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Economía: El lado oscuro del algoritmo

El lado oscuro del algoritmo

Por Alejandro Marcó del Pont

Algoritmo, una palabra para que los errores de los programadores sean aceptables

Vivimos en la época de los algoritmos. Las decisiones que afectan a nuestras vidas no están hechas por humanos, sino por modelos matemáticos. Estos esquemas se diseñaron para permitirnos, entre otras cosas, ahorrar tiempo, pero además se los popularizó como procesos más justos y objetivos. Antes estas técnicas la resolvían seres humanos, trabajadores ineficientes, según el progreso por estar dotados de un cúmulo de problemas: familia, horarios, prejuicios, arbitrariedades, etcétera, escarbando en montaña de papel para obtener un ¡deficiente! resultado.

Gracias a estos imperdonables e inútiles resultados nos vendieron la innovación, programas de computadora capaces de procesar miles de datos de manera rápida e “imparcial”. Nadie sabe bien cuál es el objetivo del progreso, ni cuál la prisa, menos aún la necesidad imperiosa del avance tecnológico. Como decía Hegel, “Tengan cuidado, hombres de acción, porque ustedes son meros instrumentos de los hombres de pensamiento”, y claramente la mayoría no está entre estos últimos. Los beneficios de los algoritmos son para los que piensan, no para los que lo ejecutan.

Para tratar de optimizar algo, reducir la incertidumbre, predecir el futuro, transformar plomo en oro, se ha echado mano a una antigua disciplina filosófica que combina elementos, la tan mentada alquimia, que en la actualidad, y dada la modernidad, su nombre mutó al de “modelos matemáticos”. Estos pueden ser opacos, oscuros e irrefutables, sobre todo esto último, yo diría incuestionables, incluso cuando están equivocados, pero esa es una de sus mayores virtudes. Lo más llamativo es, aunque la gente no lo sepa, que apuntalan a los afortunados y castigan a los oprimidos: bienvenido al lado oscuro del big data.

La matemática Caty O’Neil nos presenta los modelos que dan forma a nuestro futuro, no solo como individuos sino como sociedad. Estas “armas de destrucción matemática”, como titula su libro, califican a maestros y estudiantes, ordenan currículos, niegan préstamos, evalúan a los trabajadores, dirigen a los votantes, monitorean nuestra salud, las redes sociales y las inversiones, entre otras cosas. Gracias a los extraordinarios poderes de las matemáticas combinados con la tecnología pueden de manera científica multiplicar el caos y la desgracia y promoverse con casi nula controversia como: provechosa.

Uno podría pensar que esta mujer es algún tipo de apóstata de la modernidad, pero no es así. Fue profesora de universidad de Barnard College, que compartía con la Universidad de Columbia el departamento de Matemáticas. Decidió cambiar radicalmente su carrera profesional y comenzó a trabajar como analista cuantitativa para D. E. Shaw, un destacado fondo de cobertura. Con el tiempo, y con la crisis del 2008, entendió que se afianzaba un mal uso de las matemáticas, los algoritmos se ponían más de moda y se extendían a un creciente número de áreas. Comprendió que funcionaban veinticuatro horas al día procesando inmensas cantidades de información, en gran parte datos extraídos de las redes sociales o de páginas web, como dejamos expuesto en el artículo Big Tech, el dominio de la economía del siglo XXX.

En lugar de prestar atención a los movimientos de los mercados financieros mundiales, se dedicaban cada vez más a analizar a los seres humanos. Los matemáticos y los especialistas en estadísticas estudiaban nuestros deseos, nuestros movimientos y nuestro poder adquisitivo. Predecían nuestra solvencia y calculaban nuestro potencial como estudiantes, trabajadores, amantes o delincuentes. Esta era la economía del big data, y prometía ganancias espectaculares.

En 1997, el Banco Central sueco concedió el premio a las ciencias económicas en honor a Nobel, a Myron Scholes y Robert C. Merton por “un nuevo método para determinar el valor de los derivados”. Por cierto, un derivado es un producto financiero cuyo precio parte del precio de otro activo, futuros del petróleo, por ejemplo, y dependen del valor del activo principal, el barril de petróleo.

Estos señores habían fundado tres años antes –junto con John Meriwether, antiguo vicepresidente de Salomon Brothers– un fondo de inversión de carácter especulativo, Long Term Capital Management o LTCM. ¿Se acuerdan de él? Obtuvo elevados rendimientos en los primeros años, por lo que todo el mundo los consideraba unos genios. Pero en 1998, sus modelos de riesgo se fueron al garete: el fondo perdió 4.600 millones de dólares en menos de cuatro meses, provocando la intervención de la Reserva Federal de los Estados Unidos, el rescate por otras entidades financieras y el cierre a comienzos de 2000.

En el 2019, un estudio publicado en la revista Science reveló que era mucho menos probable que un algoritmo de predicción de atención médica, utilizado por hospitales y compañías de seguros en los EE. UU. para identificar a los pacientes que necesitaban programas de “gestión de la atención de alto riesgo», fueran afroamericanos. En cambio, el algoritmo recomendaría pacientes blancos para estos programas y no a pacientes negros. El estudio encontró que el algoritmo usaba el gasto en atención médica como un indicador para determinar la necesidad de atención médica o el puntaje de un individuo, lo que anulaba, para obviar largas razones, a hombres y mujeres de color.

Como se ve, trabajos, inversiones y salud, al menos con los ejemplos expuestos arriba, están condenados por los algoritmos. Pero la idea es que entendamos cómo se fabrica el modelo y así comprender lo que sucede. El ejemplo que da en su libro Caty O’Neil es muy ilustrativo y simpático. Sería como diseñar la estructura de cómo detener a Messi, pero en beisbol, un deporte que deja marcas más fáciles de explicar y no el regateo que puede tener el mediocampista, y cuya tendencia es indeterminada.

Antes de comenzar quisiera destacar una aclaración que da la misma autora, y es que el cerebro humano realiza las mismas tareas que un algoritmo. Ella da una explicación acerca de la preparación de la cena para sus tres hijos, lo que expone un modelo informal de algoritmo cerebral que como madre emplea a diario. Cada noche, cuando se pone a cocinar de manera intuitiva, piensa recabando información cuánto apetito tendrá cada uno de los miembros de mi familia. Sabe además que uno de sus hijos comerá solo la pasta, que el otro comerá pollo y el último es fanático de las hamburguesas. Los datos de entrada del modelo son la información que tiene sobre su familia, los ingredientes que tiene en la cocina, el tiempo, las ganas, etc. La evaluación del éxito será cuánto cenen o cuánto dejen. El problema radica en su ausencia, si ella sale y sus hijos se quedan con la abuela, ¿se puede transmitir el algoritmo, toda la información obtenida en él para que la abuela haga la cena?, la verdad, no.

Para afianzar este punto enfoquémonos en cómo hacer para parar a un jugador específico en el beisbol. Un equipo cambio de posición a sus jugadores porque descubrió que la tendencia de bateo de quien les había hecho daño en el primer partido era la misma, siempre al mismo lugar, siempre a la derecha, supongamos, así que puso a su mejor jugador a la derecha para que atrapara los batazos del contrario. En la actualidad todos los equipos lo hacen, de hecho, el algoritmo se va nutriendo con las estadísticas de cada bateo, de cada juego. Y todas las preguntas que se nos ocurren son las que nutren el modelo. La respuesta del modelo es ejecutar diferentes escenarios en cada coyuntura para dar con las combinaciones de respuestas óptimas en cada instancia del partido. El problema está en las preguntas que lo alimentan.

Si las respuestas son los gastos en salud y estos gastos dan puntajes para ingresar a ciertos programas, los afroamericanos que no gastan en salud, por no tener recursos, harán que el algoritmo los deje fuera, porque se nutre de gastos para decidir y brindar puntaje, es decir, el diseño de las variables que nutre las estadísticas está pensado para dejarlos fuera. Eso sí, de manera matemáticamente justificada, imparcial y científica. Y aquí está el centro de la mentira y ella da un ejemplo en el que señala sus características destructivas poco a poco.

El nuevo alcalde de Washington decidió corregir la situación de las escuelas deficientes de la ciudad, las que tenían malos alumnos, de los cuales muy pocos llegaban a graduarse del primario. La teoría generalmente aceptada por el neoliberalismo era que los alumnos no aprendían lo suficiente porque sus profesores no trabajaban bien. De modo que, en 2009 se planteó un plan para extirpar del sistema a los docentes de bajo rendimiento. ¿Cómo?, pues evaluando a los profesores con una prueba llamada IMPACT, deshacerse de los peores y colocar a los mejores donde se pueda producir el mayor efecto positivo posible.

Una de las evluadas era Sarah Wysocki, maestra de quinto grado, que llevaba trabajando solo dos años en el colegio MacFarland, pero el director del colegio y los padres de sus alumnos tenían ya una excelente opinión de ella. Elogiaban lo atenta que era con los niños; “una de las mejores maestras con las que he tratado nunca”. La maestra Wysocki sacó una penosa puntuación en su evaluación de IMPACT, esa puntuación, generada por un algoritmo, la dejaba debajo del umbral mínimo, por lo que ella y 205 maestros más fueron despedidos. Obviamente, Sarah Wysocki pensó que los números eran terriblemente injustos y quiso saber de dónde venían.

¿Cómo estaba diseñado el algoritmo?, ¿qué lo nutria? Bien, el primer problema fue que la ciudad contrató una consultora que tenía un sistema llamado Mathematica y dicha consultora no podía revelar su formato, porque la habían contratado porque tenía el conocimiento para hacer la evaluación. El modelo en sí es una caja negra, su contenido, un secreto corporativo fieramente guardado. De este modo, las consultoras con sistemas como Mathematica pueden cobrar más, aunque este secretismo sirve también a otros propósitos. Intentar puntuar la eficacia de un docente analizando los resultados de una prueba de solo veinticinco o treinta alumnos no tiene solidez estadística y es, incluso, ridículo. Pero ¿cómo puede confirmar el sistema que su análisis fue correcto? No puede. Una de las variables que alimentaba al algoritmo era los resultados de años anteriores. En ellos los docentes ayudaron a sus alumnos a realizar pruebas para que el establecimiento quedara bien parado; con esta profesora, eso no pasó.

Lo que nutre el algoritmo es lo que se llama “bucle de retroalimentación” Las empresas, por ejemplo, utilizan cada vez más las calificaciones de solvencia crediticia para evaluar a los posibles candidatos para un trabajo. Se basan en la creencia de que las personas que pagan pronto sus facturas tienen más probabilidades de llegar puntualmente a su puesto de trabajo y de cumplir las normas. Pero buenos trabajadores tuvieron la desgracia de quedarse desempleados porque su empresa cerró, por lo que tardan en pagar facturas, lo que hace que tengan una mala calificación crediticia. No obstante, esta idea de que dicha mala calificación está relacionada con un mal rendimiento en el trabajo hace que las personas que tienen una calificación más baja tengan menos probabilidades de encontrar trabajo. El desempleo los empuja a la pobreza, lo que a su vez empeora aún más sus calificaciones de solvencia, con lo que les resulta aún más difícil encontrar trabajo.

Un algoritmo procesa un montón de estadísticas y produce como resultado una cierta probabilidad de que una persona concreta pueda ser un mal empleado, un prestatario de riesgo, un terrorista o un pésimo maestro. Esa probabilidad se condensa en una puntuación, que puede llegar a destrozar la vida de alguien. Y, sin embargo, cuando esa persona decide defenderse, las “sugerentes” pruebas en contra del veredicto son insuficientes para aclarar las cosas.

Después de la terrible sorpresa de su despido, Sarah Wysocki solo estuvo unos cuantos días desempleada. Había mucha gente dispuesta a responder por su trabajo como maestra, entre ellas su director, y en seguida la contrataron en un colegio privado de un próspero distrito al norte de Virginia. La consecuencia final fue que, gracias a un modelo altamente cuestionable, un colegio pobre perdió a una buena maestra, y un colegio rico, que no despedía a los docentes por las puntuaciones que obtuvieran sus alumnos, ganó una.

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2023/10/29/el-lado-oscuro-del-algoritmo/

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Coalición por el Acceso al Conocimiento contra el cobro por préstamos en bibliotecas públicas

Coalición por el Acceso al Conocimiento contra el cobro por préstamos en bibliotecas públicas

Por Red en Defensa de los Derechos Digitales

 

La Coalición por el Acceso al Conocimiento (A2K) ha hecho público su rechazo a que se discutan los cobros por “derechos de préstamo” en la 44ª sesión del Comité Permanente de Derecho de Autor y Derechos Conexos (SCCR) de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), a realizarse del 6 al 8 de noviembre en Ginebra.

La Coalición A2K ─de la cual R3D: Red en Defensa de los Derechos Digitales forma parte─ está compuesta por organizaciones que representan a educadores, investigadores, estudiantes, bibliotecas, archivos, museos, además de otros usuarios del conocimiento y comunidades creativas de todo el mundo. Los miembros comparten la visión de un sistema de derechos de autor justo y equilibrado que se sustenta en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El grupo presentó un análisis de los principales puntos del día que se abordarán en la sesión, entre los que destaca una propuesta de estudio propuesta promovida por tres países acerca del pago por el derecho al préstamo público, que no es más que una exigencia de que las bibliotecas públicas paguen una “compensación” por el préstamo no comercial de libros y otras obras de sus colecciones.

El análisis insta a los miembros del Comité de la OMPI a “no dedicar valioso tiempo” en esta discusión, ya que considera que este tipo de prácticas solo existen en un pequeño número de países ─concentrados en Europa, Australia, Canadá, Israel y Nueva Zelanda─ y muchos funcionan como parte de la política cultural estatal, no de los derechos de autor.

La Coalición también considera que el cobro por préstamo público implicaría el pago de tasas a autores extranjeros y nacionales, lo que podría significar que los países en desarrollo terminen pagando importantes montos a las editoriales del Norte Global.

Así mismo, la Alianza de la Sociedad Civil Latinoamericana para el Acceso Justo al Conocimiento ─donde R3D también es partícipe─ publicó recientemente una posición similar, la cual defiende la naturaleza del préstamo público como mecanismo imprescindible para garantizar el derecho fundamental de acceso y participación en la cultura.

Entre los otros puntos abordados por el análisis de la agenda de SCCR, la Coalición A2K apoya la implementación de la propuesta del Grupo Africano para mayores excepciones y limitaciones al derecho de autor frente al derecho a la educación y el derecho de acceso a la cultura.

Así mismo, la coalición también mostró su oposición a la propuesta del Tratado de Radiodifusión, sugiriendo que se elimine de la agenda. Este tratado pretende establecer nuevos “derechos exclusivos” para los radiodifusores, de modo que abarquen las transmisiones por Internet y, por ende, generen nuevas regalías.

“No existe ningún racional para un tratado antipiratería para contenidos que ya se encuentran protegidos por otros tres tratados digitales de la OMPI, así como el cifrado de señales”, señala el análisis.

Fuente: https://r3d.mx/2023/10/05/la-coalicion-por-el-acceso-al-conocimiento-se-posiciona-en-contra-del-cobro-por-prestamo-publico-a-bibliotecas/

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ONU: Importancia de reducir el desperdicio y pérdida de alimentos para el mundo

Importancia de reducir el desperdicio y pérdida de alimentos para el mundo

Las Naciones Unidas subrayan que reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos ofrece una triple ventaja: beneficia al clima, garantiza la seguridad alimentaria y contribuye a la sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios.

Reducir el desperdicio de alimentos se traduce en un uso más eficiente de los recursos naturales y en una disminución de la contaminación innecesaria.

Disminuir el desperdicio de alimentos podría resultar en avances significativos en dos desafíos críticos de nuestro tiempo: la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental, como lo revela un reciente informe del Banco Mundial. Incluso antes de que la pandemia de Covid-19 perturbara las cadenas de suministro a nivel nacional, lo que llevó a algunos agricultores a desechar cultivos no vendidos, aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos anualmente se perdía durante el cultivo, el transporte, el procesamiento o se desperdiciaba en las etapas de venta o consumo minorista.

El vicepresidente de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial, Juergen Voegele, señaló: «Las estrategias destinadas a reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos pueden aportar una serie de beneficios. Junto con otras políticas e inversiones, estas estrategias pueden desempeñar un papel fundamental en la mejora de la salud de la población, la economía y el medio ambiente de los países».

Una forma de contaminación innecesaria

Reducir el desperdicio de alimentos se traduce en un uso más eficiente de los recursos naturales y en una disminución de la contaminación innecesaria. Generar alimentos que no se consumen no solo consume valiosos recursos naturales, sino que también conlleva la emisión de gases de efecto invernadero, tanto durante su cultivo como durante su descomposición. De hecho, las emisiones asociadas a la pérdida y el desperdicio de alimentos representan aproximadamente el 8 % de las emisiones totales en el mundo, lo que convierte la reducción de este problema en una estrategia prometedora para mitigar el cambio climático.

Las Naciones Unidas subrayan que reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos ofrece una triple ventaja: beneficia al clima, garantiza la seguridad alimentaria y contribuye a la sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios. Por lo tanto, en un contexto de creciente inseguridad alimentaria, malnutrición y hambruna a nivel global, este asunto debe convertirse en una prioridad.

Mientras muchas personas dan por sentada la disponibilidad de alimentos en la actualidad, millones de individuos en todo el mundo sufren hambre o inseguridad alimentaria, lo que demuestra que la garantía de acceso a alimentos no es una realidad para todos.

Lo que revelan las estadísticas

En términos generales, se estima que 3.100 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso a una dieta saludable. Por otro lado, alrededor del 14 % de los alimentos producidos globalmente, con un valor de 400.000 millones de dólares al año, se desperdician una vez recolectados antes de llegar a los comercios. Además, un 17 % adicional, equivalente a unos 931 millones de toneladas de alimentos, termina en la basura, tanto en los comercios como en los hogares de los consumidores. Sorprendentemente, gran parte de este desperdicio de alimentos ocurre en nuestros propios hogares.

La pérdida y el desperdicio de alimentos imponen una carga innecesaria sobre el medio ambiente y los recursos naturales utilizados en su producción. Básicamente, esto implica una utilización ineficiente de los recursos de la tierra y el agua, genera contaminación y emite gases de efecto invernadero (GEI) de forma evitable.

Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos puede tener un impacto positivo en la seguridad alimentaria. Aunque un enfoque comúnmente adoptado por los gobiernos de países de ingresos bajos y medios es mantener artificialmente bajos los precios de los alimentos para abordar la inseguridad alimentaria, esto tiene consecuencias negativas, ya que los precios bajos no reflejan los verdaderos costos ambientales de la producción de alimentos y no brindan incentivos para preservar los recursos. La disminución de la pérdida y el desperdicio de alimentos puede aumentar la disponibilidad de alimentos y, por ende, hacer que estos sean más asequibles para los consumidores sin necesidad de aumentar la producción ni seguir agotando los recursos naturales.

Posibles soluciones

El derecho a una alimentación adecuada supone que los alimentos deben estar disponibles y ser accesibles para todas las personas. Esto requiere que los sistemas de producción, procesamiento y comercialización estén alineados con la demanda, de modo que los alimentos no se pierdan o desperdicien a lo largo de la cadena de suministro debido a problemas en la cosecha, distribución o precios. Esta problemática amenaza la capacidad de las personas para acceder a los alimentos que necesitan.

Además, la pérdida y el desperdicio de alimentos tienen un impacto negativo en cuestiones tan relevantes como el cambio climático, la pobreza, el comercio y, en última instancia, en la realización del derecho a una alimentación adecuada. Por ejemplo, en los sistemas actuales de producción de alimentos, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentan en un ocho por ciento.

Aquí presentamos algunos consejos valiosos para reducir el desperdicio de alimentos:

-Compre de forma inteligente.

-Cocine de manera más eficiente.

-No descarte frutas y verduras con «apariencia imperfecta».

-Asegúrese de que su nevera funcione correctamente.

-Siga el método «salga primero lo que entró primero».

-Aprenda a almacenar alimentos adecuadamente.

-Comprenda las etiquetas de fecha en los alimentos.

-Pida porciones más pequeñas cuando coma fuera.

-Aprecie las sobras y deles un nuevo propósito.

-Fomente su creatividad en la cocina.

-Comparta alimentos con otros: utilice aplicaciones específicas.

-Done alimentos no deseados a organizaciones benéficas.

-Aproveche la tecnología para reducir el desperdicio.

-Composte los restos de alimentos en lugar de desecharlos.

Mejorar los métodos en la cadena de suministro, desde la cosecha hasta el procesamiento y el consumo, es fundamental para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos. Además, esto contribuye de manera significativa a garantizar el derecho de todas las personas a una alimentación adecuada.

Fuente de la Información: https://www.telesurtv.net/telesuragenda/importancia-reducir-desperdicio-perdida-alimentos-mundo-20231020-0029.html

 

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Sistema Económico y Tecnología: Según la IA, la Humanidad depende de un “cambio radical” del sistema económico

Según la IA, la Humanidad depende de un “cambio radical” del sistema económico

En las últimas décadas, hemos visto con creciente preocupación cómo el sistema económico y político global está acelerando la destrucción del planeta. El problema radica en que este sistema está basado en el crecimiento económico constante, el cual se basa en el consumo de recursos naturales y la generación de residuos. Para mantener este crecimiento, las empresas y los gobiernos están constantemente buscando nuevas formas de explotar los recursos naturales y producir bienes y servicios.

Este modelo de desarrollo es insostenible a largo plazo, ya que está poniendo en peligro la capacidad del planeta de sostener la vida. Los principales problemas ambientales que estamos enfrentando, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, son el resultado directo de este modelo.

Además, el sistema económico y político global está dominado por unas pocas grandes empresas que tienen un enorme poder. Estas empresas tienen un gran interés en mantener el statu quo, ya que les beneficia económicamente.

Como resultado, estas empresas se resisten a los cambios que podrían ayudar a proteger el medio ambiente. Por ejemplo, se oponen a la adopción de medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, ya que esto podría afectar a sus beneficios.

El sistema económico y político global también está muy fragmentado. No existe una autoridad global que pueda coordinar las acciones para proteger el medio ambiente.

Como resultado, cada país o región actúa de forma independiente, lo que dificulta la adopción de medidas globales. Por ejemplo, algunos países están reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que otros las están aumentando.

Hay varios factores que contribuyen a que el sistema económico y político global sea insostenible. Entre ellos, destacan los siguientes:

  • La búsqueda del beneficio económico a corto plazo: Las empresas y los gobiernos están motivados por la búsqueda del beneficio económico a corto plazo. Esto les lleva a tomar decisiones que pueden ser perjudiciales para el medio ambiente, incluso si tienen consecuencias negativas a largo plazo.
  • La falta de regulación: Los gobiernos no están haciendo lo suficiente para regular la actividad económica y proteger el medio ambiente. Esto se debe a que las empresas y los lobbies empresariales tienen un gran poder de influencia sobre los gobiernos.
  • La desigualdad social: El sistema económico global está basado en la desigualdad social. Esto significa que una pequeña minoría de personas controla la gran mayoría de los recursos naturales y del poder económico. Esta desigualdad dificulta la transición hacia un modelo de desarrollo sostenible.

El crecimiento económico es incompatible con la sostenibilidad

El sistema económico global se basa en el crecimiento económico indefinido. Este crecimiento requiere un consumo constante de recursos naturales, lo que inevitablemente conduce a la degradación ambiental.

Los recursos naturales son finitos, y el planeta tiene una capacidad limitada para absorber los residuos. A medida que la población mundial crece y la demanda de recursos aumenta, nos acercamos cada vez más al límite de la sostenibilidad.

El sistema político no está preparado para abordar la crisis climática

El sistema político global está dividido y fragmentado. Esto dificulta la adopción de medidas urgentes para abordar la crisis climática.

Los gobiernos nacionales están más preocupados por sus propios intereses que por el bien común. Esto lleva a la toma de decisiones cortoplacistas que perjudican al medio ambiente.

La sociedad no está preparada para un cambio radical

La sociedad está acostumbrada a un sistema económico y político que favorece el consumo y el crecimiento. Cambiar a un sistema más sostenible requeriría un cambio radical en nuestros hábitos y valores.

Esto es difícil de lograr, ya que la mayoría de las personas se resisten al cambio.

Conclusiones

El sistema económico y político global está intrínsecamente diseñado para destruir el planeta. Si queremos evitar un desastre ambiental, debemos cambiar radicalmente nuestro sistema económico y político. Esto requerirá un esfuerzo concertado de todos los sectores de la sociedad.

Algunas propuestas para un cambio radical

  • Una transición a una economía circular

Una economía circular es un sistema económico que se basa en la reutilización, el reciclaje y la reparación de los recursos. Esto reduce la necesidad de extraer recursos naturales y genera menos residuos.

  • Un cambio a energías renovables

Las energías renovables son fuentes de energía limpias e inagotables. Su uso reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, que son la principal causa del cambio climático.

  • Una reducción del consumo

El consumo excesivo es una de las principales causas de la degradación ambiental. Debemos aprender a vivir con menos, reduciendo nuestro consumo de bienes y servicios.

  • Un cambio en nuestra dieta

La ganadería es una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero. Una dieta vegetariana o vegana es una forma efectiva de reducir nuestra huella ambiental.

  • Un mayor apoyo a la agricultura sostenible

La agricultura sostenible es una forma de producir alimentos que protege el medio ambiente. Debemos apoyar a los agricultores que practican la agricultura sostenible.

Estos son solo algunos ejemplos de las medidas que se necesitan para cambiar nuestro sistema económico y político. Si queremos evitar un desastre ambiental, debemos actuar ahora.

 

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Ambiente: ¿El colapso ecológico del planeta aún es evitable?

¿El colapso ecológico del planeta aún es evitable?

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Aunque puede haber cierta controversia y debate sobre la magnitud y el cronograma exactos de los riesgos ambientales, hay una creciente evidencia científica de que la actividad humana está causando impactos significativos en el medio ambiente y que estos impactos podrían tener consecuencias graves para la salud del planeta y la supervivencia de las especies, incluida la humana. El riesgo de colapso ecológico del planeta es una preocupación real y respaldada por la comunidad científica.

Algunos de los principales problemas ambientales que contribuyen al riesgo de colapso ecológico incluyen el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la degradación de los ecosistemas, la contaminación del aire y del agua, la deforestación, la acidificación de los océanos y el agotamiento de recursos naturales como el agua dulce y los combustibles fósiles. Estos problemas están interconectados y pueden tener efectos en cascada que afectan a múltiples aspectos de la vida en la Tierra.

Numerosos estudios y evaluaciones, como los informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas y el informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), han advertido sobre los riesgos ambientales y han llamado a la acción para abordar estos problemas de manera urgente.

Algunos de los problemas ambientales más urgentes que enfrentamos incluyen:

  • Cambio climático: El calentamiento global está provocando el derretimiento de los glaciares, el aumento del nivel del mar y cambios en los patrones climáticos. Estos cambios están teniendo un impacto devastador en los ecosistemas y las comunidades humanas.
  • Extinción masiva: La tasa de extinción de especies es actualmente 100 veces mayor que la tasa natural. Esto se debe a la pérdida de hábitat, la contaminación y la caza furtiva.
  • Degradación de los ecosistemas: Los ecosistemas están siendo degradados por la contaminación, la deforestación y la sobreexplotación. Esto está teniendo un impacto negativo en la biodiversidad, la calidad del agua y el suministro de alimentos.
  • Agotamiento de los recursos naturales: Los recursos naturales, como el agua, el petróleo y los minerales, están siendo agotados a un ritmo alarmante. Esto está creando una escasez de recursos y aumentando los precios.

Si no se toman medidas para abordar estos problemas, el riesgo de colapso ecológico es real. Esto podría tener consecuencias catastróficas para la humanidad y el planeta.

Si bien es importante destacar que la humanidad tiene la capacidad de tomar medidas para mitigar estos riesgos y evitar un colapso ecológico catastrófico, la acción decisiva y la cooperación a nivel global son esenciales para abordar estos desafíos y trabajar hacia un futuro más sostenible y saludable para nuestro planeta y sus habitantes.

Hay muchas cosas que podemos hacer para reducir el impacto humano en el medio ambiente, aunque deberemos sortear algunos inconvenientes.

10 motivos por los que la humanidad no logra detener el colapso ecológico

  1. Dependencia de los combustibles fósiles: La economía mundial todavía depende en gran medida de los combustibles fósiles, como el petróleo, el gas y el carbón, para satisfacer sus necesidades energéticas. Estos combustibles emiten grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) cuando se queman, contribuyendo al calentamiento global.
  2. Intereses económicos poderosos: Las industrias relacionadas con los combustibles fósiles tienen un gran poder económico y político y han resistido los cambios hacia fuentes de energía más limpias debido a los beneficios financieros a corto plazo.
  3. Negación del cambio climático: A pesar de la abrumadora evidencia científica del cambio climático, ha habido una campaña de desinformación y negación por parte de algunos actores políticos y de la industria que han retrasado las acciones efectivas.
  4. Falta de cooperación global: La cooperación internacional es esencial para abordar la crisis climática, pero los intereses nacionales a menudo dificultan la adopción de medidas globales significativas, como el Acuerdo de París.
  5. Obstáculos tecnológicos: Aunque las tecnologías limpias avanzan rápidamente, todavía hay obstáculos tecnológicos y costos asociados con la adopción de energías renovables y soluciones de reducción de emisiones a gran escala.
  6. Desarrollo económico no sostenible: Muchos países en desarrollo están luchando por alcanzar un desarrollo económico rápido, lo que a menudo implica la construcción de infraestructuras intensivas en carbono. Esto dificulta la transición hacia una economía baja en carbono.
  7. Corto plazo frente al largo plazo: La política a menudo se centra en objetivos y resultados a corto plazo, mientras que la crisis climática requiere una visión a largo plazo y medidas sostenibles que pueden no generar beneficios inmediatos.
  8. Desigualdades económicas y sociales: La crisis climática afecta de manera desproporcionada a las comunidades más vulnerables y marginadas, lo que dificulta la movilización política para abordarla.
  9. Falta de conciencia pública: Aunque la conciencia sobre el cambio climático ha aumentado, muchas personas todavía no comprenden completamente su gravedad o no sienten la urgencia de tomar medidas.
  10. Inercia y resistencia al cambio: Cambiar los sistemas económicos y energéticos existentes es difícil y a menudo se enfrenta a resistencia de quienes se benefician del status quo.

 

Fuente de la Información: https://www.ecoportal.net/temas-especiales/colapso-ecologico-del-planeta/

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Conocimiento Libre: Cultura de la dependencia tecnológica

Cultura de la dependencia tecnológica

Fernando Buen Abad Domínguez

Acostumbrados como estamos a consumir (mayormente) lo ajeno, la tecnología no fue ni es excepción que honre a gobierno alguno en términos brutos. Aunque el consumismo tecnológico adquirió modalidades muy diversas, en cantidad y en calidad, el resultado es el mismo

Pagamos sumas incalculables (y con ellas todas sus consecuencias) cada minuto que se posterga la soberanía tecnológica amordazada con palabrerío de ocasión. No confundamos la oferta seductora, y sus facilidades para el endeudamiento, con la verdadera y concreta tarea de sustituir importaciones tecnologías en todas las áreas. Que el mercado se presente “seductor” con la oferta de “maravillas tecnológicas” a granel, deja sobre la mea de nuestras realidades la muy amaga impotencia que nos asalta ante los escaparates de lo inalcanzable o lo contradictorio. Aunque hagamos “sacrificios” para mantenernos al día.

También la concentración monopólica de la tecnología es una amenaza contra las democracias. Y parece que nos acostumbramos, a costos incalculables, a consumir mansamente, planificada y adictamente, todo cuanto nos imponen los consorcios tecnológicos trasnacionales frecuentemente con matriz en la industria bélica. Internet no nos dejará mentor, por ejemplo. Transferimos al aparato empresarial bélico, bancario y mediático -sin frenos y sin auditorias-, sumas ingentes. Entiéndase aquí “dependencia” en su sentido amplio que incluye las adicciones más variadas y las más “novedosas”. Adquirimos tecnología sin soberanía; no consolidamos nuestras fuerzas de producción, no creamos una corriente internacionalista para una tecnología emancipada y emancipadora; no creamos las usinas semióticas para la emancipación y el ascenso de las conciencias hacia la praxis transformadora; en la producción de tecnologías y no creamos un bastión ético y moral para el control político del discurso y el gasto. No es que falten talentos o expertos, no es que falte dinero ni que falten las necesidades con sus escenarios. Hizo estragos, nuevamente, la crisis de dirección política transformadora. Hablamos mucho, hicimos poco. Ni el “Informe MacBride” (1980) supimos escuchar y usar, como se debe.

Estamos bajo el fuego de (al menos) tres guerras simultáneas: una Guerra Económica desatada para dar otra “vuelta de tuerca” contra la clase trabajadora; una Guerra Territorial para asegurarse el control, metro a metro, contra las movilizaciones y protestas sociales que se multiplican en todo el planeta; y una Guerra Cognitivo-Mediática para anestesiarnos y criminalizar las luchas sociales y a sus líderes. Tres fuegos que operan de manera combinada desde las mafias financieras globales, la industria bélica y el re-editado “plan cóndor comunicacional” empecinado en silenciar a los pueblos.

En particular, la guerra cognitivo-mediática es extensión de la guerra económica imperial no se contenta con poner su bota explotadora en el cuello de los pueblos, quiere, además; que se lo agradezcamos; que reconozcamos que eso está “bien”, que nos hace “bien”; que le aplaudamos y que heredemos a nuestra prole los valores de la explotación y la humillación como si se tratara de un triunfo moral de toda la humanidad, como si se tratara de un patrimonio digno de ser heredado. El discurso financiado es un sistema de defensa estratégica transnacional operada desde las centrales imperiales con ayudas vernáculas. Para eso ha servido buen parte de la tecnología que nos imponen y buena parte de nuestras adicciones inducidas para el consumismo de sus “fierros”. Una parte del poder económico-político de las empresas trasnacionales productoras de tecnología tiene sus contrapartes cómplices vernáculas que operan de manera, unas veces desembozada y otras veces maquillada por prestanombres de todo tipo. Se trata de una doble articulación de la dependencia que supera a los poderes nacionales (muchos de ellos no tributan, no respeta leyes y no respeta identidades) mientras ofrece respaldo a operaciones locales en las que se inclina la balanza del capital contra el trabajo.

Nuestra dependencia tecnológica en materia de comunicación es pasmosa; gastamos sumas enormes en producir comunicación generalmente efímera y poco eficiente; nuestras bases teóricas están mayormente infiltradas por las corrientes ideológicas burguesas que se han adueñado de las academias y escuelas de comunicación; no tenemos escuelas de cuadros especializadas y no logramos desarrollar usinas semánticas capaces de producir contenidos y formas pertinentes y seductoras en la tarea de sumar conciencia y acción transformadora. Con excepción de las excepciones.

Han instrumentado modelos bancario-financieros de endeudamiento y dependencia económica inspirados en la retracción del papel del Estado para reducir y suspender el derecho histórico a la soberanía tecnológica.  Así les compramos desde medicamentos hasta instrumentos, desde maquinarias hasta Filosofías de la Tecnología. Compramos teléfonos, pantallas, trasponders más la catarata de refacciones pergeñada por la “obsolescencia planificada”. Nuestra independencia tecnológica duerme el sueño del “subdesarrollo” anestesiada por contratos jugosos que, además de someternos nos “educan” para estar agradecidos y embelesados con los avances tecnológicos más sorprendentes. Mayormente ajenos.

Esa dependencia es una emboscada porque incluso algunos intentos por desplegar fabricaciones propias suelen ir pegados a los modelos de producción y consumo diseñados por las ideas y las necesidades empresariales. Tan delicado como imitar contenidos es imitar formas. Las formas tecnológicas no son entidades a-sexuadas o inmaculadas, y no quiere decir esto que no se pueda expropiar (consciente y críticamente) el terreno de las formas para ponerlas al servicio de una transformación cultural y comunicacional pero debe tenerse muy en cuenta, qué realmente es útil y por qué no somos capaces de idear formas mejores.

No obstante, contra todas las dificultades y no pocos pronósticos pesimistas, los pueblos luchan desde fretes muy diversos y en condiciones asimétricas. Con experiencias victoriosas en más de un sentido es necesaria una revisión autocrítica de urgencia mayor. Intoxicados, hasta en lo que ni imaginamos, vamos con nuestras “prácticas comunicacionales” repitiendo manías y vicios burgueses a granel. La andanada descomunal de ilusionismo, fetichismo y mercantilismo con que nos zarandea diariamente la ideología de la clase dominante, nos ha vuelto, a muchos, loros empiristas inconscientes capaces de repetir modelos hegemónicos pensando, incluso convencidos, que somos muy “revolucionarios”. Salvemos de inmediato a las muy contadas excepciones.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/cultura-de-la-dependencia-tecnologica/

 

 

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OEI: Programa Iberoamericano de Transformación Digital en Educación

Programa Iberoamericano de Transformación Digital en Educación

El programa se enmarca en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y su objetivo es avanzar hacia modelos híbridos para ampliar la cobertura educativa en plena sociedad digital y “no dejar a nadie atrás” en Iberoamérica.

 

Cuando en marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirma la pandemia producida por COVID-19, todavía no éramos conscientes de las implicaciones que eso iba a tener en el ámbito educativo. Pero, en la actualidad, mientras todavía continuamos aprendiendo y dando las respuestas necesarias para paliar esta crisis, la digitalización en educación ha recibido la importancia que realmente requiere y está siendo abordada desde todos los ministerios de Educación de la región.

¿Por qué la transformación educativa digital?

Este programa no es una más de las 400 iniciativas que la OEI tiene en marcha en la región. Se trata de una iniciativa que busca movilizar política, social y financieramente a diferentes actores para superar el 0,78 % del presupuesto regional que hay destinado para superar los efectos de la pandemia en educación.

  • La salida de la pandemia hace necesarios sistemas educativos más flexibles, inclusivos, resilientes y el desarrollo de competencias digitales que favorezcan la empleabilidad y productividad.
  • El contexto actual postpandemia en la región se caracteriza por: 
    • en promedio, más de un año académico sin presencialidad o con interrupciones prolongadas (CEPAL, 2021). La región del mundo con más horas lectivas presenciales perdidas.
    • se incrementará la “pobreza de aprendizaje” en más del 20% (Banco Mundial, 2021).​
    • aumentarán las tasas de abandono escolar entre adolescentes y jóvenes; así, 3,1 millones de jóvenes, niñas y niños habrían sido excluidos de la educación.​
    • la probabilidad de completar la educación secundaria en 18 países de América Latina caería del 56% al 42%, principalmente en adolescentes de familias con bajo nivel educativo, cuya probabilidad se reduciría casi 20 puntos porcentuales (Neidhöfer, Lustig y Tommasi, 2020 y 2021).​
    • profundización de las brechas existentes. Brecha económica, brecha social y brecha de género (“pandemia en la sombra”)​.​

¿Qué debemos tener en cuenta?

  • Agenda internacional 2030. Objetivos y desafíos de la nueva agenda 2030.
  • Que nadie se quede atrás. Prestar especial atención a los alumnos más vulnerables: el 40% que durante la pandemia no ha tenido opciones de educación virtual.
  • Identificar zonas y poblaciones de intervención prioritaria. Seleccionar aquellas áreas geográficas y comunidades más carenciadas.
  • Previsión, coordinación y acción. Definir una estrategia conjunta a partir de las necesidades detectadas con los ministerios de educación y en articulación con sus políticas públicas, y otras administraciones, organizaciones multilaterales, sociedad civil, etc.
  • Estrategias de cooperación avanzada. Fortalecimiento de capacidades, creación de redes; dialogo de políticas, compartir buenas prácticas: transformación desde la innovación.
  • Lecciones aprendidas y difusión. Sistematizar y evaluar toda la experiencia. Generación de conocimiento y compartirlo.
  • Apropiación social. Amplia difusión en redes sociales y medios de comunicación.

Antecedentes

Proyecto Regional con alcance nacional Luces para Aprender

«Luces para Aprender» es una iniciativa de carácter regional promovida por la OEI y aprobada en el año 2011 por los ministros de Educación de los países iberoamericanos en la XIX Conferencia Iberoamericana de Educación realizada en Asunción, Paraguay. Su fin es contribuir con la mejora de la calidad educativa de las escuelas rurales de la región, así como el desarrollo y bienestar de las comunidades a las que pertenecen.

El proyecto ha beneficiado a 25.934 estudiantes y 1.197 docentes de 556 escuelas rurales de comunidades aisladas que no contaban con energía eléctrica ni conectividad, en 13 países de la región.

 

 

Fuente de la Información: https://oei.int/oficinas/secretaria-general/programa-regional-de-transformacion-digital-en-educacion-2/contexto

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