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Plagados por el hambre

Por: lahora.com.ec

Hay una brecha invisible, agravada por la rampante corrupción y el debate vacío de los alzamanos y ‘apunta dedos’ que ignoran los problemas reales que plagan el día a día del 50% de la población.

He aquí una de las más graves consecuencias del cortoplacismo con el que se trata a la cosa pública en el país, de leyes que apuntan a proteger a los sectores que más gastan en ‘lobby’, a la avaricia tributaria de un Estado que destina el grueso de sus ingresos a cumplir con acreedores extranjeros y al gasto corriente.

Los indicadores son tristes: hace 29 años que no se reduce la cifra de niños con desnutrición. El país, sus élites, los gremios, los políticos, los sabios, todos somos responsables y, de igual forma, cargamos con el peso de un país que no logra salir de la pobreza.

Cualquier programa de emprendimiento, inversiones millonarias en centros educativos, becas y tecnología es inútil si no se lo nutre de una masa laboral preparada para esta nueva era del conocimiento.

Si 25 de cada 100 niños en el país no tienen una alimentación nutritiva, implica no solo estancamiento en su crecimiento, sino además, un desarrollo limitado de su capacidad cognitiva. Además de la falta de acceso a la educación y al abandono escolar que dejará como consecuencia la pandemia del Covid-19, estos niños tendrán aún menos posibilidades de alcanzar una posición laboral en el futuro que les permita alimentar bien a sus hijos, perpetuando así el círculo vicioso.

Urge un consenso nacional que apunte a levantar a este sector marginado de la población, que sufre de hambre y desnutrición, y no solo comedores comunitarios o kits de alimentos.

El no recibir cuidados, el ser olvidado por todos, creo que es un hambre mucho más grande que el carecer de alimentos. Teresa de Calcuta (1910-1997) Monja católica, Nobel de la Paz; Albania.

La agrociencia tiene un enorme potencial para incrementar la producción de pequeños agricultores y sacarlos del hambre y la pobreza. Bill Gates (1955- ) Fundador de Microsoft, filántropo; EE.UU.

Fuente: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102326444/plagados-por-el-hambre

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#YoTambiénMeQuedo en la escuela: que ninguna nos falte

Por: Sonia del Valle y Ana Razo 

“#YoTambienMeQuedo en la escuela” es un llamado para salvar el futuro de las mujeres y revertir el abandono escolar. Se trata de una convocatoria abierta que lanza la Red de Mujeres Unidas por la Educación (MUxED) para crear una reflexión colectiva con las adolescentes, las jóvenes y la sociedad sobre la importancia que tiene la escuela como el mejor lugar –y el más seguro– para aprender y transformar el mundo, para que confíen en que es posible crear, desde ese espacio, un futuro de libertades.

Pero primero unos datos de la crisis educativa para las mujeres: La SEP estima que, por efectos de la pandemia, cerca de 800 mil adolescentes de secundaria no se inscribirán este año en el bachillerato (PNUD 2020) [1] y aunque el dato no está desagregado por sexo, se podría estimar que la mitad al menos serán mujeres

Por ejemplo, si las niñas abandonan a tasas similares a las de la crisis del Ébola de 2014-2015, 10 millones de niñas en edad de cursar la educación secundaria en países de ingresos bajos y medios-bajos nunca volverán a la escuela, según una proyección de la Fundación Malala. Este problema no es nuevo, pero crece, en México, antes de la pandemia, 2.3 millones de niñas, adolescentes y jóvenes de 6 a 17 años no asistían a la escuela.[2]

Las condiciones del aislamiento social y el cierre de las escuelas aumentan, para las adolescentes, el riesgo en las formas de abuso. El Consejo Nacional de Población (Conapo) alertó que, solo durante la pandemia, habrá un incremento de 20 por ciento en el embarazo adolescente. Sumando a lo anterior, la representante del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) en México, Arie Hoekman, aseguró que los ingresos de las mujeres adultas que tuvieron hijos cuando eran adolescentes son 32 por ciento menos que los de las mujeres que aplazaron su maternidad.[3]

Para nuestro país, que las adolescentes abandonen sus estudios por embrazo representa, además de trayectorias y vivencias educativas truncadas, una pérdida económica anual estimada en 31,000 millones de pesos.[4]

Como resultado de esta pandemia, un gran número de adolescentes se enfrentarán a la presión de absorber las responsabilidades domésticas y de cuidado de hermanos menores, personas con enfermedad, adultos mayores y trabajo del hogar. Hay antecedentes: durante la crisis del Ébola, en 2014, las niñas experimentaron un aumento en el trabajo doméstico y labores de cuidado que limitó el aprendizaje en el hogar para las niñas comparado con el de los niños, y agravó el abandono escolar cuando las escuelas reabrieron.[5]

 Sin dejar de reconocer los múltiples problemas y retos que ya enfrentaba el sistema educativo, y que hoy la crisis sanitaria hace evidente y agudiza, la escuela y los aprendizajes sociales y académicos que se desarrollan en la escuela siguen siendo la ruta más firme hacia la construcción de un proyecto de vida en un mundo que es cada vez más incierto y complejo.

Hoy más que nunca necesitamos transmitir a las niñas, adolescentes y jóvenes que no están solas. Que regresar y quedarse en la escuela –en cualquier modalidad– les ayudará a construir un mejor futuro, para ellas, en lo individual, y para el país, en general.  Es nuestro deber, el de todas y todos, hacer que la escuela tenga sentido para ellas. Que los aprendizajes en los que se involucren en la escuela las empodere y les dé independencia y libertad para alcanzar la vida que sueñan. 

La campaña #YoTambiénMeQuedo en la escuela retoma del movimiento feminista MeToo, que busca visibilizar y combatir el acoso y la agresión sexual hacia las mujeres, para incorporar una dimensión a la lucha hacia la igualdad de los derechos de las mujeres: el derecho a la educación.

Esta campaña busca transmitir a las estudiantes el sentido que tiene para ellas seguir estudiando. Busca revertir el abandono escolar de las jóvenes adolescentes haciéndoles saber que, en momentos de gran adversidad, como los que atravesamos, la escuela es el mejor lugar para construir la vida propia y junto a ella, la de su familia y la del país.

Desde MUxED, junto con las organizaciones e instituciones que se han unido en la campaña, estamos convencidas de que es necesario trasmitir a las adolescentes y las jóvenes solidaridad, confianza, altas expectativas y apoyo para que sigan estudiando.

La Red de Mujeres Unidas por la Educación hace un llamado a la sociedad y a las familias para unirse a la campaña #YoTambiénMeQuedo en la escuela, para decirle a las adolescentes y las jóvenes el gran valor –ético, ciudadano, de aprendizaje y de desarrollo pleno y solidario– de permanecer en la escuela. Queremos que las adolescentes sepan y sientan que es posible quedarse en la escuela, que es posible confiar en sus talentos y capacidades de aprender para salir adelante, pero, sobre todo, que en momentos tan complejos, como los que vivimos hoy, es posible crear su vida; porque las decisiones que tomen en el presente incidirán en su futuro.

Las jóvenes estudiantes tienen derecho de ir a la escuela y aprender. La educación de las niñas y las adolescentes tiene el poder de salvar vidas, estimulando los efectos multiplicadores que reducen la pobreza. Para las mujeres, mayores trayectorias educativas están vinculadas con vidas más saludables, libres de violencia, mayor participación en el mercado laboral formal y con mayores ingresos, con la postergación del matrimonio temprano, más información sobre salud reproductiva, así como decisiones propias sobre el inicio de su vida sexual activa. También está asociado con mejor atención médica y educación para sus hijos, si eligen convertirse en madres.

Necesitamos intervenciones educativas y sociales creativas y flexibles, con un enfoque integral de género desde distintos ámbitos (salud, estancias infantiles, brechas digitales y seguridad) y desde los diversos niveles de actuación gubernamental.

La campaña habla directamente con las jóvenes para apoyar su continuidad en la escuela y la recuperación del ritmo de aprendizaje que esta crisis desaceleró.

Los apoyos económicos no serán suficientes, necesitamos exigir el cumplimiento del derecho de todas las jóvenes mujeres a los servicios educativos y enaltecer el valor que la escuela tiene, en particular, para ellas. La campaña #YoTambiénMeQuedo en la escuela, busca contribuir para lograrlo.

 

¡Únete a la campaña #YoTambiénMeQuedo en la escuela!

El lanzamiento de la campaña, para México y la región Latinoamericana, será el 3 de septiembre de 2020 a las 17 horas de la Ciudad de México (GMT-5). Ponte en contacto (contacto@muxed.mx). Accionemos el poder de las redes sociales para conversar con las jóvenes, apoyarla y convencerlas, hoy más que nunca, de quedarse en la escuela.

 

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“El abandono escolar puede aumentar si seguimos con la educación a distancia o la semipresencialidad”

Por: Nacho Meneses

España es el país de la UE con mayor abandono temprano, una situación que puede incluso empeorar si no se aborda una transformación profunda del sistema educativo

Sin lugar a dudas, esta es una clasificación en la que ningún país desea destacar. El abandono escolar temprano español, el de las personas de 18 a 24 años que han dejado los estudios sin llegar a completar la segunda etapa de la educación secundaria, sigue siendo el más alto de toda la Unión Europea: un 17,3 % en 2019, siete puntos por encima de la media comunitaria (10,3 %), a pesar de haberse reducido significativamente a lo largo de la última década. Un dato que alcanza mayor dramatismo si se disgrega por géneros, ya que alcanza el 13 % entre las mujeres, pero el 21,4 % entre los hombres, es decir, un 65 % superior.

La incertidumbre que domina todo lo relacionado con el próximo año académico tampoco ayuda. Tras un final de curso marcado de manera excepcional por el cierre de las escuelas y la formación a distancia, en el que Gobierno y autonomías acordaron flexibilizar la promoción de los alumnos, y el actual aumento de casos de covid-19 en gran parte de la geografía española, el temor de un mayor abandono escolar acecha entre las sombras difícilmente discernibles de lo que pueda suceder en los próximos meses.

“El abandono escolar puede aumentar si seguimos con la educación a distancia o la semipresencialidad”

Si la brecha digital dificultó el seguimiento de las clases entre los alumnos de familias con un bajo nivel socioeconómico, la continuidad de la educación a distancia podría llegar a romper esa lenta tendencia a la baja de la tasa de abandono: “La desvinculación, la ausencia de motivación, el bajo rendimiento escolar y el abandono escolar pueden aumentar si la semipresencialidad o la educación a distancia se imponen frente a la presencialidad en el curso 2020-2021, si las circunstancias sanitarias obligan a ello”, afirma Andrés Payà, profesor titular de Pedagogía en la Universidad de Valencia y conferenciante de Thinking Heads. “La ausencia de contacto con el grupo de compañeros y con la comunidad escolar que representa la convivencia en el aula, aumenta todavía más la vulnerabilidad y el desarraigo de la escuela; el alumno se va a sentir más solo y menos acompañado, y va a valorar mucho menos la educación”.

¿Por qué se produce el abandono escolar?

Las causas que explican la relevancia de este problema son múltiples y de muy distinta clase. Tienen que ver con el propio alumno, con su entorno sociofamiliar, con el contexto escolar en particular y el sistema educativo en general; y las soluciones tienen tantas aristas como los factores que lo propician.

Los motivos de índole personal, que sí dependen del alumno o alumna que abandona, van desde sus propias capacidades a los intereses, las motivaciones, las competencias, el compromiso o incluso su propio estado emocional: “Es decir, cómo se encuentra a nivel psicológico, bien porque tenga una psicopatología o porque, sin llegar a ello, pueda tener problemas emocionales, de ansiedad, de autoestima e incluso un bajo estado de ánimo o una situación personal en un momento determinado, como puede ser, a ciertas edades, una ruptura amorosa”, esgrime Andrea Navarrete, psicóloga y psicoterapeuta.

En el entorno sociofamiliar, la actitud y expectativas que los padres tengan hacia la educación juegan un papel fundamental, porque influirán decisivamente en el mensaje que transmitirán a los hijos; pero también el fomento de la lectura o la calidad de la comunicación que hay entre padres e hijos: “Cuando viene con suspensos del cole o diciendo que no quiere ir, en vez de castigarle, hay que poder razonar con él, preguntarle si tiene algún tipo de problema y si le puedes ayudar”, explica Payà. “Durante la pandemia, ha habido familias que han querido ayudar pero no han podido, porque estaban limitadas en ese sentido”.

Pero hay, además, muchos otros factores: “Si la familia tiene problemas, si es disfuncional o si ha sufrido algún acontecimiento traumático que influya de manera directa en el alumno o alumna, e incluso la propia situación económica de la familia, que puedan ocasionar situaciones de estrés o ansiedad que determinen cómo el adolescente percibe el ambiente dentro de su núcleo familiar”, añade Navarrete.

¿Y qué sucede con el entorno escolar? Aquí la conversación se complica y las aristas se multiplican. “Nunca se ha hecho una reforma integral encaminada a motivar más al alumno, a hacer un aprendizaje más atractivo y personalizado (…) El sistema educativo español adolece de ser más práctico y motivador”, sostiene Navarrete. Otros aspectos que pueden influir son la repetición de curso (el que repite dos o tres veces, es posible que se harte y abandone el sistema educativo); el nivel socioeconómico del centro o la autopercepción que tenga el alumno de lo que está haciendo y de lo que sirve el estudiar.

Tampoco deben olvidarse las propias expectativas que los docentes tienen respecto de sus estudiantes. “Es el llamado efecto Pigmalión, o la profecía autocumplida, que sigue funcionando mucho a nivel de aula: cuando las expectativas que tienes de un alumno son muy buenas, le prestas más atención e individualizas mucho más la enseñanza… Y al revés: cuando el docente piensa que de un alumno no va a sacar nada, está manteniendo un mensaje negativo, y esas expectativas que tenía se acaban cumpliendo. Esas expectativas inconscientes hacia la gente hacen que les demos más oportunidades y les dediquemos más tiempo, con lo que tienen mayores posibilidades de éxito”, reflexiona Payà.

¿Cómo reducir el abandono temprano?

Conseguir reducir el abandono escolar es una prioridad global que forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y de la Agenda 2030, que con respecto a la educación se fijan la meta de “asegurar el acceso igualitario de todos los hombres y las mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad, incluida la enseñanza universitaria” de aquí al final de la década. En ese contexto, el objetivo marcado para España era reducir la tasa de abandono al 15 % para 2020, algo ya altamente improbable si tenemos en cuenta que con datos de 2019 seguimos en el 17,3 %, y que ninguna de las leyes educativas promulgadas en España durante la democracia ha logrado rebajar ese porcentaje hasta al menos los niveles europeos. Para conseguirlo, Andrés Payà señala como necesarias ocho acciones que supondrían una reforma radical del sistema educativo:

1. Reducir las ratios en todas las etapas, para conseguir que la enseñanza sea más individualizada.

2. Incrementar la cantidad de profesorado, y no solo para tener menos alumnos por aula, sino también para tener profesores de refuerzo y aumentar el tiempo de tutorías, de orientación escolar, de apoyos y de desdobles.

3. Dotar a los centros de profesionales especializados: no solo docentes, sino profesores de pedagogía terapéutica, logopedas, pedagogos y psicopedagogos, que son los que van a colaborar en la detección, prevención e intervención del abandono escolar.

4. Reforzar los programas y medidas de atención a la diversidad del alumnado, que sí se está haciendo, pero no lo suficiente.

5. Promover un sistema efectivo de orientación y formación profesional durante la enseñanza obligatoria. Un tema, el de la FP, en el Gobierno ya se ha puesto las pilas y se ha dado cuenta de que no es una segunda vía, sino una vía supernecesaria.

6. Aumentar la inversión en becas y ayudas para el estudio, así como medidas compensatorias para grupos vulnerables.

7. Potenciar una estrategia común y coordinada entre programas y administraciones educativas. No puede hacer el ministerio una cosa, la consejería otra y el ayuntamiento otra… De los pocos recursos que invertimos en educación, a veces los estamos duplicando y no siempre van en el mismo sentido, cuando van dirigidos a las mismas personas.

8. Trabajar con las familias para mejorar su arraigo con la comunidad educativa: es lo que se está haciendo ahora con las famosas comunidades de aprendizaje. No se trata solo de que las familias participen de la educación, sino de que sientan su centro educativo como propio.

9. Hay que valorar mucho más la labor y la función del profesor; empoderarles y prestigiar la docencia. El docente no se dedica a enseñar porque no tiene otra cosa; realiza una labor importantísima, y debe reconocerse.

Alumnos de altas capacidades

El abandono escolar temprano no solo afecta a la población de riesgo, ya que cualquier persona puede estar en riesgo de abandonar. Y, entre ellos, los estudiantes con altas capacidades (o superdotados), que necesitan esos profesionales específicos arriba mencionados y un seguimiento constante para evitar que desconecten y abandonen un sistema educativo que no les satisface. “Cuando hablamos de flexibilizar los currículums, la repetición y la promoción de cursos, siempre pensamos en hacerlo más fácil para las personas que no tengan tantas capacidades, pero no lo pensamos de la otra manera, que el currículum sea mucho más complicado y complejo, que la promoción de cursos sea posible y que alguien pueda saltarse dos cursos”, argumenta Payà. “Por eso es tan importante la adaptación de esos currículos y contenidos”.

Para Navarrete, una situación de abandono escolar puede dar lugar también a un paréntesis de crecimiento personal y maduración, cuando hay factores personales, emocionales y psicológicos que le están influyendo negativamente: “A veces, ese abandono puede redundar en algo positivo, si se utiliza el tiempo para trabajar esos problemas y luego retomar los estudios. Si se le da el apoyo necesario, si se halla la manera de reengancharle al sistema educativo y de volverle a ilusionar, ese alumno no tiene por qué perderse”.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/08/12/actualidad/1597228975_884403.html

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Abandono escolar en dos tiempos

Por: Carlos Ornelas

 

El abandono escolar es cosa seria. Es un drama en muchas familias y una adversidad para la nación. La investigación educativa la explica desde diversas perspectivas, pero no varían mucho. Hay causas exógenas y endógenas; una tercera variante incluye ambas visiones, como educación especial o factores individuales.

El abandono escolar es un problema que afecta al sistema educativo mexicano desde su fundación. Si se considera el tiempo largo de la historia, los avances —que sí los hay— son magros. El gobierno de Álvaro Obregón, a insistencia de José Vasconcelos, fundó la Secretaría de Educación Pública en 1921.

Lo que los diferentes gobiernos hicieron en un siglo no es despreciable. De unos cuantos cientos de escuelas en 1921, hoy tenemos más de 265 mil en todos los niveles a donde asisten más de 36 y medio millones de estudiantes.

No obstante, en la última generación, de cada 100 niños que ingresaron a la educación primaria en 2002, sólo 25 concluyeron la licenciatura en 2019. Millones de mexicanos se quedaron en el camino. La pérdida mayor se da en la enseñanza media, de 66 de esa misma generación que ingresaron a bachillerato, nada más egresaron 46; en profesional técnico, la cifra es dramática, de cada siete que se matricularon, sólo uno se graduó.

Esa trayectoria es de tiempos que, digamos, son normales, aunque sean una anormalidad. Si las previsiones de la SEP son correctas, la inscripción de este año será más baja, pero no tanto (Excélsior, 09/08/20). La semana anterior, el PNUD mostró proyecciones de matriculación en la coyuntura de la pandemia que parecían más dramáticas que en tiempos ordinarios, pero no difieren mucho de la tendencia histórica.

En educación media, por ejemplo, el PNUD pronosticó una pérdida de 800 mil alumnos entre los egresados de secundaria que no se matricularían y los que no regresarían al ciclo posterior. Es casi la misma que en el ciclo 2017-2018 (Secretaría de Educación Pública, Principales cifras del sistema educativo nacional: 2018-2019).

El abandono escolar es cosa seria. Es un drama en muchas familias y una adversidad para la nación. La investigación educativa la explica desde diversas perspectivas, pero no varían mucho. Hay causas exógenas y endógenas; una tercera variante incluye ambas visiones, como educación especial o factores individuales.

Los efectos de la pandemia entre estudiantes pobres son severos y es posible que influyan en ese incremento —ligero, si se quiere— de la tasa de abandono. El covid-19 empeora las condiciones precedentes.

 

La Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación lanzó un pronunciamiento donde argumenta que, para millones de niños y jóvenes de América Latina, en especial quienes están en situación de mayor vulnerabilidad, el cierre de escuelas implica la pérdida temporal de una red de seguridad fundamental, que incluye nutrición, salud y apoyo emocional. “Con la actual pandemia, también quedó al desnudo que la escuela es, en muchos casos, un espacio de protección contra la violencia doméstica y los abusos sexuales”.

La calamidad que acarrea el coronavirus y que Aprende en Casa II no contempla es cómo mantener, aunque sea en una expresión razonable, esa red de protección. En el año escolar pasado el pase fue automático y que como quiera que sea, se dio por concluido. Pero en el presente —y tal vez por lo que resta del sexenio— al abandono se empalmará la reprobación. Y será más onerosa porque, para fines prácticos, el gobierno de la Cuarta Transformación ya clausuró el programa de escuelas de tiempo completo, que era la mejor expresión de ese sistema de salvaguarda que, aunque favorecía más a sectores medios, cubría también a buena parte de los segmentos proletarios.

Como dice el proverbio, al sistema educativo mexicano le llovió sobre mojado. A los problemas heredados, se le vino encima la pandemia, que empeoró lo que funcionaba mal y no ayuda a la redención de millones de estudiantes —en especial pobres— que no regresarán a la escuela.

En el pasado, unos explicaban el abandono escolar porque los niños y jóvenes iban a buscar empleo para apoyar a la familia; en medio de la crisis de salud y recesión económica no tendrán empleo, aunque en áreas rurales aprecian su fuerza de trabajo. Antes el tiempo era malo, ahora es peor.

Fuente:

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“Desertores”, no; “Abandonadores”, tampoco

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

 

En un texto escrito por la Dra. Irma Fuenlabrada, del Departamento de Investigaciones Educativas (DIE-CINVESTAV), sobre pensamiento matemático infantil, dirigido a educadoras y educadores del nivel Preescolar (1) se leía el siguiente título: “¿Hasta el 100?… ¡No! ¿Y las cuentas?… ¡Tampoco! Entonces… ¿Qué?”. Precisamente en homenaje a ese creativo título, aparte de su magnífico contenido, en esta ocasión elegí el presente título para hacer una analogía y llamar por un momento la atención sobre un término que se utiliza indiscriminadamente en los medios educativos (y fuera de ellos: en medios de comunicación o en diversos espacios públicos). Me refiero al término “deserción” escolar, el cual está en desuso en los círculos de la investigación educativa, porque el término viene de la jerga militar o de los medios castrenses, y expresa un significado confuso en el campo educativo, pues hace referencia a la renuncia que realiza una persona, con deshonor, como un acto que generalmente se produce en las filas de un ejército.

A nuestros estudiantes, dado que no son soldados (aunque el líder sindical en turno dice que las y los maestros constituyen un “ejército intelectual” a favor del nuevo régimen), no les corresponde ese adjetivo: “desertores”. Lo cierto es que las y los estudiantes (me gusta decirles “estudiantes”, en vez de “alumn@s), se van de la escuela, pero no necesariamente porque así lo quieran, sino porque sucede un fenómeno social complejo que no podría ser simplificado como simple acto de “deserción”.

Cabe señalar que algunos autores –Manuel Gil cita a varios de ellos (2)-, han optado por -sustituir el término “deserción” escolar por “abandono” escolar, esto con la idea de salvar el exceso (de lenguaje militar) que se supuestamente se atribuiría a las “bajas” en una estadística del sector público; sin embargo, el problema de este último término (“abandono”) es que hace alusión a una responsabilidad asimétrica, es decir, a una de las partes se le adjudica moralmente la carga del “abandono” (“abandonan la escuela porque son flojos”, diría una versión extraviada). Implícitamente en el discurso de ciertas políticas públicas, supuestamente con base académica, las o los estudiantes son los responsables de “abandonar” a la institución llamada “escuela”. Al respecto, cabe preguntar ¿Quién abandona a quién? Los estudiantes a su querida institución, la escuela, o esta última es la que sistemáticamente “expulsa” a los y las niñas, niños y jóvenes, que son, junto con las y los docentes, los actores sustantivos de los procesos educativos.

Esto lo comento a propósito de varios datos que se revelaron recientemente y que, al mismo tiempo, generan nuevas preguntas. En una de las conferencias vespertinas, relacionadas con las medidas sanitarias y educativas en el contexto de la crisis causada por el Coronavirus, el subsecretario Concheiro, de Educación Superior, afirmó que aproximadamente el 10 por ciento de la matrícula de Educación Básica “abandona o abandonará a la escuela” luego de la actual crisis.

¿Cómo pueden las autoridades educativas saber o manejar esas cifras, si aún no inicia el ciclo escolar 2020-2021? Quizá cuenten con la estadística o los datos acerca del cierre del ciclo escolar 2019-2020, donde se calculaba que alrededor del 80 por ciento de los estudiantes de Educación Básica (Preescolar, Primaria y Secundaria, dato general), había participado en las actividades del plan emergente “Aprende en casa” (de marzo a julio de 2020). Es la única información vaga que se tiene, misma que de por sí es imprecisa.

Por consiguiente el 20 por ciento de los estudiantes de la educación básica en México no participó de las actividades realizadas en forma “irregular” debido al confinamiento y el distanciamiento social.

Cuando se toca el tema del “abandono” escolar como proceso social en un rango del 10 por ciento ¿De qué hablamos? Según el documento oficial de la SEP que consulté (3), y donde se abordan los datos o cifras principales del ciclo escolar 2018-2019, la matrícula de la Educación Básica sumaba un total de 22 millones 596 mil 818 estudiantes en el subsistema público, mientras que otros 2 millones 896 mil 884 estaban inscritos en el subsistema privado. Más de 25 millones de estudiantes de este nivel educativo en el país. Si el 10 por ciento no regresará a la escuela durante este ciclo escolar, estamos frente a una catástrofe social de dramáticas dimensiones. Más de 2 millones 500 mil estudiantes que no continuarán la Educación Básica. El equivalente a dos veces la cantidad de habitantes actuales de la ciudad de Querétaro y municipios vecinos.

En resumen: Antes se les llamaba «desertores» (deserción escolar), pero no son militares; hoy se les llama «abandonadores» (abandono escolar), pero no es un asunto personal. Con la aguda observación que hace Catalina Inclán @inclan66 se podría hablar de «excluidos» (o de “exclusión escolar”).

Propongo: «expulsados o excluidos del sistema educativo, por motivos académicos, económicos, religiosos o socio culturales». Ciertamente, éste es un asunto estructural y que ha sido abordado desde una visión y una concepción de las políticas públicas educativas. Mirada a todas luces ausente de una percepción incluyente de la educación.

Así pues, bienvenida la discusión sobre estos términos para afinar los nombres o conceptos que utilizamos, esto con la finalidad de referirnos de manera consensuada, crítica y analítica a los fenómenos educativos.

Reflexiones recientes y en breve (vía Twitter)

Esto comentó hace unas semanas Catalina Inclán: “Muchas posibilidades caben, la escuela estableció formas de “estar en ella”, los que ya no están, ¿dónde están? y ¿qué pasó con ell@s? Ej. La maestra de Milpillas, ahí hay un caso, no una razón…”. Por su parte Elodinn @elodinn dice lo siguiente: “¿Víctimas de negligencia? Cultural, social, familiar, académica.”

Javier Rosales @PearlJavs opina así: “Da para debate, sin embargo, estás dejando fuera a los docentes, podría ser hasta una situación de discriminación por falta de capacitación docente.” JBello @pumas_jbello: “Yo le llamo “expulsados”, porque es un fenómeno de carácter estructural y de “cultura escolar” autoritaria.”

L. Rivera @LRiveraF: “Los conceptos son construcciones históricas, responden a determinadas racionalidades (discursos de saber y poder), que emergen en determinadas condiciones. La SEP está definiendo el problema de los alumnos que nadie sabe dónde están, como abandono, o sea, son ellos, no el sistema. Entonces, la cuestión no es cambiar unos términos por otros, sino desmontar el modo en que la SEP está construyendo el problema. Quedando eso claro, es posible tomar posición para pensar una situación tan grave de otro modo, desde otro lugar.”

Alejandro Carrera: @L_carrera “Pues no todos caben en un solo concepto. Hay quienes abandonan por cuestiones económicas, otros que lo hacen por la falta de interés, otros tantos por no cumplir expectativas académicas. En todo caso me iría por «segregación», una inducida estructuralmente y otra «voluntaria».” Rubén Edel: @redeln “Necesitaría cambiarse una larga lista de constructos en la educación heredados de la milicia y las empresas: misión, estrategia, insumos, rediseño, calidad, rendimiento, desempeño, competencias, solo por citar algunos.”

Liliana Hernández @LilianaHC9 “Leí hace poco del fenómeno; @MejoreduMX le llama: desafiliación escolar…”. Carlos Yáñez @soyyanez: “También son «abandonados», otra discusión vigente: ¿quién abandona a quién?”

Fuentes consultadas:

(1) Irma Fuenlabrada. “¿Hasta el 100?… ¡No! ¿Y las cuentas?… ¡Tampoco! Entonces… ¿Qué?”. SEP, 2009. México.

(2) Manuel Gil Antón. “Este tema se enriquece con los trabajos de Vincent Tinto. Al desertor se le puede matar por la espalda, por cobarde. Yo he usado abandonar o ser abandonado por la escuela. Excluido está bien. E. Blanco propone desvincular o desafiliar. En fin: desertar, nunca más.” Twitt del 20 de junio, 2020.

(3) Principales cifras del Sistema Educativo Nacional 2018 – 2019. (2019) SEP. México.

En su glosario de términos, la SEP indica lo siguiente: “Abandono escolar: Número de alumnos que dejan la escuela en el ciclo escolar, por cada cien alumnos que se matricularon al inicio de cursos de ese mismo nivel educativo.”

Fuente:  Profelandia

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Brasil: Pandemia deve intensificar abandono de escola entre alunos mais pobres

No litoral cearense, há alunos do ensino médio que já não conseguem mais acompanhar as aulas online, porque têm de trabalhar durante o dia inteiro. No interior do Piauí, educadores recorrem a visitas domésticas e vídeos motivadores para tentar atrair os estudantes que não têm aparecido nos encontros virtuais. Em São Paulo, alunos de baixa renda atendidos por uma organização sem fins lucrativos temiam «voltar para a estaca zero» nos estudos em meio à pandemia.

Em todos esses lugares, são vários os relatos de estudantes sem equipamentos ou conexão à internet, famílias em situação econômica cada vez mais frágil, professores com crescentes dificuldades em manter os alunos engajados nas aulas remotas e pais tanto ansiosos quanto temerosos pela perspectiva da volta às aulas presenciais — marcada, em alguns Estados, para agosto ou setembro.

O resultado dessa combinação é que cresce o temor, entre educadores e pesquisadores, de que as circunstâncias impostas pela pandemia façam com que mais estudantes simplesmente desistam da escola neste ano, engordando as estatísticas de evasão escolar no Brasil.

«Em uma turma do 1° ano (do ensino médio), dos 40 alunos, só uns 15 têm participado» das aulas remotas, diz à BBC News Brasil a professora de biologia Joseline Souza Nascimento, que dá aulas na rede estadual na cidade de Cascavel, na costa do Ceará.

A equipe da escola chamou psicólogos para darem palestras aos estudantes e fez apostilas aos alunos que não têm internet ou celular, mas teme que alguns percam a motivação ou as condições de voltarem à escola.

Homem no computadorDireito de imagemMARCOS SANTOS/USP IMAGENS
Image captionProfessores ouvidos pela BBC News Brasil dizem que alunos estão cada vez menos motivados com aulas remotas

Pais e mães dos alunos, diz ela, também manifestaram receio de mandar os filhos de volta à escola quando for hora de reabrir, por temer o contágio pelo coronavírus.

Para completar, «na escola temos uma sala de EJA (educação para jovens e adultos). De 20 alunos, só três ficaram. Muitos acham que o ano está perdido e não sabem se vão voltar.»

O preço que o Brasil paga pela evasão

A evasão escolar é um problema crônico, com altos custos humanos, sociais e econômicos para o Brasil.

Dos quase 50 milhões de brasileiros entre 14 e 29 anos, mais de 20% — ou seja, 10,1 milhões de jovens — não completaram alguma das etapas da educação básica (que engloba os ensinos fundamental e médio), segundo a pesquisa Pnad Contínua 2019, divulgada na última quarta-feira (15) pelo IBGE.

As principais causas apontadas para o abandono escolar foram necessidade de trabalhar, desinteresse pelas aulas e gravidez. A ampla maioria (71,7%) desse contingente de jovens é negra ou parda.

Por cada jovem que abandona a escola, o Brasil perde R$ 372 mil reais por ano, apontam cálculos de Ricardo Paes de Barros, economista-chefe do Instituto Ayrton Senna, em estudo feito neste mês em parceria do Insper com a Fundação Roberto Marinho.

No total, o custo anual da evasão escolar é de R$ 214 bilhões, ou 3% do PIB (Produto Interno Bruto), com base na redução das possibilidades de emprego, renda e retorno para a sociedade das pessoas que não concluem a educação básica.

«Isso porque os jovens que têm a educação básica completa passam, em média, mais tempo de sua vida produtiva ocupados e em empregos formais, com maior remuneração; têm maior expectativa de vida com qualidade — estima-se que cada jovem com educação básica viverá quatro anos de vida a mais que um jovem que não terminou a escolaridade — e tendem a ter um menor envolvimento em atividades violentas, como homicídios», diz o estudo.

EstudantesDireito de imagemGABRIEL JABUR/AG BRASILIA
Image captionTaxas de abandono haviam sido reduzidas na última década, mas problema é ainda crônico no Brasil

«O cálculo é de que a evasão representa uma perda de 26% do valor da vida de um jovem.»

A despeito desse enorme contingente de jovens que abandonaram a escola, o Brasil havia conseguido alguns avanços positivos na última década: a taxa de abandono do ensino médio na rede pública de ensino havia caído 7 pontos percentuais, de 13,7% em 2008 para 6,7% em 2018, segundo dados oficiais compilados pelo Observatório de Educação do Instituto Unibanco.

A taxa de jovens de 15 a 17 anos fora da escola, embora alta (8,8% em 2018), também vinha em queda.

Agora, porém, existe o temor de que alguns desses ganhos possam ser perdidos no pós-pandemia, diante de uma confluência de pressões negativas.

‘Depois que ele sai, é difícil trazê-lo de volta’

«Muitos jovens têm pais que são trabalhadores informais e tiveram uma queda abrupta na renda. Então eles próprios podem ser os únicos capazes de gerar renda para a família», explica à BBC News Brasil Ricardo Henriques, superintendente-executivo do Instituto Unibanco.

Considerando o histórico brasileiro de índices baixos de aprendizado nos anos finais do ensino fundamental e ao longo do ensino médio, além de um cenário de desinteresse dos jovens pelas aulas, «este longo tempo longe da escola pode acabar sendo o empurrão final (para a evasão), para a sensação de que ‘já não estava interessante, então não vale a pena’ prosseguir na escola», agrega Henriques.

«E depois que o aluno sai, é muito maior o esforço para trazê-lo de volta.»

Em algumas regiões pobres do Brasil, como áreas do Nordeste, Henriques teme por um outro impacto da covid-19: muitos dos idosos vítimas da doença eram (por meio de suas pensões) responsáveis por prover grande parte da renda da família. Isso também deve aumentar a pressão sobre jovens para que migrem ao mercado de trabalho.

Essa entrada precoce no ambiente profissional, em um momento particularmente ruim da economia, pode cobrar seu preço ao longo das décadas seguintes da vida desse jovem: sem a escolaridade, ficará mais difícil conseguir empregos qualificados.

«O prêmio pela educação ainda é alto no Brasil, mesmo se essa educação for ruim. Completar o ensino médio brasileiro define uma trajetória de vida muito mais positiva do que não completá-lo, quanto a mobilidade de vida», diz Henriques.

Criança estudandoDireito de imagemRAUL SANTANA/FIOCRUZ
Image captionPor cada jovem que abandona a escola, o Brasil perde R$ 372 mil reais por ano

Dificuldades de acesso às aulas

Com o celular quebrado e sem computador para acompanhar as aulas remotas, Sabrina Oliveira Lopes, 17, estudante do 3° ano do ensino médio na rede estadual de São Paulo, perdeu o ânimo quando as aulas passaram ao ambiente remoto por conta da pandemia e chegou perto de não conseguir acompanhar os estudos.

«Ficou meio bagunçado. Algumas lições estavam em uma rede social; outras estavam em outra. Não acho que eu teria desistido tão fácil da escola, mas a gente (alunos da turma) meio que entrou em desespero», conta à BBC News Brasil.

Sabrina acabou retomando o ímpeto com a ajuda dos professores e de um notebook doado pelo Instituto Proa, organização social onde fazia um curso extra.

«Não tem muita gente nas aulas online (da escola). Tinha no começo, mas foi baixando. Teria que chamar um por um, ligar para eles. Sei que é trabalhoso, mas vale a pena. Você se sente acolhido, sente que não é só mais um», diz ela.

Ela acabou perseverando na escola, também formou-se no curso do Proa e agora estuda com vistas para o Enem e para a faculdade — ela pensa em cursar administração de empresas.

O Proa atende jovens de baixa renda e de escolas públicas, com aulas suplementares, atividades que aumentem seu repertório cultural, apoio emocional, mentoria e, depois, ajuda para entrar no mercado de trabalho.

Tudo isso também precisou ser transportado para o ambiente virtual quando veio a pandemia, além de doações de equipamentos e cestas básicas aos alunos.

«A primeira aula online foi só para ouvi-los soltarem suas angústias», conta Rodrigo Dib, executivo-chefe do Proa. E entre essas angústias, havia frases como «meu pai perdeu o emprego»; «não mais sei o que faço da minha vida»; «não vai dar mais, vou voltar para a estaca zero».

«Tivemos que agir super-rápido e fazer com que eles continuassem acreditando. O mundo depois disto (pandemia) vai ser mais desafiador, e eles tinham que continuar, por eles próprios», diz Dib.

A centenas de quilômetros de distância dali, em Bocaina, no interior do Piauí, a professora de matemática Maura Silva vê angústias semelhantes entre seus alunos do ensino médio.

«No primeiro mês, eles tiveram participação muito ativa nas aulas online. No segundo mês, pararam de dar retorno das atividades. Alguns já desistiram das aulas remotas», lamenta Silva.

«Estamos sempre em contato com eles, pedindo calma e paciência neste período. (Mas) o atendimento remoto deixa um vazio grande, nem sempre conseguimos falar com todos de modo individual.»

A professora pediu a alguns alunos que fizessem vídeos motivacionais para os colegas, enquanto a direção da escola fez visitas domiciliares aos estudantes sem acesso à internet.

Mas o cenário é de «muita dificuldade», diz ela. «Alguns pensam em refazer o ano letivo, porque acham que este não está sendo útil.»

Uma pesquisa do Datafolha feita em junho com pais ou responsáveis de 1,5 mil estudantes da rede pública do país apontou que um índice relativamente alto deles (79%) estava recebendo atividades não presenciais de suas escolas.

Mas quase um terço dos pais temia que seus filhos desistissem da escola se não conseguissem acompanhar as aulas em casa. Quase dois terços dos responsáveis disseram que seus filhos estão ansiosos neste período e 37% deles contaram que os filhos estão tristes, aponta a pesquisa, encomendada pelas fundações Lemann, Itau Social e Imaginable Futures.

O ineditismo da pandemia atual impede a comparação com outros momentos da história, mas locais que viveram catástrofes e epidemias (como o oeste da África durante o surto de ebola entre 2013 e 2016) costumam sofrer posteriormente o aumento da evasão escolar.

Em palestra online no evento Bett Educar, no final de junho, o secretário-executivo de Educação do Estado de São Paulo, Haroldo Rocha, citou a desconexão dos alunos e o possível aumento do abandono escolar como as grandes preocupações atuais.

Como vai ser a volta à escola?

Existe, também, o receio de como vai ser a volta às aulas com as exigências sanitárias necessárias para impedir o contágio do coronavírus.

Para Carlos Roberto Cardoso, diretor de uma escola de ensino fundamental em uma das áreas mais carentes da zona leste da capital paulista, «a pandemia só acentuou a dura realidade» vivida por famílias e escolas vulneráveis.

Entre os educadores, diz ele, há muitas dúvidas de como vai ser possível manter o distanciamento social e as regras de higiene, por exemplo na alimentação dos estudantes e na limpeza de banheiros.

Na pesquisa do Datafolha, os pais de 87% das crianças disseram que elas temem a contaminação pelo coronavírus na volta às aulas.

«Tenho três pessoas para fazer a limpeza em uma escola grande (cerca de 900 alunos)», diz Cardoso. «E como controlar (o espalhamento do vírus) em um ambiente tão fechado como são as escolas públicas? Tenho lido muitos relatos de pais, e não só os daqui da escola, inseguros com a questão sanitária. Li a postagem de um na internet dizendo ‘meu filho perde o ano, mas não volta para a escola tão cedo’.»

No Estado de São Paulo, a previsão é de que a volta às aulas presenciais comece em 8 de setembro, escalonada e sujeita às decisões individuais de cada rede municipal de ensino. Na capital paulista, a Secretaria Municipal de Educação informa que ainda está definindo as datas do retorno e o secretário, Bruno Caetano, está se reunindo virtualmente com todas as diretorias regionais de ensino para ouvir suas preocupações.

Haverá, segundo a pasta, distribuição de kits individuais com máscara, sabonete e copo, além de álcool gel, controle de temperatura e demarcação de lugares.

LivroDireito de imagemGETTY IMAGES
Image captionNa volta às aulas presenciais, será preciso lembrar que, mesmo que os alunos vão à escola, «mantê-los ali vai ser mais difícil do que antes», opina especialista

Sobre o tamanho das equipes de limpeza, a assessoria da secretaria diz em nota que «conforme está descrito na minuta do protocolo de retorno às aulas, os contratos de limpeza serão revistos. E as empresas precisarão também se adequar a essa nova realidade sanitária». A assessoria diz também que já estão ocorrendo reuniões entre a prestadora de serviço e a diretoria regional de ensino «para pensarem formas de adequar o protocolo seguido pela secretaria ao novo modelo de higienização que será adotada no pós pandemia» na escola de Cardoso.

Problemas antigos

Para além das questões de higiene, especialistas em educação preveem que, para conter a alta na evasão, será necessário buscar ativamente os alunos e lidar com problemas antigos e complexos do ensino brasileiro — por exemplo, reduzindo os abismos da desigualdade social do país, melhorando o ambiente escolar, acolhendo emocionalmente alunos e professores, e fazendo com que o conteúdo ensinado fique mais próximo da realidade e das necessidades dos estudantes e do mundo atual.

«A cada 100 crianças brasileiras que entram no ensino fundamental, apenas 65 concluem» os estudos, afirma Ricardo Henriques, do Instituto Unibanco. «Os que terminam, já são sobreviventes.»

Na volta às aulas presenciais, opina ele, será preciso lembrar que, mesmo que os alunos vão à escola, «mantê-los ali vai ser mais difícil do que antes».

«Os estímulos negativos para a evasão vão continuar intensificados e os alunos vão estar mais vulneráveis. Se o aluno não se sentir acolhido, se houver um clima escolar ruim, com bullying, ele pode ir embora», diz.

«E é algo duradouro, que não vai se resolver em uma semana, porque vidas inteiras de famílias vão se reconfigurar (por causa da pandemia).»

Fuente: https://www.bbc.com/portuguese/brasil-53476057

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Los datos de abandono temprano ocultan grandes diferencias por género

Por: Pablo Gutiérrez del Álamo

  • La brecha entre chicos y chicas en relación al abandono temprano se ha ido reduciendo en las últimas décadas, pero mientras ellas han cumplido, desde 2016, el objetivo europeo para 2020 del 15 % (en algunas autonomías están por debajo del 10 incluso), los chicos están todavía por encima del 21 %.
  • Algunas expertas apunta, por una parte, a la estructura del sistema productivo, con grandes nichos de trabajo no cualificado masculinizado y, por otra, a la socialización de unas y otros en relación a la educación.

El abandono escolar temprano, uno de los peores indicadores del sistema educativo español, se encuentra, según las últimas cifras oficiales, en el 17,3 %, dos puntos por encima del objetivo europeo fijado para España este año. Su evolución en los últimos años, sobre todo tras comenzar la crisis económica de 2008, ha sido un continuo descenso en prácticamente todos los territorios.

Pero las medias siempre ocultan más información de la que muestran. Las diferencias territoriales son abismales. Desde el 6,7 % de País Vasco (3,3 puntos por debajo del 10 % fijado por la Unión Europea para 2020) hasta más del 24 % en el que se encuentran Ceuta, Melilla y las Islas Baleares.

Siete comunidades autónomas se encuentra por encima del 15 %: Andalucía (21,6 %), Baleares (24,4 %), Canarias (20,8 %), Castilla-La Mancha (20,2 %), Cataluña (19 %), Extremadura (20,5 %) y Región de Murcia (22,6 %). A estas hay que sumar las dos ciudades autónomas: Ceuta con un 24,7 % y Melilla, con un 24,1 %.

El resto se encuentran por debajo. Unas más y otras menos. Pero ya en 2019 consiguieron alcanzar los objetivos marcados.

Y, también históricamente, se ve claramente la división entre norte y sur en la disposición del abandono, así como su incidencia en los territorios de Levante. Un histórico del que tan solo la Comunidad Valenciana se libra tras una importante reducción del AET entre 2018 y 2019. Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía, Murcia, Cataluña, Islas Baleares y Canarias lideran el ranking de las autonomías con peores porcentajes.

Porcentaje de AET por CCAA en 2019

El abandono va por géneros

Más allá de otras variables que impactan en el abandono, como podría ser el índice socioeconómico de las familias, se encuentra la del género. Las chicas, de media, alcanzaron los objetivos europeos allá por 2016, cuando en el conjunto del país habían conseguido descender sus porcentajes de AET hasta el 15,1 %.Según los últimos datos, de 2019, siguen el camino hacia el objetivo común del 10 %, pues se sitúan a 3 puntos porcentuales.

Tan solo las jóvenes de Islas Baleares, de Canarias y de la Región de Murcia están por encima, con unas cifras, respectivas, de 20,3, 16,7 y 16,3 %. En la otra punta de la tabla, las estudiantes de Navarra, que en 2019 tenían una tasa de abandono temprano del 4,3 %, bastante por debajo de las siguientes, las de Aragón, con un 8 %.

Pero las diferencias más importantes, en este sentido, son las existentes entre ellas y ellos. Cuando la media de chicas jóvenes está en el 13 %, la de sus compañeros varones es del 21,4 %. Esta no es una nueva circunstancia, ya que desde hace muchos años las diferencias entre unas y otros son más o menos importantes. Cinco años atrás, los datos de 2014 reflejaban un AET entre los chicos del 25,6 %, mientras que entre sus compañeras era del 18,1. Una diferencia de unos siete puntos porcentuales que se ha mantenido constante en estos años.

Frente a las cifras de abandono de las chicas, en su mayor medida, por debajo de los objetivos marcados para España desde la Unión Europea, se encuentran los datos de sus compañeros. En algunas CCAA, como País Vasco, estos son el doble que el de sus compañeras (a pesar de los cual, ambos están por debajo de los parámetros exigidos por Europa, no solo a España, sino al continente).

La pregunta del millón sigue sin respuesta. O, al menos, sin una única respuesta. Alìcia Villar, doctora en Sociología y profesora de la Universidad de Valencia, sí tiene más o menos claras dos grandes causas. Por una parte, las más pedestres, relacionadas con elementos que empujan al alumnado fuera de las aulas. Y aquí, el mundo del trabajo (y el de conseguir ingresos), del no cualificado en concreto, se lleva la palma. Según ella, hay más oferta laboral no cualificada en sectores netamente masculinizados. Todos tenemos en la cabeza cómo afectó la crisis de 2008 al sector de la construcción y cómo pocos meses después de que estallara la burbuja inmobiliaria las cifras de abandono escolar temprano comenzaron a descender de manera regular.

El factor productivo es uno de los que más fuertemente han influido tanto en el aumento como en la reducción del abandono. Esto puede verse en algunas comunidades autónomas, las que más peso tienen en el índice de AET. Baleares, Andalucía, Valencia, Cataluña o la Región de Murcia. Autonomías en las que el sector turístico y el agrículo tienen mucho peso. Ambos, comenta María del Mar Venegas, también socióloga de la educación, de la Universidad de Granada y experta en coeducación, masculinizados.

La construcción es uno de tantos sectores en los que los chicos han encontrado históricamente un nicho de trabajo que no exigía cualificación alguna. Pero esto no puede explicarlo todo. Para Villar, la socialización de género es uno de los factores determinantes en el hecho de que las chicas sean menos en las estadísticas de abandono temprano. Una socialización, explica, que de forma más o menos difusa, les deja claro que deben acomodarse al sistema educativo, han de hacer carrera en sus estudios porque les será más complicado entrar en el mercado de trabajo que a sus pares varones.

Mª del Mar Venegas, aunque su campo no es el directamente relacionado con el abandono temprano, está preparando un estudio sobre el tema. Para ella, es importante ver cómo ha sido la evolución de la entrada de la mujer en el sistema educativo y cómo desde mediados del siglo XX han ido entrando, con mucho esfuerzo, en cada vez más niveles de la educación, incluida la universitaria. En este senido, un mayor nivel educativo, explica esta profesora, habre las posibilidades a mayores expectativas laborales. También apunta a otra variable, y es la de la identificación de las familias con el propio sistema educativo y con lo que este puede ofrecer de cara al futuro.

Teniendo en cuenta este recorrido de las chicas y los chicos por la educación, pueden también compararse las tasas de idoneidad de unas y otros, es decir, cuánto repiten curso. Según el informe Datos y Cifras del curso 2019-2020 editado por el Ministerio, al finalizar la primaria, los chicos acumulan un 17 % de repetición, frente al 12,8 de ellas. Cuando comienza la secundaria la brecha se abre de verdad. Cuando llegan a cuarto de ESO, el 44,7 % de los adolescentes ha repetido algún curso. Ellas lo habrán hecho en el 31,1 %, casi 15 puntos porcentuales menos.

«Cuando te ponen la etiqueta, resume Villar, te marcan la trayectoria». Lo dice en referencia a cómo las chicas enfrentan el aprendizaje, el paso por la escuela. Qué expectativas se tiene de ellas frente a ellos. «Ellas son más conscientes de la necesidad de estudiar más, porque va a resultar más difícil», después, alcanzar según qué puestos. «Saben que pueden arriesgar menos». Otra de las diferencias en la socialización de niñas y niños. Algo que Villar ejemplifica con las tasas de muertes adolescentes de unos y otras.

Algo que secunda Venegas y señala el hecho de que después de tantos años de trabajo en relación a la coeducación y la igualdad, cuando se cruza el discurso con los datos de abandono temprano o con los estudios que realizan unas y otros, se ve lo refractaria que puede llegar a ser la sociedad en algunos aspectos.

Pendiente queda una mayor investigación sobre la influencia que tiene la socialización en los roles de género en los resultados y la perviviencia en el sistema académico de unos y otras.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/07/14/los-datos-de-abandono-temprano-ocultan-grandes-diferencias-por-genero/

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