El concepto de ciberbullying aparece asociado al incremento en el acceso a dispositivos electrónicos por parte de niños y adolescentes, junto al hecho de una menor supervisión por parte de los adultos de los usos que hacen los jóvenes de las tecnologías digitales.
El acoso tradicional puede materializarse de forma relacional, verbal o física, mientras que el canal de acción del ciberbullying son las redes de telecomunicaciones, incluyendo los diferentes servicios que estas ofrecen: correo electrónico, redes sociales, mensajería instantánea a través del teléfono móvil, etc.
Un grupo de investigadores del Departamento de Salud Mental del John Hopkins Center for the Prevention of Youth Violence de Baltimore (Estados Unidos) en una reciente publicación han estudiado las diferencias y similitudes existentes entre ambos tipos de acoso, mediante una encuesta en la que participó una muestra de 28.104 adolescentes, con edades comprendidas entre los 14 y 16 años.
Compartimos con vosotros algunos de los principales hallazgos de este estudio, con el ánimo de sensibilizar sobre la importancia de acompañar a los menores en el uso de las tecnologías, de estar en alerta ante cualquier situación sospechosa y de inculcar a los menores confianza para que compartan con nosotros cualquier inquietud vinculada con el uso y participación con las tecnologías digitales. En este sentido os recomendamos la lectrua del 9º Cuaderno FAROS «Las nuevas tecnologías en niños y adolescentes. Guía para educar saludablemente en una sociedad digital», de acceso gratuito.
Entre las principales conclusiones destacamos:
1. El ciberbullying tiene unas características propias que lo hacen diferente del acoso tradicional.
- Su capacidad de repetición, tanto con el mismo usuario como con otros. Para el acosador le supone un esfuerzo mínimo el remitir un mismo mensaje de correo electrónico o publicación a una red social, a víctimas diversas. La única distancia para incrementar el número de víctimas es un solo clic.
- El anonimato es muy sencillo, pues suplantar una identidad detrás de un perfil de una red social o de una dirección de e-mail, no supone ninguna dificultad, pues ello no implica ningún proceso de verificación de datos.
2. Se considera que las consecuencias del ciberbullying y del acoso tradicional son muy similares, pero que estas se incrementan considerablemente en los casos en los que la víctima sufre ambos tipos de acoso.
3. Según sexos, las chicas relatan en un porcentaje superior ser victimas del ciberbullying que los chicos. Mientras tanto ellos son víctimas en un porcentaje más elevado del acoso físico.
4. La relación entre que un joven sufra depresión y la experiencia de haber sufrido ciberacoso es superior en las chicas.
5. Las principales experiencias de ciberbullying se dan mediante la suplantación del acosador de la identidad de un amigo de la víctima o de alguien cercano a la misma. La principal herramienta digital en la que se lleva a cabo este tipo de acoso, son las redes sociales.
6. En el 30 % de los casos de ciberbullying la víctima conocía al perpetrador.
7. El daño emocional es relatado como muy superior por las victimas, cuando los mensajes de acoso se hacen en el contexto público de las tecnologías digitales (por ejemplo, redes sociales) , que cuando se hacen mediante opciones de comunicación privada (por ejemplo, correo electrónico o mensajería instantánea vía teléfono móvil).
8. La gran mayoría de los menores relatan no haber compartido la experiencia de ciberbullying con sus padres, por el miedo a que les retirarán el dispositivo electrónico de conexión a Internet mediante el cuál fueron víctimas del acoso.
9. Dos elementos han demostrado ser eficaces para la reducción del ciberbullying :
- Los programas de prevención, como el que se lleva a cabo en Filandia y que tiene por nombre Kiva.
- La supervisión por parte de los adultos del uso que hacen los menores de las nuevas tecnologías.
KIVA: El método finlandés para acabar con el acoso escolar y ciberbullying
Se trata de un programa de prevención del acoso escolar que inicialmente se puso en marcha en escuelas de Finlandia de forma aleatoria y que fue diseñado por la Universidad de Turku. Con posterioridad se llevó a cabo un estudio, para el análisis de los resultados de KIVA en el que participaron 234 escuelas y 30.000 alumnos con edades comprendidas entre los 7 y los 15 años, y que permitió demostrar los beneficios alcanzados con el programa. En el 79% de los casos de acoso escolar desaparecieron de las escuelas y en el 18% se redujeron.
El nombre del programa viene dado por las palabras finlandesas Kiusaamista Vastaan (contra el acoso escolar) y en la actualidad ha sido implantado en otros países como Bélgica, Luxemburgo, Nueva Zelanda o el Reino Unido, entre otros que están evaluando su implantación.
El modelo KIVA supone una evolución respecto a otro tipo de programas de prevención e intervención ante el acoso escolar, que se centran de forma exclusiva en la víctima y el acosador. KIVA tiene como objetivo trabajar con todo el grupo de alumnos, intentando cambiar las normas del grupo e involucrando a aquellos menores que no acosan, pero que son observadores del acoso, testimonios del mismo y que en muchas ocasiones toleran con su risa o ignorancia la situación vivida por un igual.
El programa incluye una veintena de lecciones centradas en trabajar habilidades personales básicas que contribuyen a prevenir el acoso o no tolerarlo. Algunos de los temas que se trabajan en el aula son: el respeto a los demás, la empatía, etc. Las lecciones cuentan con material de apoyo diverso (manuales, videojuegos, etc.) e implica la participación de los padres mediante reuniones y charlas.
KIVA supone la implantación de medidas que no solo prevengan el acoso sino que también alerten del mismo. Por ejemplo: creación de un buzón virtual para que los alumnos puedan denunciar si son víctimas o testigos de algún tipo de acoso, o el uso de chalecos reflectantes por parte de los vigilantes en el tiempo de recreo, para que su presencia sea más visible.
En cada escuela hay un equipo KIVA formado por tres adultos, que intervienen en tres fases:
- Como filtro para reconocer la gravedad del acoso, y si se trata de una actividad puntual o sistemática.
- Intervención directa con la víctima, para prestarle apoyo, ayudarla y tranquilizarla.
- Acciones directas con los acosadores para erradicar sus conductas agresivas y que estos sean conscientes de la gravedad de sus acciones.
En nuestro país, cada vez más son las escuelas que cuentan con algún tipo de estrategia para intervenir ante situaciones de ciberbullying o acoso escolar. El Centro de Seguridad en Internet, integrado en la iniciativa europea Safe Internet Program de la Comisión Europea ofrece un exhaustivo manual (en inglés) para la correcta gestión de estas situaciones por parte de los maestros.
El ciberbullying es una nueva forma de acoso, ante la que padres y educadores necesitan recibir información, formación y consejo. El éxito de cualquier programa de prevención o de erradicación, se basa en la cooperación de docentes y padres.
Acceso a las fuentes de consulta:
Las nuevas tecnologías en niños y adolescentes. Guía para educar saludablemente en una sociedad digital. FAROS Sant Joan de Déu. [Fecha de consulta: 04/06/2015]
The overlap between cyberbulling and traditional bulling. Journal of Adolescent Health. [Fecha de consulta: 02/06/2015]
El método finlandés para acabar con el acoso escolar y ciberbullying que está revolucionando Europa. Muhimu. [Fecha de consulta: 01/06/2015]
Web de KIVA-International. Kivaprogram. [Fecha de consulta: 01/06/2015]
Guía para padres del programa KIVA. Kivaprogram. [Fecha de consulta: 01/06/2015]