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Cerrar la brecha digital de género sacaría de la pobreza a 30 millones de mujeres, según la ONU

El informe ‘Gender Snapshot 2025’ destaca que la igualdad de género puede lograrse “con inversión y voluntad política”.

 

Cerrar la brecha digital de género es esencial tanto para el crecimiento económico como para construir una sociedad más equitativa. Así lo indica el informe Gender Snapshot 2025 de ONU Mujeres y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas, donde si bien destacan avances logrados como el aumento de la escolarización de las niñas, la disminución de la mortalidad materna y la reducción de las tasas de violencia de pareja en los países que cuentan con medidas integrales de protección, también advierten de un retroceso sin precedentes en los derechos de las mujeres con la restricción de espacios para la participación social y la disminución de recursos para la igualdad de género.

 

Por todo ello, la ONU destaca la importancia de que los países inviertan más en igualdad y reduzcan la brecha digital entre hombres y mujeres.

 

“Las inversiones específicas en igualdad de género tienen la capacidad de transformar sociedades y economías. Solo cerrar la brecha digital de género podría beneficiar a 343,5 millones de mujeres y niñas en todo el mundo, sacar a 30 millones de la pobreza para 2050 y generar un aumento estimado de 1,5 billones de dólares (1,38 billones de euros) en el PIB mundial de cara a 2030”, según ha explicado este lunes Sima Bahous, directora ejecutiva de ONU Mujeres, tras la presentación del informe.

La ONU destaca la importancia de cerrar la brecha digital. (Imagen: Shutterstock)

 

Los conflictos letales afectan más a mujeres y niñas

No obstante, el informe señala que, de continuar la tendencia actual, en 2030 unas 351 millones de mujeres y niñas seguirán en situación de pobreza extrema. Además, destaca que en la actualidad 676 millones de mujeres y niñas viven en zonas expuestas a conflictos letales, la cifra más alta desde la década de los años 90, y que en 2024, 64 millones más de mujeres adultas enfrentaron inseguridad alimentaria moderada o grave en comparación con los hombres.

 

El estudio, que reúne información de más de 100 fuentes y da seguimiento al progreso de mujeres y niñas en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también advierte de que solo quedan cinco años para cumplir la Agenda 2030, que busca alcanzar la igualdad de género a nivel global. Sin embargo, Li Junhua, secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Económicos y Sociales, insiste en que “una acción decidida en cuidado, educación, economía verde, empleo y protección social podría sacar a 110 millones de mujeres y niñas de la pobreza extrema para 2050 y aportar retornos económicos acumulados de 342 billones de dólares”.

 

Bahous, quien recuerda que el 22 de septiembre se cumple el 30º aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, también insiste en que es fundamental dar mayor visibilidad a las voces jóvenes y pide a los líderes mundiales que se comprometan en la protección de los derechos de las mujeres y en una distribución equitativa de los beneficios.

 

https://www.infobae.com/espana/2025/09/15/cerrar-la-brecha-digital-de-genero-sacaria-de-la-pobreza-a-30-millones-de-mujeres-segun-la-onu/

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Nosotres y el capital: Apuntes para pensar una política sexual de les explotades y oprimides

Por: Joana Bregolat

La sensación de miedo, incerteza y repliegue ocupa muchos espacios en los tiempos actuales de la política. Desarrollamos nuestras vidas en un período convulso, de crisis y rupturas, de tiempos lentos y atravesado por impasses, pero también en el que las tendencias destructivas del capital se ven aceleradas y agravadas. La centralidad que toma el auge de la extrema derecha reaccionaria global, el aumento de las contradicciones interimperialistas junto a la reordenación geopolítica que le acompaña, y la intensificación violenta de los procesos de extracción de valor, nos confirman una de las frases más repetidas en los últimos años: nos encontramos en un nuevo ciclo político.

Reconocer este cambio de ciclo lleva implícita la tarea de repensar nuestras formas de acción. Una revisión de nuestras prácticas, de nuestras herramientas para el conflicto y de nuestras formas organizativas para acompasarlas a los ritmos y necesidades del momento, para ser capaces de detectar las mediaciones que nos permiten avanzar hacía nuestro objetivo, y así orientar nuestra intervención. Esto, en el caso que nos ocupa, implica aterrizar toda política sexual radical examinando la sexualidad como fragmento del espejo a recomponer y potenciar aquellos elementos subversivos de las disidencias sexuales que amplían el campo de los conflictos de clase. Una tarea que como militantes revolucionaries disidentes afrontamos con la convicción de que las luchas por la liberación sexual y de género son una herramienta de lucha clave para articular el sujeto de clase, resituar el conflicto y avanzar hacia un horizonte libidinal y emancipador para el conjunto de la clase trabajadora.

Ante la magnitud de la tarea que nos proponemos y conscientes de que toda conclusión que se pueda dar debe ir más allá del terreno de la abstracción, en estas líneas que siguen el objetivo es acercarnos a la sexualidad desde la noción de crisis y vislumbrar cuáles pueden ser los lugares sobre los que inscribir toda apuesta sexual radical en la praxis real de la política de les explotades y oprimides.

1. Nuestras sexualidades en tiempos de crisis
Si partimos de comprender que ningún aspecto de la vida capitalista –incluyendo la sexualidad, los afectos, los cuidados y el deseo– existe de forma aislada a su formación social, debemos reconocer también que la organización del conflicto antagonista en estos campos tampoco es ajena o externa a las relaciones económicas que se dan en nuestras sociedades y merece ser cuestionada, discutida y actualizada. Por ello, es fundamental que aquelles militantes que nos reconocemos bajo el paraguas de las disidencias sexuales, seamos capaces de comprender qué implicaciones específicas tienen las crisis sobre nuestras vidas y sobre las relaciones sociales de clase en las que estamos insertas.

Desde las coordenadas marxistas, las crisis son leídas como un elemento fundamental del proceso de acumulación y su tendencia hacía el desarrollo ilimitado de las fuerzas de producción y reproducción. Un resultado necesario de la forma de producción capitalista que, mediante sus imperativos cada vez más demandantes en tiempo y recursos, choca con más virulencia con los límites de su riqueza. La irrupción de las crisis en el proceso de reproducción del capital y sus efectos en las dinámicas de acumulación no son deducibles en abstracto, se encuentran enmarcados en contextos históricos concretos, pero en su desarrollo general observamos la tendencia en restaurar y ampliar el poder del capital. Por ende, en los tiempos de crisis observamos no sólo cómo se hacen patentes las contradicciones del modo de producción capitalista, sino también cómo se intensifican sus mecanismos de dominación 1.

Las crisis del capital no son solo un momento en el que se interrumpe la acumulación: en su desarrollo, también se ponen en marcha dinámicas de poder para restablecer las condiciones de un nuevo ciclo de acumulación. Así, devienen tanto un quiebre como un punto de partida, tanto una contradicción como un método de resolución del capital, y tanto una barrera como un “ciclo rejuvenecedor de la acumulación”. Esta ambivalencia que atraviesa el papel de las crisis nos hace complejizar su definición, salir de determinismos que nos llevan a concebirlas solamente como signos de debilidad del poder del capital, y a apreciar que la prevalencia de las dinámicas que hacen posible que el capital vuelva a su cauce dependen también del equilibrio de fuerzas del momento. Sus posibilidades de impugnación, de disputa, pues, no deben ser menospreciadas y por ello, las disidencias sexuales, no deberíamos ser ajenas a sus desarrollos.

Las turbulencias que hoy acarrea el agravamiento de las crisis múltiples, sucesivas y entrelazadas, que atraviesan nuestras vidas cotidianas se materializan en una reconfiguración de los regímenes sexuales y de las estructuras que los sustentan. Una reconfiguración en cómo el capital se relaciona con nuestros cuerpos y sexualidades disidentes, en cómo encajan nuestros afectos,  cuidados y deseos en sus circuitos de extracción de valor, y en cómo se tolera nuestra diferencia sin poner en cuestión la base económica en la que se ampara. Una reconfiguración que vuelve a regular cuántas caricias son permitidas 2 para que las disidencias sexuales no nos desviemos de nuestro camino en la reproducción del capital, y genera nuevas normas en el juego de la competencia por derechos dentro de los Estados neoliberales.

Así, en este nuevo ciclo político reaccionario, experimentamos el auge de pánicos morales y conservadores que reformulan las lógicas de asimilación/aceptación de nuestros cuerpos y sexualidades en la normalidad capitalista. Vemos enaltecidos procesos de desublimación 3, que disciplinan y controlan cada vez más nuestros cuerpos, vidas, afectos, cuidados y deseos; y dinámicas de refuerzo a postulados autoritarios, que fragmentan y desagregan las disidencias en nombre de la seguridad mediante fuerzas policiales, muros fronterizos y derechos restringidos –cuando no negados–. Nos encontramos en un escenario adverso para aterrizar una praxis política disidente en la que la urgencia de la resistencia no borre la necesidad de articular una ofensiva de les subalternes.

2. Recomponer el espejo: colectivizar la intimidad
La noción de crisis y su comprensión desde la crítica a la economía política alimenta la pulsión de romper con las apariencias de la realidad social que el capital ha distorsionado. Nos señala que existe una relación, una correspondencia entre las relaciones sociales –la sexualidad, el género, la raza, la capacidad, etc.– con los procesos de acumulación por desposesión que caracterizan el capitalismo actual, que no es rígida, que evoluciona y se transforma a medida que se reconfigura el capital, a golpe de crisis y restauración. Nos dibuja un mapa diferente, en el que se difuminan las fronteras entre vidas privadas y modo de producción capitalista, y en el que los trazos de las opresiones que marcan nuestras vivencias dejan de tener sentido si los analizamos por separado.

El prisma de la totalidad nos permite delimitar nuestra posición ante las teorías de sistemas dobles, triples o cuádruples, confrontando aquelles que en el campo de la política revolucionaria sitúan la opresión de género y la heterosexualidad como precondiciones lógicas del capital. Lejos de situarnos en una discusión abstracta, esta confrontación nos muestra la importancia teórica de distinguir en nuestra praxis revolucionaria entre los conceptos de explotación y opresión, entre las nociones de condición lógica o consecuencia necesaria, y de cómo de su comprensión diferencial emergen apuestas
político-estratégicas divergentes. Así, para quienes consideran que es a partir de las condiciones individuales y específicas de vulnerabilidad y opresión que el capitalismo deriva y da forma a las diferentes formas de explotación y que, luego, a través de ellas, reproduce las condiciones específicas de vulnerabilidad, se vuelve correcto pensar la heterosexualidad como base de la economía 4. Para elles la heterosexualidad deviene algo más que una orientación sexual: un modo de producción de personas que jerarquiza diferencias anatómicas y produce una doctrina de la diferencia sexual, cual “marca impuesta por el opresor” (Wittig, 1992). De ahí emana una defensa del separatismo como práctica política necesaria. Y es que, ¿cómo vamos a compartir espacios las disidencias sexuales y de género revolucionaries con aquelles que son nuestras antagonistas? Toda política mixta sería una cooperación interclasista e irreconciliable con un horizonte de emancipación.

Este cuestionamiento toma un cariz distinto desde nuestras coordenadas. Para nosotres, la clase no es una identidad: es una posición en el sistema, no una suma de dificultades individuales. Parafraseando a Holly Lewis, la clase es la mistificación de todas las relaciones sociales para ponerlas al servicio de la producción de plusvalía. Así pues, desde el prisma de la totalidad sostenemos que es el proceso de acumulación capitalista el que produce, o contribuye a producir, distintas formas de jerarquía social y opresiones como consecuencias necesarias para la extracción y apropiación de un excedente mayor. Reconocemos una relación dialéctica entre la lógica de acumulación capitalista –omnipresente, en movimiento– y las jerarquías sociales, que no sucede sólo en el plano abstracto: se encuentra atravesada por las formas de relación social existentes en el capitalismo. Tal como apunta Cinzia Arruza, esto no significa que el género y la sexualidad no produzcan beneficios: la reproducción del régimen heterosexual permite ocupar lugares superiores en el orden social, tener un mayor grado de aceptabilidad, trabajar en condiciones mejores que aquelles que se encuentran en sus márgenes, y disponer de un acceso privilegiado a la violencia y a la dominación sobre otres. La heterosexualidad deviene un dispositivo más en el repertorio del capital para la división y conflicto entre explotades y oprimides, dentro de una misma clase; y, por lo tanto, el capital no es indiferente a ella, ni se relaciona de forma oportunista o contingente, la (re)produce como subproducto para la acumulación. La (re)produce como herramienta para conseguir una mayor tasa de expropiación.

Esta relación entre el capital y la sexualidad es la que nos lleva a las disidencias sexuales y de género marxistas, a lo largo de la historia, a trabajar por recomponer el espejo roto en el que se refleja la política de clases y visibilizar que, sin les abyectes de clase trabajadora, sin nuestras luchas, la reificación capitalista sigue operando y coartando la emancipación sexual real de todes les explotades y oprimides. Por ello, las luchas por la liberación sexual y de género devienen un lugar de disputa política para el conjunto de la clase, un terreno fértil de lucha antagonista, que pone al desnudo el carácter ideológico y socialmente construido de las estructuras que sustentan los procesos de producción y reproducción del capital. Y que, a su paso, despunta las costuras de la intimidad capitalista y cuestiona cómo el capital regula y ejerce control sobre nuestros cuerpos, vidas y sexualidades. Un despunte que abre la puerta a hacer de nuestros afectos, cuidados y deseos vehículos para el conflicto.

3. Organizaciones para todes, organizaciones para el conflicto
Si en el inicio del artículo se apuntaba a la necesidad de revisar las prácticas y formas organizativas de las disidencias sexuales y de género para acompasarlas al momento actual, las nociones marxistas de crisis y de totalidad constituyen parte de nuestro repertorio estratégico para repensarnos. Actúan como herramientas que nos permiten reflexionar sobre qué rol jugamos hoy las disidencias sexuales y de género en las luchas que atraviesan nuestras realidades cotidianas, sobre cómo se relacionan nuestras organizaciones con el conjunto de la lucha antagonista –y si no lo hacen, preguntarnos por qué–, y sobre cuál debería ser nuestro papel en el desarrollo de la lucha de clases.

Estas preguntas nos trasladan rápidamente a las coordenadas del clásico debate entre reconocimiento y redistribución, y nos complejizan y desencorsetan la mirada dejando atrás las dicotomías simples que se plantean a su alrededor. Se nos presenta una relación dialéctica entre ambas posiciones, que discute con quienes leen el reconocimiento sólo desde el prisma de las políticas de identidad neoliberales y que busca restablecer la dimensión colectiva de las identidades recordando las estructuras comunitarias, obreras, de apoyo mutuo y de subsistencia que acogieron la identidad en tanto que lucha en el pasado 5 y que siguen haciéndolo hoy frente al auge reaccionario. Y desde aquí, aceptar que la solución al debate no se encuentra en rechazar la política de reconocimiento per se, sino en ser capaces de ampliar su concepción vinculándola a aquellas condiciones materiales, sociales e históricas concretas que componen nuestras vidas y haciendo de ellas, un lugar para el conflicto antagonista.

Así pues, el conflicto que nos permite avanzar en la autoorganización de las disidencias sexuales y de género de clase trabajadora va más allá de las luchas que abogan por el derecho de les diferentes a ser, vivir, como diferentes. Más allá de aquellas que reducen el horizonte de la liberación sexual y de género a una petición de ser iguales en la miseria. Nuestro repertorio de herramientas para el conflicto debe apuntar a la superación de estas dinámicas que nos posicionan constantemente en la elección entre guetificación y adaptación, como si ambas fueran recetas mágicas frente a la precariedad, la emergencia habitacional, el racismo, la violencia lgbtifóbica…, y no estrategias de fragmentación en las que solo ganan aquellos sujetos más visibles, menos incómodos para la cisheteronorma y la reproducción social del capital.

Frente a quienes sitúan el conflicto en los confines de la identidad y escinden la sexualidad del conjunto de la realidad social que vivimos también debemos ser cautes, especialmente con aquelles que ante el conflicto antagonista desechan toda cuestión relativa a la sexualidad y al género como terrenos de lucha. Ni sexualidad como fragmento aislado ni ceguera colectiva frente a las especificidades propias del capital sobre las disidencias sexuales y de género. El reconocimiento en el marco de las luchas por la redistribución no sucede de forma automática, ni la consciencia de que plantear luchas contra la precariedad o en defensa de los servicios públicos es hablar de liberación sexual y de género. El heterosexismo y el cisexismo se encuentran entrelazados cuando, bajo la percepción de una realidad homogénea para el conjunto de la clase trabajadora, se desdibuja el papel de las opresiones en las relaciones de producción y reproducción del capital.

Entonces, ¿qué tipo de conflictos decimos que pueden jugar un papel en la revisión y reconfiguración del movimiento por la liberación sexual y de género? Son aquellas luchas, aquellas rupturas, que nos permiten a las disidencias sexuales y de género plantear que la resolución de nuestras necesidades no puede darse solamente para nosotres. Conflictos que nos permiten desprivatizar la sexualidad, la afectividad, el deseo, el género y los cuidados en un sentido político, desplazarlos de las coordenadas propias de las disidencias y cuestionarlos desde un prisma amplio para el conjunto de la clase trabajadora. ¿Acaso la resolución de la desfamiliarización de los cuidados es una cosa que debe resolverse de manera diferenciada entre disidencias sexuales y de género y personas cisgénero? ¿O la cuestión del acceso a la vivienda debe ser separada por nuestra orientación sexual, por nuestra vivencia de género? ¿O la defensa de los servicios públicos no debe darse por las disidencias sexuales y de género junto al resto de la clase trabajadora? ¿O las respuestas ante el auge reaccionario global deben ser separades? Nuestra apuesta por el conflicto se inscribe desde aquí, desde el reconocimiento a que nosotres –en tanto que disidencias sexuales y de género y en tanto que trabajadoras– formamos parte de la base social por la que se está luchando, no solo cuando hablamos de sexualidad, sino del conjunto de elementos que ocupan y preocupan a la clase que pertenecemos.

Queremos tensar el conflicto desde distintas coordenadas: ser capaces de desplazarnos como conjunto ahí donde existe el potencial de una lucha antagonista. ¿Qué significa esto? Acercar los movimientos por la liberación sexual y de género a los conflictos que atraviesan al conjunto de la clase trabajadora, poner en cuestión formas organizativas, discursivas y de disputa política heteronormativas, cisgénero y patriarcales; pero, también, acercar aquellos movimientos y sindicatos en los que estamos organizades a las luchas por la liberación sexual y de género, reforzando que toda disputa en términos de identidad debe ir de la mano de una lucha redistributiva, debe ir de la mano con una política de clase para todes. Ese diálogo debe permitirnos expandir y radicalizar los conflictos, ampliar nuestras dinámicas organizativas y estrategias de lucha.

Conclusión: vislumbrar un frente de les explotades y oprimides
Si toda práctica política a desplegar por parte de las disidencias sexuales y de género debe actuar como reverso defensivo para la emancipación del conjunto de la clase trabajadora, deviene fundamental pensar en la superación de la dinámica actual del movimiento por la liberación sexual y de género, pues aquello que nos urge, aún está por construir.

Situar a las disidencias sexuales y de género como sujeto clave en la recomposición de clase no solo parte de la pulsión por construir un futuro nuevo de les explotades y oprimides, sino también por reconocer y dar espacio a las experiencias y prácticas que hoy ya existen y siembran a su paso el futuro que aspiramos. Es ser capaces de redirigir nuestra atención: descentrar las políticas de identidad neoliberales y hacer de toda política de clase una brecha para la construcción de una política sexual radical. Que nada de lo que pase sea ajeno a nosotres porque nosotres no somos ajenas a nada. Así, poner en acción enseñanzas de luchas concretas que hemos visto cómo en los últimos años lograban entretejer las luchas por la liberación sexual y de género con prácticas de sindicalismo social y autoorganización popular. Ejemplos de ello los encontramos en la experiencia de Les Inverti·e·s en la lucha en defensa de las pensiones en Francia, pero también en el papel que ha jugado en Argentina la Asamblea LGBTIQNB+ Antifascista al organizar marchas amplias en oposición al gobierno de Milei, y en el trabajo internacional que ha realizado el espacio Queers in Palestine desde el inicio del genocidio. Su acción política surgía y surge de las realidades que disidencias sexuales y de género experimentaban, pero su propuesta de resolución siempre iba y va más allá de elles mismes.

A su vez, esto implica también ser capaces de desplazar dinámicas autorreferenciales para plantear que en nuestras luchas también se articula un sujeto más amplio que las propias disidencias sexuales y de género, impulsando que la política sexual radical se dé por todos los cauces posibles. Tomar ejemplo de las experiencias de lucha del nuevo sindicalismo de EE UU: por ejemplo, del proceso de lucha que inició Starbucks Workers United, en el que a través de demandas concretas de los movimientos por la liberación sexual y de género impulsaron conflictos laborales que potenciaron la sindicación y fortalecieron un polo de lucha contra la precariedad en sectores minorizados en el panorama sindical. Apostar, por tanto, porque nuestras demandas, nuestras necesidades, puedan devenir herramientas para la construcción de la solidaridad de clase.

Puede que avanzar en esta dirección señale conversaciones pendientes y discusiones no resueltas entre las estructuras que hoy dan forma a las luchas por la liberación sexual y de género, pero también enfatiza la necesidad de cuidar aquellos espacios transfeministas y anticapitalistas en los que nos encontramos organizades y orientarlos hacía el conflicto. Y sí, también puede ser que en tiempos de auge autoritario, reaccionario y liberalizador siga siendo una tarea necesaria potenciar la autoorganización de las disidencias, sin restar importancia a la necesidad de desbordar los confines de las luchas por la liberación sexual y de género. En definitiva, puede que aquello que nos urge sea convertir las prácticas organizativas de las disidencias sexuales y de género en herramientas al servicio de una política radical de todes, y enriquecer la lucha anticapitalista desde las perspectivas disidentes que emergen en el interior de las luchas sindicales, antirracistas, anticapacitistas, feministas, ecologistas y antifascistas. Una posición desde la que ubicar enemigos comunes y entretejernos, desde la que vislumbrar un frente de les explotades y oprimides que plante cara al capital.

Referencias
Arruza, Cinzia (2015) “Logic or History? The Political Stakes of Marxist-Feminist Theory”. Viewpoint Magazine. Disponible en:  https://viewpointmag.com/2015/06/23/logic-or-history-the-political-stakes-of-marxist-feminist-theory/

Clarke, Simon (1990/1991) “The Marxist Theory of Overaccumulation and Crisis”. Science & Society, 54, 2, pp. 442-467.

Drucker, Peter (2023). Desviades. Normalidad gay y anticapitalismo queer. Barcelona: Editorial Sylone-viento sur.

Hybris, Ira (2022). “Introducción al marxismo queer. Conceptos para una política radical desviada”. Rojo del Arcoíris, Vol. 1, pp. 67-81.

Lewis, Holly (2020) La política de todes. Feminismo, teoría queer y marxismo en la intersección. Manresa: Bellaterra.

Mau, Søren (2023) Compulsión muda. Una teoría marxista del poder económico del capital. Ediciones Extáticas.

  • 1
    rxista de las crisis pone de relieve que: ‘una de las formas que una crisis ayuda a restablecer la rentabilidad es intensificando los mecanismos de dominación que también funcionan fuera de las épocas de crisis’. Así, hace referencia al uso estratégico por parte del capital de las estructuras de opresión vigentes, entendiéndolas como mecanismos necesarios para su existencia histórica y deviniendo una consecuencia necesaria para su reproducción.
  • 2 Tal como se plantea Ira Hybris en “Introducción al marxismo queer. Conceptos por una política radical desviada” (2022), Guy Hocquenghem sostiene que la ‘sociedad capitalista fabrica lo homosexual como produce lo proletario’, regulando las caricias para que no se equivoquen en su camino a la reproducción –naturalizada– de la fuerza de trabajo.
  • 3 Concepto de desublimación, que recogemos de Hebert Marcuse y Mario Mieli, plantean la liberalización de la sexualidad como una forma de represión. Bajo la apariencia de aceptación y asimilación, se organiza el deseo, se conduce el deseo, mediante canales comerciales cuando este ya no se puede simplemente reprimir violentamente. La mercantilización disciplina, la mercantilización educa en el control de lo posible.
  • 4 Para entrar más en detalle en estos posicionamientos, puede ser de interés: Zappino, Federico (2024). Comunisme queer. Notes per una subversió de l’heterosexualitat. Manifest Llibres [català]
  • 5 Facet, L. (2023). “El problema del sujeto de clase en el capitalismo tardío”. viento sur, 186.

https://vientosur.info/nosotres-y-el-capital-apuntes-para-pensar-una-politica-sexual-de-les-explotades-y-oprimides/

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CII~OVE: Iniciamos el ciclo de videos sobre la pedagogía, breve recorrido por ALC y Educación Popular.

Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación

En esta oportunidad haremos un breve recorrido que muestra cómo la pedagogía ha evolucionado desde sus orígenes en comunidades primitivas hasta convertirse en un campo interdisciplinario. Desde la enseñanza de la virtud en la antigua China y la educación integral en Grecia, hasta el enfoque humanista del Renacimiento y el pragmatismo de John Dewey; a través del tiempo, la pedagogía ha sido influenciada por diversas corrientes filosóficas y científicas. En la actualidad, se debate su autonomía como ciencia frente a su interrelación con otras disciplinas, promoviendo enfoques críticos y contextualizados en América Latina.

En espanol: 

En portugués

Breve recorrido por las pedagogías en Latinoamérica y el Caribe.

La pedagogía en América Latina y el Caribe ha evolucionado desde los saberes originarios hasta las pedagogías críticas contemporáneas, en un contexto de colonialidad y descolonización. Desde modelos educativos precolombinos hasta la influencia de la colonización y las luchas por la independencia, la pedagogía ha sido un campo de resistencia y transformación social. En el siglo XXI, se enfrenta a nuevos retos como la digitalización y la necesidad de integrar epistemologías diversas, reafirmando su carácter híbrido y comprometido con la justicia social.

En portugués

Abordaremos la educación popular.

La Educación Popular, según Marco Raúl Mejía, es una propuesta pedagógica transformadora que busca construir conocimiento desde las realidades de comunidades marginadas. Critica la educación bancaria y promueve un aprendizaje horizontal. Sus raíces se encuentran en América Latina, con influencias de Simón Rodríguez y Paulo Freire. Mejía destaca la sistematización como metodología clave y tres principios fundamentales: diálogo de saberes, confrontación de saberes y transformación social.

En español

En portugués

Estos materiales son pequeñas cápsulas que procuran contribuir a animar debates y esfuerzos para la superación de la despedagogización que pretenden imponer las políticas de estandarización y homogeneización educativa

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CLADE, Campaña Mundial y Campaña Brasileña inciden en la ONU por el derecho a la educación de niños y niñas

El objetivo fue apoyar a la creación de un Protocolo Facultativo a la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) para llenar vacíos legales y establecer un derecho claro a la educación gratuita desde la primera infancia hasta la secundaria

Durante reunión realizada el 1 septiembre en Ginebra (Suiza), la Campaña Global por la Educación (CGE), la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (Clade) y la Campaña Brasileña por el Derecho a la Educación expresaron en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, su apoyo a la creación de un Protocolo Facultativo a la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), centrado en el derecho a la educación en la primera infancia, la educación preprimaria gratuita y la secundaria gratuita.

Según las organizaciones, la educación pública y gratuita es la única capaz de garantizar equidad e inclusión, especialmente para niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad. Datos de la Unesco muestran que cerca del 70% de los niños del mundo viven en países donde no se garantiza la educación preprimaria o secundaria gratuita, lo que deja a millones sin acceso por los costos directos e indirectos.

El protocolo busca reforzar la CDN, llenar vacíos legales y establecer un derecho claro a la educación gratuita desde la primera infancia hasta la secundaria. También permitiría que individuos o grupos presenten peticiones al Comité de los Derechos del Niño en casos de violaciones, fortaleciendo mecanismos de protección y rendición de cuentas.

Las entidades subrayan que, aunque facultativo, el protocolo sería una herramienta efectiva: los Estados que lo elaboren, firmen y ratifiquen demostrarán un compromiso real, mientras que para los que no lo hagan servirá como guía normativa y base para la incidencia de la sociedad civil.

En palabras de Andressa Pellanda, representante de la Campaña Brasileña y la CLADE, “cada año de retraso niega a millones no solo educación, sino también dignidad, oportunidad y esperanza”.

Declaración conjunta: la educación de niños y niñas desde la primera infancia hacia la secundaria

Durante la reunión, las organizaciones presentaron una declaración conjunta ante al Grupo de Trabajo Intergubernamental de Composición abierta del Consejo de Derechos Humanos de la ONU manifestando los detalles del incentivo “ a la elaboración del protocolo, con enfoque en el derecho a la educación en la primera infancia, preprimaria y secundaria gratuita”

>> Lee la declaración conjunta completa (en inglés)

> Lee la noticia completa (en portugués): Campanhas Global, Latino-Americana e Brasileira incidem sobre a criação de protocolo adicional sobre os direitos da criança na ONU

CLADE, Campaña Mundial y Campaña Brasileña inciden en la ONU por el derecho a la educación de niños y niñas

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Chile | Una pedagogía para el Programa de la Unidad Popular: La Escuela Nacional Unificada de Allende

*Por Mariano Yedro y Noelia Naranjo

Salvador Allende nació en 1908 y murió en 1973. Fue médico de profesión pero ejerció la política durante toda su vida. Fue diputado, ministro de salubridad, senador y Secretario General del Partido Socialista chileno. Fue candidato a presidente en cuatro ocasiones y finalmente accedería a ella en 1970, como líder de la Unidad Popular, inaugurando la primera experiencia socialista que llegaba al gobierno por medio de la votación democrática. Su proyecto fue el de la «vía democrática hacia el socialismo».

El programa incluía nacionalizaciones y estatizaciones de áreas económicas claves, reforma agraria, reformas sanitarias, educativas y sociales y la construcción de un Estado popular de base obrera.

Esta política fue contrarrestada por la oposición articulada con EEUU que planteó un escenario de caos económico y de intentos de golpes de Estado. Hay un intento de golpe fallido en junio de 1973 y finalmente el 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas, lideradas por Augusto Pinochet, llevan a cabo el golpe de Estado y Allende muere durante el asalto al Palacio de la Moneda. La controversia sobre si se suicidó o lo mataron sigue hasta hoy.

Hoy Allende y la Unidad Popular perduran como legado, como figuras emblemáticas de la izquierda chilena, recordando su lucha por la justicia social y la transformación del país.

El programa de la Unidad Popular

En los tres años de gobierno la Unidad Popular pudo llevar adelante algunas de las reformas estructurales de su programa:

Construcción del socialismo.
A fines de 1971 se nacionalizó el cobre.
Se nacionalizó la banca, el transporte, el comercio exterior, el sector telefónico, algunas empresas industriales. Cabe destacar que existían otras empresas estatales importantes. En 1943 se había estatizado ENDESA –Empresa Nacional de Electricidad-, en 1946 la CAP -Compañía de Acero del Pacífico- y en 1950 la ENAP – Empresa Nacional del Petróleo-.
También produjo la reforma agraria.
A partir de estas medidas Allende buscaba alcanzar una mayor soberanía, un Estado que plantee la emancipación humana, que redistribuya el ingreso y planifique el desarrollo de la industria, particularmente la liviana. En la UP se desarrolló la industria de la construcción, la alimenticia, la textil y la maquinaria de baja complejidad-. Si bien se llegaron a fabricar autos Fiat, no se lograría desarrollar un proyecto de industria de alta complejidad aunque ese era el horizonte estratégico.
En el marco de este programa también la educación tendría su rol.

La Escuela Nacional Unificada entre socialismo, humanismo y el saber científico-tecnológico.

La Escuela Nacional Unificada (ENU) fue el proyecto educativo más importante de la UP y cuya finalidad fue transformar la estructura de la educación chilena (I). Tuvo tres etapas.

La primera fue cuando el proyecto comenzó a discutirse en diciembre de 1971 en el gran Congreso Nacional Educacional que se hizo en Santiago y que incluyó a 1000 delegados de trabajadores de la educación, a organizaciones estudiantiles, de padres, a la Central Única de Trabajadores, a instituciones de la propia comunidad como las vecinales, a Universidades, a la UNESCO y a  delegaciones extranjeras sindicales y magisteriales, fue un congreso grande, importante.

De ese congreso y de un trabajo posterior saldría el Informe de la ENU que inaugura la segunda etapa. El informe fue presentado en enero de 1973 al Consejo Nacional de Educación y aprobado en marzo de ese año e implementado. Cabe destacar que mientras se realizaba este debate y el informe la UP incrementó la matrícula educativa de 2,5 millones de estudiantes -de los distintos niveles- en 1970 a 3 millones en 1973, un crecimiento promedio anual de 6,54%, el más alto registrado hasta entonces. Porcentualmente la cobertura del sistema se elevó de 47% a 55%.

Pero ¿qué planteó este informe, qué tipo de educación propuso? El sentido de fondo era la construcción de una educación socialista; se trataba de crear un «SISTEMA NACIONAL PARA LA EDUCACIÓN PERMANENTE EN UNA SOCIEDAD DE TRANSICIÓN AL SOCIALISMO». El Ministro de Educación Jorge Tapia lo decía en términos muy generales, la ENU reemplaza «los viejos valores de un orden capitalista individualista, por los de una sociedad socialista y humanista», asegurando «el desarrollo de una cultura nacional libertaria e igualitaria». El enfoque remite al ideal guevariano de la creación del hombre nuevo con sus incentivos morales aunque ello iba de la mano de la liberación de las opresiones materiales, del imperialismo norteamericano y sus aliados vernáculos, la oligarquía chilena.

Pero entonces ¿Qué medidas concretas proponía la ENU según el informe? En primer lugar se trataba de crear, como lo dice el título, una escuela que unificara los distintos niveles: nivel parvulario (0 a 6 años), nivel general (de 7 a 14 años) y nivel politécnico (de 15 a 18 años). La formación en los dos primeros ciclos planteaba una educación humanista y a medida que se avanzaba iba delimitando la formación científico tecnológica. Por otro lado se establecía una escuela unificada en cada barrio o en cada comuna rural con la finalidad de vincularse con las demandas del pueblo a través de los Consejos Escolares. Después había un cuarto ciclo, el universitario. Pero esta era la educación del sistema escolar. El proyecto de la ENU también contemplaba una educación extraescolar, que asistía a adultos mayores y a ancianos/as. La educación era laica y pública y si bien reconocía el sistema privado apostaba a que éste progresivamente tendiera a ser sustituido por el Estado. Estas medidas se acompañaron por otras: mejorar las condiciones de vida del trabajador de la educación; erradicar el analfabetismo; establecer un plan de becas, particularmente sobre los hijos e hijas de trabajadores y campesinos para que accedan y permanezcan en el sistema educativo; mejorar la alimentación de estudiantes –medida Nº 14 de su gobierno, Mejor alimentación para el niño, “Daremos desayuno a todos los alumnos de la enseñanza básica y almuerzo a aquellos cuyos padres no se lo pueden proporcionar” y la emblemática medida Nº15, Leche para todos los niños de Chile- y la gratuidad de materiales escolares; generar nuevas pedagogías de pensamiento crítico; fomentar una educación integral, general y técnica; vincular la educación con el trabajo para el desarrollo industrial. El informe hablaba de la necesidad de estimular un «desarrollo acelerado de la ciencia y la técnica más avanzada para superar la dependencia científica y tecnológica (…) que comprende sectores industriales, mineros, agrícolas, financieros y de servicios». En síntesis, la ENU apuntaba a la creación de una sociedad socialista, de nuevo hombre, de formación general humanista pero atendiendo a la formación científico-tecnológica de la sociedad para el desarrollo industrial chileno y la soberanía nacional. Tenía tres niveles, apuntaba a erradicar el analfabetismo y a atender otras cuestiones sociales como la alimentación y la salud de los estudiantes, fortalecía lo público y se pensaba en contacto con la comunidad a través de los Consejos Escolares.

La oposición y el fin de la ENU

No obstante, si bien la ENU se implementó en marzo de 1973, hacia junio de ese año ya el proyecto había caducado por las condiciones de creciente conflictividad del escenario chileno. La ENU suscitó muchas resistencias y una tenaz oposición la cual publicó en abril del ´73 el informe ENU. El control de las conciencias. Informe crítico emanado por FEUC donde acusaba a los lineamientos de la ENU como «adoctrinadores marxistas» que ejercían un totalitarismo socialista educativo, al que acusaban de siniestro e inhumano, y cercenaba la libertad de conciencia y el pluralismo considerándolo inconstitucional e ilegítimo. Incluso en junio del ’73 los estudiantes de la Universidad Católica de Chile le enviaron una carta abierta al Presidente Salvador Allende solicitando su renuncia a la Presidencia de la República. Para mediados de 1973 la situación de la UP era complicada. Finalmente el 11 de septiembre de 1973 el golpe liderado por Pinochet dio por terminada la experiencia de la Unidad Popular.

La experiencia de la ENU resulta significativa en tanto proyecto educativo pedagógico que permite ser repensado hoy en sus distintas dimensiones, no sólo como experiencia pasada, y abortada. Cuestiones como otro tipo de sociedad, más justa y solidaria, saberes humanistas que permitan reflexionar sobre la complejidad humana, el saber científico tecnológico como base de la independencia tecnológica y la soberanía, las pedagogías críticas que abordan problemas de sus estudiantes y su comunidad, el rol del Estado y de la comunidad en la educación son algunas de estas dimensiones.

Referencias bibliográficas

(I) Soto García, Pamela (2022) Poder popular y democracia: la Escuela Nacional Unificada durante la Unidad Popular.

*Mariano Yedro es Profesor y Licenciado en Historia (UNRC) y Magister en Comunicacion y Cultura contemporánea (UNC). Docente en la UNRC.

*Noelia Naranjo es Licenciada en Ciencia Política y Administración Pública (UNCUYO) Especialista en Docencia Universitaria (UNLP). Docente en UNCuyo. Ambos miembros del Centro de Estudios y Formación en Política Educativa (CEFOPED), asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Chile | Una pedagogía para el Programa de la Unidad Popular: La Escuela Nacional Unificada de Allende- Por Mariano Yedro y Noelia Naranjo

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¿Por qué necesitamos recuperar el estudio histórico de la misoginia?

Por Isabel Ilzarbe 

Una reflexión sobre los riesgos de abandonar las herramientas que nos permitían entender la dominación patriarcal.


Vivimos tiempos extraños para el feminismo académico. Mientras los discursos de odio hacia las mujeres proliferan en redes sociales, los movimientos «incel» ganan adeptos y ciertos sectores políticos instrumentalizan la misoginia como herramienta electoral, la historiografía feminista ha ido abandonando progresivamente el estudio de la misoginia como objeto central de análisis. Esta paradoja no es casual: refleja una transformación profunda en cómo las académicas feministas entienden su labor y sus compromisos políticos.

Del centro a la periferia: la historia de un desplazamiento

La Historia de las Mujeres nació en las décadas de 1960 y 1970 como respuesta directa a siglos de invisibilización femenina en los relatos históricos tradicionales, construidos desde perspectivas que consideraban la experiencia masculina como universal. En aquellos primeros años, pioneras como Gerda Lerner situaron el estudio de los sistemas misóginos como elemento central para comprender la subordinación histórica de las mujeres. Su influyente obra «The Creation of Patriarchy» argumentaba que era necesario rastrear los orígenes y desarrollo de las estructuras patriarcales para entender cómo se había configurado la dominación masculina a lo largo de la historia.

Sin embargo, el panorama cambió radicalmente con la llegada de nuevos marcos teóricos. El punto de inflexión se produjo con Joan Wallach Scott y su propuesta del género como categoría de análisis histórico. Su trabajo, uno de los más citados en la historia del American Historical Review, desplazó el foco desde el estudio de la misoginia como sistema de opresión hacia análisis más complejos de cómo el género estructura el conjunto de las relaciones sociales.

Durante las décadas de 1990 y 2000 se consolidó lo que podríamos llamar el «giro hacia la agencia femenina». Influenciadas por la crítica postmoderna a las grandes narrativas de victimización, muchas historiadoras comenzaron a buscar enfoques que rescataran la capacidad de acción de las mujeres históricas. Los trabajos se centraron en demostrar cómo las mujeres habían desarrollado estrategias de negociación, resistencia y creación de espacios de autonomía, incluso dentro de contextos altamente restrictivos.

Este cambio no fue meramente académico. Respondía a una preocupación política legítima: evitar que los estudios feministas reprodujeran una imagen de las mujeres como víctimas pasivas de la dominación patriarcal. El objetivo era demostrar que las mujeres habían sido sujetos activos de la historia, protagonistas de sus propias vidas y agentes de cambio social.

Las consecuencias no previstas

Pero este desplazamiento metodológico ha tenido consecuencias imprevistas. Al privilegiar el análisis de la agencia femenina sobre el estudio sistemático de las estructuras patriarcales, hemos perdido herramientas analíticas cruciales para entender los discursos misóginos contemporáneos, que mantienen conexiones profundas con sus antecedentes históricos.

Los movimientos «incel», el acoso masivo a mujeres en redes sociales, los discursos que responsabilizan a las mujeres de la «crisis de la masculinidad» o las campañas contra los derechos reproductivos no surgen de la nada. Reciclan argumentos, representaciones y estrategias retóricas que tienen siglos de antigüedad. Sin embargo, al haber relegado el estudio de la misoginia a un elemento meramente contextual, carecemos de marcos teóricos que nos permitan desentrañar estas genealogías y comprender cómo se reactualizan y adaptan en nuevos contextos.

La misoginia no es un fenómeno estático. Es un sistema adaptativo que se transforma en respuesta a los avances y conquistas de las mujeres. Los discursos de inferioridad natural que circularon durante el Renacimiento como respuesta a la querelle des femmes, las campañas de domesticidad del siglo XIX ante la incipiente incorporación femenina al espacio público, o los movimientos antifeministas de finales del siglo XX muestran un patrón recurrente: cada vez que las mujeres amplían sus espacios de acción, emergen dispositivos misóginos específicos para contener, deslegitimar o reorientar esos avances.

Un ejemplo concreto: rastreando las continuidades

Esta propuesta metodológica no es solo teórica. Un ejemplo de su aplicación práctica lo constituye el proyecto de investigación «Monstruos de la naturaleza«, que analiza con perspectiva feminista la construcción de los roles de género desde la perspectiva clerical medieval hasta la actualidad. Esta investigación examina sistemáticamente cánones, concilios, obras patrísticas y escolásticas para comprender cómo la visión del clero medieval sobre las mujeres influyó en modelos de comportamiento que perviven en sociedades contemporáneas, incluso entre poblaciones no creyentes.

El proyecto traza líneas de continuidad entre las representaciones medievales de la feminidad y construcciones posteriores como el «ángel del hogar», demostrando cómo ciertos dispositivos misóginos se adaptan y rearticulan a través de diferentes contextos históricos manteniendo su función estructural de control y definición de lo femenino. Este enfoque ilustra cómo es posible recuperar el estudio de la misoginia como objeto histórico sin renunciar a la complejidad analítica, rastreando los mecanismos de larga duración que conectan discursos aparentemente distantes en el tiempo pero funcionalmente relacionados.

Hacia una síntesis necesaria

No se trata de abandonar los logros metodológicos de las últimas décadas ni de volver a enfoques que redujeran a las mujeres a meras víctimas de la dominación patriarcal. Se trata de construir marcos analíticos que integren tanto el estudio riguroso de las estructuras misóginas como el reconocimiento de la complejidad y diversidad de las experiencias femeninas históricas.

La perspectiva de larga duración resulta fundamental para desentrañar cómo los sistemas misóginos constituyen dispositivos adaptativos que se reactualizan en respuesta a los avances femeninos. Solo desde esta comprensión histórica profunda podremos desarrollar las herramientas analíticas y políticas necesarias para enfrentar las formas contemporáneas que adopta la dominación patriarcal.

El feminismo académico tiene una responsabilidad con el presente. En un momento en que los discursos de odio hacia las mujeres cobran nueva fuerza y adoptan formas inéditas, necesitamos recuperar la capacidad de analizarlos no como fenómenos aislados, sino como manifestaciones actuales de estructuras históricas de larga duración. Proyectos como el mencionado, entre otros enfoques posibles, demuestran que esta síntesis es viable y necesaria.

El desafío es claro: desarrollar una historiografía feminista que evite tanto la victimización como la romantización de las experiencias históricas de las mujeres, que reconozca su agencia sin minimizar la persistencia y adaptabilidad de las estructuras que han buscado limitarla. Solo así podremos contribuir realmente a los combates feministas del presente, armadas con el conocimiento histórico necesario para entender a qué nos enfrentamos y de dónde viene.


Fuente: https://tribunafeminista.org/2025/09/por-que-necesitamos-recuperar-el-estudio-historico-de-la-misoginia/

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Sectores universitarios y de la sanidad se movilizan en Argentina contra veto presidencial a leyes sobre educación y salud

 Docentes y estudiantes universitarios realizaron el viernes una manifestación junto a médicos y trabajadores del Hospital de Niños «Profesor Doctor Juan P. Garrahan» en rechazo al veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario y a la Ley de Emergencia en Pediatría, en Buenos Aires, la capital de Argentina.

La manifestación, que se desarrolló sin incidentes, partió desde el Congreso Nacional hasta la Plaza de Mayo, frente a la sede del Ejecutivo, y contó con el respaldo de agrupaciones sindicales y políticas de izquierda.

La protesta universitaria fue convocada por la Asociación Gremial Docente de la Universidad de Buenos Aires (AGD-UBA), en el marco de un paro de 24 horas. En tanto, el reclamo del sector sanitario fue impulsado por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y la Asociación Civil y Gremial de Profesionales y Técnicos (APyT), que iniciaron una huelga el viernes y la extenderán hasta la tarde del domingo.

La secretaria general de la AGD-UBA, Laura Carboni, dijo ante esta agencia que «es el momento propicio para tomar las calles en defensa de los puestos de trabajo, de las condiciones laborales, de la universidad, de la salud y de todos los sectores que hoy están siendo golpeados y atacados por este Gobierno».

Por su parte, la doctora del Hospital Garrahan, Guadalupe Pérez explicó a Xinhua que «desde que se inició el conflicto no hay diálogo con las autoridades. Queremos que el hospital siga de pie y dando salud de calidad».

Pérez lamentó que la Ley vetada por el Ejecutivo «garantizaba los fondos para el funcionamiento y los salarios, a fin de que no se vayan los médicos».

Por su parte, el secretario general de ATE-Garrahan, Alejandro Lipcovich, afirmó que el veto presidencial, lejos de ser una señal de fortaleza, es un recurso desesperado de un Gobierno en crisis. La recomposición salarial es urgente, porque continúan las renuncias y el vaciamiento hospitalario.

La Ley de Financiamiento Universitario, aprobada por el Congreso el 22 de agosto, fue vetada el 10 de septiembre por el presidente Javier Milei, quien argumentó que afectaba la política de déficit cero y no especificaba fuentes de financiamiento. La iniciativa contemplaba la recomposición salarial de docentes y no docentes, un ajuste por inflación de los gastos de funcionamiento, fondos para becas, carreras estratégicas, infraestructura y un esquema de financiamiento progresivo que crecería del 1 por ciento del PIB en 2026 al 1,5 por ciento en 2031.

El Congreso volverá a tratar el proyecto el 17 de septiembre, cuando se prevén marchas universitarias en todo el país en defensa de la iniciativa.

De acuerdo con un reporte del Observatorio Argentinos por la Educación, en términos del PIB la inversión nacional en educación en 2025 será del 0,88 por ciento, por debajo de lo invertido en 2024 (0,91 por ciento) y 2023 (1,48 por ciento).

El Gobierno, en tanto, dispuso en agosto pasado a través de la Subsecretaría de Políticas Universitarias un aumento del 7,5 por ciento de los salarios para los docentes y no docentes de las universidades nacionales entre septiembre y noviembre, lo que se añadió a un aumento del 3,95 por ciento establecido para agosto.

Además, el Ministerio de Capital Humano anunció este viernes que denunciará a las autoridades de la UBA por «incumplimiento de los deberes de funcionario público», tras el bloqueo de sitios oficiales de la universidad con mensajes contra el veto presidencial.

«La manipulación de los canales oficiales de comunicación y la utilización de recursos públicos con fines partidarios configuran una violación a los principios de transparencia», señaló la cartera en un comunicado difundido este viernes.

Respecto a la salud, la Ley de Emergencia en Pediatría, también aprobada el 22 de agosto por el Congreso, contemplaba mejoras salariales para trabajadores de hospitales pediátricos y una actualización presupuestaria.

El Ejecutivo la vetó el 10 de septiembre por considerar que generaba «distorsiones salariales» y ponía en riesgo la estabilidad fiscal.

De acuerdo con trabajadores de universidades y de hospitales, los salarios del personal de ambos sectores han perdido entre 40 y 50 por ciento de poder adquisitivo desde que Milei asumió la Presidencia, en diciembre de 2023.

Sectores universitarios y de la sanidad se movilizan en Argentina contra veto presidencial a leyes sobre educación y salud

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