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Tara Westover, la joven que se doctoró en la Universidad de Cambridge sin haber ido nunca a la escuela

Por: bbc.com/21-02-218

No es común que una persona tenga un doctorado por la Universidad de Cambridge de Reino Unido, uno de los centros de estudio más prestigiosos del mundo, sin haber asistido nunca al colegio ni tener ningún tipo de certificación escolar.

Pero la historia de Tara Westover parece más bien sacada de un cuento de otra era que de un libro sobre la vida moderna en Estados Unidos.

La joven creció en una zona rural de Idaho, en una familia seguidora del «sobrevivencialismo» o survivalism, un movimiento de individuos o grupos que se preparan activamente para sobrevivir una posible futura alteración del orden político o social, que pensaba que las escuelas eran parte de un plan del gobierno para lavar el cerebro a las personas.

Su padre acumulaba una colección de armas y suministros para cuando llegara el fin de la civilización y para protegerse de cualquier intento del Estado de intervenir en sus vidas.

Incluso cuando sus miembros resultaron heridos en varios accidentes de tráfico, la familia evitó ir a hospitales porque estaba segura de que los médicos eran «agentes de un Estado maligno».

La familia de Westover, que seguía una interpretación fundamentalista del movimiento de los Santos de los Últimos Días que se rige por las enseñanzas del Libro de Mormón, controlaba su vida y cualquier contacto que tuviera con el mundo exterior.

«Era una vida dura, violenta y autosuficiente, como una paranoica «La pequeña casa en la pradera«», explica Sean Coughlan, el corresponsal de educación y familia de la BBC.

Armas para derribar un helicóptero

Tara en su graduación
Image captionTara Westover no fue a la escuela porque sus padres la educaron en la casa.

Westover recuerda que su padre temía posibles incursiones o redadas por parte de agentes federales y por esa razón compraba poderosas armas, capaces de derribar un helicóptero.

En ese contexto, nunca fue al colegio y su infancia transcurrió cabalgando en las montañas y trabajando en un lugar de venta de chatarra.

Y cuenta que el hecho de que sus padres aseguraran que la educaban en casa no era más que una pantalla para aislarla de cualquier enseñanza proveniente del exterior.

Pero en aquella época no le parecía extraño no asistir a la escuela como los otros niños.

«Pensaba que los demás estaban equivocados y que nosotros estábamos en lo correcto. Creía que eran espiritualmente y moralmente inferiores», dice Westover en una entrevista con la BBC en Cambridge, donde vive actualmente.

«Estaba convencida de que era a ellos a los que les estaban lavando el cerebro y no a mí».

Westover, quien ahora tiene 31 años, relata su infancia en el libro «Educada», que se publicará este mismo mes.

En él cuenta cómo se vio obligada a autoeducarse, porque la primera vez que asistió a clases formales fue a los 17 años, cuando ingresó a la universidad.

Su madre y su hermano le enseñaron a leer y escribir, pero nunca había aprendido nada de historia, geografía, literatura o nada que tuviera que ver con el mundo exterior.

«El salón de clases me parecía aterradora»

Tara Westover en Cambridge
Image caption Tara Westover se trasladó desde Idaho, en Estados Unidos, a Cambridge, en Reino Unido, para estudiar en su prestigiosa universidad.

La joven solo tenía acceso a libros y publicaciones afines a las creencias de su familia.

Pero al mismo tiempo sus padres le inculcaron que cualquier persona podía aprender lo que quisiera si se lo proponía.

«‘Te puedes educar a ti misma mucho mejor que cualquier otra persona’, me decían», recuerda.

Así, un día decidió comprar libros de texto a escondidas y dedicarse a estudiar metódicamente noche tras noche hasta conseguir el conocimiento necesario para pasar los exámenes de ingreso a la universidad.

Pero cuando finalmente llegó al salón de clases, vivió en un «estado permanente de miedo».

Tara Westover cuando era niña
Image captionTara Westover escribió una autobiografía sobre su inusual infancia.

«Era como un animal del bosque. Vivía en estado de pánico todo el tiempo. La sala de clases me parecía aterradora. Nunca antes había estado en una», recuerda.

Poco a poco comenzó a adaptarse, a adquirir nuevos conocimientos y a probarse a sí misma que era capaz de enfrentar el desafío.

Así fue como pasó un tiempo en la Universidad de Harvard, en Massachusetts, EE.UU., y más tarde ingresó a la Universidad de Cambridge, en Inglaterra.

Ahí obtuvo un doctorado a los 27 años, sin nunca haberse graduado de la secundaria.

«Creo que a muchas personas les han enseñado que no pueden aprender por sí mismas», dice.

Tara Westover en Cambridge
Image captionTara Westover consiguió su doctorado una década después de sus primeras clases.

Actualmente está separada de sus padres y de su religión. Y reconoce que dejar de lado sus creencias fue «una experiencia traumática».

Sobre su libro, dice que lo más difícil de relatar no tuvo que ver con las peleas familiares o las restricciones que le imponían.

«Se me hizo más difícil escribir de las cosas positivas, de las cosas que perdí. La risa de mi madre, la belleza de las montañas».

*Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias-43061996

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Qué es el «Educacionismo», la sutil forma de discriminación que nos marca desde niños.

Por: Melissa Hogenboom. BBC Mundo. 21/02/2018

La primera vez que Lance Fusarelli puso un pie en un campus universitario, se sintió rodeado de gente que parecía saber más que él sobre sociedad, urbanismo y “todo lo que era diferente”.

Él atribuye esas diferencias a su educación. No creció en la pobreza, sino en un pueblo de clase trabajadora de una pequeña zona rural de Pensilvania, Estados Unidos, pero fue el primero de su familia en ir a la universidad.

Su madre se quedó embarazada y tuvo que abandonar la escuela, y su padre trabajó en una mina de carbón desde la adolescencia. Vivió en un entorno en el que pocos estudiaban más allá de la secundaria.

Fusarelli cuenta ahora con una buena educación y es profesor y director de programas de posgrado en la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

De vez en cuando, recuerda cómo se sintió en aquellos primeros días, cuando un compañero corrigió de manera inocente su gramática imperfecta: “No pretendía ser ofensivo, éramos buenos amigos, simplemente creció en un ambiente diferente“.

Aunque Fusarell ascendió en el mundo académico a pesar de su pasado, sus experiencias ponen de relieve la división social que existe en la educación.

Quienes tienen menos educación debido a su desventaja social sufren un sutil,pero profundo sesgo.

Un estudio publicado recientemente en el Journal of Experimental Social Psychology (Revista de Psicología Social Experimental) llamó a ese fenómeno “educacionismo” y, por primera vez, halló evidencias inequívocas de lo que Fusarelli y muchos otros llevaban tiempo sospechando: las personas que reciben más educación tienen sesgos implícitos hacia quienes reciben menos.

Y eso tiene consecuencias desafortunadas e indeseadas, que a menudo provienen de la brecha entre ricos y pobres.

“El racismo de la inteligencia”

Es un problema de “nivel social” que crea una división significativa. “Necesita ser abordado”, explica Toon Kuppens, de la Universidad de Groningen, Países Bajos.

La idea de que la gente tiene prejuicios hacia quienes recibieron menos educación no es nueva.

En los 80, el sociólogo francés Pierre Bourdieu lo llamó el “racismo de la inteligencia… de la clase dominante“, la cual serviría para justificar su posición en la sociedad.

Bourdieu dijo que el sistema educativo fue inventado por las clases dominantes.

La educación también sirve para dividir a la sociedad de muchas maneras. Los niveles educativos más altos están vinculados a mejores ingresos, salud, bienestar y empleo.

El estatus educativo también revela divisiones políticas. Aquellos que tienen calificaciones más bajas, fueron más favorables a la hora de votar que Reino Unido abandonara la Unión Europea, por ejemplo.

Pese a todo, raramente se confronta el tema, dice Kuppens, aunque existen numerosos estudios sobre prejuicios por género, etnia y edad.

Kuppens y sus colegas hicieron una serie de experimentos. Preguntaron a varias personas cómo se sentían hacia otras, pero también les hicieron preguntas indirectas sobre los trabajos y la formación académica de varios individuos.

Los resultados fueron claros: las personas con un mayor nivel educativo son mejor aceptadas por todos, y además no son “inherentemente más tolerantes” hacia los menos educados, como normalmente se cree, dice Kuppens.

Es más, según el especialista, una de las razones por las que existe sesgo es que el nivel educativo se percibe como algo que la gente puede controlar.

La tiranía de la meritocracia

Los bajos niveles educativos están ligados a la pobreza .Quienes provienen de entornos pobres, rápidamente quedan por detrás de sus compañeros de colegio y muy pocos van a la universidad.

Y está cada vez más claro que hay razones complejas detrás de este fenómeno.

Jennifer Sheehy-Skeffington, de la London School of Economics, Reino Unido, dice que la falta de recursos es “psicológicamente restrictiva”.

También sostiene que hay una sensación de estigma y vergüenza que crea una baja autoestima, un patrón que, asegura, es más probable que ocurra enideologías meritocráticas, donde los logros de los individuos son vistos en base a su inteligencia y trabajo duro.

La pobreza afecta incluso a la toma de decisiones.

“Las habilidades cognitivas que se necesitan para tomar buenas decisiones financieras no están fácilmente disponibles cuando uno se enfrenta el estrés de darse cuenta de que lo está haciendo peor que otros”, dice Sheehy-Skeffington.

Eso no significa que los procesos mentales se bloqueen, sino que los individuos se enfocan más en las amenazas del presente que en concentrarse en esa tarea.

En su análisis sobre la psicología de la pobreza, Sheehy-Skeffington descubrió que aquellos con pocos ingresos tienen una menor sensación de control sobre su futuro: “Si piensas que no puedes controlar tu futuro, tiene sentido invertir la poca energía o dinero que tengas en mejorar la situación actual”.

Este tipo de trabajos revelan un ciclo difícil de romper.

El buen rendimiento mental se ve afectado cuando enfrentamos dificultades financieras, y cuando existen esas dificultades, la capacidad para planificar el futuro y tomar decisiones importantes también se ve afectada negativamente.

Y eso se refleja en el sistema educativo; quienes viven enfocados en el presente tienen menos incentivos para tener un buen desempeño en la escuela o pensar en educación superior.

Pero un equipo de investigadores fue más allá, argumentando que el sistema educativo está “motivado para mantener el status quo, donde los hijos de padres con alto nivel educativo van a la universidad, y los hijos de quienes recibieron menos educación ingresan a cursos de formación profesional y otros certificados de aprendizaje.

Esto fue mostrado en un estudio de 2017 liderado por el psicólogo Fabrizio Butera, de la Universidad de Lausana, en Suiza. Su equipo demostró que los “examinadores” puntuaban menos a individuos cuando les decían que el alumno provenía de un entorno menos privilegiado.

“Perpetuar el status quo es una forma de mantener el privilegio de esas clases”, dice Butera.

“Daños ocultos” y posibles soluciones

Incluso si los individuos de una clase trabajadora llegan a la educación superior, a menudo tienen que “descartar partes originales de su identidad para poder moverse socialmente”, explica Erica Southgate, de la Universidad de Newcastle, en Australia.

La investigadora ha estudiado los estigmas a los que se enfrentan los individuos que se convierten en los primeros de su familia en estudiar educación superior, y descubrió que en materias como medicina prevalece la presunción, por parte de los alumnos, de que todos provienen de un entorno social similar.

“No se trata tanto del estigma evidente, sino de los daños ocultos de la clase social que siguen emergiendo“.

Pero entonces, ¿qué podría romper la brecha educativa?

Las formas de calificar pueden ser determinantes. El equipo de Butera demostró que entregar a los niños los resultados de los exámenes reduce la motivación.

Y sin puntajes calificados, se reduce también la comparación social, que a menudo afecta al rendimiento, de acuerdo con el trabajo de Sheehy-Skeffington.

Si se aportan comentarios detallados sobre cómo mejorar, en lugar de dar simples notas, uno puede “enfocarse en la evaluación como una herramienta de educación” y no de selección, explica Butera.

En otras palabras, los niños aprenden a ampliar sus conocimientos, en lugar de aprender a superar los exámenes.

“Una solución viable es crear un entorno en donde la evaluación forme parte del proceso de aprendizaje”, señala Butera. “Esto parece reducir las desigualdades de género y clase social, y promover una cultura de solidaridad y cooperación”.

Para Fusarelli, lo más importante es que tanto padres como profesores esperen lo mejor de los niños a una edad temprana para reforzar la idea de que “pueden hacerlo y ser exitosos”.

Pero los sesgos del sistema educativo no van a desaparecer de un día para otro. Es más, la mayoría de nosotros ni siquiera nos daremos cuenta de que existen.

La actitud meritocrática de que quienes trabajan duro tendrán éxito sigue siendo dominante, a pesar de las pruebas que demuestran que hay muchos factores que exceden al control de las personas que pueden obstaculizar su potencial.

Y, por desgracia, son aquellos que están mejor educados —y quienes deberían ser sensibles con la discriminación— quienes pueden beneficiarse —a menudo sin ser conscientes de ello— de la misma desigualdad que contribuyen a crear.

Fuente: http://www.bbc.com/mundo/vert-fut-42654382

Fotografía: lolostock / Alamy Stock Photo

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Entrevista: Un niño que no es bueno en matemáticas no es inferior al resto.

Por: J. G. Stegmann. DIARIO ABC. 21/02/2018

El prestigioso científico y pediatra suizo Remo H. Largo presenta el libro «Ìndividualidad humana» en el que insiste en la idea de que no hay dos seres humanos únicos, que no podemos ampliar nuestro potencial y que hay convivir y aceptar las diferencias.

«No es posible ampliar por ningún medio el potencial de una persona». Con esta idea, el prestigioso científico y pediatra suizo Remo H. Largo sostiene que es indistinto si los niños dedican más o menos horas a actividades extracurriculares, van clase de ballet, piano, fútbol o artes marciales…«Nunca tendrá en casa a Steve Jobs o Rafa Nadal. No se puede puede convertir a los hijos en lo que no son, eso es malísimo para ellos».

Largo ha creado el «Principio de ajuste» (Fit-Prinzip), una teoría que «asume las diferencias entre los individuos, la singularidad de cada uno y la interacción entre individuo y ambiente como base de la existencia humana». Con esta teoría y 40 años de investigaciones sobre el ser humano, desde la niñez hasta la adultez, ha escrito una gran obra «Individualidad humana, qué nos hace diferentes y cómo aprovecharlo» (Debate) en la que explica que aunque nos quieran hacer creer que todos somos iguales y podemos lograr lo mismo, cada ser humano es diferente.

-Su libro parte de la frase de Albert Einstein que dijo que, si juzgáramos a un pez por su habilidad de escalar un árbol, viviría su vida entera creyendo ser estúpido. ¿Cómo se aplica al ser humano?

-Voy a poner un ejemplo. Usted funda un zoo. Se trae animales de todas partes del mundo y se pregunta: ¿Cómo vivía el elefante antes de traerlo? Entonces, intenta crarle un hábitat similar al que tenía…¿Cómo vivía el pez? Entonces, intenta proporcionarle un acuario. Es decir, intenta adaptar el entorno a cada uno de los animales porque sabe perfectamente que el pez no va a sobrevivir en la estepa o el elefante en un acuario.

Esa reflexión se aplica al ser humano. No podemos tener cualquier entorno o hábitat aunque lo creemos. De hecho, queremos ir a Marte, una locura. Voy a poner otro ejemplo. Hace 150 años, los zoo confinaban a los animales en jaulas. Después, la gente se dio cuenta de que eso no funcionaba y se adaptó el hábitat. Eso es lo que el ser humano no ha hecho consigo mismo. En otras palabras, lo normal sería vivir en la naturaleza. En el pasado, los seres humanos siempre han vivido en comunidad, de entre 100 y 300 personas y todas ellas se conocían bien, conocían las fortalezas y debilidades del otro. Ahora, estamos en ciudades masificadas como Madrid en la que apenas hay personas de nuestro entorno que conocemos, ajenas a nosotros y eso nos hace enfermos.

-Pero volver a ese estado es difícil, ¿cómo busco el entorno ideal, huyendo de la gran ciudad, de Madrid?

-A lo mejor es una opción salir de la ciudad. Solo como individuos podemos decidirlo. Yo, por ejemplo, me fui de Madrid. Pienso que lo que no podemos cambiar es el Estado. Tenemos un sistema educativo, sanitario, social…Eso está bien y no se puede cambiar. Pero lo que sí podemos cambiar es encontrar dentro de ese sistema modos de convivencia comunitarias y eso también se podría hacer en Madrid.

-La idea de que todos somos diferentes, con más o menos capacidades, apunta a que no hay alguien mejor o peor que otro. ¿Nos puede hacer llegar a la conclusión de que no existe la gente tonta o inepta?

-El ejemplo de la lectura puede ayudar a responder. Tenemos niños fabulosos en lectura y otros que apenas saben leer. En España, por ejemplo, hay tres millones de personas que no saben leer pero tienen inteligencia normal, con nueve años de escolarización. Pero eso no ocurre solo en España. En Suiza hay medio millón. Lo que deberíamos hacer es aprender a vivir con esa realidad, aceptarla. Y no decir: «Esos son los tontos». A lo mejor lo que ocurre es que saben manejarse bien con los números o dibujan de maravilla pero no saben leer.

-¿El que no tiene una capacidad siempre desarrolla otra?

-Podemos pensar en el esquema de aptitudes de una persona: puede tener muy buenas aptitudes sociales, mientras que las lingüísticas no son buenas. A su vez, es muy musical, en Matemáticas va bien, pero su motricidad no es buena y tampoco dibuja bien. Otra persona puede tener una constelación completamente diferente de esas mismas capacidades.

-Señala que la sociedad comete el grave error de pensar que todos somos iguales y que todos podemos conseguir lo mismo. ¿El individuo no es también responsable de creer que puede conseguir cosas que jamás tendrá? ¿No es el artífice de su propia frustración?

-No, no es la persona la responsable. Cuando valoramos o evaluamos a una persona como individuo hay que conocerla. Si ves a alguien en la calle no puedes hacerlo. En eso estriba el problema. Solo cuando convivimos con personas a las que conocemos, en una comunidad en la que hay un conocimiento mutuo, solo entonces sabremos cuáles son las fortalezas del otro. Así es como se acepta a los demás tal y como son. Por ejemplo, en el ámbito laboral.

-¿Ser consciente de estas diferencias podría ayudar a los padres a aceptar que en casa no tendrán a un Steve Jobs? A veces presionan más los padres que la sociedad…

-¡O a Rafa Nadal! Es cierto. Pero también es verdad que todos los padres conocen perfectamente a sus hijos y sus perfiles. Si se les pregunta por las aptitudes motrices que tienen sus hijos lo sabrán perfectamente. El problema está en si quieren reconocerlo o no. Y la presión procede de su deseo de convertir a los hijos en una cosa que no es. Y eso es malísimo para el niño.

-Dice en su libro que cada uno de los ocho mil millones de seres humanos que viven en la Tierra es único. Repetir la idea de que somos diferentes ¿no podría de alguna manera justificar la injusticia social?

-No, para nada. Es lo contrario: la definición de una sociedad justa radica en el hecho de que cada individuo tenga la oportunidad de desarrollar sus capacidades individualmente. Durante la Ilustración y la Revolución Francesa se decía que todos éramos iguales pero para eliminar la sociedad de clases, eliminar al Rey, por ejemplo. Podríamos decir que estamos en un punto en el que podríamos iniciar una segunda Ilustración en el sentido de aceptar la diversidad individual, es decir, que no considere inferior a una persona que no sepa leer o no sea buena en Matemáticas.

-¿Cómo evitar que la aceptación de las diferencias no termine convirtiéndose en una renuncia a la mejora o superación personal?

-No es renunciar, es volver a la razón. Voy a poner un ejemplo con el crecimiento físico. Si alimentamos bien a un niño va a alcanzar su potencial de crecimiento, su altura prevista, el potencial se cumple y se agota. Si le alimentamos mal ese potencial no se alcanzará y tendrá menir estatura. Pero si lo sobrealimentamos no crecerá más, engordará. Eso ocurre con todo, Lengua, Matemáticas, Música…Se trata de realizar el potencial que tenemos, no más.

-Si un niño dice sentirse niña o una niña quiere ser varón. ¿Cómo deben actuar los padres? ¿Eso también es aceptar las diferencias?

-Hay muchos niños que experimentan esa fase entre los 4 y los 7 años y luego desaparece. Si un hijo manifiesta que se siente hombre siendo mujer no se le puede quitar la idea porque es lo que siente, tiene que vivir esa fase. Ese hijo, posteriormente, puede que cambie la percepción de sí mismo a través de las experiencias que vaya teniendo, por ejemplo, relacionándose con otros niños, viéndose aceptado o no, etc.

Existe, por un lado, lo que uno es físicamente y luego tenemos otro componente que es cómo se percibe o siente uno como hombre o mujer. Y no tienen por qué coincidir ambas cosas. Luego tenemos otro componente que es el comportamiento. Seguramente conocerá a hombres que tienen una actitud femenina pero no son homosexuales. Y ahora podemos mezclar esos aspectos y crear diferentes combinaciones.

-Dice que el reto del ser humano es la armonía, aceptarse a uno y al entorno. ¿Cómo se hace para llegar a ese reto o fin en la vida?

-Una posibilidad sería preguntarse en qué situaciones de mi vida me sentí feliz y en cuáles infeliz, tanto en el pasado como ahora. A continuación hay que preguntarse por qué en determinadas situaciones era feliz o no lo era, qué propicia ese sentimiento.

Puede ocurrir que comprobemos que necesitamos un elevado reconocimiento social, por ejemplo, en el ámbito profesional. Para mí es importante ese aspecto, tener una determinada posición en el entorno laboral. Si ese es el caso y se consigue, me siento bien. Si no lo consigo, no me siento bien. Con independencia de lo que yo haga en el trabajo, es la posición lo que cuenta. Esa reflexión se puede hacer con todas las necesidades básicas que tenemos e intentar contestar a esa pregunta en relación a cada una de las capacidades.

-Entre 1974 y 2005 dirigió un enorme proyecto de investigación en el Hospital Infantil de Zúrich en el que evaluó a más de 700 niños desde su nacimiento hasta la vida adulta. ¿Cuáles fueron las principales conclusiones de ese gran estudio?

-Lo más importante es que cada niño es único. No se puede convertir al niño en lo que no es. Lo mejor que se puede hacer como padre o profesor es configurar el hábitat del niño de tal forma que pueda cosechar, hacer, tener las experiencias que necesita. En el caso del crecimiento está claro que tiene que comer, en el caso del aprendizaje está claro que tiene que oír el lenguaje y comunicarse con otros niños, mucho más importante que hacerlo con adultos.

-Donald Trump usa, de alguna manera, el discurso de la diferencia: americano frente al que no lo es, negro frente a blanco… ¿No hay que tener cuidado con perpetuar las diferencias?

-Son las personas débiles las que son racistas. Trump lo único que pretende es hacerse más fuerte diciendo que es mejor que los negros, hispanos o inmigrantes. Una persona fuerte no tiene necesidad de hacerlo. Obama no lo ha hecho nunca. Lo que nosotros tenemos que hacer es procurar que una persona como Trump no llegue jamás a ser presidente. Y eso es en España, Suiza o cualquier país del mundo.

Fuente: http://www.abc.es/sociedad/abci-nino-no-bueno-matematicas-no-inferior-resto-201802162102_noticia.html

Fotografía: ALBERTO FANEGO

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Estados Unidos: Answer Sheet Analysis How mass school shootings affect the education of students who survive

Por: washingtonpost.com/21-02-2108

A Washington Post analysis found that more than 150,000 students attending at least 170 primary or secondary schools in the United States have experienced a shooting on campus since the 1999 Columbine High School massacre, which is sometimes cited as the first in a string of modern mass school shootings.

What happens to these survivors a year, or two, or three later? Is their schooling affected? How have they developed emotionally?

As this Daily Beast piece notes, there is far less research on the psychology of the survivors of mass school shootings than there is on the motivations of the shooters “though the rate and increasing population of subjects means that it is a burgeoning field.”

Below is a post about one research effort to look at the educational experience of survivors, which found that enrollment fell and standardized test scores dropped, too.

This was written by Daniel Willingham, a well-regarded psychology professor at the University of Virginia who focuses his research on the application of cognitive psychology to K-12 schools and higher education. He was appointed by President Barack Obama to the National Board for Education Sciences, the independent and nonpartisan arm of the U.S. Education Department, which provides statistics, research and evaluation on education topics.

He is the author of  several books, including “Why Don’t Students Like School?” and “When Can You Trust the Experts?” He also blogs here, and his posts have appeared frequently over the years on The Answer Sheet.  He can be reached at willingham@virginia.edu, and you can follow him on Twitter @DTWillingham. This appeared on his Science & Education blog, and he gave me permission to republish it.

By Dan Willingham

Not long ago, a friend told me he was going across country to visit his friend who had lost his wife six months previously. He mentioned he had not gone to the funeral. “I don’t get that much time off so I can only go once. Everyone’s at the funeral. Somebody needs to be there six months later.”

It is important to keep this perspective in mind as we continue to process the horrific school shooting in Parkland, Fla. Just as my friend knew losing your spouse is not resolved in six months, we might guess that the trauma associated with attending a high school where murder took place would have long-term consequences.

In fact, Louis-Philippe Beland and Dongwoo Kim have examined the educational consequences for survivors. Using the Report on School Associated Violent Deaths from the National School Safety Center, they identified 104 shootings categorized as homicidal and 53 as suicidal. (Shootings took place on the property of a public or private U.S. school, or while a person was attending or on their way to or from a school-sponsored event.)

School performance data were obtained from each state’s Department of Education website. The researchers used other schools in the same district for comparisons, on the reasoning they would be roughly matched for demographics. (I wonder about the soundness of this assumption.) The researchers examined three main outcomes.

​First, they examined whether enrollment in a school would go down after a shooting. (Note: all of the effects described apply to homicidal shootings. There were no effects of suicidal shootings on any of the outcomes.) They found it did decrease, presumably as parents who could selected other schools. This effect was only observed in 9th-grade enrollments, however. Perhaps families with children already attending a school felt more committed to that school.

 

Second, they tested whether deadly shootings lowered test scores in later years. They found they did.

Based on the first result, it could be that lower scores are a consequence of the opt-out; maybe it is the most capable 9th-grade students who choose not to attend the school where the shooting took place. So to test the possibility, researchers examined a subset of the data from California schools, where they could access student-level data. The effect replicated. In other words, it is not due to changes in the population. When researchers examine test scores of individual students year to year, those scores dropped after the shooting.

Third, the researchers examined behavioral outcomes including graduation rates, attendances and suspensions. They observed no effects.

​The needs of the students who remain at Marjory Stoneman Douglas High School may be deemed less urgent than those of the immediate families of the slain. That is a fair assessment.

But the needs of the survivors are real, and we must ask how we can address them. And we must not forget the students who attend these schools where murder took place within the last three years:

  • Marshall County High School
  • Aztec High School
  • Rancho Tehama Elementary School
  • Freeman High School
  • North Park Elementary School
  • Townville Elementary School
  • Alpine High School
  • Jeremiah Burke High School
  • Antigo High School
  • Independence High School
  • Mojave High School

*Fuente: https://www.washingtonpost.com/news/answer-sheet/wp/2018/02/20/how-mass-school-shootings-affect-the-education-of-students-who-survive/?utm_term=.e343fe5b4cbb

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EEUU: How higher education sets Virginia apart

EEUU/February 20, 2018/By John McLaughlin and Keith Frederick/Source: https://www.washingtonpost.com

John McLaughlin is chief executive and partner of McLaughlin and Associates. Keith Frederick is the owner of FrederickPolls.

As Virginia’s new Democratic governor and Republican-majority legislature consider the state’s budget priorities, a bipartisan group known as the Virginia Business Higher Education Council has a suggestion.

Citing Virginia’s need to grow and diversify its economy, the council has mounted a grass-roots campaign called Growth4VA to make the case for increased state investments in colleges. They want to use that investment to leverage innovative business-higher education partnerships ranging from research and business start-ups to internships, work-study opportunities for students and strategic workforce development.

The council engaged us last year to investigate what Virginians really think about higher education and its economic impact. Because we ordinarily do our survey work on different sides of the political aisle, they asked us to team up and take the temperature of the state’s taxpayers and tuition-payers on this timely topic.

Source:

https://www.washingtonpost.com/opinions/how-higher-education-sets-virginia-apart/2018/02/16/66c32ce4-102a-11e8-9570-29c9830535e5_story.html?utm_term=.e68954d9b09f

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Países Bajos: Los docentes siguen en código rojo

Por: Internacional de la Educación/21-02-2018

Los docentes holandeses se encuentran en huelga, y exigen unos salarios dignos y un volumen de trabajo adecuado. Además, instan al Gobierno a abordar de forma clara y firme el problema del agotamiento psicológico y de la falta de docentes en la educación primaria.

La primera huelga regional de la serie prevista se llevará a cabo en las provincias de Groningen, Frisia y Drente, en los Países Bajos, el 14 de febrero.

La temporada de gripe hace que la escasez de docentes sea extremadamente visible

Según informa el afiliado de la Internacional de la Educación (IE), Algemene Onderwijsbond (AOb), la actual temporada de gripe juega a favor del Frente por la educación primaria (PO-front), cuando se trata de organizar la serie de acciones de protesta para reducir la carga de trabajo y aumentar los salarios.

La gripe hace que la escasez de profesores sea extremadamente visible en los Países Bajos. Desde principios de febrero, los responsables de las escuelas informan de las dificultades que sufren para hacer frente a la falta de compañeros que se encuentran de baja por enfermedad. Entre otras cosas, no hay profesores disponibles para sustituirlos; se envía a los alumnos a casa; se ruega a los profesores jubilados que echen una mano; el personal de educación contratado a tiempo parcial trabaja días extras; los directores escolares imparten clases toda la semana, y los profesores que aún no están muy enfermos siguen dando clase, aunque no deberían», comentó AOb.

Pequeños pasos por parte del Gobierno para satisfacer las exigencias de los docentes

Tras las anteriores acciones de protesta en junio de 2017, octubre de 2017 y diciembre de 2017, el Gobierno holandés comenzó a dar pequeños pasos. Así pues, el ministro de Educación, Arie Slob, decidió en poco tiempo anunciar públicamente el presupuesto que había previsto publicar en 2021. El presupuesto recoge medidas para reducir el volumen de trabajo.

Los sindicatos y las organizaciones de empresarios del PO-front han acogido favorablemente esta medida. La consideran como un primer paso significativo. «El volumen de trabajo solo puede reducirse de manera efectiva cuando se cuenta con suficientes profesores, y para atraer a más personas a la profesión, solo un aumento salarial sustancial puede ayudar a conseguirlo. Por consiguiente, la serie de huelgas anunciada se llevará a cabo según lo previsto», añadió AOb.

Susan Flocken, directora europea de la región europea de la IE, el Comité Sindical Europeo para la Educación (CSEE), acogió satisfactoriamente el acuerdo alcanzado puntualizando que «es hora de que las autoridades educativas se comprometan seriamente con una educación de calidad y revaloricen el estatus de la profesión docente». En tiempos de cambios demográficos, resulta esencial conservar y atraer a docentes altamente calificados a la profesión».

En efecto, la prestación de una educación de calidad depende de que se ofrezcan unos salarios y unas condiciones laborales decentes con el fin de conservar a los profesionales cualificados y contratar a jóvenes profesores preparados, destacó Susan Flocken.

Ella concluyó: «El CSEE respalda a AOb en esta huelga y está convencido de que esta acción dará lugar a que se tomen medidas significativas y más importantes en favor de los docentes en los Países Bajos».

Fuente: https://www.ei-ie.org/spa/detail/15694/pa%C3%ADses-bajos-los-docentes-siguen-en-c%C3%B3digo-rojo

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Cómo y cuándo ponerle límites a la relación de tus hijos con la tecnología.

Por: The New York Times. 21/02/2018

A estas alturas todos los padres saben que, de alguna manera, la tecnología pone en riesgo a los niños. Tan solo el mes pasado, la Academia Estadounidense de Pediatría publicó un estudio que señala que aunque los medios digitales y las redes sociales pueden motivar el aprendizaje temprano, también conllevan un montón de riesgos como, por ejemplo, efectos negativos en el sueño, la atención y el aprendizaje, además de una mayor incidencia de obesidad y depresión. El grupo recomienda que los padres desarrollen un Plan Familiar de Uso de Medios.

La propuesta suena bien, pero ¿qué debe contener un plan así? Como padre de adolescentes, requiero más que palabrería. Quiero saber qué están haciendo otros padres.

Durante las últimas seis semanas, he circulado (¡mediante las redes sociales!) veinte preguntas sobre temas como tareas, contraseñas, hora de dormir y castigos. He recibido sugerencias de más de sesenta familias y aunque la encuesta no fue científica, sus respuestas ya han modificado cómo se administra la tecnología en mi casa.

El primer teléfono

La mayoría de los padres que respondieron les dieron a sus hijos de entre 11 o 13 años sus primeros teléfonos; solo algunos esperaron hasta el bachillerato. Sin embargo, esos aparatos no son siempre de última generación. Los padres les dieron “teléfonos tontos” (sin capacidad de instalar aplicaciones o de acceso a internet como los teléfonos inteligentes), teléfonos simples o teléfonos de segunda mano que heredaban de hermanos u otros adultos. También apagaron funcionalidades como wifi, Siri, e incluso el acceso a internet.

Otras restricciones comunes incluían: “Un contrato escrito del comportamiento esperado”. “Prohibido usar el internet durante los días escolares (excepto si se trataba de tarea)”. “Tiempo de pantalla limitado de 30 a 60 minutos al día durante la semana, sin límite durante los sábados por la mañana”.

Otra es una prohibición parcial de mensajes en grupo. “Pude hacer sentir mejor a mi hijo por no tener esta funcionalidad al dejarlo ver los mensajes de grupo en el iPad de la familia”, dijo un padre. “Le ayudó a darse cuenta del poco valor que tienen las conversaciones en grupo”.

Los teléfonos durante las visitas de amigos son otro tema: “No hay nada más decepcionante que ver a los amigos de mis hijos traer sus aparatos a mi casa y tenerlos concentrados en sus teléfonos o tabletas en lugar de pasar el rato con mis hijos”.

Mi método favorito para restringir el uso de la tecnología: “No hay recepción; los teléfonos no siempre funcionan”.

Cuando les pedí consejo a otros padres sobre en qué momento hay que darles teléfonos a los niños, la respuesta generalizada fue: espera lo más que puedas. Una vez que se los das, es muy difícil quitárselos.

Tarea

¿Debemos permitir que los niños se comuniquen con amigos mientras están haciendo la tarea? Dos tercios de los padres dijeron que sí; un tercio dijo que no.

Algunos de los comentarios aprobatorios decían: “Solamente en áreas comunes de la casa” o “Solo con la puerta abierta (para que podamos supervisarlos)”. Otro agregó: “Depende de si están trabajando juntos en un proyecto, lo cual puede ser difícil de hacer cumplir”.

Los que están en desacuerdo dijeron que la tarea se hace individualmente; si el chico necesita ayuda, necesita buscar a uno de sus padres o los padres deben contactar al maestro.

El uso más amplio de computadoras para la tarea también ocasionó reacciones diversas. Algunos padres son bastante estrictos y limitan toda la tecnología: “Solo se utiliza la computadora para revisar ortografía o para usar Google Docs”. “Solamente sitios relacionados con temas de tarea y nada de redes sociales”. “Solo están permitidos ciertos sitios educativos. Wikipedia no se recomienda para nada. Creo firmemente que deben consultar libros reales para investigar en lugar de guglear todo”.

Otros son más relajados: “Debes dejarlos usar las herramientas que necesitarán en su vida. De otro modo, démosles carbón y un pedazo de pizarra, como Lincoln”.

Hora de dormir

Investigadores del King’s College de Londres han descubierto “una relación fuerte y constante” entre el uso de aparatos electrónicos durante la hora de dormir y tener un sueño insuficiente o sufrir de una mayor somnolencia durante el día. Los padres ya entendieron el mensaje.

Una mayoría aplastante prohíbe los teléfonos en las habitaciones durante la hora de dormir. “La tecnología también tiene que irse a dormir; en nuestra casa sucede 30 minutos antes de que se apaguen las luces”. “No se usa tecnología una hora antes de acostarse”. “A las 21:00 me trae el teléfono abajo, donde se quedará hasta las 7:00”.

Redes sociales

Muchos padres restringen a los usuarios primerizos a una sola plataforma digital. “Solo Snapchat; no Instagram, Twitter, Facebook”. “Solo Instagram y lo reviso ocasionalmente”. “Una plataforma a la vez”.

Sin importar el sitio, la mayoría de los padres insisten en tener las contraseñas y los nombres de usuario. “Mis reglas, hasta que cumplió 18 años, eran que yo debía tener todas las contraseñas de todas sus cuentas. De vez en cuando hacía inspecciones sorpresa”. “Tengo TODOS los nombres de inicio y las contraseñas, y si cambian, mi hija tiene que actualizar mi lista. Si trato de entrar y no puedo, le quito el teléfono hasta que yo decida devolvérselo”.

¿Es verdad que los padres realmente monitorean las actividades en línea de sus hijos? Algunos sí. “Leo sus mensajes frecuentemente”. “Somos ‘amigos’ o nos seguimos en redes sociales, así que puedo ver todas sus publicaciones”. “Le he pedido leer los mensajes si mi hija esconde el aparato cuando entro a su habitación”. “Hago auditorías al azar. Hemos tenido pláticas sobre ciudadanía digital y mensajes positivos”.

Sin embargo, otros padres prefieren darles libertad. “Cuando comienzan a mandarse mensajes, leo algunos al azar y pregunto sobre lo que leo: ‘Veo que tu amigo y tú están hablando sobre los Jets’ o ‘Veo que tú y tu amigo están hablando sobre otro chico de su clase’. De esa manera, saben que puedo leer cualquier mensaje en cualquier momento, aunque en realidad no lo hago”. “Casi todos son muy aburridos”.

Castigos

¿Qué pasa si el niño infringe una regla familiar? ¿Es posible separar a un nativo digital de un aparato electrónico por un periodo largo? Observen, escépticos: muchos padres opinan que sí.

“Sí, cuando era más chico”. “Sí, y mi hija responde bien”. “¡¡SÍ!! ¡Es la motivación más grande!”. “Sí. Lamentos y rechinidos de dientes, y después encuentran otra cosa que hacer”. “Lo he hecho. Se enoja mucho al principio pero finalmente se calma. La primavera pasada establecí una limpieza digital de tres semanas. Estuvo enojado los primeros tres días pero después todo se volvió más tranquilo”.

Otra forma común de obligar a los niños a cumplir con las normas es hacerlos pagar por el sobreuso. “Pagamos la cuota normal pero hacemos que ella pague el sobreuso”. “También le quitamos los datos”. “Ahora trabaja como niñera para algunos amigos de la familia para ganar más dinero; debe aprender a manejar su dinero”.

Tiempo familiar

Quizá la mayor queja en contra de la tecnología es que roba el tiempo de familia. Así que ¿cuáles métodos han usado los padres para recuperar ese tiempo?

En primer lugar, la hora de la cena está libre de tecnología. “No hay aparatos electrónicos durante las comidas”. “No hay teléfonos sobre la mesa y eso no solo sucede en nuestra casa. En casa de mi madre y de nuestros hermanos, los sobrinos y sobrinas tienen la misma regla. Nadie se queja, simplemente lo ejecutan”. “No hay aparatos durante las comidas. No hay audífonos cuando viajan en el auto”.

En segundo lugar, consideren alternativas positivas. “Hacer cosas donde los teléfonos estorben. Jugar algo rápido, caminatas, ir a conciertos o presentaciones”. “Vemos películas juntos, hacemos fogatas en el patio o nadamos cuando el clima es cálido y hacemos una noche de juegos, en la que solo se permiten juegos de mesa. Solían quejarse pero ya tienen sus favoritos y ahora esperan con ansias el momento de jugarlos”.

“Hagan algo constructivo juntos. Asegúrense de que todos (incluso mamá y papá) se ensucien las manos. Muchas veces cocinamos juntos y preparamos los peores platillos del mundo, pero está bien, porque los hicimos juntos”.

Finalmente, cuando todo falla, muchos se apoyan en los viejos trucos parentales: amenazas, sobornos y humillación pública.

Amenazas: “Les grito de la nada: ‘¡Deja ese teléfono!’. Limita su uso por los siguientes cinco minutos”.

Sobornos: “Salida nocturna de papá o mamá e hijo. Los padres se alternan para llevar a un niño de paseo; la cuarta semana les toca salir a los padres juntos”.

Humillación pública: “Si confisco un aparato durante el tiempo familiar, abrimos los mensajes y mi esposo y yo los leemos con tono dramático”.

Fuente: https://www.nytimes.com/es/2017/11/09/como-y-cuando-ponerle-limites-a-la-relacion-de-tus-hijos-con-la-tecnologia/

Fotografía: Wesley Bedrosian

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