La deserción en la academia no es nueva ni resultado de la pandemia. Desde hace unos años, los científicos están abandonando el trabajo en la academia a un ritmo sin precedentes. La incertidumbre laboral debido al creciente número de graduados y los pocos puestos de planta en universidades, la cultura del “publicar o morir”, el burnout y una crisis de salud mental en la academia, son solo algunos de los factores que han llevado a que cada vez más científicos dejen la ciencia.
En el 2018 se publicó una investigación sobre el cambio demográfico de las carreras científicas, específicamente en los campos de astronomía, ecología y robótica. Según sus descubrimientos, en la década de los sesenta, la vida laboral de un científico duraba 35 años, en comparación, para el 2010 la carrera científica promedio era de cinco años.
Para Staša Milojević, profesora asociada de la Escuela de Informática, Computación e Ingeniería de la Universidad de Indiana y autora del estudio, el cambio se debe en parte a la creación de puestos postdoctorales o “permadocs” ya que son trabajos supuestamente temporales de los que depende cada vez más la investigación académica. Muchos de estos puestos de apoyo eran pensados para estudiantes graduados y duraban de tres a cinco años; ahora se ha vuelto una especie de prerrequisito para puestos permanentes que muchas veces ni siquiera se les da. «La existencia del puesto de posdoctorado definitivamente ha cambiado la dinámica del laboratorio […] Ha permitido que las personas permanezcan más tiempo en el campo con la esperanza de conseguir un puesto más permanente. Creo que la existencia de tantos puestos de posdoctorado está conduciendo al cuadro de deserción que estamos viendo», dijo Milojević.
Además, Milojević y sus compañeros señalan en el estudio que la producción científica actual se ha caracterizado por un crecimiento exponencial de profesionales y publicaciones, el trabajo en equipo, lo cual ha sido impulsado por distintos factores como la necesidad de más técnicos y científicos de planta.
“La existencia de tantos puestos de posdoctorado está conduciendo al cuadro de deserción que estamos viendo”.
Ellos consideran que este trabajo en conjunto ha provocado que cada vez sean menos el número de científicos que son primeros autores en publicaciones. También han aumentado los títulos de doctorado pero el número de puestos no ha crecido a la par, generando falta de oportunidades. Por si fuera poco, aquellos académicos con experiencia tienen mayor posibilidad de encontrar trabajos más lucrativos en el sector privado. Por ejemplo, debido a la gran cantidad de aplicaciones de consumo, el área de científicos expertos en robótica tuvo una de las tasas de deserción más altas. Lo opuesto sucedió con los astrónomos, que son más propensos a quedarse en el mundo académico, según el estudio.
La academia y la pandemia
Aunque es muy temprano para conocer el impacto del COVID-19 en la academia, muchos investigadores están buscando un plan de salida. Este éxodo se debe a que la pandemia los ha hecho reevaluar sus oportunidades de obtener un empleo permanente en una institución. A medida que las universidades alrededor del mundo buscan adaptarse a los retos que ha traído el coronavirus, muchas instituciones han optado por congelar contrataciones o dan poca esperanza de ofrecer una carrera estable en la academia. Esto ha orillado a muchas científicas y académicos a buscar trabajo en el gobierno o el sector privado, enfrentándose a una dura competencia.
Además, muchos de los estudiantes de posgrado tienen un futuro incierto. Según el estudio, The Quiet Crisis of PhDs and COVID-19: Reaching the financial tipping point, se espera que cerca de un 45 % de estudiantes de posgrado desistan de sus investigaciones. Parte del problema es que han sido excluidos de laboratorios y bibliotecas por seguridad durante la pandemia, esto causó que ya no recibieron su pago ya que no tienen donde trabajar, a diferencia de aquellos que cuentan con un contrato permanente en las instituciones.
Debido al coronavirus, estos estudiantes se enfrentan a la necesidad de parar sus estudios ya que no tienen acceso a sus lugares de trabajo o, si su universidad lo permite, arriesgarse a contagiarse al ir al campus. Ante esta disyuntiva, muchas científicas y académicos han intentado seguir adelante con sus estudios y experimentos desde casa. Este último punto es viable para muy pocos ya que no cuentan con los medios ni para llevar a cabo las investigaciones ni para sobrevivir, ya que el sueldo de muchos se ve limitado por recortes de la universidad o porque no son empleados permanentes de las instituciones así que no cuentan con apoyos de emergencia para enfrentar esta situación.
Por otro lado, ante las cancelaciones de conferencias, eventos presenciales y los cierres de fronteras, se han perdido pasantías, colaboraciones internacionales, posibilidades de hacer networking y presentaciones, lo que ha complicado los medios de financiación.
Factores como la falta de apoyo económico, opciones laborales, motivación y problemas personales por la pandemia resultan en la deserción de la academia, correr el riesgo de presentar una tesis de menor calidad o no publicar nada durante estos meses de pandemia. Con cada vez más graduados y menos oportunidades laborales, esto perjudica sus posibilidades de tener un buen futuro en el área. Cada vez es menor el número de científicos que encuentran un empleo permanente y bien remunerado.
Preocupaciones globales: el caso de Australia
Un informe titulado “Impacto de la pandemia en la fuerza laboral investigadora de Australia”, reportó que cerca de 21 mil empleados universitarios están en riesgo de perder su trabajo debido a la pandemia. Esto ha dejado preocupados a aquellos investigadores con contratos a corto plazo o que están iniciando su carrera. Por otro lado, en una encuesta realizada por el “Foro Investigador de Carrera Temprana y Media de Australia” (EMCR por sus siglas en inglés), se preguntó a 333 investigadores australianos en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la medicina (STEM por sus siglas en inglés). En el reporte se descubrió que el impacto de la pandemia ha sido terrible, especialmente en su productividad y salud mental. Esto ha resultado en que consideren renunciar a la academia.
Los encuestados compartieron que su ansiedad ha aumentado y no sólo debido a la pandemia, sino también debido a la incertidumbre en su situación laboral. También temen por la pérdida de ingresos universitarios, además de recortes de empleos y salarios. Al igual que con los estudiantes de posgrado, muchos científicos han tenido que poner sus investigaciones en pausa o pasarlo a un segundo plano, ya que enfrentan mayor carga en sus trabajos de docencia y labores administrativas, además de cumplir con tareas personales como apoyar en la educación de sus hijos.
En el caso de la investigación científica, muchas veces el éxito profesional va acompañado de la acumulación constante de indicadores de desempeño como publicaciones, premios, ponencias o citas. Esto se ha convertido en un reto para los nuevos investigadores o los menos establecidos en el área, limitando sus medios de obtener financiación en el futuro o estabilidad laboral.
Cada investigador es el producto de más de diez años de educación y capacitación continua. Es una lástima que cada vez más investigadores no puedan asegurar un futuro estable en la academia, sea a corto o largo plazo. El apoyo a científicas y académicos y la creación de oportunidades es fundamental ya que podría llevar generaciones recuperar la fuga de talento que ha habido en los últimos años.
El estatus de «postdoc» debería de durar solo unos 3-5 años pero ahora se extienden cada vez más. Esto, en parte, es porque las universidades buscan producir un mayor número de artículos científicos y es más barato hacerlo a través de contrataciones temporales. Además, como se ve desde el 2018 con el estudio de Staša Milojević, cada vez se promueve más la producción científica en equipo, reduciendo la posibilidad de que académicos jóvenes puedan ser primeros autores, destacar, y avanzar en su carrera.
Para combatir esta problemática mundial se requiere una cooperación entre el gobierno, las universidades, los organismos de financiación y los propios investigadores para crear más empleos permanentes, dar más apoyo a los estudiantes de posgrado. Se necesita apoyar no sólo de manera económica pero dando el material para seguir con las investigaciones incluso en cuarentena, dar claridad sobre el futuro de aquellos que interrumpieron sus investigaciones, ya sea en fecha de presentaciones, financiamiento, solicitudes o evaluaciones. Después de todo, fue gracias al esfuerzo de un sinfín de científicos e investigadores alrededor del mundo que se logró desarrollar la vacuna contra el COVID-19 en tiempo récord.
Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/exodo-investigadores-academia