Page 2 of 3
1 2 3

Libro: Bases epistemológicas de la educomunicación: Definiciones y pespectivas de su desarrollo

Este libro es el resultado de un proceso de investigación pionero en el Ecuador y América Latina. El trabajo de búsqueda y sistematización realizado por el autor sin duda se constituye en un aporte significativo para crear la epistemología de este nuevo paradigma.

Bibliographic Details
Main Author: Parra Alvarracín, Germán
Format: Libros
Published: Abya-Yala/UPS2014

Descargar en:

Fuente:https://www.bibliotecasdelecuador.com/Record/oai-:123456789-6244

Comparte este contenido:

La cadena australiana ABC y su aporte a la alfabetización mediática

Oceania/Australia/Aikonews/ Kelly Robledo

La revolución de Internet y, con ella, la comunicación en línea es una de las principales características de la era en la que vivimos. Si bien, muchos de los avances tecnológicos relacionados a esta fueron creados el siglo pasado, los últimos años han tenido un mayor desarrollo y expansión. Y a medida que estos avanzan, es importante que la audiencia se eduque para ser consciente y crítica de la información que recibe. En esta línea, mucho se habla actualmente de la necesaria media literacy (alfabetización mediática).

Académicos como Carlos Scolari, Buckingham y Domaille explican que hablar de media literacy implica que el público genere conciencia crítica, tenga una participación democrática e, incluso, sepa disfrutar de la oferta de los medios. En esta línea, resulta de interés conocer cómo es que las cadenas de información contribuyen a la causa.

La iniciativa de la Australian Broadcasting Corporation (ABC) destaca en este aspecto con el trabajo que realiza desde su plataforma ABC Education. En esta web dedica exclusivamente un apartado a la Media Literacy, en el que comparte contenido propio con el que ahonda en temas que van desde los principios básicos sobre la generación de noticias y qué es la alfabetización en medios, hasta fenómenos como las fake news o la interactividad, además de dar tips para profesores de la materia.

La sección Explaning News se divide a su vez en dos apartados: News Basics y Learn from experts. En el primero se ofrecen notas en las que mayormente son los mismos periodistas de ABC quienes explican de forma sencilla y creativa (vídeo, texto o imagen), pero rigurosa, temas sobre la producción de información periodística. Se incluyen, por ejemplo, publicaciones sobre ética, opinión y periodismo de investigación. En el segundo, Lear from experts, podemos ver entrevistas a expertos de la industria informativa en formato de vídeo corto, y con ellos aprender sobre cómo los medios afrontan los desafíos de la tecnología.

Por su parte, el espacio Questioning Media desarrolla dos temas principales titulados Fake or False News y Fact check essentials. En estos se tiene acceso a notas y recursos interactivos relacionados a la temática de noticias falsas y verificación. Destaca el juego Real, LOLZ, oops or fake? que la misma ABC ha desarrollado y que consiste en que los estudiantes aprendan a cómo comprobar la credibilidad de una noticia.

En el apartado Teacher Tips, la ABC pone a disponibilidad de los maestros diversos recursos para usar en clase y educar sobre los medios, también ofrece kits de herramientas, plantea retos y concursos, da sugerencias de gestión de asignaturas con ayuda de los medios; todos estos acompañados de una guía detallada de aplicación. Asimismo, proporciona links de interés que dirigen a páginas externas que abordan la misma línea temática. Uno de los recursos que más llama la atención dentro de esta sección es el interactivo Fact vs opinion vs analysis, diseñado para ayudar a los estudiantes a comprender las definiciones de hechos, opiniones y análisis de noticias.

Por último, en la sección Media Literacy Week se comparte contenido que profundiza en la alfabetización mediática como tal. De esta forma, se ofrecen notas textuales o en vídeo que explican la importancia de dedicar esfuerzos en pro de una sociedad que haga un consumo consciente de la información. También, presenta casos destacados a nivel mundial sobre medios que trabajan en esta línea.

Además de desarrollar estos cuatro apartados, ABC Media Literacy ha reservado un espacio, al final de su web, denominado More on Media Literacy, desde el cual se puede acceder a páginas que gestiona la misma cadena, con las que se suma a la lucha contra la desinformación. Estas páginas son ABC Factcheck, Navigating the News, Science y Backstory.

Fuente: http://www.aikaeducacion.com/en-profundidad/la-cadena-australiana-abc-y-su-aporte-a-la-alfabetizacion-mediatica/

Comparte este contenido:

Teun van Dijk, el análisis del discurso hoy

El profesor de la Universidad Pompeu Fabra reflexiona sobre la importancia del discurso en la educación y la alfabetización mediática

En la educación y alfabetización mediática como también en la formación de ciudadanos mediáticos, es valioso e importante el análisis del discurso. De otra parte para los investigadores esta es, entre otras, una metodología necesaria a la hora de abordar fenómenos de la sociedad actual.

El profesor de la Universidad Pompeu Fabra Teun van Dijk, es el teórico más importante en este campo de estudios, con una obra extensa y profunda, y en esta entrevista nos aporta aspectos del discurso en diferentes áreas del conocimiento, y en cuestiones actuales como la posverdad, la lucha por los derechos de las minorías y el populismo. Lo entrevisté en su despacho del Centro Internacional de Análisis del Discurso, ubicado en La Ramblas de Barcelona.

Comparte este contenido:

Entrevista a Nieves Corral: “Me llama la atención la ausencia de alfabetización mediática en chicos de 12 o 13 años”

Entrevista/19 Septiembre 2019/Autor: Daniel Sánchez Caballero/Fuente: El diario la Educación 

Nieves Corral propone con su libro la utilización del cine como herramienta pedagógica transversal para el estudio de la memoria y la infancia.

Nieves Corral, doctora en Comunicación y profesora ayudante en la Escuela Autónoma de Dirección de Empresas de Málaga, cree que el cine está infrautilizado en la educación. Por eso, entre otras razones, ha escrito Cine español, infancia, memoria histórica. Propuesta didáctica, un libro en forma de manual con propuestas concretas para trabajar la visión de la infancia durante el franquismo y los primeros años de la transición. Corral, que lamenta la falta de ayudas para editar el texto, destaca de la representación de aquellos años cómo se “anulan las raíces” de los niños y del peligro del olvido. “La memoria es el único paraíso del que no podemos ser despojados”, sostiene. “No podemos saber dónde vamos si no sabemos de dónde venimos”.

Cuéntanos sobre el libro. ¿De dónde surge y qué aborda?

Surge como fruto de mi investigación doctoral que hice hace dos años. Trato de explorar una serie de cuestiones en forma y contenido de un conjunto de películas españolas realizadas entre 1978 y 2015 que toman como referencia el contexto de la dictadura franquista y los primeros años de la transición política. A través del libro hago una revisión bibliográfica para apoyar la importancia de la alfabetización audiovisual en las aulas. Planteo trece guías didácticas que pueden ser utilizadas de forma transversal a cualquier área del conocimiento. No solo Historia, también Literatura, Filosofía… Cómo una misma película puede trabajarse de distinta forma con la colaboración del profesorado de la enseñanzas de la secundaria y del bachillerato.

¿Podemos aterrizar estas propuestas? Un ejemplo de propuesta didáctica.

Por ejemplo, en la película de Pa negre, dirigida por Agustí Vilallonga, se pueden abordar desde la literatura y el cine las diferencias entre un texto escrito y uno audiovisual. Siempre se escucha a la gente decir “yo prefiero el libro” o “yo prefiero la película”. No se trata de elegir. Son dos medios expresivos diferentes, cada uno con sus características, y conviene enseñar a los estudiantes que se trata de mundos distintos. Cada uno tiene sus particularidades, sus rasgos, y no resulta positivo infravalorar uno en detrimento del otro.

Cada una de las unidades didácticas presenta una contextualización de la película y luego voy explicando las actividades que se pueden desarrollar, en forma de ejercicio práctico de aprendizaje activo, ejercicio auditivo, de reflexión. Hacemos reflexión grupal en torno a diferentes aportaciones que yo voy haciendo. También se puede trabajar la creatividad individual o extraer determinadas secuencias de la película para ejercitar la teatralidad, que los alumnos sean capaces de escribir un pequeño guión partiendo de una secuencia y lo representen en forma de teatro.

¿Qué te motivó para escribir este libro? ¿Habías detectado una falta de formación en cine en el sistema educativo o que no se estaba utilizando con todo el potencial que puede tener en las escuelas?

Llevo bastantes años preocupada por esta cuestión del cine en la educación. Desde que estaba terminando mi licenciatura me interesó porque una profesora nos lo comentó de manera temática en una asignatura. En 2011 empecé a preocuparme. Hace un par de años impartí un taller de cine y fotografía y me di cuenta de la ausencia de alfabetización mediática en chavales de 12-13 años. Entonces, partiendo del contenido de mi tesis, tras dos años de reflexión, surgió la idea de plantear este libro. En estos años he leído mucho acerca de la escasa competencia mediática en las aulas. Muchos estudios lo recogen, pero hacen falta propuestas concretas para llevar el cine a las aulas. El año pasado asistí a un Congreso de Granada y había profesores de secundaria y bachillerato que me comentaron que había dificultad para encontrar materiales, propuestas concretas para llevar el cine a estos niveles de enseñanza.

Hablas de secundaria y bachillerato. ¿Esta es la etapa buena para introducir el cine?

Es en estas etapas cuando se trabajan los contenidos que yo abordo en este libro, como Historia o Filosofía, cuando a nivel general la población adolescente está en ese proceso de maduración personal hacia la vida adulta. Durante la infancia resultaría más complejo tratar estos temas, pero con 13 o 14 años ya están más preparados para comprender estos conceptos, las estrategias que entran en el marco audiovisual.

¿El cine como herramienta didáctica funcionaría también para primaria o tiene unos códigos quizá un poco más apropiados para más mayores?

Creo que se podría ajustar, pero yo lo enfoco a la memoria histórica, ese tema igual resultaría más complicado para chicos menores de 13. Se podría utilizar para otros temas como el bullying, etc.

Con carácter general, ¿cómo se habla de la memoria histórica en el cine español?

Según he apreciado en mi tesis, en líneas generales se recoge una ausencia de los apellidos de los niños. Se ignoran los antecedentes familiares con los que se identifican las personas, es decir, los apellidos. De ahí mi interés en la memoria. Dentro de que el cine se ambienta en espacios de represión, de violencia, de exaltación de valores ideológicos asociados al contexto que tomo como referencia, la dictadura franquista y los primeros años de la transición, lo que me llamó la atención fue esa anulación de las raíces. Interpreté que se puede tratar de un intento de los guionistas de poner de relevancia esa anulación que sufren a día de hoy las personas adultas que luchan por la recuperación de sus raíces.

Te he leído: “Los niños en el cine han sido ignorados en los estudios científicos”. ¿Qué quiere decir esto?

He observado estos años que los niños están como anulados. No su representación en el cine, tenemos muchas películas que representan a la infancia en ese contexto, sino en estudios científicos de la representación de la infancia en el cine. En mi proceso de documentación diferentes autores ponen de manifiesto la escasa cabida de los niños en revistas académicas o libros.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/09/13/me-llama-la-atencion-la-ausencia-de-alfabetizacion-mediatica-en-chicos-de-12-o-13-anos/

Comparte este contenido:

Educación mediática, la clave para combatir las fake news

Por: Semana Educación

La proliferación de la desinformación llegó a dimensiones insospechadas en la era digital. Hoy más que nunca hay la necesidad de desarrollar nuevas competencias para moverse con criterio y estar a salvo de los engaños malintencionados en Internet.

Hace cerca de dos años se hizo viral el término“noticias falsas” y ahora no deja de aparecer en las noticias de verdad. De repente, estas mentiras disfrazadas de actualidad se volvieron la preocupación del mundo entero, la amenaza más notoria para la democracia. Y, en buena medida, con razón: aunque no está claro cuánto influyeron, sin duda hicieron parte en la consolidación de la opinión pública en las elecciones del Brexit en Reino Unido, de Donald Trump en Estados Unidos y del plebiscito sobre el acuerdo de paz en Colombia.

El interés por el tema es tal que ya varios actores de la sociedad han prendido las alarmas en busca de una estrategia para detenerlas. Entre otras iniciativas, varios medios como la BBC, Vice o Animal Político han liderado campañas dirigidas a promover la verificación de la información y Facebook anunció en enero un nuevo algoritmo que prioriza las noticias de los amigos y disminuye la exposición de los sitios de dudosa reputación. En Reino Unido, el gobierno de Theresa May creó a comienzos de año una Unidad Anti ‘Fake News’ (noticias falsas en inglés) con el único objetivo de combatirlas. Pero pocos se han preocupado por solucionar el problema de raíz: desarrollar el criterio de quienes consumen y reproducen estos mensajes.

Después de todo, las noticias falsas son solo un síntoma de un fenómeno mucho más grande en la que la democratización de los canales de información lleva a menos filtros de veracidad. Hay muchas personas con acceso a información, pero ignorantes de las fuentes de la que esta proviene, de sus intenciones y veracidad. Y, ante eso, difícilmente haya un mejor ‘algoritmo’ que el criterio propio: enseñar a la gente a consumir, producir y reproducir la información responsablemente, igual que se enseña a leer y a escribir. Es solo otro tipo de alfabetización.

Un mundo (más) caótico

Juan Pablo Ortega, profesor del Departamento de Ciencias Sociales en la Universidad Central, tiende a preguntarle a sus alumnos de Enunciación y Análisis del Discurso qué personaje admiran. La interacción sobre los intereses personales de sus estudiantes es algo que, dice, lo ayuda a conectarse más con ellos. Pero, no se esperaba la respuesta de una alumna cuando le contó el suyo:

-Popeye, profe.

-¿El… marino? –, replicó Juan Pablo.

-No, profe, el youtuber.

Popeye, el youtuber, cuyo nombre real es John Jairo Velásquez, fue sicario del Cartel de Medellín y parte del círculo de confianza de Pablo Escobar. Estuvo en la cárcel hasta 2014 cumpliendo una condena de 23 años y ahora se dedica a hacer videos en Youtube, donde promueve la tendencia ultraconservadora y la apología de la vida de Escobar (además de su nueva marca de ropa).

Pero a la estudiante le parecía “muy valiente, no sé, como que se enfrenta a todo”. El profesor tuvo que parar la clase para relatarle a sus alumnos el prontuario de Popeye, autor confeso de cerca de 250 asesinatos, y por qué quizás no es el mejor modelo a seguir. Eventualmente, la estudiante admitió que se encontraba en un error.

Como ella, muchas personas se están informando a través de medios descontextualizados o tendenciosos, fuentes muchas veces de la desinformación. Hoy, todo el conocimiento necesario para informarse a fondo sobre prácticamente cualquier tema (como las atrocidades del Cartel de Medellín) está en la web. Pero, como dijo el periodista de CNN Fareed Zakaria en la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación (Wise, por sus siglas en inglés) de 2017, “la tecnología ha hecho muy difícil seleccionar los hechos verídicos de una masa basta de información donde no hay ninguna jerarquía, ni diferencia, entre la mentira y la verdad. De hecho, las falsedades tienen cierta ventaja porque son más sensacionalistas, y eso es más popular que la aburrida realidad”.

Por si fuera poco, la gente lee menos críticamente. Gloria Marciales, psicóloga y magíster en Educación de la Universidad Javeriana, explica que “estudios comparativos entre nativos e inmigrantes digitales demuestran que los primeros tienen muchas más habilidades técnicas para navegar por la red, pero menos competencias en la construcción de sentido a partir de lo que encuentran. Ante una desbordada oferta de información, generalmente no pasan del primer pantallazo que les llega. No le invierten mucho tiempo”.

No deja de ser interesante lo que sucedió con la nota “Estudio: 70% de los usuarios de Facebook solo leen el titular de las notas de ciencias antes de comentarlas”, publicada por el Science Post en junio de 2016. Esta fue compartida por 46.000 personas en menos de una semana, pero al darle clic solo abría una caja de texto, “lorem ipsum”, sin ningún contenido, una prueba clara de la lectura fácil y crédula que criticaba el engañoso titular.

Vulnerables

Ante este escenario, no sorprende la vulnerabilidad generalizada de las personas frente a la desinformación. Es difícil probar qué tanto, pero al menos el 75% de los adultos ‘caen’ frente a un titular falso, según una investigación realizada por Ipsos en Estados Unidos.

Incluso los nativos digitales son demasiado crédulos con el contenido que encuentran en Internet. Un estudio de la Universidad de Stanford puso a algunos estudiantes de la reconocida institución a distinguir entre un tuit real de Fox News y uno falso, y solo un cuarto de ellos reconoció el significado del sello azul que certifica en Twitter a una cuenta oficial. A más del 30% le pareció que la cuenta falsa era la original. Lo que es más grave: en una prueba similar, ocho de cada diez pensó que un publirreportaje, identificado con un pequeño texto como “contenido patrocinado”, era una noticia real.

Y si a esas falencias de lecturabilidad se le suman titulares escandalosos hechos para ser virales, como “Hillary Clinton maneja un negocio de tráfico sexual infantil”, «El papa apoya la candidatura de Donald Trump” o “Así intentaron robarse el plebiscito”, es la mezcla perfecta para un boom de noticias falsas y virales.

Como diría Zakaria en Wise 2017, “en este nuevo mundo, la tecnología está jugando un rol pernicioso. Nos lleva a la idea de que no hay hechos comprobables sino realidades relativas, donde nadie, no importa lo que haga, puede ser probado de cometer un error. Eso para mí es el declive de la civilización. Lo único que puede pararlo es que rescatemos la importancia de los hechos y de la educación”.

El papel de la educación

Hay un concepto que no se usa mucho, pero que lleva un buen tiempo rondado el escenario educativo: la alfabetización mediática. Es decir, la capacidad de leer críticamente y expresarse responsablemente en los medios, tanto los tradicionales como en las redes sociales.

En sí, el concepto no es nuevo. Desde los años noventa se empezó a hablar de ella (junto con las otras alfabetizaciones del siglo XXI), principalmente con el fin de instruir a los alumnos en las herramientas manipuladoras de la publicidad que veían en televisión. Aunque su campo de acción se amplió mucho con la llegada de las redes sociales. En 2011, la Unesco publicó un currículo de alfabetización mediática, llamando la atención a nivel internacional sobre la necesidad de desarrollar estas competencias desde la escuela.

Lastimosamente, este poco se había adoptado en los colegios y universidades. Pero ahora, con la creciente popularidad de las noticias falsas en Internet, está tomando un nuevo aliento.

En 2017, la Universidad de Washington introdujo una clase llamada Calling Bullshit in the Digital Age (algo así como: Identificando las mentiras en la era digital). No sorprende que haya sido un éxito entre los alumnos. En solo un minuto de la apertura de las inscripciones, ya había llegado a su cupo máximo con 160 inscritos.

Los pocos afortunados que alcanzaron a entrar aprenden a identificar las noticias falsas en las redes sociales mediante ejemplos, unos que analizan en clase y otros que los propios alumnos encuentran por su cuenta. El ánimo por participar y ‘pescar’ a los mentirosos fue tal que los profesores Carl Bergstrom y Jevin West abrieron una cuenta de Twitter (@callin_bull) en la que ‘cuelgan’ todos los casos. El curso se volvió así una suerte de veeduría social para todo el mundo.

Otras universidades, como la de Michigan, Georgetown, Stanford, Columbia y Oxford, han implementado programas similares. En el College de Brooklyn de la Universidad de Nueva York han tomado una aproximación más lúdica: estudiantes, profesores y funcionarios se reúnen una vez al año en el auditorio para participar en un juego formato concurso de televisión en el que votan cuáles noticias son falsas y cuáles no.

“Lo más interesante es que los estudiantes se vuelven conscientes del gran rol que juegan los medios en sus vidas. Antes de enseñarles a analizar los mensajes, la mayoría ni siquiera sentían cuánto los influían”, asegura Julie Smith, profesora y autora de Master the Media: How Teaching Media Literacy Can Save Our Plugged-In World.

Por eso, dice Smith, es una buena técnica empezar por el conocimiento previo que ya llevan los alumnos de los medios para contrastarlo con la teoría. En la misma dirección, Alfabetización mediática en la era de la información, de Robert Kubey, señala tres etapas del desarrollo de esta competencia: legitimar las experiencias y el conocimiento de los alumnos de los medios, formalizar este saber con teorías y conceptos de los medios y, finalmente, asistir a los estudiantes para que evalúen y critiquen tanto el comportamiento de los medios como el de ellos mismos.

En Colombia es raro encontrar experiencias educativas enfocadas en estos componentes. Muchos colegios los incluyen de alguna manera dentro de la formación en Ciudadanía Digital o en Literatura (como están parcialmente en los DBA). Iniciativas periodísticas, por otra parte, se han enfocado en enseñar a identificar las noticias falsas, como es el caso de No Coma Cuento, una campaña impulsada por un grupo de jóvenes para promover el consumo crítico de información, que ha llevado talleres a la Universidad de Cartagena, la Icesi de Cali, la Sergio Arboleda, la Uniminuto, la Javeriana y la Jorge Tadeo Lozano.

Por su lado, la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) cuenta con el proyecto Convivencias en Red, que ofrece herramientas para entender la desinformación existente on line, aprender a contar historias y construir espacios de respeto y de construcción colectiva en las redes. “Empezamos el año pasado, pero ya tenemos conversaciones con algunas Secretarías de Educación para llevarlo a los colegios. Eso es algo que tenemos en mente”, asegura Ricardo Corredor, director del FNPI. Estos recursos digitales se pueden encontrar en la página web del Centro Gabo.

Empezar por los mayores

Silvia Rosenthal, autora del libro Making Thinking Visible, Meaningful, Shareable, and Amplified, siempre le pregunta a los demás profesores si saben cómo leer un tuit, que tiene un hashtag, que los dirige a una conversación de TED, que tiene un ‘meme’ sacado de un blog en su sección de comentarios. “¿No? ¿Ustedes no saben cómo leer y contribuir en ese flujo? Entonces son unos analfabetas digitales, o están en camino de serlo”, dice.

Y es que es muy difícil enseñar a los alumnos a leer y escribir en los nuevos códigos de los medios si el maestro no sabe cómo. Conforme ha venido señalando Semana Educación, que sean nativos digitales no significa que sean expertos en el uso de la red. “Los chicos tienen la facilidad de usar la tecnología para moverse socialmente. No le temen a oprimir un botón y ver qué pasa. Pero no saben cómo usarla para aprender”, señala Rosenthal.

Por eso, el primer reto es que los maestros aprendan, también, el lenguaje de las redes sociales. Que el 45% de los centennials diga que Youtube es su medio preferido para el aprendizaje y el 47% de ellos pase más de tres horas diarias en esta plataforma –como encontró un estudio reciente de Pearson–, es un llamado a que los educadores investiguen cuáles son las herramientas retóricas que lo hacen tan atrayente para los niños (y las sepan incluir en su clase), y que los padres conozcan qué youtubers (y por qué) ve su hijo.

Es un proceso. Hasta ahora, los ejemplos de instituciones educativas en todo el mundo que abordan a fondo este tipo de alfabetización se cuentan casi con las manos. En especial en los colegios, donde el hecho de que sea un componente transversal contribuye a que se difumine o se fusione en otros programas de ciudadanía digital. Pero cada vez cobran más fuerza.

“Yo estoy optimista”, dice Smith, “pienso que el fenómeno de las noticias falsas ha avanzado la discusión sobre la alfabetización mediática en todo el mundo. La desinformación ha rondando siempre, pero ahora viaja a la velocidad de la luz y aparenta ser legítima. La responsabilidad queda sobre nosotros. ¡El mejor filtro ante las noticias falsas lo tenemos nosotros mismos entre oreja y oreja!”.

 Recomendaciones

1. Busque la fuente

Revise que las citas y referencias en una noticias sean reales. Muchas fábricas de noticias falsas usan un URL casi idéntico al de medios conocidos. Por otro lado, páginas como Wikipedia pueden tener contenido valioso siempre y cuando coteje que tenga fuentes suficientes y fiables.

2. Lea más allá

No hay que quedarse solo con el titular. Antes de compartir u opinar sobre una nota, léala completa.

3. Verifique la fecha

Mucha información, especialmente fotos y videos, vuelve a surgir descontextualizada tiempo después en las redes sociales. Por eso, asegúrese de que sea reciente. En páginas como Google Images puede subir una foto y encontrar si ya se ha usado en otros sitios.

4. Acuda al que sabe

Hay páginas de verificación, como el detector de mentiras de La Silla Vacía, y extensiones para el navegador, como Media Bias o B.S. Detector, que ayudan a identificar los sitios de contenido dudoso y el sesgo ideológico de diferentes portales en Internet.

5. Revise quién escribe

¿Es un autor o un medio reconocido? Lo más probable es que un portal con muchas visitas y una trayectoria reconocida cuide más la veracidad de sus fuentes. Las fábricas de noticias tienden a cerrarse y volverse a abrir con regularidad.

6. ¿Solo una?

Si la noticia es real lo más probable es que varios portales hablen de ella. Si lee algo que le llame la atención, búsquelo también en otras partes. Puede que encuentre otros enfoques o que no es verdad.

7. Cuidado con los chistes

¡Pilas! Muchas páginas como Actualidad Panamericana se dedican al contenido humorístico. Si es demasiado extravagante para ser verdad, lo más probable es que no lo sea.

8. Considere su sesgo

Tenga en cuenta que sus creencias pueden alterar su opiniónDespréndanse, busque opiniones, noticias y enfoques que contradigan lo que ya sabe. La confrontación de ideas solo enriquece el debate.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/conozca-como-prevenir-la-desinformacion-mediatica/597870

Comparte este contenido:

ENTREVISTAS Teun van Dijk, el análisis del discurso hoy

El profesor de la Universidad Pompeu Fabra reflexiona sobre la importancia del discurso en la educación y la alfabetización mediática

En la educación y alfabetización mediática como también en la formación de ciudadanos mediáticos, es valioso e importante el análisis del discurso. De otra parte para los investigadores esta es, entre otras, una metodología necesaria a la hora de abordar fenómenos de la sociedad actual.

El profesor de la Universidad Pompeu Fabra Teun van Dijk, es el teórico más importante en este campo de estudios, con una obra extensa y profunda, y en esta entrevista nos aporta aspectos del discurso en diferentes áreas del conocimiento, y en cuestiones actuales como la posverdad, la lucha por los derechos de las minorías y el populismo. Lo entrevisté en su despacho del Centro Internacional de Análisis del Discurso, ubicado en La Ramblas de Barcelona.

A continuación la entrevista:

 

Fuente: http://www.aikaeducacion.com/entrevistas/teun-van-dijk-analisis-del-discurso-hoy/

 

Comparte este contenido:

En Brasil, la cruzada contra las noticias falsas comienza por las escuelas

Centro América/República Dominicana/17.07.18/Fuente: listindiario.com.

Para Kayo Rodrigues es difícil afirmar que la prensa brasileña es perfecta, pero la considera crucial para combatir noticias falsas «porque no todos tienen internet ni herramientas para verificar fuentes». No es periodista, tiene apenas 14 años y, como es obligatorio en Brasil, estudia análisis de medios en el colegio.

Kayo integra el proyecto «Prensa Joven» iniciado hace seis años en la escuela pública Casa Blanca, en la periferia de Sao Paulo. En Brasil, la «educación mediática» es una asignatura como matemáticas o historia, y con el auge de las noticias falsas, el asunto ganó un espacio en los programas escolares.

«La idea es enseñar a los alumnos a diferenciar noticias falsas, y se vuelve parte obligatoria [del sistema educativo], porque el país decidió que era importante (…). La proliferación de las redes sociales creó una situación de urgencia en este tema», explica Leandro Beguoci, director editorial de la asociación brasileña Nova Escola, especializada en educación.

En su clase semanal, en Casa Blanca, los profesores Lucilene Varandas e Hildenor Gomes do Santos enseñan a sus alumnos de 8 a 14 años el lenguaje de cada género periodístico y a no dar crédito a todo lo que ven o leen.

«Cuando recibo alguna noticia, la busco en internet, me pregunto si es verdad», dice Helena Vital, de 11 años. Hija de profesores no asiduos al noticiero, afirma que el programa le ha enseñado a mirar los medios con otra perspectiva.

«Ahora sé que no todo está tan mal, que el país no se va a derrumbar de golpe», cuenta Helena, quien opina que consumir noticias sin cuestionarlas, de forma automática, «deja a las personas tristes» y que «hay muchas cosas negativas que no son verdaderas».

Los chicos aún no tienen herramientas para una comprobación de datos sistemática, pero «verifican los textos, quién los escribe, quién podría tener interés en la publicación y dónde son publicados, como elementos detalles para cuestionar las noticias», explica la profesora Varandas, que piensa en posibles asociaciones con agencias especializadas en fact-checking para ampliar la formación.

«Basta un clic para compartir noticias falsas, el proyecto me enseñó a repensar mis clics», dice Kayo, hijo de un vendedor y una manicurista que todas las noches ven la emisión estelar de Globo, principal canal de televisión de Brasil.

Los alumnos del proyecto incluso han analizado las informaciones divulgadas en la prensa local sobre su trabajo y, como protagonistas de la historia, encontraron imprecisiones. AFP fue advertida de que este reportaje también pasará por el ojo crítico de «Prensa Joven».

– «Alfabetización mediática» –

Con su dimensión continental (207,7 millones de habitantes), Brasil tiene presencia masiva en las redes sociales (unos 120 millones de usuarios en Whatsapp, más de 100 millones de Facebook y otros 50 millones de Instagram).

«Los niños en el pasado se informaban a través de sus padres, pero ahora lo hacen a través de diversos canales, lo que también cambia el papel de la escuela», subraya Leandro Beguoci, de Nova Escola. «Brasil, de forma muy interesante, asumió que la alfabetización mediática y tecnológica son casi tan importantes como la alfabetización clásica».

Periodista de formación, Beguoci afirma que el análisis de noticias no es una carga adicional en la educación básica y que ofrece «un contexto que puede funcionar para mejorar el aprendizaje».

«Estamos hablando de las cosas que están en el mundo del alumno», subraya.

«La tecnología vino para facilitar la comunicación, pero llegó la hora de cuestionar contenidos. Los niños y los adolescentes, como nativos digitales, tienen la responsabilidad de analizar esos contenidos antes de reproducirlos», sostiene por su parte Verónica Martins Cannatá, coordinadora-asistente de Tecnología de las Comunicaciones del colegio privado Dante Alighieri, en Sao Paulo.

Fuente de la noticia: https://listindiario.com/las-mundiales/2018/07/13/524015/en-brasil-la-cruzada-contra-las-noticias-falsas-comienza-por-las-escuelas

Comparte este contenido:
Page 2 of 3
1 2 3