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Cuba-Dominicana: Academia y covid-19: el desafío de la desigualdad

Centro América/ Cuba-Dominicana/ 30.06.2020/ Fuente: rotativo.com.mx.

El aislamiento declarado en muchos países para controlar el contagio de la covid-19 puso en evidencia desigualdades ya existentes, también en el ámbito académico y educativo, coincidieron especialistas de Cuba y República Dominicana en un panel virtual, el 25 de junio.

Según la experiencia de la doctora Esther Hernández Medina, de Pomona College, en California, Estados Unidos, durante la emergencia sanitaria los hombres han aumentado en 50 por ciento su productividad enviando trabajos para publicar.

Pero “en el caso de las mujeres, ha ocurrido lo contrario, debido a la carga de trabajos de cuidado asignada históricamente a este sexo”, comparó la también fundadora de la Tertulia Feminista Magaly Pineda, durante el webinar “Academia y COVID, imponer una normalidad: visiones de Cuba y República Dominicana”.

En Cuba, en tanto, las profesionales académicas han sufrido también una sobrecarga durante el confinamiento, al combinarse las labores del hogar con las exigencias laborales, explicó durante la sesión virtual la doctora Yohanka León del Río, profesora del Instituto de Filosofía de la nación caribeña.

Esto sucede en un país donde las mujeres representan más del 60 por ciento de las profesionales y son mayoría de la fuerza laboral en la investigación científica y académica.

“En gran medida, ellas han sido protagonistas de esta batalla por la vida en el ámbito académico, en la investigación, en la docencia, en el servicio y en nuestras vidas cotidianas”, preciso León, también coordinadora del Espacio Feminista Berta Cáceres.

Dedicado a analizar cómo se adaptó la academia a la crisis sanitaria en diferentes contextos, el seminario web convocado por la Fundación Friedrich Ebert en el Caribe puso a dialogar a especialistas de Cuba y República Dominicana y confirmó que las nuevas circunstancias sacaron a la luz inequidades ya existentes, pero también nuevos desafíos.

En el caso de la enseñanza preuniversitaria, la experiencia del docente dominicano Dorian C. Tatem en un colegio privado bilingüe evidenció que la educación virtual cambió las dinámicas de los hogares, con marcadas diferencias entre chicas y chicos.

“Mayormente, fueron las madres quienes se involucraron más directamente en los procesos docentes de sus hijos”, comentó Tatem.

Además, explicó que en condiciones de virtualidad las niñas son menos tímidas a la hora de establecer contactos con los profesores para aclarar dudas, solicitar información y profundizar en los contenidos. Los varones, en tanto, se limitan a los espacios formales y esto marcó una diferencia en el acceso a la educación.

En Cuba, la academia también garantizó, desde la virtualidad, la permanencia de iniciativas feministas, narró la doctora Yuleidis González, profesora titular de la Universidad de Granma, a más de 600 kilómetros al este de la capital cubana.

“Con el distanciamiento tuvimos que suspender espacios presenciales, pero no paramos las labores en las redes sociales, apoyando campañas nacionales e internacionales por la lucha contra la violencia hacia las mujeres y la homofobia”, contó González, coordinadora de la Plataforma Feminista de Promoción Sociocultural “La Cuarta Lucía”, de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de ese plantel docente.

Desde esa plataforma también realizaron y publicaron sistemáticamente entrevistas a mujeres destacadas durante la pandemia, agregó la académica cubana.

La brecha tecnológica y otros retos
El aislamiento impactó en el sistema de enseñanza, formación y educación de muchas naciones. El curso presencial, base de la formación académica en casi todos los países, fue frenado de golpe y, en general, se pasó a la modalidad virtual, donde las tecnologías de la comunicación y la información asumieron una posición central.

A juicio de la cubana Yohanka León, la pandemia agudizó también la disputa de sentidos relacionada con la creación, la recreación y la transmisión del conocimiento.

“Al mismo tiempo, colocó el desafío de pensar alternativas que favorezcan la consolidación de la educación y formación pública, gratuita y de calidad, donde el conocimiento sea derecho humano y bien común”, reflexionó León.

El paso a modalidad virtual de muchos centros docentes tuvo diferencias marcadas en cuanto al acceso y la capacidad de las infraestructuras tecnológicas, no solo entre países o regiones, sino también en regiones de una misma nación, como ocurrió en el caso de la República Dominicana.

Allí la pandemia dejó ver que “aunque vivimos en el mismo contexto, hay una desigualdad social marcada: una parte de la población tiene acceso a la comunicación y la tecnología, mientras otra está en cero”, afirmó Elizabeth Reyes Feliz, maestra de media especializada en Ciencias Sociales en Barahona, a 180 kilómetros de Santo Domingo.

Según Reyes, en los liceos públicos de su región los estudiantes provienen de sectores pobres, tienen poco acceso a Internet y quienes cuentan con una computadora, la han usado durante apenas seis meses. En ese contexto, la educación virtual se complejizó bastante.

Muchas instituciones educativas no pudieron hacer nada durante el aislamiento, porque ni siquiera habían recibido las primeras ayudas del proyecto República Digital, una iniciativa que trabaja desde 2016 por informatizar la enseñanza dominicana, pero que ha demorado en llegar a las zonas más pobres.

“La pandemia nos ha obligado a echar a andar, aunque falta mucho por hacer. Necesitamos un país con las mismas oportunidades para todos los sectores”, apuntó Reyes.

Tatem coincidió con esta apreciación. “Los impactos fueron muy diferentes en colegios privados como el mío, con respecto a los públicos. Estos estudiantes tenían ya acceso a medios e internet, por lo que la transición fue más suave”, dijo.

Mientras, en Cuba, el acceso a las TICs también puso retos sobre la mesa. Según León, el país ha logrado generar una conectividad y acceso a redes sociales cada vez mayor, pero siempre restringido por el bloqueo impuesto por los Estados Unidos, que se ha agudizado en los últimos meses.

En tiempos de pandemia, buscar alternativas que igualaran el acceso de todo el estudiantado a la información y la educación a distancia fue una prioridad, aun cuando las clases virtuales fueron desestimadas, teniendo en cuenta que todos los estudiantes no podían acceder a Internet.

Pero, en busca de la equidad, en las universidades se puso a disposición del alumnado carpetas con bibliografía básica y complementaria, indicaciones claras y precisas para enfrentar las nuevas formas de estudio y cápsulas con la información asociada a cada asignatura, explicó la doctora Mely del Rosario Arostegui, profesora de la Universidad Central de Las Villas, a unos 260 kilómetros de La Habana.

En ese intento fue clave el trabajo previo en la enseñanza semi-virtual, a través de tutorías, nuevos programas y planes de estudio que centran atención en la autonomía de los estudiantes, precisó Del Rosario.

Además, se utilizaron las redes sociales para mantener un contacto sistemático con los estudiantes y el Ministerio de Educación Superior de la nación caribeña determinó que, cuando reinicien las clases, se dispondrá de 90 días para recapitular todo lo pendiente de este curso y que nadie quede rezagado.

La clave, según el equipo de especialistas que integró el panel digital, es buscar alternativas desde una perspectiva de equidad, pues la solidaridad y el compañerismo son claves de justicia social en tiempos de pandemia.

Fuente de la noticia: https://rotativo.com.mx/2020/06/29/mujer/cuba-dominicana-academia-y-covid-19-el-desafio-de-la-desigualdad-844637/amp/

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República Dominicana: Santo Domingo Este tendrá su extensión de la UASD

América Central/República Dominicana/28-06-2020/Autor(a) y Fuente: acento.com.do

Este acuerdo entre el Ayuntamiento SDE y la UASD beneficiará a empleados de la alcaldía de SDE, entre ellos asesorías y cursos en materia artística y medio ambiental.

El alcalde de Santo Domingo Este, Manuel Jiménez y la rectora magnifica de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Emma Polanco Melo, suscribieron un convenio para el establecimiento de una sede de esa alta casa de estudios.

Jiménez manifestó que ninguna inversión será ahorrada durante su gestión como alcalde para que cada joven en Santo Domingo pueda lograr una carrera universitaria con la que pueda servir al desarrollo de su país y municipio.

«El acuerdo que firmó hoy es el preámbulo para que podamos tener en el municipio una ciudad universitaria que tenga los elementos más novedosos y de primer orden en ésta», dijo Jiménez.

De su lado, Polanco Melo alabó los grandes esfuerzos y la diligencia que realizó el alcalde Jiménez para que se pudiese realizar dicho convenio y anunció una serie de acuerdos entre el Ayuntamiento SDE y la UASD que beneficiarán a empleados de la alcaldía de SDE, entre ellos asesorías y cursos en materia artística y medio ambiental.

Ambos funcionarios coincidieron en señalar que la creación de una extensión de esa academia en SDE donde los estudiantes recibirán diversas carreras universitarias, ayudará a descongestionar la sede central y les evitarían a miles de estudiantes los inconvenientes que conlleva un traslado diario.

La firma del acuerdo se llevó a cabo en el salón de eventos del ayuntamiento de Santo Domingo Este y con la presencia de funcionarios de ambas instituciones, entre ellos la vicealcaldesa de SDE, Ángela Henríquez y el asistente del alcalde, Yancarlos Simanca.

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/actualidad/santo-domingo-este-tendra-su-extension-de-la-uasd-8833507.html

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Pandemia académica: la cuarentena acentúa la desigualdad de género en la academia

Por: Sofía García-Bullé

La cuarentena ha puesto en evidencia el “muro materno” que bloquea el avance de las mujeres en la academia.

Conforme el periodo de cuarentena avanza, un fenómeno social regresivo sucede en los hogares de profesionistas que son madres. El desbalance de género se ha vuelto patente en las dinámicas de parejas con hijos que ahora se encuentran trabajando desde casa, con las mujeres compensando por el tiempo y las tareas que implican el cuidado del hogar y los hijos. Como consecuencia, los trabajos académicos escritos por mujeres se han reducido considerablemente. La realidad epistémica durante la pandemia está siendo escrita en su mayoría por hombres. ¿Cómo se explica que esto suceda en pleno siglo XXI?

Esta dinámica desbalanceada puede deberse a un viejo hábito que aún forma parte la socialización con base en el género. De acuerdo a los principios relacionados con las labores, el trabajo pagado o profesional, por definición, vale más que las labores del hogar, el primero puede ser monetizado y tiene un valor económico claro, el otro carece de una tabulación que le asigne un valor económico medible, sin embargo, sus resultados pueden tener más alcance y significación que un trabajo de oficina.

Tradicionalmente, el trabajo para el sustento de una familia se ha asignado a los hombres, aunque hoy en día la fuerza de trabajo se comprende de una presencia femenina competitiva, es común ver a los hombres como el sostén económico del hogar. Esto afecta seriamente la capacidad de las profesionistas para trabajar las mismas horas, dado que, a diferencia de sus equivalentes masculinos, se espera que asuman el rol principal en las tareas del cuidado del hogar y de los hijos.

La merma de género en la academia

A mediados del mes de abril, la doctora Elizabeth Hannon, Directora Asistente en The British Journal for the Philosophy of Science, comentó públicamente en Twitter sobre una dramática disminución en la presencia de artículos enviados por académicas mujeres. “Insignificante el número de propuestas para el diario por parte de mujeres durante el mes pasado. Nunca había visto nada así”.

El breve comentario de Hannon fue seguido por una avalancha de reconocimiento y empatía de una gran cantidad de académicas para las que el aislamiento ha sido una experiencia muy distinta a las de sus parejas y colegas masculinos. Las breves crónicas fueron muy variadas pero todas coincidían en una sola cosa: No hay tiempo de escribir cuando los cuidados de la casa y de los niños no son una responsabilidad compartida y se espera más de ellas que de ellos.

Hannon no es la única editora de revistas académicas que ha notado este paradigma, David Samuels, co-editor del journal Comparative Political Studies, respondió al hilo de discusión que abrió su colega en Twitter con sus propios datos. Samuels declaró que las propuestas por parte de mujeres a su revista alcanzaron el mismo número que en abril del año pasado, mientras que las de los hombres aumentaron en un 50 por ciento.

“Publish or perish”: productividad en la academia

Alessandra Minello, estadística y demógrafa social de la Universidad de Florencia, Italia, escribió un artículo sobre lo que la cuarentena revelará sobre el «muro materno» que bloquea el avance de las mujeres en la academia, un sector que ya está mostrando señales de advertencia y serias fallas ante la constante presión que tienen académicos y académicas por publicar. Para mantenerse relevantes, los académicos deben presentar un ritmo constante de publicaciones, la presión de ser constantemente productivo no toma en cuenta las circunstancias especiales que genera una cuarentena, y menos la acentuación de brecha de género que provoca.

Sam Giles@GilesPalaeoLab

The next person who tweets about how productive Isaac Newton was while working from home gets my three year old posted to them.

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Estando en casa, se asume que los académicos tendrán “más tiempo” para trabajar en sus artículos. Esta suposición no podría estar más errada, más aún para las académicas, que más que tiempo libre, tienen más trabajo. Sam Giles, paleobióloga de peces fósiles, advirtió en Twitter: “La siguiente persona que tuiteé acerca de cuán productivo era Isaac Newton mientras trabajaba desde su casa, recibirá a mi hijo de tres años».

Comentarios breves como estos pueden parecer instancias de catarsis graciosas por parte de académicas que solo están pasando un mal día, como sabemos, Twitter está lleno de este tipo de contenidos, pero de la misma forma, mensajes como este son la punta del iceberg de una problemática más compleja que afecta desde la salud mental de quienes producen el conocimiento hasta la cantidad y calidad del contenido producido.

Mary-Ann Stephenson, directora de Women’s Budget Group ejemplifica claramente el desbalance de género entre académicos durante el aislamiento. “En la mayoría de los casos, las mujeres realizan la vasta mayoría de las tareas de cuidados de niños pequeños y de la educación en casa… los hombres pueden encerrarse en un estudio, mientras que las mujeres trabajan en la mesa de la cocina o los comedores, al tiempo que tratan de educar en casa”.

Por su parte, Minello señala que desde que la universidad donde trabaja cerró por las medidas de contingencia ante el COVID-19, “ha visto más amaneceres que nunca antes en su vida. Ahora, debo trabajar antes del amanecer”. Esto se debe a que Minello tiene un hijo de dos años y para poder hacer su trabajo, ella necesita silencio y concentración. Las horas de madrugada, mientras su hijo duerme, son el único momento en que ella puede trabajar. Y esto es solo para la carga de clases que imparte en la universidad. Ahora, Minello señala que cuenta con menos tiempo para escribir artículos científicos. “En lugar de trabajar, mis colegas y yo tenemos un único objetivo que es superar el día a día”.

El trabajo dividido en cifras

La raíz de esta falta de artículos académicos escritos por mujeres en publicaciones académicas y la productividad en general de las mujeres en otros rubros laborales, se encuentra en una distribución desbalanceada de las horas de trabajo en casa y el cuidado de menores de edad cuando se trata de una familia con hijos.

¿Cuántas horas creen los hombres que pasan realizando tareas domésticas en comparación con las mujeres? Una encuesta realizada por Morning Consult para The New York Times sobre trabajo doméstico y educación en el hogar durante la cuarentena, reveló que la mitad de los padres varones con hijos menores de doce años encuestados dicen que hacen la mayor parte del trabajo de enseñanza en casa, solo 3 % de las mujeres estuvieron de acuerdo.

En promedio, las mujeres pasan de media hora a una hora completa al día más que los hombres en tareas del cuidado del hogar y de los hijos, de acuerdo al investigador Theun Pieter van Tienoven y una encuesta realizada por el grupo de investigación TOR. En una situación como la que vivimos hoy en día, en la que debemos permanecer en casa, en una familia, un hombre tendrá más tiempo libre, ya que se concentrará prioritariamente en el trabajo de oficina; mientras que la mujer verá su horario extendido al tratar de balancear su trabajo con las necesidades del hogar y los hijos. Sostiene van Tienoven.

Esta distribución es puramente social, no sirve a fines económicos ni de desarrollo global, es simplemente un recordatorio de la valorización, o más bien la desvalorización, que damos a las tareas de cuidado, crianza y mantenimiento del hogar, así como a las personas que tradicionalmente toman ese rol: las mujeres. Independientemente de si trabajan o no.

Claire Cain Miller, corresponsal en The New York Times, concluye en tan solo dos líneas la explicación de este patrón regresivo que bien podría ser un comportamiento social en estado latente que había esperado a una situación como la de la pandemia para manifestarse: “La razón por la que las mujeres hacen más trabajo no pagado durante el periodo de aislamiento es simple, siempre lo hacen”.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/academicas-pandemia-covid19

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Opinión: Injusticia epistémica en la academia

Por: Sofía García-Bullé

La justicia epistémica consiste en el balance social que atañe a una producción de conocimiento equitativa.

La academia es el lugar donde se produce y distribuye el conocimiento. En teoría, esta producción y distribución debería ser equitativa para todos los que buscan educarse o dedicarse a la enseñanza sin embargo, existen variables que afectan la experiencia de educandos, maestros, personal educativo, investigadores, teoristas y demás miembros de la comunidad académica. Para entender estos factores desequilibrantes es necesaria la introducción del tema justicia epistémica.

¿Qué es la justicia epistémica? Este es el rubro que estudia la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación, en la distribución de recursos, contenido y discurso educativo, así como en la facultad y credibilidad de las personas que pertenecen a la comunidad académica. Cuando alguna de estas variables está desbalanceada, hablamos de injusticia epistémica.

El término fue acuñado en 2007 por la filósofa inglesa Miranda Fricker, quien sostiene que en concepto, se trata de una injusticia cometida específicamente contra la capacidad de conocimiento o testimonio de una persona. De acuerdo a Fricker hay dos tipos de injusticia epistémica: La testimonial y la hermenéutica. ¿Pero qué significa cada una y cómo influye en las dinámicas de la academia?

Injusticia epistémica testimonial: cuestión de no creer

Este tipo de injusticia se relaciona directamente con la credibilidad del discurso de una persona. Sucede cuando a una persona no le creen o no la toman en serio con base en prejuicios. Una manera simple de entender la justicia epistémica testimonial, sería el referirse a cualquier caso de crimen en el que una persona de color haya sido testigo y las autoridades no tomaran en serio la historia del testigo debido a un prejuicio de base racial. ¿Cómo se aplica esta instancia de desequilibrio social a la academia?

Existen muchas instancias en la que puede verse este desbalance que anula el conocimiento y aportaciones de grupos de minoría en la comunidad académica, científica, humanista, educativa, artística, etc. Un ejemplo lo encontramos en el trabajo de Rosalind Franklin, que fue utilizado para descubrir la estructura básica del ADN, pero a su persona no se le dio el peso ni la credibilidad científica como para recibir el mismo reconocimiento que a Francis Crick, James Watson y Maurice Wilkins; Jocelyn Bell Burnell descubrió los pulsares, logro que se le atribuyó a su supervisor, Zelda Fitzgerald solo fue conocida a través de las publicaciones de su esposo, Scott Fitzgerald, quién robó del trabajo de ella para nutrir el suyo.

Hoy en día, los casos de injusticia epistémica son menos trágicos, pero aún siguen ocurriendo. En artículos anteriores hemos mencionado cómo la escritora Rebecca Solnit no tuvo suficiente crédito ante un interlocutor quien no creía que era la autora de su propio libro, esto pasó en 2012. En 2016, un usuario de Twitter quiso aleccionar a una astronauta de la NASA sobre física en el espacio. Un caso aún más severo es el de la escritora y cómica Mindy Kaling, quien fue excluida de la lista de productores al momento que la serie The Office fuera nominada a un Emmy en 2007. Kaling tuvo que escribir un ensayo sobre sus contribuciones al equipo creativo e incluir declaraciones de los demás productores para ser tomada en cuenta.

Todas estas historias sobre la minimización y descrédito del trabajo de las mujeres como grupo minoritario está apoyada en una estructura que refuerza la idea de que no es creíble que personas de este perfil ayuden a descubrir la cadena de ADN, caminen en el espacio o escriban libros o series televisivas dignos de premios. Parte de la incredulidad sobre el conocimiento y habilidad de un grupo de personas, y por ende, en el testimonio que representa su trabajo.

Injusticia epistémica hermenéutica: cuestión de no entender

La injusticia hermenéutica se relaciona directamente con la interpretación de ideas, conceptos y sucesos. Sucede cuando no existen recursos cognitivos y lingüísticos para comprender las experiencias propias o de otros, o cuando estos beneficios le son negados a alguien para comprender sus experiencias.

Un ejemplo para entender cómo funciona la injusticia epistémica hermenéutica es el problema del racismo pasivo en las universidades y los espacios de trabajo. Hasta que no surgió el término “código social”, no había forma de poder encuadrar y entender las experiencias de las personas de color en espacios educativos y laborales.

El código social se compone de elementos de conducta, lenguaje de verbal, no verbal, tono de voz y otras variables características que reflejan la historia cultural y personal de alguien. Cuando esas historias no pertenecen, ni empatan con las del grupo dominante, el grupo minoría es exhortado a realizar un cambio de código para encajar.

“El cambio de código social involucra alternar entre lenguajes, usar diferentes registros de tono, hacer un cambio dialéctico”, explica la Dra. Kimberly Harden, profesora del departamento de comunicación de la Universidad de Seattle. Esta supresión de la diversidad cultural en la academia y el recinto laboral supone una forma de velada y persistente de discriminación pasiva, que no había sido factorizada hasta que se generaron los términos que la describen, y esas palabras fueron admitidas en el léxico común.

La injusticia epistémica hermenéutica estuvo presente en los tiempos que académicos y profesionales tenían estas experiencias y carecían de los recursos para entenderlas, explicarlas y comunicarlas. Podría decirse también que siguen presentes en los casos de personas que tienen experiencias similares pero no han estado en contacto con contenidos que describan la situación de discriminación pasiva a la que están sujetos.

Este tipo de injusticia epistémica es más compleja y profunda, ya que no afecta solamente a las personas, ese sería el último paso, más bien perjudica la forma en que construimos la percepción, el conocimiento y el lenguaje, por lo que es mucho más persistente y difícil de erradicar.

¿Cómo combatir la injusticia epistémica?

La injusticia epistémica constituye una problemática muy compleja, no hay remedios simples para un mecanismo que va tan profundo que alcanza nuestra percepción y construcción del conocimiento, pero podemos trazar un camino de inicio para comenzar a deshilvanar los elementos que la disparan.

A nivel social, Miranda Fricker expone una de las prácticas a desmantelar para disminuir la injusticia epistémica. La también Profesora Presidencial de Filosofía en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, explicó en una ponencia que el elemento clave a analizar es la libertad de expresión. De acuerdo a Fricker, la libertad de expresión no es solo el derecho inalienable al discurso, también se extiende a la validación de ese discurso en el proceso de producir conocimiento a través del mismo.

“Para que el mensaje de alguien se escuche, necesita ser escuchado sin prejuicios, para que las bases de una instancia de conocimiento pase y se transmita, necesita ser escuchada sin castigo y totalmente entendida en su significancia”, sostiene Fricker, quien agrega que el origen del problema es no tener esa base común. Sin este entendido, los pensamientos de esa persona, así como su voz y sus experiencias pueden ser exteriorizadas, más no pasarán al foro donde el conocimiento es producido. Bajo este contexto, el trabajo a realizar para reducir las instancias de injusticia epistémica no es algo que esté en la facultad de las personas afectadas por esta problemática, sino quienes la ejercen.

Si el prejuicio es aquello de donde parte esta dinámica cognitiva y social, lo necesario es analizar las fuentes del prejuicio y los mecanismos que lo refuerzan, solo de esta forma la comunidad académica y científica será capaz de integrar al repositorio general los conocimientos producidos por los grupos sociales que viven bajo ese prejuicio.

Al tener la capacidad de aportar a la producción de conocimiento y construcción de la percepción general del mundo, los grupos sociales que son sujetos a la injusticia epistémica tendrán las bases para disputar las condiciones que los ponen en desventaja social y epistémica frente a los grupos dominantes. No es una solución final, como sostiene Fricker, la problemática es muy compleja para abordarla con una sola respuesta, pero sí implica un paso necesario para comenzar el proceso que nos lleve a un mejor balance en la forma en que generamos conocimiento y forjamos nuestra visión del mundo a través de lo que sabemos.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/injusticia-epistemica
Imagen: mohamed Hassan en Pixabay
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La universidad global de Barataria prohíbe un seminario sobre «El Quijote»

Por: Eduardo Subirats

Las humanidades están en recesión en el mundo entero. ¿Para qué aprender las complicadas construcciones conceptuales de Platón o Kant, si tenemos la información necesaria en nuestros smartphones? ¿Y por qué deberíamos dilapidar nuestro tiempo y nuestro dinero con complicadas reconstrucciones críticas de obras literarias, si no sirven para la producción de misiles inteligentes?

Es cierto que, en algunos lugares, bajo el régimen fascista de Bolsonaro, por ejemplo, o bajo la dictadura del general Franco, se han suprimido áreas enteras del conocimiento, desde la poesía hasta la filosofía, porque son improductivas desde el punto de vista de la lógica capitalista, y peligrosas porque despiertan la inteligencia y la creatividad humanas. Pero en otras regiones, más adelantadas militarmente, esta misma liquidación de las humanidades procede de una manera interna, en silencio, y con una eficacia mucho mayor.

Pero quería contarles una historia jocosa: la prohibición de un seminario de grado y postgrado sobre Don Quijote en el departamento de altos estudios literarios de una universidad global. Más específicamente, se trataba de una interpretación no estructuralista, no atrincherada en los gender ni los queer studies, que tampoco era formalista, ni estaba sujeta a los discursos enlatados de los cultural studies, menos aún a las jerarquías geopolíticas de la academia neoliberal. Más bien, se trataba de una interpretación humanista de la obra de Cervantes. Humanismo no en el sentido retórico de Ortega o Bello, sino en el que definieron más rigurosamente Karl Kerényi y Thomas Mann. Tal vez ustedes oyeron hablar alguna vez de su silenciado programa: transformar los mitos de los fascismos modernos en un sentido humano.

Mi cuento está repleto de chismorreos departamentales de la peor especie, acosos intelectuales de estudiantes, manipulación y censura de bibliografías, y condenas al silencio de intelectuales incómodos, en lo que se representa mediáticamente como la comedia de una docta comunidad intelectual. Pero antes de entrar en esas murmuraciones permítanme que regrese al comienzo de mi crónica: el método primitivo de la fuerza bruta, y los sistemas más disimulados de ahogar la reflexión literaria y filosófica en los sistemas educativos de la juventud.

André Cechinel, profesor de literatura en la Universidad de Curitiba, explicaba con sorna, en una conferencia celebrada en Lima hace un par de años, cómo se mantenía globalmente esta congelación cerebral de los estudios literarios: con la multiplicación de manuales de metodologías inútiles, de hasta mil y quinientas páginas, con las que funcionarios engolados han torturado impunemente a legiones de estudiantes hasta dejarlos exhaustos. Y en un manifiesto leído recientemente en la Feria del Libro de Guadalajara, el profesor Christopher Britt, de la Georg Washington University, formuló la consecuencia fatal de esta degeneración burocrática de las Humanidades: su transformación en una fábrica de “idiotas” –en el sentido de la palabra griega “idiotes”: una persona privada, separada de la vida política, y encerrada en los departamentos y subdepartamentos de un autismo electrónicamente vigilado.

En cuanto a los chismes los resume la personalidad del jefe de esa sección de literatura planetaria: un carácter necesariamente débil, un perfil intelectual mediocre, un espíritu servil hacia las normas sistémicas de la megamáquina académica, y una disciplina autoritaria para con sus discípulos y vasallos. El perfecto manager de la globalización, normalización y reglamentación de la literatura global bajo un único paradigma científico. Además, le tenía ojeriza a ese profesor exiliado que se presentaba, por más señas, como filósofo salvaje, y pretendía dar un seminario sobre “Don Quijote: loco enamorado y trickster”. Odiaba su libertad, sus continuos viajes, su erudición, su creatividad, su locura. Y le irritaba que en sus libros y en sus clases pasara por alto el abecedario de los derechos humanos, pasara de lado por las limitaciones mentales de los cultural studies, y pasara por encima de las vanidades del creative writing. Y decidió prohibir el seminario sobre Don Quijote.

Pero la historia no termina aquí. Tras el muro de esa prohibición, los secuaces de ese jefe se pertrecharon para asaltar a nuestro humanista y acabar con él de manera definitiva. Pero antes desearía añadir un breve comentario sobre el título de su curso y su próximo libro, si ustedes me lo permiten: “loco enamorado” y “trickster”. Las interpretaciones tradicionales de Don Quijote se han contentado, por lo menos hasta Herder y Byron, con subrayar el carácter cómico de la novela, y el significado de su caballero andante como “héroe cómico”. Sólo el romanticismo alemán, en especial con Schelling, puso de manifiesto el punto de partida mitológico y humanista de la novela. Este no es otro que el trickster, el pícaro, el Schelm: “el espíritu del desorden y el enemigo de fronteras”. Y ese profesor extravagante, por quien siento tal vez una excesiva afición, añadía enfáticamente al trickster Don Quijote el atributo de “loco enamorado”. Es un motivo vinculado a la poesía mística del poeta persa Nizami y del místico andalusí Ibn al-Arabí, y de tantos poetas y santos islámicos. En Don Quijote está vinculado a filosofía erótica del filósofo sefardí exiliado en Italia Leone Ebreo. Es Eros, el origen de la creación.

En cuanto a los funcionarios de la megamáquina académica remendaron el conflicto confortablemente. Primero cortocircuitaron electrónicamente las protestas del pobre profesor fugitivo mediante un complejo sistema de bloqueo de mensajes. Una vez silenciado al filósofo salvaje relegaron su seminario sobre el trickster enamorado a un cuarto sin ventanas ni luz, y lo destinaron a los viernes por la tarde, cuando los campus universitarios están apaciblemente vacíos. Ya nadie podrá decir que hubo una prohibición. Ya nadie recordará la risa transgresora que despierta Don Quijote. Ya Don Quijote se subordinará nuevamente a las consignas comerciales de literatura de entretenimiento.

Los crímenes perfectos nunca dejan huellas.

Fuente: https://rebelion.org/la-universidad-global-de-barataria-prohibe-un-seminario-sobre-el-quijote/

 

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Ecuador: Felicitaciones desde la academia

América del Sur/Ecuador/23-02-2020/Autor: Escuela de Derecho Facultad de Jurisprudencia, Ciencias Sociales y Humanidades–UIDE Fuente: lahora.com.ec

POR: Escuela de Derecho Facultad de Jurisprudencia, Ciencias Sociales y Humanidades–UIDE

La Escuela de Derecho de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE) saluda a todos los profesionales de la Ciencia Jurídica que honran nuestra profesión en el día a día, aplicando los principios universales de la administración de justicia; y, que sobre todo, defienden los Derechos Humanos y su plena vigencia para lograr la materialización del Estado de Derecho.

Ratificamos el compromiso desde la academia en respaldar toda acción que tenga como finalidad última la justicia como valor supremo. Creemos y nos comprometemos con el futuro de la profesión a través de  una educación integral, profesionalizante, personalizada, crítica  y más que nada propositiva para una mejora constante del Derecho al servicio de la sociedad y el Estado.

Implementamos la educación del Derecho por competencias con cuatro ejes transversales del conocimiento en nuestro pénsum: la internacionalización de la educación, el Derecho como ciencia global,  la plena vigencia de los Derechos Humanos y la prevención de la corrupción marcarán una diferencia sustancial del abogado del mañana.

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/noticia/1102307330/felicitaciones-desde-la-academia

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Libro: Academias asediadas. (pdf)

Reseña:

Alain Basail Rodríguez. [Coordinador]

Ricardo Pérez Mora. César Guzmán Tovar. Veronika Sieglin. Ramón Abraham Mena Farrera. Alain Basail Rodríguez. Estela Quintar. [Autores de Capítulo]
…………………………………………………………………………

ISBN 978-987-722-573-0
CLACSO. UNICACH – Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. CESMECA – Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica.
Buenos Aires. Chiapas.
Enero de 2020

Academias asediadas efectúa una reflexión punzante sobre los ataques sistemáticos lanzados por el neoliberalismo contra los campos académicos, científicos e intelectuales en América Latina.

Este libro compone una mirada colectiva que ausculta las tramas de las ciencias sociales partiendo de sus condiciones de posibilidad, de sus materialidades precarizadas, sus angustias cotidianas y sus arrinconamientos interiores. Los trabajos reunidos indagan tanto las dinámicas que modulan los marcos institucionales -habilitadores o no del quehacer de los científicos sociales-, como las directrices que propician o no la innovación, la creatividad y la socialización académica tan necesarias para la reproducción de comunidades académicas y la producción de conocimientos.

«Los autores y las autoras buscamos cuestionar cómo se ha naturalizado y normalizado en las situaciones reales de vida un modelo dominante de ciencia, de filtrado o colado de las prácticas académicas, que ha generado más inseguridades, incertidumbres y exclusiones que las seguridades, certidumbres e inclusiones pretendidas discursivamente bajo los imperativos de los ideales empresariales de ‘calidad’ y ‘excelencia'».

Descarga en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20200210034630/Academias-asediadas.pdf
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