adicional en su versión de un proyecto de ley de ayuda. En el mismo mes en que las mujeres pakistaníes arriesgaron sus vidas en manifestaciones bajo el lema “Mera jism, meri marzi” (“Mi cuerpo, mi elección”), los republicanos quieren usar la pandemia en otro intento de cerrar, como se lo cuento, las clínicas de Planned Parenthood [maternidad/paternidad planificada].

Greg Sargent, del Washington Postreveló recientemente que los 350.000 millones de dólares propuestos para apuntalar a las pequeñas empresas que no despidan a los trabajadores van a excluir a las organizaciones sin fines de lucro que reciben fondos de Medicaid. Planned Parenthood, que brinda atención médica a millones de mujeres sin seguro o con un seguro insuficiente, es exactamente ese tipo de organización sin fines de lucro. Los ayudantes demócratas del Congreso que alertaron a Sargent sobre esto sugieren que Planned Parenthood no sería la única organización que se vería afectada. También creen que “… este lenguaje excluiría de la elegibilidad para esta asistencia financiera a una gran variedad de organizaciones sin fines de lucro que obtienen fondos de Medicaid, como proveedores de ayuda a minusválidos en el hogar y en la comunidad; a hogares de ancianos, a centros de salud mental y de salud; a hogares grupales para discapacitados; e incluso a centros comunitarios de apoyo a víctimas de violación”.

Mientras tanto, Mississippi, Ohio y Texas están tratando de usar el coronavirus como excusa para impedir el acceso de las mujeres al aborto. Sobre la base de que dichos procedimientos no son médicamente necesarios, el fiscal general de Texas, Ken Paxton, ha ordenado a las clínicas que practican abortos que dejen de interrumpir los embarazos. Anteriormente, el fiscal general de Ohio, Dave Yost, envió cartas a las clínicas de ese estado prohibiendo todos los abortos quirúrgicos “no esenciales”.

¿Regreso a la normalidad?

Cuando Warren Harding (que dirigió una administración notoriamente corrupta) se postuló para presidente en 1920, su lema de campaña fue “un regreso a la normalidad”, a tal y como eran antes las cosas, es decir, antes de la Primera Guerra Mundial. Lo que quiso decir fue un retorno al dinamismo económico. Como sabemos, los “locos años veinte” lo proporcionaron a montones hasta ese pequeño accidente conocido como la Gran Depresión. Hoy, al igual que Harding, otro presidente corrupto promete un pronto retorno a la normalidad. Se siente ya muy fastidiado por el período de 15 días de distanciamiento social que anunció a mediados de marzo. En su conferencia de prensa del 23 de marzo, insinuó que Estados Unidos estaría “abierto a los negocios” más pronto que tarde. Al día siguiente, sugirió que el país reabriera sus negocios en Pascua (un “día muy especial para mí”), diciendo que quiere ver “iglesias llenas en todo nuestro país”. No puede esperar hasta que todo, incluidos nuestros sistemas sanitarios y económicos profundamente desiguales, vuelvan a la normalidad tal como estaban antes de la propagación del coronavirus; es decir, hasta que volvamos a estar de nuevo desprevenidos para la próxima e inevitable crisis.

A diferencia del presidente, espero que no volvamos a la normalidad. Espero que la gente de Venecia llegue a apreciar unos canales centelleantes a los que regresen sus delfines. Espero que el resto de nosotros sintamos apego por un aire menos contaminado y menores emisiones de carbono. Espero que aprendamos a valorar la vida de las mujeres.

Espero que en lugar de volver a la normalidad, reconozcamos que nuestra supervivencia como especie depende de cambiar casi todo, incluida la forma en que producimos lo que necesitamos y cómo nos reproducimos como seres totalmente humanos. Espero que, cuando hayamos sobrevivido a esta pandemia, los pueblos del mundo cojan todo lo que hemos aprendido sobre la acción global colectiva durante esta crisis y lo apliquen a esa otra crisis predecible, la que amenaza toda la vida humana en un planeta que está inequívocamente calentándose.

Rebecca Gordon es colaboradora habitual de TomDispatch y enseñante en la Universidad de San Francisco. Ha publicado recientemente American Nuremberg: The U.S. Officials Who Should Stand Trial for Post-9/11 War CrimesEn estos momentos trabaja en un nuevo libro sobre la historia de la tortura en Estados Unidos.

Enlace sugerido por la traductora sobre femicidios en Turquía: https://www.middleeasteye.net/news/coronavirus-women-murder-turkey-increase-domestic

Fuente:

https://www.tomdispatch.com/post/176682/tomgram%3A_rebecca_gordon%2C_feminism_in_the_time_of_coronavirus/#more

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a lautora, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/el-futuro-puede-ser-femenino-pero-la-pandemia-es-patriarcal/

 

 

Comparte este contenido:

Libro(PDF): «Activismos feministas jóvenes. Emergencias, actrices y luchas en América Latina»

Reseña: CLACSO

Una cartografía de los feminismos latinoamericanos contemporáneos abarca una cantidad inmensa de corrientes de índole diversa: feminismos urbanos de clase media, feminismos comunitarios indígenas y noindígenas, ecofeminismos, feminismos descoloniales, para mencionar algunas. En esta particular intersección de quienes se reconocen como jóvenes activistas feministas, reside uno de los principales aportes de esta publicación. El abordaje de los estudios de los feminismos se ha hecho desde la trayectoria del largo y mediano plazo de las “olas” feministas, o desde el análisis de clase o desde posicionamientos teóricos. También se ha estudiado la relación de los movimientos feministas en su dinámica frente al Estado. La irrupción en la escena latinoamericana de jóvenes beligerantes contra el acoso, contra el femicidio, a favor de la interrupción voluntaria del embarazo, ha planteado el desafío de comprender las trayectorias, las subjetividades de estas jóvenes. Este libro, al visibilizar las particularidades de esa interseccionalidad jóvenes/feministas, alumbra elementos invisibilizados en los feminismos y permite caracterizar mejor las luchas sociales contemporáneas.

Autores (as): Marina Larrondo. Camila Ponce Lara. [Editoras]

Marina Larrondo. Camila Ponce Lara. Nora Garita. Valeria Manzano. Lucía Miranda Leibe. Beatriz Roque López. María Victoria Seca. Ana María Castro Sánchez. José Raúl Ruiz. Adriana Arroyo Ortega. Vanessa Londoño Marín. Danila Suárez Tomé. Mercedes D’Alessandro. [Autores/as de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2019

País (es): Argentina

Idioma: Español

ISBN: 978-987-722-479-5

Descarga: Activismos feministas jóvenes. Emergencias, actrices y luchas en América Latina

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1803&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1356

Comparte este contenido:

Miles de personas protestan contra violencia de género en Francia

Europa/Francia/24-11-2019/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

El país galo es una de las naciones con más alto índice de violencia doméstica en todo el continente europeo.

Miles de manifestantes salieron a las calles de París, Francia, este sábado para exigir el fin de los feminicidios en el país, en el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, a celebrarse el próximo 25 de noviembre.

“El nivel de conciencia está cambiando de manera bastante radical”, afirmó una de las organizadoras, Caroline De Haas, al tiempo que destacó que se prevé que la marcha sea histórica, pues están previstas alrededor de 30 en todo el país.

Protagonizada por el movimiento feminista “Nous Toutes” (Todas Nosotras), la llamada “marea violeta” exige al gobierno medidas para controlar la violencia contra las mujeres, en un país donde se han registrado al menos 116 feminicidios en lo que va de 2019.

#NousToutes@NousToutesOrg

Merci à tous.tes d’être là pour lutter contre les violences sexistes et sexuelles
Inscrivez-vous sur http://noustoutes.org 

Ver imagen en Twitter

#NousToutes@NousToutesOrg

La nuit est tombée mais toujours aussi motivé.e et http://nombreux.ses 

Ver imagen en Twitter
38 personas están hablando de esto
Los manifestantes se ubicaron detrás de una banderola de la Unión Nacional de Familias de Feminicidio (UNFF), y portaban fotos de familiares asesinados y carteles en los que se leía “Paren los feminicidios”.

Por su parte, el primer ministro galo, Edouard Philippe, anunció nuevas medidas, esperadas por las organizaciones que defienden los derechos de las féminas el próximo lunes, mientras los organizadores de la marcha destacaron que “ya no alcanzamos a contar los casos en los que los feminicidios pudieron haberse evitado”.

En ese sentido, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha calificado la violencia contra las mujeres como “la vergüenza de Francia”, puesto que el país europeo posee una de las tasas más elevadas de maltrato doméstico en todo el continente.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/miles-protestan-contra-violencia-mujeres-francia-20191123-0014.html

Comparte este contenido:

Las mujeres palestinas se manifiestan por primera vez contra la violencia machista

Asia/Palestina/rtve

Isra´a disfrutaba con lo que hacía, era maquilladora en su pueblo, Beit Sahour, cerca de Belén, en la Cisjordania ocupada. Pero lo que más le ilusionaba era casarse con su novio. Se prometieron a mediados de agosto y estaba tan contenta que lo publicó en sus redes sociales. La alegría le duró muy poco. El 22 de agosto murió en un hospital.

Según los primeros datos de la investigación abierta, cayó de un balcón de su casa. Tres de sus hermanos están detenidos, acusados de arrojarla. No aprobaban su relación. Isra´a llegó viva al hospital, pero allí volvieron a golpearla hasta la muerte. Unos audios que han visto la luz lo confirman.

La familia niega la mayor y apunta a que la joven se tiró al vacío porque sufría problemas mentales. Una versión que los amigos de Isra´a y activistas de derechos humanos rechazan.

Al menos 18 mujeres han muerto por los conocidos como «crímenes de honor»

Tenía 21 años y se ha convertido en la víctima número 18 de los conocidos como “crímenes de honor” en este 2019 en los territorios palestinos. Su asesinato ha levantado una ola de indignación, primero en redes sociales, y después en manifestaciones en distintas ciudades: Ramala, Belén, Jerusalén…

“Ya está bien. Hemos perdido suficientes mujeres; asesinadas, torturadas, violadas, acosadas. No hay justicia”, clama Amal Khayyat. “Es una vergüenza que en el año 2019 todavía tengamos que discutir si alguien tiene el derecho de asaltar o matar a otra persona. No tiene ningún sentido”, añade Fares Arouri.

Por primera vez, cientos de mujeres palestinas han dejado el miedo en casa y están alzando la voz contra un sistema patriarcal y machista que las maltrata impunemente.

“Queremos un sistema de justicia moderno, leyes que nos protejan”, exige Ahlam al-Washsh, de la Unión Palestina de Mujeres. El código penal palestino es de 1960 y está en el centro de la polémica. Apenas protege a las mujeres y las penas a los maltratadores y asesinos, cuando las hay, son menores.

El primer ministro palestino dice que se está investigando el caso

Muchos miran estos días a la Autoridad Palestina, criticada por mirar hacia otro lado con demasiada frecuencia. En esta ocasión, la presión es tan grande que hasta el primer ministro palestino ha tenido que intervenir: “Estamos investigando el caso de Isra´a Ghrayeb. Varias personas están detenidas y están siendo interrogadas”, ha asegurado Mohammad Shtayyeh.

Para muchas mujeres palestinas no es suficiente. Quieren cambios reales y profundos a nivel legislativo y social. “Hay que desarrollar programas que enseñen el principio de igualdad de género”, han declarado en un comunicado la Unión General de Mujeres Palestinas e Instituciones Feministas.

Están determinadas a que algo cambie para siempre. Amal Khayyat lo tiene claro: “Nosotras somos todas Isra´a y continuaremos protestando hasta conseguir justicia por ella y por tantas otras”.

Fuente: http://www.rtve.es/noticias/20190906/mujeres-palestinas-se-manifiestan-primera-vez-contra-violencia-machista/1978700.shtml

Comparte este contenido:

Entrevista: Somos marea, las luchas feministas.

Por: 

Conversamos con Natalia Martínez sobre la metáfora de las olas del feminismo en Argentina y el mundo. La doctora en ciencia política, investigadora asistente del CONICET e investigadora del área FemGeS (Feminismos, Género y Sexualidades) del Centro de Investigaciones María Saleme de Burnichón de la Facultad de Filosofía y Humanidades realiza un repaso por la historia de los feminismos.

Por Redacción La tinta

Para ella, la metáfora de las olas del feminismo, si bien ordena, al mismo tiempo, hay que mantenerla siempre abierta. En la historia de los feminismos y hacia el interior del movimiento, hay límites difusos, porosos, siempre hubo tensiones, contradicciones y debates que van y vuelven como la marea.

“La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos”. 
Olympe de Gouges (1748-1793)

“No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas”.
Mary Wollstonecraft (1759-1797)

—¿Por qué se habla de las olas del feminismo y cuáles fueron las principales demandas de cada una?

Las feministas “de la primera ola” no se reconocieron así, fueron las feministas “de la segunda ola” las que comenzaron a nombrarse como tal, como un reconocimiento al legado de las primeras. Se reconocieron a sí mismas como parte de una historia, pero, a su vez, distintas a las de la primera ola. Como referencia, se suele citar a los ’60 en Estados Unidos: un artículo, en el New York Times del año 1968, se tituló “La segunda ola feminista”, es decir, el término ya circulaba en ese momento. Hay otra referencia también, menos conocida. Una activista irlandesa, Frances Power Cobbe, a fines del siglo XIX, ya habló de las olas del movimiento de mujeres. Dijo que la articulación de las distintas luchas, al igual que las olas, comenzaban separadas, pero terminaban acoplándose unas a otras, se iban sumando y la ola se iba haciendo cada vez más grande.

Luego, con la complejidad de las demandas y las agendas de los feminismos, lamentablemente, la referencia a “las olas” en los feminismos comenzó a tomar un cariz progresivo. Es decir, se instaló la noción de que las olas sucesivas eran superadoras de las precedentes, que cada ola era mejor que la anterior. Las olas venían a mostrar un cambio que excedía los límites de la anterior. Ahora, afortunadamente, comenzaron a aparecer lecturas revisionistas sobre este sentido progresista de la metáfora, porque uniformiza períodos históricos que son re distintos y opaca los conflictos, la variedad y diversidad que hubo en cada ola. Se termina contando un cuentito que dice: “La primer ola hizo tal cosa, la segunda, tal otra…” y así, cuando, en realidad, en todas las olas hubo de todo.


A mí me gusta la referencia a las olas del feminismo, pero entiendo que las olas van y vienen, como la marea, las olas nunca se van, sino que se mezclan y una nunca sabe cuál es cuál. Por ejemplo, creo que seguimos muy enganchadas, pensando, luchando y saliendo a la calle por problemas que escribieron y dieron cuenta las feministas de la primera ola.


Y, en relación a las demandas y agendas de cada ola, se suele englobar a las sufragistas como la primera ola, pero también hay una referencia anterior que se encuentra en la Revolución Francesa con Olympe de Gouges que escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791) en respuesta a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789). Los jacobinos la guillotinaron en 1793. En la misma época, en 1792, en Inglaterra, Mary Wollstonecraftescribió un hermoso libro llamado Vindicación de los derechos de la mujer, fue la primera publicación que realizó una reflexión sistemática sobre la opresión femenina. Ella le discute a Rousseau que el maravilloso discurso de la ciudadanía, la igualdad y la libertad se caía a pedazos cuando había que pensar en la mujer.

Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft son individualidades. A mediados del siglo XIX, se comienza a ver más lo colectivo con la Declaración de Séneca Falls (1848) en el estado de New York. Tiene 12 puntos que hacen explícitas las demandas del período: inclusión de derechos civiles, acceso a la educación, al trabajo rentado, a la salud y, como aspiración última, los derechos políticos. Esta primera ola estadounidense estuvo muy vinculada con la lucha antiesclavista.

Para la segunda ola, las limitaciones que tuvo esta primera ola pasaron por creer que se iba a encontrar la igualdad en la ley, sin llegar a reconocer la importancia de la cultura o de la propia sexualidad, sin llegar a comprender los efectos de las diferencias raciales o de clase entre las mujeres, diferencias que hacían que la opresión fuese vivida de una manera muy distinta. Por eso, la primera ola suele caracterizarse como protagonizada por mujeres de clase media alta, blancas y educadas. Aunque eso no fue del todo así. Las increíbles declaraciones de Sojourner Truth en la Convención de mujeres de Akron, Ohio, donde interpela a lxs presentes con la pregunta: “Acaso no soy yo una mujer”, es una referencia ineludible de esa primera ola también.

Las feministas de la segunda ola son las feministas de los sesenta, en particular, reconociendo a las yanquis, aunque todas estuvieron muy inspiradas en la obra de Simone de Beauvoir, referente del feminismo francés quien escribió su obra más conocida en el ’49 (El segundo sexo). La segunda ola fue enorme, con múltiples activismos y grandes obras que han terminado siendo nuestras “clásicas”, obras increíbles -pensemos en La política sexual de Kate Millet, Dialéctica del sexo de Shulamith Firestone o Enemigo Principal de Christine Delphy-. Pero, lamentablemente, las referencias que pasaron con la tercera ola, en general, terminaron simplificándolas, reconociendo, por un lado, al “feminismo de la igualdad” y englobando ahí a las radicales, liberales, socialistas y marxistas, y, por otro lado, al “feminismo de la diferencia”, también conocido como “feminismo cultural” en EE.UU. El primero (de la igualdad) aspirando a la igualdad con los varones (por vías muy diferentes entre sí) y el segundo, a la valoración social y cultural de las diferencias que serían propias de las mujeres.

Pero, si te detenés a analizar las obras y los activismos del período, te das cuenta, rápidamente, que las fronteras no son tan nítidas (entre esos dos feminismos). Las demandas, en general, las unificaban y los análisis abrían múltiples aspectos, algunos complementarios entre sí y otros contrapuestos. Por ejemplo, si se reconocía que el rol principal de las mujeres en nuestras sociedades era su identificación como “madres” y que trabajaban de forma gratuita, invisibilizadas, en condiciones precarias, explotadas. Para cambiar esta situación: ¿se pedía al Estado reconocimiento público, licencias y beneficios sociales por maternidad? ¿o una repartición equitativa de la crianza y el cuidado de hijes entre padres y madres, o guarderías públicas? Ambas propuestas salieron de la mano de esas feministas y ambas dan cuenta de los diferentes planteamientos entre feministas de la igualdad y de la diferencia. Son planteamientos contrapuestos entre sí, que parten de premisas muy diferentes, pero que, sin embargo, conviven en sus efectos, digo, en las prácticas políticas que posibilitaron.

Y la tercera ola que, a grandes rasgos, aparece a mediados de los ’80 y llega a nuestros días, comenzó a partir de las críticas que se hicieron a esos feminismos. Se plantea que la atención se focalizó demasiado en la opresión de las mujeres por sus múltiples causas, pero no vieron que, en esta equiparación de la opresión, terminaron invisibilizando las diferencias al interior de las mujeres. Las críticas las hacen, sobre todo, feministas lesbianas, negras, feministas chicanas. Y son críticas que vienen de la mano de la crítica poscolonial y posestructuralista que ya se estaba dando en gran parte del pensamiento político y filosófico del período. Una crítica centrada en la mirada esencialista que se había filtrado cuando se definía “la opresión común” de las mujeres. ¿Quiénes eran las que definían esa opresión? ¿qué experiencias, de qué mujeres era la opresión que se privilegiaba en las perspectivas feministas?

Paro-Mujeres-Marcha-feminismo-04
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

“La liberación de las mujeres deberá ser encarada por ellas mismas en una lucha que arrastrará todos los vestigios anacrónicos de una vida cotidiana deshumanizada y sin alicientes. La acción revolucionaria de las mujeres, su ingreso a la historia, significará la ‘humanización de la humanidad’, por eso es la revolución más profunda, auténtica y necesaria para la realización de la especie humana”. 
(Mirta Henault, Las mujeres dicen basta, 1972)

“Somos el grito de las que ya no tienen voz”. 
(Movilización Ni Una Menos)

—¿En qué contextos históricos se fueron situando las olas del feminismo en Argentina? ¿Cuáles fueron los principales debates que han generado diferencias al interior del movimiento feminista argentino?


—En la Argentina, la primera ola se suele ubicar a principios del siglo XX, aunque también se reconoce que, antes de eso, hubo producciones literarias y algunas organizaciones femeninas, no “feministas”, que tenían sus revistas como La Camelia o el Álbum de señoritas de Juana Manso. Pero la organización colectiva y la identificación con el “feminismo”, con esa palabra, se da recién en 1900.


Aunque, antes de esto, se suele englobar, dentro de nuestra primera ola, a las anarquistas que escribieron el periódico La Voz de la Mujer -entre 1896 y 1897-. Pero, en realidad, las anarquistas estaban en la vereda de en frente de las feministas porque, para ellas, el feminismo era burgués y contrario a sus objetivos. Propugnaron la emancipación de las mujeres desde una concepción anarquista más que feminista. No les interesaba el sufragio ni cualquier otro “derecho” porque la ley era un instrumento de la burguesía. De todas formas, el feminismo argentino se ha nutrido de esa tradición, en la actualidad, está muy presente en sus orgas. Por ejemplo, el lema: “Ni dios ni patrón ni marido” viene de las anarquistas. Ellas pensaban que las mujeres obreras eran “doblemente esclavas” por su explotación en las fábricas y en el hogar como madres y esposas. Muchas de ellas pasaron a la historia del feminismo, pero, en ese momento, el feminismo estaba representado, más bien, por socialistas como Elvira López. Ella formaba parte del Partido Socialista, junto a su hermana Ernestina y otras referentes como Alicia Moreau, y fueron las que participaron en el primer Consejo Nacional de la Mujer, en alianza con las matronas, mujeres de la alta sociedad que hacían caridad desde el Estado. Desde este sector, el feminismo era un movimiento que aspiraba a la “elevación de la mujer”, en particular, desde la educación. Decían que no aspiraban a la igualdad con los varones, porque eso era imposible. Había diferencias naturales, centradas en la posibilidad de gestar, sobre todo, y en el lugar “natural” de las mujeres en el cuidado del hogar, que impedían que las mujeres hicieran lo mismo que los varones en la sociedad.

Los límites -y la potencialidad- de este primer feminismo, quizás, tengan que ver con esta visión gradualista que le imprimió el propio ideario socialista. Las transformaciones más importantes llegarían de la mano de reformas graduales, muchas de las cuales fueron posibilitadas por su militancia. Lo interesante de nuestra historia es que, a la par de este ideario, las anarquistas clamaban por la destrucción del hogar y el amor libre.

Feminismo-argentino-1970-02

Después de esta primera ola, que podríamos decir que termina en el ’47 cuando accedemos al sufragio, los feminismos se sostienen y diversifican. El peronismo las va a unir, aunque como opositoras. Desde el socialismo, el comunismo e incluso el anarquismo, las feministas van a salir juntas en contra del peronismo. Lo vieron, y algunas lo vivieron, como una dictadura. Pensemos que algunas fueron detenidas y otras exiliadas por el gobierno peronista. En ese sentido, el feminismo de ese período fue muy gorila -recordemos a Victoria Ocampo como una de sus principales referentes-. Por otra parte, para muchas mujeres que entraron a la política de la mano del peronismo, el feminismo era oligárquico e, incluso, imperialista. Era una moda que venía de EE.UU. Esta concepción también afectó a las feministas comunistas. Les costó mucho que sus partidos apoyaran su feminismo.

Nuestra segunda ola, que se suele ubicar en los 70’s, mantuvo bastante esta tensión, de hecho, se hizo más fuerte. Aparecen agrupaciones feministas antes de la dictadura. En 1970, la Unión Feminista Argentina (UFA) y el Movimiento de Liberación Femenina, luego Movimiento de Liberación Feminista (MLF), se formaron con activistas de clase media alta, intelectuales que viajaban y trajeron libros del feminismo radical de EE.UU sobre todo. Los traducen, los leen acá y comienzan a organizarse. La UFA replica los grupos de “consciousness raising”, que acá se traducen como “grupos de autoconcienciación”. Se juntaban de 8 a 10 mujeres a hablar de sus problemas cotidianos, para, entre todas, visibilizar su dimensión “común”, lo común de la opresión femenina.

Otros grupos también se arman desde las izquierdas, como la editorial Nueva Mujer que viene de Palabra Obrera(publicaron el libro: Las mujeres dicen basta), y, después, otra agrupación que se llamaba Muchacha que era del Partido Socialista de los Trabajadores. Todas estas grupas tienen diferencias, discusiones y rupturas en torno a un gran debate del momento: la relación entre la política y el feminismo. Así, se habla de la “doble militancia” (las que venían de partidos políticos y también eran feministas) y del “feminismo puro”. Esta división veía, en la política, una práctica patriarcal y criticaba fuertemente la jerarquía de los partidos y su injerencia en una agenda que aspiraba a ser “puramente feminista”. De todos modos, todas están cerca y se van a acompañar en un montón de iniciativas. El terrorismo de Estado tuvo sus efectos desmovilizadores en estas agrupaciones, pero, en algunas, las reuniones se van a mantener como grupos de estudio.


Ya después, en los ochenta, reaparecen algunas grupas y se arman muchas nuevas, con demandas específicas al Estado. En un clima que veía que la democracia iba a solucionar todos nuestros problemas, las feministas irrumpieron participando en política desde una concepción muy diferente a la que se tenía en los ’70.


Se multiplican los frentes con activistas peronistas, de las izquierdas y las feministas de antes (el MLF pasa a llamarse Organización Feminista Argentina OFA). Una demanda importante fue la patria potestad compartida, se hace una comisión en 1980 y, en el ’83, se forma el Tribunal Contra la Violencia hacia la MujerLa mítica Multisectorial de la Mujer encuentra a feministas, políticas, sindicalistas, amas de casa y a las Madres de Plaza de Mayo. Luego, todas ellas son las que van a organizar el primer Encuentro Nacional de Mujeres en el ’86, inspirado a nivel internacional por los procesos que se fueron abriendo desde la primera Conferencia Internacional de la Mujer que se hizo en el ’75 y la segunda que se hizo en el ’85. También por los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe (EFLAC) que comenzaron a hacerse desde 1981. Todos estos eventos tuvieron mucha influencia en los feminismos latinoamericanos y en Argentina también.

Nuestra tercera ola empezaría a verse en los noventas, con un fuerte quiebre tras el 2001. O, quizás, el 2001 fue la precuela de nuestra cuarta ola. Todavía faltan análisis que den cuenta de cuáles fueron los ejes principales de nuestra tercera ola y si llegamos a estar ahora en presencia de una cuarta. A modo de hipótesis, algunas aproximaciones dicen que la irrupción de lo popular en los feminismos marcaría una cuarta ola, pero esto ya sucedió en el 2001.

Feminismo-argentino-1970

Recordemos que, en los 90’s, uno de los ejes del gobierno neoliberal fue recortar la gestión pública y tercerizar las políticas sociales desde las ONG’s. En ese período, se multiplicaron las ONG’s feministas con financiamiento de organismos internacionales que sostuvieron políticas públicas dirigidas a las mujeres. Esto fortaleció y amplió la agenda de los feminismos. Se organizaron un montón de redes, se financiaron muchos eventos que conectaron a los feminismos en la región. Muchas demandas llegaron al Estado, incluso, de la mano de feministas que se comprometieron en la gestión de gobierno. Pero muchas fueron críticas de este proceso. Sostuvieron la necesidad de autonomía frente al Estado y los financiamientos internacionales porque llegaron a tener mucha injerencia en las agendas feministas y en la propia militancia. Criticaron que, en las ONG’s, el activismo se transforme en un trabajo rentado y que sus “directoras” tomen la voz por todo el movimiento sin mediar instancias de representación democráticas. Este proceso se dio en toda la región y llegó a ser un eje de discusión que opuso a los feminismos entre sí y los desmovilizó bastante. En otro punto, habilitó un cierto cuidado y una llamada de atención, tanto para pensar el modo en que los feminismos se vinculaban con el Estado así como sobre los modos en que se gestionaban sus recursos y se organizaban sus activismos.


Y la crisis del 2001 fue un sismo para todo el país y para los feminismos también. En particular, en el Encuentro Nacional de Mujeres 2003, que se hizo en Rosario, se llenó de organizaciones populares, de mujeres piqueteras y se hicieron visibles las diferencias de clases y las prioridades entre los feminismos. Frente a la disputa entre autónomas e institucionalizadas de los noventa, apareció la potencia de lo que se venía nombrando como “movimiento amplio de mujeres” y la necesidad de que el feminismo abriera su agenda a los problemas estructurales que estaban afectando al país. Fue un proceso que no sólo afectó a los feminismos, sino a muchos movimientos sociales.


En este sentido, los gobiernos de Néstor y Cristina, y el modo en que se abrieron e implicaron en la agenda de los movimientos sociales, también afectó a los feminismos. En particular, desde su vínculo con el movimiento de Derechos Humanos. Desde entonces, se han producido grandes cambios, otras sensibilidades y articulaciones entre activismos -políticos, populares, barriales, sexuales, académicos, institucionales- y se ha fortalecido un montón la movilización feminista en las calles. Aunque no se puede negar la masificación increíble que se generó desde el 2015 con el #Ni Una Menos y, más recientemente, con la reactivación de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, se trata de un proceso que es necesario comprender desde sus condiciones de posibilidad.

Los feminismos tienen más de un siglo de historia en nuestro país. En este marco, hablar de una cuarta ola, quizás, tenga sentido para entender una nueva dimensión que está dada por el increíble ingreso de pibas, pibes muy jóvenes, al feminismo, un ingreso que no sólo retoma lo que ya estaba sucediendo en los feminismos, sino que le imprime una potencia y vertiginosidad muy particular. Las redes sociales son un aspecto central (quizás, también, un límite). Pero también lo es la pregnancia, la facilidad con la que se reconocen como feministas, como si ya no hubiera necesidad de recorrer todas las olas porque ya las llevan puestas y van para adelante. Y acá, aunque se me pone la piel de gallina con todo esto que está pasando, no dejo de ver que hay un riesgo, porque, por ahí, lo difícil es habitar al feminismo en toda su complejidad, reconociendo sus antecedentes, su pluralidad constitutiva y, al mismo tiempo, hacer frente a sus múltiples implicancias, que no sólo afecta a las mujeres, ni siquiera a “las mujeres, tortas, travas y trans”.

Abre un horizonte emancipatorio radical y, acá, no me refiero a la UCR ni a las feministas radicales yanquis. Digo “radical” en el sentido de una transformación de toda la sociedad, desde la raíz, en lo personal y en lo político. De eso se trata cuando se dice que: “La revolución será feminista o no será”. No es soplar y hacer botella. El feminismo nos atraviesa desde todas las fibras, a su tiempo, y requiere una atención y un cuidado especial. De ahí es que creo que está bueno prestar especial atención a todas sus olas, aprender de sus vaivenes. Si la marea feminista nos alcanzó, será momento de zambullirse y disfrutar.

Portada-Paro-Mujeres-Marcha-feminismo-03
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Eloisa Molina para La tinta.

Fuente: https://latinta.com.ar/2019/02/somos-marea-las-luchas-feministas/

Comparte este contenido:
Page 4 of 4
1 2 3 4