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Entrevista: La Banalización del Bullying

Por: Por Dolores Curia

Entrevistada: Ana Campelo

Lo primero que se encuentra después de una masacre que aterroriza al mundo son las causas secretas del asesino. “Ali David Sonboly, alemán iraní, víctima del bullying, autor de la Masacre de Munich” o también “detienen a un joven afgano, amigo del autor del tiroteo”. La edad, la nacionalidad, el bullying, la homofobia puede volver a alguien víctima o victimario. Las etiquetas que son las mismas que se utilizan a mansalva para arriesgar las razones que llevan a alguien al suicidio (de hecho estas masacres implican una instancia suidida) van armando el identikit de los que pueden ser burlados y los que pueden volverse criminales. ¿De qué hablamos cuando decimos tantas veces la palabra bullying?¿De qué volvemos a dejar de hablar? Por estos días se presenta el libro Bullying y criminalización de la infancia (Noveduc) donde su autora, Ana Campelo, se hace interesantes preguntas sobre los peligros de la banalización de un problema de convivencia que es muy grave, existió desde siempre en el discurso de la criminología.

¿El bullying está de moda? Escuchar esa palabra en boca de conductores de TV para hablar de casos de violencia infantil es parte del murmullo cotidiano. Pero también se ha ido expandiendo como muletilla burlesca y comodín para casi cualquier forma del agravio en público, a cualquier edad: “Me hizo bullying/me bullió”. Si a la situación de hostigamiento frecuente que pone en la mira a los nerds, los raros o a cualquiera que muestre una hilacha centímetros por fuera de la norma se la conoció siempre como “tomar de punto”, ¿qué hay de nuevo en llamarlo de este modo?

Ana Campelo ha sido coordinadora del Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas y como asesora en la Cámara de Diputados colaboró en la elaboración de la Ley de Promoción de la convivencia y el abordaje de la conflictividad en las instituciones educativas, presentada por la legisladora Mara Brauer y sancionada en 2013. Campelo se refiere a esa ley como “la mal llamada ley de bullying” y es precisamente ese término en inglés el que da letra al libro que acaba de publicar: Bullying y criminalización de la infancia (Noveduc). Allí, Campelo interpela la tendencia a presentar al acoso escolar como si hubiera nacido ayer. Pero sobre todo alerta: de tanto repetirlo se vacía de contenido. Y demuestra cómo desde su origen, entre estudiosos y luego en la jerga popular, la idea de bullying ha estado ligada a la victimología (ciencia que desde el siglo XIX estudia al “delito y al hombre delincuente”) y a la psiquiatría. Dice la autora: “El del bullying es un discurso fuertemente criminalizante. La equiparación entre problemas de convivencia y hechos delictivos es recurrente en la legislación, en las campañas, en los diversos textos que circulan sobre el tema. Su germen ya se encuentra presente desde los inicios de su investigación y hoy recrudece al compás de la época”.

¿Por qué un libro sobre bullying?

–Lo que me motivó a investigar fue ser testigo, mientras trabajaba en el Observatorio de Violencia en las Escuelas, de casos en los que abogados intervenían en problemas entre chicos muy chicos. Las escuelas se ponían a la defensiva y conflictos que se podrían haber resueltos de otro modo terminaban acrecentándose. El atajo judicial anulaba el camino pedagógico. También vi un abuso de las categorías de víctima y victimario, que son dicotómicas, centradas en el individuo, que borran los contextos, aplicadas a los problemas entre pares en la escuela.

Es decir, una salida punitiva…

–Una analogía entre el delito y situaciones entre menores dentro de la escuela… sianalisás la legislación antibullying de la mayoría de los países reina la confusión, por ejemplo, se habla de grooming como si fuera lo mismo que el bullying, cuando son sustancialmente diferentes. El grooming involucra a mayores abusando de menores de edad.

¿A partir de cuándo se empieza a hablar de bullying?

–El origen de la palabra remite a un psicólogo noruego, Dan Olweus. Cuando en los 80 se vuelca a investigarlo su base teórica es la criminología. Un ejemplo de esto es el énfasis en la denuncia que hacen las leyes antibullying. Olweus toma muchas ideas de la victimología. Establece perfiles de “victimario” y de “víctima”. Y también perfiles de víctimas: la víctima pasiva, la víctima provocadora. Esas son categorías de Mendelson, fundador de la victimología, una rama del derecho penal… no de la pedagogía.

Tolerancia cero

“La teoría clásica del bullying obedece a una lógica del mercado de la psiquiatrización de la infancia, que busca patologizar a la mayor cantidad de sujetos posible. Espectaculariza los vínculos sociales estableciendo roles fijos: ‘niño bueno’ y ‘niño malo’. Cuando en verdad el bullying tiene que ver con la imposibilidad de acercarme al otro”, dice Gabriela Carpineti, abogada especialista en criminología crítica, y sigue: “Para entender el tema en su complejidad hay que desprenderse de la idea de que hay sujetos ‘buenos’ y ‘malos’ desde la infancia, adaptados o inadaptados por naturaleza. Lo que la teoría clásica del bullying esconde es que el que recibe la agresión es en algún grado merecedor de ella, es esperable que sea agredido. Y al mismo tiempo desdibuja lo más profundo del conflicto: cómo construir un vínculo con el otro al margen de estereotipos y prejuicios. Esa pregunta excede al ‘bully’ y al ‘buleado’, involucra también a los adultos que los rodean”. El problema, sin duda, no empieza ni termina en la escuela. Se da no sólo en un contexto que segrega las diferencias y alienta todas las formas posibles de ese todos contra uno que el bullying engloba, sino también en el marco de una comunidad de ansiedades que delinean una narrativa de la inseguridad, y modalidades de control para combatirla.

La ley y el orden

Hace algunas semanas Emily Suski, especialista estadounidense en educación y derecho, señalaba en el periódico británico The Guardian, en torno a la ola de leyes antibullying sancionadas en su país en los últimos años, que: “en casi todos los estados están funcionando ahora leyes antibullying. Sin embargo, muy pocas abordan eficazmente el problema. El bullying no ha disminuido. De hecho, la gran mayoría de estas leyes sólo exigen castigo para el agresor: suspensión o expulsión. Cuando Montana se convirtió en el último estado en aprobar su legislación contra el acoso escolar el año pasado, simplemente se prohibió el bullying por escrito, así sin más. La ley de Idaho fue más allá en su punitivismo: incorporó al bullying a su código penal. Ser castigado por bullying en la escuela significa en Montana enfrentar sanciones penales.” Esto no es privativo de Estados Unidos. Ana Campelo desde el Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas ha sido testigo de cada vez más frecuentes intervenciones de abogados especializados en bullying que ofrecen combos a padres y madres para demandar a los colegios, de delirantes propuestas de provincias que apuestan a prevenir la violencia escolar con detectores de metales y cámaras de seguridad, hasta hubo quien propuso imponer el uso de mochilas transparentes a todos los alumnos. En Mendoza, por ejemplo, una empresa de cobertura médica ofrece a los colegios privados un seguro en caso de que resulten demandados por bullying y deban afrontar los gastos de los tratamientos de quienes lo hayan padecido. El efecto sancionatorio se extiende por el continente: en México, Chile y Colombia se pena a los docentes que no hayan actuado a tiempo y consistentemente contra el maltrato. En Estados Unidos, escribe Campelo, “el three strikes and you are out (tres faltas y estás fuera) –la versión escolar de las políticas de tolerancia cero del ámbito penal–, la idea de resarcimiento a las víctimas presente en numerosas legislaciones son una analogía o transposición del campo criminológico al pedagógico.”

¿Qué ha cambiado en cómo se aborda el bullying de los 90 hasta ahora?

–Casi nada. Olweus es quien empieza a recomendar dictar legislación antibullying. Y surge una fuerte oleada de leyes y una gran presión social y mediática para hacerlo. En estas leyes empiezan a aparecer palabras propias de la victimología como “resarcimiento”. Hoy hay un estado mexicano, por ejemplo, en el que los padres del “agresor” deben costear los tratamientos psicológicos de la víctima. Estos discursos encuentran cabida en una sociedad que vio fragmentarse el lazo social. Desde el punto de vista de la pedagogía, las medidas que tomemos contra el bullying deberían ir a favor de reparar el lazo y no se seguir destruyéndolo. Lo curioso es que en los 90 Olweus dice que ha elegido investigar el tema porque “habría crecido”. Sin basarse en ninguna estadística sino, como él mismo escribe, en “resonados casos mediáticos”. Acá ha pasado algo similar en los últimos años: no sabemos si creció o no, pero definitivamente ha crecido como tema de interés mediático.

Entonces, ¿decís que el bullying es un fenómeno dibujado?

–No. No niego su existencia. Tampoco es nuevo. Antes se le decía “tomar de punto” a alguien. Claro que hay bullying, lo que digo es que no hay ningún elemento que nos permita decir que ha crecido.

¿No existen estadísticas acá?

–La estadística oficial es la del Observatorio de Violencia en las Escuelas, que hizo tres mediciones: en 2007, 2010 y 2013. En esos estudios no se indagaba específicamente sobre el bullying sino sobre muchas formas de violencia, desde la perspectiva de los chicos. De esos resultados se desprende que los casos de violencia descienden levemente del 2007 al 2010, y aumentan levemente de 2010 a 2013. Para decir que un fenómeno creció tenés que tener una serie mucho más extensa en el tiempo que te permita comparar. Por otro lado, de una encuesta a otra cambiaron las preguntas y es difícil concluir algo de la comparación. Sí hay mayor reporte de casos de bullying, pero siempre que se visibiliza un fenómeno aumentan los reportes, que coincide con un auge en la agenda mediática del tema. Nombrarlo, detectarlo, sirve para combatirlo. Lo que cuestiono es el modo en el que se lo quiere combatir.

¿De qué modo?

–De un modo que erosiona los lazos. Sobre todo mediante las representaciones que se construyen sobre el otro. El otro como fuente de peligro. El otro excluido. Si analizás todos los discursos, campañas, legislaciones antibullying, una idea que aparece todo el tiempo es que los docentes no van a hacer nada para protegerte. Los padres van con ese preconcepto, muchas veces directamente a demandar a la escuela. Si te digo todo el tiempo “los docentes no te van a ayudar”, habilito la venganza.

Suena un poco a allanar el camino para la justicia por mano propia…

–Hay un videojuego que se llama “Bully”. El argumento es: un chico ha sido acosado por sus compañeros, los docentes no hicieron nada, entonces, se venga. Va ganando puntos en la medida en que tortura a quienes lo agredieron, con métodos como hundirles la cabeza en un inodoro. En una serie de MTV hay un ring de box al que se suben quienes han padecido la agresión para vengarse. Esto no está aislado de un fenómeno global. Pienso en los linchamientos: ¿qué es lo que hace que una parte considerable de la población no los vea como algo condenable? Hay ahí un discurso victimizante, que lleva a la idea de que te tenés que arreglar sólo. Como contracara de esto están los organismos de DDHH de la Argentina, que nunca se han colocado en ese lugar, siempre han estado muy por fuera de la venganza.

¿Qué peso ha tenido el discurso médico?

–Hay un paralelo entre la elaboración de los DSM (manuales de clasificación de las patologías mentales de la APA, Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos, muy cuestionada por su ligazón a los intereses de la industria farmacéutica, como estrategia de venta de medicamentos y terapias cognitivas) y las investigaciones de Olweus, que empieza a publicar sobre bullying en los 90. El momento en el que en Argentina y en el mundo se aviva mediáticamente el tema es simultáneo a la edición de la quinta edición del DSM, 2013. Acá no se conocen casos de medicalización por bullying, pero sí el antecedente del trastorno por dificultades de atención e hiperactividad (TDAH), un caso testigo de medicalización de la infancia.

Decís en el libro que el bullying tiene también un costado comercial.

–En Internet circulan muchísimas cartas modelo para demandar por bullying a la escuela. Muchos abogados ven un nicho, sobre todo en escuelas de clase media-alta. Hay abogados “especialistas”. He investigado cuánto cobran y es mucho y por adelantado. Y muchas otras medidas relacionadas con la judicialización: líneas de denuncia; detectores de metales, cámaras en las escuelas. Dispositivos que hablan de un clima de época, de cierto discurso sobre la seguridad.

El fenómeno existe pero cuestionás los métodos con los que se lo encara. ¿Qué alternativa propondrías?

–El bullying es un fenómeno de relaciones de poder entre pares. Algunos chicos buscan reconocimiento a través demaltratar a otros pero, cuando esto sucede, lejos de ser fuertes o poderosos, lo que se pone en evidencia es su profunda vulnerabilidad: la dificultad de encontrar otro lugar en el grupo. La intervención docente debe apuntar a proponerles otras identificaciones posibles. Esa escena de demostración de poder no puede explicarse sin tener en cuenta el contexto, el social y el institucional. Por supuesto que entran en juego cuestiones subjetivas, pero son posiciones o roles, no características inherentes de los sujetos, mucho menos cuando se trata de niños, en pleno proceso de formación.

Entonces, ¿qué se puede hacer?

–No alcanza con preguntarnos por los sujetos involucrados, tenemos que preguntarnosqué sucede en la escuela: ¿cómo se van conformando los grupos? ¿cómo intervenimos los adultos en los vínculos?¿ofrecemos oportunidades para que cada uno sea reconocido porun rasgo que lo singularice? Desde esta concepción, nos oponemos al uso de categorías que reducen la complejidad del problema como, por ejemplo, las de víctima y victimario. Estas son estigmatizantes, colocan el problema en los individuos y dejan a la sombra las condiciones en que las relaciones tienen lugar, fijan posiciones. Son propias de los enfoques “centrados en el individuo”, mientras que lo que proponemos es una perspectiva institucional.

Mencionás en el libro un proyecto, “Bill 13”, en Toronto, que proponía la creación de clubes para chicxs lgbti, que promovieran el empoderamiento frente al bullying. Decís que no te parece un buen camino. ¿Por qué?

–La idea de este proyecto era que a través de estos clubes se agrupen y empoderen en defensa de posibles agresiones. Quienes se opusieron en ese momento al proyecto lo hicieron con argumentos altamente homofóbicos. Mi crítica obviamente va por otro lado: el problema para mí es la identificación de potenciales víctimas. Es estigmatizante y suma a la lógicade la identificación con el lugar de víctima. Y si me preocupa la conformación de colectivos de potenciales víctimas, es por los efectos en la subjetividad y en el lazo. No cuestiono que haya colectivos lgbti, pero en mi opinión no es ésa una función que empodere, es mucho más interesante, por ejemplo, la lucha por la ampliación de los erechos de las minorías. La identificación de algunos chicos como potenciales víctimas o victimarios no previene e lbullying, por el contrario, son intervenciones que refuerzan la lógica del maltrato.

Hablás de los roles de víctima y victimario como intercambiables. Pero también es verdad que hay chicos que ocupan posiciones que pueden volverlos más propensos que otros a ser blanco de agresiones. ¿Cómo entran en juego en esas relaciones de poder cuestiones como el racismo y la homofobia?

–El bullying no es un fenómeno aislado, descontextualizado. Asume diferentes formas según las sociedades. En sociedades más racistas u homofóbicas, muy probablemente el bullying asuma ese sesgo, se combine con la discriminación. Sin embargo, “bullying” y “discriminación” no son lo mismo.

¿Cómo los diferenciás?

–Hay bullying siempre que un chico sea reiteradamente objeto de las agresiones de uno o más compañeros. Un acto de discriminación no siempre supone reiteración, lo que desde ya no desmerece su gravedad. Cuando la discriminación recae sistemáticamente sobre un mismo sujeto, entonces sí podemos hablar de bullying. Por otra parte, no necesariamente sonblanco del maltrato de sus compañeros quienes reúnen alguno de los rasgos que habitualmente constituyen pretextos de discriminación en nuestras sociedades.

Pero da la impresión de que esos dos tipos de pretextos generalmente coinciden…

–En diferentes investigaciones, cuando se les pregunta a los chicos en base a qué pretextos son discriminados, son mencionados la orientaciónsexual (o, más precisamente, que se los identifique con determinadas orientación sexual), aunque también son pretextos muy recurrentes rasgos físicos o la vestimenta como el “freaky”, el “gordo”, el que “se viste raro”. Cuanto más discriminatoria sea una sociedad habrá mayor coincidencia entre ambas formas de maltrato, pero muchas veces las relaciones de poder entre los chicos son inversas a las jerarquías que establece la escuela y sociedad, son así blanco de las agresiones el traga de antes y el nerd de ahora, la “linda”, etc.

¿Por qué decís que llamar “ley de bullying” a la ley que popularmente se conoce de ese modo es un error?

–La ley se llama Ley de Promoción de la Convivencia y Abordaje de la Conflictividad Social en las Instituciones Educativas, participé en el debate que tuvo como resultado su sanción por unanimidad. Las presiones de la sociedad por una ley antibullying, con las características que venimos enumerando, eran muchas y, como se desprende del título, la ley finalmente aprobada no obedeció a las mismas. Su objeto era más amplio: la experiencia de vivir junto a otros en la escuela. Fue una batalla ganada. No sucedió lo mismo en los medios de comunicación, que al día de hoy insisten en mal denominarla “Ley de Bullying”.

 

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-4665-2016-07-31.html

Foto: http://notife.com/wp-content/uploads/2016/07/school-bullying.jpg

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Corea del Sur: Desciende la edad de las víctimas de violencia escolar

Corea del Sur/21 julio 2016/Fuente: KBS World Radio

El Ministerio de Educación ha realizado un sondeo sobre violencia escolar en estudiantes entre el cuarto año de primaria y el último año de bachillerato, y los resultados reflejan que unos 39.000 niños y adolescentes declararon haber sido víctimas de violencia escolar en alguna ocasión.

Esta cifra equivale al 0,9% del total de alumnos de primaria, secundaria y bachillerato de Corea del Sur, y es 1 punto porcentual inferior a 2015.

De los estudiantes de primaria, el 2,1% respondió haber sufrido o sufrir violencia escolar; mientras que el mismo dato fue del 0,5% entre los de secundaria y de un 0,03% entre los de bachillerato. La proporción de víctimas disminuyó entre los alumnos de secundaria y bachillerato, pero aumentó entre los niños de primaria, sobre todo entre quienes cursan cuarto año, cuyo porcentaje de víctimas superó al observado en los estudiantes de quinto y sexto año.

Por tipos de violencia, el mayoritario es la violencia verbal, seguido por exclusión intencionada y violencia física.

Fuente noticia: http://world.kbs.co.kr/spanish/news/news_Cu_detail.htm?No=51723&id=Cu

Fuente imagen:https://bombasoju.files.wordpress.com/2013/06/acoso.jpg?w=640

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Bullying: Hay salida

20 de julio de 2016 / Por: Lic. María Zysman / Fuente: https://libresdebullying.wordpress.com

Muchas veces me preguntan sobre las “irreversibles consecuencias” de haber sufrido bullying o leo titulares catastróficos del tipo “9 de cada 10 víctimas de acoso escolar se dejan maltratar por sus parejas en la adultez”. Al responder insisto en que ningún hecho en sí mismo vaticina un futuro del cual no se puede escapar, pero este presagio determinista sigue apareciendo.

Como trabajo desde hace muchos años atendiendo situaciones de bullying, suelo recibir correos, mensajes y testimonios de jóvenes que me consultaron y a quienes ayudé en sus tiempos de escuela. Chicos y chicas que ahora tienen más de 20 años me cuentan de sus actuales estudios, noviazgos, viajes y preocupaciones, comunes a todos los jóvenes de nuestra región. Aunque aparece en sus relatos el recuerdo de momentos complicados y dolorosos que atravesaron, todos coinciden en un aspecto: “qué bueno que podía hablar con vos”, “menos mal que me bancaste, porque era un infierno”, “lo mejor fue cuando le dijiste a mis viejos que el problema no era yo, y decidieron cambiarme a otro colegio”. Es decir que chicos y chicas que fueron hostigados, lastimados, ninguneados, rescatan siempre la posibilidad que tuvieron de hablar, de ser escuchados y “bancados”.

Hace unos días, caminando por mi barrio me crucé con una mujer cuya cara me resultaba muy familiar, aunque no la reconocí instantáneamente. Ella me sonrió y eso me trajo claramente el recuerdo de su hija, una adolescente que me consultó hace años, alumna de un colegio muy exigente y que estaba sufriendo del ninguneo intencional de todo su curso. “Juana” (nombre ficticio) tenía por delante al momento de la consulta los últimos 2 años de secundaria y no paraba de llorar. No la incluían, no se incluía, no se quería ir (¡Había llegado casi hasta el final de un recorrido dificilísimo! ¿Por qué irse?) Su familia estaba muy angustiada, porque no veían salida; simplemente querían “aguantar” hasta el final de la escuela, pero eso implicaba mucho sufrimiento para todos.

Trabajamos unos meses, me acerqué al colegio, hice sugerencias, contuve a Juana y a sus padres. El colegio también sentía que no tenía herramientas.

Hacia fin de ese año escolar, Juana se tomó sus vacaciones y al disponer de tiempo comenzó a hacer actividades extraescolares que le gustaban, la entusiasmaban y la amigaban con partes de ella que tenía descuidadas. Surgió con fuerza su creatividad y disminuyó el estrés.

En marzo –al reiniciarse el año lectivo– Juana me mandó un mensaje. Estaba bien, no tenía mucho tiempo disponible por la alta exigencia académica de su último año y no seguiría viniendo a verme. Sabía que podía llamarme o venir, pero se sentía segura y me pareció sumamente oportuno e importante sostener esa seguridad. No supe mucho más de ella, en los meses siguientes cruzamos algún emoticón pero nada más.

Ahora su mamá, al encontrarme, me dijo: “Mi hija es un éxito en tu carrera profesional; está feliz, en la facultad. Nunca pensé que podía pasar esto”. Sin dudas fue una caricia al ego, y el reconocimiento siempre llena el alma, pero no lo traigo por eso, sino porque puede ser importante para muchos otros chicos que pasan por situaciones similares.

La escuela en ese momento sentía que no tenía herramientas… pero algo hizo, y probablemente hizo mucho.

Los padres sentían que no la estaban ayudando, pero sin duda lo hacían al escucharla.

Yo me preguntaba si lo que hacíamos era el mejor camino para Juana. Hoy parece que –dentro de lo que era posible– fue el mejor.

Juana pudo, confió en sí misma, salió adelante, se encontró con otros escenarios posibles y relativizó sus vínculos con las compañeras. Se sintió sostenida y respetada. Insistí mucho en ese momento para que se respetaran sus pedidos de “no intervención” con los compañeros de colegio. Me parecía el mejor abordaje, porque surgía de las propias posibilidades de Juana. Porque ella misma había encontrado esas respuestas y recursos. No se los estábamos imponiendo.

Más allá de la anécdota autorreferencial, pensemos en que HAY SALIDA para el bullying. Los vaticinios de catástrofe que algunos buscan imponer no son tales. El hostigamiento entre pares puede dejar huellas imborrables y sumir a un individuo en la más profunda depresión, cuando nadie lo escucha. Pero si escuchamos a los chicos y actuamos con responsabilidad profesional, podemos (y debemos) encontrar caminos que sanen.

Fuente artículo: https://libresdebullying.wordpress.com/2016/07/10/bullying-hay-salida/

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Venezuela: Proponen incluir tema de acoso escolar en Proyecto de Ley Cátedra de Paz en Instituciones Educativas

América del Sur/Venezuela/16 Julio 2016/Fuente: EntornoInteligente/Autor: Asamblea Nacional

Integrantes de la Comisión Permanente de Familia de la Asamblea Nacional inició este viernes, la consulta pública con la finalidad de incluir el tema del acoso escolar, en el Proyecto de Ley de Cátedra de Paz en todas las instituciones educativas del país. Las mesas de trabajo fueron dirigidas por la presidenta de la subcomisión de niños, niñas y adolescentes, diputada, Karin Salanova (Unidad-Aragua), quien estuvo acompañada por el vicepresidente de la comisión, su homólogo, Jesús  Abreu (Unidad Dtto. Capital). Durante el evento, la parlamentaria indicó que el proyecto de Ley de Cátedra de Paz, tiene como finalidad implementar una cultura de paz y de convivencia en los centros e instituciones educativas ubicadas a lo largo y ancho del país.

La parlamentaria mostró mucha preocupación con respecto al tema del acoso escolar al señalar: «una de las cosas que está afectando la mayoría de las instituciones es este  tipo de violencia;  está afectando día a día a nuestros niños y, precisamente, esta consulta cuenta con expertos y estudiosos que buscarán  la vía  para desarrollar articulados que protejan a nuestros niños y niñas de ese tipo de violencia». Cabe destacar, que la actividad contó con la presencia de representantes de Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap), Concejos de la Lopna del municipio Baruta, Red de Casas Don Bosco,  estudiantes de derecho de la Universidad Bicentenaria de Aragua, entre otros.

Por su parte, el Coordinador del Programa del Buen Trato del Cecodap, Carlos Trapani, expresó que la actividad busca analizar la propuesta de incluir en la Ley de Cátedra de Paz en todas las Instituciones Educativas, el tema sobre el Acoso Escolar, el cual añadió es un punto que por años la institución para la cual labora ha venido trabajando.

«Por ello consideramos importante conocer la propuesta y, en función de la exposición que hagan los diputados, poder emitir nuestras opiniones, puntos de vista y mejorar la parte que se tenga que mejorar y, sobre todo, alcanzar desarrollar un proyecto que esté en sintonía con la realidad y necesidad que viven los centros educativos del país», argumentó.

Trapani destacó que el primer paso a seguir en estas mesas de trabajo es abrir un amplio espacio de participación y consulta especialmente con los actores que tienen una voz privilegiada como: Fe y Alegría, entre otras escuelas que están en el terreno y que deben ser escuchadas, porque el tema del acoso escolar, dijo, no se va a detener con una Ley.

Asimismo expresó que se debe estudiar si el instrumento jurídico cuenta con viabilidad  en términos prácticos de implementar en las escuelas educativas, porque la realidad del acoso escolar es una forma de violencia muy particular y existen  causas subyacentes ante una situación de acoso, producto de la  discriminación, simetría de poder, ausencia de normas; esa sensación de impunidad que hay en los centros educativos, aunado al contexto social violento en el que vivimos, son factores que confluyen, alimentan y estimulan situaciones para el acoso, especificó el especialista.

En este caso, añadió que la idea es buscar cuál debe ser el rol de la Asamblea Nacional en este tema; hasta dónde se puede legislar y como puede llegar a ser un espacio que no sólo sirva para legislar, sino para sensibilizar, formar y difundir la importancia de crear un clima escolar acorde y adecuado para el aprendizaje.  Recordó Trapani que «la ley Orgánica de Educación, vigente desde el año 2010, contempla que los subsistemas de educación desde nivel inicial hasta el diversificado se deben desarrollar por leyes especiales; es decir, que se debe desarrollar todo el funcionamiento incluyendo el tema vinculado a la disciplina  escolar y esa ley no existe -por lo tanto hay un vacío y frente al  vacío lo que la ley vigente propone es que la institución debe aplicar mecanismos de conciliación o mediación ante faltas graves en las que incurra un estudiante».

En este caso, Trapani puso en duda que quienes dirigen las instituciones en la actualidad cuenten con la formación necesaria para mediar, conciliar, y hayan  recibido formación y acompañamiento de qué conductas pueden ser consideradas como malas y cuales no, entre otras interrogantes que formuló ante el público presente. Aseguró que una vez que la disposición transitoria es aprobada,  el Ministerio del Poder Popular para la Educación como ente rector, nunca dio lineamientos de cómo aplicar sobre esta  fase transitoria esa disposición, razón por la cual nace la inquietud de crear un marco jurídico que tenga que ver específicamente con la disciplina escolar.

-La idea es desarrollar un marco jurídico que contenga todo lo que tenga que ver con la disciplina escolar porque el acoso escolar es una forma de violencia, pero no la única, recalcó el experto -hay otras situaciones que se dan en el ámbito escolar y que no precisamente es acoso y se tiene que intervenir y aplicar el tema de intervención ya que hay diferentes tipos, subrayó finalmente.   

Fuente de la noticia: http://www.entornointeligente.com/articulo/8697274/VENEZUELA-Buscan-incluir-acoso-escolar-en-Proyecto-de-Ley-Catedra-de-Paz-en-Instituciones-Educativas

Fuente de la imagen:https://transparencia.org.ve/wp-content/uploads/2016/05/catedra-de-paz.jpg

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Estrategias para mejorar la convivencia escolar

Por. Laia Mestres i Salud

Un estudio elaborado por la ONG Save the children muestra que un 9,3% de los estudiantes encuestados considera que ha sufrido acoso en los dos últimos meses. Estos datos se suman a los facilitados por la Fundación Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) y Fundación Mutua Madrileña, que detectó 573 casos «contrastados y atendidos porbullying» a partir de las llamadas recibidas en 2015 a su teléfono de atención gratuito.

El problema del acoso escolar no solo se centra en el ámbito escolar, ANAR muestra que casi en el «100% de los casos el acoso no termina cuando se sale de clase, continúa a través de las redes sociales». Así pues, se trata de un problema que afecta a todos los ámbitos de la vida de los niños y jóvenes.

En este nuevo Monográfico sobre Convivencia en las aulas nos hemos querido centrar en las acciones en los centros educativos, por eso hemos recopilado 12 interesantes artículos con experiencias y recomendaciones para mejorar la convivencia.

Buenas prácticas para mejorar la convivencia escolar

La convivencia es un elemento fundamental en el proceso de aprendizaje. En primer lugar, porque aprender a relacionarnos en entorno social, cultural y afectivo en el que vivimos y en segundo lugar, porque aprender a convivir es fundamental para el desarrollo individual y social de cada persona.

Teniendo en cuenta esto, ¿cómo se educa para la convivencia? En primer lugar, los expertos coinciden que la mejora de la convivencia escolar empieza por la responsabilidad compartida de todos los miembros de la comunidad educativa, implicados directa o indirectamente en la educación: familia, profesorado, instituciones, agentes sociales, etc.

La educación para la convivencia requiere un planteamiento continuo que tenga en cuenta las múltiples variables. Un proyecto que abarque todos los aspectos de la convivencia exige fomentar la información, la participación, la comunicación y la colaboración.

Actualmente se están desarrollando proyectos como el Programa Kiva, una iniciativa anti-acoso desarrollada en la Universidad de Turku, Finlandia, y que además de la trayectoria en su país, también se aplica en algunos centros estatales. Por su parte, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a través del Centro Nacional de Innovación e Investigación Educativa, está elaborando el Plan Estratégico de Convivencia Escolar. Se trata de un proyecto en fase de desarrollo, para el que se ha constituido una mesa de expertos que trabajan para definir los ejes de la prevención del acoso y la violencia escolar

Queda mucho por hacer, pero existen buenas prácticas para trabajar en el aula. A partir de los artículos recibidos, recopilamos algunas medidas que contribuyen a mejorar la convivencia en las aulas y reducir el acoso escolar:

  • Prevención. La educación para la convivencia debe iniciarse desde las primeras etapas (infantil y primaria). Si se fomenta la construcción diaria de la responsabilidad, mediante la implicación, la complicidad y la confianza del alumnado, se consigue una pauta imprescindible para la educación en la convivencia.
  • Detección e implicación de la comunidad. Para Tiina Mäkelä, Coordinadora del Programa Kiva en España y América Latina, primero hace falta concienciación. Toda la comunidad escolar (dirección, equipo docente, personal no docente, padres y alumnos…)  tiene que saber identificar el acoso escolar. Por su parte, Mª Jesús Comellas, Doctora en Psicología y profesora emérita de la Universitat Autònoma de Barcelona, afirma que el profesorado debe implicarse como equipo docente educativo, no sólo desde la tutoría, para incidir en el clima relacional del grupo, implicando siempre al grupo de iguales y no actuando sólo con las personas consideradas individualmente precisamente por el carácter dinámico de las relaciones.
  • Participación activa del alumnado. El alumnado es la clave en el proceso de la mejora de la convivencia. Su implicación es fundamental y se debe trabajar para que se sientan protagonistas del proceso. Mª Jesús Comellas propone que no puede afrontarse este tema sin la participación activa del alumnado, como protagonistas de las relaciones que se dan en el grupo y como agentes que deben favorecer el clima del grupo en el que se encuentran al margen del espacio en el que se dé esta dinámica, sea el aula, el patio, la calle o cualquier lugar donde no haya un control y vigilancia adulta.
  • Desarrollar la inteligencia emocional. La Universidad de Córdoba (UCO) y la Universidad de Sevilla (USE) publicaron un estudio en 2015 que demuestra que disponer de competencias de inteligencia emocional protege al alumnado frente al acoso escolar. Laeducación emocional mejora las posibilidades de tener una respuesta adecuada ante situaciones de violencia. Los investigadores observaron que las tres vertientes de la inteligencia emocional (reconocimiento, regulación y respuesta de los sentimientos) influían en la respuesta que daban las víctimas ante un acoso.

Fuente: http://www.educaweb.com/noticia/2016/05/12/estrategias-mejorar-convivencia-escolar-9392/

Imagen: http://colegiovallmont.es/wp-content/uploads/2015/11/Convivencia-Escolar.jpg

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El virus de Juan, mi experiencia de acoso escolar

Por.  Mari Carmen García Barros

«Lo que los demás piensen de ti, no es tu problema», «a ti no te cae bien todo el mundo, ¿verdad? pues tú tampoco tienes porque caer bien a todos» le repetía yo a Juan cada vez que se quejaba de las críticas que recibía de sus compañeros de clase.

Expresiones en las que yo creía firmemente como adulta y que eran mi intento de empoderarlo, de que adquiriese conciencia de quien es él, de cuánto vale, y de que la pertenencia al grupo no lo es todo, especialmente cuando el grupo está compuesto por niños (as) que no se comportan con arreglo a lo que en casa estimamos adecuado y sano.

Yo tenía presente que era el nuevo de la clase y necesitaba tener amigos, pero también que muchos de los compañeros no mantenían una catadura moral tal que apeteciese rodearse de ellos ni las «luchas fratricidas» un aliciente para pertenecer a su círculo. Pero mi aliento no era suficiente porque Juan a veces se sentía peor de lo que yo albergaba a entender.

El malestar de Juan era lógico y su percepción muy acertada: había algo más, mucho más de lo que mostraban…

A finales de marzo se acercaban las vacaciones, la Semana Santa desfilaba: semana de procesión, de recogimiento, de oración… semana de pasión.

Juan salió llorando de clase: «Mamá, a excepción de dos niñas, todos se ríen de mí, yo no soy importante; se burlan de cómo soy, de mis aficiones, de mi manera de correr…» No era la primera vez, ni la segunda siquiera, pero era la más intensa. Aunque fuese el nuevo de clase, aunque no le gustase el fútbol, aunque jugase con niños de otros cursos, ¿sirven como causa que justifique la intolerancia?

Juan tiene 11 años, es brillante, muy buen estudiante, afectuoso, respetuoso, obediente y siempre presta atención. Lo dicen sus profesores, no lo digo yo.

Esa tarde de inicio de vacaciones, una compañera de Juan se me acercó:

– ¡Ya no lo soporto más! nada de lo que le hace… toda la clase; ya no soporto el «virus de Juan».
– ¿Qué es eso? – pregunté – ¿es porque ha estado enfermo?
–  No, es un juego.

El juego más estúpido, perverso y doloroso que podía imaginar. No sólo era agresivo y altamente contaminante, es que tenía varias cepas, era mutante: el virus de Juan y el virus del culo de Juan. El primero se contagiaba al mero contacto, el segundo cuando se sentó encima de la mano de un compañero ¡este último más agresivo, desde luego! Cuando Juan no los veía, uno a uno se tocaban y entre susurros y risas, en bajito y a escondidas, repetían: «el virus de Juan, el virus de Juan». Así, uno tras otro, hasta veinticuatro; el último, contra la pared o a la papelera debía lanzarlo ¡menudo teatro! Mi morenito risueño se sentía sano, pero se había convertido en un intocable, en un apestado.

Había algo aún peor: al no conocer su enfermedad, no podía desinfectarse. Juan no podía curarse. Ésa es la mayor perversión: la que en silencio y soterrada dinamita tu red social, te aísla del grupo, impide cualquier relación y provoca tu exclusión.

Parece difícil, imposible tal vez. Pues muy fácil les fue.

Era tanta mi desolación que no sabía qué hacer. Parecía que una parte del mundo se había resquebrajado a mis pies. «Si esto es lo que se maneja en las aulas, si en sexto de primaria los niños alimentan tales distorsiones, poco futuro auguro a estas generaciones» fue lo primero que pensé. Desasosiego, desánimo, desamparo, desaliento y desesperanza vinieron después.

Habían comenzado las vacaciones, el colegio estaba cerrado ¿qué podía hacer? ¿Adónde recurrir? ¿Cómo dar cauce a mi sentir? Y entonces, actué.

Busqué el número del grupo de padres de clase, les escribí, les conté de lo que me había enterado y di por supuesto que ninguno lo sabía porque le habrían puesto fin. Que hablasen con sus hijos, les pedí. Que se hiciesen conscientes del daño que habían ocasionado a Juan y a quienes lo queremos. Era tan extraño que no lo podía explicar… ¡Si él sólo quiere ir a clase como un niño más!

La mayoría de padres contestaron que lo sentían, se sorprendían, no lo sabían; a alguno le pareció que exageraba, una minoría nunca dijo nada… Si es que ya no importaba.

Esa misma tarde también escribí a los seis profesores de Juan y a la directora del centro. Uno a uno fui relatando los hechos, transmitiendo mis sentimientos; no importaba si antes no lo sabían, ahora debían poner fin a ese comportamiento.

Eso sólo fue el comienzo. A menudo, tiras de un hilo y la madeja se va deshaciendo, aquí tiraba y tiraba y seguía creciendo ¡todo lo que le estaban haciendo! Cada día que pasaba de algo más me ilustraba, cada día me volvía más sabía.

Volví a escribir al colegio, a relatar los nuevos episodios. Apenas sentía dolor, ahora era mi furia quien hablaba: la leona que rugía en mi interior. Pero todos eran mensajes sin recepción, nadie había al otro lado, nadie los recibía, nadie los abrió durante ¡12 días!

En esos días de asueto Juan se encontró con un compañero y en la calle le pidió perdón. Nada tenía contra él ¡si es que le tenía aprecio! Pero se trataba del juego y todos eran uno y quien intentase ponerle fin, quedaría fuera del grupo. Y ninguno era un héroe con coraje tal que resistiese la presión del clan… hasta que apareció la heroína sin lealtad.

El día de regreso a las clases, me presenté en el colegio:

–  Abre los correos, por favor – le dije al tutor.
–  Sorpresa, enfado, incredulidad, incomprensión…
–  Esto debía saberlo yo, ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Cómo es que no me he enterado?
–  Pues tú sabrás, ése es tu trabajo.

Se sintió acorralado: Juan no volvería al colegio hasta que este conflicto se solucionase ¡y no en falso! Yo no iba a consentir que se enfrentase a los compañeros, que justificase su sentir… a que fuese víctima de nuevo ¡veinticuatro verdugos son todo un ejército!

Cada uno de los hechos se había desvelado y ahora tocaba al centro solucionarlos. Menuda tarea: exigía valor, compromiso y firmeza.

Y llegó a la clase:

– ¿Qué ocurre con Juan?, preguntó.
– Yo empecé, lo siento de verdad, nada tengo contra él, es buen amigo, buen compañero. Nada nos ha hecho.

Hablaron sólo unos cuantos, pero era un sentimiento compartido. Se trató de un juego perverso que se les fue de las manos y merecía un castigo… Y, según parece, algunos ya lo habían expiado en esa extraña y santa semana de pensamientos sobrecogidos.

Entonces todos los niños, guiados por el tutor, le escribieron 24 cartas. Estaban arrepentidos y le pidieron perdón: «regresa a clase Juan, no volverá a pasar, lo sentimos de verdad».

Al final de ese día, Juan y yo las leímos ¡cuánto lo agradecimos! Queríamos tenerlas, pero el tutor se las quedó para recordarles su intención; a fin de curso a Juan se las daría, ¡que la cumplan por favor!

Al día siguiente, uno más tarde que el resto, Juan regresó al colegio. Volvieron a pedirle disculpas, a solicitar su perdón, a aliviar su dolor. Juan los perdonó y también se liberó. Se disolvió la frustración.

Así son los niños. ¿Y los profesores?

Bueno, ellos son un poco distintos. Aunque sé que alguno especialmente lo sintió, ni uno sólo se dirigió a Juan (su silencio fue un estruendo) ni a mis cartas contestó. «Comunicaciones» la plataforma del colegio se llama… Vaya paradoja, casi una metáfora.

Un mes después la directora me citó: quería pedirme disculpas por su inexcusable actuación. Las acepté ¡cómo sino! Aunque la inmediatez es fundamental para atender cualquier dificultad, yo necesitaba volver a confiar. Al fin y al cabo, no se trató de un primer auxilio… «sólo» de la protección, la defensa y el afecto hacia un niño.

El virus de Juan o de cualquier otro.

Atentos para que no se repita: es muy agresivo, es contagioso y la esperanza debilita. Y si apareciese de nuevo o se volviese endémico, recordad que tiene solución: está guardada en cada corazón.

Este conflicto se solucionó porque todos formaban parte del problema y todos formaron parte de la solución. Todos tenían una responsabilidad (niños, padres y docentes) y todos, a su ritmo, la asumieron.

Cada uno hizo lo que debía: los niños necesitaban un límite, y la compañera con más conciencia y valentía, me contó lo que pasaba para que yo lo frenase; los padres hicieron los deberes inherentes a la paternidad, no en vano la primera escuela es el hogar, somos padres a tiempo completo y no vale decir «eso es cosa del colegio»; los profesores también necesitaban un toque de atención: la miopía, el apaciguamiento y la incoherencia predominaban como ejemplo, por mucho que se empeñaran en educar en valores y es que, a menudo, «uno enseña lo que más necesita aprender».

El acoso se resolvió con ganancia para todos: se reconoció el dolor de Juan y se restauró su posición, desaparecieron la ira y el dolor que conllevan ser víctima, y se dio oportunidad a los «verdugos» de recobrar su dignidad al pedir perdón por su conducta y prometer que no la repetirían. Todos se liberaron.

Para abordar el acoso se apela a la implantación de protocolos o a la intervención de expertos externos, en un intento de desviar la responsabilidad y la falta de capacidad para afrontarlo. Pero yo creo que es más fácil que todo eso, aunque se necesite de una auténtica pedagogía emocional y moral.

Esta historia tiene una segunda parte, menos bonita pero igual de reveladora de las distintas realidades que convergen en las aulas. Demasiadas para tan poco espacio.

Mari Carmen García Barros es autora del libro «El virus de Juan, Paloma, Tomás y todos los demás», Zaragoza 2016

Fuente: http://www.educaweb.com/noticia/2016/05/11/virus-juan-mi-experiencia-acoso-escolar-9377/

Imagen: https://scontent.cdninstagram.com/t51.2885-15/e35/13118188_582594071898416_778722039_n.jpg?ig_cache_key=MTI0MTQ0MDA1NjYwMjYzNjk1Mw%3D%3D.2

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Acoso Moral Escolar: Bullying

Por Silvana Giachero

Bullying significa agredir, humillar, maltratar, burlar, aislar, dejar de lado, lastimar físicamente a un compañero/a con intención de hacerlo, en forma sistemática y durante mucho tiempo. Siempre al mismo chico o chica. Es una violencia psicológica que se da en los centros educativos, tanto escolares como liceales y que tiene graves consecuencias para la victima,  ya que puede llegar a la violencia física pero también al suicidio.

Destaco que todas estas agresiones en si mismas y por separadas pueden no tener sentido, justamente lo que hace que sea grave y vaya erosionando el psiquismo y la autoestima , es el encadenamiento de los hechos, cada nuevo accionar violento dispara en el chico la memoria de los anteriores generando un dolor muy grande que va invadiendo su vida y del que no tiene escapatoria por si solo. Nada de lo que él haga va a cambiar o frenar esta violencia, siempre deben actuar los adultos, porque hay una relación asimétrica, pues el hostigador asume el poder y lo controla.

Según investigaciones de Las Naciones Unidas, Uruguay ocupa el segundo Lugar en Latinoamérica con un 30% de casos.

Es un problema serio y con consecuencias graves. Sufre no solamente quien es atacado sino todos los que lo ven y, aunque no parezca, quien agrede también.

También a esa violencia se le suma la que se ejerce por Internet agravando aún mas la situación y es lo que llamamos el Cyberbullying que es el acoso escolar a través de e-mails, blogs, mensajería instantánea, redes sociales, mensajes de texto, imágenes digitales enviadas a través de teléfonos móviles, salas de chat, carteleras web y demás páginas disponibles.

Permite sostener el hostigamiento a toda hora y desde cualquier lugar. Repercute en el centro educativo  aunque no se realice dentro de él. Puede ser directo (envío de mensajes, agresiones directas en redes sociales, salas de chat o juegos on line) o indirecto (por delegación, supone un desarrollo de mayor capacidad estratégica).

El cyberbullying presenta ciertas características similares al bullying tradicional (conducta agresiva, desequilibrio de fuerzas entre hostigador y hostigado, y reiteración), pero también algunas diferencias. Estas se refieren fundamentalmente al anonimato que brindan las nuevas tecnologías y la accesibilidad permanente. Por otra parte, los niños y adolescentes temen que, al denunciar el acoso que sufren o pedir ayuda, se le quite la posibilidad de seguir utilizando estos recursos.

El chico que es víctima no tiene un perfil que justifique a quien o quienes lo atacan, pero si podemos decir que son personas que se destacan por algo y ello despierta la ira y los celos del hostigador, quien busca y busca por donde dañarlo hasta que una vez que lo consigue la victima esta en sus manos y ya no se puede defender. Hoy vemos que  el hostigamiento se ve mas a los chicos que son estudiosos y hacia las chicas, siendo ellas las mas vulnerables .

Signos de que su hijo podría estar siendo hostigado: Cambios de humor, retraimiento, comienza a no mirar a los ojos, se encorva como consecuencia de las humillaciones de que es objeto, llora por cualquier cosa, se empieza a poner triste, a retraerse y aislarse , dolores abdominales y de cabeza frecuentes que tb usa para faltar al colegio,trastornos del sueño,( se despiertan a las 3 de la mañana, pesadillas, insomnio , o quiere dormir mas que antes, o los escuchamos gritar dejame, andate , soltame..)),síndrome del domingo por la tarde, se enferma porque no quiere ir al colegio, comienzan a perder utiles, cuadernos, aparecen utiles rotos en la mochila, o la mochila dañada, golpes y arañazos en su cuerpo que no sabe dar explicación, no quieren hablar del colegio ni de sus compañeros, se quejan de que lo cargan o toman el pelo,no quieren ir a cumpleaños o salidas extraescolares, no invitan a migos a su casa, empiezan a tartamudear o con algún tics,  se vuelven agresivos con hermanos o mascotas, se hacen pis en la cama, piden dinero o empiezan a hurtarlo .

Si su hijo está siendo hostigado y se anima a contárselo, (o si se entera de alguna otra manera), es importante que mantenga la calma para poder ayudarlo. Es fundamental mantener esa puerta abierta al diálogo y cualquier paso en falso podría cerrarla. Las ultimas investigaciones en Uruguay que se van a presentar en el Congreso Internacional de Mobbing y Bullying, afirman que solo 3 niños de 10 le cuentan a sus padres lo que les esta pasando , o sea que es muy preocupante , ya que el resto lo vive en soledad, lleno de miedo a nuevas represalias, con culpa y vergüenza.

Síntomas que pueden ser visibles por los docentes:

  • Empieza a faltar a clase, Sale solo de la clase frecuentemente, no se reúne con otros para hacer trabajos., Le da vergüenza o se pone muy nervioso al intervenir en clase, o deja de intervenir,Comienza a bajar las notas ,Sus compañeros se ríen de él cuando participa, Se aísla, prefiere trabajar solo,Casi siempre llega con el tiempo justo y evita encontrarse con los compañeros,Sale, frecuentemente, él primero de la clase o se queda en la clase, , Pide ir al baño en hora de clase habitualmente (no quiere ir en el recreo porque es justamente donde se puede estar dando el acoso , No quiere ir a las clases de educación física ni a actividades extras.No participa de salidas extraescolares siempre tiene alguna excusa o se enferma.No quiere pasar al pizarrón o dar orales, busca estar cerca de un docente en el recreo, tienen reacciones explosivas frente a hechos menores, les cuesta concentrarse en la tarea, corporalmente se lo ve “Achicado” como que quiere no ser visto.

Ninguno de estos signos aislados son Bullying, lo que deben hacer los docentes es estar atentos y no banalizar, minimizar las conductas de burla hacia un alumno por parte de otros e intervenir inmediatamente protegiendo a la victima y sancionando a los hostigadores.

El Hostigador:Suelen ser chicos que sufren violencia en su casa , ya sea física o psicológica, poseen muy baja autoestima, pero una gran habilidad para descubrir el “ talon de Aquiles” de otro compañero y comienza no solo a hostigarlo él sino que asi logra popularidad en el grupo y va manipulando a los demás para que se sumen al maltrato .Disfruta riéndose de sus compañeros cuando participan en clase, transgrede habitualmente las reglas y lo festeja , es rebelde y desafiante con la autoridad, le causa placer hacer daño ,busca ser el centro de atención, evade responsabilidades,es poco reflexivo y prepotente, siempre quiere tener la razón, se muestra dominante en las relaciones con sus amigos (Lider destructivo), se jacta de sus acciones y logra que los demás le festejen cuando en realidad son inmorales,no pide disculpas. No es empa´tico, no se pone en el lugar del otro nunca y si lo hace es solo para quedar bien y seguir manipulando. Usa a los otros para sus fines.

Es muy difícil reconocer que su hijo es un hostigador, peo cuanto antes y mas chico es , se puede hacer mucho para ayudarlo y que cambie. Hable con él y exprésele sus sentimientos y su posición al respecto. Sea claro y manifiéstele que eso es inaceptable. Reestablezca reglas y pautas de convivencia familiar.Todo acto debe tener consecuencias. Hostigar a un compañero no puede ser tolerado. Déle a su hijo la posibilidad de reparar y pedir disculpas con el compromiso de modificar su conducta.Muchas veces es necesaria la ayuda profesional.Los chicos que hostigan en la escuela son los futuros hostigadores laborales y en un alto porcentaje se convierten en  transgresores de la ley .

Pautas básicas de contención

  • Nunca dude de lo que su hijo o hija le cuenta, no desconfíe ni crea que exagera. Lo más probable es que incluso minimice u oculte algunos hechos para no angustiarlo.
  • No le diga “deberías haber hecho…”, eso lo hará sentirse culpable de lo ocurrido y doblemente victimizado, pero además él no puede hacer nada.
  • No justifique al hostigador ni lo valorice , a veces quien hostiga es el mejor alumno, el más simpático, aquél chico del que “nunca me lo hubiera imaginado”. Esos comentarios harán sentir aún más humillado a su hijo o hija y no le contará nada más, cerrándose la puerta.
  • No se queje por el trabajo que tendrá ahora para ayudarlo. A veces –sin querer- los padres expresan su pesar con comentarios como “lo que se nos viene ahora”… eso lo hace sentir culpable al chico hostigado y le va a pedir que no haga nada, ya que el mismo teme a las revanchas o a que se burlen mas de él por acudir a los padres.

Si su hijo o hija se animó a hablar, necesita confiar en que lo va a ayudar sin perder la calma, dele tranquilidad y seguridad, asi lo aliviara, no se enoje, ni actúe por impulso.

El primer paso es hablar con la maestra y plantear el problema sin acusar ni responsabilizar a nadie pero exigiendo un compromiso de cambio por escrito. Se sugiere también solicitar una próxima entrevista para reevaluar la situación , para monitorear los hechos, pero siempre estar alerta, la maestra/o, deben ser discretos y no comentar esto con los alumnos!

No es recomendable

  • Llamar a los padres del hostigador y/o llamar al hostigador acusándolos, esto los fortalece y debilita a su hijo.
  • Ir “al choque” al colegio siendo impulsivo

Ni enfrentar al hostigado con el hostigado, el primero va a saber manipular la situación desestabilizar a la victima  y quedar el bien parado generando dudas en los adultos y por ende dañando mas a la victima. El Bullying no es un conflicto es un abuso!

  • Sugerir al niño o adolescente que se defienda (si pudiera, ya lo hubiera hecho, tiene que quedar claro que no puede porque esta en desventaja y haga lo que haga va a ser usado para volverlo a humillar o agredir)
  • Intentar organizar estrategias similares a las del hostigador ,no va a poder porque el funciona diferente y además no va a lograr nada.

Descubrir que a su hijo lo están hostigando genera mucha angustia. Los chicos no lo cuentan, entre otras cosas, para no lastimar a sus padres. Para poder ayudarlo, mantenga la calma. Establezca un diálogo fluido con la escuela, el trabajo conjunto es un pilar fundamental para ayudar a los chicos.

Pautas de actuación para los docentes

Si se confirma que un alumno está siendo víctima de hostigamiento:Hablar con el hostigado para determinar el grado de agresión,hablar con el agresor sin confrontar ,comunicar la situación al gabinete, tutor-orientador-coordinador, decidir medidas disciplinarias. Reunión con los padres (de ambos). Derivación. Plan de trabajo.

Si confirmamos que en un grupo existe hostigamiento debemos actuar con rapidez y firmeza. Hay diferentes maneras de encarar la situación, diferentes técnicas de trabajo con los chicos y con los adultos. Pero es importante adoptar MEDIDAS DE URGENCIA con las cuales estén comprometidos todos los miembros de la comunidad educativa: Medidas para proteger al alumno/a que ha sido agredido/a ,incremento de la vigilancia en los lugares donde se producen las agresiones., medidas disciplinarias para el agresor/es , Información a las familias

El docente  y/o equipo directivo realizará una entrevista individual con cada una de las familias del alumnado implicado garantizando la confidencialidad de la información. Esto es fundamental para proteger a la victima,

MITOS Y VERDADES

1. El acoso escolar no son más que cargadas, bromas y burlas.

Falso. El bullying es mucho más que simples burlas. Aunque muchos acosadores y acosadoras se burlan de sus víctimas, otros y otras recurren a la violencia, a la intimidación y a otras tácticas. Las bromas son divertidas si todos se ríen. Cuando alguien sufre, no. El acoso siempre es doloroso.

 2. Hay personas que merecen que las acosen.

Falso. Nadie es merecedor ni merecedora de acoso. Esa es la excusa  que tienen los buleros y buleras para justificarse.

3. Los buleros son siempre varones.

Falso. También pueden ser acosadoras (principalmente en su forma de exclusión social).

4. Los que se quejan de los buleros son unos maricones.

Falso. Quienes se quejan de los acosos que reciben no hacen más que ejercer su derecho a no recibirlos. Son más maduros que quienes los acosan.

5. El bullying es una parte normal del proceso de crecimiento.

Falso. Que se burlen de una persona, se metan con ella, la manipulen, la amenacen, la acosen, la insulten, le hagan daño y abusen de ella; no es normal ni necesario.

6. Los acosadores desaparecen si se los ignora.

Verdadero y falso. Puede que algunos sí, pero otros se van a enojar aún más y van a seguir acosando hasta que consigan la reacción deseada.

7. Los buleros se meten con otra persona porque tienen baja la autoestima.

Falso. Algunos de ellos tienen la autoestima muy alta. Están satisfechos de sí mismos y el hecho de molestar a otros los hace sentirse aún mejor. El bullying, en la mayor parte de los casos, no tiene que ver con una mayor o una menor autoestima, sino con el hecho de  tener poder sobre otras personas.

8. Decirle a un adulto que te están acosando es de buchón.

Falso. Avisar a una persona adulta que pueda ayudarte a hacer algo para terminar con el acoso es una acción inteligente. También si avisás que están acosando a otra persona.

9. La mejor manera de enfrentar a un acosador es peleándose o intentando “devolvérsela”.

Falso. Si peleás con un bulero podés hacerte daño (y hacérselo a otras personas). Además podrías verte metido en problemas por verte involucrado en una pelea. Si intentas pagar al acosador  o la acosadora con la misma moneda, te pondrás a su altura. Además, el bulero podría redoblar la apuesta y siempre sería peor. Sea como sea, pelearse empeoraría las cosas.

10. Tal vez las personas que son objeto de acoso sientan algo de dolor durante un tiempo, pero terminan superándolo.

Falso. El acoso sigue doliendo aún transcurrido mucho tiempo. Algunos chicos y chicas dejan la escuela por culpa del bullying. Algunos alcanzan tal nivel de tristeza, desesperación, miedo y desesperanza que se enferman. Muchos adultos recuerdan episodios de acoso de su infancia. No se supera así nomás.

Fuente noticia: http://silvanagiachero.com/2015/09/11/acoso-moral-escolar-bulliyng/

Fuente imagen: http://static.wixstatic.com/media/72d030_2139e3cc114a475cb146437581245c22.jpg/v1/fill/w_620,h_392/72d030_2139e3cc114a475cb146437581245c22.jpg

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