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Pachamamistas y pachapapistas: el camino y el caminante

Por: Atawallpa Oviedo Freire

A la retorcida utilización y manipulación del conocimiento, la espiritualidad, la filosofía, y sistema de vida de los pueblos originarios de los Andes, se la ha calificado como “pachamamismo”. Sin embargo, estos críticos por falta de ecuanimidad, profundidad y conocimiento han caído en el otro extremo, sin que hagan la diferencia para que sus posturas sean valorables y rescatables. Si bien es cuestionable el “pachamamismo” no se puede caer en el otro lado a pretexto de combatirlo, por lo que los vamos a bautizar como “pachapapistas”. En última instancia, ambas posturas resultan perspectivas degradantes de la pachamama o madre tierra como de lo indígena o pueblos originarios. “Pachamamismo” y “pachapapismo”, dos caras de la misma moneda.

No se puede confundir al caminante con el camino. Los “pachamamistas” confunden al caminante y los “pachapapistas” al camino. Una cosa es cuestionar al camino y otra a los caminantes. No porque ciertos caminantes hagan mal uso de un camino milenario se puede decir que el camino está equivocado, a menos que también estén en desacuerdo con ese camino. Y esto último, es lo que se puede observar de los “pachapapistas”, quienes al criticar al caminante terminan al mismo tiempo criticando al camino, distorsionando el legado epistémico y modo de vida milenario de los pueblos indígenas. Crítica –que por cierto- no se diferencia mayormente de la que hicieron los conquistadores, o a como lo han hecho los criollos y lo siguen haciendo los neo-colonialistas en nuestros días.

Los “pachapapistas”, resultan en muchos casos más papistas que el Papa. Obviamente, no somos ilusos en creer que el indígena de la colonia y de la actualidad es igual al indígena precolombino, pero es obvio que hay trazas y líneas rectoras que guían el entendimiento de un pasado cognitivo. Y por otro lado, leyendo críticamente a los cronistas españoles de la época, podemos colegir los lineamientos generales de una cosmovisión. Aunque muchos de esos principios y postulados, no hayan sido, ni son aplicados en su total magnitud por los indígenas; pero, ¿acaso los marxistas son plenamente marxistas?, ¿acaso los cristianos lo profesan al 100% su cristianismo?, ¿acaso los antiguos conservadores no son los liberales de ahora?

Los colonialistas, desde un principio criticaron al sistema y forma de vida de los pueblos amerindios, mientras los actuales neo-colonialistas, de derecha e izquierda, académicos y políticos, lo siguen haciendo de la misma manera. Tanto, conservadores y marxistas siguen diciendo que el pensamiento indígena es atrasado, que solo el pensamiento liberal y el materialismo dialéctico sirven para entender la vida y la historia social y su devenir.

Pero lo que más extraña, es que quienes se dicen defensores de lo indígena, ancestral u originario, y se autocalifican de indianistas o kataristas, comulgan y asimilan posturas positivistas y desarrollistas para hacer sus críticas a los “pachamamistas”, y no lo hacen desde concepciones y epistemes propias de los indígenas.

Los “pachamamistas” dicen defender a la pachamama, pero al mismo tiempo la folclorizan y paralelamente apoyan políticas extractivistas. A su vez, los “pachapapistas” dicen también defender lo indígena, pero cuestionan el concepto y visión vitalcéntrica de la pachamama, pues para ellos la tierra no es “madre dadora de vida” sino tan solo recurso natural. Es decir, no hay mayor diferencia con la visión materialista, cosificadora y utilitarista de la naturaleza del pensamiento antropocentrista colonial y republicano, pero irónicamente dicen que están por la descolonización del pensamiento y del saber.

Por lo tanto, tenemos dos extremos, los que se han desviado del camino (pachamamistas) y los que desconocen el camino (pachapapistas).

Entre los “pachamamistas”, tenemos principalmente a los autodenominados “nueva izquierda” o progresistas o socialistas del siglo XXI (que están actualmente en el gobierno) y a un sector de las izquierdas que los apoyan; como además a grupos new age (Freddy Ehlers), esotéricos, espiritualistas, neo-chamánicos, ecologistas. Entre los “pachapapistas”, tenemos a socialistas, comunistas, indianistas, kataristas, indigenistas, liberales, conservadores, socialdemócratas, cristianos, católicos, positivistas, ateos, académicos, etc., quienes califican al concepto animista de pachamama, como: “atrasado”, “arcaico”, “esotérico”, “mágico”, “new age”, “irracional”, “subdesarrollado”, “poético”, “de ciencia ficción”, “romántico”, “esencialista”, y demás calificativos provenientes de la mentalidad analítica divisionista, problemática y sectaria. De esta manera, coincidiendo posiciones extremas, desde científicos hasta religiosos, desde neoliberales hasta marxistas, desde indianistas hasta burgueses. A la postre, resulta entre occidentalismo/patriarcalismo y andinismo/feminismo. Siendo esa la contradicción de fondo, esto es, la crisis del sistema-mundo civilizatorio, piramidal, antropocéntrico; una de cuyas partes es el capitalismo.

Aquí cabe hacer referencia a ciertos académicos, la mayoría de éstos nacidos en occidente u occidentalizados (Altmann, Bretón de Solón, Manosalvas), aglutinados en corporaciones y revistas (Iconos) dedicadas a investigar (desde sus escritorios) el “Buen Vivir” en nuestras tierras y para quienes los únicos referentes válidos son los de la academia, especialmente aquellos que guardan una irrestrictica ortodoxia logocrática y el método cartesiano de fragmentación y demás existentes (FLACSO).

Se asustan, cuando escuchan de espiritualidad o de chamanismo y se hace referencia a personajes como Carlos Castaneda, Masaru Emoto, Osho, Chopra. Quienes, según ellos, “no responden a la lógica occidental de pensamiento y de investigación, y por ende no son válidos”. Y dentro de los pensadores indígenas, los únicos reconocidos son aquellos con título académico y que responden o actúan dentro de la rigurosidad de los marcos teóricos delimitados por sus pares académicos occidentales, caso contrario –sin más- son excluidos de la academia.

La academia es occidental y solo puede medirse desde ahí, todo lo demás es “esotérico” “periférico”, “subjetivo”, “intrascendente”. La perspectiva indígena deberá ser (para ellos), irrestrictamente aquella que proviene de la Academia (de libros que hablan de otros libros), no de las propias sabidurías y conocimientos indígenas, no de quienes acogen o estudian responsablemente el legado epistémico ancestral, sino de aquellos que han leído académicamente a los indígenas. Seguramente, estos “pachapapistas” nunca han leído a José Maria Fericla, Alberto Villoldo, Jeremy Naiby, y muchos otros PhDs, que tienen posturas totalmente diferentes.

Lo que se puede observar, es un fundamentalismo de lado y lado. Los “pachamamistas”, con posturas culturalistas, ecologistas, indigenistas, socialistas, comunitaristas, puestos cada uno – o un grupo de ellos –, como entes céntricos, y sin que haya una mirada transversal, integral, relacional. Pero lo más cuestionable de ellos es su práctica, llena de domesticaciones, romanticismos y manipulaciones, que han sido muy evidentes en los gobiernos de Morales y Correa. Hablan de Buen Vivir/Vivir Bien, pero lo único que han hecho es reforzar y modernizar el capitalismo, a pesar de ciertos nacionalismos y actos de soberanía.

Y por el lado de los “pachapapistas”, tenemos otro tipo de dogmas y sectarismos, como el patriarcalismo, el materialismo, el desarrollismo, el racionalismo, el antropocentrismo, el productivismo, el economicismo, el cosifismo, etc. Al igual, con las mismas falencias de falta de complementariedad, reciprocidad, completud, continuidad histórica, entre cada uno de esos elementos. Por ende, ambas visiones son sectoriales y aisladas, aunque algunos de izquierda crean que sus posiciones sean revolucionarias y verdaderamente indianistas, y que ciertos académicos crean que sus teorías sean la realidad objetiva e inobjetable.

Al “pachamamista” de Evo Morales jamás se le había conocido como alguien que participe de rituales ancestrales o de que practique la espiritualidad indígena. En realidad, ha sido, y es, más creyente católico que espiritual andino. Tan solo se lo vio por primera vez, cuando fue investido en tan alta magistratura de presidente de Bolivia siguiendo el ritual de posesión de la tradición aymará. Pero, los que estuvieron a cargo de este acto y que manejaban la “Asociación de Amautas de Tiwanaku”, no eran los más idóneos ni los más consecuentes con la espiritualidad indígena, pues hace tiempo que la habían comercializado y folclorizado, frente a tanto turista que llega hasta Tiwanaku. Es más, quién le envistió con el poder de mando resultó ser un narcotraficante.

Si bien todo esto es criticable y rechazable, no se puede meter a todos en el mismo costal y en ello a la espiritualidad indígena, viéndolo todo en blanco y negro. A menos, que en el fondo se quiera cuestionar la espiritualidad como tal y se utilicen estos ejemplos para mal interpretarla y desmontarla, lo cual es otra cosa. Siendo eso lo que hacen los “pachapapistas”, cuando se puede criticar pero al mismo tiempo diferenciar entre folclorismo y profundidad, o entre maquillaje y enraizamiento.

Habría que preguntar a los “pachapapistas” si rechazan el ritual espiritual como tal, sea cual sea y sin importar la tradición, o lo aceptan como otra expresión simbólico-cultural. Si lo menosprecian, es que han elegido otro camino, que puede ser laico, ateo, seglar o cualquier otro, y por lo tanto no es el camino de la cultura indígena que es espiritual, aunque no religioso. Y esto es fundamental entender, pues luego de la influencia católica hay en la mayoría de los indígenas una mezcla de lo milenario con lo colonial, a través de la cual se ha ido desnaturalizando y deformando la concepción y visión ancestral andina. Pero no por ello, se trata de negar y peor rechazar la espiritualidad y cosmovisión o conciencia andina, como lo hacen los “pachapapistas”.

Los “pachapapistas” no pueden diferenciar entre religión y espiritualidad, calificando a todos como esotéricos o new age o paganos. Incluso, la creencia en la divinidad, ya es un absurdo para algunos de ellos y terminan rechazando toda expresión sagrada. Con lo cual, coinciden con visiones ateas o laicas en el mismo orden que algunos positivistas y materialistas colonialistas. Lo que significa que el “pachapapismo” no es una propuesta descolonizadora sino otra forma patriarcal de lo mismo.

De otra parte, el camino indígena milenario no entiende a la naturaleza como cosa, sino como un ser viviente y por lo tanto sintiente y pensante. Muy diferente a las visiones antropocentristas del materialismo histórico y del positivismo, para quienes la vida es la continuación de la evolución de la materia. En cambio, para los pueblos milenarios andinos desde su visión tetrádica (o tawantin en quechua o tiwanaku en aymará): la vida, es la fuente de la vida misma o la expresión de la existencia, y sin que nadie o algo fuera de ella la haya creado.

Bajo todas estas circunstancias señaladas, los “pachapapistas” son virulentos y dicen que se quiere regresar al pasado, que no se quiere el desarrollo/progreso, que se defienden posturas irracionales, retrorevolucionarias (Sánchez Parga), etc. Si bien, los “pachamamistas” reivindican el pasado y tienen posiciones idealistas sobre el pasado, tampoco se trata de minimizar y denostar la experiencia acumulada. Es obvio, que no se trata de idealizar ni de volver al pasado, pero sí de tomarlo de referente o de experiencia. Como también existe la posibilidad de que el caminante pueda constituirse parte de un encadenamiento histórico, o el de continuar tejiendo el camino milenario en estos nuevos tiempos y circunstancias diferentes, pero sin desviarse del camino. Y no, el de crear una mixtura poscolonial como es la propuesta del socialismo antropocentrista o del “poder indio” de los “pachapapistas” indianistas.

Es indudable que se quiere un cambio, mejorar las condiciones de vida, un nivel más alto de conocimientos, pero para ello, no se trata de recurrir o de plegarse a los paradigmas antropocentristas del desarrollo y el progreso, que justamente han provocado lo contrario. Por lo que resulta falso y maniqueista decir que no se quiere el desarrollo y el progreso, y que en el fondo se quiere continuar en la pobreza o mantener el actual estado. Una cosa es el sustantivo desarrollo/progreso, y otro, el paradigma o concepto del desarrollismo/crecimiento ilimitado. Confundir lo uno con lo otro, es simplemente un acto de deshonestidad y arribismo.

En todo caso, ambas posiciones, encierran –unas más que otras- nociones marxistas, indigenistas, comunistas, desarrollistas, liberales, que más se acercan a uno y otro extremo de la filosofía positivista colonial que a la vitalcéntrica y armonista de lo indígena. En el fondo (especialmente el “Poder Indio”) lo que quieren es virar la tortilla contra los blancos y los mestizos (q´haras). Hay que terminar con el capitalismo, pero no recrear un patriarcalismo y un desarrollismo indio.

Con esto, no defendemos purismos ni chauvinismos ni aislamientos ni esencialismos, pero sí, el entender que la raíz principal es la ancestral, y a la cual, hay que agregar los elementos y las situaciones que sean necesarias para que se manifieste en su misma expresión dentro de las nuevas realidades, y no al revés, como propenden los “pachapapistas” indigenistas. Es decir, un proceso de descolonización implica pensar de una manera propia o desde sus propias epistemologías, la misma que tiene un recorrido de miles de años y que no empieza con la resistencia a la colonización (la independencia) ni se termina con las generaciones actuales. No se trata de quedarse en el pasado, como tampoco de tan solo idealizar el futuro.

Entonces, con “pachamamismos” y “pachapapismos” no hay descolonización alguna sino, nuevas formas de dominación. De ahí, que sus extremismos los diferencian pero también los asemejan.

Cuando se habla de armonía con la naturaleza, significa entender que la vida funciona por la polaridad de fuerzas opuestas o contradictorias, pero las cuales no se anulan sino que se complementan las unas con las otras para hacer posible la vida. Lo contrario, es la visión dicotómica de la lucha de contrarios y la anulación o superposición de uno sobre otro, que es lo que ha guiado el pensamiento antropocentrista del eurocentrismo en la supuesta lucha del bien contra el mal. Hablar de armonía -antes de la invasión española- no quiere decir que se vivía en un paraíso o en mundo rosa sino, que se buscaba el equilibrio o el punto medio (taypi) entre las diferentes disputas o controversias sociales que se daban. Algo que no siempre se lograba, pero había la intención de practicar conceptos como el consenso, la conciliación, el equilibrio, la reciprocidad, la integralidad, la espiralidad. Definitivamente, no eran “buenos salvajes” ni pueblos bárbaros, eran pueblos en la búsqueda del equilibrio y la armonía (que eso significa sumak kawsay/suma qamaña).

No porque los pachamamistas con su buen vivir/vivir bien hayan desnaturalizado al modo y concepto de vida indígena, se pueda despreciar y rechazar al sumak kawsay/suma qamaña o sistema comunitario de vida andino. Se puede criticar al prostituido Buen Vivir/Vivir Bien, pero al mismo tiempo trabajar por profundizar el milenario sistema comunitario y no criticar a los dos como que fueran lo mismo.

Esto es lo que tampoco puede ver Pablo Stefanoni[1], cuando critica a intelectuales y académicos que desde esa condición hablan de la pachamama, como que ella solo estuviera reservada para los indígenas y que un intelectual por ese hecho ya está impedido de sentir y pensar con la tierra inteligente, como diría James Loveloock. El problema no es racial o académico sino epistemológico y conciencial.

Asimismo, es típico escuchar o leer a Pedro Portugal[2] mofándose de los que hablan con los pajaritos. No sé si se refiere a Nicolás Maduro o a partir de él reírse de quienes hablan seriamente con la naturaleza, como un ser viviente y por ende inteligente. Si Portugal se ríe porque no se hable en castellano o en aymará con los animales para que le puedan demostrar a él que si es posible la comunicación con ellos, pues debe saber que hay muchos experimentos científicos[3] a nivel mundial, que señalan que las plantas o los animales reaccionan a los sentimientos y actitudes de los hombres, y por ende viceversa.

Les invito a Pedro Portugal, Carlos Macusaya[4], y otros pachapapistas no-indigenistas, a que cojan una planta y le comiencen a insultar y enviar odio por varios días para ver qué pasa. O que apliquen algunas de las investigaciones de Masaru Emoto con respecto a la memoria del agua. Luego de que hagan eso, podremos hablar seriamente. Si los animales, plantas y minerales reaccionan a los seres humanos, es obvio que los seres humanos también pueden sentir y percibir lo que pasa en ellos, para lo cual hay que saber cómo hacerlo. No porque algunos falsos chamanes hagan “teatro” con la comunicación con la naturaleza, se puede decir que no existe comunicación entre los seres humanos y la naturaleza en su conjunto. Y a partir de ello, decir que eso es una irracionalidad y defender una posición racionalista-positivista propia del pensamiento antinatural que nos ha conducido al cambio climático y a la crisis global actual, lo cual es un claro “pachamamismo”. Una cosa es lo irracional, otro el racionalismo, y otro lo racional. No por criticar lo irracional se puede ir al otro extremo, que es el racionalismo. El pensamiento indígena es racional pero no racionalista y peor irracional.

Si queremos una descolonización profunda, ello implica no caer en ningún dualismo, como el “pachamamismo” y el “pachapapismo”, u otros de diferente tipo, y que sean reproducción o consecuencia de la influencia del pensamiento antropocentrista patriarcal, sino, el saber guardar armonía y equilibrio en todo, como convoca y enseña la racionalidad indígena milenaria. Lo fundamental es manejarse con categorías y valores que han sobrevivido en el tiempo por cientos de años, para diferenciar lo uno y lo otro. Caso contrario podemos caer en neo-colonialismos de nuevo cuño, que es lo que más abunda actualmente.

Ello implica limpiarse de toda concepción patriarcal, antropocentrista, racionalista, logocrática, positivista, ilustrista, idealista, romántica, dogmática, etc. Todas ellas, cargas provenientes del colonialismo civilizatorio y que han sido asimiladas en diferentes formas por “pachamamistas” y “pachapapistas”, de los andes y de todo el mundo. La descolonización no implica borrar todo lo sucedido en estos 500 años ni de reproducirlo, sino de asimilar todo lo vivido para transmutar todo aquello que sirva para aprender/reaprender a vivir en armonía y equilibrio en el presente.

Todo esto nos dice, que no todo caminante que habla del camino, camina por ese camino; como también, no todo aquel que camina por el camino lo hace de forma perfecta, sino que está aprendiendo. No intentar caminar y solo criticar desde afuera, es realmente porque camina por otro camino, que en el fondo, es un camino neo-colonialista que se quiere mantener o imponer.

Notas

[1] http://www.sinpermiso.info/textos/adnde-nos-lleva-el-pachamamismo
[2] http://www.amigo-latino.de/indigena/noticias/newsletter_5/331_pachamamiso_PP.html
[3] Le invito a leer los siguientes artículos: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20101229/54095622430/las-plantas-tienen-neuronas-son-seres-inteligentes.html y,http://www.elcomercio.com/tendencias/cancer-perros-inglaterra-diagnostico-salud.html
[4] http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-116.pdf

Fuente: http://rebelion.org/noticia.php?id=211409

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El efecto Trump

Por: Carolina Vásquez Araya

Desde Sydney a Los Ángeles, desde Londres a Nueva York, con ecos en Guatemala, México, Chile y otros países en los 5 continentes, las voces de millones de personas –en su mayoría mujeres– se unieron para manifestar su rechazo a la explícita posición misógina, racista y discriminatoria del nuevo habitante de la Casa Blanca. No esperaron a que Donald Trump desempacara sus valijas para hacerle ver que no importando la distancia, la vigilancia sobre sus políticas será constante.

Los temas más preocupantes para las manifestantes del 21 de enero se refieren a las actitudes carentes de empatía del nuevo presidente estadounidense con las minorías, en especial sus intenciones de cambiar leyes que representan conquistas importantes, como las que permiten el aborto y garantizan programas de asistencia en programas de salud sexual y reproductiva, el matrimonio igualitario, los programas para establecer controles de prevención contra el cambio climático, la contaminación y la degradación del ambiente y otros de beneficio social.

Trump parece haber alcanzado el sueño de su niñez sin reparar en que la presidencia del país más poderoso del mundo no es un juego de niños. Llegó con un discurso agresivo y descalificante hacia sus antecesores, convencido de haber logrado, junto con el palio presidencial, la omnipotencia. Craso error, porque aún con las desigualdades y precariedad en la cual vive el grueso de la población mundial, existe un contrapeso natural en las decisiones emanadas desde las principales potencias. Este poder se manifiesta no solo en convenios y tratados firmados y ratificados por las distintas naciones, sino también en la voz de ciudadanos cada vez más conscientes de sus derechos.

Este cambio de mando y de tendencia política, aun con ser relativo –el Departamento de Estado nunca ha bajado su bandera expansionista ni su agresiva política económica– muestra a un mandatario decidido a transformar su territorio en una fortaleza inexpugnable, hostil hacia los inmigrantes y abiertamente orientada a proteger sus intereses comerciales contra viento y marea, no importando cuáles sean las consecuencias para los países socios en esos tratados de intercambio. Sin embargo, lo que se veía fácil y posible en promesas de campaña con el objetivo de seducir a una población decepcionada de la política tradicional, en la realidad será una lucha a brazo partido contra intereses mucho más poderosos, fincados en complejos acuerdos entre compañías multinacionales y países productores de mano de obra barata cuyos intereses trascienden la visión de nacionalismo reeditada por Trump.

Para los países ubicados al sur, la situación es amenazante. Los mayores receptores de remesas de inmigrantes muchos de ellos residentes legales, pero también miles de indocumentados que trabajan en todo el territorio estadounidense, son los países del triángulo norte de Centro América y la nueva administración constituye una alerta roja para sus gobiernos, los cuales ya deberían comenzar a diseñar sus estrategias de negociación.

De no hacerlo, y de no hacerlo correctamente, la política anti inmigrantes de Trump podría generar una repatriación masiva de ciudadanos centroamericanos, quienes de paso perderían todo lo ganado durante su estadía en Estados Unidos. Esto, porque al ser indocumentados y carecer de estatus legal, el manejo de sus bienes es precario e inseguro. Al darse un movimiento de tal magnitud, la mayor fuente de divisas de algunos de estos países, como Guatemala, se reduciría drásticamente con las graves consecuencias que eso implica para los sectores más necesitados.

Fuente: http://www.carolinavasquezaraya

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Reformas educativas en AL: Nicaragua

Reformas educativas en Latinoamérica. El caso de Nicaragua: ¿Hacia dónde vamos con el derecho a la educación?

  Noel Martínez, Universidad Iberoamericana

El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el campo estratégico en modelos y políticas educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticas del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente.

En Nicaragua, la Constitución Política y la Ley General de la Educación establecen en los artículos 58 y 3, respectivamente, que la educación es un derecho inherente y fundamental de todos los seres humanos y que el Estado tiene frente a este derecho la función y el deber de planificarla, dirigirla, organizarla, promover, velar y lograr el acceso de todos los nicaragüenses en igualdad de oportunidades. En la Constitución sólo la educación primaria es obligatoria y gratuita, mientras que la educación secundaria es gratuita solamente en los centros educativos públicos del Estado.

Además, en la Constitución se deja en claro la misión fundamental que tiene la educación: “la educación tiene como objetivo la formación plena e integral del nicaragüense; dotarlo de una conciencia crítica, científica y humanista; desarrollar su personalidad y el sentido de su dignidad; y capacitarlo para asumir las tareas de interés común que demanda el progreso de la nación; por consiguiente, la educación es factor fundamental para la transformación y el desarrollo del individuo y la sociedad” (Artículo 116 de la Constitución de la República de Nicaragua).

Lo anterior enfatiza que no basta con garantizar el nivel de acceso, sino que se hace necesario que a los niños, niñas y jóvenes les sea posible adquirir una formación plena e integral, como se estable en la Constitución. Es decir, que el derecho a educarse se considera como una necesidad básica del ser humano, como lo expresan Castillo y Vijil (2009)[i], fundamentado en la necesidad de construirse como personas y de contar con las condiciones para esa construcción y su realización en el desarrollo de capacidades y potencialidades. La falta de estas oportunidades se considera no sólo como omisión o negación de un derecho sino de una injusticia, ya que se le está negando lo más relevante al sujeto: constituirse en persona plena.

En las últimas décadas, un avance importante, según Vijil (2011),[ii] fueron los paradigmas pedagógicos que han hecho sentir el derecho a la educación de forma más concreta y masiva, dado que se pasó de entender el derecho a la educación como la mera asistencia a la escuela a reconocerlo como el derecho al aprendizaje.

Otro avance según, Näslund-Hadley (2012), quienes realizaron un balance de la educación en Nicaragua e hicieron una comparación con el resto de Latinoamérica, afirma que hubo un avance en el acceso a la educación: “al nivel de preescolar, la cobertura incrementó del 47% en el 1993 a casi 61% en 2009. En primaria, en 1993 asistía el 72% de los niños, mientras que en 2009, 88% de los niños se encuentra asistiendo a la escuela. En secundaria, entre 1993 y 2009, el acceso se ha incrementado en 25 puntos porcentuales; en el 2009, 56% de los jóvenes de 13 a 17 años se encuentran inscritos en secundaria. En cuanto a la cobertura en educación superior, 15% de los jóvenes entre 18 y 25 años se encuentran matriculados, esto es, doce puntos porcentuales más que en 1993(2012, 5)[iii].

 Vijil (2011), quien se desempeña como investigadora del Centro de Investigación y Acción Educativa Social, pone el acento en cuántos terminan cada nivel educativo. Señala que la supervivencia en primaria en 2004-2009 fue del 42%. Sólo 42 de cada 100 niños y niñas que entraron a primer grado finalizaron ese nivel educativo en los años previstos. Con respecto a la secundaria en 2007-2009 la supervivencia en lo que hoy se llama el noveno grado fue del 53%. Así mismo, afirma que quienes desertan son siempre los más pobres. Según esta autora, estas tasas de abandono escolar son altas, además que influyen de manera negativa en la autoestima de las niñas, niños y jóvenes.

Lo anterior refleja que el Estado sólo ha cumplido con una parte del derecho a la educación, que ha sido brindar el acceso, mostrando por su parte la incapacidad para retener la fuga de niños, niñas y jóvenes del sistema educativo, dado que la deserción es provocada por diversos factores que van más allá de la garantía del acceso y permanencia, como el trabajo infantil, las distancias largas que tienen que recorrer, entre otros.

La accesibilidad se refiere al deber del Estado de garantizar el acceso a las instituciones educativas disponibles de las personas en edad escolar que demandan educación, promoviendo la equidad y la no discriminación (De Castilla, 2007)[iv]. Situaciones relacionadas con las condiciones de pobreza como el poco acceso a la infraestructura y servicios públicos, desigualdad de género, baja calidad y violencia intrafamiliar son  factores que persisten y se reproducen en distintos ámbitos sociales. En Nicaragua es una tarea pendiente disminuir los efectos de estos y otros factores que influyen en la deserción de los niños, niñas y jóvenes, y que afectan principalmente su proceso de aprendizaje, encontrándose en gran desventaja frente a otros grupos que poseen las condiciones necesarias para tener un buen logro académico.

Quedan retos, identificados por Vijil (2011), que deben estar en la agenda de todos los actores involucrados con el objetivo de superar este panorama de crisis: el primero es avanzar en la obligatoriedad en la escolaridad de la población, es decir, expandirlo a secundaria. En un segundo lugar, debe asegurarse la permanencia a través de los programas compensatorios que se han implementado en toda América Latina. El tercer objetivo debe estar enfocado en logro de la calidad educativa y por último responder a la demanda de mayores, mejores y más diversas opciones educativas: más cobertura territorial en las escuelas de secundaria y más opciones de educación técnica. Sólo queda preguntarse ¿qué medidas tomará el gobierno de Nicaragua para mejorar el derecho a la educación, lejos de cualquier interés partidario o sectorial? ¿Qué aspectos se deben tener en cuenta para que la educación deje ser una política periférica y se convierta en política de Estado y se le dé continuidad a las políticas que se desarrollaron en gobiernos anteriores? ¿De qué manera se debe consensuar la opinión de los diferentes actores para garantizar el derecho a la educación?

[i] Castillo,  M. & Vijil G. V. (2009). Educación y Desarrollo Humano de las juventudes de Nicaragua. Manuscrito no publicado. Centro de Investigación y Acción Educativa Social (CIASES), Managua, Nicaragua. Facilitado por el PNUD Nicaragua
[ii] Vijil, J. (2011). Educación: ¿Qué debería priorizar este gobierno o un nuevo gobierno? Recuperado el día 20 de diciembre de 2015 de http://www.envio.org.ni/articulo/4395
[iii] Näslund-Hadley, E. (2012). Educación en Nicaragua: Retos y Oportunidades. Banco Interamericano de Desarrollo.
[iv] De Castilla, M. (2007).  El derecho a la educación en Nicaragua. Buenos Aires: Fundación Laboratorio de Políticas Públicas.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/reformas-educativas-en-al-nicaragua/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/06/nicaragua-300×196.jpg

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El enfoque escolarizado del análisis educativo.

Por: Miguel de Castilla Urbina.

Ni la educación es sinónimo de escuela, ni el sistema educativo es sinónimo de sistema escolar, ni los problemas de la educación son sinónimos de los problemas de las escuelas.

 Este deslinde es necesario realizarlo cuando de lo que se trata es de analizar la educación en un centro escolar, en un núcleo educativo,  en un municipio, un departamento o a nivel nacional, en tanto, por lo general, cuando se realizan estos ejercicios, se hacen ignorando el carácter y ubicación de la educación escolar en la vida social, dedicando su atención a variables y aspectos meramente escolares, desconectándolos parcial o absolutamente de la vida económica y social, especialmente del origen social  de los estudiantes y de la situación económica de las familias de donde provienen los mismos.  La conclusión de este tipo de análisis es obvia, la culpa de los desajustes de la educación anidan en la educación misma y es ahí donde hay que buscar las soluciones.

Analizar variables como la formación del magisterio, los planes y programas de estudio, la administración  financiera municipal de la educación, la evaluación de los aprendizajes, la infraestructura escolar, etc. Excluyendo del análisis la relación de cada uno de estos factores con la variable estudiante y su relación con el medio en que este  reproduce su existencia, es un enfoque parcial, insuficiente, escolarizado y sesgado de la educación escolar, el cual excluye a la variable más importante del proceso educativo, como es el estudiante  que es en quien se realiza la educación y su calidad.

No es que el currículo, el magisterio, la evaluación educativa y los edificios escolares no sean importantes, lo que pasa es que ninguno de esos elementos funcionan en el aire, todos tienen sentido según sean las personas que aprenden,  que no llegan al aula de clases como si fuesen una página en blanco, sino que llegan con una carga muy grande de experiencias y aprendizajes  producto de la acción educativa y de socialización  de su familia,  de sus pares etarios en su entorno social  y de los llamados medios de comunicación social que se imponen avasallantes sobre niños, niñas y jóvenes, que por su edad mental y cronológica no están en capacidad de criticar, oponerse y rechazar sus mensajes.

Hacen  falta  él y la estudiante en esos diagnósticos y esas propuestas, no como una entidad exógena separada y extraña, sino como parte fundamental del proceso educativo, sin la cual no existe el mismo, no existe la educación porque no habría nadie a quien educar.  El o la estudiante es el referente con el cual hay que contrastar, chocar o cruzar las variables meramente escolares a fin de medir y valorar sus atributos y cualidades y con base en esos resultados hacer las recomendaciones que corresponda. Es el caso del currículo, por ejemplo, una cosa es el currículo de los estudiantes de la zona rural y otro es el de los estudiantes de la zona urbana, o también el caso del magisterio, su formación y capacitación, una cosa son los docentes de la educación para la primera infancia y otra cosa son los profesores de la educación secundaria o universitaria, sus características son diferentes, en tanto, son diferentes las características de los estudiantes a quienes ofrecen sus servicios docentes.

Respecto a la importancia del estudio del factor  estudiante y su relación con las variables de la ingeniería escolar, es de importancia  hacer referencia a las diferencias respecto a la situación de clase de los niños y jóvenes que se educan,  en tanto no son iguales las posibilidades de un niño, niña o joven de las clases acomodas, comparadas con las posibilidades de otros y otras de las clases medias, y las posibilidades de otros y otras de los sectores empobrecidos.  Las posibilidades económicas de las familias de donde proceden unos y otras son diferentes. No son iguales, desiguales, y por lo tanto serán desiguales las oportunidades de aprender de los niños y niñas de una y otra clase o sector social.  Ignorar esto a la hora de realizar diagnósticos educativos es hacer metafísica y convertir la búsqueda de solución en parte del problema.

Fuente: http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/409845-enfoque-escolarizado-analisis-educativo/

Imagen: http://endimages.s3.amazonaws.com/cache/d3/ee/d3ee559ec2e9d06d02ccf2b76ce715e7.jpg

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La ofensiva del gran capital y las amenazas para Latinoamérica

Por: Theotonio dos Santos

La discusión en marcha en el mundo hoy se concentra en comprender la profundidad de la crisis financiera iniciada en 2007 y su relación con el conjunto de graves limitaciones del actual sistema mundial para garantizar la sobrevivencia de la humanidad. Estaríamos en una crisis final del capitalismo que hasta 2016 no ha alcanzado una recuperación suficiente, por lo menos en sus centros más importantes. En este contexto general, las economías hoy llamadas “emergentes” se desprenden de una posición subordinada del sistema mundial y conducen al surgimiento de muchos grupos de investigación que trabajan sobre la crisis mundial.

Como resultado de este giro de preocupaciones, emergen nuevos temas antes menospreciados en los centros de investigación conservadores, como la importancia de la concentración de la producción, del ingreso y de las riquezas, así como del intercambio mundial de bienes y valores. Podría deducirse que sería casi imposible prever e interpretar estos fenómenos antes despreciados o, inclusive, suprimidos del centro de las preocupaciones científicas.

No creo que debamos hacer un trabajo demasiado grande para localizar las principales tendencias que se están desarrollando en la economía mundial para tener una capacidad de previsión y de identificación de sus posibles direcciones. La verdad es que la crisis iniciada en 2007 era relativamente previsible, pero su profundidad y duración sí se hizo más difícil de prever, debido a la existencia de muchos factores condicionantes de la misma. Si analizamos globalmente las últimas estadísticas macroeconómicas, veremos que emergen nuevos poderes económicos, sobre todo en Asia y, particularmente, China e India. El gobierno chino, principalmente, está activando sus reservas (de cerca de 400 billones de dólares, o trillones en inglés) que representan un enorme volumen de liquidez en un mundo donde prevalecen las deudas en los antiguos centros de poder. El antiguo grupo de las siete mayores economías y la Trilateral (Estados Unidos, Europa y Japón) son cada vez más incapaces de pagar sus deudas que son, por lo general, mayores que el valor de sus Productos Internos Brutos (PIB), pues se trata de economías donde prevalecen los déficits comerciales externos y los déficits fiscales internos.

De esta manera prevalece la tendencia a la valorización del yuan. Al valorizarse el yuan, China gana el poder de emitir su propia moneda con circulación internacional. Esto se multiplica cuando el gobierno de China busca fortalecer su economía creando “fondos soberanos” juntamente con otras potencias superavitarias con el objetivo de ampliar mundialmente sus inversiones. El gobierno chino ya lo viene haciendo desde algún tiempo atrás, mientras el yuan tiene circulación internacional creciente (del 2% de las divisas en el mercado internacional en 2012 el yuan alcanza el 8% en 2016). Es así como países de la OPEP y de Asia que están actuando en la misma dirección pueden aumentar su preferencia por la divisa China. Venezuela, como veremos, disminuyó mucho su capacidad de influencia internacional con la drástica caída del precio del petróleo y perdió mucha capacidad de crear un fondo soberano poderoso, porque ya no tiene reservas importantes en este momento. Pero esta situación provisoria debe cambiar. Se hace necesario que economías poderosas como la brasileña se liberen de la dictadura ejercida por sus bancos centrales que impiden la creación de estos fondos, además de sabotear la creación del Banco del Sur y del Banco de los BRICS, que los pondrían en el centro del desarrollo de las Américas del Sur y Central, del Caribe y del Atlántico Sur. Sin despreciar una audaz política de aproximación del comercio con el Pacífico —centro privilegiado de los cambios de la economía mundial—.

Los cambios en el cuadro mundial y el destino de la humanidad

Después de un período de confrontación con estos cambios tan perjudiciales para los antiguos centros de poder hegemónico, se inició una ofensiva comandada por los Estados Unidos de presión sobre las economías del antiguo Tercer Mundo con un movimiento concentrado en la baja del precio internacional del petróleo. Este cuadro llevó a intentos de golpes e invasiones contra los centros alternativos al poder de estas potencias. Es así que Estados Unidos desata una situación de caos en el Oriente Medio, centrándose en Irán, Irak, Siria, Libia y extendiéndose a Paquistán y Afganistán, pero perdiendo poder en toda la región. Al naufragar en sus intentos de dominar el Oriente Medio, intenta frenar el crecimiento de Rusia y su influencia creciente en la región que históricamente se vinculó con la Unión Soviética. Su intento de arrinconar a Rusia a través de un golpe en Ucrania desemboca en la pérdida de Crimea. Pero todo se hará más grave con el fin de la debacle petrolera, con la dificultad de integrar Turquía en un frente fracasado en el Oriente Medio y en Siria, en particular. Toda la ofensiva desatada en la región está en grave crisis en razón del aumento del precio del petróleo. Si Venezuela consigue estar aún bajo la dirección de la izquierda, en los próximos años, seguramente va a entrar en ese esquema de aprovechamiento productivo de las reservas ya descubiertas y su utilización como fondo de inversión que sirva de base, incluso, para fondos de inversión privados y compra de empresas mixtas. Es muy interesante anticipar esta situación porque, como veremos, el uso estratégico de estas reservas puede revertir rápidamente los impases de la presente coyuntura.

El mundo latinoamericano (incluido Brasil) y caribeño se encuentra en este momento sobre-determinado por la amenaza de la rebaja de las inmensas reservas que aún posee en este momento. Sin embargo, estos países han vivido, desde inicios de este siglo hasta hace tres o cuatro años, una situación de aumento espectacular de sus reservas monetarias que contrastan con las enormes deudas internacionales con que convivían en los años 80 y 90 del siglo pasado. Un mundo de países debilitados por deudas colosales y que no tenían dinero para impulsar una política de desarrollo debido a una deuda paralizante, se encontraban con grandes excedentes financieros, que permitían instalar gobiernos capaces de unir crecimiento económico y redistribución de renta, aunque moderada. Pero la miseria en que vivía y aún vive un tercio de la población de estos países permite que la reorientación de 2 a 3% de sus Productos Internos Brutos hacia estas poblaciones produzca cambios radicales en las vidas de millones de personas.

Es difícil aprender a convertir sus propios títulos de deuda en fuerzas para el desarrollo. Claro que hay poca gente dispuesta a comprar, en ese momento, los títulos de deuda sin ningún respaldo en producción de bienes o inclusive, valores ligados a servicios públicos o privados. Sin embargo, los Estados Unidos se mantienen con la emisión de títulos de deuda estatales que no tienen ninguna perspectiva de ser pagados por un gobierno que no tiene posibilidades de cubrir sus deudas, ya que no tiene ninguna propuesta a la vista de obtener un superávit fiscal que pueda permitir la disminución de su deuda. Con esta aventura, los Estados Unidos están recorriendo un camino muy peligroso porque se aguarda una gran devaluación que derrumbaría los valores del dólar masivamente. Podríamos prever que no solamente se trata de una hipótesis, sino que se siente, se sabe, que vamos a tener una gran devaluación del dólar. En un país que paga 0% de intereses por sus títulos públicos, comprar estos títulos que se emiten en una moneda en devaluación es un claro suicidio económico, cuyo costo solo puede ser asumido por países que tienen poderosos intereses geopolíticos comunes con el país de moneda decadente.

Esta situación nos muestra que tenemos que repensar mucho y estudiar mucho, no solamente con una visión regional del mundo, sino con una visión que se aproxime más a la realidad. Este fenómeno global, si lo analizamos con lo que está pasando en 2016, indica que estamos viviendo una alteración en la correlación de fuerzas dentro del sistema económico mundial, en el cual los centros de poder económico mundial están convirtiéndose en países comandados por grandes concentraciones financieras que dependen cada vez más de poderosas empresas estatales y colosales transferencias de recursos estatales. Este es un fenómeno realmente inesperado para aquellos economistas formados por el discurso neoliberal, e influenciados por una campaña contra las empresas públicas y por las ventajas de la privatización que predominaron desde la década del 80 hasta inicios del siglo XXI, cuando esta ofensiva entra en decadencia.

Las mayores empresas

A pesar de la campaña privatista, estas ideas fueron rápidamente reconvertidas a partir de los años 2000. Si nos basamos en las 10 primeras empresas, según el valor de sus acciones, veremos que la primera empresa en el mundo, en 2007, era Petro China con una diferencia bastante grande en relación a la segunda empresa. Mientras Petro China se acercaba a un trillón de dólares de acciones, (en inglés, un billón, en español), la Exxon de Estados Unidos, que es una empresa privada, pero muy relacionada al sistema estatal y particularmente al Pentágono, aparecía en segundo lugar. La demanda de los productos de esta empresa proviene de instituciones estatales, financiados con recursos públicos.

La General Electric se colocaba en tercer lugar, según el valor de sus acciones. Empresa muy ligada también al Pentágono y toda la estructura militar de EEUU, con inversiones a nivel global también. Luego se coloca la China Mobil e Industria y en quinto lugar la Microsoft, seguida de Gazprom, empresa estatal de Rusia. Habría que destacar que el Estado ruso retoma recientemente esta empresa que había sido privatizada por políticas de conversión de empresas públicas en privadas, generando súbitamente grandes riquezas, que promovió que los especuladores empezaran a comprar la Gazprom. No queda claro cómo fueron exactamente privatizadas esta y varias otras empresas.

Al re-nacionalizarla, el presidente Putin logró retomar el eje principal de la economía rusa, cambiando drásticamente la correlación de fuerzas de la economía mundial. No solamente por la situación del petróleo y gas, la presencia rusa inaugura una fase muy complicada, porque su participación aumentó mucho la competencia en la explotación petrolera y gasífera mundial. La presencia de Gazprom permitió, por ejemplo, que en ese momento se realicen reuniones de Rusia con Arabia Saudita, que es una acción fuera de lo común, excepto por los intereses comunes en relación a los hidrocarburos.

China también se ubica en este juego de poder en el Oriente Medio, y probablemente esto tiene que ver con una estrategia petrolera que no se administra solamente desde la OPEP, sino que articula el apoyo de otros centros petroleros para conseguir, realmente, tener una posición de fuerza mundial. La obsesión de los Estados Unidos de mantenerse como líder incontestable de la economía petrolera mundial lo pone en confrontación con casi todos los países del mundo.

En el caso de América Latina, estas ambiciones desmedidas de los grupos dominantes en Estados Unidos llevaron al gobierno de ese país a forzar situaciones políticas en la región. Frente al decisivo hecho de que no cuentan más con apoyo militar para sus aventuras totalitarias, tienen que promover golpes de Estado apoyados fundamentalmente en congresos deslegitimizados, leyes absurdas improvisadas para servir a sus intereses, intervenciones jurídicas que convierten a la policía y a los tribunales en poderes medievales, así como en el dominio y monopolio absoluto de los medios de comunicación.

Es grave observar cómo las fuerzas de izquierda latinoamericanas se ablandaron con los pocos años de ejercicio del poder. Frente a la ofensiva general del gran capital en decadencia, se acomodan a su propuesta de retroceso ideológico y cultural que pretende transformar estas acciones desesperadas en fuente de una nueva legalidad que confunde la democracia con la movilización monopólica de los medios de comunicación y la restricción a los poderes populares que venían acumulándose en el siglo XXI, para desespero del gran capital en general.

El intento de “restringir” la cuestión democrática a una posibilidad de escoger un candidato entre los ya definidos por partidos sin participación popular; una incorporación formal de los pueblos sometidos desde las colonias, negándoles las cuotas para integrarse en los verdaderos centros de decisión; unas restricciones a la moral patriarcal que se restringe a la libertad y realización parcial de las mujeres sin darles el derecho de decidir sobre su propio cuerpo. En fin, transformando conquistas parciales en objetivos finales y buscando ocultar la radicalidad del moderno ideal democrático según el cual la plena realización de los individuos no solamente debe ser “reconocida” socialmente, sino que debe buscar el pleno ejercicio de su condición de ser humano y de su poder para orientar los destinos de la humanidad, liberándola del sometimiento a las fundamentales contradicciones sociales que la oprimen. Se trata, en fin de cuentas, de restringir la plenitud del ideal democrático a simulacros de democracia.

Además, está claro que no se puede aceptar la reducción del concepto de democracia a los principios liberales que contradicen históricamente los principios democráticos. La libertad de los explotadores y violentos dominadores no puede ser un principio ordenador de un mundo cada vez más interactivo. No podemos aceptar como principio el de explotar a las grandes mayorías y acumular el 50% de la riqueza en manos del ya famoso 1% de la población mundial, en nombre de una eficiencia económica muy discutible. Si no fuera por el terror organizado y promovido por un sistema de poder en crisis profunda, sería jocoso pretender que la humanidad deba someterse a un mundo marcado por colosales desequilibrios económicos, crisis humanas y ambientales, permanentes amenazas de violencia y amenazas dramáticas a la sobrevivencia de la humanidad y del propio planeta tierra.

Está, pues, al orden del día una batalla de ideas que se dibuja en el planeta con fuertes colores. Nuestra capacidad de movilización contra la ofensiva del gran capital es crucial. Pero ésta debe reivindicar la defensa de una nueva sociedad, de una nueva economía y de una nueva cultura, así como la creación de los instrumentos necesarios para que cada ser humano se convierta en el dueño de su propio destino.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/la-ofensiva-del-gran-capital-y-las-amenazas-para-latinoamerica/

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Segunda vuelta: ¿Es posible desarrollar una pedagogía liberadora en la escuela actual?

Por Ana Belinco

A partir de notas como “¿Es posible desarrollar una pedagogía liberadora en la escuela actual?” de Hernán Cortiñas, continúa el debate sobre los límites y potencialidades de las prácticas educativas.

La pregunta en debate es un interrogante siempre presente para las y los trabajadores de la educación que buscan o se les impone, por diversas circunstancias, la problematización frente a su propia práctica. Fue y es cuestión debatida en extenso por distintos pedagogos y corrientes filosóficas educativas diversas.

Es ó no es posible: ¿es fructífero un análisis binario de la pregunta presentada?

Como respuesta a la cuestión, se han postulado desde planteos reformistas de superficie que hablan de cambio y transformación dentro del sistema educativo tal cual está dado dentro del capitalismo hasta planteos revolucionarios anulantes según los cuales nada puede hacerse desde el sistema educativo en el actual estado de situación dado que éste impone límites a la acción educativa infranqueables y constrictivos.

Se presenta así una lógica binaria de análisis e interpretación de la cuestión en debate según la cual el sistema educativo y, por tanto, las prácticas pedagógicas que en él se despliegan, o son salvadoras o son inermes frente a la transformación de la realidad. Cualquier análisis desde una perspectiva binaria cae en un reduccionismo como mínimo infructuoso y pesimistas al mismo tiempo que obtura la postulación de respuestas creativas que contemplen la posibilidad de análisis intermedios que tengan en cuenta el ¨mientras tanto¨.

Si pensamos la práctica educativa como pedagogía liberadora, salvadora e infalible, caemos en un reduccionismo que no contempla las condiciones situacionales limitantes como ser la propia condición de asalariados y explotados de los trabajadores de la educación, la falta de espacios de capacitación en servicio, las pésimas condiciones de infraestructura en la cual debe desarrollarse la labor, las imposiciones de tareas administrativas y asistenciales a las que los y las docentes nos enfrentamos día a día en nuestras escuelas públicas, entre muchas tantas otras. Este tipo de posturas le lavan la cara al capitalismo dándole atribuciones a la educación que ésta no tiene ni puede abordar.

Por otra parte, si pensamos la práctica educativa como inerme y limitada al punto de la anulación como herramienta transformadora caemos en un reduccionismo que no contempla el alcance que la educación tiene dentro de la lucha de clases. Tampoco se tiene en cuenta que es un espacio en donde la docencia puede cumplir un rol activo a nivel ideológico, aunque el sistema educativo tenga límites propios que no permitan transformarlo en profundidad como queda evidenciado en el sistema de evaluación, calificación y clasificación de los estudiantes que genera circuitos educativos diferenciados. La disputa política e ideológica que se puede dar dentro de la escuela, enmarcada dentro de una organización revolucionaria más amplia, queda así anulada.

En este punto se hace interesante retomar la tercera Tesis sobre Feuerbach de Marx en donde explica que “la teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado”. Una lectura posible de este planteo sería interpretar que cuando Marx dice que el educador debe ser educado no lo hace para minimizar el alcance de la educación misma sino para remarcar la potencialidad del ámbito educativo. Comprender a la escuela como aparato ideológico del Estado es analizarla también en su posibilidad de subversión o transformación. Minimizar este aspecto, o anularlo, es una negación de los cambios reales que la escuela ha demostrado objetivamente alcanzar. En este sentido, cabe plantearse si es justo calificar los logros educativos de la docencia, aunque sean limitados e insuficientes, como partes de un anecdotario que llena de orgullo a docentes aislados.

¿Qué hace la docencia en el ¨mientras tanto¨?

Por lo expuesto anteriormente, es válido sostener que sería posible una pedagogía liberadora en el estado actual de situación sólo en tanto práctica de resistencia, como herramienta para profundizar contradicciones desde la literatura, el debate, la puesta en palabra y discusión de las miserias que golpean a toda la comunidad educativa dentro de los límites de este sistema político y económico en el que nos encontramos inmersos. Es decir que la respuesta a este problema no puede ser cerrada, no puede plantearse como si o como no, sino que no queda más que plantear un sólo si, un análisis de grises.

Pese a la precarización laboral, los y las docentes no tiramos la toalla. Si el hecho de estar precarizados y explotados nos quiebra o nos hace creer que la tarea realizada es infructuosa o imposibilitada de creación y recreación de realidades, lo lograron. Entender a la educación desde esta perspectiva nos habla de comprenderla en términos de pasos que se dan en el “mientras tanto” caminamos hacia los cambios profundos y sistémicos que soñamos, buscamos y construimos militantemente. Se delinea así un tercer planteo posible e intermedio a las dos polarizaciones reduccionistas antes desarrolladas que expresa una profunda confianza en la educación como herramienta de quiebre y ruptura que haga posible delinear, pensar y esbozar caminos de liberación real y efectiva.

La educación siempre es campo de batalla de la lucha de clases. En este sentido, el fenómeno educativo, debe ser analizado desde una perspectiva de clase. En el estado de situación actual el sistema educativo es herramienta en manos explotadoras para generar subjetividades adaptadas al sistema social, político y económico imperante. Esto no destruye la posibilidad de hacer mella haciendo uso de dicha herramienta en fogonazos que permitan exponer las contradicciones intestinas del capitalismo que genera hambreados y excluidos cuando las fuerzas productivas permitirían, bajo una planificación socialista y de los trabajadores, asistir a la existencia real del hambre cero a escala mundial.

En este punto cabe aclarar, una vez más, que ésta no es más que táctica defensiva y de resistencia hasta que se pueda subvertir y expropiar por completo el Estado y sus aparatos ideológicos pasando a constituirse como estado en manos de los trabajadores. Este es siempre el último y real objetivo de la lucha de clases, en la cual la educación y los sistemas pedagógicos cumplen un rol fundamental, aunque no sea ni el principal ni el más decisivo en la disputa. La educación por sí misma no puede transformar nuestra realidad social sino está ligada a una estrategia política que permita crear un partido revolucionario que presente una direccionalidad seria y efectiva para movilizar a las masas trabajadoras hacia la búsqueda y la lucha por su propia emancipación. Pese a lo antes dicho no se puede desconocer o negar que la educación es una herramienta fundamental en el ¨mientras tanto¨ más allá de sus limitaciones.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Segunda-vuelta-Es-posible-desarrollar-una-pedagogia-liberadora-en-la-escuela-actual

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De la lucha de ideas a la lucha política

Por: Emir Sader

Todo gran avance de la izquierda en el plano político fue antecedido por conquistas en el plano de las ideas. El precepto gramsciano, retomado por Álvaro García Linera, permite entender cómo fue posible el período de gobiernos posneoliberales en América Latina, así como su crisis actual.

Los gobiernos neoliberales han logrado imponerse, después de promover como sentido común la idea de que el centro de la crisis económica residía en los gastos excesivos del Estado, preparando el terreno para los gobiernos de ajustes fiscales. Se trataba de hacer del Estado el blanco sobre el cual tirar la ira de la gente y las acciones de los gobiernos.

El fracaso de los gobiernos neoliberales ha dejado el campo libre para que las reacciones a esos gobiernos impusieran un nuevo consenso nacional: en el continente más desigual del mundo, la prioridad tiene que ser, si los gobiernos reflejan las necesidades de la sociedad, el ataque a las desigualdades y no el ajuste fiscal. Por lo tanto, se necesita de má y no de menos Estado, para implementar políticas sociales como su actividad fundamental. Aquí también la lucha de las ideas generó las condiciones para un nuevo avance político progresista en los países que han adherido a la visión posneoliberal.

La derecha ha logrado frenar esos avances en algunos de esos países y amenaza con hacerlo en otros, cuando logro, mediante campanas sistemática llevadas a cabo por los monopolios de los medios, reimponer la criminalización de la acción del Estado, así como diseminar la idea de que el problema central de nuestras sociedades es la corrupción y el combate a ella. Esta es la base de la contraofensiva de la derecha, que busca reimponer el fracasado modelo neoliberal, intentando borrar todos los avances de este siglo en esos países, así como el fracaso en la aplicación de ese mismo modelo en los años 1990.

Superar esa ofensiva requiere, de parte de la izquierda, reconstruir su proyecto de sociedad, de país, de Estado, desarrollar extensa lucha de ideas en todos los recantos de la sociedad, para recomponer el bloque social y político que pueda reconquistar la hegemonía ideológica, retomar la ofensiva política, en base a nuevas ideas y valores.

Para ello la izquierda necesita, además de balance de las experiencias, avances y problemas acumulados, la participación del pensamiento critico latino-americano, que mas que nunca está llamado a colaborar con la izquierda en la intensa disputa hegemónica que se desarrolla en nuestras sociedades.

Los avances políticos no se dan ni por la práctica pura y simple, ni por la elaboración teórica por si sola. Se dan como resultado de la combinación concreta entre las experiencias de practicas políticas y sociales y de la construcción intelectual. Es un movimiento que no se da en las entidades que congregan a la intelectualidad, como la universidad y los centros de investigación, pero que tienen que volver a contar con esos eslabones, articulados con los balances llevados a la práctica por los partidos, movimientos sociales y sindicatos, para que la práctica no se pierda en su dimensión singular, y la elaboración teórica no quede en su intranscendencia, por alejada de la practica política.

Temas como el nuevo rol del Estado, las formas concretas de participación política de las fuerzas sociales, la refundación del Estado, las formas de Asamblea Constituyente por las cuales se debe luchar, el tipo de sociedad radicalmente democrática que se ambiciona, los grandes temas de la juventud, de las mujeres, de los distintos sectores oprimidos en la sociedad actual, tienen que conformar nuevos objetivos de lucha, de busca de futuro, de construcción de nuevos consensos de trasformación radical de nuestras sociedades.

La intelectualidad latinoamericana tiene deudas, en el período histórico actual, con las grandes disputas de ideas que tienen que ver directamente con las durísimas luchas políticas que el continente enfrenta en esta segunda década del nuevo siglo. Se deben recuperar los espacios que antes fungían como lugares de elaboraciones teóricas vinculadas directamente a los grandes dilemas contemporáneos, para movilizar y promover el trabajo teórico articulado con las necesidades y las practicas de las fuerzas sociales y políticas que mas directamente organizan la decisiva lucha hegemónica en nuestros países.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-311171-2016-10-07.html

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